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SINALOA A TRAVÉS DEL NARCOCORRIDO

Silvestre FLORES G. y Julio César RAMOS R.

Más que celebración del delito, los narcocorridos difunden la


ilusión de las sociedades donde los pobres tienen derecho a las
oportunidades delincuenciales de los de arriba.
Carlos Monsiváis

Introducción


Profesor e investigador de la Preparatoria Mazatlán. Maestro en ciencias por la
Facultad de Ciencias Sociales de la UAS. Ha publicado diversos artículos sobre
el fenómeno de la violencia, migración y turismo.

Licenciado en Derecho y profesor de la UAS. Realizó estudios de Maestría en
Política y gestión Pública en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de
Occidente (ITESO).
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Abordamos aquí el tema del narcotráfico en Sinaloa desde un
punto de vista histórico, utilizando como herramienta de análisis uno de
los géneros musicales que desde su aparición hasta su actualidad ha
creado polémica: el narcocorrido.
El análisis parte de algunas acciones de los principales y más
representativos “capos” del tráfico de drogas ilícitas sinaloenses, tomando
en cuenta las 5 etapas en el desarrollo del fenómeno que ha propuesto
Luis Astorga (2007:46). Aclaramos que no se busca entrar al debate sobre
si este tipo de canciones celebra, exalta o glorifica a la violencia
producida por los personajes del narcotráfico. Más bien se miran, las
canciones, en tanto crónicas musicalizadas que tienen un valor como obra
y testimonio, y hasta fuente indirecta de información que pueden otorgar
indicios para el análisis, la reconstrucción y el estudio del fenómeno.
Un acercamiento teórico
El corrido es considerado como un género musical heredado de la
Revolución Mexicana (Massard, 2005:1); y el narcocorrido una forma de
expresión de la cultura del mundo de las drogas, cambiando los héroes
del antiguo corrido, por los propios, relativos a sus acciones y personajes.
Por los narcocorridos, podemos conocer en parte el lenguaje de
los narcos, episodios de sus vidas, y de las actividades relacionadas con
este fenómeno. La temática abordada en el género musical es diversa,
tanto como los análisis de estudiosos que buscan interpretarlos y
organizarlos en diferentes taxonomías. Por ejemplo, Luis Astorga enlista
que en los narcocorridos se habla de mercancías; herramientas de
trabajo; medios de transporte; movilidad social; códigos; consumo;
sueños; ritos fúnebres, etc.
El especialista del Instituto de Investigaciones Sociales de la
UNAM (1997:6), advierte que los protagonistas de los primeros corridos
eran mujeres y hombres reales o míticos que transportaban cantidades
moderadas de drogas como marihuana, opio, heroína y cocaína, si se
compara con los estándares o volúmenes actuales. Asímismo, el tráfico lo
hacían cruzando la frontera con Estados Unidos a pie, a nado o en auto; y
donde las armas siempre han sido sus compañeras fieles e inseparables.
“Luego vendrían historias donde las avionetas y los camiones de carga
aumentarían considerablemente las cantidades que ya no se pesarían
en kilos sino en toneladas. Las armas ya no eran sólo pistolas como la
clásica 38 súper, sino ametralladoras, granadas y lanzagranadas. Y los

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traficantes ya no eran tan desconocidos o producto de la imaginación
de los compositores…(Ibid., 1997:6).
El tráfico de drogas y la música “narco”
El corrido, relacionado con el tráfico de drogas inicia su registro,
grabación y difusión a partir de la década de los 70`s en diversos estados
del norte del país (Astorga, 2000: 152), donde hoy es uno de los
elementos principales de la narcocultura (Massard, 2005:2), y hasta de
identidad regional. Pero sus dimensiones ideológicas y culturales también
se reflejan a nivel nacional (Olmos, 2002:1)
El narcotráfico en Sinaloa tiene una genealogía propia, y no se
entendería su desarrollo y posterior crecimiento a nivel nacional e
internacional, sin mirar con atención la génesis histórica de su
crecimiento y desarrollo. Culiacán, por ejemplo, sigue figurando como
uno de los centros de operaciones más importantes del narcotráfico
(Montoya Arias, 2008:47).
Luis Astorga (2007:46), considera que existen cinco etapas bien
marcadas como parte del fenómeno del tráfico en México, y donde
Sinaloa ha sido productor de ciertas drogas prohibidas y lugar de tráfico
de otras. Dichas etapas se presentan a continuación distribuidas en una
línea del tiempo:

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Figura 1: Etapas del tráfico de drogas en México1.

