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López Limón, Mercedes Gema,

“La fuerza de trabajo infantil en México” en la


III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe
de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

LA FUERZA DE TRABAJO INFANTIL EN MÉXICO:


“El ejército infantil de reserva”

Mercedes Gema López Limón


Instituto de Investigaciones Sociales
Universidad Autónoma de Baja California
Correo electrónico: glopez@uabc.mx

GLOBALIZACIÓN Y TRABAJO INFANTIL

El trabajo infantil es un proceso social que acompaña al capitalismo desde su


nacimiento, pero que se manifiesta en una nueva forma en el proceso de deca-
dencia de las relaciones sociales capitalistas, en su crisis, cuando sus cimientos
están siendo carcomidos por la especulación, el narcotráfico y el negocio de la
guerra, provocando contradicciones que trastocan toda lógica: los millones de
niñas y niños trabajando, mientras millones de adultos no tienen empleo, o si
aún lo tienen, viven en la incertidumbre y pobreza crecientes.
Se desarrolla cuando las consignas a escala internacional son la reduc-
ción del costo del trabajo con su libre explotación, la desreglamentación gene-
ralizada, la flexibilidad laboral, la individualización de contratos, horarios y
salarios. Crece en un contexto de privatización de todos los aspectos de la vida
social: tierras, salud, educación, seguridad social, servicios públicos en gene-
ral, al entregar a manos privadas empresas estratégicas para la cohesión y la
soberanía nacional (López Limón, 1998).
Las privatizaciones son, como política mundial del capital, la transferen-
cia más grande de bienes y servicios sociales a manos privadas, en un saqueo
sin límites a las naciones, extendiendo la pobreza a niveles inauditos, campo
fértil para el trabajo infantil.
El mercado mundial actual tiende entonces a "...la reducción de costos la-
borales, directos e indirectos, para elevar los excedentes, y por lo tanto la tasa de

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ganancia", lo que coloca al trabajo infantil como un proceso integrado a la pro-


ducción e intercambio de bienes materiales (Brizuela et al., 1994, p. 36).
Especialistas de la OIT definen el trabajo infantil como “... el conjunto de
actividades que implican, sea la participación de los niños (y niñas) en la pro-
ducción y comercialización de los bienes no destinados al autoconsumo, sea la
prestación de servicios por los niños a personas naturales o jurídicas” o a “per-
sonas físicas o morales”(Staelens, 1993, pp. 16,17)1, O bien: “La expresión
trabajo infantil o trabajo de los niños abarca toda actividad económica efectua-
da por una persona de menos de quince años de edad, cualquiera que sea su
situación en la ocupación (trabajador asalariado, trabajador independiente,
trabajador familiar no remunerado, etc.)” (Boletín internacional No. 5, 1995, p.6).
Se puede resumir que es la utilización de la fuerza de trabajo de niños y niñas en
actividades económicas de producción e intercambio de bienes y servicios.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) considera que en Améri-
ca Latina y El Caribe existen alrededor de 19.7 millones de niños y adolescen-
tes entre cinco y 17 años, y que de ellos, 12.6 lo hacen en labores
consideradas como las peores formas de trabajo infantil, que ponen en riesgo
su integridad física, mental y moral (Gómez Mena, 25/09/05)

EL TRABAJO INFANTIL EN MÉXICO

En el caso de México existen dos categorías de menores trabajadores: los de me-


nos de 14 años, de quienes la Constitución y la Ley Federal del Trabajo prohíben
que se utilice su trabajo, y los de edades entre 14 y 16, cuyo trabajo permite la ley
bajo determinadas circunstancias (haber cursado su educación obligatoria, jornada
máxima de seis horas, no trabajo nocturno ni horas extras, etc.)
Oficialmente se acepta que en 2002 existen tres millones 300 mil meno-
res trabajando, repartidos casi igual por género, de los cuales las dos terceras
partes tienen entre 12 y 14 años y el resto entre seis y 11 años (INEGI, 2004).
La información oficial considera optimistamente que sólo una cuarta parte de
1
La definición es de Juan Carlos Bossio, citada por Patrick Staelens, que le agrega la frase “per-
sonas físicas o morales”. (Staelens, 1993, pp. 16,17)

