1 MÚSICA (Vinil)
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juicios estéticos más vale decir que aquello nos gusta o displace, que es
bello o pretende serlo y así. Por lo que no estoy segura de qué pensar sobre
lo que me dices y dices que piensas–
V: –¡Caray! Hermosa Luisa, mentiría el que no dijera que eres bella como
aguda, y eso, por modesta que seas, no podrá sino quedarte bien claro.
Mas precisas y muy justas me parecen tus preguntas y por ello intentaré dar
respuestas igualmente justas y precisas. En cuanto al asunto de si, la droga
puede ser buena o mala, se me ocurre que pueda serlo respecto de la
salud pues puede serle provechosa como dañina, preservándola o
alterándola según constituciones y medidas de las que yo, al no poseer la
ciencia de la farmacología, me confieso un ignorante. Ahora que si lo
vemos desde la moralidad, es decir, si nosotros al obrar consumiendo
drogas actuamos bien o mal, o si el mismo acto de consumirlas es ya de
por si un bien o un mal obrar, ello redundará de las consecuencias de
cada caso, pues así como es malo y peligroso para la madre y el hijo, con
las de cierto tipo durante el embarazo, seguro que por el contrario, otras
tantas han de ser ventajosas para la enfermedad.
Ahora, después de toda esta explicación, confieso que respondí así para
encubrir el hecho de que, si bien la música de la fiesta no era aborrecible,
ya que poseía un ritmo bastante incitante, tampoco diría que me ha
complacido y extasiado. Soy de tu opinión al decir que bueno y malo se
dice de la música ¡y hasta de cualquier arte! Sólo análogamente, me
parecen términos más apropiados los relativos a los sentimientos, pero si
bien, la música que bailamos fue de mi agrado, no ocasionó en mí
sentimiento de belleza alguno. Pienso que la causa quizá esté en que no
eran músicos los que reproducían esa música, sino alguien que se
ocupaba de cambiar las canciones a su gusto y nada más, evitando el
silencio, como si el silencio fuese algo absolutamente despreciable a la
música, cambiaba pues las canciones, pero sin crear nada original ni
espontáneo. Y si bien, es grato reproducir la música, no lo es tanto como
escucharla en vivo, por decirlo así, en “tiempo real”, quiero decir, escuchar
realmente a personas tocando instrumentos reales, que gesticulan, se
concentran y disfrutan con cada nota que hacen sonar, introduciendo
algunas cosas a su gusto, espontáneamente pero no sin memoria,
moviéndose entre escalas, armonías, progresiones y secuencias que han
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trabajado por horas, ensayando por semanas y por fin, compartiendo el
fruto de su esfuerzo frente a un público–
Desde los años en que Edison hiciera el primer fonógrafo, no hay duda de
que se ha buscado la refinación y sofisticación del almacenamiento,
grabación y reproducción de los sonidos, y antes de esto, las partituras
como medio impreso para conservar la música, fueron también un
importante medio para el resguardo de la memoria musical, aunque no
tan impresionante como en lo que ha redundado actualmente. Sin
embargo antes de que esto fuera así, me imagino que si uno quería
divertirse sanamente en una fiesta y en ella, bailar y cantar al ritmo de
cualquier canción, era imprescindible la figura del músico. Y si bien era
posible contentarse con cantar con los presentes, traer una banda no era
por ello menos placentero. El músico era pues, una persona cuyo trabajo
era reconocido como importante, él toca canciones animadas cuando la
gente quiere bailar y cuando las ve cansadas o tristes, acopla sus acordes
igualmente al estado de esas ánimas. La caja musical, por el contrario es
fría y no sabe de humores. Y si bien, es necesario un mínimo de tecnología
para hacer la música, fuera del ya de por sí hermoso canto humano, no es
lo mismo servirse de ella (la tecnología) para crear, que servirse de ella
para reproducir, y mi molestia se acrecienta cuando, a los aficionados a
combinar y cambiar las canciones, les llaman artistas, pues para mí, en
Como sea, por otro lado también asumo que el pinchar viniles tiene en sí,
su parte de creación estética, de creación artística, dado que si partimos
del hecho de entender al arte no como en la Edad Media se tuvo a
conveniencia4, sino como se concibió en la antigüedad (sí, ese período
que tanto le place a usted) hasta el Renacimiento, porque para entonces
por arte se tenía a la destreza, la “manera de hacer”, y lejana figuraba la
bifurcación entre “arte” y oficio 5. Todo ello teniendo en cuenta que la
diferenciación entre ellas, “se dividieron según su práctica, las que requerían
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“bella arte” aparecería hasta el s. XVIII. Y en este sentido, brava seré al
vigorizar la propuesta de entender el acto de pinchar viniles como arte,
¡arte en tanto que la música por sí misma es un arte!, uno mayor, e
inefable, ¡cuántas criaturas podrían negar esta proposición! Recordemos,
cuando escuchas a alguien decir nolī vivĕre sine mūsĭcē (no vivas sin
música), no lo dice porque esto sea baladí en sí, sino porque la música
debe ser ubicada a la par del arte de vivir6, sin importar si ésta está siendo
(re)producida en una “caja fría” o fue emitida desde la fría guitarra (al fin
caja musical también) que pudiese intentar tocar un torpe “músico”,
porque repara en esto, hombre, el que el esfuerzo del músico sea
valorado, no supone que por ello sea más o menos arte, simplemente es
una creación artística, diferente es el hecho del placer y del displacer que
ésta (la ejecución) levante en los animosos oyentes. Así pues, en ambas
veo técnicas, asevero yo que tanto el músico como el pinchador, hacen
uso de la técnica para vitalizar el arte de sus expresiones.
