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¿Qué ocurriría con el clima futuro si se detuvieran hoy las emisiones?

La relación entre el cambio en las emisiones y la respuesta climática es bastante compleja, pues
algunos cambios siguen ocurriendo una vez que han cesado las emisiones.

Cuando se emiten a la atmósfera, los gases de efecto invernadero se remueven mediante


reacciones químicas con otros componentes reactivos o, como es el caso del dióxido de carbono
(CO2), se intercambian con el océano y la tierra. Estos procesos caracterizan el periodo de vida
del gas en la atmósfera, definido como el tiempo que lleva a un incremento de concentración
disminuir por un factor de e (e=2.71). El tiempo que los gases de efecto invernadero y aerosoles
persisten en la atmósfera varía en un amplio intervalo, de días a miles de años.

Como resultado de los considerables períodos de vida de los principales gases de efecto
invernadero antropógenos, el aumento de la concentración atmosférica debida a las emisiones
en el pasado persistirá mucho tiempo después de que las emisiones se hayan detenido.

La respuesta del sistema climático al forzamiento de los gases de efecto invernadero y de los
aerosoles se caracteriza por una inercia, impulsada principalmente por el océano. El océano
tiene una enorme capacidad de absorción de calor y un coeficiente de mezcla lento entre su
capa superficial y las aguas profundas. Esto significa que el conjunto del océano superficial (y,
por tanto, los continentes) continuará calentándose hasta alcanzar una temperatura superficial
en equilibrio con este nuevo forzamiento radiativo.

La temperatura global no respondería rápidamente a los cambios en las concentraciones de


gases de efecto invernadero. La eliminación de únicamente las emisiones de CO2 daría lugar a
temperaturas prácticamente constantes durante varios siglos. Lo mismo pasaría al fijar a cero
las emisiones, tras un pequeño calentamiento, pasaría a un estado de casi estabilización durante
varios siglos. Esto se denomina clima asegurado por las emisiones pasadas (o clima asegurado
con emisiones futuras nulas). La concentración de los gases de efecto invernadero caería y, con
ella, el forzamiento radiativo, pero la inercia del sistema climático retrasaría la respuesta de la
temperatura.

Como consecuencia de la gran inercia del clima y el ciclo del carbono, la temperatura global a
largo plazo depende en gran medida de las emisiones totales de CO2 que se han acumulado a
lo largo del tiempo, independientemente del momento en que se emitieron.

La temperatura global es un parámetro total útil para describir la magnitud del cambio climático,
pero no todos los cambios guardarán una proporción lineal con la temperatura. Los cambios del
ciclo del agua, por ejemplo, también dependen del tipo de forzamiento (por ejemplo, los gases
de efecto invernadero, los aerosoles y el cambio de uso del suelo). Los componentes más lentos
del sistema Tierra, como la elevación del nivel del mar y los mantos de hielo, tardarán mucho
más en responder y podría haber umbrales críticos o cambios abruptos o irreversibles en el
sistema climático.

***Se denomina forzamiento radiativo al cambio en el flujo neto de energía radiativa hacia la superficie de
la Tierra medido en el borde superior de la troposfera (a unos 12.000 m sobre el nivel del mar) como
resultado de cambios internos en la composición de la atmósfera, o cambios en el aporte externo de
energía solar. Se expresa en W/m2.
Un forzamiento radiativo positivo contribuye a calentar la superficie de la Tierra, mientras que uno
negativo favorece su enfriamiento.

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