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¿ES EL HOMBRE UN SER LIBRE DESDE EL PUNTO DE VISTA

PSICOLÓGICO?

Ensayo presentado por:


Rafael Enrique MARRERO

Profesor guía:
Alexander MENDEZ

Caracas, diciembre 2017


¿ES EL HOMBRE UN SER LIBRE DESDE EL PUNTO DE VISTA PSICOLÓGCO?

Este ensayo se centra en dar respuesta a una problemática que se ha planteado a lo largo de la
breve historia de la psicología, la cual ha llamado la atención de distintos autores y es objeto de
duda al momento de hacer referencia a cualquier enfoque psicológico, ¿Es el hombre un ser
libre, capaz de tomar decisiones por sí mismo, o su conducta y pensamientos están
determinados por alguna fuerza interna o externa ajena a la voluntad del sujeto?

DI--------------------------I--------------------------DA
Se busca hacer énfasis en el esquema anterior (Carlos Villarino, Clase Magistral, 19 de
octubre de 2017), en la cual “DI” quiere decir determinismo intrapsíquico, “I” significa
indeterminismo y “DA” responde a determinismo ambiental, a su vez se ubicará en cada una de
estas distinciones a las principales corrientes psicológica adscritas a ella, siendo estas el
psicoanálisis, el humanismo y el conductismo respectivamente.

Los primeros científicos llamados propiamente psicólogos como Wilhelm Wundt y


William James, aunque hablan de psicología voluntarista, no hicieron énfasis en el estudio de la
conducta y de sus causas sino en la comprensión de la estructura y el funcionamiento de la
conciencia respectivamente. Por lo tanto, no buscaban establecer una relación causal que
explicara los fenómenos psicológicos, pero a la vez tampoco le adjudicaban una libertad de
juicio al ser humano.

El primer autor que nos habla de una conducta determinada por un factor ajeno a la
conciencia y a la voluntad del sujeto es nada más y nada menos que Sigmund Freud. Freud
escribía en su obra “Psicopatología de la vida cotidiana” (1901):

No admitir la existencia de representaciones de propósito definido como explicación de


una parte de nuestros funcionamientos psíquicos supone desconocer totalmente la
amplitud de la determinación en la vida psíquica. El determinismo alcanza aquí, y
también en otros sectores, mucho más allá de lo que sospechamos. En 1900 leí un
ensayo, publicado por el historiador de literatura R. M. Meyer en el Zeit, en el que se
mantenía, ilustrándola con ejemplos, la opinión de que era completamente imposible
componer intencionada y arbitrariamente algo falto en absoluto de sentido. Desde hace
mucho tiempo sé que no es posible pensar un número ni un nombre con absoluta y total
libertad voluntaria. Si se examina una cantidad cualquiera y de cualquier número de
cifras, pronunciada con una aparente arbitrariedad y sin relacionarla con nada, se
demostrará su estricta determinación, cuya existencia no se creía posible (p. 147).

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Freud insiste en que nuestros actos y las decisiones que tomamos no son azarosas y
mucho menos voluntarias, estas están determinadas por la relación dilemática entre el “ello” y
el “superyó” y por como el “yo” logre modular la interacción entre ellos y el ambiente. Este
determinismo intrapsíquico es la piedra angular de los supuestos teóricos del psicoanálisis.

Años más tarde, con la finalidad de rescatar a la psicología del abismo mentalista y
fisiológico en el que se encontraba y llevarla por el camino de las ciencias nomotéticas
cuantificadoras, surge el conductismo de la mano de John Watson y B.F. Skinner, quienes dan a
conocer un nuevo tipo de determinismo, el determinismo ambiental. Skinner expone de
manera clara su postura ante la libertad en su libro “Más allá de la libertad y la dignidad” (1971)
en el cual expone:

El hombre ni es libre ni tiene dignidad particular alguna por el hecho de ser hombre.
Somos lo que nuestro medio ambiente nos hace. Y como lo que somos no depende de
nosotros, no tenemos derecho alguno a enorgullecernos de lo que somos (p.68)

El conductismo remite toda la responsabilidad de la aparición de la conducta al


ambiente externo que rodea al sujeto, niega rotundamente la posibilidad de un libre albedrío y
elimina subjetividad alguna al momento de la toma de decisiones.

Ambas posturas científicas expuestas anteriormente exponen que las causas de la


conducta humana son ajenas a la voluntad del sujeto, intentando generar leyes y supuestos
objetivos que puedan ser comprendidos como conocimiento científico.

Como una alternativa a las dos corrientes del pensamiento psicológico mencionadas
anteriormente, surge a mediados de los 60s una nueva e innovadora manera de estudiar y
entender la psicología, Abraham Maslow da inicio a lo que hoy en día se denomina psicología
humanista. Lo más resaltante e importante para fines del tema en discusión es que los
psicólogos humanistas creen en el libre albedrío y la capacidad del ser humano de elegir.
Maslow indica en “El hombre autorrealizado” (1968) que:

Parece completamente evidente que todos los organismos se autogobiernan y


autorregulan en mayor grado, así como también son más autónomos, de lo que
pensábamos veinticinco años atrás. El organismo merece un alto grado de confianza y
estamos aprendiendo cada vez más a confiar en esta sabiduría interna de nuestros bebés
en materia de elección de alimento, época de destete, horas de sueño, época en la que
enseñarle a controlar sus necesidades, necesidad de actividad, etc. (p. 107).

