ENFOQUES

César Fonseca

VOCES Y CUERPOS SILENCIADOS

Abuso sexual contra
niñas y niños

1/2007 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC 3
E
n las últimas décadas, la
comunidad global ha sido
testigo de un aumento en
los casos de abusos
sexuales contra niñas, niños y
adolescentes, los que en su
mayoría provienen de sus familiares
directos -padres, padrastros,
abuelos y parientes cercanos- o de
otros adultos significativos -
profesores, cuidadores de centros
de acogida y hogares, sacerdotes.
También es relevante el incremento
de las denuncias, pues aunque este
fenómeno ha estado presente en
todas las épocas, la tendencia ha
sido silenciarlo o bien ha habido una
aceptación social encubierta. En
cualquier caso, las voces de las
víctimas hoy comienzan a ser
escuchadas, lo que hace algunos
años no tenía eco ni respuestas.
El concepto más amplio de abuso
infantil, que no necesariamente
tiene connotaciones sexuales,
puede incluir maltrato físico y
psicológico, abandono, negación de
alimentos y atención médica,
mutilaciones, trabajo forzado y
esclavo, e incluso el infanticidio.
Pero también puede implicar
violación, agresiones y torturas
sexuales diversas, incesto, comer-
cio sexual infantil, pornografía
(masivamente a través de internet),
matrimonio precoz y maternidad
forzada, contagio de infecciones de
transmisión sexual, entre otros.
La pedofilia, conducta de la que hoy
se habla a nivel mundial, es un
término que alude precisamente a la
tendencia patológica de personas
adultas que buscan su gratificación
sexual preferentemente a través del
contacto con niñas y niños, incluso
con bebés. Pero en ningún caso se
pueden justificar estas conductas
con la afirmación de que un pedófilo
es un enfermo mental y, por ende,
no es culpable ni responsable de
sus actos.
4 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC 1/2007
El Informe Mundial sobre Violencia y
Salud dado a conocer por la
Organización Mundial de la Salud el
año 2002, señala que las estimacio-
nes de prevalencia de abuso sexual
infantil son muy variadas de país en
país, pues dependen de las
definiciones que se utilizan y la
forman en que se recoge la informa-
ción respectiva. Sin embargo, a
pesar de esa dificultad metodológi-
ca, se ha podido comprobar que
aproximadamente un 20% de las
mujeres y entre el 5 y el 10% de los
hombres han sufrido abusos
sexuales durante su infancia.
Agrega que las consecuencias de la
victimización temprana tendrán
siempre efectos a largo plazo en la
salud física y mental de las niñas y
niños agredidos, e incluso les hace
más proclives a aceptar otros
abusos en su vida adulta.
El máximo instrumento internacional
de derechos humanos para la niñez,
la Convención de Derechos del
Niño/a, ha sido ratificada por
numerosos países e incluida en
algunos casos en las Constituciones
nacionales. El documento urge a los
Estados y a todos los sectores
sociales a respetar los derechos
humanos de la niñez, y en su
artículo 19 demanda acciones
legislativas, administrativas,
sociales y educacionales para
proteger a la infancia de todas las
formas de violencia. No obstante,
son pocos los países que han
puesto en funcionamiento un
sistema eficaz que garantice dicha
protección.
La Red de Salud de las Mujeres
Latinoamericanas y del Caribe, por
ejemplo, comprobó este vacío a
través de su proyecto de seguimien-
to de la implementación de los
acuerdos de la Conferencia Interna-
cional sobre Población y Desarrollo
de El Cairo, realizado entre 1996 y
2002 en siete países de nuestra
región (Brasil, Chile, Colombia,
México, Nicaragua, Perú y Surina-
me). A través de las investigaciones
alusivas al eje temático “Abuso o
Violencia Sexual contra las Niñas”,
las organizaciones participantes
pudieron observar que tanto el
marco jurídico como el área
educativa de los países monitorea-
dos mostraron lentos avances para
mejorar la situación de las niñas en
la temática señalada. Comprobaron,
paralelamente, que algunos países
cuentan con legislaciones que
reconocen la violencia sexual contra
las niñas como un delito contra la
integridad física y psíquica, sacán-
dola del ámbito de familia y faltas
contra la moral, lo que es positivo.
Pero también en muchos casos
persisten obstáculos para la
denuncia y hay una tendencia a
revictimizar a las y los menores que
denuncian, ya sea por parte de los
organismos policiales, judiciales y
de salud. (mayores informaciones a
través de la base de datos Atenea
www.ateneareddesalud.org).
Por otra parte, la organización
internacional comprometida con la
defensa de los derechos de la
infancia, Save the Children/Salve-
mos a las niñas y niños, está
impulsando la elaboración de una
definición de valor universal
respecto del abuso sexual infantil,
de tal forma de establecer los
parámetros necesarios que permi-
tan hacer comparaciones entre
países y entre regiones, al igual que
consensuar políticas dirigidas a su
protección. Al respecto sostiene:
Explotación y abuso sexual infantil
es… la imposición de actos sexua-
les, o actos de matiz sexual, a un
menor por parte de una o más
personas. Incluye tocamientos
indecentes, penetración y tortura
sexual, exhibicionismo, empleo de
lenguaje explícitamente sexual con
un menor y mostrar a niños y niñas
material pornográfico. El agresor
sexual puede tener una relación
afectiva o profesional con el niño o
niña , de modo que explota su
posición de confianza y poder.
También pueden darse explotacio-
nes y abusos sexuales infantiles por
parte de agresores o terceras partes
que tengan un interés comercial o
de otro tipo.

