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El Club de las Excomulgadas

Agradecimientos
Al Staff Excomulgado: Dg
Kaleigh, Ly_Ayla, MCGtz y Nelly Vanessa
por la Traducción, , de nuevo, MCGtz y Nelly
Vanessa por la Corrección de la Traducción, Laavic y
Leluli por la Corrección, de nuevo, Laavic por la
Diagramación, Bibliotecaria70 por la Lectura Final y
Kiti08 por la Segunda Lectura de este Libro para El
Club De Las Excomulgadas…

Bianca D’arc - La Guarida Fronteriza - Serie Caballeros Dragón II


A las Chicas del Club de Las Excomulgadas, que nos
acompañaron en cada capítulo, y a Nuestras Lectoras
que nos acompañaron y nos acompañan siempre. A
Todas….

¡¡¡Gracias!!!

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El Club de las Excomulgadas

Argumento
La guerra ha llegado a la guarida fronteriza, pero mientras los enemigos se
convierten en aliados -y amantes- la esperanza llega para los dragones y para sus
caballeros.

Una joven viuda, Adora, quien crió a su hija sola, pero su hija está casada ahora.
¿Podrá Adora encontrar el amor en su propia guarida de la frontera llena de gente?
¿Se atreverá a intentarlo?

Lord Darian Vordekrais está a punto de traicionarse, renunciando a su título, a sus


tierras y a su casa con el fin de advertirle a los dragones y caballeros del malvado
plan traicionero de su rey. ¿Su vida se perderá, o existirá alguna forma de que
pueda hacer una nueva vida en una tierra extranjera?

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Sir Jared perdió a su esposa e hijo a traición, pero conoce a Lord Darian y confía en
él. Ambos hombres admiran a la hermosa Adora, pero el corazón roto de Jared está
congelado como hielo sólido. ¿O no?

Cuando la guerra llega a la frontera, los caballeros y los dragones de la zona


Fronteriza se levantan para tal ocasión. Nuevos aliados se reúnen a su lado. El
amor florece y crece incluso cuando el mal invade la tierra. Los caballeros y los
dragones deben ser firmes contra los ataques, la hermosa mujer de sangre real les
lleva esperanza, curación y amor.

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El Club de las Excomulgadas

Prólogo
El femenino gemido de placer fue música para los oídos de Lord Darian, al
provocarle a Varla otro orgasmo más, con su lengua. Era muy sexy, pero ser la
actual favorita del rey de Skithdron debía dejarla fría. El libidinoso bastardo se
había convertido en rey después de matar a su propio padre... o eso sospechaba
Lord Darian y le importaba una mierda el placer de nadie, excepto el suyo propio.

—¿Estás lista para mí, Varla? —Darian bajó la mirada hacia la poco sensible mujer
mientras empujaba el pene en su interior.

—¡Más que lista, mi señor!

La perra estaba jadeando y prácticamente le arrancaba la piel con sus largas uñas

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pintadas en rojo. Él le movió las manos, agarrándolas firmemente y
manteniéndolas a la fuerza por encima de su cabeza, lejos de su piel. Estaría jodido
si le dejaba sus marcas sangrientas después de este episodio. Estaba aquí por una
sola razón.

Bueno, tal vez por dos razones, admitió encogiéndose de hombros mentalmente.
Salvar sus pelotas era parte del trato y una buena razón para llevar a la cama a una
doncella dispuesta, pero la razón más importante era que esta doncella en particular
podría darle acceso a los lugares del palacio a los que de otro modo no entraría. Si
fuera visto saliendo de sus aposentos, tan cerca de los apartamentos del propio rey,
sería más simple si él era su amante nocturno de turno. Si no fuera por ella, los
guardias cuestionarían su presencia en el palacio y Lord Venerai lo habría echado
del palacio, negándole por completo su derecho como noble de Skithdron de servir
en la corte.

Venerai era una víbora. Encumbrado a la cima de la pila de los Psicópatas que
seguían a Lucan, por cualquier medio necesario, Venerai deseaba toda posible
competencia por el favor del Rey fuera de su camino. Eso incluía a Darian, aunque

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él estuviera en mejores términos con el padre de Lucan, el Rey Goran, que con el
actual Rey.

Pero Darian era de sangre real, el quinto en la línea de sucesión al trono, y Venerai
lo veía como una amenaza. Fue tan lejos como para ponerle a Darian uno o dos
espías para que lo siguieran, y con lo que se divertía enviándolos a perseguir
fantasmas, para disgusto de Venerai.

Darian cansaría a Varla, y luego realizaría su verdadera misión de la noche.


Sospechaba que algunas cosas terribles estaban por descubrirse, pero debía tener
pruebas antes de renunciar a su derecho de nacimiento. Si iba a abandonar su país,
sus tierras, su título, y a arriesgar su vida, tenía que estar bien seguro de la
información.

Embistió más fuerte a la doncella mientras la determinación alimentaba su fuerza.


Esta ronda final debía agotarla, y entonces podría partir a su pequeña misión de

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reconocimiento. Primero tenía que follarla hasta la inconsciencia y eso estaba
resultando más difícil de lo que pensaba. No sólo era insaciable, sino que él no
estaba lo bastante interesado en ella como para que realmente valiera la pena su
tiempo. Oh, era un dulce alivio para sus adoloridos huevos, pero no saciaba el
extraño anhelo que desde hacía años había estado creciendo en su interior.

Realmente no sabía lo que estaba buscando, pero definitivamente no eran todas las
mujeres que han pasado por su vida hasta este momento. No había ninguna que
lamentara dejar atrás si fuera necesario dejar su tierra natal. Ni una sola a la que
hubiera considerado pedirle huir con él. Ninguna que pudiera amar.

Era una pena. ¿Cómo podía un hombre pasar treinta y siete inviernos sin encontrar
una sola mujer que pudiera interesarle por lo menos lo suficiente como para
comprometerlo un poco? Ni siquiera tenía una amante estable.

¿Habría algo mal en él? Estaba más allá de la edad en que la mayoría de los
hombres se establecían con una mujer y comenzaban a reproducirse, pero nunca
había encontrado a la mujer con la que deseara tener a sus herederos. Nunca había

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encontrado a una mujer que quisiera lo suficiente como para rogarles a los dioses
que su semilla se arraigara en su vientre. No podía imaginar encontrar jamás tal
mujer entre las muchas que había probado la talla, pero ¡oh, cómo había disfrutado
la búsqueda!

Varla era una ardiente follada y se retorcía sobre su pene de una manera que lo
tenía luchando para controlar su liberación, pero era sólo el medio para un fin. Ya
había sido reclamada por el cabrón despiadado que ahora estaba sentado en el
trono robado de Skithdron. Darian podía disfrutar del placer de su cuerpo, pero no
sentía nada por la fría mujer en su interior.

Y sabía que ella no sentía nada por él. A pesar de que se había corrido por séptima
vez esa noche bajo sus embistes, sabía que se preocupaba más por su desahogo
sexual que por el hombre que se lo proveía. Después de todo, ya había vendido su
alma al diablo.

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*********

Después de extenuar finalmente a la voraz criatura, Darian marchó al estudio del


rey. Utilizando todo su sigilo, encontró la desoladora prueba que había estado
buscando, y temiendo, y su viejo adversario Lord Venerai estaba implicado. El
destino de Darian ahora estaba claro.

En ese momento, Lord Darian de Skithdron se convertía en un traidor. Al menos


así era como el Rey Lucan y sus seguidores verían sus acciones. Aún así, Darian
sabía que quedarse sentado y no hacer nada mientras un rey loco conducía a
mortalmente, venenosos skiths hacia los inocentes aldeanos sería un crimen con el
que no podría vivir en su alma. Lo que el rey había planeado para después era aún
peor, y su objetivo final era una auténtica locura.

Pero el rey Lucan estaba tan absorto en su locura que su plan quizá funcionara.
Alguien tenía que advertir a Draconia. La pacífica tierra había sido un buen vecino
de Skithdron por muchas generaciones, pero ahora todo se arruinaría por un loco

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tirano. Darian ahora sabía, más allá de toda duda, que Lucan buscaba el poder a
través de la magia demencial, lo que lo acercaría cada vez más al borde.

Lucan tenía que ser detenido y Darian era el único que podía hacerlo. Por una
razón, Darian no tenía familia inmediata contra la que Lucan pudiera tomar
represalias. Por otra parte, como ex embajador de Draconia, tenía contactos en los
puestos importantes. Si solo pudiera cruzar la frontera y después atravesar las líneas
hacia el lado draconiano, podría tener una oportunidad de entregar su mensaje a la
gente, y dragones, que más necesitaban saberlo.

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Capítulo Uno
Adora abrió los ojos lentamente, con la cabeza inclinada hacia un lado mientras
descansaba sobre su estómago. Sólo podía distinguir la enorme forma de Sir Jared,
alzándose sobre ella, igual que durante los últimos días. Su rudo y bello rostro
llevaba una severa y amplia cicatriz cruzando por su mejilla y el cuello. La marca
irregular de su profesión de guerrero desaparecía bajo la línea del cuello en su
camisa, haciendo que tuviese curiosidad por ver qué tan bajo llegaba en su amplio y
musculoso pecho.

—¿Cómo te sientes? —Su voz era ronca por falta de uso y ella adivinó que era tarde
en la noche.

—Jared, realmente deberías buscar tu propia cama. Sentarte conmigo no nos hace

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bien alguno a ninguno de los dos.

El caballero le dedicó una pequeña sonrisa mientras servía una taza de agua de la
jarra sobre la mesita de noche. El sonido del agua de repente le dio sed y cuando su
lengua recorrió el interior de su boca parecía estar rellena de algodón.

—¿Bromeas, Adora? Además, Kelzy no me dejaría salir, aunque quiera intentarlo.


—Su mirada se posó en la amplia arcada, celosamente bloqueada por la gran
cabeza del dragón verde-azulado. Kelzy parpadeó hacia él adormilada... hasta la
gran dragón se veía fatigada por la vigilia que había hecho junto a Adora los
últimos días.

Jared se sentó al lado de la cama con una gentileza que ella encontró sorprendente
en un guerrero tan poderoso. Era tan grande y musculoso, tan capaz de combatir y
destruir, pero se había dado cuenta en los últimos días que su magnífico cuerpo de
guerrero albergaba un alma gentil.

Debido a las profundas heridas que iban desde su espalda hasta un costado, tenía
que acostarse sobre su estómago o sobre el lado sano, y le resultaba difícil utilizar

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uno de sus brazos. Incluso le era casi imposible enderezarse de la cama por sí sola
para beber un vaso de agua. Jared la apoyaba con su gran fuerza cuando tenía que
levantarse para usar el baño, o como ahora, para tomar un vaso de agua.

Le pasó una mano bajo su torso por el lado sano, situando el antebrazo
íntimamente entre sus pechos mientras extendía la mano contra el hombro opuesto.
Esta extraña posición le permitía usar su brazo bueno para erguirse, mientras él la
sostenía, por si su fuerza menguaba. Aún así, su brazo temblaba cuando acercó la
taza de agua a sus resecos labios. No estaba del todo segura de si su debilidad fuera
por la lesión o por la mera proximidad del atractivo caballero.

Hacía años que un hombre no la tocaba tan íntimamente, y menos uno como éste.
Jared le quitaba el aliento. Una ráfaga de aire caliente pasó sobre ella procedente de
la puerta donde estaba el dragón. Adora se giró para ver a Kelzy, pero el
movimiento hizo que sus heridas en curación se estiraran y jadeó. Jared reaccionó

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al instante, deslizando ambas manos sobre su torso, apoyándola, llevándola
suavemente a recostarse sobre su estómago.

—Con cuidado. —La voz de Jared era tan cálida y suave. Hacía que Adora se
sintiera segura y protegida. Trató de no pensar en la mano yaciendo entre sus
pechos cuando la recostó despacio en la cama, ni en la forma en que al sacar la
áspera mano de entre las sabanas y su cuerpo, los fuertes dedos rozaron el
redondeado contorno de sus pechos.

—¿Puedes ayudarme a acostarme de lado? Me duele un poco el cuello por dormir


en esta posición.

—¿Así que admites que me necesitas aquí, después de todo? —Él se rió
calentándole el corazón.

Jared era siempre tan serio que era bueno oírlo reír mientras situaba sus grandes
manos en ella una vez más. La manejaba como si fuera un tesoro invaluable, pero
con una fuerza innegable. Su cuerpo nunca había estado en contacto tan íntimo con
un hombre tan magnífico. El toque de su difunto marido había sido muy diferente.

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Jared era valiente y seguro, sin embargo, mostraba evidente cuidado en la forma en
que utilizaba su fuerza.

A Adora le gustaba la forma en que la tocaba. Le gustaba él, para ser honesta
consigo misma. Jared era un hombre entre los hombres, de lo contrario el dragón
que había sido como su madre sustituta nunca lo habría elegido como su
compañero. Y además de la dragona, Kelzy, el Rey Roland también tenía gran
confianza en este hombre. Por lo que Adora sabía Jared era un general de las
fuerzas defensivas del rey. Jared y Kelzy eran los líderes de esta nueva guarida llena
de docenas de caballeros y dragones guerreros.

—No admito nada. —Le gustaba desafiarle y sonrió cuando Jared hizo una pausa,
con sus manos a su alrededor, y su cara muy cerca.

—Adora...

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Sintió que la sujetaba más fuerte y vio su rostro bajar. No la habían besado en
muchos años, pero aún recordaba las señales. Sabía que podía girarse, su descenso
fue lo bastante lento como para que pudiera detenerlo si quería, pero quería que la
besara. De pronto, no había algo que deseara más desesperadamente en el mundo.

En el momento en que sus labios tocaron los suyos supo por qué. Su beso era todo.
Suave y gentil al principio, firme, duro, exigente y varonil, después. Oh, tan
masculino, y tan añorado. Había extrañado esto en sus muchos años de viudez.
Había echado de menos las fuertes manos de un hombre moldeando su cuerpo
mientras sus labios y lengua saqueaban su boca.

Después de los primeros momentos de gozo, el beso de Jared se tornó líquido y


hambriento. Impulsado un deseo que quemaba sus venas, él pareció encenderse al
unir sus labios por primera vez.

—Adora. —Interrumpió el beso, pero enterró sus labios hambrientos en su


garganta, mordisqueando su suave piel.

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—Jared, —susurró ella. Los dientes de él clavándose tan fuerte como para marcarle
la piel. La idea le excitaba. Nunca un hombre había estado tan caliente por ella, o
ella por él.

Es interesante como se desarrollan las cosas, la brusca y divertida voz de Kelzy resonó
en sus mentes, trayéndolos de vuelta a la tierra de golpe, Adora todavía está lastimada,
Jared. Detente antes de que una de sus heridas se vuelva a abrir.

—Dulce Madre de Todos. —Jared la soltó lentamente. Sus ojos azules ardían con
algo parecido al impacto y una mezcla de un poco de rabia y frustración al
mirarla—. ¿Te lastimé, Adora?

Sacudió la cabeza ligeramente, pero él recorrió su garganta con la mano hasta el


sensible punto en que le había mordido, y sus miradas se engancharon. Sospechaba
que la había marcado a propósito y que llevaría su marca por unos cuantos días.

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—Nada importante. —Trató de calmarle respecto al chupetón, pero su expresión se
endureció, y se dio cuenta de que las palabras sonaron distinto de lo que pretendía.
Trató de enmendar su error, pero Jared ya estaba de camino a la puerta. Se fue
antes de que pudiera hablar y se encontró acostada, mirando al dragón de la
entrada con sentimientos encontrados—. No quise decirlo de la forma en que sonó.

Lo sé, mi querida niña. Jared es un hombre duro. Sus emociones se encuentran muy
recluidas. De hecho, me sorprende que incluso se atreviera a besarte. No es un caballero que
acostumbre cortejar a las damas. Dale tiempo. Tiene muchas cosas en su pasado con las que
necesita reconciliarse, antes de recuperar esa parte de su vida.

Después de un largo rato cavilando las palabras del dragón, y en ese sorprendente
beso, Adora finalmente se durmió.

*********

Al día siguiente, Adora despertó en una habitación vacía por primera vez desde que
resultó herida. Su espalda le escocía del dolor, mientras lentamente recordaba los
eventos que la habían mantenido en cama los últimos días. Había sido atacada por

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enormes skiths-escupe-veneno mientras volvía a su casa del bosque. Su casita quedó
destruida, infestada y desgarrada por las gigantes criaturas parecidas a serpientes
que sus enemigos Skithdronian soltaron por la frontera.

Adora sólo pudo escapar de ellos y de sus mandíbulas subiéndose al árbol más alto
que había podido encontrar. Supo que moriría, trepando a la cima de un árbol, con
su traje de cuero especialmente tratado humeando al contacto con el veneno de los
Skith que la había alcanzado de la cintura para abajo.

Un grito había resonado en su mente mientras rezaba a la Madre de Todos para


que su final fuese rápido y lo menos doloroso posible. Luego Adora había buscado
la mente de la dragona, que prácticamente la crió. Su mente había enviado una
llamada, mucho más fuerte de lo que creyó a Lady Kelzy y milagrosamente, el
dragón la había oído. Kelzy había convocado a su caballero, Sir Jared, y a otros dos
dragones y sus caballeros partiendo a la batalla y a su rescate. Y Kelzy la había

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arrancado del árbol con sus afiladas garras.

Y pese a la valiente acción, Kelzy estaba atormentada, Adora lo sabía. La dragona


se culpaba de los arañazos que le había causado involuntariamente en la espalda a
Adora con las afiladas garras. Adora también sabía que la audacia de asirla en el
aire, era la única manera de rescatarla de ese árbol, sin poner a todos en mayor
peligro frente a la multitud de dementes skiths enroscados al pie del árbol.

Los Skiths le tenían miedo al fuego de dragón, pero tenían sus propias armas, y
podían hacer caer a un dragón con alarmante facilidad. De hecho Lady Rohtina, la
joven dragón dorada, había sido herida de muerte, mientras cubría a Kelzy en su
audaz maniobra. Gracias a la Madre, Rohtina había sido curada de sus graves
heridas. Había logrado regresar tambaleándose a la guarida, y la hija de Adora,
Belora, fue capaz de curarla. Sin embargo, había estado muy cerca. Lo que inducía
a pensar que la guerra con Skithdron llegaría pronto, y que esta repentina invasión
con skiths venenosos era solo la primera ola.

Adora retrocedió con un suspiro, mientras los cortes en su espalda protestaban. Se


habían formado costras en la mayor parte, pero seguían siendo muy dolorosas. La

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retahíla de disculpa y arrepentimiento de Kelzy casi la lastimaba más. Adora le
había dicho al dragón una y otra vez que no tenía la culpa, pero Kelzy no oía nada.
Estaba atormentada por la culpa por lastimar a su bebé, incluso si había sido la
única manera de salvar su vida.

El caballero de Kelzy también la vigilaba cuidadosamente. Sir Jared apenas la


había dejado sola, siempre verificando sus heridas o tratando de que estuviera más
cómoda. Jared no era un tipo comunicativo, pero su constante sobria presencia
había sido raramente reconfortante. Era tan sólido y de corazón tan puro... Había
sido herido profundamente, Adora lo sabía con seguridad por su don de sanación y
su naturaleza intuitiva, pero era un buen hombre honesto, aunque uno que no hacía
amigos con facilidad.

También era más resistente que cualquier otro hombre apuesto que Adora hubiese
visto nunca. Parecía sólo ligeramente mayor que ella, tenía el pelo castaño oscuro

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corto algo cano en las sienes y unos ojos azul marinos sorprendentemente oscuros.
Se mantenía limpio en todo momento e inspiraba un gran respeto a los demás
caballeros, y dragones que vivían en esta nueva guarida.

Adora sabía que el vínculo con Kelzy mantenía a Jared sin envejecer como un
hombre normal. Cuando los dragones se unían a su caballero y a la compañera
escogida por éste, la magia del dragón frenaba el proceso de envejecimiento
humano considerablemente. Jared había estado asociado con Kelzy desde hacía
más de una década y probablemente no había envejecido mucho desde entonces, a
pesar de que su penetrante mirada reflejaba la sabiduría de sus años.

Adora dormitó la mayor parte del día, despertando sólo cuando Jared trajo sus
comidas. Estaba distante hoy después de su apasionado encuentro y no hizo
ninguna referencia al respecto, sólo miró largo y tendido el chupetón púrpura en su
cuello, la primera vez que lo vio. A parte del fuego en sus ojos al ver su marca en su
piel, no mostró ninguna otra emoción. Adora rápidamente abandonó la idea de
tratar de explicarle sus precipitadas palabras de la noche anterior. Estaba muy
cansada de todos modos y muy adolorida para ordenar sus ideas. Cayó en un sueño
profundo esa noche, sin más complicaciones respecto a Jared.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Dos
Los dragones negros volaban al amparo de la oscuridad. Nadie los vio aterrizar
excepto los pocos centinelas destinados a hacer guardia y a prestar asistencia a
aquél que lo necesitase. Los dragones negros eran raros. De hecho, sólo la línea real
podía presumir descarnadamente de las escamas brillantes de color alquitrán que
caracterizaban a este dragón, así que era comprensible que la noticia su presencia
en la Guarida se extendiera rápidamente.

Un hombre alto que emergió de las sombras pocos momentos después, vestido todo
de negro con la misma brillante luz oscura en sus ojos castaños, como los del
dragón, entró dando zancadas con confianza a pesar de que nunca había visitado la
Guardia antes. Los centinelas se inclinaron ante él, como era su deber, y recibieron
un majestuoso saludo con su cabeza a cambio.

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Él no era el rey, pero estaba jodidamente cerca. El príncipe Nico prefirió dejar las
intrigas políticas de su hermano mayor mientras se dedicaba a más... persecuciones
sigilosas. Como espía del Rey, estaba acertadamente preparado para la misión que
tenía entre manos. Nico no había llegado a esta nueva Guarida Fronteriza por
accidente. No, estaba en una misión de la mayor importancia para la familia real.
Su misión bien podría o traer nuevamente la extraña sangre real al redil o
desenmascarar a un impostor. Al Príncipe de los Espías, así era como lo llamaban
los dragones alegremente y era un título acertado. Se enorgullecía de su habilidad
de entrar y salir de los lugares sin que nadie se percatara de su presencia, pero el
viaje a esta remota guarida era un asunto oficial.

Saludos, Lady Kelz. ¿Qué noticias tiene para mí? Nico envió el mensaje a la mente del
dragón azul-verdoso cuyo resplandeciente cuerpo se desplegaba en el foso delante
de él. Había sabido la distribución de la nueva Guarida incluso antes de partir de
palacio y se había preocupado de saber dónde vivía el líder de esa Guarida en
particular. La cabeza de Kelzy se levantó sorprendida, girando su largo y sinuoso
cuello para mirarle. Sus ojos aguamarina brillaron con felicidad.

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El Club de las Excomulgadas
¡Nico! ¡Ya estás aquí! Debería haber sabido que oirías sobre los acontecimientos de los últimos
días antes de que pudiera enviarte un comunicado oficial.

El príncipe Nico adoraba las agradables maneras de este singular dragón. Ella le
había enseñado muchísimo cuando fue joven y protegido cuando fue todavía
demasiado joven para cuidar de sí mismo. De algún modo, había sido como una
segunda madre para él y sus hermanos, aunque sólo fuera uno de los muchos
dragones que servían directamente a la familia real.

El caballero que era su compañero, con todo, era una de sus personas favoritas en
el mundo. Sir Jared le había enseñado a luchar y cómo protegerse. También había
introducido al joven príncipe en las artes que le permitían no sólo convertirse en un
espía sino también en un reacio político, aunque era un verdadero diplomático
cuando era necesario.

Antes de que la tragedia se hubiera llevado a su esposa y a su hijo, Sir Jared

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Armand había sido uno de los consejeros de más confianza del viejo rey. Ese
horroroso acontecimiento se había llevado la chispa de los ojos de Jared y lo había
llevado a un exilio auto-impuesto en las montañas. Fue allí donde Kelzy lo
encontró y, finalmente, reclamó al hombre como su compañero. El profundo
vínculo de alma entre el dragón y el caballero le dio a Jared renovadas
determinaciones, aunque estaba todavía solitario y, probablemente, nunca se
casaría otra vez. La primera vez había sido, indudablemente, demasiado doloroso
de soportar.

Nico se inclinó en señal de respeto al maternal dragón y sonrió mientras ella se


acercaba hacia él.

¿Es cierto entonces, lo que escuché? ¿Has encontrado a una madre e hija que muestran sus
dones reales?

La gran cabeza de Kelzy se movió con impaciencia. Tanto Adora como su hija
Belora, eran verdaderas sanadoras. Belora había sanado una herida mortal de
Rohtina, el dragón compañero de Lars, una de las parejas de Belora.

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El Club de las Excomulgadas
¿Cómo se hizo esas heridas Rohtina? ¿Quieres decir que realmente no lo sabes? Los ojos de
Kelzy le siguieron la corriente al Príncipe de los Espías.

En realidad, puedo adivinarlo. ¿Skiths? Casi escupió el nombre de la gran serpiente...


criaturas que le daban el nombre al reino vecino. El reino de Skithdron había
instalado a los Skiths en la frontera, arrasando y accionándolos, destruyendo
pueblos y ciudades preparándose para la gran invasión. El hombre estaba loco,
sospechaba Nico. Se decía que el rey Lucan había pasado mucho tiempo
manipulando la magia por lo que era mejor dejarlo solo. Se rumoraba que la magia
oscura le había cambiado y retorcido su mente.

Los Skiths eran máquinas de matar que masacraban todo a su paso.

La única cosa a la que le tenían un remoto temor era al fuego y, por suerte, los
dragones lo tenían en grandes cantidades.

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Los skiths atacaron a Adora. Jared y yo la tuvimos que arrancar de un árbol. Rohtina y mi
hijo, Kelvan, se ocuparon de los Skiths. Así es cómo Rohtina fue herida tan gravemente. Se
acercó demasiado a los Skiths y casi lo paga con su vida.

¿Dónde está la mujer ahora? La gran cabeza de Kelzy se giró hacia la puerta donde
había estado descansando desde que llegó. La habitación estaba dispuesta, como la
mayoría de los conjuntos de cualquier Guarida, alrededor de una fosa central de
arena caliente que era donde los dragones descansaban. Todas las habitaciones
desembocaban alrededor de la zona de descanso con arcos lo suficientemente largos
como para que los dragones pudieran apoyar la cabeza si lo deseaban. De esa
forma, los dragones y sus familias humanas podían estar juntos en todo momento.

¿Vive contigo?

Es mi hija. Cuando mi último caballero murió, fui al bosque a recuperarme. Conocí a la


pequeña Adora allí. Era sólo una bebé cuando encontró mi cueva por primera vez. La devolví
a su familia, pero no pudieron oírme.

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El Club de las Excomulgadas
Pero ¿ella pudo? Kelzy asintió lentamente. Ambos sabían que la habilidad para oír a
los dragones era transmitida de generación en generación. Si las personas que
decían ser los padres de Adora no podían oír al dragón cuando la niña podía, ellos
no eran sus padres biológicos.

Ella pasó la mayor parte su tiempo conmigo hasta que cumplió diez años. Eso fue cuando tus
padres fueron asesinados y tu hermano Roland, accedió al trono. Me mudé a palacio entonces
para ayudar a Roland en sus nuevas funciones, pero me quedó claro con el tiempo, que
necesitaba un sabio consejo. Cuando las cosas se resolvieron y Roland estaba asentado en su
papel de rey, me puse en marcha en mi búsqueda, en la búsqueda de Jared, lo recordaba de
cuando había servido a tu padre. Siempre me impresiono como un fuerte guerrero y nunca
equivocaba en darle buenos consejos a tu padre. Esperaba poder convencerlo para hacer lo
mismo con tu hermano. Me llevó algo de tiempo encontrarle, pero cuando lo hice...

Lo escogiste como tu nuevo caballero. Nico terminó la frase con un respetuoso gesto.

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Los ojos de Kelzy se oscurecieron con los tristes recuerdos. Perdí el rastro de Adora,
me avergüenza decirlo. Volví a buscarla años después, pero hacía tiempo que se había ido. Su
familia se había mudado y nadie supo a dónde.

Y ¿simplemente la encontraste, después de todos estos años?

En realidad, mi hijo, Kevlan, encontró a su hija. La chica estaba cazando furtivamente en el


bosque y se pelearon por un ciervo. Cuando conoció al compañero de mi hijo, Gareth supo que
había encontrado a su pareja. Celebramos su unión poco después. Cuando mi hijo conoció a
Adora ese primer día, ella le habló del dragón que conoció cuando era joven y él supo que
estaba hablando de mí. La convenció para venir aquí a visitarme y nos reunimos. Los
enjoyados ojos del dragón brillaron con los felices recuerdos. Pero Adora es una
entregada curandera y quería regresar a su choza en el bosque para poder atender a sus
pacientes en los pueblos cercanos. Cuando los Skiths asolaron el pueblo, casi la cogen a ella
también.

¿Dijiste que trepó a un árbol para escapar de ellos? Parece una mujer valiente.

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El Club de las Excomulgadas
¡Valiente e ingeniosa! Jared le dio cuero curtido antes de dejarla en el bosque y ella lo convirtió
en extraordinarias prendas. Le pedí a Jared que le diera algunas de las escamas que mudé y
ella las cosió entre las capas de cuero de sus botas y en zonas estratégicas de sus ropas. La
rociaron bastante con el veneno Skith, pero no le hicieron ni un rasguño.

Entonces, ¿por qué se está recuperando? ¿Cómo resultó herida?

Fue por mi culpa. Tuve que arrancarla del árbol y la corté con mis garras. Kelzy pareció
muy triste por el incidente. ¡Lastimé a mi propia hija! ¿Cómo pude ser tan patosa?

Le ocurre a los mejores, Lady Kelz. Es difícil ser perfectamente certero todo el tiempo, y mucho
menos en condiciones de combate, con semejantes afiladas y perversas garras. No seas tan
dura contigo.

Eres un buen chico, Nico.

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El príncipe rió abiertamente. Sólo tú tienes el descaro de llamarme así, Lady Kelzy.

En ese momento, Jared apareció por la puerta que Kelzy había indicado era la
habitación de Adora, lo que sorprendió a Nico. El viejo caballero parecía agotado y
cansado, pero había una luz en sus ojos que había estado perdida durante muchos,
muchos años.

—¡Nico, mi muchacho! ¿Cuándo llegaste?

Una sonrisa se extendió por el rostro del anciano mientras se acercaba a enganchar
a Nico en un intenso abrazo. Jared era una de las pocas personas en el mundo que
se atreverían a acercarse a Nico y a sus parientes con semejante familiaridad, pero
también era una de las pocas personas en el mundo que, realmente, Nico amaba
como si fuera parte de su propia familia. Jared había estado allí para él después de
la muerte de sus padres, y por ello, amaría de por vida al ligeramente viejo y sabio
hombre.

—Acabo de llegar hace unos pocos minutos. Kelzy estaba poniéndome al día sobre
la historia de tu invitada.

18
El Club de las Excomulgadas
—Adora. —La forma en la que Jared pronunció el nombre de la mujer envió
señales de aviso a la mente de Nico. Había algo entre ellos, se dio cuenta
sobresaltado, porque nunca pensó que Jared sanaría lo suficiente como para dejar
que otra mujer entrara en su vida, aunque fuera sólo un poco.

—¿Crees que es de sangre real?

Jared asintió. —No puedo ver otra explicación sobre lo que ha ocurrido.
Definitivamente, su hija tiene el don de la magia. Sanó a un dragón de una herida
mortal frente a mitad de la Guarida. Aquí todos van de puntillas a su alrededor por
lo que he oído. —Jared se rió entre dientes, ofreciéndole a Nico un trago de vino
caliente de la pequeña cocina—. Te quedarás con nosotros, ¿verdad?

Nico tomó el cáliz y sonrió. — Lo disfrutaría. Si estuviera el tiempo suficiente.

Adora se revolvió. Kelzy proyectó sus pensamientos a ambos hombres.

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Inmediatamente, Jared se dirigió al pasillo abovedado, con una mirada de
preocupación en su curtido rostro. Nico sospechó que el anciano caballero estaba
medio enamorado de la misteriosa mujer que podía ser perfectamente un miembro
perdido de la familia real.

—¿Quizá pueda ayudar?

Nico no realizaba una oferta a la ligera. Se decía que la línea real era una de las
últimas sangres mágicas en el reino, y cada uno de ellos tenía algo del don de la
curación. Nico no lo usaba frecuentemente, pero ahí estaba. Podía hacer pequeñas
curaciones, pero su verdadera magia era algo muy diferente. Sin embargo, si podía
ayudar a esta mujer que claramente significaba tanto para dos seres que tenía en
gran estima, haría lo que pudiera. Los brillantes ojos de Kelzy lo miraron.

¿Lo harías? ¡Oh, Nico, te estaría eternamente agradecida! No tenemos otro curandero de
verdad en esta Guarida. El don de su hija sólo funciona sobre los dragones, no sobre los
humanos.

19
El Club de las Excomulgadas
Nico sabía que el dragón no se molestaba en decir lo obvio... que la mágica
habilidad sanadora de la propia Kelzy, conocida como el Aliento de Dragón, no
podía curar heridas realizadas por dragones o que la propia habilidad de sanación
de Adora era inútil en sus propias heridas. Era un capricho de la magia que los
sanadores no pudieran curarse a sí mismos.

El príncipe siguió a Jared a la pequeña habitación de invitados, percatándose al


instante de la inusual ternura con la que el anciano caballero apaciguaba el cuerpo
azotado de la pequeña mujer en su mayor parte oculto bajo la colcha. Nico se
acercó para colocarse al otro lado de la cama mientras la cabeza de Kelzy se
asomaba por la puerta, observando todo de cerca. El dragón se cernió sobre la
mujer como si fuera su hija biológica, y Nico tuvo que esconder una sonrisa ante el
comportamiento totalmente anti-dragonil de Kelzy. Esa era una de las muchas
cosas que adoraba de esta dragona en particular. Nunca dejaba que nadie... ya fuera
dragón o humano, príncipe o mendigo, dictara sus acciones. Kelzy era un dragón

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íntegro, de los pies a la cabeza.

Nico pudo ver a la mujer más claramente ahora y, definitivamente, era una belleza.
Sólo un poco mayor que él, parecía estar rondando los treinta o algo así. Aunque si
tenía una hija adulta, debía ser un poco mayor que eso. Aun así, era una belleza. Su
largo cabello era color caoba a la poca luz de la habitación y sus facciones podían
casi describirse como frágiles aunque por lo que pudo ver de sus desnudos brazos
eran parcialmente musculosos y firmes. A juzgar por sus músculos, no había tenido
una vida de placer, pero parecía una hermosa damisela. Y estaba definitivamente
en apuros.

Jared tranquilizó a la mujer y la colocó sobre su vientre, tirando de la manta lejos


de sus vendajes sueltos. Tres furiosos surcos rojos paralelos estaban parcialmente
cubiertos por ligeras franjas de lino alrededor de su espalda.

—Adora, despierta. —Dijo suavemente Jared cerca de su oído y su cabeza se


movió hacia un lado donde estaba el caballero.

