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Ruta del Modernismo de

Barcelona
Ruta 1, Arc de Triomf y Casa Estapé (1) – Casa Doctor
Genové (14)

La Barcelona de finales del siglo XIX, la de la Exposición Universal de 1888, era una ciudad en
efervescencia en la que la arquitectura vivía un momento notable. La arquitectura se convirtió
en aquellos años en un signo de estatus social de la próspera burguesía de la época. Tener una
casa modernista significaba figurar, estar al día en los círculos sociales. Para colmar las
expectativas y vanidades de sus clientes, los arquitectos utilizaron en su obra todo su
repertorio de recursos: ornamentos florales, riqueza escultórica y trabajo del hierro forjado,
formas onduladas, vidrieras policromas, esgrafiados, detalles cerámicos, etc. A menudo las
grandes ciudades pueden asociarse con edificios y monumentos que se convierten en sus
emblemas universales. Éste, sin embargo, no es el caso de Barcelona. La personalidad
arquitectónica de esta ciudad se caracteriza más por su paisaje urbano que por grandes
singularidades. Uno de los lugares en los que este paisaje urbano es más excepcional es el
Eixample, una zona en la que durante los años anteriores y posteriores a 1900 se produjo un
fenómeno arquitectónico extraordinario: el Modernismo, la particular versión local del Art
Nouveau, corriente de gran explosión creadora que también dejó su huella en la arquitectura
de otras ciudades europeas como Viena, Munich, Nancy, Bruselas, Glasgow o Berlín. Un
fenómeno, en definitiva, que podemos descubrir paseando de la mano de esta guía.

Un buen punto para iniciar la Ruta del Modernismo es el ARC DE


TRIOMF (ARCO DE TRIUNFO. Paseo de Lluís Companys, s/n), construido
según el diseño de Josep Vilaseca en el comienzo del paseo de Lluís
Companys, que presidía la entrada del recinto de la Exposición Universal de
1888.

En este punto comienza la Ruta de un día, concebida para el caso en que sólo
se disponga de un día para visitar el Modernismo de la ciudad. Aunque no
abarca todas las obras más recomendadas, proporciona una visión general y
completa de esta arquitectura y es una buena manera de conocer Barcelona.
El itinerario de un día está marcado en el texto de esta guía con el icono .
Antes de seguir bajando hasta el Parque de la Ciutadella, subiremos por el
paseo de Sant Joan hasta la CASA ESTAPÉ (1) (paseo de Sant Joan, 6), de
Bernardí Martorell i Rius (1907), reconocible por su curiosa cúpula, obra de
Jaume Bernades. También cerca del Arco de Triunfo, en la corta avenida de
Vilanova, se encuentra el edificio de la HIDROELÈCTRICA (2) (avenida de
Vilanova, 12), construcción modernista de la antigua Central Catalana de
Electricidad, obra de Pere Falqués i Urpí (1896-1899), que puede ser visitada
algunos días en horas de oficina.
Seguimos por el paseo de Lluís Companys hasta el PARC DE LA
CIUTADELLA (PARQUE DE LA CIUTADELLA. Paseo de Pujades, s/n,
paseo de Picasso, s/n). En este lugar se puede considerar que tuvo su primera
gran expresión arquitectónica el movimiento modernista. Como su nombre
indica, el espacio había estado ocupado por una ciudadela militar, construida a
principios del siglo XVIII después de la derrota de Barcelona en la Guerra de
Sucesión. La ciudad fue duramente castigada tras caer después de un largo
asedio, y la ciudadela (junto con las nuevas murallas y el castillo de Montjuïc)
fue el gran instrumento de la nueva dinastía borbónica para controlar
militarmente la ciudad durante más de 150 años. A mediados del siglo XIX, tras
años de peticiones ciudadanas, el Gobierno de Madrid se avino a que las
murallas y la ciudadela fuesen derruidas para permitir el crecimiento
urbanístico de la ciudad. Ello hizo posible el Eixample y el nuevo Parque de la
Ciutadella. Antes de convertirse en parque, sin embargo, los terrenos fueron
sede de la Exposición Universal de 1888. La Exposición, aunque ciertamente
fue menos importante que otras exposiciones similares, como la de París o
Londres, también pretendía dar a conocer las maravillas de las nuevas
tecnologías de la incipiente industria capitalista y lograr que Barcelona fuese
conocida en todo el mundo.

Con todo, la construcción de los pabellones y las infraestructuras se llevó a


cabo en muy poco tiempo y con un alto grado de improvisación. Fue necesario
el concierto de arquitectos consolidados, como Josep Fontserè, con jóvenes
titulados, como Lluís Domènech i Montaner, que demostró sus impresionantes
dotes de dirección y coordinación -especialmente en el desaparecido Gran
Hotel Internacional, un edificio que albergaba a quinientos huéspedes, que el
equipo de Domènech construyó en menos de sesenta días-. La leyenda
también ha generado muchos mitos y rumores sobre el papel que desempeñó
el mismísimo Antoni Gaudí en la construcción del Parque de la Ciutadella. Hay
quien asegura que colaboró con Josep Fontserè en la realización de la
cascada del parque y quizás también en el depósito de agua de la calle
Wellington. Otros creen ver la huella de Gaudí en el enrejado de la puerta
principal del parque y en el desaparecido pabellón de la Compañía
Transatlántica. A pesar de que el parque no es considerado un jardín
modernista, alberga algunas obras destacables de este estilo. Justo al lado de
la entrada principal del parque, en el paseo de Pujades, se encuentra el
edificio destinado a ser el café restaurante de la Exposición. El edificio fue
construido entre 1887 y 1888 por Lluís Domènech i Montaner en ladrillo visto,
técnica poco habitual en la época, y constituye uno de los primeros ejemplos
del Modernismo barcelonés. Sus almenas, su friso de escudos y su sobriedad
le confieren cierto aire medieval, y resalta la ecléctica amalgama de arcos
catalanes, grandes ventanas romanas y arcos de regusto árabe. El edificio,
también conocido popularmente como el CASTELL DELS TRES
DRAGONS (Castillo de los Tres Dragones), El edificio, también conocido
popularmente como el CASTELL DELS TRES DRAGONS (Castillo de los Tres
Dragones), acoge instalaciones cerradas al público del Museo de Ciencias
Naturales, y fue remodelado recientemente respetando los valores
arquitectónicos de su construcción y mobiliario. En sus inmediaciones
encontramos dos deliciosos edificios, ell’HIVERNACLE (4) (INVERNADERO.
Paseo de Picasso, s/n. Parque de la Ciutadella), una obra de Josep Amargós i
Samaranch (1883-1887) que actualmente acoge todo tipo de actos sociales, y
el UMBRACLE (5) (UMBRÁCULO. Paseo de Picasso, s/n. Parque de la Ciutadella),
proyectado por Josep Fontserè i Mestres en 1883-1884. Merece la pena visitarlos, aunque sea
brevemente, para contemplar las espléndidas plantas que albergan.

Malgrat tot, la construcció dels pavellons i les infraestructures es va fer en molt


poc temps i un grau d’improvisació alt. Es va necessitar el concert
d’arquitectes consolidats, com Josep Fontserè, amb joves titulats com Lluís
Domènech i Montaner, que hi va demostrar els seus impressionants dots de
direcció i coordinació —especialment en el desaparegut Gran Hotel
Internacional, un edifici amb una capacitat per a 500 hostes que l’equip de
Domènech va construir en menys de seixanta dies. La llegenda també ha
generat molts mites i rumors sobre el paper que va tenir Antoni Gaudí en la
construcció del Parc de la Ciutadella. Hi ha qui assegura que va col·laborar
amb Josep Fontserè per fer la cascada i potser també el dipòsit d’aigües del
carrer de Wellington. D’altres veuen la petjada de Gaudí a l’enreixat de la porta
principal del parc i al desaparegut pavelló de la Companyia Transatlàntica.

Tot i que el parc no és considerat un jardí modernista, hi trobem algunes obres


destacades d’aquest estil. Al costat d’una porta lateral del parc, al passeig de
Pujades, hi ha l’edifici destinat a ser el cafè restaurant de l’Exposició. Aquest
va ser construït entre 1887 i 1888 per Lluís Domènech i Montaner en totxo de
cara vista, tècnica poc habitual a l’època, i constitueix un dels primers
exemples del Modernisme barceloní. Els merlets, el fris d’escuts i la sobrietat li
donen un cert aire medieval, i hi ressalten l’eclèctica amalgama d’arcs
catalans, les grans finestres romanes i els arcs de regust àrab. Conegut
popularment com el CASTELL DELS TRES DRAGONS, l’edifici acull des de
1920 el MUSEU DE ZOOLOGIA (3), que juntament amb el Museu de Geologia
conformen el Museu de Ciències Naturals. Al Castell dels Tres Dragons es
troben la col·lecció i l’exposició permanent de zoologia i la sala d’exposicions
temporals del Museu de Ciències Naturals, presidida per un magnífic esquelet
de balena. L’edifici va ser restaurat recentment respectant els valors
arquitectònics de la construcció i el mobiliari. Als voltants del museu trobem
dos deliciosos edificis, l’HIVERNACLE (4) (passeig de Picasso, s/n. Parc de la
Ciutadella), una obra de Josep Amargós i Samaranch (1883-1887) que
actualment acull tota mena d’actes socials, i l’UMBRACLE (5) (passeig de Picasso,
s/n. Parc de la Ciutadella), projectat per Josep Fontserè i Mestres el 1883-1884. Val la pena
entrar una estona en tots dos per veure les esplèndides plantes que protegeixen.

Castell dels Tres Dragons


Dirección
Paseo de Picasso, s/n. Parque de la Ciutadella.
Horario
El edificio pertenece al Museu de Ciencias Naturales, pero no es
visitable.

Información
Tel.: 933 196 912. www.bcn.es/museuciencies
Observaciones

El Museo de Ciencias Naturales se traslada al Fórum de las Culturas.

Precios y descuentos

Descripción
Justo al lado de la entrada principal del parque, en el paseo de Pujades,
se encuentra el edificio destinado a ser el café restaurante de la
Exposición. El edificio fue construido entre 1887 y 1888 por Lluís
Domènech i Montaner en ladrillo visto, técnica poco habitual en la
época, y constituye uno de los primeros ejemplos del Modernismo
barcelonés. Sus almenas, su friso de escudos y su sobriedad le
confieren cierto aire medieval, y resalta la ecléctica amalgama de arcos
catalanes, grandes ventanas romanas y arcos de regusto árabe. El
edificio, también conocido popularmente como el CASTELL DELS TRES
DRAGONS (Castillo de los Tres Dragones), acoge instalaciones
cerradas al público del Museo de Ciencias Naturales, y fue remodelado
recientemente respetando los valores arquitectónicos de su construcción
y mobiliario.

Desde el Parque de la Ciutadella podemos adentrarnos en el casco antiguo de


la ciudad por las calles Fusina o Ribera, que nos llevarán al antiguo MERCAT
DEL BORN (MERCADO DEL BORN. Plaza Comercial, 12), que hasta la década de los setenta
del siglo XX fue el mercado central de la ciudad. Esta estructura a base de hierro, madera y
vidrio, obra de Josep Fontserè, construida en 1876, es una excelente muestra de los
precedentes arquitectónicos del Modernismo, especialmente en lo referente a la concepción
de nuevas estructuras que los recientes materiales industriales hacían posible y a la
importancia que se daba al aprovechamiento de la luz natural. Dentro del recinto se
encuentran unas ruinas descubiertas en 2001, que son parte de los edificios de la antigua
Barcelona que fue demolida a fin de obtener espacio para ubicar la ciudadela militar en 1715.
Estos restos se pueden visitar según la temporada y forman parte del Museo de Historia de la
Ciudad de Barcelona (para más información llamar al tel. 933 190 222).

Justo delante del mercado se abre el paseo del Born, quizás la única calle de
Barcelona que aún conserva entero el empedrado de adoquines
característicos de la primera mitad del siglo XX en esta ciudad. Durante todo
este tramo de la Ruta, merecerá la pena ir fijándose, al pasar, en las calles del
barrio de la Ribera, algunas de las cuales se abren bajo bóvedas de estilo
medieval, y también en sus nombres, relacionados en muchos casos con el
gremio de artesanos que se concentraba en esa calle. En este barrio también
se encuentran algunos de los edificios más antiguos de la ciudad, en su
mayoría muy bien restaurados. El paseo del Born nos conducirá a
la BASÍLICA DE SANTA MARIA DEL MAR (plaza de Santa Maria, s/n),
del siglo XIV, uno de los templos más significativos del gótico catalán.
Rodeando la construcción por la calle Santa Maria encontraremos el FOSSAR
DE LES MORERES (plaza del Fossar de les Moreres, s/n), uno de los
principales símbolos del catalanismo, ya que, según la tradición, aquí están
enterrados los caídos en defensa de Barcelona durante el asedio de 1714. El
monumento instalado por el Ayuntamiento en el año 2001 recuerda esta
defensa heroica de Barcelona por las milicias ciudadanas catalanas, que
resistieron durante más de un año a la alianza de los ejércitos español y
francés, superiores en número y recursos.

Al otro lado de la basílica, seguiremos por la calle Argenteria y cruzaremos la


Via Laietana para adentrarnos en la calle Jaume I, que nos conduce al corazón
de la ciudad, y atravesaremos la plaza de Sant Jaume (centro político y
administrativo de la ciudad desde la época medieval) para continuar por la
calle Ferran. Justo después de la plaza, podemos torcer a la izquierda por la
calle Pas de l'Ensenyança para visitar la coctelería El Paraigua, decorada con
elementos modernistas originales rescatados de otros comercios (para más
información véase Salimos, guía de bares y restaurantes modernistas). Por la
calle Ferran llegamos hasta un pub irlandés, el MOLLY’S FAIR CITY (6)
(Ferran, 7-9), que antiguamente era una tienda y que conserva gran parte de
la decoración modernista original de finales del siglo XIX tanto en el exterior
como en el interior (para más información véase Salimos, guía de bares y
restaurantes modernistas). Justo delante de este pub se encuentra la entada a
la plaza Reial, uno de los lugares más frecuentados de la ciudad, con una
oferta nada desdeñable de cervecerías y locales nocturnos. La plaza, el primer
proyecto importante de renovación urbana de la Barcelona del siglo XIX, ocupa
el solar sobre el que se alzaba el antiguo convento de los capuchinos de Santa
Madrona, derruido a mediados del siglo XIX. El diseño de este espacio urbano,
con sus característicos laterales porticados, es obra del arquitecto y urbanista
Francesc Daniel Molina, que se inspiró en el urbanismo francés de la época
napoleónica y la concibió como una plaza residencial formada por edificios de
dos pisos y buhardilla construidos sobre unos altos soportales. En el centro de
la plaza se encuentra la fuente de las Tres Gràcies y, a ambos lados de ésta,
dos complejos FANALS (7) (FAROLAS. Plaza Reial, s/n) de seis lámparas
que el joven Antoni Gaudí diseñó en 1878.

Ambas farolas están rematadas con los atributos del dios Hermes, el patrón
divino de los comerciantes: un caduceo (dos serpientes enroscadas en una
vara) y un casco alado. El caso de la plaza Reial es como el de muchos otros
lugares del núcleo histórico de Barcelona, que crecieron en solares antaño
ocupados por conventos e iglesias que fueron confiscados por el Estado y
vendidos a propietarios privados. Estas medidas, promulgadas en 1837 y
conocidas como la desamortización de Mendizábal, permitieron la subasta del
ochenta por ciento de los terrenos que la Iglesia poseía dentro de las murallas
de Barcelona. La desamortización transformó radicalmente el paisaje urbano
de Barcelona, una transformación que fue rápida, profunda y duradera.
Ejemplos no faltan. El Mercado de la Boqueria, en la Rambla, ocupa el lugar
en que se erigieron sucesivamente el convento de Santa Maria de Jerusalem
(siglo XIV) y el convento de Sant Josep (siglo XVI). El convento gótico
de Santa Caterina, incendiado en 1835 y derribado dos años más tarde,
prestó su solar y su nombre a un mercado. Incluso el mismísimo Liceu se
asienta en el lugar donde en otro tiempo hubo un convento de monjes
trinitarios descalzos, al igual que el otro gran centro de la música de
Barcelona, el Palau de la Música Catalana, que fue construido sobre las ruinas
del convento de Sant Francesc de Paula.

En este punto, podemos desviarnos hasta la calle Escudellers número 8 para


ver el restaurante Grill Room, un antiguo café con decoración modernista (para más
información véase Salimos, guía de bares y restaurantes modernistas).

Saliendo de la plaza Reial nos encontramos la Rambla, la célebre arteria


popular de Barcelona. En la época de máximo esplendor del movimiento
modernista, el suelo edificable en la Barcelona antigua no abundaba
especialmente. Esta circunstancia ha provocado que, salvo algunas tiendas de
aroma modernista, el Modernismo sea una excepción en esta parte de la
ciudad. Aun así, la zona cuenta con algunas obras maestras, como el PALAU
GÜELL (8) (PALACIO GÜELL), la primera obra (1885-1889) que Antoni Gaudí -el arquitecto
más peculiar y singular del Modernismo- regalaría a la ciudad de Barcelona y que ha sido
declarado Bien del Patrimonio Mundial por la UNESCO. Gaudí tenía sólo 34 años cuando
recibió el encargo de construir la residencia privada de la familia Güell. Y curiosamente no fue
en el Eixample, que ya se encontraba en plena expansión, sino en el Raval, una zona que a
finales del siglo XIX ya estaba muy degradada y en la que abundaban la prostitución y las salas
de alterne. Quizás no parezca muy lógico que Eusebi Güell, con siete hijos, se fuera a vivir a
esa calle. Pero tuvo un motivo para hacerlo: su padre, Joan Güell, vivía en la Rambla, y Eusebi
compró el solar del Palau Güell para estar cerca de él. El aristocrático mecenas de Gaudí dio
libertad presupuestaria al arquitecto para construir un original y suntuoso palacete que
pudiera acoger reuniones políticas y conciertos de cámara y alojar a los más ilustres invitados
de la familia. Dicho y hecho. Gaudí utilizó los mejores materiales del momento y el coste de la
construcción se disparó enormemente. El resultado final fue una auténtica obra maestra del
gaudinismo más oscuro. Lejos de satisfacer la idea burguesa de confort (ya que se trata de una
casa de gran altura que no contaba con calefacción, por lo cual debía resultar muy poco
confortable en invierno), el Palau Güell de Gaudí es un espacio insólito en el que prima el
juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo la luz.

Palau Güell
Dirección
(PALACIO GÜELL). Nou de la Rambla, 3-5.

Horario
Verano, del 1 de abril al 31 de octubre: de 10 a 20 h (última hora de
acceso a las 19 h).

Invierno del 1 de noviembre al 31 de marzo: de 10 a 17.30 h (última hora


de acceso a las 16.30 h).

Abierto: de martes a domingo y lunes festivos.

Cerrado: lunes no festivos, 1 y 6 de enero, del 16 al 23 de enero y el 25


y 26 de diciembre. Y una semana de conservación en el mes de enero
(consulte la página del Palau Güell).

Entrada gratuita.

Cada primer domingo de mes, 12 de febrero, 23 de abril, Noche de los


Museos, y 11 y 24 de septiembre.

Precios y descuentos
Tarifa general: 12,00€
Reducida: 9,00€

Descuento de la Ruta del Modernismo: 30% sobre la tarifa general.


Información
Tel.: 934 725 775

Fax: 934 725 772

palauguell@diba.cat

www.palauguell.cat
Descripción

La primera obra (1885-1889) que Antoni Gaudí -el arquitecto más


peculiar y singular del Modernismo- regalaría a la ciudad de Barcelona y
que ha sido declarado Bien del Patrimonio Mundial por la UNESCO.
Gaudí tenía sólo 34 años cuando recibió el encargo de construir la
residencia privada de la familia Güell, y curiosamente no fue en el
Eixample, una zona en plena expansión donde se iba instalando la
burguesía, sino en el Raval, que a finales del siglo XIX sufría cierta
degradación. Quizás no parezca muy lógico que Eusebi Güell, con diez
hijos, se fuera a vivir a esa calle en 1888. Uno de los motivos principales
por los que decidió construir el Palau Güell en el Raval fue que había
heredado una casa en la Rambla de los Caputxins, donde fue a vivir en
1884, y que unió con el Palau Güell a través de un corredor; de esta
manera se puede afirmar que el Palau Güell fue concebido como una
ampliación de la casa unifamiliar de la Rambla.

Eusebi Güell fue un empresario y político destacado pero también un


impulsor de la cultura catalana, de las letras y las artes, confió en Gaudí
en un momento en el que todavía no era conocido, supo ver su talento y
le encargó la construcción de este peculiar palacio urbano.

El aristocrático mecenas de Gaudí dio libertad presupuestaria al


arquitecto para construir un original y suntuoso palacete que pudiera
acoger reuniones políticas, velada culturales y literarias, conciertos y
recepciones a invitados ilustres. Dicho y hecho, Gaudí utilizó los mejores
materiales nobles y el coste de la construcción se disparó enormemente.
El resultado final fue una auténtica obra maestra, la primera obra de
Gaudí y uno de los primeros edificios, sino el primero, del Art Nouveau a
escala mundial. El Palau Güell de Gaudí es un espacio insólito en el que
prima el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo la luz,
y que insinúa muchos rasgos esenciales de la producción posterior de
Gaudí.

La fachada del Palau Güell, de líneas sugestivamente venecianas, está


construida con una piedra de aspecto severo en la que destaca
sobremanera el diseño de hierro forjado que cubre los tímpanos de los
dos arcos parabólicos de entrada y salida y que da forma al majestuoso
escudo con las cuatro barras catalanas, que preside la fachada.

A partir del vestíbulo, una escalera noble conduce —pasando por el


entresuelo— a la planta noble del edificio, donde se encuentra el salón
central, la auténtica joya de la corona del Palau Güell: un sorprendente,
misterioso y telúrico espacio coronado por una cúpula parabólica situada
a gran altura. La cúpula, perforada por un óculo central y una serie de
pequeñas aberturas en forma de círculo que filtran una tenue luz
indirecta, confiere al salón una curiosa apariencia que para unos
recuerda a un planetario bajo la luz del día, y para otros, la sala central
de un hammam árabe. En el salón central, donde se encuentra la
consola del órgano del Palau Güell y una capilla cerrada por dos
puertas, se celebraban conciertos y también oficios religiosos.

Este salón central es el eje vertebrador a partir del cual se configura


todo el espacio del edificio, y al mismo tiempo es un espacio de
relaciones visuales con los pisos superiores del palacio.

Esta azotea presume de las veinte chimeneas ideadas por Gaudí y


restauradas entre 1988 y 1992. En su restauración se completaron los
modelos originales, pero respecto a las chimeneas que habían perdido
todo su revestimiento, se optó por una reinterpretación contemporánea
dirigida por los arquitectos restauradores del edificio y por diversos
artistas plásticos catalanes. Las chimeneas gaudinianas, todas ellas
únicas y diferentes como si se tratara de distintos bocetos de un modelo
idealizado, recuerdan, con un poco de imaginación, a un grupo de
árboles y representan probablemente uno de los primeros esbozos del
proyecto que Gaudí culminaría años después en la azotea de la
Pedrera. En esta obra, Gaudí usó por primera vez el trencadís, un
revestimiento elaborado con fragmentos irregulares de cerámica, que el
arquitecto de Reus y el Modernismo adoptaron posteriormente como
uno de sus principales signos de identidad.

En el otro extremo del palacio, en el sótano, se encuentran las


caballerizas, de bóvedas de ladrillo apoyadas en columnas fungiformes
también de ladrillo, una arquitectura espectacular concebida para acoger
las cuadras y las habitaciones de los palafreneros de palacio. Se trata
de uno de los paisajes más enigmáticos, sugerentes y conocidos de la
arquitectura gaudiniana.

Eusebi Güell, su mujer y sus hijos, vivieron en el palacio hasta la década


de 1910 en que se trasladaron al Park Güell. Posteriormente, algunos
hijos estuvieron viviendo en el palacio hasta la Guerra Civil. Al estallar la
guerra, el Gobierno de la Generalitat lo destinó como comisaría.
Posteriormente, la hija mayor, Mercè Güell, que lo heredó, no pudiendo
hacerse cargo de su mantenimiento, lo cedió a la Diputación de
Barcelona a cambio de un vitalicio el año 1945.

El 26 de mayo de 2011 el Palau Güell abre de nuevo las puertas al


público después de unos años de restauración integral.

La fachada del Palau Güell, de líneas sugestivamente venecianas, está construida con una
piedra de aspecto severo en la que destaca sobremanera el diseño de hierro forjado que cubre
los tímpanos de los dos arcos parabólicos de entrada y salida y que da forma al majestuoso
escudo con las cuatro barras catalanas, concebido como una pequeña columnata, que preside
la fachada. La primera dependencia del palacio es el vestíbulo, de veinte metros de altura, que
confiere al conjunto un aire de transparencia y articula los diferentes espacios en que se divide
esta maravillosa obra primeriza de Gaudí. Todo el edificio está organizado alrededor de este
vestíbulo central. Una escalera noble conduce a la auténtica joya de la corona del Palau Güell:
su sorprendente, misterioso y telúrico salón central de siete pisos de altura coronado por una
cúpula parabólica en forma de cono. La cúpula, perforada por una serie de pequeñas
aberturas en forma de círculo que filtran una tenue luz indirecta, confiere al salón una curiosa
apariencia que para unos recuerda a un planetario bajo la luz del día, y para otros, la sala
central de un hammam árabe.

Esta azotea presume de las veinte chimeneas ideadas por Gaudí y


restauradas entre 1988 y 1992 por un grupo de artistas que reconstruyó las
ocho más dañadas respetando escrupulosamente el trabajo original de Gaudí.
En una de estas nuevas chimeneas, con un poco de paciencia, se puede
localizar, entre el trencadís, un Cobi, la mascota olímpica de Barcelona 92. Las
chimeneas gaudinianas, todas ellas únicas y diferentes como si se tratara de
distintos bocetos de un modelo idealizado, recuerdan, con un poco de
imaginación, a un grupo de árboles y representan probablemente uno de los
primeros esbozos del proyecto que Gaudí culminaría años después en la
azotea de la Pedrera. En esta obra, por ejemplo, Gaudí usó por primera vez el
trencadís, un revestimiento elaborado con fragmentos irregulares de cerámica,
técnica de origen árabe que el arquitecto de Reus y el Modernismo adoptaron
posteriormente como uno de sus principales signos de identidad. Si se mira
con atención cada una de las chimeneas, se acabará por descubrir que en una
de ellas -probablemente en la última construida por Gaudí y de color blanco en
su totalidad- aparece el pequeño sello verde de un fabricante de cerámica de
Limoges. Cuenta la leyenda que Eusebi Güell poseía una fantástica vajilla de
Limoges de la que se había cansado y que entregó al arquitecto para que la
utilizara en el revestimiento de la última de las chimeneas del palacio.

En el otro extremo del palacio, en el sótano, se encuentran las caballerizas, de bóvedas muy
rebajadas apoyadas en sencillas columnas fungiformes, una arquitectura espectacular
concebida para acoger las cuadras y las habitaciones de los palafreneros de palacio. Las
columnas y sus capiteles de ladrillo son uno de los paisajes más enigmáticos, sugerentes y
conocidos de la arquitectura gaudiniana. La familia Güell vivió en este palacio hasta la Guerra
Civil, cuando fue confiscado por la CNT-FAI, que lo convirtió en cuartel y prisión. Los Güell no
volvieron nunca. El abandono y el deterioro generalizado de esta zona de la ciudad llevaron a
los herederos del conde Güell a ceder, en 1945, el palacio a la Diputación de Barcelona, su
actual propietaria.

Antoni Gaudí i Cornet (1852-1926)


Antoni Gaudí i Cornet nació en 1852 en Reus, en el seno de una familia
de artesanos de Riudoms, dedicados tradicionalmente a la fabricación
de calderas y otros objetos de cobre. Siendo el más pequeño de cinco
hermanos, marchó a Barcelona en 1873 para iniciar estudios de
Arquitectura, que terminó cuatro años más tarde. Se dice que, al
otorgarle el título, el director de la Escuela de Arquitectura, Elies Rogent,
comentó: “Quién sabe si hemos dado el diploma a un loco o a un genio:
sólo el tiempo lo dirá”.

Su primer encargo profesional fue el diseño de los nuevos edificios de la


Cooperativa Textil de Mataró (1878), para los que el arquitecto ideó unos
singulares arcos catenarios de madera y una gigantesca abeja de
bronce (símbolo de la cooperativa). Aquel mismo año, Gaudí diseñó una
vitrina de vidrio y cristal decorada con hierro forjado, caoba y
marquetería para que un fabricante de guantes catalán, Esteban
Cornellà, expusiera sus productos en la Exposición Universal de París.
La vitrina sedujo a Eusebi Güell, industrial, aristócrata y político en
ascenso, que decidió convertirse en mecenas de aquel joven arquitecto
y diseñador. El primer trabajo de Gaudí para Güell fue el diseño del
mobiliario del panteón que el marqués de Comillas, todopoderoso
suegro de Güell, tenía cerca de Santander. A este encargo le siguió otro,
una pérgola decorada con globos y centenares de piezas de vidrio.
Desde entonces, su carrera y su obra -que con los años se ha
convertido en uno de los símbolos más famosos de Barcelona-
estuvieron íntimamente ligadas a la familia Güell.

En 1883 asumió la construcción de la Sagrada Família, la gran obra de


su vida, a la que dedicó todos los esfuerzos de sus últimos años. Esta
concentración gradual en el gran templo expiatorio fue paralela a la
consolidación de su fervor hacia la religión católica, que en el joven
Gaudí no había sido demasiado notorio. En su madurez, el gran
arquitecto catalán fue conocido como un hombre frugal y solitario, que
invertía toda su energía en su profesión, mediante la cual expresaba sus
dos grandes pasiones: cristianismo y catalanismo. Su obstinada defensa
de la identidad catalana le llevó incluso a ser detenido por la policía el
Once de Septiembre (día de la fiesta nacional de Cataluña) de 1924 por
negarse a obedecer a un oficial que le conminaba a hablar en español.

El 7 de junio de 1926 Gaudí fue atropellado por un tranvía en la Gran


Via. El personal del hospital, que durante tres días intentó
infructuosamente salvarle la vida, le había confundido de entrada con un
mendigo debido a su humilde indumentaria.

No muy lejos del Palau Güell se encuentra el LONDON BAR (9) (Nou de la
Rambla, 34), un bar modernista que, desde su fundación en 1910, ha
funcionado ininterrumpidamente (para más información véase Salimos, guía
de bares y restaurantes modernistas).

El itinerario de la Ruta del Modernismo prosigue Rambla arriba, en dirección a


la plaza de Catalunya. Casi enfrente de los soportales que dan acceso a la
plaza Reial se encuentra el HOTEL ORIENTE (Rambla, 45-47), construido en 1842
cuando el antiguo colegio religioso de Sant Bonaventura se transformó en una próspera fonda.
El hotel, cuya fachada fue remodelada en 1881, conserva en su salón de fiestas la magnífica
estructura de un antiguo claustro del siglo XVII de pilares cuadrados y el antiguo refectorio
rectangular cubierto por una bóveda. Por sus habitaciones pasaron huéspedes del renombre
del escritor Hans Christian Andersen, el actor americano Errol Flynn, el torero Manolete o la
soprano Maria Callas. En su discreta fachada todavía destacan las esculturas de dos ángeles
que presiden el dintel del arco de la entrada principal.

Rambla arriba se llega, a mano izquierda, a uno de los edificios más


emblemáticos de la ciudad pese a no ser una construcción modernista:
el GRAN TEATRE DEL LICEU (GRAN TEATRO DEL LICEO. Rambla, 51-
65). La historia de este símbolo de Barcelona ha estado directamente marcada
por los incendios. El edificio original, construido por Miquel Garriga en 1847 en
el solar del antiguo convento de los Trinitaris, se quemó en 1861 y fue
reconstruido por Josep Oriol Mestres con una simplicidad exterior -sólo
truncada por su característica fachada con un cuerpo central de tres grandes
ventanales- que ocultaba uno de los teatros líricos más fastuosos del mundo.
El incendio del teatro de 1994 obligó a una nueva reconstrucción, llevada a
cabo por el arquitecto Ignasi de Solà-Morales, que recreó el suntuoso estilo
tradicional del edificio, recuperando los salones con pinturas ilusionistas y
pompeyanas. En sus orígenes como teatro lírico, el Liceu tuvo que competir
con el TEATRE PRINCIPAL (TEATRO PRINCIPAL, que ya hemos dejado
atrás en el número 27 de la Rambla), un local con cabida para 2.000 personas
y con una larga tradición en la ciudad. El Liceu, que levantó el telón con Anna
Bolena, de Donizetti, ganó la partida y se convirtió en la catedral del buen
gusto y el escaparate preferido por las clases más pudientes de Barcelona
para exhibir su riqueza. Pese a la sobriedad de su arquitectura, destacan
especialmente la marquesina de hierro forjado que preside la entrada principal
y los rótulos esgrafiados que rinden homenaje a Calderón de la Barca, Mozart,
Rossini y Moratín. El edificio del Liceu alberga, casi en la esquina de la
Rambla con la calle Sant Pau, un auténtico santuario elitista: el Cercle del
Liceu, una tradicional y aristocrática entidad privada, un viejo club al más puro
estilo inglés, que "esconde" en sus salones interiores unas célebres pinturas
del modernista Ramon Casas y de Alexandre de Riquer, y unas vidrieras de
temática wagneriana de Oleguer Junyent.

