3.1. ETIOLOGIA:
.
3.2. FISIOPATOLOGIA:
3.3. EPIDEMIOLOGIA :
4. DIAGNOSTICO DE ENFERMERIA:
5. BJETIVO:
6. POBLACION OBJETIVO:
7. PERSONA RESPONSABLE:
8. PLAN DE CUIDADOS:
Algoritmos.
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SINTOMAS CLASICOS:
VALORACION
LABORATORIO:
Intervención
interdependiente
D
I
A
G DIAGNOSTICO DE ENFERMERIA
N
O
S
T
I
C
O
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INDICADORES EVALUATIVOS
INTERVENCIONES (NIC)
EJECUCION
IMPLEMENTACION DE ACTIVIDADES
.
Evaluar indicadores
EVALUACION
Alta
Mejoria si Transferencia
Revaloración NO
Hospitalizado
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INDICADORES EVALUATIVOS
Facilidad de la respiración
INTERVENCIONES (NIC)
EJECUCION
IMPLEMENTACION DE ACTIVIDADES:
EVALUACION
EVALUACION
Mejoria SI
Revaloración NO
NO Mejor SI OBSERVACION,
ia SOP,
HOSPITALIZACIÓN
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INDICADORES EVALUATIVOS:
INTERVENCIONES (NIC)
EJECUCION
IMPLEMENTACION DE ACTIVIDADES:
EVALUACION
EVALUACION
Revaloración NO Mejoría SI
OBSERVACION,
SOP,
HOSPITALIZACIÓN
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INDICADORES EVALUATIVOS:
INTERVENCIONES (NIC)
EJECUCION
IMPLEMENTACION DE ACTIVIDADES
.
EVALUACION
Evaluar indicadores
NO Mejoría SI
Revaloración OBSERVACION,
SOP,
HOSPITALIZACIÓN
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INTERVENCIONES (NIC)
EJECUCION
IMPLEMENTACION DE ACTIVIDADES
EVALUACION
Evaluar indicadores
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS:
1.
La presión capilar normal oscila entre 16 y 33mm Hg, lo que significa que presiones por
encima de 16mm Hg producen un colapso de la red capilar. La isquemia local aumenta la
permeabilidad capilar con la consiguiente vasodilatación, extravasación de líquidos e infiltración
celular, produciéndose un proceso inflamatorio que origina una hiperemia reactiva, manifestada
por un eritema cutáneo. Éste es reversible si al retirar la presión desaparece en 30 minutos,
restableciéndose la perfusión de los tejidos. Si no desaparece la presión se produce isquemia
local, trombosis venosa y alteraciones degenerativas que desembocan en necrosis y
ulceración.
El Peu 2003;23(4):194-198
Esta definición tiene la virtud de considerar la etiología y localización de las lesiones, además
de valorar las fuerzas de fricción como posible causa de las upp.
(1)Almendariz Alonso Mª J. Úlceras por presión. En: ¿Heridas crónicas y agudas? EDIMSA
Madrid. 1999.
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Una úlcera por presión es una lesión de la piel y / o tejido subyacente que se localiza
generalmente sobre una prominencia ósea, como resultado de la presión o presión en
combinación con la cizalla. Un número de factores contribuyentes o factores de confusión
también se asocian con las úlceras por presión; la importancia de estos factores aún no se ha
dilucidado. (EPUAP 2014)
Igualmente podemos defiir una UPP como toda lesión de la piel originada una presión
mantenida sobre un plano o prominencia ósea, o por la fricción, cizalla o combinación de
las mismas, causando una isquemia que provoca degeneración de dermis, epidermis,
tejido subcutáneo, pudiendo afectar incluso músculo y hueso.
Las causas que desencadenan la aparición de estas lesiones pueden ser, en la mayoría de los
casos, detectadas con antelación; el identificar los factores de riesgo es fundamental para
aplicar las medidas preventivas, ya que una vez que aparece la úlcera, el problema es de
complicado manejo.
Las úlceras por presión son lesiones de origen isquémico localizadas en la piel y tejidos
subyacentes, con pérdida de sustancia cutánea y producidas por una presión prolongada o
fricción entre dos planos duros.
Las upp generalmente ocurren sobre prominencias óseas y son clasificadas según el grado de
lesión tisular observado.
