Anda di halaman 1dari 4

Historia de la industria textil en

Cataluña
Las transformaciones industriales
En España, la Revolución industrial afectó de lleno a dos zonas, Cataluña y el
País Vasco, y, en menor medida a Andalucía, Asturias, Comunidad
Valenciana y Castilla. Pero a finales del s. XIX España aún era un país con un
pobre desarrollo industrial.
El atraso de la industria española
Cuando, a finales del siglo XIX, algunos países europeos iniciaban la Segunda
Revolución industrial, nuestro país seguía siendo eminentemente agrario.
Causas del retraso industrial
Este retraso industrial puede explicarse por la falta de poder adquisitivo de la
población, lo que generaba una escasa demanda de productos manufacturados,
y excesivas medidas proteccionistas. Sin estas medidas (impuestos
arancelarios que gravaran los productos procedentes de Europa) era difícil que
hubiese industria. El excesivo proteccionismo no estimuló la renovación
tecnológica, lo que hacía perder competitividad, con el encarecimiento
consiguiente de los productos industriales.
La falta de inversiones, las malas comunicaciones terrestres y la falta de redes
comerciales, no favorecieron el desarrollo industrial.
Evolución de la industria
Algunos de estos problemas se resolvieron a lo largo del siglo y se generó una
expansión del sector industrial, pero a un ritmo más lento.
Por lo que respecta a la evolución económica en relación con la actividad
industrial, hubo una expansión desde 1820 a 1850 seguida de un periodo de
crisis durante el decenio siguiente. Las causas de esta crisis fueron, las nuevas
posibilidades de inversión y el encarecimiento del algodón. La recuperación
fue lenta y constante hasta 1898, fecha de la independencia de Cuba y Puerto
Rico, mercados que entonces absorbían casi el 20% de la producción textil
catalana.
La industria textil
Para que prosperase una industria textil en el siglo XIX, eran necesarias 3
condiciones: exigencia de capital (inversiones), suficiente mano de obra e
innovación tecnológica. Además, se debía de disponer de materias primas o
fuentes energéticas abundantes y baratas y tenía que haber una demanda
suficiente de tejidos.
Unas condiciones adversas
El mercado español tenía poca capacidad de compra para importar algodón y
carbón, pero, a pesar de esto, en Cataluña se creó una importante industria
textil, sobre todo algodonera, gracias al avance de la economía catalana y al
proteccionismo aplicado por casi todos los gobiernos liberales.
Los tejidos de algodón revolucionaron esta industria, por lo que la tradicional
ropa fue sustituida por tejidos de este material. Los procesos industriales
hicieron de fabricación de este tipo de tela un producto a la alcance de muchos
bolsillos.
Espíritu de iniciativa
El espíritu de iniciativa y de riesgo de la sociedad catalana fue un elemento
decisivo en el desarrollo de la industria textil. Un ejemplo fueron los
hermanos Bonaplata que construyeron la 1º fábrica que funcionaba con
energía de vapor. La innovación y el espíritu de iniciativa, el capital y la mano
de obra abundante, así como la búsqueda de un mercado para la exportación,
hicieron que la Revolución Industrial llegara a Cataluña. Ya a finales de 1840
se construyeron en los edificios grandes chimeneas de vapor.
Del carbón a los saltos de agua
La industria textil catalana siguió en sus inicios el modelo británico, basado en
el uso del carbón para conseguir la presión del vapor necesaria en el
movimiento de poleas, ruecas y telares. También compraron o imitaron la
maquinaria y la tecnología inglesas, reprodujeron el modelo de fábrica y
estudiaron sus estrategias comerciales. Pero a partir de 1860, ante el elevado
coste del carbón (lo que encareció los tejidos debido a la importación de este
material), se buscó el aprovechamiento de los saltos de agua de las corrientes
de los ríos para mover las turbinas. Así se crearon muchas colonias
industriales en las cuencas medias de los ríos Ter y Llobregat. A esta
localización industrial contribuyó el hecho de que las colonias facilitaban el
aislamiento y el control de los trabajadores, cuando ya empezaban a
organizarse los primeros movimientos obreros.
El proteccionismo
Entre 1875 y 1886, los textiles vivieron su periodo de esplendor, coincidiendo,
con el auge de la agricultura vinícola. La supervivencia y la expansión de esta
industria fueron posibles gracias al proteccionismo comercial, para ello, contó
con la ayuda de la Ley de Relaciones Comerciales con las Antillas de 1882,
que le aseguró el mercado colonial hasta la derrota de 1898.
La superioridad inglesa en cuanto a precios y control del mercado obligó a la
industria catalana a proteger su producción. Por eso se evitó la importación de
