Estos términos tienen diferente origen etimológico. La palabra "ética" viene del
griego ethos que significa "forma de ser" o "carácter". La palabra "moral" viene
de la palabra latina morales, que significa "relativo a las costumbres".
Escribe:
Martín Tanaka
En la vida política siempre habrá intereses y visiones contrapuestas, en ocasiones
muy enconadas, especialmente cuando se percibe que hay opciones éticas en juego.
El régimen democrático nos da un mecanismo para procesar institucionalmente esas
diferencias: el más importante es el voto popular y la regla de mayoría. Aquellos que
consiguen más votos ocupan las posiciones de gobierno, y los demás, aunque no les
guste, lo deben aceptar. En los últimos años hemos tenido elecciones muy reñidas,
pero al final terminó imponiéndose ese criterio. Actores pueden incluso no estar de
acuerdo con la conducta y decisiones de los organismos electorales, pueden estar
convencidos de que se equivocaron y los perjudicaron, pero al final están obligados a
respetar sus fallos, y no cuestionan la legitimidad de los resultados.
En nuestro país parece estar medianamente asentado el reconocimiento de las
elecciones como mecanismo democrático, que va por supuesto de la mano con un
funcionamiento considerado aceptable de los organismos electorales. Sin embargo, no
hemos avanzado mucho en otro mecanismo democrático esencial, que es el
funcionamiento del sistema de justicia, del que forman parte el Poder Judicial, el
Ministerio de Justicia, la Fiscalía, la Policía, etc. Acá también deberíamos tener un
mínimo de confianza en su funcionamiento, de modo tal que puede haber múltiples
percepciones y denuncias de corrupción, pero debería ser un criterio compartido que
quien determina eso en última instancia es el Poder Judicial. Y uno puede discrepar de
sus fallos, criticar sentencias, pero al final estos deben ser aceptados en todas sus
consecuencias.
El problema se agrava cuando algunos de los actores políticos que sectores de la
población identifican como corruptos gozan de respaldo popular y representan
políticamente a sectores importantes de la sociedad. Las reglas institucionales obligan
a reconocerlos como interlocutores en un sentido pleno, y la política solo puede
funcionar si se logra poner “entre paréntesis”, por así decirlo, las objeciones éticas,
para poder entrar al terreno de la negociación política. Ejemplo: la designación del
Defensor del Pueblo o de los magistrados del Tribunal Constitucional. Poner por
delante consideraciones morales haría imposibles los acuerdos políticos que se
necesitan.
La consecuencia de esto es que urge avanzar en la mejora del sistema judicial, porque
su falta de legitimidad crea serios problemas que dificultan el intercambio político. En
el corto plazo no parece quedar otra que aceptar los fallos judiciales, individualizar las
responsabilidades penales y no hacerlas extensivas a colectividades políticas. Decir
esto puede resultar impopular en el contexto de confrontación que se vive en medio de
la campaña de la revocatoria, pero precisamente por eso es necesario hacerlo.
Resolver el dilema existente entre las percepciones de justicia y el respeto a las
instituciones es clave para nuestra democracia.
Autoridades de amarilis
FUNCIONARIOS
GERENCIA MUNICIPAL
SOC. JUAN JOSE ALVA LEANDRO
GERENTE DE ADMINISTRACION
SECRETARIA GENERAL