I N D I C E
El Capitalismo
“El término designa al sistema socioeconómico caracterizado fundamentalmente, por la propiedad privada de
los principales medios de producción y la libertad reconocida a los individuos para realizar contratos que regulen
sus propios intereses. Históricamente el capitalismo surgió en Europa occidental, como sistema basado en la
organización del trabajo libre asalariado, diferenciándose de otros sistemas fundados en la utilización de mano de
obra esclava o servil (esclavismo, feudalismo).
Desde el punto de vista jurídico, el capitalismo descansa, pues, sobre dos instituciones esenciales: el derecho
de propiedad privada y la libertad de contrato, incluida… la contratación del trabajo personal. En general, la
actividad económica está orientada hacia la rentabilidad u obtención de beneficios por las empresas privadas, en
un régimen de libre concurrencia, en el cual, al menos en principio, el Estado no interviene.” 1
1
DI TELLA, TORCUATO, GAJARDO, PAZ, GAMBA, SUSANA, CHUMBITA, HUGO, Diccionario de Ciencias Sociales y Políticas, pp. 64 á 66, Buenos Aires, Puntosur,
1989.
5
En sus 5 siglos de existencia, atravesó distintas etapas: mercantil, manufacturera, industrial y monopólica,
con sus caracteres propios. En su desarrollo histórico, el capitalismo presenta tendencias hacia la
internacionalización del capital, la centralización y la concentración.
Sus defensores, los liberales, sostienen la supremacía del Mercado (como factor fundamental para el
desarrollo económico y la multiplicación de la riqueza) sobre el Estado. Sin embargo, han apelado al Estado para
salvar al sistema. El Estado es un actor económico relevante. Muy tempranamente, Adam Smith, ha definido el
papel de un gobierno capitalista-burgués: “El gobierno civil, en la medida en que está instituido para defender la
propiedad, en realidad está instituido para defender al rico contra el pobre, o a los que tienen alguna propiedad,
contra los que no tienen ninguna.”
En la práctica, el capitalismo inevitablemente genera una enorme desigualdad económica y social (clases
burguesa, media y trabajadora) y también, entre pueblos y naciones. Sus intereses contradictorios, originan
pugnas que se manifiestan con variada intensidad, aunque a veces, estén encubiertas.
Tiene una capacidad de crecimiento notable que no es lineal e ininterrumpido, sino cíclico, “donde se
suceden ondas alcistas y ondas recesivas, que desembocan eventualmente en una crisis.”
Por lo tanto, el desarrollo económico se produce cuando las elites económicas generan innovaciones
tecnológicas que involucran a toda la sociedad “en forma de sistemas nacionales de innovación”. Este fenómeno
impulsa las etapas de crecimiento acelerado de impulso endógeno.
“La economía argentina, y las latinoamericanas en general, han sido economías de adaptación (tardía
desde el punto de vista tecnológico), cuyo comportamiento ha sido el ajuste a las oportunidades creadas por
otras economías.”
“… este comportamiento (la obtención de ‘opciones blandas’) no lleva a un proceso de etapas o ciclos de
desarrollo, sino a una serie de ‘booms’ o ‘burbujas’ que, cuando se terminan, dejan sólo algunas gotas aisladas
de capacidades sobre las que pueda generarse otro ciclo de desarrollo.”
“En las economías de desarrollo, las cuestiones de la ciencia, de la tecnología, de la inversión y de la
industrialización, y las políticas gubernamentales correspondientes, están en el centro de la agenda del Estado y
de la elite económica, y los esfuerzos científicos-tecnológicos están estrechamente vinculados (por impulsos de
la demanda de la misma elite) al perfil del producto, de la inversión y del comercio exterior.”
En cambio, “en las economías de adaptación… esas cuestiones y políticas están ausentes (o casi ausentes)
…”
2
LAFFERRIERE, LUIS, Capitalismo y ‘Modelos de Acumulación’, Mimeo, Paraná, 1985.
6
A partir del ‘Proceso’ militar “… la elite económica forzó otro período de opciones fáciles y de obtención de
cuasi rentas de privilegio.” El factor que lo lideró, fue el endeudamiento externo, la ‘gran burbuja’.
Tiene 3 etapas: la primera, entre 1977 y 81, se aprovechó del aumento de la liquidez y la baja de las tasas de
interés en el mundo (pero muy altas en la Argentina); la segunda fase (1982-90), obtuvo transferencias de
ingresos masivos a través de subsidios (‘promoción industrial’) y la tercera, a partir de 1991, “… la combinación
del endeudamiento externo con las privatizaciones, la desregulación y la liberalización comercial, contribuyó a
que pudieran obtenerse cuasi rentas no tecnológicas.” 4
3
ASPIAZU, DANIEL y NOCHTEFF, HUGO, El desarrollo ausente, Buenos Aires, FLACSO/Norma, 1994.
4
NOCHTEFF, HUGO, La experiencia argentina: ¿desarrollo o sucesión de burbujas?, en Revista de la CEPAL Nº 59, agosto de 1996.
7
Otro genocidio. La “civilización” avanzaba. El Gobierno Nacional incorporaba a su autoridad, 24.000 leguas
cuadradas, entre ellas, millones de hectáreas de las tierras más fértiles del mundo, para ser repartidas –regaladas o
vendidas a precio vil- entre terratenientes, comerciantes y militares porteños . . . y británicos.
Simultáneamente, se iniciaba la ocupación de la región chaqueña, y años más tarde, toda la Patagonia.
4. La “cuestión capital”
Quedaba por resolver, una cuestión institucional importante: la Capital de la República. En 1880, el Congreso
–en minoría- declaró a la ciudad de Buenos Aires, capital de la Nación, federalizándola.
Era el corolario de la victoria de la oligarquía porteña. Buenos Aires, sería una capital poderosa, rica y
pujante, en un país raquítico, desequilibrado, con un Interior empobrecido. La capital miraría al exterior, dando la
espalda al país. La capital era –y lo sería mucho más en el futuro-, un centro de operaciones del capital financiero
internacional y de sus socios nativos. Buenos Aires era un ejemplo de “colonialismo interno”, que absorbía
las riquezas del Interior.
En la década de los 80, la Autoridad Nacional, ejercía plena soberanía sobre todo el territorio que hoy
reconocemos como la Argentina.
La República Liberal comprende las presidencias de Bartolomé Mitre, Domingo F. Sarmiento y Nicolás
Avellaneda. El liberalismo económico, sirvió de base de la política. Mitre fue su abanderado. Su devoción por las
inversiones inglesas, fue constante. Buscó atraerlas. Al inaugurar el Ferrocarril del Sud de Buenos Aires, en 186l,
expresó:
“La respuesta que recibió la política del general Mitre de alentar las inversiones extranjeras, fue casi
instantánea. Al cabo de 3 años, hombres de negocios e ingenieros británicos habían establecido bancos y
compañías ferroviarias y tranviarias en la Argentina; a éstas, siguieron poco después, obras de utilidad pública
como las de gas, aguas corrientes y sistema de cloacas.” 5
El ferrocarril, se extendió incesantemente. La mayor parte de ellos, eran ingleses, pero también los había
argentinos y franceses. Al terminar el período, la red ya alcanzaba los 2.300 kilómetros de longitud.
Las colonias agrícolas se multiplicaron en Santa Fe; en menor cantidad, en Entre Ríos, Córdoba y Corrientes.
La producción cerealera, empezó a tener importancia. Santa Fe, se convirtió en la gran provincia triguera. En
1876, se exportó trigo, maíz, lino y forraje. Las cantidades, eran modestas, pero precursoras del destino
agroexportador.
Entramos en el “ciclo lanero” (décadas de los 60 y 70 aunque después, siguió siendo importante). Por primera
vez en siglos, la lana es el principal producto de exportación, superando al cuero.
Un hecho significativo fue que en 1866, los grandes ganaderos de Buenos Aires, fundaran la Sociedad Rural y
que su primer presidente se llamara José Martínez de Hoz.
La inmigración europea, era cada vez mayor. En 20 años, llegaron al país, 420.000 inmigrantes, de los cuales,
el 60 % se radicaron en el Litoral.
Durante la presidencia de Sarmiento, en 1869, se realizó el Primer Censo Nacional. La población total,
alcanzó a 1.737.000 habitantes, de los cuales, alrededor del 85 % eran analfabetos.
Una de las principales preocupaciones de Sarmiento, fue la de “educar al soberano”. Era urgente formar
maestros. Como eran muy escasos los educadores argentinos, contrató extranjeros. En 1871, inauguró la primera
Escuela Normal en Paraná para la formación de Maestros primarios, a cargo del pedagogo norteamericano,
George Stearn.
También se fundaron numerosas Bibliotecas Populares, así como la Academia de Ciencias y el Observatorio
Astronómico en Córdoba, el Colegio Militar y la Escuela Naval.
Con sólo 36 años, el tucumano N. Avellaneda, ocupó la presidencia.
5
M.G. MULHALL, The English in South América, cit. por FERNS, H.S., Gran Bretaña y Argentina en el siglo XIX, p. 327 / 328, Buenos Aires, Solar / Hachette, 1966.
9
La crisis económico-financiera de los países centrales, tuvo repercusión en la Argentina. Avellaneda adoptó
diversas medidas para enfrentar la emergencia y manifestó su criterio principal, en su Mensaje a Congreso en
1876 en este concepto:
“Hay dos millones de argentinos que ahorrarán hasta su hambre y sobre su sed, para responder, en
una situación extrema, a los compromisos de nuestra fe pública en los mercados extranjeros.”
Lamentablemente, esta ha sido la conducta permanente de casi todos nuestros gobiernos, de dar prioridad a los
compromisos extranjeros, por sobre las urgencias del Pueblo argentino.
Las dificultades que provocó la crisis en la Argentina, originó la aparición de propuestas de nacionalismo
económico, que limitaran el libre comercio. Hubo un debate interesante y de alto vuelo. Entre los defensores del
proteccionismo y del fomento industrial, sobresalieron Vicente Fidel López, Eduardo Olivera, Carlos Pellegrini y
el Club Industrial. Una vez superada la crisis, estos planteos dejaron de hacerse.
Las inversiones británicas en la Argentina, para 1876, eran significativas, así como también a qué sectores
iban destinadas:
En 1875 la Argentina estableció comunicación por cable con Europa, y la red telegráfica, se extendía por
alrededor de 8.000 km.
En 1876 fue sancionada la Ley de Colonización e Inmigración. Por ella, el Estado promovió la inmigración
europea, otorgándole numerosos beneficios (pasajes, alojamiento, protección al arribo y facilidades para lograr
empleo).
Si bien, la fundación de colonias continuó a ritmo acelerado en el Litoral, esta ley fue clave para que la
inmigración se convirtiera en masiva y espontánea en el período siguiente
BIBLIOGRAFIA
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6
FERNS, H. S., Gran Bretaña… etc., op. cit., pp. 329.
10
2. Contexto internacional
Durante la 2da. mitad del siglo XIX, en Europa, Estados Unidos y Japón, se produjo un fantástico desarrollo
técnico-científico, que dio origen a la Segunda Revolución Industrial.
Surgieron nuevas industrias: siderúrgica, químicas, de máquinas-herramientas, motores a explosión,
electricidad, hidrocarburos, y comunicaciones, que requirieron gran cantidad de materias primas y mercados
consumidores. Los países adelantados, se dedicaron especialmente, a la producción industrial –que reportaba
rentas superiores- y buscaron las materias primas, alimentos y nuevos mercados, en otros continentes: América
Latina, Asia, Africa y Oceanía.
Se constituye en plenitud, el “Mercado Mundial”; todos los países y pueblos lo integran, pues todos, tienen
algo para vender y algo para comprar, y lo hacen de una manera permanente y creciente. Tiene características
bien definidas: los países ‘adelantados’ producen y venden su producción fabril (artículos, insumos o máquinas),
y compran materias primas, mientras que los ‘atrasados’, producen materia prima y compran manufacturas. A
esto, se lo denomina “División internacional del trabajo”.
El sistema capitalista adquirió dimensión mundial.
Europa fomentó la producción de materias primas en los países “periféricos”, con una demanda creciente, y
con inversiones de capital significativos. Simultáneamente, solucionó el problema del exceso de su población,
alentando la emigración hacia esos países, donde producirán alimentos y materia prima que necesitaban.
3. Actores sociales
La burguesía terrateniente porteña (las familias ‘tradicionales’) y del Litoral, constituyeron la “clase alta”. Era
la ‘elite’ dueña del poder político y económico, derivado de la propiedad de la tierra, sobre todo, de la pampa
húmeda.
Sus intereses coincidían y se articulaban con los intereses del gran capital británico, reforzando una sociedad
de hecho, que existía desde hacía mucho tiempo.
Otros sectores privilegiados, fueron los inversores extranjeros; la mayoría, ingleses: eran banqueros,
importadores-exportadores, grandes comerciantes, grandes propietarios, altos funcionarios de los ferrocarriles,
servicios públicos, frigoríficos, etc.
11
Unos cuantos colonos y chacareros, a costa de mucho trabajo y sacrificio, lograron prosperar y acceder a la
pequeña y mediana propiedad en el Litoral.
Numerosos inmigrantes y criollos campesinos, debieron trabajar las tierras de los latifundistas, como
arrendatarios o peones.
Muchos inmigrantes se quedaron en las ciudades para trabajar, principalmente en Buenos Aires y Rosario.
Encontraron trabajo en la construcción, en el puerto, en el ferrocarril, frigoríficos, servicios públicos, fábricas o
talleres, comercios, o como artesanos y vendedores ambulantes. Vivieron en las típicas casas de inquilinatos: los
conventillos.
Originaron dos clases sociales nuevas: la clase media y la clase obrera.
Estos trabajadores formaron los primeros gremios en la Argentina, de tendencias socialista, anarquista y
sindicalista, que predominaban en la Europa de la época.
Quienes lograron algún ascenso económico (comerciantes, empleados), formaron la clase media. En muchos
casos, los inmigrantes se sacrificaban para asegurar el futuro de sus hijos y un ascenso social, especialmente, a
través de un título universitario.
granos y carnes, acercándolos rápidamente a los puertos principales: Buenos Aires, Rosario, Bahía Blanca y
otros.
La producción rural y sus exportaciones fueron tan grandes, que Argentina mereció el título -muy exagerado-
de “granero del mundo”. El lugar ocupado por la Argentina como país agroexportador, a mediados de los años
20, era el siguiente:
La invención del frigorífico, revolucionó la ganadería argentina. En la década de los 80, las exportaciones de
carnes congeladas, ovinas y bovinas, empiezan a tener importancia, mientras van disminuyendo las del tasajo y
del ganado en pié. Pero recién en 1904, la matanza de los frigoríficos, supera la de los saladeros.
Simultáneamente, se introdujeron nuevas razas bovinas: shorthorn, heresford, aberdeen angus, productoras de
carnes de superior calidad (también holando, raza lechera) que desplazaron al ganado criollo.
El apogeo de las exportaciones cárneas, comenzó con la instalación de los modernos frigoríficos
norteamericanos e ingleses en 1907 / 8. Elaboraron carnes `enfriadas` para satisfacer los delicados paladares
londinenses.
El Estado Nacional, estimuló algunas producciones del Interior, buscando paliar los agudos desequilibrios
regionales. Así, protegió a la industria azucarera de Tucumán y del Noroeste y la vitivinícola de Cuyo.
Desde fines del siglo XIX se aprovechó la madera de la región chaqueña (leña, durmientes).
Se instalaron grandes compañías explotadoras del quebracho colorado, para producir tanino y extracto de
quebracho. Fue otro negocio fabuloso para los ingleses. Se denominaron ‘forestales’ cuando en realidad, hicieron
exactamente lo contrario: donde existía la selva de quebracho más grande del mundo (Chaco, Santiago del Estero,
norte santafesino), dejaron un desierto. Hasta cambió el microclima. La empresa “La Forestal”, estableció un
verdadero `feudo` inglés donde, de hecho, no entraban autoridades argentinas. Tenía su propia policía, su cuerpo
armado (los “cardenales”) su propia moneda.
Al estallar la 1ra. Guerra mundial, se había completado la ocupación de las llanuras fértiles templadas.
Posteriormente, se aprovechan las tierras `marginales`. Allí, se introdujeron cultivos industriales: algodón en el
Chaco, tabaco en Corrientes, arroz en Entre Ríos y Corrientes, maní en Córdoba y Santa Fe, yerba mate en
Misiones.
El desarrollo industrial, fue escaso. Las únicas industrias modernas, estaban las destinadas a la exportación,
como la frigorífica; también la molinera.
La industria destinada al mercado interno, fue modesta: textil, alimenticia (principalmente, láctea), de la
construcción, numerosos talleres (metalúrgicos, ferroviarios), la imprenta, etc.
Recién en 1887 se fundó la Unión Industrial Argentina (UIA); por varias décadas, la actividad industrial no
tuvo incentivos, ni protección y careció de peso político.
Al comenzar la Gran Guerra, los británicos dejaron de realizar nuevas inversiones, que habían realizado en el
sector `servicios` (sector terciario). Se convirtieron en ‘rentistas’.
En la década del 20, capitalistas norteamericanos y alemanes, iniciaron una nueva estrategia de inversiones, en
el sector secundario (industrias). Así, instalaron empresas químicas, eléctricas, metalúrgicas, alimenticias, textiles
y del caucho.
7. Vulnerabilidad y líómites
Pese al crecimiento logrado, la estructura económica-productiva era sumamente vulnerable: dependía
totalmente de la demanda externa. El país había progresado en función de las necesidades europeas,
principalmente, del Reino Unido. Era “monoproductor” de materias primas; no hubo diversificación de su
economía, ni un desarrollo tecnológico que la impulsara. ¿Fue sólo una `burbuja` de crecimiento?
El ciclo expansivo fue impulsado por factores exógenos, que imponían las condiciones: precios, volúmenes,
calidad.
7
DI TELLA, TORCUATO, GERMANI, GINO, GRACIARENA, JORGE y colaboradores, Argentina, sociedad de masas, Buenos Aires, Editorial Universitaria de Buenos Aires,
1966.
13
En el apogeo del ciclo -1910, año del Centenario- había abundantes capitales, pero ni a la clase terrateniente,
ni al Estado, se les ocurrió realizar (o fomentar) grandes inversiones en otras actividades económicas. No tuvo
relevancia la industria liviana –mucho menos la pesada-, ni integración económica, ni desarrollo científico-
tecnológico que permitiera cierta autonomía a la economía argentina.
La burguesía argentina, admiraba e imitaba a los europeos, menos en lo que era fundamental: las inversiones
de riesgo para el desarrollo científico-tecnológico e industrial.
“Felices aquellos que puedan contemplar a la República Argentina dentro de 50 años con 50
millones de almas, después de medio siglo de paz no interrumpido, en el apogeo de su gloria y poderío”.
14
Constituyeron un grupo homogéneo y coherente. Lograron un consenso social, superando los conflictos y
monopolizando el poder.
c. La Oligarquía
La burguesía terrateniente, detentó el poder. Es la oligarquía porque gobierna en su propio beneficio. Sus
intereses, coinciden con los del Estado. Mientras éste, estuvo permanentemente endeudado, aquella se enriqueció
fabulosamente. El fundamento de su poder, estaba en la propiedad de la tierra (que le había regalado el Estado).
Surgida en época de Rosas, se fortaleció con el mitrismo y se consolidó con Roca y sus sucesores, cuando le
transfirió las tierras fiscales de la pampa húmeda.
Rosas convirtió a los ‘enfiteutas’ en propietarios. Entre 1837 y 1840, Rosas distribuyó 3.426 leguas cuadradas
(8.565.000 hectáreas) entre 293 titulares. Entre ellos, figuraban –¿casualmente?- sus parientes, colaboradores o
partidarios: Tomás y Nicolás Anchorena, Félix de Alzaga, Juan Miguens, Felipe Arana, Juan Terrero, Pedro
Trápani, Eustaquio Díaz Vélez, Juan Pablo Sáenz Valiente, Simón Pereyra y otros, entre los que no faltaban,
ingleses.
En el período liberal, en 1864, se ponen en venta 2.171.000 hectáreas de tierras disponibles, dentro de la línea
de frontera; en 1871, fuera de ésta: en total se venden 3.807.852 ha. entre 3.438 personas. Además hay
donaciones y premios a militares.
Con la denominada “conquista del desierto”, se hizo una formidable distribución de la tierra pública. Martínez
de Hoz y Cía. adquirió 2.500.000 de ha.; Saturnino Unzué e hijos, 500.000 ha.; Eduardo Casey: 270.000 ha.,
Belisario Hueyo y Cía., 250.000 ha., Marcelino Ugarte: 177.000 ha., Tomás Drysdale: 122.500 ha., Antonio
Cambaceres: 120.000 ha., Francisco Pradere: 95.000 ha., Victorino de la Plaza: 47.500 ha., Rudecindo Roca:
42.000 ha, etc.9
En 1885 el Estado cedió 4.750.471 ha. entre 541 personas.
Las tierras fiscales, fueron cedidas en grandes latifundios a personas privadas. En la pampa húmeda, no hubo
nada parecido al Homestead norteamericano, que disponía la entrega de tierras en pequeña y mediana propiedad,
para afincar al campesino.
El presidente Roca, manifestó en su Mensaje de 1904, que el Estado había vendido o donado desde la época
de Rosas, 32.447.045 hectáreas. Seguramente, fueron mucho más.
8
VILA, DANIEL, La nacionalidad de la inversión, en Polémica… etc., op. cit., Nº 66, p. 160.
9
SAENZ QUESADA, MARIA, Los estancieros, p. 231, Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1980.
15
“…por leyes especiales del Congreso, se otorgan recompensas a los expedicionarios según su jerarquía;
como es de imaginar, Roca es el más beneficiado; en toda la historia de la entrega de tierras, los militares,
indistintos momentos, han recibido 20 millones de ha., sobre un total de 32 millones donadas.” 10
El 2do. Censo Nacional de 1895, destacó el “hecho notable de que casi la 3ra. parte de los terratenientes,
habían nacido en países extranjeros.” 11
Pocos grandes propietarios trabajaron sus tierras; prefirieron arrendarlas (tendencia que aún hoy subsiste,
aunque hayan cambiado las condiciones).
Por ejemplo: en 1910/11, de 29.100 explotaciones cerealeras de la Provincia de Buenos Aires, sólo 9.100 (el
32 %) eran trabajadas por sus dueños, 16.800 (el 58 %) por arrendatarios y 3.000 (el 10 %) por medieros.
En el Litoral, sucedía algo parecido. En Santa Fe, sobre un total de 14.200 explotaciones, son trabajadas por
sus dueños, 5.500, por arrendatarios: 7.300 y por medieros: 1.300.
Los contratos de arrendamiento, eran `leoninos`, de corto plazo, pues duraban de 3 á 5 años. En la primera
época, los arrendatarios debían desmontar, estaban obligados a rotar sus cultivos con trigo, lino y maíz, pagar el
arriendo y al finalizar su contrato, debían dejar el campo alfalfado. 12
O sea: el propietario, después de recibir regalada la tierra, arrendaba el campo virgen, para ser labrada por
primera vez, es decir, desmontada, limpiada y arada; cobraba la renta y recibía finalmente el campo con alfalfa
para que pudiera pastar su ganado.