los tejidos británicos a España y a las colonias que aún mantenía. Este
proteccionismo perjudicó la expansión de su mercado, ya que, fuera del
ámbito nacional, los precios elevados le impedían competir con los tejidos
británicos en otros países.
La industria siderúrgica
En 1831 se instaló en España el primer alto horno, el de La Constancia, en
Málaga. La familia Heredia impulsó esta actividad y Andalucía, con Marbella
y Sevilla, fue la primera región con siderurgia moderna. La escasez de mineral
y la falta de carbón la hizo inviable en 30 años.
En la década de 1840 se desarrolló la siderurgia en Asturias. Asturias tenía la
ventaja del carbón, que, gracias a los aranceles proteccionistas, era más barato
que el de importación. En 1868 todavía un 50% del hierro español se producía
en Asturias.
La siderurgia vasca
Los primeros altos hornos en el País Vasco se instalaron en 1841, a iniciativa
de la familia Ibarra. Los comerciantes vascos aprovecharon la política
proteccionista de los gobiernos liberales y la supresión parcial de los fueron,
que permitía el libre comercio con el resto de España.
La actividad comercial desarrollada en los puertos vascos facilitó que un
sector de los comerciantes orientara su negocio a la explotación de mineral de
hierro de las tradicionales minas de la cuenca bilbaína. Este sector se
enriqueció exportando el mineral a Reino Unido. Esta circunstancia propició
la aparición de importantes astilleros en la ría de Bilbao para construir barcos
que transportaran el mineral.
A partir de la década de 1860 se levantaron altos hornos para la fabricación de
hierro. Una de las ventajas de esta inversión era la importación de carbón
británico (muy abundante y barato). Los industriales vascos aprovechaban el
viaje de vuelta a Bilbao de los barcos que llevaban el hierro a Reino Unido
para traer carbón. Por ello, el coste del transporte del carbón era bajo.
Causas del despegue de la siderurgia vasca
La causa para explicar el despegue de la siderurgia vasca fue la sustitución del
hierro dulce por el acero. La producción de acero necesitaba menos carbón y
exigía un mineral de hierro sin fosforo, el cual se extraía de las minas
vizcaínas de Somorrostro. Y como además el carbón lo importaban de Reino
Unido, a muy buen precio, la viabilidad de estas industrias era evidente.
Entre 1856 y 1871, la producción de acero se quintuplicó en Bizkaia. Pero la
gran expansión se produjo a partir de 1875.
Entre 1880 y 1900 se produjo un gran avance en la industria siderúrgica con la
creación, sobre todo en Gipuzkoa, de numerosas empresas metalúrgicas de
transformados del acero.
Además de este factor tecnológico, el auge de la siderurgia vasca también se
explica por el proteccionismo del último tercio del siglo XIX. La casi
imposibilidad de importar el acero y hierro británico o alemán, por los
elevados costes arancelarios, hacía que casi todo el mercado español
consumiera el acero y la mayoría de los productos derivados de las industrias
metalúrgicas vascas.
Por último, hay que señalar los efectos que tuvo sobre la economía vasca la
existencia de las industrias del hierro. Se crearon industrias subsidiarias, como
es el caso de las industrias químicas y las de maquinaria industrial y de
transporte, sobre todo con la potenciación de los astilleros.
Otros sectores industriales
Además de la industria textil y de la siderúrgica, la industrialización afectó a
otros sectores que no llegaron a alcanzar tanta importancia.
La minería: La extracción minera creció, en especial a partir de la Ley de
Bases Mineras de 1868, que permitió la entrada de importantes inversiones
extranjeras en el sector. Se potenció la explotación de las minas de mercurio,
cobre y plomo. En 1869, España se convirtió en la primera exportadora
mundial de plomo. La mayoría de la producción se exportaba al extranjero.
Otras industrias: En la industria agroalimentaria destacan las fábricas de
harina, las empresas de elaboración de vinos y alcoholes y la producción de
aceite de oliva, proceso que avanzó técnicamente con la sustitución de la
tracción animal de las prensas por la máquina de vapor.
La industria química se distingue por la producción de colorantes y lejías,
necesarios para la industria textil, y la fabricación de dinamita utilizada en las
explotaciones mineras.
La industria papelera, tuvo que renovarse, lo que supuso una reorganización
de la producción; en Gipuzkoa y en Burgos se crearon las primeras fábricas
para elaborar papel continuo. A partir de 1876 se sustituyó la pasta de papel
por la de la madera.
Otras industrias de la época eran fábricas de paño y la industria lanera.

Anda mungkin juga menyukai