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Teología general de los sacramentos

Existe en la teología el objeto de estudio que es el acto revelador de Dios, el cual


consiste en dos momentos esenciales: Dios revela y el hombre que acoge a Dios
revelado; en este acto revelador es de vital importancia un diálogo que también juega en
dos realidades que aunque distintas no riñen: por un lado Dios que es infinito, Eterno e
Ilimitado y en la otra línea el hombre que es finito, histórico y limitado; dentro de estas
dos realidades se encuentra el diálogo como mediación, y esta mediación adapta la
condición del ser humano, por ello Dios propone una Alianza que tiene como fin la
divinización del ser humano.

Un poco de historia:

En el año 400 San Agustín propone esa mediación en la categoría de signo y lo hace
desde una explicación platónica, concretamente el mito de la caverna con dos de
términos fundamentales para la filosofía platónica: arquetipo (misterio, realidad) y tipo
(sombra, figura, reflejo, objeto, sacramento) haciendo así una mistagogía= µυστηριου
(misterio) αγω= (conducir llevar).

Para explicar la propuesta de San Agustín es bueno poner por ejemplo una mistagogía
concreta: los padres de la Iglesia han visto que toda la Sagrada Escritura habla de
Jesucristo, así pues, el Antiguo Testamento es figura (tipo) de lo que encontramos en el
Nuevo (arquetipo), por ello podemos encontrar en varios escritos patrísticos la
referencia que se le hace a Cristo como el Nuevo Adán. Entendemos esta mistagogía
como una realidad que se da gracias al misterio que se revela.

San Agustín, utiliza el signo para hablar del sacramento y va a decir que para que haya
un sacramento se necesita de una palabra+ gesto= sacramento: “ustedes ya están limpios
por la Palabra que les he dicho” (Jn 15,3) son las palabras que utiliza San Agustín para
introducir al sacramento en el tractatus in evangeliuum Ioannis, “¿por qué no dice:
están limpios a causa del bautismo con que han sido lavados, y dice en cambio a causa
de la palabra que le he dicho, sino porque la Palabra limpia con el agua? Quita la
Palabra ¿qué es el agua sino agua? Se junta la Palabra al elemento y se hace el
sacramento, que es como una palabra visible” más adelante se preguntará San Agustín:
“¿de dónde le viene al agua tanta virtud, que con el contacto con el cuerpo lave el
corazón, sino de la eficiencia de la Palabra, no de la palabra pronunciada, sino de la
Palabra creída? Pues en la misma Palabra una cosa es el sonido que produce y pasa y
otra el que permanece.

Aunque todavía no quiero tocar el tema del Bautismo, quiero seguirles mostrando el
argumento de San Agustín al hablar del sacramento como Palabra+ gesto= sacramento;
y es que es tanta la importancia que tiene la Palabra, pues la Iglesia la toma para limpiar
al creyente aunque sea un tierno infante. Pero esta Palabra se ha de entender como
Palabra de fe, la fe de la Iglesia, de tal modo que cuando un padre de familia va a
bautizar a su niño de brazos, éste no se bautiza por la fe incomprensible de la creatura,
sino que se bautiza en la fe de la Iglesia, pues la Iglesia ha entendido que esa Palabra de
fe unida a los gestos que componen los sacramentos le han sido encargados por aquel
mismo que es cabeza del cuerpo de la Iglesia, nuestro Señor Jesucristo.

Al seguir hablando del sacramento como un signo, según el modelo agustiniano, se va


introducir la teoría del signo-cosa, y es que hay cosas que son en sí mismas cosas y hay
cosas que llevan a comprender otras cosas, siendo así signos de otras, pero también
existen signos que se usan para denotar una significación como es el caso de las
palabras, así pues todo signo es una cosa, ya que lo que no es cosa no es nada, pero no
toda cosa es signo, dirá san Agustín.

Un esquema que nos ayudará puede ser el siguiente:


Cosa-signo Cosa-cosa Cosa-signo…

De esta manera, termina diciendo San Agustín que el signo al poseer una fisonomía,
hace que nos venga al pensamiento otra cosa distinta y pone como ejemplo la huella que
encontramos en un camino, al verla nuestra mente nos remitirá a un animal que pasó por
allí y dejó impresa esta huella. Dentro de todos estos signos, el Obispo de Hipona va a
sublimar el signo de la Palabra, pues por Palabras es como los hombres se comunican y
se entienden, y de esta misma manera el Señor ha querido revelarse para dar a conocer
su Voluntad; por lo tanto, los sacramentos que el Señor ha querido dejar en su Iglesia se
fundan en su Palabra.