Fisiopatología:
Se describen a continuación los mecanismos que provocan la aparición de estas
lesiones basados en la alteración del riego sanguíneo de la zona por una causa externa, la
presión, la humedad o la fricción.
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Fricción: Es una fuerza tangencial que actúa paralelamente a la piel, produciendo roces,
por movimientos o arrastres. En el paciente encamado o sentado en el roce con las
sabanas o superficies rugosas produce fuerzas de fricción., sobre todo en las
movilizaciones, al arrastrar al paciente.
Está aceptado que la piel húmeda presenta un coeficiente de fricción más elevado y que
este efecto es acentuado por los componentes de la orina.
Se ha demostrado que el aumento del coeficiente de fricción protector de la piel reduce
simultáneamente la tolerancia de los tejidos al estrés determinado por la presión y el
cizallamiento al interior de los tejidos más profundos. Esto aumenta la deformación del
tejido blando que, en último término, causa que se forme la úlcera por presión.
Del Entorno:
Según la guía de práctica clínica para la prevención y el tratamiento de las úlceras por
presión del Servicio Andaluz de Salud, se puede establecer dos grandes grupos de
factores predisponentes para las upp, los factores intrínsecos y extrínsecos:
FACTORES INTRÍNSECOS
Condición física: Inmovilidad
Alteraciones respiratorias/circulatorias
Diabetes
Insuficiencia vasomotora
TA baja
Insuficiencia cardiaca
Vasoconstricción Periférica
Alteraciones endoteliales
Anemia
Septicemia
Edad
Malnutrición/deshidratación
Factores psicológicos
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FACTORES EXTRÍNSECOS
Humedad
Perfumes, agentes de limpieza…
Estancia
Superficie de apoyo
Técnicas manuales sobre la piel
Medicación Sondaje: vesical, nasogástrico.
Fijaciones, férulas
Bibliografía:
Úlceras por presión, también conocidas como las úlceras de decúbito o úlceras
de decúbito, son causadas por la aplicación de presión extra sobre los parches
de piel.
Úlceras por presión se observan con frecuencia entre los muy jóvenes o en los
ancianos que ingresan a los hogares de ancianos y están inmóviles durante
períodos prolongados de tiempo. (1-5)
Las úlceras por presión se producen debido a una falta de irrigación sanguínea
y así el suministro de oxígeno y nutrientes, a una parte del cuerpo que también
se ve afectada por la presión.
Las úlceras por presión no suelen afectar a personas sanas. Individuos sanos
suele mover su cuerpo y cambiar posturas sin saberlo con el fin de evitar la
presión prolongada sobre una parte.
Algunas personas corren un mayor riesgo de padecer úlceras por presión. Los
riesgos principales que conducen a las úlceras por presión son:
estrés
duración del estrés
parálisis o espasticidad
infecciones
edema
humedad
falta de suministro de nervio
mala nutrición
Lecturas adicionales
Fuentes
1. http://www.Nice.org.uk/nicemedia/PDF/CG029publicinfo.pdf
2. http://www.royalfree.NHS.uk/pip_admin/docs/Pressure_sores_143.pdf
3. http://www.Patient.co.uk/doctor/Pressure-sores.htm
4. http://www.stoppain.org/pressureulcers/Common/PDF/BIMC_patient.pdf
5. http://OSP.Mans.edu.EG/tmahdy/papers_of_month/0708_Pressure_Sores.pdf
CATEGORIA I
Eritema no blanqueante
Piel intacta con eritema no blanqueante de un área localizada, generalmente sobre una
prominencia ósea. Decoloración de la piel, calor, edemas, endurecimientos o dolor también
pueden estar presentes. Las pieles oscuras pueden no presentar una palidez visible. Otras
características: El área puede ser dolorosa, firme, suave, más caliente o más fría en
comparación con los tejidos adyacentes. La Categoría / Estadio I puede ser difícil de detectar
en personas con tonos oscuros de piel. Puede indicar personas "en riesgo" de desarrollar una
úlcera por presión.
