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THEMIS 57

Revista de Derecho

ÉTICA, CIUDADANÍA Y DERECHOS HUMANOS

Gonzalo Gamio Gehri*

Desde el momento en que nos definimos


como un Estado de Derecho, las institu-
ciones públicas y privadas –así como las
personas en general– deben actuar con-
forme a la ley para garantizar la efecti-
vidad de sus propios derechos. En ese
sentido, son los Derechos Fundamentales
y, precisamente, los Derechos Humanos,
los que configuran el núcleo duro de pre-
servación de los sujetos de Derecho. No
obstante, sin un sustento materialmente
efectivo de transformación de la realidad,
los Derechos Humanos no son derechos,
puesto que sólo servirían para la academia
o, paradójicamente, para la manipulación

Gonzalo Gamio Gehri


demagógica, en lugar de su principal co-
metido: el ser una herramienta de cambio
del Derecho para mejorar las condiciones
de vida de los ciudadanos y así garantizar
el bienestar común.

En este artículo, el autor nos ofrece una


reflexión acerca de la cultura universal
de los Derechos Humanos y su funda-
mento a través del análisis de las diversas
acepciones del concepto de “ciudadanía
democrática” y nos recuerda que los De-
rechos Humanos vacíos de contenido no
tienen cabida en un verdadero Estado de
Derecho democrático.

* Filósofo. Profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú. 173


THEMIS 57 I. LA CULTURA DE LOS DERECHOS HUMA- actuando a contracorriente de la cultura de los
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NOS Y EL UNIVERSALISMO Derechos Humanos. Invadieron Irak desatendien-
do los cuestionamientos de las instituciones inter-
La Declaración Universal de los Derechos Huma- nacionales correspondientes (la ONU), asumiendo
nos ha cumplido sesenta años de enunciada y asu- una burda mentira para entregarse a la guerra.
mida por la mayoría de las sociedades. Al cabo del Lo sucedido en Guantánamo y en otros centros
tiempo, los Derechos Humanos se han convertido de reclusión constituye una violación evidente de
en una forma de cultura moral, un horizonte crí- estos Derechos. No hay que olvidar que Estados
tico que permite el cuestionamiento de aquellas Unidos aún no es firmante de la Corte Penal Inter-
prácticas que lesionan el cuerpo, la dignidad o las nacional (una institución cuya existencia es básica
libertades de las personas en el mundo. Desde la para la promoción de Derechos Humanos en el
elaboración de la propuesta (en la que se reco- mundo). No pocos ciudadanos norteamericanos
nocen raíces liberales), se pretendió que los prin- exigen hoy a Barack Obama ese compromiso. De
cipios presentes en la Declaración tradujeran un cumplirse, podría no estar lejos el día en que las
consenso intercultural en materia de protección autoridades responsables de las torturas a los pri-
de los seres humanos. En efecto, muchos especia- sioneros en Guantánamo y en Abu Ghraib sean
listas, exponentes de diversas culturas, religiones procesados por crímenes contra la vida y la inte-
y disciplinas participaron en las discusiones que gridad de las personas.
dieron forma a la Declaración tal y como la cono-
cemos. Desde el principio, fue concebida como la Hay quienes consideran –desde el bando (auto-
expresión de un “universal concreto”. denominado) reaccionario– que la vocación uni-
versalista de este ethos es teórica y culturalmente
Evidentemente, los Derechos Humanos constitu- invasiva, y limita la soberanía de las comunida-
yen una categoría incómoda para quienes ejercen des locales. Los Derechos Humanos no pretenden
formas autoritarias de poder político, y para quie- convertirse en una Weltanschauung imperialista,
nes enarbolan ideologías retrógradas o violentis- quienes así piensan son víctimas de la ignoran-
tas. Constituyen un obstáculo para cualquiera que cia o de la mala fe. No se trata de una cultura
sostenga que las vidas humanas pueden convertir- moral que pasa de contrabando una “metafísica
se en medios para el logro de “ideales superiores” racionalista” –por ejemplo, los dos mundos de
(políticos, religiosos, etcétera). La tesis subyacente Kant-. No necesitamos comprometernos con una
a la cultura de los Derechos Humanos es que no sofisticada metafísica. El notable filósofo británi-
hay nada más valioso que el cuidado de la dig- co-ghanés Kwame Anthony Appiah dice que “no
nidad y las libertades. Se trata de proteger a los podemos decir que la noción de Derechos Huma-
individuos no solamente de la violencia producida nos esté metafísicamente desnuda; sin embargo,
por otros individuos, si no de aquella producida en cuanto a lo conceptual debe –o debería lle-
por los propios Estados, cuando estos se yerguen var– pocas ropas. No cabe duda de que no nece-
como instancias de represión y mutilación. Por sitamos concordar en que se nos haya creado a
eso, no basta con el derecho local y positivo. La imagen y semejanza de Dios, o en que tengamos
cultura de los Derechos Humanos ha generado un derechos naturales que emanan de nuestra esen-
entramado de normas e instituciones internacio- cia humana, para concordar en que no queremos
nales que promueve la defensa de los derechos de ser torturados por los funcionarios del gobierno,
grupos e individuos que son víctimas de las accio- ni estar expuestos a arrestos arbitrarios, ni que se
nes de los propios gobiernos. nos quite la vida, la familia o la propiedad” 1. De
hecho, podemos comprender los Derechos Hu-
Por supuesto, todo esto es susceptible de formas manos de forma pragmatista, como herramientas
de distorsión y de manipulación. Como ha sucedi- sociales orientadas a la protección práctica de in-
do con otros valores –la pertenencia comunitaria, dividuos contra agresiones potenciales de perso-
la fe, etcétera– los Derechos Humanos pueden ser nas, grupos o instituciones. No necesitamos asu-
usados ideológicamente. Pensemos en la política mir compromisos “esencialistas” para defender
bélica del gobierno de Bush frente a Irak: la “de- estos Derechos en la práctica, pero sí reconocer
mocracia” y los “Derechos Humanos” se convir- mecanismos políticos y legales cuya razón de ser
tieron en los estandartes de una invasión. Sin em- es la concreción e institucionalización de esta de-
bargo, estaba claro que Bush y los suyos estaban fensa. El discurso de los Derechos Humanos se ha

