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Primeras propuestas
Hace ya 40 años un reconocido grupo de académicos, con una extensa trayectoria
en el área del Desarrollo Humano, presentaron un marco conceptual cuestionador de los
modelos implementados en América Latina, que hasta ese momento sostenían que las
necesidades de las poblaciones y personas se verían cubiertas en la medida en que
hubiese mayor crecimiento económico.
La propuesta de este grupo, por el contrario, planteaba que -para comprender el
desarrollo- era necesario analizar las Necesidades Básicas. Este enfoque propone que “el
principal objetivo de la estrategia de necesidades básicas debe ser el de garantizar una
efectiva participación de las masas en el proceso político a fin de amparar los intereses de
la población”.
La propuesta formal se realizó en 1976, en una Conferencia de la OIT
(Organización Internacional del Trabajo - ONU) y planteaba que debían cumplirse como
objetivos para el año 2000, la satisfacción de cuatro categorías de necesidades básicas:
a) Los requerimientos mínimos de una familia para el consumo personal: alimento,
vestido y vivienda;
b) El acceso a los servicios esenciales como: agua potable, saneamiento, transporte,
salud y educación;
c) Disponer de un trabajo con remuneración adecuada para toda persona capaz y que
quiera trabajar;
d) La satisfacción de necesidades de mayor calidad: un entorno saludable, humano y
satisfactorio, y la participación popular en la toma de decisiones que afecten a las vidas
de la gente y a las libertades individuales.
La vigencia de sus planteamientos y la influencia que éstos han tenido sobre
distintos campos de las políticas de desarrollo resulta relevante a la hora de pensar en un
abordaje efectivo de la salud desde la dimensión promocional.
Complejizar la mirada
Diez años después del nacimiento de este concepto de “necesidades básicas”, y
luego de una reducción del mismo a la simple medición de un índice compuesto algunos
indicadores (accesibilidad al agua, el material de construcción de la vivienda, el ingreso y
1
Resumen basado en Max - Neef, M; Elizalde, A; Hopenhayn, M. (1986): “Desarrollo a Escala Humana una
opción para el futuro”. Cepaur - Fundación Dag Hammarskjold. Santiago de Chile.
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nivel de instrucción del jefe de familia, entre otros2); el equipo chileno liderado Manfred
Max Neef apunta -en 1986- a complejizar la mirada meramente economicista del
desarrollo, ampliando su concepto al de necesidades humanas fundamentales, en el texto
“Desarrollo a Escala Humana: una opción para el futuro”.
De manera sintética, se plantean aquí algunos de los principios orientadores de la
propuesta del Desarrollo a Escala Humana, que implica una lectura -incluso hoy en día-
novedosa acerca de las necesidades humanas y las modalidades de satisfacción de las
mismas3.
Los postulados centrales de esta propuesta son:
1) El desarrollo refiere a las personas y no a los objetos. A decir de los autores, "el
mejor proceso de desarrollo será aquel que permita elevar más la calidad de vida de las
personas", entendiendo que "la calidad de vida dependerá de las posibilidades que
tengan las personas de satisfacer adecuadamente sus necesidades humanas
fundamentales".
2) Las necesidades humanas no son infinitas. Así, las necesidades humanas
fundamentales tienden a ser similares en las distintas culturas, y lo que se modifica es la
forma en que se satisfacen las mismas.
3) Las necesidades humanas son interdependientes, por lo que el ejercicio de
desagregarlas permite su organizar abordaje, aunque es casi imposible no influir
transversalmente.
El equipo Max Neef clasifica las necesidades humanas fundamentales (NHF)
transversales a las distintas culturas en nueve categorías, a saber, Subsistencia,
Protección, Afecto, Entendimiento, Participación, Ocio, Creación, Identidad y
Libertad.
Estas necesidades se desenvolverán en distintos ámbitos de las personas y
comunidades, presentando a su vez diversas formas de lograr su satisfacción, las que
cambiarían según las formas de pensar, las tecnologías, las creencias y múltiples factores
sociales y culturales de los pueblos.
Ahora bien, pensando en estos “satisfactores” y dada la interdependencia antes
mencionada, cada uno de ellos puede dar cuenta de varias necesidades
simultáneamente, así como también una necesidad puede requerir de varios satisfactores.
Un ejemplo, en el campo de la salud reproductiva lo constituye una madre que amamanta
a su bebé. Y en este acto “contribuye a que la criatura reciba satisfacción simultánea para
sus necesidades de subsistencia, protección, afecto e identidad”. La situación será distinta
si el bebé es alimentado por una cuidadora con una mamadera con fórmula láctea, donde
no se cubrirían eventualmente las mismas necesidades, a pesar del acto de alimentar.