Esta inicua explotación de los arrendatarios, sumada a la de los acopiadores –y la baja del precio de los
granos- originó un gran levantamiento de colonos agricultores y chacareros del sur de Santa Fe y norte de Buenos
Aires en 1912, que recibió el nombre de Grito de Alcorta. Entonces fundaron la Federación Agraria Argentina –
F.A.A.- que defiende los intereses de los pequeños y medianos productores rurales.
10
JITRIK, NOE, El mundo del Ochenta, p. 40, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1982.
11
VAZQUEZ-PRESEDO, VICENTE, El caso argentino, Buenos Aires, Editorial Universitaria de Buenos Aires, 197l.
12
GRELA, PLACIDO, El Grito de Alcorta, pp. 72/74, Rosario, Ed. Tierra Nuestra, 1958.
16
mayoría italianos (el 43 %) y españoles (34 %), y el resto franceses, suizos, alemanes, polacos, judíos (de Rusia)
y otros no europeos: árabes (sirio libaneses), que en la Argentina erróneamente llamamos turcos. . .
Los primeros Censos Nacionales de Población de 1869 (1.737.100 habitantes), 1895 (3.954.900 habitantes) y
1914 (7.885.200 habitantes), muestran un gran aumento demográfico, que se duplicaba cada 20 años. Con la
Gran Guerra, el flujo inmigratorio decreció, para volver a aumentar después. Al terminar el período en 1930, la
población del territorio, se estima en 11.500.000 habitantes.
Entre 1856 y 1930, los inmigrantes sumaron unos 6.200.000, de los cuales, se radicaron aproximadamente,
unos 3.400.000, que representa un 55 %. El porcentaje es pequeño, aún teniendo en cuenta la “inmigración
golondrina” (aquella que venía a `levantar la cosecha`).
Venían atraídos por la posibilidad de “hacerse la América”, para regresar ricos a Europa o, al menos, mejorar
sus condiciones de vida. No sucedió lo primero, por eso, muchos volvieron desilusionados. No tenemos registros
de porqué lo hicieron, pero suponemos que la razón principal, fue la escasa posibilidad de acceder a la propiedad
de la tierra.
Los agentes argentinos en Europa, había hecho una falaz propaganda de las oportunidades que brindaba las
enorme llanura pampeana. Cuando los inmigrantes llegaron, se encontraron que estas tierras ya tenían dueños.
Deberían trabajar la tierra como peones o arrendatarios en beneficio del propietario y no en su provecho.
La mayoría de los que llegaron, eran varones jóvenes, solteros, en edad de trabajar: campesinos, obreros,
jornaleros (trabajadores no calificados).
El impacto que produjo en la población nativa, fue enorme. Rápidamente –y por varias décadas- constituyeron
la 3ra. parte de la población y en Buenos Aires, más de la mitad.
Fueron portadores de otras lenguas, costumbres, prácticas, ideas, gustos y cultura, que influyeron en la
sociedad criolla.
El 80 % se radicó en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos, que con Mendoza y
Tucumán, tuvieron mayor crecimiento, en detrimento de las demás.
También se inició un proceso de concentración urbana: en 1869 era del 27 % y en 1914, del 53 %. La Capital
Federal, creció explosivamente; también, Rosario.
La ‘elite’ social, estaba formada por 400 familias tradicionales de grandes propietarios de Buenos Aires,
vinculadas entre sí por intereses comunes, lazos familiares, lugar de residencia, clubes selectos (Jockey Club, del
Progreso) y asociaciones privadas (Sociedad Rural).
Arrendatarios prósperos, colonos y pequeños propietarios, constituyeron una clase media rural. En las
ciudades, medianos y pequeños empresarios, comerciantes, trabajadores de “cuello blanco”: profesionales,
técnicos, docentes, funcionarios de menor jerarquía y empleados del sector público y privado, conformaron una
nueva y creciente clase media. Los estratos medios crecieron del 11 % en 1869, al 26 % en 1895 y al 30 % en
1914.
Los sectores populares lo integraron los peones rurales, los artesanos, los obreros fabriles y de talleres
manufactureros y el mundo de la economía informal, los ‘desheredados’, y hasta los de la `mala vida`.
Generalmente vivían en los “conventillos”, casas de inquilinato de muchas piezas, donde se hacinaban las
familias numerosas, una en cada habitación. En 1907 se produjo una gran “huelga de inquilinos” de más de
100.000 personas, en reclamo de la rebaja de los alquileres.
El gaucho, pasó a ser expresión típica de épocas pasadas. El alambrado de los campos, fueron como barrotes
de cárceles para él. Ahora debió convertirse en peón, conservando costumbres y tradiciones gauchas. El “Martín
Fierro” de José Hernández, es una pintura del gaucho que había sido.
En las ciudades, aparecieron nuevos personajes típicos: los vendedores ambulantes (cambalacheros), los
orilleros, los compadritos, los linyeras, los atorrantes . . .
En ambientes `non santos` (cercanos al delito) fueron apareciendo nuevas expresiones culturales como el
lunfardo y el tango.
La clase dirigente, admira y pretende imitar a Europa, principalmente a París. Se preocupó por establecer una
escuela pública de buen nivel, con el propósito de alfabetizar a los niños y de inculcarle sentimientos patrióticos
de clase (sobre todo, a través de una ”historia oficial”),con la veneración de los símbolos patrios y de los
‘próceres’ Además sería el principal instrumento para `argentinizar` rápidamente, al hijo del inmigrante.
17
El desarrollo cultural y artístico, fue intenso. Circularon abundantes diarios (los más prestigiosos fueron La
Nación y La Prensa), periódicos partidarios y obreros, revistas satíricas como “El Mosquito” y otras como “Caras
y Caretas”, que abarcaron toda una época, libros y revistas especializadas argentinos y extranjeros.
Argentina contó con un número importante de destacados intelectuales, científicos, escritores, músicos y
artistas, que la ubican a la vanguardia de América Latina.
El gobierno declaró el `estado de sitio`, allanó locales sindicales y detuvo a centenares de obreros. El
Congreso sancionó un proyecto de ley del Ministro Miguel Cané; fue la Ley Nº 4144 “de Residencia” que
dispuso la expulsión de extranjeros perturbadores del orden público, norma que contradecía abiertamente la letra
y el espíritu de la Constitución.
Los trabajadores no cejaron en sus reclamos: supresión del trabajo nocturno, reglamentación del trabajo de
mujeres y menores, anulación de la ley 4144. La represión creció, lo mismo que el número de víctimas obreras.
En 1904, el presidente Roca, encargó al eminente médico e ingeniero catalán Juan Bialet
Massé, el estudio sobre las condiciones de trabajo en el país. Su resultado fue el “Informe sobre el estado de
las clases obreras argentinas”, una completísima investigación.
En 1907 se creó el Departamento Nacional del Trabajo.
El 1/5/1909 un gigantesco acto obrero en Plaza Lorea, fue atacado a balazos por el Jefe de Policía, coronel
Ramón Falcón, dejando un saldo de 8 muertos y centenares de heridos. Meses después, un joven anarquista,
Simón Radowitzky, arrojó una bomba sobre el coche de Falcón, causándole la muerte.
En mayo de 1910, los trabajadores prepararon las Jornadas de Protesta del Centenario. El gobierno las
impidió, desencadenando una feroz represión preventiva. Detuvo, deportó y confinó a centenares de dirigentes
obreros. Bandas `patrióticas` integradas por jóvenes pertenecientes a familias tradicionales, al amparo de la
policía, recorrieron la ciudad, para asaltar y destruir locales gremiales, incendiar sus bibliotecas, empastelar sus
imprentas y golpear y vejar a los obreros. El `terror blanco` también se hizo sentir en barrios `judíos`.
El Congreso sancionó la Ley 7029 de “Defensa Social”, que dispuso la aplicación de severísimas penas a los
anarquistas y personas que preconizaran ataques a las instituciones públicas y promovieran actos violentos.
La clase trabajadora, tardó años en recuperarse de estos golpes.
Y fue el Gobierno Radical que desencadenó la represión más feroz aún: durante la “Semana Trágica” de enero
de1919 y durante las huelgas patagónicas protagonizadas por los peones de Santa Cruz en 1921. Un Regimiento
del Ejército Argentino, al mando del teniente coronel Héctor Benigno Varela, secundado por el capitán Elbio C.
Anaya, fusiló –ilegalmente, sin juicio ni proceso previo- a miles de trabajadores. Estos crímenes quedaron
impunes, pues ni siquiera hubo una investigación oficial.
También en los años 1919 / 21, se produjeron huelgas en “La Forestal”, que fue reprimida por la `gendarmería
volante`, fuerza propia de la empresa inglesa, ante la total pasividad de las Autoridades.
El anarco-sindicalismo no pudo recuperarse de estos golpes y entró en una lenta y progresiva decadencia.
Las principales características del movimiento obrero en la Argentina, de esta primera etapa, fueron las
siguientes:
Los inmigrantes europeos fundaron e integraron la mayoría de los Gremios, de tendencia anarquista,
socialista y sindicalista.
Alta combatividad obrera en defensa de sus intereses y, a pesar de los enfrentamientos ideológicos,
existía una gran solidaridad de acción.
Nunca existió una Central que representara a todos o a la mayoría de los gremios.
No existía la afiliación obligatoria ni era masiva, salvo en los ferroviarios.
Los sindicatos se sostenían a través de los `cotizantes` voluntarios
Los sindicatos tenían sus propias publicaciones, imprentas y bibliotecas.
Los dirigentes eran, casi siempre, los propios trabajadores, luchadores, militantes honestos y
desinteresados, dispuestos a sacrificarse por la causa obrera.
ilegítimo, sino mucho menos tolerable que el monopolio particular, por el hecho de no haber recursos contra
él”.
“La experiencia no ha señalado un solo hecho en que, la mejor de las administraciones públicas, sea
siquiera igual a las que ocupan un segundo rango en las de orden privado…”
“Por lo tanto, lo que conviene a la Nación, según mi juicio, es entregar a la industria privada la construcción
y explotación de las obras públicas que por su índole, no sean inherentes a la soberanía, reservándose el
Gobierno la construcción de aquellas que no puedan ser verificadas por el capital particular…” 13 (Por lo visto,
Menem tuvo grandes precursores…).
La oligarquía logró mantenerse en el gobierno hasta 1916, apelando a variados recursos: consenso, fraude,
violencia.
Realizaba elecciones periódicas, viciadas de nulidad, en la que siempre ganaba el oficialismo. Para votar, los
ciudadanos –varones- debían inscribirse en un Registro Cívico, que era manipulado por los funcionarios, para que
figuraran sus partidarios y no los opositores.
En caso que los resultados pudieran ser adversos, la policía o los matones del gobierno, se apoderaban por la
fuerza de las urnas para cambiar los votos; o se compraban las libretas de los votantes o, directamente se
proscribía al partido opositor.
El oficialista Partido Autonomista Nacional –el PAN-, nunca fue un partido `nacional`, sino una alianza de
partidos conservadores provinciales o, mejor dicho, una alianza entre las `elites` que gobernaban las Provincias y
la Nación.
La notable expansión económica, daba oportunidad de ascenso económico y social. Existía movilidad social
pero no política: las funciones de gobierno estaban reservadas a los miembros de las familias tradicionales. Los
inmigrantes, la nueva generación argentina de profesionales, sectores medios, obreros y campesinos, estaban
excluidos del poder político.
13
Cit. por SOMMI, LUIS V, La Revolución del 90, pp. 28/31, Buenos Aires, Ed. Pueblos de América, 1957.
20
El Partido Demócrata Progresista: la promesa de comicios limpios en 1916, dio lugar a la formación de un
partido liberal avanzado, que se llamó Demócrata Progresista. Su figura máxima, fue el político santafesino
Lisandro de la Torre.
El oficialismo organizó este partido con personalidades prestigiosas, para enfrentar al radicalismo
yrigoyenista. Pero no representaba cabalmente al conservadurismo tradicional que predominaba en la oligarquía.
El Nacionalismo. Desde 1910 empezó a manifestarse, esporádicamente al principio, una nueva tendencia
ideológica: el nacionalismo. En 1919 se fundó la `Liga Patriótica Argentina` (conducida por Manuel Carlés) que
fue el primer grupo organizado, de los numerosos que aparecieron después. Constituyeron círculos pequeños
(nunca un partido político) pero fueron muy combativos y, cada vez más influyentes en la oficialidad de las
Fuerzas Armadas.
Pertenecían a la `clase alta`, de propietarios que defendían `la Patria` amenazada por la turba de inmigrantes,
que atentaban contra los valores tradicionales, esos obreros que invadieron la Argentina, portadores de
‘ideologías extrañas’, que levantan ‘banderas rojas’, provocaban huelgas violentas y hacían reclamos absurdos
(tener derechos laborales, mejorar su salario), en vez de trabajar sumisamente y obedecer al patrón.
Son elitistas, xenófobos, militaristas, católicos y anticomunistas. Los asquea la `chusma` radical. Adhieren a
las doctrinas del ideólogo francés, el monárquico Charles Maurrás y al corporativismo fascista. Sus figuras más
destacadas fueron: Carlos Ibarguren, Juan E. Carulla, los hermanos Julio y Rodolfo Irazusta, Alfonso de
Laferrere, Manuel Gálvez, Leopoldo Lugones, Matías Sánchez Sorondo, etc.
pública, muchas Gobernaciones provinciales, el Ejército y la Armada. Además, la prensa era liberal y los
gremios, opositores.
Yrigoyen consideraba a la `Causa` radical, opuesta al ´Régimen´ oligárquico. Por eso practicó la `abstención
revolucionaria`. Pero más allá de las dificultades políticas, que fueron muchas, el radicalismo no concretó
ninguna revolución, porque era reformista. Era la expresión de los sectores medios y contaba con un amplio
apoyo popular.
No se modificaron las bases de la Argentina agroexportadora y, sobretodo, no se tocó el fundamento del poder
oligárquico: la propiedad de la tierra.
Hubo cambios no estructurales: fue sancionada una ley de arrendamientos, que mejoraba las condiciones del
arrendatario; las movilizaciones estudiantiles cordobesas en contra de una universidad anquilosada, originaron la
Reforma Universitaria (gobierno tripartito, provisión de cátedras por concursos abiertos, libertad de cátedra, etc.)
que fue posible, por la existencia de un gobierno democrático; la posición honrosa del país en materia de política
internacional: la neutralidad durante la Primera Guerra Mundial y el reconocimiento de la igualdad de los pueblos
al crearse la Sociedad de las Naciones. La posición del gobierno frente a los conflictos obreros, fue la de actuar
como árbitro a favor de los trabajadores; pero cuando se agudizaron, desencadenó la más brutal de las
represiones, como la consumada en “la Semana Trágica” de 1919, o los fusilamientos de obreros ovejeros de
Santa Cruz, en 1921.
Por decreto de junio de1922, creó la Dirección General de Yacimientos Petrolíferos Fiscales.
Yrigoyen abusó del derecho de intervención en las Provincias, enardeciendo a la oposición.
Cuando Marcelo T. de Alvear lo sucedió en la presidencia, la oposición conservadora desapareció. Es que
Alvear, pertenecía a una encumbrada familia `patricia` y para la oligarquía, era toda una garantía.
Una de sus obras más trascendentes, fue de nombrar al frente de Y.P.F. al general Enrique Mosconi, defensor
del petróleo nacional y del monopolio por parte del Estado.
El radicalismo, era un partido muy heterogéneo: lo integraban sectores sociales, políticos e ideológicos,
diversos. En la oposición, pudieron convivir, pero no, cuando fueron gobierno. Los sectores `aristocráticos`
(apodados `galeritas` o `azules`) produjeron una escisión partida- ria y formaron la Unión Cívica Radical
Antipersonalista (eran furiosos anti-yrigoyenistas).
Mientras tanto, Yrigoyen iba adoptando una posición cada vez más popular y antiimperia-lista, definida en
favor de la nacionalización del petróleo y el monopolio del Estado.
En 1928 triunfó abrumadoramente en las elecciones generales y asumió por 2da. vez la presidencia. La
oligarquía conspiró desde un principio: se dio cuenta que no podría reconquistar el poder político por vías legales.
La crisis del 29, hizo el resto. Entonces, aparecieron por primera vez en el siglo “los Salvadores de la Patria” para
derrocar a un gobierno legítimo y popular de la Argentina.
BIBLIOGRAFIA
2. Condiciones internas
La crisis mundial agravó las serias deficiencias de la conducción gubernativa de H. Yri-goyen y le sirvió de
pretexto a la oposición para acusarlo de inepto y justificar su derrocamiento.
La clase dominante tradicional, mediante el primer golpe de Estado del siglo, retomó el poder político, en los
críticos momentos en que la “renta agraria” se reducía drásticamente. Había disminuido la demanda y caído los
precios internacionales. Las escasas divisas, eran insuficientes para mantener el nivel de las importaciones.
Además, se interrumpieron las inversiones y los préstamos externos.
Así se evaporaron las ilusiones del “progreso indefinido”.
Con gran pragmatismo, los liberales argentinos en el poder, echaron por la borda sus “principios” liberales y
fundaron el Estado `dirigista` y regulador; establecieron el proteccionismo, el control de las divisas, de la
producción, de las exportaciones e importaciones.
Como los medios de pago habían disminuido dramáticamente, el Estado, en la práctica, propició “sustituir
importaciones”, es decir, favoreció la producción en el país, de las mercaderías y bienes, que pudieran fabricarse
y que antes se importaban. Indirectamente, estimuló el desarrollo de la industria liviana y manufacturera. Así, fue
creciendo una industria vegetativa, utilizando una maquinaria atrasada y el empleo de mucha mano de obra, para
24
cubrir la demanda interna. La clase dominante, se amoldó a las prácticas internacionales y si propició un
desarrollo industrial, lo tomó como un recurso circunstancial, convencida que, superadas las dificultades, se
normalizaría el mercado mundial y la Argentina volvería a ser una `potencia agroexportadora`. Pero diversos
factores lo frustraron:
Los cambios fueron profundos en el sistema capitalista.
La crisis y la depresión fueron prolongadas -1929 / 1935- y poco tiempo después, estalló la 2da. Guerra
Mundial, que estableció una `economía de guerra´ y las relaciones comerciales se vieron muy alteradas.
En 1943 la clase dirigente tradicional argentina, fue desalojada del gobierno por militares nacionalistas
quienes, como su continuador, el Peronismo, tuvieron el propósito de industrializar el país, como política
para lograr su desarrollo.
El golpe militar de 1943, dividió esta etapa, en 2 momentos políticos muy diferentes:
1) Los Gobiernos Conservadores, oligárquicos y fraudulentos, que fundaron el Estado `dirigista` y
estimularon la industria como recurso circunstancial, con la pretensión de volver a la Argentina
agropecuaria.
2) El Gobierno Peronista, popular, nacionalista y de origen legítimo: fundador del “Estado de Bienestar” 14,
intervencionista y distribucionista. Fomentó la industria liviana, como política de Estado.
3. Actores Sociales
La burguesía terrateniente mantuvo su condición de “clase alta”. En 1930 recuperó el poder político y lo
perdió en 1943. En este caso, perdió definitivamente el monopolio del Poder. Desde el encumbramiento de Perón,
no tuvo el poder de decisión, aunque mantuvo intacto, el fundamento de su poder económico dado por la
propiedad de la tierra.
Sin embargo, se vio perjudicada por el estatismo peronista, que utilizó las divisas generadas por el campo,
para beneficiar a la industria.
El sector industrial, fue el más beneficiado. Surgieron numerosas fábricas pequeñas y medianas y se
expandieron otras, amparadas por toda clase de beneficios dados por el Estado: divisas preferenciales, protección,
`mercados cautivos`, créditos, exención impositiva, etc.
En el apogeo del modelo, ya existía una burguesía industrial `nacional` que producía bienes para satisfacer el
mercado interno. Desde los años 40, los “empresarios nacionales” constitu-yeron una fuerza social importante,
con peso económico y político. Se nuclearon en la Confederación General Económica –CGE.- mientras que los
empresarios ´transnacionales`, integraban la Unión Industrial Argentina –UIA.- (esto, no debe ser tomado en
sentido estricto).
La expansión del comercio interno, favoreció el crecimiento de la burguesía comercial, de grandes y medianos
comerciantes.
La recesión de los años 30, provocó un éxodo rural hacia los centros urbanos en busca de trabajo. Esta
migración interna fue importante y tuvo un doble sentido: se dirigió del campo a las ciudades y del Interior a
Buenos Aires.
En los alrededores de esta ciudad –conurbano bonaerense-, se asentaron en viviendas precarias y sin servicios.
Formaron las “villas miserias” en las proximidades de las fábricas y talleres. Llamados “cabecitas negras” fueron
protagonistas destacados del nuevo proceso político-social.
La inmigración europea, declinó entrando en su última fase. Después de la 2da. Guerra, arribaron nuevos
contingentes –en menor cantidad-, muchos de ellos, nazis fugitivos.
En cambio, aumentó la radicación en Argentina, de emigrantes de países vecinos, principalmente paraguayos,
bolivianos y chilenos.
Durante este modelo, la población argentina tuvo un crecimiento lento. En 1947 se realizó el 4º Censo
Nacional de Población, que dio como resultado, 15.893.800 habitantes.
4. Factor dinámico
14
Nota: El Estado de Bienestar o Estado Benefactor, es la clase de estado capitalista que, mediante expresas políticas públicas, se preocupa por brindar los beneficios de
la seguridad social, de manera integral, a la mayor parte de la población, satisfaciendo sus necesidades básicas.
Tiene como fundamento, el trabajo, el pleno empleo, mediante el cual, se puede acceder a la cobertura de salud, educación, jubilación, así como a la alimentación
adecuada, vivienda digna, indumentaria, descanso y servicios públicos accesibles.
25
La actividad productiva persiguió el objetivo de satisfacer la demanda del mercado interno, que ocupó un
lugar central en la organización económico-social.
Se tiende a un nacionalismo económico, que los liberales denominan, exageradamente, de “economía
cerrada”, se mantiene el intercambio comercial.
Los excedentes agropecuarios continuaron generando las divisas, pero ahora, en función del mercado interno.
Hay un `crecimiento hacia adentro`.
La industria es tecnológicamente atrasada y sólo puede satisfacer un `mercado cautivo`.
La política económico-social del Peronismo, permitió la incorporación masiva de los trabajadores al mercado
de consumo, cuyos bienes, ellos mismos producían.
Estado), fue importante pero tuvo escaso desarrollo. Fabricó automóviles, utilitarios y aviones, en cantidades
insignificantes, que ni siquiera pudo abastecer la demanda interna.
En 1947 el Congreso votó la “Ley Savio” (un plan siderúrgico), que demoró más de 10 años en ponerse en
funcionamiento.
El Estado creó Altos Hornos Zapla (que produjo arrabio), la DINIE (Dirección Nacional de Industrias del
Estado) que reunió a las empresas “enemigas” confiscadas durante la guerra, amplió Fabricaciones Militares, y
vio evaporarse el proyecto nuclear de la isla Huemul, fruto de una escandalosa estafa científica y económica, del
físico austríaco Ronald Richter.
Perón postergó la instalación de la industria pesada (que, por ciento, tenía enormes dificultades), a favor de la
industria liviana, que respondía mejor a sus objetivos generales: generar pleno empleo, mejorar los salarios,
permitir una mejor distribución de la riqueza, expandir el consumo, etc.). La industria pesada hubiera requerido
grandes inversiones a largo plazo (superar el problema de la transferencia de tecnología), que hubiera obligado a
postergar las aspiraciones populares.