Sin embargo, esta idea queda muy lejos si hablo con un fanático de Kant y
de la razón, éste sería propenso a catalogar a la música como la más
inferior de las artes (pues ni el mismo prusiano pudo negar su valor artístico).
Este menosprecio kantiano se debe a la exacerbada capacidad sensitiva
y una acusada “materialidad” en la música, es decir, si para tí también
ésta "habla a través de puras sensaciones sin concepto y, por lo tanto, no
deja algo para meditar”8, y eso a su vez, lo excluye de las artes, voltead a
ver la poesía debes tú, mi amigo .
botón. Pareciera entonces que aquí queda más que subrayado el hecho de que
los receptores no tienen por negativa la reproductibilidad del arte, y por ende, de
la música. La relevancia total recae en la música como tal.
8 Proposición sostenida de la siguiente cita de Kant: “Después de la poesía,
pondría yo, si se trata de encanto y movimiento del espíritu, aquel arte que sigue
de más cerca a las de la palabra y se deja unir con ellas muy naturalmente, a
saber: la música. Pues aunque habla mediante puras sensaciones, sin conceptos,
y, por tanto, no deja, como la poesía, nada a la reflexión, mueve, sin embargo, el
espíritu más variadamente, y, aunque transitoriamente, más interiormente; pero
es, desde luego, más goce que cultura (…) y tiene, juzgado por la razón, menos
valor que cualquier otra de las bellas artes”. La Crítica del Juicio, p.235. Discutible
esto es, ¡ya que aunque Kant diga que la música no hace pensar, ésta a partir de
la sensibilidad rompe esquemas de pensamiento, incluso, los más repensados en
el panorama intelectual del hombre. Con la música se siente al momento de
pensar y se piensa al momento de sentir. Hay una relación dialéctica entre ellos.
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L:-desde luego–
V:-y a su vez ¿no dirías que ni una ni otra son lo mismo que la tecnología?
L:–No sería Luisa si te respondiera lo contrario–
V:– Ahora, aceptamos que estos tres nombres corresponden a un número
idéntico de cosas distintas, ya que no necesitaríamos tantos nombres si se
tratara de cosas idénticas. También aceptamos que técnica, música y
tecnología mantienen relaciones entre sí pues, se necesita un mínimo de
técnica y tecnología para hacer sonar música, sin embargo, esta relación
no es recíproca pues, no se necesita un mínimo de música para que exista
la tecnología pero sí para que haya técnica (musical), ¿no crees tú esto? –
L:–Te lo concedo–
V:–Pónme aquí mucha atención para no caer en yerro mi sapiente musa.
Si bien, el hombre es el que elabora música y las otras dos cosas que
dijimos ¿al elaborarlas, no se hace, de manera particular la técnica y la
tecnología, siempre en vista de algo? Por eso, al principio te decía que
éstas dos se hacen con relación a lo útil y lo instrumental, siendo ambas
medios para otros fines. Sin embargo, la música no se hace en vista de otra
cosa, ni siquiera para el baile sino al contrario, se busca la música por su
belleza, no solamente por provocarnos deleite, si no que se le admira a sí
misma como objeto de culto y parte de ese culto origina el baile.
L:-esta bien ¿y qué con eso?
V:–nada, pero dime otra cosa ¿dirías tú que los viniles son productos de la
tecnología con el fin de guardar en un objeto, la memoria auditiva,
icluyendo dentre ella la música?
L:–Sí–
V:–¿Y aunque la música se relaciona prácticamente con la técnica, es
más bien un producto del arte y por ello le llamamos obra de arte?
L:–sí–
V:–¿Y pinchar viniles es otra cosa que cambiar los mismos viniles, según
correspondencia en tiempos, unidos a efectos sonoros, buscando la
continuidad rítmica o incluso armónica, de la música contenida en esos
viniles?
L:–por el momento, puedo decirte que sí–
V:–Entonces tú también aceptas que una cosa es producir la música, a
través del arte que corresponde al conocimiento de las divisiones tonales,
escalas, acordes, tiempos, melodías, armonías, composición e
improvisación, y la ejecución de todo ello a través del instrumento musical ,
es decir el arte musical completo, teórico y práctico; y todo esto lo
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diferencias de otra cosa que es mezclar ésta música, ya producida por el
arte musical, simulando producirla, o sea, reproduciéndola a través de
tecnologías relacionadas con el almacenamiento de audio–
L:–por fuerza es de admitirse, sin embargo ¿acaso no tú mismo gustas de
escuchar música bajo este tipo de tecnologías que almacenan y
reproducen audio, como en tu celular?
V:–mentiría si te dijera que no, mas ciertamente tampoco es lo mejor,
como podría deducirse de lo anterior, pero si bien, como dije al principio
de la conversación, no conozco la ciencia farmacológica, sí conozco el
arte musical, y esto me permite distinguir entre la producción auténtica y la
reproducción simulada y así, poder buscar la primera por sobre la
segunda. Aunque desgraciadamente, no todos corren con la misma suerte
y por ello, se ven seducidos por las innnovaciones de la tecnología y no las
del arte, y como las ratas de Hamelín, buscan encantadas su perdición,
creyendo éstas encaminarse a la dicha–
L:–¿y por eso no te gustó la música de la fiesta, por que la pinchan en lugar
de tocarla?–
V:–Eso, o quizá y al mismo tiempo, tampoco me gustaba la música que
pinchaban–
L:–No hay duda pues, que eres difícil de contentar, pero ahora apretad el
paso, pues he avizorado ya en la lejanía, la avanzada entusiasta de unos
tipos de sospechoso ver.
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