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Universidad Central del Ecuador

Facultad de humanidades y ciencias sociales


Carrera de Política
Nombre: Lizeth Silva Política V

Caracterización sociológica de los dos primeros gobiernos velasquistas (1933-1935; 1944-


1947)

La década de los treinta se presenta en América Latina como un periodo de transiciones. Sus
principales países empiezan el camino que los llevara a pasar de un modo de producción y
organización social basada en las oligarquías terratenientes, a una naciente burguesía industrial
que se va consolidando en los países que inician el proceso de industrialización de corte
nacionalista, orientada al consumo del mercado interno buscando sustituir importaciones.

En este contexto histórico, surge el populismo como un modelo de gobierno interesado en regular
la incorporación del nuevo sector social, (proletariado) que ha aparecido y para las elites
dominantes constituyen motivo de desorden. Este fenómeno se desarrolló en Argentina, liderada
por el Gral. Juan domingo Perón, en Brasil, con Getulio Vargas, etc.

Todos estos líderes se caracterizaron por promulgar un discurso de acercamiento al pueblo,


desarrollando en cierto sentido un discurso de inclusión social (política de grandes sectores). Este
carácter del discurso permitiría que en el imaginario popular se desarrollara un sentido de
esperanza y confianza del pueblo a su líder.

El populismo latinoamericano, tal y como lo recoge Laclau, se caracterizó por emplear el


clientelismo como mecanismo de electoral y de legitimidad política, presentaba una estructura
piramidal caciquista y sobre todo se identifica por crear nuevas identidades sociales (caso de los
descamisados en Argentina, brigadas en Brasil, etc.).

En el caso ecuatoriano, este fenómeno se extendió desde 1933 hasta 1972 liderado por el Dr. José
María Velasco Ibarra, durante cuarenta años, en cinco periodos de gobierno. Sin embargo, en el
caso ecuatoriano el fenómeno populista, se desarrolló en un contexto histórico de crisis económica
e inestabilidad política. Propiamente no existió en esta época un periodo de transición de sociedad
oligárquica terrateniente, a burguesía industrial, más bien de acuerdo con los autores Quintero y
Cueva, asistimos a la resistencia a desaparecer de la clase terrateniente quien aún se mantiene
fuerte frente a la burguesía agro-mercantil debilitada por la crisis del cacao.

En consecuencia, debido a las peculiaridades propias del país; propiciadas por el contexto social,
la situación económica, la debilidad política y por lo tanto la fragilidad institucional. Obligan un
estudio detallado de lo que comúnmente se ha tendido a llamar populismo velasquista. Claro está
realizando un análisis sistemático de cada uno de los periodos de gobierno, con el objetivo de
comprender las implicaciones que tuvo y si necesariamente les corresponde ser calificados como
populistas. Poniendo un especial énfasis en los dos primeros gobiernos velasquistas.

En la actualidad es común asistir al empleo peyorativo del término populista, el vaciamiento


conceptual del que se le ha hecho parte ha permitido que se lo emplee como adjetivo negativo,
que describe a todos aquellos procesos que aparenten realizar un mínimo de concesiones sociales
o cuenten con un apoyo masivo de los sectores sociales medios y bajos.

Para comprender los fenómenos sociales es necesario hacer un análisis del proceso histórico que
ha permitido el desarrollo de estos acontecimientos y de las fuerzas sociales que al enfrentarse lo
han puesto en marcha.

Pretender explicar un fenómeno social, recurriendo solo al análisis individual, del líder omitiendo
lo anterior conllevan errores metodológicos y conceptuales que derivan en situaciones de
simplificación de los acontecimientos, lo cual limita la comprensión del fenómeno, así como sus
posibles consecuencias.

Debido a la importancia histórica-social y al largo periodo que transcurrió este tipo de gobierno a
cargo del poder ejecutivo, son varios los autores nacionales y extranjeros quienes han estudiado
este tema, algunos de manera general en correspondencia con el fenómeno populista
latinoamericano, mientras que otros han orientado sus investigaciones exclusivamente al caso
ecuatoriano.

No obstante, en las ciencias sociales ecuatorianas no hay un consenso respecto a la interpretación


del velasquismo, situación que evidenciamos en la lectura de las principales obras sobre el tema.