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El Club de las Excomulgadas
Nico vio sus ojos abrirse y se sorprendió por el verde oscuro reflejado allí. La
mayoría de los descendientes reales tenían los ojos verdes. Su propio color avellana
era la excepción a la regla.

—Adora, tenemos un invitado. Tiene un poco de habilidad de sanación y está


dispuesto a intentarlo y ayudarte. —Ella se vio como si se opusiera, pero Jared
colocó un dedo sobre sus carnosos labios, acallando sus palabras—. Sólo
permanece tumbada y déjanos hacer esto por ti. No has dormido bien y a Kelzy le
duele verte sufrir. Piensa en ella ante de oponerte.

Nico sintió la resignación en la mujer conforme giraba sus cansados ojos verdes
hacia la puerta.

Por ti, Mama Kelzy.

Nico estaba sorprendido por la comunicación mental que los tres oían en sus

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mentes. Poco calificada, pero poderosa, esa pequeña mujer mostraba otros dones
de los descendientes reales. Mientras los caballeros podían, sin duda, comunicarse
con los dragones de alguna forma, era raro que las mujeres humanas pudieran
incluso oír a los dragones, mucho menos enviarles sus propios pensamientos.
Todos los miembros de la realeza podían, por supuesto, pero tal don era más
extraño que los diamantes entre la gente normal.

La mujer se recostó con un suspiro, sus magníficos ojos verdes se cerraron mientras
confiaba en que los hombres harían lo que debían. Estaba claro que no tenía dudas
de que Kelzy y Jared la protegerían. Confiaba en ellos, que era indudablemente el
porqué no cuestionó su presencia. Eso, su propio sufrimiento y fatiga conspiraban
para hacer su trabajo más fácil. Los pacientes que cooperaban eran siempre
preferibles a aquellos que tenían demasiado dolor como para yacer tranquilamente.
El talento de curación de Nico era pequeño cuando se lo comparaba con alguno de
sus parientes, así que era importante ser capaz de centrarse sin distraerse
demasiado.

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El Club de las Excomulgadas
Jared retiró los vendajes con una suave mano, y Nico se sorprendió de lo
seriamente herida que estaba esa pequeña mujer. Había aguantado las heridas sin
quejarse mucho por lo que había visto y eso era extraordinario en su experiencia.
Había visto ese tipo de heridas antes y no eran agradables. Los surcos eran
profundos. Limpios y definidos, pero muy profundos. Sin ayuda, tardarían semanas
en sanar y cicatrizarían malamente, pero pensó que podía al menos acelerar el
proceso, evitar las cicatrices y eliminar lo peor del dolor.

Concentrando sus energías, Nico extendió las manos y tocó a la mujer sólo con la
punta de sus dedos. Luego la cosa más extraña ocurrió. Una llamarada de luz llenó
la pequeña habitación como si sus energías se encontraran y reaccionaran con las
de ella. Hubo un momento de resistencia, después uno de puro éxtasis mientras la
magia de la mujer le daba la bienvenida, sumándose a él en la curación y dirigiendo
sus precarias habilidades con el conocimiento y el poder de un sanador con grandes
destrezas.

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Nico se encontró a si mismo ejerciendo el mayor poder sanador con destreza. Las
serias heridas no eran un desafío a la increíble energía que resonaba a través de él.
Cuando se sentó después de unos minutos, todos estaban sonriendo y la espalda de
Adora estaba entera e intacta.

—Madre misericordiosa. —Nico miró su espalda con asombro—. Eso nunca había
pasado antes.

Vuestras energías se reconocieron unas a otras. Se entrelazaron para poder trabajar juntas.
Kelzy les habló suavemente a todos. Eso lo consolidó después. Adora tenía sangre
real. Esto acababa de probarlo.

Adora se movió en la cama, colocando la manta sobre su desnudez mientras


miraba al extraño hombre a su lado.

—¿Quién eres tú?

El muy pícaro sonrió y se inclinó, guiñándole un ojo. —Mi nombre es Nico.

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El Club de las Excomulgadas
El Príncipe de los Espías Kelzy añadió con una tos dragonil de risa. Tendremos que
rastrear de dónde provienes exactamente, Adora, porque este chico es probablemente un primo
lejano tuyo. No permitas que el hecho de que sea príncipe te detenga de gritarle al oído si se
vuelve demasiado fresco.

—¿Príncipe Nicolas? —Los ojos de Adora se ensancharon aún más como si se


percatara de que el príncipe acababa de curarle y aún ahora estaba mirando su
habitación con ella semidesnuda en la cama. ¿Podía volverse el día más extraño?

—La dejo vestirse, milady. Tenemos mucho de qué hablar una vez esté lista.

El príncipe le guiñó el ojo otra vez y caminó hacia la puerta, pasando por la
voluminosa cabeza de Kelzy, dejando a Adora sola una vez más con Jared. Ella lo
miró, buscando respuestas.

—¿Me acaba de curar la espalda el príncipe?

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Jared se rió entre dientes, pero asintió solemnemente, sus ojos parpadearon.

—Nico es un viejo amigo, Adora. Lo conozco desde que sólo era un niño. Todavía
es un granuja, pero es un buen muchacho. Ha venido a ver si eres lo que dices ser.

—¡Yo no dije ser nada!

Jared movió la cabeza. —Fue una mala elección de palabras de mi parte. Debía
haber dicho lo que parecías ser.

—¿Por qué? —Un nudo de miedo se le colocó en el estómago y una ira irracional
luchó con pánico por salir a la superficie—. ¿Qué es lo que parezco ser?

Jared miró sus hombros desnudos, haciéndola muy consciente de que estaba
desnuda bajo la manta. Dio un paso atrás y pareció que se obligaba a mirarla.

—Realeza, milady.

—Tienes que estar bromeando. —Él torció los labios irónicamente.

23
El Club de las Excomulgadas
—Me temo que no. Tu hija curó la herida mortal de Rohtina casi con un
pensamiento. Sanar dragones ahora es un don reservado solo a aquellos que tienen
sangre real, Adora, y tú hablas con los dragones tan fácilmente como lo hace un
caballero. Kelzy te oyó llamarla cuando estabas escondida en ese árbol. Ni yo
puedo alcanzarla a semejante distancia y estamos protegidos.

—Era una emergencia. Algunas veces la gente puede hacer cosas extraordinarias
cuando se enfrenta a situaciones de vida o muerte.

—Eso puede ocurrirle a los demás, Adora, pero creo que no encontrarás una
explicación sencilla para la forma en que la magia se desató hacia el príncipe justo
ahora. Creo que las magias se reconocieron unas a otras y le permitieron usar tu
conocimiento y su don para hacer una sanación más profunda de lo que ese
muchacho ha sido nunca capaz de hacer. No es un gran sanador. Lo más que
esperé fue que pudiera acelerar tu curación un poco y tal vez eliminar algo del

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dolor. Kelzy me apoya en esto.

Adora lanzó una mirada al dragón cuya cabeza todavía llenaba su puerta. Lo que
Jared dice es verdad. Nico nunca ha sido un sanador tan poderoso. Su talento yace en otro
lugar.

Ella los miró a ambos, sin palabras por el momento. Bajando sus manos sobre la
manta, sacudió la cabeza.

—No puedo lidiar con esto ahora. Tengo que vestirme. Hay un príncipe
esperándome para hacer mi apariencia real, ¡por el amor de Dios! Vete, Jared, y
déjame vestir. Lidiaré con todo esto de una vez cuando me haya puesto algo de
ropa.

Jared se dirigió hacia el arco. —Tus mallas fueron destrozadas pero encontré unas
pocas cosas que podrían valerte y las coloqué en el armario por ti.

—Gracias, Jared. —Su voz era suave porque los sentimientos amenazaban con
desbordarla—. Una vez más tu consideración me asombra.

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El Club de las Excomulgadas
Él se encogió de hombros y se fue, pero Kelzy permaneció en la puerta mientras
Adora se ponía en pie. Examino su espalda lo mejor que pudo en el pulido espejo
de metal a lo largo de la pared del armario. Su piel parecía sana y rosada, sin
cicatrices a la vista. Increíble.

Adora cogió su propia camiseta de suave cuero, necesitando algo familiar que la
ayudara a lidiar con la agitación en su vida. Tuvo que buscar en el armario por
unas mallas que le sirvieran. Había una selección tanto de faldas como de
pantalones en el armario. Jared debía haberle gorroneado ropa a algún jovencito
que vivía en la Guarida para encontrar los que le cupieran bien a su pequeño
cuerpo, y fueron esos los que tomó del armario. Adora estaba acostumbrada a
sentir la suave piel contra su cuerpo después de haber usado el poco convencional
traje que se había hecho en pocas semanas.

Necesitaba sentirse cómoda ahora. No podía preocuparse del estilo. La sensación

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de seguridad que las escamas mudadas de Kelzy cosidas en las capas de su ajustada
parte superior la hacían sentir bien. Adora sólo esperaba que sus raros ropajes no
ofendieran al príncipe. Él pertenecía a la realeza después de todo.

Lo más importante, ¿qué pensaría Jared de la forma de su traje a medida? Le había


dado la costosa piel en un principio, cuando ella se había negado a dejar su casa en
los bosques. Que tan hosco hombre pensara en su comodidad y seguridad aún le
llegaba muy profundo. Le había sorprendido con el regalo y las preciosas escamas
de dragón que con razón debían haber sido usadas por él como compañero de
Kelzy. Adora se sintió mal porque el traje que había pasado tanto tiempo y esfuerzo
fabricando estaba medio destrozado ahora, pero la camiseta de cuero y las mallas a
juego habían salvado indudablemente su vida cuando los Skiths habían atacado.
Sólo el cuero especial y las pocas preciosas escamas de dragón se habían
interpuesto entre ella y su veneno. Se sentía especial llevando esos ropajes, porque
la piel y las escamas habían sido un regalo de ese complejo hombre que le esperaba
incluso ahora al otro lado de su puerta.

¿Se impactaría por su apariencia? ¿Pensaría que era hermosa? Había pasado tanto
tiempo desde que Adora se había preocupado por lo que un hombre pensara de su

25
El Club de las Excomulgadas
apariencia. La simple idea hacía que su corazón latiera deprisa y sus palmas
sudaran como una joven mujer virgen.

Eres hermosa, Adora. Siempre fuiste una muchacha guapa, pero te has convertido en una
guapísima mujer, sin importar lo que lleves.

—¿Así que ahora lees la mente? —Adora levantó una ceja, girándose hacia el
dragón que se cernía en la puerta.

Las mujeres siempre tendemos a preocuparnos sobre cómo nos vemos ante un hombre
atractivo.

—¡Kelzy! El príncipe es lo suficientemente joven como para ser mi hijo.

No lo es. Además, ¿quién dijo que estaba hablando del príncipe? Es Jared a quien tengo en
mente. Igual que tú.

Bianca D’arc - La Guarida Fronteriza - Serie Caballeros Dragón II


Adora se armó de coraje y entró en la sala principal, encontrando a los hombres en
el borde del foso del dragón. Jared había instalado un suave cojín y sillas para la
comodidad de las visitas humanas. Siendo el encargado de la guarida,
probablemente recibía a los caballeros que tenían que hablar con él en privado
sobre una cosa u otra, razonó. Kelzy le había contado todo sobre Jared, y sabía del
astuto dragón todo lo que podía para propiciar el emparejamiento entre ella y el
caballero ligeramente mayor.

Por su parte, Adora pensaba que Jared era un hombre increíble, pero no estaba
muy segura de si podría manejar a algún hombre en su vida. Aunque si tenía que
escoger a uno, probablemente sería Jared. Sin embargo, sabía que había sido herido
gravemente por la muerte de su esposa e hijo. Era Jared quien siempre retrocedía
cuando parecía que se acercaban y ella respetaba su derecho de hacerlo. Nunca se
forzaría a sí misma a tener a un hombre, incluso si vivían juntos en ese momento
cercanos, pero separados, amarrados a Kelzy. Kelzy quería que ambos vivieran con
ella y era poco sensato no darle a un dragón hembra lo que quería. Adora enderezó
los hombros y salió con una confianza que no sentía hacia donde estaban sentados
los hombres. Ambos tenían un cáliz de vino caliente en sus manos y estaban

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El Club de las Excomulgadas
hablando tranquilamente. Sus suaves pasos fueron silenciosos hasta que Kelzy
movió su gran cuerpo en la arena, por lo que ambos hombres se levantaron cuando
ella apreció antes de ellos. Con una pequeña flexión, ella hizo una profunda
referencia hacia el príncipe de manera formal.

—Su majestad —dijo recatadamente—. Humildemente tengo que agradecerte tus


habilidades curativas. —El príncipe le sorprendió, levantándose para coger su mano
entre las suyas. La levantó fácilmente para que permaneciera a su lado.

—Entonces, ¿te sientes mejor?

—Mucho mejor, su majestad. —El príncipe suspiró teatralmente.

—Si insistes en llamarme 'su majestad' entonces yo te llamaré 'milady' y


desperdiciaremos todo nuestro tiempo con palabras extras que no significan nada
en el gran esquema de las cosas. Es todo tan tedioso. —Inhaló con majestuoso

Bianca D’arc - La Guarida Fronteriza - Serie Caballeros Dragón II


desdén, haciendo que Jared riera en voz alta—. Por favor, llámame Nico y yo te
llamaré Adora, ¿de acuerdo? Después de todo, somos parientes.

Ella respiró con dificultad. —No puedes saber eso con seguridad.

—Oh, creo que es seguro decir que llevas la sangre de Draneth el Sabio en tus
venas. Nuestra magia no se habría enlazado de tan agradable forma si no la
tuvieras.

Adora se balanceó sobre sus pies y el fuerte brazo de Nico la tranquilizó, guiándole
para que se sentara en un cojín. Colocándola allí, le acercó una copa llena a su
temblorosa mano.

—Es imposible.

—No, me temo que no. Hice algunas investigaciones antes de abandonar el castillo,
y parece que hay unos pocos miembros de los diferentes linajes reales dados por
desaparecidos a través de los años. El escenario más probable es que seas la
Princesa Amelia Jane, quien fue secuestrada de su casa la misma noche que el resto

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El Club de las Excomulgadas
de su familia fue asesinada. El bebé nunca fue encontrado, aunque el resto de su
familia fue abandonada tras ser asesinada.

Adora se encontró a si misma buscando a Jared, necesitando su fortaleza mientras


el príncipe relataba los tristes acontecimientos.

—Se habló sobre una sirvienta que también había desparecido, y muchos de los
cronistas creían que la criada cogió al bebé para salvarla, pero nunca fue vista de
nuevo. —Nico se sentó cerca de ellos en el gran cojín, cogiendo su otra mano entre
las suyas—. Tendrías la misma edad que la pequeña Amelia Jane, creo, aunque
pareces mucho más joven de tus treinta y ocho primaveras.

Adora jadeó. —¿Cómo sabes mi edad? —sus ojos buscaron los suyos, su confusión
era evidente, después cayó en la cuenta—. ¡Oh, dulce Madre! La princesa que
mencionaste. ¿Tendría treinta y ocho?

Bianca D’arc - La Guarida Fronteriza - Serie Caballeros Dragón II


Nico asintió. —Este año.

Adora sintió una lágrima deslizarse por su mejilla, seguida de otra y luego otra.
Kelzy gruñó, cantando con voz suave en dragonish como lo hacía cuando Adora
había sido sólo una niña, pero fue Jared quien tiró de ella contra su ancho pecho,
reconfortándola con su cálida fortaleza.

—¿Tienes algo de tu juventud, Adora? ¿Algo que pueda relacionarse con tu pasado?
—Ella lloriqueó, abrazándose contra Jared como si perteneciera a ese lugar.
Girándose ligeramente, miró al guapo príncipe.

—Sólo una cosa. No es mucho. —Con dedos temblorosos, buscó en la parte


delantera de su camiseta, separando la costura que había cosido entre las capas,
buscando algo que sólo ella sabía que estaba allí, junto bajo su corazón—. Ni
siquiera me había percatado de lo que era hasta que hace poco tiempo cuando
Kelzy me dio sus escamas mudadas. —Sacó una brillante pieza que era una lámina
fuerte y delgada como sólo las escamas de los verdaderos dragones podían ser. Nico
se quedó en silencio mientras ella le entregaba la evidencia de su herencia—. Pero
nunca había visto las escamas de un dragón negro antes.

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El Club de las Excomulgadas
Los brazos de Jared se apretaron a su alrededor. La respiración de Adora se quedó
atrapada en su garganta mientras el príncipe ladeaba la brillante escama negra entre
sus manos, estudiándola con una rara clase de conocimiento. La cabeza de Kelzy
se alzó por encima de su hombro, luego, de repente, Nico la giró para alzar la
oscura escama negra hacia el dragón.

—¿De alguien que conozcas? —Nico levantó la escama como una ofrenda mientras
Kelzy la alcanzaba con su larga lengua, lamiendo la negra escama delicadamente
sólo con la punta.

No es de tu linaje directo. Kelzy estaba más seria de lo que Adora la había visto. Pienso
que proviene del linaje de los Kent, pero necesitamos un dragón que conozca a uno de ellos
personalmente. Creo que Sandor sirvió al Príncipe Fileas cuando era sólo un dragonet. Llegó
hace poco a esta Guarida. Lo llamaré.

Mientras esperaban a que uno de los dragones machos más viejos llegara hasta

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ellos, Adora se alejó de la tentadora fortaleza de Jared. Se sentó con la espalda recta
sobre el sofá e intentó ordenar sus diseminadas emociones. Se sentía débil, pero
sabía que Jared estaba allí si lo necesitaba. Era un sentimiento tranquilizador.

—Nunca habría adivinado que tenías más de treinta, Adora. —Ella sintió la mano
de Jared retirando suavemente su cabello y se giró para mirar a sus increíbles y
dulces ojos.

—Tengo una hija adulta, Jared. Y tuve gemelas antes de ella.

—Debiste ser una niña cuando te casaste. —Las burlas de Jared iluminaron su
corazón.

—¿Gemelas? —el Príncipe se giró hacia ella—. ¿Dónde están ahora?

—No lo sé. Las secuestraron cuando eran sólo unas niñas. —Después de las
revelaciones de los últimos minutos, era devastador pensar sobre las pequeñas que
había perdido tan cruelmente. Adora aferró los cojines del sofá hasta que sus
nudillos se pusieron blancos. Jared debió ver su angustia. Él cogió una de sus

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El Club de las Excomulgadas
manos de su mortal agarre del sofá y la sujetó firmemente entre sus ásperos dedos.
Su silencioso estímulo significaba un mundo para ella en ese momento.

—¿Chicas? —el príncipe pasó una áspera mano sobre su cabello—. Madre
misericordiosa.

—¿Qué? —La mirada de Adora fue del príncipe a Jared a Kelzy. Fue Jared quien
respondió finalmente.

—La realeza, probablemente por la sangre del mago, tiene más gemelos de lo
normal. Pero los gemelos hembras son raros. Pocas niñas nacen dentro de los
linajes reales, y sólo en muy raras excepciones, en parejas.

Sandor se acercó. Un gran dragón con cicatrices de batalla de color marrón cobrizo
entró por el arco acercándose a la habitación de Kelzy. Se sorprendió cuando vio al
príncipe e inclinó su gran cabeza en señal de respeto.

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¿Cómo puedo servirte, mi príncipe? La voz del recién llegado retumbó a través de la
mente de todos los presentes. Nico caminó hacia el gran dragón cobrizo y alzó la
negra escama.

—¿La reconoces? ¿Puedes decirnos a quién perteneció? —El nuevo dragón repitió
el extraño gesto de lamerla de Kelzy y luego sus ojos se volvieron granates. ¡A
Fileas! Esta escama perteneció al príncipe Fileas

—¿Fileas era un dragón?

Nico se giró hacia ella, con sus ojos avellana brillando. —Sí, lo era. Como lo soy
yo.

Jared se colocó en la espalda de Adora, su presencia le tranquilizó mientras una


negra niebla comenzaba a formarse frente a sus ojos. Entre un momento y el
siguiente, el príncipe se fue y un elegante dragón negro se estuvo en su lugar. Era
algo más pequeño que los otros dragones, pero obviamente estaba hecho para

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El Club de las Excomulgadas
alcanzar velocidad. También tenía brillantes ojos color turmalina... inquietantes
como la mirada color avellana del príncipe Nico.

Los únicos dragones negros son los de linaje real. Sólo nosotros tenemos la habilidad de
cambiar de nuestra forma humana a dragón, y es esa naturaleza dual la que solidificó los
lazos entre dragones y humanos por igual.

—¿El príncipe Nico?

—Es él, Adora, —Jared le aseguró. Ella caminó hacia el príncipe y se acercó de
forma vacilante, pero el dragón negro se movió hacia ella tocándola con sus
elegante cabeza de escamas negras.

—Increíble. —Su voz fue un susurro—. ¿Eres medio dragón y medio humano?
¿Mitad y mitad?

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El dragón levantó un hombro como si fuera a encogerse de hombros.

Es una forma de verlo. Pero Adora, si eres la hija de Fileas como creemos, entonces una parte
de ti es dragón también.

—No seas ridículo.

Kelzy llamó su atención. Piensa en ello, pequeña. ¿Por qué me buscaste cuando eras sólo
un bebé? ¿Cómo supiste siquiera dónde encontrarme? Mi guarida estaba bien escondida.
Ningún humano en el área sabía siquiera que estaba allí hasta que gateaste a encontrarme.

—No puedo cambiar de forma y volar lejos contigo, Mamá Kelzy—. Su tono
sarcástico estaba lleno de impacto y de un poco de miedo.

La idea de que el príncipe Nico fuera capaz de convertirse en dragón la


atormentaba, aunque Adora sabía en su corazón que era imposible para ella.
Seguramente era esa clase de poder que existía en ella, que se había dado a conocer
hace mucho tiempo. Cierto que tenía un pequeño don sanador, pero la mayoría de
las curaciones que realizaba estaban afirmadas en destrezas aprendidas tras un duro

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El Club de las Excomulgadas
trabajo de prueba y error, no por la magia de un dragón. U otro tipo de magia en
absoluto, si vamos al caso.

El dragón negro se acercó. Generalmente, las mujeres reales no podían cambiar, pero
normalmente eran curanderas con grandes destrezas y habilidades. Su magia de dragón se
manifestaba en sí misma en el arte de curar... el Aliento del Dragón hecho humano, si quieres
decirlo. Entiendo que tu hija es una dragón sanadora.

El príncipe se apartó de ella y una negra niebla viró, volviéndole humano otra vez,
vestido por completo con cuero negro, delante de ella. De hecho, eso era algo de
poderosa magia.

—¡Dulce Madre! Belora. —Las piernas de Adora se movieron y se encontró a sí


misma en el sofá, envuelta con seguridad en los fuertes brazos de Jared.

—Ella curó a Rohtina, —le recordó suavemente.

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En ese punto, el enorme dragón cobrizo estiró el cuello para apoyar su gran cabeza
a los pies de Adora. Una extraña lágrima brilló en los profundos ojos granates. Su
lengua se movió para tocar el reverso de su mano y ella lo miró.

Eres la hija de Fileas. Eres la pequeña Amelia Jane. Gracias a la Madre que al final hayas
encontrado tu camino a casa con nosotros. Las lágrimas cayeron de su ojo y cayeron
sobre su mano, una centelleante gema mágica demostró la gran emoción que estaba
sintiendo. Serví a tu padre cuando no era más que un chiquillo. Estuvo fuera cuando el
ataque sobrevino, en una búsqueda solicitada por tu padre, pero si hubiera estado allí, hubiera
dado mi vida por la de él. Era un gran hombre. Tienes sus ojos, aunque tienes la sonrisa de tu
madre y su hermoso cabello. Mantendré mi promesa a tu padre y te serviré y a tu linaje por
todos mis días, si me lo permites.

Adora lloró de emoción por la solemne promesa del dragón. Se acercó y acarició su
gran hocico, frotándolo suavemente y sintiendo la magia dentro de ella
hormigueando de una forma que nunca antes lo había hecho.

Estás herido, pensó ella, sorprendida cuando el dragón le respondió.

32
El Club de las Excomulgadas
Una vieja herida, mi princesa. Nada de qué preocuparse.

Espera. Adora sintió la energía curativa unirse y, de repente, desbordarse de ella


hacia el dragón, una brillante luz se envolvió alrededor de ellos conforme la energía
cobraba vida como nunca antes. Ella echó un vistazo la pata delantera del dragón y
el incómodo ángulo en el que la mantenía. Se la había roto hacía tiempo en un
pasado reciente y se había curado mal.

Él lo ocultaba bien, pero Sandor sufría muchísimo dolor que le fue comunicado
cuando ella lo tocó. A veces, era lo mismo co los pacientes humanos, pero Adora
nunca había sentido semejante respuesta de un dragón. Por otra parte, el único
dragón al que había conocido hasta ahora era a Kelzy y ella siempre estaba bastante
sana.

Mientras todos observaban, la magia fluyó, y la pierna de Sandor se enderezó, las


líneas de dolor apenas visibles alrededor de los ojos del dragón desaparecieron.

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Adora se apartó y dejó que la gran magia residual comenzara a apagarse en su
cuerpo. Era lo mismo que sentía cuando realizaba una compleja curación humana,
pero con mucha más energía. Era casi abrumador.

Adora cayó y allí estuvo Jared para ella.

—¿Realmente tienes alguna duda de quién eres, Adora? Eres mi prima, —dijo el
príncipe, arrodillándose a su lado—. Eres la Princesa Amelia Jane de la Casa de los
Kent.

—Ese no es mi nombre.

—Lo fue. —Nico asintió—. Pero nunca lo supiste, ¿verdad? Serás la Princesa
Adora de ahora en adelante, de la Casa de los Kent. Bienvenida de vuelta a la
familia, prima.

Adora intentó concentrarse pero comenzó a perder la energía rápidamente. Era un


fenómeno que conocía bien. Se había excedido curando a Sandor, pero merecía la

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El Club de las Excomulgadas
pena saber que estaba entero otra vez y no volvería a sufrir. Sólo necesitaba un
poco de sueño para recuperarse.

Gracias, mi princesa, dijo Sandor desde lo más profundo de su mente. Sólo siento que
te hayas agotado por mi culpa.

—Estoy bien. Sólo necesito dormir.

Jared la cogió entre sus brazos mientras ella se recostaba contra él, abrazándola
cerca de su calidez. Se sentía tan bien. Era el paraíso confiar en su fortaleza por un
breve momento.

Te buscaré cuando despiertes, princesa. No tengo ningún caballero como compañero en la


actualidad, pero seré tu guardián como lo fui para tu padre antes.

—Eso está bien, —murmuró ella—. Tienes un precioso color cobrizo.

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La voz del dragón retumbó a través de su mente mientras ella se sumía en la
inconsciencia.

Hace juego con tu cabello, como lo hizo con el de tu madre.

Jared se encontró otra vez arropando a Adora eb la cama de la habitación de


invitados que era ahora la suya. Kelzy quería tener cerca a su hija adoptiva humana
y Jared se encontró queriendo mantener a Adora cerca por razones completamente
diferentes. Si no era sumamente cuidadoso, podría fácilmente perder el corazón con
tan increíble mujer. Pero su corazón estaba demasiado dañado para correr ese
riesgo otra vez.

Se percató, pese a sus buenas intenciones, de que había pasado muchísimo tiempo
en la habitación de Adora en los últimos días, arropando con las mantas a esa
pequeña y misteriosa mujer.

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El Club de las Excomulgadas
Apenas podía creer que Adora fuera un miembro perdido de la realeza. Cierto que
no estaba en línea directa de sucesión al trono. De hecho, su linaje familiar era
bastante lejano de la línea sucesoria... una prima muy lejana como mucho, pero el
hecho de que se hubiera criado bien y que los varones de la Casa de Kent pudieran
convertirse en dragones los convertía a todos en príncipes y princesas del reino. Era
un secreto bien guardado, y algo de leyenda de la gente de estas tierras, que sus
reyes eran descendientes de los dragones.

Muy pocos sabían cuán cierta era realmente la leyenda. No sólo eran descendientes
de los dragones, sino que los varones, en realidad, podían convertirse en dragones
cuando quisieran. Era una habilidad muy útil y una que les permitía gobernar con
sabiduría tanto sobre el reino humano como en el de los dragones, dándoles su
visión personal sobre ambas razas.

Jared había sido caballero durante bastantes años, pero antes de haber servido a la

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familia del viejo rey Jon. Conocía el secreto real y los había visto transformarse una
y otra vez de humanos a dragones. Pero aún cada vez, fue un poco impactante.
Sólo podía imaginar lo que Adora debía haber pensado al ver al pícaro príncipe
Nico transformarse ni a metro y medio de ella.

De los hermanos, Nico era el favorito de Jared, aunque estaría condenado si alguna
vez dejaba que ese diablillo lo supiera. Nico había sido el chico rebelde, el que
necesitaba supervisión constante... muchas más veces de las que no, había recaído
en Jared hacer que el joven príncipe evitara meterse en líos durante un tiempo. Con
el paso de los años, Nico había comenzado a respetar los consejos de Jared casi
como lo haría un hijo, o al menos con un hermano más joven. Jared miró a Nico
ahora y pensó con tristeza en lo que debería haber sido si su familia no hubiera sido
destrozada por una tragedia.

Durante años había sido duro estar ante la presencia de Nico, pero ahora con el
tiempo y la distancia de las horribles muertes de su familia, Jared se dio cuenta de
que echaba de menos la marca personal de las diabluras de Nico. Pensaba en el
príncipe como si hubiera pensado en su hijo, casi con estima parental y un cariño
mucho más profundo.

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El Club de las Excomulgadas
—Es toda una mujer. —La voz de Nico se escuchó desde el arco mientras Jared se
levantaba y salía de la pequeña habitación.

—No has conocido a su hija todavía. Es como su madre, sólo que más joven.

—Lástima que esté emparejada. —Los ojos de Nico brillaron con humor.

—Tienes que estar bromeando, Nico. Tú, ¿interesado en una mujer decente? ¿Qué?
¿Ya has pasado por todas las putas del reino?

Nico se rió, pero Jared notó un ligero eco de dolor en sus ojos con algo de asombro.
¿Podría estar el granuja realmente comenzando a pensar en sentar cabeza?

Regresaron a la sala de estar y vieron que Sandor no se había ido. El gran dragón
cobrizo estaba sentado tranquilamente con Kelzy, aparentemente enfrascados en
una profunda conversación, ignorando a los humanos. A Jared le sorprendió lo

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cómodos que parecían los dos dragones al estar juntos, compartiendo el
relativamente pequeño foso. Reiteró el hecho de que Kelzy había vivido una larga y
llena vida antes de elegirle como su caballero. Pero nunca le había preguntado por
su pasado, habiendo estado envuelto en su propia miseria en aquellos días después
de que se unieran. Luego, había estado demasiado ocupado trabajando en
mantener la seguridad del reino con una guerra casi a las puertas. Jared hizo una
nota mental para hablar con su compañero dragón sobre su vida, tan pronto como
encontrara algo de tiempo.

Era importante para él dar lo mismo que tomaba de esa relación y, de repente se
percató de que Kelzy había estado dando y dando durante años. Por lo que a él
concernía, ella era la única razón por la que no estaba aún muerto. Desde que había
entrado en su vida, uniéndose a él a un nivel profundo en su alma, había tenido
razones para vivir. Antes de eso, en los momentos oscuros cuando su familia había
sido alejada de él, no había querido nada más que unirse a ellos en la muerte. Había
sido Kelzy quien le había dado una razón para seguir adelante. Kelzy le había dado
esperanzas, compañerismo y un tipo de amor que nunca había esperado.

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El Club de las Excomulgadas
—No dignificaré esa pequeña pulla con una respuesta, —se rió Nico, trayéndolo de
vuelta a la conversación con una sacudida de mano.

El príncipe estaba sirviendo más vino. Bebe demasiado, pensó Jared, pero sabía que
era sólo un síntoma de infelicidad. Nico necesitaba una esposa.

—No obstante, quiero conocer a mi joven prima a la primera oportunidad. —Nico


se giró hacia los dragones, descansando en las cálidas arenas del foso de Kelzy—.
Lady Kelzy, en el camino hacia aquí vi a tu hijo y a un precioso dorado saliendo a
la luna. ¿Crees que habrá regresado ya?

Su risita ahogada fue ocultada por las toses dragoniles de las risas ahumadas de los
ocupantes del foso.

¿Estás preguntando si la parte humana de la familia se ha recuperado lo suficiente para


hablar contigo? Si es eso, diría que sí. Ha estado acompañado por un rato y están reduciendo

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la velocidad y saboreando el momento un poco más.

—Bien. Le haré una visita.

Les avisaré para que tengan, al menos, la oportunidad de vestirse. Kelzy dijo al príncipe
quien ya se había marchado.

¡Ah!, Lady Kelz, le quitas la diversión a todo.

Jared fue a ver a Adora y la encontró sacudiéndose incansablemente. Parecía tan


frágil, tan pequeña, y tan sola en la gran cama. Su corazón se salió cuando ella se
agitó en incómodos sueños y encontró que sus pies lo estaban acercando, pese a su
intención de permanecer lejos de ella. Sentándose en el borde de la cama, Jared
tomó sus inquietas manos entre las suyas, hablándole suavemente.

—Tranquila, Adora. Toda va bien. Estás caliente y a salvo, como lo está tu hija. No
dejaré que nada os pase. Estás en paz.

Kelzy insufló aire caliente sobre ellos desde la puerta, ofreciéndole su propia clase
de comodidad a la chica que prácticamente había criado. Sonrió hacia el dragón.

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El Club de las Excomulgadas
Su cabeza yacía en el arco, su cuello se extendió fuera de la caliente arena de la fosa
que era su lugar favorito de descanso. Desde ese foso central, podía estirar el cuello
para alcanzar prácticamente cualquier habitación de la suite más o menos circular,
asegurándose de que era parte de cada faceta de la vida de los humanos escogidos.

Más que intrusivo, Jared siempre había encontrado el interés de Kelzy por él como
algo reconfortante. Era una amiga, una compañera, y una persona que vivía,
respiraba y se preocupaba por él. No cuestionaba la unión entre ellos. Era profunda
y era real. Se había forjado el fatídico día en que Kelzy lo había encontrado.

Jared había estado al borde de la desesperación durante mucho tiempo después de


la pérdida de su mujer y su joven hijo. El dolor de su pérdida casi lo había vuelto
loco, pero la aparición mágica de Kelzy en su vida, de alguna manera, la había
hecho un poco más fácil de llevar. Kelzy le había encontrado en lo más profundo
de las montañas, escondido de los humanos y de los dragones por igual.

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Jared descubrió más tarde que Kelzy le había ido a buscar a propósito. Regresando
después de un tiempo de exilio auto impuesto mientras ella lloraba la pérdida del
anterior caballero, Kelzy había vuelto sólo después de que el viejo rey y su esposa
hubieran sido asesinados. Respondiendo a la llamada de su especie, Kelzy regresó a
palacio para encontrar al rey y a la reina muertos y al joven Rolan siendo coronado
rey... sin el beneficio de uno de los principales asesores de la corona. Kelzy había
sido uno de los dragones de alto rango, bien conocida en palacio por la familia real
y sus asesores. Jared y ella siempre habían tenido una relación amistosa, aunque un
poco lejana en el tiempo, así que cerca del final de su cordura, que sólo ella le
reclamara le dio una razón para seguir adelante.