Al otro lado de la calle, la Ruta pasa por delante de un comercio de larga


tradición, con decoración modernista en la fachada: la antigua CAMISERIA
BONET (10) (Rambla, 72), fundada en 1890, y que en el año 2002 cambió de
propietario y de actividad, centrándose en la actualidad en objetos de recuerdo
de Barcelona. En el edificio contiguo se encuentra elCAFÈ DE L’ÒPERA (11)
(Rambla, 74), un local de atmósfera confortable abierto en 1929 en el local de
la antigua Chocolatería La Mallorquina. El interior está bien conservado y en él
destacan las sillas Thonet y los espejos decimonónicos con figuras femeninas
que evocan personajes de diferentes óperas (para más información véase
Salimos, guía de bares y restaurantes modernistas).

Después del Liceu, a la izquierda, podemos desviarnos por la calle Sant Pau
hasta el que es uno de sus establecimientos con más tradición en la historia
hotelera de Barcelona. El interés arquitectónico de este hotel, que en su día
albergó al héroe nacional filipino José Rizal, se centra en sus salones,
decorados en 1902-1903 por uno de los padres del Modernismo, Lluís
Domènech i Montaner. En el Hotel España, Domènech i Montaner contó
con la colaboración de dos grandes maestros de las artes plásticas de la
época: el escultor Eusebi Arnau y el pintor Ramon Casas. Eusebi Arnau es el
autor de la espléndida chimenea de alabastro de uno de los comedores, visible
desde la calle, y Ramon Casas es el responsable de los esgrafiados marinos
del comedor interior, en el que también destaca una claraboya artesonada que
filtra una luz muy difusa que realza el efecto de los esgrafiados de Casas.
Domènech i Montaner remató el conjunto con dos ingeniosos arrimaderos de
madera. Uno de ellos, de esmerado diseño, está decorado con unos
medallones de cerámica azulada que representan las provincias españolas,
mientras que el segundo, de tipo romano, se centra en temas florales (para
más información véase Salimos, guía de bares y restaurantes modernistas). A
escasos metros del Hotel España se encuentra otro establecimiento hotelero
con reminiscencias modernistas: el HOTEL PENINSULAR (13) (Sant Pau,
36). El principal interés de este edificio, un antiguo colegio de monjas, reside
en su patio con galerías y en la claraboya, que resalta los colores verde y
crema de sus muros.

De vuelta a la Rambla se encuentra el Pla de la Boqueria, presidido por


el MOSAIC CERÀMIC DE JOAN MIRÓ (MOSAICO CERÁMICO DE JOAN
MIRÓ), que el Ayuntamiento instaló en 1976 y que, con los años, se ha
convertido en una de las más emblemáticas señas de identidad de esta
popular vía barcelonesa. A mano derecha encontramos la CASA BRUNO
CUADROS (Rambla, 82), un edificio premodernista muy interesante de Josep Vilaseca,
autor del Arco de Triunfo. Esta antigua casa, conocida popularmente como "la casa dels
paraigües" (la casa de los paraguas) y reformada en 1883, destaca por sus elementos
orientales, como la decoración de su fachada con esgrafiados y vidrieras, la galería de aroma
egipcio del primer piso o el dragón chino que preside la esquina de la finca. La antigua tienda
del edificio, hoy ocupada por una entidad bancaria, luce unos elementos ornamentales de
inspiración japonesa realizados en madera, vidrio y hierro forjado.

La suerte que siguió esta tienda fue compartida por otras. En el año 1962, el
arquitecto David John Mackay cifró en ochocientas las tiendas modernistas
que existían en la ciudad de Barcelona. Con el paso del tiempo y el avance de
las excavadoras, este número se ha reducido en la actualidad a menos de una
cincuentena. Cada día son menos las supervivientes de este Modernismo que
algunos han calificado injustamente de "menor" sólo porque sus piedras no
formaban parte de grandes obras arquitectónicas. Algunas de estas tiendas se
conservan elegantes y presumidas, otras sobreviven dispersas por la ciudad;
algunas están en buenas condiciones y otras en plena agonía, pero todas
poseen una unidad artística que permite reconstruir, entre estucados,
mosaicos, vidrieras y artesanías de caoba, cómo fueron aquellos años que
discurrieron entre la Exposición Universal de 1888 y la segunda década del
siglo XX. Eran los años en los que la burguesía barcelonesa viajaba a París y
creía firmemente que Cataluña era Europa. Una época en la que el
Modernismo se convirtió en un arte cotidiano que lograba que los artículos
vulgares se convirtieran en arte. La euforia del cambio de siglo, la voluntad
renovadora, se tradujo en una utilización social del arte, en una arquitectura
anónima y popular que dignificaba cualquier obra. Fue así como las
panaderías, las pastelerías, las farmacias, las tiendas de tejidos y las
perfumerías fueron tratadas con el mismo respeto decorativo que las grandes
casas de la burguesía. Junto con la Casa Batlló, la Pedrera, el Park Güell y la
Sagrada Família, se multiplicaron los pequeños establecimientos que lucían
con orgullo el sello de la nueva moda modernista En 1909, la revista L'Esquella
de la Torratxa resumía en una sola frase la fiebre modernista que
convulsionaba la ciudad: "Barcelona está llamada a ser la Atenas del
Modernismo". Una selección de los mejores ejemplos de tiendas modernistas
que aún existen en la actualidad aparece en esta guía en el capítulo Guapos
per sempre.

El mejor ejemplo de esta fiebre modernista que experimentó Barcelona son


dos edificios casi contiguos de la Rambla. LaCASA DOCTOR GENOVÉ (14)
(Rambla, 77), obra de Enric Sagnier i Villavecchia (1911), albergó una farmacia y su laboratorio
hasta 1974 (actualmente alberga un bar de tapas vasco).

La Rambla
La primitiva Rambla era una vía ancha y desigual que oscilaba de un extremo
a otro de la ciudad discurriendo paralela a la muralla medieval que Jaime I
construyó en el siglo XIII, un siglo antes de que un nuevo recinto amurallado
rodeara el Raval y dejara el lienzo de la Rambla sin su teórica función
defensiva. Sin embargo, las diferentes puertas que se abrieron (Santa Anna,
Portaferrissa, Boqueria, Trentaclaus y Framenors) no desaparecieron e
indujeron la instalación de algunas construcciones, como una fundición de
cañones, y también mercados al aire libre. “Rambla”, en árabe, significa
“torrente”, y eso es precisamente lo que era: un torrente, el Cagalell, que se
había convertido en alcantarilla, llena de basuras y excrementos. Al otro lado
de este foso se fueron instalando durante el siglo XVI los primeros centros
religiosos (convento de Sant Josep, 1586), de enseñanza (Estudis Generals,
1536) y lúdicos (Teatre de la Santa Creu, 1597). La Rambla del siglo XVIII
lucía, por tanto, la muralla a un lado y conventos e iglesias al otro, en la parte
del Raval. No fue hasta finales del siglo XVIII, momento en el que los
ingenieros militares encabezados por Juan M. Cermeño iniciaron su
urbanización, cuando la Rambla definió su trazado actual.

La Rambla es una sola avenida, pero recibe muchos nombres a lo largo


de todo su recorrido: Rambla de Santa Mònica, de los Caputxins, de
Sant Josep, de los Estudis y de Canaletes. Unas denominaciones nada
gratuitas, ya que corresponden a los conventos, iglesias o edificios ante
los cuales pasaba la avenida a medida que, terraplenada, comenzaba a
tomar forma. En 1768 dio comienzo la demolición de la muralla y la
construcción de algunos de sus edificios actualmente más
emblemáticos, como el Palau de la Virreina, el Palau Moja, ante los
cuales pasa la Ruta del Modernismo, o la Casa March de Reus (obra de
Joan Soler i Faneca, 1775) que encontramos más abajo, en el número
8. El último gran momento en la formación de la Rambla llegó a
mediados del siglo XIX con los procesos liberales de desamortización de
los bienes de la Iglesia, que comportaron la desaparición de la mayoría
de los conventos que moraban en sus orillas y su sustitución por nuevas
calles (Ferran), espacios públicos (plaza Reial), mercados (Boqueria) y
edificios que con el tiempo también fueron emblemáticos (Liceu). La
Rambla es actualmente el mejor escaparate de la ciudad, de su historia
y de la vida de sus ciudadanos. Como reflejó el escritor Josep Pla en
una de sus obras: “La Rambla es una maravilla. Es una de las pocas
calles de Barcelona en las que me siento plenamente bien. Siempre hay
tanta gente como para encontrarse con algún que otro conocido, pero
siempre hay la suficiente como para pasar desapercibido, si conviene”.

Ruta 2, Antiga Casa Figueras (15) – Casa Fajol (33)


y Font Exposició 1929

Sagnier diseñó un edificio con cierto aire gótico en el que destacan el gran
ventanal central, los mosaicos azulados y el arco apuntado de la entrada, con
un magnífico relieve de Esculapio que recuerda el destino original del
inmueble. Casi al lado de la añeja farmacia se halla la ANTIGA CASA
FIGUERAS (15) (ANTIGUA CASA FIGUERAS. Rambla, 83), actualmente
Pastelería Escribà, de recargada decoración modernista, obra de Antoni Ros i
Güell (1902), en la que abundan los mosaicos, los estucados de yeso, los
hierros forjados, las vidrieras y el mobiliario de madera de color chocolate.

No es preciso caminar demasiado para encontrar el MERCAT DE LA


BOQUERIA (16) (MERCADO DE LA BOQUERIA. Rambla, 91), el más
célebre y antiguo de la ciudad. Más o menos en el mismo lugar que ocupa el
actual mercado, se instalaba desde la época medieval un mercado al aire libre
en el que los agricultores de lo que hoy es el Raval vendían sus productos a
los habitantes de la ciudad amurallada. El actual mercado, famoso por la
calidad de sus mercancías, está ubicado en el antiguo solar del convento de
los Carmelites Descalços de Sant Josep, incendiado en julio de 1835. El
mercado se erigió cinco años después, en 1840, como una gran plaza
porticada con columnas jónicas en la que los diferentes mercaderes
ambulantes de la ciudad podían ofrecer sus productos. En 1914 se instaló la
vistosa cubierta metálica diseñada por el ingeniero Miquel de Bergue, que le
confiere su imagen característica. El mercado y sus alrededores han sido
restaurados en los últimos años con el objetivo de devolverles el aspecto que
tenían a principios del siglo XX. La Boqueria preside el tramo central de la
Rambla, quizás el más colorista y exuberante, denominado Rambla de les
Flors por los puestos en los que se venden flores durante todo el año desde el
día del Corpus de 1853.
A pocos metros de la Boqueria se encuentra el PALAU DE LA
VIRREINA (PALACIO DE LA VIRREINA. Rambla, 99), construido por Josep
Ausich entre 1772 y 1778 por encargo del antiguo virrey de Perú, Manuel Amat
i Junyent. El virrey nunca llegó a disfrutar del edificio, ya que murió antes de
que estuviese acabado. La que sí lo hizo fue su viuda, la virreina, María
Francisca Fivaller, que, con los años, dio nombre al palacio. El Ayuntamiento lo
adquirió en 1944 y a finales de los años ochenta del siglo pasado fue
transformado en la sede del área municipal de Cultura. El edificio es un buen
ejemplo de la influencia francesa en los arquitectos del siglo XVIII. Su
poderosa fachada clásica, suntuosa y barroca, conjuga a la perfección con una
afrancesada ornamentación rococó interior que tiene su mejor exponente en el
comedor, abovedado y adornado con pinturas alegóricas. El resto de los
salones del edificio han conservado su decoración antigua, de estilo imperio.
La planta baja, donde antaño se agrupaban los amanuenses que escribían
cartas a quienes no sabían escribir, alberga actualmente una librería y una
oficina de información al ciudadano. En los bajos del edificio contiguo, en el
número 97, se encuentra una veterana tienda musical, CASA BEETHOVEN,
fundada en 1880 por el editor musical Rafael Guàrdia.

Rambla arriba se encuentra uno de los edificios románticos más bonitos de la


ciudad, la CASA FRANCESC PIÑA(Rambla, 105), también conocida como
"el regulador" por la antigua relojería que ocupa la planta baja, en la actualidad
Joyería Bagués. Este edificio de Josep Fontserè (1850) destaca por su
fachada de terracota pintada de blanco sobre un estuco de color rosa en la que
resaltan especialmente las falsas columnas con capiteles y los bajorrelieves
decorativos de los pisos superiores.

En la esquina con la calle Carme, encontramos la ESGLÉSIA DE


BETLEM (IGLESIA DE BETLEM. Rambla, 107). Esta iglesia, construida entre
1680 y 1732 por Josep Juli, es una de las escasas muestras de arte barroco de
Barcelona. Ahora bien, la estructura del templo es fiel a los cánones del gótico
catalán y presenta una única y espaciosa nave flanqueada por diferentes
capillas. Una de las puertas que dan a la Rambla, en la que aparece el Niño
Jesús, es obra de Francesc Santacruz, la otra, posterior, que data de 1906,
con Sant Joanet (san Juan Bautista), es de Enric Sagnier, que se basó en la
anterior. El interior que se puede contemplar hoy carece de la suntuosidad que
caracterizó al templo hasta la Guerra Civil, cuando sus policromías, tallas,
estucados italianos y mármoles sufrieron un deterioro irreparable. Desde 1952,
la iglesia alberga una imagen de la Virgen de los Desamparados, de Mariano
Benlliure. En la acera opuesta se encuentra el PALAU MOJA (PALACIO
MOJA. Rambla, 118), una antigua propiedad de los marqueses de Comillas
construida entre 1774 y 1789 por los hermanos Mas i Dordal. La larga fachada
de este palacio, decorada con entrepaños ocres y rojizos, se alza sobre un
pórtico y está rematada por un sencillo frontón central. El edificio, decorado
con pinturas del pintor neoclásico Francesc Pla, "el Vigatà", conserva buena
parte del mobiliario original, así como la habitación en la que vivió el "poeta
nacional" catalán y protegido de los marqueses de Comillas, Jacint Verdaguer.
La familia Comillas estaba emparentada con la familia Güell y también
requirieron los servicios de Antoni Gaudí, que conoció a Verdaguer y en alguna
ocasión -como en los Pabellones Güell, punto (90) de la Ruta del Modernismo-
se inspiró en su poesía. El palacio alberga actualmente unas dependencias del
Departamento de Cultura de la Generalitat. En lo que fueron sus jardines se
instalaron en 1935 los populares almacenes SEPU, hoy ya desaparecidos.

Una pequeña desviación de la ruta principal nos conducirá por la calle Carme,
que "oculta" dos pequeños tesoros modernistas a escasos metros de la
Rambla: los populares almacenes EL INDIO (17) (Carme, 24), decorados en
1922 por Vilaró i Valls, según el más puro estilo modernista y, un poco más
adelante, el bar MUY BUENAS (18) (Carme, 63), un local que luce una
fachada modernista de madera y conserva buena parte de su mobiliario
original, como la antigua barra de mármol, de más de un siglo de antigüedad
(para más información véase Salimos, guía de bares y restaurantes
modernistas).
La Ruta prosigue por la Rambla, conocida a esta altura como la "rambla dels
ocells" (rambla de los pájaros), por los puestos de venta de animales. De
camino a la plaza de Catalunya, la Ruta cuenta con dos citas ineludibles. La
primera es la REIAL ACADÈMIA DE CIÈNCIES I ARTS (19) (REAL
ACADEMIA DE CIENCIAS Y ARTES. Rambla, 115), construida en 1883 por
Josep Domènech i Estapà sobre las ruinas de un antiguo colegio jesuita. El
edificio, pionero en el uso de recursos ornamentales y estilísticos que tanto
éxito cosecharían años más tarde con el Modernismo, alberga actualmente,
aparte de la academia, el Teatro Poliorama y el Restaurante Viena, antigua
Casa Mumbrú, y tiene su principal signo de identidad en el reloj que preside la
fachada y del que popularmente se dice que marca la hora oficial de
Barcelona. Otros elementos de interés de la fachada son la elegante tribuna, el
cimborio y la torre con cúpula que coronan el edificio y que originalmente era
un observatorio meteorológico y astronómico. La segunda cita en esta zona de
la Rambla es la FARMÀCIA NADAL (Rambla, 121), inaugurada en 1850 como
Farmacia Masó, que incorpora elementos escultóricos, cerámicos y esgrafiados de diseño
propios del Noucentisme (movimiento neoclásico postmodernista).

Tras cruzar la Rambla, nos encontramos con las calles Canuda y Santa Anna.
Si entramos por Santa Anna, podemos ver la CASA ELENA
CASTELLANO (20) (Santa Anna, 21), un edificio de 1907 de Jaume Torres i
Grau en el que destacan las dos tribunas superpuestas y la ornamentación
floral de la fachada, típicamente modernista. Volviendo a la calle Canuda, a
pocos metros, encontramos el antiguo PALAU SABASSONA (PALACIO
SABASSONA), de origen medieval. El inmueble es la sede, desde 1836,
del ATENEU BARCELONÈS (21) (ATENEO BARCELONÉS. Canuda, 6),
una de las entidades culturales más emblemáticas de la ciudad. Algunos
aspectos de la reforma de 1906, de los arquitectos Josep M. Jujol i Gibert y
Josep Font i Gumà, todavía se conservan. Hay que destacar tres pequeñas
joyas modernistas: la cabina del ascensor, uno de los primeros que se
instalaron en la ciudad; las salas de lectura de la biblioteca; y el jardín
suspendido, de reminiscencias románticas. Continuando por la calle Canuda
se llega a la plaza de la Vila de Madrid, en la que se pueden contemplar los
restos de una necrópolis romana descubierta en 1954 durante las obras de
urbanización del solar del antiguo convento de las Carmelites Descalces,
demolido tras la Guerra Civil. La plaza, reformada en el año 2003, se
encuentra sobre una antigua vía de acceso a Barcino, la ciudad romana, y
todavía puede verse un pequeño fragmento del pavimento original. La vía esta
flanqueada por los restos de monumentos funerarios monolíticos y por algunas
modestas tegulae. La calle Canuda desemboca en la avenida del Portal de
l'Àngel. A unos metros, veremos el edificio de CATALANA DE GAS, GAS
NATURAL (22) (Portal de l’Àngel, 20-22), una monumental y ecléctica obra
de Josep Domènech i Estapà (1895). El edificio, construido por encargo de la
Sociedad Catalana para el Alumbrado del Gas, alberga un interesante Museo
del Gas en el que se exhiben diferentes aparatos que muestran la evolución
experimentada por el uso de esta fuente de energía (visitas concertadas, tel.:
900 150 366).

Retrocedemos un poco por Portal de l'Àngel hasta la pequeña calle Montsió,


en la que encontramos la popular cervecería modernista ELS QUATRE
GATS (23) (Montsió, 3 bis; para más información véase Salimos, guía de bares
y restaurantes modernistas). Esta antigua taberna fue uno de los epicentros
artísticos y culturales de la Barcelona de finales del siglo XIX y principios del
XX. Ramon Casas, Santiago Rusiñol y Pablo Picasso son algunos de los
ilustres personajes que comieron y bebieron en este peculiar cenáculo,
inaugurado en 1897 en los bajos de la neogótica CASA MARTÍ (1895-1896),
de Josep Puig i Cadafalch. El edificio, de aire más europeo que catalán,
destaca por sus grandes ventanales ojivales con vidrieras policromadas y por
la curiosa ornamentación de las ventanas y del balcón flamígero. El exterior
también luce esculturas de Eusebi Arnau, hierros forjados de Manuel Ballarín y,
en la peana de la esquina, la estatua Sant Josep, de Llimona. La que se puede
ver ahora es una reproducción de la original, que fue destrozada durante la
Guerra Civil y recuperada por el Ayuntamiento en el año 2000. El interior es
espectacular: Ramon Casas pagó de su propio bolsillo las arañas de lámparas
circulares y el mobiliario medieval diseñado por Puig i Cadafalch. Otro de sus
"regalos" fue la pintura en la que dos hombres, Pere Romeu -el dueño de la
cervecería- y él mismo, aparecen pedaleando en un tándem; actualmente la
que se halla en el establecimiento es una copia, puesto que el original se
encuentra en el MNAC (punto (34) de la Ruta del Modernismo). El local, que publicó su
propia revista (Pèl & Ploma), se convirtió en refugio de artistas e intelectuales, como los
compositores Enric Granados e Isaac Albéniz o los jóvenes pintores Joaquim Mir y Pablo
Picasso. Desgraciadamente, el edificio no se conserva de forma íntegra. El dintel original de la
puerta, obra de Puig i Cadafalch, desapareció en una de las reformas que el local ha sufrido en
su más que centenaria vida.
Seguimos unos metros hasta la calle n'Amargós, que desemboca en la calle
Comtal y nos lleva a la Via Laietana, una amplia avenida proyectada en la
segunda mitad del siglo XIX para abrir un acceso al puerto, e inspirada en los
modelos norteamericanos de centros de negocios de entonces. La
urbanización de esta vía se prolongó durante algunas décadas y en ella
pudieron participar los protagonistas del Modernismo, como Domènech i
Montaner y, sobre todo, Josep Puig i Cadafalch.

Subimos un poco por la Via Laietana y vislumbramos el edificio del GREMI


DELS VELERS (GREMIO DE LOS TEJEDORES DE VELOS. Via Laietana,
50), sede gremial de los fabricantes de seda desde 1764. Se trata de un
magnifico edificio barroco decorado con esgrafiados que representan figuras
de atlantes y cariátides. Escondido tras este edificio, encontramos una de las
joyas imprescindibles del Modernismo de Barcelona: el PALAU DE LA
MÚSICA CATALANA (24). (PALACIO DE LA MÚSICA CATALANA). El Palau de la Música es
un encargo que el Orfeó Català realizó en 1904 a Lluís Domènech i Montaner. La primera
piedra del nuevo edificio se colocó el día de Sant Jordi de 1905 y las obras se prolongaron
durante tres años. El resultado fue una suntuosa sala de conciertos que estaba llamada a ser el
hogar de la música coral catalana.

Palau de la Música Catalana


Dirección
Palau de la Música, 4 - 6.
Horario
Visitas guiadas:

Todos los días de 10 a 15.30 h.

Agosto de 9 a 20h.

Julio y Semana Santa de 10 a 18h.


Posibilidad de comprar entradas con antelación por
internet www.palaumusica.cat o por teléfono (tel. 902 475 485).
Información
Tel.: 902 475 485

www.palaumusica.cat

visites@palaumusica.cat
Observaciones
Las visitas tienen una duración de 50 minutos.Venta de entradas en la
tienda Les Muses del Palau y en las taquillas del Palau de la Música.
Plazas limitadas: 55 personas por visita. Las visitas que coinciden con la
hora en punto se realizan en inglés, y las que empiezan a la media, en
castellano o catalán. Los horarios de visitas podrán sufrir variaciones o
anulaciones según la disponibilidad de la sala de conciertos, por lo que
se aconseja comprobarlos previamente.
Precios y descuentos
Precios.

Adultos: 18,00 €

Estudiantes: 11,00 €

Grupos (+ 25 personas): 14,40 €

Descuento de la Ruta del Modernismo: 20% sobre la tarifa de adultos.


Descripción
PALACIO DE LA MÚSICA CATALANA). El Palau de la Música es un
encargo que el Orfeó Català realizó en 1904 a Lluís Domènech i
Montaner. La primera piedra del nuevo edificio se colocó el día de Sant
Jordi de 1905 y las obras se prolongaron durante tres años. El resultado
fue una suntuosa sala de conciertos que estaba llamada a ser el hogar
de la música coral catalana. El edificio se erige sobre el solar del antiguo
convento de Sant Francesc de Paula. La reducida superficie del solar y
el alto precio de los terrenos colindantes en la época obligaron a
Domènech i Montaner a encajar el auditorio en una cuadrícula de calles
estrechas que limitan su contemplación global desde el exterior y a
ingeniárselas para que la caja del escenario tuviera la amplitud
necesaria y para que el edificio pudiera albergar las oficinas y los
archivos del Orfeó.

La iglesia del antiguo convento, reconvertida en parroquia, sobrevivió


hasta que fue demolida para emprender una ampliación. La
intervención, firmada por Oscar Tusquets (2003), consistió en la
construcción en el solar de la antigua iglesia de una plaza que deja a la
vista la inmensa vidriera original de Domènech que antes quedaba
escondida en el patio interior que había entre la iglesia y el Palau. La
vidriera ha sido flanqueada por dos torres de ladrillo visto, la de la
esquina muestra relieves que representan un frondoso árbol esculpido
en ladrillo, motivos vegetales inspirados en Domènech i Montaner. En el
subsuelo de la gran plaza se ha construido el Petit Palau, una nueva
sala polivalente con capacidad para seiscientas personas.

El Palau de la Música, junto con la Pedrera, es considerado uno de los


ejemplos supremos del Modernismo catalán por su arquitectura brillante,
atrevida y suntuosamente decorada, y hace gala con orgullo del título de
Patrimonio Mundial de la UNESCO. Pero no fue siempre así: el Palau de
la Música fue una de las últimas extravagancias del Modernismo y, ya en
los años veinte, empezó a ser cuestionado hasta el punto de que los
vecinos lo llamaban "el palau de la quincalleria" (el palacio de la
quincallería) y los arquitectos de la época abogaban por su demolición.
Afortunadamente, nunca consiguieron su propósito y el Palau se ha
conservado, convirtiéndose en una institución emblemática íntimamente
ligada a la memoria colectiva de los barceloneses.

El Palau de la Música Catalana fue inaugurado en 1908 con un breve


concierto en el que se interpretaron piezas de Clavé y Händel. La
fachada proyectada por Domènech i Montaner sorprendió a los
barceloneses: de obra vista, de bella policromía gracias a la utilización
de revestimientos de mosaico cerámico, está presidida, en la esquina,
por un espectacular grupo escultórico de Miquel Blay, una enorme proa
de piedra que representa una alegoría de la música popular. Es una
obra de un gran simbolismo conceptual con dos muchachos y dos
ancianos abrazando a una ninfa mientras san Jorge (Sant Jordi) los
protege con la bandera catalana ondeando al viento. La fachada
también cuenta con un mosaico que representa "La balanguera" del
poema de Joan Alcover -que en la actualidad es el himno de Mallorca-,
rodeada de los cantantes del Orfeó Català. Otro punto de interés del
exterior del Palau son las curiosas taquillas, hoy en desuso, ubicadas en
el interior de las columnas que flanquean la puerta principal. Las
riquezas continúan en el interior: el recargado vestíbulo, las bóvedas
revestidas de azulejos y la escalera doble con balaustres de vidrio
dorado constituyen un aperitivo de la
auténtica joya del edificio.

En el interior, la sala de conciertos es una embriagadora sucesión de


esculturas, vidrieras policromadas, mosaicos y elementos decorativos
que juegan, constantemente, con la percepción de la luz y el color. La
imagen más famosa de la sala es la enorme y espectacular claraboya de
vidrio coloreado con forma de campana invertida, de una tonelada de
peso. Esta maravilla del arte suntuario representa un coro de ángeles
femeninos rodeando al sol. La obsesión por la luz de Domènech i
Montaner no se limita a la claraboya: diseñó la sala con una liviana
estructura de acero creando una especie de caja de cristal que filtra la
luz exterior a través de unas vidrieras que recrean la atmósfera de las
catedrales góticas y confieren cierto aire sacro al auditorio. El escenario
de la sala es, sin duda alguna, la escultura más espectacular del Palau.
El proscenio acoge un curioso conjunto realizado en piedra pómez
diseñado por Domènech i Montaner pero labrado por Dídac Massana y
Pau Gargallo. A la izquierda, el conjunto cuenta con un busto de Josep
Anselm Clavé y una alegoría de las flores de mayo, que representan la
música popular. A la derecha, el busto de Beethoven personifica la
música universal. Por encima del busto de Beethoven, las valquirias de
Wagner cabalgan hacia Clavé, simbolizando la relación de la nueva
música con la antigua cultura musical popular catalana. El escenario se
completa con un espectacular órgano de factura alemana (restaurado en
el año 2004 gracias a una campaña de suscripción ciudadana) y el
hemiciclo, diseñado por Eusebi Arnau y realizado en trencadís, en el que
destacan las dieciocho esculturas que representan los espíritus de la
música y un sorprendente escudo de Austria. Una balconada y una
columnata de influencia egipcia contribuyen, modestamente, a
embellecer la perspectiva de la sala, verdadero santuario de la música,
en la que han actuado intérpretes de la categoría de Rubinstein,
Menuhin o Pau Casals. En la sala también destacan los motivos florales,
que presiden todos los elementos ornamentales, tanto en el techo como
en las vidrieras, y las lámparas de aire medieval, más propias de un
castillo que de una sala de conciertos. Otros espacios del edificio dignos
de atención son la sala de música de cámara, en la que todavía se
puede contemplar la primera piedra del edificio, y la sala de descanso
Lluís Millet, quizás la estancia que se conserva más fiel al proyecto
original de Domènech i Montaner.

El edificio se erige sobre el solar del antiguo convento de Sant Francesc de


Paula. La reducida superficie del solar y el alto precio de los terrenos
colindantes en la época obligaron a Domènech i Montaner a encajar el
auditorio en una cuadrícula de calles estrechas que limitan su contemplación
global desde el exterior y a ingeniárselas para que la caja del escenario tuviera
la amplitud necesaria y para que el edificio pudiera albergar las oficinas y los
archivos del Orfeó.

La iglesia del antiguo convento, reconvertida en parroquia, sobrevivió hasta


que fue demolida para emprender una ampliación. La intervención, firmada por
Oscar Tusquets (2003), consistió en la construcción en el solar de la antigua
iglesia de una plaza que deja a la vista la inmensa vidriera original de
Domènech que antes quedaba escondida en el patio interior que había entre la
iglesia y el Palau. La vidriera ha sido flanqueada por dos torres de ladrillo visto,
la de la esquina muestra relieves que representan un frondoso árbol esculpido
en ladrillo, motivos vegetales inspirados en Domènech i Montaner. En el
subsuelo de la gran plaza se ha construido el Petit Palau, una nueva sala
polivalente con capacidad para seiscientas personas.

El Palau de la Música, junto con la Pedrera, es considerado uno de los


ejemplos supremos del Modernismo catalán por su arquitectura brillante,
atrevida y suntuosamente decorada, y hace gala con orgullo del título de
Patrimonio Mundial de la UNESCO. Pero no fue siempre así: el Palau de la
Música fue una de las últimas extravagancias del Modernismo y, ya en los
años veinte, empezó a ser cuestionado hasta el punto de que los vecinos lo
llamaban "el palau de la quincalleria" (el palacio de la quincallería) y los
arquitectos de la época abogaban por su demolición. Afortunadamente, nunca
consiguieron su propósito y el Palau se ha conservado, convirtiéndose en una
institución emblemática íntimamente ligada a la memoria colectiva de los
barceloneses.

El Palau de la Música Catalana fue inaugurado en 1908 con un breve concierto


en el que se interpretaron piezas de Clavé y Händel. La fachada proyectada
por Domènech i Montaner sorprendió a los barceloneses: de obra vista, de
bella policromía gracias a la utilización de revestimientos de mosaico cerámico,
está presidida, en la esquina, por un espectacular grupo escultórico de Miquel
Blay, una enorme proa de piedra que representa una alegoría de la música
popular. Es una obra de un gran simbolismo conceptual con dos muchachos y
dos ancianos abrazando a una ninfa mientras san Jorge (Sant Jordi) los
protege con la bandera catalana ondeando al viento. La fachada también
cuenta con un mosaico que representa "La balanguera" del poema de Joan
Alcover -que en la actualidad es el himno de Mallorca-, rodeada de los
cantantes del Orfeó Català. Otro punto de interés del exterior del Palau son las
curiosas taquillas, hoy en desuso, ubicadas en el interior de las columnas que
flanquean la puerta principal. Las riquezas continúan en el interior: el
recargado vestíbulo, las bóvedas revestidas de azulejos y la escalera doble
con balaustres de vidrio dorado constituyen un aperitivo de la
auténtica joya del edificio.

