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El filosofar hoy Oscar Nudler Francisco Naishtat see (editores) . Samuel Cabanchilc Manuel Comesafia Manuel Cruz Ricardo Gomez Osvaldo Guariglia (#3 Guillermo Hurtado Pére: Francisco Naishtat 34 Eduardo Rabossi javier Sadaba' gj we Filosofia 0 historia de la filosofia: una falsa disyuntiva Maria Isabel Santa Cruz ‘Miprop6sitoes presentaren estas paginas una discusién en tomo del proble- ma de la relacién de la filosofia con su historia, cuestidn flosdfica actual importante y controvertida, frente a la cual pueden adoptarse diferentes posiciones, que dependen de la perspectiva filoséfiea desde la cual se la en- care. Para llevar sdelante mi propésito examinaré algunas distinciones tra. zadas por Richard Rorty y por Jorge Gracia y, apeydndome en la naturaleza y-elestado actual de los estudios de filosofia antigua ~disciplina en la que se Supone que he adquirido cierta competencia-, haré algunas observaciones sriticas, dirigidas a mostrar que fllosofia o historia de la filosofia constituye una falsa disyuntiva.t 1, Filosofia ¢ historia de la filosofia: dos posiciones enfrentadas En su libro Philosophy and its History (1992) Jorge Gracia distingue, a srandes rasgos, dos posiciones enfrentadias acerea del modo de entender la relaci6n entre la filosofia y la historia do la filosofia, La primera, a la que Mama “posicién incompatibilista o positivist’, sostiene que entre flosofia ¢ historia de la flosofia no hay relacién alguna, que elles no se conectan, sea Porque sesostenga que ninguna de las dos es necesaria para la otra o porque, ‘snafirmaciones extremas, se diga que toda relacisn ontre llas es perniciosa, La otra posicién, a la que Gracia llama “historicista” y que tiene clara raiz hhogelians, sostiene, en cambio, que hay una relacién necesaria y que la filosofia es inseparable desu historia (Gracia, 1992: 108-114), Naturalmente entre uno y otro oxtremo hay una serie de pasiciones intermedias, entre las gue se incluye la que adopta el propio Gracia, Quienes se enrolan en la posicién ineompatibilista sostienen que filesofia. 1. Apropésito de este tema puede consulterse con utiidad la pomalca entre P. Aubongue 4 L, Bronschveg,ineluida en Cassin (ed, 1992: 17-96), a8 come ls trabajos elitadas por ‘Boss (1994), Bate libro edits por Boss incuye wna nutrida biblingrafia ecb el tems, (1391 v0 Maris Isabal Santa Cruz ehistorie de la filosoffa son dos actividades diferentes, con diferente propé- sito, objeto y método, y no falta quion afirma que el intento de integrarlas no es sino un hfbrido e inoperante eclecticismo. Argumentan que mientras que la filosofia tiene que ver con el presente, la historia tiene por objeto el pasado, El mismo Gracia—que se ubica en la posicién incompatibilista mas que en la historicista~ nos dice que “a filosofia comparte con la historia de la filosofia su proocupacién por las ideas, aunque para los filésofos esas ideas estan consideradas aparte de su lugar espacio-temporal” (Gracia, 1992: 89) y que sien filosofia hay referencias a tiempos y lugares partieulares, ellas son poco ‘mportantos (fdem: 59). ‘La segunda posicién, llamada por Gracia “historicista”, sostiene que no puode hacerse flosofia desprendiéndola de su historia, Una adecuada com- prensiGn deciertos problemas, pregantas, euestiones, exige que se loe entien. da gonéticamente. Algo puede comprenderse realmente en la medida en que ‘8 conoce cfmo se he generado, ides cuya rafz ya est en Vieo Desde esta Ia filosofia es inherentemente histérica y este cardcter es mani- festacion de una verdad mds general sobre la vida humane y la sociedad (Gracia, 1992: 17). Bl pasado floséfico es constitutivo del ponsar actual. ‘Dos rasgos parecen caracterizarala concepeién dela filosofia que subyace ‘en esta posicién: por un lado, una suerte de “presentismo”, en la medida on que supone que la preocupacién por el pasado e ajena a la “verdadera” filosofia, La flosofia, a diferencia de su historia, tiene que ver sélo con el presente, La historia de la filosofia, en cambio, s¢ ocupa de hechos pasados ydesus relaciones, pero de un tipo peculiar de “hechos” que son ideas flosc- ficas, idoas en el sentido més general de la palabra, incluyendo doctrinas, creencias, opiniones y argumentos usados para defender