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los menores que trabajan no asiste a la escuela, cifra que contradicen sus da-
tos estadísticos (y nuestra experiencia de muchos años en la investigación al-
rededor de trabajo infantil y educación. Ver además Juárez, 1998), pues de
acuerdo con el censo de 2000, 959 mil 640 menores en edad de seis a 11 años
no acudían a la escuela primaria y un millón 469 mil 441 de edades entre 13 y
15 no asistían a la escuela secundaria, lo que haría un total de dos millones
429 mil 82 infantes en edad de cursar la educación básica que están fuera de
ella (Información estadística de INEGI, 2005). ¿Qué están haciendo esas niñas
y niños? Lo más seguro es que están trabajando.
Hay que destacar que existe un subregistro en esta área, pues muchos
menores trabajadores no se reconocen ni son reconocidos como tales.
Daremos un breve vistazo sobre dos sectores de la economía formal ur-
bana y rural donde existe el trabajo infantil asalariado

EL TRABAJO INFANTIL EN LA AGRICULTURA


DE EXPORTACIÓN EN MÉXICO

En las comunidades tradicionales, el ingreso paulatino de la niñez en algunas


actividades comunitarias o en labores familiares livianas de autoconsumo ha
sido parte de un proceso de su integración cultural a la vida adulta; pero eso
es ajeno al trabajo infantil contemporáneo que participa en la producción a
cambio de un salario, subordinado a las necesidades de las empresas que lo
emplean. Ahora son las compañías trasnacionales exportadoras las que obligan
la "cultural" incursión de los menores al mercado laboral.
Este trabajo se encuentra asociado a procesos de más amplia dimensión,
en el contexto de la globalización, como el libre comercio y las políticas guber-
namentales hacia el campo, que en los últimos años han favorecido claramente
la agricultura comercial de exportación (esta política ha propiciado masivas
migraciones internas y externas de la población). Es en este sector, el más di-
námico de la economía agrícola, donde se contratan como trabajadores locales

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o migrantes más de un millón de niñas y niños2. Su incorporación al proceso de


producción beneficia en especial a compañías comercializadoras estadouniden-
ses y a sus socios locales, haciéndolos “competitivos” en el mercado interna-
cional, ya que exportan al vasto mercado interno de Estados Unidos, a Canadá,
Japón y la Unión Europea. El trabajo infantil en este sector es producto princi-
palmente de dos factores:

1. El ingreso precario y las condiciones de trabajo de los jornaleros con-


tratados por las compañías agrícolas exportadoras.
2. La disponibilidad de menores como fuerza de trabajo barata, com-
plementaria a la adulta y de reserva. Se explica entonces la existen-
cia, reproducción y auge del trabajo infantil en este tipo de
agricultura.

Dentro de la lógica de la supervivencia familiar el trabajador puede asumir:


“Apenas trabajando todos nos alcanza para medio vivir”, como nos dijo un pa-
dre jornalero. Aún cuando el trabajo infantil es percibido o expresado por los
padres como una contribución a la subsistencia familiar, éste tiene por sí mis-
mo su lugar como fuerza de trabajo.
Los empresarios saben que los menores le son indispensables y aprove-
chan la habilidad de las manos infantiles en la producción y las autoridades se
prestan a la ilegalidad del trabajo infantil. Para las compañías es también una
"reserva" de la que dispone por temporadas; ya que sin los niños tendrían que
atraer a trabajadores de otros sectores, o bien, importar mano de obra de
otras regiones, lo que aumentaría también el costo de producción. Para ocultar
esta necesidad, los grandes agricultores afirman que son los padres de familia
los responsables de que los niños trabajen, que ellos no lo promueven ni tie-
nen nada que ver3 (López Limón, 1998)

2
El Programa Nacional de Jornaleros Agrícolas de SEDESOL estimaba en 1998 la existencia de
cinco millones de jornaleros agrícolas, de los cuales tres millones 600 mil son migrantes, siendo
menores de 15 años un millón 200 mil (Juárez, I., 1998).
3
En el caso se las compañías comercializadoras estadounidenses, los funcionarios de las compa-
ñías californianas Fresh Choice o Muranaka Farms –que siembran cebollín en el Valle de Mexicali-

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La realidad es que la organización del trabajo agrícola es tal que, para


que la familia pueda sobrevivir, es necesario el trabajo infantil tan duro y pro-
longado como el adulto. Con frecuencia se condiciona el empleo de los adultos
a la participación de los hijos. La contratación de los menores puede ser dire-
cta, o indirecta a través de los padres.