Uno de los primeros trabajos en se busca explicar el fenómeno velasquista pertenece a George
Blankstean, autor de “Constituciones y caudillos. En el populismo en el Ecuador”, en el cual
considera que el velasquismo no es más que un caudillismo, producto de la inestabilidad política.
Situación que venimos arrastrando desde inicios de la etapa republicana, lo que ha llevado a que
la población ecuatoriana desarrolle esta tendencia al caudillismo como un mecanismo de selección
de líderes naturales.

La obra de Blankstean, es destacable en cuanto que la desarrolla al mismo tiempo que el primer
velasquismo, está desarrollándose.

En “Teoría y práctica del conductor conducido”, Alfredo Pareja Diezcanseco, entiende al


velasquismo como la imposibilidad de generar un proceso progresista y democrático de cambio
social en el país. Velasco Ibarra es el conductor de las masas sociales(subproletariado), es en su
figura en torno a la cual se congregan como unidad las demandas de los diferentes sectores. Pero
ocurre que en momentos de crisis el conductor conducido de las masas pierde su apoyo y por lo
tanto su posición de poder.

La identificación de este fenómeno cíclico, en la relación entre Velasco Ibarra y las masas, pierde
rigurosidad debido a que el autor únicamente empleó, el análisis de las obras y el discurso de
Velasco Ibarra para su interpretación, omitiendo el análisis de la situación política-social, más allá
de la interpretación individual.

Agustín Cueva “El proceso de dominación política en Ecuador” y Rafael Quintero “El mito del
populismo velasquista y la consumación del pacto oligárquico. En el populismo en el Ecuador,
constituyen el debate en cuanto a interpretación de este fenómeno se refiere. Mientras Cueva,
aunque ambiguo asegura ver en las características del velasquismo(subproletariado), claramente
al populismo. Quintero por su parte dirá que el populismo es un mito, lo que significó el
velasquismo en el país es una nueva forma de dominación que permitiría mantener el predominio
de la clase terrateniente en el poder frente a la burguesía emergente.

Maiguscha y North, autores que interpretan ambos estudios, reconocen el trabajo de ambos sin
embargo critican la ambigüedad de Cueva, mientras encuentran que Quintero es ahistórico por
generalizar los estudios sobre el primer periodo velasquista a los cuatro restantes omitiendo un
análisis minucioso de cada uno de ellos.

En respuesta a esta problemática, los autores Maiguashca y North, esbozan un nuevo paradigma
para el estudio del proceso político ecuatoriano en la época velasquista. El empleo de conceptos
thompsonianos como: lucha de clases, economía moral del pobre y análisis regional.
Una vez expuestos, los principales aportes e investigaciones desarrollados hasta el momento
respecto a la cuestión velasquista, es posible hacer un análisis individual de los periodos de
investigación que aquí nos competen, con el objetivo de identificar si ¿es posible hablar de un
mandato populista por parte de Velasco Ibarra durante el periodo 1934-1935?

Crisis económica y ascenso de Velasco al poder

De José María Velasco Ibarra, se ha dicho mucho, su recuerdo hasta el día de hoy habita en
el imaginario colectivo de los ecuatorianos, quienes en su mayoría lo tienen por modelo ejemplar
de: rectitud, austeridad y honestidad. Destacan de él su fuerza, energía e incorruptibilidad, -
practica cada vez más extraña y por lo tanto cada vez más valorada por los ciudadanos- así como
sus dotes de orador a las cuales atribuyen su éxito electoral en las cinco veces que llego a ocupar
el cargo de presidente del país.

No obstante, el surgimiento de la figura de Velasco Ibarra en el escenario político ecuatoriano


durante la década del 30, se corresponde con la crisis política-económica por la que estaba pasando
el país, producto de la caída del precio del cacao. Al ser la economía ecuatoriana una economía
agroexportadora dependiente, se veía seriamente afectada por la crisis mundial, (Gran depresión)
situación que se veía reflejada en el malestar social y en el descontento general con el mandatario.

Su ascenso durante las elecciones de 1933, así como su declive están intrínsecamente ligados a
las bases sociales y a la inestabilidad política de la época. Su discurso inclusivo encajo muy bien
con los ideales y esperanzas del pueblo, no es de extrañar que en este contexto Velasco Ibarra,
lograra hacerse con el poder con la mayoría de los votos.