Nicolas Abalo
En la definición general de abuso
sexual infantil, Save the Children
incluye todo tipo de explotación y
abuso sexual. Por abuso sexual
infantil se entiende: los actos
abusivos directos realizados a un
niño o niña y que constituyen la
base de su explotación sexual
posterior. La edad de consentimien-
to legal establece cuándo se
considera que un menor es lo
suficientemente maduro para tener
relaciones sexuales de mutuo
acuerdo. En algunos países dicha
edad es muy temprana, doce años,
y socialmente se acepta incluso
antes. Pero independientemente de
la edad de consentimiento legal,
cualquier niño o niña menor de 18
años deberá estar protegido contra
todo tipo de explotación y abuso
sexual.
Asimismo, agrega que los estudios
realizados en distintos contextos
indican que el lugar en que los niños
y niñas corren mayor riesgo de
abuso es su propio hogar, a manos
de aquellos en los que normalmente
confían o que tienen la responsabili-
dad de su cuidado: familiares,
vecinos, profesores. Señala al
respecto:
A menudo a los niños y niñas se les
trata como si fueran propiedad del
hombre cabeza de familia. La
sexualidad de los hombres se
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considera instintiva, mientras que
las mujeres son educadas para
mantenerse puras. La mayoría de
las religiones no solo no refutan
este punto de vista, sino que lo
apoyan y, en muchas ocasiones,
líderes religiosos se han visto
envueltos en casos de abusos
sexuales infantiles. Pautas ideológi-
cas de este tipo se pueden ver
como facilitadoras del abuso sexual
infantil…
Los peligros para el niño y la niña
no vienen solo de los hombres
diagnosticados como pedófilos. La
Asociación Americana de Psiquiatría
define pedofilia como un trastorno
mental por el cual los hombres se
sienten atraídos sexualmente hacia
niños o niñas prepubescentes. Sin
embargo, esta definición tan
restrictiva ignora el hecho de que el
abuso sexual también se produce
contra niños que han pasado la
pubertad, que los autores de estos
actos también se relacionan
sexualmente con adultos y que un
gran número de agresores son
respetables padres de familia
“perfectamente normales”… Si nos
centramos únicamente en la
desviación sexual, corremos el
riesgo de subestimar problemas
como el abuso de poder y el control,
los cuales juegan un papel funda-
mental en el abuso sexual infantil…
De víctimas a acusadas
En este ámbito, y en los últimos
años, se ha constatado la presencia
de un contraataque que afecta la
labor de los movimientos de
defensa de los derechos de la niñez
y de las y los profesionales compro-
metidos en esta tarea. En especial,
se destaca lo que ocurre en
aquellos casos donde se tramitan
juicios de divorcio y tenencia de los
hijos e hijas y donde pueden surgir,
además, acusaciones de abuso
sexual contra los menores, usual-
mente por parte del padre. A través
de una teoría llamada “síndrome de
alienación parental”, la defensa de
este puede acusar a la madre de
tergiversar los hechos e influir en los
hijos e hijas (“programación”,
“lavado de cerebro”) para denunciar
delitos inexistentes, enlodando una
imagen paterna que supuestamente
sería intachable. Este concepto,
elaborado y difundido hace unas
décadas por el psiquiatra norteame-
ricano Richard Gardner y seguido-
res, ha tenido un grave impacto
negativo respecto de la protección
de la niñez en disputa, y en algunos
países tiene una importante acogida
entre profesionales del derecho y de
la salud mental, quienes tienden a
desconocer la validez de los
reclamos infantiles y desechar sus
testimonios.
En esta oportunidad, ofrecemos dos
textos de profesionales argentinas
con profundo compromiso en la
defensa de los derechos de la
niñez, Eva Giberti y Liliana Pauluzzi,
quienes analizan y denuncian el
citado síndrome como un intento
para impedir el castigo a los
violadores y abusadores de la niñez,
y de atacar al mismo tiempo a
quienes protegen a la infancia.
Alrededor del caso de un profesor
de educación física acusado de
abusar de más de 39 alumnos en la
ciudad de Buenos Aires, y finalmen-
te absuelto, se ha advertido la
presencia del fenómeno de
backlash o retroceso en Argentina,
donde viene aconteciendo desde
hace un tiempo, al igual que en
Chile.
5
Abusos contra la niñez:
un dato político
Eva Giberti*
Innumerables han sido las modifica-
ciones acerca de los derechos de
niñas y de niños que se incorpora-
ron en las diversas legislaciones
internacionales, en particular debido
a la creación y aceptación de la
Convencion de los Derechos del
Niño, la Niña y la Adolescencia. A
pesar de intentos anteriores
destinados a defender estos
derechos, recién a partir de la
Convención se logró no solo un
acuerdo internacional, sino una
descripción y definición de los
mismos. La Convención consiguió
instalarse en el ámbito de las
legislaciones que se ocupan de
derechos de familia y del derecho
penal, con lo cual se produjo un
desorden ideológico en las mentes
de los y las profesionales del
Derecho que habían sido formados
según el orden del patriarcado.
Sabemos que desde esta perspecti-
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va niñas y niños eran solamente
objeto de tutela y protección (lo cual
no podría entenderse como negati-
vo, de no ser que tutela y protección
colocaban a niñas y niños en
situaciones de minusvalía frente a
los adultos). La Convención, por el
contrario, los instituyó como sujetos
de derecho, con lo cual fue necesa-
rio reconocer la serie de abusos
ejercidos por innumerables adultos
aprovechando la dependencia
infantil y su imposibilidad de
defensa.
Es decir, las políticas patriarcales
destinadas a mantener la sumisión
de hijas e hijos se vieron amenaza-
das por esta nueva concepción que
defendía a los más pequeños como
sujetos de derecho.
La doble legalidad históricamente
ejercitada por los padres sostenía:
1) El cuerpo del hijo/hija le pertene-
ce a los progenitores: sería de
derecho probado y natural e
incorporaba una legalidad de los
cuerpos. 2) Una legalidad en
relación con la cultura articulando la
propia ley paterna con normas
culturales de aplicación blanda, que
permitía al adulto sostener “tengo mi
propia ley que me autoriza a
disponer del cuerpo de mi hija; pero
como a la vez tengo una relación
con el mundo externo, debo
cuidarme para que no se sepa”. Se
trata de dos legalidades que operan
ensambladas destinadas a sostener
“yo con mi hija hago lo que quiero”,
al mismo tiempo que se contaba -se
cuenta aun hoy en día- con una
legalidad blandamente establecida.
Con leyes de escasa aplicación ante
incestos del padre contra la hija
niña, y con denuncias que en
oportunidades eran -son- “cajo-
neadas” por los jueces.
 El fenómeno del maltrato infantil,
un problema universal
• Más de 40 millones de niñas/os
sufren de abusos y de negligen-
cia, y necesitan cuidados y una
estructura social de apoyo.
• Una niña de cada 4 y un niño de
cada 9 serán abusados sexual-
mente antes de haber alcanzado
los 18 años.
• Más de 1 millón de niñas y niños
son explotados cada año por la
industria del sexo.
• Las víctimas de abusos sexuales
durante su niñez corren mayor
riesgo de verse implicadas en la
explotación sexual comercial
como medio de supervivencia.
• Más del 50% de un total de 184
países carece de una ley sobre la
pornografía infantil.
• En 138 países la posesión de
pornografía que incluye a niñas y
niños no constituye un crimen.
¿Cuáles serían las razones para
estos procedimientos ostensible-
mente vulneradores de los derechos
de niñas y niñas? Una de ellas: la
evidencia del incesto paterno, que
es una violacion de su hija niña,
dejaba al descubierto la trama
familiar que sostenía -sostiene- el
abuso de poder masculino. Descu-
brimiento que, asociado con la
evidencia de la violencia familiar,
actualmente demostrada como
actividad prioritariamente puesta en
práctica por el género masculino,
inauguraba una zona crítica en el
autoritarismo y en el narcisismo de
aquellos varones adheridos a las
prácticas patriarcales abusivas. Por
otra parte, los y las profesionales
formados en el ámbito del Derecho,
participan de convicciones patriar-
cales que no siempre logran revisar.
Adhieren a ellas pretendiendo salvar
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• Un total de 5,7 millones de niñas
y niños son tratados como
esclavos.
• Entre 60 y 100 millones de niñas
han “desaparecido” de la
población mundial, víctimas del
infanticidio vinculado al género,
así como de malnutrición y
negligencia.
• Cada año, 2 millones de niñas
son objeto de mutilaciones
genitales.
• Alrededor de 180 millones de
niñas y niños son empleados en
las peores condiciones de
trabajo.
• Más de 300.000 niños trabajan
como soldados, transportando y
detectando las minas (cada mes,
a causa de las minas, 800
mueren o quedan minusválidos).
el “orden familiar” (como equivalente
en este caso a organización social)
a partir de la autoridad suprema e
indiscutida del padre.
De manera que la Convención por
los Derechos del Niño, la Niña y la
Adolescencia redujo el espacio de
poder y de abusos (de índole
sexual, laboral, familiar y otros) que
los adultos ejercían respecto de
niños y niñas. Comenzaron a
presentarse denuncias contra
padres incestuosos y contra otros
adultos abusadores y también
surgieron los y las abogadas
capaces de sostener legalmente
denuncias y de avalar los dichos de
las criaturas incestuadas y abusa-
das. El cuadro se comenzó a
completar cuando psicólogas y
asistentes sociales, oficiando como
peritos, avalaban técnicamente las
• Desde 1990, más del 45% de las
personas muertas en los conflic-
tos en todo el mundo, son niñas y
niños (2 millones).
• De los 120 a 150 millones de
niñas y niños minusválidos en los
países en vías de desarrollo, solo
el 3% va a la escuela.
• Cada año, nacen 133 millones de
niñas y niños y 50 millones de
ellos no serán nunca declarados.
No hay ninguna prueba escrita de
su existencia.
• Más de 120 millones de menores
no irán nunca a la escuela. Seis
sobre 10 corresponde a niñas.
Fuente: ONU. Citado en http://www.
woman-ch.ac.psiweb.com/children/1-
introduction.asp#whycoalition
descripciones de las víctimas. Este
nuevo paso resultó indigerible para
quienes, desde el poder del
discurso jurídico y desde los textos
jurídicos, aplican la ley. Ya no pudo
ocultarse la evidencia de los
ataques paternos contra las niñas
(que son las principales víctimas
según lo denuncian las estadísticas
internacionales), ataques conocidos
por las historias descritas desde
antiguo pero escamoteadas jurídica
y socialmente por quienes insisten
en sostener el derecho/poder
masculino sobre hijos e hijas. El
proceso de visibilización de estas
violencias se instituyó como dato de
la realidad. Realidad que destituyó
la creencia que sostenía que
incestos y abusos solo se encontra-
ban en las clases populares; está
comprobado que ambos delitos se
registran, con modalidades propias,
7
 en todas las clases sociales y entre
sus protagonistas activos encontra-
mos profesionales de diversas
especialidades. Comprobaciones
inquietantes para algunas organiza-
ciones familiares que intentan
preservar su imagen como modelo.
Entonces surgió el fenómeno
denominado backlash, o sea
reacción negativa y violenta ante
hechos que sobrepasan la posibili-
dad de ser tolerados por quienes no
solo pierden poder sino que deben
cargar con responsabilidades que
remiten al abuso de poder que
constituye un universo específico
César Fonseca
acompañados por otros adultos,
particularmente por los denuncia-
dos, iniciaron una campaña de
desestimación de los peritajes
psicológicos y de las argumentacio-
nes jurídicas de los abogados
defensores de las víctimas. A partir
de lo cual -salvando excepciones-
todos los peritajes que avalaban los
dichos de niños y de niñas se
consideran equivocados o falseando
los hechos. El campeón de esta
postura fue Richard Gardner, quien
aportó la idea del “síndrome de
alienación parental”. Sostuvo -y lo
repiten quienes lo citan- que en los
divorcios controvertidos la mujer