El crecimiento de la industria argentina, fue rápido. A fines de los años 30, el PBI Industrial (Producto Bruto
Industrial), había igualado y luego superado al PBI Agropecuario, según estudios publicados por el Banco Central
de la República Argentina.
La industria argentina, era tecnológicamente atrasada –con abundante utilización de mano de obra-, no
integrada ni competitiva a nivel internacional, necesitada de protección estatal.
El fomento de industrias vegetativas y el nacionalismo populista del peronismo, no alcanzaron para convertir
en realidad, la pretendida “Independencia Económica” que solemnemente sancionara en 1947.
Cuando los abundantes recursos fiscales se agotaron, coincidiendo con la recuperación de Europa, en la
Argentina se agudizaron los gravísimos déficits de infraestructura (comunicaciones, transporte, energía, industria
pesada), con una industria liviana insuficiente, falta de insumos estratégicos, un campo estancado y de un pobre
desarrollo científico y técnico, que remachaban la dependencia.
7. Vulnerabilidad y límites
Hacia 1950 la industria liviana se había expandido limitadamente, sin el sustento de los bienes intermedios ni
de la industria de base. Careció de un desarrollo integrado y dinámico. Su tecnología atrasada, la colocaba en
desventaja en el mercado mundial. No pudo generar divisas de alguna relevancia, ni capitalizarse y renovarse.
Necesitó importar bienes de capital (maquinarias), productos intermedios y aún, de materia prima
(hidrocarburos).
En 1950 el gobierno contrató un nuevo empréstito por 125 millones de dólares, con el Export Import Bank
(Eximbank).
La dependencia económica, lejos de desaparecer, cambió de signo: antes, se dependía de las importaciones de
manufacturas; ahora, de maquinarias, insumos y combustibles.
El estancamiento se hizo evidente; en 1952 Perón lanzó un Plan Económico y luego, un 2do. Plan Quinquenal
que carecía de sustento. El modelo había llegado a su límite.
8. Agotamiento y fin
La producción industrial había declinado, por el envejecimiento de la maquinaria, la falta de tecnología propia
y de reinversiones, la saturación del mercado interno y de una infraestructura de servicios, obsoleta.
Perón y sus colaboradores, advirtieron el estancamiento y de la necesidad de impulsar la industria pesada.
Pero el Estado se había descapitalizado y la burguesía argentina –parasitaria y prebendaria-, no estaba dispuesta a
realizar inversiones de riesgo a largo plazo.
Perón hizo un giro de 180º en su política económica: abandonó el `nacionalismo económico` y su condena al
imperialismo` (yanqui), ponderó la iniciativa privada, estimuló las inversiones norteamericanas en la industria
pesada y volvió a contraer empréstitos externos.
Apenas hubo dado los primeros pasos firmes, cuando fue derrocado.
..................................................
27
“Ha sonado otra vez, para bien del mundo, la hora de la espada. . . . El pacifismo no es más que el culto del
miedo, o una añagaza de la conquista roja. . .”
El 6 de septiembre de 1930, un pequeño grupo de militares sediciosos, encabezados por el general José Félix
Uriburu, apoyado por numerosos y entusiastas civiles, se alzó en armas, contra del Gobierno de Yrigoyen.
Por primera vez en 70 años se quebró la continuidad constitucional. Finalmente, las Fuerzas Armadas, por
acción u omisión, convalidaron el golpe militar, que significó el derrocamiento de casi todas las Autoridades
nacionales, provinciales y municipales, para restaurar el orden oligárquico.
La oficialidad del Ejército se dividía en dos tendencias político-ideológicas: la nacionalista –encabezada por el
general Uriburu- y la liberal – por el general Agustín P. Justo-. Ambas tendencias, se unieron para realizar el
golpe de Estado. Intentaron justificarse, a través de una Proclama –redactada por Lugones y corregida por el
teniente coronel José M. Sarobe- que decía:
“ . . . hemos asistido atónitos al proceso de desquiciamiento que ha sufrido el país en los últimos años. . . . . .
La inercia y la corrupción administrativa, la ausencia de justicia, la anarquía universitaria, la improvisación y
el despilfarro en materia económica y financiera, el favoritismo deprimente como sistema burocrático, la
politiquería como tarea principal de gobierno, la acción destructora y denigrante en el Ejército y en la Armada,
el descrédito internacional . . . . el abuso, el atropello, el fraude, el latrocinio y el crimen, son apenas un pálido
reflejo de lo que ha tenido que soportar el país.”15
Uriburu asumió el gobierno, declaró la “ley marcial” y desencadenó una persecución política, comenzando
con el fusilamiento de algunos anarquistas.
Pocos días después, la Suprema Corte de Justicia, sancionó una Acordada de trascendencia: reconoció al
“gobierno de facto” y legalizó sus actos. Era insólito que el máximo órgano, encargado de velar por el
cumplimiento de la Constitución, legitimara su violación.
Los partidos políticos opositores, la prensa grande, el gran capital (como las empresas petroleras extranjeras),
aplaudieron el `cuartelazo`. En la sociedad argentina, no estaba arraigada una conciencia democrática, ni el
respeto de las instituciones.
Pronto comenzó la puja en el gobierno, entre nacionalistas y liberales. Uriburu y sus colaboradores, querían
reformar la Constitución, establecer un Estado Corporativo y derogar la Ley Sáenz Peña. Estaban convencidos de
tener el apoyo de la población. Hasta crearon una fuerza paramilitar, por decreto del 8/ 5/1931, llamada Legión
Cívica Argentina (similar a las bandas fascistas de Mussolini), que desfilaban marcialmente por las calles de
Buenos Aires.
Las autoritarias fantasías de Uriburu, se esfumaron cuando en una elección `piloto` en la Provincia de Buenos
Aires, el oficialismo fue derrotado por el partido recién derrocado, la UCR. y, por lo tanto, las elecciones fueron
anuladas.
Este fracaso, daban la `razón´ a los liberales; era necesario mantener una legalidad ficticia para impedir el
triunfo de la `chusma` yrigoyenista. En 1931 se realizaron las elecciones generales. La fórmula radical fue vetada
(lo que significaba su proscripción). Se preparó un gigantesco fraude para imponer la fórmula de la
“Concordancia” –integrada por los partidos conservadores, el Radicalismo Antipersonalista y el Socialismo
“Independiente”- cuyos candidatos eran: el general Agustín P. Justo y el Dr. Julio Argentino Roca (hijo).
La oposición había formado la Alianza Civil, con los partidos Demócrata Progresista y Socialista y su fórmula
fue: Lisandro de la Torre, Nicolás Repetto.
Justo debió hacer frente a la recesión, dando prioridad a las relaciones con Gran Bretaña, cuando ésta, en
decadencia, ya no podía ofrecer las ventajas de otros tiempos mejores.
La depresión obligó al Imperio a redefinir sus relaciones con sus Dominios. En 1932 se firmó el Tratado de
Ottawa, por el que el Reino Unido daba preferencia a sus posesiones y resolvía aumentar las importaciones de
carnes procedentes de Australia y Nueva Zelandia.
Esta medida, afectaba directamente a los intereses de los ganaderos argentinos, por lo cual el gobierno dispuso
el envío a Londres, de una Comisión negociadora de alto nivel. Estuvo integrada por personalidades que gozaban
de la mayor confianza de Su Graciosa Majestad: el vicepresidente Roca, el Dr. Miguel Angel Cárcano, el Dr. “Sir
William” Leguizamón, el joven economista Raúl Prebish y otros. El objetivo era asegurar el mantenimiento de
las compras de carnes de la Argentina.
El gobierno británico se negaba a negociar. Para conseguirlo, la delegación argentina recurrió a múltiples
concesiones, halagos y manifestaciones de sumisión política, degradantes, indignas de un Estado `Soberano`, que
llegó a su culminación, cuando Roca, declaró:
“. . . que la Argentina, por su interdependencia recíproca, es, desde el punto de vista económico, una
parte integrante del Imperio Británico.”
En 1933 se firmó el “Pacto Roca-Runciman”. Por él, el gobierno británico manifestaba su disposición a seguir
importando carnes de Argentina, fijándose condiciones de exportación. Se otorgaba una cuota del 85 % para los
frigoríficos británicos y norteamericanos y del 15 % para los frigoríficos argentinos, siempre que éstos “no
persiguieran beneficio privado”.
En cambio, la Argentina debía mantener libres de derechos la importación de carbón y otras mercaderías
inglesas, a “destinar a compras en Gran Bretaña la totalidad de las divisas provenientes de compras inglesas en
Argentina”, a descongelar los importes de las ganancias de las empresas británicas, bloqueadas por el control de
cambios y dispensarle “un tratamiento benévolo” y una “legítima protección” de sus intereses.
Los ganaderos porteños habían logrado sus objetivos, a un precio demasiado alto. Nunca se había mostrado
más claramente la situación `semicolonial` de Argentina.
A continuación, el Congreso Nacional sancionó una serie de leyes trascendentes: la creación del Banco
Central de la República Argentina -según el proyecto de Otto Niemeyer y que aseguraba su manejo por parte de
la banca inglesa-, la creación de la Dirección General Impositiva –que debía recaudar los nuevos impuestos
internos-, la creación del Instituto Movilizador de Inversiones Bancarias –por el que el Estado se hacía cargo de
las deudas incobrables de los bancos- y la formación de numerosas Juntas Reguladoras – de granos, del vino, de
la yerbamate, de carnes (la Corporación Argentina de Productores de Carnes), del transporte (Corporación del
Transporte de la Ciudad de Buenos Aires), etc., para proteger los intereses de los grandes productores y del
capital británico.
El formidable y turbio comercio de las carnes, dio lugar a una de las mejores investigaciones que se haya
hecho en el Congreso de la Nación. El senador santafesino Lisandro de la Torre, demostró la magnitud del
negociado que realizaban los frigoríficos extranjeros en complicidad con el Gobierno Nacional. El oficialismo
sólo pudo acallar las irrefutables denuncias, a través de un crimen, cometido en pleno recinto del Senado.
Toda esta década conservadora se caracterizó por negociados escandalosos, como el de la renovación de las
concesiones eléctricas de la ciudad de Buenos Aires en favor de la CADE (Compañía Argentina de Electricidad
que era extranjera) y de la CIADE (Compañía Italo Argentina de Electricidad, que también lo era); el de la
compra de las tierras del Palomar, o el de los “niños cantores”.
Fue toda una época de miseria, desocupación, corrupción, llamada “Década Infame”.
vicepresidente, Castillo. Pero Ortiz se encontraba enfermo (era diabético) y sufrió una terrible presión para que
dejara el mando.
Desde 1940 Castillo asumió el gobierno. Mantuvo la neutralidad declarada por su antecesor, pero dio marcha
atrás en la restauración democrática. Precisamente, en el día en que iba a ser proclamado su sucesor, el magnate
conservador salteño Robustiano Patrón Costas, se produjo un nuevo golpe militar que lo derrocó.
16
Ibídem, pp.47/4 9.
30
jornadas de 8 horas, jubilación, descanso semanal para todos, indemnización por despido, cajas de seguridad
social, estatutos profesionales, fuero laboral, aumento de salarios, aguinaldo, etc.
También hizo sancionar el Estatuto del Peón de Campo.
Así, Perón se fue ganando la confianza y el apoyo de los trabajadores, que se convertiría en adhesión
“incondicional” y sería perdurable. El obrero se sintió dignificado.
Paralelamente, los sectores empresariales se alarmaron por la política obrerista de Perón. Para calmarlos, éste
pronunció un discurso definitorio en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, el 25 / 8 / 1944 que decía:
“Las masas obreras que no han sido organizadas, presentan un panorama peligroso, porque la masa
más peligrosa sin duda, es la inorgánica. ¿Cuál es el problema que a la República Argentina debe preocuparle
sobre todas las cosas? Un cataclismo social en la República Argentina haría inútil cualquier posesión de bien,
porque sabemos –y la experiencia de España es bien concluyente y gráfica este respecto- que con ese cataclismo
social los valores se pierden totalmente. . . . Dentro de este objetivo fundamental e inmediato que la Secretaría
de Trabajo y Previsión persigue, radica en la posibilidad de evitar el cataclismo social que es probable, no
imposible. . .
Nosotros tenemos en este momento -¡Dios sea loado que ello ocurra por muchos años!- industriales que
pueden ganar hasta el 1.000 %. En España se explicó la guerra civil. ¿Qué no se explicaría aquí si nuestras
masas de criollos no fuesen todo lo buenas, obedientes y sufridas que son?
Se ha dicho señores, que soy enemigo de los capitales, y si ustedes observan lo que les acabo de decir, no
encontrarán ningún defensor, diríamos más decidido que yo, porque sé que la defensa de los intereses de los
hombres de negocios, de los industriales, de los comerciantes, es la defensa misma del Estado. . . .
. . . Para que los soldados sean más eficaces, han de ser manejados con el corazón. También los obreros
pueden ser dirigidos así. Sólo es necesario que los hombres que tienen obreros a sus órdenes, lleguen hasta ellos
por esas vías, para dominarlos, para hacerlos verdaderos colaboradores y cooperadores.” 17
La influencia de Perón en el gobierno fue aumentando, hasta convertirse en el verdadero conductor. Desde
1944 acumuló simultáneamente los cargos de Vicepresidente, Ministro de Guerra, Secretario de Trabajo y
Previsión y Presidente del Consejo Nacional de Posguerra.
La política de Perón, también provocaba una fuerte oposición entre los ciudadanos “aliadófilos”, los partidos
políticos tradicionales, los grandes empresarios de la UIA., la burguesía latifundista y los sectores universitarios y
educativos.
También había intereses y rivalidades entre oficiales de las Fuerzas Armadas.
El año 1945 fue muy conflictivo. A la oposición interna, se sumó el embajador de los Estados Unidos, Spruille
Braden, quien, violando las más elementales normas diplomáticas, se entrometía en asuntos internos y
manifestaba su propósito de derrocar a Perón.
La ofensiva contra Perón tuvo su pico máximo, el 19 / 9 / 45 con la imponente “Marcha de la Constitución y
de la Libertad”. Perón fue destituido y enviado a Martín García.
Le siguió, la contraofensiva obrera. El 17 de Octubre, miles de trabajadores marcharon hasta la Plaza de Mayo
de la Capital, para reclamar la libertad de su “Líder”. Fue una jornada histórica, de enorme significación: el
acceso de la clase trabajadora (los `cabecitas negras`) a la política del país. Desde entonces, se convirtió en
protagonista fundamental de la política argentina, tanto durante los gobiernos democráticos, los semi-
democráticos o las dictaduras militares.
17
PEÑA, MILCIADES, Masas, Caudillos y Elites, Buenos Aires, Fichas, 1971.
31
El Peronismo es el fenómeno político más importante de la argentina, de los últimos 60 años. Sus repetidos
triunfos electorales –muchas veces en forma abrumadora, a pesar de las persecuciones y proscripciones-
demuestran su gran arraigo popular. Caló muy hondo en los argentinos, produciendo una enconada división entre
peronistas y antiperonistas.
En los primeros tiempos, el peronismo se definía como un movimiento “humanista y cristiano” que perseguía
“la justicia social, la independencia económica y la soberanía política.” Reivindicó una “3ra. Posición, tan
distante del capitalismo como del comunismo.” Era nacionalista, estatista y distribucionista. Y, sobretodo,
pragmático; de allí sus cambios tan pronunciados a través de los tiempos.
Perón impuso una fuerte hegemonía, fruto de una alianza de clases entre los trabajadores y el `empresariado
nacional`, con apoyo fundamental, de las Fuerzas Armadas y la Iglesia.
El movimiento peronista se presentó como una alianza entre los sectores mas nuevos y pujantes de la
burguesía industrial y la clase obrera, organizada y garantizada por el Estado; . . . procuró armonizar las
necesidades del desarrollo del sector más dinámico de la industria, con la presión del movimiento obrero, que
buscaba una mayor participación en los ingresos. El Estado asumió el papel de árbitro . . . y de enfrentamiento
formal y verbal con la vieja oligarquía. . . . Nunca hubo intento alguno de afectar seriamente el fundamento del
poder de los grandes terratenientes: expropiación de la tierra, etc.” 18
No obstante, Perón siguió repitiendo la consigna “la tierra, para el que la trabaja”.
Sometió a su fuerte liderazgo al Congreso de la Nación y al Poder Judicial, que se esforzaron encostrarse
incondicionales. El movimiento obrero y el sindicalismo que lo llevó a la cima del Poder, perdió su autonomía
convirtiéndose en un mero aparato del Estado peronista. En 1950 la CGT. adoptó como filosofía sindical, la
Doctrina Peronista. Perón no admitía la menor disidencia: todo debía estar sometido a su voluntad.
Estableció un régimen `semitotalitario`, que no reconocía las libertades públicas a la oposición (Uno de sus
lemas, era: “Al enemigo, ni justicia”).
En 1951 declaró el “estado de guerra interno”, una aberración jurídica, por el que suspendía las garantías
constitucionales.
Los medios de comunicación, estuvieron estrictamente controlados. El más masivo de la época era la radio,
que estaba monopolizado por el Estado y sus servidores, que transmitían a través de “la cadena de
radiodifusión”.Durante una década, no se escuchó ninguna voz opositora, ni la menor crítica: todo eran alabanzas
y elogios persistentes y desmedidos. (“Perón cumple, Evita dignifica”, “Perón apoya al deporte”, un día luminoso
era “Un verdadero día peronista”, etc.)
Adquirió triste fama el Subsecretario de Informaciones de la Presidencia, Raúl A. Apold, encargado de
censurar los medios de comunicación. Una de las formas de control, consistía en la distribución del papel. “La
Prensa” de la familia Gainza Paz, fue confiscada y entregada a la CGT –Confederación General del Trabajo-.
El régimen peronista, premiaba el servilismo y la obsecuencia. Así ascendían los mediocres y eliminaba a los
más capaces. No existía ciudad o pueblo, que no tuviera el nombre de Juan Perón o de Eva Perón una calle o una
plaza. La ciudad de La Plata, cambió de nombre y se llamó Eva Perón. La provincia del Chaco se llamó
Presidente Perón y la de La Pampa: Eva Perón.
El gobierno peronista tuvo dos etapas distintas:
La 1ra. (1946-49) se caracterizó por la abundancia de recursos fiscales, que permitió la `nacionalización`
de servicios públicos, el rescate de la deuda externa, la realización de numerosas obras públicas y la
redistribución del ingreso a favor de los asalariados.
“En 1946 se estimaron que las mismas /reservas de oro y divisas / llegaron a 1682 millones de dólares y el
balance comercial de los años inmediatos a la posguerra (1945-49) arrojó un saldo promedio anual favorable de
394 millones de dólares. . . . Son particularmente favorables los años 1946 y 1947, los cuales permiten realizar
importaciones de bienes de capital en el bienio 1947-48 del orden de los 924 millones de dólares y amortizar
la deuda externa en otros 1066 millones, durante el período 1946-48.”19
18
ROFMAN, ALEJANDRO B. y ROMERO, LUIS ALBERTO, Sistema socioeconómico y estructura regional en la Argentina, p. 150, Buenos Aires, Amorrortu, 1973.
19
TREBER, SALVADOR, La economía argentina. Análisis, diagnóstico y alternativas, p. 56, Buenos Aires, Ed. Macchi, 1977.
32
Al cabo de 3 años de gestión del “Mago de las finanzas” don Miguel Miranda (Presidente del Banco Central),
los abundantes recursos del Estado, se habían agotado.
En 1949 se reformó la Constitución de 1953, notoriamente inspirada en modelos liberales. Las nuevas
tendencias del `constitucionalismo social` están manifiestas en la Constitución Peronista de 1949, que destaca
“la función social de la propiedad”. El convencional, Dr. Arturo Sampay proyectó las reformas más
trascendentes, como el Artículo Nº 40 que decía:
“. . . los minerales, las caídas de agua, los yacimiento de petróleo, de carbón y de gas y demás fuentes
naturales de energía, con excepción de los vegetales, son propiedades imprescriptibles e inalienables de la
Nación, con la corriente participación en su producto, que se convendrá con las provincias.
Los servicios públicos pertenecen originariamente al Estado y bajo ningún concepto podrán ser
enajenados o concedidos para su explotación.”
De enorme importancia fue la labor llevada a cabo por Evita en la Fundación Eva Perón, a favor de los
sectores más necesitados.
En la 2da. etapa, por la escasez de recursos fiscales, comenzaron las restricciones, con el Plan
Económico de 1952 y la búsqueda de soluciones mediante la contratación de empréstitos (con el
Eximbank) o de las inversiones extranjeras. En 1953 se sancionó la Ley Nº 14.222 de Inversiones
Extranjeras, que asegura trato excepcionalmente favorable al capital internacional. No obstante esta
situación, la participación de los trabajadores en el PBI. seguía siendo alto, de casi el 50 %.
Perón dio un viraje en su nacionalismo económico. Buscó un acercamiento con los Estados Unidos. Envió
una misión encabezada por el Ministro de Hacienda, Ramón A. Cereijo, en procura de captar inversiones. Para
esta ocasión, el Ministro escribió una obra, reafirmando la nueva orientación del gobierno, donde afirmaba:
“Algunos han creído ver en esas dos expresiones de la política económica argentina /las
nacionalizaciones y el artículo 40 de la Constitución de 1949/, un repudio hacia las inversiones
extranjeras. Tal interpretación es totalmente errónea y no representan en manera alguna el sentir del
gobierno ni del pueblo.”20
Algunos logros fueron la radicación de la primera fábrica automotriz: IKA. Industrias Kaiser Argentina y la
firma de los contratos petroleros con la empresa Standard Oil de California, por los que se le concedía 50.000
km. cuadrados en Santa Cruz, para la extracción y explotación del petróleo. La oposición, lo consideró una
verdadera entrega del petróleo
Con el pasar de los años, se fueron acentuando los rasgos totalitarios del régimen. Perón pretendía encuadrar
a toda la sociedad y sus instituciones, bajo su autoridad absoluta, imponiendo la “doctrina peronista”. El intento
de `peronizar’ al Ejército` tuvo efectos negativos.
El sistema educativo, se fue degradando. En los distintos niveles de enseñanza, se estudiaba la Doctrina
Peronista, el 2do. Plan Quinquenal y se leía –sólo para elogiarlo- “La Razón de mi vida” de Eva Perón. Los niños
aprendían a leer, con nuevas palabras generadoras, que eran Perón, Evita, etc.( por ejemplo, leían “ Evita me ama,
yo amo a Evita”).
La Iglesia (hasta entonces, puntal del peronismo), se alarmó ante el peligro de ser desplazada en el
“adoctrinamiento” de los argentinos. Posiblemente, ese fue el origen de la ruptura con Perón, que se tornó en un
fuerte conflicto, muy violento. Seguramente, tuvo mucha influencia en la oficialidad de las Fuerzas Armadas, la
que, por otra parte, vio con mucha preocupación, el cambio de rumbo económico.
El año 1955 fue dramático. El conflicto Perón-Iglesia se agudizó. Perón derogó todas las normas que
beneficiaban a la Iglesia: la enseñanza religiosa en las escuelas, las subvenciones a los colegios católicos, e hizo
sancionar las leyes de divorcio y de profilaxis.
20
CAFASSO, JOSE, Balance de una década, en Polémica …etc., o. cit., Nº 90, p. 272.