Fue Kelzy quien le dio la horrible noticia de la muerte del rey y de la reina. Fue
Kelzy quién le hablo a Jared de regresar a palacio, asegurándole que el joven
Roland necesitaría su ayuda, que su país le necesitaba, que ella lo necesitaba.

No había mayor culpabilidad para un hombre que sentir que había fracasado en la
protección de su familia, fracasar por no estar cuando le habían necesitado.
Fracasar en ayudar al joven rey... un joven hombre que había conocido toda su

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El Club de las Excomulgadas
vida, era algo que Jared no podía permitir que ocurriera a pesar de otras tragedias
en su vida.

Kelzy le había dado a Jared una razón para vivir entonces y nunca se arrepintió de
su interferencia. La amaba. Pero era el último ser al que amaría, se prometió. Amar
llevaba un alto coste y se negaba a sufrir ese camino otra vez.

Así que no podía amar a Adora, sin importar cuánto pudiera ansiarla. Era la luz en
la oscuridad, un suave bálsamo para su alma herida. Sólo teniéndola en su casa era
feliz, pero se negaba a permitir que entrara en su corazón. Se negó a permitir que
los sentimientos que brotaban en él se exteriorizaran. No podía darle la falsa
esperanza que de alguna manera podían estar juntos. No sería justo para ella, y no
quería dejarla expuesta a ese tipo de dolor para siempre. Por si ella se iba con el
tiempo. Ya dolía lo suficiente tal como era, sin permitir que la unión entre ellos se
hiciera más profunda. Aun así, no podía evitar disfrutar de esos pocos momentos

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que tenían. No se dejaría a sí mismo amarla, pero no podía evitar preocuparse
profundamente por la pequeña mujer perdida que le había enseñado su coraje, su
valentía, su cuidado por su mejor amiga Kelzy y todos los dragones que él tenía en
gran estima, y su gran vulnerabilidad humana. Era un extraño tesoro y podía
apreciar su belleza, tanto interior como exterior, desde una distancia segura. Eso
esperaba.

—¿Jared? —Su voz lo alcanzó mientras ella parpadeaba con sus somnolientos
grandes ojos verdes. Dejó a un lado sus pensamientos para prestar atención a la
mujer cuyas manos tenía todavía sujetas ligeramente entre las suyas.

—No pretendía despertarte, Adora. —Trató de mantener la voz baja—. Estabas


inquieta y vine a asegurarme que estabas bien.

—Estaba soñando. Fue una pesadilla. —Sus somnolientos ojos verdes se asustaron
y se agrandaron mientras recordaba la visión que había trastornado sus sueños—.
Estabas cayendo. Jared, estabas cayendo de la espalda de Kelzy y tenías una flecha
atravesando tu pecho. Había un montón de sangre y estabas muy alto. —Su voz se
quebró mientras un miedo real estremecía su pequeño cuerpo.

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El Club de las Excomulgadas
Él no tuvo otra opción que atraerla a sus brazos y consolar a la temblorosa mujer.
Era tan hermosa y tan vulnerable en ese momento. No podía soportar ver a esa
fuerte mujer tan asustada. Especialmente por su culpa. Especialmente cuando no
era incluso real.

—Ssh, Adora. Fue sólo un sueño. Estoy aquí y estoy bien. Kelzy nunca me dejaría
caer. Lo sabes. —La sacudió mientras ella se aferraba a él, su voz la acunaba como
si fuera un bebé.

—Parecía tan real. Jared, ¿y si es un presagio? ¿Y si...? —Ella rompió a llorar y se


aferró a él.

Le frotó la espalda con una mano, con su helado corazón agrietado por su angustia.
Sin pensarlo, bajó la cabeza para descansarla sobre la de ella, acariciando su cálido
cuello, inhalando su deliciosa esencia. La besó, dándole pequeños y suaves
mordiscos en su cuello, justo bajo su mandíbula y cerca del delicado glóbulo de su

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oreja. Los escalofríos de miedo cambiaron a algo más tentador. Mordiendo
suavemente su lóbulo, Jared sintió su suave y sexy suspiro mientras se relajaba
entre sus brazos.

—No tengas miedo, Adora. —Su susurro envió un cálido y húmedo aire dentro de
su oreja y ella jadeó—. Es sólo un sueño.

—Jared.

Su jadeante gemido la acercó a sus labios, sus brazos cambiaron, acercándola a su


excitado cuerpo. La deseaba desesperadamente.

Dejándose llevar por el deseo, llevó su boca a la de ella, saboreando su dulzura,


ahogándose en su apetecible sabor. Esto era lo que quería. ¡Esto! La deseaba.

Alineando sus cuerpos, depositó su espalda sobre la cama, apartando las mantas
que intentaban interponerse entre ellos. Aligeró su peso cuidadosamente, su boca
siguió la de ella, sorprendida un poco por su pasión, pero acogiéndola con igual
fervor. Ella estuvo con él a cada paso del camino, sus pequeñas manos clavándose

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El Club de las Excomulgadas
en su camiseta con una fuerza y entusiasmo que él no había esperado. Era
devastador. Impacientemente, él rasgó las ataduras de su camisa, rompiendo el
beso sólo para sacar la prenda por su cabeza y arrojarla por la habitación. Aterrizó
en algún lugar cerca de la cabeza de Kelzy. Jared miró lo suficiente como para ver
los enjoyados ojos del dragón parpadear con sorpresa, luego los cerró en aparente
satisfacción cuando se dio cuenta de lo que los humanos hacían. Jared había ido
demasiado lejos como para que le importara las conclusiones a las que su
compañera dragón había llegado, girándose para quitar rápidamente el delgado
camisón de Adora.

Cuando estuvo desnuda, él retrocedió sólo un momento para disfrutar de la vista de


sus generosos senos, de su suave piel, y de sus formas femeninas. Algo le obligó a
tomarla y a hacerla suya. Sin importar cuánto luchara, estaba ahí, empujándole
más allá del control.

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—Adora, —jadeó mientras ella levantaba su pequeña mano y acariciaba su
musculoso pecho, siguiendo la línea de sus cicatrices.

Bajando su rostro, sobre su músculo pectoral y pasando sobre un duro pezón


masculino, hacia abajo por su estómago tableado y bajando, a la cinturilla de sus
polainas. La paró cuando ella iba a ir más abajo y llevó su suave mano a sus labios,
sosteniendo sus miradas.

—Eres tan hermosa. —Él colocó la mano de ella sobre su espalda, luego tiró de su
suave cuerpo contra él, encontrándolo a mitad del camino hacia el colchón. Ella
estaba maravillosamente cálida bajo él, tan encantadora. No era tímida, ni
vacilante, pero podía decir que no había hecho esto en mucho tiempo. Esa idea era
fascinante.

Lentamente, él restregó su pecho contra sus senos, disfrutando del modo en que sus
ojos se iluminaron y su cuerpo se encendía por la pasión. Lo hizo de nuevo,
gustándole la resistencia de sus pezones contra los suyos. Ligeramente, ella siguió
los músculos de sus brazos y él sintió su propia debilidad. Podía fácilmente
convertirlo en su esclavo sólo con un toque.

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El Club de las Excomulgadas
Plantó sus manos sobre sus senos, tirando sólo ligeramente para acariciar y frotar
sus excitadas puntas. Sus pequeños jadeos encendieron su sangre y cuando los
tomó con su boca y los chupó, ella se arqueó y gimió. Los chupó con fuerza,
evaluando su reacción por el modo en el que se movía en sus brazos. Hacía tanto
tiempo desde que una suave mujer se retorcía de placer bajo sus brazos. Tanto
tiempo desde que le había importado quién era la mujer a la que daba placer.

Pero le importaba Adora. No importaba cuánto lo intentara, no podía evitar


preocuparse aunque fuera un poco. Era peligroso, lo sabía, pero no podía evitarlo.

Con firmeza, se apartó de ella, disfrutando de la vista de sus rosados pezones,


todavía húmedos por su lengua y uno de ellos con las marcas de sus dientes. Le
gustaba eso.

Quizá demasiado. Las alarmas saltaron en su cerebro.

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Cuando ella lo buscó, él se echó hacia atrás, pero vio la necesidad en sus hermosos
ojos y supo que no podía dejarla así.

Suavemente, Jared la empujó contra la cama, bajando entre sus suaves muslos. No
iría más lejos que eso, pero le debía algo. No la dejaría frustrada y necesitada. Le
daría placer y la arrullaría para que se volviera a dormir. Luego buscaría su solitaria
habitación. Aunque lo matara.

Y probablemente lo haría.

Suspirando, sabiendo que era el único momento que se permitiría sentir su


respuesta femenina, Jared bajó su cabeza hacia su estómago ligeramente
redondeado, mordiéndolo suavemente. Adora rió y él deslizó más abajo. Las risas
se transformaron en jadeos y luego en gemidos mientras Jared llevaba sus dedos y
lengua a sus secretos pliegues. Suavemente, la probó, aprendiendo de su cuerpo.
Nunca había deseado tan desesperadamente llevar a su pareja al placer antes, nunca
se preocupó más por la respuesta de la mujer como en ese momento. Adora era
especial.

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El Club de las Excomulgadas
Demasiado especial para que le gustara.

Jared abrió sus labios inferiores, soplando aire sobre su pequeño e hinchado clítoris.
Ella suspiró mientras su cuerpo temblaba, sus caderas se movían a un ritmo
incontrolable. Cubriendo su clítoris con sus labios, Jared lo lamió ligeramente al
principio, luego con más constancia mientras su temperatura se elevaba.

Ella gimió, su cuerpo se restregaba contra sus labios mientras la excitaba cada vez
más. Sabía a miel caliente y dulce, moviéndose repetidas veces sobre él.
Adentrándose en su interior con sus dedos, Jared introdujo sólo las puntas,
buscando ese mágico punto que la llevaría al borde del orgasmo.

Adora gritó cuando se corrió, un sollozo de alivio ofrecido a la noche mientras se


dejaba llevar por el glorioso orgasmo. Agarrándole sus dedos, Jared casi se muere
al pensar cómo se sentiría aferrándole de esa misma manera a su pene. ¡Cómo
quería experimentar eso! ¡Cómo quería tomarla y hacerla suya!

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Pero no podía. No estaría bien.

Adora merecía a un hombre entero... uno que pudiera amarla con un corazón
completo y sin cicatrices. No se merecía a un caballero roto y de segunda mano con
hielo en las venas en lugar de sangre. No le dejaba mucho más que sacrificarse,
aunque había disfrutado de los pocos momentos robados que le había dado esta
noche. Jared la lamió ampliamente con su lengua, tomando hasta la última gota de
su excitación y reteniéndola dentro de sí.

Nunca saborearía semejante ambrosía otra vez.

Después de un rato, ella se recostó y él encontró la fortaleza necesaria para alejarse


de sus tentadores muslos. Él besó el camino hacia su suave parte superior,
deteniéndose un largo tiempo en sus grandes pechos. Luego cubrió los labios con
los suyos y la besó delicadamente como si no fuera a probarla otra vez.

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El Club de las Excomulgadas
Y nunca lo haría. Él mantuvo ese pensamiento en su mente. Adora se merecía algo
mejor que su gusto por él. La besó larga y dulcemente, Jared la abrazó mientras sus
somnolientos ojos se cerraban y su respiración volvía a la normalidad.

—Duerme, Adora.

—¿Pero qué hay...? —Su voz ya estaba adormilada con satisfacción y su sonido
envió escalofríos por su espina, directos a su erecto pene. Pero no la penetraría. Ella
era demasiado buena para él.

Él acarició su pelo tiernamente. —Fue sólo un sueño Adora. Duerme ahora y no


temas.

Mientras acariciaba con las manos su suave cuerpo y su brillante cabello cobrizo,
pudo sentir cómo se acercaba al borde de un sueño pacífico. Se sentía bien haber
podido calmarla, pero sabía que estaría lastimada cuando él se volviera frío con la

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luz de la mañana. Aun así, tenía que hacerlo.

Levantándose con pesar, Jared la observó dormir durante un momento antes de que
finalmente se armara de suficiente valor como para irse de su lado.

Kelzy estaba allí, por supuesto, bloqueando parcialmente la puerta, mirándole


fijamente con sus sabios ojos azul topaz.

Es lo mejor, dijo, sabiendo que le entendería.

No estoy de acuerdo, pero debes ser el juez de tu disposición a comprometerte con una mujer,
no yo.

Tienes toda la razón, Kelz. El dragón sonó como si estuviera bromeando con él, pero
no podía estar seguro. Estaba frustrado y enfadado de que las cosas no pudieran ser
diferentes. Pero simplemente no podían.

Jared pasó al lado del dragón y se dirigió al baño de su habitación. Kelzy le siguió,
observando cómo se arrancaba los pantalones, liberando su erección.

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El Club de las Excomulgadas
Adora le hubiera dado la bienvenida a eso, dijo ella, moviendo su larga y delgada lengua
hacia su pene, pero no tocándolo. No había tenido a un hombre entre sus piernas desde
que su marido había muerto. Creo que está sola.

La soledad no es una razón para meterse en la cama conmigo. Ella merece algo mejor.

Kelzy lanzó una llama hacia el cuenco de piedra que estaba lleno de agua para
calentarla.

Otra vez, no estoy de acuerdo. Eres justo lo que ella necesita, Jared. Un hombre que pondrá
sus necesidades por encima de las suyas, pero no te presionaré.

Podrías haberme engañado. Él se rió sin humor. Ahora, ¿puedo tener un poco de
privacidad para bañarme?

¿Y masturbarte? Ciertamente. El dragón le dejó un guiño en los ojos.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Tres
La joven Belora se estiró, regocijándose con la sensación de dos fuertes cuerpos
masculinos, uno a cada lado de la tibia cama. Nunca daría por sentado el amor que
había encontrado con sus dos compañeros, Lars y Gareth. Tampoco daría por
hecho el lazo de placer que cada uno de sus caballeros compartía con ella cuando
sus homólogos dragones se lanzaban a las estrellas en un vuelo de apareamiento.
Cuando los dragones se apareaban, la energía residual descendía sobre su
contraparte humana en una ola de placer distinta a nada que conociera.

Gareth era el caballero de Kelvan y la pareja dragón de Lars era Rohtina. Ella era
esposa de ambos hombres en la tradición de la Guarida, ya que había pocas
mujeres capaces de vivir y comunicarse con los dragones. Que Belora pudiera
además sanarlos, era un hallazgo casi nuevo que aún la tenía perpleja.

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Los caballeros insistían en que debía ser de sangre real, pero había sido criada
sencillamente en el bosque. Belora nunca había sido rica, pero siempre había sido
feliz con su madre y la vida sencilla que llevaban. Su madre, Adora, era una
poderosa sanadora y vivían de la tierra y de los remedios herbales que comerciaban
con las personas del pequeño pueblo cerca de su casa. El lugar estaba invadido
ahora por la primera ola de invasores enemigos. Los venenosos skiths habían
diezmado la población destruyendo la pequeña casa de las mujeres en el bosque.

Pero sus compañeros le habían salvado rescatando a su madre de los skiths. Por lo
que les estaría eternamente agradecida. Cuando el dragón, Rohtina, fue
mortalmente herida, la capacidad curativa latente en Belora pareció cobrar vida.
Nunca antes había intentado curar a un dragón y de pronto todo el poder que había
deseado fue suyo a voluntad. Había utilizado la magia para sanar a la hermosa y
dorada Rohtina descubriendo que estaba embarazada con un dragoncito. Un
milagro doble en lo que a Belora concernía. Era tan feliz. La vida era inmejorable.

Uh, perdón por despertaros. La voz de Kelvan sonó a través de las tres mentes
humanas con cierto grado de urgencia. Pero muy pronto tendréis un visitante.

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El Club de las Excomulgadas
—Dile que se vaya. —Gareth lanzó una almohada fuera de la alcoba en dirección
al agobiado dragón.

No puedo. Kelvan sonó más que dolido esta vez. Tenéis que levantaros y vestiros.

—¿Quién es? —preguntó Lars, enderezándose en un codo y rascándose el


musculoso pecho.

—Y ¿cuál es la maldita prisa? Ni siquiera ha amanecido, —murmuró Gareth


mientras Belora reía.

Ella se subió sobre Lars, deteniéndose para darle un beso de buenos días antes de ir
al vestidor y luego al pequeño baño junto a su alcoba. Estaba demasiado feliz para
gruñir por la mañana. Sus compañeros le habían hecho la mujer más feliz del
mundo, repetidas veces, anoche. Silbando una suave melodía, se vistió yendo a la
cocina para calentar agua para el té que le gustaba beber por la mañana.

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El pequeño fuego que utilizaba para calentar agua se había extinguido, pero con
una brevemente mirada a los dragones, la ayudaron a prenderlo de nuevo. Era útil
tenerlos alrededor, pensó con una sonrisa, cuando uno necesita fuego. Aun se reía
cuando Gareth entró, estirándose y bostezando. La tomó en un fuerte abrazo,
robándole el aliento con un beso, tal como acostumbraba cada mañana.

Lars era un poco más conservador. Entró tropezándose, con los ojos entrecerrados,
pero con su habitual personalidad calmada y tranquila. Ella sabía bien que las
aguas peligrosas corrían muy profundo en Lars. Su firmeza la entibió cuando puso
las tazas del té cargado que les preparó especialmente frente a ellos.

Belora notó algo de actividad afuera, cerca de la entrada de su suite y vio a los
dragones inclinando sus cabezas a un recién llegado vestido en cuero negro. Era un
hombre notable y un poco intimidante. Se movía con seguridad, con la que todos
los caballeros lo hacian, pero había algo más. Parecía tener una bestia enjaulada
dentro, a punto de ser liberada. Ella negó, sonriendo de su fantasiosa imaginación
asintió hacia Lars y Gareth.

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El Club de las Excomulgadas
—Parece que nuestro invitado está aquí. ¿Lo conocéis?

Ambos hombres giraron y sus ojos se abrieron antes de levantarse


apresuradamente. Hicieron una reverencia al acercarse el hombre y él lo permitió
mientras Belora se quedaba estupefacta.

—Su Majestad. —Habló Gareth—. Bienvenido a nuestro hogar.

—¿Quién lo diría? Gareth y Lars juntos de nuevo, según veo. La madre debió estar
dormida para permitir esta clase de relación. —Los ojos avellana del hombre
brillaron, obviamente estaba bromeando y ellos se relajaron en su presencia.

Belora estaba intrigada.

—Felicidades por su boda. —El hombre vestido de negro dio un paso a delante,
ofreciéndole su mano al estilo caballeresco, demostrando que veía a sus hombres

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más como contemporáneos que como subalternos.

Eso le gustó y se encontró aprobando al hombre alto de inquietos ojos avellana de


inmediato.

Sus dos caballeros estrecharon la mano del hombre con una amplia sonrisa,
agradeciéndole sus buenos deseos. Voltearon hacia ella. Y su boca se secó sin razón
aparente. Una vez más, Gareth habló por todos.

—Esta es nuestra compañera, Belora. Cariño, el príncipe Nico.

Muy tarde, ella recordó inclinarse, pero lo que dijo el Príncipe en seguida casi la
desequilibra.

—Es un placer conocerte, prima.

—¿Prima? —Lars se quedó sin habla, sus ojos turquesas estaban abiertos con el
impacto que todos sentían.

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El Club de las Excomulgadas
Nico asintió. —¿Nos sentamos? Tengo mucho que decirte y también quiero una
oportunidad para conocer un poco más a tu compañera.

—Cielos —Gareth le dio al Príncipe su propia silla, acercando otra para él y una
más para Belora. Ella trajo la tetera y otra taza, poniéndola frente al Príncipe,
maravillada de que un príncipe estuviera sentado tomando el té de la mañana con
ella, de entre todas las cosas.

—Conocí a tu madre hace un rato, —comenzó el Príncipe—. Estoy convencido de


que es la hija del Príncipe Fileas de Kent, quien fue asesinado junto con toda su
familia por nuestros enemigos hace muchos años. La única sobreviviente de la
masacre fue su hija, la princesa Amelia Jane, quien desapareció ese día y nunca fue
vista otra vez. Hasta ahora.

—¡Estrellas brillantes! —Los hombres sonrieron al escuchar el murmullo de Belora.

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—Creo que tu madre es la Princesa Amelia Jane, aunque será conocida ahora
como la Princesa Adora de Kent. Eso te convierte en la Princesa Belora de Kent y
prima lejana de la familia real. —El Príncipe se recargó en el respaldo, disfrutando
al parecer con las aturdidas miradas de las personas a su alrededor—. Y eso os hace
a vosotros dos… —Miró a los caballeros—. Príncipes Consortes.

—Qué mierda. —Lars y Gareth hablaron al mismo tiempo, claramente aturdidos.

Belora estaba abrumada. Su mente brincaba y su estómago estaba revuelto. Se paró


de un salto tan rápidamente que su silla se estrelló en el suelo tras ella, corrió al
baño.

Nunca se había sentido tan mal en su vida, agarrándose del sanitario mientras
volvía el estómago una y otra vez. Vagamente, se dio cuenta de que sus
compañeros y, horror, el Príncipe estaban allí. Gareth limpió su frente con un paño
húmedo y frío, que se sentía genial, mientras Lars la sostenía sujetándole el pelo
con un trozo de cuero. Luego frotó su espalda suavemente. El Príncipe observaba
luciendo apenado, pero con una chispa en sus ojos avellana más que calculadora.
Le hizo sentir un poco intranquila al acercársele.

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El Club de las Excomulgadas
—¿Puedo? —les preguntó a ella y a sus compañeros extendiendo su mano cerca de
su frente. Ella asintió tímidamente, insegura de lo que pretendía, pero uno no le
decía no a un príncipe, después de todo.

El tocó su cabeza y de repente los nudos en su estómago se deshicieron. Se dio


cuenta que estaba usando su propia energía curativa para apaciguarle el rebelde
estómago. Su toque la calmó y en instantes se sintió mucho mejor, aunque todavía
un poco temblorosa para pararse. Lars le ayudó, sujetándola contra su pecho
mientras encaraba al sonriente Príncipe. Tenía la mirada más luminosa en sus ojos
avellana cuando le miró.

—Felicidades, prima. —Sus palabras eran bajas, llenas de emoción—. Llevas a dos
niños gemelos y ambos serán dragones negros.

—Madre santísima, —susurró Gareth. Tambaleándose por un momento, buscando


el muro de piedra como apoyo.

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Kelvan y Rohtina elevaron sus cabezas en el arco y pregonaron su alegría, casi
ensordeciendo a todos los humanos presentes. Lars le apretó cerca, clavando el
rostro en su cuello mientras le besaba.

—No entiendo. —Belora miró al Príncipe desde donde Lars le abrazaba


fuertemente.

El Príncipe rió gentilmente. —Lo sé. Perdóname, prima. Esto es algo trascendental.
Quedamos tan pocos de nosotros. Cada nacimiento es un milagro para nuestra
familia. Aún más para los Dragones Negros.

—Todavía no entiendo. ¿Por qué los llaman dragones negros? Sé que es el símbolo
del rey, pero que tiene que ver con mi… oh, dulce Madre, ¿dijiste embarazada? —
Nico asintió y las lágrimas se agolparon en sus ojos—. ¿Los sentiste? ¿Gemelos?

—Sí, prima. Dos muchachos fuertes y sanos. Uno de cada uno de tus compañeros.

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El Club de las Excomulgadas
—¡Dulce Madre de la Creación! —Ella se giró en brazos de Lars y lo abrazó fuerte,
luego atrajo a Gareth que aún parecía aturdido por la noticia. Los abrazó a ambos
sonriendo de oreja a oreja.

—Creo que la noticia es feliz e inesperada. —El Príncipe habló toda vez que su
regocijo se calmaba un poco.

—Rohtina está embarazada también, —dijo Belora, con las lágrimas de alegría casi
superándola.

—Entonces necesito felicitarlos doblemente. —El príncipe fue con los dragones y
colocó una mano sobre la cabeza de la joven hembra dragón como bendiciéndola.

—¡Gracias por decírmelo! Y por hacerme sentir mucho mejor. Mi pequeño don de
sanación no funciona en mí.

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El Príncipe negó con una sonrisa. —Desgraciadamente así es para la mayoría de los
sanadores. Pero entiendo que tu poder se adapta mejor a los dragones de todas
formas, lo cual es algo maravilloso.

—Sí. —Ella salió de los brazos de sus compañeros para encarar al desconocido
Príncipe—. Lo descubrimos hace sólo unos días.

—Por lo que tu madre me dijo.

—¡Oh Mamá estará tan feliz! ¡Y Kelzy!

—Todos los dragones de esta guarida, sin duda, estarán felices de oír la noticia de
que sus hijos pronto se les unirán.

Belora se confundió con la oración. —¿Unirse a los dragones?

—Es un regalo de la sangre real que compartimos, Belora. Somos humanos y


dragones. Por eso las hembras de nuestra familia pueden curar dragones cuando
pocos curanderos humanos pueden hacerlo eficazmente. Los machos de nuestra
familia llevan ese paso más allá.

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El Club de las Excomulgadas
—¿Cómo? —Ella temía respirar.

El Príncipe dio un paso atrás de ella hacia los dragones. Kelvan y Rohtina lo
acogieron con respeto y una especie de deferencia que nunca los había visto mostrar
antes.

—Somos dragones.

Diciendo eso, el Príncipe se desvaneció por un momento, con una espesa niebla
negra arremolinándose en torno a su cuerpo. Belora reconoció el poderoso tirón de
magia en sus sentidos. Un momento después, un compacto aunque enorme dragón
negro se encontraba fuera del arco entre los otros dos dragones. El Príncipe
desapareció. O mejor dicho estaba allí... increíblemente, pero en forma de dragón.

—¡Dulce Madre de Todos! —Belora se adelantó hechizada por el brillante dragón


negro. Era menor que los otros dragones, pero parecía letal, e igual de hermoso.

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Ella se acercó y él inclinó su cuello hacia delante, permitiéndole sentir las brillantes
escamas negras de su cuello y rostro.

¿Entiendes ahora, prima?

Belora jadeó al sentir la presencia del Príncipe en el llamativo dragón negro con los
ojos de turmalina. No, no era cierto. El Príncipe no estaba dentro del dragón, el
Príncipe era el dragón y el dragón era el Príncipe. Era simplemente increíble.

—¿Mis bebés...?

Tus hijos van a ser como yo, capaces de pasar de humanos a dragones a voluntad. Te muestro
esto para que estés preparada cuando estén listos. Quizá empiecen a cambiar poco después de
que aprendan a caminar. Empezarán a volar casi al mismo tiempo que el dragoncito de
Rohtina, creo que todos pueden aprender juntos. La Madre sabe lo que hace, ¿No es así?

—No puedo creerlo.

Créelo. Tus hijos traerán esperanza a los dragones de esta guarida, lo que pronto será clave en
nuestra batalla con Skithdron si no me equivoco. Su sola presencia traerá esperanza renovada

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El Club de las Excomulgadas
a nuestra tierra, a la población de dragones y de caballeros por igual. Te lo digo por
experiencia propia. He sentido el poder y la responsabilidad que conlleva pertenecer a dos
mundos.

—¿Es difícil? Es decir, implica responsabilidad. Fui criada humildemente. Dime


princesa todo lo que quieras, pero realmente soy sólo una campesina. Y siempre lo
seré.

Entonces podrás comprender lo que es vivir en dos mundos, porque eres princesa y al parecer,
campesina también. Y para responder a tu pregunta, no, no es difícil en absoluto. Es la
bendición más increíble de mi vida y agradezco a la Madre cada día por permitirme tales
dones. Fue prudente al permitir al último de los Hechiceros hacer el Pacto entre los dragones
de nuestra tierra y nuestro antepasado, Draneth el sabio. Quien fue el primer dragón negro,
forjado por la magia y su propia sangre de hechicero pero cada uno de nosotros
verdaderamente pertenece a ambas razas. Es así cómo podemos entender las necesidades de los

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humanos y los dragones y seguir guiando ambas razas en armonía y cooperación. Es un don,
Belora, uno invaluable.

Sus palabras le tocaron tan hondo que sintió bajar una lágrima por su mejilla. El
Príncipe regresó y la bruma negra se arremolinó una vez más, dejándolo vestido de
cuero negro, humano nuevamente.

—Cualquier duda existente ha desaparecido. Llevas dragones negros reales en tu


vientre. No cabe duda, eres de la familia real. —El Príncipe se adelantó, para
besarle en ambas mejillas—. Bienvenida, a nuestra familia, prima. Es un día feliz
por haberlas hallado a ti y a tu madre de nuevo.

Esta vez, si lloró... sus emociones estaban desbordadas con las impactantes noticias
de sus lazos familiares y su embarazo. Gareth y Lars estaban allí para ella. Y
vinieron a apoyarla tomándola entre sus brazos.

—Hay algo más que tengo que discutir contigo, Belora, si crees poder soportarlo.

El Príncipe parecía inseguro por un momento en vista de sus turbulentas emociones


y ella sonrió para tranquilizarle.

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El Club de las Excomulgadas
—Lo que sea, Príncipe Nico. Me has dado tan buenas noticias.

Él caminó hacia la cocina y se sentó una vez más. Nico extendió un dedo a cada
taza de té frío y las calentó con su fuego interno. Al parecer no tenía que estar en
forma de dragón para usar su fuego. Tendría que recordarlo cuando sus muchachos
comenzaran a experimentar con sus propias habilidades.

—No pretendo traer malos recuerdos, pero necesito saber todo lo que puedas
recordar acerca de tus hermanas.

Belora frunció el ceño ante el súbito cambio de tema. No lo esperaba pero se dio
cuenta de que tenía sentido que el Príncipe quisiera saber de todos los miembros de
su familia. El secuestro de sus hermanas se tornó más siniestro en su mente. ¿Los
secuestradores sabrían sus verdaderas identidades? ¿Había sido la razón por la que
habían sido su blanco? Ella tembló y Lars y Gareth estuvieron ahí, poniendo cada
uno un brazo alrededor de sus hombros y cintura, apoyándola calladamente.

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¡Estrellas! Cómo los amaba.

—Como les dije a mis compañeros, sólo recuerdo que estábamos en una ciudad
grande, en un mercado. Mi madre podría indicarte dónde. Una pandilla nos
persiguió. Eran hombres grandes. Uno tenía una cicatriz irregular en su rostro y le
faltaban dos dedos en su mano izquierda. Él golpeó a mi madre, los otros tomaron
a mis hermanas. Eran muy fuertes y estábamos indefensas. El de la cicatriz intentó
agarrarme pero mi madre me sujetó fuertemente y empezó a correr. Corrió y corrió.
Nos persiguieron pero no la atraparon. —Gareth y Lars acercaron sus sillas—. Mi
madre y yo regresamos después y tratamos de encontrar a mis hermanas, pero ya se
habían ido. Nos fuimos ese día y no volvimos. Caminamos y caminamos,
solamente por entre los bosques, y cuando llegamos a la cabaña, la vimos por unos
cuantos días antes de que mi madre intentara aproximarse.

—Me parece que tu madre estuvo tomando sabias precauciones. —La voz del
Príncipe estaba cargada de respeto y admiración, lo cual llego al corazón de Belora.

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El Club de las Excomulgadas
—No teníamos dinero o algo que comerciar excepto las habilidades de sanación de
mi madre. Nadie reclamó la propiedad de la casa cuando mi madre preguntó en la
aldea y ellos acogieron con beneplácito la idea de tener una curandera cerca.
Algunos ayudaron a mamá los primeros días, trayéndole alimentos y artículos
domésticos para intercambiar por sus remedios herbales. Así es como vivimos
durante más de una década.

—¿Qué edad tenían tus hermanas al ser capturadas?

—Yo tenía como cinco, así que supongo que unos siete u ocho.

—Entonces tendrían unos veinte.

—Eso creo.

El Príncipe se levantó. —Gracias, prima. Quiero que sepas que haré todo lo que

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esté en mi poder para encontrar a tus hermanas.

Nico volvió para hablar largo y tendido con Adora mientras Belora y su nueva
familia celebraban los dos embarazos... ambos humanos y dragones. Después de
despertar, Adora, pudo llenar los espacios en blanco en lo que Belora le había dicho
el día que sus hermanas fueron arrebatadas.

Era una pista vaga, de más de diez años, pero Nico era un hombre que se jactaba de
su capacidad para aprender lo que otros no podían discernir. Al menos tenía un
inicio, al saber en qué ciudad habían sido raptadas las niñas. Empezaría desde allí.

El dragón negro voló lejos de la nueva guarida al amparo de la oscuridad, apartado


en su búsqueda.

*********

No todo era lo parecía en el Palacio Real de Skithdron. Mientras que por fuera las
cosas parecían iguales que en tiempos del antiguo rey Gorin, en el interior, una
peste malévola corría libremente por entre las cámaras del nuevo rey. Lord Venerai
sabía que su amigo y amante ocasional, el rey Lucan, practicaba magia no de esta

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El Club de las Excomulgadas
tierra, tal vez no de este mundo, y pagaba un precio muy alto por ese poder, pero
Venerai lo entendía. También él haría lo que fuera por el poder.

Cuando Venerai recibió una convocatoria real para presentarse en los aposentos
privados del rey, se preparó para una noche satisfaciendo los deseos más voraces
del joven rey. Pero encontró una noche muy distinta al entrar en las cámaras del
rey. Por una cosa, Lucan no era como lo había visto la última vez. Éste saludó a
Venerai con ojos inhumanos y rasgados, que le recordaron la mirada casi reptil de
un skith. Luego al quitarse su túnica, Venerai vio los cambios sobrevenidos en su
piel una vez suave y cuidada. Atrás había quedado su redondez casi infantil,
reemplazada por una elegante musculatura ligera y escamosa que era sorprendente
por decir lo menos.

La piel de Lucan tenía una forma terrenal y ondulada con escamas a la luz de las
velas. Venerai no supo qué hacer de ella y por primera vez en su vida de intrigas

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políticas y luchas de poder se quedó sin palabras. El joven rey observaba todo con
sus nuevos ojos y reía, pero a Venerai no le importaba. Ahora Lucan era peligroso.
Lo dejaría reír. Mientras el rey Lucan no estuviera ordenando su muerte, Venerai
estaba complacido de servir como bufón real.

Al aproximársele Lucan, pareció deslizarse más que caminar, Venerai se quedó


inmóvil. Comenzó a notar los cambios en la habitación desde la última vez que
había sido convocado para complacer al rey. Tratando de ocultar sus reacciones
desesperadamente, Venerai supo que un error podía matarlo fácilmente.

Una chica harapienta se encogió al pie de la cama de Lucan, atada a su adornado


poste dorado con una cadena de oro. Estaba vestida escasamente, pero vestida, lo
que le indicó a Venerai que no estaba allí para complacer al rey, sino para algún
otro fin que sólo podía conjeturar. La chica veía la espalda de Lucan con ojos llenos
de odio sorprendentemente verdes.

Venerai también notó la gran trampilla que había sido instalada cerca de la dorada
fuente ornamental en un extremo de la gran sala. Esta se abrió y Venerai intentó

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El Club de las Excomulgadas
contener su reacción cuando tres skiths gigantescos se deslizaron en la habitación,
encaminándose al lado de Lucan como si buscaran a su maestro.