Ahora, pasemos al modelo propuesto por Karl Rahner en el siglo XX, cambia el
paradigma de signo por símbolo1, para ello utiliza un modelo basado en la semiótica
(ciencia que se encarga de estudiar los distintos sistemas de signos que permiten la
comunicación entre individuos), me permito hacer una aclaración del cambio de
paradigma que el mismo hace, no quisiera plasmar en este escrito toda la reflexión
teológica que hace este autor, pero si tendré en cuenta algunos ejes fundamentales para
entender su propuesta:

Principalmente Rahner habla del signo como lo desechable, es decir, como lo que
utilizo para llegar a algo más grande, es por ello que define al sacramento como
símbolo, ya que éste al no ser desechable es en sí mismo la realidad misma; este
postulado no lo debemos ver como opuesto al modelo agustiniano, pues debemos
entender que la teología al ser ciencia no es estática, al contrario es dinámica y responde
a las necesidades de los tiempos, lo debemos entender en un modo progresivo. Si
rechazáramos por completo la propuesta del santo de Hipona, el sentido de la Palabra
que se une con el gesto para obtener el sacramento se perdería y hablaríamos de la cosa
como cosa que se define a sí misma.

La idea no es tomar la propuesta de uno eliminando la del otro, yo sugiero que tomemos
el modelo hermenéutico de los últimos siglos, que nos propone hilar la historia con las
distintas interpretaciones que han surgido; es claro que la idea es hablar de Sacramento
como don y regalo donde el mismo Dios se nos da incondicionalmente, pero también es

1
Aquí sugiero que nos acerquemos al texto de Rahner: para una teología del símbolo.
claro que el modo como se ha visto el sacramento a través de los siglos responde a las
necesidades de cada época y cultura. Es obvio que San Agustín no quiere ver el
sacramento como una cosa que lleva a contemplar otra más grande, la idea de él es ver
que el misterio se nos da por medio de lo que podemos percibir, de lo contrario
podríamos caer en un error dogmático similar al de los primeros siglos cuando se veía a
Jesús con un cuerpo aparente al del ser humano y rechazaríamos como los gnósticos
toda posibilidad de ver la Revelación (Jesucristo) en lo material, “el Verbo se hizo carne
y habitó entre nosotros”.

Sugiero que para nuestra época, es válida la propuesta de Rahner, en un mundo tan
pluricultural que ofrece varias formas de espiritismo y esoterismo, la Iglesia debe hablar
con viva voz acerca de lo que ella misma nos ofrece para la salvación y he aquí que no
nos ofrece solo elementos que nos permiten contemplar a Dios en el más allá; es claro:
la Iglesia al ser católica abarca un más allá de un simple concepto, que la define como
universal, es cierta esta definición, pero cuando el salvador asumió nuestra carne, lo
hizo cuando aún no existía su Iglesia, cuando los hombres vivían sujetos a la ley por la
ley; así quiso romper esquemas e hizo universal el mensaje de salvación: llamó a Leví el
recaudador de impuestos (Lc 5, 27-39), habló con una samaritana (los samaritanos eran
rechazados por el pueblo judío) (Jn 4, 1-45), entre otros ejemplos que nos atestiguan los
evangelios.

Es necesario entender el apelativo de católico en una definición más amplia, pues


debemos estar seguros que en la Iglesia el Señor sigue hablando en un presente activo,
que sus sacramentos no son solos signos que nos hablan de su existencia, sino que son
símbolos que nos hablan de su presencia viva, de ahí que la Iglesia sea “como un
sacramento” según Lumen Gentium nº1 del Concilio Vaticano II, una actualización del
mensaje vivo y eficaz que trae el salvador a los hombres de todas las épocas, una Iglesia
que nos ofrece los sacramentos, es decir la presencia del mismo Señor Jesucristo que
actualiza su misterio pascual.

Así, el modelo agustiniano y rahniano se complementan, por un lado San Agustín que
nos ofrece la Palabra que le da vida al gesto y por otro lado Karl Rahner que nos
presenta en los sacramentos la presencia viva de Jesús. Los dos válidos, como lo he
recalcado en frases anteriores y ambos aportan a lo que realmente se entiende por
sacramento en la Iglesia, solo que el modelo de Rahner según mi parecer es una
respuesta necesaria a la realidad que vive la Iglesia en el presente, es un mostrar la
actuación presente y eficaz de Jesús.

Bibliografía:

 Para una teología del símbolo; Rahner, Karl.


 Tractatus in evangeliuum Ioannis, San Agustín
 De doctrina christiana libri IV, San Agustín.
 Concilio Vaticano II, Constitución dogmatica Lumen Gentium.

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