33
En junio, la profesión de “Corpus Christi” constituyó una clara manifestación opositora. Al día siguiente, el
gobierno mostró una bandera argentina quemada por los manifestantes (una investigación posterior, concluyó que
fue una acción del mismo gobierno).
Acto seguido, el 16 / 6 / 55, se produjo un criminal alzamiento de la aviación naval. Se proponía dar muerte a
Perón y bombardearon la Casa Rosada, así como la Plaza de Mayo, donde murieron cientos de ciudadanos.
Sofocado el movimiento, por la noche la curia metropolitana y una decena de iglesias ardieron en Buenos
Aires, ante la total indiferencia de las fuerzas del orden.
Perón propuso una pacificación, que nadie creyó. El 31 / 8 / 55 pronunció un discurso amenazador, que
incitaba a la violencia. Dijo:
“La consigna para todo peronista, esté aislado o dentro de una organización, es contestar a una acción
violenta con otra más violenta. Y cuando uno de los nuestros caiga, caerán cinco de ellos.”
BIBLIOGRAFIA
3. Teoríóa de la Dependencia
El fracaso de las políticas de desarrollo y el estancamiento de los países periféricos en la década de los 60,
puso en crisis las propias nociones de desarrollo y subdesarrollo y de su teoría. La realidad mostraba que la
35
brecha entre los países desarrollados y subdesarrollados, se iba ensanchando y que los países del 3er. Mundo,
eran cada vez más subdesarrollados.
Frente a este fracaso, distintos pensadores comenzaron a plantear la tesis de que la especificidad histórica de
la situación de subdesarrollo, nace precisamente de la relación entre las sociedades periféricas y centrales. Surge
así, el concepto de la Dependencia como posible factor explicativo de la realidad.
Es necesario pues, plantear el atraso en términos de dependencia. Surge así, la Teoría de la Dependencia con
André Gunder Frank, Theotonio Dos Santos, Osvaldo Sunkel, Pedro Paz, Fernando E. Cardoso y otros en
América, Samir Amín en Egipto, etc. que hace explícito los motivos del fracaso del desarrollo y desnuda los
supuestos ideológicos de la Modernización.
Entre las sociedades desarrolladas y las subdesarrolladas, no existe una simple diferencia de etapa, sino de
posición dentro de una estructura económica mundial, formulada en términos de dominación, de hegemonía. El
desarrollo de los países centrales, fue el resultado de la formación, expansión y consolidación del sistema
capitalista a nivel mundial.
Desarrollo y subdesarrollo están en mutua dependencia, son dos caras de un mismo proceso. Para que algunos
países se desarrollen, otros deben sumirse en el subdesarrollo, el atraso, la miseria. La dependencia supone una
relación de subordinación de una comunidad nacional respecto de otras, colocándolas en una situación de
desventaja.
Theotonio Dos Santos, define la dependencia, como una situación condicionante, en la que un cierto grupo de
países, tiene condicionada su posibilidad de desarrollo, por la expansión de otros. Esa situación condicionante,
determina límites y posibilidades.
Los desarrollistas afirmaban que los países subdesarrollados padecen una división en sociedades duales: una
moderna, urbana e integrada; la otra, rural, atrasada y aislada que constituye un obstáculo para la modernización.
La situación real es la contraria. Estas áreas rurales no han estado aisladas desde los comienzos de la era
mercantil-capitalista. Las regiones más atrasadas son, precisamente las que han mantenido en el pasado los más
estrechos lazos con las metrópolis, como por ejemplo, Haití, los ex distritos mineros de Minas Gerais en Brasil o
de México (Guanajuato, Zacatecas), el altiplano peruano-boliviano, o las áreas de explotación agrícola comercial
para la exportación (Nordeste brasileño, países de América central).
4. Condiciones internas
Después de una década de populismo `estatista`, los sectores burgueses más encumbrados, ligados al capital
foráneo, buscaron retomar el control del Estado, restaurar las libertades económicas a fin de lograr un genuino
crecimiento del país.
Chocaron contra una fuerte oposición de las mayorías populares, perjudicadas con tales políticas, dando lugar
a un período de gran conflictividad político-social.
Las Fuerzas Armadas asumieron reiteradamente el control del Estado, por medio de golpes militares, o
indirectamente, presionando sobre el poder civil. Su propósito era contener a las masas populares –peronistas-,
defender el “Ser nacional” amenazado por el marxismo y mantener a la Argentina en el “mundo occidental y
cristiano”.
Predominaron los oficiales industrialistas, que adhirieron al desarrollismo.
La concepción del desarrollo, fue diferente en los gobiernos que existieron en este modelo. Se manifestaron
en dos etapas discontinuas:
a) Desarrollismo liberal: Gobiernos de Frondizi y de la “Revolución Argentina”. El primero, fue el momento
más típico del desarrollismo, que se apoyaba en las inversiones extranjeras. Rápidamente se instalaron fábricas
automotrices, petroquímicas y empresas extractoras de petróleo.
Durante la `Revolución Argentina` numerosas empresas nacionales fueron vendidas a capitalistas
extranjeros, que acentuaron su predominio, en las principales ramas industriales y financieras.
b) Desarrollismo dirigista: Gobiernos de Illia y peronistas.
Los radicales concebían el desarrollo, conducido por el Estado, en base a inversiones generadas por el ahorro
interno. El Estado proteccionista, debía reservarse el manejo de algunos resortes considerados estratégicos de la
economía: el petróleo y la energía atómica.
36
El peronismo, confiaba en los `empresarios nacionales` para romper con la dependencia, pero éstos eran
débiles o ya estaban ligados a las empresas multinacionales.
5. Actores sociales
El nuevo proceso industrializador argentino y las tendencias hegemónicas mundiales, generaron cambios: un
nuevo bloque de clases dominantes encuentra en la cúspide, a los sectores industriales y financieros del capital
multinacional, mientras que la burguesía nacional, disminuye su importancia relativa.
Se da una interrelación entre los sectores industriales, financieros, comerciales y agropecuarios, pero la
hegemonía la detentan los dos primeros, sobretodo, los más modernos y dinámicos, los más ligados con el capital
monopólico transnacional.
El `empresariado nacional` sigue dependiendo de las prebendas del Estado, aunque progresivamente va
cediendo a las estrategias del capital multinacional, asociándose en formas diversas: uso de licencias y patentes,
`royalties` con pago de regalías.
Empiezan a tener alguna importancia, sectores `terciarios` de la sociedad: los ejecutivos, administradores,
técnicos, profesionales de las empresas.
También irrumpen vigorosamente en la escena, los sectores juveniles y la mujer.
A fines del modelo, se advierte una fuerte caída de la clase media.
La clase obrera, sufrió un paulatino retroceso en su salario, pero siguió siendo un actor político de relevancia.
Simultáneamente, surgió una nueva dirigencia gremial, fortalecida por el crecimiento industrial, que se alió al
desarrollismo. Estos dirigentes –los nuevos ricos de la Argentina-, trabaron buenas relaciones con el Poder (el
gran capital nacional y transnacional, las Fuerzas Armadas y la Iglesia), priorizando la defensa de sus intereses
sectoriales, políticos y personales, por los de los trabajadores que representaban.
Es indudable que la democracia burguesa en la Argentina, no funcionó, por lo menos, durante un siglo. Y
menos aún, en esta etapa. La ausencia o debilidad extrema de los órganos representativos constitucionales,
contrastó con la fuerte presencia política y económica de las corporaciones. Se las denominó “factores de poder”
–expresión de los intereses sectoriales, corporativos- y tuvieron gran influencia en las decisiones del Estado. Las
más importantes fueron: las Fuerzas Armadas, la Iglesia, la UIA., y la CGE., la Sociedad Rural, los proveedores
y contratistas del Estado y el Sindicalismo peronista.
La mayor parte de la sociedad argentina, sufrió restricciones políticas, sociales y laborales (proscripción del
peronismo durante 18 años, anulación de elecciones, cercenamiento de derechos laborales, caída de los salarios,
limitación de las libertades públicas y de las garantías individuales, etc.). Pese a lo cual, el “Estado de bienestar”
siguió funcionando. Existe casi pleno empleo. Los obreros calificados cobran buenos salarios.
Se da el fenómeno que algunos investigadores denominan “el empate social”, porque ningún sector o alianza
logra sostenerse en el poder o imponer su proyecto político, porque termina siendo derrotado por la oposición.
Ante la falta de libertades, cobra vigor la resistencia civil, una oposición creciente y, a veces, violenta, que se
tradujo en paros, huelgas, manifestaciones, actos callejeros, etc. Vastos sectores de la sociedad (principalmente
juveniles) se tornó rebelde, contestatario e indisciplinado. Su utopía, era la “liberación nacional y social”;
estimulados por el ejemplo de la Revolución Cubana, se fortalecieron en la lucha contra las oligarquías nativas y
la dominación imperialista. No sólo en la Argentina, la sociedad latinoamericana se “radicalizó”, principalmente
los sectores populares y medios.
En Argentina, el activismo social imaginó posible “un cambio de estructuras” y los más decididos, formaron
grupos armados, la “guerrilla”, que emplearon la violencia para combatir tanta injusticia y a la violencia “de
arriba”.
Las empresas multinacionales, tienen una fuerte presencia. Sus actividades industriales y financieras, fueron
dominando el circuito económico más rentable.
nuevas razas; se utiliza alimento balanceado en los criaderos de aves, nueva maquinaria de alta tecnología, se
construyen numerosos silos y elevadores de granos, etc.
9. Vulnerabilidad y líómites
Ni la tecnificación de las actividades rurales, ni la instalación de las nuevas industrias básicas, alcanzaron para
asegurar un crecimiento sostenido. El problema fundamental del país, seguía siendo su estructura económico-
productiva “altamente desequilibrada”, que ahora se agravaba por una dependencia cada vez, mayor.
Los recursos fiscales eran siempre escasos y los déficits se cubrían apelando a un mayor endeudamiento
externo.
La debilidad del sector externo, era crónica: la balanza comercial arrojaba generalmente, saldos negativos;
más deficitaria era aún, la balanza de pagos.
El Estado no pudo orientar las inversiones, ni hubo efecto multiplicador, ni se produjo la integración
horizontal y vertical de la industrial.
Las empresas transnacionales colocaron al país, en una extrema dependencia industrial, tecnológica y
financiera. “La dependencia no pasa ahora por el sistema político, sino que se instala en la propia estructura
productiva.”
Gran parte del aparato productivo del país –el más dinámico- está sujeto a decisiones que se toman en el
exterior. El `drenaje de divisas` provocado por el pago de utilidades, licencias, patentes, intereses, supera las
inversiones.
Esta ofensiva persecutoria, fue hasta grotesca, pues se dictó el Decreto Nº 4161 /56, que prohibía los símbolos
peronistas, cantar su marcha y hasta vitorear a Perón o Evita.
El 7/12/1955 se aprobó una Declaración de Objetivos Básicos, comprometiéndose a suprimir todo vestigio de
totalitarismo y crear las condiciones para restaurar el gobierno constitucional “democráticamente” elegido.
Los defensores del gobierno, se consideraban “democráticos” por ser contrarios a la “tiranía” peronista.
Reivindicaron la línea “Mayo-Caseros-Revolución Libertadora”, opuesta a la línea “Reconquista-Vuelta de
Obligado-17 de octubre”. Estaban convencidos que la mayoría de los trabajadores, habían sido engañados por la
“demagogia” de Perón y que una buena tarea educativa de exaltación de los valores de la democracia y la
libertad, terminaría por sacarlos de su “error”. Comenzó una intensa campaña condenatoria de las lacras y vicios
de las dictaduras y de exaltación del sistema democrático por los medios de comunicación, en organismos
públicos y privados y en la enseñanza. La contradicción no podía ser más flagrante: Se defendía una democracia
teórica, porque en la práctica se proscribía al partido mayoritario.
El resultado fue contraproducente. Los peronistas, que pasivamente presenciaron el derrocamiento de su
gobierno, se fortalecieron en la adversidad: la violación de los derechos laborales, la caída del salario real, las
persecuciones políticas y gremiales, renovaron su espíritu de lucha para combatir a la dictadura “gorila”.
Comenzaba así, la “Resistencia peronista” por parte de simples obreros y militantes peronistas –los dirigentes de
1ra. y 2da. línea que no eran sido perseguidos, se habían borrado-, en las fábricas y lugares de trabajo, con
huelgas, paros, panfletos, pintadas callejeras, atentados y actos de sabotaje.
El 9 de junio de 1956 estalló una rebelión armada peronista. Mal organizada, fue sangrientamente reprimida.
Se aplicó ilegalmente, la pena de muerte a 38 militares y civiles, entre ellos, fueron fusilados el Jefe del motín,
general Juan José Valle y varios civiles en los basurales de José León Suárez.
El Gobierno Provisional, encargó al economista Raúl Prebish, secretario de la CEPAL (Comisión Económica
para la América Latina), un diagnóstico y propuestas de la situación económica. Presentó 3 informes que
sirvieron de base a un plan económico. Atribuía a la inflación –producto de los altos salarios y del dirigismo
estatal- como el principal factor de perturbación económica; proponía la liberalización de la economía, una
distribución del ingreso que permitiera el ahorro para financiar un fuerte desarrollo industrial y agropecuario.
Atendiendo a sus consejos, Argentina ingresó al FMI., al BIRF (Banco Mundial), al Club de París y al
multilateralismo.
El peso fue devaluado –achicando los salarios-, los depósitos bancarios, desnacionalizados, las exportaciones
agropecuarias, estimuladas, pero la caída de los precios internacionales, frustró los resultados esperados. Y la
inflación, no se detuvo: por el contrario.
El estrechamiento de las relaciones económicas con “el mundo occidental” tuvo su correlato político –y
militar-, alineándose detrás del liderazgo norteamericano, al ratificarse la Carta de la OEA: (Organización de
Estados Americanos).
Este nuevo alineamiento, se inició con la `democratización` del Ejército, denunciándose la influencia
totalitaria prusiana y estrechando lazos con el ejército norteamericano –máximo defensor del “mundo libre” y
única garantía de contención del comunismo-. Se multiplicó el intercambio entre ambos ejércitos, las visitas
recíprocas (la llegada de instructores yanquis y el envío de oficiales argentinos a la Escuela de las Américas en
Panamá), el uso de armas, maquinaria bélica, tácticas y uniformes norteamericanos, y escritos de estrategas
yanquis que publicaban revistas militares argentinas.
La dictadura militar derogó por decreto a la Constitución de 1949. En 1957 convocó a elecciones para
reformar la Constitución. Seguramente se buscaba conocer el estado de la ciudadanía y los efectos reales de su
campaña desperonizadora.
Proscripto el peronismo, triunfó el voto en blanco. Al aplicarse el sistema D´Hondt, el voto se dispersó
muchísimo. El Radicalismo del Pueblo obtuvo la mayor cantidad de votos positivos.
La Convención Reformadora reunida en Santa Fe, ratificó la nulidad de la Constitución del `49, reconoció la
vigencia de la Constitución del `53 con sus reformas, y sancionó el artículo 14 bis que incorporaba los derechos
sociales y laborales.
Sin el peronismo, aparecieron nuevos partidos políticos –y renacieron otros muy antiguos en varias
provincias- y se dividieron los tradicionales. El Radicalismo, considerado el “heredero de la Revolución
40
Libertadora”, redividió en 2: La UCRP (Unión Cívica Radical del Pueblo) que era oficialista y estaba liderado
por Ricardo Balbín –candidato a presidente-, y la UCRI (Unión Cívica Radical Intransigente), liderada por Arturo
Frondizi, pertinaz opositor.
El gobierno convocó a elecciones generales en 1958. Para impedir el `continuismo` Perón en el exilio, firmó
un Pacto con Frondizi. Ordenaría votar por la UCRI, a cambio del levantamiento de toda legislación contraria al
peronismo. El voto peronista, disciplinado y masivo a favor de la UCRI, consagró el triunfo de la fórmula A.
Frondizi-Alejandro Gómez.
“El tipo de industrialización seguido a partir de 1958, basado en la radicación de empresas extranjeras en
sectores clave de la economía como ser automotores, petróleo y caucho, no solamente llevó a un aumento de la
concentración industrial, sino también produjo un creciente control de la economía argentina por el capital
extranjero. De las primeras 25 empresas, 16 eran nacionales en 1957. En 1966 la proporción se invirtió y de
las primeras 25 empresas, sólo 8 eran nacionales y 17 extranjeras.”. 21
La liquidación de la DINIE y su traspaso a la actividad privada, los acuerdos con la CADE para formar
SEGBA, Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires, y con el grupo Bemberg, la privatización del “ Frigorífico
Nacional Lisandro de la Torre”, la Ley de Energía, la “batalla del riel”, definen la política económica liberal del
gobierno y el peso creciente de las `recomendaciones` del FMI.
El incremento salarial de 1958 fue rápidamente absorbido por el aumento de los precios, porque se dio una
elevada inflación del 113 % en un año. La política de privatizaciones y la caída del salario –la participación de los
asalariados en 1959 /60, alcanzó al 35,3 % del PBI, o sea el más bajo desde 1935-, hizo recrudecer la resistencia
obrera peronista. Los conflictos se multiplicaron y se tornaron violentos. Antes de finalizar el año `58,
ferroviarios y bancarios habían sido `movilizados`, es decir, colocados bajo jurisdicción militar. Le siguieron los
obreros de YPF y transportistas de Capital Federal. Una huelga de petroleros de Mendoza, dio lugar a la
declaración del `Estado de sitio` en todo el país.
Los obreros del frigorífico Lisandro de la Torre, se declararon en huelga y tomaron las instalaciones para
impedir su privatización. El gobierno consideró a la huelga `insurreccional` y utilizó los tanques del Ejército para
retomarlas.
Fueron declaradas `zonas militares`, Dock Sud, La Plata, Berisso y Ensenada.
A mediados de 1959 Perón denunció el incumplimiento del pacto por parte de Frondizi. Alvaro Alsogaray
asumió el Ministerio de Economía y Trabajo.
Los ferroviarios efectuaron una huelga que duró 49 días y fueron movilizados.
En marzo de 1960, el gobierno puso en vigencia el Plan CONINTES (Conmoción Interna del Estado), aquel
engendro peronista (Ley Nº 13.234 /48), que permitía la participación de las Fuerzas Armadas en la represión
interna. Las fuerzas policiales provinciales quedaban subordinadas a las Fuerzas Armadas y se crearon Tribunales
militares para juzgar a civiles, acusados de promover actos subversivos.
¡Ese fue el Estado de Derecho frondizista!
A principio de 1959 triunfaba la Revolución Cubana conducida por Fidel Castro, que poco después se
proclamó marxista y organizó un Estado Socialista. Su repercusión fue enorme en toda América, por la adhesión
que recibió, así como el pánico que provocó en las clases dominantes.
Las Fuerzas Armadas de Argentina, se convencieron que el “monstruo comunista” se había instalado en
América y que la próxima víctima, sería la Argentina.
Hubo un fuerte avance electoral de los partidos de izquierda. El Partido Comunista duplicó sus votos en
Mendoza. En Capital Federal triunfó Alfredo Palacios mediante una campaña abiertamente pro-castrista. Los
militares quedaron espantados y desencadenaron una desenfrenada ola “maccarthista”. El Decreto 4965 / 59
prohibió las actividades del Partido Comunista. Locales comunistas y peronistas, fueron destruidos y muchos de
sus dirigentes, detenidos. Para muchos oficiales, todos los ´totalitarismos` eran iguales. Y equiparaban al
Peronismo con el Comunismo o, al menos, temían que el peronismo fuera la antesala del comunismo.
El Comandante en Jefe del Ejército, General Carlos Severo Toranzo Montero, afirmaba que el peronismo, era
“un conglomerado de delincuentes”.
El presidente de EE.UU. John Kennedy propuso dos estrategias de contención del comunismo: la Alianza para
el Progreso y la acción armada de los ejércitos americanos en la lucha antisubversiva.
En 1961 Frondizi inauguró el Curso de guerra contrarrevolucionaria en la Escuela Superior de Guerra.
Arribaron entonces, militares norteamericanos y franceses para instruir técnica e ideológicamente a los oficiales
argentinos; además, muchos de éstos, hacían los cursos de perfeccionamiento en escuelas militares
norteamericanas, especialmente en la Escuela de las Américas, en la Zona norteamericana del canal de Panamá,
donde miles de oficiales argentinos pasaron por ella.
21
ACUÑA, MARCELO LUIS, De Frondizi a Alfonsín: la tradición política del Radicalismo, t. 1, p. 120, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1984.
42
Pero nada de esto alcanzó. Ni siquiera los más altos funcionarios quedaron libres de las sospechas militares.
Frigerio había sido comunista. Frondizi tenía lejanos antecedentes izquierdistas y no fueron suficientes para
aventar los recelos militares, sus reiteradas manifestaciones de ser “occidental y cristiano” (expresión acuñada
por Frondizi), ni su gestión gubernativa, tan favorable a la Iglesia y a los EE.UU.
Su política exterior, pretendidamente ` independiente`: la firma del Tratado de Uruguayana con el Presidente
de Brasil, Janio Quadros, su encuentro sigiloso con el Che Guevara en Buenos Aires, el voto negativo para la
expulsión de Cuba de la OEA, en la reunión de Punta del Este, eran suficientes `pruebas` que demostraban
fehacientemente que Frondizi “era un solapado y `maquiavélico` agente comunista”.
En 1962 debía votarse en 14 Provincias para elegir Gobernadores y Diputados Nacionales. Las Fuerzas
Armadas – FF.AA.- querían impedir la participación de un partido `neoperonista` llamado Unión Popular, pero el
Presidente y su Ministro del Interior, Roque Vítolo, aseguraron que la UCRI estaba en condiciones de derrotarlo
en elecciones limpias.
Efectuadas éstas el 18 / 3 / 62, el peronismo venció contundentemente en 10 Provincias, especialmente en la
Provincia de Buenos Aires. Fue el fin de Frondizi. Las Fuerzas Armadas lo derrocaron 11 días después, en el 4to.
Golpe Militar exitoso del siglo.
“Esta autonomización relativa del ejército, coincide con la reformulación de sus funciones. La mutación
estratégica que se produjo entre fines de la década del 50 y principios de la del 60, correspondió a la nueva
coyuntura continental, a la redefinición de las `amenazas` hechas por el Pentágono. La coordinación de los
ejércitos continentales en la lucha contrarrevolucionaria se efectuaba, en efecto, impulsada por Washington y
bajo su égida. El ejército `politizado` de la República Argentina, adhirió sin reservas a las nuevas hipótesis de
guerra que legitimaban profesionalmente sus prácticas francamente extramilitares . . . La lucha contra el
comunismo y la solidaridad con la potencia `líder del mundo libre` se antepusieron a la defensa de la
independencia nacional y la preocupación por industrialismo.”22
Se desencadenó una lucha de facciones militares por la conducción del Ejército (y por ende, del Gobierno).
Muchos oficiales –nacionalistas- decían condenar la excesiva intromisión de las FF.AA. en asuntos políticos. Se
proclamaban `profesionalistas`, `apolíticos`. Sostenían que el Ejército debía volver “a sus funciones específicas”.
Recelaban también, de la fuerte influencia de la Marina (liberal) en el ejército.