Los Skiths eran nativos de Skithdron y la tierra debía a ellos su nombre. Vivían en
las formaciones rocosas que cubrían la tierra, amenazando a todos los seres vivos.
Más activos durante la noche, los skiths comían todo lo que se movía y parecían
regocijarse decapitando personas. Eran criaturas malvadas en verdad, con veneno
ácido que podía quemar a través de casi cualquier cosa. Sólo las paredes de piedra
que rodeaban cada aldea mantenían al pueblo de Skithdron a salvo de las
depredadoras criaturas.

Se deslizaban como serpientes y tenían los ojos rasgados, pero eran tan grandes
como dragones, aunque por supuesto no podían volar o trepar muy bien. Criaturas
solitarias, Venerai supo que Lucan había encontrado la manera de llevarlos q sus
ejércitos. Cómo había aprendido a controlar a las criaturas era objeto de muchas

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conjeturas y Venerai casi temió estar a punto de descubrir el secreto del poder de
Lucan.

El poder era tentador para Venerai. Las terribles criaturas no.

Lucan acogió a los mortales skiths con los brazos abiertos cuando se enroscaron
alrededor de él como crías de perro. Venerai nunca había visto algo así. Un
momento antes de que Lucan se volviera hacia él, sus mascotas skiths se pararon en
alto, extendiéndose hacia arriba desde el suelo sobre sus sinuosos cuerpos,
respaldando a Lucan con su inmenso tamaño y su temible presencia.

—Nos has complacido enormemente, Lord Venerai. Siempre has sido un fiel
sirviente.

Venerai hizo una profunda reverencia, casi tocando el suelo y bajó la mirada como
el rey exigía de sus súbditos.

—Gracias, su Alteza.

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El Club de las Excomulgadas
—En reconocimiento de tu servicio a nosotros, hemos decidido elevarte aún más
alto.

El corazón de Venerai se detuvo con una mezcla de miedo y anticipación. Poder


era lo que quería, pero ¿sería el precio muy alto?

—Ven, Lord Venerai y únete a nosotros. Prometemos que no te dolerá… mucho.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Cuatro
La guerra llegó un tranquilo día. Las redadas skiths salvajes sobre las villas
fronterizas habían disminuido en los días antes de que Skithdron lanzara su primera
oleada completa. Skiths mortíferos fueron guiados frente al ejército, llevando la
total destrucción a todo lo que estuviera en su camino. De alguna manera los
generales pudieron dirigir a las criaturas, llevando al ejército a la retaguardia.
Destruyendo completamente tres villas antes de que suficientes dragones corrieran
hasta la incursión armando una defensa decente contra el enjambre sin precedentes
de skiths.

Las llamas volaban por doquier al tiempo que Jared llegó a la escena de los hechos,
cabalgando sobre el lomo de Kelzy para liderar a los dragones y caballeros en sus
asaltos contra las letales criaturas. Pero los skiths no eran la única cosa por la cual

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preocuparse, como si no fuera ya malo de por sí. El ejército de hombres a caballo
detrás de los skiths, estaba armados con ballestas que podían disparar pequeñas
pero peligrosas flechas hacia los dragones. Un golpe de suerte en un ojo o en algún
lugar sensible poco común en el cuerpo de un dragón podía crear suficiente daño
como para derribarlos en plena pelea. Los caballeros también eran vulnerables a las
flechas, así que el peligro era real, tal y como sabían muy bien todos los caballeros.

Volaban más alto para evadir las flechas tanto como podían, pero para poder pelear
efectivamente, tenían que sobrevolar bajo para flamearlos. Aunque odiaba dar la
orden, Jared sabía que la llama de los dragones sería efectiva también contra los
arqueros. Jared observaba sombríamente mientras un nuevo asalto comenzaba a
tener efecto.

Repentinamente Jared localizó un estandarte familiar que se bajaba y se levantaba


una vez más, con la tradicional bandera blanca de rendición en su pináculo. El
solitario jinete dio una carrera para llegar al lado Draconiano, cruzando el campo
de devastación, cabalgando hasta el más próximo dragón y caballero, Kelvan y
Gareth.

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El Club de las Excomulgadas
—Kelsy, ¿ves eso?, ¿es ese…? ¡Santa Madre! ¿Es ese Lord Darian?

Es él. El maldito loco. No ve a los skiths girándose y yendo hacia él.

Tenemos que hacer algo. Tiene una bandera blanca.

La veo, Jared. Kelzy voló en picado hacia el hombre a caballo, que estaba casi
rodeado de skiths venenosos, pero otro dragón llegó ahí antes que ella. Ese dragón
cobrizo no tenía jinete y fue lo suficientemente acrobático para agarrar al hombre
del caballo antes de que los skiths lo alcanzaran. Los skiths se dieron un festín con
la pobre bestia, deshaciéndose del caballo miembro por miembro con sus colmillos
afilados como navajas.

¡Buen vuelo, Sandor! Jared oyó a su compañera dragona llamar a su amigo. ¿Podrías
llevarlo a la guarida mientras terminamos aquí? No lo pierdas de vista.

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El dragón cobrizo dio un resoplido humeante que claramente decía que nunca haría
algo tan ridículo y dio la vuelta hacia la Guarida, con el hombre bien sujeto en sus
afiladas garras. Con todo y todo, Jared estaba contento de que el otro dragón
hubiera hecho el rescate. Sabía que Kelzy hubiera dudado en coger al humano
debido a la última vez que había hecho algo así; la culpa de haber herido
inadvertidamente a Adora le había estado molestando por días y días. No quería
que pasara por eso otra vez en este preciso momento, aunque estaba planeando
hacer unos ejercicios para afilar sus habilidades y construir su confianza en agarrar
ciertos objetivos tan pronto como tuvieran tiempo libre. Un dragón guerrero tenía
que entrenar constantemente y mantener todas sus habilidades tan afiladas como
sus espolones.

Cuando Jared y Kelzy aterrizaron en la Guarida, encontraron una escena caótica.


Varios caballeros empujaban al Skithdroniano de un lugar para otro, burlándose y
gritándole con enojo, aunque él hacía poco por defenderse. Jared pidió orden y los
caballeros reluctantemente se hicieron a un lado, mirando fijamente al extraño con
odio en los ojos.

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El Club de las Excomulgadas
—¿Qué diablos creéis que estáis haciendo? ¡Actuáis como niños en el patio del
colegio! —Jared amonestó a los caballeros, la mayoría de los cuales eran de los más
jóvenes, se dio cuenta al mirarles. Pocos habían estado en una verdadera lucha
anteriormente.

—Este hombre vino a nosotros bajo una bandera de rendición. Vosotros jóvenes de
cabeza caliente, deberían al menos esperar oír que fue lo que hizo arriesgar su vida
y dar la espalda a su país para decírnoslo. —Notó que algunos ojos se nublaban con
culpa, pero algunos aún estaban desafiantemente enojados.

—Probablemente es una trampa, General, —uno de los caballeros más jóvenes


gritó desde el otro lado de la multitud ahora reunida en la amplia plataforma de
aterrizaje—. ¿Cómo sabemos que no es un tipo de espía enviado para engañarnos?

—Lo sé porque conozco a este hombre. Lo he conocido durante años y lo he


llamado amigo durante los mismos. —Jared se movió para pararse junto al lord

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Skithdroniano. Darian estaba un poco desmejorado después de la forma que había
sido saludado por los caballeros y Jared estaba disgustado. Se suponía que los
caballeros tenían que comportarse mejor que esto—. Yo dirijo esta Guarida hasta
que el rey diga lo contrario y confío en este hombre. Así que será mejor que todos
os calméis.

Un silencio mortal cayó entonces al tiempo que los jóvenes caballeros hervían a
fuego lento. No les tenían que gustar sus órdenes. Solo tenían que seguirlas. Aquí él
era el líder y el trabajo de ellos era obedecerlo. Tan simple como eso.

—Ahora, si todos regresáis a vuestros deberes, hablaré con nuestro invitado y


conoceré qué noticias hicieron que dejara atrás su hogar, sus tierras y su título para
traérnoslas.

Hubo unos poco de murmullos y arrastro de pies pero los caballeros se dispersaron,
dejando unos pocos dragones curiosos que estaban siendo atendidos por sus
caballeros debido a heridas menores obtenidas en lucha contra los skiths. Varios
eran rociados con agua para remover de sus duras pieles los pequeños puntos del

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El Club de las Excomulgadas
espray venenoso de los skiths. Era mejor hacerlo aquí en la plataforma donde se
habían hecho prevenciones para desaguar el agua contaminada con seguridad,
antes de que los dragones se movieran por otros lugares de la Guarida y regaran
demasiado la sustancia nociva.

Jared se giró hacia el hombre a su lado, mirándolo de arriba abajo antes de


extender su mano en bienvenida. Ausentemente, notó a Adora revoloteando cerca
de uno de los dragones heridos a unos metros de distancia, con una extraña mirada
mientras los observaba. Ella lo evadía desde esa noche en que la hizo llegar al
clímax con su boca y dedos, tal y como él la evadía a ella.

—Lamento el comportamiento de todos, Lord Darian. Son jóvenes e inexpertos en


una guerra real.

El otro hombre suspiró cuando estrecharon sus manos.

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—Si fuera yo hubiera hecho lo mismo, pero he visto mucho en todos mis años
Jared. No los culpo.

Jared gruñó.

—Yo sí. Yo mando aquí y su mal comportamiento hace reflejo a mi pobre


liderazgo. Me disculpo.

—No hay problema. No esperaba ser bienvenido con los brazos abiertos, pero tenía
que venir. Agradezco a los dioses haber podido pasar y que de todos, fuera a ti a los
que hubiera encontrado, para oír lo que tengo que decir.

Las expresiones de ambos hombres se volvieron sombrías. Jared se dio cuenta que
muchos oídos estaban atentos a lo que hablaban.

—Ven conmigo donde podamos hablar en privado. También pediré a nuestra


sanadora ver tus heridas, si lo deseas. —Miró a Adora y con un leve movimiento de
cabeza le pidió ayuda. Ella ondeó una mano y asintió, y supo sin palabras que se
les uniría tan pronto como terminara su trabajo con el dragón mal herido. Podía

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El Club de las Excomulgadas
contar con el hecho de que era una sanadora realmente dedicada por vadear el
gélido espacio que había crecido entre ellos desde la noche en que él había perdido
el control sobre su sensatez.

Jared se estremeció al ver a su viejo amigo cojear al caminar por corredor con él.
Kelzy venía a la sala junto Sandor. El rompimiento con su gente, el ataque de los
skiths, ser cogido por Sandor y volar hasta aquí en el puño del dragón, y la paliza
por parte de los caballeros jóvenes habían dejado a Darian con una pronunciada
cojera y ciertos cortes y moretones. Pero íntegro de carácter, no se quejó. Jared
respetaba al hombre. Siempre lo había hecho. De todos los skithdronianos que
había conocido como consejero del viejo rey, este era el hombre con el que más
había tratado y con mayor éxito.

Darian se estremecía con cada paso pero no podía quejarse. Estaba vivo y con más
suerte de la que tenía derecho a tener. Había esperado llegar a alguien con poder

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que pudiera creerle y llevar su mensaje hasta más arriba en la jerarquía, pero nunca
esperó ver a su viejo amigo, Lord Jared, cabalgando sobre un dragón. Cuando
Darian vivía cerca de palacio, sirviendo como el nuevo embajador en turno para
Skithdron ante la corte del viejo rey, Jared y él habían formado una cercana
amistad. Como soltero, era invitado con regularidad a pasar los días de asueto con
Jared y su familia.

Darian sabía que el nuevo rey Skithdroniano había estado detrás del ataque contra
la familia de Jared, pero no tenía idea de cómo se lo iba a decir a su viejo amigo.
Además, eso estaba en el pasado y Lucan había logrado su deseo; Lord Jared, el
más agudo de los consejeros del viejo rey había sido un hombre quebrado después
de la muerte de su joven esposa e hijo. Había dejado de servir al viejo rey y se había
retirado a la oscuridad por un largo tiempo. De hecho, Darian apostaría que nadie
en Skithdron se había dado cuenta aún de quien comandaba a los dragones de ese
lado de la frontera.

Jared lo llevó a una gran cámara que tenía en su centro una enorme fosa oval llena
de arena. Los dragones que los seguían de cerca llegaron a la fosa de arena y se
hundieron con lo que Darian juraría eran suspiros dragonianos. Rodaron

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El Club de las Excomulgadas
ligeramente en la abrasiva arena, la cual parecía abrillantar sus escamas iridiscentes
a un brilloso resplandor al tiempo que observaba.

—Sé bienvenido a nuestro hogar, Lord Darian. Como puedes ver, aquí todo está
diseñado teniendo en mente el confort de Lady Kelzy. —El otro hombre señalo
hacia la hermosa dragona verde-azul en la que había cabalgado.

Darian sabía lo suficiente acerca de dragones para hacer una reverencia tan
profunda como pudo hacia la gran cabeza que los estaba observando
cuidadosamente.

—Gracias por su hospitalidad, Lady Kelzy. —Se giró hacia el cobrizo dragón—. Y
gracias señor, por su oportuno rescate.

De nada. Aunque aún queda por decidir si es digno de que haya arriesgado mi cuello por ti.

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Los ojos de Darian se agrandaron a tiempo de oír el estruendoso eco de la voz en su
mente. Sólo podía pertenecer al enorme dragón cobrizo cuyos ojos color granada le
guiñaron traviesamente con algún tipo de alegría. Tentativamente, Darian buscó el
camino hacia la mente del dragón con su pensamiento.

Solo puedo esperar para que después de que oiga lo que tengo que decir, se convenza.

El dragón dio una carcajada humeante y regresó a su acicalamiento en la arena.


Aparentemente ni Jared ni la dragona eran conscientes de la silenciosa
comunicación llevada a cabo entre Darian y el gran cobrizo.

—Sir Sandor, —Jared habló otra vez, al tiempo que llevaba a Darian hacia el largo
sillón—. Es un viejo amigo de Kelzy. Es un recién llegado a nuestra Guarida y por
lo pronto sin caballero. —Darian se sentó dando solo un pequeño quejido de dolor
pero Jared frunció el ceño al verlo—. Nuestra más dotada sanadora verá tus heridas
tan pronto como sea posible.

—No te preocupes por mí, Lord Jared. Hay cosas que tengo que decirte. Cosas que
necesitas oír…

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El Club de las Excomulgadas
En ese momento, dejó de hablar al tiempo que la mujer más hermosa que haya
visto atravesaba el arco de entrada. Ella le dio una sonrisa a los dragones que
iluminó todo su rostro. Incluso desde la distancia él pudo ver el brillo verde
profundo en sus grandes ojos y lo atrajo. Era una diosa llegada a la tierra y con
alegría la adoraría a sus pies, si se lo permitiera.

La mera idea hizo a Darian sorprenderse hasta los dedos de los pies. Hacía mucho
que había renunciado a encontrar una mujer con quien compartir su vida. Ninguna
mujer había evocado tan violenta o inmediata respuesta en él. Darian muy en el
fondo sabía, tan solo al verla, que esa era la mujer con la que podía pasar el resto de
su vida.

Tan simple y sorprendente como eso, Darian sabía que estaba viendo su destino. Ni
por una vez le había dado pensamientos románticos, Darian era atraído por el
seductivo menear de las caderas de la mujer, por el gentil deslizar de sus delicados

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pies a través de la piedra del suelo.

La mujer giró su cabeza, los vio y fue como si sus oraciones hubieran sido
contestadas cuando fue directamente al sillón donde estaba sentado. Al acercarse,
pudo ver que no era una joven damisela, aunque había una frescura en ella que la
hacía ver mucho más inocente y joven que la sabiduría que traicionaban sus
impactantes hermosos ojos.

Jared estaba rígido y Darian se dio cuenta de la añoranza que cubría los ojos del
otro hombre al contemplar la belleza que se aproximaba. Darian comprendió que
Jared no era inmune a la gracia de la mujer. El caballero la deseaba, estaba a plena
vista, pero Darian se preguntaba si Jared, después de las devastadoras pérdidas en
su vida, alguna vez actuaría en concordancia. Los ojos de Darian fueron fascinados
a la impactante mujer y notó más de un pequeño interés al verlo. Pero la húmeda
admiración en sus ojos fue por Jared y solo para él al pasar junto a él. Había algo
ahí, de ambas partes, pero sabía que Jared estaba emocionalmente muy herido para
ser una buena pareja para esa delicada flor.

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El Club de las Excomulgadas
Si Darian pudiera, la tendría; la tomaría y la atesoraría de la manera en que
merecía serlo. Sabía en su corazón que él sería mejor para ella que andar tras Jared
añorándolo, un hombre cuyo corazón tal vez nunca estuviera completo otra vez.

Darian la haría olvidar la imposible nostalgia por Jared que mostraba en cada
movimiento. Darian le enseñaría las delicias que encontraría en sus brazos y el
amor que le daría libremente, si lo aceptara.

—La Princesa Adora de la Casa de Kent. —Jared hizo las presentaciones formales,
pero Darian pudo ver por el sorpresivo impacto que ella no estaba a gusto con algo.
—Permíteme presentarle a Lord Darian Vordekrais de Skithdron, antiguo
embajador en nuestra tierra durante el reinado el viejo Rey Jon.

La mujer se paró frente a él y sonrió, casi quitándole el aliento.

—No soy muy adepta a la formalidad, milord. Soy una sanadora y le ayudaré si me

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lo permitiera. ¿Puedo?

—Princesa Adora, puede hacer lo que desee conmigo. Soy suyo para mandar.

La mujer se sonrojó tan hermosamente ante sus osadas palabras que casi deseó
pasar el resto de su vida haciéndole sonreír, pero había venido por una razón. Tenía
que pasar ese mensaje y Jared era el hombre apropiado para pasarle la información.

Ella lo instruyó para que se recostase en el sillón, sacando un cuchillo de aspecto


siniestro de su cintura y poniéndose a trabajar haciendo un camino cortando la
arruinada bota de piel y calzas que contenían y constreñían su hinchado pie, tobillo
y pierna. Era eficiente y tan gentil que sintió poco dolor. Darian se amonestó,
prestando atención a su tarea. Sin importar la distracción de la mujer atendiendo
sus heridas, sabía que tenía de entregar su mensaje.

Había renunciado a su hogar y país para dar sus advertencias y tenían que ser oídas
lo más pronto posible.

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El Club de las Excomulgadas
—Jared, tienes que mandar un mensaje a tu rey. Lucan se ha vuelto completamente
loco.

El caballero arrastró la silla más cerca y se sentó, inclinándose para escuchar cada
palabra. Darian también notó que los dragones habían vuelto sus cuellos hacia ellos
y escuchaban intensamente.

—He escuchado rumores acerca de él, Darian, pero nada en concreto.

—Jared. —Él tomo la muñeca del hombre, tratando desesperadamente de hacerle


entender a su viejo amigo la urgencia de sus noticias—. Lo he visto con mis propios
ojos. Lucan se ha hundido en la magia oscura que lo ha torcido en algo no
enteramente humano. Mantiene a skiths como mascotas y los entrena. Son más
listos de lo que nunca me imaginé que serían. Jared, los que él entrena salen y
enseñan a los otros. Están aprendiendo a cazar en grupos, en grupos ordenados, a
trabajar en equipo. Lo que has visto hasta ahora desde este lado de la frontera no es

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nada. Lucan los ha probado y entrenado en algunas de nuestras propias villas. Cada
humano y animal en leguas alrededor de las villas de Vorkrais, Hemdan, Pennrin y
Sokolaff se han ido. Han sido comida para skiths.

La mujer jadeó, atrayendo sus ojos. Estaba blanca de miedo y a Darian le remordió
inmediatamente haber puesto semejante expresión en su adorable rostro. Él soltó la
muñeca de Jared y, casi sin darse cuenta de lo que hacía, se movió para acariciar su
mejilla, ofreciéndole el consuelo que pudiera por tan funestas noticias.

—Lo siento, Princesa, por haberle afligido. Debí haber esperado para hablar.

—No. —Ella le sorprendió alargando su mano y tomando la de él en la suya. Él


sintió una chispa entre ellos y su mirada se pegó a la de ella al momento en que
habló.

—Jared necesita oír lo que tiene que decir. Le agradezco su acto desinteresado al
venir aquí, rompiendo con su gente y sometiéndose a la cuestionable hospitalidad
de la Guarida. —Ella hizo una mueca a su hinchada y moreteada pierna—. Es solo
que fui perseguida por skiths no hace mucho y por poco no lo cuento.

67
El Club de las Excomulgadas
Su mano se apretó en la de ella.

—Gracias a los dioses que pudo huir. Odiaría pensar en lo que pudo haber pasado.
—Darian luchó para contener la sorprendente atracción que fluyó ente él y esta
mujer. Tenía una misión que terminar. Tenía que compartir su información. Solo
entonces podría concentrarse en la hermosa mujer que curaba tan cariñosamente
sus heridas.

—Jared, Lucan ha encontrado una manera de comunicarse con los skiths y creo
que ha hecho algún tipo de trato con ellos.

—¡Dulce Madre de Todos! —Jared se meció hacia atrás en su silla.

—Como probablemente sabes, los skiths salvajes son criaturas solitarias. Cazan y
viven solos, usualmente en aéreas despobladas. No dan muchos problemas a menos
que andes por su territorio o traten de residir cerca de una villa o algo. Pero Lucan,

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¡los organizó! Trabajan en equipo, luchan juntos, viven y cazan juntos. Nunca vi
nada igual. Formó un ejército con las criaturas, y vienen para acá. Matarán a cada
hombre, mujer y niño en Draconia, barriendo por tus tierras con ayuda del ejército
de Lucan a su mando, hasta que tomen todo. —Su voz se elevó por la pasión de sus
palabras—. Jared, Lucan no sólo quiere conquistar tu tierra, quiere destruirla
totalmente. Planea matar hasta el último humano y dragón y permitir a los skiths
reproducirse y multiplicarse en números que nunca hemos visto.

—Es una locura. —El murmullo sorprendido de Adora llevó nuevamente sus ojos
hacia ella.

—Tristemente, tiene razón. Lucan se ha inmiscuido en magia siniestra que ha


ceñido su mente. Se dice que toma veneno de los skith y se baña en sangre. Ha
consultado a una bruja extranjera la cual hay quienes dicen logró de alguna forma
permitirle comunicarse con los skiths. Dicen que así es como ha podido
convencerlos a hacer cosas que no habían hecho nunca. Puede controlarlos.

La cara llena de cicatrices de Jared estaba muy sombría.

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El Club de las Excomulgadas
—No puedo agradecerte lo suficiente por arriesgar tu vida al venir aquí y decirme
esto. Tienes mi garantía de santuario y un lugar en mi Casa por tanto tiempo como
lo necesites.

Darian se dio cuenta que era una oferta generosa y más de lo que había esperado
cuando se había puesto en movimiento en esa peligrosa empresa. Tener la
protección de la antigua y distinguida Casa de Lord Jared significaba mucho en
esta tierra o en cualquiera para el caso.

—Estoy profundamente honrado, Lord Jared y gracias.

Entonces siseó involuntariamente, cuando la mujer cambió de posición su pierna


herida. Cada ojo se movió para apreciar el daño que se había revelado al remover la
bota y cortar sus calzas hasta medio muslo.

—No andarás corriendo por ahí pronto, pero caminar despacio con la ayuda de un

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bastón para apoyarte si te estará permitido. Haré todo lo que pueda con
cataplasmas y la energía sanadora que me pueda sobrar. —Ella sacudió su cabeza
tristemente—. Siento decirle que tengo que guardar la mayoría de mi energía para
los dragones.

Él estuvo sorprendido.

—¿Sana dragones?

La princesa asintió, con sus amables manos ya encargándose de su adolorida


pierna. Él espero pacientemente, maravillado con el cosquilleo de su don sanador
cuando sacó un poquito de su energía curó sus abusados músculos. Con esa
ventaja, sabía que su tiempo de curación decrecería significativamente.

Ella se tambaleo un poco al pararse y fue Jared quien la sostuvo, traicionando su


preocupación por la pequeña mujer. Él la guió hacia una cámara en la suite,
desapareciendo dentro con ella por unos minutos mientras Darian luchaba contra el
sueño. Había más cosas que necesitaba decirle a Jared, pero no tenía el corazón de

69
El Club de las Excomulgadas
decirle lo peor de sus noticias ante la tierna criatura que había hecho lo mejor que
había podido para sanarlo.

Cuando Jared regresó, tenía una expresión pensativa.

—Dime el resto.

Darian río secamente.

—Me conoces bien, viejo amigo. —Se acomodó en el brazo del sillón—. Lucan ha
estado mandando emisarios a ese pagano de Salomar en el norte. Están trabajando
juntos para desarrollar armas que puedan derribar a los dragones. Vi dibujos
brevemente de una de ellas pero no tuve mucho tiempo para poder captar detalles.
Aunque, lo que vi, hizo que me dieran pesadillas.

Se sentó derecho, con sus ojos estrechándose.

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—Desde que tuve conocimiento de que Lucan mandaría cargamentos enormes de
hojas de diamantes desde las minas en que se encuentran al sur de Salomar. Me
temo lo peor.

Ambos hombres sabían que una hoja de diamante era casi la única cosa que podía
penetrar las escamas de dragón como si fueran mantequilla. Jared se dejó caer
pesadamente sobre la silla al lado de su amigo.

—Esto está muy mal, Darian. Muy mal.

—Lo sé. Por eso es que vine. Tienes que advertirle a tus dragones, Jared. Creo que
el ejército de humanos tratará de usar sus nuevas armas para precipitar a los
dragones a tierra y dejar que los skiths hagan el resto. No le desearía esa clase de
muerte ni a mi peor enemigo, y nunca consideré a los dragones de tu tierra o a
nadie de tu gente como mis enemigos o enemigos de Skithdron. Lucan es el que
empezó esta guerra y en lo que a mí respecta es el verdadero enemigo aquí.

Jared permaneció al lado de Darian, hablando calladamente y pensando en las


funestas noticias hasta que el otro hombre cayó en un sueño inquieto. Adora había

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El Club de las Excomulgadas
estado más desgastada de lo que le gustaría, sanando dragones que habían sufrido
ataques ese día. Ella se había deslizado en un sueño exhausto unos momentos
después de que la pusiera en la cama y dormiría aun por varias horas.

Cubrió a Darian con una manta donde se quedó acostado en el sillón. No tenía
corazón para despertar al hombre mal herido solo para trasladarlo a un dormitorio.

Mañana sería bastante pronto.

Jared quería ir en busca de su propia cama, pero temía que el sueño no le llegara
con facilidad. No después de lo que acababa de saber. Se paró, se estiró y caminó
por la orilla del revolcadero del dragón. Kelzy y Sandor yacían lado a lado en la
gran tina de arena caliente, cada uno mirándolo con sus ojos como joyas llenos de
preocupación.

¿Escuchasteis?

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Lo hicimos. Fue Kelzy la que respondió en la mente de los tres.

Debemos mandar un mensaje al rey de inmediato, pero necesitamos más información si


queremos enfrentar a esta nueva amenaza.

Sandor elevó su cabeza para que estuviera al nivel de los ojos de Jared.

Aunque no tengo un caballero en el presente, desearía quedarme en esta Guarida y entrenar


con sus filas, Sir Jared. Kelzy y yo hemos trabajado juntos en el pasado. Lo haría de nuevo si
está de acuerdo.

Eres más que bienvenido a quedarte, Sir Sandor. En este momento, creo que necesitamos toda
la ayuda que podamos obtener. Gracias por ofrecerte.

Sandor se acomodó de nuevo junto a Kelzy como si pretendiera quedarse allí en su


revolcadero con ella, pero Jared no lo cuestionó. Su mente estaba muy ocupada con
preocupaciones más desesperadas que el lugar donde un nuevo dragón elegía
dormir. Si Kelzy no lo echaba ¿Quién era Jared para decírselo?

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El Club de las Excomulgadas
De camino a su propia cámara, se paró para mirar a Adora. Casi deseó poder
conversar con ella acerca de esos preocupantes acontecimientos, compartir su carga
con ella de una pequeña manera. Tales pensamientos eran peligrosos y rayaban
muy cerca lo íntimo para su alivio, pero no le serían denegados. Adora era una
mujer brillante, inteligente y él valoraba su perspectiva.

¿Por eso tenía esos extraños sentimientos? ¿No?

Sacudió la cabeza disgustado consigo mismo al caminar silenciosamente lejos de su


puerta. Era un maldito tonto. Ya medio enamorado de la mujer y sin poder
atreverse a hacer nada al respecto. Tan asustado de salir herido para si quiera
intentarlo.

*********

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—¿Cómo se siente, Lord Darian? —Adora estaba sentada al lado de la cama del
hombre al día siguiente, tan pronto como terminó de comprobar a los dragones que
habían sido heridos el día anterior. Jared le había dado un cuarto al otro lado de la
de ella en la suite que era similar en diseño y planificación. Había varias de esas
cámaras para invitados en la gran suite ya que Kelzy y Jared eran los líderes de esa
Guarida y continuamente entretenían a huéspedes y visitantes.

—Hoy mucho mejor. Gracias, Princesa.

—Por favor, llámame Adora. No crecí siendo una princesa y no creo que llegue a
acostumbrarme a la idea.

Sus ojos azules le guiñaron al sonreírle.

—Lejos estaría yo de discutir con la nobleza. Con mucho gusto te llamaré Adora si
tú me llamas Darian o Dar si lo prefieres.

Ella no pudo evitar sonreír. Este hombre era encantador, eso era un hecho, y tan
guapo que era casi difícil no quedársele mirando. Dientes parejos y blancos

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El Club de las Excomulgadas
brillaban en contraste con su piel bronceada. Tenía el pelo negro como el ala de un
cuervo y deslumbrantes ojos azules casi fantasmales que sonreían fácilmente y con
sinceridad, aunque aún estuviera un poco dolorido, ella lo sabía bien.

Se entretuvo verificando su pierna lastimada. Aún estaba hinchada, pero sanando


muy bien ahora que ya no estaba sobre sus pies.

—Muy bien entonces, Darian ¿Cómo te sientes?

—Mucho mejor ahora que estás aquí.

Ella rió.

—Mucho más juguetón también, veo. ¿Naciste coqueto o perfeccionaste ese arte
con el tiempo?

—De hecho… —Sus ojos se pusieron serios—. He sido un soltero empedernido

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toda mi vida pero creo que eso está por cambiar.

—¿Qué te hace decir eso? —Ella no se atrevió a levantar su vista para encontrar la
suya cuando cambiaba los vendajes de su pierna herida.

Había pasado mucho tiempo desde que un hombre guapo coqueteara con ella,
Adora no estaba segura si estaba captando algo en las palabras de Darian que
realmente no era verdad. Ciertamente Jared le había dispensado bastante atención;
y le recordó cómo se sentía el verdadero placer. Pero se sintió casi como si fuera en
contra de su voluntad o su mejor juicio al menos. En contraste, Darian era muy
honesto acerca de sus deseos de hacerle sonreír. Abreviando, era un coqueto y ella
casi ni se acordaba de cómo tratar a un hombre a ese nivel. Aunque era
emocionante tratar de hacerlo.

La mano de Darian cubrió la suya, forzándola a levantar su vista a la de él. Incluso


el aire quedó quieto, esperando mientras sus ojos se encontraban.

—Tú, Adora. Tú eres la razón. —No hubo ninguna sonrisa fácil ahora, ningún
signo de humor. No, este era un hombre confundido por sus propias reacciones

73
El Club de las Excomulgadas
pero deseoso de arriesgarse… de confiar. Lo que vio en su serio rostro casi le para
el corazón por un momento.

—No lo entiendo, pero creo que me estoy enamorando de ti, Adora. Es como si mi
corazón hubiera estado esperándote todo este tiempo, y ahora ve lo que siempre
quiso. —Ella no tenía palabras pero él no soltaba sus manos. Sus ojos le
imploraban—Di algo, dulzura. Déjame saber si tengo una oportunidad por lo
menos.

—¿Una oportunidad? —repitió ella, perpleja sin poder pensar.

—Una oportunidad de ganar tu amor. Te deseo, Adora. Mi vida es un desastre


ahora. Tengo poco que ofrecerte, lo sé, pero mi corazón es puro y es tuyo si lo
quieres.

—Darian, he estado sola por mucho tiempo.

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—No digas no solo porque estás asustada. Haré todo lo que esté en mi poder para
aliviar tus miedos. Solo dime que me darás una oportunidad para ganar tu corazón.
Dame esperanza, Adora. Te lo ruego.

Los ojos de ella se llenaron de humedad al tiempo que él le sostenía su mirada y le


acariciaba las manos tiernamente.

Ella se dio cuenta en ese momento, de que a pesar de sus crecientes sentimientos
por Jared, este hombre estaba abriéndose de una forma en la que Jared nunca
volvería a hacerlo. Este hombre, tan valiente como para haber dejado su vida atrás
por el bien de su gente, le estaba ofreciendo su corazón en bandeja de plata; y la
conmovía de tal manera que no lograba comprenderlo totalmente.

Apenas lo conocía pero conocía su nobleza; su coraje y su honor. Y lo admiraba en


gran medida por ello.

¿Podría ella conocer su amor también? No estaba segura, pero una parte realmente
quería la oportunidad de probar. Otra parte añoraba este tipo de oferta por parte de

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El Club de las Excomulgadas
Jared, pero tristemente sabía que quizá nunca llegaría. ¿Debería dejar pasar su
oportunidad con Darian solo porque sentía una atracción por Jared que tal vez
nunca llegaría a realizarse? ¿O debería tomar la oportunidad de llegar a conocer a
este dulce, noble y guapo hombre quien parecía estar tan preparado para abrirle?

Algo acerca de él la había fascinado desde el principio. Era de buen ver, sí, pero
había también algo en su hechura que le hablaba de un nivel mucho más profundo.
Tenía una energía a su alrededor que la atraía y no tenía el poder para alejarse.

—No estoy diciendo que no, Darian. Estoy diciendo… que tal vez, creo. —Le dio
una sonrisa torcida—. Me casé joven y joven perdí a mi esposo también. Crié sola a
una hija, huyendo. No he tenido a un hombre en mi vida, o en mi cama por mucho
tiempo. —Se sonrojó un poco por su propio atrevimiento pero quería ser franca con
el hombre. Le debía su honestidad al menos, ya que él tomaba directamente el
riesgo de que lo rechazara—. Honestamente no sé si esté lista otra vez. Mis hijas

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han crecido y estoy en una encrucijada en mi vida. Pero me gustas, Darian y estoy
dispuesta a llamarte amigo. Quizá amante, pero amigo por ahora. ¿Estaría bien?

Él sonrió brillantemente al tiempo que llevaba sus manos a sus labios, besándolas
sonoramente.

—Es maravilloso, Adora. Por tu bien, trataré de controlarme, pero eres


malditamente irresistible. Eres una mujer especial y haré todo lo que está en mi
poder para recordártelo todos los días.

Ella sintió sus mejillas calentarse con un sonrojo ante sus apasionadas palabras
mientras su gentil sonrisa le calentaba el corazón.