Primer mandato presidencial

Posterior a una campaña presidencial que lo llevo a recorrer las principales ciudades del país,
Velasco Ibarra asume el gobierno del país en septiembre de 1934.de esta manera Velasco instituyo
el involucramiento de las masas populares a la política ecuatoriana; si bien no participaron
directamente como votantes, el discurso de Velasco reconocía y promovía la actuación de estos
sectores sociales.
Su triunfo fue posible debido al apoyo que recibió del Partido Conservador y de la iglesia, no
obstante, esto no impidió que implantara un gobierno personalista, con un gabinete conformado
en su mayoría por liberales con un solo conservador en el cargo de Ministro de Relaciones
exteriores.

Respecto al plan de gobierno que manejaba durante este primer gobierno, varios son los autores
que han dicho que se limito a ser una copia del programa político conservador. Muchos son los
autores que hablan de la carencia de un plan de gobierno delimitado por parte de Velasco Ibarra,
al parecer era recurrente en el líder preferir la intuición a una programación detallada.

Ortega (1995), habla en su estudio “La historia de un pueblo” de la falta de un grupo humano
ideológicamente homogéneo y técnico en el gabinete impidió la estructuración de un real equipo
de soporte para el Dr. Velasco Ibarra. (pp-84)

Sosa (2001), Velasco Ibarra gobernaba sin planificación, de la cual se burlaba con sarcasmos
y hasta con crueldad. Él era un gobernante intuitivo e improvisador. Su carácter no aceptaba el
rigor de planes fijos y a largo plazo.

Esta fue la imagen que desde inicios de su carrera política Velasco Ibarra fue construyendo. En
sus escritos combatía el fraude electoral, promovía sus ideales liberales con un cierto matiz de
moralidad religiosa. Sin embargo, fueron precisamente en estos escritos los que los conservadores
encontraron la persona ideal para que encabezara las protestas contra el aquel entonces presidente
Neptalí Bonifaz, cuya nacionalidad peruana hacia imposible su continuidad en el cargo.
En 1932, cuando fue elegido diputado por parte de la provincia de Pichincha, se encontraba en
Europa, al aceptar el cargo emprendió el viaje de regreso al país haciéndose el mismo cargo de
sus gastos. Recoge Cuvi (1997) en el libro “La reina del Pacifico” que el diputado electo viajo en
tercera clase, pues no acepto los viáticos que le correspondían, marcando el inicio de su carrera
política como hombre honrado, que no usufructuaba de los fondos del país. (1997:40)

Como vemos, aunque el electorado que promovió el triunfo electoral de Velasco Ibarra, se
encontraba conformado por sectores controlados por el partido conservador, contaba con el apoyo
y la confianza del resto del pueblo.

Las masas lo veían como su representante, depositaban en el sus esperanzas y lo convertían como
el hombre capaz de entender los sentimientos de pueblo y luchar por lo que necesitaban. Su
“chusma querida”, como solía llamar a las masas populares al menos en este primer año de
gobierno fueron un apoyo más moral que electoral.

Aunque Velasco, modifico el panorama electoral no de manera objetiva, sino incluyendo a las
capas sociales bajas de la población al proceso electoral, promoviendo las campañas masivas,
también promovió la cultura de la desconfianza en los lideres políticos y en las instituciones. De
ahí que se presentara alejado de los partidos políticos convencionales, sobre todo del Partido
Liberal, principal promotor de elecciones fraudulentas en su favor.

Durante este corto periodo de gobierno, Velasco construye un modelo de gobierno en el que las
masas sociales apoyan abiertamente a un líder conservador representante de los intereses de las
elites. Velasco Ibarra, sentó el precedente del prototipo de gobierno ideal y de como debían
llevarse a cabo las relaciones entre gobierno y ciudadanos. (relación clientelar)

El gobierno representado en la figura de Velasco Ibarra, poseedor de indispensables cualidades,


era visto por los grupos sociales como el salvador del pueblo, aun cuando esta salvación era
entendida en el imaginario social como la posibilidad de obtener obras, infraestructura,
establecimientos educativos o incluso la oportunidad de llegar a ocupar un cargo público.