En septiembre de 1962 se levantaron en armas –no contra el Presidente, sino contra la conducción del ejército
de los generales Lorio y Labayru-, encabezados por el General Juan Carlos Onganía. Se identificaron con el color
Azul y asignaron el Colorado a sus oponentes. Casi sin encontrar resistencia, se impusieron. Emitieron el
Comunicado Nº 150 –verdadero parte de victoria, redactado por el abogado Mariano Grondona- donde se
comprometían a “la realización de elecciones mediante un régimen que asegure a todos los sectores la
participación en la vida nacional . . . que asegure la imposibilidad del retorno a épocas ya superadas.”
Peronistas, nacionalistas y frondizistas, aplaudieron con entusiasmo este triunfo Azul sobre los `gorilas
colorados`.
22
ROUQUIE, ALAIN, Poder militar y Sociedad política en la Argentina, t. II. 1943-1973, p. 120, Buenos Aires, Emecé, 1982.
43
En abril del `63 se reprodujo el enfrentamiento. Esta vez, fue muy violento, con derramamiento de sangre y
destrucción material. Los colorados, bajo la jefatura del anciano General Benjamín Menéndez, apoyados por la
Marina, conducida por el almirante Rojas, fueron definitivamente derrotados.
Los `apolíticos` azules, asumieron el control del Ejército y del Gobierno… Generales reaccionarios como
Enrique Rauch y Osiris Villegas, ocuparon el Ministerio del Interior, mientras los liberales Alvaro Alsogaray y
José Alfredo Martínez de Hoz, el de Economía.
Se convocó a elecciones generales para julio del 63. Peronistas, frondizistas, nacionalistas y democristianos,
formaron el “Frente Nacional y Popular”. Pero las listas de sus candidatos, fueron reiteradamente rechazadas por
la Justicia. Finalmente, fueron proscriptos todos los candidatos peronistas, por lo que se resolvió la abstención.
Con la participación de más del 85 % del electorado y numerosos votos en blanco, se impuso la UCRP. con el
25 % de los votos. La fórmula vencedora estaba integrada por Arturo Umberto Illia-Carlos Humberto Perette.
Varios gremios independientes lo rechazaron y acusaron a las “62 Organizaciones” gremiales peronistas, de
“crear un clima de caos y violencia que facilite un eventual golpe.”
El Plan de lucha se cumplió estrictamente, con paros, movilizaciones y toma de fábricas. Los empresarios
responsabilizaron al Gobierno, por permitir estos atentados contra la propiedad, calificándolos de “verdaderos
delitos contra la seguridad de la nación.”
Además, abundaron los atentados; el más grave, fue la explosión de un edificio de la calle Posadas, ocurrido el
21 / 7 / 64 que dejó 12 muertos. Las Fuerzas de Seguridad desbarataron numerosas “células terroristas” de
tendencia “castro-comunista” y peronista. Aparecieron los llamados “extremistas” de distinto signo, como el
grupo “Tacuara”, la “Guardia Restauradora Nacionalista” (ambas de derecha), el “Ejército Guerrillero del
Pueblo” (de izquierda), etc.
Fue demoledora la campaña de la prensa contra el gobierno. Se crearon algunas publicaciones cuyo único fin,
era deslegitimar al gobierno y propiciar el golpe de estado.
Las revistas “Primera Plana” de Jacobo Timermann y “Confirmado”, lanzaron una orquestada campaña
contra la ineficiencia de Illia (simbolizado por una tortuga), afirmando que las FF.AA. “última reserva moral de
la Patria” no podían permanecer indiferentes ante tal desgobierno. Y el Ejército tenía un “genio” que era el
general Onganía.
Este, era el Comandante en Jefe del Ejército. El 6 / 8 / 64, pronunció un discurso en la 5ª. Conferencia de
Ejércitos Americanos realizada en West Point, originando la “doctrina Onganía”. Sostuvo la autonomía de las
Fuerzas Armadas frente al gobierno, que la obediencia “cesa si se produce al amparo de ideologías exóticas, un
desborde de autoridad”; que los objetivos de las FF.AA. son “preservar los valores morales y espirituales de la
civilización occidental y cristiana.”23
Poco después, en Brasil -gobernado por una dictadura militar- acordó con su Ministro de Guerra que
“nuestro enemigo (el comunismo) está en todas partes; podrá vencernos si actuamos aisladamente, pero no pasará
si actuamos unidos” y actuando conjuntamente contra “todo extremismo”.
El presidente Illia no sancionó esta gravísima violación al orden constitucional.
La política exterior de Illia (la venta de granos a China Popular y la negativa de enviar tropas a la República
Dominicana, para colaborar con la invasión de los “marines” yanquis, enfureció a los militares.
Las universidades nacionales eran otros focos de agitación, aunque por motivos muy distintos: se defendía la
autonomía universitaria, amenazada por los enemigos con la acusación de la “infiltración marxista”, se
condenaba la penetración de capitales transnacionales y la prepotencia militar.
En 1965 se realizaron elecciones para renovar la mitad de la Cámara de Diputados. El peronismo, con el
partido Unión Popular ganó en 5 Provincias y obtuvo 36 bancas, mientras que el radicalismo, venció en 6
Provincias y logró 35 bancas; otros partidos provinciales, triunfaron en 9 Provincias.
Las FF.AA. seguían firmemente empeñadas en impedir el retorno peronista al gobierno. Por lo tanto, no iba a
permitir que el gobierno continuara con esta línea política.
Consideraron que en el país, estaban dadas las condiciones para dar el 5to. Golpe militar.
23
GARCIA, ALICIA S. y RODRIGUEZ MOLAS, RICARDO, Textos y documentos. El autoritarismo y los argentinos. La horade la espada y del balcón/5, (1946-1964), pp.
530-543, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1989.
45
favorable a los desbordes extremistas y que pone a la Nación en peligro de caer ante el avance del totalitarismo
colectivista.”
En sus Objetivos, prometieron “Asumir con decisión irrevocable, por propia y libre determinación, conforme
a sus orígenes y destino, el compromiso de participar en la defensa del mundo libre occidental y cristiano.” 24
La Junta se atribuyó “la representación de todo el pueblo de la República”, plenas facultades políticas,
legislativas y constituyentes. La Constitución Nacional, quedó subordinada a los “Fines” y “Estatuto”
revolucionarios.
El golpe militar, tuvo un amplio consenso. Lo apoyaron con entusiasmo el peronismo, el nacionalismo, el
frondizismo, la banca extranjera, la UIA., la CGE., la Sociedad Rural, el capital multinacional, el sindicalismo
peronista, la Iglesia, la `prensa grande`, y…hasta Perón desde Madrid y Braden desde los EE.UU.
24
VERBITSKY, HORACIO, Op. cit., pp. 98-110.
46
Onganía respondió rápidamente, con la suspensión de la personería gremial y el congelamiento de los fondos
de los gremios díscolos (UOM –Unión Obrera Metalúrgica-, Textiles, FOTIA –industria azucarera-, FOETRA –
telefónicos-, Químicos, Unión Ferroviaria, La Fraternidad). El movimiento fracasó. El `vandorismo` fue
derrotado y se sometió. Recuperó sus gremios, sus fondos y pasó a negociar con la dictadura.
Desde la década del `60, el sindicalismo peronista adquirió las características esenciales que aún conserva
(con sólo algunas variantes).
Los gremios se fortalecieron con el desarrollismo. Las nuevas industrias y el incremento de la actividad,
engrosó la cantidad de afiliados. Surgieron gremios poderosos, como los metalúrgicos, mecánicos, petroleros y de
la construcción. Recaudaban grandes sumas de dinero por aportes obligatorios de los afiliados y con el manejo de
las obras sociales (beneficio otorgado por Onganía). Mantienen hoteles, camping, sanatorios, bancos, etc.
Los gremios quedaron en poder de un aparato burocrático, peronista, verticalista y antidemocrático, funcional
al sistema. Mantienen fluidas relaciones con el Poder (económico, militar o religioso). Son `visceralmente`
anticomunistas.
Al principio, sus dirigentes, habían llegado al gobierno del gremio por sus méritos y habilidad. Después, se
perpetuaron en el mando, por medio de la violencia (con su aparato de matones) y del fraude `legal` más perfecto
conocido: generalmente, en los gremios grandes, sólo puede presentarse a elecciones, una sola lista: la oficialista.
Estos dirigentes sindicales, se han enriquecido escandalosamente, son verdaderos magnates que viven a todo
lujo, dándose esta paradoja: dirigentes ricos, obreros pobres. Invocan su condición de “trabajadores”,
identificándose como “Nosotros, los trabajadores” cuando dejaron de serlo hace muchos años (algunos, nunca lo
fueron). Son dirigentes ‘de escritorio’, burócratas, cuya máxima ‘virtud’, en negociar.
Todo lo discuten, negocian y resuelven, a nivel de superestructura. El sistema legal sindical, da un enorme
poder a la cúpula gremial, ya sean sindicatos, federaciones o a la CGT., por ejemplo, con el derecho de
intervención. No existe ningún verdadero control ni límite de sus gastos (ni de sus elecciones).
Coyunturalmente, sus tácticas, varían. Frente a la “Revolución Argentina”, adoptaron tres:
1) Los Participacionistas. Eran oficialistas que apoyaron abiertamente la dictadura de Onganía. Presentaban
como alternativa, la de “participar y colaborar” o caer en “tácticas subversivas”.
En 1968 constituyeron el nucleamiento “Nueva Corriente de Opinión”.
Sus principales dirigentes fueron: José Alonso, secretario de la CGT, del gremio del vestido, Juan José
Taccone, de Luz y Fuerza, Rogelio Coria de UOCRA –construcción-, Adolfo Cavalli de SUPE –petroleros- y
Angel Peralta –vitivinícola-.
2) Los Dialoguistas (vandoristas). Constituyen la expresión más acabada de la burocracia sindical peronista.
Su arma, es la negociación. Su táctica, es endurecerse para negociar mejor (“golpear y negociar”). Suelen utilizar
un discurso revolucionario para conformar a sus representados –los obreros-, que se transforma en una
vergonzante sumisión frente a la patronal.
Su principal dirigente, fue AugustoTimoteo Vandor (y otros dirigentes de la UOM: Paulino Niembro, José
Rucci y Lorenzo Miguel), Vicente Roqué –molineros-, Antonio Baldassini –correos-.
3) Los Combativos. Sindicalismo de línea dura, opositor a la dictadura, encabezado por Amado Olmos –
sanidad-, Julio Guillán de FOETRA – telefónicos-, la CGT de Córdoba (con Elpidio Torres y Atilio López).
En marzo de 1968 se realizó un Congreso Normalizador de la CGT. Los burócratas Vandor y Alonso, lo
impugnaron. Surgió un nuevo Secretariado con dirigentes honestos y combativos, encabezado por Raimundo
Ongaro (Gráficos)25 e integrado por Antonio Scipione (Unión Ferroviaria), J. Guillán, Benito Romano (FOTIA –
azucareros-); pronto se incorporó Agustín Tosco –Luz y Fuerza de Córdoba-. Tuvo que identificarse como CGT
de los Argentinos, porque ni el gobierno, ni los burócratas la reconocieron.
Estos últimos, formaron la CGT. Azopardo (la calle de su sede).
La CGTA. enfrentó tenazmente al onganiato. En esa lucha, se sumaron numerosos gremios chicos
(empleados de farmacias, químicos, periodistas) y del interior del país.
La respuesta social
25
Raimundo Ongaro, era un peronista social-cristiano, de gran honestidad y valentía. En marzo de 1969, declaró: “La clase trabajadora tiene como misión histórica, la
destrucción, hasta sus cimientos, del sistema capitalista de producción y distribución de bienes”.
47
La dictadura se empeñó en imponer un orden moral católico reaccionario, en momentos de cambios, por la
irrupción de la juventud como un actor destacado, que rompe con los moldes antiguos y de la mujer, que avanza
en su lucha por la igualdad. Hay censura oficial en las distintas manifestaciones de la cultura. Lo nuevo, es
sospechoso y censurado: el pelo largo y la barba en los varones, la minifalda o el pantalón en las mujeres, el beso
en lugares públicos, la mayor libertad sexual, etc.
La juventud se politiza como nunca y ocupa un lugar destacado en la lucha contra un régimen opresor y
sometido al capital extranjero. Pero también gruesos sectores de la sociedad se radicaliza políticamente y se
torna rebelde. No es sólo la lucha contra la dictadura o por reivindicaciones laborales, sino que es política: el
objetivo de máxima, es derrotar a “la oligarquía y el imperialismo”, lograr “un cambio de estructuras” y por “la
liberación nacional y social”. Esta lucha, se superpone con otra que tiene como objetivo lograr el “retorno de
Perón” y que le da un ancho apoyo popular.
Gran parte de la sociedad, venciendo el temor a la feroz represión, se lanzó a combatir en las calles, lugares de
trabajo y de estudio, o a través de la palabra y la pluma.
Tres vertientes ideológico-políticas confluyeron y bregaron unidos en la práctica:
a) El peronismo combativo, encabezado por la CGT de los Argentinos y la CGT de Córdoba.
b) El cristianismo revolucionario.
c) La izquierda independiente.
La Iglesia renovada
El Papa Juan XXIII inició la renovación de la Iglesia, alejándola de su tradicional alianza con los sectores
privilegiados y poderosos, para inclinarla en “la opción por los pobres”. Sancionó la Encíclica Mater et Magistra
en 1961, que buscaba orientar “la cuestión social en forma más en consonancia con nuestro tiempo”.
Reunió el Concilio Vaticano II, donde los obispos conservadores, fueron superados por los renovadores,
numerosos en el 3er. Mundo.
Su sucesor, Paulo VI, continuó esa línea. Sancionó la Encíclica Popolorum Progressio en 1968, donde
clamaba contra las injusticias sociales, los abusos de los poderosos y “el imperialismo del dinero”.
Muchos obispos, sacerdotes y laicos de Latinoamérica, adhirieron al llamado de la Iglesia. Un jalón inicial,
fue la Conferencia Episcopal Latinoamericana de Medellín –CELAM- de 1968. Figura relevante fue el obispo de
Recife (Brasil) Helder Cámara.
En Argentina, pocos pero muy destacados obispos adhirieron a la renovación, comenzando con Jerónimo
Podestá –que dejó los hábitos-, y los obispos de Goya: Alberto Devoto, de Sáenz Peña: Italo Di Stéfano, de
Neuquén: Jaime de Nevares, de Viedma: Miguel Hesayne y de La Rioja: Enrique Angelelli.
En mayo de 1968, 21 sacerdotes se reunieron en Córdoba originando el Movimiento de Sacerdotes para el
Tercer Mundo. El compromiso social de este Movimiento, fue creciendo rápidamente, lo mismo que el número
de sacerdotes y la adhesión de los laicos. Sus pronunciamientos fueron claros. Entre ellos, asumieron su posición
en relación a un tema candente: la violencia. Advirtieron:
“. . . se evite por todos los medios equiparar o confundir la violencia injusta de los opresores que sostienen
este nefasto sistema, con la justa violencia de los oprimidos, que se ven obligados a recurrir a ella, para lograr
su liberación.”26
En el 2do. Congreso del año siguiente, 80 sacerdotes reconocieron la raigambre popular del peronismo,
rechazaron al sistema capitalista, el imperialismo económico, político y cultural y se pronunciaron a favor de un
cambio radical de estructuras, por el socialismo, mediante la socialización de los medios de producción.
Una importante expresión de esta tendencia, fue la revista “Cristianismo y Revolución” dirigida por Juan
García Elorrio.
La Izquierda
26
DEPARTAMENTO DE HISTORIA DEL CENTRO EDITOR DE AMERICA LATINA, Diez años de Polémica. 1962-1972: los hechos, los hombres, Nº 13, p. 77, Buenos
Aires, CEAL, 1972.
48
El principal objetivo de la dictadura de Onganía, fue eliminar “la infiltración marxista” y defender al mundo
occidental y cristiano. En 1969 el déspota consagró a la Argentina, “al Corazón Inmaculado de María”.
El 25 / 8 / 67 dictó la Ley 17.401, que imponía severas penas a personas que “con indudable motivación
ideológica comunista”, realizaren actividades proselitistas, perturbadoras del orden público, tengan centros de
adoctrinamiento y propaganda; los excluye de ocupar empleos en el Estado, ejercer la docencia, tener emisoras de
radio y televisión, imprentas o editoriales, prohibiendo las publicaciones “consideradas comunistas”.
La `cruzada` contra el comunismo, había comenzado con `la noche de los bastones largos`.Pero el activismo
radicalizado estudiantil, no decreció, cobrándose una víctima temprana con Santiago Pampillón en Córdoba. Esta
ciudad, fue el centro de oposición más radicalizado obrero-estudiantil, del país.
Desde posiciones socialistas y marxistas, se sumaron a la lucha social, estudiantes, docentes, profesionales,
intelectuales, artistas y trabajadores (Luz y Fuerza, SMATA. y el sindicalismo clasista de SITRAC. y SITRAM.,
todos de Córdoba).
En 1969 el descontento social era incontenible: paros, actos, manifestaciones, refriegas con muertos, heridos y
detenidos se multiplicaron en casi todo el país. Y explotó con furia el 29 de mayo en el Cordobazo, gigantesca
manifestación de repudio a la autocracia militar (saldo: 14 muertos, 100 heridos y muchísimos detenidos). Fue el
estallido social más importante de la época, de obreros y estudiantes, con gran apoyo de la clase media. El
onganiato quedó herido de muerte.
El gobierno decidió nombrar interventor de la CGT Azopardo a Valentín Suárez con el propósito de
“normalizarla”, mientras asaltó violentamente la sede de la CGT de los Argentinos y de algunos de sus sindicatos
adheridos, deteniendo algunos de sus dirigentes. Esta ofensiva arrojó como resultado, una lenta agonía de esa
central sindical, que para 1970 termina por desaparecer.
Inmediatamente, se repitieron los estallidos sociales multitudinarios, que se llamaron Rosariazos,
Chipoletazos, Tucumanazos, Mendozazos y otros (menos en Buenos Aires).
Onganía declaró el `estado de sitio`, aumentó la represión, pero había perdido el control del país: era incapaz
de imponer “el orden” tan caro a los militares.
La Guerrilla
Desde el gobierno de Frondizi, habían aparecido, de manera aislada, pequeños grupos guerrilleros, que fueron
rápidamente desarticulados. Durante el onganiato se multiplicaron y su accionar recrudeció, mediante atentados a
símbolos del poder económico, secuestros extorsivos, eliminación de represores y de ´traidores´, detención de
camiones cargados de mercaderías y su inmediato reparto en las villas, etc.
Se organizaron células guerrilleras; las más importantes fueron las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR.,
guevaristas), las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), Montoneros (peronista que terminaría absorbiendo a las
demás) y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP, trotzkista).
En septiembre del ´68 surgió una guerrilla rural en Taco Ralo, organizada por Envar El Kadri. Inmediatamente
llegaron a Tucumán para reprimirla, los “boinas verdes” (cuerpo de lucha antiguerrillera de los Estados Unidos).
En junio del año siguiente, explotaron bombas sincronizadamente, en 13 supermercados Mínimax (propiedad
de los Rockefeller) quedando destruidos. En ese mes, Vandor murió víctima de un audaz atentado hecho por
desconocidos, en plena sede sindical.
El 25 / 5 / 70, el general Aramburu fue secuestrado por un grupo de jóvenes: era el primer núcleo de
Montoneros, que lo `juzgaron`, condenaron y ejecutaron.
Fue el final del autócrata (posiblemente cómplice de ese asesinato). La Junta Militar reasumió el mando el 8
de junio; designó nuevo presidente al General Roberto M. Levingston, quien asumió diez días después.
El nuevo Ministro de Economía, Aldo Ferrer, se propuso “argentinizar la economía” lanzando el “compre
argentino”, que tuvo escaso efecto; pero la nota saliente de su gestión, fue el `vaciamiento` de empresas.
En noviembre del `70 renació la actividad política (los partidos políticos habían sido disueltos en 1966). El
delegado de Perón, Jorge Paladino reunió a dirigentes de los partidos Radical del Pueblo, Justicialista, Socialista
Argentino, Conservador Popular, Demócrata Progresista y de la UCR. Bloquista, quienes anunciaron una
coincidencia para formar “La Hora del Pueblo” y reclamar elecciones generales.
Acosado desde distintos frentes y defendido sólo por Oscar Alende y su partido, la UCR Intransigente, el
general Levingston no podía sostenerse por mucho tiempo.
El 17 / 3 / 71 un nuevo `paro activo’ en Córdoba se convirtió en el “Viborazo”, en desafío por las amenazas
del gobernador fascista Uriburu. Ese día, el gobierno incorporaba al Código Penal, la pena de muerte. El
`clasismo’ gremial (SITRAC – SITRAM) estuvo a la cabeza de la movilización.
5 Días después, el Jefe del Ejército –y el más influyente- el General Alejandro A. Lanusse, destituyó a
Levingston y asumió el mando.
fórmula integrada por Héctor J. Cámpora y Vicente Solano Lima, triunfó en elecciones limpias, con algo menos
del 50 % de los votos. Además, el FREJULI ganó en 20 provincias sobre un total de 22.
“De ningún modo se podría describir su programa como izquierdista, pues era tibiamente nacionalista y
distribucionista. No se trataba de un programa socialista . . . pero era notoriamente intervencionista, porque
se basaba en la acción estatal y demostraba en general, una fuerte desconfianza respecto de los mecanismos del
mercado.”27
Las metas eran muy ambiciosas, pero si, en buena medida, se quería repetir la experiencia de 1945, se chocaba
con condiciones internas y externas muy distintas y desfavorables.
La derecha peronista y la burocracia sindical –además del poder concentrado, nacional y transnacional-, nunca
apoyaron sinceramente al proyecto Gelbard, y apenas llegaron al poder político con Isabel y López Rega, lo
dejaron de lado.
El antagonismo entre la ‘Tendencia revolucionaria’ del peronismo (la JP, la Juventud Trabajadora Peronista –
JTP- la Juventud Universitaria Peronista –JUP-, Montoneros, FAR-) y la derecha del movimiento: casi toda la
dirigencia política la burocracia sindical y sus agrupaciones armadas (el Comando de Organización –C de O-, la
27
DI TELLA, GUIDO, Perón – Perón. 1973-1976, p. 103, Buenos Aires, Hyspamérica, 1986.
51
Concentración Nacional Universitaria –CNU-), estalló violentamente el día 20 de Junio, cuando Perón regresó
definitivamente al país.
El Comité de recepción, organizado por el Ministerio de Bienestar Social, dirigido por el fascista Tte. Coronel
Jorge Osinde e integrado por matones de la Juventud Sindical Peronista, la UOM, UOCRA, SOEM, el C. de O. y
el CNU., desencadenó una masacre terrible contra la izquierda peronista, en medio de una gigantesca multitud
que huyó espantada del acto, que debía haber sido una fiesta.
El gobierno de Cámpora, ‘la primavera camporista’ duró apenas 49 días. El 12 de julio, una maniobra política
de la derecha –avalada por Perón- obligó a renunciar al presidente y al vice, asumiendo el P.E. el diputado José
Lastiri, por el extraordinario mérito de ser yerno de López Rega. Se puso en marcha un nuevo proceso electoral,
para legitimar el regreso de Perón –vía electoral- al gobierno.
El nuevo gobierno dio un violento giro a la derecha, iniciando una rápida limpieza de izquierdistas
indeseables, vinculados a la JP. Se desató una fuerte campaña contra los gobernadores de Córdoba, Buenos Aires,
Salta, Mendoza, Santa Cruz y la violencia contra el gremialismo combativo.
El ERP no había dado tregua y reiteraba sus actos de violencia.