COMPOSICIÓN DE LA FUERZA DE TRABAJO ASALARIADA


EN EL MERCADO LABORAL DE EXPORTACIÓN

El auge de los cultivos de exportación modificó el patrón de acumulación capi-


talista en la agricultura tendiente a la industrialización y amplió la fuerza de
trabajo asalariada, lo que trajo consigo "modificaciones en la composición y
comportamiento de la fuerza de trabajo asalariada en relación a la estructura
de edad y sexo, especialización de la fuerza de trabajo, corrientes migratorias
y salarios" (Barrón 1, 1992, p.1). Los procesos de reestructuración y de movi-
lidad del trabajo –determinados por la flexibilidad y desregulación laboral– es-
tán remodelando profundamente las sociedades rurales que participan en las
dinámicas económicas globales, e inciden en la manera en que las familias re-
suelven su reproducción social, aumentando su vulnerabilidad, y eventualmen-
te, posicionándolas en situaciones de mayor riesgo social, económico y de
salud para las siguientes generaciones.
Hoy en día, la agroindustria desarrolla procesos de trabajo flexibles que
incluyen mano de obra femenina e infantil y la precarización del trabajo agudi-
za más sus condiciones de explotación (Barrón 2, 2002).

“no quieren sentirse involucrados en el trabajo infantil, en que salarios y condiciones de trabajo
sean tales que la gente necesite llevar a sus hijos a trabajar”, dice el periodista David Bacon, en
entrevista telefónica. Mexicali, BC. 16/05/96.

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LA MUJER YA EN RELACIONES SALARIALES


Y EL INGRESO PREMATURO DE SUS HIJOS AL MERCADO LABORAL

En la transición del proceso de disolución de la economía campesina por la


irrupción de la agricultura capitalista con énfasis en la exportación, se produ-
cen crisis socioculturales entre cuyos efectos están la desintegración familiar,
la pérdida de identidad cultural, el alcoholismo, la violencia y el éxodo rural
(Sieglin, 1996).
Según SAGARPA existen más de un millón de hectáreas en México dedi-
cadas a cultivos hortifrutícolas con alto valor productivo, generadoras de divi-
sas y de empleos, que están incrementando la participación femenina en la
agricultura, por lo que se habla ya de la feminización de este sector y de la
feminización de la pobreza rural y la desigualdad social; La entrada de las mu-
jeres en el proceso de asalariamiento rural no les reportó mejoras visibles y sí
se acompañó del deterioro de las condiciones de vida dentro de la familia, con
lo que aumentó su carga de tareas por la rigidez de la división sexual del tra-
bajo a escala doméstico e intrafamiliar, forzándola a renegociar su espacio
doméstico, distribución de tareas y funciones (Marroni, 1993). Mientras que en
los mercados de trabajo secundarios o menos desarrollados predomina la ma-
no de obra masculina, en primarios o desarrollados (hortalizas, frutas de ciclo
corto y flores), hay una tendencia a la predominancia femenina e infantil. Hay
así regiones donde las mujeres adultas forman el 50 por ciento del mercado de
trabajo, y niños y niñas de 14 años o menos, el 20. Estos mercados colocan
grandes volúmenes de producción en los mercados de exportación, y confor-
man una marcada división social del trabajo, y por lo tanto, una demanda ma-
yor de fuerza de trabajo especializada (Barrón 1, 1992).
Al lado de la feminización de este trabajo ocurre cada vez más su
infantilización, ya que las mujeres son acompañadas frecuentemente por sus
hijos que ingresan prematuramente al trabajo. Al volverse parte del conjunto
de asalariados, mujeres y menores presionan a la baja los salarios de los