dentro del género masculino. Por inventa situaciones de incesto-

cierto, no faltan figuras femeninas
que avalan el backlash.
¿Cómo se puso en práctica el
fenómeno? Jueces y abogados,
abuso- paterno para impedir las
visitas del padre a la hija o hijo. Es
decir, las mujeres son quienes
deforman los hechos. Como es
posible hallar algún ejemplo de esta

En el nombre del “padre”

• En el nombre del padre, una niña
es empujada al horror del abuso.
• En el nombre del padre, una niña
es sometida a la agonía perma-
nente de vivir el asco que el
incesto provoca.
• En el nombre del padre, una niña
es sacudida en cuerpo y alma por
la hipocresía que solo los cobar-
des victimarios ocultos tras su
rótulo paterno pueden sostenerse.
• En el nombre del padre, una niña
es seducida por el supuesto amor
de aquel que juró protegerla y
cuidarla mientras toma su peque-
ño cuerpo para colmarlo de asco y
repugnancia.
• En el nombre del padre, una niña
es silenciada para no relatar
aquellas escenas que espantan y
aterran el alma.
• En el nombre del padre, una niña
es sometida al poder siniestro de
aquel cobarde escondido tras su
nombre.
• En el nombre del padre, una niña
es abofeteada por el dolor del
abuso que lastima al cuerpo y
desgarra al alma.
La escena del horror acontecía en
aquella habitación entre las puertas
de aquel oscuro armario que
guardaba las imágenes más
espantosas, los silencios más
dolorosos, las palabras más
calladas, los secretos más temidos.
Una niña frente a un padre unidos
por el asco que destila el horror del
abuso. Una niña ha muerto para
convertirse en la sombra de esa
que alguna vez fue y ya no lo será
jamás.
Un padre le ha quitado la vida
arrancándole a pedazos la inocen-
cia de la infancia, enrostrándole la
hipocresía que solo los cobardes
saben ponderar. El dolor se ha
hecho carne, el silencio se ha
callado, las palabras no han podido
decir lo que el cuerpo intentaba
decir a gritos. El terror se ha
presentado, la memoria ha olvidado
y los recuerdos se han borrado.
Sin embargo, el dolor se ha tomado
su tiempo para poder mostrarse, las
lágrimas han brotado, los miedos
han atemorizado y los recuerdos se
han asomado. Poco a poco, las
palabras pudieron ser dichas y se
han atrevido a no callar ese culposo
y repugnante secreto que atormen-
taba el alma y sacudía el cuerpo.
El secreto del horror ha sido
develado, el dolor es mucho pero el
alivio no es poco. Las sombras se
han despejado, los temores se han
sumergido y las fuerzas se han
ensalzado. La vida cobra sentido, el
silencio de la repugnancia ya no
quiere ser callado, el dolor se
convirtió en palabras y la vida, en
una luz de esperanza.