*********

Esa noche, cuando todos estaban ya en cama, Adora fue a revisar a su nuevo
paciente.

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El Club de las Excomulgadas
Darian estaba incómodo, su pierna hinchada estaba sanando bien, pero aun así era
poco confortable en cualquier ángulo. Ella lo atrapó tratando de acomodarla sobre
una pila de almohadas con una expresión de frustración en la cara.

—¿No puedes dormir?

Ella avanzó, su voz era tranquila al tiempo que movía su pierna y le daba solo un
toque de su poder sanador para suavizar el dolor.

—No deberías gastar tu energía en mí, milady.

Ella se sentó al lado de la cama.

—No es nada para mí si te ayuda a descansar, Darian. Tenía intención de hacer un


trabajo más completo de sanación antes, pero estaba muy cansada la primera noche
por toda la energía que toma tratar con los dragones. Déjame hacer lo que pueda

Bianca D’arc - La Guarida Fronteriza - Serie Caballeros Dragón II


por ti ahora. ¿Está bien?

Darian se recostó, observando cada uno de sus movimientos mientras ella ponía las
manos en su pierna. La calidez de su poder surgió por sus dedos a su herida,
curando sus músculos estresados y tendones, convenciendo al hinchando fluido del
área a retirarse. Llevaría un tiempo, pero ella sabía que no tendría dolor ahora, y
estaría probablemente también como nuevo por la mañana.

Sonrió cuando alejaba sus manos. No había tomado mucha energía después de
todo y él estaría bien ahora. Estaba contenta por eso.

Darian alargó su mano y acaricio su mejilla con el reverso de sus dedos.

—Eres una mujer compasiva, Adora y un alma hermosa. —Su mirada busco la de
ella—. ¿Por qué viniste aquí, a mí? ¿Tampoco podías dormir?

Aquí estaba. Este era su momento de la verdad.

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El Club de las Excomulgadas
—No, no podía dormir. Seguía pensando acerca de lo que dijiste de… nosotros. —
Ella buscó consuelo en su casi etérea mirada azul cielo—. Me hiciste pensar,
Darian, queriendo cosas que no he querido en mucho tiempo.

Su mano se giró para sostener su mejilla, luego se movió por su cuello hasta su
hombro. Él pedía permiso antes de moverla más allá.

—¿Me deseas, mi amor?

—Deseo… —Ella suspiró al tiempo que su mano se movía más abajo, abriendo su
bata. Estaba desnuda debajo. Su voz tembló al forzar las palabras—. Te deseo,
Darian. Quiero ser una mujer otra vez.

—Siempre lo has sido, Adora. Eres deseable, hermosa y una valiente mujer.

Él se sentó para encontrarse con ella que estaba sentada a un lado en su gran cama.

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Con manos amables, empujó su bata de sus hombros y se movió para encontrar sus
labios con los suyos, tomándola en un tierno beso que hablaba de deseo, de pasión
y de respeto. Él profundizó el beso y ella se fue con él, siguiéndole sobre la cama,
con su bata colgando abierta de manera en que estuvo desnuda para sus
vagabundas manos la adoraban.

Darian la besó, incrementando constantemente la presión en sus labios, metiendo


su lengua en su dulce boca para atrapar sus suspiros sin resuello al tiempo que sus
manos acariciaban sus senos, pinchando sus duros pezones, disfrutando del lujo de
la suavidad que era Adora. Movió una mano más abajo, sobre su espalda debajo
del satín de su bata hasta su apretado trasero. Ella tenía un cuerpo musculoso de
vivir de la tierra y de trabajar duro toda su vida, pero era suave en los lugares que
realmente contaban. Femeninamente suave y femeninamente cálida, pensó Darian,
y más que bienvenida a su solitaria alma que cualquier mujer que jamás hubiera
sido.

Ella suspiró al tiempo que él le daba la vuelta suavemente en su gran cama,


atrapándola bajo él, con el dolor de su pierna olvidado en sus brazos que lo
incitaban. Le bajó la bata a los hombros, atrapando en sus brazos la delgada tela.

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El Club de las Excomulgadas
—Di que me deseas, mi amor, mi hermosa Adora.

—Yo… —Su voz sin aliento disminuyó al tiempo que sus luminosos ojos
encontraban los suyos. Él cuidadosamente atenuó cualquier signo de miedo, pero
solo encontró un titubeo casi virginal que pronto desapareció al tiempo que tomaba
una decisión—. Te deseo, Darian. Hazme el amor.

Le sonrío a la suave mirada en sus ojos. Ella era tal milagro para él, extendiéndose
para tomar lo que ella quería, lo que deseaba.

—Te necesito tanto. —La voz de Darian susurró en la poco iluminada cámara.

Mordisqueó su cuello, besando un camino por su cuerpo, hasta el dulce valle de sus
muslos. Se asentó allí, abriendo sus piernas, lamiendo sus tiernos labios, notando
cada reacción y catalogando cada temblor de deleite que le daba. Lo hacía sentir
tan bien verla retorciéndose con pasión bajo sus manos y boca. Paro sólo para

Bianca D’arc - La Guarida Fronteriza - Serie Caballeros Dragón II


sacarse la larga y prestada camisa de dormir sobres su cabeza y tirándola al otro
lado de la cámara, reclamando su lugar entre sus piernas apenas reprimiendo un
gruñido de necesidad.

Mordiendo suavemente, él se enfocó en su tierno asalto sobre su clítoris hasta que


se deshizo en su boca. Ella jadeó cuando su cuerpo tembló con un largo, poderoso
orgasmo. Esta pequeña mujer estaba tan necesitada. Amaba la idea de ser uno de
los pocos hombres en darle tanta alegría... por lo que podía decir esta hermosa,
tímida mujer no era derrochadora de sus encantos, e hizo un voto de corazón de
que esta no sería la última noche en darle placer. La tendría en su cama corriéndose
en la mañana y cada día en adelante, tan pronto como pudiera convencerla de unir
su vida a la suya. Ella se merecía más, era cierto, pero él era lo suficientemente
egoísta como para tomarla y reclamarla y pasar el resto de su vida dedicado a su
felicidad. Sabía que al menos podía darle eso, si nada más que con su cuerpo, sus
manos y su inteligente lengua.

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El Club de las Excomulgadas
Darian nunca antes se había enamorado; nunca había sentido tal inmediato y
conmovedor deseo por una mujer en su vida antes. Pero sabía que esto era de
verdad.

Con convicción en su corazón, hizo planes para hacerla suya. Sabía que ya no
podría estar completo sin Adora y sólo Adora. Ninguna más serviría otra vez.

Él subió de regreso por su tembloroso cuerpo, depositando besos por su camino,


llevándola de nuevo a un pico aun más elevado de deseo antes de reclamar su boca
y rodar para que ella estuviera sobre él. Colocó sus hermosas, delgadas pero
musculosas piernas a cada lado de sus caderas, animándola a cubrir su dolorosa
polla con sus suaves pliegues. Sus ojos encontraron los suyos y ella jadeó y se retiró
ligeramente.

Él tiró la satinada bata por su espalda, lanzándola por la cámara para unirse con su
camisa de dormir. Ella era hermosa a la poca luz de la cámara, despampanante

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para él en toda su femenina gloria.

—Tómame esta primera vez, mi dulce Adora. —Arrulló con su cabeza en sus
manos, acariciando su cabello mientras observaba profundamente sus cautivadores
ojos verdes—. Sé que ha pasado algo de tiempo para ti. Tómame a tu propio ritmo.

Ella le sonrió, recolocándose con lentos movimientos que lo volvieron salvaje.


Estaba tan suave y mojada para él. La deseaba con locura pero no quería lastimarle
son su impaciencia, así que esta era la única solución para esta primera vez.
Después la tomaría de la manera en que necesitaba, reclamándola y arremetiendo
contra ella sin misericordia, sin restricción.

Ella se movió sobre su polla tan tentativamente que lo estaba matando, pero esta
vez fue por ella. Estaría apretada y sensible por tantos años de abstención. Era
como tomar su virginidad, de alguna forma, y él se sentía como un rey al darle tal
regalo.

Adora se elevó y lo situó con manos temblorosas, casi haciendo que se viniera ahí
mismo, pero Darian aguantó, apretando los dientes viendo cómo se unían por

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El Club de las Excomulgadas
primera vez. Adora se hundió en él con lentos movimientos, tomándolo poco a
poco y rebotando hacia arriba, solo para bajar un poco la siguiente vez. Con
algunos agonizantes golpes, estuvo estacada completamente sobre él y Darian
estaba bien encaminado hacia el cielo.

Él apostó sus manos en sus caderas, acariciándole arriba para tirar de sus pequeños
pezones. Ella se estremeció en respuesta, su húmedo coño se apretó alrededor de su
polla llevándolo más arriba. Él pellizcó sus pezones más fuertemente y fue
recompensado con otro pequeño espasmo de sus músculos interiores alrededor de
él.

—¿Te gusta un poco rudo, Adora? —sus ojos le retaban a que le dijera la verdad
que leía en sus respuestas.

—No lo sé. —Sus ojos estaban muy abiertos con sorpresa y él volvió a jalar sólo un
poco más fuerte sus pezones esta vez, probándola.

Bianca D’arc - La Guarida Fronteriza - Serie Caballeros Dragón II


—Yo sí. —Su sonrisa se ensanchó al bajar una mano y nalguear su trasero.

Ella brincó, dando un gritito sin aliento, al tiempo que su coño tenía un espasmo y
lo llenaba con su crema.

—Tienes un alma aventurera, mi pequeño amor.

Ella suspiró y se estremeció al tiempo que empezaba a moverse sobre su dura polla.

—Nunca antes la había tenido. —Jadeó cuando él usó sus manos para pellizcar su
trasero—. Debe ser la compañía.

—¿Estás tratando de decir que soy una mala influencia para ti? —sus manos le
incitaron a acelerar su ritmo con suaves palmadas a la parte más carnosa de su
trasero. Sabía que le gustaba por la forma en que sonreía y se torcía con deleite
sobre su pene, mandándolo más alto—. Si es así, tendré que recordarlo para
influenciarte más seguido.

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El Club de las Excomulgadas
Darian enfatizó su declaración con una suave pero firme cachetada sobres su tenso
clítoris y ella despegó rumbo a las estrellas, corriéndose sobre él y agarrando su
pene tan fuerte con sus músculos interiores que pensó que se los iba a arrancar.

Pero él tenía grandes planes para su pequeño y aventurero amor. Al tiempo que
bajaba de su pico, la giró bajo él otra vez, sin nunca dejar su cuerpo ni por un
momento. No podía soportar separarse de ella ni por un segundo.

—¿Estás de regreso conmigo, dulzura?

—Estoy contigo, Dar. —Su voz estaba sin aliento y divina. Encendía sus sentidos.

Él se agacho para capturar sus sonrientes labios con los suyos. Tenía planes para
cansarla y montarla hasta que no pudiera caminar derecho mañana, pero no la
llevaría más allá de donde la había llevado a menos que ella pudiera ir. Midió su
respuesta a su beso, con el apretón alrededor de su todavía duro pene y por la

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resbaladiza humedad le decía que estaba lista para más.

—Agárrate, —le advirtió, bajando sus caderas con fuerza en la cuna cálida de sus
muslos. Los ojos de ella se abrieron de golpe, pero sus sexys labios se curvaron con
deleite, asegurándole que no era tan brusco. Prefería morir que lastimarla.

Darian mantuvo un cuidadoso reconocimiento de las respuestas de Adora y


aporreó más duro su apretada funda, deleitándose con su cercanía, con la calidez
de su cuerpo y con su glorioso olor. Él liberó su feroz necesidad dentro y se
introdujo duramente en ella una y otra vez, sintiendo por fin el pulsar de su placer
como también el suyo sobrevenían. Ese último destello de placer siguió y siguió.

Darian se puso rígido sobre ella, tensando cada músculo al tiempo que su semen se
disparó profundamente dentro de la única mujer que jamás amaría. La idea era
impactante, pero raramente reconfortante. Ella se sentía tan bien en sus brazos, en
su corazón. La amaba de verdad y profundamente, lo supo en ese momento. Y
nunca amaría a ninguna otra.

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El Club de las Excomulgadas
Cuando se acabó y él se pudo mover de nuevo, Darian la besó con gratitud al
momento que ella comenzaba a relajarse en un sueño confiado, exhausto, con el
cuerpo disentido bajo él. Él la rodó y la acercó a su lado amorosamente arreglando
las mantas sobre su hermoso, desnudo cuerpo.

Un movimiento cerca de la puerta atrajo su atención y Darian giró sólo para


encontrar a Jared mirándolo fijamente. La devastación en la solitaria mirada de
Jared heló profundamente a Darian. Él abrió la boca pero Jared se fue antes que
pudiera encontrar las palabras correctas.

Darian volvió a mirar a la cama y se dio cuenta que Adora estaba ya dormida. No
sabía que Jared les había visto juntos. No sabía cómo de profundo lo habían herido.
Tal vez era lo mejor. Darian encontraría las palabras correctas que decirle a Jared
mañana. Eso esperaba.

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Capítulo Cinco
La siguiente mañana Adora estaba levantada y fuera de la cama antes de que
Darian despertara. Él se vistió y salió de la pequeña cámara, solo apoyándose un
poco sobre el bastón que Adora le había dejado, en busca del desayuno. Encontró a
Jared bebiendo un té fuerte y oscuro, parado cerca del fuego en la cocina en la
pequeña área. Jared lo miro con hostilidad, pero no dijo nada. Aun así, la tensión
entre los hombres era grande mientras Darian vertía té en una taza para él mismo y
encontraba una manzana que comer.

82
El Club de las Excomulgadas
—Jared. —Darian trató de encontrar las palabras para abordar el tema que
claramente estaba entre ellos—. Siento si herí tus sentimientos, pero no pude
contenerme. Cuando vi por primera vez a Adora me di cuenta rápidamente que era
diferente a cualquiera mujer que hubiera conocido antes.

—Estás malditamente en lo cierto al decir que ella es diferente. —Jared iba a estar
beligerante sobre eso, se dio cuenta—. Es de la realeza, Dar.

—También es una cálida y madura mujer con necesidades. Ella necesita amor,
Jared. —Darian trató de hablar suavemente, sin querer irritar a su viejo amigo.

—¿Amor? ¿Así es como lo llamas? Porque lo que yo vi anoche fue que te tiraste a
una moza dispuesta. —Le dio una mirada de disgusto a Darian—. ¿Cómo pudiste?

La profunda voz de Jared estaba ronca con emoción, acusadora y áspera mientras
miraba fijamente a Darian. Si las miradas pudieran matar, seguramente estaría

Bianca D’arc - La Guarida Fronteriza - Serie Caballeros Dragón II


muerto.

—Mira Jared, no me eches toda la culpa por esto. Si querías a la mujer, tuviste más
que oportunidades suficientes. A ella le importas. ¿Crees que no vi eso de
inmediato? Pero también te vi a ti negándolo, ignorándola. La estabas lastimando
con tu indiferencia, hombre. No me culpes por meterme y hacerla feliz donde tú
solo la hiciste miserable, añorando cosas que no le ibas a dar. Ella necesita a
alguien que la cuide y le haga sentir querida, apreciada y amada. Perdió su hogar,
Jared. —Él sacudió su cabeza—. Es algo en lo que tengo un poco de experiencia,
parece. Necesita alguien que la abrace y le haga sentir segura y necesitada.

Jared osciló sobre sus talones, desinflado.

—Al infierno con todo y de regreso. —Pasó una mano frustrada por su cabello y se
sentó fuertemente sobre el sofá—. Tienes razón, Darian. Soy un idiota.

Darian se sentó en la silla cercana, mirando de cerca a su viejo amigo.

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El Club de las Excomulgadas
Jared suspiró enérgicamente y cerró los ojos duramente por un rápido instante, con
el dolor de las pasadas horas claramente en su cara. Darian sintió una ruptura en el
muro que rodeaba a su viejo amigo y tomó la oportunidad para sacar todo a la luz.

Tan ligeramente cómo le fue posible, Darian habló en el pesado silencio.

—Ana y James se han ido, Jared.

Jared cogió un brusco aliento al tiempo que cada músculo de su cuerpo se tensaba.

El corazón de Darian se había ido con el hombre, pero necesitaba decir esto. Jared
estaba viviendo en un mundo de dolor, muy diferente del desenfadado y jovial
hombre que una vez Darian conoció. Le debía a Jared su apoyo y ayuda para ser
ese hombre otra vez. Nadie debería vivir con la clase de carga que Jared mantenía
firmemente plantada en sus hombros.

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—Eso lo sé, Dar. No necesito que me lo recuerdes. Vivo con la culpa de sus
muertes todos los días de mi vida.

—¿Culpa? —Darian estaba realmente confundido. Jared abrió los ojos y pasó una
mano por su áspera cara.

—Debí haber estado con ellos, Dar. Debí haberles protegido. En lugar de eso estaba
fuera, sirviendo a mi rey mientras ellos fueran asesinados en sus camas una noche
por la codicia de unos ladrones.

Darian estuvo callado por un largo momento. ¿Podría ser eso lo que realmente
sabía Jared acerca del ataque a su familia? ¿Cómo fue que el hombre no sabía la
verdad de esos terribles días? Con razón estaba tan cambiado. Jared se culpaba a sí
mismo por algo sobre lo que no había tenido control o responsabilidad. Darian
sabía cómo podía aliviar algo de esa culpa y quizá enfocar el enojo de este valiente
hombre en algo más productivo que revolcarse en los imaginarios pecados del
pasado. Darian sopesó sus palabras cuidadosamente, entonces finalmente habló,
aunque un poco titubeante.

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El Club de las Excomulgadas
—Esos no fueron simples ladrones, Jared. —Él se inclinó al tiempo que Jared
escuchaba intensamente—. Averigüé no hace mucho que tu familia fue marcada
por Lucan. Incluso en aquel entonces, él tenía planes sobre el trono de Skithdron y
se esforzó por lanzar a tu país al caos. Eras muy cercano al Rey Jon y a sus hijos.
Eras muy protector. Eras muy inteligente. Lucan te necesitaba lejos. Tuvo éxito
cuando les ordenó a sus asesinos matar a tu familia. Dejaste tu servicio al rey y su
camino estuvo libre.

Jared estaba tan cerca de las lágrimas como ese día en que había sabido que su
esposa y su pequeño hijo estaban muertos. Saber finalmente quien era el
responsable era al mismo tiempo un impacto terrible y extrañamente, un alivio.
Jared sintió como si el peso del mundo se hubiera levantado de sus hombros.
Aclarándole la mente. Así como también enojo.

La ira de Jared era lenta en alzarse, lenta en prenderse, pero una vez que empezaba,

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era un infierno imparable. Él sintió el fuego alzándose en sus venas, pero necesitaba
tener todos los hechos antes de decidir un plan de acción. La sabiduría de sus años
le había enseñado a pensar antes de dejar suelta su ira. Mientras fuera posible
medio razonar, necesitaba oír todo lo que Darian sabía.

—¿Estás seguro? El Lucan que conocí hace años era un dulce niño.

Darian resopló

—Es un maniático, Jared. Creo que mató a su propio padre. ¿Crees que ordenar las
muertes de una mujer y de un niño inocente le molestaría a tal demonio?

—Dulce Madre de Todos.

Jared se tambaleó sobre sus pies, con la emoción abrumándolo. Luchó por contener
su crepitante enojo, pero se expandió dentro de él, amenazando con romperle en
millones de partes, para nunca ser reconstruido de nuevo. Todos los años que
perdió, culpándose por algo perpetrado por un enemigo.

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El Club de las Excomulgadas
Ciertamente aun sentía remordimiento por no haber estado ahí para defender a su
familia cuando los asesinos de Lucan habían llegado de visita, pero saber que sus
muertes no habían sido violentadas al azar, de alguna manera hacía más llevadera
su propia culpa. Los asesinos habrían esperado hasta que se hubiera ido de su hogar
para acertar sus objetivos, sin importar si él estaba viajando o en otro país. Cuando
los asesinos Skithdronianos marcaban a una persona, no fallaban.

Ahora Jared sabía dónde plantar la culpa por la partida de su familia, el enojo y el
impacto bullían por sus venas como ácido. Lucan había ganado. Había tenido éxito
en alejar a Jared del trabajo que amaba y que hacía para su rey y su tierra y casi
tuvo éxito en tomar la vida de Jared también. Si no hubiera sido por Kelzy, se
hubiera suicidado por su pena hacía mucho tiempo. Solamente el dragón le había
salvado, trayéndole un nuevo propósito.

Pero la familia de Jared no había sido la única en pagar el precio por los planes

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políticos de Lucan. No, el viejo rey y su esposa habían sido asesinados también.
Poco después de que Jared hubiera dejado la corte debido a la tragedia en su vida,
el Rey Jon y su Reina habían sido asesinados, forzando al joven Roland a asumir el
trono mucho antes de que su tiempo llegara.

Como diseños en la arena, las líneas del engaño se estaban volviendo más claras.
La mente de Jared giró al considerar la profundidad de la traición de Lucan. La
destrucción de su familia solo había sido el comienzo de la devastación que Lucan
había puesto sobre la gente de Draconia. Jared había sentido una culpa terrible por
las muertes del rey y su reina, pensando que si solo se hubiera quedado en la corte,
podría de alguna manera haber prevenido sus muertes.

Pero Jared había estado sumido en tanto dolor en ese entonces. Cargaba su pena
con el todos los días, por su esposa y su hijo, pero también por el rey al que había
servido y amado como un hermano. Tanta muerte. ¡Tanta perfidia!

Las manos de Jared se contrajeron en puños, sus pensamientos bulleron hasta que
pensó que explotaría. Ciegamente, se movió hacia la puerta. No sabía a dónde iba,
pero tenía que hacer algo. Tenía que liberar el enojo, esa pena, ese pesar y el

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abrumador dolor en su alma por todo lo que había perdido. Tanta maldita
destrucción. Tanto dolor. Tanto desperdicio.

De repente, Kelzy estuvo allí, con su cálido aliento bañándole con consuelo
mientras los años de pena se lo tragaban. Él se extendió hacia el único ser viviente
al que le permitía preocuparse y envolvió sus brazos alrededor de su cuello. Jared
enterró su cara contra la reluciente piel mientras los sentimientos lo llenaban y
desbordaban, vaciándose con lágrimas que nunca se había dejado derramar antes.

Él lloró por la familia que había perdido. Por el rey. Por los años de desolación y
dolor.

Darian se puso tras él y puso un fuerte brazo alrededor de sus hombros mientras
Jared lloraba por primera vez en muchos, muchos años. Jared apenas si se dio
cuenta de la presencia de su viejo amigo, pero sintió el cálido apoyo de Kelzy y
Darian, necesitándolo como nunca antes.

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Adora los encontró de esta manera cuando entró caminando en la suite unos
minutos después. Darian atrapó su mirada y le hizo señas para que se acercara, su
expresión era solemne mientras apoyaba a su viejo amigo con un fraternal brazo
sobre sus amplios hombros.

Ella levantó la vista a los ojos como aguamarinas de Kelzy y el dragón le explicó lo
que había pasado en su forma silenciosa.

Adora sintió las lágrimas llenar sus propios ojos al pensar en la forma en que había
sido afectado el fuerte hombre que sostenía una parte de su corazón. Ella se estiró
hacia él llegando desde su otro lado para ofrecerle todo el consuelo que podía. Su
don sanador se extendió hacia su dolor mientras ella situaba el brazo alrededor de
su cintura y se acurrucaba a su lado.

Un momento más tarde, fue girada y agarrada fuertemente en su abrazo mientras


dejaba ir a Kelzy, sólo para colgarse de ella. Estaba impactada, sorprendida y tan
enternecida que dio libremente su energía sanadora, deseando solamente poder
sanar su destrozado corazón. Ella levantó su vista a los ojos tristes de Darian

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mientras Jared se ahogaba con rotos y casi silenciosos lamentos, su cara estaba
oculta en el cuello de ella mientras sus fuertes brazos se la tragaban. Vio pena, amor
y aprobación en los ojos de su nuevo amante mientras sostenía al otro hombre. Era
confuso, pero se sentía bien.

Como debe ser, hija. La voz de Kelzy era suave en su mente mientras su aliento
caía sobre ellos con un calor consolador. No tengas miedo de tus sentimientos por
cualquiera de estos hombres. Ellos son tu destino.

¿Ambos? ¿Pero, como?

La idea de que su hija tuviera a dos caballeros como esposos aún era incómoda,
pero más o menos entendía la necesidad en la forma en que los hombres estaban
ligados a los dragones que estaban apareados. Esto, sin embargo, era otra cosa
totalmente distinta.

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Sólo Jared estaba ligado a un dragón y Kelzy no estaba apareada. Si Adora se
emparejaba con Jared, se esperaría que eventualmente tomara al caballero del
dragón con el que Kelzy se apareara como su segundo marido, si tal cosa pasaba
alguna vez.

Debido a la unión que dragón y caballero compartían, cuando estos se apareaban,


sus compañeros humanos eran atrapados inevitablemente en el frenesí sexual. Era
una regla sagrada de los dragones de batalla nunca aparearse mientras sus
compañeros no tuvieran una pareja. El frenesí que surgía cuando los dragones se
unían llevarían al caballero sin compañera a la locura y una pareja sexual temporal
no servía. La profundidad del sentimiento, del amor, tenía que existir para que el
frenesí del apareamiento fuera saciado, pues era profundamente emocional como
también intensamente físico para ambos, dragones y humanos involucrados.

No preguntes como, niña, le aconsejó Kelzy, aun enviando alientos de olor a canela
sobre ellos, para darle tanto consuelo como podía al corazón roto de su caballero.
Sólo acepta que será así. La Madre y nosotros lo hicimos así. Percibimos lo que ambos
hombres sienten por ti y lo que sientes por ellos. Este es el momento decisivo, creo.

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El Club de las Excomulgadas
¿Quién es nosotros? Una sospecha se coló a hurtadillas en su mente, pero era una idea
muy salvaje como para contemplarla.

Déjanoslo a nosotros, niña. Cuida a Jared ahora. Esta tormenta se preveía desde hace mucho
tiempo y sentirá vergüenza por sus acciones si le das media oportunidad. Mejor llévatelo a tu
cama ahora y lleva su mente más allá de la pena del momento. Dale algo más placentero en
que poner su atención.

¿Quieres que duerma con él?

¿No es lo que has querido por semanas? La voz de Kelzy era ladina con el conocimiento
que solo otra hembra podía entender.

Bueno… si, supongo. Pero él no me desea. No de verdad.

¡Tonterías! El hombre te ama.

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Adora jadeo. ¿Estás segura?

Conozco a mi caballero. Es terco pero ama profunda y verdaderamente. Tiene un buen


corazón que ha sido muy mal herido y toma mucha responsabilidad sobre sus solitarios
hombros. Te necesita, Adora. Necesita tu fuerza y tu amor.

¿Pero qué hago con respecto a Darian?

Niña, la Madre de Todos sabe lo que hace. Observa a Darian. Creo que lo entiende. Él sabe
cuánto te ama Jared y cuanto te necesita. Él ama a Jared como a un hermano y odia verle
herido de esta manera. Creo que lo entenderá. Creo que será de ayuda. Llévalo contigo y ve a
donde te lleva todo esto.

Pero no es un caballero. No espera tener que compartir a una mujer con otro caballero.

Es un hombre, niña. No conozco a muchos machos humanos que dejarían pasar un trío
cuando la oportunidad se les ofrece.

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El Club de las Excomulgadas
Adora sólo sonrió ligera, tímidamente al encontrarse con los ojos de Darian sobre
el amplio hombro de Jared.

Ella vio calidez allí, la calidez del cuidado y del amor, pero también la calidez del
deseo. Darian le había enseñado justamente anoche que no estaba muerta sexual o
emocionalmente como pensaba. Él le había dado un empujón de confianza junto
con su tierno y demandante amor. Sabía que él cuidaba de ella y se estaba
rápidamente enamorando de él también, pero su corazón también quería a Jared.
Adora lo había querido desde casi el momento en que lo había visto por primera
vez.

Jared la necesitaba desesperadamente, lo sabía en su corazón y este colapso sólo lo


probaba más a fondo. Él necesitaba amor y apoyo. Necesitaba dejar que la gente se
le acercara, no solo los dragones. En los últimos años, sólo Kelzy se las había
ingeniado para penetrar sus defensas alrededor de su corazón. Pero esas defensas se

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derrumbaron y se estrellaron al tiempo que ella y Darian le habían dado su apoyo
en su profunda pena.

Darian se movió lentamente, yendo detrás de ella, sosteniendo su mirada tanto


tiempo como pudo hasta que estuvo detrás suyo. Recluida entre dos duros cuerpos
masculinos, Adora arrastró sus manos por la espada de Jared al tiempo que sus
sollozos se reducían. Estaba silencioso, tan necesitado pero tan resuelto. Jared se
enderezó paso a paso, sus cálidos labios acariciaron su cuello al moverse, quizá no
siendo capaz de encontrarse con su mirada mientras tuviera sus ojos rojos por la
pena largamente negada. O quizá porque finalmente se dejaba ir por la atracción
entre ellos.

Al moverse, también Darian lo hizo, extendiéndose para tomar su cintura,


moviendo su ya dura erección contra los suaves globos de su trasero. Así que Kelzy
estaba en lo correcto. Aparentemente hacer que Darian la compartiera no sería una
algo tan duro después de todo. O mejor dicho, había una cosa dura relacionada a
esto, pero era algo bueno, las cosas duras que vería las pondría a buen y largo uso.
Apenas podía esperar.

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El Club de las Excomulgadas
Sonriendo para sí misma, Adora sacó la camisa de piel de Jared, tirando de las
correas al tiempo que él trabajaba en las suyas. Darian ya le estaba quitando sus
calzas y desnudando sus piernas. Kelzy observaba todo con aparente aprobación,
formando nubes con su dulce aliento sobre ellos para mantenerlos calientes al
desnudarse unos a otros.

Adora no podía creer que fuera tan lasciva. Su único amante antes de anoche había
sido su marido. Se habían casado jóvenes, solo adolescentes buscando a tientas en
la oscuridad hasta que agarraron el tranquillo de cómo unir sus cuerpos, pero esto
era otra cosa. Darian le había mostrado cosas anoche que nunca se había
imaginado y sentía que estaba lista para otra lección que le quitara el aliento.

Jared atrapó su boca con la suya, con sus labios demandantes como nunca antes.

Su ropa se había ido y ella jaló la de Jared con su entusiasta ayuda.

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Muy pronto estuvo desnudo también, pero ella no tuvo la oportunidad de dar un
paso atrás y disfrutar de la vista de su masculino cuerpo. No, él estaba muy
deseoso. La mantuvo cerca, mantuvo sus labios fusionados con los suyos al tiempo
que sus manos vagaban, aprendían y reclamaban primero sus senos, después la
suave expansión de su abdomen y más abajo, para tomar su humedad entre sus
piernas que se retorcían.

Darian también estaba ocupado, sacándose su ropa y dejándola caer hasta sus
rodillas tras ella. Sus labios dejaron un rastro de besos todo el camino hacia abajo
por su espada y en lo alto de sus muslos hasta que alcanzó su meta, entre las suaves
nalgas, en su trasero. Agarró sus nalgas y las estrujó, aparentemente disfrutando de
la suave carne, inclinándose para mordisquearla y succionarla, dejando su marca en
ella y lamiendo el temporal y excitante dolor, alejándolo con su astuta lengua.

Fue Darian quien la llevó al suelo, tomando su peso con sus fuertes brazos mientras
Jared se rehusaba a dejarla ir. Tener dos pares de manos masculinas acariciando su
cuerpo era una tentadora, excitante y maravillosa experiencia. La aprobación que
leyó en los rostros de ambos cuando Jared le dejó tomar aire, le dio la confianza de

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El Club de las Excomulgadas
levantar sus manos y recorrer el pecho de Jared de arriba abajo hasta su tensa polla.
Estaba tan duro, tan preparado y ella supo que esta primera vez seria rápida.

Estaba bien para ella. Haría cualquier cosa por él. Se dio cuenta en ese momento de
que lo amaba, verdadera, profundamente y sin reservas.

—Ven a mí ahora, Jared. Hazme el amor.

El gruñó al sostenerse sobre ella. Por suerte Darian había hecho una especie de
cama con las ropas descartadas. Kelzy había ayudado recogiendo un montón de
arena caliente de su revolcadero. Darian había cubierto la arena con la ropa para
que Adora yaciera en una clase de cama apretujada y más cómoda de lo que
hubiera esperado.

Jared miró hacia a la mujer esperando por él, a sus suaves muslos separados, a sus
amplios hermosos ojos verdes con aceptación a lo que él quisiera hacerle… y a su

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amor. Podía ver el amor brillar en sus ojos y supo que sentía lo mismo. No podía
seguir negando su necesidad de ella y de su hermoso, abierto y sanador corazón.

Se acomodó entres sus piernas, incapaz de detenerse. La besó tiernamente, después


halló un último momento de cordura para mirar su amado rostro.

—No quiero lastimarte.

—No lo harás —Su sencilla aceptación de él y todo lo que era lo humillaron.

—Te amo, Adora. —Él contuvo su aliento. Dejar su corazón al descubierto de esta
manera era un riesgo.

Ella toco su áspera mejilla, con una sonrisa espectacular.

—Yo también te amo, Jared.

Sus palabras tocaron un lugar profundo en su corazón que pensó que se había ido
para siempre. Pero de repente ella estaba allí, en su corazón y él supo que nunca

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El Club de las Excomulgadas
sería removida de ese lugar. Besando sus dulces labios reverentemente, el calor
entre ellos se alzó una vez más a punto de ebullición.

—Te necesito ahora, Adora. Lo siento, no puedo ser suave.

—No quiero que seas suave. Te deseo, Jared. —Ella enfatizó su demanda con un
erótico pulsar de sus caderas que llevó su dura polla dentro de la calidez de su
expectante vaina. Y él no podía esperar más.

Con un gemido, se enterró dentro de ella, glorificándose en su calor, en su calidez,


en su humedad y en su amor. Estaba tan metido en su deseo que apenas oyó sus
suspiros de respuesta al placer al tiempo que bombeaba fuerte y rápido en ella,
tensándose contra la fuerza que lo llevaba hacia adelante, deteniéndose para hacer
que esta primera vez fuera lo más duradera posible, pero era una batalla perdida.
Había esperado mucho tiempo para aceptar la verdad de que ella era suya y muy
pronto sus pelotas se apretaron y todos su cuerpo se tensó al hacer erupción en su

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interior, rociándola con su tributo, bañando su vientre con su esencia, haciéndole
verdaderamente suya.

Jared se colapsó sobre ella, abriendo los ojos lentamente para mirar fijamente los
suyos. Entonces la besó con una suavidad que habría sido casi imposible hace unos
momentos. Adora suspiró en su boca, con sus labios temblando por las últimas olas
de su orgasmo. Jared sintió la sensación de alivio porque de alguna manera logró
darle placer, incluso en su ciego deseo.

Él besó su cuello, sus hombros, haciéndose camino hasta las puntas de sus senos y
ella suspiró. Hubo un sonido de piel a su lado que apenas oyó en su ocupada mente
y Jared levantó la mirada.