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asalariados, mujeres y menores presionan a la baja los salarios de los trabaja-


dores hombre adultos, en un círculo nada virtuoso.
Las labores repetitivas que los menores desarrollan, ningún estímulo son
para su desarrollo ni propician la conservación de conocimientos adquiridos en
la escuela. Un gran porcentaje de ellos deserta de la escuela o ni siquiera in-
gresa en ella, situación que se agudiza si hablamos de la infancia indígena. Di-
versas investigaciones sobre trabajo infantil en cultivos comerciales y de
exportación en diferentes regiones del país, por ejemplo en Morelos (Kim Sán-
chez), en Nayarit (Lourdes Pacheco), en Sinaloa (Martha Palacios), en Veracruz
(Araceli Brizzio), en Baja California (Lourdes Sánchez, Gema López), en Oaxa-
ca (Claudia Ramírez y Virginia Reyes), en Guerrero (Isabel Nemesio y Ma.
Lourdes Domínguez), entre otras, nos permiten tener un panorama general en
el cual el común denominador es la mayor explotación de la familia jornalera
con la incorporación prematura de niñas y niños al mercado laboral, y su se-
cuela: la explotación de los menores, la deserción, el retraso, la reprobación o
el no ingreso a la escuela, y con ello la limitación o anulación de sus posibilida-
des de desarrollo4.

EL TRABAJO INFANTIL EN LA INDUSTRIA. NIÑAS Y NIÑOS OBREROS

A principios de los noventa, la maestra Sandra Arenal realizó un trabajo de re-


colección de testimonios de niñas y niños trabajadores, entre los que había
numerosos obreros trabajando en la construcción, en molinos de arena sílica,
vulcanizadoras, fábricas de baterías, de vidrio, de talco, empacadoras, minas
de arena, fundidoras, maquiladoras en la ciudad de Monterrey, Nuevo León,
que muestran esa terrible realidad.
En 2005, en la Cámara de Diputados se reconoce la existencia del traba-
jo infantil obrero, aunque se quede en la declaración. En México, dicen los le-
gisladores, “se encuentran las peores formas de trabajo infantil. por ejemplo,
los niños que trabajan en los molinos de arena sílica, en la industria metalme-
4
Ver Memoria del Foro “Invisibilidad y Conciencia. Migración interna de niñas y niños jornaleros
agrícolas en México”. Sitio web www.uam.mx/cdi

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cánica, en las maquiladoras o en las fábricas de talco y chupones” (Boletín no.


1662 [05/03/05] de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión)

EN LA INDUSTRIA MAQUILADORA DE EXPORTACIÓN


“EL EJÉRCITO INFANTIL DE RESERVA” COMPLETA LA FUERZA DE TRABAJO

En la frontera México-Estados Unidos principalmente la proliferación de empre-


sas maquiladoras ha sido tal, que ya la fuerza de trabajo adulta no alcanza a
abastecer la demanda, y ahí está entrando el "ejercito infantil de reserva” para
el capital.
No hay datos precisos sobre trabajo infantil en este sector, puesto que
no se registran los empleos como de menores de edad, pero en ocasiones la
nota roja confirma su existencia. Hace pocos años se informaba: "La niña ase-
sinada en Juárez tenía 13 años y trabajaba en una maquiladora" (el lugar es
Ciudad Juárez, Chihuahua, frontera con EU, y la niña es parte de la estadística
del horror de las mujeres ahí asesinadas impunemente), su cadáver fue encon-
trado en un basurero cerca de la fábrica de un parque industrial local; fue vio-
lada y asesinada después de que salió de trabajar a las 9 de la mañana.
Diputados del Congreso local exigieron que se verifiquen las condiciones labo-
rales en esta industria en la frontera, y denunciaron que están empleando a
menores de edad para abaratar aún más la mano de obra, señalando la multi-
tud de violaciones a derechos laborales y garantías constitucionales que se
cometen cada día (La Jornada 19/02/99). Luego se informó que unas obreras
de maquiladora que salían de su trabajo en la madrugada, entre ellas una niña
de 14 años, fueron golpeadas y violadas.
Niñas y niños realizan trabajo sobreexplotado con salarios muy bajos
que varían de uno, uno y medio a dos salarios mínimos. Las jornadas son muy
prolongadas y con pocos o nulos derechos laborales. Se ha realizado una in-
vestigación sobre el trabajo de menores en la industria en Mexicali,5 encon-