En el interior, la sala de conciertos es una embriagadora sucesión de


esculturas, vidrieras policromadas, mosaicos y elementos decorativos que
juegan, constantemente, con la percepción de la luz y el color. La imagen más
famosa de la sala es la enorme y espectacular claraboya de vidrio coloreado
con forma de campana invertida, de una tonelada de peso. Esta maravilla del
arte suntuario representa un coro de ángeles femeninos rodeando al sol. La
obsesión por la luz de Domènech i Montaner no se limita a la claraboya: diseñó
la sala con una liviana estructura de acero creando una especie de caja de
cristal que filtra la luz exterior a través de unas vidrieras que recrean la
atmósfera de las catedrales góticas y confieren cierto aire sacro al auditorio. El
escenario de la sala es, sin duda alguna, la escultura más espectacular del
Palau. El proscenio acoge un curioso conjunto realizado en piedra pómez
diseñado por Domènech i Montaner pero labrado por Dídac Massana y Pau
Gargallo. A la izquierda, el conjunto cuenta con un busto de Josep Anselm
Clavé y una alegoría de las flores de mayo, que representan la música popular.
A la derecha, el busto de Beethoven personifica la música universal. Por
encima del busto de Beethoven, las valquirias de Wagner cabalgan hacia
Clavé, simbolizando la relación de la nueva música con la antigua cultura
musical popular catalana. El escenario se completa con un espectacular
órgano de factura alemana (restaurado en el año 2004 gracias a una campaña
de suscripción ciudadana) y el hemiciclo, diseñado por Eusebi Arnau y
realizado en trencadís, en el que destacan las dieciocho esculturas que
representan los espíritus de la música y un sorprendente escudo de Austria.
Una balconada y una columnata de influencia egipcia contribuyen,
modestamente, a embellecer la perspectiva de la sala, verdadero santuario de
la música, en la que han actuado intérpretes de la categoría de Rubinstein,
Menuhin o Pau Casals. En la sala también destacan los motivos florales, que
presiden todos los elementos ornamentales, tanto en el techo como en las
vidrieras, y las lámparas de aire medieval, más propias de un castillo que de
una sala de conciertos. Otros espacios del edificio dignos de atención son la
sala de música de cámara, en la que todavía se puede contemplar la primera
piedra del edificio, y la sala de descanso Lluís Millet, quizás la estancia que se
conserva más fiel al proyecto original de Domènech i Montaner.

Rodeando el Palau por las calles Amadeu Vives y Ortigosa, volvemos a la Via
Laietana. Ante nosotros encontraremos un edificio de forma triangular,
denominado CAIXA DE PENSIONS I D’ESTALVIS DE
BARCELONA(Via Laietana, 56-58), porque fue la antigua sede de la actual
Fundación "la Caixa", y que ahora acoge una sala del Tribunal Superior de
Justicia de Cataluña. Esta obra neomedieval (Enric Sagnier, 1917) luce en su
fachada una escultura de Manuel Fuxà, concebida como una alegoría del
ahorro, y un espectacular arco ojival cerrado con vidrieras policromadas.
Separado de éste por la calle Jonqueres se encuentra el EDIFICI ANNEX
DE LA CAIXA DE PENSIONS (EDIFICIO ANEXO DE LA CAIXA DE
PENSIONS. Jonqueres, 2), también diseñado por Sagnier, en el que el
arquitecto insistió en el uso de piedra blanca, decorada con azulejos. No
obstante, ya se advierten unas líneas más modernas, más cercanas a los
actuales edificios de oficinas, ya que, de hecho, es uno de los primeros
ejemplos de este tipo de edificios en nuestra ciudad.

Cruzamos la Via Laietana y torcemos a la derecha, camino de la plaza de


Urquinaona. Desde esta plaza, la Ruta sigue a la izquierda camino de la plaza
de Catalunya, centro neurálgico de la ciudad. La construcción de esta
monumental plaza circular se inició en 1925 tras medio siglo de diferentes
litigios entre el Ayuntamiento, el Estado y los propietarios particulares de los
terrenos que durante años fueron la frontera entre la antigua ciudad amurallada
y la nueva urbe que se expandía por el llano. El diseño definitivo de la plaza
fue firmado por Francesc de Paula Nebot, que se limitó a transformar un
proyecto de Puig i Cadafalch, que, por aquel entonces, se veía condenado al
ostracismo por el régimen militar de Primo de Rivera. Precisamente podemos
observar en la plaza, en la esquina con Rambla de Catalunya, una obra de
Josep Puig i Cadafalch realizada en 1921 según los cánones del clasicismo
moderno: la CASA PICH I PON (plaza de Catalunya, 9). La plaza de
Catalunya marca el inicio del paseo de Gràcia y del Eixample, el auténtico
hábitat del Modernismo barcelonés. En el centro de la plaza se encuentra la
Oficina de Información de Turismo de Barcelona, punto de inicio de los
itinerarios Walking Tours Modernismo y sede de uno de los Centros del
Modernismo de Barcelona. El Centro, en el que con esta guía se pueden
obtener gratuitamente los vales de descuento de la Ruta del Modernismo, está
especializado en información sobre este movimiento y en la tienda adyacente
se pueden comprar productos relacionados con el mismo.

<p

El paseo de Gràcia es la columna vertebral del Eixample. Se trata de un bulevar en el que se


mezclan casas particulares, oficinas y bancos, cines, establecimientos de prestigio, cafés y
buena parte de las joyas del Modernismo. Antiguamente, el paseo era un simple camino de
tierra que comunicaba las murallas de Barcelona con la vecina villa de Gràcia. Una condición
que empezó a cambiar en 1827, cuando se convirtió en un paseo arbolado. En 1852 el paseo
estrenó las primeras farolas de gas, y en 1853 se inauguraron, en el tramo comprendido entre
las actuales calles Aragó y Mallorca, los Camps Elisis, una amplia zona de ocio que contaba con
jardines, cantinas, merenderos, salas de fiesta, montañas rusas y un auditorio al aire libre. En
1872 se instaló la primera línea de tranvías de caballos y a partir de 1890 se convirtió en el
nuevo centro residencial de la alta burguesía.

L’Eixample
La Barcelona del Eixample empezó a gestarse a mediados del siglo XIX.
En 1854, la ciudad consiguió la necesaria autorización gubernamental
para derribar las murallas que rodeaban Barcelona. La murallas, poco
queridas por los barceloneses porque después de 1714 habían sido
usadas para controlar y reprimir la ciudad más que para defenderla, se
alzaban ocupando lo que hoy son la avenida del Paral·lel y las rondas
de Sant Pau, de Sant Antoni, de la Universitat, de Sant Pere y el paseo
de Lluís Companys. Sin embargo, y pese a las cuadrillas de voluntarios
que se sumaron con entusiasmo a picar piedra, las odiadas murallas no
cayeron inmediatamente. Su demolición duró casi diez años y fue
llevada a cabo a conciencia. Cuatro años después, en 1859, con las
murallas a medio derruir, se inició la urbanización de la zona
comprendida entre la Barcelona vieja y el llano en el que se encontraban
los antiguos municipios de Gràcia, Sants, Les Corts, Sant Gervasi de
Cassoles y Sant Martí de Provençals. Esta zona inicial del Eixample
coincidía con la zona de seguridad militar de dos kilómetros (la distancia
de alcance de los proyectiles de cañón) que rodeaba las murallas de la
ciudad.

El Eixample se caracteriza por su trama urbana en forma de cuadrícula,


diseñada por el ingeniero y urbanista Ildefons Cerdà en 1859. El diseño
de Cerdà recordaba ligeramente al París que Haussman diseñó para
Napoleón III, con amplios bulevares que cortaban literalmente el centro
antiguo de la capital francesa. La principal diferencia era que a Cerdà no
le hacía falta esponjar núcleo urbano alguno. Se enfrentaba a una
extensa zona de campo abierto, un auténtico sueño para cualquier
urbanista. Cerdà, hombre de inspiración socialista, ideó una cuadrícula
urbana en la que cada bloque representara la sociedad y permitiera la
convivencia de burgueses, artesanos, comerciantes y obreros en una
ciudad sin jerarquías. Sin embargo, este ideal de Cerdà nunca pasó de
ser una utopía. Las leyes inmobiliarias hicieron que, rápidamente, unas
zonas del Eixample fueran más caras y exclusivas que otras. La frontera
la marcaba la línea de ferrocarril que, desde 1863, unía la plaza de
Catalunya y el pueblo de Sarrià por la actual calle Balmes (soterrada en
1929, y que actualmente recorren las líneas U6 y U7 de los Ferrocarrils
de la Generalitat de Catalunya). A la izquierda de las vías el terreno era
más barato; a la derecha, mucho más caro. La arquitectura modernista,
al servicio de la vanidad de la floreciente burguesía del momento, se
concentra mayoritariamente, por lo tanto, en el barrio denominado Dreta
del Eixample (derecha del Eixample).

Esta divergencia entre el proyecto de Cerdà y la realidad no es la única


que ha vivido el Eixample. Cerdà proyectó 550 manzanas separadas por
calles de veinte metros: manzanas abiertas con amplios jardines
interiores, con las esquinas recortadas en chaflanes de 45 grados. La
función de los chaflanes era dejar espacio suficiente de giro a los
vehículos de transporte público y crear un lugar para la carga y descarga
de mercancías. Pero, con excepción de los chaflanes, ninguna de las
previsiones originales se ha cumplido. Las manzanas actuales están
cerradas y los patios con jardín del interior de las manzanas han
desaparecido casi por completo, ocupados por almacenes o garajes.
Tampoco fueron respetados ni los diecisiete metros de altura máxima ni
los 4.000 m2 de superficie edificable previstos por Cerdà. Los
promotores inmobiliarios se saltaron la previsión del urbanista y elevaron
la superficie edificable hasta los 16.000 m2.

La construcción del nuevo barrio proyectado por Cerdà, iniciada en


1860, fue lenta y discontinua. Los primeros edificios del Eixample fueron
los que ocuparon las cuatro esquinas de la confluencia de la calle Roger
de Llúria y Consell de Cent (hoy tres de ellos aún permanecen en pie).
En 1872, tan sólo había unas mil viviendas concentradas casi
exclusivamente en la zona comprendida entre el paseo de Gràcia y las
calles Consell de Cent, Casp y Bailèn. Unas mil casas en las que vivían
los primeros 40.000 habitantes de un barrio, el Eixample, que no
empezó a crecer de forma sostenida hasta 1880, cuando una nueva
generación de arquitectos, más ambiciosa y con más talento que sus
predecesores, lideró la construcción del Eixample. Estos arquitectos
(con Gaudí, Puig i Cadafalch y Domènech i Montaner a la cabeza)
convirtieron el Eixample en un auténtico museo al aire libre
construyendo viviendas ventiladas, soleadas y bien distribuidas, lo que
ahora denominaríamos como funcionales. En pocas palabras, las casas
del Eixample fueron las casas más modernas de los albores del siglo
XX, y pese a las alteraciones del proyecto de Cerdà, el Eixample es hoy
una de las áreas más interesantes de Europa. En los últimos años se
han recuperado algunos interiores de manzana por iniciativa del
Ayuntamiento.

Su carácter de zona acomodada se pone de manifiesto en uno de los


elementos más singulares del paseo: sus 31 bancos-farolas, proyectados en
1906 por Pere Falqués (55) y que actualmente pasan un poco desapercibidos
entre el mobiliario urbano y la marea de tráfico que invade diariamente el
paseo de Gràcia. Otro de los elementos característicos son los panots
(baldosas) de la acera, copia de las baldosas diseñadas por Gaudí, concebidas
para el suelo de la Casa Batlló y que, finalmente, fueron instaladas en las
cocinas de los pisos de la Pedrera. En el año 2002, el Ayuntamiento pavimentó
el paseo de Gràcia con estos panots, unas losetas hexagonales idénticas,
monocromas, en las que se descubren motivos marinos cuando son
contempladas en conjuntos de seis piezas: un pulpo, un caracol y una estrella
de mar. La baldosa original, producida por la empresa Escofet, fue uno de los
primeros pavimentos decorados proyectados para ser producidos en serie.

Las maravillas arquitectónicas del paseo de Gràcia comienzan casi desde su


inicio con la CASA PASCUAL I PONS(25) (paseo de Gràcia, 2-4), (al cerrar esta edición
se iniciaba su restauración), la obra más gótica de Enric Sagnier i Villavecchia, uno de los
arquitectos más prolíficos del Modernismo barcelonés. El principal interés del edificio está en
su interior: unas vidrieras emplomadas que representan unos personajes medievales, visibles
desde el exterior; la escalera con ornamentos escultóricos y lámparas de hierro y cristal; y una
noble chimenea de madera. La Casa Pascual i Pons, construida en 1890-1891, estaba
compuesta originariamente por dos casas independientes concebidas de forma unitaria para
explotar su excepcional situación urbanística, en la esquina de la plaza de Catalunya con el
paseo de Gràcia. El conjunto fue reformado profundamente en 1984. Seguimos por el paseo
de Gràcia hasta la calle Casp, por donde merece la pena desviarse unos minutos.

El primer inmueble destacable que nos sale al paso en este tramo de la Ruta
es la modernista CASA LLORENÇ CAMPRUBÍ (26) (Casp, 22), obra de
Adolf Ruiz i Casamitjana (1901). Con una extraordinaria tribuna que ocupa el
principal y el primer piso de la finca, la Casa Camprubí es un buen ejemplo de
la obra de Ruiz de finales de siglo, una época en la que este arquitecto realizó
una interpretación muy personal de un amplio repertorio de formas y elementos
neogóticos. La siguiente cita de nuestra desviación por la calle Casp es la
CASA SALVADÓ (Casp, 46), una alternativa ecléctica de Juli Batllevell
construida en un momento (1904) y en una zona de la ciudad dominados por el
Modernismo. En el portal contiguo se encuentra la CASA CALVET (27)
(Casp, 48), obra de Antoni Gaudí. El arquitecto inició su primer edificio de
viviendas en 1898, en pleno Eixample y según una línea que fue ampliamente
seguida por autores de otras casas con profusión de elementos barrocos o
rococós, como las formas onduladas y el peculiar tratamiento de la irregular
superficie de piedra arenisca de Montjuïc, los balcones o las tribunas. En la
Casa Calvet, Gaudí dio un tratamiento diferenciado a cada uno de los
elementos que conforman el edificio. La fachada está presidida por una tribuna
barroca con barandillas de hierro forjado y relieves que representan diferentes
tipos de setas en homenaje a la afición a la micología de Eduard Calvet, el
primer propietario del inmueble. La decoración de la tribuna incluye un escudo
de Cataluña y un ciprés, símbolo de hospitalidad. También merece la pena
fijarse en el vestíbulo de la entrada y en el de los bajos, actualmente
transformados en el restaurante Casa Calvet (es necesario reservar mesa: tel.
934 124 012. Para más información véase Salimos, guía de bares y
restaurantes modernistas). En el interior del restaurante se conserva el
mobiliario del despacho original del negocio textil de los Calvet. Entre otras
piezas destacan las lámparas, los bancos del recibidor y los bancos de
cortesía adosados al muro, las mamparas de madera que separaban los
diferentes despachos, los picaportes y las vigas del techo.

De vuelta al paseo de Gràcia, nos encontramos con el edificio de las CASES


ROCAMORA (28) (paseo de Gràcia, 6-14). Este edificio es, junto con la Casa
de les Punxes, de Puig i Cadafalch, uno de los conjuntos arquitectónicos de
mayores dimensiones de todo el Eixample. Contrariamente a lo habitual en la
época, su solar no se dividió en diferentes inmuebles, sino que se construyó un
único volumen arquitectónico para enfatizar la magnificencia del edificio. La
obra, de marcado estilo neogótico, fue firmada en 1914 por los hermanos
Bassegoda (Joaquim y Bonaventura), que dedicaron una especial atención al
tratamiento de la piedra de la fachada y al singular conjunto de tribunas de la
esquina con la calle Casp.

La Ruta prosigue subiendo por el paseo de Gràcia hasta llegar a la Gran Via
de les Corts Catalanes, una de las tres arterias viarias que Cerdà diseñó para
atravesar y comunicar toda la cuadrícula del Eixample -las otras dos son la
Diagonal y la Meridiana-. El cruce con el paseo de Gràcia está presidido por
dos edificios singulares pese a no ser modernistas. A la izquierda se halla
el PALAU MARCET (PALACIO MARCET. Paseo de Gràcia, 13), un palacio
urbano construido en 1887 por Tiberi Sabater que años más tarde, en 1934,
fue transformado en un teatro y hoy alberga varias salas de cine. A la derecha
se puede contemplar la ondulada y racionalista fachada decorada con paveses
de vidrio de la JOIERIA ROCA (JOYERÍA ROCA. Paseo de Gràcia, 18), una tienda
diseñada por Josep Lluís Sert en 1934.
Una desviación, a la izquierda, por la Gran Via de les Corts Catalanes en
dirección a la plaza de Espanya, nos conduce a varios edificios de interés, pero
primero encontramos la ecléctica CASA PIA BATLLÓ (Rambla de
Catalunya, 17), un edificio neogótico de Josep Vilaseca (1896) que hace
esquina y está rematado por dos torres de cerámica vidriada coronadas con
miradores de hierro forjado. Tras haber dejado atrás el monumental cine
Coliseum y el edificio neoclásico de la Universidad de Barcelona (Elies Rogent,
1891), podremos observar, en la acera de enfrente, la CASA GERÓNIMO
GRANELL (29) (Gran Via de les Corts Catalanes, 582), del arquitecto
Gerónimo F. Granell i Barrera, edificio que fue totalmente restaurado en el año
2004 resaltando los elementos modernistas originales de 1902, entre los que
destaca la tribuna que rompe de forma deliciosa la simetría de la fachada.

Más adelante, en la esquina con Villarroel, encontramos un CONJUNT DE


TRES EDIFICIS (30) (CONJUNTO DE TRES EDIFICIOS. Gran Via de les
Corts Catalanes, 536-542; Villarroel, 49-51), modernistas pero de autor
desconocido, en el que se encuentra la FARMÀCIA MESTRE que mantiene
gran parte de la decoración original de 1903, especialmente en puertas y
escaparates. Dos calles más adelante, en la esquina con la calle Comte
Borrell, vale la pena dedicar unos instantes a la FARMÀCIA
MADROÑAL (Comte Borrell, 133), de 1901, con elementos modernistas.

Muy cerca, en la acera opuesta, encontramos la CASA GOLFERICHS (31)


(Gran Via de les Corts Catalanes, 491), un chalé modernista construido en
1901 por Joan Rubió i Bellvé para Macari Golferichs, un comerciante de
madera exótica. Convertida después de la Guerra Civil en escuela religiosa, la
adquirió, a finales de los sesenta, un promotor privado con la intención de
derribarla y construir pisos en su lugar, pero las insistentes protestas vecinales
evitaron que "el xalet" (el chalé) -como se la denomina en el barrio-
desapareciera por la especulación. En 1980 el Ayuntamiento de Barcelona
recuperó la propiedad del inmueble para instalar en él un centro cívico y ha ido
realizando varias intervenciones hasta que se completó su restauración en el
año 2004.

Siguiendo por la misma acera encontramos la CASA DE LA


LACTÀNCIA (32) (Gran Via de les Corts Catalanes, 475-477), un bello
edificio de tonos azules con un relieve escultórico que hace referencia al
primitivo uso del edificio. La casa, proyectada por Antoni de Falguera i Sivilla y
por Pere Falqués i Urpí entre 1908 y 1913, destaca por el patio central
decorado con cerámicas y coronado por una claraboya que le da una gran
luminosidad.
Llegando a la plaza de Espanya, pasamos por la CASA FAJOL (33) (Llançà,
20), de Josep Graner i Prat (1912), conocida popularmente como "la casa de la
papallona" (la casa de la mariposa) por el remate de trencadís que representa
una mariposa de descomunales líneas curvas que, sin duda, distingue al
edificio.

Por la Gran Via de les Corts llegamos a la plaza de Espanya, punto de


confluencia de importantes arterias de la ciudad, y entramos en el distrito de
Sants-Montjuïc, una zona de aroma tradicional en la que todavía se respira su
pasado industrial y obrero. Quizás por esta razón el Modernismo a duras
penas dejó huella en él, excepto en algunos edificios emblemáticos. En medio
de la plaza se encuentra la FONT COMMEMORATIVA DE L’EXPOSICIÓ DE
1929 (FUENTE CONMEMORATIVA DE LA EXPOSICIÓN. Plaza de Espanya, s/n), de Josep M.
Jujol, la cual, aunque fue construida para adornar la plaza que daba entrada a la Exposición
Internacional de Barcelona de 1929, no se terminó a tiempo. La fuente, considerada de estilo
ecléctico, cuenta con grupos escultóricos de Miquel Blay y de los hermanos Miquel y Llucià
Oslé.

Subimos al Palau Nacional por la avenida de la Reina Maria Cristina; si dicha


avenida estuviera cerrada al público a causa de los actos feriales de la Fira de
Barcelona (consúltese llamando al tel. 010), tendremos que subir por la calle
Mèxic. Seguimos hacia arriba por ESCALES I EL MIRADOR DEL PALAU
NACIONAL, (LAS ESCALERAS Y EL MIRADOR DEL PALACIO NACIONAL),
eje central de la exposición de 1929 proyectado por el arquitecto Josep Puig i
Cadafalch, con tres plazas dispuestas a diferentes niveles, unidas por los
tramos de escalera y por una caída de agua en cascada en el centro siguiendo
una cuidada simetría. En la primera plaza se encuentra la FONT
MÀGICA (FUENTE MÁGICA), obra del ingeniero Carles Buïgas construida en
1929. La fuente se ganó este apelativo popular ya durante la exposición por el
espectacular juego de chorros de agua y luces de colores que aún hoy se
puede ver (consúltense los horarios llamando al 010). Subiendo las escaleras
llegamos a la plaza del Marquès de Foronda y encontramos, a un lado,
el PALAU D’ALFONS XIII (PALACIO DE ALFONS XIII) y, al otro,
el PALAU DE LA REINA VICTÒRIA EUGÈNIA (PALACIO DE LA REINA
VICTORIA EUGENIA), proyectados en 1918 por Josep Puig i Cadafalch, que
fueron pabellones de la Exposición de 1929 y hoy en día lo son de la Fira de
Barcelona.

Ruta 3, MNAC (34) – Casa Batlló (45)


La subida acaba en el mirador del PALAU NACIONAL (PALACIO
NACIONAL), que fue el edificio principal de la Exposición Internacional de
1929. Este edificio, que se inscribe en el llamado "monumentalismo ecléctico",
fue construido entre 1927 y 1929 según el proyecto de Eugeni P. Cendoya y
Enric Catà, con la colaboración de Pere Domènech i Roura.

Actualmente es la sede del MUSEU NACIONAL D’ART DE


CATALUNYA (MNAC), (34) (MUSEO NACIONAL DE ARTE DE CATALUÑA), que desde el año
2004, una vez finalizadas las obras de rehabilitación del edificio, muestra reunidas todas sus
colecciones.
El fondo del MNAC reúne una impresionante muestra de mil años de arte en Cataluña:
pintura, escultura, artes decorativas, dibujos y grabados, fotografía, numismática y
medallística. Naturalmente incluye una panorámica del arte catalán desde mediados del siglo
XIX hasta mediados del siglo XX. Esta colección modernista, una de las más representativa de
este movimiento, convierte al MNAC en el museo barcelonés del Modernismo por excelencia,
ya que conserva y muestra lo más destacado de su producción de artes visuales en toda su
diversidad: pintura, escultura y artes decorativas.

Por otra parte, la visita del museo es imprescindible para situar la obra de los
arquitectos modernistas en el contexto artístico de su época. Porque, si bien
es cierto que Gaudí, por ejemplo, frecuentaba poco los cenáculos
modernistas, también lo es que mantuvo relaciones de amistad (que
produjeron influencias artísticas mutuas) con diversos artistas adscritos a este
movimiento, como los escultores Josep Llimona y Carles Mani y también con
pintores como Joaquím Mir, Anglada i Camarasa, Francesc Gimeno o Darío de
Regoyos, todos ellos representados en las colecciones del museo. Muchas de
las obras expuestas nos remiten a lugares del recorrido de la Ruta del
Modernismo. Aquí se encuentra, por ejemplo, el original de la obra Ramon
Casas y Pere Romeu en un tándem (1897), del pintor Ramon Casas, que
decoraba Els Quatre Gats, donde hemos visto una copia (punto (23) de la
Ruta). El rico conjunto de artes decorativas del museo nos permite conocer la
decoración interior de las plantas nobles de algunas de las casas más
emblemáticas de la arquitectura modernista, como las que conforman la
famosa Mansana de la Discòrdia del paseo de Gràcia. Asimismo, este museo
muestra diversos elementos del mobiliario de la Casa Amatller (44), como un
banco, una vitrina y una lámpara de techo, obra del propio Josep Puig i
Cadafalch. De la Casa Batlló (45), se exhiben diversos diseños de Antoni
Gaudí, como una puerta corredera, una silla y un sofá muy característico de su
estilo. El arquitecto Lluís Domènech i Montaner encargó la decoración interior
de la Casa Lleó Morera (43) al mueblista mallorquín Gaspar Homar (1870-
1953), uno de los máximos creadores del Modernismo. De la Casa Lleó
Morera, el museo conserva la práctica totalidad de la sala de estar y otros
elementos del resto de la vivienda, como un sofá con vitrinas laterales y un
panel de marquetería. Para completar la visión del arte modernista en
Cataluña, el visitante no puede obviar la escultura, con autores como Josep
Llimona, Eusebi Arnau y Miquel Blay. También merece la pena conocer las
obras de otros artistas y movimientos anteriores (Marià Fortuny y los
discípulos de la Escuela de Roma) y posteriores al Modernismo. La segunda
generación de autores modernistas, como Joaquim Mir o los autores del
período noucentista, Joaquim Sunyer, Joaquim Torres García o Manolo Hugué,
entre otros, y la escultura de vanguardia de Gargallo y Juli González son
especialmente interesantes.

Bajamos a la plaza de Carles Buïgas y por la avenida del Marquès de Comillas


llegamos a CAIXAFORUM - FÀBRICA CASARAMONA (35) (Marquès de Comillas,
6). El industrial Casimir Casaramona decidió instalar su fábrica textil en la montaña de
Montjuïc y encargó el proyecto a Josep Puig i Cadafalch (1910-1913). El resultado fue un
conjunto típico de arquitectura industrial modernista en el que no faltaban ni las bóvedas
catalanas ni la decoración con cerámica o piedra artificial. Ahora bien, Puig i Cadafalch dotó al
conjunto de su característico aroma neogótico y de detalles de auténtica personalidad, como
por ejemplo los pináculos y las torres de planta cuadrada. La fábrica, el mayor edificio
construido por Puig i Cadafalch, cayó en desuso con el paso de los años y, en 1940, se
transformó en las caballerizas de la Policía Nacional. En 1998 se iniciaron las obras de
rehabilitación para convertir la antigua fábrica en CaixaForum, la nueva sede social y cultural
de la Fundación "la Caixa": un centro dinámico y polivalente en el que se llevan a cabo
exposiciones, talleres, conferencias, cursos y conciertos, y que ofrece visitas guiadas tanto a
las exposiciones como al edificio modernista, entre otras muchas actividades.

CaixaForum. Antiga Fàbrica


Casaramona
Dirección
Avinguda Francesc Ferrer i Guàrdia, 6-8.
Horario
Abierto cada día.

De lunes a domingos, y festivos, de 10 a 20 h.

Cerrado los días 25 de diciembre y 1 y 6 de enero.


Información
Tel.: 934 768 600.

www.fundacio.lacaixa.es
Observaciones
Entrada gratuita. Los horarios pueden sufrir variaciones, por lo que se
aconseja comprobarlos previamente.
Descripció
El industrial Casimir Casaramona decidió instalar su fábrica textil en la
montaña de Montjuïc y encargó el proyecto a Josep Puig i Cadafalch
(1910-1913). El resultado fue un conjunto típico de arquitectura
industrial modernista en el que no faltaban ni las bóvedas catalanas ni la
decoración con cerámica o piedra artificial. Ahora bien, Puig i Cadafalch
dotó al conjunto de su característico aroma neogótico y de detalles de
auténtica personalidad, como por ejemplo los pináculos y las torres de
planta cuadrada. La fábrica, el mayor edificio construido por Puig i
Cadafalch, cayó en desuso con el paso de los años y, en 1940, se
transformó en las caballerizas de la Policía Nacional. En 1998 se
iniciaron las obras de rehabilitación para convertir la antigua fábrica en
CaixaForum, la sede social y cultural de la Obra Social "la Caixa" en
Barcelona: un centro dinámico y polivalente en el que se llevan a cabo
exposiciones, talleres, conferencias, cursos y conciertos, y que ofrece
visitas guiadas tanto a las exposiciones como al edificio modernista,
entre otras muchas actividades.
Precios y descuentos
Descuento de la Ruta del Modernismo: 25% de descuento en el precio
de la entrada a las exposiciones de CaixaForum.

Siguiendo la Gran Via en dirección a Hospitalet de Llobregat también se


encuentra la ESTACIÓ DE LA MAGÒRIA(36) (ESTACIÓN DE LA MAGÒRIA.
Gran Via de les Corts Catalanes, 181-247; Moianès, 1-17), construida por
Josep Domènech i Estapà en 1912 para los trenes de mercancías que iban al
puerto y enlazaban con la línea de los Ferrocarrils de la Generalitat de
Catalunya (FGC) que transcurre, soterrada, por la Gran Via. El aparcadero de
vías y los terrenos colindantes se han transformado en una zona polideportiva.
No muy lejos, subiendo por la calle Moianès, se encuentra la calle Creu
Coberta, donde podemos ver dos ejemplos notables del Modernismo en sus
primeros tiempos. A la derecha, encontramos el MERCAT
D’HOSTAFRANCS (37) (MERCADO DE HOSTAFRANCS. Creu Coberta, 93),
realizado en 1888 por Antoni Rovira i Trías, el mismo ingeniero del Mercado de
Sant Antoni, con el que comparte su típica y bella estructura de hierro.
Cruzando la calle, se encuentra la antigua Tenencia de Alcaldía de
Hostafrancs, actual SEU DEL DISTRICTE DE SANTS-MONTJUÏC (38) (SEDE
DEL DISTRITO DE SANTS-MONTJUÏC. Creu Coberta, 106), construida por Jaume Gustà i Bondia
(1895) y Ubald Iranzo i Eiras (1908-1915). El edificio, parcialmente modernista, con elementos
eclécticos, destaca sobre todo por sus vidrieras, de Francesc Labarta.
De nuevo en el cruce de la Gran Via con el paseo de Gràcia y un poco más
adelante, en la acera de la izquierda, se encuentra la CASA
MALAGRIDA (39) (paseo de Gràcia, 27), obra de Joaquim Codina i Matalí,
realizada entre 1905 y 1908. Como otros edificios de la época situados en la
mejor zona del Eixample, la Casa Malagrida tiene una apariencia exterior de
palacete urbano que huye de la tipología habitual de la casa de vecinos del
Eixample. Pese a tener este aspecto, el edificio estuvo destinado desde su
origen a ser una vivienda plurifamiliar. Lo más destacado del inmueble es su
espectacular coronación en forma de cúpula y los faroles de hierro forjado de
un vestíbulo en el que también merece la pena contemplar los elegantes
frescos y artesonados del techo.

Al llegar a la confluencia del paseo de Gràcia con la calle Consell de Cent,


proseguiremos unos metros por esta calle hacia la derecha, en el sentido de la
marcha de los automóviles. Nuestro destino es el origen mismo del Eixample:
las primeras casas que se construyeron en la zona. Las CASES
CERDÀ (Consell de Cent/Roger de Llúria) fueron construidas en 1864 por
Antoni Valls. Las casas originales están identificadas con placas en la fachada.
Siguiendo en la misma dirección veremos la antigua CONFITERIA J.
REÑÉ (Consell de Cent, 362), establecimiento con decoración modernista.

Un poco más adelante, al llegar a la calle Girona, nos encontramos con una
panadería modernista, el FORN SARRET (40) (PANADERÍA SARRET.
Girona, 73), de 1898, con unas puertas de marquetería dignas de alabanza y
un escudo que preside la puerta en el que se hace una alegoría de la siega del
trigo. En el chaflán opuesto se encuentra el antiguo FORN DE LA
CONCEPCIÓ (41) (PANADERÍA DE LA CONCEPCIÓ. Girona, 74), de Josep
Suñer (1900). Subiendo por la calle Girona, llegamos a la CASA
POMAR (42) (Girona, 86), una original obra de Rubió i Bellvé (1906) que
posee una fachada que le da un aspecto de iglesia (no se pierdan la puerta
principal presidida por una quilla de barco de cerámica verde). Retrocediendo
por Consell de Cent, podemos bajar unos metros por Roger de Llúria para ver
la TORRE DE LES AIGÜES (Roger de Llúria, 56), construida en 1867 por
Josep Oriol Mestres. En 1987 este espacio se convirtió en la primera manzana
interior rescatada por el Ayuntamiento en un intento de ir recuperando el
proyecto inicial ideado por Ildefons Cerdà para el Eixample. En verano, el lugar
se convierte en una "playa" urbana para uso vecinal. Delante de ella se
encuentra el pasaje Permanyer, una bonita callejuela de casas unifamiliares
con cierto aire que nos transporta al Londres victoriano.

Reemprendemos la Ruta en el paseo de Gràcia. La siguiente etapa de nuestro


paseo por el Modernismo barcelonés es la MANSANA DE LA
DISCÒRDIA (MANZANA DE LA DISCORDIA), auténtico centro simbólico del
Modernismo catalán; cien metros de calle que reúnen tres obras capitales de
los tres maestros modernistas: Lluís Domènech i Montaner (Casa Lleó
Morera), Josep Puig i Cadafalch (Casa Amatller) y Antoni Gaudí (Casa Batlló).
La manzana recibe el apelativo "de la discordia" por la competencia estética
entre tres grandes edificios, que, de hecho, es expresión del fenómeno que en
aquellos años se produjo entre las familias burguesas de Barcelona, las
cuales, al instalarse en el Eixample, pugnaban por presumir de tener la casa
más espectacular y opulenta.