Ahí estaba Darian, tratando de apretujar una dolorosa dura erección dentro de sus
calzas.

—¿A dónde crees que vas así? —Jared estaba lo suficientemente satisfecho para
retomar un poco de su usual buen humor.

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El Club de las Excomulgadas
Darian se le quedó mirando, sus ojos encontraron los de Jared con arrepentimiento.

—Mira, obviamente vosotros dos necesitáis algún tiempo solos…

¡Solos no! Kelzy insistió. Él es parte de esto, Jared. Haz que lo vea.

Jared obeservó al dragón que había presenciado todo con una renuente sonrisa
torcida en los labios.

—Así como me lo recuerda mi compañera dragón, Darian, tú eres responsable de


esto. Sé que tú también la amas. —Jared finalmente encontró la fuerza para
levantarse del exquisito cuerpo de ella. Acariciándola al ponerse de rodillas, Jared
se salió suavemente de entre sus resbalosas piernas. Cómo odiaba estar apartado de
ella. Pero las cosas debían solucionarse entre los tres. Tenía que hacer entender a
Darian la complejidad de los sentimientos que el mismo no podía alcanzar a
comprender, pero que aceptaba de cualquier modo.

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—Estaba celoso como el infierno cuando te vi con ella anoche, pero sé lo que vi.
Había amor allí, en cada momento. De ambas partes. —Se inclinó para besar el
sonrojado rostro de ella.

—¿Nos viste? —se sonrojó más intensamente con vergüenza.

Él le guiñó un ojo.

—Sí, vi todo. No dormí en absoluto por estar pensando en cómo se debía de sentir
el estar atrapado profundamente dentro de tu hermoso cuerpo. —Jared le besó
suavemente.—Ahora lo sé. —Sus miradas se sostuvieron por un momento, su
sonrojo desapareció al momento que su respiración se aceleró de nuevo—. Y
también sé que él es parte de esto en tu corazón, Adora. —Su mirada cambió hacia
Darian, aun parado con indecisión, con sus ropas apretadas en sus manos.

Vio como Darian observaba a Adora y como ella regresaba su amorosa mirada.

Había amor allí, sin duda. Adora no se entregaría sin él.

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El Club de las Excomulgadas
Darian sacudió la cabeza y regresó a vestirse cuando Adora se sentó en su cama
improvisada.

—Debería irme.

—No. No deberías. —La voz de Jared era firme pero contenía más que una pista de
frustración. ¿Cómo poder explicarle algo que ni siquiera él comprendía?

—Mira, Dar. Es algo de caballeros eso de compartir. Si hay amor, entonces no hay
nada malo con nosotros estando juntos con Adora, tanto como ella lo quiera.

Él miró hacia la sorprendida pero sonriente mujer.

—Y creo que ella lo desea.

Él le dio un pequeño empujón con su rodilla a la de ella.

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—¿No es así, querida?

Adora estaba confundida, pero su corazón sabía lo que quería. Su corazón quería a
ambos con ella, para siempre. Su coño los quería a ambos también. Era un
escandaloso y excitante pensamiento.

—Yo… —Ella buscó las palabras correctas—. No lo entiendo, pero… os quiero a


ambos. Ambos estáis en mi corazón. —Ellos se quedaron parados y Adora fue
primero a Jared y después a Darian, tomando a cada uno de la mano—. Los
necesito a ambos.

Sonrojándose incontrolablemente, ella besó a Jared, después a Darian, apoyándose


en Darian un poco más de tiempo, convenciéndole con su boca, con su cálida
desnudez y sus suaves suspiros de que no quería que se fuera.

Cuando la soltó, había una tentativa sonrisa en los chispeantes ojos azul claro de
Darian.

—¿Estás segura, Adora?

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El Club de las Excomulgadas
Ella rió.

—Estoy conmocionada por mi propio comportamiento, pero sé que os quiero y


necesito a ambos. Tan loco como suena, os amo a ambos. Por favor no me hagáis
escoger entre vosotros. Destrozaría mi corazón. —Los ojos de ella se pusieron
serios—. A menos que la idea de mmm… compartir… te hiera. No me gustaría
causaros a ninguno algún dolor.

Jared le sonrió ampliamente.

—Nunca esperé tener a una mujer para amar otra vez en mi vida. Eres un milagro
para mí y como líder de los caballeros, estoy acostumbrado a las relaciones de tres.
Veo todos los días lo bien que funcionan. Darian y yo nos hemos conocido por
mucho tiempo. Nos respetamos mutuamente como guerreros y hombres de estado,
pero más como amigos. No tendrás ni una queja de mí.

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La cabeza de Darian se inclinó al tiempo que parecía pensar cuidadosamente su
respuesta. Adora contuvo su aliento y esperó a ver que decía. Era de otra tierra
después de todo, donde las tradiciones probablemente eran distintas. Sólo la Madre
sabía lo que lo habían criado a esperar… Adora se dio cuenta en ese único tenso
momento que no estaría verdaderamente feliz a menos que pudiera tenerlos a
ambos. Era así de simple y así de sorprendente. Nunca había pensado en tener
incluso a un hombre en su vida otra vez y ahora se sentía incompleta sin dos.

Se estaba volviendo avariciosa en su vejez, pensó con una risa interna.

—No entiendo esto para nada, pero necesito estar contigo, Adora. Más de lo que
necesito respirar. —Darian se movió un paso más cerca y acarició su mejilla con el
reverso de su gran mano—. Jared y yo hemos sido buenos amigos por un largo
tiempo. Él es como un hermano para mí y si tengo que compartirte con alguien,
sería con él. No pretendo comprender como esta relación de tres partes funcionará,
pero estoy deseoso de hacer la prueba, si de verdad quieres esto.

Ella tomó su mano y le dio la vuelta para darle un tierno beso en la palma. Sus ojos
se encontraron y le sostuvieron la mirada al sonreírle.

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El Club de las Excomulgadas
—De verdad lo quiero. Quiero tratar. —Lágrimas de júbilo resbalaron por su rostro
al mirarlo a los ojos—. Darian, te amo.

—Y yo te amo, Adora. —Un beso selló sus palabras cuando tiró de su cuerpo para
abrazarla. Adora empujó las calzas que se había puesto con premura hasta que
estuvo desnuda una vez más.

—Mudemos esto a la recamara, —sugirió Jared—. Creo que tenemos algunos


asuntos sin terminar los cuales hay que atender.

Cogiendo la mano de Darian y atrapando con la otra mano la de Jared, ella los
guió a ambos hacia la cama grande en la suite de Jared. Jared le guiñó un ojo al
levantarla en sus brazos, caminando tranquilamente por la arcada de entrada y
depositándola en su ancha cama.

—Como mi dama desee, por supuesto.

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Darian sabía que no podía ir despacio esta vez. La necesitaba desesperadamente.

Mirar a Adora hacer el amor con Jared, en lugar de disminuir su deseo, hacía
solamente que aumentara más. Una mirada de entendimiento pasó entre los
hombres cuando Jared se hizo para atrás, haciéndole señas a Darian para que
tomara la delantera esta vez. Con un asentimiento de gracias, Darian se hincó en la
cama junto a Adora. Ella estaba deseosa por ambos y su pequeño cuerpo sensible
sólo hacía que su pasión escalara más alto de lo que nunca había estado.

—¿Cómo lo quieres, mi cielo? ¿Lento, rápido, suave o fuerte? —Darian le murmuró


al morder su suave garganta camino a sus sensibles senos.

—Quiero lo que tú quieras, —ella le contestó con inocencia.

Él amaba eso de ella. Era toda una mujer, pero tan inocente. Apostaría que su
esposo, que los dioses tuvieran en su gloria, no la había llevado más allá que
hacerle el amor de manera básica. Darian se apoyaba en el pensamiento de que él le

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El Club de las Excomulgadas
podía enseñar una cosita o dos acerca de cómo dar y recibir placer. Había tanto que
quería experimentar con ella, tanto que quería que experimentara.

—Eso deja mucho para una salvaje cabalgata, mi adorada.

El mordió suave y ligeramente su abdomen, lamiéndola más hacia abajo, sobre su


distendido clítoris. Un segundo pequeño mordisco ahí para comprobar lo lista que
estaba, lo hizo sonreír. Ella estaba borboteando y tan sensible a cada uno de sus
movimientos. Estaba más que lista para él.

Moviéndose con algo de urgencia, pero acariciando su piel en cada oportunidad,


Darian se puso debajo de ella. Tenían una idea en mente y giraron para ver hacia
Jared, complaciéndose de ver la nota de fuego en los ojos del otro hombre al ver a
Adora. Le presagiaba algo bueno a los planes de Darian. Atrayendo la atención de
Jared con una palmada sobre la hermosa carnosidad del trasero de ella, Darian
enarcó una ceja hacia el caballero. La compresión llameó al tiempo que Jared se

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lamía los labios, pareciendo fascinado por la vista del cuerpo de Adora, meciéndose
seductoramente con sus apasionados movimientos.

—¿Qué tal si todos hacemos esto juntos? —Darian se aseguró de que su voz se
elevara lo suficiente para que Jared pudiera oír preguntar a la mujer de ambos.

—¿Es posible? —Adora se sentó hacia atrás, mirando hacia abajo, hacia él con
interrogantes en sus adorables ojos verdes.

Él se rió.

—Eres una sanadora, mujer. Deberías saber que hay más de un lugar en donde un
hombre puede darse placer y a su mujer.

Ella se sonrojó tan linda que él se elevó y la besó, con los músculos en su abdomen
contrayéndose y moviéndose al sentarse bajo su ligero peso.

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El Club de las Excomulgadas
Haciéndose hacia atrás, Darian observó cuidadosamente sus ojos por alguna señal
de miedo, pero no había ninguna. No, su pequeña aventurera era curiosa y estaba
más que un poco excitada si es que la estaba leyendo correctamente.

Él miro hacia Jared y atrapó la mirada del otro hombre una vez más.

—¿Qué dices tú?

La polla de Jared estaba dura como una piedra viendo a Adora trepando por todo
el firme cuerpo de Darian. El otro hombre era casi malditamente perfecto. Ninguna
enorme y fea cicatriz marcaba su piel y Jared recordaba cómo las damas de la corte
habían suspirado por su atractivo rostro y perfectos dientes. Podía entender porqué
a Adora le gustaba Darian, pero no podía imaginarse porqué en todo el mundo esta
mujer lo quería a él también.

Él estaba muy desfigurado por las cicatrices, su cara no era nada por lo cual

Bianca D’arc - La Guarida Fronteriza - Serie Caballeros Dragón II


suspirar. Su cuerpo era tosco, su cabello se iba para todos lados sin importar lo que
hiciera para domarlo y ahora se empezaba a poner gris en las sienes. Ya no era el
guapo Lord que una vez había pretendido ser. Era un duro guerrero ahora, en toda
la extensión de la palabra. Aun así, la mágica luz de la pasión templaba la
seductora verde mirada de Adora cuando lo miraba.

Aparentemente el amor verdaderamente te cegaba, porque ella lo veía con ojos de


amor, de la misma manera en que veía las perfectas facciones de Darian. ¿Cómo se
había vuelto tan afortunado?, ¿por qué la Madre lo había bendecido tan bien? Jared
nunca lo sabría, pero pasaría cada momento probándole a Adora que su amor no
estaba erróneamente dado, demostrándole una y otra vez cuanto la amaba y la
apreciaba también.

Cuando la ceja arqueada de Darian lo retó, Jared estaba más que dispuesto. Buscó
alrededor del espartano cuarto, sabiendo que necesitaba algo con que facilitarle su
entrada dentro del canal que nunca había sido usado de Adora. La curiosidad en
sus ojos le dijo que nunca había hecho esto antes, nunca había tomado la polla de
un hombre por su lindo trasero, pero sabía que ella estaba dispuesta a tratar. No

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El Club de las Excomulgadas
quería lastimarla, así que se aseguraría que estuviera bien preparada. El único
problema era que Jared no estaba listo en su totalidad. No tenía nada que usar
como un lubricante para ayudarle a facilitar su paso a través de sus apretados
músculos.

Mira en el cajón superior de tu mesa junto a tu cama.

La voz de Kelzy le llegó aparentemente de la nada. Dándose la vuelta Jared espió


la gran cabeza de Kelzy observándolo todo desde la arcada de entrada. Debió haber
sabido que su compañera dragón estaría observándolo y a la pequeña mujer
humana que quería como si fuera una hija.

Jared fue a la mesa de noche y abrió el cajón. Dentro había un gran tubo de una
loción de olor plácidamente herbal guardado prístinamente en la superficie que
nunca había visto con anterioridad.

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Volteó a ver a Kelzy sospechosamente. ¿De dónde vino esto?

Le pedí a Belora que lo pusiera allí.

¿Estabas terriblemente segura acerca de esto entonces, eh?

Tenía la esperanza, clarificó Kelzy. Le recé a la Madre para que vosotros tres se dieran
cuenta y vieran lo que ha estado enfrente vuestro todo el tiempo.

Sin ningún comentario, Jared agarró el cuenco con un poco de salvia y regresó
junto a los enredados amantes en su cama. Adora estaba empalada en la polla de
Darian, cabalgando sinuosamente mientras Darian la mantenía a paso lento. El
otro hombre sabía lo que venía y la estaba guiado a través de la experiencia,
comprensivo y tierno, así como Jared lo veía con aprobación.

Jared atrapó la mirada de Darian al acomodarse. Asintiéndose el uno al otro sobre


el hombro de Adora, Darian se estiró hacia abajo y separó las exuberantes nalgas,
ayudando a Jared en su tarea de enseñarle ese nuevo placer.

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El Club de las Excomulgadas
Él untó su pequeño orificio con la mezcla herbal, sondeándola suavemente al
principio, después más insistentemente al tiempo que ella respondía con suaves
suspiros y gemidos hambrientos a sus movimientos. Él hundió dos dedos en ella,
ampliándola suavemente, urgiéndola a relajarse mientras él se hacía camino dentro
de ella. Un tercer dedo se resbaló íntimamente y después de acariciarla un poco
sacándolo y metiéndolo, él se dio cuenta que ella estaba tan lista como podía estar.

Tan gentil como pudo, se acomodó en su entrada, presionando constantemente


para entrar. Ella lo aceptó sorprendentemente sin mucha lucha, con su cuerpo
temblando solo un poco al tiempo que se estiraba por primera vez de esa nueva
forma.

—¿Todo está bien? —preguntó Jared, inclinándose para mordisquear el lóbulo de


su oreja.

Adora gimió.

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—Se siete tan extraño, tan bien. ¡Oh, Jared!

Sonrió y se hundió completamente dentro de ella. Una vez allí, sólo espero un
momento, tanto como para dejar que ella se ajustara y disfrutara del sentimiento.
Jared podía sentir la cordillera de la polla de Darian a través de los tejidos que los
separaban. Jared sabía que el otro hombre sentía su vagina imposiblemente
apretada alrededor de su tenso miembro, tal como él la sentía doblándose dentro de
su trasero. Atrapó la mirada de Darian y comenzó a moverse en ella. Esta era una
verdadera sociedad, la meta era hacer que la mujer entre ellos experimentara el más
extremo placer.

Ambos estaban dedicados a su trabajo.

Mientras Adora sollozaba con su creciente placer, cada uno sacaba y metía su polla
con ritmo. Ella se tensó entre ellos, yendo de pico en pico al montarla a través del
placer hasta otra ola de éxtasis.

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El Club de las Excomulgadas
—¿Estas con nosotros, amor? —oyó a Darian preguntarle. Ella gimió en respuesta
al tiempo que ambos hombres se reían, pero el tiempo se estaba acercando.

Jared aceleró el paso, sabiendo que Darian sentiría y comprendería la necesidad de


la urgencia. Juntos la montaron llevándola más y más alto. Jared amaba la forma
en que sus dedos se agarraban a sus manos y a sus brazos y su boca buscaba
cerrarse sobre la piel resbaladiza de sudor de Darian. Ella estaba cerca de derretirse
totalmente y juntos la llevarían ahí.

—Ahora, Adora, ahora —Jared gritó al sacudirse dentro de ella, golpeándola alto y
duro. Él sintió a Darian hacer lo mismo cuando el cuerpo de ella se convulsionó
alrededor de ellos en una explosión aún mayor. Adora gritó al correrse, una y otra
vez, fuerte y rápido, y Jared se dio finalmente permiso de dejarse llevar.

Pulsó dentro de su trasero, llenándola con su semen, sabiendo que al mismo tiempo
Darian estaba llenando su matriz con su propio tributo. Era un sentimiento

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sorprendente y uno que nunca había pensado llegar a conocer. Amar y ser amado y
saber que si fallaba, había un camarada ahí, listo y dispuesto para ayudarle, incluso
tal y como él también haría. Juntos atesorarían y amarían a esta pequeña mujer
quien les daba mucho de sí misma, y quien nunca estaría en peligro, siempre y
cuando uno de ellos viviera.

Saliendo de ella tan suave como pudo, Jared se tomó solo un momento para
asearse antes de regresar a la enorme cama, reclamando un costado del exuberante
y satisfecho cuerpo de ella para él y cayendo en un descanso profundo y sin sueños.
La crisis había pasado. Sólo había un futuro el cual esperar ahora y se veía
realmente brillante.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Seis
Antes de que los demás se levantaran la siguiente mañana, Darian caminó por los

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pasillos de la Guarida, por la necesidad de ejercitar la pierna que sanaba. La
Guarida era una verdadera proeza arquitectónica y de magia, combinadas para
formar un lugar hospitalario para el hombre y el dragón al mismo tiempo. Había
pocas mujeres y niños alrededor, pero los había. La mayoría le sonrieron y
asintieron cuando pasó, amistosos pero reservados. Era después de todo, muy
temprano por la mañana, así que todos mantenían sus voces bajas para evitar
despertar a aquellos que necesitaban dormir más.

Darian siguió a la mayoría de los madrugadores con rumbo al gran salón. Ahí,
encontró a un nutrido grupo de gente reunida, desayunando. Algunos caballeros
claramente llegaban de su turno, aún vestidos con sus pieles y algunos estaban
acabados de rasurar, con prisa por llegar a sus propias patrullas. Todos lo miraron
con sospecha, aunque ninguno le molestó mientras comía avena de un pequeño
cuenco que una de las sonrientes mujeres le había llevado.

Había algunos que no lo veían como a un enemigo, pero eran pocos y esparcidos.
Las miradas desdeñosas que le enviaban de los alrededores del salón hicieron a
Darian sentirse expuesto. En lugar de tentar al destino, y a los molestos caballeros

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El Club de las Excomulgadas
mirándole hostilmente, terminó su alimento, después dejó su cuenco usado y su
cuchara en el área aparte y salió silenciosamente del salón.

Esa debió ser la extensión de sus aventuras, pero Darian no contaba con la
estupidez de la juventud. Algunos de los caballeros jóvenes lo siguieron, caminando
junto y detrás de él en el amplio corredor cuando se dirigía hacia la plataforma de
lanzamiento. Estaba de camino de regreso a la suite de Jared y Darian, había
querido un poco de aire fresco antes de regresar, pero los jóvenes caballeros
cambiaron sus planes.

Le seguían de cerca, ralentizando su paso para emparejarse al suyo al acercarse a la


amplia área de aterrizaje. Todos sus instintos se pusieron en alerta. Esos caballeros
aparentemente tenían alguna clase de problema con él e indudablemente querían
ser escuchados, o algo peor.

Normalmente Darian era ligero de pies y bueno con sus puños, pero su herida

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recientemente curada ponía un traspié en su estilo. Aun así, cinco contra uno, no
serían buenas posibilidades. Y encima de todo, Darian realmente no quería pelear
con esos muchachos. No tenía el corazón para hacerlo. Los caballeros Draconianos
tenían toda la razón para despreciar a Skithdron después de los ataques no
provocados en la frontera. Skithdron tenía la culpa y estos jóvenes de cabeza
caliente le veían como el enemigo, sin importar que hubiera sacrificado todo lo que
poseía y hubiera ido allí y advertido al lado Draconiano de las peores cosas que
iban a suceder.

Para ellos era simplemente un enemigo.

Darian suspiró al llegar a la descubierta zona de aterrizaje. Ahora harían su


movimiento después de todo, era lo que imaginaba. No lo decepcionaron.

—No te queremos aquí basura Skithdroniana.

Darian se volteó para encarar al que habló, de espalda a la amplia extensión de la


plataforma de aterrizaje. Ahora había siete de ellos. Aparentemente dos más habían

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El Club de las Excomulgadas
llegado de su patrulla y se habían unido con sus compañeros en contra del enemigo.
Darian contuvo un suspiro con fuerza.

—No tengo ninguna querella con usted, sir caballero. —Darian hizo lo que pudo
para mantener su tono civilizado pero firme.

—¿Y que si nosotros tenemos una contigo? Bastardo Skith. —Otro de los tontos
jóvenes encontró la valentía para hablar, alentado por sus compatriotas.

—Vuelve de donde viniste, —otro dijo desdeñosamente.

Darian no quería que esto se convirtiera en una pelea. Todos esos hombres eran
más jóvenes y grandes, con entrenamiento en batalla. Pero Darian tenía
habilidades, incluso con su pierna ligeramente hinchada, que le aseguraban poder al
menos mantener su lugar. Aun así, no quería lastimar a ninguno de esos
jovenzuelos. Pensó que no sería buena idea pagar la hospitalidad de Jared

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deshabilitando a cinco o seis de sus caballeros en su primer día en la Guarida.

—Mira, —Darian levantó las manos, con las palmas hacia afuera en un gesto de
calma—, no quiero ningún problema.

—Entonces vete, —llegó la rápida réplica.

Darian no tenía ninguna pista de cómo aligerar la situación. Los jóvenes caballeros
estaban atrayendo la atención y otros se acercaron, algunos para unírseles, otros
simplemente para observar. Fue consciente de los dragones también, se habían
detenido para ver lo que sus compañeros humanos estaban haciendo y un dragón
en particular se puso detrás de él, acomodándose a su espalda.

Casi temiendo lo que encontraría, Darian torció su cabeza para encontrar un


dragón azul verdoso, impactante, parado detrás de él. Era Kelzy y claramente
mostraba su apoyo a Darian, viendo a los caballeros molestarle, ahora a ambos,
con una fija mirada beligerante.

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El Club de las Excomulgadas
No se atrevería a esperar ninguna asistencia del gran dragón, aunque pensaba que
le empezaba a caer bien al irle conociendo. Aun así, esa demostración de apoyo era
completamente inesperada y extrañamente le hacía sentir humilde.

Darian no conocía bien a Kelzy, pero sabía en su corazón que tenía que ser un
dragón especial por haberse ganado la confianza de Jared, un hombre conocido por
su interior sabio y puro.

Los jóvenes caballeros no claudicaron, pero dejaron de amenazar físicamente a


Darian y antes de que se diera cuenta una confrontación jurada estaba en proceso.
Él se maldijo por haber salido solo a las aéreas públicas de la guarida cuando otros
dragones se acercaron a ver lo que Kelzy hacía. De repente su paseo matutino se
había convertido en un incidente internacional.

—Oh, grandioso, —Darian balbuceó para sí cuando una ligeramente desaliñada


Adora y Jared se abrieron paso a codazos por el ahora enorme grupo reunido

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alrededor de él y Kelzy. Debió haberse dado cuenta que el dragón llamaría a su
compañero.

Darian hubiera preferido no forzar la mano de Jared de esta manera, no


especialmente después de los eventos del día y de anoche. No tenía idea si Jared
sería cordial o estaría herido esa mañana. Las probabilidades eran buenas en
cualquier sentido después de la situación emocional de la noche anterior.

—¿Qué está pasando aquí? —Jared demandó a sus caballeros mientras Adora se
quedaba atrás, observando con enormes y nerviosos ojos.

Uno de los contendientes dio un paso adelante desde la gran muchedumbre que lo
enfrentaba ahora.

—Lo queremos fuera de aquí, Jared. Es una basura Skithdroniana y probablemente


un espía.

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El Club de las Excomulgadas
Jared miró fijamente a sus caballeros con una profunda decepción. Creía que
conocía a estos hombres. Pensaba que conocía sus corazones, pero aparentemente
había estado equivocado.

Ellos no le conocían lo suficientemente bien para confiar en su juicio y realmente


¿cuándo se había abierto hacia ellos? Era su propia culpa.

Tristemente, sacudió la cabeza. No había nada que pudiera decir. Los líderes
dirigían con el ejemplo, no haciendo discursos. Jared se tomó su tiempo para mirar
a cada uno de sus caballeros a los ojos. Tomó nota de quienes se mantenían en
contra de él directamente con desafío a su liderazgo y de aquellos que apenas
observaban desde los costados. Gareth y Lars no se veían por ningún lugar, aunque
hubiera esperado que esos dos, al menos, estuvieran junto a él y confiaran en su
juicio.

Sin decir una palabra, Jared le dio la espalda a los que dudaban y se paseó con

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ferocidad al lado de Darian. Dándole una palmada en la espalda, Jared demostró
su apoyo al lord Skithdroniano quien se había convertido en más que un hermano
para él, en más que un amigo. Este hombre era parte de su familia ahora. Sin
importar el tipo de complicaciones que surgieran de eso, estaría allí para Darian.

Kelzy se alejó, sorprendiendo a Jared, pero no cambió de opinión. Se quedaría a


lado de Darian contra los que vinieran. Solos si fuera necesario.

Pero no estaban solos.

Un momento después, otro dragón se cernió detrás de ellos. No era Kelzy y por
sólo un segundo Jared temió un nuevo tipo de ataque, pero cuando miró, su mente
dio vueltas acelerándose con los giros que sus pensamientos daban. La presencia
que se cernía sólo podía significar una cosa. Sólo esperaba que su amigo estuviera
preparado para lo que le aguardaba.

Oh, la Madre se estaba riendo a lo grande de todos hoy. Su influencia estaba clara
con ese nuevo desarrollo de la situación. Jared sólo esperaba que Darian entendiera
lo que el Destino le tenía preparado.

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El Club de las Excomulgadas
Un enorme dragón cobrizo se cernió sobre el hombro de Darian, una solida
presencia, de alguna manera más reconfortante de lo que Kelzy había sido. La voz
de Sandor resonó en la cabeza de Darian como sólo lo había hecho una vez con
anterioridad. Pero esta vez, él sintió un refuerzo en la conexión, una apertura del
sendero que iba de la mente del dragón hasta la suya.

Te reclamo como mi caballero, Sir Darian, antes Lord de Skithdron. Te has probado a ti
mismo merecedor y si me aceptas, seré tu compañero y socio por el resto de tus días.

—¡Dioses misericordiosos! ¿De qué estás hablando?

—¿Lo oíste? —Jared preguntó audiblemente. Darian estaba confundido. ¿Por qué
Jared haría tal pregunta? Era más que seguro que todos pudieran oír hablar al
dragón.

—Por supuesto que lo oí.

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Lord Darian siempre ha tenido la habilidad de oírme, solamente no había sido abierta. He
hablado con él antes.

—¿Es verdad eso? —Jared quería una confirmación pública por alguna razón.

Darian asintió.

—Me habló una vez con anterioridad.

—Entonces está en su derecho de escogerte como su caballero. Nuestras leyes dicen


que cualquier hombre que tenga la habilidad de comunicarse con la raza de los
dragones puede ser reclamado si se prueba merecedor por un dragón que desee una
asociación con él.

—¿De qué estás hablando? —Darian miró de los pasmados caballeros, al enorme
dragón cobrizo, a Jared y de regreso otra vez. Algo frío y nervioso se asentó en la
boca de su estómago, mientras al mismo tiempo algo con entusiasmo y júbilo
quería gritar desde su corazón. ¿Podría este enorme dragón de verdad quererlo a él?

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El Club de las Excomulgadas
¿Podría esta antigua y sabia criatura realmente ver algún valor dentro de un hombre
que se había convertido en un traidor para su propio país?

Yo te reclamo, Darian. Si me aceptas, seré tu compañero dragón por el resto de tus días y tú
serás mi caballero.

—¿Yo? ¿Un caballero de Draconia? —Darian apenas si podía creerlo, aunque algo
en lo profundo de su alma quería desesperadamente que fuera verdad.

Ya has probado estar deseoso de poner tu vida en la línea de peligro para advertir a los
humanos y dragones de esta tierra de un grave y serio peligro. Eres un hombre valiente y
honorable. Hay pocos caballeros aquí que sean tus iguales, Lord Darian. Acéptame como tu
compañero y continuaremos haciendo un buen trabajo para los humanos y los dragones de
esta tierra.

Darian consideró las palabras del dragón cobrizo por un largo y silencioso

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momento.

El niño que nunca había envejecido dentro de su corazón estaba brincando de


arriba abajo con emoción. Sandor era un ser tan noble y aun más era una cosa tan
rara y espléndida escuchar a un dragón hablar, cuanto más el ser su companero por
toda la vida.

Darian sabía que sería un tonto por dejar pasar esa mágica oportunidad. Si no
aceptaba al dragón ahora, viviría para arrepentirse por el resto de su vida.

Aun así, el estar de acuerdo en ser el caballero de un dragón no era algo para
tomarse a la ligera. Darian recorrió las distintas posibilidades en su mente pero
realmente solo había una única respuesta para la petición del dragón.

—Muy bien. —Darian respiró profundamente y su pecho se expandió con


excitación y alegría—. Acepto. Y haré todo lo que esté en mi poder para vivir a las
altas expectativas que tienes de mí, Sir Sandor. Solo espero que sepas lo que estás
haciendo.

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El Club de las Excomulgadas
El dragón se rio con una humareda. Confía en mí, mi amigo. Que sea tu primer acto de fe
en nuestra nueva sociedad. Para hacer esto oficial, tienes que aceptarme de esta manera,
Darian, de mente a mente. Sigue el sendero que he forjado entre nuestras mentes.

Con el brillante prodigio derramándose con alegría en su corazón, Darian siguió el


sendero en su mente usado solamente un vez con anterioridad. Era más amplio
ahora, más directo y fácil de acceder. Se sentía como si la conexión siempre
hubiera sido una parte de él y le diera un poco de la perspectiva del alma de la
mágica e increíble criatura que se las había arreglado para alterar el curso de su vida
para siempre.

Acepto, Sir Sandor. Seré tu caballero por el resto de mis días.

Sandor se dio la vuelta y dio un alarido de alegría hacia el cielo, un noble


reconocimiento de su reciente hecho caballero. Todos los demás dragones siguieron
su ejemplo, dándole la bienvenida al nuevo caballero con un enorme crescendo que

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sacudió a la misma montaña.

Adora lloró abiertamente mientras lo observaba todo. Primero Jared le había hecho
sentir orgullosa, con su noble corazón latiendo con sinceridad mientras apoyaba a
su amigo en contra de los jóvenes caballeros. Ella sabía que el honor de Jared
demandaba que él se erigiera por lo que era correcto hacer en lugar de doblarse por
la presión y lo amo profundamente por su nobleza y su honor.

Después Sandor llegó, haciendo tal despliegue público, reclamando a Darian como
su caballero quitándole el aliento. Adora de repente se dio cuenta de quien
exactamente había sido el conspirador de Kelzy desde siempre. Todo lo que
necesitaban ahora era que Kelzy y Sandor se declararan apareados y el asunto
estaría envuelto con un lindo lazo de regalo.

Adora estaba a punto de confrontar a Kelzy con sus conclusiones cuando Gareth y
Lars llegaron caminando tranquilamente, habiendo oído por sus dragones lo que
había sucedido.

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El Club de las Excomulgadas
Sin ninguna palabra, se fueron a parar firmemente a los costados de Darian y Jared.
Incluso sus socios dragones, Kelvan y Rohtina, deambularon para pararse con
Sandor. Kelzy se movió para pararse junto a su hijo, Kelvan y Adora finalmente
vió la semejanza que se le había escapado antes.

Kelzy, ¿es Sandor el padre de Kelvan? Ella envió la pregunta en privado, tiñendo su
tono con diversión.

Te tomó mucho tiempo darte cuenta. Y yo aquí que pensaba que eras una niña tan lista.

Entonces, ¿Sandor es tu compañero? De eso estabas hablando cuando dijiste que la Madre de
Todos sabía lo que estaba haciendo, ¿no es así?

Sandor vino a la Guarida para conocer a la nueva familia de Kelvan, pero cuando vio por
primera vez a Darian, supo que había encontrado a su siguiente caballero. Kelzy inclinó su
gran cabeza en reconocimiento y Adora supo abruptamente lo que tenía que hacer.

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Moviéndose para pararse ante los dos hombres que amaba, Adora se alzó y los besó
a los dos, profundamente, frente a toda la Guarida.

—¿Confían en mí? —les preguntó a ambos tan calladamente como pudo.

Ambos hombres asintieron.

—¿Me aman?

De nuevo, ellos asintieron y sus ojos estuvieron llenos con las llamas de su amor
cuando la miraron. Adora ofreció una silenciosa plegaria a la Madre de Todos,
después se dio la vuelta para encarar a los que dudaban y que aún seguían parados
confrontándolos.

—Soy la Princesa Adora de la Casa de Kent. —Hubo algunas miradas de sorpresa


de aquellos que no habían escuchado el reconocimiento público a su estatus real—.
Reclamo a estos dos valientes hombres, a estos caballeros, como mis compañeros y
Príncipes Consortes. Ellos merecen su respeto y si no les gusta, pueden hacérselo
llegar a mi primo, el rey.

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El Club de las Excomulgadas
Habiendo dicho eso, Adora enlazó sus brazos con los de los de sus hombres y
caminó regiamente por entre la muchedumbre, que se abrió como por arte de magia
frente a ellos. Los dragones los siguieron al salir del área del malecón, dejando un
silencio estupefacto detrás.

Cuando llegaron a su suite, ambos hombres se giraron hacia ella.

—¿Qué acabas de hacer, Adora? —Darian la giró mirándola con sospecha, después
giró su mirada hacia el dragón cobrizo que estaba parado junto a Kelzy tratando de
verse inocente—. ¿Y tú? ¿Qué fue todo eso, Sandor? No soy un caballero. Ni
siquiera soy Draconiano.

Difiero. Cada acción que has tomado desde que te he conocido ha sido más que merecedora de
un caballero. Eres un hombre honorable y uno que pone el bien de los otros por encima del
suyo. Esos jovenzuelos podrían aprender algunas cosas de ti, Sir Darian.

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—Concuerdo con Sandor, —dijo Adora con algo de convicción al moverse junto al
cobrizo dragón—. Después de todo es el padre de Kelvan. —Miró hacia arriba
acusadoramente al dragón, pero su sonrisa suavizó la reprimenda—. Y es el
compañero de Kelzy.

—Dulce Madre. —Jared se sentó pesadamente sobre el sofá—. ¿Han estado


planeando todo esto desde siempre?

—¿Planeando qué? —quiso saber Darian.

—Lo de anoche y ahora el que Sandor te reclamara como su caballero… todo fue
para que pudieran estar juntos.

Después de oír eso los dragones parecieron ofenderse, echando hacia atrás sus
grandes cabezas.