5
Datos de la investigación “Incorporación prematura al mercado laboral. Trabajo de menores en
la industria, trayectoria escolar y capacitación”, realizada en el Instituto de Investigaciones So-
ciales de la UABC (MGLL) financiada por UNICEF y SEDESOL,

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trando menores de 13, 14 y 15 años que trabajan con materiales tóxicos y en


procesos industriales peligrosos para ellos, la mayoría en la industria maquila-
dora de exportación. Algunos indicadores se presentaron con regularidad en el
proceso de investigación:

• Alteración burda de las actas de nacimiento para ingresar al empleo,


aceptadas por los patrones.
• Jornadas exhaustivas de trabajo hasta de 13 horas.
• Ausencia de programas de capacitación para est@s menores como
dice la ley.
• Trabajo de horas extraordinarias no permitido por la ley, incluso con
una frecuencia en la semana semejante a los adultos
• Trabajo familiar: dos, tres o cuatro miembros de la familia en la ma-
quiladora.
• Trabajo nocturno con horarios de salida en la madrugada o en la ma-
ñana.
• Trabajo en doble turno cuando la empresa lo necesita.
• Inadecuados sistemas de protección, seguridad e higiene en las fábri-
cas.
• Desconocimiento por parte de l@s menores de la toxicidad de los ma-
teriales que manejan o de la peligrosidad de los procesos de trabajo
en que intervienen.
• Riesgos laborales severos (accidentes y enfermedades por el traba-
jo).
• Daños a su salud por las condiciones de trabajo imperantes.
• Nula participación de las autoridades del trabajo en la inspección de
la situación y condiciones laborales de los trabajadores menores.
• Muy bajos salarios, en ocasiones sin seguridad social.
• Trato semejante al de cualquier trabajador adulto.
• Al filo de la deserción, los pocos que aún permanecen en la escuela.
• Inexistencia de sindicatos que protejan a l@s trabajador@s.

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• Indefensión de l@s menores ante los supervisores, gerentes y patro-


nes.

LA CONSTITUCIÓN Y LA LEY FEDERAL DEL TRABAJO: LETRA MUERTA

En todos los casos, hay una falta de respeto al artículo 123 de la Constitución
(fracciones II, III y XI) y a su ley reglamentaria: la Ley Federal del Trabajo
(artículos 22, 23, 173 a 180, 362, 372, 995, entre otros) (Trueba Urbina et al.,
1996). Se incumplen las especificaciones acerca de la prohibición a la contrata-
ción de menores de menos de 14 años, la legislación especial para l@s meno-
res de edad de 14 a 16 años en cuanto a permiso de los padres o tutores ante
la autoridades del trabajo, la jornada máxima de seis horas, con un intervalo
cuando menos de una hora, prohibición del trabajo industrial nocturno o des-
pués de las 10 de la noche, prohibición de laborar horas extras o en labores
insalubres, peligrosas o que afecten su moral, vacaciones pagadas de 18 días
laborables, facilidades para asistir a la escuela, a cursos de capacitación, etc.
Hay incumplimiento también del registro de sus trabajadores menores que por
ley deben hacer los patrones y de las autoridades del trabajo en cuanto a la
inspectoría y protección de éstos, además de la obligación de realizarles exá-
menes médicos periódicos.
“En su experiencia –de niñas y niños trabajadores– predominan el abu-
so, la inseguridad, el aula lejana, la adultez a boca de jarro y, a fin de cuentas,
un futuro mutilado” (Arenal, 1991, p. 8)

LA SALUD Y EL DESARROLLO DE NIÑAS Y NIÑOS, LAS CONDICIONES DE TRABAJO


Y LA EXPOSICIÓN A RIESGOS LABORALES (ACCIDENTES Y ENFERMEDADES CAUSADOS
POR EL TRABAJO)

Según la Organización Internacional del Trabajo OIT: “El costo del trabajo in-
fantil es muy alto, especialmente para la salud de los menores. Las prolonga-
das jornadas laborales pueden deformar los huesos, y la concentración visual