8 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC 1/2007
 conducta (que está muy lejos de
poder generalizarse), su tesis
encontró rápido eco en quienes
estaban interesados en desactivar
el avance de los derechos del niño,
la niña y adolescentes. La lectura de
sus innumerables textos en la
misma línea, descalificadores del
género mujer, ha sido cuestionada
por sus colegas y recurren priorita-
riamente a sus opiniones quienes
están interesados en oponerse, por
principio, a las denuncias de
incestos y de abusos.
Este planteamiento no puede
descuidar el análisis de los errores
que podrían cometerse durante los
peritajes, o los deslizamientos
ideológicos de quienes los realizan,
razón por la cual es preciso ocupar-
se de la formación de quienes los
producen, como de incorporar
Un encuentro imaginario
Me gustaría encontrarme con esa
niña que alguna vez fui. Mirarla a
los ojos, tenderle una mano y en-
tonces darle un fuerte abrazo, un
abrazo que no solo abrace al cuer-
po sino que abrace al alma, un
abrazo que hace tiempo nos debe-
mos y que quizás nunca antes le
hayan dado. Porque gracias a esa
valiosa y fuerte niña que alguna vez
fui, hoy puedo ser la sobreviviente
que soy. Le debo mucho aunque a
veces los recuerdos hacen que me
enoje con ella, aunque a veces
desee no haberla conocido, aunque
a veces sienta que no quiero saber
más de ella, aunque a veces intente
olvidarla para siempre. Pero es
imposible porque gracias a ella he
podido comprender porqué tanto
dolor que aterra, porqué tanta an-
gustia que agobia, porqué tantas
lágrimas que ahogan, porqué tantos
silencios que callan, porqué tantos
secretos sin develar, porqué tantas
palabras sin decir...
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nuevos conocimientos en la
formación de quienes se especiali-
zan en el campo del Derecho.
En este tema las funciones de las
ideologías constituyen una clave.
De allí la necesidad de mantenerse
alertas ante las propias conviccio-
nes, revisándolas cuidadosamente y
exponiéndolas a contrastaciones y
verificaciones técnicas y éticas.
Pero sin distraerse ni desentender-
se del capital ideológico patriarcal/
dominante que resultó jaqueado
cuando las palabras de los niños y de
las niñas pudieron ser escuchadas.u
* La autora es destacada psicóloga psi-
coanalista argentina de la Universidad
de Buenos Aires, y tiene una amplia
trayectoria en la defensa de los dere-
chos de la niñez y las mujeres. Artículo
tomado de <http://www.evagiberti.com>
Sin duda alguna, fue aquella niña
que fui la que tuvo el valor de
continuar a pesar del horror vivido,
fue la que tuvo el coraje de luchar a
pesar de que la batalla parecía
darla por muerta, fue la que tuvo la
valentía de encontrar en otros el
lugar que merecía, fue la que tuvo
la osadía de atreverse a ver el dolor
a pesar de que muchos intentaban
ocultarlo, fue la que tuvo las fuerzas
para sobrevivir a la agonía que la
repugnancia del incesto causa. Así
es, fue ella quien ante el dolor se
fortaleció, quien ante el horror no
sucumbió y quien frente al borde de
la muerte logró encontrar la salida
que solo las palabras pueden hallar
para callar finalmente a ese
repugnante secreto que una vez
develado permite alojar con certeza
el porqué de sentir la propia muerte
aun cuando se está viva.
El incesto encubierto solo engran-
dece la impunidad tras la cual se
ocultan aquellos llamados “padres”,
Bibliografía
Berlinerblau, V: El ‘Backlash’ y el Abuso
Sexual Infantil, inédito. Circulación en
Red Informativa de Mujeres Argentina
(RIMA)
Gardner, R. “The parental alienation
syndrome and the differentiation
between fabricated and genuine child
sex abuse”. Creative Therapeutics. Ed.
Creskill, NJ, 1987.
Giberti, E. et alter. Incesto Paterno Filial
contra la Hija Niña. Editorial Universidad,
Bs. As., 1998.
Lamberti, S. (compilador). Maltrato
Infantil. Editorial Universidad, Bs. As.,
2003.
y tras la cual miles de niños y niñas
callan el profundo dolor de ser
víctimas de una sociedad que no se
atreve a oír lo que tienen para decir.
Poder poner el horror en palabras
permite sentir que al menos tanto
dolor puede ser compartido, permite
saber que hay otros que sí están
dispuestos a cuidar ese preciado
tesoro que es la infancia, permite
saber con certeza que atreverse a
contar el espanto vivido es posible,
sin tener por ello que, volver a
transitar por una nueva victimiza-
ción que los expulse, que los
silencie y que obture la posibilidad
de encontrar otros que les devuel-
van una mirada diferente, una
mirada que no los juzgue, que no
los abandone, que no los calle, una
mirada, que por el contrario, les
permita saber que existe para ellos
un lugar donde el respeto y el amor
verdaderos son posibles.
Fernanda-Sobreviviente
9
El backlash, el Síndrome
de Alienación Parental y la
co-construcción
Liliana Pauluzzi*
Siguiendo al Webster Dictionary, Myers (1994) define el backlash como una
fuerte reacción adversa respecto de un movimiento político o social. En habla
común, un backlash es una respuesta negativa frente a un paso adelante
positivo y constructivo. Sostiene Myers que “para nuestros propósitos el paso
positivo es el progreso en las dos últimas décadas respecto de la denuncia del
abuso contra niños y niñas. Y el backlash es la escalada de críticas a coro
contra los profesionales que trabajan en la protección de la niñez1.

Trabajar el tema de abuso sexual
infanto juvenil es desnudar las
relaciones de poder existente entre
géneros, generaciones y clases.
Géneros, porque de acuerdo a las
estadísticas de la ONU, “una niña
de cada cuatro y un niño de cada
nueve serán abusados sexualmente
antes de haber alcanzado los 18
años”2; generaciones, porque son
personas adultas las que abusan de
la infancia; y clases, puesto que
este flagelo atraviesa todos los
estratos sociales. Cuando los
sectores de poder se vieron
cuestionados por esta visibilización
del problema y se enfrentó el mito
de que este es un problema propio
de las clases marginales, entonces
se desató el backlash.
En 1979, en la publicación de un
amplio estudio pionero en Estados
Unidos, David Finkelhor escribía: “Si
el abuso sexual infantil ha llegado a
tener una cierta prominencia como
problema social en un tiempo
relativamente corto, se debe a que
dos grupos sociopolíticos de
bastante experiencia en el abordaje
de problemas sociales lo han
colocado como una primera
preocupación”3. Los dos grupos a
los que se refiere son las/os
profesionales en defensa de la
infancia y el movimiento feminista.
En Estados Unidos el backlash se
inicia en la década de los años 80
–la década Reagan– con su regreso
a los valores más rancios y reaccio-
narios sustentados por la derecha, y
surge después de la lucha desple-
gada en los años 60 y 70 por el
movimiento feminista y el movimien-
to por los derechos de la infancia.
Efectivamente, las instituciones
idealizadas en el seno de la
sociedad se vieron salpicadas al
romperse el secreto en torno al
abuso sexual infantil, entre ellas las
iglesias, las familias, las escuelas.
Esto enfrentó los mitos sociales
instituidos a través de un proceso
sociohistórico que señalaban, por
ejemplo: “el hogar es un lugar de
amor, contención y seguridad de la
infancia”, “las familias donde no se
habla de la sexualidad son vistas
como buenas familias”, “las iglesias
son referentes de la moral sexual”,
“las instituciones infantiles son
lugares seguros para niños y niñas”.
La visibilización del abuso sexual
infanto juvenil produce un golpe al
poder instituido, descubriendo la
hipocresía del mismo y cuestionan-
do sus verdades, por lo que tendrá
que ser negado con diferentes
estrategias por los fundamentalis-
mos de creencias y del mercado.
Uno de los representantes del
backlash en el país del norte fue el
psiquiatra Richard Gardner, conoci-
do por la formulación del Síndrome
de Alienación Parental, SAP, quien
en 1985 lo definió de esta manera:
“es una perturbación psiquiátrica
que aflora en el contexto de
disputas litigiosas de custodia de
niños, especialmente cuando la
disputa es prolongada y agria. Hay
tres tipos de síndromes de
alienación parental, el diagnóstico
diferencial de los cuales es crucial
para tratar adecuadamente el
trastorno”.
En la obra The Parental Alienation
Síndrome: Past, Present and Future
(2002), supuestamente citando la
definición anterior, sostiene:
El síndrome de alienación parental
es un trastorno de la infancia que
aflora casi exclusivamene en el
contexto de disputas de custodia
de niños. Su manifestación princi-
pal es la campaña del niño de de-
nigración contra un progenitor bue-
no y amoroso, una campaña que
no tiene justificación. Es el resulta-
do de la combinación del adoctri-
namiento programador (lavado de
cerebro) de un progenitor y de las
propias contribuciones del niño a
la vilificación del progenitor...