Para que vosotros tres podáis estar juntos, cochino desagradecido, Kelzy regañó a su
caballero. Al momento vimos que los tres deberíais estar juntos. Se necesitaban los unos a los
otros. Sandor y yo hemos sido compañeros por muchos años, es verdad, pero les

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El Club de las Excomulgadas
sobreviviremos por muchos años. Cómo podríamos quedarnos sentados y observaros
desperdiciar incluso uno más de sus preciosos años cuando el amor se os veía en la cara y
vosotros estabais dando la vuelta. Desagradec…

Vamos, Kelzy, sólo es joven. Ya aprenderá. La profunda voz de Sandor sonó divertida
para los tres humanos.

—¿Joven? —Jared estaba claramente molesto—. Ya he perdido a mi esposa y mi


hijo. —Su voz se rompió con las palabras cuando las emociones amenazaron con
sobrecogerlo—. ¿O ya lo olvidaste?

No, nunca podremos olvidarlos. Tú tampoco podrás. Kelzy había calmado la pena en la
cara de Jared.

Adora fue a él y lo tomó en sus brazos.

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—Tampoco deberías, Jared, —dijo ella. Él le abrazó ferozmente.

—No te merezco, Adora.

Bueno esa es la cosa más sensible que has dicho desde que llegamos aquí. El sonido de la
voz de Kelzy fue bromista en sus mentes.

Jared besó a Adora profundamente, como si necesitara sentirla en sus brazos,


siendo su ancla en esa cambiante situación.

—No tuvimos ninguna oportunidad, me temo. Hemos sido manipulados por


generales más grandes que nosotros. —Jared sonrió por un momento a los
dragones.

Darian le dio a Adora y a Jared una sonrisa ladeada, sus ojos de alguna manera
estaban incómodos.

—Los puedo oír en mi cabeza.

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Adora se rio y se extendió, jalando a Darian a un abrazo mientras Jared la
acomodaba en sus brazos.

—Y tú deberías, Sir Darian. —Le besó sonoramente—. Sandor no podría haber


escogido a un caballero que no lo pudiera oír hablar, ¿o sí?

Darian sacudió su cabeza, sonriéndole con desmayo.

—Creo que no. Aún no lo creo del todo. O lo entiendo.

Todo lo que necesitas saber de aquí en adelante, Darian, es que al haberte escogido, he
cumplido los deseos de la Madre de Todos nosotros. Estaba destinado que los tres se unirían y
al hacerlo, nos reunirían a mí y a mi compañera. La profunda voz de Sandor era sabia y
suave. El resto vendrá a ti con el tiempo, mi amigo. Creo que aún tienes un papel que
desempeñar protegiendo nuestro mundo del Rey Lucan. Él amenaza con molestar el balance
Natural con sus malvados planes y la Madre de Todos tiene un propósito que aún tienes que

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cumplir. Cree en eso, en ti mismo y en mí. Nunca estarás solo de nuevo, Darian, mientras
cualquiera de nosotros cinco viva. Somos familia.

*********

Hubo un cierto festín de apareamiento esa noche en el gran salón de la Guarida.


Muchos aun estaban heridos por la batalla y muchos otros en patrullaje.

La alegría era ligera, pero las felicitaciones dadas por la mayoría de los rebeldes
eran desde el corazón. Algunos todavía miraban a Darian con sospecha, pero la
mayor parte de los dragones jóvenes habían sido entrenados por Sandor o Kelzy, o
por ambos, y confiaban en su juicio. Alentados por los dragones, la mayoría de los
caballeros más jóvenes estaban deseosos de darle a Darian el beneficio de la duda.

Sorprendentemente, a Darian le era familiar los bailes tradicionales del festín de


apareamiento, eso por los años pasados como embajador en Draconia y pudo bailar
fácilmente con Adora y Jared. Fue Adora la que tuvo dificultades poniéndose al
corriente con sus recientes proclamados hombres. Ciertamente, había visto a su hija
aprender los pasos de los peculiares bailes de tres personas, favorecidos entre los

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El Club de las Excomulgadas
tríos apareados de caballeros y damas, pero nunca había bailado los pasos por sí
misma.

Al principio del baile, cuando los danzantes le llamaban para ser reconocidos y
aceptados, ella se tropezó, pero ya sea Jared o Darian siempre estuvieron ahí para
atraparla. Aunque al tiempo que la noche avanzaba, el baile se volvió más caliente
y los hombres hicieron la mayoría del trabajo. Para el momento que llegaron al
baile tradicional de apareamiento, ella tenía muy poco por hacer, y vestir, mientras
la lanzaban entre ellos, sosteniéndola cerca, besándola profundamente, y doblando
su casi desnudo cuerpo.

Ella estaba más que preparada para irse a su suite cuando los dragones
retomaron el cielo en su primer vuelo de apareamiento en años. Sabía que Kelzy y
Sandor estaban deseosos de renovar su relación y sus hombres estaban incluso más
calientes que la primera vez que los tres se habían unido con pasión. La primera vez

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había sido una catarsis para Jared e incluso para Adora de alguna manera. Habían
luchado con sus viejas penas y las habían ofrendado en un altar de pasión,
limpiando las heridas pasadas y forjando nuevos lazos que eran más fuertes y
profundos de lo que ninguno había conocido antes.

Esta vez la unión sería jubilosa. Este sería un apareamiento, un reclamo, una unión
puramente de corazones y almas. También sería el frenesí de los dragones,
influenciando a los hombres y probablemente a Adora también, tan cercanamente
unida como estaba con Kelzy, sin mencionar la impredecible influencia de su
sangre real.

Entre más cerca bailaban, mas alto se elevaba la pasión, y cuando Kelzy y Sandor
rugieron cuando se hicieron al vuelo, Jared cogió a Adora con atrevimiento e hizo
su camino directo a su dormitorio, con Darian siguiéndolos de cerca. Las parejas y
tríos apareados se dirigieron fuera del área principal también y Adora solo tuvo un
vistazo de su hija con sus dos compañeros yéndose antes de que ella saliera del gran
salón.

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El Club de las Excomulgadas
Jared le estaba besando incluso antes de acomodarla en el centro de la gran cama
en su suite. Darian le desvistió y también a si mismo entre besos que mordían su
espalda y sus caderas. Por su parte, Adora tiró lo que quedaba de las ropas de
Jared, removiendo el taparrabos con manos deseosas mientras comenzaba a sentir
los ecos de la pasión de los dragones a través del vínculo que había formado en la
juventud con Kelzy y los vínculos que ahora se estaban fortaleciendo entre ella y
sus compañeros elegidos.

Darian estaba casi descontrolado y ella sabía que él encontraría esta noche más
difícil de sobrellevar que el resto de ellos. Apenas se había vinculado a Sandor
algunas horas antes y no había tenido tiempo para acostumbrarse al dragón que
ahora compartía una conexión con su alma. Jared había estado asociado con Kelzy
por años, pero nunca había sentido el intenso calor del apareamiento que dos
dragones adultos podían crear. Tenía la oportunidad de suavizar la situación, pero
Adora sabía que esa noche le esperaba una salvaje cabalgata.

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Y ella no lo desearía de ninguna otra manera.

Darian miró a su nueva amante y se dio cuenta de que ella era su hogar. Adora era
reconfortante de una forma en que nunca había experimentado antes. En el
momento que ella le tocó, había sabido que sería la última mujer que desearía y la
única mujer que jamás amaría. Era así de repentino, así de crudo y así de
verdadero.

Así es para los caballeros, Sandor le había dicho más temprano ese día cuando sus
pensamientos se habían vuelto hacia Adora una vez más. A menos que dudes que eres
un verdadero caballero, deberías saber que la mayoría reconocen a sus compañeras en el
momento que ponen sus ojos en ellas. Es parte de ser un caballero y de vincularse con mi raza.
Sabemos quién es nuestra compañera en el momento que la vemos y para nosotros, hay
usualmente solo una para todos nuestros muchos años.

Las palabras de Sandor regresaron a Darian mientras miraba ahora a Adora. Ella
era así para él. Estaba seguro de ello y nunca había estado más seguro en su vida

116
El Club de las Excomulgadas
antes. Esto era amor, tan simple como eso. No habría nunca otra mujer para él.
Sólo Adora.

No podía tener suficiente de ella. No podía acercarse lo suficiente y parecía que no


podía controlarse cuando la tocaba. Sentía su fuego, su vapor, su deseo como si
fuera el suyo propio, pero tal vez también fuera el fuego de los dragones lo que
estaba sintiendo. Darian sacudió la cabeza tratando de mantener algún sentido de
normalidad, pero no podía.

Estaba vinculado con los enfebrecidos dragones mientras daban círculos y caían en
picada, yendo más arriba en su gozo antes de unirse y tomar ese peligroso clavado
hacia tierra mientras se daban placer el uno al otro, solamente para separarse en el
último momento posible en su caída libre. Y haciéndolo otra vez desde el principio.

Adora estaba en la cama ahora. Todos estaban desnudos y esperando.

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Darian trató de enfriar su ardor para darle a su amada Adora la oportunidad de
recuperar el aliento. Luchando por controlarse, se sentó, pero ella no aceptó nada
de eso.

Adora se lanzó hacia arriba, agarrándolo de las orejas para que no tuviera
oportunidad más que de seguir su ejemplo.

—Ven dentro de mí ahora, Dar. Te necesito y a Jared, a ambos.

—No quiero lastimarte y apenas me puedo controlar. —La admisión le desgarró el


alma, pero la sonrisa de ella hizo que todo estuviera bien.

—No necesito tu control esta noche, Darian. Te necesito a ti. Necesito tu pasión, tu
lujuria, tu polla. Y tu amor.

Liberado por su crudo jadeo de excitación, Darian observó cómo Jared la jalaba de
nuevo contra la cama, montándola con celeridad. Se movía al mismo tiempo que
los dragones que Darian podía sentir en la parte de atrás de su mente.

117
El Club de las Excomulgadas
La dura polla de Jared se deslizó en casa mientras la giraba quedándose bajo ella,
haciendo espacio para su compañero en este extraño matrimonio. Darian le
preparó, entrando despacio pero constantemente, usando el ungüento especial que
Adora había colocado en la mesa de noche antes incluso de irse al festín.
Aparentemente sabía qué esperar de esa noche y se estaba metiendo con todo, se
dio cuenta mientras que se deslizaba dentro.

Cuando ambos estuvieron asentados completamente, Darian encontró los ojos de


Jared sobre el hombro de Adora, presionado profundamente. Con un asentimiento,
comenzaron a moverse, despacio al principio, después haciéndolo más largo y
fuerte al tiempo que el frenesí crecía dentro de todos ellos.

Débilmente, oyó los gritos jadeantes, extasiados de Adora mientras llegaba al


éxtasis entre ellos. Darian sintió las poderosas contracciones de sus orgasmos
alrededor de su dura polla, pero no se podía correr hasta que los dragones lo

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hicieran.

Contra más alto volaban los dragones, más estaban los humanos encerrados en una
gloria coital. Cuando los dragones comenzaron su caída libre, así como también lo
hicieron sus contrapartes humanas, ambos hombres regaron su semen
profundamente dentro de la mujer que ambos amaban, adoraban y apreciaban con
todo su corazón. Ella había sido reclamada, llenada y marcada para siempre por
una sesión de duro amor implacable. Mientras ella descansaba contra ellos, Darian
amó cada minuto.

Los dragones se elevaron otra vez, solamente una hora después, buscando las
estrellas mientras sus cuerpos se unían, batiendo sus alas en la noche. Aunque
primero, los hombres le dieron a Adora un larga sumergida en la tina caliente
donde la tentaron sin misericordia. La recogieron de ahí, dejando atrás la enorme
tina y secando cada preciosa, tentadora pulgada, lamiéndola, haciendo su fuego
más grande.

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El Club de las Excomulgadas
Darian atrapó la mirada de Jared mientras llevaba de regreso a Adora a la cama.
Ambos podían sentir a los dragones retomando el vuelo hacia las estrellas y sabían
que su tiempo para descansar estaba casi por terminar.

—¿Estas lista para algo un poquito diferente, mi amor? —Darian le susurró al oído
mientras la guiaba hacia la cama, con sus piernas detrás de las de ella. Él restregó
su pecho contra la espalda de ella, con sus brazos enjaulando sus senos mientras
ella reía como una jovencita.

Ella se dio la vuelta en sus brazos para poner un beso tentador en sus labios.

—Cualquier cosa que desees, Maestro.

Darian gruñó.

—Mmm, me gusta cuando me llamas de esa manera. —Asintió a Jared mientras el

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otro hombre notaba las cuerdas que Darian había dejado antes de unirse a ellos en
el baño—. ¿Alguna vez te han atado, Adora? ¿Confiarías en nosotros para darte un
placer perfecto? ¿Te permitirías estar indefensa en nuestros brazos?

Ella se vio un poco insegura al principio mientras su mirada se movía entre sus
hombres, pero entonces sonrió y el destello en sus ojos iluminó sus almas.

—Confió en vosotros.

Darian le beso profundamente, llevándola hacia la amplia cama mientras Jared


preparaba las suaves cuerdas que Darian había traído con anterioridad de algún
lugar en la gran suite. Mientras Darian le sostenía los brazos, Jared se los ataba
apretadamente sobre la cabeza, usando una cuerda para asegurarla a una esquina
de la gran cama.

Darian levantó la cabeza para supervisar el trabajo y asintió con una gran sonrisa.

Jared ya había hecho eso, podía notarlo. Le sorprendía que fueran tan parecidos,
pero no cuestionaba su buena fortuna. Tenía trabajo que hacer antes que los
dragones lo llevaran más allá de la razón y dentro de su propia lujuria salvaje.

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El Club de las Excomulgadas
Adora yacía diagonalmente a través de la amplia cama, con las manos atadas, y
asegurada a una de las esquinas. Podían manejarla fácilmente en cualquier posición
con la que pudieran soñar.

Darian la giró sobre sus rodillas y codos, acomodándola de tal manera que podía
supervisar la apetecible vista que su extendido, húmedo coño hacía contra la ropa
de cama. Jared se deslizó debajo de la parte superior de su cuerpo, haciéndose
espacio, sentándose a un alcance fácil de su boca. Darian se dio cuenta de que
Jared le estaba dejando tener su coño por esa ronda y se lo agradeció al hombre con
una traviesa sonrisa mientras deslizaba su dedo dentro de su resbaladizo pozo.

Los dragones ahora se habían alzado, con sus pasiones haciéndose eco a través de
los caballeros al tiempo que ambas varas, tanto la de Jared como la suya, se
endurecían mas allá de lo soportable. El nivel de excitación que sentían era
inhumano. Pero era sólo un eco del inmenso deseo que llenaba a los dragones e

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influenciaba a los caballeros vinculados a ellos, haciéndoles más que hombres en
esos momentos.

Se sentía humilde y vigorizante al mismo tiempo. Darian vio la increíble necesidad


que él sentía, reflejada en la expresión de Jared y supo que ambos estaban
atrapados en la lujuria de sus socios dragones.

—Chúpalo, Adora. Toma a Jared en tu boca y trágatelo.

Que ella estuviera de acuerdo con tanto entusiasmo lo complacía. Le gustaba dirigir
sus acciones de esa manera y sabía que disfrutaría de corazón cuando Jared y él
cambiaran los roles.

Él se recostó en la cama y la jaló ligeramente, para que su coño descansara a la


altura de sus labios. Usó su boca para hundirse profundamente dentro de su
apretado orificio, lamiendo hacia arriba, esparciendo su humedad compartida y
haciendo pequeños círculos alrededor de su sensitivo clítoris. La sintió temblar
contra su boca y supo que ella estaba cerca.

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El Club de las Excomulgadas
Para el caso, también él lo estaba. Los dragones se acercaban a su cima y tenía que
estar justo dentro de su compañera antes de que la pasión lo superara
completamente y lo volviera loco. Con un gruñido, movió sus caderas, se levantó,
se dio vuelta y se hundió en su hogar, en su interior con un suave pero feroz
movimiento. Si ella hubiera podido gritar supo que lo habría hecho en ese
momento pero tenía la boca llena con la polla de Jared. Tal como estaba, ella
emitió un profundo sonido con su garganta que ambos caballeros disfrutaron.

Darian supo por el jadeo de Jared y la forma en la que apretó sus puños en los
castaños mechones de Adora que su vocalización había reverberado por su polla.
Por su parte, Darian sólo disfrutaba del sonido de la prueba de su disfrute mientras
los dos la poseían.

Él empezó a sacar y meter su polla, más dura y rígida de lo que nunca había estado.
Comenzó a darse cuenta cuan profundamente les afectaban los dragones a ambos,

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a él y a Jared, en formas en que nunca se hubiera imaginado, permitiéndoles a
ambos llevar a Adora a la cima antes de correrse ellos mismos.

Pero esta no era una de esas veces. Esta vez fue fuerte y rápido, duro y terrenal.
Darian golpeó contra ella, nalgueando su trasero mientras se apretaba en él,
corriéndose de una manera tan linda que hizo que perdiera totalmente el control
mientras los dragones lo hacían. Después de eso, él perdió todo pensamiento
racional, dirigiéndose a casa dentro de su nueva compañera, que era su único
objetivo.

—¡Adora! —gritó mientras todos se acercaban a las estrellas junto con los dragones.

Los ojos de Darian se cerraron apretadamente y cada músculo en su cuerpo se


tensó mientras se unía con Sandor en un duro y largo alivio dentro de las
profundidades cálidas y acogedoras de su compañera. Sentía lo que sentía el dragón
en el momento, compartiendo la gloria que era la expresión física de su amor sin
importar la especie. Sintió el placer multiplicarse en él y en Sandor y de Sandor a
Kelzy y de ella a Jared, magnificado y lanzado hacia él de nuevo. Era compartir de
verdad, complementarse y un nuevo comienzo para todos.

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El Club de las Excomulgadas
Darian se dio cuenta cuando todo acabó que estaba ligado con Jared por los
dragones, pero Adora tenía un vínculo directo con él también, de alguna manera.
Era un fenómeno que se prometió explorar con más detenimiento ahora que había
decidido hacer de este lugar su hogar, entre esta gente.

Este era su nuevo hogar ahora. Dondequiera que Adora, Jared, Kelzy y Sandor
estuvieran.

Sin ninguno de ellos cuatro, nunca estaría contento o completo de nuevo. Ellos
eran su familia.

Mientras regresaban de las rápidas y duras alturas, se dio cuenta que los dragones
estaban cayendo a tierra en la caída libre de sus pasiones ya menguadas, con sus
alas estirándose en el último momento posible para prolongar el placer y permitirles
planear en las alas del amor por un largo y satisfecho momento. Se estaban
regodeando, como lo hacia él, en la gloria de su compañera y de su nueva familia.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Siete
Como líderes de la Guarida durante la época de Guerra, no hubo una larga luna de
miel para Darian, Jared y Adora, o para los dragones. Estuvieron de regreso al
siguiente día, bostezando un poco, pero con anchas y satisfechas sonrisas mientras
se ocupaban de sus asuntos.

Como una pareja previamente apareada, Kelzy y Sandor manejaban mejor sus
frecuentes urgencias por copular, aunque en los siguientes días agarraron
desprevenidos a sus compañeros en una o dos ocasiones. Aunque cada vez que los

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hombres corrían a su suite, lanzando sus ropas al mismo tiempo, era sólo para
encontrar a Adora esperándolos ya desnuda en la cama. Les daba la bienvenida a
ambos con los brazos abiertos… y las piernas. Variaban sus posiciones, pero el
amor entre ellos nunca variaba, nunca se alteraba, nunca cambiaba, excepto para
hacerse más profundo y más seguro con cada día que pasaba.

Darian fue un novicio al momento de pelear desde un dragón pero se probó como
un estudiante capaz y un estratega innovador mientras entrenaba con Sandor cada
día. Añadió puntos de vista internos a las maquinaciones del ejército Skithdroniano
que eran invaluables cuando preparaban sus defensas. Darian había pasado la
totalidad de sus días de juventud como guerrero antes de llegar a ser embajador, así
que pelear y entrenar no era nada nuevo para él. Nada lo era, a excepción de volar
sobre la espalda de un enorme dragón. Ahora eso sí era algo nuevo y absolutamente
emocionante.

Sandor era un gran maestro y Darian aprendía tanto y más por sólo observar la
forma en que Jared y Kelzy trabajaban juntos. Los cuatro eran un equipo de pelea
ahora, ya que los dragones eran compañeros y peleaban lado a lado. Entrenaban
juntos, vivían en la misma suite y compartían a la misma esposa.

123
El Club de las Excomulgadas
No era la forma en la que Darian había esperado que fuera su vida. Era mucho
mejor, de hecho. Aunque aun creía en los dioses de su cultura, tenía que admitir
que, la Madre de Todo, en la que su nueva familia creía ciertamente sabía lo que
estaba haciendo cuando los había reunido.

Aun así, Darian resentía su edad cuando regresaba a la suite tarde en la noche
después de un día entero de patrullaje o ejercitando con Sandor, Kelzy y Jared.

Jared sólo se reía de él y sacudía su cabeza pero Adora era más comprensiva. Iba a
él mientras se remojaba en la bañera caliente de la cámara de baños. Tenía una
mezcla herbal para su baño y después le daba un masaje con un cálido y fragante
aceite para masajes que había preparado para relajar sus tensionados músculos.

Después de tan delicioso tratamiento, él estaba listo para que los dragones
despegaran hacia la luna y los llevaran a él y a su compañera a un frenesí de placer.
Darian se situó debajo de Adora esta vez, donde no tenía que forzar su ya de por sí

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abusados músculos, pero cuando ella los tomó tanto a Jared como a él dentro de su
hermoso cuerpo, él olvidó todo sus dolores y penas. El único dolor que sentía era el
que estaba en el centro de su corazón por su adorable y dadivosa mujer quien se
había convertido en el centro de su universo.

*********

Las escaramuzas continuaron en los pocos días siguientes pero los reportes de
reconocimiento indicaban que el ejército Skithdroniano se estaba congregando
justo en la frontera.

Esperando intentar un segundo ataque, Darian concluyó. Esperando por algo… o


por alguien.

La respuesta llegó al siguiente día cuando las patrullas reportaron movimiento en la


frontera. Los skiths se arrastraban por los ya destruidos campos y granjas,
dirigiéndose a las pocas villas que quedaban habitadas después de la primera ronda
de ataques. Jared era toda una visión que admirar mientras decididamente se ponía
a cargo de las fuerzas de batalla de la Guarida, como un mariscal dirigiendo a los

124
El Club de las Excomulgadas
caballeros y dragones para montar una defensa efectiva contra los renovados
ataques.

Cuando el primer dragón cayó, todos retumbaron con horror y tristeza. Era un
jovenzuelo llamado Jizra con un igualmente joven caballero llamado Bennu y
fueron los primeros en caer por las nuevas y mortales armas que Skithdron había
liberado. Saetas de punta de diamante lo derribaron y los mortales y
horripilantemente organizados skiths hicieron el resto. Ambos, caballero y drogón
fueron dados por perdidos en cuestión de momentos.

Jared llamó a una retirada para reorganizarse y Kelzy envió el mensaje a los
dragones. Se retiraron hacia la rocosa saliente; Darian estaba silencioso mientras
pensaba detenidamente lo que había visto en las líneas Skithdronianas antes de
darle voz a sus observaciones.

—Creo que están esperando a que lleguen las armas antes de lanzar la segunda ola.

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Tenemos que asumir que hay más de esas catapultas y saetas de cuchillas de
diamante. También tengo la sospecha acerca de quien lidera ese ejército.

—¿Quién? —la voz de Jared era lúgubre mientras le miraba sobre los atónitos
caballeros quienes estaban buscando un lugar donde descansar un momento hasta
que la orden de reagruparse llegara.

—Venerai. Un viejo enemigo mío. Su símbolo es el skith blanco sobre un campo


rojo sangre. Creo que capté un vistazo de su banderola en la parte de atrás de las
filas. Es una de las mascotas de Lucan. — Prácticamente gruño las palabras—.
Jared, si él está aquí, también tenemos que cuidarnos de los skiths. No creo que
estos sean skiths salvajes. Estos están entrenados. ¿Viste la forma en que fueron tras
del pobre Bennu y de Jizra? Están organizados, trabajando juntos.

—Me imagino, que también tenemos que esperar un cierto tipo de ataque
coordinado por parte de ellos.

Darian asintió sombrío.

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El Club de las Excomulgadas
—Quiero a Venarai. Si lo despachamos, hay una gran posibilidad de que los skiths
pierdan su cohesión. Por lo que pude saber antes de dejar el palacio, las criaturas
entrenadas sólo responden a ciertos favoritos de Lucan. —Darian sintió la ira arder
por él por la maldad que Lucan había liberado—. Quiero hacer un intento sobre
Venerai.

Jared asintió.

—Entonces estoy contigo.

Kelzy, dile a Kelvan y a Rohtina que se pongan en posición con la mayoría de nuestras
fuerzas, ordenó Jared.

Darian sabía que eso significaba que Gareth y Lars dirigirían el ataque con sus
compañeros dragones. Eran excelentes guerreros que trabajaban bien como equipo,
tanto que eran imparables.

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—Estoy contigo, Dar. Si dices que podemos ponerle fin a esto atrapando a ese
Venerai, te creo.

Darian no sabía que había estado conteniendo el aliento hasta ese momento.
Estaba conmovido y agradecido por haber conocido a ese hombre, a ese amigo, a
ese nuevo hermano que confiaba en él lo suficiente como para poner su vida, y la
de su gente, en peligro.

—Gracias, Jared. —Darian asintió con un nudo en la garganta que amenazaba con
ahogarle.

Con una señal silenciosa, Sandor y Kelzy llevaron a Darian y a Jared al cielo.
Usando a los otros dragones como cubierta, se hicieron camino más alto hasta que
muy pocos en tierra pudieron ver la gran masa de los dragones contra el brillante
sol. Yendo desde el sol, usaron su ventaja al caer llanamente detrás del ejército
enemigo. Darian guió a Sandor hacia la tienda de comando oculta que sabía
habitaría el general de la oposición.

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El Club de las Excomulgadas
Con un gran desgarro, Sandor entro por la gruesa lona de la enorme carpa seguido
de cerca por Kelzy, ambos lanzando llamas por donde iban. Darian brincó al suelo,
con un fuerte agarre en su espada, aun mejor adaptado para una pelea sobre el
suelo que en la espalda de un dragón. Además, estaba buscando a alguien.

Mientras los dragones creaban un anillo de fuego alrededor de ellos, Darian buscó y
encontró a su objetivo. Se encaminó para detener a Venerai de escaparse.

—¡Quédate y enfréntame, Venerai!

El osado gritó girando la cabeza como un latigazo y Darian no pudo suprimir un


jadeo por la sorpresa, que vibro desde su garganta.

—¿Darian? ¿Te atreves a venir aquí? —las palabras fueron siseadas por su alterado
rostro, sin ser ya más meramente humano. Darian podía ver los ojos de reptil que
se veían como los de un skith salvaje, y las manchas moteando la una vez dorada

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piel del hombre. Casi se veía… escamosa.

—He venido a matarte, Venerai, como debí haberlo hecho hace mucho tiempo. —
Darian sintió una presencia a su lado y supo sin mirar que era Jared, que había
venido para respaldarlo si lo necesitaba.

—¿Y quién es éste? ¿Es el viejo buscapleitos de Jared de Armand?

Darian se sorprendió de que Venerai reconociera a Jared. No creía que Venerai


nunca hubiera sido enviado a Draconia, pero eso quería decir que Venerai había
trabajado tras bambalinas para Lucan por años.

Venerai se mofó de Jared cuando sacó su espada.

—Pensé que me había deshecho de ti cuando maté a tu esposa y esa patética cría
tuya.

Darian tuvo que agarrar a Jared, tan grande era la ira que emanaba de su socio de
batalla.

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El Club de las Excomulgadas
No dejes que te provoque. Este hombre es malvado hasta la médula. Kelzy les advirtió a
ambos. Sandor y yo sostendremos el anillo alrededor de vosotros tanto como podamos. Nadie
podrá ver o interferir con lo que pase adentro.

Aunque sugiero que lo mates con rapidez, Sandor interpuso. Están trayendo refuerzos y no
podremos retenerlos para siempre.

—Lucha conmigo como hombre, Venerail o a lo mejor ya no lo eres, ¿verdad?


Pareces un jodido skith. —Darian hizo un gesto mientras acechaba a Venerai, con
la espada desenvainada y lista—. ¿Qué diablos te pasó? ¿O es tu verdadera
naturaleza emergiendo después de todos estos años?

Daria hizo círculos alrededor del otro hombre, notando que Jared se acercaba para
bloquearle y resguardarle. Ya peleaban bien juntos, como hermanos. Sabía que
podía confiar en Jared para matar a Venerai, si él fallaba, él se haría cargo de
Adora. Era un sentimiento de seguridad, aunque se juró que no fallaría. Había

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esperado mucho para esto.

—No, Darian, es así como Lucan recompensa la lealtad. —Él levantó su brazo,
dejando que la amplia manga de su camisa se retirara y revelara las profundas
quemaduras del ácido en su piel, escamada de apariencia de reptil. Era asqueroso y
completamente horroroso—. Soy uno con los skiths y ellos son uno conmigo.

Él bajó su brazo y de repente había skiths atacando a los dragones desde todos
lados. Sandor aulló con dolor mientras algo de su veneno escocía una de sus alas,
pero envió llamas más alto, achicharrando a los skiths que se atrevían a responder a
la llamada de su maestro. Kelzy luchaba en el otro lado del anillo y a pesar de que
se retraían uno hacia el otro disminuyendo el espacio que debían mantener en
llamas, mantenían lejos a los skiths y rustieron hasta el último que se acercaba.

— Parece que tus mascotas no pueden rebasar a nuestros compañeros, Venerai. ¿O


son tus primos? No importa, están muertos ahora.

Los ojos de Venerai se estrecharon mientras arremetía con su mortalmente afilada


cuchilla, con su ira animal sobrepasando a su inteligencia humana. Eso es bueno,

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El Club de las Excomulgadas
pensó Darian, era justamente la reacción que quería, pero Venerai tenía la fuerza de
diez hombres y el sinuoso movimiento de un skith. Era difícil anticipar sus
movimientos y Darian pagó el precio de unos cuantos cortes superficiales en su
expuesto cuerpo. Las partes donde Adora había incorporado escamas de dragón a
sus pieles estaban aguantando firmemente, protegiéndolo, pero había muy pocas
preciadas escamas de dragón y mucho de su gran cuerpo estaba vulnerable a ese
casi inhumano ataque.

Jared saltó entre Darian y Venerai y se llevó parte de los golpes, permitiéndole a
Darian sólo un momento para reagruparse. Jared tenía un fuego en los ojos que
Darian bien conocía como la luz de la venganza. Su nuevo socio en la lucha
finalmente encaraba al hombre que reclamaba haber matado a su familia y él quería
justicia.

Darian juró que la obtendría este día, sin importar el costo.

Bianca D’arc - La Guarida Fronteriza - Serie Caballeros Dragón II


Con renovadas fuerzas, Darian se volvió a unir a la pelea. Lo que fuera que le
hubieran hecho a Venerai, lo hacía más fuerte que Darian o Jared y les tomó a
ambos hombres luchar contra esa monstruosidad de apariencia medio skith. Ellos
se las arreglaron para embestirlo, apenas ligeramente y cada caballero sufrió
superficiales heridas que dolían ferozmente y sangraban lo suficiente para ser muy
molestas.

Tienen que terminar esto ahora, chicos, Sandor les aconsejó, antes de que traigan esas
ballestas gigantes y las pongan en posición. Están colocando las máquinas muy lejos para que
nosotros las podamos quemar antes de que tomemos vuelo.

Oímos y obedecemos, Darian le envió el mensaje con un toque de humor seco a su


nuevo compañero dragón, pero este hijo de skith ha cambiado desde que lo conocí y no
para mejor. Debí haberlo matado hace años.

La Madre de Todos sabe que eso es verdad. Sandor continuó calcinando a todo aquel
que se atrevía a acercarse a la pared de fuego que él y su compañera mantenían a su

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El Club de las Excomulgadas
alrededor. ¡Pongan sus traseros en movimiento, caballeros! Tenemos que terminar esto con
rapidez.

Jared vio su oportunidad un momento después. La grotesca criatura ante ellos


empezaba a debilitarse mientras sus ojos mostraban dolor. No entendía de donde
venía el dolor ya que ninguno de los caballeros se las había arreglado para anotarse
un gran tanto sobre el bastardo, pero Jared sabía que esa mirada no podía ser
fingida. Él estaba tratando muy duramente de ocultarla.

Con una floritura, Jared se movió y atacó la unión donde el brazo de Venerai se
encontraba con su cuerpo, con un golpe doble a su rodilla con el mismo complejo
golpe de arco. Venerai se derrumbó fuertemente sobre una rodilla. Darian llegó por
detrás y fue con su espada a la parte vulnerable de la armadura de placas de
Venerai, cerca de su cintura, dejando al general enemigo en la posición perfecta
para el golpe poderoso de Jared.

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—Esto es por Ana y James, —murmuró una última vez recordando al joven feliz y
a la sonriente mujer con quienes había compartido su vida y habían muerto por la
mano de este enemigo. Con un movimiento final, separó la cabeza de Venerai de su
cuerpo, matando al bastardo que había asesinado a su familia. La justicia
finalmente había sido servida.

Ambos caballeros jadeaban, con una trabajosa respiración, mientras Darian


buscaba en los bolsillos del general enemigo algún tipo de información que pudiera
ser de ayuda para sus defensas. Jared metió la cabeza del malvado bastardo en un
saco. Se la llevaría y la quemaría para asegurarse de que ningún tipo de magia
maligna pudiera alguna vez traer de vuelta a ese bastardo a la vida. Jared nunca
había creído tal cosa antes, pero tampoco había visto nunca el tipo de magia que
podría convertir a un hombre en el grotesco monstruo que acababan de enfrentar.
Lucan tenía acceso a una magia poderosa y demencial, y Jared no quería tomar
ningún riesgo.

Darian registró el área, tomando cualquier cosa que quizá fuera de algún uso para
la causa Draconiana, después corrió al lado de Sandor. Vio a Jared hacer lo mismo,

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El Club de las Excomulgadas
atando algo a la mochila que a veces usaban durante la batalla alrededor del cuello
de Kelzy. En unos cuantos momentos se lanzaron hacia el cielo, con las alas del
dragón batiéndose con todo su poder hacia altas tierras que significarían la
seguridad de aquellas armas caza dragones que estaban bajo.

Estaban casi fuera de alcance cuando una simple flecha zumbó por el cielo desde
abajo, golpeando el pecho de Jared. El impacto lo envió a tientas buscando apoyo,
pero se tambaleó cayendo de la espalda de Kelzy y se fue en picada hacia el suelo a
una alarmante velocidad.

¡Jared! La angustia de Kelzy resonó sobre el campo de batalla.

Sin detenerse, Darian y Sandor, con una misma cosa en mente, se dieron vuelta y
se lamzaron, situándose bajo el guerrero que caía. Darian se alzó, con su propia
posición siendo cada vez más precaria mientras atrapaba a Jared y lo colocaba
sobre la amplia espalda de Sandor.

Bianca D’arc - La Guarida Fronteriza - Serie Caballeros Dragón II


¡Lo tenemos! ¡Kelzy, lo tenemos! Los pensamientos de Darian eran más fuertes cada
día que trabajaba y entrenaba con ambos dragones y supo que la compañera de
Jared lo había oído.