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puede dañar la vista. Por la desnutrición y el cansancio (…) aumenta la vulne-


rabilidad a las enfermedades infecciosas y lo expone a accidentes de trabajo”.
El ejercicio de un trabajo demasiado regular, las largas jornadas, la intensidad
y monotonía del trabajo dañan seriamente el organismo infantil; están expues-
tos a los mismos peligros que los adultos en cuanto a su supervivencia y con-
servación de su integridad física, pero por sus características anatómicas y
psicológicas son más vulnerables a los riesgos; “los efectos sobre su salud
pueden ser mucho más catastróficos en su caso, dañando irreversiblemente su
desarrollo físico y mental, con graves repercusiones consiguientes, más tarde,
en su vida adulta” (OIT, 1996, p. 10)
En el campo niñas y niños están expuestos a muchos riesgos: desde la
inclemencia del tiempo, los accidentes por la utilización de maquinaria, acci-
dentes por vehículos de motor, las jornadas laborales exhaustivas, los ritmos
de trabajo agotadores, la carga de objetos pesados, hasta el grave peligro que
representa la exposición sistemática a plaguicidas y agroquímicos cuyos efec-
tos inmediatos o crónicos pueden minar su salud y terminar su vida. Muchas
investigaciones señalan la relación directa entre exposición y leucemias infanti-
les y otros cánceres, además de verdaderos perjuicios a la salud reproductiva
de las mujeres: abortos, malformaciones, entre otros.
Estudios respaldados por OIT especifican que los daños a la salud en el
trabajo agrícola van desde laceraciones, cortes, lesiones y muerte, fracturas y
amputaciones de los dedos de manos y pies y de las extremidades, lesiones en
la cabeza y otras minusvalías provocadas por fallos de los equipos y maquina-
ria agrícola, pérdida del oído, lesiones oculares, infecciones parasitarias y otras
enfermedades infecciosas, dermatitis, estrés por el calor, intoxicación química
crónica y aguda (Forastieri, 2003). Como ejemplo vemos que los compuestos
organofosforados, usados en la fabricación de pesticidas en la agricultura, pue-
den provocar intoxicación aguda, problemas neurológicos, neumoconiosis,
edema pulmonar, parálisis y muerte (Ibid.). Hace falta en México sistematizar
los datos ya existentes que señalan estas alteraciones.

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Algunos casos concretos: Altos índices de leucemia entre niñas y niños


hijos de jornaleros agrícolas o que viven cerca de plantaciones. Casos de atro-
pellamiento como el que causó la muerte a un menor de 15 años al ser aplas-
tado en la cabeza por un camión de carga conducido por otro menor en San
Luis, Río Colorado, Sonora (La Voz, 01/09/05).
Si trabajan en la industria, niñas y niños trabajadores están severamen-
te expuestos a riesgos laborales. Si laboran en la construcción, riesgos de le-
siones por caída o desplome de objetos, exposición a polvos y ruidos, a
asbesto, al plomo sin protección individual, condiciones climáticas adversas,
acarreo de cargas pesadas, entre otros, lo que ocasiona trastornos musculoes-
queléticos, enfermedades respiratorias, ejemplo la asbestosis, lesiones, por
caídas que ocasionan a veces la muerte, silicosois, quemaduras, saturnismo. Si
laboran con metal, se exponen al calor intenso, a chispas volátiles, a emana-
ciones de plomo y otros metales nocivos, que les pueden provocar lesiones en
los ojos, estrés, quemaduras, problemas neurológicos, saturnismo, entre otros.
Veamos algunos ejemplos en la industria: Una niña de 14 años, obrera
de maquiladora en Monterrey, Nuevo León cuenta de su trabajo en la fábrica:

...adelgacé, y es que yo era muy gordita y ahora que baje diez kilos,
pues estoy contenta. Mi mamá dice que a lo mejor me enfermo (...). En
la fábrica cromamos unos fierritos, ese es nuestro trabajo, no es pesado,
lo que sí nos molesta es que nos dan un litro de leche a cada una y nos
vigilan que nos lo tomemos durante la mañana. Allí nos tienen tomando
leche como bebitas, todas bajamos de peso, algunas que no eran gor-
das, están en el huesito...” (Arenal, 1991, p. 45)

En Mexicali: Paulina de 15 años nos cuenta que en donde trabaja hay mucho
ruido y no les dan protectores para los oídos, las obligan a estar de pie, es re-
gla de la maquiladora, de 6 de la mañana. a 2:45 de la tarde; cuando les dan
15 minutos de descanso, corren a sentarse en el suelo. O José Antonio, de 14
años, que trabaja en la maquiladora de empaques de cartón Rogers, en un