Es evidente entonces que el primer periodo de gobierno, no fue propiamente un modelo de


gobierno populista, pues no existe un momento de transición de oligarquía terrateniente a
burguesía industrial con proletariado incipiente e incluso de acuerdo con Quintero y Silva, “las
masas movilizadas en este primer momento son resultado de las masas aglutinadas por la clase
terrateniente y su partido”. (1995: 389)

Sobre todo, no encontramos que exista una ideología propiamente difundida por el líder y
defendida por las masas, simplemente hay una fijación con la personalidad del líder, lo que lleva
a que de alguna manera sus valores se vean magnificados y exagerados. Durante este año de
gobierno y el periodo de elecciones lo que existió fue más bien un líder caudillo, representante de
las elites terratenientes, con un discurso social. Es posible identificar mecanismos de la política
populistas, aplicados muy acertadamente por Velasco Ibarra, tanto en sus discursos como en la
practica política para granjearse la simpatía del pueblo. Es decir, que lo que se desarrolla durante
este primer año en el gobierno es los cimientos de un gobierno de carácter populista mayormente
consolidado en el segundo periodo.
Segundo mandato presidencial

Velasco Ibarra no llego a concluir su primer mandato, pues en 1935 al haberse proclamado
dictador y haber convocado a una Asamblea Constituyente el 12 de octubre de 1935, fue depuesto
mediante golpe de estado, apresado por los militares y conducido a su destierro. Antonio Pons,
ministro de gobierno de Velasco Ibarra ocupo el cargo.

Durante su exilio, la figura de Velasco Ibarra siguió presente en el escenario político, pues de
alguna manera permaneció como una constante en el recuerdo de los ciudadanos transformándose
en el gran ausente. Desde el destierro, Velasco Ibarra, tercio en las elecciones de 1940, no llego a
ganar perdiendo en elecciones fraudulentas contra Arroyo del Rio.

Situación que propicio la perdida progresiva de confianza en el régimen Arroyista así como
también el confrontamiento entre sectores de la población.

Este escenario en conflicto se vio aun mas empañado con el conflicto peruano que concluyo en el
tratado de Rio de Janeiro en 1942, la respuesta popular fue de oposición frontal al gobierno lo que
significo mayor represión por parte del mismo. La situación de inestabilidad se encontraba muy
tensa, de tal forma que izquierda y derecha, llegaron a conformar una alianza como opositores
frontales al gobierno de Arroyo del Rio. En 1943, la intervención de gendarmes infiltrados en el
Congreso Obrero Nacional, con el objetivo de evitar el repudio formal de los trabajadores al
régimen, fue el detonante para la formación de ADE, “Acción democrática ecuatoriana”,
movimiento en el se integraron sectores de izquierda, núcleos liberales, socialistas, comunistas y
conservadores.

Para 1944, Velasco Ibarra aprovecho muy bien el ambiente político, en él se encontraba el país
para congregar adeptos a su causa, inmediatamente al haber anunciado su precandidatura varios
grupos de estudiantes y sectores sociales se manifestaron partidarios del Dr. Velasco Ibarra. ADE,
lo presento como su candidato presidencial aun cuando el régimen Arroyista no permitió su
ingreso al país, para participar en la campaña electoral. Situación que acabo por presentarlo como
la figura esencial para ese cambio político.

Como vemos hasta aquí, el trabajo hecho anteriormente por Velasco Ibarra, para presentarse a si
mismo como el representante de los ideales populares ha dado sus frutos, su recuerdo estuvo
siempre presente en los ciudadanos, quienes lo tenían por ejemplo de gobierno ideal y el único
capaz de sacarlos de la situación de inestabilidad y opresión, a la que se habían visto sometidos
por el régimen Arroyista.
Tal es así que, al concluir los eventos del 28 de mayo de 1944, la Revolución Gloriosa conformada
por estudiantes, miembros de ADE, trabajadores y otros sectores sociales; ponían fin al gobierno
de Arroyo del Rio, colocando a Velasco Ibarra en el sillón presidencial. Más demasiado pronto,
Velasco evidencio su ruptura con ADE, al no respetar el programa por ellos construido,
promoviendo desde el ejecutivo el desprestigio de la izquierda.

