El último día del mes de enero de 1813 inició sus sesiones la Asamblea General
Constituyente -convocadas por el Triunvirato el año anterior- con dos
objetivos muy claros: declarar la independencia y dictar una constitución
para el estado naciente.
Esta Asamblea despertó muchas expectativas, tranquilizó el panorama político,
y aunque algunos dudaban de sus alcances y representatividad, las provincias
del interior enviaron sus diputados a la misma. José Gervasio de Artigas,
aunque se manifestaba descontento con la política localista de Buenos Aires vio
en la Asamblea la posibilidad de darle una nueva estructura política al país.
A diferencia de lo que sucedido con los órganos de gobierno anteriormente,
los miembros de la Asamblea no juraron fidelidad al rey Fernando VII de
España y ésta declaró soberana, es decir superior a cualquier otra autoridad,
inclusive al Triunvirato que la había convocado. Pero, lamentablemente, no
pudo concluir con ninguno de los objetivos que se había propuesto.
Las derrotas sufridas por el Ejército del Norte, en Vilcapugio y Ayohuma,
empeñado en la lucha contra las fuerzas realistas enviadas desde el Virreinato
del Perú complicaron la situación interna. El avance realista sobre territorio
argentino era una posibilidad cercana, que ponía en peligro la causa de la
revolución.
En el ámbito internacional, el fracaso de la campaña de Napoleón Bonaparte en
territorio ruso significaba la desintegración de su imperio, y consecuencia, los
monarcas europeos retornaban a sus tronos usurpados. En estas circunstancias,
el rey Fernando VII de regreso a España, se proponía recuperar sus posesiones,
disponiendo pera ello el envío de refuerzos para luchar contra los
revolucionarios americanos.
Estos acontecimientos sumieron en la indecisión a la Asamblea, temerosa de
adoptar medidas de fondo que luego no pudiera sostener.
A pesar de no realizar los principales fines propuestos, la Asamblea se abocó al
dictado de numerosas disposiciones fundamentales.
Promulgó leyes sobre la organización de la administración pública como un
Reglamento de Justicia, creando las Cámaras de Apelaciones. Prohibió la
aplicación de tormentos para investigación de la verdad.
Dispuso la creación de un órgano ejecutivo que concentraba todo el poder en
una sola persona, con el nombre de Director, y un Consejo de Estado, con
fines de asesoramiento al nuevo ejecutivo.
Mandó a abolir el escudo de Armas de España, y la efigie de los antiguos
monarcas fue sustituida en las monedas por el escudo nacional. En los
documentos públicos se suprimió toda invocación al rey de España,
reemplazándola por “la soberanía de los pueblos, cuya voluntad representan los
diputados”.
Estableció la libertad de vientres, que garantizaba la libertad e igualdad a todos
los hijos de esclavas que nacieran en adelante en el territorio de las Provincias
Unidas. Suprimió los títulos de nobleza y eliminó el mayorazgo, por el cual
desde antiguo, heredaba toda la fortuna del padre el hijo mayor. Suprimió
también las encomiendas y las mitas.
Por último declaró fiesta cívica al 25 de Mayo y encargó la composición de una
canción patria, que sería nuestro himno nacional.
Si bien esta Asamblea no hizo la explícita declaración de la Independencia, su
fecunda labor legislativa ratificó, indirectamente, la vocación independentista de
los patriotas.
CONGRESO DE LOS PUEBLOS LIBRES
El 25 de octubre de 1817, el Congreso General publicó un "Manifiesto a las Naciones" acerca de los
motivos que habían impulsado a los diputados a declarar la Independencia de las Provincias Unidas de
Sud América.
El manifiesto hace un largo recuento de acusaciones contra España, sus reyes y virreyes con el objeto
de fundamentar la separación política. También expresa la fidelidad que se tuvo en todo momento con
Fernando VII.
El manifiesto afirma que la Junta de Buenos Aires se estableció en nombre de Fernando VII cuando
estaba confinado en Francia. Más tarde, cuando se produjo de Fernando VII al trono de España:
"Nosotros creímos entonces que había llegado el término de tantos desastres. Nos pareció que un rey,
que se había formado en la adversidad, no sería indiferente a la desolación de los pueblos...."
"Él nos declaró amotinados en los primeros momentos de su restitución; él no ha querido oír nuestras
quejas ni admitir nuestras súplicas... Declaró crimen de Estado la pretensión de darnos una
constitución... "
"Nosotros, pues, impelidos por los españoles y por su rey, nos hemos constituido independientes y
nos hemos aparejado a nuestra defensa natural contras los estragos de la tiranía con nuestro honor,
con nuestras vidas y haciendas... ".
El firmante de dicho manifiesto fue el Dr. Pedro Ignacio de Castro Barros, a quien le correspondía ese
mes la presidencia del Congreso.
CONSTITUCIÓN DE 1819