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ambiente polvoriento y ruidoso, no siempre tiene guantes para trabajar (hace


más lento el trabajo, le dicen), y sus manos presentan cortaduras por el filo
del papel. Y Francisca de 14 años, que trabaja en la empresa Gulsum Plastic,
por cuatro días a la semana, de 6 de la tarde a 2 de la mañana, pero casi dia-
rio trabaja horas extras, prolongando su horario de trabajo hasta las 6 de la
mañana; al principio lloraba de angustia porque “le ganaba” el ritmo de la ca-
dena; se le visitó varios días y no se le podía entrevistar debido a que estaba
agotada, durmiendo o trabajando. Su padre y su madre trabajan en maquila-
dora y ella ya se salió de la escuela porque no les alcanza para sostener sus
estudios.
También Bety, de 15 años, ha trabajado desde los 13 en varias maquilado-
ras; en su último trabajo hacia soldadura de plomo con cautín, a veces se que-
maba los dedos, y cuenta que el vapor que desprendía la soldadura le irritaba la
nariz. En todo el año que permaneció ahí tuvo siempre gripe; le estorbaba la
mascarilla y desconocía el daño que le producían esas emanaciones, y agrega que
el extractor que tenía junto a ella rara vez funcionaba; a los compañeros con más
tiempo en la fábrica les salen carnosidades en los ojos; se cansaba mucho la vista
pues tres o cuatro días de la semana trabajaba jornadas de 13 horas. Humberto,
de 14, se lastimó la cintura cargando cajas pesadas sin usar protección, después
un tornillo le atravesó un dedo y no recibió atención médica ni incapacidad. Y co-
mo estos casos hay muchos otros. Y lo mismo están en Sony que en Rogers,
Eléctrica Estrella de Oro, Placas Termodinámicas, Cooper, Katolek, Controles de
Mexicali, entre otras muchas (López Limón, 2000)

LA MUERTE OBRERA TAMBIÉN TIENE CARA INFANTIL

Se sabe que cada año se producen más de un millón de muertes relacionadas


con el trabajo, mientras que centenares de millones de trabajadores en el
mundo son víctimas de accidentes y están expuestos a productos peligrosos.
Según la OIT, 250 millones de accidentes profesionales anuales implican bajas
de trabajo, "el equivalente a unos 685 mil accidentes por día". Tres mil perso-

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nas mueren cada día "a causa del trabajo", es decir, dos por minuto. Se
considera las tres áreas más peligrosas a la agricultura, la construcción y la
minería. Niñas y niños trabajadores están implicados en 12 millones de
accidentes profesionales, de ellos una media de 12 mil resultan mortales (El
Financiero 12/04/99). Es una estimación muy baja en la realidad, por el
subregistro que existe al ser un trabajo ilegal.
Sandra Arenal (1991) realizó un seguimiento en los periódicos de Monte-
rrey, NL, de casos de accidentes y muertes de menores en la industria de la
construcción. En 1997, en Punta Colonet, Baja California se reporta la muerte
de ocho niños por problemas gastrointestinales y de las vías respiratorias que
laboraban en cultivos de exportación, por efectos de plaguicidas (Cruz Aguirre,
8 al 14/05/98)

EL TRABAJO INFANTIL COMO REPRODUCTOR DE POBREZA

Datos oficiales comprueban que hay una relación directa entre la escolaridad
del o la jefe de familia y la incidencia de trabajo infantil: a mayor escolaridad,
menor incidencia En seis de cada 10 hogares con trabajo infantil, el jefe no
tiene secundaria (INEGI, 2004)
Hay un momento en que la familia decide la incorporación de los hijos al
trabajo productivo, a sumar su trabajo al resto de la familia con el fin de “salir
adelante”. Pero al mismo tiempo, en ese instante, al carecer de escuela se es-
fuman las posibilidades de tener un empleo mejor remunerado y quedan atra-
pados en un trabajo descalificado, perpetuando la desigualdad social. Así los
padres ¿eligen libremente la incorporación de sus hijos al mundo del traba-
jo?¿eligen los pequeños libremente abandonar la escuela o no ingresar en ella?
Se da sí lo que el investigador inglés Paul Willis llama “... esta doble articula-
ción contradictoria que permite que exista una sociedad de clases bajo la for-
ma liberal y democrática: entrar libremente bajo unas condiciones que no son
libremente elegidas”. (Willis, 1988, p. 140)