Durante este segundo gobierno, es más evidente su vinculación con sectores de izquierda, sin
embargo, este aspecto que equivaldría a posicionarlo como un auténtico líder populista, pues en
esta ocasión si es posible hablar de un programa político delimitado no obstante su compromiso
con una ideología de corte social es puesto en duda cuando vemos que, junto con ADE, se
encontraban grupos conservadores y liberales quienes detentaban el poder.

Varios son los autores, que concuerdan en que Velasco Ibarra, oportunamente sabia posicionarse
con sectores de izquierda o derecha de acuerdo a la situación. Como un buen conductor de masas,
empleaba muy bien su discurso político para convencer y conseguir los apoyos populares que
requiriera. Así como también recurría, al clientelismo para conseguir apoyo de sus potenciales
electores.

Al menos durante los primeros meses posteriores a la Gloriosa, Velasco fue la figura amiga, que
había logrado traer orden y con quien se podía contar. Parral (1969), describe como veían los
ciudadanos a Velasco Ibarra, “El presidente es el amigo. Se le consulta las cosas más
inverosímiles, más íntimas, más absurdas, más tristes. Todo se espera de él. Todos saben que serán
recibidos con un abrazo, con una sonrisa, una comprensión especial para cada problema, pequeño
o grande” (1969:133)

Nuevamente en 1946, Velasco Ibarra se declaraba dictador, y comenzaba la persecución de líderes


políticos -sociales, que habían trabajado en su llegada al poder. Es evidente como vemos aquí que
al menos a principios de la revuelta mientras Velasco aun se encontraba en el exilio los sectores
de oposición diseñaron la imagen del caudillo Velasco Ibarra para atraer hacia si el apoyo de los
grupos sociales, con un imaginario político ideal en respuesta a los requerimientos que la situación
ameritaba.

Evidentemente una vez en el poder, esa frágil alianza con ideologías enfrentadas y sectores
políticos contrapuestos tendió a fracturarse, al posicionarse Velasco encontrándose maniatado
para gobernar en especial con las nuevas leyes de la Constitución de 1945.
Es evidente después de haber revisado el contexto que permite la segunda presidencia de Velasco
Ibarra, que su base social continúa ubicándose entre sectores de la clase dirigente y miembros del
pueblo. Su mecanismo de aglutinación, de adeptos continúa siendo la practica clientelar, para
mantener tranquilo al pueblo recurre a la construcción de obras públicas, o si es necesario
concederá cargos públicos.

Aun cuando nuevamente es depuesto por las armas, al pretender captar para si todos los espacios
de poder, la figura de Velasco Ibarra, es por un periodo corto de tiempo despreciada hasta las
próximas situaciones de inestabilidad en la que lo contemplaran como el único capaz de poner
orden en esta situación.

Con su discurso daba esperanza a la chusma, los sectores subalternos veían en él, al único político
que verdaderamente se interesaba en conocer las necesidades del pueblo.
En una entrevista realizada a Luis Salas, Dirigente Velasquista de Transportes, realizada por
Ximena Sosa. (Quito:2002). Este se expresa respecto a su líder, en los siguientes términos “El Dr.
Velasco era el único presidente que se preocupaba por nuestras necesidades como si fuera nuestro
padre. Él nos escuchaba y buscaba soluciones inmediatas”

Es posible en esta situación hablar de un gobierno populista, las alianzas llevadas a cabo por los
sectores dominantes, así como su empleo del lenguaje para crear un ambiente de afectividad entre
gobernantes y gobernados, son prueba de ello. Velasco Ibarra, ha pasado de ser un líder,
manipulador de masas que acude al pueblo por un sentido de racionalidad electoral para
convertirse en un líder comprometido con el mismo, en su figura confluyen simbolismo religioso
(lo ven como su salvador) y el lenguaje coloquial empleado por la gente del pueblo.

Conclusión

En un sentido estricto del término para poder hablar de populismo como el que sucedió en el
resto de América Latina, este fenómeno debería haberse desarrollado durante los años treinta, en
un momento de transición de una sociedad oligárquica terrateniente a burguesía industrial,
situación que permitiría el surgimiento del proletariado.

Sin embargo, en el caso ecuatoriano es posible encontrar una hibridación respecto al termino y lo
que propiamente ocurrió en la región. En el país durante la década del treinta aún no se han
consolidado este proceso, y más bien asistimos a un continuo choque de fuerzas entre oligarquía
terrateniente aun fuerte que se niega a desaparecer y burguesía industrial en crisis.