La fórmula J.D.Perón- María Estela Martínez de Perón triunfó en las elecciones presidenciales de septiembre,
con casi el 62 % de los votos.
3 días después, fue muerto por desconocidos (¿montoneros?) José Rucci, secretario de la CGT y máxima
expresión de la burocracia sindical (jamás ganó una elección en su gremio, con más del 7 % de los votos de sus
afiliados).
Poco después, el gobierno lanza una ofensiva contra la Universidad de Buenos Aires, desplazando a su Rector,
Rodolfo Puiggrós.
28
Ibídem, p. 111.
52
gobernador de Córdoba, Atilio López, el sobreviviente de la masacre de José León Suárez, Julio Troxler y
muchos más.
La ofensiva contra los gobernadores vinculados con `la tendencia` se acrecentó. Una insólita acusación de
Perón contra el gobernador Oscar Bidegain de Buenos Aires, ocasionó su renuncia.
El 27 / 2 / 74 se produce el “Navarrazo”. El jefe de policía de Córdoba se insubordinó contra el gobernador
Obregón Cano y el vice, Atilio López y los puso presos. El P.E. Nacional, avaló este grave atentado institucional,
enviando la Intervención a la provincia.
En el acto del 1ro. de Mayo, Perón trató de “estúpidos” e “imberbes” a los jóvenes de la JP (un año antes,
eran “la juventud maravillosa”) elogiando a la burocracia sindical.
En estas circunstancias dramáticas, murió Perón el 1 / 7 / 74.
29
Ibídem, pp. 125 – 127.
53
Como saldo, quedó una distorsión de precios y salarios, que dio lugar a continuos ajustes, indexaciones,
especulación y una indefinida puja social.
El descalabro era monumental. En agosto, sectores empresariales opositores, forman la APEGE (Asamblea
Permanente de Entidades Gremiales Empresarias), constituida por la Sociedad Rural, las Confederaciones
Rurales Argentinas, la Cámara Argentina de Comercio, la Cámara de la Construcción, sumándose otras empresas.
La incapacidad de Isabel era tal, que en septiembre la obligan a pedir una licencia. Se hizo cargo del P.E. el
senador Italo Argentino Luder. El 6 / 10 / 75 dictó el Decreto 2772 que establecía:
“Las FF.AA. bajo el comando superior del Presidente de la Nación, que será ejercido a través del
Consejo de Defensa, procederán a ejecutar las operaciones militares y de seguridad que sean necesarias a
los efectos de aniquilar el accionar de los elementos subversivos en todo el territorio del país.”
Esta norma represiva, fue firmada por Luder y sus ministros Antonio Cafiero y Carlos Ruckauf, entre otros.
En octubre Isabel retomó sus funciones. El caos es generalizado. La crisis política, social y económica, era
descomunal y puede sintetizarse así:
o desabastecimiento, mercado negro, contrabando, inflación desenfrenada, especulación, caída de la
rentabilidad empresaria, caída del salario real, ausentismo laboral.
o disminución de la producción industrial y agropecuaria.
o PBI negativo, déficit fiscal.
o debilidad del sector externo, gran endeudamiento externo.
o saldos negativos de la balanza comercial y de pagos, deterioro de los términos del intercambio.
o disminución de reservas, drenaje de divisas.
o Agitación social, atentados de grupos guerrilleros, terrorismo de la Triple A.
Las prometidas fantasías peronistas de una “Argentina Potencia” se habían desvanecido frente a la dramática
realidad de un país dependiente, sometido al poder de las empresas transnacionales, que manejan el mundo en su
beneficio, a costa de la superexplotación de los pueblos del 3er. Mundo. Y el peronismo nada había hecho para
romper esa estructura.
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BIBLIOGRAFIA
V – 1 - Situación Internacional.
La crisis energética de 1973 cerró un largo ciclo de expansión y auge de los países
capitalistas más adelantados. El Estado de Bienestar –o Estado Social-, entró en crisis.
El exitoso modelo de producción fordista-keynesiano, quedó desplazado por la
‘Revolución Tecnológica’, un nuevo y extraordinario desarrollo científico y técnico. La
electrónica, la informática, Internet, la robótica, la microfísica, la ingeniería genética,
los nuevos materiales, la comunicación satelital, -¡las armas ‘inteligentes’!- etc., originaron
nuevas formas de organización de la producción, mucho más eficiente, que ha cambiado
sensiblemente la vida y las relaciones entre los pueblos.
El hecho histórico más trascendente, fue la “implosión” del Socialismo ‘real’, producido
entre los años 1989 y 1991.
El capitalismo logró imponerse como sistema único y universal. Las economías ‘cerradas’ y
planificadas del socialismo, desaparecieron barridas por la superioridad capitalista.
El MERCADO ocuparía, en forma excluyente, el centro del escenario. La defensa de la
libre empresa, la liberalización comercial y financiera y el derecho absoluto a la
propiedad privada, con la eliminación del ‘estatismo’, serían los mecanismos más idóneos
para lograr el progreso material, científico y técnico, que multiplicaría la riqueza, para
beneficiar a toda la humanidad.
En realidad, este prodigioso aumento de bienes y servicios obtenido, sólo ha beneficiado
a unos pocos países y ha enriquecido fabulosamente a unas cuantas empresas y personas.
Pero los beneficios no han llegado a la inmensa mayoría de los pueblos ni de sus
habitantes.
Sin ningún adversario, el capitalismo se ha vuelto “salvaje” y de superconcentración del
capital. Las corporaciones transnacionales gigantes, que han logrado una acumulación
colosal, dominan el mundo. La brecha entre los pueblos y las personas, se agiganta. Este
55
V – 3 - La situación interna.
Al prolongado “empate social” le pone fin el Proceso Militar. Después de 18 años de
proscripciones, de permanente inestabilidad política, de alternancia de gobiernos civiles y
militares en que ningún proyecto político-económico logra imponerse, las FF.AA. quiebran
ese empate e inclinan la balanza a favor del capital concentrado, apelando al “Terrorismo
de Estado” y que los gobiernos democráticos que le sucedieron, se encargaron de
consolidar.
El Proceso Militar creó las condiciones necesarias, para que el peronismo Menemista
realizara los “cambios estructurales” de la Argentina Neoliberal.
El Proceso eliminó los obstáculos que se oponían a su objetivo: el populismo, el estatismo,
el industrialismo desarrollista, aterrorizando a la población y disciplinándola.
El fracaso del gobierno democrático que le sucedió, en su débil intento de revertir el
rumbo, desembocó en un descalabro mayúsculo –un ‘golpe de mercado’- que tuvo un efecto
56
más demoledor aún, de disciplinamiento social. La crisis del Estado era ‘terminal’. Su
reforma resultaba inevitable. Como en todo el mundo, a la Argentina le había llegado la
hora del ‘Mercado’.
Casi toda la sociedad y especialmente el peronismo, que durante medio siglo habían
defendido firmemente el ‘dirigismo’ estatal y las empresas públicas, ahora aceptaban la
economía libre de mercado y las privatizaciones, como la gran solución.
El peronismo, completaba su ciclo. Perón fundó el Estado de Bienestar, Menem lo
destruyó; Perón hizo sancionar los principales derechos del trabajo, Menem los anuló con
la flexibilización laboral; Perón saldó la deuda externa, Menem la aumentó a límites
insoportables.
La primera etapa de la experiencia neoliberal, culminó con un fracaso estrepitoso y los
estallidos sociales del 2001. La recuperación posterior –que estamos viviendo y obedece a
factores externos- no han cambiado la esencia del sistema.
V – 4 - El factor dinámico.
La fuerza dinámica del modelo neoliberal, lo da la valorización financiera lograda
mediante las privatizaciones de empresas públicas y la especulación.
Casi todo el patrimonio social argentino, pasó a manos de empresas privadas,
generándole grandes ganancias.
Simultáneamente, los principales negocios se han hecho –y se hacen- especulando de
diversas maneras: durante el Proceso Militar, con los ‘plazos fijos’, las mesas de dinero y
la ‘estatización’ de la deuda privada; con Alfonsín, con la ‘Promoción industrial’ y los bonos
del Estado; con Menem-Cavallo, con los negociados de las privatizaciones y el colosal
endeudamiento; con De la Rúa-Cavallo, con el ‘megacanje’; con Duhalde, con la nueva
licuación de pasivos y, a la salida de la convertibilidad, una nueva transferencia de
ingresos a favor del capital; y con Kirchner, con la renegociación de la deuda y la emisión
de nuevos bonos.
En los últimos años, la locomotora de la economía mundial es la China, que viene creciendo
de una manera impresionante (también la India). China demanda gigantescas cantidades
de materia prima (y exporta bienes industrializados). Argentina ha entrado en una nueva
etapa agroexportadora donde reina la soja (también otros granos y aceites). La
rentabilidad de las semilleros que venden todo el ‘paquete’ de producción (Monsanto), de
los propietarios y de las empresas agropecuarias (los pools de siembra) y los
exportadores, es enorme y el Estado obtiene importantes recursos con las retenciones a
las exportaciones.
V – 7 - La Sociedad.
A las nuevas generaciones, que sólo han conocido este mundo neoliberal globalizado, han
naturalizado sus características individualistas y de una espantosa inseguridad, les
resulta extraña la Argentina vivida por sus padres y abuelos (cuando se tenía abierta la
puerta de calle). Las seguridades y certezas que brindaba el Estado Benefactor -con
sus limitaciones y deficiencias-, han quedado en el recuerdo de los mayores.
Los tradicionales lazos de solidaridad de aquella sociedad, han sido reemplazados por un
individualismo pragmático. Hoy es importante alcanzar el éxito, la fama y el dinero,
logrado por cualquier medio. Que ese éxito sea visible; ser rico y famoso y mostrarse por
los medios de comunicación. Toda una cultura menemista de ignorancia y farandulismo.
Los otros –la gran mayoría- son unos fracasados. Hasta sobran.
Este capitalismo globalizado, es una fábrica de pobres. Y los sumergidos, tratan de
salvarse y sobrevivir. Si no lo logran a través de la política, el deporte, del arte o de un
golpe de suerte, para muchos, el camino que les queda, es el delito, la prostitución o las
drogas.
La Argentina, durante más de un siglo, fue un país algo homogéneo, con un perfil
relativamente igualitario, que tuvo el más alto nivel de vida de América Latina, con una
sociedad en ascenso, una industria y servicios aceptables, tasas bajas de desocupación, de
analfabetismo o de mortalidad infantil, un sistema educativo eficiente, así como
profesionales, técnicos e investigadores de relieve, un sistema de seguridad social
funcionando; todo eso se derrumbó en la fatídica década del 90, con una sociedad
desintegrada y empobrecida.
Se pueden señalar pruebas en contrario, por ejemplo, las fábricas recuperadas por sus
trabajadores, los primeros piquetes, o algunas organizaciones sociales y barriales, pero no
dejan de ser excepciones.
Las tasas de desocupación y pobreza, alcanzaron niveles desconocidos. A la pobreza
crónica, se le sumaron los nuevos pobres, provenientes de una clase media que se hundía y
una clase obrera que perdía su trabajo. Y mientras esto sucedía durante la “fiesta
menemista” algunos cuantos se enriquecían fabulosamente.
V – 9 – Síntesis histórica.
59
30
VERBITSKY, HORACIO, Op. cit., 142 á 149.
31
La ideología de la seguridad nacional, fue elaborada por el Pentágono norteamericano, para defender “al mundo occidental y cristiano” amenazado por “la subversión
marxista internacional”. Fue enseñada en la Escuela de las Américas –ubicada en la zona norteamericana del canal de Panamá- donde se adiestraron más de 40.000
oficiales latinoamericanos (3.676 argentinos) en los Cursos de Guerra Contrarrevolucionaria. Muchos de estos militares participaron activamente en los golpes de estado
que sufrió Latinoamérica en las décadas de los 60 y 70.
Sostenía que el marxismo, el comunismo era el mal absoluto, que se había ‘infiltrado’ en Latinoamérica y que era necesario destruirlo por cualquier medio. Había que
levantar “las fronteras ideológicas” porque el enemigo era interno, estaba dentro del territorio.
Tomaron las prácticas de los militares franceses –veteranos de la guerra contra vietnamitas y argelinos-, de sospechar que todo civil era potencial enemigo, o podía saber
algo de la insurrección y, por lo tanto merecía ser torturado –sin cargo de conciencia-, hasta que confesara su ‘delito’ o diera información del enemigo.
60
denunciado alrededor de 500). Es que al lado del Estado visible que gobernaba, existía un
verdadero Estado clandestino.
Los detenidos eran sistemáticamente torturados, violados y muchos, asesinados y
“desaparecidos” (arrojados al mar o quemados, o enterrados como “N.N.”).
Los bienes de las víctimas, eran “botín de guerra” de los asesinos, entre ellos, bebés
nacidos en cautiverio. Se estima que unos 500 bebés estuvieron en esas condiciones y han
sido intensamente buscados por sus familiares. 87 de ellos han recobrado su identidad,
gracias a las pruebas irrefutables de los análisis de ADN.
La Junta Militar dispuso la reforma del Código Penal, introduciendo la pena de muerte.
Sin embargo, nadie fue sometido a juicio sumario y fusilado; la matanza fue simulada o
clandestina. Se han identificado –con nombre y apellido- a alrededor de 11.000
desaparecidos, aunque se estiman en 30.000.
Dirigentes Montoneros afirman que sus combatientes sumaban unos 3 ó 4 mil, mientras
que las otras organizaciones guerrilleras como el ERP, ya habían sido aniquiladas.
En consecuencia, la gran mayoría de los desaparecidos no eran “terroristas subversivos”
sino militantes político-sociales, que luchaban contra las injusticias del régimen y a favor
de una liberación nacional y social. La tercera parte, eran obreros, muchos estudiantes,
también periodistas, docentes, abogados, psicólogos, religiosos, etc., casi todos jóvenes.
La sociedad –en general- adoptó una actitud pasiva, y en buena medida, fue cómplice de
esta carnicería (por acción u omisión). La Jerarquía eclesiástica, encabezada por el
Capellán General y Arzobispo de Paraná, Adolfo Servando Tortolo, estimuló el terrorismo
de Estado, bendijo las armas asesinas y tranquilizó las conciencias alteradas. Mientras
tanto, eran asesinados los obispos de La Rioja, Enrique Angelelli, de San Nicolás Carlos
Ponce de León (en cierto sentido, también el de Santa Fe, Vicente Zazpe), los curas
Palotinos, las monjas francesas y miles de laicos católicos.
En los actos de tortura, participaban médicos y sacerdotes. Para el reparto del botín de
guerra, existieron estudios jurídicos y contables que legitimaban el despojo. Alguno de
ellos, llegó a ser después, ministro de Menem.
Casi todos los golpes militares habidos en América Latina y el Caribe, fueron
proyectados, promovidos, financiados o apoyados por los EE.UU. El presidente James
Carter, en 1977 introdujo cambios en su política exterior en relación con la defensa de
los “derechos humanos”. Carter presionó a los dictadores militares, suspendiéndoles la
ayuda militar.
En Europa occidental tenían amplia difusión las denuncias de la matanza, por parte de los
exiliados, familiares de las víctimas y organizaciones solidarias.
Las denuncias llegaron hasta la OEA (Organización de Estados Americanos) Su Comisión
Interamericana de Derechos Humanos nombró una comisión que visitó el país en 1979,
para recabar información. Luego redactó un severo Informe sobre las múltiples
violaciones a los derechos humanos, cuya circulación en el país, fue prohibida.
En 1980 las FF.AA. sufrieron otro duro golpe, cuando le fue conferido el Premio Nóbel
de la Paz, al arquitecto Adolfo Pérez Esquivel, víctima de los dictadores y miembro del
Servicio de Paz y Justicia. Era una de las organizaciones defensoras de los derechos
humanos, junto con la Asamblea Permanente de Derechos Humanos, el CELS –Centro de
61
Estudios Legales y Sociales-, la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, los
Familiares de víctimas por Razones Políticas, y sobretodo, desde abril de 1977, las
Madres de Plaza de Mayo que reclamaron valiente y tenazmente, por la aparición con vida
de sus hijos secuestrados.
V – 9 c. - Política económica.
Entendemos que este terrorismo de Estado, tuvo como finalidad, disciplinar la sociedad
para “refundar la Nación sobre nuevas bases políticas, económicas y sociales ”. Se propuso
‘erradicar la subversión’, terminar con la feroz puja distributiva eliminando las causas que
la generaban, es decir, el estatismo (que atenta contra las libertades), el populismo (de
tendencia socializante), el distribucionismo (que es inflacionario y divide a la sociedad) y
el desarrollismo (un modelo industrialista artificial e ineficiente).
La Junta Militar se ocupó de elaborar un proyecto de reforma integral, pero nunca fue
aplicado. Simultáneamente, el Programa económico de Martínez de Hoz, pese a algunas
resistencias internas, fue firmemente sostenido durante los 5 años que duró su gestión,
durante la presidencia de Videla. Por su trascendencia, creemos que la única política del
Proceso Militar, fue la política económica de Martínez de Hoz.
Cabe destacar, que estas reformas económicas, tuvieron un amplio apoyo de los
organismos financieros multilaterales, puesto que rápidamente otorgaron créditos por un
total de 2.000 millones de dólares al gobierno militar (y después, muchos más).
Martínez de Hoz, pertenece a una tradicional familia de la ‘clase alta’, que gozaba de un
total respaldo del ‘establishment’ y de la confianza de los hombres de negocios y
banqueros internacionales.
En su mensaje dado el 2 /4 / 76, anunció las bases de su programa, signada por el
comienzo de una época que terminaría con el estatismo. Sus principios rectores, fueron
“la apertura de la economía”, la función subsidiaria (¿?) del Estado y el libre
desenvolvimiento de la iniciativa privada. Sus objetivos eran la modernización de la
actividad productiva, asentada sobre bases sanas, con empresas competitivas y con
máximas garantías para las inversiones extranjeras. Perseguía eliminar la inflación (y
lograr una moneda sana), el déficit fiscal (‘racionalización’ administrativa: Ley de
Prescindibilidad) y de las empresas públicas (privatizaciones); la reducción del gasto
público, eliminar la distorsión de precios y la sobrevaluación de la moneda (llegar a un tipo
de cambio único y libre). Casi nada de esto sucedió, sino todo lo contrario, pero eso no
significa que haya fracasado en su objetivo de introducir reformas liberales de fondo,
que se tornaran irreversibles. También anunció la promoción de las inversiones
extranjeras y la libre contratación entre empresarios y obreros.
32
AZPIAZU, DANIEL, BASUALDO, EDUARDO M. y KHAVISSE, MIGUEL, El nuevo poder económico en la Argentina de los años 80, p., Buenos Aires, Legasa, 1987.
63
La productividad mejoró sin una substancial renovación tecnológica; con menos obreros y
salarios inferiores, el “… excedente captado por el empresariado industrial en su
conjunto, se incrementó, en el decenio, en un 69 %”. 33 Esto significó una formidable
transferencia de ingresos a favor del empresariado y en detrimento de los trabajadores.
Las mayores ganancias (especialmente especulativas), no se tradujeron en un aumento de
las inversiones, sino en una mayor fuga de capitales al exterior, que entre 1979 y 1981
totalizaron más de 20.000 millones de dólares.
Martínez de Hoz se trazó una política general de privatizaciones de empresas públicas,
con resultado negativo. Quiso privatizar a cualquier precio. Transfirió 120 empresas
productivas y comerciales de poca importancia. Vendió 1400 inmuebles fiscales, pero
compró la obsoleta empresa CIADE (Compañía Italo Argentina de Electricidad, en donde
el ministro, había sido funcionario). El precio pagado por la CIADE, superaba todo lo
recaudado por las ventas de empresas e inmuebles.
Otra novedad fue la venta de granos realizadas a la Unión Soviética. Con motivo del
embargo cerealero hecho por los EE.UU. contra la Unión Soviética por la invasión a
Afganistán, la Argentina no acató el embargo y le vendió millones de toneladas de granos.
Llama la atención que estos ‘cruzados’ contra el comunismo, hicieran semejantes negocios.
¡Por mucho menos, estos mismos militares condenaron a Illia por venderle granos a China!
Pese a algunos fracasos, el gobierno militar había logrado su objetivo de introducir
reformas económicas que fueran irreversibles. El liberalismo económico, no fue producto
del triunfo de un sistema superior, sino de una política impuesta por el terror.
V – 9 ch.– Gobiernos de los generales Roberto E Viola y Leopoldo F. Galtieri (1981 -1982)
En marzo de 1981, el general Viola sucedió al general Videla. La sobre valuación del peso
se hizo insostenible y comenzó una acelerada devaluación. El nuevo Ministro de Economía,
Lorenzo Sigaut realizó dos grandes devaluaciones, debido a que su consejo: “El que
apuesta al dólar pierde…” fueron desoídos por los especuladores que siguieron comprando
dólares y ganaron.
Durante esta gestión, el Banco Central comenzó con los regímenes sobre “seguros de
cambios” para favorecer a los deudores privados.
Aprovechando una leve apertura política, en el mes de julio, representantes de 5
partidos políticos (Justicialista, UCR., UCRI., MID. y Demócrata Cristiano) formaron la
Multipartidaria, que se propuso trabajar por el retorno al estado de derecho.
En diciembre de 1981, el General Leopoldo Fortunato Galtieri, logró destituir a Viola y
ocupó la presidencia.
Pese al clima represivo, se empezaba a manifestar la oposición política y gremial. El 30
de marzo de 1982, se realizó un paro con manifestación que terminó reprimida.
El 2 de abril de 1982, las FF.AA., sorpresivamente, recuperaron militarmente las Islas
Malvinas, ante el alborozo generalizado de la población. Ahora la plaza de mayo se llenó,
para celebrar la hazaña militar. Los criminales se habían convertido en héroes. Es
probable que las FF.AA. hayan jugado su última carta para perpetuarse en el poder. Su
irresponsable actitud, terminó en un desastre y una tragedia (14 de junio).
33
Ibídem, p. 115.
64
Galtieri cayó repudiado por todos (un Informe Militar pedirá la pena capital). Se produjo
una crisis en las FF.AA. La Armada y la Aeronáutica, dejaron solo al Ejército.
34
ARGENTINA 1983, publicación del Centro de Investigaciones Sociales sobre el Estado y la Administración (CISEA) y el Centro Editor de América Latina, pp. 151 á 163,
Buenos Aires, 1984.
35
Ibídem, pp. 440 á 442.
65
V – 9 e. 1 – Política sindical.
La pretensión de terminar con los poderes corporativos, comenzó inmediatamente,
cuando el Ministro de Trabajo, Antonio Mucci, presentó un proyecto de Ley de
“Reordenamiento sindical”, por el que pretendía democratizar la vida sindical, mediante
elecciones limpias controladas por la Justicia electoral, reconociendo el derecho de
representación de las minorías en los gremios y sus comisiones internas. También buscaba
separar las Obras Sociales de los sindicatos (anulando el decreto sancionado por el
dictador Onganía) y eliminar las actividades de política partidaria de los gremios.
Diputados votó favorablemente el proyecto, pero la mayoría peronista del Senado. salió
en defensa de los privilegios del sindicalismo fraudulento y patotero y lo rechazó.