2
Feres, J. C. y Mancebo, X (2001): El método de las Necesidades Básicas Insatisfechas y sus aplicaciones
en América latina. CEPAL,Santiago de Chile
3
Años más tarde, a raíz de esta propuesta (y otras de la misma línea), surgirá el planteamiento del Programa
de Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD), denominada Índice de Desarrollo Humano (IDH), aún vigente
en la actualidad.
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De este modo, cada comunidad posee autonomía para elegir cuáles son los satisfactores
que se priorizarán para cubrir las necesidades humanas fundamentales y de qué manera
lo harán. Asimismo, cabe aclarar que pueden haber distintos contextos de satisfacción: a)
en relación con uno mismo b) en relación con el grupo social y c) en relación con el medio
ambiente.
La propuesta planteada por el equipo de Max Neef reinterpreta también lo que se
entiende como pobreza. Si tradicionalmente la pobreza era la carencia de bienes
económicos, para esta nueva propuesta cada vez que una necesidad humana no se
satisface adecuadamente podemos plantear que existe un tipo de pobreza (de
afecto, de entendimiento, de creatividad, etc).
A su vez, cada pobreza, si supera límites críticos de intensidad y duración generará
patologías en los individuos y grupos que las sufren. Esto es trascendental para
pensar, en el área de la salud, las patologías no solamente desde el cuerpo individual,
sino como eventos de carácter familiar y social.
Es importante señalar y recalcar que los satisfactores de las NHF no son los bienes
económicos, sino que constituyen formas de ser, tener, hacer y estar que contribuyen a
la realización de las necesidades humana. Estos pueden incluir, entre otras, formas de
organización, estructuras políticas, prácticas sociales, condiciones subjetivas, valores y
normas, espacios, contextos, comportamientos y actitudes.
Los bienes en tanto, pasan a ser objetos y artefactos que permiten potenciar o disminuir
la eficiencia de un satisfactor. Son medios por los cuales el sujeto y las comunidades
potencian o afectan la eficiencia de un satisfactor, alterando el umbral de una necesidad,
ya sea en sentido positivo o negativo.
Pero, ¿cómo llevar a concreto este modo de revisar las necesidades humanas? Para su
análisis a nivel individual o grupal, los autores presentan una matriz de necesidades y
satisfactores (ver tabla 1).
La interdependencia mencionada para las NHF también aplica para sus satisfactores,
teniendo estos últimos, efectos neutrales, sinérgicos, inhibitorios o destructores de otros
satisfactores que dan cuenta de la misma necesidad y/o sobre otras necesidades. Estos
satisfactores no son necesariamente catalogables como buenos o malos, pues este
carácter dependerá del contexto cultural en que se desenvuelvan. Así los autores
proponen que pueden actuar como satisfactores destructores o violadores cuando al
ser aplicados con la intención de satisfacer una determinada necesidad, no sólo aniquilan
la posibilidad de su satisfacción en un plazo mediato, sino que imposibilitan, por sus
efectos colaterales, la satisfacción adecuada de otras necesidades. Por ejemplo, las rejas
en los espacios públicos como parques y plazas pueden buscar la protección, pero -a la
larga- inhibir su uso, afectando a la libertad, el ocio y la participación de la población.
Luego, los autores mencionan los pseudo - satisfactores que estimulan una falsa
sensación de satisfacción de una necesidad determinada. Por ejemplo, la idea de que
existe un fármaco para cada enfermedad (A pill for every ill), si bien supone brindar
protección a la población, impide profundizar en otras dimensión no biológicas del proceso
salud enfermedad, como las determinaciones psico-sociales.
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En tercer lugar, existiría también los satisfactores inhibidores, es decir, aquellos que por
el modo en que satisfacen (generalmente sobresatisfacen) una necesidad determinada,
dificultan seriamente la posibilidad de satisfacer otras necesidades. Éstos suelen emanar
de hábitos arraigados. Por ejemplo, el paternalismo del médico satisface la protección del
paciente, pero suele impedir el entendimiento y la libertad (autonomía) del mismo.
En cuarto lugar están los satisfactores singulares, los cuales satisfacen solo una
necesidad, siendo neutros respecto a las demás. Por ejemplo, el programa de
alimentación complementaria al adulto mayor (PACAM) satisface un aspecto de la
subsistencia.
Finalmente, en el lado positivo, describen los satisfactores sinérgicos, que son aquellos
que estimulan y contribuyen a la satisfacción simultánea de otras necesidades. Por
ejemplo la ya mencionada lactancia materna, que junto a la subsistencia, recibe
protección, afecto o identidad.
Es justamente en el ámbito de los satisfactores sinérgicos que se encuentra la promoción
de la salud. Por ejemplo, cuando ésta se orienta a promover la práctica de deporte como
un modo de vida saludable, no sólo satisfacemos la subsistencia, sino también el ocio, la
participación, la libertad, el entendimiento, entre otros.
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