Tal es así que Velasco Ibarra, llega a la presidencia después de ganar las elecciones presidenciales
de 1933 con el apoyo del Partido Conservador e iglesia. Aun cuando en este primer momento, los
sectores sociales medios no participaron activamente en los comicios electorales, Velasco Ibarra
inauguró en el país el modelo de campaña política de los distintos grupos sociales, movilizándose
por todo el país, proclamando discursos enardecedores que enseguida ganaban la atención y apoyo
de los sectores mas pobres por lo general excluidos de la “democracia”.

Debido a como sucedieron los acontecimientos previos a su segundo momento como mandatario,
se ven incluidos en este proceso apoyando firmemente, al menos al principio a Velasco Ibarra;
diversos sectores sociales como trabajadores, estudiantes, etc.

Como vemos hasta aquí las bases sociales del velasquismo, no se encuentran únicamente en el
pueblo. Esto podría ser explicado debido al hecho de que a pesar del gran carisma y peso que tenía
la figura de Velasco Ibarra, al no haber nunca desembocado en organización política más allá de
la organización personalista, debió acoplarse al apoyo de los partidos liberales o conservadores,
dependiendo de la coyuntura política.

No obstante, en ambos periodos es posible ubicar elementos de la dimensión política del


populismo velasquista. Misma que se evidencia en: el discurso que produce; orientado a conmover
a los sectores sociales, el estilo político que emplea; mismo que le permite producir a la chusma
que luego lo vitoreara, en la forma de hacer política; recurriendo a mecanismos clientelares para
conseguir favores o votos.

Sin duda al día de hoy la figura de Velasco Ibarra, sigue siendo un referente de carisma,
popularidad y modelo de gobierno integro y honesto. Ha sido una práctica usual generalizar el
carácter de populista para los cinco periodos de gobierno, sin parar a evaluar si verdaderamente
los acontecimientos políticos, los actores involucrados y las acciones por ellos llevados a cabo se
corresponden con lo que se espera de un gobierno populista.

Después de haber revisado la bibliografía existente sobre el tema, puedo concluir que durante el
periodo 1934-1935 lo que tenemos es un gobierno que combina algunos elementos de estilo
político populista, mientras gobierna de acuerdo con la lógica política del Partido Conservador.
En cuya situación puedo afirmar que la intención de Velasco era sentar las bases de un modelo de
gobierno populista, que permitiera la transición de un país terrateniente a uno industrializado,
acorde a la lógica del mercado que como liberal que se proclamaba estaba interesado en conseguir.

Durante su segundo periodo, es sin lugar a duda un gobierno de carácter populista; continúa
recurriendo a su carisma como garantía de apoyo social y al clientelismo como mecanismo de
transacción electoral y de lealtades.
Bibliografía:

• Blanksten George (1989): Constituciones y caudillos. En “El populismo en el Ecuador”,


Felipe Burbano de Lara y Carlos de la Torre espinosa (ed.). ILDIS

• Cueva, Agustín (1997): El proceso de dominación política en el Ecuador. (Parte segunda).


Editorial Planeta (121-178) Quito.

• Maiguashca, Juan y Liisa North (1991): Orígenes y significado del velasquismo: lucha de
clases y participación política en el Ecuador, 1920-1972.En “La cuestión regional y el
poder”, Rafael Quintero (ed.). Corporación Editora Nacional, FLACSO, CERLAC (89-
159). Quito

• Pareja Diezcanseco, Alfredo (1989): Teoría y práctica del conductor conducido. En “El
populismo en el Ecuador”, Felipe Burbano de Lara y Carlos de la Torre Espinosa (ed.).
ILDIS

• Quintero Rafael (1989): El mito del “populismo Velasquista” y la consumación del pacto
oligárquico. En “El populismo en el Ecuador”, Felipe Burbano

• Sosa Buchholdz Ximena (2006): La memoria colectiva de Velasco Ibarra y su legado en


la cultura política. En “Estudios ecuatorianos un aporte a la discusión” Ximena Sosa-
Buchholdz y William F. Waters(ed.). Ediciones Abya -Yala

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