El primer edificio de interés de esta irrepetible Mansana de la Discòrdia es


la CASA LLEÓ MORERA (43) (paseo de Gràcia, 35), que, desgraciadamente, no puede
ser visitada. Lluís Domènech i Montaner se hizo cargo, en 1905, de la reforma de esta casa,
construida en 1864 por la Sociedad Fomento del Ensanche, con el objetivo de mejorarla y
decorarla para sus nuevos propietarios, la familia Lleó Morera. El más renacentista de los
arquitectos de la Barcelona modernista logró conjugar en la Casa Lleó Morera -una obra en
principio pequeña e incluso modesta- el esfuerzo creador de un número considerable de
artistas y artesanos que, trabajando en estrecha colaboración, consiguieron una
sorprendente, casi milagrosa, unidad final, al más puro estilo floral de Domènech i Montaner.
Así, la Casa Lleó Morera presenta, desde el vestíbulo y pasando por la escalera, el ascensor y la
planta principal, uno de los conjuntos más ricos y mejor conservados de las artes aplicadas del
Modernismo: mosaicos, vidrieras, marqueterías, pavimentos, esculturas... En el piso principal,
precisamente, hay uno de los grandes tesoros del Modernismo barcelonés: una monumental
vidriera de la empresa de Antoni Rigalt (Rigalt, Granell y Cia.) que ocupa el antiguo comedor
principal de la casa y representa una bucólica escena rural. En la misma planta destacan ocho
paneles y unos dinteles de cerámica con figuras de porcelana en relieve en los que el escultor
Eusebi Arnau esculpió una canción de cuna, La dida de l'infant rei (La nodriza del niño rey).

Josep Puig i Cadafalch (1867-


1956)
Josep Puig i Cadafalch nació en 1867 en el seno de una acomodada
familia de Mataró. Pronto destacó por su inteligencia y precocidad: a los
dieciséis años ya daba conferencias y publicaba artículos,
particularmente sobre arte románico, la gran pasión de su vida, que le
llevó a ser considerado una autoridad mundial en la materia, con su
trilogía científica L’arquitectura romànica de Catalunya (1909-1918) y
cinco doctorados honoris causa en Europa y en Estados Unidos.

A los veinticinco años, después de haber estudiado en la Escuela de


Arquitectura de Barcelona -donde fue alumno de Domènech i
Montaner-, Puig ya era el arquitecto municipal de Mataró, donde
proyectó un mercado nuevo (1892) y un sistema de alcantarillado
moderno (1895). A la vez, atendía encargos privados, algunos de ellos
grandes obras, como la Casa Coll i Regàs de Mataró o la Casa Garí “el
Cros” de Argentona, ambas en 1898. Pronto es reclamado en
Barcelona, donde en 1895 empieza a trabajar en la Casa Martí, y tres
años más tarde ya está proyectando las casas Amatller y Macaya.
También en esta época empieza a impulsar y participar en una serie de
proyectos arqueológicos (Empúries, Sant Pere de Rodes, iglesias de
Sant Pere de Terrassa) y museísticos (colección de pintura románica del
MNAC), que hoy son piezas fundamentales del arte y la historia de
Cataluña.

La rápida implicación de Puig con la ciudad de Barcelona le lleva a ser


concejal del Ayun-tamiento en 1901. De este modo, inicia una larga
carrera política, que pasa después por ser diputado a Cortes y, durante
muchos años, diputado provincial. En 1917 sucedió a Prat de la Riba
como presidente de la Mancomunidad de Cataluña, un primer ensayo
de gobierno autonómico que se había iniciado tres años antes. Como no
podía ser de otro modo, Puig i Cadafalch fue un presidente prolífico y
polifacético pese al poco poder real y los pocos recursos de que
disponía. Así, como buen modernista, trabajó por desarrollar el país
dotándolo de infraestructuras propias de un estado moderno, con
proyectos como: la creación de escuelas técnicas y profesionales
públicas como la de Enfermería, la de Comercio y la de Industrias
Textiles; la extensión territorial sistemática de la red telefónica; la
promoción de entidades de bienestar social como la primera
organización de ciegos y la Maternidad, o la fundación de instituciones
científicas catalanas como el IEC (Institut d’Estudis Catalans, la
academia científica catalana), el futuro MNAC (Museo Nacional de Arte
de Cataluña) y la Biblioteca de Cataluña. El ejercicio del cargo, no
obstante, no le impidió seguir con su trabajo de arquitecto y urbanista: el
hecho de que al presidente le encargasen obras públicas como la
urbanización de la Via Laietana o la planificación del recinto de la
Exposición Internacio-nal de 1929 ilustra claramente cómo se
organizaba la burguesía catalana de la época.

El golpe de Estado del general Primo de Rivera en 1923, que el


conservador Puig recibió con un optimismo reservado, abolió la
Mancomu-nidad un año más tarde, a la vez que decretaba la prohibición
de todas las actividades políticas y culturales catalanas. Además de
perder el cargo, Puig i Cadafalch fue condenado a un ostracismo
profesional y público que, de un modo u otro, le acompañaria ya el resto
de su vida. En 1936, al estallar la Guerra Civil, los Puig se exiliaron a
Francia y no regresaron hasta 1942. Durante el nuevo régimen fascista
español, el viejo arquitecto catalanista realizó aún algunos proyectos,
que a menudo tenían que firmar otros arquitectos para que fuesen
aprobados. Puig i Cadafalch murió en Barcelona en 1956.

De la fachada destacan también los trabajos del escultor Arnau, pero las
figuras femeninas de los arcos de la planta baja fueron mutiladas en los años
cuarenta junto con otros detalles ornamentales para permitir la instalación de
las lunas de los escaparates de una tienda. Los bajos fueron parcialmente
restaurados en 1992 a partir de fotografías y otros documentos. En
el MNAC (34) se pueden contemplar elementos de interiorismo del piso principal, obra del
ebanista Gaspar Homar. Entre muebles, lámparas y alfombras destaca un gigantesco sofá-
armario de marquetería.

Justo al lado de la Casa Lleó Morera se encuentran dos edificios,


contemporáneos de las grandes obras de la Mansana de la Discòrdia, que
hacen de contrapunto, discreto pero inapelable. El primero de ellos es
la CASA MULLERAS (paseo de Gràcia, 37), una sobria intervención
arquitectónica de Enric Sagnier, que, en 1911, reformó este edificio de 1868
modificando completamente la fachada. El segundo es la CASA BONET (paseo
de Gràcia, 39), una obra clasicista poco brillante de Jaume Brossa (1901) de la que únicamente
destaca el curioso Museo del Perfume, fundado en 1961, en los bajos del edificio. El museo
expone una extensa muestra de casi 5.000 envases de perfumes y esencieros de diferentes
culturas y civilizaciones: desde envases egipcios, cerámicas griegas, vidrios romanos y púnicos,
y recipientes árabes y orientales, hasta una interesante colección de esencieros de los siglos
XVII al XIX de porcelana, cristal y materiales nobles.

Subiendo por el paseo, el segundo gran monumento modernista es la CASA


AMATLLER, (44) La historia de este inmueble se remonta al año 1898,
cuando el industrial chocolatero Antoni Amatller, aficionado al coleccionismo de
vidrio antiguo y a la fotografía, quiso transformar un anodino edificio de 1875,
que había comprado para trasladar allí su residencia principal. El industrial
encargó las obras al arquitecto Puig i Cadafalch, que apostó por darle la
apariencia de palacio gótico urbano, con una fachada plana y un patio central
con una escalera que diera acceso a la vivienda principal, pese a que el
inmueble tenía que ser habitado por varias familias.

Puig i Cadafalch creó en la Casa Amatller una lectura muy personal del gótico,
abriendo un camino que le permitió mantener la excelencia de su obra incluso
en los momentos en que los elementos del lenguaje gótico eran abandonados
por casi todos los arquitectos. Lo primero que sorprende del edificio es la
escalonada fachada de reminiscencias nórdicas, presidida por una membrana
esgrafiada de estucos ocres y blancos y coronada por un exuberante frontón
flamenco ornamentado con azulejos vitrificados rojos y dorados.

La fachada, considerada por algunos especialistas como "la apoteosis de las


artes decorativas" y en la que algunos quieren ver influencias de los palacetes
urbanos de Copenhague, Bruselas o Ámsterdam, posee una tribuna de
inspiración wagneriana que evoca la fachada de la capilla de Sant Jordi del
Palau de la Generalitat. Puig i Cadafalch salpicó la casa con sus típicos
detalles de inspiración medieval. Las puertas de acceso, por ejemplo, están
decoradas con esculturas, capiteles y estucados, como la figura de piedra de
san Jorge matando al dragón, obra de Eusebi Arnau. También en los bajos se
encuentra una joyería que ha respetado las pequeñas ventanas originales de
ornamentación floral, inspiradas en las de las masías góticas catalanas. En la
planta noble, las figuras de las ventanas recrean las fantásticas y grotescas
criaturas que poblaban palacios e iglesias góticas.

El vestíbulo está adornado con tres lámparas de bronce y una elegante escalera que conduce a
la planta noble, en la que se encuentra el Instituto Amatller de Arte Hispánico, fundado por la
familia Amatller: una entidad académica dedicada al estudio del arte español, hoy propie-taria
del edificio. El piso principal es uno de los pocos de Barcelona que aún hoy conservan no sólo
gran parte de su riqueza ornamental original, sino también la atmósfera dorada y opulenta de
aquella burguesía del Eixample modernista gracias a las esculturas que se adaptan a los
espacios, a los suelos de mosaicos de estilo romano y de mármol blanco, y a los techos, que
presentan una rica combinación de vigas policromadas y estucos esgrafiados. La chimenea es
una de las piezas más notables, aunque muchos consideran que la obra maestra del piso es la
columna de mármol rosado situada en medio de la tribuna y que se ve desde la calle, una
columna desprovista de cualquier misión estructural y sólo concebida por puro hedonismo.
Desgraciadamente, este piso no puede ser visitado. No obstante, en el MNAC (34) se pueden
contemplar diversos elementos del mobiliario original de esta casa.

La tercera gran obra de la Mansana de la Discòrdia es la CASA BATLLÓ. Josep


Batlló era un magnate del sector textil catalán que abrió varias fábricas, como, por ejemplo, el
antiguo Vapor Batlló de la calle Urgell, que en la actualidad alberga la Escuela Industrial.
Cuando en 1904 Antoni Gaudí recibió el encargo de remodelar el edificio, de 1870, manifestó
su intención de recrear el paraíso.

Casa Batlló
Dirección
Passeig de Gràcia, 43

08007 Barcelona

Horario
Abierta los 365 días del año de 9 a 21h. Última entrada a las 20h.
Información
Tel.: 932 160 306.

Whatsapp: 630 032 886

Fax: 934 883 090.

info@casabatllo.cat

www.casabatllo.cat
Observaciones
Videoguía con realidad aumentada y virtual incluida. Disponible en 10
idiomas: catalán, castellano, francés, inglés, italiano, alemán, chino,
japonés, ruso y portugués.

Equipamiento accesible (disponemos de sillas de ruedas de


dimensiones adecuadas para el ascensor de la Casa Batlló. Los
visitantes con movilidad reducida pueden acceder con silla de ruedas a
gran parte del recorrido, visitando las partes más significativas de la
casa).

Los horarios pueden sufrir variaciones, por lo que se aconseja


comprobarlos previamente.
Precios y descuento
Precios. Visita completa. (planta noble + desván + azotea). Videoguía
con realidad aumentada incluida.

Adultos: 23,50 €.

Estudiantes (con carné) y jubilados (o más de 65 años): 20,50 €.

Residentes en la provincia de Barcelona: 15,00€.

De 0 a 7 años: gratuito.

Descuento de la Ruta del Modernismo: 2,00€ sobre la tarifa de adultos.


Consultar otras ofertas. Descuentos no acumulables.
Descripción
Josep Batlló era un magnate del sector textil catalán que abrió varias
fábricas, como, por ejemplo, el antiguo Vapor Batlló de la calle Urgell,
que en la actualidad alberga la Escuela Industrial. Cuando en 1904
Antoni Gaudí recibió el encargo de remodelar el edificio, de 1870,
manifestó su intención de recrear el paraíso.

Reformó la casa de arriba abajo: añadió un quinto piso, construyó los


sótanos, agrandó el vestíbulo, rehizo la escalera y los muros interiores
de los pisos y alteró la forma de todas sus habitaciones con amplias
curvas, de modo que no hay ningún ángulo recto en toda la casa. El
elemento más singular de la Casa Batlló es la fachada, que combina la
piedra de las plantas baja y noble con el revestimiento de mosaico de
las plantas superiores, y se corona con un tejado escamoso que
recuerda el dorso de un reptil. Las intenciones de Gaudí al realizar esta
fachada han sido siempre objeto de elucubraciones. Para algunos, el
objetivo de Gaudí fue edificar un himno simbólico de la leyenda de Sant
Jordi, patrón de Cataluña, en su mitológica victoria sobre el dragón. El
tejado sería el lomo del dragón, la torre semicircular simbolizaría la
lanza del santo guerrero y los balcones de hierro de los pisos
intermedios y la tribuna del primer piso representarían los cráneos, los
huesos y los tendones de las víctimas del saurio -los restos de las
comidas del dragón-. Pero otra versión de la historia sobre la fachada de
la Casa Batlló es la que defiende que se trata de una alegoría de la
fiesta del carnaval: la azotea sería un gorro de arlequín; los balcones,
las máscaras de baile; las columnas, los huesos de los disfraces de la
Muerte; y la cascada multicolor de cerámica de trencadís que "cae" por
la pared de la
fachada -obra de un joven Josep Maria Jujol- sería el confeti de la fiesta.

Si la fachada es espectacular, el interior no le va a la zaga. El patio de


luces de la Casa Batlló es una autentica maravilla de la arquitectura.
Gaudí, siempre obsesionado por la luminosidad, lo recubrió con un
revestimiento irregular de cerámica azul que se va oscureciendo,
pasando del gris perla al azul cobalto a medida que asciende hacia la
claraboya. El resultado de esta casi subliminal argucia arquitectónica es
una distribución equitativa de la luz de arriba abajo. Para completar el
efecto, los balcones y las ventanas son más grandes en los pisos
inferiores y se van haciendo más pequeños a medida que se asciende
por el patio de luces. La escalera que conduce al piso principal se
retuerce como el esqueleto de un dinosaurio fosilizado, y el muro,
sinuoso y pintado de forma que parece un mosaico, muestra unos
reflejos y una superficie similares a las paredes de una cueva
erosionada por el agua. El piso principal goza de un excepcional estado
de conservación. Los contrapesos que levantan las vidrieras y abren la
tribuna de par en par al paseo de Gràcia todavía están en pleno
funcionamiento, al igual que las rejillas que permiten graduar la entrada
de aire del exterior creando un singular sistema de ventilación natural.
La planta noble, sin embargo, sólo conserva dos muebles diseñados por
Gaudí para los Batlló: un aparador y un banco. En el MNAC (34), se
conservan otras piezas diseñadas por Gaudí para esta casa.
Reformó la casa de arriba abajo: añadió un quinto piso, construyó los sótanos,
agrandó el vestíbulo, rehizo la escalera y los muros interiores de los pisos y
alteró la forma de todas sus habitaciones con amplias curvas, de modo que no
hay ningún ángulo recto en toda la casa.

El elemento más singular de la Casa Batlló es la fachada, que combina la piedra de las plantas
baja y noble con el revestimiento de mosaico de las plantas superiores, y se corona con un
tejado escamoso que recuerda el dorso de un reptil. Las intenciones de Gaudí al realizar esta
fachada han sido siempre objeto de elucubraciones. Para algunos, el objetivo de Gaudí fue
edificar un himno simbólico de la leyenda de Sant Jordi, patrón de Cataluña, en su mitológica
victoria sobre el dragón. El tejado sería el lomo del dragón, la torre semicircular simbolizaría la
lanza del santo guerrero y los balcones de hierro de los pisos intermedios y la tribuna del
primer piso representarían los cráneos, los huesos y los tendones de las víctimas del saurio
-los restos de las comidas del dragón-. Pero otra versión de la historia sobre la fachada de la
Casa Batlló es la que defiende que se trata de una alegoría de la fiesta del carnaval: la azotea
sería un gorro de arlequín; los balcones, las máscaras de baile; las columnas, los huesos de los
disfraces de la Muerte; y la cascada multicolor de cerámica de trencadís que "cae" por la
pared de la fachada -obra de un joven Josep Maria Jujol- sería el confeti de la fiesta.

Si la fachada es espectacular, el interior no le va a la zaga. El patio de luces de


la Casa Batlló es una autentica maravilla de la arquitectura. Gaudí, siempre
obsesionado por la luminosidad, lo recubrió con un revestimiento irregular de
cerámica azul que se va oscureciendo, pasando del gris perla al azul cobalto a
medida que asciende hacia la claraboya. El resultado de esta casi subliminal
argucia arquitectónica es una distribución equitativa de la luz de arriba abajo.
Para completar el efecto, los balcones y las ventanas son más grandes en los
pisos inferiores y se van haciendo más pequeños a medida que se asciende
por el patio de luces. La escalera que conduce al piso principal se retuerce
como el esqueleto de un dinosaurio fosilizado, y el muro, sinuoso y pintado de
forma que parece un mosaico, muestra unos reflejos y una superficie similares
a las paredes de una cueva erosionada por el agua. El piso principal goza de
un excepcional estado de conservación. Los contrapesos que levantan las
vidrieras y abren la tribuna de par en par al paseo de Gràcia todavía están en
pleno funcionamiento, al igual que las rejillas que permiten graduar la entrada
de aire del exterior creando un singular sistema de ventilación natural. La
planta noble, sin embargo, sólo conserva dos muebles diseñados por Gaudí
para los Batlló: un aparador y un banco. En el MNAC (34), se conservan otras
piezas diseñadas por Gaudí para esta casa.

Ruta 4, Editorial Montaner i Simón, Fundació A. Tàpies


(46) – Casa Fuster (75)

Al llegar a la calle Aragó nos desviaremos a la izquierda para encontrarnos con


la antigua EDITORIAL MONTANER I SIMÓN(46), que era una empresa de la
familia materna de Lluís Domènech i Montaner, que actualmente acoge
la FUNDACIÓ ANTONI TÀPIES (FUNDACIÓN ANTONI TÀPIES). Construido entre 1880 y
1882 por Domènech i Montaner, el edificio es considerado, al igual que la Casa Vicens de
Gaudí (punto (88) de la Ruta del Modernismo), una de las obras pioneras de la renovación
arquitectónica y urbana que supuso el movimiento modernista. El edificio destaca por su poco
académica fachada de aire ligeramente mudéjar, por su sistema de claraboyas (que le
proporciona una luz cenital muy difusa) y por su curiosa estructura, en la que destacan las
columnas de forja y las vigas de acero más características de los mercados y estaciones
ferroviarias que de las sedes de empresas de finales del siglo XIX.

Editorial Montaner i Simon,


Fundació Antoni Tàpies
Dirección
Aragó, 255.

Horario
De martes a domingo de 10 a 19h.

Lunes y los días 1/1, 6/1 y 25/12, cerrado.

Información
Tel.: 934 870 315. www.fundaciotapies.org

Observaciones
Los horarios pueden sufrir variaciones, por lo que se aconseja
comprobarlos previamente.

Precios y descuento
Precios.

Adultos: 7,00 €.

Hasta 16 años: gratis.

Mayores de 16 años con carnet de estudiante: 5,60 €.

Descuento de la Ruta del Modernismo: 20% sobre la tarifa de adultos.


Descripción
FUNDACIÓN ANTONI TÀPIES. Construido entre 1880 y 1882 por
Domènech i Montaner, el edificio es considerado, al igual que la Casa
Vicens de Gaudí (punto (88) de la Ruta del Modernismo), una de las
obras pioneras de la renovación arquitectónica y urbana que supuso el
movimiento modernista. El edificio destaca por su poco académica
fachada de aire ligeramente mudéjar y por su curiosa estructura, en la
que destacan las columnas de forja y las vigas de acero más
características de los mercados y estaciones ferroviarias que de las
sedes de empresas de finales del siglo XIX. El edificio fue coronado en
la década de los ochenta del siglo XIX por una obra escultórica del gran
artista contemporáneo Antoni Tàpies, Núvol i cadira (nube y silla), que
se ha convertido en el emblema de su fundación. Esta institución acoge
un museo donde se exhibe una amplia selección de la obra de este
artista catalán, y además organiza exposiciones temporales, seminarios
científicos, conferencias públicas y ciclos de cine. También podemos
encontrar una biblioteca especializada en arte moderno y
contemporáneo, así como el archivo Tapies, con la colección más
completa de obras y otros documentos del maestro, además de
colecciones de culturas asiáticas y precolombinas.

El edificio fue coronado en la década de los ochenta del siglo XIX por una obra escultórica del
gran artista contemporáneo Antoni Tàpies, Núvol i cadira (nube y silla), que se ha convertido
en el emblema de su fundación. Esta institución acoge un museo donde se exhibe una amplia
selección de la obra de este artista catalán, y además organiza exposiciones temporales,
seminarios científicos, conferencias públicas y ciclos de cine. También podemos encontrar una
biblioteca especializada en arte moderno y contemporáneo, así como el archivo Tapies, con la
colección más completa de obras y otros documentos del maestro, además de colecciones de
culturas asiáticas y precolombinas.

En este punto podemos abandonar la ruta principal de un día para ir a la


Rambla de Catalunya hasta la CASA DOLORS CALM (47) (Rambla de
Catalunya, 54). Este edificio, reformado en 1903 por Josep Vilaseca i
Casanovas, sobresale por la elegante marquetería del cuerpo de las tribunas
-actualmente algo deterioradas- y también por sus esgrafiados y los elementos
escultóricos de la planta baja y la cornisa. En la acera opuesta, se halla
la CASA FARGAS (48) (Rambla de Catalunya, 47), obra de Enric Sagnier
(1902-1904). El elemento original más destacable, una gran cúpula que
coronaba el edificio, desapareció hace tiempo durante la realización de unas
obras para añadir nuevas plantas y, en la actualidad, el principal interés de
esta casa reside en las sobrias tribunas onduladas. Si seguimos bajando por la
Rambla de Catalunya y torcemos a la derecha por la calle Diputació, nos
encontraremos con otro edificio que Sagnier construyó al mismo tiempo que la
Casa Fargas: la CASA GARRIGA NOGUÉS (49) (Diputació, 250), en el que
son dignas de atención las ménsulas de Eusebi Arnau que representan las
edades del hombre y las vidrieras de la planta noble. Volviendo a la misma
acera de la Rambla de Catalunya se encuentra la FARMÀCIA BOLÓS (50)
(Rambla de Catalunya, 77), construida entre 1904 y 1910 por Josep
Domènech i Estapà, que conserva casi todos sus elementos decorativos
originales: una aristocrática y presuntuosa farola con el nombre de la tienda,
una vidriera con el dibujo de un naranjo y un mobiliario que, como el resto de
los ornamentos, presume de factura artesanal y de la firma de Antoni Falguera.
Un poco más arriba, pero en la acera de enfrente, encontramos la CASA
DOMÈNECH I ESTAPÀ (51) (València, 241), la residencia que el arquitecto
Josep Domènech i Estapà se construyó entre 1908 y 1909, que tiene una
fachada de obra vista con una curiosa distribución asimétrica, con una gran
tribuna en un lado, compensada en el otro por una línea de ventanas.
Volviendo a la Rambla de Catalunya llegamos a la CASA JUNCOSA (52)
(Rambla de Catalunya, 78), de Salvador Viñals i Sabaté, construida entre 1907
y 1909 en un gran solar en la esquina con la calle València que destaca
especialmente por la gran tribuna central y el vestíbulo de aire ligeramente
modernista. Más arriba, en la esquina con la calle Mallorca, se alza la CASA
QUERALTÓ (53) (Rambla de Catalunya, 88), un edificio de Josep Plantada i
Artigas (1907), decorado con unos elegantes esgrafiados de color rosa y unos
falsos arcos con columnas y capiteles, pero ampliamente modificado, con el
paso de los años, y mutilado en su coronamiento. Volvemos por la calle
València al paseo de Gràcia y en la esquina de enfrente veremos la CASA
VÍDUA MARFÀ (54) (paseo de Gràcia, 66), uno de los mejores ejemplos del
lenguaje neomedievalista importado por algunos arquitectos modernistas. El
edificio, obra de 1901-1905, de Manuel Comas y Thos, destaca por los tres
arcos de medio punto que dan a la calle y las esbeltas columnas que
sustentan la tribuna de la fachada. En la otra esquina con la calle València se
encuentra el Hotel Majestic y justo delante de él podemos ver uno de los
bancos-farolas de Falqués que mejor se puede apreciar, sin obstáculos
visuales. Pere Falqués diseñó 31 de estos BANC-FANALS(55) (BANCOS-
FAROLAS) en 1906 para amueblar e iluminar el paseo en sintonía con la
suntuosidad y la voluntad de ostentación de la arquitectura. El Ayuntamiento
restauró estos elementos durante la década de los ochenta, cuando ya
presentaban un estado ruinoso. Hay que distinguir estos elementos originales
de la época modernista de los bancos-parterre redondos que encontramos en
alguna de las amplias esquinas del paseo, que son fruto de un relativo
"neomodernismo" contemporáneo y que fueron añadidos al paisaje de la gran
avenida barcelonesa con un concepto de la idoneidad que sigue siendo objeto
de polémica en la ciudad.

Una desviación interesante de nuestra Ruta principal de un día nos lleva,


siguiendo por la calle València, hasta la CASA ELIZALDE (València, 302),
construida en 1885 para la familia Sala y que actualmente alberga un centro
cívico municipal. (Desde este lugar suelen organizarse itinerarios modernistas
los sábados por la mañana. Se requiere reserva previa. Más información
llamando al tel. 934 880 590). Del edificio, de un interés arquitectónico
limitado, destaca especialmente su monumental patio. En la esquina de la
calle València con Roger de Llúria encontramos QUEVIURES MÚRRIA (56)
(COLMADO MÚRRIA. Roger de Llúria, 85), un histórico y popular establecimiento comercial
inaugurado en 1898 como tostadero de café y fábrica de barquillos con el nombre de La
Puríssima, el nombre de una iglesia cercana. La tienda, que fue evolucionando hasta
convertirse en uno de los colmados barceloneses por excelencia, presenta una preciosa
fachada con rótulos y anuncios modernistas realizados en vidrio tintado al fuego: destaca el
anuncio de Anís del Mono de la esquina, copia de la época de un póster original de Ramon
Casas.

Volviendo a la calle València, encontramos tres edificios modernistas de


interés. La CASA JOSEFA VILLANUEVA (57) (València, 312), construida
entre 1904 y 1909 por Juli M. Fossas, destaca por una elegante tribuna en una
de las esquinas, que tenía su réplica, hoy desaparecida, en la otra esquina de
la finca. Cruzando la calle, encontramos la CASA JAUME FORN(58)
(València, 285), un edificio de 1909 con unas notables vidrieras angulares y un
añadido posterior que distorsiona el conjunto, obra de Jeroni F. Granell i
Manresa. Muy cerca se encuentra la CASA SANTURCE (59) (València, 293),
también conocida por Casa Pau Ubarri, obra de Miquel Madorell i Rius (1902-
1905), con un interesante vestíbulo y una fachada decorada con dos tribunas
singularmente coronadas y un escudo con el nombre del propietario, el conde
de San José de Santurce.

Caminando unos metros más por la calle València encontramos el edificio


del CONSERVATORI MUNICIPAL DE MÚSICA (60) (CONSERVATORIO
MUNICIPAL DE MÚSICA. Bruc, 104-112), obra erigida entre 1916 y 1928 -ya
en las postrimerías de la fiebre modernista- por Antoni de Falguera, un
especialista en encargos municipales. Subiendo por la calle Girona llegamos a
la CASA LAMADRID (61) (Girona, 113), una obra de Lluís Domènech i
Montaner (1902) relativamente sencilla pero con una fachada coronada por un
singular remate escultórico con decoración vegetal y un escudo de estilo gótico
que parece un compendio del tradicional repertorio decorativo de su autor. Más
arriba, se encuentra la CASA GRANELL (62) (Girona, 122), un modesto edificio que
es una muestra excelente del modernismo "humilde", hecho por y para las clases menestrales
o trabajadoras. Jeroni F. Granell i Manresa fue su propietario, a la vez que arquitecto (1901).

Volviendo a la calle València, un poco más adelante, nos encontramos con


la CASA LLOPIS BOFILL (63) (València, 339; Bailèn, 113), probablemente la
obra más notable de Antoni M. Gallissà (1902). El edificio, de grandes
dimensiones y muy modificado, es todo un escaparate de detalles decorativos
en los que se descubre una evidente influencia de Domènech i Montaner.
Destacan, especialmente, la extraordinaria planta baja y las tribunas y
balcones.
Subiendo por la calle Bailèn, volvemos a la calle Mallorca. Si la seguimos en
dirección al paseo de Gràcia pasamos por la FARMÀCIA
PUIGORIOL (Mallorca, 312), un establecimiento con decoración modernista. A
continuación llegamos a la CASA VALLET I XIRÓ (64) (Mallorca, 302), del
arquitecto Josep M. Barenys i Gambús, que la proyectó en 1913, con un estilo
ya considerado propio de finales del Modernismo, con influencias de los
movimientos de la Secession centroeuropea. Más adelante nos encontramos
con la CASA THOMAS (65) (Mallorca, 291-293), obra de Domènech i Montaner. El
principal interés de este edificio, construido entre 1895 y 1898, reside en el hecho de que en
él aparecerán por primera vez los signos de identidad inconfundibles del arquitecto; por
ejemplo, la fachada neogótica, los tonos azulados y el vestíbulo con motivos florales con
figuras de reptiles. La casa que hoy podemos contemplar no corresponde, sin embargo, al
primer proyecto de Domènech i Montaner. Originalmente, el edificio se limitaba al taller y a la
primera planta, la vivienda del propietario. La ampliación, de 1912, respetó las líneas
originales, reconstruyó las torretas en un nivel superior y añadió unas elegantes tribunas en la
fachada.

Siguiendo por la calle Mallorca, encontramos el PALAU MONTANER, (66)


(PALACIO MONTANER), obra de Domènech i Montaner (1896) para uno de los propietarios de
la editorial Montaner i Simón. Aunque el edificio fue comenzado por Josep Domènech i
Estapà, en 1891 abandonó la obra por desavenencias con el propietario, tras haber construido
las dos primeras plantas.
Palau Montaner

Dirección
Mallorca, 278.
Horario e idiomas
Visitas guiadas:
LAS VISITAS AL PALAU MONTANER QUEDAN ANULADAS.

Inormación
Tel: 933 177 652. www.rutadelmodernisme.com
Observaciones
Los horarios y los idiomas de las visitas pueden sufrir variaciones o
anulaciones sin previo aviso, según la disponibilidad del edificio. Se
recomienda consultar los días de cierre.
Precios y descuento

Descripción
Siguiendo por la calle Mallorca, encontramos el PALAU MONTANER,
(66) (PALACIO MONTANER), obra de Domènech i Montaner (1896)
para uno de los propietarios de la editorial Montaner i Simón. Aunque el
edificio fue comenzado por Josep Domènech i Estapà, en 1891
abandonó la obra por desavenencias con el propietario, tras haber
construido las dos primeras plantas. Tanto en el exterior como en el
interior encontramos motivos ornamentales relacionados con el arte de
imprimir. El interior del palacio es exquisito, y en su realización
intervinieron grandes artistas de las artes aplicadas del Modernismo,
como el escultor Eusebi Arnau, el ebanista Gaspar Homar y la empresa
del vidriero Antoni Rigalt (Antoni Rigalt i Cia.); es de una gran riqueza
decorativa, con mosaicos, esculturas, madera labrada y una
espectacular escalinata bajo una gran claraboya ornamental. El palacio,
uno de los edificios de la Delegación del Gobierno en Cataluña, es
actualmente una de las sedes de la Subdelegación del Gobierno en
Barcelona.

Tanto en el exterior como en el interior encontramos motivos ornamentales


relacionados con el arte de imprimir. El interior del palacio es exquisito, y en su
realización intervinieron grandes artistas de las artes aplicadas del
Modernismo, como el escultor Eusebi Arnau, el ebanista Gaspar Homar y la
empresa del vidriero Antoni Rigalt (Antoni Rigalt i Cia.); es de una gran riqueza
decorativa, con mosaicos, esculturas, madera labrada y una espectacular
escalinata bajo una gran claraboya ornamental. El palacio, uno de los edificios
de la Delegación del Gobierno, es actualmente una de las sedes de la
Subdelegación del Gobierno en Barcelona. Justo en el chaflán opuesto se
encuentra el PALAU CASADES (Mallorca, 283), un palacete pompeyano,
obra de Antoni Serra i Pujals (1885), en el que destaca un original patio
decorado con columnas policromadas. El edificio acoge, desde 1922, el
Colegio de Abogados. Desde aquí, la Ruta vuelve al paseo de Gràcia.

De nuevo en el paseo de Gràcia, y casi al lado del Hotel Majestic, nos


encontramos con la CASA JOAN COMAS (paseo de Gràcia, 74), obra
ecléctica de Enric Sagnier, que llevó a cabo una profunda reforma (1907) de
un edificio que ya existía modificando sus galerías posteriores, convirtiendo el
jardín en almacén y confiriendo a la fachada una apariencia modernista
agregándole una tribuna, nuevas barandillas en los balcones y una cornisa
curva. Un poco más arriba, en la confluencia con la calle Mallorca pero en la
acera de enfrente, se alza la CASA ENRIC BATLLÓ (paseo de Gràcia, 75),
obra de Josep Vilaseca i Casanovas (1895-1896) que hoy alberga un hotel. De
factura neogótica, luce una de las fachadas más atractivas del paseo gracias a
su brillante policromía. Cruzando el paseo de Gràcia y subiendo hasta la
esquina con la calle Provença nos encontramos con la joya de la corona del
Modernismo barcelonés, un imponente edificio que preside majestuosamente
el cruce.