Esta fue una derrota muy temprana y dura del gobierno. Mucci renunció; lo reemplazó
Juan Manuel Casella quien inició su política de concertación, con el gremialismo. Negoció
con el “Grupo de los 15”, que integraban, entre otros, Jorge Triaca (sindicato del Plástico)
y Armando Cavalieri (sindicato de Comercio). Después, un integrante de este
nucleamiento, Carlos Alderete (sindicato de Luz y Fuerza), fue Ministro de Trabajo.
Alfonsín retrocedió en su confrontación con la corporación sindical y dispuso que las
elecciones se realizaran, aplicándose los estatutos internos. En septiembre de 1984 la
CGT realizó el primer paro general contra el gobierno y al mes siguiente, el Congreso
66
sancionó una nueva Ley Nº 23.071 de Asociaciones Profesionales Gremiales, por la cual los
sindicatos recuperaron el manejo de las Obras Sociales.
Esta política de concertación y concesión, de nada le sirvió a Alfonsín, pues no logró
evitar que la CGT votara un nuevo “Plan de Lucha” y realizara 13 paros generales
exitosos, contra su política. El Secretario General, Saúl Ubaldini, del gremio cervecero,
frente a la parálisis del partido provocada por la inadmisible derrota, se convirtió en el
máximo conductor de la oposición peronista contra el gobierno radical. En síntesis: la
concertación con el sindicalismo, fracasó y dio a éste, más poder.
banca presionó por el pronto y mayor pago posible de los servicios de la deuda; las
empresas ajustaron sus precios en función de la inflación esperada; los tenedores de
divisas intentaron proteger su capital depositándolo en plazas más seguras; los países
centrales continuaron protegiendo y subsidiando sus producciones locales y los sindicatos
presionaron por un reajuste de los salarios para defender su poder adquisitivo frente a la
inflación.”36
El nuevo ministro de Economía, fue Juan Vital Sourrouille quien, al frente de un equipo
de tecnócratas, se propuso ‘reformular integralmente el funcionamiento de la economía”,
sobre bases liberales. Era la “racionalidad” económica de ‘ajustes’ dispuestos por los
organismos financieros multilaterales, que se oponía a los ‘errores conceptuales’ de la
gestión anterior y cuyos resultados fueron infinitamente peores.
En mayo de 1985 Alfonsín convocó y estafó a la ciudadanía –una vez más- para ‘defender
la democracia’; y ante una multitud estupefacta, declaró “la economía de guerra”, que
significaba imponer nuevos sacrificios a los argentinos.
En mayo, Sourrouille puso en marcha el Plan Austral: se cambió el signo monetario por el
Austral (que duró 6 años), se congelaron las tarifas públicas, los precios y los salarios, se
bajaron las tasas de interés con fórmulas desindexatorias. Pretendía ser un plan
económico, pero sólo fue un paquete de medidas para controlar la inflación, sin cambiar
para nada, la economía argentina. Los asalariados vieron mermar sus ingresos pero, en
general, la sociedad aceptó el sacrificio confiando tener un futuro mejor.
El éxito del plan Austral fue fugaz. Apenas duró 13 meses y contribuyó a asegurar un
nuevo triunfo electoral del oficialismo en 1985. Los radicales se entusiasmaron tanto
(principalmente los jóvenes de la Junta Coordinadora), que creyeron que nacía una nueva
hegemonía acaudillada por Alfonsín y lanzaron la idea del “Tercer Movimiento Histórico”.
Un clima triunfalista ensoberbeció a Alfonsín. En diciembre, pronunció un importante
discurso en Parque Norte. Anunció una ruptura con el pasado (‘el fin del populismo’) para
ingresar en una modernización seria, de ideas avanzadas, producto de una nueva sociedad
guiada por una ‘ética de la solidaridad’.
Al año siguiente, rebrotó la inflación (superaba el 20 % mensual) y las medidas
correctivas no dieron resultado. Los reclamos obreros, se sucedían.
El peronismo lograba reorganizarse superando una profunda crisis. La ‘Renovación’ logró
desplazar a los viejos dirigentes, llamados ‘mariscales de la derrota’. En 1987 el peronismo
venció en casi todas las provincias, dejando al gobierno, a la defensiva, que respondió con
un nuevo plan de ajuste y estabilización.
Los beneficiarios de estas políticas, fueron algunos sectores empresariales, con quienes
Alfonsín concertó. Se trató del ‘ Grupo María’ comúnmente llamado “capitanes de la
industria”, “integrado por conglomerados diversificados nacionales, fortalecidos y
beneficiados durante la dictadura militar, que incluían a las empresas industriales más
grandes del sector privado, entre las cuales se encontraban las que lideraban las
principales ramas de la industria, y en especial, las altamente concentradas, que podían
tener o no, una inserción importante en el sector financiero.” 37
36
RAPOPORT, MARIO, Historia económica, política y social de la Argentina (1880-2000), p. 909, Buenos Aires, Ediciones Macchi, 2000.
37
Ibídem, p. 887.
69
En ese marco, se realizaron las elecciones generales, donde el oficialismo sufrió una
derrota categórica. Triunfó la fórmula peronista de Carlos Saúl Menem-Eduardo Duhalde,
con el 47 % de los votos, contra el 32 % de la fórmula radical.
Aún faltaba lo peor: los estallidos sociales. En numerosas ciudades del país, se
produjeron saqueos en supermercados y casas de comercio.
La situación era incontrolable, inmanejable para el presidente Alfonsín, quien abandonó
el gobierno, 5 meses antes de concluir su mandato.
Menem recibió el gobierno, con “un país en llamas” como gustaba repetir. Y era verdad.
El Estado estaba quebrado. 38 No podía continuar funcionando así, porque en realidad, no
funcionaba. El gobierno carecía de autoridad; la moneda había perdido su valor; las pugnas
sectoriales, anarquizaban al país. El colapso generalizado, creaba las condiciones ideales
para realizar las “reformas estructurales”, exigidas por el Banco Mundial, proyectadas
por Martínez de Hoz y concretadas por Menem.
El peronismo menemista, transmutado en neoliberal, se encargó de realizar los cambios
de fondo (“cirugía mayor sin anestesia”), sin oposición, sin resistencias y hasta con la
aprobación de la sociedad.
Menem pertenecía al movimiento fundado por Perón, de fuerte tendencia dirigista y
distribucionista, que levantaba las banderas de “la justicia social, la independencia
económica y la soberanía política”. En su campaña electoral, mesiánicamente pidió que le
tuvieran fe “que no los iba a defraudar” y prometió ‘salariazo’ y ‘revolución productiva’.
¿En qué momento se produjo la transformación de este ‘caudillo’ –y de todo el partido
justicialista- en ultraliberal? En el corto lapso que va desde el triunfo electoral y la
asunción a la presidencia. Entonces, Menem dejó de lado sus promesas –y la ‘doctrina
peronista’- y, con un descarnado pragmatismo, buscó el apoyo del ‘establishment’ y realizó
las “reformas estructurales” exigidas por los acreedores externos y recomendadas por el
“Consenso de Washington”.39
38
Declaraciones hechas por el ministro Roberto Dromi, ante la Comisión Bicameral de seguimiento de la Reforma del Estado:
“… la Argentina real, la Argentina del presente. Ustedes saben con honestidad, que todos los pliegos tienen una cláusula no escrita, que no hemos escrito por vergüenza,
por vergüenza nacional, que es el grado de dependencia que tiene nuestro país, que no tiene ni siquiera la independencia, ni siquiera dignidad para poder vender lo que
hay que vender.
Un país que no tiene disponibilidad de sus bienes, un país que está inhibido internacionalmente. A-rro-di-lla-do a-ver-gon-za-da-men-te, nuestro país, yo no quiero hacer
historia de cuándo viene …”
“Este endeudamiento por cabeza empresaria, nos obliga a nosotros a ir consiguiendo el perdón, casi de limosna… a nosotros nos monitorean absolutamente todo …
somos sometidos a diario a una política de extorsión.”
Versión gravada en secreto, publicada por Página/12 el 9 de septiembre de 1990, pp. 8 á 11, que fuera negada primeramente y luego admitida oficialmente.
39
El FMI., el Banco Mundial y representantes de la banca y de los países dominantes, elaboraron los 10 puntos del Consenso de Washington, para que los países
endeudados ordenaran su economía –y pagaran la deuda externa-; si cumplían con sus recomendaciones, recibirían ‘ayuda’ internacional. Eran:
1) Disciplina fiscal que implica la disminución drástica del déficit presupuestario.
2) Disminución y control del gasto público.
3) Mejoramiento del sistema impositivo basado en una tributación de amplia base (regresiva).
4) Liberalización del sistema financiero y de la tasa de interés.
5) Mantenimiento del tipo de cambio estable.
6) Liberalización comercial externa, mediante la reducción de las tarifas arancelarias y diferentes trabas.
7) Otorgar amplias facilidades a las inversiones externas.
71
40
Luis Barrionuevo, figura paradigmática del sindicalismo peronista, autocalificado ‘recontraalcahuete de Menem’, a cargo de ANSAAL (Sistema estatal de Obras
Sociales), con su característica sinceridad cínica, declaró: “Para que se arreglen las cosas en la Argentina, tenemos que dejar de robar durante dos años”.
Y también: “En la Argentina, nadie hace plata trabajando”.
73
V – 9 f. 2 - Política Económica.
Era urgente reordenar toda la economía e impulsar el crecimiento. Menem se propuso
lograrlo, aplicando liberalismo económico, adaptándose a las tendencias internacionales
predominantes (precisamente, en 1989, comenzó el rápido derrumbe del socialismo).
Los primeros ministros de Economía, fueron los funcionarios de Bunge y Born, Miguel
Roig y Néstor Rapanelli. El Plan B. y B. de ajuste, devaluación, incremento de tarifas y un
acuerdo de precios y salarios, fue un fracaso.
74
A fines del 89 y principios del 90, hubo un nuevo pico hiperinflacionario que fue
‘solucionado’ por el nuevo ministro de Economía, Antonio Erman González, con el Plan
Bonex, que disponía el canje compulsivo de los plazos fijos (muy abundantes), por bonos de
la deuda externa a 10 años, y que en la práctica, significó la pérdida de un 40 % para los
ahorristas.
Pero la puja entre las fracciones de poder continuó, atenuada por las primeras
privatizaciones y finalizaron recién, cuando se puso en marcha el Plan de Convertibilidad
en abril de 1991. Así, el gobierno logró controlar la inflación y junto con la desregulación,
el Plan Brady, la flexibilización laboral y la apertura económica, hizo posible un nuevo ciclo
expansivo (otra fugaz ‘burbuja’).
Se produjo una masiva entrada de divisas al país.
El trienio 1992 / 94 fue de espectacular crecimiento del PBI, que alcanzaría a más de
280.000 millones de dólares.41
Crecieron las exportaciones. La producción agrícola se duplicó (con 3 años consecutivos
de cosechas récord). Se produjo una verdadera revolución en el agro, con la introducción
de la ‘siembra directa’ y los granos transgénicos (1996). La soja se convirtió en la ‘reina’
de los granos en la Argentina.
Por primera vez, tuvieron importancia las exportaciones de petróleo, gas y automóviles.
La industria automotriz, muy protegida, se modernizó (y robotizó), complementándose
con la brasileña, según la estrategia utilizada por las centrales automotrices extranjeras.
También se modernizaron las telecomunicaciones, colocando al país, en un nivel aceptable
en el mundo.
Las demenciales fantasías de Menem, lo llevaron a prometer la entrada de la Argentina
“en el Primer Mundo” y, en consecuencia, abandonó su integración al Movimiento de Países
No Alineados y ofreció a EE.UU. su alianza “extra OTAN” (Organización del Tratado del
Atlántico Norte). Pretendió mantener una relación privilegiada y subordinada con EE.UU
(“relaciones carnales” según el canciller Guido Di Tella). Por eso, abandonó el Proyecto
Cóndor II.
Pero la apertura económica, hizo estragos en la industria nacional, que no podía competir
con los productos importados. Las importaciones crecieron más que las exportaciones.
El gasto público siguió aumentando, ocasionando fuertes déficit fiscales entre 1994 y
98.
La balanza de pagos, fue negativa entre 1995 y 99. La fuga de capitales fue gigantesca.
V – 9 f. 3 - El Plan de Convertibilidad.
Fue el eje de la economía de Menem-Cavallo y sus efectos perduraron una década.
Estableció una nueva moneda y paridad cambiaria: 1 peso = 1 dólar. La masa monetaria
circulante, debía respaldarse con la misma cantidad de reservas de oro y divisas del
Banco Central. Este adquirió autonomía, debía controlar el equilibrio fiscal y no realizaría
41
Evolución del PBI (en millones de dólares):
Año PBI Variación Año PBI Variación
1990 141.176 --- 1995 258.032 - 2,8
1991 189.440 10,6 1996 272.150 5,5
1992 226.847 9,6 1997 292.859 8,1
1993 236.505 5,7 1998 298.131 3,9
1994 257.440 5,8 1999 282.769 - 3,0
75
más emisiones sin respaldo. Quedaban congelados los sueldos, salarios, contratos, tarifas
y precios.
Cavallo anunció que la convertibilidad duraría 6 décadas. A los 10 años, estalló.
Se inició una época de estabilidad. La inflación cayó verticalmente hasta casi desaparecer.
Reapareció el crédito; la invasión de artículos importados baratos, colmó las ansias
consumistas de los sectores medios y asalariados.
Los capitalistas locales, volvieron a endeudarse en el exterior, para aprovechar la
diferencia de las tasas de interés internacionales (más bajas) que las internas, hacer una
espectacular diferencia y remitir las ganancias al exterior. Las divisas fugadas en la
década, superaron al endeudamiento externo.
La banca internacional, financió generosamente “la fiesta menemista”, refinanciando la
vieja deuda con el Plan Brady (reducción y cambio de los títulos por otros del tesoro de
los EE.UU. a 30 años) y otorgando nuevos créditos. Al finalizar Menem su mandato, la
deuda externa se había duplicado. En 1998 Menem fue condecorado por el FMI como el
ejemplo a seguir en el mundo; era “el mejor alumno”.
Entre tanto, el Estado había transferido casi todos sus activos públicos, repartidos
graciosamente entre los grandes empresarios y banqueros nacionales y extranjeros,
enriqueciendo a funcionarios y amigos del poder, mientras crecía pavorosamente la
desocupación, el trabajo precario, la pobreza crónica y la indigencia.
Pero la convertibilidad era insostenible en el tiempo, porque la estructura productiva
seguía siendo muy débil y vulnerable, y dependía del endeudamiento externo.
A mediados de 1999 comenzó una contracción económica, una larga recesión que
desembocó en el estallido de diciembre de 2001.
V – 9 f. 4 - Las Privatizaciones.
“Nada que deba ser estatal, permanecerá en manos del
Estado.” Roberto M. Dromi
El Consenso de Washington reiteraba las exigencias acostumbradas de los organismos
acreedores, pero ahora traía una novedad: la privatización de empresas públicas.
Desde la moratoria incurrida por México en 1982, el gobierno norteamericano encontró
la manera para resarcir a los prestamistas, con esta fórmula: “ Empresas públicas por
deudas”. Esta propuesta (o exigencia) ya figuraba en el último “Documento de Santa Fe”.
El peronismo menemista, que había reemplazado “la soberanía política” por “las
relaciones carnales” con los EE.UU., se dispuso a obedecer.
Durante décadas, ‘intelectuales orgánicos’ del capital hegemónico, como los integrantes
de FIEL (Fundación de Investigaciones Latinoamericanas), de ACIEL (Acción
Coordinadora de las Instituciones Empresarias Libres), de la ‘Fundación Mediterránea’, de
la UIA, la Sociedad Rural, de los diarios grandes como La Nación, Clarín o Ambito
Financiero, los políticos como Alvaro Alsogaray, los economistas como los hermanos
Alemann, los periodistas influyentes como Bernardo Neustadt o Mariano Grondona, etc.
atacaron insistentemente al ‘estatismo’ y defendieron la libre competencia, el libre juego
de la oferta y la demanda, la libertad de producción, comercio y contratación, el derecho
‘absoluto’ a la propiedad privada y las inversiones extranjeras.
76
El menemato tomó como verdaderos estos principios liberales (“el Estado es mal
administrador”) y justificó la entrega de casi todo el patrimonio nacional, con estos
argumentos:
- La ineficiencia del Estado en contraste con la eficiencia de la empresa privada;
- El monopolio del Estado (el peor de todos) sería eliminado dando lugar a la
competencia.
- El Estado dejaría de perder muchos recursos, para destinarlos a mejorar los
servicios de salud, educación y seguridad social.
- Con lo recaudado por las ventas, se pagaría la deuda externa.
- Las empresas privadas brindarían mejores servicios y más baratos.
Ante premisas tan falsas, resultados tan opuestos.
Algunas empresas estatales –por ejemplo Gas del Estado-, eran muy eficientes y son
centenares de empresas privadas que quiebran por año ¿será por su eficiencia?
Afirmar que el monopolio estatal es el peor por su omnipotencia, es no tener la menor
idea del poder inconmensurable de los monopolios imperialistas.
Tampoco se libró al juego de la competencia; ejemplo: Telecom y Telefónica.
En caso de Aerolíneas Argentinas, se cambió el monopolio del Estado argentino por el del
español.
El Estado argentino siguió ‘perdiendo’, subsidiando los ferrocarriles con una cantidad aún
mayor que antes, a pesar de funcionar la cuarta parte de su red.
El financiamiento de la salud, educación y seguridad, empeoró.
La deuda externa no se pagó, sino que aumentó al doble.
En realidad, las privatizaciones costaron más al Estado, que lo que recaudó.
Los servicios se encarecieron enormemente.
Salvo algunos casos excepcionales, como las telecomunicaciones, los servicios de
ferrocarriles, Aerolíneas Argentinas, obras sanitarias y otros, empeoraron.
La mayoría de las empresas privatizadas, no cumplieron sus contratos: no hicieron las
inversiones previstas (por ejemplo: en infraestructura energética –electricidad,
exploración petrolífera, obras sanitarias-) o no pagaron el canon como Correos,
aeropuertos.
El menemato vendió o concesionó indiscriminadamente, todo el patrimonio social: suelo,
subsuelo, espacio aéreo. ¿En qué quedó el artículo 40 de la Constitución peronista?
Las empresas fueron privatizadas sin pasivos y con su personal reducido (el Estado se
hizo cargo de las indemnizaciones): utilizó el mecanismo de ‘capitalización de la deuda
externa’, es decir, los títulos –muy devaluados- fueron recibidos a su valor nominal; los
bienes fueron tasados (a la mitad o menos de su valor) por expertos internacionales (que
cobraron fortunas) y los pliegos de condiciones, fueron preparados de acuerdo con las
empresas que ganarían la licitación.
Los consorcios adjudicatarios debían estar integrados por grupos locales, bancos
tenedores de títulos y empresas extranjeras con experiencia tecnológica en el ramo a
licitarse.
77
V – 9 f. 5 - La Flexibilización laboral.
La OIT. –Organización Internacional del Trabajo- considera como flexibilización laboral,
al “conjunto de modalidades que permiten a las empresas, tener mayores prerrogativas de
gestión y organización en la relación contractual con los empleados .”
78
V – 9 f. 6 - El movimiento sindical.
La CGT y casi todo el sindicalismo, acompañó la política menemista.
Las leyes más nefastas, fueron votadas por la numerosa bancada sindical peronista.
El secretario de la CGT, Saúl Ubaldini, que tan combativo había sido durante el gobierno
de Alfonsín, terminó sometiéndose sumisamente.
Con raras excepciones, Menem subordinó al sindicalismo burocrático, que se ‘modernizó’
y se adaptó a los nuevos tiempos neoliberales. El sindicalismo se transformó en
‘empresario’; fue un “sindicalismo de negocios” (business union).
79
V – 9 g. 2 - La fuga de divisas.
Para mediados de año, el modelo basado en la convertibilidad, estaba agotado, sin
embargo, los organismos financieros multilaterales lo siguieron sosteniendo. ¿Cómo puede
entenderse si se anunciaba un “colapso inevitable”? Si tenemos en cuenta que durante
todo el año hubo una fuga de divisas al exterior extraordinaria, podríamos deducir que
precisamente financiaron dicha fuga. Es decir, dieron tiempo para que el ‘establishment’
remitiera sus capitales líquidos al exterior y los pusieran a buen recaudo.
Ante la pérdida de capitales, la Cámara de Diputados de la Nación, designó una “Comisión
Especial Investigadora sobre Fuga de Divisas de Argentina”, que estuvo presidida por el
Dr. Eduardo Di Cola. Realizó un serio trabajo, contando con la colaboración de
85
Pero mientras los capitalistas argentinos fugaban sus ganancias, contraían enormes
deudas, sabiendo que finalmente, el Estado los salvaría. Según la Fundación Capital que
dirigía Martín Redrado, el endeudamiento privado ascendía a U$S 90.000 millones, más
9.000 millones de redescuentos.
No puede extrañar entonces, que Franco Macri, paradigma y expresión del empresariado
parasitario y prebendario, de sucios negociados con el Estado, pidiera la estatización de
la deuda en dólares contraída por las empresas.
Macri, que nunca pagó el cánon por el Correo, se presentó a convocatoria de acreedores
por una deuda de $ 740 millones. También se concursaron empresas como el Grupo Exxel,
la Sociedad Comercial del Plata, Alpargatas, Gatic, Adidas, Acindar y las obras sociales de
SMATA y de la UOM.
V – 9 g. 3. - La debacle final.
La recesión se agudizaba. El PBI había caído en 1999, un 3,4 %, en el 2000, un 0,5 % y en
el 2001, 1,5 %.
42
COMISION ESPECIAL INVESTIGADORA DE LA CAMARA DE DIPUTADOS SOBRE FUGA DE DIVISAS DE LA ARGENTINA DURANTE EL AÑO 2001, Fuga de divisas
en la Argentina, Buenos Aires, FLACSO / Siglo XXI, 2005.
86
capitalistas del país, fugaron divisas a discreción, y ahora inmoviliza los sueldos de los
empleados y los depósitos de los pequeños y medianos ahorristas.
Hubo más: por el mismo decreto, permitió pagar deudas bancarias con títulos de la
deuda (desvalorizados) a su valor nominal, dando lugar a una nueva licuación de pasivos de
los grandes deudores, por un total de U$S. 5.000 millones.
Entre la empresas beneficiadas, encontramos a Pecom Energía, YPF, Telecom, Caminos
de la Sierra, Loma Negra (Fortabat), Coviares, José Cartellone, Correo, Tecpetrol (de
Techint), Cía. General de Combustible, Disco, Socma, Arcor (Pagani), Volkswagen,
Transportadora de Gas del Norte, Coto, Aguas Argentinas (Suez), Siderar, Victorio A.
Gualtieri, Industria Metalúrgica Pescarmona, Sancor, Yoma, Acindar, Telefónica, IRSA
(Soros-Elsztian), CTI., La Nación, Clarín, Américan Express, etc., es decir, las empresas
privatizadas que ganaron fortunas, las empresas transnacionales y los grandes grupos
económicos argentinos que fugaron divisas, volvieron a lograr, otra vez, la licuación de sus
deudas internas, gracias a Cavallo y de la Rúa.
Esta es una muestra palmaria del sistema capitalista, que ‘ privatiza las ganancias y
socializa las pérdidas’ . El interés por encima de todo principio, doctrina o justicia. En
situaciones límites, los dueños del poder económico y político, desconocen el “derecho
sagrado e inviolable de la propiedad privada” para acrecentar sus fortunas.
V – 9 g. 4 - El estallido social.
