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EL MITO DE NAYLAMP

Según la crónica de Miguel Cabello de Balboa, en tiempos remotos llegó a la costa norte del Perú un cortejo de
barcas con cientos de personas a bordo. El jefe de la expedición era un gran señor llamado Naylamp quien traía
consigo una estatua labrada en una piedra de color verde con su rostro. Este ídolo fue llamado Yampallec (que
quiere decir figura y estatua de Naylamp). Cabe destacar que Yampallec es la palabra de dónde se deriva al nombre
de Lambayeque. La comitiva que rodeaba a Naylamp era impresionante. En su ejército habían cuarenta oficiales, e
incluía un sonador de Pututo, un encargado de las andas, un preparador de bebidas, un preparador de baño, un
maquillador, un cocinero, un tejedor de ropas y un personaje encargado de esparcir polvo de conchas marinas por
donde su amo iba a pasar.

Naylamp venía acompañado, también, por un grupo de concubinas, entre las que destacaba la que los nativos
identificaron como su mujer, Ceterni. La delegación desembarcó en la costa peruana y luego de explorar la zona
construyeron un templo o palacio llamado Chot, donde albergaron su ídolo de piedra verde.

Naylamp trajo la civilización a los habitantes de aquellas tierras y ellos vivieron prósperamente bajo su reinado. El
relato que recogió Cabello de Balboa cuenta que Naylamp vivió muchos años entre los nativos hasta que llegó el
tiempo de su muerte.

Sus vasallos de confianza, que siempre lo vieron como un ser inmortal sobre el que la muerte no tenía jurisdicción,
lo sepultaron a escondidas en el lugar donde su rey había vivido y corrieron la voz que a Naylamp le habían crecido
alas y había desaparecido, presumiblemente volando. La mayoría de los nativos entonces, lo buscaron desesperados
sin encontrarlo.

Cium, su heredero, gobernó muchos años y tuvo doce hijos. Formó un gran gobierno y al morir, se lo legó a sus
sucesores: Escuñain, Mascuy, Cuntipallec, Allascunti, Nofanech, Mulamuslan, Llameooll, Lapinat-cum, Acunta y
Fampellec. Ese fue el último rey de los hombres de Naylamp, quienes fueron conquistados por el Gran Chimú,
quien colocó como monarca a uno de sus lugartenientes. De los descendientes de Naylamp, ninguno sobrevivió.

Este es, el mito fundador de la cultura Lambayeque que siglos después daría origen a la cultura Chimú. Si Naylamp
realmente existió, ¿Quién era? ¿De dónde pudo haber venido?

Los historiadores han estudiado tres diferentes teorías, basados en la similitud en la arquitectura y cultura Moche
con otras regiones del mundo. La primera versión nos narra la historia de un viajero que llegó desde Indochina hasta
el Perú, perdido por una tormenta. La segunda nos narra un posible origen maya – la opción más aceptada – . La
tercera, argumenta que procedía de la isla de Puná, cercana a las costas del Perú.

Fue el historiador José Kimmich, estudioso de la cultura Chimu, quien en 1917 publicó una investigación en la que
afirmaba que la civilización norteña tiene muchas similitudes con las civilizaciones arcaicas de Indochina.;
demostrando ciertas similitudes lingüísticas, arquitectónicas y fisioológicas, Su mayor sustento es el hecho de que,
que hace diez siglos, los chinos navegaban hasta mar adentro y en mal tiempo, pueden haber llegado hasta
California y seguir la línea costera hasta llegar al Perú.

Sin embargo, no existe evidencia tan fehaciente como los parecidos existentes entre los grabados mochica y los
mayas, tal como sugiere el arqueólogo alemán Clement Marham. El teoriza que Naylamp llegó al Perú por la
Corriente del Niño en búsqueda de refugio de algún desastre que ocurriera en el Imperio Maya por esos tiempos.
Naylamp llevó piezas de cerámicas y se dedicó a enseñarle a los moches las técnicas por las cuales luego se volvieron
famosos. Además, los nombres de algunas ciudades y personas en la actualidad tienen mucha similitud con las
lenguas maya y nahua.

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