10 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC 1/2007

Cuando está presente un verdade-
ro abuso o negligencia parental, la
animosidad del niño puede estar
justificada y, por lo tanto, la expli-
cación de la hostilidad del niño por
el síndrome de alienación parental
no es justificada”.
Las dos definiciones antes citadas
muestran las modificaciones que
Gardner fue haciendo al concepto
de alienación parental a lo largo de
los años, y cuyo objetivo era
establecer distintas estrategias para
desmentir lo que los dos grupos
sociales –el feminismo y las/os
profesionales en defensa de los
derechos de la infancia– investiga-
ron y lograron para colocar el tema
como una preocupación social.
María José Blanco Barea realiza
una investigación de los escritos de
Gardner hasta su suicidio en el año
2003; plantea que “quizás debiera
tenerse en cuenta… investigar,
mediante la autopsia psicológica,
las causas de su suicidio”.
Investigando la carrera profesional
de Richard Gardner nos dice:
“Gardner dedicó la primera etapa
profesional como perito judicial a los
pleitos por abuso sexual que se
inculcaba por hijos contra padres,
alumnas/os contra profesores,
feligreses contra miembros de
1/2007 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC
congregaciones religiosas, y
familiares de militares, siendo de
destacar que fue capitán y psicólogo
de militares que combatieron en la
guerra de Corea, especializándose
en técnicas de desprogramación de
soldados estadounidenses prisione-
ros de guerra. Los instrumentos
científicos que usó y su pericia,
cuestionaron la credibilidad de las
víctimas y fueron valorados como
prueba de inocencia de los acusa-
dos y de la culpabilidad de los
denunciantes por falsedad en sus
declaraciones y denuncias. Estas
pericias las aplicó a denuncias por
abuso sexual en litigios sobre
guarda y custodia, regímenes de
visitas, ejercicio de patria potestad.
Según relata el propio Gardner, a
medida que iba interviniendo como
perito judicial, fue desarrollando su
investigación. Es decir, el método de
ensayo y error científico lo aplicó
directamente, en sede judicial, a
casos concretos que iban siendo
resueltos, a la par que desarrollaba
su investigación.
Cuando en 1985 decide publicar el
resultado de sus investigaciones, no
ofrece a la comunidad científica los
datos necesarios para ser analizadas
científicamente sus conclusiones”4.
La publicación de sus libros fue
hecha por Creative Therapeutics,
Jorge Cadenas
cuyo dueño era el mismo Richard
Gardner. “Otros trabajos fueron
publicados en una revista llamada
Issues in Child Abuse Accusations,
publicada por el Instituto de Terapias
Psicológicas dirigida por el Dr.
Ralph Underwager, conocido por
sus declaraciones para el Dutch
Journal Paidika: The Journal of
Paedophilia, donde señaló:
“Los pedófilos necesitan volverse
más positivos y proclamar que la
pedofilia es una expresión acepta-
ble de la voluntad de Dios por
amor y unidad de los seres
humanos”.
Previamente a la publicación del
Síndrome de Alienación Parental,
Gardner había desarrollado entre
los años 70 y 80 una Escala de
Legitimación del Abuso Sexual
(SAL, por su sigla en inglés), que
usaba para determinar denuncias
verdaderas de falsas con respecto
al tema del abuso sexual infantil. Sin
embargo, el posicionamiento
ideológico de Gardner muestra
claramente que el abuso sexual
infantil no era para él un problema,
salvo cuando se denuncia.
“Resulta interesante que de todos
los pueblos antiguos probablemen-
te hayan sido los judíos los únicos
11
 punitivos con la pedofilia. Los
mandatos cristianos primitivos
contra la pedofilia parecen
derivarse de las enseñanzas
primitivas de los judíos y nuestra
actual hiperreacción hacia la
pedofilia representa una exagera-
ción de los principios judeo
cristianos y es un significativo
factor operativo de la atipicidad de
la sociedad occidental con
respectos a tales actividades”
(Gardner, 1992, pp. 46-7).
“El niño puede ser ayudado a
apreciar la sabiduría de Hamlet de
Shaskespeare quien dijo: “Nada es
bueno ni malo, es el pensamiento
el que lo hace una cosa u otra”
(Gardner, 1992, p. 549).
“Y su sexualidad incrementada
puede reducir la necesidad de su
marido de volver a acudir a su hija
en busca de gratificación sexual”
(Gardner , 1992, p. 585).
Acusando a la víctima
Cuando los casos de abuso sexual
infanto juvenil son denunciados y
llegan a instancias judiciales, hay
quienes hablan de la existencia de
“co-construcción”. Esto se refiere a
las argumentaciones de la defensa
del acusado que sostienen que los
relatos de la víctima son producto
de la inducción efectuada por un
adulto significativo (generalmente la
madre que buscaría perjudicar al
padre). Carlos Alberto Rozanski, en
su libro “Abuso Sexual Infantil
¿Denunciar o Silenciar?” (2003,
Ediciones Argentinas, pág. 193), se
refiere a la sugestión de los adultos
y la co-construcción:
Esta circunstancia, entre otros
factores, ha llevado a que en
algunas causas –en especial donde
las defensas cuentan con peritos–
se introduzca una variante de la
inducción que consiste en afirmar
12 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC 1/2007
“Excepto por una cierta cantidad
de frustración sexual que no fue
gratificada, la niña de 4 años de
edad no fue traumatizada significa-
tivamente por estos encuentros5”.
Otras citas del pensamiento de
Gardner acerca del abuso sexual
infantil:
“En la actualidad, el niño sexual-
mente abusado es generalmente
considerado como la víctima, a
pesar de que el niño pueda iniciar
encuentros sexuales seductores al
adulto”. Litigio por la custodia del
niño, 1986, pág. 93.
“La sexualización de los niños o
niñas puede tener propósitos
procreativos, porque un niño
sexualizado puede reproducir a
una edad más temprana. Cuando
más joven la máquina de supervi-
vencia en el momento que
aparecen los impulsos sexuales,
más largo será el lapso de
que la historia es producto de una
co-construcción entre la madre y el
niño o la niña. Sintéticamente
consiste en que no es la niña o el
niño quien construye o crea la
historia, sino que es producto de
una paulatina y constante inducción
efectuada por un adulto significativo
(casi siempre la madre). Esta
historia co-construida se ve además
corroborada por otras personas que
hablan con los niños, como por
ejemplo, los especialistas que los
entrevistaron. Este planteamiento
se da en especial en casos en que
las víctimas tienen edad inferior a la
preadolescencia, etapa en la cual
no podrían inventar por sí mismas
historias de abuso sexual. Con esto
se busca evitar una descalificación
directa de la niña o el niño o
acusarla/o de mentir deliberada-
mente, y de este modo responsabili-
capacidad creativa y mayor la
probabilidad de que el individuo
cree más máquinas de superviven-
cia en la próxima generación”.
Verdaderas y falsas acusaciones
de abuso sexual infantil, 1992, pp.
24 y 25.
“Si él (padre abusador) no sabe ya
esto, debe ser ayudado a darse
cuenta de que la paidofilia ha sido
considerada la norma por la vasta
mayoría de los individuos en la
historia del mundo. Debe ser
ayudado a darse cuenta de que,
aun hoy, es práctica generalizada
y aceptada entre literalmente
billones de personas. Él tiene que
darse cuenta de que, en nuestra
sociedad occidental especialmen-
te, asumimos una posición muy
punitiva y moralista respecto de
tales iniciaciones”. Acusaciones de
abuso sexual infantil ,1992, p. 593.6
Las dos definiciones del SAP tienen
importancia en función de que en un
zando esencialmente a la madre.
Este desplazamiento permite
“suavizar” un argumento que de por
sí hoy en día resulta irritante como
es la acusación a una niña o niño, y
trasladarlo hacia una persona adulta
–la madre– sobre la que naturalmen-
te hay menos resistencia a con-
siderarla autora de semejante plan.
En un proceso judicial, donde para
condenar es necesaria la certeza, la
sola duda que se pueda instalar en
la mente de los juzgadores es
suficiente para la desincriminación.
En este sentido, la novedosa
argumentación, al desplazar la mira
desde la niña o el niño hacia
terceros, configura una interesante
estrategia jurídica con vistas a
instalar la ansiada duda. Es por eso
que los especialistas designados
por la defensa suelen invocar esta
 primer momento la estrategia era
minimizar los efectos devastadores
del abuso infantil en sus víctimas,
pero posteriormente en 2001,
agrega a su definición lo siguiente:
“Cuando está presente verdadero
abuso o negligencia parental, la
animosidad del niño puede estar
justificada y, por lo tanto, la explica-
ción de la hostilidad del niño por el
Síndrome de Alienación Parental no
es justificada”. Pero curiosamente
los indicadores del SAP coinciden
con algunos de los indicadores del
abuso sexual que se establecen en
los estudios internacionales sobre el
tema.