esas creencias, doctrinas w opiniones, asi como de Ia relacién entre ellos. EL otro rasgo propio de esta concepcién de la filosofia es que ella asigna a Js historia un caracter primariamente deseriptivo de esos hechos y de sus relaciones, basado en evidencia empfrica directa aungue, como Gracia lo rreconoce, la historia contenga, ademas de proposiciones deseriptives, propo- siciones intorpretativas y evaluativas.? En tal sentido, ademas del “presentismo", esta coneepeién de la filosofia 2, Vina pan como dst no regione nesesariamenteenslrse en un bagels & ultrnta. Charo Taio, por eomplo la defend, cn argumenes to eneranentehege anos, Véaae Taylor 9641790) 3. Alptetesder que a historia de fei tane por coma bora au ejlo,etoe, Jos hecos fst pasadon, para hacer de ellos ta desrpcign buads va hidene, emplea dist, creo qua eo pone en Junge otra nec: ln posblided 0 mis bi In sxigenci de objtvdas, coo ex de Adaiad I hehes del paso, Bat nepunda "etn atv re ira ia at en ona poo renlint rnsendentlente paresis sogtn Risenberg, 199) gua peda, califcare de ingensa Le custion dela obetvide enfistora time unalarga atone Le dlontsn Benodsts Gree y Nita Hasta, Filosota o historia doa filasola: una flea disyuntion un aparece sosteniendo un “objotivismo” como eardctor propio de toda historia ‘ydelahistoria dela filosofia en particular, puesto que considera precisamen- te que la historia tione por eometido fundamental enfocar y reproducir de ‘modo fiel los hechos filoséfices pasados. En forma més extrema, se llega a argumentar quesi la descripeisn del pasado se hicioraintroduciendoelemen- tos filoséficos ya no sorfa historia, puesto que la lupa dela filosofia distoraio- aria los “heshos” floséfices. Este habito de tratar la filosofia como un gjercicio que podria realizarse ‘entérminos enteramente contempordneosha prendidoy est4 muy difundido. Laconcepeién que subyace en este ideal de desprondersedelpasadoyobtencr ‘una comprensién de las cosas que sea enteramente contempordnea ¢s, sin duda, atractiva: Io que importa es liberarse del peso muerto de los errares e ilusiones pretéritas (Taylor, 1984: 17). Sin que esto signifique abrazar la causa historicista, creo que en la posi- ign incompatibilista hay dos puntos en extremo discutibles, sobre los que regresaré més adelante, El primero tiene que ver can el caréicter ahistérico de la fllosofta. El segundo, con la pretendida objetividad de la historia, Pero, para enfocar estos puntos, voy a hacer un desvio, 2, Reconstruceién histériea y reconstruceién racional En un trabajo publicado hace casi veinte aiios, Richard Rorty (1984) dis- tingue cuatro géneros en la historiografia de la filosoffa: reconstruccién ra- cional, reconstruceién hist6rica, Geistesgeschichte y doxografia. En tanta que esta ditima es una verdadera calamidad, mera repeticién infecunda de doc- trinas digna de ser descartada ~nos dice Rorty (1984: 61:62)-, las otras tres, son indispensables y no compiten entre sf (idem: 67). Rorty afiade un euarto énero, més rico y més difuso, al quele da el nombre de ‘historia intelectual” ¥ que, segtin l, proporciona el suelo del que nacen las historias de a ilosofia (Gdom: 70), ‘Me detendré un momento sélo en los dos primeros géneros que Rorty distingue: la reconstruccién histérica y la reconstruccién racional. Mientras, ue la primera consiste on hacer una descripeién de las coneepciones soste- nidas por los fl6sofos muertos en sus propios términos, ubieandolos en su contoxto y recreando la escena intelectual en la que vivieron y sus conversa- ciones reales o imaginarias con sus contemporéneos, la segunda, en cambio, consiste en conversar con los muertos como si faeran nuestros contemporé ‘eos, dejando que nuestras propias coneopeiones filoséfieas dicton los tora nos con los quedescribir lasde os ildsofos del pasado (Rorty, 1984: 49).Rorty acopta el cardcter anacrénico de este dltimo tipo de reconstrucciones, pero sostiene que son inobjetables si se llevan a cabo con plena conciencia del ‘anacronismo. ¥ raconoce que no es féeil decidir si puede considerarse que ponen en claro “lo que el muerte realmente dijo” (jdem: 68). A hacer ana rreconstrucciGn histérica estaremos explicando al fildsofo en cuestién “en sus 2 ‘Maia Isabet Santa Oraz propios términos”; si hacemos una reconstraccién racional lo estaremos ex- plicando“en nuestros términos”, gnorandoel hecho de que el filésofo muerto, cn los habites lingiiisticos en ios que vivié, podria haber repudiado esos términos como extraios a sus intereses ¢ intenciones.