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Diez reglas de escritura y uso del lenguaje

(Traducido y adaptado de Strunk, William, The Elements of Style, New York, The
Macmillan Company, 1959. Cap II: "Elementary Principles of Composition".)

1. Haga un plan general adecuado y ajústese a él.

En todo tipo de texto subyace un diseño estructural básico. El escritor deberá en


parte seguirlo y en parte desviarse de él, de acuerdo con su habilidad, sus
necesidades y los sucesos inesperados que acompañan el acto de escritura. En
algunos casos, es cierto, puede no existir (un ensayo más bien “érrático”, una carta
de amor), pero en la mayoría de los casos, el plan es un preludio necesario.
Un soneto se escribe con 14 versos, divididos en 2 cuartetos y 2 tercetos. Así el
sonetista sabe cuál es el esqueleto, la forma, aunque puede no saber cómo
alcanzarla. Hay formas más flexibles, menos definidas, es cierto. Pero cuanto más
claramente perciba la forma, mejores serán sus posibilidades de éxito.

2. Que el párrafo sea la unidad de composición.

El párrafo puede ser una sola oración breve o un pasaje extenso. Hay asuntos que
se tratan en un solo párrafo (una apostilla, una breve descripción o narración, tal
vez la reseña de un libro). Sin embargo, luego de la escritura, examine si la división
mejoraría el texto.
Por lo general un texto requiere división en tópicos, cada uno de los cuales
debería tratarse en un párrafo. Esto ayuda al lector. El comienzo de cada párrafo es
una señal de que se ha dado otro paso en el desarrollo del tema.
Hay una regla que dice que las oraciones aisladas no deberían constituir párrafos,
excepto en el caso de oraciones de transición, que indican las relaciones entre las
partes de una exposición o argumento.
Conviene comenzar cada párrafo con una oración que sugiera el tema o con una
que ayude a la transición. Si el párrafo forma parte de un texto extenso, es
necesario expresar la relación con lo que precede o su función como parte del todo.
En la narración y en la descripción, el párrafo a veces comienza con una
afirmación concisa y abarcadora, que sirve para reunir los detalles que siguen.
En general, dividir en párrafos exige buen ojo y una mente lógica. A veces
conviene cortar largos párrafos en dos como ayuda visual; pero cuidado: también
los párrafos cortos en una rápida sucesión pueden distraer.

3. Prefiera la voz activa.

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Por lo general, la voz activa es más directa y vigorosa que la pasiva:
Siempre recordaré mi primer viaje al sur.
Mi primer viaje al sur será siempre recordado por mí.
La segunda frase es menos directa y concisa. Si el que escribe trata de hacerla más
concisa eliminando “por mí”, la frase se torna indefinida.
Esta regla no significa que el escritor deba descartar absolutamente la voz pasiva,
la que es conveniente con frecuencia e incluso necesaria. Por ejemplo:
La ciudad fue sitiada.
El hombre fue atropellado.
El banco fue asaltado.

4. Prefiera la afirmación.

Evite las negaciones si puede decir lo mismo afirmando. Esto dará claridad a los
enunciados. Use “no” en la negación y en la antítesis; nunca como forma de
evasión.

No solía llegar puntualmente.--- Solía llegar tarde.


No pensaba que estudiar latín fuera aprovechar el tiempo. --- Pensaba que
estudiar latín era una pérdida de tiempo.

Hay cierta debilidad inherente en el uso de la palabra “no”. Consciente o


inconscientemente, el lector no se siente satisfecho cuando le cuentan lo que no es;
el desea que le cuenten lo que es. Entonces, como regla, es mejor expresar aun una
negación en forma afirmativa:
no es honesto: es deshonesto
no es importante: es trivial /intrascendente/insignificante...
no recordó: olvidó
no prestó atención a: ignoró
no tenía mucha confianza en... : desconfiaba de...

Al oponer negación/afirmación, se pueden construir estructuras más fuertes.


No preguntes qué puede hacer tu país por vos, sino qué podés hacer vos por tu
país.

5. Evite si es posible las formas verbales que quitan desenvoltura


(resolución) al enunciado.

Si nos hicieras saber la hora de tu llegada, nos encantaría ir a buscarte al


aeropueto.
Mejor:
Si nos hacés saber la hora de tu llegada, nos encantará ir a buscarte... o

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Si nos decís a qué hora llegás, te iremos a buscar con mucho gusto a…

Leopoldo Alas puede ser incluido en la lista de los mejores escritores del siglo XIX.
Leopoldo Alas fue uno de los mejores escritores...

Si su oración admite una duda, su texto pierde autoridad. Guarde ciertas formas
verbales como “podría”, “debería”, “puede ser” para situaciones en las que exista
una incertidumbre real.

6. Use un lenguaje específico y concreto.

Fue un período de mal tiempo.


Llovió todos los días durante una semana.

El niño mostró satisfacción cuando le dieron la merecida recompensa.


El niño dio un grito de alegría cuando lo recompensaron con una pelota de cuero.

En cada caso, la segunda forma es la mejor. La manera más segura de mantener la


atención del lector es siendo específico, claro y concreto. Los grandes escritores
como Homero, Dante o Shakespeare son efectivos en gran medida porque se
refieren a lo particular con los detalles que “pintan” lo que están diciendo.
He aquí un ejemplo de cómo lo vago y general se puede transformar en algo vívido
y particular:

Cuando en una nación los modales, las costumbres y las diversiones son crueles y
bárbaros, las medidas que prevé su código penal son severas.