Por ese entonces estaba mucho

más instalado un movimiento
internacional con respecto al estudio
y la investigación seria del abuso
infantil y a la prevención del mismo,
como los cinco Seminarios Euro-
peos “Secretos que destruyen”,
realizados por el grupo Europa de la
Alianza Internacional Save the

clase de inducción, para luego –y
sin mayores compromisos profesio-
nales–, afirmar que no se puede
estar ciento por ciento seguros de
que el abuso existió. Asimismo, la
sola posibilidad de que dicha
inducción haya tenido lugar, lleva a
los jueces a profundizar la indaga-
ción acerca de la madre. Se
ordenan entonces estudios psiquiá-
tricos, psicodiagnósticos, informes
socioambientales, entre otros, todos
dirigidos a a evacuar semejante
inquietud defensiva (a ningún juez
le gustaría condenar a un inocente
posible víctima de un plan macabro).
En casos donde la teoría de la co-
construcción es introducida por peri-
tos de la defensa, no es extraño
que se comience una guerra de pe-
ritos. Cuando además existen que-
rellantes que a su vez proponen sus
propios expertos, el enfrentamiento
adquiere ribetes asombrosos.
Así se confrontarán las opiniones
de especialistas de una y otra parte
con las de los peritos forenses. En
muchos de estos casos, la tarea de
los abogados defensores está
dedicada a introducir la duda en los
jueces, y la de los peritos de la
defensa, a su vez, a destruir las
argumentaciones de los otros
peritos (de la querella o forenses)
que validen los relatos de la niña o
niño. Para ello no solo cuestionará
en profundidad los hábitos, las
conductas sexuales e incluso la
salud mental de las madres a
quienes se les atribuye la inducción,
sino que el ataque incluirá a los
propios colegas. En un resonante
caso de abuso, en el cual intervinie-
ron las diversas categorías de
peritos ya aludidas, es posible
advertir lo dicho. Los de la defensa,
en un informe acompañando al
expediente, señalaron respecto de
los especialistas que habían
examinado a los niños, que: “los
propios integrantes del equipo
profesional interviniente debían
autoexaminarse, como posibles
participantes del fénomeno de la
convicción, especialmente si por
algún motivo personal o de posición
ideológica (por ejemplo feminismo)
podían haberse involucrado...”.
Se ve aquí claramente como ya no
basta con el cuestionamiento a la
madre como inductora de sus hijos
(en el caso se trataba de dos
varones de 5 y 7 años de edad a la
fecha de los hechos), sino que la
“sospecha se amplió a los profesio-
nales que actuaron con los niños”.

1/2007 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC 13

José Luis Rissetti
children en 1998, y luego en 1999
los informes de expertos “Visión y
Realidad”. Lo mismo ocurría con el
desarrollo de los derechos de la
mujer y los derechos de la infancia,
conjuntamente con las sucesivas
publicaciones de investigaciones de
En los ámbitos expertos en la temática.
de tribunales se
Independientemente que la escala
instala la idea de las del SAL fue desestimada para
falsas denuncias. discernir el diagnóstico de abuso
sexual, creo que son elocuentes los
Constituyéndose los conceptos sobre abuso infantil
juicios sobre anteriormente citados. Podemos
denuncia de abuso decir que tanto el SAL como el SAP
representan una escandalosa
sexual en verdaderas violación a los derechos humanos
ordalías con el de niñas, niños, adolescentes y
mujeres.
consecuente daño
para niñas, niños y En sus numerosos escritos Gardner
racionaliza, con argumentos
denunciantes. paradojales “supuestamente
científicos”, la negación de la
violencia contra la mujer. Esta es
definida en la Convención de Belem
do Pará como “una manifestación
de las relaciones de poder histórica-
mente desiguales entre mujeres y
hombres”7 y cuando los actos de
violencia hacen uso de niños y
niñas, esto genera una nueva y
sofisticada forma de violencia hacia
las mujeres involucrando la compli-
cidad judicial.
Gardner plantea síntomas primarios
y tres tipos de SAP que define como
14 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC 1/2007
leve, moderado y severo. Y propo-
ne, de acuerdo a la clasificación
establecida, el tratamiento para
cada uno de estos tipos. El trata-
miento que propone para el SAP
está involucrado con el poder del
tribunal y los profesionales de la
salud actuantes, quienes deben
tener la capacidad para realizar la
terapia apropiada. La terapia
apropiada está basada en la
coerción, la amenaza, el cambio de
tenencia y, en última instancia, la
internación del niño o niña que
padecen el síndrome para ser
desprogramados. “El SAP es un
fraude de ley. Utiliza como norma de
cobertura las declaraciones contra
la discriminación de la mujer y de
los derechos del niño para proteger
al padre y eludir la aplicación de la
Conferencia de Viena, que protege
de torturas y tratos degradantes,
especialmente a la mujer y a la niña,
eludiendo además la aplicación de
la Convención de los Derechos del
Niño”8.
La radiografía ideológica de este
personaje la describe John Myers
de la siguiente manera:
“Gardner es un franco detractor de
ciertos aspectos del sistema de
defensa a los niños. Aparentemente,
Gardner cree que América está
inmersa en una histeria colectiva
acerca del abuso infantil. Escribe
que ‘la histeria del abuso sexual
está omnipresente’ (1992, p xxv). En
su libro de 1991 titulado ‘Histeria del
Abuso Sexual: las brujas de Salem
vuelven a visitar los juzgados’,
Gardner es cruelmente crítico de
una indeterminada porción de
profesionales de la salud mental,
investigadores, fiscales y deman-
dantes que intentan proteger al
niño. Por ejemplo, Gardner acusa a
algunos fiscales y querellantes de
gratificar su propio deseo sexual.
Gardner llega hasta enunciar su
punto de vista diciendo que ‘hay un
poco de pedofilia en cada uno de
nosotros’, p. 118. Esto parece
esclarecer que Richard Gardner no
puede alegar que es equilibrado u
objetivo cuando dirige sus alegatos
de abuso sexual infantil”9.
A pesar que Richard Gardner y sus
teorías pueden ser cuestionadas
desde su ideología misógina y
perversa, en Argentina el 15 de
septiembre del año 2000 el ex juez
de familia Eduardo Cárdenas,
escribe en el texto titulado La Ley. El
abuso de las denuncias de abuso,
reivindicando dichas teorías e
inagurando el backlash argentino en
este tema, lo que produjo en
nuestro ámbito la reacción de
profesionales prestigiosos.
Creo que como resumen de lo
ocurrido desde el año 2000, nada
más aclaratorio que el libro “Maltrato
infantil: Riesgos del compromiso
profesional” , de Editorial Universi-
dad (febrero 2003), compilado por
Silvio Lamberti, cuyos autores y
autoras son: María Inés Bringioti,
Cristina Caprarulo, Julio César
Castro, Alicia Ganduglia, Norberto
Garrote, Isabel Gens, Eva Giberti,
Carmen Gonzáles, Irene Intebi,
Victoria Irazuzta, Silvio Lamberti,
Patricia Paggi, Mirta Pirozzo, Carlos
Rozanski, Diana Sanz, Juan Pablo
María Viar, María Cristina Vila, Juan
Carlos Volnovich. Su introducción
dice:
Mientras el problema estuvo referido
a sectores de clases bajas, las
denuncias progresaron vertiginosa-
mente. Cuando empezó a circular la
sospecha de que la violencia
familiar era una problemática que
atravesaba a todas las clases
sociales, y los sectores medios y
altos se vieron cuestionados, se
disparó una reacción disfrazada de
buenas intenciones para poner
límites a los profesionales a los que
se tildó de ‘abusadores de las
denuncias de abuso sexual infantil’.
Dicha reacción está representada por:
1. Padres que defienden la tenen-
cia/regímenes de visitas con sus
hijos e hijas.
2. Abogados que predican la
ecuanimidad. y la alerta en contra
del sesgo feminista que han tomado
las denuncias.
1/2007 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC
CAMPAÑA “ASI NO”
Abuso Sexual Infantil NO
Las chicas y chicos no son
ventrílocuos ni títeres de padres,
psicólogos, peritos u otros adultos
“manipuladores”. A eso pretende
reducirlos el inexistente “síndro-
me” de alienación parental,
conocido como SAP y utilizado por
abogados y peritas/os defensores
de abusadores de niños.
Y decimos inexistente porque un
síndrome es el conjunto de
síntomas y signos característicos
de una enfermedad. No solo es
inexistente como síndrome sino
que también alude a una enferme-
dad inexistente: “la alienación
parental”. Este “síndrome”,
inventado por un norteamericano,
Richard Gardner, quien justificaba
la pedofilia como una orientación
sexual más y quien se enriqueció
gracias a él, viene dañando desde
1987 a las niñas y niños abusados
de todo el mundo.
Utilizado por “profesionales” que
no pueden desconocer esto,
psiquiatras, peritas/os, “testigos
expertos”, abogadas/os, y tenido
en cuenta por jueces que necesa-
riamente deben basar sus
conclusiones en los aportes de
estos “expertos”, solo ha servido
para la defensa de los abusadores
de niñas y niños. Nos sorprende
que hasta ahora las asociaciones
profesionales de nuestro país no
hayan manifestado su más
enérgico repudio a este invento,
que no solo carece de todo
fundamento científico sino que
además pone de manifiesto una
absoluta ignorancia de la Psicolo-
gía y Psiquiatría Infantil.
Sí lo han hecho asociaciones
como la APA (Asociación America-
na de Psicología) y la AAM
(Asociación Médica Americana). A
esto se le suma el backlash en la
Argentina, continuador del
aparecido en otros países,
desencadenado cuando las
sospechas y acusaciones de
abuso sexual infantil empezaron a
salpicar a sectores medios y altos
de la sociedad.
El fallo de la ciudad de Mar del
Plata que dejó libre a quien para
nosotros, que nos basamos en
antecedentes y bibliografía seria y
científica, sería un abusador,
profesor de educación física,
debería alertarnos sobre próximas
absoluciones basadas en el SAP
como uno de los principales
exponentes del backlash argenti-
no, ya que seguramente la
defensa de los abusadores
utilizará la misma estrategia:
desacreditar los testimonios de las
niñas y niños abusados, el de
profesionales que los han atendi-
do, y el de los genuinos testigos
expertos.
Adhesiones en:
asino@fibertel.com.ar
15