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López Limón, Mercedes Gema,
“La fuerza de trabajo infantil en México” en la
III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe
de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

En el corto plazo, si bien el trabajo infantil incrementa el ingreso fami-


liar, en el largo plazo aumenta la desigualdad en la distribución del in-
greso, haciendo más grande la brecha que separa a los pobres y a los
ricos, restringiendo las oportunidades para salir de la pobreza, ya que la
escasa formación de recursos humanos y la baja acumulación de capital
humano, en el largo plazo inciden de manera negativa en el nivel educa-
tivo de la población, la productividad de la fuerza laboral y su competiti-
vidad. (INEGI, 2004, pp. 21, 22)

En el caso de las niñas y niños jornaleros agrícolas migrantes, las cifras son
imprecisas, se habla desde 500 mil hasta más de un millón, que según Yoriko
Yasukawa, representante de UNICEF en el país, se encuentran en una precaria
situación y marginación. En el terreno educativo, Sylvia Schmelkes, coordina-
dora general de Educación Intercultural Bilingüe de la SEP, aceptó que de 500
mil que reconoce (aunque otros hablan, asentó, de 750 mil a un millón 200
mil), sólo el siete por ciento, un alrededor de 35 mil se encuentra en progra-
mas atendidos por SEP y Conafe, lo que constituye un fracaso de esa atención.
Por su parte, la investigadora de la UNAM, Sara Lara, en base a una encuesta
en los estados de Oaxaca, Guerrero, Sinaloa y Veracruz señala que del total de
niños de siete a 14 años que sí asisten a la escuela y trabajan, tienen un reza-
go educativo de 72.8 por ciento, que en general la infancia de esa edad (5-14)
el 41.1 por ciento no sabe leer ni escribir. (Avilés, 09/03/06)
Utilizando datos de investigaciones de la Comisión Económica para Amé-
rica Latina y El Caribe (CEPAL), se afirma que cada año menos de educación
básica de pequeños se refleja en un 10 por ciento menos de ingresos en la vida
adulta; y si trabajan y no asisten a la escuela, pueden percibir hasta seis veces
menos ingresos que los que sí asistieron. Todo ello justifica plenamente que la
infancia en edad escolar se dedique exclusivamente a la escuela. “Hoy es acep-
tado que toda actividad que no sea educativo-formativa ni lúdica, que afecta a
la escolaridad y no permite el pleno desarrollo de los niños y niñas, debe con-
siderarse como trabajo infantil inaceptable” (INEGI, 2004, p. 90)

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López Limón, Mercedes Gema,
“La fuerza de trabajo infantil en México” en la
III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe
de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

El programa estrella de este gobierno, Oportunidades, ofrece para man-


tener a los niños en la escuela becas de primaria, a partir del tercer año, con
mensualidades que van de 120 a 280 pesos por 10 meses al año, recibiendo la
familia un apoyo extra de 120 pesos para apoyo alimenticio, lo que es a todas
luces insuficiente y mucho menor que lo que un menor aporta al presupuesto
familiar (Avilés, 09/03/06)
El trabajo infantil repercute no sólo en el destino de esta niñez trabaja-
dora disminuyendo o anulando sus posibilidades de desarrollo –en una viola-
ción evidente de los derechos de la infancia–, sino que igualmente incide en el
destino de México como nación. Su casi inexorable expulsión de la escuela es
la continua descalificación de la fuerza de trabajo de las nuevas generaciones.
Por ello es indispensable la abolición del trabajo infantil. La aplicación de
la Ley Federal del Trabajo, la firma y cumplimiento del Convenio 138 de la OIT
sobre la edad mínima de ingreso al empleo (OIT, 1973) y la obligatoriedad es-
colar garantizada por el Estado, son las herramientas necesarias para lograrlo.
El lugar de niñas y niños es la escuela, no el puesto de trabajo.

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