* Dicho de otre modo, 2 bien imponemos nuestros problemas y patrones, anacrénicamente, a los filésofos del pasado para *conversar” con ellos o bien nos limitamos a una interpretacién para hacer que sus falsedades parezoan menos tontas al ser uubicadas en el contexto del tiempo en ol que ellos vivieron. Esa alternativa, ‘son Rorty, no constituye un dilema. Pueden hacerse ambas cosas, pero separadamente, ya que su mezela genera confusiones. Una reconstruccién hist6rica ser aquella que respeta la maxima de Quentin Skinner: “No puede decirse de ningtin agente que haya querido decir o que haya hecho algo que 41 nunca hubiera sido Ilevado a acoptar como deseripeida correcta de lo que hhabfa querido decir o habfa hecho” (Rorty, 1984: 50). Una reconstruccién racional, en cambio, no se atione a esta mdxima, Hasta aqui Rorty. 43. Interpretaciones textuales ¢ interpretaciones no textuales Quiero acercar la distincién rortyana a la que he hecho referencia a otra distincién que traza Gracia (1993) en un articulo aparecido eon posterioridad su libro. Entusiasta constructor de taxonomias, Gracia separa interpreta- ciones textuales einterpretacionesno textuales ysefialatres funciones de las interpretaciones textuales: una hist6rica, una significativa y otra implicati vva, Betas tres funciones, sogdn Gracia, no son incompatiblee, pero no deben mezclarse, a riesgo de crear confusiones. La funcién histérica tiene por fin recrear en una audiencia contemporsnea los actos de entendimiento del autor historico y de la audiencia histérica del texto que se interpreta. Ast, el fin del intérprete es puramente histérico: afadir un textoal texto. interpre- ‘tar, paraque una audiencia contempordnealo entionda tal eomo lo entendie- ron la audiencia y el autor histéricos, contrarrestando asf las diferencias diversas que separan al autor y la audiencia histéricos de la audiencia con- tempordnea (Gracia, 1993: 204-206). La funcién significativa consiste, en cambio, no en recrear actos de entendimiento histérieos sino en producir on las audiencias eontemporsneas actos de entendimiento que vayan més alld de los actos de entendimiento del autor y de a audiencia histéricos, sacando ast a luz aspectos del significado del texto desconocidos por la audiencia y el autor histéricos, en el supuesto de que el texto efectivamente tiene un signi- ficado més amplio y tal vez més profundo que el que tenfa para el autor y la aqudiencia histéricos. La funciGn implicativa consiste en producir en audien- cias contempordneas actos de entendimiento por los cuales esas audiencias 4 Rorty (1984; 67) indica varias earsetoristicas de a reconstraccién racionl Filosofia o historia dela losola: una false disyuntiva us centienden las implicaciones det significado de los textos, con independencia de que el autor y la audioncia histérica conociesen esas implicaciones. A los fines de mi trabajo, tomaré conjuntamente las dos dltimas funciones, consi- derdndolas funciones no histéricas, en tanto ambas tienen por fin producir en Ig audioncia determinados actos de entendimiento, con total independen- cia de que el significado eoincida o no con aquel que tenfa para el autor y la audiencia histéricos. 4. gReconstrucci6n histérica o reconstruceién racional? Creo que es posible equiparar la funcién histérica dea interpretaciGn de 4a que habla Gracia con la reconstruccién histérica rortyana, asf como las fanciones no histéricas con la reconstruccién racional de Rorty, Pero debo hacer ahora algunas observaciones eriticas. Para comenzar, podemos formt- lar dos preguatas: 1) zpuede sostenerse la posibilidad de una funeién histé- rica de la interpretacién o de una reconstruccién histérica como la conciben Gracia y Rorty?, y 2) tiene sentido y relevancia filos6fica una pura recons- truccién racional totalmente anaerénica? ;Se plantea efectivamente un dle ‘ma: reconstruceién histérica 0 reconstruccién racional? Tanto para Gracia ‘como para Rorty ambas son realizables, pero por separado. Quiero sostener que tal divisién del trabajo es artificial, i no imposible, al menos