No pude superarla.
Me odié a mí mismo. Resolví aferrarme a los recuerdos y me grité a mí mismo para que volviera en
sí, pero no hubo respuesta.
De mí. De ti.
Preguntaste quién está ahí. Dije que era yo. Dije que era yo de nuevo. Y dije que era yo otra vez.
Pregunté por qué sigo olvidando mis recuerdos. Me dijiste que era por mi personalidad. Ya veo.
Veo que todo es mi culpa al final.
Esperé que la gente se diera cuenta pero nadie lo sabía. Nunca me conociste, así que por supuesto
no sabrías que yo estaba ahí.
Me preguntaste por qué vivo. Simplemente porque sí. Simplemente porque sí. Todos sólo viven
solo porque sí.
Si preguntas por qué las personas mueren, probablemente dirán que es porque están agotadas.
Sufrí y agonicé por ello. Nunca aprendí a convertir este dolor en felicidad.
Traté de superarlo.
¿Por qué? ¿Por qué estoy evitando el poner fin a todo esto?
Lo sé muy bien. Me duele por mi culpa. Todo es mi culpa, porque nací así.
Cuando me dijiste con esa voz calmada que es por mi personalidad, pensé en lo fácil que debe ser
el ser un médico.
Es casi fascinante, el que duela tanto. A las personas que la tienen más difícil que yo parecen
llevarlo bien. A la gente más débil que yo les va bien. Pero eso no debe ser cierto. Entre las
personas en este mundo, nadie la tiene más difícil que yo, y nadie es más débil que yo.
Me pregunté cientos de veces por qué tenía que hacerlo, y nunca fue por mí. Fue por ti.
Me dices que descubra por qué estoy teniendo un momento difícil. Te dije muchas veces por qué.
¿No se me permite estar tan triste solo por esas razones? ¿Tiene que ser más específico y
dramático? ¿Necesito tener mejores razones?
Ya te lo dije. ¿Estabas escuchando? Las cosas que puedes superar no se quedan como cicatrices.
Supongo que no estaba destinado a llevar una vida a la vista del público.
Es por eso que fue difícil. Enfrentando el mundo, y estando en el ojo público. ¿Por qué tomé esas
decisiones? Es ridículo.
Dime que lo hice lo suficientemente bien y que pasé por muchas cosas.
Lo hiciste bien.
Adiós.