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ALELUYA

Aleluya significa “Alaben a Yahve”.

En la historia del cristianismo Aleluya ha sido una aclamación pascual:


¡Alaben a Yahve porque Jesucristo ha resucitado!

Es una aclamación por la cual la asamblea expresa su fe, alabando a Cristo


que nos ha congregado su palabra que salva: ¡Aleluya!

La alegre aclamación del Aleluya antes del Evangelio, prepara a la escucha de


la Palabra de Jesucristo. En las normas del misal dice: que, de no cantarse es
mejor eliminar el aleluya: ¡tan importante se considera cantarlo!

El leccionario contiene; para cada Evangelio, un versículo propio que puede


ser leído o cantado entre los Aleluya. Sepa usted que en los cuarenta días de
la cuaresma no se canta el Aleluya, sino que se sustituye por otro canto
breve de aclamación al Evangelio, pero que no contenga la palabra “Aleluya”.

Por lo regular se hace el canto: Honor y Gloria a ti, Señor Jesus, y el Aleluya
se vuelve a cantar solamente en la Pascua, para anunciar la resurrección e
Cristo. En algunas comunidades se canta también el Aleluya u otro canto
breve al final de la lectura del Evangelio, pero solo donde asi lo determine el
sacerdote.

Criterios:

1.- El aleluya se canta en todos los tiempos litúrgicos fuera de la cuaresma,


acompañado por un versículo. No es un canto con un Aleluya al final.
2.- en la cuaresma se canta “Honor y Gloria”.
3.- La inicia todo el pueblo , el coro o solo un cantor.
4.- Esta aclamación es siempre cantada. Si no se canta puede omitirse.
5.- Hay cantos que tienen el versículo ya compuesto, este debe cantarse
siempre y cuando vaya en relación con las lecturas propias de la celebración.
De preferencia debe leerse la que marca la lectura del dia, o musicalizarla con
forme al aleluya que se ha proclamado.
CANTO DE OFRENDAS

El canto de ofrendas es el que acompaña la presentación que los fieles hacen


del pan y el vino que se convertirán en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

Mientras se prepara el altar y se llevan a él los dones del pan y del vino, y las
ofrendas de los fieles, la asamblea se dispone a acoger el don por excelencia:
Cristo, que se ofrece a sí mismo al Padre. Él es quien se ofrece. Nosotros
sólo presentamos al Padre nuestros dones.

La presentación de las ofrendas se puede acompañar con un canto, sobre


todo si hay procesión; en misas más sencillas no es necesario cantar. Se
puede interpretar música instrumental adecuada al momento, o escuchar al
sacerdote que en voz alta puede hacer la oración de la presentación de
ofrendas.

Muchos piensan que lo más importante de este momento es dar la limosna y


que por eso se le llama ofertorio, es decir de ofrecer. Aclaro que no
necesariamente debe darse la limosna que ayuda a la iglesia para adquirir los
dones y manutención del lugar.

El ofertorio es el momento de ofrecer a Dios lo que somos, lo que llevamos


en el corazón de cada uno, ya sean tristezas, alegrías, sufrimientos,
necesidades, lo que sea, ofrecerlo a Dios.

Criterios:

1.- El canto procesional de ofrendas se justifica cuando precisamente dichas


ofrendas son presentadas por los fieles. Si no hay procesión, la asamblea
guarda silencio.

2.- los cantos pueden expresar la entrega a Dios de nuestra vida simbolizada
en el pan y el vino, fruto de nuestro esfuerzo o en otros tipos de ofrenda
que hacemos.
3.- Tambien pueden expresar la alegría de nuestra fraternidad cristiana
reunida en torno a Cristo o bien prolongar el contenido entregado por Dios
en la Palabra o el que se esta viviendo en determinado tiempo litúrgico.

4.- No utilizar cantos de petición que repitan el contenido de la oración


universal, ni cantos sacrificiales que expresen la ofrenda del sacrificio a Dios.

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