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CATEGORIA II
Úlcera de espesor parcial
La pérdida de espesor parcial de la dermis se presenta como una úlcera abierta poco profunda
con un lecho de la herida entre rosado y rojizo, sin esfácelos. También puede presentarse
como una ampolla intacta o abierta/rota llena de suero o de suero sanguinolento. Otras
características: Se presenta como una úlcera superficial brillante o seca sin esfácelos o
hematomas*. Esta categoría / estadio no debería emplearse para describir desgarros de la piel,
quemaduras provocadas por el esparadrapo, dermatitis asociada a la incontinencia, la
maceración o la excoriación. *El hematoma sugiere lesión de tejidos profundos.
CATEGORIA III
Pérdida total del grosor de la piel
Pérdida completa del grosor del tejido. La grasa subcutánea puede resultar visible, pero los
huesos, tendones o músculos no se encuentran expuestos. Pueden aparecer esfácelos. Puede
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CATEGORIA IV
Pérdida total del espesor de los tejidos.
Pérdida total del espesor del tejido con hueso, tendón o músculo expuestos. Pueden aparecer
esfácelos o escaras. Incluye a menudo cavitaciones y tunelizaciones. Otras características: La
profundidad de la úlcera por presión de categoría/estadio IV varía según su localización en la
anatomía del paciente. El puente de la nariz, la oreja, el occipital y el maléolo no tienen tejido
subcutáneo (adiposo) y estas úlceras pueden ser poco profundas. Las úlceras de
categoría/estadio IV pueden extenderse al músculo y/o a las estructuras de soporte (por
ejemplo, la fascia, tendón o cápsula de la articulación) pudiendo provocar la aparición de una
osteomielitis u osteítis. El hueso/músculo expuesto es visible o directamente palpable.
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NO ESTADIABLE: PROFUNDIDAD
DESCONOCIDA
Pérdida del espesor total de los tejidos donde la base de la úlcera está completamente cubierta
por esfacelos (amarillos, canela, grises, verdes o marrones) y/o escaras (canela, marrón o
negro) en el lecho de la herida. Hasta que se hayan retirado suficientes esfacelos y/o la escara
para exponer la base de la herida, la verdadera profundidad, y por tanto la categoría/estadio no
se puede determinar. Una escara estable (seca, adherida, intacta, sin eritema o fluctuación) en
los talones sirve como "una cobertura natural (biológica) del cuerpo" y no debe ser eliminada.
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Área localizada de color púrpura o marrón de piel decolorada o ampolla llena de sangre debido
al daño de los tejidos blandos subyacentes por la presión y/o la cizalla. El área puede ir
precedida por un tejido que es doloroso, firme o blando, más caliente o más frío en
comparación con los tejidos adyacentes. La lesión de los tejidos profundos puede ser difícil de
detectar en personas con tonos de piel oscura. La evolución puede incluir una ampolla fina
sobre un lecho de la herida oscuro. La herida puede evolucionar y convertirse una escara
delgada. La evolución puede ser rápida y puede exponer capas adicionales de tejido, incluso
con un tratamiento óptimo.
La incidencia de las úlceras por presión (UPP) en las unidades de cuidados intensivos
(UCI) continúa siendo elevada. A pesar de la cantidad de recursos invertidos,
continuamos sufriendo este grave problema de salud. El trabajo del Dr. Yepes y
colaboradores en 150 pacientes de una UCI en Bolivia indica un 26,7% de incidencia de
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UPP de grado II o superior1. Esta elevada cifra es recientemente confirmada por otros
autores, como Nijs y colaboradores2, que en 2008 publican una incidencia del 20,1% de
UPP grado II o superior en una muestra de 520 enfermos de una UCI médico-
quirúrgica. En la última década se han publicado estudios epidemiológicos con
resultados contradictorios, aunque mayoritariamente las incidencias señaladas son altas,
con cifras que oscilan entre el 1,9% y el 29,5%. Las discrepancias entre estas cifras
pueden ser consecuencia de la comparación entre muestras muy diferentes, y es
evidente que el paciente crítico presenta una mayor susceptibilidad al desarrollo de UPP
debido a la frecuente inmovilidad y a la exposición a múltiples factores de riesgo
asociados con la enfermedad, tales como edad elevada, prolongadas estancias en UCI,
