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Al contrario de lo que creen algunas personas, se ha comprobado que los pollos nunca han usado hormonas

durante su crecimiento en ningún país del mundo.

Información enviada a la redacción.

La creencia cada vez más generalizada de que los pollos son tratados con hormonas ha sido producto de
una sorprendente falta de conocimientos de la producción avícola moderna. Es difícil de explicar cómo ha
sido posible que el público en general piense que este tipo de substancias sean una parte integral de la
producción. Se podría especular que a través de una prensa alarmista o de figuras públicas desinformadas,
o a través de grupos que llevan al extremo el consumo de productos orgánicos y/o naturales con
argumentos sin fundamentos. También existen productores de pollos que en sus campañas publicitarias
enfatizan que sus pollos no usan hormonas, implicando que hay otros productores que si las usan.

Lo más lamentable de esta situación es que muchos profesionales de la salud, altamente calificados, están
convencidos de que los pollos usan hormonas y piensan que sus pacientes podrían de alguna manera
afectarse con el consumo de carne de ave.

Quizás esta creencia del uso de hormonas en aves se deba al increíble crecimiento que tienen hoy día los
pollos de engorda. Para tener una perspectiva de la magnitud de este logro, consideremos que un bebé
necesita alrededor de 14 semanas para duplicar el peso que tuvo al nacer y que un pollito recién nacido
aumenta 65 veces su peso en siete semanas. Muchas personas deben pensar que esto no es posible sin el
uso de hormonas.

Es de suma importancia que los consumidores y los profesionales de la salud estén informados
correctamente acerca de los alimentos que ingerimos; así que aprovechamos el reciente Foro Científico y
Exposición Internacional de Productos Avícolas celebrado en Atlanta, GA., en Estados Unidos, para
entrevistar a reconocidos científicos para que nos ilustraran en el tema. A propósito, una de las cosas que
llama la atención en esta Exposición es la enorme cantidad de empresas, más de mil, que exponen sus
productos a la industria avícola y absolutamente ninguna de ellas comercializa hormona para las aves.

En nuestra entrevista con el Dr. Nick Dale, profesor de la Universidad de Georgia, fue enfático en declarar
que los pollos no usan hormonas. En primer lugar – nos dijo – “el uso de hormonas es ilegal. En muchos
países, incluyendo los Estados Unidos, existe un estricto control en el uso de hormonas o substancias de
tipo hormonal en el alimento de los animales. Bajo ninguna circunstancia se pueden suplementar
hormonas a las aves. Usted me dirá que más de alguien lo puede hacer ilegalmente, pero no tiene sentido
porque sencillamente las hormonas no son efectivas”.

Le pedimos al Dr. Dale que nos explicara lo de la ineficacia de las hormonas. Nos dijo que “la
administración de hormonas es extremadamente difícil y no se traduce en mayor ganancia de peso en los
pollos pues el proceso mismo de crecimiento es el resultado de una extremadamente compleja
combinación de funciones metabólicas que dependen de una amplia coordinación de señales endocrinas”.

El Dr. Dale agregó “la hormona de crecimiento, así como la insulina que se usa en el tratamiento de la
diabetes, es una proteína. Si una de estas hormonas es consumida oralmente se destruye durante el
proceso de digestión, de la misma manera que cualquier proteína presente en el alimento. Por ese motivo
los diabéticos deben inyectarse la insulina. En el caso hipotético que la hormona de crecimiento
funcionara habría que inyectársela a los pollos con relativa frecuencia. Imagínese a los productores
inyectando frecuentemente a cientos de miles de pollos… totalmente imposible. ¿Porqué frecuentemente?
Porque las aves secretan su hormona natural de crecimiento cada 90 minutos”.

El Dr. Dale además nos comentó que la hormona de crecimiento para aves no se produce comercialmente,
por lo tanto su costo es altísimo. “Si se administrara tan sólo 1 miligramo por pollo, el costo de la
hormona sería mayor que el valor del pollo; lo que no tiene ningún sentido como negocio”.

Le preguntamos acerca de los esteroides anabólicos que usan los atletas. Su respuesta fue que sin duda el
uso de estas substancias aumenta la masa muscular, pero que solamente se consigue cuando el atleta lo
combina con un entrenamiento físico fuerte como levantamiento de pesas. En el caso de los pollos la gran
masa muscular está en la pechuga y esos músculos se usan para mover las alas. “Que yo sepa – nos dijo –
hace más de mil años que los pollos no vuelan y sin ejercicio no hay beneficio de los esteroides
anabólicos”.

“Quisiera recordarles – dijo el Dr. Dale – que en el medio ambiente en que hoy vivimos, diariamente
estamos expues- tos a miles de contaminantes químicos sintéticos, algunos de ellos con comprobado efecto
estrogénico, incluyendo los residuos de implantes y substancias anticonceptivas. También existe en los
cereales la presencia de compuestos estrogénicos producidos por hongos. Es un ambiente altamente
comprometido y resulta ignominioso acusar al pollo como el criminal”.

Conversamos también con el Dr. Douglas Zaviezo, consultor internacional en nutrición, quién manifestó
su total acuerdo con los comentarios del Dr. Dale. Comenzó diciéndonos que la creencia de que al alimento
de los pollos se le adicionan hormonas es totalmente falsa y afecta la reputación de un alimento sano y de
alto valor nutritivo como es la carne de ave.
El Dr. Zaviezo piensa que las hormonas incluso podrían tener un impacto negativo en el desempeño de
los pollos. “Su normal crecimiento es ya bastante rápido y forzarlos a un mayor esfuerzo metabólico sólo
traería como consecuencia un aumento en problemas cardíacos, locomotores y de oxigenación. En
lugares de mucho calor y humedad la mortalidad aumentaría de manera alarmante. Para manejar una
situación de este tipo habría que limitarles significativamente el consumo de alimento”.

“Estoy convencido – agregó el Dr. Zaviezo – que las hormonas ni siquiera son necesarias en la
producción avíco- la. El increíble crecimiento que tienen los pollos hoy día es definitivamente sin el uso
de hormonas; es el producto de una adecuada y exitosa selección genética que en las últimas décadas ha
venido reduciendo 1 día por año los días necesarios para que los pollos alcancen el peso de mercado.
Este extraordinario potencial genético de los pollos de hoy tiene que estar acompañado de una nutrición
de excelencia y unas óptimas condiciones ambientales para que se manifieste en su totalidad”.

“Todas las personas familiarizadas con los aspectos técnicos de la producción avícola moderna saben
que el desempeño productivo actual de los pollos es el resultado lógico de un lento pero consistente
desarrollo en la genética, nutrición, manejo, prevención y control de enfermedades. Las hormonas
simplemente no son necesarias” afirmó.

Artículo publicado en
Los Avicultores y su Entorno Vol. No. 86

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