Cuando los hombres disfrutan de las batallas, las corridas de toros y los combates
de gladiadores, castigan los delitos con la horca, la hoguera y el potro.

(Ejemplo en el original: In proportion as the manners, customs, and amusements of a nation are
cruel and barbarous, the regulations of its penal code wil be severe // In proportion as men delight
battles, bullfights and combats of gladiators, will they punixh by hanging, burning, and the rack.)

7. Omita las palabras innecesarias

La escritura vigorosa es concisa. Se debe prescindir de palabras innecesarias en la


oración, y de oraciones innecesarias en el párrafo de la misma manera que un
dibujo no debe tener líneas innecesarias ni una máquina, partes que no necesite.
Esto no significa que el escritor deba hacer oraciones cortas u omitir detalles y
tratar todo en su aspecto más general; significa que cada palabra debe decir algo.
Muchas expresiones comunes violan este principio:

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Juan Pérez es el hombre que descubrió el secreto → mejor: Juan Pérez descubrió
el secreto.
Este es un tema que merece más atención → Este tema merece más...
La razón por la cual él estaba ofendido es que... → Él estaba ofendido porque...

Una expresión especialmente debilitante es “el hecho de que”:


Tuvo en cuenta el hecho de que ella estaba asustadísima. → Tuvo en cuenta que
ella...
El hecho de que él haya fracasado no nos desalentará. → Su fracaso no nos
desalentará.

Expresiones como “que es”, “quien era” son a menudo superfluas:


Su hermano, que es un miembro de la misma empresa... → Su hermano, un
miembro...
Trafalgar, que fue la última batalla de Nelson... → Trafalgar, la última...

Una forma común de caer en el uso de palabras innecesarias es presentar una idea
compleja, paso a paso, en una serie de oraciones que podrían resolverse en una sola
o dos. (Además, un texto escrito con oraciones muy breves tiene un estilo
“segmentado”, que resta fluidez).

Macbeth era ambicioso. Esto lo llevó a desear el trono de Escocia. Las brujas le
dijeron a Macbeth que su deseo se volvería realidad. En ese tiempo, el rey de
Escocia era Duncan. Instigado por su esposa, Macbeth asesinó a Duncan. Así
pudo sucederlo en el trono.

Mejor:
Instigado por su esposa, Macbeth logró lo que ambicionaba e hizo que se
cumpliera la predicción de las brujas: al matar al rey Duncan se convirtió en el
rey de Escocia.

8. Exprese ideas coordinadas de manera similar.

Esto ayuda a entender la idea. Un ejemplo claro son las bienaventuranzas en la


Biblia (Evangelio según san Mateo 5, 1-11) :

Felices los afligidos, porque serán consolados.


Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.

Antes, se enseñaba ciencia con el método de los libros de texto; ahora el método
del laboratorio es el que se usa.
Es mejor:
Antes, se enseñaba ciencia con el método de los libros de texto; ahora se enseña
acudiendo al (o con el método del) laboratorio.

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Mis objeciones son, primero, la injusticia de la medida; segundo, que es
inconstitucional.
Es mejor:
Mis objeciones son, primero, que la medida es injusta; segundo, que es
inconstitucional.

La primera versión da la impresión de que el escritor es indeciso o tímido. Según


este principio, un artículo o una preposición que se aplica a todos los miembros de
una serie se debe usar sólo antes del primer término o repetirse antes de cada
término.

Los franceses, los italianos, españoles y portugueses... –


Es mejor: Los franceses, los italianos, los españoles y los portugueses... o Los
franceses, italianos, españoles y portugueses…

En primavera, verano o en invierno... -- En primavera, verano o invierno...

9. Mantenga juntas las palabras relacionadas.

Él notó una gran mancha en la alfombra, que estaba justo en el centro. → Él notó
una gran mancha justo en el centro de la alfombra.
Puedes llamar a tu madre desde Buenos Aires y contarle que Jorge te llevó a
cenar gastando unas pocas monedas. → Con unas pocas monedas, puedes llamar
a tu madre desde Buenos Aires...

El sujeto de una oración y el verbo principal no deberían estar separados por una
frase o cláusula que pueda pasarse al comienzo.

Usted debería, a menos que no tenga dinero suficiente, viajar a Salta y hablar
personalmente con su hijo.
Es mejor: A menos que no tenga dinero suficiente, usted debería viajar a Salta y
hablar personalmente con su hijo.

El pronombre relativo debe estar lo más cerca posible de su antecedente:

Vimos la película con Mariana, que se estrenó el jueves pasado. → Vimos con
Mariana la película que se estrenó el jueves pasado.

Los modificadores deben estar, si es posible, cerca de la palabra que modifican


para que no se produzca confusión:

Todos los miembros no estaban presentes. → No todos los miembros estaban


presentes.

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10. En los textos narrativos, mantenga un tiempo verbal como eje.

Al narrar hechos, se puede usar el presente o el pasado como eje. En cada caso,
respetar los tiempos de la retrospección y los de la prospección. La alternancia
innecesaria de tiempos eje da la impresión de falta de seguridad e irresolución.
Al presentar las afirmaciones o el pensamiento de alguien, como al resumir un
ensayo o una conferencia, el escritor debería evitar la repetición de expresiones
como “él dijo”, “él afirmó”, “él agregó”. Sería conveniente que indique claramente al
comienzo, de una vez por todas, que lo que sigue es una síntesis o reseña y luego no
gaste palabras en repetir esa información.

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