Hasta el año 1905, este chaflán acogió un modesto chalé de tres pisos con
jardín. En 1906, fue demolido para ceder su espacio a una de las obras más
admiradas y fotografiadas de Antoni Gaudí: la CASA MILÀ, (67) popularmente
conocida como LA PEDRERA (LA CANTERA). La Casa Milà, el último edificio de viviendas
construido por Gaudí, fue erigido por encargo de Pere Milà, un joven promotor urbanístico
casado con Rosario Segimón, la rica viuda de un indiano llamado José Guardiola. Milà era, por
aquel entonces, un triunfador, amante del lujo, las modas y las novedades: un auténtico dandi
de la Barcelona modernista. Fue uno de los primeros que presumió de coche con motor por
las calles de la ciudad mientras los barceloneses -quizás como desquite- bromeaban a
propósito de su conocida afición al dinero y a la ostentación, preguntándose si no estaba "más
interesado en la guardiola (hucha en catalán) de la viuda que en la viuda de Guardiola".

Casa Milà, La Pedrera


Dirección
Paseo de Gràcia, 92 / Provença, 261-265.
Horario
De marzo a octubre:

De lunes a domingo de 9 a 20.30 h

(Último acceso: 20 h).

De noviembre a febrero:

De lunes a domingo de 9 a 18.30 h

(Último acceso: 18 h).

Cerrado: el 25 de diciembre por festividad, y del 12 al 18 de enero,


ambos inclusive, por obras de mejora y mantenimiento de las
instalaciones.

El 1 de enero de 11 a 18.30h.

Los grupos de más de 10 personas han de reservar hora de visita


(grups@lapedrera.com).
Información
Tel.: 902 202 138.

www.lapedrera.com
Observaciones
Los horarios pueden sufrir variaciones, por lo que se aconseja
comprobarlos previamente.
Precios y descuento
Precios

Adultos: 22€.

Entrada reducida: 16,50 €.

De 7 a 12 años: 10,25€.

De 0 a 6 años: entrada gratuita.

Grupos de + 10 personas, reserva obligatoria por correo


electrónico: grups@lapedrera.com o por tel.: 902 202 138.

Descuento de la Ruta del Modernismo: 20% sobre la tarifa de adultos.


Descripción
Hasta el año 1905, este chaflán acogió un modesto chalé de tres pisos
con jardín. En 1906, fue demolido para ceder su espacio a una de las
obras más admiradas y fotografiadas de Antoni Gaudí: la CASA MILÀ,
(67) popularmente conocida como LA PEDRERA (LA CANTERA). La
Casa Milà, el último edificio de viviendas construido por Gaudí, fue
erigido por encargo de Pere Milà, un joven promotor urbanístico casado
con Rosario Segimón, la rica viuda de un indiano llamado José
Guardiola. Milà era, por aquel entonces, un triunfador, amante del lujo,
las modas y las novedades: un auténtico dandi de la Barcelona
modernista. Fue uno de los primeros que presumió de coche con motor
por las calles de la ciudad mientras los barceloneses -quizás como
desquite- bromeaban a propósito de su conocida afición al dinero y a la
ostentación, preguntándose si no estaba "más interesado en la
guardiola (hucha en catalán) de la viuda que en la viuda de Guardiola".
Milà, completamente atrapado por la "fiebre" modernista, quería un
edificio que dejara boquiabierta a la ciudad y superara en esplendor a
sus notables "vecinos", las casas Batlló, Amatller y Lleó Morera. Y a fe
que lo consiguió. Gaudí, animado por un presupuesto ilimitado, regaló a
la ciudad un paisaje geológico, un acantilado marino y una escultura
abstracta con formas orgánicas de dimensiones gigantescas. La Casa
Milà es, en definitiva, el triunfo de la línea curva que se impone con una
rotundidad nunca vista. La Pedrera es el nombre con el que los
barceloneses bautizaron el edificio cuando lo vieron acabado en 1910,
impresionados por aquella insólita y aberrante fachada que provocó
muchas burlas populares y críticas de dibujantes y escritores. El pintor
Santiago Rusiñol, por ejemplo, bromeaba afirmando que los habitantes
de este edificio que parecía una cueva debían de tener serpientes en
lugar de un perro o un gato, como animales domésticos. El político
francés Georges Clemenceau, tras una visita a Barcelona, comentó de
forma irónica que los catalanes se habían empapado tanto de la leyenda
de san Jorge que incluso construían casas para dragones. Las
caricaturas publicadas también fueron muy numerosas, como la que
mostraba la Pedrera como si se tratara de un garaje para dirigibles u
otros artefactos voladores que entraban y salían de los agujeros de su
escollo aéreo. Algunos veían semejanzas entre la Pedrera en
construcción y las imágenes que se habían publicado en los periódicos
sobre los desastres de un terremoto en Andalucía. Gaudí no concibió la
Casa Milà como un simple edificio de viviendas. El arquitecto hizo de la
Pedrera una obra total que rebasaba el marco de la arquitectura y se
adentraba en el de la escultura. La fachada, influida por los inicios
fulgurantes del Art Nouveau, está revestida con piedra calcárea,
formando unos característicos volúmenes curvos que recuerdan un
acantilado marino por la sugerente forma en sinuosos arabescos de los
balcones de hierro forjado. La parte inferior de la fachada está
construida con piedra del macizo del Garraf y la superior, con piedra
calcárea de Vilafranca del Penedès, completamente labrada para
conseguir una textura mate. Originalmente, Gaudí pretendió convertir la
Pedrera en una alegoría religiosa del Santo Rosario culminando la
fachada con un medallón de bronce de unos cuatro metros de altura. Sin
embargo, el estallido de la Semana Trágica -una revuelta popular que se
alzó en 1909 contra la movilización de reservistas catalanes para luchar
en la guerra de Marruecos y durante la que se quemaron numerosas
iglesias- convenció al señor Milà de que no era una buena idea construir
un edificio de viviendas con una gigantesca virgen, ya que,
probablemente, se convertiría en el blanco predilecto de las iras
anticlericales, por lo que, con sentido común, optó por cancelar esta
parte del proyecto. Hay quien asegura que la disposición interior de la
Pedrera procede de los estudios que Gaudí había realizado sobre las
fortalezas medievales. Esta hipótesis se ve avalada, en la azotea, por la
similitud que presentan las chimeneas en las salidas de las escaleras
con "centinelas" con un gran yelmo. El interior, sin embargo, tiene poco
de fortaleza. Las pinturas de los techos de los vestíbulos y de los patios
interiores son particularmente interesantes. La antigua cochera
subterránea, la primera que se construyó bajo tierra en Barcelona, es un
espacio semicircular y en pendiente con columnas de hierro forjado y
ladrillo que sostienen el edificio (en la actualidad es un auditorio que no
está incluido en la visita turística). La esposa del señor Milà, Rosario
Segimón, nunca compartió la "devoción" de su marido por Gaudí, pero
consintió en vivir entre techos ondulados hasta 1926 cuando, tras la
muerte del arquitecto, reformó la planta principal en un estilo Luis XVI
mucho más de su gusto. Este espacio es en la actualidad, una vez han
sido suprimidas las paredes divisorias, el lugar en el que se exhiben las
grandes exposiciones. El Espai Gaudí (Espacio Gaudí) se encuentra en
la buhardilla de la Pedrera, donde estaban los lavaderos de la casa y
que ahora han recuperado su aspecto original con sencillas bóvedas
parabólicas realizadas con ladrillo. Su planta, que años más tarde
provocaría la admiración de Le Corbusier, tiene forma de ocho. El
elemento principal son los 270 arcos parabólicos, que en ocasiones
recuerdan el costillar de un inmenso animal y, a veces, parecen tener
forma de palmera. La recuperación de este espacio ha supuesto la
eliminación de los trece apartamentos construidos en 1953, que, por
otra parte, no estaban exentos de mérito arquitectónico. Cuando la
buhardilla recuperó su estado original, se comprobó que la ubicación
designada por Gaudí para las ventanitas, distribuidas en diferentes
niveles, había sido muy precisa con el fin de que entrase suficiente luz
en todo el espacio y de que circulara constantemente el aire, ya que en
la buhardilla también se tendía la ropa. Actualmente, el Espacio Gaudí
explica, mediante una serie de dibujos, maquetas, fotografías y
audiovisuales, la vida de Gaudí, su contexto histórico y cultural, y los
valores artísticos y las innovaciones técnicas de su obra. Desde el
Espacio Gaudí se accede a la escalonada azotea de la Pedrera,
bautizada por el poeta Pere Gimferrer como el "jardín de los guerreros"
por el aspecto de sus chimeneas. La azotea también ha sufrido una
restauración radical: sólo se han conservado las chimeneas que son
originales de Gaudí. La restauración ha devuelto el esplendor a las
chimeneas y a los huecos de escalera revestidos con fragmentos de
mármol y trencadís de azulejo. La chimenea, coronada con capillitas de
vidrio -que, según se ha dicho, realizó Gaudí al día siguiente de la
inauguración del edificio aprovechando las botellas vacías de la fiesta-,
se restauró con bases de botellas de champán de principios de siglo XX.
El trabajo de los restauradores ha permitido recuperar la fuerza original
del voladizo de piedra de Ulldecona, con fragmentos de baldosas. El
conjunto tiene más color que la fachada, aunque aquí dominan las
tonalidades cremosas. Desde la azotea de la Pedrera podemos ver otra
perspectiva de los patios interiores y, en el horizonte del paisaje urbano,
las torres de la Sagrada Família. La última etapa de la visita es "El Piso
de la Pedrera", un espacio que ayuda a conocer los elementos clave del
interiorismo de Gaudí y explica la vida cotidiana de una familia burguesa
de la Barcelona de principios del siglo XX. En casi 600 metros
cuadrados -dos de las antiguas viviendas de la Pedrera- se encuentra la
reconstrucción de una vivienda de la época en la que no faltan ni el
despacho, ni los antiguos cuartos de baño ni las austeras habitaciones
para el servicio doméstico. La Casa Milà fue declarada por la UNESCO
Bien Cultural del Patrimonio Mundial en 1984. Curiosamente, en esa
época el aspecto de la Casa Milà era deplorable. La fachada había
adquirido un sucio tono marrón oscuro, los frescos del vestíbulo estaban
muy deteriorados, la planta principal se había transformado en un bingo
y los escaparates de las tiendas de la planta baja no respetaban las
curvas de las aberturas originales. En 1986 CAIXA CATALUNYA adquirió
el edificio e inició su restauración y rehabilitación, que se ha prolongado
durante diez años. En 1996 se abrió al público como centro cultural,
convirtiéndose rápidamente en uno de los espacios culturales de
referencia en la ciudad de Barcelona. Actualmente La Pedrera es la
sede de Fundación Cataluña-La Pedrera, y es donde se encuentran los
diferentes departamentos de la Fundación.

Milà, completamente atrapado por la "fiebre" modernista, quería un edificio que


dejara boquiabierta a la ciudad y superara en esplendor a sus notables
"vecinos", las casas Batlló, Amatller y Lleó Morera. Y a fe que lo consiguió.
Gaudí, animado por un presupuesto ilimitado, regaló a la ciudad un paisaje
geológico, un acantilado marino y una escultura abstracta con formas
orgánicas de dimensiones gigantescas. La Casa Milà es, en definitiva, el
triunfo de la línea curva que se impone con una rotundidad nunca vista. La
Pedrera es el nombre con el que los barceloneses bautizaron el edificio
cuando lo vieron acabado en 1910, impresionados por aquella insólita y
aberrante fachada que provocó muchas burlas populares y críticas de
dibujantes y escritores. El pintor Santiago Rusiñol, por ejemplo, bromeaba
afirmando que los habitantes de este edificio que parecía una cueva debían de
tener serpientes en lugar de un perro o un gato, como animales domésticos. El
político francés Georges Clemenceau, tras una visita a Barcelona, comentó de
forma irónica que los catalanes se habían empapado tanto de la leyenda de
san Jorge que incluso construían casas para dragones. Las caricaturas
publicadas también fueron muy numerosas, como la que mostraba la Pedrera
como si se tratara de un garaje para dirigibles u otros artefactos voladores que
entraban y salían de los agujeros de su escollo aéreo. Algunos veían
semejanzas entre la Pedrera en construcción y las imágenes que se habían
publicado en los periódicos sobre los desastres de un terremoto en Andalucía.

Gaudí no concibió la Casa Milà como un simple edificio de viviendas. El


arquitecto hizo de la Pedrera una obra total que rebasaba el marco de la
arquitectura y se adentraba en el de la escultura. La fachada, influida por los
inicios fulgurantes del Art Nouveau, está revestida con piedra calcárea,
formando unos característicos volúmenes curvos que recuerdan un acantilado
marino por la sugerente forma en sinuosos arabescos de los balcones de
hierro forjado. La parte inferior de la fachada está construida con piedra del
macizo del Garraf y la superior, con piedra calcárea de Vilafranca del Penedès,
completamente labrada para conseguir una textura mate. Originalmente,
Gaudí pretendió convertir la Pedrera en una alegoría religiosa del Santo
Rosario culminando la fachada con un medallón de bronce de unos cuatro
metros de altura. Sin embargo, el estallido de la Semana Trágica -una revuelta
popular que se alzó en 1909 contra la movilización de reservistas catalanes
para luchar en la guerra de Marruecos y durante la que se quemaron
numerosas iglesias- convenció al señor Milà de que no era una buena idea
construir un edificio de viviendas con una gigantesca virgen, ya que,
probablemente, se convertiría en el blanco predilecto de las iras anticlericales,
por lo que, con sentido común, optó por cancelar esta parte del proyecto.

Hay quien asegura que la disposición interior de la Pedrera procede de los


estudios que Gaudí había realizado sobre las fortalezas medievales. Esta
hipótesis se ve avalada, en la azotea, por la similitud que presentan las
chimeneas en las salidas de las escaleras con "centinelas" con un gran yelmo.
El interior, sin embargo, tiene poco de fortaleza. Las pinturas de los techos de
los vestíbulos y de los patios interiores son particularmente interesantes. La
antigua cochera subterránea, la primera que se construyó bajo tierra en
Barcelona, es un espacio semicircular y en pendiente con columnas de hierro
forjado y ladrillo que sostienen el edificio (en la actualidad es un auditorio que
no está incluido en la visita turística). La esposa del señor Milà, Rosario
Segimón, nunca compartió la "devoción" de su marido por Gaudí, pero
consintió en vivir entre techos ondulados hasta 1926 cuando, tras la muerte del
arquitecto, reformó la planta principal en un estilo Luis XVI mucho más de su
gusto. Este espacio es en la actualidad, una vez han sido suprimidas las
paredes divisorias, el lugar en el que se exhiben las grandes exposiciones
organizadas por la Fundación Caixa Catalunya, propietaria del edificio.

El Espai Gaudí (Espacio Gaudí) se encuentra en la buhardilla de la Pedrera,


donde estaban los lavaderos de la casa y que ahora han recuperado su
aspecto original con sencillas bóvedas parabólicas realizadas con ladrillo. Su
planta, que años más tarde provocaría la admiración de Le Corbusier, tiene
forma de ocho. El elemento principal son los 270 arcos parabólicos, que en
ocasiones recuerdan el costillar de un inmenso animal y, a veces, parecen
tener forma de palmera. La recuperación de este espacio ha supuesto la
eliminación de los trece apartamentos construidos en 1953, que, por otra
parte, no estaban exentos de mérito arquitectónico. Cuando la buhardilla
recuperó su estado original, se comprobó que la ubicación designada por
Gaudí para las ventanitas, distribuidas en diferentes niveles, había sido muy
precisa con el fin de que entrase suficiente luz en todo el espacio y de que
circulara constantemente el aire, ya que en la buhardilla también se tendía la
ropa. Actualmente, el Espacio Gaudí explica, mediante una serie de dibujos,
maquetas, fotografías y audiovisuales, la vida de Gaudí, su contexto histórico y
cultural, y los valores artísticos y las innovaciones técnicas de su obra.

Desde el Espacio Gaudí se accede a la escalonada azotea de la Pedrera,


bautizada por el poeta Pere Gimferrer como el "jardín de los guerreros" por el
aspecto de sus chimeneas. La azotea también ha sufrido una restauración
radical: sólo se han conservado las chimeneas que son originales de Gaudí.
La restauración ha devuelto el esplendor a las chimeneas y a los huecos de
escalera revestidos con fragmentos de mármol y trencadís de azulejo. La
chimenea, coronada con capillitas de vidrio -que, según se ha dicho, realizó
Gaudí al día siguiente de la inauguración del edificio aprovechando las botellas
vacías de la fiesta-, se restauró con bases de botellas de champán de
principios de siglo XX. El trabajo de los restauradores ha permitido recuperar la
fuerza original del voladizo de piedra de Ulldecona, con fragmentos de
baldosas. El conjunto tiene más color que la fachada, aunque aquí dominan
las tonalidades cremosas. Desde la azotea de la Pedrera podemos ver otra
perspectiva de los patios interiores y, en el horizonte del paisaje urbano, las
torres de la Sagrada Família.

La última etapa de la visita es "El Piso de la Pedrera", un espacio que ayuda a


conocer los elementos clave del interiorismo de Gaudí y explica la vida
cotidiana de una familia burguesa de la Barcelona de principios del siglo XX.
En casi 600 metros cuadrados -dos de las antiguas viviendas de la Pedrera- se
encuentra la reconstrucción de una vivienda de la época en la que no faltan ni
el despacho, ni los antiguos cuartos de baño ni las austeras habitaciones para
el servicio doméstico.

La Casa Milà fue declarada por la UNESCO Bien Cultural del Patrimonio
Mundial en 1984. Curiosamente, en esa época el aspecto de la Casa Milà era
deplorable. La fachada había adquirido un sucio tono marrón oscuro, los
frescos del vestíbulo estaban muy deteriorados, la planta principal se había
transformado en un bingo y los escaparates de las tiendas de la planta baja no
respetaban las curvas de las aberturas originales.

En 1986 CAIXA CATALUNYA adquirió el edificio e inició su restauración y


rehabilitación, que se ha prolongado durante diez años. En 1996 se abrió al
público como centro cultural, convirtiéndose rápidamente en uno de los
espacios culturales de referencia en la ciudad de Barcelona. Actualmente,
Caixa Catalunya tiene en la Pedrera la sede de la Obra Social y sus cuatro
fundaciones: Fundación Caixa Catalunya (cultura), Fundación Territori i
Paisatge (medio ambiente), Fundación Un Sol Món (solidaridad) y Fundación
Viure i Conviure (atención social).

Después, si seguimos subiendo por el paseo de Gràcia, nos encontramos a


pocos metros la CASA CASAS-CARBÓ (68) (paseo de Gràcia, 96),
construida por Antoni Rovira i Rabassa en 1894, con un interesante balcón de
piedra labrada en la fachada de la planta principal. Pero el mayor interés de
este edificio, que fue residencia del pintor Ramon Casas y del escritor
Santiago Rusiñol, reside en su interior, en el que destacan el patio del
principal, un elegante jardín romántico de finales del siglo XIX y la chimenea
que realizó el decorador Josep Pascó (1902) para la planta noble del
inmueble. El último edificio destacable antes de llegar a la Diagonal es
el PALAU ROBERT (PALACIO ROBERT, paseo de Gràcia, 107), una casa
noble rodeada de jardines construida en 1903 por Henri Grandpierre y Joan
Martorell i Montells siguiendo pautas neoclásicas. El edificio fue una residencia
privada hasta 1981, año en que fue adquirido por la Generalitat de Cataluña,
que ha instalado unas dependencias de información turística en su interior.
Merece la pena pasear por su jardín, un auténtico refugio natural junto a una
de las intersecciones viarias más transitadas de Barcelona.

La confluencia de la Diagonal con el paseo de Gràcia recibe el nombre popular


de Cinc d'Oros, en honor a las cinco farolas modernistas de Falqués que
iluminaban este lugar a principios del siglo XX. Más adelante en la Ruta
tendremos ocasión de conocer estas farolas, ya que fueron trasladadas a la
avenida de Gaudí, entre la Sagrada Família y el Hospital de Sant Pau. El cruce
está presidido por un obelisco, donde antes se encontraba la estatua de la
República realizada por Josep Viladomat, que fue retirada tras la Guerra Civil y
sustituida por una de Frederic Marès, al pie del obelisco, que, durante el
régimen franquista, exhibió símbolos fascistas, eliminados por el primer
ayuntamiento democrático de 1979. La estatua La República, de Viladomat, se
encuentra actualmente en la plaza de Llucmajor, al norte de Barcelona. -› pág.
103

Tomando la Diagonal en dirección hacia la plaza de Francesc Macià llegamos


a CASA SERRA (69) (Rambla de Catalunya, 126), una de las mejores
muestras de palacio privado de la época en Barcelona. La casa, construida
entre 1903 y 1908 por Josep Puig i Cadafalch, actúa hoy a modo de cortina de
un edificio contemporáneo de fachada de vidrio, obra de Antoni Milà y Frederic
Correa (1987), y este osado conjunto es la sede de la Diputación de
Barcelona. Del proyecto original de Puig i Cadafalch tan sólo se conservan las
dos alas que dan a la esquina entre la Rambla de Catalunya y la calle
Còrsega. En el ala de la Rambla de Catalunya hay una puerta plateresca en la
que Puig quiso recrear la puerta de la Casa Gralla, un edificio renacentista de
la calle Portaferrissa derruido en 1856. Pero el eclecticismo del arquitecto no
parecía tener límites en la Casa Serra. Al plateresco de la puerta hay que
añadir los balcones y las ventanas, en los que se mezclan elementos góticos y
renacentistas.

Una vez en este punto vale la pena recordar que, a una manzana de aquí, en
la confluencia de las calles Balmes y Còrsega, se encontraba la desaparecida
Casa Trinxet (1902-1904), obra de Josep Puig i Cada-falch que contaba con
un espectacular in-terior. Fue demolida en el año 1968 a pesar del intento de
artistas e intelectuales por salvarla y convertirla en un museo del Modernismo.
Muy cerca de la Casa Serra se halla la CASA ANTONI COSTA (70) (Rambla
de Catalunya, 122), considerada el edificio de viviendas más representativo de
Josep Domènech i Estapà, una construcción monumentalista con influencias
del mo-vimiento Secession. En la esquina de la avenida Diagonal con la calle
Enric Granados, se encuentra la magnífica CASA SAYRACH (71) (Diagonal,
423-425), uno de los últimos y singulares ejemplos del Modernismo
barcelonés. Construida entre 1915 y 1918, la casa resulta peculiar por las
formas curvas de su fachada, de clara influencia gaudiniana, y por el esbelto
torreón de la esquina. El interior de la portería es una apoteosis del
Modernismo más barroco. El proyecto de la obra fue firmado por Gabriel
Borrell i Cardona, pero hoy se atribuye al arquitecto y escritor Manuel Sayrach
i Carreras. Cerca de aquí se encuentra la CASA SOCIETAT TORRES
GERMANS (Aribau, 180), (Aribau, 180), un edificio de Jaume Torres (1906)
que destaca por los cuerpos de tribunas en los extremos de la fachada, los
esgrafiados y la cornisa escalonada.

De nuevo en la Diagonal, en la confluencia con la calle Buenos Aires, se


encuentra la CASA PERE COMPANY, (72) un chalé construido por Puig i
Cadafalch en 1911 y que actualmente acoge el Museo del Deporte y Centro de
Estudios Doctor Melcior Colet. La casa fue propuesta para el premio del
Ayuntamiento de Barcelona al mejor edificio en 1911, galardón que finalmente
se llevó la fábrica Casaramona, del mismo arquitecto. El edificio es
considerado la primera obra de la "época blanca" de Puig i Cadafalch, en la
que el arquitecto de Mataró plasmó las influencias del Secession vienés en sus
proyectos. En la fachada se mantiene algún elemento decorativo, como, por
ejemplo, el esgrafiado de la virgen de la Asunción de la fachada de la calle
Buenos Aires, obra de Tomás Fontanals. En 1940, el inmueble fue adquirido
por un famoso ginecólogo, el doctor Melcior Colet Torrebadella, que lo convirtió
en una clínica. Las obras se llevaron a cabo bajo la dirección del interiorista
Santiago Marco Urrutia (1885-1949), que sólo conservó en el interior la
chimenea original de Puig i Cadafalch. En 1982, el doctor Colet regaló el
edificio a la Dirección General de Deportes de la Generalitat para que la
transformara en un museo.

Casa Pere Company

Dirección
Buenos Aires, 56-58.
Horario
De lunes a viernes, de 10 a 14 h.

Festivos cerrado.
Información
Tel.: 934 192 232.
http://cultura.gencat.net/esport/colet/index.htm
Observaciones
Entrada gratuita. Los horarios pueden sufrir variaciones,
por lo que se aconseja comprobarlos previamente.
Descripció
Un chalé construido por Puig i Cadafalch en 1911 y que
actualmente acoge el Museo del Deporte y Centro de
Estudios Doctor Melcior Colet. La casa fue propuesta
para el premio del Ayuntamiento de Barcelona al mejor
edificio en 1911, galardón que finalmente se llevó la
fábrica Casaramona, del mismo arquitecto. El edificio es
considerado la primera obra de la "época blanca" de
Puig i Cadafalch, en la que el arquitecto de Mataró
plasmó las influencias del Secession vienés en sus
proyectos. En la fachada se mantiene algún elemento
decorativo, como, por ejemplo, el esgrafiado de la virgen
de la Asunción de la fachada de la calle Buenos Aires,
obra de Tomás Fontanals. En 1940, el inmueble fue
adquirido por un famoso ginecólogo, el doctor Melcior
Colet Torrebadella, que lo convirtió en una clínica. Las
obras se llevaron a cabo bajo la dirección del interiorista
Santiago Marco Urrutia (1885-1949), que sólo conservó
en el interior la chimenea original de Puig i Cadafalch.
En 1982, el doctor Colet regaló el edificio a la Dirección
General de Deportes de la Generalitat para que la
transformara en un museo.
De vuelta al Cinc d'Oros, y en la acera opuesta de la Diagonal, nos
encontramos con la CASA PÉREZ SAMANILLO (73) (Diagonal, 502-504),
sede del Círculo Ecuestre. El edificio original, construido en 1910 por Joan
Josep Hervàs i Arizmendi, ha sufrido numerosas modificaciones a lo largo de
su historia. De este palacete de aires neogóticos destaca especialmente la
ventana oval del comedor que da a la Diagonal, popularmente conocida como
"la pecera". Unos metros más adelante aparece la fachada de la ESGLÉSIA
DE POMPEIA (IGLESIA DE POMPEIA. Diagonal, 450), templo de estilo
neogótico que Enric Sagnier i Villavechia diseñó entre 1907 y 1910 para los
padres capuchinos y en el que destacan especialmente la fachada exterior, de
ladrillo rojo y piedra, y la vidriera de la entrada.

Por encima de la Diagonal y del Cinc d'Oros, el paseo de Gràcia se convierte


en un espacio conocido por los habitantes del barrio de Gràcia como "els
jardinets" (los jardincitos). En esta zona verde hay una pequeña colección de
esculturas al aire libre: una instalación metálica y la escultura La lectura, de
Josep Clarà, son un homenaje a Pompeu Fabra. En este tramo final del paseo
de Gràcia, entre la Diagonal y la trama urbana de la antigua villa de Gràcia, se
encuentran dos notables edificios modernistas. Uno de ellos es la CASA
BONAVENTURA FERRER (74) (paseo de Gràcia, 113), construida por Pere
Falqués entre 1905 y 1906. Falqués realizó en la fachada de este edificio un
singular tratamiento escultórico, especialmente en la monumental tribuna.
Cierra el paseo de Gràcia la CASA FUSTER (75) (paseo de Gràcia, 132), la
última obra de Domènech i Montaner en Barcelona (1908-1911). Se trata de
una construcción de aire neogótico con tres fachadas de mármol blanco y una
solución de la esquina principal, con un cuerpo cilíndrico que forma tribunas,
típica de Domènech. El edificio, rematado por unas curiosas buhardillas de aire
francés, muy poco habituales en la arquitectura modernista catalana, debía ir
coronado con una torre similar a la del pabellón de administración del Hospital
de Sant Pau, (82) que nunca llegó a construirse.

En los bajos del edificio funcionó, durante muchos años, el mítico Café Vienès,
que, junto con la sala de baile El Danubio, que se encontraba en el sótano, era
un lugar de encuentro privilegiado de la ciudad. En el año 2004 la empresa
Hoteles Center, que compró el inmueble realizando una esmerada y
respetuosa rehabilitación para convertirlo en un hotel de gran lujo, reabrió el
Café Vienès (para más información véase Salimos, guía de bares y
restaurantes modernistas).

De vuelta a la Diagonal, y en dirección al paseo de Sant Joan, la Ruta pasa


por otro edificio de Josep Puig i Cadafalch, el PALAU DEL BARÓ DE
QUADRAS. (76) (PALACIO DEL BARÓ DE QUADRAS). Este palacio, construido entre 1904 y
1906, alberga en la actualidad el Institut Ramon Llull, organismo público creado con el objetivo
de promover en el exterior los estudios de lengua catalana y la producción cultural catalana. El
edificio es toda una lección de la creatividad y elegancia de Puig i Cadafalch. Todo en él es
ejemplar: desde los interiores, con un vestíbulo muy ornamentado, hasta la reja de la puerta y
la fachada, en la que se conjugan formas góticas y platerescas con una abundante decoración
floral. Una de las curiosidades es su doble fachada: la de la Diagonal acentúa el carácter noble
y singular del palacio, mientras que la de atrás (calle Rosselló) evidencia el carácter de edificio
de viviendas. El interior tiene un sabor oriental gracias a los mosaicos romanos, las policromías
sobre madera, los esgrafiados y las celosías de madera.

Palau del Baró de Quadras


Dirección
Diagonal, 373.
Horario
Visitas miércoles y sábados (excepto festivos):

11 h inglés

12 h catalán

13 h castellano
Información
Tel.: 670 466 260

www.casessingulars.com

Precios y descuentos:
Entrada general: 12 €.

Descompte de la Ruta del Modernisme: 20%.


Observaciones
Los horarios pueden sufrir variaciones, por lo que se aconseja
comprobarlos previamente.
Descripción
Este palacio, construido entre 1904 y 1906, alberga en la actualidad el
Institut Ramon Llull, organismo público creado con el objetivo de
promover en el exterior los estudios de lengua catalana y la producción
cultural catalana. El edificio es toda una lección de la creatividad y
elegancia de Puig i Cadafalch. Todo en él es ejemplar: desde los
interiores, con un vestíbulo muy ornamentado, hasta la reja de la puerta
y la fachada, en la que se conjugan formas góticas y platerescas con
una abundante decoración floral. Una de las curiosidades es su doble
fachada: la de la Diagonal acentúa el carácter noble y singular del
palacio, mientras que la de atrás (calle Rosselló) evidencia el carácter
de edificio de viviendas. El interior tiene un sabor oriental gracias a los
mosaicos romanos, las policromías sobre madera, los esgrafiados y las
celosías de madera.

Ruta 5, Casa Fuster (75) – Park Güell (83)

En la acera de enfrente se alza la CASA COMALAT (77) (Diagonal, 442), obra


insólita de Salvador Valeri i Popurull (1909-1911), de claras influencias gaudinianas.
Destacan especialmente las fachadas: la principal, simétrica y urbana, y la posterior
(calle Còrsega), menos formal, policromada y decorada con unas curiosas galerías de
madera con persianas y cerámicas de colores. El interior no es menos espectacular:
además de los espléndidos pavimentos de mosaico, cuenta con un mobiliario exquisito,
de formas extremadas, en particular los bancos y las lámparas del vestíbulo.

Por la misma acera de la Diagonal, en la confluencia con las calles


Rosselló y Roger de Llúria, llegamos a laCASA TERRADES (78)
(Diagonal, 416-420). Este edificio, conocido popularmente como la CASA
DE LES PUNXES, fue construido entre 1903 y 1905 por Josep Puig i Cadafalch. La
Casa de les Punxes posee una silueta característica y es una de las obras más famosas del
Modernismo. El edificio se alza en un extenso solar que era propiedad de las hermanas
Terrades y está formado por tres casas de viviendas aunque parece un bloque uniforme.
En su construcción Puig i Cadafalch estilizó al máximo sus típicos elementos de
inspiración medieval, reforzándolos hasta el punto de que parece un castillo. El edificio
tiene cuatro torres redondas rematadas con agujas cónicas -las "punxes", es decir, las
puntas-, una torre principal con cimborio y una legión de tribunas y miradores de estilo
gótico flamígero. El escritor australiano Robert Hughes la describe en su libro Barcelona
como "una mezcla entre una casa gremial flamenca y un castillo del loco Luis II de
Baviera". En su espectacular fachada de ladrillo, excepto en la planta baja, que es de
piedra, destacan los forjados, los balcones y los paneles de cerámica con motivos
patrióticos. El mayor y más conocido de estos paneles es el que representa a san Jorge,
en el que aparece la leyenda: "Sant Patró de Catalunya, torneu-nos la llibertat" (Santo
Patrón de Cataluña, devolvednos la libertad), que fue considerada por algunos una
provocación. El histriónico político españolista de la época, Alejandro Lerroux, calificó
este panel de "crimen contra la nación" (española, en este caso), pero el arte prevaleció
sobre la política y el escudo sobrevivió, incluso durante el fascismo y con una comisaría
de policía enfrente.