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APPIAH, Kwame Anthony. “La ética de la identidad”. Buenos Aires: Katz. 2007. p. 369.
convertido en una perspectiva digna de adhesión puesta situación de imparcialidad –el Estado Na- THEMIS 57
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en diferentes contextos culturales, lo que se debe, tural en el contractualismo clásico, la “posición
en parte, a que apuesta por la protección de los original” en el planteamiento de John Rawls– a la
individuos más allá de su condición, membresía y que acceden al “poner entre paréntesis” sus con-
méritos. cepciones de la vida buena, así como la informa-
ción con la que cuentan acerca de su lugar en el
sistema socioeconómico e incluso el conocimiento
II. CONCEPCIONES DE LA CIUDADANÍA DE-
de sus talentos naturales. El Estado Natural y la
MOCRÁTICA
“posición original” constituyen imágenes antije-
rárquicas de la vida social; nos recuerdan que la
Si bien podemos considerar que las cuestiones
fuente de legitimidad del poder constituído reside
metafísicas en torno a la “existencia” de los Dere-
estrictamente en el consentimiento racional de los
chos Humanos son inútiles, la pregunta en torno
individuos.
a qué clase de ciudadanos requieren las políticas
orientadas a la defensa de los Derechos Humanos
El cuerpo político concede a todos los individuos
dentro y fuera de nuestras comunidades sí resulta
iguales privilegios y prerrogativas, protege sus vi-
relevante desde un punto de vista práctico. He-
das, sus libertades y sus propiedades (he aquí el
mos partido de la premisa de que los Derechos
germen de los llamados “Derechos Humanos de
Humanos configuran parte de un ethos, tanto de
primera generación”). El Estado –por encargo de
un sistema de creencias morales como de un sis- quienes componen la sociedad– vela por el estricto
tema de prácticas sociales y políticas. Es preciso cumplimiento de la ley, pero deja un amplio mar-
describir la condición de los “usuarios” y practi- gen de libertad (entendida en este punto como un
cantes de dicho ethos. espacio de no intervención) en el ámbito privado.
De este modo, las personas pueden discutir o ele-
Si examinamos la tradición filosófico-política occi- gir sus visiones personales de aquello que le con-
dental, constatamos que desde ésta se han cons- fiere sentido a su existencia, o pueden decidir sin
truido dos grandes concepciones de ciudadanía. obstáculos (siempre y cuando no vulneren la ley)
La primera –la ciudadanía como condición- nos qué asociaciones crear o qué clase de creencias
remite a la génesis misma del pensamiento libe- suscribir o abandonar. El Estado debe garantizar
ral. La segunda –la ciudadanía como actividad– que éstas decisiones puedan concretarse, pero
tiene un origen clásico. Mostraré en qué medida él mismo no puede inmiscuirse en el proceso de
una comprensión compleja del agente político de decisión, que es responsabilidad exclusiva de los