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Para el humanismo, el hombre cuenta con ciertos valores y características que lo hacen
distinto del resto de los animales, haciéndolo capaz de tomar decisiones por sí mismo y de
realizar cambios en su conducta de manera voluntaria.

La manera de ver al hombre como un ser único y libre de tomar sus propias decisiones
ha tenido innumerables críticas a lo largo de la historia. Esta atribución de cualidades especiales
a la mente representa un gran problema al momento de analizar la conducta y el
funcionamiento cognitivo y social del ser humano, ¿Realmente una persona es capaz de tomar
decisiones por la única acción voluntaria y deliberativa? ¿No son otros los factores que
determinan una conducta específica, definiendo las variables que la inician, condicionan o
modifican? ¿La mente se reduce únicamente entonces a una esencia todopoderosa y
omnipotente que es capaz de controlase a si misma bajo cualquier circunstancia?

A parecer del autor, este tipo de visión ingenua y reduccionista del universo humano no
es más que una búsqueda de simplificar el entendimiento de la conducta. También puede
concluirse que esta óptica aparece a razón de que los psicólogos humanistas pretenden crear en
el cliente la conducta motivada, dirigida por la concepción de omnipotencia con frases como “si
se quiere, se puede”, “soy el dueño de mi destino”, “no hay nada que me detenga”. Sin
embargo, es muy poco probable que sea esta la descripción correcta de los fenómenos
psicológicos humanos, la realidad es muy compleja para observarla por un agujero tan reducido
como la voluntad y la libertad.

El ser humano no es libre en cuanto a sus concepciones mentales, todo lo relacionado a


su conducta está condicionado por factores ajenos a la voluntad. En cuanto a la opinión del
autor, los conceptos sociales, morales y prácticos, las leyes, códigos y aprendizajes establecidos
en nuestra mente a partir de la experiencia del individuo en sociedad son la más razonable
explicación de nuestra conducta y de la mayoría de los fenómenos psicológicos conocidos.

Es por esto que es necesario hacer mención a dos corrientes del pensamiento
psicológico que, aunque no son tan populares como las tres mencionadas anteriormente son las
que (para gustos del autor) mejor describen la conducta y los procesos psicológicos humanos, la
teoría cognitiva o del procesamiento de información y el construccionismo social.

Ambas teorías, aunque opuestas antropológicamente (ya que, si bien para el


cognitivismo la conducta humana está condicionada por sus procesos mentales y las reglas
establecidas en la mente y para el construccionismo social la misma está determinada por las
reglas sociales y la interacción del individuo con las masas y al posicionarlas en el esquema
expuesto por el profesor Carlos Villarino, el cognitivismo encajaría en la dimensión del
determinismo intrapsíquico y el socio-construccionismo en el extremo opuesto, es decir, en el
determinismo ambiental o extrapsíquico), en cuanto a la problemática de la libertad ambos
afirman rotundamente que el ser humano no es capaz de tomar decisiones mediante el libre
albedrío.

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Además, hay que considerar que estas teorías pueden complementarse. Es cierto que
los procesos mentales y las leyes establecidas en la mente son los más razonables
condicionantes de nuestra conducta y de casi la totalidad de los fenómenos psicológicos, pero,
¿De dónde provienen estas leyes, códigos y reglas que determinan lo que somos, la manera en
la que actuamos, nos relacionamos, aprendemos y vivimos? La sociedad, la interacción humana,
un fenómeno que podemos rastrear desde la aparición de nuestra especie, tan necesaria para el
eupsiquísmo y la sanidad mental, necesaria para el aprendizaje y para el desarrollo humano a lo
largo de la historia es la responsable de la formación de estos conceptos, reglas y códigos
asociados y ejecutados consciente e inconscientemente.

Se puede concluir entonces que la toma de decisiones mediante el libre albedrío, la


voluntad y la libertad son sólo una ilusión que nos creamos como sociedad para motivarnos y
creernos capaces de modificar nuestra propia realidad. Sí tomamos decisiones, sin embargo,
estas nunca son libres o azarosas, son muchos los factores que nos afectan a diario como para
suponer tal simplicidad en la conducta humana. Cada acción, emoción, pensamiento, etc., es
producto y puede ser asociado al impacto de distintos componentes y factores en nuestra
consciencia, a menos que esas acciones, emociones y pensamientos se manifiesten
inconscientemente, de ser así la explicación se remitiría a la interpretación retórico-literaria del
psicoanálisis en cuanto a los fenómenos inconscientes.

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REFERENCIAS

 Freud, Sigmund (1901). Psicopatología de la vida cotidiana (9na ed.) Bogotá, Colombia:
Editorial Alianza.

 Maslow, Abraham (1968). El hombre autorrealizado (17ma ed.) Numancia, España:


Editorial Kairós.

 Skinner, B.F. (1971). Más allá de la libertad y la dignidad (6ta ed.) Caracas, Venezuela:
Editorial Fontanella.

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