Siguiendo por la Diagonal llegamos a la plaza Mossèn Jacint Verdaguer,


presidida por un monumento a este poeta catalán proyectado en 1914 por
un Josep M. Pericas cuya evolución artística ya lo iba alejando del
Modernismo, con una estatua de Joan Borrell y relieves de los hermanos
Oslé. Desde esta plaza se ve la CASA MACAYA (79) (paseo de Sant
Joan, 108), residencia urbana construida por Josep Puig i Cadafalch entre
1899 y 1901. La fachada blanca del palacio, culminada con dos torreones
laterales, luce unos esgrafiados y unas aberturas con decoración
escultórica en las que destacan los capiteles de Eusebi Arnau, con temas
muy contemporáneos (como el ciclista que hay junto a la puerta principal).
La exquisita decoración del interior se ha perdido casi en su totalidad a
excepción del vestíbulo, decorado con esgrafiados y azulejos, y del patio,
presidido por una escalera abierta al más puro estilo de los palacios
medievales barceloneses.

Volviendo a la Diagonal y en dirección a la plaza de las Glòries, nos


encontramos, en la esquina con la calle Sicília, con la CASA
PLANELLS (80) (Diagonal, 332), una original edificación de formas
redondeadas construida entre 1923 y 1924 por Josep Maria Jujol i Gibert,
discípulo de Gaudí. Muchos especialistas consideran esta casa como la
última obra modernista de Barcelona en la que es evidente la influencia
de las nuevas corrientes racionalistas. Jujol solucionó de forma admirable
el aprovechamiento de un pequeño solar para diseñar unos pulcros pisos
dúplex comunicados por una escalera interior de caracol.

Subiendo por la calle Sicília y torciendo a la


derecha por la calle Mallorca llegamos a LA
BASÍLICA DE LA SAGRADA FAMÍLIA. (81)
(BASÍLICA DE LA SAGRADA FAMÍLIA). Gaudí
fue también un arquitecto único en su época por
haber sido uno de los pocos que recibió un
encargo que le duró toda la vida -y, de hecho, lo
sobrevivió-: la Sagrada Família. Este templo
destaca por su originalidad, por la ambición que
demuestra y por sus gigantescas dimensiones.
Basílica de la Sagrada Família

Dirección
Mallorca, 401.
Horario
Abierto todos los días del año.

De octubre a marzo, de 9 a 18 h.

De abril a septiembre, de 9 a 20 h.

25 y 26 de diciembre y 1 y 6 de enero de 9 a 14h.


Información
Tel.: 932 080 414. www.sagradafamilia.org
Observaciones
Los horarios pueden sufrir variaciones, por lo que se
aconseja comprobarlos previamente.
Precios y descuento
Precios.

Adultos: 18,00 €.

Adultos guiada: 24,00€.

Adultos con audioguía: 22,00€.

Menores de 18 años, estudiantes y jubilados: 16,00


€.

Menores de 18 años, estudiantes y jubilados guiada


o con audioguía: 16,50€.

On line:

Adulto: 15€.

Menores de 18 años, estudiantes y jubilados: 13€.

Grupos: reserva obligatoria, de lunes a viernes, de 9


a 14 h, tel.: 934 572 284.

Menores de 10 años: entrada gratuita.

Con el descuento de la Ruta del Modernismo:

1,00€ en el precio de la entrada Top Views.

1,00€ en el precio de la entrada Audiotour.


Descripción
Subiendo por la calle Sicília y torciendo a la derecha
por la calle Mallorca llegamos al TEMPLE
EXPIATORI DE LA SAGRADA FAMÍLIA. (81)
(TEMPLO EXPIATORIO DE LA SAGRADA FAMÍLIA).
Gaudí fue también un arquitecto único en su época
por haber sido uno de los pocos que recibió un
encargo que le duró toda la vida -y, de hecho, lo
sobrevivió-: la Sagrada Família. Este templo destaca
por su originalidad, por la ambición que demuestra y
por sus gigantescas dimensiones. El origen del
Templo Expiatorio de la Sagrada Família se remonta
a 1869, cuando Josep M. Bocabella, fundador de la
Asociación Josefina, dedicada a propagar la
devoción a San José, tuvo la idea de erigir un templo
en honor a la Sagrada Familia (San José, la Virgen
María y Jesucristo). Bocabella adquirió un solar y, en
1882, inició la construcción de una iglesia de estilo
neogótico con el objetivo de construir una catedral de
los pobres que contrarrestase el radicalismo político
de la clase obrera de Barcelona, la ciudad que el
pensador anarquista, Mijaíl Bakunin, señala como la
más revolucionaria de todas las ciudades europeas.
Sin embargo, el templo adquirió con el tiempo un
significado muy diferente a medida que el
catalanismo más conservador se iba identificando
con el proyecto. El primer arquitecto del templo fue
Francesc de Paula Villar, pero la falta de
entendimiento con Bocabella provocó un cambio de
planes radical. Villar fue despedido y sustituido por
Antoni Gaudí, que terminó la cripta y presentó un
nuevo proyecto mucho más ambicioso: construir una
catedral con una torre central dedicada al Salvador
de 170 metros de altura. La idea entusiasmó al
devoto Bocabella y Gaudí se puso manos a la obra
rápidamente. En 1891 se iniciaron las obras de la
fachada del Nacimiento. Treinta y cuatro años
después Gaudí sólo había acabado el primero de los
cuatro campanarios que se alzan en esta parte. Los
otros tres se finalizaron después de la muerte del
arquitecto.

La Sagrada Família puede considerarse como una


Biblia en piedra gracias al gran número de símbolos
cristianos que Gaudí plasmó en sus fachadas, en las
que aparecen -o aparecerán- desde Adán y Eva
hasta los Doce Apóstoles, pasando por los episodios
principales de la vida de Jesús así como por todos
los grandes símbolos del Antiguo Testamento. La
Sagrada Família es, en definitiva, un monumento que
podría ser "leído" como una iniciación completa a la
religión católica. Sin embargo, la importancia de este
edificio no es exclusivamente religiosa, sino que se
trata también del "libro de Gaudí", la más clara
lección de su forma de construir, una especie de
testamento en el que Gaudí aplicó todas las
soluciones estructurales que estudió y probó en sus
diferentes obras y donde nuevamente rindió
homenaje a la naturaleza, a la que él llamaba "la
mejor constructora" y a la que siempre intentó imitar.
Un ejemplo de ello son las columnas inclinadas
apoyadas en
pequeños fragmentos de bóveda hiperbólica en las
que se sustenta el tempo, que producen el efecto de
un bosque.

La fachada del Nacimiento, en la calle Marina, es la


gran obra figurativa de Gaudí. Finalizada casi en su
totalidad por el propio arquitecto, intenta expresar y
comunicar la alegría de la creación por el nacimiento
de Jesús. En la arquivolta central se puede ver a
Jesús, José y María entre el buey y la mula bajo la
estrella de Oriente, rodeados de ángeles, músicos y
cantores. Un detenido examen de su decoración
permite localizar un centenar de especies vegetales
diferentes y otros tantos animales representados
escultóricamente en las arquivoltas y las hornacinas.
Esta fachada tiene tres puertas. La central es la
puerta de la Caridad y en ella se presentan los
nombres de la genealogía de Cristo, la serpiente con
la manzana, el niño Jesús con el buey y la mula, y
los signos del Zodíaco tal como estaban el día del
nacimiento de Jesús. En la parte izquierda se
encuentra la puerta de la Esperanza, en la que se
representan las bodas de José y María, los degüellos
del día de los inocentes y la huida a Egipto, y una
representación de la montaña de Montserrat con la
inscripción "Salveu-nos" (Salvadnos). En el lado
opuesto se encuentra la puerta de la Fe, en la que
están representados el episodio de la Visitación y
Jesús entre los doctores del templo y en su banco de
carpintero. En los pináculos de esta fachada se ven
espigas y racimos y la imagen de María según el
dogma de la Inmaculada.

La fachada de la calle Sardenya es la contraposición


a la fachada del Nacimiento. Esta fachada incluye
más de un centenar de esculturas contemporáneas
que, realizadas por el escultor Josep Maria
Subirachs, siguiendo los esbozos de Gaudí, evocan
la Pasión y muerte de Cristo. La desolación, la
desnudez, el dolor, el sacrificio y la muerte presiden
la Pasión de Cristo para anunciar su resurrección y
ascensión al cielo. Gaudí repetía que si hubiera
comenzado por esta fachada, la gente hubiera
renegado de la Sagrada Família. En contraste con la
decorada, ornamentada y turgente fachada del
Nacimiento, la puerta de la Pasión es dura y de
líneas acusadas, pelada, como si estuviera hecha de
huesos. Tras un pórtico soportado por seis grandes
columnas inclinadas, como si fueran troncos de
grandes secuoyas, se alza un inmenso frontón con
dieciocho columnas más pequeñas. La falta de
decoración concentra la tragedia en los hechos
principales, llenos de dramatismo, presididos por la
figura de Cristo desnudo en el momento de su
muerte.

Falta por construir la fachada principal, que, según el


proyecto de Gaudí, miraba al mar por encima de la
calle Mallorca, que quedaba cubierta por una gran
plaza que daba a una inmensa escalinata que
ocuparía lo que en la actualidad es la manzana de
casas que está situada delante del templo. Lo que
empieza a tomar forma son unos espacios
totalmente nuevos que constituyen las naves del
templo, en las que se perciben soluciones
geométricas y estructurales insólitas. Las naves son
el resultado de años de estudio y reflexión, ya que
hacia 1910 Gaudí inició los esbozos a los que,
posteriormente, incorporó la experiencia adquirida en
la capilla de la Colònia Güell: una solución con
columnas ligeramente helicoidales, arcos y bóvedas
paraboloides hiperbólicas. Sin embargo, el
descubrimiento de la luminosidad de la hipérbole
llevó a Gaudí a utilizar una crucería de cúpulas
cóncavo-convexas que se ajustan con columnas,
muros y ventanales y que, materializadas en una
escala 1/10, constituyen la visión del bosque que
frecuentemente le servía de imagen para explicar su
proyecto.

El museo del templo conserva la historia de su


construcción en planos de situación, fotografías de
momentos de la construcción, fragmentos de
maquetas, iconografía y trabajos en hierro forjado,
madera y metal diseñados por Gaudí, además de
fotografías y un audiovisual sobre otros edificios del
mismo arquitecto. También se pueden contemplar en
él las maquetas de la nave central y de las fachadas.
Como elementos más singulares, se expone la
maqueta que le sirvió a Gaudí para calcular la
estructura de la iglesia de la Colònia Güell y una
veintena de dibujos originales del arquitecto.
También figuran fotografías de elementos que diseñó
y que se modelaron en los talleres del templo. Una
de las instalaciones anexas es la que acogía las
Escuelas de la Sagrada Família, un sencillo edificio
curvilíneo con la impronta de Gaudí que deslumbró a
Le Corbusier por su osadía técnica. Estas escuelas,
construidas originariamente para enseñar en ellas a
los hijos de los albañiles que trabajaban en la obra,
se encuentran en un edificio innovador en el que
Gaudí no utilizó el hierro sino que realizó todas las
estructuras a base de ladrillo, con lo que consiguió la
máxima plasticidad utilizando un material muy
barato.

El origen de la Basílica de la Sagrada Família se remonta a 1869, cuando


Josep M. Bocabella, fundador de la Asociación Josefina, dedicada a
propagar la devoción a San José, tuvo la idea de erigir un templo en
honor a la Sagrada Familia (San José, la Virgen María y Jesucristo).
Bocabella adquirió un solar y, en 1882, inició la construcción de una
iglesia de estilo neogótico con el objetivo de construir una catedral de los
pobres que contrarrestase el radicalismo político de la clase obrera de
Barcelona, la ciudad que el pensador anarquista, Mijaíl Bakunin, señala
como la más revolucionaria de todas las ciudades europeas. Sin
embargo, el templo adquirió con el tiempo un significado muy diferente a
medida que el catalanismo más conservador se iba identificando con el
proyecto. El primer arquitecto del templo fue Francesc de Paula Villar,
pero la falta de entendimiento con Bocabella provocó un cambio de
planes radical. Villar fue despedido y sustituido por Antoni Gaudí, que
terminó la cripta y presentó un nuevo proyecto mucho más ambicioso:
construir una catedral con una torre central dedicada al Salvador de 170
metros de altura. La idea entusiasmó al devoto Bocabella y Gaudí se puso
manos a la obra rápidamente. En 1891 se iniciaron las obras de la
fachada del Nacimiento. Treinta y cuatro años después Gaudí sólo había
acabado el primero de los cuatro campanarios que se alzan en esta parte.
Los otros tres se finalizaron después de la muerte del arquitecto.

La Sagrada Família puede considerarse como una Biblia en piedra


gracias al gran número de símbolos cristianos que Gaudí plasmó en sus
fachadas, en las que aparecen -o aparecerán- desde Adán y Eva hasta
los Doce Apóstoles, pasando por los episodios principales de la vida de
Jesús así como por todos los grandes símbolos del Antiguo Testamento.
La Sagrada Família es, en definitiva, un monumento que podría ser
"leído" como una iniciación completa a la religión católica. Sin embargo, la
importancia de este edificio no es exclusivamente religiosa, sino que se
trata también del "libro de Gaudí", la más clara lección de su forma de
construir, una especie de testamento en el que Gaudí aplicó todas las
soluciones estructurales que estudió y probó en sus diferentes obras y
donde nuevamente rindió homenaje a la naturaleza, a la que él llamaba
"la mejor constructora" y a la que siempre intentó imitar. Un ejemplo de
ello son las columnas inclinadas apoyadas en pequeños fragmentos de
bóveda hiperbólica en las que se sustenta el tempo, que producen el
efecto de un bosque.

La fachada del Nacimiento, en la calle Marina, es la gran obra figurativa


de Gaudí. Finalizada casi en su totalidad por el propio arquitecto, intenta
expresar y comunicar la alegría de la creación por el nacimiento de Jesús.
En la arquivolta central se puede ver a Jesús, José y María entre el buey
y la mula bajo la estrella de Oriente, rodeados de ángeles, músicos y
cantores. Un detenido examen de su decoración permite localizar un
centenar de especies vegetales diferentes y otros tantos animales
representados escultóricamente en las arquivoltas y las hornacinas. Esta
fachada tiene tres puertas. La central es la puerta de la Caridad y en ella
se presentan los nombres de la genealogía de Cristo, la serpiente con la
manzana, el niño Jesús con el buey y la mula, y los signos del Zodíaco tal
como estaban el día del nacimiento de Jesús. En la parte izquierda se
encuentra la puerta de la Esperanza, en la que se representan las bodas
de José y María, los degüellos del día de los inocentes y la huida a
Egipto, y una representación de la montaña de Montserrat con la
inscripción "Salveu-nos" (Salvadnos). En el lado opuesto se encuentra la
puerta de la Fe, en la que están representados el episodio de la Visitación
y Jesús entre los doctores del templo y en su banco de carpintero. En los
pináculos de esta fachada se ven espigas y racimos y la imagen de María
según el dogma de la Inmaculada.

La fachada de la calle Sardenya es la contraposición a la fachada del


Nacimiento. Esta fachada incluye más de un centenar de esculturas
contemporáneas que, realizadas por el escultor Josep Maria Subirachs,
siguiendo los esbozos de Gaudí, evocan la Pasión y muerte de Cristo. La
desolación, la desnudez, el dolor, el sacrificio y la muerte presiden la
Pasión de Cristo para anunciar su resurrección y ascensión al cielo.
Gaudí repetía que si hubiera comenzado por esta fachada, la gente
hubiera renegado de la Sagrada Família. En contraste con la decorada,
ornamentada y turgente fachada del Nacimiento, la puerta de la Pasión es
dura y de líneas acusadas, pelada, como si estuviera hecha de huesos.
Tras un pórtico soportado por seis grandes columnas inclinadas, como si
fueran troncos de grandes secuoyas, se alza un inmenso frontón con
dieciocho columnas más pequeñas. La falta de decoración concentra la
tragedia en los hechos principales, llenos de dramatismo, presididos por
la figura de Cristo desnudo en el momento de su muerte.

Falta por construir la fachada principal, que, según el proyecto de Gaudí,


miraba al mar por encima de la calle Mallorca, que quedaba cubierta por
una gran plaza que daba a una inmensa escalinata que ocuparía lo que
en la actualidad es la manzana de casas que está situada delante del
templo. Lo que empieza a tomar forma son unos espacios totalmente
nuevos que constituyen las naves del templo, en las que se perciben
soluciones geométricas y estructurales insólitas. Las naves son el
resultado de años de estudio y reflexión, ya que hacia 1910 Gaudí inició
los esbozos a los que, posteriormente, incorporó la experiencia adquirida
en la capilla de la Colònia Güell: una solución con columnas ligeramente
helicoidales, arcos y bóvedas paraboloides hiperbólicas. Sin embargo, el
descubrimiento de la luminosidad de la hipérbole llevó a Gaudí a utilizar
una crucería de cúpulas cóncavo-convexas que se ajustan con columnas,
muros y ventanales y que, materializadas en una escala 1/10, constituyen
la visión del bosque que frecuentemente le servía de imagen para explicar
su proyecto.

El museo del templo conserva la historia de su construcción en planos de


situación, fotografías de momentos de la construcción, fragmentos de
maquetas, iconografía y trabajos en hierro forjado, madera y metal
diseñados por Gaudí, además de fotografías y un audiovisual sobre otros
edificios del mismo arquitecto. También se pueden contemplar en él las
maquetas de la nave central y de las fachadas. Como elementos más
singulares, se expone la maqueta que le sirvió a Gaudí para calcular la
estructura de la iglesia de la Colònia Güell y una veintena de dibujos
originales del arquitecto. También figuran fotografías de elementos que
diseñó y que se modelaron en los talleres del templo. Una de las
instalaciones anexas es la que acogía las Escuelas de la Sagrada
Família, un sencillo edificio curvilíneo con la impronta de Gaudí que
deslumbró a Le Corbusier por su osadía técnica. Estas escuelas,
construidas originariamente para enseñar en ellas a los hijos de los
albañiles que trabajaban en la obra, se encuentran en un edificio
innovador en el que Gaudí no utilizó el hierro sino que realizó todas las
estructuras a base de ladrillo, con lo que consiguió la máxima plasticidad
utilizando un material muy barato.

Desde la fachada del Nacimiento de la Sagrada Família, la calle Marina


nos lleva al inicio de la avenida de Gaudí, un agradable paseo para
peatones en el que encontramos las farolas modernistas realizadas por
Pere Falqués, que en un principio se encontraban en el Cinc d'Oros, en el
cruce de la avenida Diagonal y el paseo de Gràcia. La avenida de Gaudí
nos llevará hasta el HOSPITAL DE LA SANTA CREU I SANT PAU (82) una
de las instituciones más emblemáticas y arraigadas en Barcelona. Se fundó en 1401
después de las plagas de hambre y peste que se produjeron en la ciudad a finales del
siglo XIV. La primera sede del Hospital fue un edificio de arquitectura gótica catalana en
el centro del barrio del Raval que, con los años, se fue ampliando con otros edificios
(calle Carme, 47 y calle Hospital, 56).

Hospital de la Santa Creu i Sant


Pau. Recinte modernista.
Dirección
Recinto modernista de Sant Pau

Sant Antoni Maria Claret, 167.

Puerta de entrada:

chaflán calle Sant Antoni M. Claret con calle Cartagena.


Horarios
Abierto todos los días de la semana

VISITA LIBRE:

De abril a octubre:

De lunes a sábado de 10 a 18.30h.

Domingos y festivos de 10 a 14.30h.


De noviembre a marzo:

De lunes a sábado de 10 a 16.30h.

Domingos y festivos de 10 a 14.30h.

VISITAS GUIADAS:

Francés 10.30 h

Inglés 11.00 h

Castellano 12.00 h

Catalán 12.30 h

Se pueden hacer visitas en otros idiomas, previa solicitud.

El recorrido de la visita puede variar en función de la disponibilidad


de espacios.

Días de cierre: 1 y 6 de enero, 25 y 6 de diciembre.

Días gratuitos: 12 de febrero, 23 de abril, 9 de mayo, 24 de


septiembre, primer domingo de cada mes (itinerario habitual del
programa de visitas).

Información
Tel.: (+34) Tel.: 935 537 801. www.santpaubarcelona.org

Precios y descuentos
Tarifa general

Visita libre: 13 €

Visita guiada: 19 €
Tarifa reducida

Jóvenes de 16 a 29 años, mayores de 65 años, personas con


discapacidad, Tarjeta Rosa

Visita libre: 9,10 €

Visita guiada: 13,30 €

Visita gratuita

Menores de 16 años, persones desocupadas, titulares de la Tarjeta


Rosa Gratuita

Descuento de la Ruta del Modernismo: 50% sobre las dos tarifas


generales (visita libre y visita guiada)

Descuento del 20%:

Bus Turístic

City Tours

Carnet BCN Cultural

Carnet de Usuarios de la Red de Bibliotecas

Carnet TR3SC

Socios de Òmnium Cultural

Titulares de la tarjeta RACC Master

Grupos (máximo 25 personas):

General: 250 €

Reducida (jubilados y grupos especiales): 180€


Visitas escolares: 125€

Previa reserva al tel.: 932 682 444 y 935 537 156.


Observaciones
Entrada: esquina de las calles Sant Antoni Maria Claret y
Cartagena.

Descripción
La avenida de Gaudí nos llevará hasta el HOSPITAL DE LA SANTA
CREU I SANT PAU (82) una de las instituciones más emblemáticas
y arraigadas en Barcelona. Se fundó en 1401 después de las
plagas de hambre y peste que se produjeron en la ciudad a finales
del siglo XIV. La primera sede del Hospital fue un edificio de
arquitectura gótica catalana en el centro del barrio del Raval que,
con los años, se fue ampliando con otros edificios (calle Carme, 47
y calle Hospital, 56). El edificio del Eixample se comenzó a construir
en 1902, según un proyecto de Lluís Domènech i Montaner,
coincidiendo con la industrialización de la ciudad y con las nuevas
ideas sobre higiene y salud pública aplicadas al urbanismo,
promovidas por el médico Pere Felip Monlau y por urbanistas e
ingenieros como Ildefons Cerdà y Pere García Faria, este último
responsable del diseño de la red de alcantarillado de la Barcelona
del siglo XIX. El hospital se erige en uno de los extremos del
Eixample, un lugar conocido como "la montaña pelada", en terrenos
adquiridos por el antiguo Hospital de la Santa Creu y ampliados
gracias a una donación del banquero Pau Gil, que en su
testamento dispuso que a su muerte se construyera un centro
sanitario que llevase su patronímico y, por esta razón, se añadió el
nombre de Sant Pau al de la Santa Creu. Las obras se iniciaron en
1902 y el rey Alfonso XIII inauguró oficialmente el nuevo centro en
1930, cuando el hospital ya había abandonado su antigua
ubicación en el Raval. La obra de Lluís Domènech i Montaner está
considerada como uno de los mejores conjuntos modernistas del
mundo. El hospital es una auténtica ciudad, con calles, jardines y
edificios. El pabellón de acceso, coronado por una esbelta torre y
un reloj, cuenta con una fachada de ladrillo de cara vista que
domina todo el conjunto, enriquecida con mosaicos de temas
históricos y capiteles y ménsulas de piedra con forma de ángeles,
unas obras sintéticas realizadas por un joven escultor, Pau
Gargallo. También destacan los mosaicos de Mario Maragliano y la
gran escalera y los techos, de reminiscencias islámicas. Dos cifras
indican las fechas de inicio y finalización de las obras de este
edificio principal (la fecha de inicio, 1905, con la letra griega alfa y,
la de finalización, 1910, con la letra omega). El pabellón de entrada
y los diez pabellones situados en torno a él fueron construidos
directamente bajo la batuta de Domènech i Montaner y son una
muestra del uso inteligente, característico del arquitecto, de la
piedra, del hierro y de la cerámica. El resto de los pabellones del
conjunto, como la Casa de Convalescència, son obra de Pere
Domènech i Roura, hijo del arquitecto. Algunos pabellones reciben
nombres de santos y santas, mientras que otros están bautizados
con nombres de vírgenes. Los pabellones, rodeados de jardines,
están conectados por una red de pasillos subterráneos de dos
kilómetros. Domènech concibió un hospital totalmente innovador,
disgregando el edificio en una serie de células, con mucha luz solar
y aire fresco, en las que los enfermos y los médicos disfrutaban de
un entorno natural más saludable que el del viejo hospital medieval.
Uno de los pabellones, destinado actualmente a cafetería, presenta
una fachada barroca insólita, la de la antigua iglesia de Santa Marta
(1733), obra de Carles Grau. La fachada fue desmontada cuando
se derribó la iglesia en 1909 para dejar sitio a la Via Laietana, y
trasladada y colocada en la puerta de la cocina del hospital en
1928. El hospital, que ocupa una superficie equivalente a nueve
manzanas del Eixample, ha sido objeto de diferentes
restauraciones. Los pabellones modernistas de Sant Pau fueron
declarados Monumento Histórico-Artístico en 1978 y Patrimonio de
la Humanidad por la UNESCO en 1997. El Hospital de la Santa
Creu i Sant Pau inaugura su tercera sede en el siglo XXI: un edificio
situado en el extremo nordeste de los terrenos, separado del
recinto modernista. En lo que respecta a los pabellones
modernistas, se reservan para nuevos usos relacionados con
actividades de docencia, investigación y divulgación, como el
Pabellón de Sant Manuel, que acoge la Casa Asia (tel. 933 680
836, www.casaasia.es), institución pública constituida en el año
2001 con el objetivo de promover la realización de actuaciones y
proyectos para impulsar la relación con Asia en los ámbitos
institucional, cultural, académico y económico.

El edificio del Eixample se comenzó a construir en 1902, según un


proyecto de Lluís Domènech i Montaner, coincidiendo con la
industrialización de la ciudad y con las nuevas ideas sobre higiene y salud
pública aplicadas al urbanismo, promovidas por el médico Pere Felip
Monlau y por urbanistas e ingenieros como Ildefons Cerdà y Pere García
Faria, este último responsable del diseño de la red de alcantarillado de la
Barcelona del siglo XIX. El hospital se erige en uno de los extremos del
Eixample, un lugar conocido como "la montaña pelada", en terrenos
adquiridos por el antiguo Hospital de la Santa Creu y ampliados gracias a
una donación del banquero Pau Gil, que en su testamento dispuso que a
su muerte se construyera un centro sanitario que llevase su patronímico y,
por esta razón, se añadió el nombre de Sant Pau al de la Santa Creu. Las
obras se iniciaron en 1902 y el rey Alfonso XIII inauguró oficialmente el
nuevo centro en 1930, cuando el hospital ya había abandonado su
antigua ubicación en el Raval.

La obra de Lluís Domènech i Montaner está considerada como uno de los mejores
conjuntos modernistas del mundo. El hospital es una auténtica ciudad, con calles,
jardines y edificios. El pabellón de acceso, coronado por una esbelta torre y un reloj,
cuenta con una fachada de ladrillo de cara vista que domina todo el conjunto,
enriquecida con
mosaicos de temas históricos y capiteles y ménsulas de piedra con forma de ángeles,
unas obras sintéticas realizadas por un joven escultor, Pau Gargallo. También destacan
los mosaicos de Mario Maragliano y la gran escalera y los techos, de reminiscencias
islámicas. Dos cifras indican las fechas de inicio y finalización de las obras de este edificio
principal (la fecha de inicio, 1905, con la letra griega alfa y, la de finalización, 1910, con la
letra omega). El pabellón de entrada y los diez pabellones situados en torno a él fueron
construidos directamente bajo la batuta de Domènech i Montaner y son una muestra del
uso inteligente, característico del arquitecto, de la piedra, del hierro y de la cerámica. El
resto de los pabellones del conjunto, como la Casa de Convalescència, son obra de Pere
Domènech i Roura, hijo del arquitecto. Algunos pabellones reciben nombres de santos y
santas, mientras que otros están bautizados con nombres de vírgenes. Los pabellones,
rodeados de jardines, están conectados por una red de pasillos subterráneos de dos
kilómetros. Domènech concibió un hospital totalmente innovador, disgregando el
edificio en una serie de células, con mucha luz solar y aire fresco, en las que los
enfermos y los médicos disfrutaban de un entorno natural más saludable que el del viejo
hospital medieval. Uno de los pabellones, destinado actualmente a cafetería, presenta
una fachada barroca insólita, la de la antigua iglesia de Santa Marta (1733), obra de
Carles Grau. La fachada fue desmontada cuando se derribó la iglesia en 1909 para dejar
sitio a la Via Laietana, y trasladada y colocada en la puerta de la cocina del hospital en
1928.

Lluís Domènech i Montaner


Hijo de un encuadernador, Lluís Domènech i Montaner nació en
Barcelona el 27 de diciembre de 1849. Fue un hombre polifacético
que combinaba su pasión por el dibujo con la literatura, la historia,
la edición de lujo, la docencia, la política y, naturalmente, la
arquitectura. Domènech entendía la arquitectura como si se tratara
de la dirección de una orquesta. Él llevaba la batuta y todos los
instrumentos (los vidrieros, los escultores, los ebanistas, los
fabricantes de mosaicos y pavimentos...) tenían que sonar a la
perfección.
El joven Domènech fue un estudiante brillante, de Ciencias
Exactas, Físicas y Naturales en Barcelona, y después de Ingeniería
en Madrid. Esta disciplina le condujo al final a la Arquitectura, cuyo
título obtuvo en 1873. Fue profesor de la Escuela de Arquitectura
de Barcelona desde su fundación, en 1875 (y fue, por tanto,
maestro de Gaudí y de Puig i Cadafalch), y de 1900 a 1920 fue su
director. La publicación en 1879 en la revista La Renaixença del
artículo “En busca de una arquitectura nacional” le hizo merecedor,
junto a obras posteriores, de cierta notoriedad como teórico del arte
y difusor de las ideas más nuevas en arquitectura, especialmente
las de su admirado Viollet-le-Duc.

Considerado hoy por muchos el “más modernista” de los artistas


del Modernismo catalán, lo cierto es que Lluís Domènech viajó y
conoció lo que hacían en el resto de Europa los artistas del Art
Nouveau, el Secession o el Arts and Crafts, y trabó amistad con
algunos de ellos. Era, de hecho, un humanista de su tiempo, que se
desarrolló en campos muy diversos del conocimiento, desde la
botánica hasta la edición y la ilustración: fue uno de los heraldistas
más destacados del país, periodista de cierta repercusión y elegido
en diversas ocasiones presidente del Ateneu Barcelonès. Su
carrera política fue larga: empezó en un mo-vimiento catalanista
llamado Jove Catalunya hasta llegar a las presidencias de la Lliga
de Catalunya y la Unió Catalanista, los dos primeros grandes
partidos de la Renaixença catalana (el “Renacimiento” cultural y
político catalán que surgió en la segunda mitad del siglo XIX). Fue
redactor destacado de la primera declaración soberanista catalana,
las Bases de Manresa, de 1892, y elegido diputado a las Cortes de
Madrid en 1904 en la llamada “candidatura de los cuatro
presidentes”, considerada el primer triunfo del catalanismo político.
Sin embargo, muy pronto Domènech se enfrentó con el líder de la
Lliga, Francesc Cambó, y abandonó el catalanismo conservador
para fundar un nuevo partido, Esquerra Catalana, y dirigir el
periódico El Poble Català.

El golpe de Estado del general Primo de Rivera, en 1923, conllevó


la disolución de las estructuras de gobierno regionales en Cataluña
y la prohibición a todos los niveles de la actividad política
catalanista y también de las manifestaciones culturales catalanas
más ingenuas (¡incluso fue clausurado el estadio del Fútbol Club
Barcelona!). Domènech, un hombre siempre apasionado por la vida
y amante del refinamiento y de las expresiones más civilizadas, se
sintió profundamente afectado por la brutalidad de la represión y el
establecimiento de un régimen militar que él no podía ver sino
como ilegítimo y bárbaro. Retirado a la vida familiar, murió aquel
invierno, el mismo día de su nacimiento.
Además de en Barcelona, Domènech dejó grandes obras en Canet
de Mar, de donde procedía la familia de su madre, Maria Montaner,
y en Reus, por su gran amistad con el intelectual reusense Pau
Font de Rubinat.

El hospital, que ocupa una superficie equivalente a nueve manzanas del


Eixample, ha sido objeto de diferentes restauraciones. Los pabellones
modernistas de Sant Pau fueron declarados Monumento Histórico-
Artístico en 1978 y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997.
El Hospital de la Santa Creu i Sant Pau inaugura su tercera sede en el
siglo XXI: un edificio situado en el extremo nordeste de los terrenos,
separado del recinto modernista. En lo que respecta a los pabellones
modernistas, se reservan para nuevos usos relacionados con actividades
de docencia, investigación y divulgación, como el Pabellón de Sant
Manuel, que acoge la Casa Asia, institución pública constituida en el año
2001 con el objetivo de promover la realización de actuaciones y
proyectos para impulsar la relación con Asia en los ámbitos institucional,
cultural, académico y económico.