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las democracias tardomodernas incorpora los ele- individuos. Más adelante, se crearon instituciones
mentos de ambas perspectivas2. Ambas imágenes internacionales cuya función residía precisamente
de la ciudadanía aportan articulaciones de valor a en garantizar esas libertades ante los Estados.
la cultura de los Derechos Humanos.
La segunda concepción describe la ciudadanía
La primera concepción de ciudadanía es un desa- como una forma de vida. Nos remite a la defini-
rrollo del esquema liberal, centrado en la condi- ción ofrecida por Aristóteles en la Política, según
ción política y legal de los individuos como titula- la cual ciudadano es aquel que a la vez gobierna y
res de derechos inalienables (y deberes para con es gobernado3. Es gobernado porque se atiene a
la preservación de la sociedad y el cuerpo político las decisiones que se toman en las asambleas; es
que garantiza tales derechos). El nacimiento y los gobernado porque acata las directivas de las auto-
procesos de naturalización confieren al sujeto el ridades legítimamente constituidas. Pero también
estatuto de ciudadano. Esta perspectiva se nutre gobierna, en tanto participa activamente en los
teóricamente de las filosofías del contrato social, debates públicos realizados en las reuniones de
que conciben la estructura básica de la sociedad las asambleas, y ha intervenido en los procesos
como producto de un hipotético acuerdo volunta- de elección de los representantes de su comuni-
rio entre individuos libres e iguales, que deciden dad. En esta línea de reflexión, el ciudadano es
configurar los principios que regulan la vida co- un agente político, que construye con sus iguales
mún y dan forma a las instituciones. Las “partes” –a partir de la palabra y de la acción– un destino
del contrato eligen estos principios desde una su- común de vida. Si para la interpretación liberal el

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2
He discutido el concepto de ciudadanía en GAMIO, Gonzalo. “El cultivo de las Humanidades y la construcción de ciudadanía”. En:
Miscelánea Comillas. Revista de Ciencias Humanas y Sociales 29. Volumen 66. 2008. pp. 237 y 54.
3
ARISTÓTELES. Política 1277b 10. 175
THEMIS 57 ejercicio de la política constituye para las personas La cultura de los Derechos Humanos no puede
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una opción vital entre otras, de modo que puede fortalecerse sin ciudadanos dispuestos a actuar y
elegir replegarse y comprometerse con otras ac- a denunciar el abuso en donde aparezca. El ase-
tividades, en la versión clásica se convierte en el sinato, la tortura y las desapariciones forzadas
corazón mismo de la ciudadanía. constituyen violaciones de estos derechos, pero
también la pobreza y la autocracia, el racismo y
Se trata de dos interpretaciones de la ciudada- la discriminación sexual, constituyen lesiones gra-
nía que son complementarias en una democracia vísimas contra la humanidad del otro. Es preciso
constitucional inserta en la cultura de los Derechos combatir la violencia directa, pero también la vio-
Humanos. La ciudadanía como condición pone lencia estructural que la promueve y la violencia
énfasis en las formas de protección del individuo cultural que la legitima (la clasificación es de Jo-
que los Estados deben observar rigurosamente,
han Galtung). Sin agentes políticos que cultiven
con el fin de que éste pueda encontrar –al interior
el respeto por el otro y estén dispuestos a mo-
de espacios sociales libres de violencia y coacción
vilizarse por ello y presionar democráticamente
ilegítimas– sus propias formas de realización. Esta
por ello, la Declaración Universal de los Derechos
perspectiva supone una cierta cultura legal (y una
Humanos puede convertirse en un saludo más a
cierta “sensibilidad constitucional”) que lleva al
la bandera. En un país como el nuestro, en donde
individuo a reconocer el Estado de Derecho como
la extrema pobreza y la ausencia del Estado cons-
el trasfondo público que garantiza la posibilidad
tituyen un hecho verificable, en el que todavía
de una vida libre y civilizada. La ciudadanía como
existen cuatro mil fosas comunes identificadas y
actividad nos recuerda a los usuarios de un régi-
men democrático que podemos ser coautores de sin abrir, está claro que los Derechos Humanos no
la ley y en general sujetos responsables de aquello han sido una prioridad para nuestra (autodeno-
que sucede con nuestras instituciones. Desde los minada) clase dirigente. Incluso en la actualidad,
escenarios abiertos en los fueros del Estado, en los muchos “columnistas” de la prensa conservadora
partidos políticos y en la sociedad civil, los agentes siguen predicando la impunidad de los perpetra-
pueden realizar funciones de vigilancia y control dores, mientras que no pocos congresistas ade-
democrático del poder. Sin ciudadanos alertas, los rezan inconstitucionales leyes de amnistía. Co-
gobiernos pueden ceder a la tentación de generar rresponde a todos los ciudadanos –más allá de
políticas autoritarias, o de asumir una actitud con- las afinidades ideológicas que uno cultive o de la
cesiva respecto de los casos de corrupción y viola- tienda política a la que se pertenezca– finalmen-
ción de la ley. La política cívica se pone al servicio te comprometerse para que esta historia siga un
de la defensa de los derechos de las personas. curso diferente.

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