Después de una larga
tradición de silencio,
los abusos sexuales de
que a menudo son
víctimas niñas y niños,
cada vez más
comienzan a revelarse.
19 de Noviembre. Día Mundial para la Prevención
del Abuso contra las Niñas y los Niños
Los abusos y la explotación de la
infancia (especialmente a nivel
sexual) constituyen un problema
universal y alarmante, una
atención creciente, así que
medidas eficientes y sostenidas de
prevención y de protección son
necesarias, ya sea a nivel familiar,
local, nacional o internacional.
Después de una larga tradición de
silencio, los abusos sexuales de
los que son, muchas veces,
víctimas los niños/as, hacen cada
vez más objeto de revelaciones y
ocupan una plaza eminente en la
escena pública y política.
Partiendo del principio según el
cual los Gobiernos y las organiza-
ciones de la sociedad civil deben
jugar un papel activo en la
promoción y el respeto de los
derechos del niño/a (enunciado
específicamente en la Convención
sobre los Derechos del Niño,
artículos 19 y 34), la Fundación
Cumbre Mundial de Mujeres
(WWSF, por su sigla en inglés),
con el objetivo de contribuir a la
protección de las niñas y los niños
contra los abusos, lanzó en el año
16 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC 1/2007
3. Consultores técnicos que pre-
tenden hacer pasar como científica
la bibliografía del backlash america-
no para fundar sus conclusiones.
Este brutal ataque tiende a llevar al
campo de la disputa ideológica una
problemática que atraviesa los
discursos jurídico y psicosocial, la
ética y la sociedad en su conjunto e
intenta desarticular los logros
conseguidos, disuadiendo a quienes
los sostienen. En breve, pretende:
1. Invalidar las denuncias.
2. Convertir en sospechoso a todo
denunciante de maltrato.
2000 el Día Mundial para la
Prevención del Abuso contra las
Niñas y los Niños. Destinado a ser
conmemorado cada 19 de noviem-
bre en sinergia con el Día de los
Derechos de la Niña y el Niño (20
de noviembre), tiene por objetivo
crear un punto de unión, destinado
a poner en evidencia el problema
de los abusos así como la necesi-
dad de intervenir urgentemente en
la difusión de programas de
prevención.
Para darle a este Día toda su
dimensión, la WWSF lanzó en el
año 2001 una coalición internacio-
nal de ONG articuladas alrededor
de esta fecha con el fin de
privilegiar y aumentar la educación
preventiva, y enfatizar el respeto a
los siguientes artículos de la
Convención señalada:
* Art. 19 - Los Estados Partes
adoptarán todas las medidas
legislativas, administrativas,
sociales y educativas apropiadas
para proteger al niño/a contra toda
forma de perjuicio o abuso físico o
mental, descuido o trato negligen-
te, malos tratos o explotación,
3. Diluir los límites que separan a
víctimas de victimarios.
4. Confundir la cuestión citando los
escasos casos de violencia contra
varones (niños/adultos) ejercida por
mujeres.
5. Desacreditar a los servicios
asistenciales especializados cuando
la propia ley les reconoce valor y
entidad a sus diagnósticos.
6. Ignorar las normas constituciona-
les de la Convención sobre los
Derechos del Niño.
De este modo se invierte el sentido
de la conducta abusiva al atribuírse-
incluido el abuso sexual, mientras
el niño/a se encuentre bajo la
custodia de los padres, de un
representante legal o de cualquier
otra persona que lo tenga a su
cargo.
* Art. 34 - Los Estados Partes se
comprometen a proteger al niño/a
contra todas las formas de
explotación y abuso sexuales. Con
este fin, los Estados Partes
tomarán, en particular, todas las
medidas de carácter nacional,
bilateral y multilateral que sean
necesarias para impedir:
a) La incitación o la coacción
para que un niño/a se dedique a
cualquier actividad sexual ilegal;
b) La explotación del niño/a en la
prostitución u otras prácticas
sexuales ilegales;
c) La explotación del niño /a en
espectáculos o materiales
pornográficos.
Mayores informaciones: http://
www.woman-ch.ac.psiweb.com/
children/1-introduction.asp