La Ruta continúa ahora en autobús. La línea 92 (con parada en la calle


Sant Antoni Maria Claret esquina con Cartagena, al lado de la entrada
principal del Hospital de Sant Pau) nos llevará hasta el PARK GÜELL (83)
(PARQUE GÜELL), el sueño urbanístico fracasado de Gaudí. El actual Park Güell,
declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1984, sólo conserva las
pocas construcciones acabadas del gran proyecto de Gaudí. La operación urbanística
más atrevida de la Barcelona de finales del siglo XIX fue una idea de Eusebi Güell, que
compró en 1899 una antigua finca rural de quince hectáreas, denominada Can Muntaner
de Dalt, para convertirla en una ciudad-jardín inspirada en precedentes ingleses, como
los de Ebenezer Howar (motivo por el cual recibió el nombre de park, en inglés).

Park Güell
Dirección
Olot, s/n; ctra. del Carmen, s/n
Horarios
Del 1 de enero al 25 de marzo y del 29 de octubre al 31 de
diciembre, de 8.30 a 18.30 h (última hora de acceso a las 17.30 h).
Del 26 de marzo al 30 de abril y del 28 de agosto al 28 de octubre
de 8 a 20.30 h (última hora de acceso a las 19.30 h).

Del 1 de mayo al 27 de agosto de 8 a 21.30 h (última hora de


acceso a las 21 h).

Información Tel.: 010. www.bcn.es/parcsijardins. Horario del Centro


de Interpretación: de lunes a domingo de 11 a 15h. Información Tel.:
932 856 899. www.museuhistoria.bcn.es
Información:
Tel: 902 200 302

www.parkguell.cat
Precios y descuentos:
Entrada general: 8,00€.

Con el descuento de la Ruta del Modernismo: 6,30€.


Observaciones
Los horarios pueden sufrir variaciones, por lo que se aconseja
comprobarlos previamente.
Descripción
El sueño urbanístico fracasado de Gaudí. El actual Park Güell,
declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde
1984, sólo conserva las pocas construcciones acabadas del gran
proyecto de Gaudí. La operación urbanística más atrevida de la
Barcelona de finales del siglo XIX fue una idea de Eusebi Güell,
que compró en 1899 una antigua finca rural de quince hectáreas,
denominada Can Muntaner de Dalt, para convertirla en una ciudad-
jardín inspirada en precedentes ingleses, como los de Ebenezer
Howar (motivo por el cual recibió el nombre de park, en inglés).
Park Güell Dirección Olot, s/n; ctra. del Carmen, s/n Horario del
parque Enero, febrero, noviembre y diciembre de 10 a 18h. Marzo y
octubre de 10 a 19h. Abril y septiembre de 10 a 20h. De mayo a
agosto de 10 a 21h. Información Tel.: 010.
www.bcn.es/parcsijardins. Horario del Centro de Interpretación De
lunes a domingo de 11 a 15h. Información Tel.: 932 856 899.
www.museuhistoria.bcn.es Observaciones Los horarios pueden
sufrir variaciones, por lo que se aconseja comprobarlos en el sitio
web www.rutadelmodernisme.com o llamando al tel. 902 076 621.
El encargado de hacer realidad este proyecto de urbanismo
paisajístico del conde de Güell fue Antoni Gaudí. El proyecto de
Gaudí contemplaba la construcción de alrededor de unas sesenta
casas en parcelas, con una extensa zona verde comunitaria. La
urbanización se inició en 1900 y se detuvo definitivamente en 1914.
Gaudí, siguiendo el deseo de Güell, ideó un retiro bucólico que
debía servir de residencia a la burguesía barcelonesa más selecta.
Su situación, en la falda de la montaña y lejos de la ciudad, parecía
idónea para simbolizar la metáfora de la ascensión al paraíso, al
edén. El proyecto, sin embargo, fue un fracaso total. Aparte de la
parcela que adquirió el propio contratista de las obras, sólo se
vendieron dos parcelas a un único comprador, que sólo edificó un
chalé. Se llegaron a construir las tres cruces, que marcaban el
lugar en el que se tenía que erigir una capilla; los dos pabellones
de entrada; los muros de contención y toda la infraestructura viaria
alrededor de una gran plaza sustentada por columnas. Pero frente
al desastre financiero de la operación, los herederos de Eusebi
Güell, fallecido en 1918, vendieron el solar al Ayuntamiento, que lo
convirtió en un parque público. Las prodigiosas estructuras
levantadas entre la vegetación mediterránea son una curiosa
mezcla de fantasía y espiritualidad, salpicada de emblemas
patrióticos por el catalanista insobornable que era Gaudí. En esta
obra el arquitecto abandonó todo historicismo para formular con
valentía un lenguaje propio que va desde la inspiración en formas
naturales hasta un lenguaje plástico sorprendentemente
vanguardista. La puerta principal del Park Güell, abierta en un muro
de ladrillo decorado con mosaicos, está protegida por una reja de
hierro forjado y flanqueada por dos sugerentes pabellones
inspirados en el cuento "Hansel y Gretel", que se había
representado en forma de ópera en el Liceu a finales de 1900,
cuando Gaudí se embarcaba en el proyecto del Park Güell. El
pabellón de la izquierda, con una doble cruz en el techo, representa
la casa de los niños, Hansel y Gretel. La planta baja cuenta con
una librería y una tienda de recuerdos. El de la derecha, más
grande y coronado por una seta venenosa, es el de la bruja, y era
la antigua casa del conserje del parque. Recientemente restaurado,
acoge en la actualidad el Centro de Interpretación del Park Güell
del Museo de Historia de la Ciudad de Barcelona. La planta baja,
con información sobre la obra de Gaudí, es de acceso libre. En el
piso superior, adquiriendo una entrada, se puede ver la distribución
de la construcción y la antigua vivienda del conserje, además de la
exposición "Gaudí y el Park Güell. Arquitectura y naturaleza".
Pasados los dos pabellones, a la derecha, puede verse una gruta
que recuerda la cripta del monasterio de Sant Pere de Rodes, y
que servía para proteger a los carruajes y a los caballos en los días
de lluvia. La escalera principal está partida en dos por un centro de
agua en el que reina el famoso dragón multicolor de trencadís de
cerámica esmaltada. En la parte de arriba de la escalera se
encuentra la sala hipóstila, también conocida como la de las cien
columnas pese a no tener más que 86. Esta sala, destinada
originalmente a albergar el mercado de la urbanización, fue
decorada por Josep Maria Jujol, colaborador habitual de Gaudí,
quien le dio carta blanca para hacer lo que quisiera. El resultado
fue excepcional: un techo ondulante de mosaico con variadas
incrustaciones formando unas caprichosas espirales. Con la
restauración de esta zona, en 1992, se colocaron unas lámparas en
las bases de las columnas que, de noche, transforman la sala en
una especie de templo griego espectacular. De la sala hipóstila
salen dos caminos que nos llevan a la gran plaza circular, un
privilegiado mirador sobre la ciudad. La plaza, según el proyecto
inicial de Gaudí, tenía que recoger el agua de lluvia que,
convenientemente canalizada por las columnas de la sala hipóstila,
iba a parar a un inmenso depósito de 12.000 metros cúbicos
(cerrado al público). La plaza está rodeada por un serpenteante
banco de trencadís en el que la imaginación combinada de Gaudí y
Jujol consiguió una audacia extraordinaria que algunos
especialistas consideran precursora del arte abstracto. El banco es
una sinfonía de colores: el verde, el azul y el amarillo aparecen
combinados de diferentes maneras, y con forma de lunas, estrellas
y flores abstractas. El color, sin embargo, va desapareciendo
gradualmente de izquierda a derecha, hasta que predomina el color
blanco, símbolo de pureza. La obra parece querer insinuar que la
vida humana es una sinfonía de colores que culmina en el blanco,
con el cielo. No obstante, el color no es del todo blanco: Gaudí
empleó un material que había sido rechazado en otras
edificaciones, como la Casa Batlló, precisamente por esta
"impureza" de color. En la última restauración del banco (1995) se
ha querido mantener esta imperfección y se han utilizado hasta
veintiuna tonalidades diferentes de blanco al restituir las partes más
deterioradas del mismo. Otras construcciones sorprendentes del
Park Güell son los puentes y los pasos bajo los viaductos, con
columnas torcidas, que hacen que parezcan grutas. El cuarto
pórtico que conecta la parte superior con la inferior es quizás la
estructura más especial, con paredes y arcos inclinados de aire
surrealista. La cumbre de la colina donde está situado el parque
está coronada por un calvario monumental formado por tres cruces
que se encuentra en el lugar donde Gaudí tenía previsto construir
una iglesia. También en este lugar el autor se dejó llevar por la
fantasía: si miramos hacia el este -es decir, en dirección a la ciudad
de Jerusalén-, la perspectiva hace que las tres cruces, al estar en
fila, se conviertan en una. Éste es el punto final del ascenso: la cruz
es el último símbolo.

El encargado de hacer realidad este proyecto de urbanismo paisajístico del conde de


Güell fue Antoni Gaudí. El proyecto de Gaudí contemplaba la construcción de alrededor
de unas sesenta casas en parcelas, con una extensa zona verde comunitaria. La
urbanización se inició en 1900 y se detuvo definitivamente en 1914. Gaudí, siguiendo el
deseo de Güell, ideó un retiro bucólico que debía servir de residencia a la burguesía
barcelonesa más selecta. Su situación, en la falda de la montaña y lejos de la ciudad,
parecía idónea para simbolizar la metáfora de la ascensión al paraíso, al edén. El
proyecto, sin embargo, fue un fracaso total. Aparte de la parcela que adquirió el propio
contratista de las obras, sólo se vendieron dos parcelas a un único comprador, que sólo
edificó un chalé. Se llegaron a construir las tres cruces, que marcaban el lugar en el que
se tenía que erigir una capilla; los dos pabellones de entrada; los muros de contención y
toda la infraestructura viaria alrededor de una gran plaza sustentada por columnas. Pero
frente al desastre financiero de la operación, los herederos de Eusebi Güell, fallecido en
1918, vendieron el solar al Ayuntamiento, que lo convirtió en un parque público. Las
prodigiosas estructuras levantadas entre la vegetación mediterránea son una curiosa
mezcla de fantasía y espiritualidad, salpicada de emblemas patrióticos por el catalanista
insobornable que era Gaudí. En esta obra el arquitecto abandonó todo historicismo para
formular con valentía un lenguaje propio que va desde la inspiración en formas naturales
hasta un lenguaje plástico sorprendentemente vanguardista.

La puerta principal del Park Güell, abierta en un muro de ladrillo decorado


con mosaicos, está protegida por una reja de hierro forjado y flanqueada
por dos sugerentes pabellones inspirados en el cuento "Hansel y Gretel",
que se había representado en forma de ópera en el Liceu a finales de
1900, cuando Gaudí se embarcaba en el proyecto del Park Güell. El
pabellón de la izquierda, con una doble cruz en el techo, representa la
casa de los niños, Hansel y Gretel. La planta baja cuenta con una librería
y una tienda de recuerdos. El de la derecha, más grande y coronado por
una seta venenosa, es el de la bruja, y era la antigua casa del conserje
del parque. Recientemente restaurado, acoge en la actualidad el Centro
de Interpretación del Park Güell del Museo de Historia de la Ciudad de
Barcelona. La planta baja, con información sobre la obra de Gaudí, es de
acceso libre. En el piso superior, adquiriendo una entrada, se puede ver la
distribución de la construcción y la antigua vivienda del conserje, además
de la exposición "Gaudí y el Park Güell. Arquitectura y naturaleza".
Pasados los dos pabellones, a la derecha, puede verse una gruta que
recuerda la cripta del monasterio de Sant Pere de Rodes, y que servía
para proteger a los carruajes y a los caballos en los días de lluvia.

La escalera principal está partida en dos por un centro de agua en el que


reina el famoso dragón multicolor de trencadís de cerámica esmaltada. En
la parte de arriba de la escalera se encuentra la sala hipóstila, también
conocida como la de las cien columnas pese a no tener más que 86. Esta
sala, destinada originalmente a albergar el mercado de la urbanización,
fue decorada por Josep Maria Jujol, colaborador habitual de Gaudí, quien
le dio carta blanca para hacer lo que quisiera. El resultado fue
excepcional: un techo ondulante de mosaico con variadas incrustaciones
formando unas caprichosas espirales. Con la restauración de esta zona,
en 1992, se colocaron unas lámparas en las bases de las columnas que,
de noche, transforman la sala en una especie de templo griego
espectacular. De la sala hipóstila salen dos caminos que nos llevan a la
gran plaza circular, un privilegiado mirador sobre la ciudad. La plaza,
según el proyecto inicial de Gaudí, tenía que recoger el agua de lluvia
que, convenientemente canalizada por las columnas de la sala hipóstila,
iba a parar a un inmenso depósito de 12.000 metros cúbicos (cerrado al
público).

La plaza está rodeada por un serpenteante banco de trencadís en el que


la imaginación combinada de Gaudí y Jujol consiguió una audacia
extraordinaria que algunos especialistas consideran precursora del arte
abstracto. El banco es una sinfonía de colores: el verde, el azul y el
amarillo aparecen combinados de diferentes maneras, y con forma de
lunas, estrellas y flores abstractas. El color, sin embargo, va
desapareciendo gradualmente de izquierda a derecha, hasta que
predomina el color blanco, símbolo de pureza. La obra parece querer
insinuar que la vida humana es una sinfonía de colores que culmina en el
blanco, con el cielo. No obstante, el color no es del todo blanco: Gaudí
empleó un material que había sido rechazado en otras edificaciones,
como la Casa Batlló, precisamente por esta "impureza" de color. En la
última restauración del banco (1995) se ha querido mantener esta
imperfección y se han utilizado hasta veintiuna tonalidades diferentes de
blanco al restituir las partes más deterioradas del mismo.

Ruta 6, Park Güell (83) – Mosaic de l’Església de Sant Pacià (115)

Otras construcciones sorprendentes del Park Güell son los puentes y los pasos bajo los
viaductos, con columnas torcidas, que hacen que parezcan grutas. El cuarto pórtico que
conecta la parte superior con la inferior es quizás la estructura más especial, con paredes y
arcos inclinados de aire surrealista. La cumbre de la colina donde está situado el parque está
coronada por un calvario monumental formado por tres cruces que se encuentra en el lugar
donde Gaudí tenía previsto construir una iglesia. También en este lugar el autor se dejó llevar
por la fantasía: si miramos hacia el este -es decir, en dirección a la ciudad de Jerusalén-, la
perspectiva hace que las tres cruces, al estar en fila, se conviertan en una. Éste es el punto
final del ascenso: la cruz es el último símbolo.

En el recinto del parque también se encuentra la CASA-MUSEU GAUDÍ.


(84). (CASA-MUSEO GAUDÍ).
Casa Museu Gaudí
Dirección
Park Güell; ctra. del Carmen, 23A.
Horario
Todos los días de la semana. De octubre a marzo, de 10 a 18 h; de abril
a septiembre, de 9 a 20 h. El 1 y el 6 de enero y el 25 y 26 de diciembre
abierto de 10 a 14h.
Información
Tel.: (+34) 932 193 811.

info@casamuseugaudi.org

http://www.casamuseugaudi.org/es/

Precios y descuentos
Precios.

Adultos: 5,50 €

Estudiantes, jubilados y de 11 a 17 años: 4,50 €

Niños hasta 10 años, personas con discapacidad (+65%) y un


acompañante, Amigos del Templo: gratuito.

Grupos: 5,50€ por persona (mínimo de 10 personas). Reserva


obligatoria: (+34) 931 980 705 (de lunes a jueves de 9 a 14h y de 15 a
18h, viernes de 9 a 14h) o enviando un correo
a grups@casamuseugaudi.org

Con el descuento de la Ruta del Modernismo: 4,50 € (tarifa de adultos).


Descripción
En el recinto del parque también se encuentra la CASA MUSEU GAUDÍ.
(84). (CASA MUSEO GAUDÍ). El museo ocupa la casa en la que Antoni
Gaudí vivió los últimos veinte años de su vida y presenta interesantes
aspectos didácticos sobre la vida y la obra del genial arquitecto. Entre
otras cosas, el visitante podrá contemplar mobiliario de las casas Calvet
(27) y Batlló (45), y de la cripta de la Colonia Güell (ver El Modernismo
más allá de Barcelona); objetos personales y recuerdos de Gaudí, así
como materiales y elementos de su trabajo personal, que permiten un
acercamiento particular a su compleja y, con frecuencia, desdibujada
personalidad. La casa es obra de Francesc Berenguer i Mestres (1904),
aunque el proyecto fue firmado por Antoni Gaudí. En el Park Güell
finaliza la Ruta de un día recomendada por la Ruta del Modernismo de
Barcelona.

El museo ocupa la casa en la que Antoni Gaudí vivió los últimos veinte años de
su vida y presenta interesantes aspectos didácticos sobre la vida y la obra del
genial arquitecto. Entre otras cosas, el visitante podrá contemplar mobiliario
del Palau Güell (8) y de las casas Calvet (27) y Batlló (45), objetos personales
y recuerdos de Gaudí, así como materiales y elementos de su trabajo
personal, que permiten un acercamiento particular a su compleja y, con
frecuencia, desdibujada personalidad. La casa es obra de Francesc Berenguer
i Mestres (1904), aunque el proyecto fue firmado por Antoni Gaudí. En el Park
Güell finaliza la Ruta de un día recomendada por la Ruta del Modernismo de
Barcelona.

Para visitar las cuatro casas siguientes, podemos volver a tomar el autobús 92, frente al Park
Güell, que nos llevará primero a la Casa Queralt y a la Finca San Salvador, desde la parada Pg.
Mare de Déu del Coll-Funoses Llussà, y después, a la Casa Comas d'Argemir, desde la parada
Av. República Argentina-Baixada Blanes. Para continuar hasta las Casas Ramos, volvemos a
tomar el autobús y bajamos en la parada Av. Príncep d'Astúries 59.

A los pies del Park Güell se extiende el popular barrio de Vallcarca, una zona
de aparente caos urbanístico que esconde en sus calles algunas pequeñas
joyas modernistas. En el paseo de la Mare de Déu del Coll, cerca del Parque
de la Creueta del Coll (subiendo por la calle Funoses Llussà y después por la
calle Pineda), se encuentra la CASA QUERALT (85) (Pineda, 12), una
curiosa construcción de 1917 de Josep Maria Jujol i Gibert. Muy cerca,
bajando unos metros por el paseo, se encuentra la FINCA SAN
SALVADOR (86) (paseo de la Mare de Déu del Coll, 79; calle Pineda, 9),
acondicionada también por Josep M. Jujol, ésta en 1910, donde, durante años,
el propietario explotó una fuente de agua comercializándola, embotellada, con
el nombre de Agua Radial. Hay que destacar el jardín, que se adapta,
mediante terrazas, al relieve de la montaña, y el tratamiento de las grutas que
dan acceso al pozo de agua. El Instituto del Paisaje Urbano inició en 2004 la
redacción de un plan director en diversas fases para proceder a la
recuperación de este conjunto..
Desde este punto podemos bajar, caminando o con el autobús 92, y atravesar
el VIADUCTE DE VALLCARCA (87) (VIADUCTO DE VALLCARCA) hasta
llegar a la CASA COMAS D’ARGEMIR (avenida de la República Argentina, 92), una
obra digna de atención de Josep Vilaseca i Casanovas (1904). Desde la calle se puede ver su
fachada en forma de elipse, decorada con cerámicas y pequeños esgrafiados rodeando las
ventanas decoradas con cabezas de león, rematada con una verja de hierro forjado con las
iniciales de los propietarios y con la torreta, coronada por una cúpula puntiaguda de trencadís
azulado.

Podemos volver a tomar el autobús 92 hasta la avenida del Príncep d'Astúries,


inmediatamente después de la plaza de Lesseps, o bajar paseando, y nos
encontraremos, en la misma plaza, unos espectaculares edificios modernistas
de color amarillo decorados con motivos florales: las CASES RAMOS (89)
(CASAS RAMOS. Plaza de Lesseps, 30, 31 y 32), que son tres edificios unidos
por una fachada común construidos en 1906 por Jaume Torres i Grau. No hay
que perderse las barandillas con forma de abejas en el forjado del balcón
central. En el patio trasero, en la esquina con la calle Mont-Roig, se conserva
un encantador templete modernista. Los cinéfilos tienen en este edificio una
cita ineludible, ya que en él se filmó parte de la película Todo sobre mi madre,
de Pedro Almodóvar.

Volvemos a la avenida del Príncep d'Astúries y bajamos hasta la calle


Carolines, a la izquierda, para visitar una obra que rebosa sabor oriental:
la CASA VICENS (88) (Carolines, 18-24). Esta obra primeriza de Gaudí,
realizada entre 1883 y 1888, fue un encargo de Manuel Vicens, fabricante de
azulejos, para construir una casa particular en el antiguo municipio de Gràcia.
La obra tenía que cumplir una doble misión: ser el hogar de Vicens y, a la vez,
anunciar las excelencias de los productos que fabricaba. Gaudí dio al conjunto
unas características formas inspiradas en la arquitectura india y japonesa y
recubrió buena parte de las tres fachadas con unos espectaculares azulejos
vidriados verdes y blancos. En este edificio, Gaudí utilizó el azulejo de Valencia
exhibiéndolo, como medio para dar color a la fachada y resaltándolo mediante
el contraste con el ladrillo visto. Otro elemento de interés del exterior de la
finca es la reja de hierro, que intenta reproducir -y lo consigue- las estéticas
hojas del margallón, una pequeña palmera endógena de Cataluña. Aunque los
propietarios suelen ser tolerantes con los visitantes que entran al jardín, la
casa es una vivienda privada y el interior no puede ser visitado. Elementos
destacables del interior son la sala-fumadero redonda, culminada por una
bóveda mudéjar de yeso multicolor, la recargada decoración floral y la
ebanistería de color rojo de la sala de estar.

En el distrito de Sarrià-Sant Gervasi encontramos la zona popularmente


conocida como barrio de Pedralbes, el barrio rico por excelencia de la
Barcelona actual. Esta imagen ya la forjó la familia Güell, que era propietaria
de la mayoría de los terrenos que rodean el monasterio gótico de Pedralbes,
cuando decidió promover la urbanización de la zona. Nuestro paseo por el
distrito comienza en los PAVELLONS GÜELL (90) (PABELLONES GÜELL), Centro del
Modernismo de Barcelona, donde se puede comprar la guía de la Ruta del Modernismo,
obtener gratuitamente, con esta guía, los vales de descuento de la Ruta y donde se puede
encontrar información sobre el Modernismo en Barcelona.

Pavellons Güell
Dirección
Avinguda de Pedralbes, 7.
Horario
Abierto cada día de 10 a 16h (última hora de acceso a las 15.30 h).

Visitas guiadas incluidas con l'entrada:

Inglés 10.15, 11.15 y 15 h.

Catalán 12.15 h.

Castellano 13.15 h.

Jornada de puertas abiertas 2017:

30 de septiembre y 7 de octubre todo el día (Fiesta Mayor de les Corts)

21 de octubre de 10 a 14 h (OPEN HOUSE)

Cerrado: 1/1, 6/1, 25/12 y 26/12.

PD: la visita del 26 de marzo en catalán a las 12.15h está reservada.


Información
Tel.: (+34) 933 177 652.www.rutadelmodernisme.com
Observaciones
En el jardín y en el edificio que antiguamente ocupaba el picador de la
Finca Güell se exponen máquinas y herramientas de construcción de la
época entre los que destaca una espectacular grúa, del maestro de
obras de Antoni Gaudí, utilizada en la construcción de La Pedrera. Los
horarios y los idiomas de las visitas pueden sufrir variaciones,por lo que
se aconseja comprobarlos.
Precios y descuento
Precio:

Adultos 5,00 €.

Menores de 18 años, mayores de 65 y parados 2,50 €.

De 0 a 6 años: gratuito.

Descuento de la Ruta del Modernismo: 50% sobre las dos tarifas.

Con el Bus turístico y el bus City Tour:

Adultos 4,00 €.

Menores de 18 años, mayores de 65 y parados 2,00 €.

Visitas guiadas concertadas para grupos previa reserva al tel.: 932 562
504 o a la dirección electrónica: cultura-impuqv@bcn.cat

Precio de grupos: 150,00 €.

Grupos escolares: 125,00 €.

Grupos de jubilados: 125,00 €.


Descripción
Nuestro paseo por el distrito comienza en los PAVELLONS GÜELL (90)
(PABELLONES GÜELL), Centro del Modernismo de Barcelona, donde
se puede comprar la guía de la Ruta del Modernismo, obtener
gratuitamente, con esta guía, los vales de descuento de la Ruta, y
donde se puede encontrar información sobre el Modernismo en
Barcelona. Gaudí consagró toda su vida a trabajar por su original visión
de la arquitectura y Eusebi Güell fue el mecenas que le dio los primeros
medios para empezar a hacer realidad este tipo de obras tan costosas.
Güell quiso ampliar en 1883 la inmensa finca que su padre había
comprado hacía algunos años en la zona de Pedralbes. Se encargó a
Gaudí una parte de las obras de reforma (1884-1887), que fueron
dirigidas por Joan Martorell. Gaudí proyectó el jardín y los pabellones de
entrada a la finca por el camino (hoy paseo de Manuel Girona) que
venía de la carretera de Sarrià. A finales del siglo XIX, en la finca se
encontraba la casa de veraneo de los Güell y tierras de cultivo que la
familia explotaba. Para esta obra, Gaudí se inspiró en el Jardín de las
Hespérides, tal y como Jacint Verdaguer lo describía en su gran poema
L'Atlàntida. Verdaguer había dedicado este poema al suegro de Güell, el
marqués de Comillas, y curiosamente lo había acabado de redactar en
esta misma finca. La entrada destaca especialmente por la denominada
Porta del Drac (puerta del dragón), una gran escultura en hierro forjado
que simboliza el dragón mitológico de Verdaguer, con alas de
murciélago, cuerpo escamado, boca abierta y lengua sinuosa, pero el
adversario del dragón no era san Jorge, sino Hércules. Por otro lado,
L'Atlàntida era un poema en el que las referencias se habían
mediterranizado. El árbol del Jardín de las Hespérides de Verdaguer,
por ejemplo, no es un manzano, como en el mito clásico, sino el naranjo
mediterráneo: sobre la jamba derecha de la Porta del Drac, Gaudí
colocó una pequeña escultura de un naranjo con naranjas doradas. Tras
la muerte de Eusebi Güell, en 1918, sus descendientes cedieron la casa
y parte de los terrenos para la construcción del Palau Reial de
Pedralbes (Palacio Real de Pedralbes). Las antiguas caballerizas, el
picadero y lo que era la casa del conserje forman parte del patrimonio
de la Universidad de Barcelona, que el 2014 cedió el espacio al Instituto
del Paisaje Urbano del Ayuntamiento de Barcelona hasta el 2024, con el
objetivo de abrirlo al público y de proceder a su restauración.

Gaudí consagró toda su vida a trabajar por su original visión de la arquitectura y Eusebi Güell
fue el mecenas que le dio los primeros medios para empezar a hacer realidad este tipo de
obras tan costosas. Güell quiso ampliar en 1883 la inmensa finca que su padre había
comprado hacía algunos años en la zona de Pedralbes. Se encargó a Gaudí una parte de las
obras de reforma (1884-1887), que fueron dirigidas por Joan Martorell. Gaudí proyectó el
jardín y los pabellones de entrada a la finca por el camino (hoy paseo de Manuel Girona) que
venía de la carretera de Sarrià. A finales del siglo XIX, en la finca se encontraba la casa de
veraneo de los Güell y tierras de cultivo que la familia explotaba.

Para esta obra, Gaudí se inspiró en el Jardín de las Hespérides, tal y como
Jacint Verdaguer lo describía en su gran poema L'Atlàntida. Verdaguer había
dedicado este poema al suegro de Güell, el marqués de Comillas, y
curiosamente lo había acabado de redactar en esta misma finca. La entrada
destaca especialmente por la denominada Porta del Drac (puerta del dragón),
una gran escultura en hierro forjado que simboliza el dragón mitológico de
Verdaguer, con alas de murciélago, cuerpo escamado, boca abierta y lengua
sinuosa. El adversario del dragón no era san Jorge, sino Hércules, porque
L'Atlàntida era un poema en el que las referencias se habían mediterranizado.
El árbol del Jardín de las Hespérides de Verdaguer, por ejemplo, no es un
manzano, como en el mito clásico, sino el naranjo mediterráneo: sobre la
jamba derecha de la Porta del Drac, Gaudí colocó una pequeña escultura de
un naranjo con naranjas doradas. Tras la muerte de Eusebi Güell, en 1918,
sus descendientes cedieron la casa y parte de los terrenos para la
construcción del Palau Reial de Pedralbes (Palacio Real de Pedralbes). Las
antiguas caballerizas, el picadero y lo que era la casa del conserje forman
parte del patrimonio de la Universidad de Barcelona.

Atravesando la avenida de Pedralbes, tomamos el paseo de Manuel Girona y,


a pocos metros de la finca Güell, encontramos otra obra de Gaudí, el PORTAL
MIRALLES (91) de la antigua finca Miralles (paseo de Manuel Girona, 55-61).
La intervención de Gaudí (1901-1902) se limitó a la realización del muro de
mampostería de piedra en bruto y el portal de entrada a la finca, un alero
ondulante de piedra con estructura metálica.
Si seguimos en la misma dirección por el paseo de Manuel Girona y la Ronda
del General Mitre llegamos a la calle Ganduxer, ya más cerca del barrio de
Sarrià, en la que encontramos el edificio del COL·LEGI DE LES
TERESIANES (92) (COLEGIO DE LAS TERESIANES), que no está abierto al público, pero en
el que, en ocasiones, fuera del horario escolar, se puede entrar al jardín para verlo.

Col·legi de les Teresianes


Dirección
COLEGIO DE LAS TERESIANES. Ganduxer, 85-105.
Observaciones
Las propias monjas permiten, en ocasiones, el acceso al jardín.
Preguntar al guarda de la puerta o llamar al tel. 932 123 354.

Descripción
Gaudí recibió el encargo de construir este "castillo interior" de santa
Teresa en 1888 y, para llevarlo a cabo, leyó la obra de la mística
católica, lo que resulta evidente cuando se visita el edificio. El
simbolismo de santa Teresa está en todas partes, y las columnas en
forma de T situadas al final del pasillo del claustro la recuerdan. En el
centro del "castillo" hay otra columna, muy sencilla, porque Gaudí
imaginó que Dios estaba en el centro del "castillo" y consideró que no
podía crear nada pretencioso al lado de la belleza divina. La puerta de
entrada también está llena de detalles simbólicos religiosos, como las
iniciales de Jesús, o patrióticos, como las cuatro barras de la bandera
catalana en hierro forjado. Los característicos arcos ojivales del edificio
representan el símbolo de la oración. Gaudí también hizo uso de estos
arcos parabólicos de las fachadas del edificio (ventanas y motivos
ornamentales) en el interior. En los pasillos del primer piso, la presencia
rítmica de los arcos genera un juego de luces y sombras que ennoblece
el espacio e imita al claustro de un convento. Gaudí diseñó incluso las
macetas para las plantas, que tenían que ser de color naranja y verde:
el naranja simbolizaba la Santísima Trinidad; el amarillo correspondía al
Padre; el rojo, al Hijo; y el naranja -la mezcla-, al Espíritu Santo. En las
esquinas del edificio, Gaudí construyó unos pilares helicoidales de
ladrillo con el escudo de la orden religiosa, realizado en cerámica, y
coronados con cruces de cuatro brazos. Otro elemento destacable es la
chimenea, similar a las del Palau Güell, que preside la azotea del
edificio. En el año 2002, coincidiendo con el Año Gaudí, el Instituto del
Paisaje Urbano recuperó elementos y escudos de la fachada y los
originales birretes del coronamiento (que recuerdan a los gorros
doctorales de la Universidad) que se habían perdido durante la Guerra
Civil (1936-1939).

Gaudí recibió el encargo de construir este "castillo interior" de santa Teresa en 1888 y, para
llevarlo a cabo, leyó la obra de la mística católica, lo que resulta evidente cuando se visita el
edificio. El simbolismo de santa Teresa está en todas partes, y las columnas en forma de T
situadas al final del pasillo del claustro la recuerdan. En el centro del "castillo" hay otra
columna, muy sencilla, porque Gaudí imaginó que Dios estaba en el centro del "castillo" y
consideró que no podía crear nada pretencioso al lado de la belleza divina. La puerta de
entrada también está llena de detalles simbólicos religiosos, como las iniciales de Jesús, o
patrióticos, como las cuatro barras de la bandera catalana en hierro forjado. Los característicos
arcos ojivales del edificio representan el símbolo de la oración. Gaudí también hizo uso de
estos arcos parabólicos de las fachadas del edificio (ventanas y motivos ornamentales) en el
interior. En los pasillos del primer piso, la presencia rítmica de los arcos genera un juego de
luces y sombras que ennoblece el espacio e imita al claustro de un convento. Gaudí diseñó
incluso las macetas para las plantas, que tenían que ser de color naranja y verde: el naranja
simbolizaba la Santísima Trinidad; el amarillo correspondía al Padre; el rojo, al Hijo; y el
naranja -la mezcla-, al Espíritu Santo. En las esquinas del edificio, Gaudí construyó unos pilares
helicoidales de ladrillo con el escudo de la orden religiosa, realizado en cerámica, y coronados
con cruces de cuatro brazos. Otro elemento destacable es la chimenea, similar a las del Palau
Güell, que preside la azotea del edificio. En el año 2002, coincidiendo con el Año Gaudí, el
Instituto del Paisaje Urbano recuperó elementos y escudos de la fachada y los originales
birretes del coronamiento (que recuerdan a los gorros doctorales de la Universidad) que se
habían perdido durante la Guerra Civil (1936-1939).