cuando se trata defilésofos muertos que vivieron y flosofaron en un tiempodistante del nuestro, Trataré de argumentar para mostrarlo apoyandome en el Ambito que se supone que conozco, el de la filosofia antigua, En primer lugar, no entiendo cémo puede dialogarse con los fildsofos del pasado “en sus propios términos". Para ello deberiamos poder “vivir en su piel”, cosa que se torna més y més dudosa a medida que retrocedemos en el tiempo. El pasado como tal no esta clausurado, Me rafiero al pasado no reciente del cual no hemos formado parte. No hay algo asi como un pasado, sino que qué sea nuestro pasado depende del modo en que nosotros lo re- construyamos (jo construyamos?) desde nuostras catogorias, nuestro len- guaje y nuestras preocupaciones presentes. Sélo podemas abordar a los ‘Alésofos muertos con nuestros propios términos. Creer que podemos ser capaces de una reconstruccién histérica “cbjetiva’ suena a utopia por no decir a ingenuidad. Gracia sostiene que una interpretacién es mala si crea en la audiencia ‘contempordnea actos de entendimiento que ni el autor ni la audiencia his- térica experimentaron y que implican un significado esencialmente distin- todel significado imaplicado en los actos de entendimiento que tuvieron, Me pregunto cual es el criterio que permite decidir cudndo se trata de una “buena” ode una “mala” interpretacién, Me pregunto cémo es posible saber que la interpretacién propuesta efectivamente responde a y reproduce los actos de entendimiento del autor y de la audiencia histéricos, Tomando un ejemplo de los antiguos: cual es el criterio que permite decidir sila inter- Me Marie leobe! Santa Cruz pretacién heideggeriana del fragmento de Anaximandro reproduce los ac- tos de entendimionto del autor y de su audiencia mejor que la interpreta. cién mucho mas reciente que hace, por ejemplo, Charles Kahn? Dicho de otro modo, puedo conocer eudles fueron los actos de entendimiente hist. ricos de Anaximandro y de su audiencia? ,O de Aristoteles? ;Quién repro. duce mejor los actos de entondimiento do Aristételes y su audiencia: Jona. ‘than Barnes 0 8, Mansion? ;Hay algo asf como los actos de entondimiento de Anaximandro o de Aristoteles y de sus respectivas audiencias? Me pa- rece extremadamente dificil poder responder afirmativamente., Claro est que hay quien pueda sostener que Anaximandro no fue un filésofo o que no tiene relevancia filoséfica perder el tiempo tratando de descifrar lo que de €1-nos lleg6. Con Aristételes tal ver son bastante menos los que se atreve- rian a afirmar tal cosa. Pero ésta es otra historia, Pienso que la distancia entre la interpretacién y su objeto es bastante mayor de lo que Gracia particularmente (y también Rorty) parece suponer. El viejo problema que esta acd en juego es el que ya preocupaba a Wilhelm Windelband y a Wilhelm Dilthey: el problema de la comprensiGn, ¢Bs posible comprender en historia? ;Es posible revivir los acontecimientos pasalos? Aun cuandose postule una continuidaden el desarrollo del espirity humano, ladiferencia entre épocas histéricas parecs tarnarlodificil, ymasy mas diffel ‘cuanto més alejado en el tiempo esté ol perioda que queremos abordan Quien encara a los flésof0s antiguos sborda su objeto desde ciertos inevitables presupuestos, presupuestos que no obtiene del objeto sino que aporta para estudiarlo si quiere tener un punto de vista fundade sobre él ‘Los antiguos siempre se abordan desde presupuestes forjados por una épo. caposterior Wieland, 1988). ¥ cada época lo hace desde sus propios marcos conceptusles; cada tradicién interpretativa eneuadra loshechos de diferen- te modo. Piénsese en los diferentes recortos efectuades por Alejandrfa, Bizancio, la escoldstica, el Renacimiento, la filologia alemana del siglo XIX y la scholarship actual. En el caso de los fil6sofos antiguos, al menos, estamos confinados a leer sus textos constructivemente, Todo intento de hacer una reconstruceién bistorica pura esta de entrada condenado al fracaso, No hay algo asi como el significado de un texto que esta ahf, a la manera de una Idea platénica, ssperande ser descripto o explicado por quien se acerea a él con fines his. téricos, Risenberg (1996), eriticando a Gracia, sostiene que todos los textos re-

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