La situación social, era desesperante. El INDEC registraba en octubre, 9 millones de
pobres y 3 millones de indigentes en las ciudades. Informes de la ONU, ubicaba a la
Argentina entre los países de mayor desigualdad social: los ingresos del 20 % más rico,
eran un 14,6 veces mayor que los del 20 % más pobre.
A mediados de diciembre, reaparecen los saqueos de los comercios en distintos punto del
país. Pero Cavallo no cede y envía al Congreso un proyecto de presupuesto para el año
2002, con recortes por $ 6.000 millones.
Por la noche del 19 de diciembre, estalló la furia: decenas de miles de porteños (clase
media y ahorristas en su mayoría), protestan airadamente en plaza de mayo, haciendo
sonar sus cacerolas. Cavallo presentó su renuncia. Pero la furia no se apaciguó. Al día
siguiente, manifestaciones populares multitudinarias, en varias ciudades del país, fueron
reprimidas violentamente, provocando unos 30 muertos y muchos heridos.
Fue el último acto de gobierno de de la Rúa.
V – 9 h. - La transición peronista.
De la Rúa renunció el mismo día 20. Ocupó interinamente el P.E. el vicepresidente del
Senado, Ramón Puerta; el domingo 23, la Asamblea Legislativa eligió para el cargo, al
Gobernador de San Luis, Adolfo Rodríguez Saá.
Apenas asumió, Rodríguez Saá declaró lo inevitable: el default (cesación del pago de la
deuda externa). Fue aplaudido jubilosamente por legisladores y gremialistas, que
desbordaban de alegría (los mismos, años más tarde, aplaudieron con idéntico fervor al
presidente Kirchner, cuando decidió saldar la deuda con el FMI).
Pero Rodríguez Saá tenía poco peso en su partido y, abandonado por casi todos sus
compañeros gobernadores, renunció el día 30.
Finalmente, una nueva Asamblea Legislativa, designó presidente interino al senador
Eduardo A. Duhalde.
Era una reedición del Pacto de Olivos, casi con los mismos protagonistas: Alfonsín,
Barrionuevo, Nosiglia, que sellaron un acuerdo, para salvar a la corporación política más
desprestigiada de peronistas y radicales.
V – 9 h. 1 - El senador Eduardo Alberto Duhalde a/c. del PEN. (1 /1/ 2002 á 25 /5/
2003).
Consecuente con esta idea, creó el Ministerio de la Producción, que puso al frente del
presidente de la UIA, José Ignacio De Mendiguren. Este, era un verdadero símbolo del
‘empresariado nacional’: había vendido su industria textil a un fondo de inversión
extranjero, el Exxel Group y depositado sus ganancias en el exterior; era “un industrial
sin industrias”. El ministerio fue tan inoperante, que fue suprimido al poco tiempo.
El Ministerio de Economía quedó a cargo de Jorge Remes Lenicov y el de Acción Social,
de Hilda González de Duhalde.
La crítica situación económica, hizo recrudecer la puja entre sectores de poder. El
capital norteamericano (apoyado por el FMI y el Tesoro de EE.UU.) poco beneficiado con
las privatizaciones, pugnaba por la devaluación. Los capitalistas argentinos, que ya habían
valorizado sus activos accionarios y los remitieron al exterior también pedían devaluación.
En cambio, las empresas privatizadas, en su mayoría de capitales europeos, sobretodo
españoles, pugnaban por la dolarización (cobraban las tarifas en dólares).
El 6 / 1 / 2002 el Congreso Nacional sancionó la Ley 25.561 de Emergencia Pública y
Reforma del Régimen Cambiario, que puso fin a la convertibilidad:
- Eliminó la dolarización de las tarifas de los servicios públicos;
- Pesificó los créditos bancarios de hasta 100.000 dólares;
- Impuso retenciones a las exportaciones de hidrocarburos;
89
- Concedió “poderes especiales” al P.E., con facultades para establecer el nuevo valor
del dólar y renegociar con las empresas privatizadas.
La salida de la convertibilidad, era un problema muy complejo y generó infinidad de
conflictos por los múltiples intereses afectados. Hubo demasiada improvisación, una falta
de previsión de los innumerables intereses afectados y de sus consecuencias.
A principios de febrero, el decreto nº 71 dispuso la pesificación de los préstamos en
dólares y el congelamiento de los depósitos en dólares. Era un “corralón”.
Los depósitos en dólares se reconocieron a $ 1,40.= mientras que las deudas se
pesificaban 1 á 1. O sea, que las deudas bancarias en dólares, de los grandes grupos
económicos, quedaron pesificadas 1 á 1, dando lugar a una nueva y formidable licuación de
pasivos por un valor aproximado de U$S. 2.000 millones.
Parecía un gobierno a la deriva, que daba marchas y contramarchas (Planes Bonex I y II,
creación del CER. Coeficiente de Estabilización de Referencia).
Duhalde había afirmado: “El que depositó dólares, recibirá dólares ”. Pronto se
arrepintió.
Estaba preocupado por evitar nuevos estallidos sociales, beneficiar al poder concentrado,
salvar a la banca y obedecer al FMI.
El gobierno debió soportar diariamente a los lobbys de empresarios y banqueros y las
imposiciones del FMI, cada vez, mayores: más ajustes, “un plan económico sustentable”, la
anulación de las leyes de Subversión Económica y de Quiebras.
Con la anulación de la ley de subversión económica, buscaba dar impunidad a sus socios
nativos, delincuentes de “guantes blancos”, como los banqueros hermanos Carlos y José
Rohm, Raúl Juan Moneta, Rubén Beraja, vaciadores de bancos y fugadores de divisas y a
varios más. En la Justicia, había 43 causas de subversión económica, que involucraban
además, a Pedro Pou –ex presidente del BCRA.-, Héctor Salgado, Carlos Bastos, Alfredo
Yabrán, los bancos Mayo y Los Andes, Repsol YPF, etc.
La anulación de la Ley de Quiebras, permitiría que los ‘inversores’ extranjeros se
quedaran con los activos de los deudores,
El BCRA. informó que los bancos tenían en sus carteras de activos, créditos hipotecarios
por más de $ 16.000 millones, alrededor de 53.000 inmuebles sujetos a remate, entre
ellos, campos con hipotecas en manos del Banco Nación y del Banco Provincia de Buenos
Aires.
El gobierno argentino estaba más sometido que nunca al FMI, en momentos en que este
organismo, era seriamente cuestionado a nivel mundial, por su comportamiento tan
erróneo en relación a las diversas crisis ocurridas en la última década.
Personalidades de prestigio y experiencia como el último Premio Nóbel de Economía,
Joseph Stiglitz (ex economista jefe del BM), criticaban los perniciosos efectos de las
desregulaciones, recortes y ajustes impuestos por el FMI. Stiglitz decía: “ Hay un
reconocimiento de que esas estrategias han sido nocivas para esos países ”. Además, puso
en duda, la supuesta “mayor eficiencia privada sobre lo público”.
No obstante, la subordinación de Duhalde a FMI y a los EE.UU. fue ostensible. Dispuso
más recortes financieros, compensación a los bancos, hizo derogar aquellas dos leyes,
nombró Presidente del BCRA. a Mario Blejer que durante 20 años había sido funcionario
90
del FMI, recibió a ‘técnicos’ y a una Comisión de Notables de extranjeros para que
trabajaran con el gobierno en temas económicos; en la ONU la Argentina votó contra
Cuba, ‘marines’ yanquis, realizaron maniobras en Misiones y Entre Ríos (aunque Duhalde lo
haya negado ¿o los marines entran y salen del país, sin que se entere el gobierno?), y
apoyó el proyecto del ALCA.
El nuevo ministro de Economía, Roberto Lavagna, destacó el 13 / 6 / 02: “El único
escenario en el que hoy estamos trabajando, es el acuerdo con el FMI”. No hay Plan B.
Duhalde reconoció después: “Hemos cerrado los acuerdos técnicos . . . creemos haber
hecho todo lo que se nos solicitó”.
Esta degradante sumisión colonial, era tan notoria, que, al tratarse en el Congreso la ley
de Quiebras, la diputada Alicia Castro, pidió un sinceramiento a sus colegas y, portando
una bandera yanqui, manifestó: “. . . arríen la bandera nacional y procedan a seguir
legislando bajo esta bandera.”
A 4 meses de la devaluación, el BCRA había perdido U$S 4.000 millones de reservas.
No obstante el default, durante el año, se pagó esta misma cantidad, a los Organismos
Financieros Internacionales.
El gobierno, estableció el valor del dólar oficial en $ 1,40 mientras el dólar libre, se
cotizó en $ 2.-; un mes después, estaba en $ 3.- y al mes siguiente, a $ 4.-
Por su parte, los bancos perdieron $ 14.000 millones de depósitos. Por amparos
judiciales, se pagaron $ 1.924 millones.
El descalabro era generalizado. 94 empresas se declararon en default por las deudas en
dólares contraídas en el exterior. Pretendían que nuevamente el Estado las salvara con un
Seguro de Cambio. Esta vez, no lo lograron y decidieron demandar al Estado Argentino,
ante el CIADI.
.
V – 9 h. 2 - El CIADI.
Durante la década de los 90, los gobiernos argentinos firmaron 56 Tratados Bilaterales
de Promoción y Protección de las Inversiones Extranjeras (TBI).
En octubre de 1994, el PE. promulgó la Ley Nº 24.353 que reconocía, con rango superior
a las leyes, la ‘prórroga de jurisdicción’ a favor de tribunales arbitrales internacionales,
es decir, el CIADI –Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a
Inversiones entre Estado y nacionales de otros Estados-. dependiente del BM., cuyos
fallos eran inapelables.
El Banco Mundial fue el órgano que más había presionado a los Estados deudores, para
que hicieran las “reformas estructurales” y firme sostenedor de la economía libre de
mercado que impulsaba la OMC –Organización Mundial de Comercio-.
El CIADI se integra por 3 miembros: uno por cada parte, es decir, un representante de
la empresa demandante, uno por el Estado, más un 3ro. nombrado por el BM. Con esta
integración, quedaba garantizada la resolución del conflicto a favor de la empresa y en
contra del Estado.
Con la devaluación, las tarifas debían cobrarse en pesos y no en dólares –como había sido
hasta entonces- y, acto seguido, las empresas demandaron al gobierno argentino por
alrededor de 20.000 millones de dólares. Hasta el 2004, se plantearon 20 demandas.
91
Hasta ahora, ya han salido 4 sentencias: todas a favor de las empresas y ninguna a favor
del Estado.
El Estado Argentino, ha quedado entrampado y las empresas utilizan esta ventaja, para
presionar al gobierno, al renegociarse las concesiones.
Desgraciadamente, a ninguno de los gobiernos sucesores de Menem, se les ha ocurrido
denunciar estos tratados, que siguen en vigencia.
V – 9 h. 3 - El drama social.
Con la devaluación al salirse de la convertibilidad, se inició una escalada de precios,
mientras los sueldos y salarios se mantuvieron congelados. El rebrote inflacionario
‘pulverizó’ los salarios. En sólo 5 meses, cayó un 25 % y al 2003, fue del 36 %. El salario
real, cayó al nivel más bajo de los últimos 50 años.
Pero no fue igual para todos: la cúpula socio-económica, continuó enriqueciéndose. La
desigualdad social, fue en aumento. Los ingresos del 10 % más rico, fueron 29,8 veces
superiores a los ingresos del 10 % más pobre.
Duhalde pretendió atender la emergencia social, creando un Subsidio Universal de $
150.= para Jefes y Jefas de Hogar, que abarcó a 1.900.000 familias que carecían de
ingresos y aumentando las partidas del Programa Alimentario.
Era un paliativo insuficiente. La pobreza siguió creciendo vertiginosamente; en marzo del
2002, eran 15.345.000 (el 42,6 %) y los indigentes, 5.655.300 (15,3 %) según el INDEC;
en febrero del 2003, los pobres eran 19.678.000 (el 57,5 %, es decir más de la mitad de
la población urbana), mientras que los indigentes, sumaban 9.411.000 (27,5 %).
En julio los desocupados y subempleados, sumaban 6 millones.
En septiembre, 2.700.000 mujeres estaban al frente del hogar.
En marzo de 2003, el 44,2 de los trabajadores, es decir 3.700.000 estaban ‘en negro’,
no registrado, o sea, carecen de seguridad social.
1.300.000 personas mayores de 65 años, carecía de cobertura provisional (obra social,
jubilación).
Como nunca hay hambre en la Argentina. Organizaciones barriales y religiosas, crearon
comedores. Cáritas dio de comer a 600.000 personas diariamente.
Se multiplicaron los cartoneros que revisaban la basura, mientras los ahorristas
estafados, hacían sonar sus cacerolas frente a los bancos, la Corte Suprema, era
“escrachada”, y los ‘piqueteros’, cortaban calles y rutas exigiendo trabajo y aumentos
(recibían del gobierno, alrededor de 20 millones de pesos mensuales).
Solamente en el primer semestre de 2002, se contabilizaron 11.000 actos de protesta
en todo el país.
Surgieron numerosas Asambleas Vecinales y Barriales de ciudadanos autoconvocados.
Las últimas, crearon talleres productivos para atender sus necesidades más urgentes.
La falta de circulante y la ruptura de la cadena de pagos, originó la reaparición de una
antiquísima práctica comercial: el Trueque. Llegaron a funcionar 6.000 clubes de trueque
en todo el país. Pronto desaparecieron.
Un fenómeno de enorme importancia, fue la creación de cooperativas autogestionarias.
Numerosas fábricas y talleres abandonados por sus dueños, fueron reactivados por sus
92
La clave del éxito, fue la notable recuperación económica producida por una
espectacular alza de los precios internacionales de los cereales, granos, aceites y
petróleo –los commodities-.
Sostuvo el tipo de cambio alto –el dólar en alrededor de $ 3.=-. Se beneficiaron las
exportaciones agropecuarias, de automóviles, de aluminio y productos siderúrgicos.
Además, permitió una notable reactivación industrial que abasteció el mercado interno.
V – 9 i. 1 - Política económica.
Kirchner y su ministro de Economía, Roberto Lavagna, recompusieron prudentemente las
variables macroeconómicas, aprovechando una coyuntura internacional muy favorable
(¿otra burbuja?).
Casi todos los meses se anunciaban récords de recaudación, de exportaciones, de
reservas genuinas, de producción industrial y agropecuaria y, consiguientemente, la caída
del desempleo y de la pobreza. Este “milagro” argentino, se debió, en gran medida, al tipo
de cambio alto y el alza del precio de los granos, impulsado por la nueva “locomotora”
económica del mundo que es la China.
También fue relevante, la nueva tecnología aplicada a la producción (como los granos
transgénicos, la siembra directa, los agroquímicos) que elevaron los rindes y duplicaron la
producción en una década, alcanzándose a cosechar cerca de 100 millones de toneladas de
granos y cereales.
Ahora la soja reina en la pampa húmeda, transformada en un “desierto verde” (“una
agricultura sin agricultores”, al decir de la F.A.A.) porque la nueva producción a escala, es
realizada por los ‘pools de siembra’ o los fideicomisos, que requiere poca mano de obra y
mucha tecnología.
La soja avanza sobre tierras marginales (Santiago del Estero, Chaco, Salta), deforesta
el monte nativo y las últimas selvas del país (Misiones, Salta), desplaza otros cultivos y
cierra tambos.
Últimamente, el gobierno argentino ha estimulado la producción de biocombustibles
(agrocombustibles), que constituye una amenaza para la producción de alimentos básicos.
El estado K., carece de planes integrales tanto para el agro como para la industria, pero
desempeña un papel activo en materia de conducción de la economía.
Así como el dólar barato mantenido durante la última dictadura militar y el menemato,
arrasó con buena parte de la industria nacional, con el cambio alto de este gobierno, se
desalentaron las importaciones y se promovió la producción nacional.
Sin embargo, la tendencia hacia la centralización y concentración de capitales a nivel
mundial, se ha acentuado vigorosamente en las últimas décadas. En nuestro país, esa
concentración y la extranjerización de la propiedad industrial, comercial, agropecuaria y
de servicios (y también de la riqueza) es descomunal.
Un informe del INDEC del año 2005, indica que de las 500 empresas más grandes de la
Argentina, 337 son extranjeras y sólo 163, argentinas. Las extranjeras habían obtenido
ganancias por $ 37.990 millones, mientras que las argentinas, $ 2.979 millones.
Poderosas empresas brasileñas (denominadas multilatinas), están invertiendo en el país
y ya han absorvido a muchas de las más grandes empresas argentinas. Por ejemplo:
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barrios enteros, cuando subieron las napas e inundaron las viviendas. Cuando las tarifas
quedaron pesificadas, la empresa abandonó el servicio –se hizo cargo el Estado- y
demandó a la Argentina ante el CIADI.
Desde que Menem desguazó el sistema ferroviario, los pocos FF.CC. que funcionan con
subsidios del Estado, prestan un servicio calamitoso. Los pasajeros bonaerenses, viajan
peor que el ganado; la casi desaparición de los trenes de carga, han abarrotado las rutas
de camiones, aumentando pavorosamente los accidentes en los caminos.
Con delirios de 1er. Mundo, el gobierno K. asumió el compromiso de instalar el “tren
bala” de Buenos Aires hasta Córdoba, para que puedan viajar unos pocos potentados. Se
ha calculado un costo de 4.000 millones de dólares; con ese monto, se podría reconstruir
a nuevo, una red que comunique, con locomotoras veloces, a la mayor parte de las
ciudades y pueblos del país y transportar a bajo costo, el grueso de la carga.
V – 9 i. 2 - La inflación.
La recuperación económica, el aumento de los precios internacionales, del circulante, del
consumo y del gasto público, ha producido un aumento del costo de la vida.
El Secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, es el encargado de controlar los
precios. Como es incapaz de evitar los aumentos, ha procedido de la manera más torpe:
manipular los índices del INDEC.
En enero de 2007, fue destituida la Directora del Indice de Precios al Consumidor,
Graciela Bevacqua, siendo reemplazada por una funcionaria política sin idoneidad para el
cargo, pero útil a los designios del secretario. Continuó con un conflicto con empleados y
técnicos del organismo (que veían desvirtuado su trabajo) y más destituciones (la
Directora Nacional de Estadísticas y la Directora de la Encuesta Permanente de
Hogares).
El gobierno desconoce que haya inflación, y entonces manipula los índices. El interés del
gobierno de falsear los datos, obedecen, por lo menos, a 3 motivos:
l) Parte de los bonos del último canje, están en pesos ajustados al CER, y por cada punto
de inflación, la deuda aumenta en 500 millones de dólares.
2) La recomposición salarial toma como referencia, a la inflación oficial; con la complicidad
de la burocracia sindical, el gobierno muestra un techo bajo en las paritarias y así, logra
que los aumentos acordados sean inferiores al alza del costo de la vida.
97
También se sostuvo que el país iniciaba una política de “desendeudamiento”. No fue así:
ni se liberó del Fondo, y continuó endeudándose al mismo ritmo que antes, es decir,
vertiginosamente. Con frecuencia, el Estado emite nuevos bonos. Venezuela ha comprado
por alrededor de U$S. 6.000 millones.
La deuda externa en el 2007, es de U$S 137.114 millones (aparte de los bonos no
canjeados y que siguen reclamando).
V – 9 i. 5 - La calidad institucional.
Comparado con el menemato, la calidad institucional ha mejorado, pero no lo suficiente.
Como es tradicional en las gestiones peronistas, Kirchner gobierna autoritariamente,
con superpoderes, discrecionalmente, sin ningún control.
El Congreso le delegó facultades; los gobernadores e intendentes (antes menemistas,
después, duhaldistas), se encolumnaron rápidamente detrás de K., sin ningún complejo.
Es que para los peronistas, “el que gana es jefe y el que pierde, traidor”. Hoy resulta que
los incondicionales menemistas de los 90, hoy lo desconocen o lo repudian (empezando por
el mismo Kirchner) y aún afirman que “Menem no es peronista” ¿qué dirán de K. dentro de
10 años?
La dirigencia sindical –que lucha por el control de la CGT- acató disciplinadamente a K.;
con prácticas clientelísticas, ha cooptado a varias organizaciones piqueteros, como la FTV
–Federación de Tierra y Vivienda- de Luis D’Elía, Barrios de Pié, de Jorge Ceballos, el
MTV Evita –Movimiento Trabajo y Dignidad- de Emilio Pérsico y el Frente Transversal
Nacional y Popular de Edgardo Depetri.
Ha disciplinado a los gobernadores e intendentes radicales –los Radicales K- con los
abundantes recursos de la “caja”. Y hasta sumó a dirigentes del socialismo, cuando puso
énfasis en la “transversalidad” partidaria de su gestión.
Su mayor mérito, fue la eliminación, mediante juicios políticos, de la miserable Corte de
la “mayoría automática” menemista. Creó un sistema de selección de nuevos jueces, que
permitió formar una Corte Suprema, digna, competente e independiente.
Esta conquista positiva, se vio empañada por la reforma del Consejo de la Magistratura,
con la disminución del número de sus miembros, que ha dejado al oficialismo, con el poder
de veto.
Apenas asumió Duhalde en 2002, el Congreso sancionó la Ley Nº 25.56l de Emergencia
Pública; se justificaba, para poder enfrentar una crisis económica muy profunda. Pero esa
Emergencia, ha sido prorrogada todos los años, hasta hoy, a pesar de habérsela superado
largamente.
Dichas leyes, incluyen la delegación de facultades del Congreso al P.E. –los
superpoderes- que han sido extendidos al Jefe de Gabinete, otorgándole facultades para
cambiar las partidas del presupuesto.
El Presupuesto es calculado, sistemáticamente, con una recaudación menor a la
verdadera, de modo que el PE. puede disponer discrecionalmente, de enormes recursos.
Con ellos, el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, ha formado fondos
fiduciarios para financiar obra pública, sin controles y con alto grado de corrupción, como
lo demuestra el caso Skanska.
99
V – 9 i. 8 - La Sociedad.
Este es el gobierno de los subsidios. Subsidia los transportes (FC., colectivos, camiones),
los peajes, las tarifas, muchos alimentos (carne, aves, leche, harina), etc., para atenuar el
aumento de los precios. Para ‘desacoplar’ los precios internos con los internacionales, se
han establecido retenciones a las exportaciones de petróleo, gas, granos y aceites.
Con la recuperación económica, se han creado miles de nuevos puestos de trabajo, ha
disminuido el desempleo y mejorado los salarios.
Paralelamente, han disminuido la pobreza y la indigencia, comparados con el año 2003,
pero aún estamos lejos de alcanzar índices satisfactorios.
Según información del INDEC, la desocupación en el 2003 era de 23,4 %, un total de
2.625.000 personas y en 2007, de 8,1 % (sin planes sociales), es decir, 1.320.000
desempleados.
La subocupación (los que trabajan menos de 35 horas semanales), en 2003, era del 17,8 %
y en 2007, de 6,7 % y afectaba a 1.105.000 personas.
El empleo informal “en negro” no baja del 40 % y sus salarios son mucho más bajos que el
de los empleados ‘en blanco’.
La pobreza disminuyó de un 50,9 % al 29,2 %, mientras que la indigencia, de un 24,1 %,
bajó al 10 %.
La brecha entre ricos (el 10 % más rico) y pobres (el 10 % más pobre) es de 30 veces (en
1997 era de 32 veces y en 2001, el peor momento de la crisis, alcanzó al 58 %)
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