Subiendo por la calle Ganduxer, llegamos al paseo de la Bonanova. Torciendo


a la izquierda y cerca de la confluencia de las dos arterias, se encuentra la
CASA MULEY-AFID (93) (paseo de la Bonanova, 55), una obra de Josep Puig i
Cadafalch construida entre 1911 y 1914 por encargo de un sultán marroquí
exiliado en Barcelona que se hizo muy popular por haber regalado una
elefanta, Júlia, al zoo de Barcelona. El edificio, de cierto aroma oriental, es uno
de los pocos chalés de la Bonanova que no sucumbió a la piqueta de la
especulación urbana. Actualmente acoge la sede del Consulado de México y
está totalmente restaurado.

No muy lejos de aquí, y en dirección a la plaza de Sarrià, bajando por Major de


Sarrià y siguiendo por las calles Pedró de la Creu y Trinquet, se encuentra otra
obra de Puig i Cadafalch: CASA SASTRE I MARQUÉS(94) (Eduardo
Conde,44), un inmueble de 1905 en el que el arquitecto combinó el ladrillo
visto con los esgrafiados y los azulejos de cerámica vidriada. Desde este punto
subimos por la calle Trinquet, torcemos a la derecha por la calle Caponata y
seguimos hasta la calle Cardenal Sentmenat, donde tomaremos los FGC, en la
estación Sarrià (líneas S1 y S2) hasta la estación Peu del Funicular (en esta
parada el primer vagón no abre sus puertas).

El barrio de Vallvidrera es una de las zonas más singulares de Barcelona por


su privilegiada situación, ya que domina la ciudad desde las alturas. Este
antiguo pueblo, independiente hasta 1890 y hoy parte del distrito de Sarrià-
Sant Gervasi, conserva algunas de sus mejores cualidades: aire puro, paisajes
envidiables y bellos edificios modernistas. La manera más rá-
pida de llegar desde el centro de la ciudad es también mediante los
Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya.

El CONJUNT DEL FUNICULAR DE VALLVIDRERA (95) (CONJUNTO


DEL FUNICULAR DE VALVIDRERA), construido por Bonaventura Conill i
Montobbio en 1905, tiene dos edificios modernistas: uno es la ESTACIÓ
INFERIOR (ESTACIÓN INFERIOR. Avenida de Vallvidrera, 66), que ha
sufrido muchas modificaciones, y, el otro es la ESTACIÓ SUPERIOR DE
VALLVIDRERA (ESTACIÓN SUPERIOR DE VALLVIDRERA. Queralt, 20),
que cuenta con una interesante fachada en la que destacan las ventanas y la
puerta, de voluptuosas líneas curvas.

Desde la estación inferior, bajando por la avenida de Vallvidrera, veremos


la CASA MANUEL DOLCET (96) (avenida de Vallvidrera, 44 interior), obra
de Joan Rubió i Bellvé (1907), que destaca por la torre lateral y una terraza
descubierta y rematada con cuatro columnas salomónicas.
Seguimos bajando hasta el final de la avenida de Vallvidrera, cruzamos
General Vives y tomamos el autobús 60 (parada General Vives-Isaac Albèniz)
hasta la tercera parada (Ronda de Dalt-Bellesguard) o bien vamos a pie por
las calles General Vives, Terré y Benedetti. En el trayecto pasaremos por
delante de la CASA ALEMANY (97) (General Vives, 29), otra construcción
de Joan Rubio i Bellvé de 1901 edificada en ladrillo y piedra y con elementos
de inspiración arabizante. A continuación, bajamos por la calle Bellesguard
hasta la TORRE BELLESGUARD (98) (Bellesguard, 20). El proyecto, que
Gaudí realizó para Maria Sagués, es de 1900, y la construcción se finalizó en
1902. Estos dos años se consideran la línea divisoria, el paso del ecuador
entre su obra de juventud y su obra de madurez. El arquitecto supo integrar
plenamente el edificio en su entorno natural y paisajístico y respetar al mismo
tiempo el legado histórico de la finca. Las ruinas medievales de Bellesguard, la
residencia de verano del rey Martín I, último monarca de la dinastía de los
Barcelona, sirvieron como punto de partida para definir la obra y, a la vez,
dignificar los restos históricos. Gaudí construyó el edificio como un pequeño
castillo medieval de estilo gótico: la fachada está revestida con pizarra de
tonalidades grises y verdes, decorada con una especie de almohadillado de
piezas cuadradas, y salpicada por un gran número de ventanas y ventanales
con arcos lobulados. Más de un siglo después de su construcción, el edificio
continúa siendo una residencia particular. En sus inmediaciones se pueden
contemplar los arcos del viaducto que Gaudí construyó entre 1903 y 1905 para
consolidar la calle que conducía al cementerio de Sant Gervasi y que rodea el
Chalé Bellesguard. Los diez arcos, poco conocidos, son contemporáneos y
muy similares a los que el arquitecto diseñó para el Park Güell.

Desde este punto, seguimos por las calles Bellesguard, Quatre Camins y
Císter donde encontraremos una TORRE UNIFAMILIAR (99) (Císter, 25;
Melilla, 9) de 1907 y de autor desconocido, donde destaca, como elemento
más emblemático, una torre mirador en la esquina. Actualmente acoge un café
restaurante. Torcemos a la derecha por la calle Melilla y bajamos por la calle
Dominics hasta la CASA RIALP (100) (Dominics, 14), de Joan Rubió i Bellvé,
de 1908, con un interesante trabajo en ladrillo visto y muros de mampostería.
En el interior, que no puede visitarse, se encuentran obras del pintor uruguayo
afincado en Barcelona Joaquim Torres García. Seguimos por las calles
Dominics, Vendrell y Císter y por el paseo de Sant Gervasi y llegamos a la
plaza de John Kennedy, al comienzo de la avenida del Tibidabo, en otro barrio
de Barcelona en el que encontraremos numerosas obras modernistas.

Para llegar a la zona del Tibidabo desde cualquier otro punto de la ciudad se puede tomar la
línea 7 de los Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya y bajar en la estación Avinguda del
Tibidabo, o bien los autobuses 17, 22, 58, 73, 75 y 123, que llevan justo al inicio de la avenida.

La avenida del Tibidabo comienza en el cruce del paseo de Sant Gervasi con
la calle Balmes, y es un fragmento de la memoria de la Barcelona burguesa de
principios del siglo XX. La historia de esta avenida está vinculada a la del
empresario y farmacéutico Salvador Andreu -famoso por sus pastillas para la
tos-, que quería instalar un gran parque de atracciones en la cima de la
montaña que preside Barcelona. Para llevar a cabo este proyecto, Salvador
Andreu creó la sociedad anónima El Tibidabo, y la primera iniciativa que
adoptó fue la adquisición en 1889 de los terrenos de la vertiente marítima de la
montaña, entre la cumbre y el paseo de Sant Gervasi. En la falda quería crear
una ciudad jardín alineada a uno y otro lado de una elegante avenida que,
desde 1901, se fue llenando de espléndidas villas y residencia privadas. El
itinerario por el Modernismo del Tibidabo comienza en LA ROTONDA (101)
(avenida del Tibidabo, 2), un interesante edificio construido por Adolf Ruiz i Casamitjana en
1906 para albergar el hotel Metropolitan, hoy reconvertido en una clínica.

Junto a La Rotonda, al principio de la avenida del Tibidabo, encontramos la


parada del TRAMVIA BLAU (102) (TRANVÍA AZUL). El Tramvia Blau constituye la más
hermosa y relajada forma de acceder a la montaña del Tibidabo, ya que pasa por delante de
majestuosas residencias y jardines antes de llegar a la estación del Funicular. Las seis unidades
que lo integran efectúan un recorrido de 1.276 metros en los que superan un desnivel de 93
metros a una velocidad media de 10 km/h. La línea, inaugurada el 29 de octubre de 1901,
materializó la vieja ambición del doctor Salvador Andreu de abrir una vía alternativa de acceso
a la montaña del Tibidabo para poder construir un parque de atracciones en la cima.

Tramvia Blau
Dirección
Plza. John F. Kennedy / Av. del Tibidabo.
Horario

Consultar el horario en:

www.tmb.cat/ca/tramvia-blau

NO CIRCULA: 1 de enero y 25 de diciembre.

Del 16 de octubre al 17 de noviembre, el Tramvia Blau estará cerrado


por motivos técnicos.

Disculpen las molestias.


Información
www.tmb.cat/ca/tramvia-blau

Precios y descuento
Precios 2017:
Billete sencillo: 5,50 €.

Descuento de la Ruta del Modernismo:

1,00€ de descuento en el precio del billete sencillo.


Descripción
Junto a La Rotonda, al principio de la avenida del Tibidabo,
encontramos la parada del TRAMVIA BLAU (102) (TRANVÍA AZUL). El
Tramvia Blau constituye la más hermosa y relajada forma de acceder a
la montaña del Tibidabo, ya que pasa por delante de majestuosas
residencias y jardines antes de llegar a la estación del Funicular. Las
seis unidades que lo integran efectúan un recorrido de 1.276 metros en
los que superan un desnivel de 93 metros a una velocidad media de 10
km/h. La línea, inaugurada el 29 de octubre de 1901, materializó la vieja
ambición del doctor Salvador Andreu de abrir una vía alternativa de
acceso a la montaña del Tibidabo para poder construir un parque de
atracciones en la cima. En sus orígenes, la flota estaba compuesta por
cuatro coches que realizaban el trayecto entre el paseo de Sant
Gervasi, final del trayecto de los tranvías de Barcelona, y la estación
inferior del Funicular del Tibidabo, situada a medio camino de la
montaña. En 1981, y después de un largo período de restauración, se
recuperó el tranvía número 2 de 1901, que había estado fuera de
funcionamiento durante treinta años, así como el popular modelo
"jardinera", que años atrás había circulado por la playa. La renovación
de las vías, en 1984, y la construcción de la Ronda de Dalt, en 1990,
afectaron al trayecto natural de la línea. Aprovechando esta última
circunstancia se construyó una nueva estación transformadora y se
realizaron tareas de acondicionamiento en las vías y en las cocheras.

En sus orígenes, la flota estaba compuesta por cuatro coches que realizaban
el trayecto entre el paseo de Sant Gervasi, final del trayecto de los tranvías de
Barcelona, y la estación inferior del Funicular del Tibidabo, situada a medio
camino de la montaña. En 1981, y después de un largo período de
restauración, se recuperó el tranvía número 2 de 1901, que había estado fuera
de funcionamiento durante treinta años, así como el popular modelo
"jardinera", que años atrás había circulado por la playa. La renovación de las
vías, en 1984, y la construcción de la Ronda de Dalt, en 1990, afectaron al
trayecto natural de la línea. Aprovechando esta última circunstancia se
construyó una nueva estación transformadora y se realizaron tareas de
acondicionamiento en las vías y en las cocheras.
En el recorrido de subida por la avenida del Tibidabo desde La Rotonda,
pasaremos por delante de dos obras consideradas noucentistes: la TORRE
DEL DOCTOR ANDREU (CHALÉ DEL DOCTOR ANDREU. Avenida del
Tibidabo, 17-19), y la TORRE SALVADOR ANDREU (CHALÉ SALVADOR
ANDREU. Avenida del Tibidabo, 21; calle Josep M. Florensa, 1), ambas del
prolífico Enric Sagnier i Villavecchia (1915-1918). En la acera de enfrente
encontramos precisamente la CASA COLL (avenida del Tibidabo, 28), de
estilo noucentista, diseñada también por Enric Sagnier. Justo enfrente de la
Casa Coll se puede contemplar la TORRE IGNACIO PORTABELLA (103)
(CHALÉ IGNACIO PORTABELLA. Avenida del Tibidabo, 27; calle Teodor
Roviralta, 4), del maestro de obras José Pérez Terraza (1905), una vivienda de
dos plantas con una torre-mirador circular que destaca en su fachada.

La siguiente obra de la Ruta es de Joan Rubió i Bellvé: la CASA


ROVIRALTA (104) (avenida del Tibidabo, 31; calle Romà Macaya, 1-5),
(1903-1913) antigua residencia de la familia Roviralta, popularmente conocida
como el "frare blanc" (fraile blanco), hoy reconvertida en un restaurante que
luce orgulloso las paredes de blanco austero y el tejado de enormes voladizos.

Seguimos subiendo y pasamos por la CASA FORNELLS (105) (avenida del


Tibidabo, 35-37; Bosch i Alsina, 1), también de Rubió i Bellvé (1903), un
proyecto de intenciones medievalistas, en el que predomina el uso del ladrillo
visto, tan característico de este arquitecto. Abandonamos temporalmente la
avenida del Tibidabo y torcemos por Bosch i Alsina hasta avistar la entrada
principal y antigua sede de COSMOCAIXA-MUSEU DE LA
CIÈNCIA (106) (MUSEO DE LA CIENCIA), un edificio modernista de Josep
Domènech i Estapà construido entre 1904 y 1909 como asilo para ciegos. En
la actualidad, alberga las oficinas, el restaurante y las aulas del nuevo museo.
El edificio modernista se ha unido por el vestíbulo de la entrada a un edificio de
nueva planta. El nuevo Museo de la Ciencia de la Fundación "la Caixa",
CosmoCaixa Barcelona, inaugurado en septiembre de 2004, es un espacio
concebido para todo tipo de público, con una amplia oferta científica y
educativa, exposiciones, talleres, conferencias, cursos y debates. La
exposición permanente, la sala de la Materia, permite al visitante realizar un
recorrido desde el big bang hasta la actualidad. El Bosque inundado y el Muro
geológico son dos de los espacios singulares de este nuevo centro.
CosmoCaixa también dispone de un planetario, un auditorio, salas de
conferencias y espacios para los más pequeños. Hay que destacar también la
Plaza de la Ciencia, un gran espacio público que se ha abierto a la ciudad con
la construcción del museo.

CosmoCaixa, Museu de la Ciència


Dirección
Isaac Newton, 26.
Horario
De martes a domingo, de 10 a 20 h. Cerrado los lunes, excepto festivos,
y el 1 y el 6 de enero y el 25 de diciembre.
Información
Tel.: 932 126 050. www.fundacio.lacaixa.es
Observaciones
Los horarios pueden sufrir variaciones, por lo que se recomienda
consultarlos previamente.
Precios y descuento
Entrada general: 4,00 €, incluidas las exposiciones temporales y
permanentes.

Clientes de "la Caixa" y menores de 16 años: gratuito.

Descuento de la Ruta del Modernismo: 25% sobre la entrada general.


Descripción
COSMOCAIXA-MUSEU DE LA CIÈNCIA (106) (MUSEO DE LA
CIENCIA), un edificio modernista de Josep Domènech i Estapà
construido entre 1904 y 1909 como asilo para ciegos. En la actualidad,
alberga las oficinas, el restaurante y las aulas del nuevo museo. El
edificio modernista se ha unido por el vestíbulo de la entrada a un
edificio de nueva planta. El nuevo Museo de la Ciencia de la Fundación
"la Caixa", CosmoCaixa Barcelona, inaugurado en septiembre de 2004,
es un espacio concebido para todo tipo de público, con una amplia
oferta científica y educativa, exposiciones, talleres, conferencias, cursos
y debates. La exposición permanente, la sala de la Materia, permite al
visitante realizar un recorrido desde el big bang hasta la actualidad. El
Bosque inundado y el Muro geológico son dos de los espacios
singulares de este nuevo centro. CosmoCaixa también dispone de un
planetario, un auditorio, salas de conferencias y espacios para los más
pequeños. Hay que destacar también la Plaza de la Ciencia, un gran
espacio público que se ha abierto a la ciudad con la construcción del
museo.

Desde este punto podemos bajar por la calle Císter hasta el CONVENT DE
VALLDONZELLA (107) (CONVENTO DE VALLDONZELLA. Císter, 39-45)
obra de Bernardí Martorell i Puig, construido a partir de 1910 dentro de un
goticismo con influencias gaudinianas.

Volvemos a la avenida del Tibidabo cruzando la Ronda por delante del Museo
y, siguiendo por la calle Adrià Margarit, vemos a la CASA MUNTADAS (108)
(avenida del Tibidabo, 48), una bella edificación de Josep Puig i Cadafalch
(1901) que recrea la fachada de una típica masía catalana, decorada con unos
sencillos estucados florales que enmarcan las puertas y las ventanas y siguen
el contorno del coronamiento. Un poco más adelante, se encuentra la CASA
CASACUBERTA (109) (avenida del Tibidabo, 56), obra de Joan Rubió i
Bellvé (1907), en la que destacan la riqueza y variedad de puertas y ventanas
características de la obra de este arquitecto. Al final de la avenida del Tibidabo
y del recorrido del Tramvia Blau se halla la plaza del Doctor Andreu, con dos
bares musicales en los extremos. Justo enfrente del bar Mirablau, se erige una
de las construcciones más características de la zona, la CASA EVARIST
ARNÚS(110) (Manuel Arnús, 1-31). El chalé de la familia de los banqueros
Arnús (también conocido con el nombre de "El Pinar") fue construido por el
inevitable Enric Sagnier i Villavecchia en 1903. Un poco más arriba se
encuentra la casa de los porteros de la finca, también de estilo neogótico. Este
conjunto es una de las típicas imágenes nocturnas de la zona cuando,
iluminado, se asemeja al castillo de un cuento de hadas.

Desde la plaza del Doctor Andreu podemos tomar el funicular del Tibidabo que
nos llevará a la cima de la montaña y al PARC D'ATRACCIONS
TIBIDABO (111) (PARQUE DE ATRACCIONES TIBIDADO). El parque, fundado en 1899 por
Salvador Andreu, es el tercer parque más antiguo del mundo. Su ubicación privilegiada en un
entorno natural y el hecho de que convivan joyas de la ingeniería de gran valor histórico -las
denominadas "atracciones emblemáticas"- con instalaciones de última generación y
espectáculos sorprendentes convierten a este parque en uno de los espacios de ocio más
representativos de la ciudad de Barcelona. Entre las "atracciones emblemáticas" podemos
encontrar desde el Avión hasta el Museo de Autómatas, ubicado en un antiguo teatro de
1909.

La colección de autómatas reúne piezas de todo el mundo e incluye una cincuentena de


autómatas de principios del siglo XX, algunos considerados modernistas. En él encontraremos
desde los muñecos que funcionaban con monedas, y que se podían ver en las ferias de toda
Europa, hasta algunos juegos y juguetes mecánicos con los que se distraían los niños de la
época. El fondo del museo está considerado uno de los mejores del mundo, especialmente por
el buen estado de conservación de las piezas.

Parc d'Atraccions Tibidabo


Dirección
Plaza del Tibidabo, 3-4.
Horario
Abierto todos los días del año excepto del 6 al 31 de enero, de lunes a
viernes en febrero y el 25 y el 26 de diciembre.

Febrero: de 11 a 17h únicamente fines de semana.


Marzo: de 11 a 16h.

Abril: de 11 a 17h.

Mayo: de 11 a 18h.

Junio: de 11 a 18h.

Julio: de 11 a 19h.

Agosto: de 11 a 23h.

Septiembre: de 11 a 18h.

Octubre: de 11 a 18h.

Noviembre: de 11 a 16h.

Diciembre: de 11 a 16h.
Información
Tel.: 932 117 942. www.tibidabo.es
Observaciones
Transportes: Tramvia Blau y funicular; los FGC (Ferrocarrils) hasta la
estación Peu de Funicular, Funicular de Vallvidrera y Bus 111; y el
Tibibus desde la plaza de Catalunya.
Precios y descuento
Entrada Camí del Cel: 12,70 €.

Entrada completa: 22,00 €.

Descuento de la Ruta del Modernismo: 25% sobre la entrada Camí del


Cel.
Descripción
PARC D'ATRACCIONS TIBIDABO (111) (PARQUE DE ATRACCIONES
TIBIDADO). El parque, fundado en 1899 por Salvador Andreu, es el
tercer parque más antiguo del mundo. Su ubicación privilegiada en un
entorno natural y el hecho de que convivan joyas de la ingeniería de
gran valor histórico -las denominadas "atracciones emblemáticas"- con
instalaciones de última generación y espectáculos sorprendentes
convierten a este parque en uno de los espacios de ocio más
representativos de la ciudad de Barcelona. Entre las "atracciones
emblemáticas" podemos encontrar desde el Avión hasta el Museo de
Autómatas, ubicado en un antiguo teatro de 1909.
La colección de autómatas reúne piezas de todo el mundo e incluye una
cincuentena de autómatas de principios del siglo XX, algunos
considerados modernistas. En él encontraremos desde los muñecos
que funcionaban con monedas, y que se podían ver en las ferias de
toda Europa, hasta algunos juegos y juguetes mecánicos con los que se
distraían los niños de la época. El fondo del museo está considerado
uno de los mejores del mundo, especialmente por el buen estado de
conservación de las piezas.

Desde el parque se puede ir a pie a buscar la carretera de Vallvidrera al


Tibidabo hasta el desvío que conduce, en un agradable paseo, hasta
el OBSERVATORI FABRA (112) (OBSERVATORIO FABRA). (Si no vamos a pie, desde
Barcelona, la única forma de llegar es en taxi o en transporte privado). El Observatorio Fabra
pertenece a la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, cuya dirección científica se
encarga de su funcionamiento y mantenimiento. Fue inaugurado el 7 de abril de 1904 y es
obra del arquitecto barcelonés Josep Domènech i Estapà. El origen del Observatorio Fabra se
remonta al año 1900, cuando Camil Fabra, industrial, mecenas y primer marqués de Alella,
aportó una gran cantidad de dinero con el objetivo de contribuir a la realización del proyecto
para construir un observatorio astronómico, meteorológico y sísmico en el Tibidabo. En 1902
empezaron las obras, que concluyeron dos años después.

Observatori Fabra
Dirección
Carretera del Observatori Fabra, s/n.
Horario
Visitas nocturnas: durante todo el año, con un calendario mensual
variable dependiendo de la astronomía.

Visistas diurnas: Domingos y festivos a las 11h, 12h y 13h, No hay


visitas entre Navidad y el 6 de enero, Semana Santa y el mes de
agosto. No es necesaria reserva previa.
Información
Visitas nocturnas:

Tel. 931 701 797 (Sternalia).

Visitas diurnas:

Tel. 93 417 57 36 (Observatorio Fabra).


Observaciones
Transporte: desde el parque, a pie, por la carretera de Vallvidrera al
Tibidabo. Desde Barcelona, en taxi o en transporte privado, por la
carretera de Sant Cugat -antigua Arrabassada- hasta la carretera de
Vallvidrera al Tibidabo.
Precios y descuento
Visita de nocturna:

observaciones del cielo, los viernes, 15,00, € Descuento de la Ruta del


Modernismo: 25%, no aplicable a las visitas diurnas, a las visitas con
cena incluida ni a las visitas de los sábados.

Visita diurna: 2,00€. No aplicable el descuento de la Ruta del


Modernismo.
Descripción
OBSERVATORI FABRA (112) (OBSERVATORIO FABRA). (Si no vamos
a pie, desde Barcelona, la única forma de llegar es en taxi o en
transporte privado). El Observatorio Fabra pertenece a la Real
Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, cuya dirección científica se
encarga de su funcionamiento y mantenimiento. Fue inaugurado el 7 de
abril de 1904 y es obra del arquitecto barcelonés Josep Domènech i
Estapà. El origen del Observatorio Fabra se remonta al año 1900,
cuando Camil Fabra, industrial, mecenas y primer marqués de Alella,
aportó una gran cantidad de dinero con el objetivo de contribuir a la
realización del proyecto para construir un observatorio astronómico,
meteorológico y sísmico en el Tibidabo. En 1902 empezaron las obras,
que concluyeron dos años después. El edificio, formado por la
yuxtaposición de tres cuerpos bien diferenciados (uno de planta
octogonal, otro de planta rectangular y otro más de planta en forma de
cruz), es el resultado del eclecticismo característico de Domènech i
Estapà y de las especiales funciones a las que estaba destinado. Así, el
cuerpo rectangular, acabado con un crucero transitable, está dividido en
dos por una abertura vertical, necesaria para el funcionamiento de los
aparatos de observación, y el cuerpo octogonal está coronado por la
cúpula, metálica y giratoria, del telescopio. Por otro lado, el edificio está
decorado por un atrio de acceso que es de inspiración clásica, pero con
dos columnas neoegípcias y un frontispicio de formas atípicas. En el
frontispicio se puede observar un bajorrelieve que representa la figura
de una mujer medio vestida con un astrolabio en la mano izquierda. La
figura está rodeada por representaciones de planetas y astros, entre los
que se reconocen el Sol y Saturno: se trata de una alegoría de la
astronomía.

La actividad astronómica se inició en 1905 con la observación de un


eclipse y, desde entonces, nunca se ha visto interrumpida. En cualquier
caso, los acontecimientos más importantes proceden de las
observaciones de Josep Comas i Solà entre los años 1915 y 1930.
Actualmente el Observatorio Fabra continúa con su faceta
investigadora, pero ha abierto un espacio de actividad educativa y de
divulgación astronómica al público en general. Hay que destacar el ciclo
de observaciones nocturnas que con el nombre de "El cielo de
Barcelona" quiere mostrar a los visitantes los cuerpos celestes que se
pueden ver desde el cielo de nuestra ciudad, así como las "Cenas con
estrellas", veladas organizadas que, además de la cena, incluyen una
visita al Observatorio y la posibilidad de observar el cielo a través del
gran telescopio centenario (sólo en julio, agosto y septiembre).

El edificio, formado por la yuxtaposición de tres cuerpos bien diferenciados


(uno de planta octogonal, otro de planta rectangular y otro más de planta en
forma de cruz), es el resultado del eclecticismo característico de Domènech i
Estapà y de las especiales funciones a las que estaba destinado. Así, el
cuerpo rectangular, acabado con un crucero transitable, está dividido en dos
por una abertura vertical, necesaria para el funcionamiento de los aparatos de
observación, y el cuerpo octogonal está coronado por la cúpula, metálica y
giratoria, del telescopio. Por otro lado, el edificio está decorado por un atrio de
acceso que es de inspiración clásica, pero con dos columnas neoegípcias y un
frontispicio de formas atípicas. En el frontispicio se puede observar un
bajorrelieve que representa la figura de una mujer medio vestida con un
astrolabio en la mano izquierda. La figura está rodeada por representaciones
de planetas y astros, entre los que se reconocen el Sol y Saturno: se trata de
una alegoría de la astronomía.

La actividad astronómica se inició en 1905 con la observación de un eclipse y,


desde entonces, nunca se ha visto interrumpida. En cualquier caso, los
acontecimientos más importantes proceden de las observaciones de Josep
Comas i Solà entre los años 1915 y 1930. Actualmente el Observatorio Fabra
continúa con su faceta investigadora, pero ha abierto un espacio de actividad
educativa y de divulgación astronómica al público en general. Hay que
destacar el ciclo de observaciones nocturnas que con el nombre de "El cielo de
Barcelona" quiere mostrar a los visitantes los cuerpos celestes que se pueden
ver desde el cielo de nuestra ciudad, así como las "Cenas con estrellas",
veladas organizadas que, además de la cena, incluyen una visita al
Observatorio y la posibilidad de observar el cielo a través del gran telescopio
centenario (sólo en julio, agosto y septiembre).

El distrito de Sant Andreu posee una personalidad muy acusada, consecuencia


de su larga tradición fabril y asociativa. De su pasado modernista se conservan
tres piezas principales: la primera de ellas es la modesta CASA VIDAL (113)
(Pons i Gallarza, 1-3; Gran de Sant Andreu, 255), un edificio de color verde
pálido construido en 1906 por el arquitecto Joan Torras i Guardiola, que nació
en ese mismo barrio. En este edificio destacan las balconadas con barandillas
de hierro forjado, que, con su sinuosidad, realzan la esquina y confieren
personalidad a la fachada. Por la calle Gran de Sant Andreu llegamos al paseo
de Fabra i Puig, antigua Rambla de Sant Andreu, donde se alza, en la esquina
con la calle Cuba, CAN GUARDIOLA (114) (CASA GUARDIOLA. Paseo de
Fabra i Puig, 13; Cuba, 2-4), construida por Josep Codina i Clapés entre 1903
y 1904. Lo más destacable del edificio es su decoración, con interesantes
referencias al barroco catalán en el coronamiento de la fachada principal o al
"plateresco" barcelonés en el enmarcamiento de los balcones. Cruzando el
paseo y continuando en la misma dirección llegamos a la calle Monges. En su
confluencia con la calle Vallès se erige la pequeña iglesia de Sant Paciá. El
interés de esta modesta parroquia, construida entre 1876 y 1881, reside en su
interior, donde se puede contemplar el MOSAIC DE L'ESGLÉSIA DE
SANT PACIÀ (115) (MOSAICO DE LA IGLESIA DE SANT PACIÁ. Vallès,
40), que Antoni Gaudí diseñó en 1880 en sus primeros años como arquitecto.

Anexo: Las 120 obras de la Ruta

(1) Casa Estapé (2) Hidroelèctrica

(3) Castell dels Tres (4) Hivernacle


Dragons

(5) Umbracle (6) Molly's Fair City


(7) Fanals (8) Palau Güell

(9) London Bar (10) Camiseria Bonet

(11) Café de l'Òpera (12) Hotel España

(13) Hotel Peninsular (14) Casa Doctor Genové

(15) Antiga Casa Figueras (16) Mercat de la Boqueria

(17) El Indio (18) Muy Buenas

(19) Reial Acadèmia de (20) Casa Elena Castellano


Ciències i Arts

(21) Ateneu Barcelonès (22) Catalana de Gas, Gas


Natural

(23) Casa Martí, Els (24) Palau de la Música Catalana


Quatre Gats

(25) Casa Pascual i Pons (26) Casa Llorenç Camprubí

(27) Casa Calvet (28) Cases Rocamora

(29) Casa Gerónimo (30) Conjunt de Tres Edificis


Granell

(31) Casa Golferichs (32) Casa de la Lactància

(33) Casa Fajol (34) Museu Nacional d'Art de


Catalunya MNAC

(35) CaixaForum. Antiga (36) Estació de la Magòria


Fàbrica Casaramona

(37) Mercat d'Hostafrancs (38) Seu del Districte de Sants-


Montjuïc

(39) Casa Malagrida (40) Forn Sarret

(41) Forn de la Concepció (42) Casa Pomar


(43) Casa Lleó Morera (44) Casa Amatller

(45) Casa Batlló (46) Editorial Montaner i Simon,


Fundació Antoni Tàpies

(47) Casa Dolors Calm (48) Casa Fargas

(49) Fundación Mapfre – (50) Farmàcia Bolós


Casa Garriga Nogués

(51) Casa Domènech i (52) Casa Juncosa


Estapà

(53) Casa Queraltó (54) Casa Vídua Marfà

(55) Bancs-Fanals (56) Queviures Múrria

(57) Casa Josefa (58) Casa Jaume Forn


Villanueva

(59) Casa Santurce (60) Conservatori Municipal de


Música

(61) Casa Lamadrid (62) Casa Granell

(63) Casa Llopis Bofill (64) Casa Vallet i Xiró

(65) Casa Thomas (66) Palau Montaner

(67) Casa Milà, La Pedrera (68) Casa Casas-Carbó

(69) Casa Serra (70) Casa Antoni Costa

(71) Casa Sayrach (72) Casa Pere Company

(73) Casa Pérez Samanillo (74) Casa Bonaventura Ferrer

(75) Casa Fuster (76) Palau del Baró de Quadras

(77) Casa Comalat (78) Casa Terrades, Casa de les


Punxes
(79) Casa Macaya (80) Casa Planells

(81) Basílica de la Sagrada (82) Hospital de la Santa Creu i


Família Sant Pau. Recinte modernista.

(83) Park Güell (84) Casa Museu Gaudí

(85) Casa Queralt (86) Finca San Salvador

(87) Casa Comas (88) Cases Ramos


d'Argemir

(89) Casa Vicens (90) Pavellons Güell

(91) Portal Miralles (92) Col·legi de les Teresianes

(93) Casa Muley-Afid (94) Casa Sastre i Marqués

(95) Conjunt del Funicular (96) Casa Manuel Dolcet


de Vallvidrera

(97) Casa Alemany (98) Torre Bellesguard

(99) Torre Unifamiliar (100) Casa Rialp

(101) La Rotonda (102) Tramvia Blau

(103) Torre Ignacio (104) Casa Roviralta


Portabella

(105) Casa Fornells (106) CosmoCaixa, Museu de la


Ciència

(107) C de Valldonzella (108) Casa Muntadas

(109) Casa Casacuberta (110) Casa Evarist Arnús

(111) Parc d'Atraccions (112) Observatori Fabra


Tibidabo

(113) Casa Vidal (114) Can Guardiola

(115) Mosaic de l'Església (116) Museu del Modernisme de


de Sant Pacià Barcelona

(130) Gran Teatre del (131) G. Experiència - Gaudí 4D


Liceu

(132) Cercle Artístic Sant (133) 132


Lluc

(134) Palau Mornau -


Hemp Museum

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