Volando tan rápido como pudo, Sandor se alzó en una carrera hasta la Guarida,
con su compañera a su lado.

Lo salvamos, mi amor. Es un humano fuerte, en la flor de la vida. Adora no lo dejara morir.

Adora estaba muy preocupada cuando Sandor aterrizó en la Guarida. Jared había
perdido mucha sangre y temía que la flecha le hubiera perforado el corazón.

—Gracias a la Madre —sollozó al darse cuenta que la flecha no había perforado ni


su corazón ni sus pulmones. Había pasado por el músculo cerca de la coyuntura del
hombro y se veía mucho peor de lo que realmente era. Ella sollozó mientras Darian
la ayudaba a quebrar la flecha y a sacarla limpiamente, después se controló lo
suficiente para continuar con su tratamiento.

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El Club de las Excomulgadas
Jared la detuvo con una mano sobre la de ella cuando lo hubo sanado tanto como
podía, drenándose a misma en el proceso.

—No te atrevas, mi amor. Te necesito junto a mí, hablándome, cuidándome. No


inconsciente por la extenuación que podría ponerte en peligro.

Ella le sonrió y fue una sonrisa acuosa.

—Solo déjame lo hacer un poco más, Jared. Solo comenzar el proceso de sanación.
Podemos hacerlo poco a poco durante varios días. De esa manera no me drenaré y
tú no perderás la habilidad de usar tu hombro totalmente.

—Eres dura para negociar, mi amor, pero estoy de acuerdo mientras no te pongas
en juego.

Ella besó su mejilla, sus labios y sus cejas.

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—Por supuesto que no. Lo prometo. Jared, me duele verte herido. Déjame hacer
esto por ti.

Él le bajó la cabeza con su mano sana, besándola sonoramente.

—Muy bien, —murmuró mientras la soltaba—. Haz lo que sabes hacer.

Ella rió como sabía que él habría querido que lo hiciera y dejó que la energía
sanadora fluyera por sus dedos y por su hombro. Se concentró en entretejer los
desgarros y reunir el músculo y los vasos sanguíneos que habían sido dañados por
la flecha. Una vez que esa parte de la sanación estuviera completa, sabía que él
descansaría más facilidad y la herida que quedara sería muy pequeña.

Adora suspiró mientras sentía el primer rayo de su poder. Era suficiente por ahora.

Le había prometido que no se cansaría mucho y sabía que la estaría observando de


cerca por cualquier señal de fatiga, regañándola amorosamente si sospechaba que
se había cansado al menos un poquito.

132
El Club de las Excomulgadas
Adora se hizo hacia atrás y Jared se sentó, con cosquillas al principio. Después una
amplia sonrisa cruzó su cara y la tumbó en su abrazo, besándola sonoramente.

Después de un largo y jubiloso momento, él se movió hacia atrás, manteniéndola


en su regazo mientras buscaba a su alrededor.

—¡Darian! Gracias, hermano por la buena atrapada y a ti, Sandor. Nunca podre
pagaos a ninguno de vosotros por salvar mi vida.

—No lo menciones. —Darian le hizo un guiño a su socio de lucha—. Espero que


hagas lo mismo por mi algún día.

Jared rió por un corto momento, después sus ojos se agudizaron.

—¿Cómo va la batalla?

La amplia sonrisa de respuesta de Darian fue suficiente, pero dio un paso atrás para

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dejar que Gareth y Lars se acercaran. Los dos hombres más jóvenes estaban
sonrojados por la excitación, acabados de llegar de la batalla e intoxicados con su
victoria. Gareth dio un paso al frente, como vocero oficial del dúo.

—Lo que sea que hicieron, dio resultado. Un poco después de que Sandor y Kelzy
se lanzaran hacia el cielo, las filas de skiths perdieron la concentración y
comenzaron a retirarse. Se volvieron contra el ejército Skithdroniano y comenzaron
a luchar con ellos mientras huían por la frontera hacia sus hogares rocosos. Las
fuerzas, tanto skith como humana, están en retirada, corriendo hacia la frontera tan
rápido como pueden.

Un vitoreó emergió de los caballeros que los rodeaban ahora y todos sonrieron.
Adora puso su mano sobre el hombro de Jared cuando trató de levantarse, ella y
Darian lo ayudaron mientras enfrentaban a sus guerreros.

—Lo han hecho muy bien este día, mis muchachos. —Otra vez vitorearon mientras
su espíritu se animaba—. Manden patrullas para vigilar la retirada y así nos
quedaremos tranquilos de que ningún problemático se quede en nuestro lado de la

133
El Club de las Excomulgadas
frontera. Gareth y Lars están a cargo de las patrullas ahora. Tengo que recuperarme
y tengo que hacerlo con mi familia.

Muchos de los caballeros dieron un paso al frente para palmear su hombro sano
mientras pasaban. Adora notó que de la misma forma muchos ofrecían
felicitaciones y una respetuosa palmada en el hombro de Darian. Todos hablaban
acerca del valeroso y magnifico salvamento que Darian y Sandor habían hecho al
atrapar a Jared de una caída y que volaron como el demonio para traerlo de regreso
a la Guarida. Ellos habían salvado la vida de Jared y sin proponérselo se habían
ganado el respeto de muchos caballeros ese día.

Cuando alcanzaron su suite privada, Darian y Adora ayudaron a Jared a llegar a la


cama. Adora lo desvistió, sorprendida al encontrar su polla dura y a la expectativa
cuando la descubrió.

—¿Qué es esto? —bromeó ella, sumergiendo su cabeza para besar la punta de su

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erección.

—Es lo que siempre pasa cuando me tocas, mi amor. —Él se extendió hacia su
mano, jalándola hacia la cama—. Dar, está usando mucha ropa. ¿Puedes hacer
algo para solucionarlo? —los profundos ojos azules de Jared brillaron al mirarla
mientras los caballeros se entretenían con una seducción de corazón ligero.

—¿Estás seguro que estas en forma para esto, Jared? Casi moriste.

Él la arrastró hacia abajo para un profundo beso.

—No hay mejor momento para reafirmar la vida que cuando casi la perdiste,
Adora. La pregunta es, ¿estás lista para esto? Gastaste mucha energía sanándome.
¿Necesitas descansar o puedo hacerte el amor primero?

—Mientras pueda dormir algo esta noche, estaré bien. —Él jaló su cabeza hacia la
suya—. Hazme el amor, Jared. Estoy tan agradecida de que estés vivo. —Lo besó
profundamente, cooperando con Darian mientras se movía alrededor de ellos

134
El Club de las Excomulgadas
quitándole la ropa. Cuando estuvo desnuda, Darian se dio la vuelta para irse.
Adora lo detuvo con una mano extendida.

—¿A dónde crees que vas? —preguntó Jared, su voz fue ronca por el deseo y fuerte
con la vitalidad de la salud que recuperaba.

—Deberíais celebrarlo juntos.

—No sin ti, —dijo Adora suavemente.

—Creí que ya habíamos dejado claro eso. —Jared suspiró audiblemente,


claramente exasperado—. Ella tiene razón, Dar. Eres parte de esta familia. Esto es
para que lo compartamos los tres.

El otro hombre se vio visiblemente conmovido mientras permanecía parado por un


momento, claramente descubierto con la guardia baja. Adora lo jaló más cerca para

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que estuviera de pie entre sus piernas mientras estaba sentada en la orilla de la
cama. Con lentas y deliberadas manos, lo desvistió, sacándole sus calzas de piel y
succionándolo profundamente cuando descubrió su dura polla. La cabeza de
Darian cayó hacia tras, sus hermosos ojos se entornaron cuando sus labios se
cerraron alrededor de él.

Jared conocía el éxtasis que Darian sentía. No le envidiaba a su nuevo hermano el


amor que le daba su compañera, en lugar de eso se alegraba. Adora era de ellos
para darle placer, suya para protegerla y a cambio ella les daba placer y les daba
todo el amor que ellos necesitaban. Era un raro regalo y uno que nunca se negaría
otra vez.

—¡Suficiente, mujerzuela! —dijo Darian con una carcajada cuando pudo haberlo
succionado hasta el alivio. Moviéndose hacia atrás, él fue hacia el otro lado de la
cama, con cuidado de no zarandear el hombro herido de Jared, pero deseoso ahora
de más juego amoroso.

Jared atrapó a Adora suavemente por el cuello y giró su cara hacia él.

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El Club de las Excomulgadas
—Dame algo de lo que le acabas de darle a él, pequeña.

Los ojos de ella llamearon brillantemente mientras movía su cabeza hacia abajo
sobre su tensa erección. Sin ningún titubeo le tomó ancho y profundo, con su
mirada sosteniendo la suya mientras se ubicaba para tomarlo todo, hasta la parte de
atrás de su garganta. Adora era realmente talentosa en eso, Jared lo sabía,
pensando otra vez en cuan afortunado hijo de perra era.

—Realmente le gusta succionar pollas, —Darian observó junto a él, recargándose


negligentemente contra la cabecera de la cama mientras se tocaba su larga y rígida
polla—. Creo que tiene talento para ello.

Jared no pudo responder por el gruñido de placer que salió de su garganta mientras
ella se tragaba su punta. Con un gruñido, él la quitó su polla y urgió su cara hacia la
suya.

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—Móntame, pequeño amor. Móntame rápido y duro.

Ella hizo justamente eso mientras Darian se movía a un lado para ver su trasero
moverse de arriba a abajo sobre la gruesa polla de Jared. Cuando ralentizó su paso,
Darian le dio una nalgada, haciéndole dar un gritito y apretarse alrededor de Jared.
Cuando Darian insertó su húmedo dedo en el apretado punto entre sus nalgas, ella
casi salió disparada de la cama.

—¿También lo quieres dentro de ti? —Jared le preguntó mientras ella se torcía


sobre él—. ¿Lo quieres dentro de tu trasero mientras yo estoy en tu coño?

—¡Sí! —el grito fue arrancado desde su garganta mientras se corría fuertemente
sobre él.

Jared asintió y le hizo un gesto con la barbilla a Darian. El otro hombre no perdió
tiempo colocando su rápidamente lubricada polla en su entrada trasera. Entró con
cuidado, no queriendo lastimarla, pero ambos sabían que para ese momento a ella
le gustaba estar un poco al filo del dolor que esa posición le daba. Querían llevarla
tan alto como pudieran, para mostrarle cuanto la amaban. Eran de un mismo

136
El Club de las Excomulgadas
pensar en ese momento, con su dispuesta compañera retorciéndose entre ellos. No
había palabras que necesitaran ser dichas, simplemente estaban conectados en el
corazón y el alma.

Cuando Adora se vino otra vez, se llevó con ella a sus dos compañeros a una
gloriosa bola de fuego de éxtasis que los tuvo a los tres jadeando y colapsándose,
durmiéndose satisfechos, lado a lado en la enorme cama.

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Capítulo Ocho
A la mañana siguiente los dragones los despertaron. Kelzy empujó la enorme cama
con el mentón, sacando su gran lengua para molestar juguetonamente a sus
humanos y así despertarlos en tanto Sandor la miraba riendo al estilo dragón,
echando humo en dirección del domo de ventilación sobre su arenero.

—Vete, Kelz, ¿no ves que estoy herido? —se quejó Jared cuando una delicada
lengua empujó su pie.

Los niños vienen a visitarnos. Tienen noticias que te encantaran y no pueden ocultarlas por
más tiempo. ¿Quieres que te encuentren descansando en la cama, desnudo como el día en que
naciste?

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El Club de las Excomulgadas
—¿Qué niños? —Darian le preguntó adormilado cuando Adora pasó sobre él,
deteniéndose sólo para darle un beso de buenos días en su camino hacia el baño.

—Creo que quiere decir mi hija, Belora, y sus compañeros.

Y nuestro hijo, Kelvan, y su compañera, Rohtina, Sandor añadió con una pizca de
orgullo paternal.

—¿Van a venir todos? —Jared finalmente se incorporó rascándose el pecho—.


¿Para qué? ¿Hay algún problema?

No hay ningún problema, preoucupón, dijo Kelzy sonriendo a su caballero. Vístete y


pronto lo sabrás.

Darian decidió dejar de luchar contra lo inevitable. Se puso de pie y se unió a


Adora en el baño, aseándose antes de vestirse para el día, deteniéndose varias veces

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para hacerle cosquillas y acariciarla porque no podía evitarlo. Era tan dulce, tan
femenina, era todo lo que siempre había querido en su vida. Sólo deseaba haberla
encontrado antes, pero el destino al parecer había tenido otras ideas.

Se percató que al unirse a Adora, también había heredado una familia extendida
que incluía a su hija, los compañeros de Belora, y sus contrapartes dragones. Había
pasado de estar solo en el mundo a tener una familia grande y amorosa casi de la
noche a la mañana. Los dioses debían estar sonriéndole. Darian no sabía lo que
había hecho para merecerlo, pero debía haber sido algo grande para que se le
concediera tanta felicidad.

Después de vestirse y de que Adora preparara el té de la mañana, los prometidos


invitados llegaron con un resonar de pasos y ojos brillantes. Belora corrió a abrazar
a su madre, con una sonrisa en su rostro.

—¿Qué pasa, pequeña? —Adora le preguntó a su hija menor.

138
El Club de las Excomulgadas
—Será mejor que digas, pequeños, en plural, —bromeó Gareth, estirándose para
estrechar la mano de Jared primero, y la de Darian después mientras Lars hacía lo
mismo.

Adora entornó los ojos con suspicaz deleite.

—¿Estás...?

—Mamá, ¡estoy embarazada!

Adora gritó y abrazó a su niña.

—¿Estás segura?

—Sí, el príncipe me lo dijo.

—¿Nico? —preguntó Jared rápidamente, con una sonrisa cruzándole la cara—.

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¿Está aquí de nuevo?

—No, me lo dijo hace unos días, pero las cosas estaban muy agitadas, y no quise
que mis noticias eclipsaran su boda. Tenía náuseas matutinas y el príncipe calmó
mi estómago con su don de sanación. Luego me dijo... —Sus ojos se abrieron con
lágrimas de alegría mientras Lars tiraba de ella contra su amplio pecho dándole
confort—. Me dijo que tendría gemelos. Uno de cada uno de mis compañeros. Y
que ambos serán dragones negros.

Jared se sentó pesadamente, según parecía sus rodillas habían cedido ante la
sorprendente noticia, pero Darian y Adora estaban perplejos.

—Dragones Negros, ¡Loada sea la Madre! —Jared habló en voz baja desde su silla.

—¿Qué? —Adora lo miró en busca de respuestas, con los ojos brillando con
aprensión, y el estado de ánimo feliz, pero incierto. Darian sentía la misma
incertidumbre que reflejaba en sus bellos ojos. Él buscó la mirada de Jared para
encontrar respuestas, y se tranquilizó al ver la feliz expresión que encontró allí.

139
El Club de las Excomulgadas
—Dar, ya que ahora eres parte de la familia, supongo que puedo confiarte el
secreto. —Jared miró a los dragones en busca de confirmación y ambos Kelzy y
Sandor asintieron con sus enormes cabezas mostrando su acuerdo—. Bien. Las
líneas reales de Draconia son descendientes de Draneth el Sabio.

—¿Qué tiene que ver la historia antigua con mis nietos? —quiso saber Adora. Jared
le tomó de la mano atrayéndola a su regazo con una sonrisa.

—Paciencia, mi amor. —Le besó en la mejilla antes de continuar—. Draneth el


Sabio fue el último de los magos. Hizo un trato con los dragones que permitió que
él y sus herederos viviesen en paz con los dragones para siempre, convirtiéndose en
uno de ellos.

—¿Un qué? —Darian inclinó la cabeza, tratando de seguir la conversación.

—Draneth se convirtió en parte dragón. Como lo son todos sus herederos. Tú,

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querida, —apretó a Adora— y tu encantadora hija, son descendientes de Draneth.
Tus hijos heredarán sus dones así como tus hijas muy seguramente tendrán el don
para sanar dragones.

—¿Cuáles eran los dones de Draneth? —dijo Darian intrigado.

Jared sonrió ampliamente.

—Draneth fue el primer dragón negro. Sólo los varones de sangre real tienen la
capacidad de cambiar de forma de humano a dragón y viceversa. De todos los
dragones en nuestro mundo, sólo ellos son de color negro.

—¿Mis nietos serán dragones? —Los ojos de Adora se dispararon a su hija con
entusiasmo.

Belora se acercó y tomó la mano de su madre.

—Dragones y humanos, igual que nosotras, sólo que podrán cambiar de uno a otro,
como el Príncipe Nico. Dijo que te lo mostró, mamá, como me lo mostró a mí. ¿No
es genial?

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El Club de las Excomulgadas
—Es increíble. —A Adora le temblaba la voz y su expresión era de asombro.

—¡Por los dioses! —Darian estaba sorprendido pero no sólo por escuchar acerca de
la inminente llegada de sus nietos, enterarse del secreto de la familia real de
Draconia de repente aclaraba todo lo que Lucan estaba tratando de hacer. Él miró
hacia donde estaba su nuevo compañero de combate—. Jared, esto es lo que Lucan
está tramando.

—¿Te refieres a lo que vimos en esa tienda de campaña con Venerai? ¿Crees que se
debía a que estaba tratando de emular a Draneth el Sabio?

Darian asintió con seriedad.

—En su mente retorcida probablemente imagina que puede ser tan grande como
Draneth, que puede conquistar al mundo entero, con solo tener la fuerza de los
skiths de su parte.

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—¡Eso es una locura! —Gareth dio un paso al frente, tomando a Belora
protectoramente en sus brazos. Lars estaba junto a ellos, respaldándoles.

Darian asintió viendo a los guerreros más jóvenes.

—Lucan está loco. El año pasado trajo a una bruja del norte y se encerró con ella
durante más de un mes. Todos pensábamos que se estaba acostando con ella hasta
matarla, pero cuando salió, estaba igual que cuando llegó, y él es notoriamente
duro con sus parejas en la cama. Luego empezó a cancelar audiencias y desde
entonces ha estado en semi-retirado dentro del palacio. Sólo permite que lo vean
sus favoritos y ellos son quienes llevan y traen los mensajes y las órdenes. Aparece
en público sólo en raras ocasiones, y sólo cuando puede usar trajes ceremoniales
que escondan la mayor parte de su cuerpo, ahora que caigo en la cuenta.

—¿Crees que es como Venerai? —preguntó Jared astutamente.

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El Club de las Excomulgadas
—Probablemente peor. Venerai era normal la última vez que lo vi en el palacio,
hace sólo dos meses. Lo tuvieron que transformar en las últimas semanas. Lucan
estuvo con la bruja hace más de ocho meses. Odio imaginar cómo se verá ahora.

—¿Quién es Venerai? —Quiso saber Gareth.

Jared sacudió su cabeza.

—Era el líder del ejército enemigo. Lo matamos cuando irrumpimos detrás de sus
líneas. Su piel había... cambiado de alguna forma. Estaba cubierto por algo como
escamas. Y sus ojos no eran humanos. Eran rasgados como los de los Skith.

—Lady Kelzy, ¿ya destruiste la cabeza? —Darian se volvió para preguntarle al


dragón.

Está por allá. Indicó apuntando con un ala hacia el saco ensangrentado que había en

Bianca D’arc - La Guarida Fronteriza - Serie Caballeros Dragón II


un rincón alejado.

—Mantengan a las damas aquí. —Darian asintió y se acercó a la esquina, llevando


a Lars con él. Le entregó al otro caballero la espantosa carga con ojos serios—.
Tenemos que mostrarle esto al rey. Quiero que lo mantengan a salvo. Elaboren un
estuche de piel especial para depositarlo y así evitar que le haga daño a alguien. No
toquen la sangre. Probablemente es tan venenosa como la sangre Skith. Cuando lo
tengan en el estuche, hagan que su compañero dragón queme el saco y todo lo que
pudiese estar contaminado. No quiero que quede ni un solo rastro de esto en
ninguna parte de la Guarida, ¿entendido?

Lars asintió solemnemente al tomar la horrible carga y caminar a paso rápido hacia
la salida, seguido por su compañero dragón, Rohtina. Darian descartó sus temores
por el porvenir, mientras regresaba a la pequeña reunión.

—Perdón por arruinar tu anuncio, Belora. Tus noticias son increíbles. Nunca pensé
que tendría en la familia pequeños con quienes jugar y a los cuales malcriar.

Belora lo sorprendió al abrazarlo con fuerza.

142
El Club de las Excomulgadas
—Son tus nietos, Darian. Espero que tú y Jared los mimen hasta malcriarlos.

—¿Nietos? —Darian sacudió la cabeza, gratamente sorprendido. Las mujeres de su


nueva familia lograban provocarle eso, sin importar la edad que tuvieran, según se
daba cuenta.

Belora se rió.

—Y mamá no es demasiado vieja como para tener más hijos propios, sabes. Nos
tuvo a mis hermanas y a mí, cuando era apenas una niña.

Ahora sí que se había quedado absolutamente sin palabras mientras miraba a su


ruborizada esposa. La idea de verla redondearse con su hijo lo desarmó por
completo, pero eso estaba en manos de los dioses. Nunca le presionaría para tener
un bebé si no era lo que ella también quería.

Bianca D’arc - La Guarida Fronteriza - Serie Caballeros Dragón II


—Belora, ¡ten algo de piedad con el pobre hombre! —reprendió Gareth a su
compañera a medida que la envolvía en sus brazos. Gareth lo miró con una
sonrisa—. Ella es a veces un torbellino, Darian. Sólo tienes que aprender a tolerar
la situación.

Todos se echaron a reír cuando Belora se retorció feliz en los brazos de su


compañero, mostrando un poco de su espíritu combativo.

Ellos se fueron un poco más tarde y Adora devolvió a Jared a la cama, a pesar de
sus protestas. Utilizó su don de sanación para tratar su hombro nuevamente,
cansándose un poco más de lo que quería, así que se recostó en el sofá fuera de la
recámara principal. Darian se le unió, acariciando su pelo, mientras compartían un
momento de silencio.

—¿Dijo tu hija que tuviste otros niños además de ella?

Adora bostezó con delicadeza y apoyó la cabeza en su muslo. Sus ojos miraban al
frente hacia el gran arenero donde Sandor y Kelzy descansaban después de regresar
de su viaje de caza.

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El Club de las Excomulgadas
—Tuve dos niñas que fueron secuestradas cuando tenían diez inviernos. Después
de eso, Belora y yo nos escondimos en el bosque. Tuve tres niñas, Dar. Sólo pude
criar a una más allá de su décimo cumpleaños.

—Lo siento, mi amor. — Le acarició el suave cabello, intentando calmar su pesar al


recordar el triste pasado—. Quiero que sepas que nunca te presionaré para tener
más hijos.

Ella se incorporó en el amplio sofá y lo enfrentó.

—¿Y si quisiera más hijos?

—¿Los quieres? —Preguntó él frunciendo el ceño.

—Honestamente, no lo sé. —Ella se acomodó en sus brazos, acurrucándose más


cerca—. Como curandera sé cómo prevenir el embarazo, y al no tener compañía en

Bianca D’arc - La Guarida Fronteriza - Serie Caballeros Dragón II


la cama hasta ti y Jared, no he hecho nada para evitarlo. Podría estar embarazada,
supongo, pero es más difícil concebir para las mujeres mayores. —Estiró la cabeza
para mirarle a los ojos—. ¿Te gustaría tener un niño, Darian?

Él la acercó abrazándola.

—¿Qué clase de pregunta es esa? Agradecería de corazón cualquier hijo tuyo,


Adora. Lo amaría y educaría, sería un buen padre para él, independientemente que
la semilla que hubiera hecho el trabajo fuera mía o de Jared. —Dijo dándole un
apretón para tranquilizarla—. Te amo, Adora. Me gusta todo de ti. Me encantaría
tu hijo también. Simplemente porque es una parte de ti.

Kelzy levantó la gran cabeza y se extendió perezosamente sobre ellos. Te equivocas


en una cosa, pequeña.

Adora levantó la cabeza del pecho de Darian para considerar al dragón.

—¿Ah, sí? ¿En qué?

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El Club de las Excomulgadas
No eres demasiado vieja para concebir. Al unirse con nuestra especie, los caballeros cosechan
los beneficios de una larga y extensa vida. Eres descendiente de Draneth el Sabio, y tu madre
se unió conmigo cuando eras apenas una niña. Vivirás tres o quizás cuatro vidas humanas
normales, igual que tus compañeros. Podrías tener muchos niños en ese tiempo, si decides
hacerlo.

—¡Dulce Madre de Todos! Mamá Kelzy, no tenía idea.

El dragón se estremeció con risas humeantes. Ya me lo imaginaba.

Sandor levantó la cabeza enfrentándoles en su gentil manera. Princesa, una vez esta
tierra estuvo llena de dragones negros. Ha pasado mucho tiempo desde que nació uno y mi
clase empezaba a desesperarse. Ahora, con las noticias de Belora, tenemos una nueva
esperanza para tu raza, así como para la nuestra. Cualquier hijo tuyo, será una bendición
para nuestro mundo, Adora. Espero que consideres la posibilidad de tener al menos una
pareja de bebés con tus nuevos compañeros. Creo que también a ellos les haría felices.

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—¿Pareja de bebés? —Preguntó Darian elevando la voz.

Kelzy giró la cabeza para mirarle. La sangre real a menudo inspira nacimientos de
gemelos, igual que lo hace el apareamiento con dos caballeros. La Madre tiene una mano en
todo, Darian. A menudo bendice a los caballeros con gemelos, uno de cada caballero. Quizás
es su forma de equilibrar las cosas para que un compañero o el otro no se sientan excluidos.

—Tuve gemelas antes de Belora. —Una vez más la tristeza casi la abruma—.
Arikia y Alania, las llamamos.

Princesa, Sandor entonó reconfortándole, la búsqueda en pos de ellas ya está en marcha.


Se le ha pedido a cada caballero y dragón de combate en el reino que las busquen. Las
encontraremos. Sé que lo haremos. Ten fe en que la Madre traerá a tus hijas de vuelta a ti.

—Eres un ser amable, Sir Sandor. Gracias por tratar de consolarme. Conservaré tus
palabras cerca de mi corazón.

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El Club de las Excomulgadas
Jared caminó hacia el sofá, rascándose alrededor de la herida en proceso de
cicatrización, cuidando de no acercarse demasiado a la piel adolorida alrededor del
agujero de flecha. Sintió la tensión en el aire mientras se acercaba a Darian y a su
pareja. Todavía no podía creer que Adora fuera suya..., de ambos. Con todo, no le
importaba compartir su amor con Darian. Se sentía bien sabiendo que Darian
estaría allí para ella, si la Madre de Todos decidía que era hora de que él dejara este
mundo.

Había estado terriblemente cerca cuando la flecha le dio. Unos pocos centímetros
más hacia un lado y le habría atravesado el corazón. Y eso sin contar que, si Darian
y Sandor no lo hubieran atrapado, la caída lo habría matado con toda certeza. Se
había librado ese día, y sólo podía especular la razón. Aparentemente, la Madre
todavía tenía trabajo para él allí.

Lo primero en la orden del día era animar a su compañero y a su pareja.

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—¿Por qué tan solemnes? —Se sentó en el sofá, atrayendo las piernas agiles y
musculosas de Adora sobre su regazo.

—Le estaba contando a Darian acerca de mis hijas gemelas. —Ella se limpió la
humedad que se escapaba de sus ojos con una sonrisa nerviosa.

—Y enterándonos de que tendremos tres o cuatro vidas para disfrutar unos de


otros.

Jared se echó a reír.

—Creo que eso fue un poco sorpresivo para ti, Dar. Me olvidé que quizás no
sabrías de ese aspecto de la unión con un dragón. —Él asintió hacia Sandor—.
Cientos de años para volvernos locos unos a otros. No puedo esperar. —Se rió
secamente mientras le hormigueaba el hombro.

—Y tiempo para tener más niños, —dijo Adora en voz baja, sorprendiéndole—. Si
los deseáis.

146
El Club de las Excomulgadas
—¡Dulce Madre!

—¿Ahora a quién tomaron por sorpresa? —se burló Darian de él—. ¿O es que no
pensaste que Adora podría engendrar a nuestros hijos? Incluso podría estar ya
embarazada.

Jared sintió que la sangre abandonaba su rostro. Había perdido a su hijo y eso casi
lo había matado. No creía poder enfrentarse a una devastación semejante otra vez.

Darian le dio una palmada en el hombro.

—Ahora estamos nosotros para protegerla, Jared. Dos fieros dragones y dos
guerreros, sin mencionar a los compañeros de su hija y sus compañeros dragones.
Nada le pasará a Adora o a cualquier niño que tuviéramos la bendición de procrear.

Jared consideró seriamente las palabras de Darian. El alivio se abrió paso en su

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sistema, quitándole un gran peso de encima de los hombros que ni siquiera sabía
que estaba cargando. Adora se arrastró lentamente por el sofá hasta sus brazos y lo
abrazó tan fuerte como su herida se lo permitió.

—Nada me pasará, Jared. Me temo que te tengo atrapado. —Ella se rió y él se


inclinó para besar sus deliciosos labios.

Jared sintió a Darian moviéndose alrededor de ellos, haciendo un lugar para todos
en el ancho sofá. Estaban a la intemperie, en medio del área común de su suite,
pero imagino que tendrían suficiente privacidad siempre y cuando no llegaran
invitados inesperados sin previo aviso.

Él se apartó de su boca, ayudando a Darian a desvestirla. Las mallas de Adora


estaban fuera del camino para cuando Jared le quitó la parte superior. Ella tenía las
manos en sus mallas, y antes de que se diera cuenta, su pene estaba duro dentro de
su boca.

—Chúpame, nena. —Los ojos de Jared se cerraron mientras su cabeza se inclinaba


hacia atrás para descansar en el mullido respaldo del sillón—. Oh, sí.

147
El Club de las Excomulgadas
Adora cayó sobre él con deleite mientras Darian se daba un festín en su vagina
empapada. Jared abrió los ojos lo suficiente como para ver la lengua de Darian
ahondar entre las piernas de Adora y él se estiró para apretar con una mano su
pecho oscilante. Ella gimió alrededor de su pene mientras él pellizcaba su pezón.
Levantó los ojos hacia los suyos con un brillo perverso mientras chupaba más
fuerte, utilizando la lengua de una manera que amenazaba con acabar con él.

Darian le empujo un poco hacia adelante cuando se alzó sobre su trasero inclinado,
para meter su pene duro en su interior con un profundo gemido de placer. Los
movimientos de bombeo dentro y fuera de su dulce vagina le hacían que moviera su
boca sobre la piel más sensible de Jared poniéndole aún más caliente.

Darian aceleró a medida que se acercaban al clímax, empujándoles a todos a


seguirle. Con una sonrisa hacia su compañero de batalla, golpeó el trasero de
Adora juguetonamente. Ambos disfrutaron cuando ella gruñó apretándoles, así que

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lo hizo de nuevo después de que Jared le alentara. Ahora estaban cerca del límite y
con un último azote a su firme trasero, ella culminó fuertemente alrededor de los
dos, Jared explotó duro en su hambrienta boca mientras Darian eyaculaba hasta el
fondo de su vientre.

Los tres se quedaron mudos por un buen rato, pero finalmente Darian salió de sus
estrechas profundidades, mientras ella lamía completamente el pene de Jared
dejándolo limpio. Adora apoyó la cabeza en el regazo de Jared y Darian bajó la
cadera hasta el sofá, tomándole sólo un momento acomodarse debajo de su delgado
y magníficamente desnudo cuerpo.

Los hombres cerraron los ojos a medida que recobraban el aliento, reclinando la
cabeza en el acolchado respaldo del sillón.

—He estado pensando, —dijo Darian después de un largo rato.

—¿Aún puedes pensar después de esto? Eres más hombre que yo, —Jared se echó a
reír acariciando el sedoso cabello de Adora mientras ella dormitaba ligeramente en
su regazo.

148
El Club de las Excomulgadas
—Lucan mantiene a una mujer encadenada a su cama, pero ella no es su juguete
sexual. —Mantuvo su voz baja para no despertar a la saciada mujer en sus brazos—
Se rumora que es una curandera.

Los ojos de Jared se abrieron y miró a su compañero de combate.

—¿Una curandera?

—He visto a la chica, Jared. Sólo una vez. Estaba delgada y sucia, pero tenía los
ojos verdes más luminosos que jamás había visto... hasta que conocí a Adora. —
Miró fijamente a la mujer suavemente dormida sobre ellos dos

—¡Dulce Madre! ¿Tú crees que…?

Darian asintió seriamente.

—Esa pobre criatura podría ser una de las gemelas perdidas de nuestra dama.

Bianca D’arc - La Guarida Fronteriza - Serie Caballeros Dragón II


Fin

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El Club de las Excomulgadas

Serie Caballeros Dragón


01 - El Vuelo De La Doncella

Dos caballeros, dos Dragones y una Doncella. Belora


y su madre Adora, no saben que sus vidas cambiaran.

La guerra está llegando y con ella un descubrimiento


que las sorprenderá. Pero también el amor las
encontrará, cada una a su turno, mientras luchan con
acontecimientos cargados de peligro y riesgo la
posibilidad de reunirse con un joven Dragón macho
sellará el destino de la valiente sanadora al compañero
del dragón un hermoso caballero llamado Gareth; solo
le basto una mirada a la sanadora para comprender
que era suya. No solo la seducirá sino que caerá
profundamente enamorado de la muchacha.

Pero en ella hay algo extraño, no sólo es capaz de oír

Bianca D’arc - La Guarida Fronteriza - Serie Caballeros Dragón II


a los Dragones Lo que no solo es una rareza sino que
no les teme. Él la desea pero el acoplamiento con un
caballero no es simple ya que aceptarlo deberá aceptar
a su compañero y su Dragón y al compañero del
Dragón...

02 - La Guarida Fronteriza

La guerra ha llegado a la guarida de la frontera, pero


mientras los enemigos se convierten en aliados - y
amantes - la esperanza llega para los dragones y para
sus caballeros.

Una joven viuda, Adora crió a su hija sola, pero su


hija está casada ahora. ¿Podrá Adora encontrar el
amor en su propia guarida de la frontera llena de
gente? ¿Se atreverá a intentarlo?

Lord Darian Vordekrais está a punto de traicionarse,


renunciando a su título, a sus tierras y a su casa con el
fin de advertirle a los dragones y caballeros del
malvado plan traicionero de su rey. ¿Su vida se
perderá, o existirá alguna forma de que pueda hacer
una nueva vida en una tierra extranjera?
Sir Jared perdió a su esposa e hijo a traición, pero
conoce a Lord Darian y confía en él. Ambos hombres
admiran a la hermosa Adora, pero el corazón roto de
Jared está congelado como hielo sólido. ¿O no?

150
El Club de las Excomulgadas
Cuando la guerra llega a la frontera, los caballeros y los dragones de la zona Fronteriza se levantan
para tal ocasión. Nuevos aliados se reúnen a su lado. El amor florece y crece incluso cuando el mal
invade la tierra. Los caballeros y los dragones deben ser firmes contra los ataques, la hermosa mujer
de sangre real les lleva esperanza, curación y amor.

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El Club de las Excomulgadas

Próximamente

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Dragón de Hielo
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