Cristobal Saavedra
la a quien denuncia en cumplimiento
de la ley.
Este contraataque reaccionario
refuerza la violencia familiar vigente
y condena a toda niña y niño
víctimas, a la perpetuación del
incesto y del maltrato hacia su
persona, al tiempo que intenta
introducir la impotencia entre los
integrantes del sistema judicial y
entre las/os profesionales que han
llevado adelante hasta ahora la
pesada carga de sostener el
proceso.
Pasaron más de tres años de este
alerta científico, sin embargo en la
actualidad existen cada vez más
dificultades para operar en el tema.
Y en los ámbitos de tribunales se
instala la idea de las falsas denun-
cias. Constituyéndose los juicios
sobre denuncia de abuso sexual en
verdaderas ordalías con el conse-
cuente daño para niñas, niños y
denunciantes, al igual que el
desgaste de profesionales que
operan en estas situaciones. En
muchas ocasiones sufriendo juicios
por mala praxis o por daños y
perjuicios, desalentando a aquellos
profesionales que intenten defender
estos casos en la justicia.
Resulta sumamente preocupante la
descalificación que se hace de los
peritajes psicológicos que, si bien
empezaron con Gardner, continúan
1/2007 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC
con sus seguidores desconociendo
indicadores, tratamientos, técnicas,
campañas de prevención. Y
esgrimiendo el concepto de co-
construcción de familiares de las
víctimas o profesionales, se
inhabilita los dichos de niños y niñas
sufrientes, apelando también a la
fantasía y a la fabulación de la
infancia.
Abusos en el ámbito eclesial
Algo similar a lo realizado por
Gardner y sus seguidores es lo que
ocurre con la jerarquía de la Iglesia
Católica, institución que se instala
como representante de la moral
sexual social, y cuyos jerarcas
impulsan una política detractora de
la visibilización del abuso sexual.
La Red Latinoamericana de
Católicas por el Derecho a Decidir
ha realizado un estudio sobre el
tema del sistema secreto de los
abusos sexuales dentro de la Iglesia
Católica10. Demuestra, por ejemplo,
que la jerarquía eclesial siempre
estuvo enterada de estos delitos e
implementó una política de encubri-
miento de sacerdote agresores y de
abusos cometidos. Dicha política se
sintetiza en el siguiente decálogo
adaptado de los estudios realizados
por el periodista español Pepe
Rodríguez11 y corroborados en los
estudios que llevó adelante la Red:
“1. Discreta averiguación de lo
ocurrido. Los Prelados diocesanos
suelen tener informantes eclesiásti-
cos, personas que con sus informes
desean ganar la estima de la
jerarquía. Con eso, los obispos se
mantienen informados de las
transgresiones de los sacerdotes
bajo su responsabilidad. Los
informes son realizados oralmente.
2. Inicio de actos disuasorios con
el agresor y la o las víctimas. Una
vez que el prelado reconoce una
situación de abuso sexual donde la
imagen de la Iglesia puede llegar a
ser perjudicada, el agresor es
amonestado particularmente. Luego
los obispos se dedican a convencer
a las víctimas y sus familiares,
asegurándoles que el agresor fue
castigado y que se ha arrepentido,
persuadiéndolas de no realizar
ningún tipo de denuncias, para no
perjudicar a la Iglesia ni a ellos
mismos.
3. Encubrimiento de los hechos y
del agresor para que no se hagan
públicos. Para esto se realizan
actos que llevan a la confusión del
caso, tales como soborno de las
víctimas y de sus familiares,
amenazas y suspensión de benefi-
cios (por ej. expulsión del colegio) y
la transferencia del sacerdote
agresor a otra parroquia.
4. Medidas para reforzar el
ocultamiento. Cuando el caso gana
proporciones extra eclesiásticas, la
jerarquía adopta un expediente
canónico contra el agresor, para así
defenderse de eventuales acusacio-
nes de pasividad, en el caso de que
se ejerzan presiones sociales o de
los medios, o que se inicie un
proceso judicial civil. Generalmente,
el expediente canónico permanece
paralizado por un tiempo indefinido.
En esta etapa es habitual el traslado
del sacerdote a otra parroquia, a
otra diócesis, o a otro país, depen-
diendo de la situación.
5. Negación de lo ocurrido,
cuando se torna público, bajo el
argumento de que el sacerdote,
llamado por Dios, hombre de virtud,
figura sacra, no cometería delitos de
17

Juan Ernesto Jaeger
ese tipo. Cuando ya no es posible
negar el hecho, este es tratado
como una excepción.
6. Defensa pública del agresor,
resaltando sus buenos servicios
prestados a la Iglesia y sus méritos
personales. Si hizo algo malo, está
profundamente arrepentido y no era
conciente de sus actos. Se apela al
sentimiento cristiano del perdón a
un pecador arrepentido.
7. Descalificación pública de las
víctimas y de sus condiciones.
Rodríguez usa la metáfora de las
hormigas que defienden el hormi-
guero para describir la actitud
corporativista del clero frente a la
acusación de uno de sus miembros.
18 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC 1/2007
Llegan a invertir la culpa, adjudicán-
dosela a las víctimas y/o a sus
familiares.
8. Atribución paranoica de la
denuncia a campañas orquestada
por “enemigos de la Iglesia”.
Cuando la cantidad de denuncias
hechas es de tal magnitud que la
simple depreciación de las víctimas
no surte efecto, la jerarquía apela a
la acusación de poderes ocultos
nacionales o internacionales que
conspiraran en contra de la Iglesia.
9. Posibilidad de negociación con
la víctima. Frecuentemente esa
negociación ocurre antes de que el
caso se haga público, toda vez que
la intención de la Iglesia, al indemni-
zar a la víctima, es sobre todo
silenciarla para no perjudicar la
imagen de la institución. Cuando el
escándalo ya se hizo público, cabe
a la jerarquía minimizar el impacto,
tratando de negociar con la víctima
para que retire las denuncias contra
el agresor.
10. Protección del sacerdote
agresor. Cuando se comprueba la
culpabilidad del agresor, la jerarquía
se mantiene a su lado y, en algunos
casos, incluso le rinde homenaje o
lo elogia, haciendo todo lo posible
para que el hecho de la agresión
caiga en el olvido”12.
Si la Iglesia silencia y encubre los
abusos cometidos dentro de sus
instituciones, en un punto se
emparenta con Gardner y sus
seguidores, negando e injuriando lo
investigado respecto a la violencia
intrafamiliar y al abuso sexual
infanto juvenil. Lo que permite la
creación de alianzas con algunos
personajes del poder judicial, dando
lugar a fallos perversos y escanda-
losos como los que conocimos a
nivel público –caso Melo Pacheco
de Mar del Plata, caso Storni en
Santa Fe, o la dilación del juicio de
Grassi–, por nombrar aquellos que
tuvieron mayor publicidad. Pero bajo
estos casos hay otros muchos
anónimos en relación con el abuso
intrafamiliar que muestran que en
nuestro país se impone un modelo
que favorece la impunidad de los