alteraciones hemodinámicas y del intercambio gaseoso, etc. Ante estas elevadas cifras,
la reducción de la incidencia es un objetivo prioritario. Se han recomendado actuaciones
como la evaluación del riesgo de UPP, maniobras para redistribuir la presión,
intervenciones dirigidas a prevenir o reducir la exposición a la fricción o el
cizallamiento, intervenciones dirigidas a mitigar factores contribuyentes tales como la
humedad o los trastornos de la nutrición y, finalmente, la educación a los pacientes, las
familias y los proveedores de cuidados3. A pesar de la implantación de las normativas de
supervisión y de las mejoras en las tecnologías disponibles para la prevención, los datos
epidemiológicos demuestran una estabilidad en la incidencia de las UPP. Por ello una de
las cuestiones que se plantean es si el fracaso en la reducción de la incidencia de UPP se
relaciona primordialmente con los factores asociados con la morbilidad de los pacientes
o bien con factores que dependen de los cuidadores y que, por tanto, están relacionados
con la implementación o la calidad de las medidas preventivas aplicadas. De aquí se
derivan dos visiones completamente distintas de este problema. Por un lado, una visión
que defendería que las UPP son inevitables, aunque podría reducirse la incidencia a
niveles más bajos que los actuales si se incorporasen nuevos avances tecnológicos o
científicos, y otra que consideraría que son prevenibles y que se podría alcanzar la
incidencia cero si se consiguiera la excelencia en la aplicación de las medidas
preventivas. Con la información disponible hasta ahora, no es posible saber cuál de
estas posiciones se halla más próxima a la realidad, ya que la mayor parte de la
producción científica relacionada con las UPP se centra en los factores o escalas de
evaluación del riesgo de UPP, pero escasamente se menciona el impacto de la calidad
de los cuidados del personal sanitario a los pacientes. Sin embargo, este factor no es
descartable que tenga un papel decisivo en la ocurrencia de las UPP en las UCI. Así,
también nos preguntamos: ¿qué porcentaje de las UPP puede ser evitable? Por el
momento no disponemos de estudios científicos que puedan responder a esta pregunta,
pero basándonos en nuestra experiencia clínica pensamos que probablemente
incidencias menores del 7% en enfermos ventilados podrían ser razonables si se
aplicasen unos cuidados ideales. En consecuencia, podemos decir que, con pocas
excepciones, las UPP deberían ser inaceptables.
UCI desarrollen UPP, debido a que los profesionales de la salud estamos muy centrados
en tratar la disfunción de órgano que presenta el enfermo, que tiene un mayor impacto
sobre la morbimortalidad, pero nos olvidamos de los cuidados de la piel, que deberían
ser también siempre una prioridad.
En el proceso de la prevención de las UPP, uno de los principales retos que se plantean
en el futuro de las UCI es conocer cuál es la incidencia y las actuaciones preventivas
aplicadas en una población de enfermos cuyas características homogéneas y fácilmente
reproducibles permitan la comparación entre diferentes unidades y centros hospitalarios.
Este hecho es apoyado por el fracaso de las escalas de riesgo de UPP (Braden, Norton,
etc.) que, utilizadas en la población general hospitalaria, han demostrado escasa
capacidad discriminatoria en enfermos críticos. Dentro de la heterogeneidad de las
poblaciones de enfermos que ingresan en las UCI, la mejor población que reúne estas
características es la de enfermos con fallo respiratorio agudo, o sea, que precisan
ventilación mecánica durante un periodo mayor de 24 horas, enfermos que además
presentan una alta incidencia de UPP. En el artículo de Yepes y colaboradores1, el 89%
de los enfermos precisa de ventilación mecánica, pero no se indica cuál es la incidencia
de UPP en este subgrupo de enfermos, aunque probablemente sea más alta que en el
resto de la población general de la UCI. De igual manera, la mayoría de los trabajos que
estudian las UPP en UCI tampoco aporta datos sobre la incidencia de UPP en estos
enfermos, por lo que no sabemos si las diferencias en las incidencias señaladas son
consecuencia de las distintas poblaciones estudiadas o bien de diferencias en las
estrategias preventivas. Por ello sería deseable hallar en el futuro publicaciones
científicas que indiquen tanto la incidencia bruta en UCI como la incidencia de UPP en
este subgrupo de enfermos.