Dice un investigador sobre el contenido musical: “en todo


momento ha existido la materia prima de la que se vale el trovador para
reflejar su propia visión de los hechos en la escritura del corrido”
(Rocha Moya, cit. por Montoya Arias, 2008:47).
Para Diego Enrique Osorno las historias del narcotráfico en el
estado sinaloense “Son historias de y sobre el cártel de Sinaloa, una
sociedad histórica de familias y amigos dedicados al tráfico de drogas
ilegales, cuyo común denominador es haber nacido en esa sociedad del
noroeste del país” (Osorno, 2011:50).
Si los primeros corridos hacían mención a personajes que
empezaban a transportar cantidades moderadas de drogas, durante la
década de los 50´s y 60`s el nombre de algunos actores empezarían a

1
Las cinco etapas descritas son autoría de Luis Astorga (2007:46-48), mientras
que la elaboración de la línea del tiempo de los autores del presente ensayo.
70
sonar, como Jorge Favela, “Don Lalo” Fernández y Pedro Avilés Pérez,
como antecedentes de lo que hoy son los capos (Osorno, 2011:123).
En 1977 el gobierno mexicano llevó a cabo la famosa “Operación
Cóndor” para “acabar con focos guerrilleros, desmantelar a los grupos de
traficantes y destruir su siembra” (Polit, 2007:17). Como resultado de
dicha acción en la que participaron más de 10 mil elementos de
corporaciones del Ejército, la Marina y la Procuraduría General de la
República, hubo más de dos mil presos en la ciudad de Culiacán acusados
de delitos contra la salud. La operación provocó que muchos traficantes
emigraran a Guadalajara (Montoya Arias, 2008: 50).
Finalizada la Operación Cóndor el negocio de la droga parecía
apaciguarse, siendo Culiacán la ciudad que más sufriría los estragos:
“Los músicos dejaron de trabajar día y noche, las agencias de autos
cerraron, los bancos perdieron millones de cueros de rana, los centros
nocturnos despidieron a las prostitutas; las joyerías quebraron, los
hospitales y las funerarias tuvieron menos difuntos y por ende menos
ingresos” (Montoya Arias, 2008: 51).
Esta situación es retratada en el corrido “La mafia muere”, de
Pepe Cabrera, cuyos intérpretes más conocidos son los Tigres del Norte:
Culiacán capital sinaloense / Convirtiéndose en el mismo infierno / Fue
testigo de tanta masacre/ Cuantos hombres valientes han muerto/ Unos
grandes que fueron del hampa/ Otros grandes también del gobierno/
Pistoleros que fueron famosos/ Poco a poco se han ido acabando/ Unos
muertos otros prisioneros/ Ya la mafia se esta terminando/ Por la
sangre que fue derramada/ Solo hay luto y familias llorando…
Sin embargo, durante el sexenio del gobernador Antonio Toledo
Corro (1981-1986), el tráfico de drogas reaparece con mayor intensidad
junto a una mayor violencia armada, aún y cuando varios narcotraficantes
habían emigrado a Guadalajara. Tal se manifiesta en el corrido “La mafia
vuelve”, del cantautor Indalecio Anaya, donde menciona no sólo el
regreso de los hechos ilícitos, sino también a personajes:
Vuelven los buitres mafiosos/ a su nido Tierra Blanca/ cortando a dedos
jariosos/ y a soplones en venganza/ en barrios de Culiacán/ se oyen
rugir las metralla/ Bandas de Pedro Àvilés/ Salas, Quintana y el Gato/
cargan en jaque a la ley/ con secuestros y asaltos/ Manuel Salcido es el
Rey/ de todos los contrabandos/ Por Culiacán, Sinaloa/ linda Perla del
Humaya/ vuelven los carros del año/ con el rugir de metrallas/ la mafia
vuelve de nuevo a mandar/ en Tierra Blanca…

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En estos dos últimos corridos se aprecia el papel importante de la
Colonia Tierra Blanca, pues “Los capos de la época como Eduardo
Fernández, Manuel Salcido Uzeta, Ernesto Fonseca Carrillo, Francisco
“chico” Fuentes, Pedro Heliodoro Cázares, Miguel Ángel Félix
Gallardo y Rafael Caro Quintero, hacían acto de presencia en Tierra
Blanca para cerrar negocios” (Montoya Arias, 2008: 49).
Resalta Pedro Avilés, “El León de la Sierra”. Dirigía el tráfico de
drogas en la entidad con la ayuda de Ernesto Fonseca Carrillo, “Don
Neto” (Ibid.: 127). Poderío que se iba extender hasta septiembre de 1978,
cuando murió en un enfrentamiento con la policía judicial. Dicho suceso
y parte de su vida es retratada en un corrido:
Lo apodaban licenciado/ dicen que era muy valiente/ lo mataron por la
espalda/ nunca pudieron de frente/ porque Pedro se paseaba/ donde
quiera con su gente/ Cruzó todas las fronteras/ por el lado americano/
lo mismo entraba por Texas/ que por avión a Chicago/ hizo historia en
California/ porque Pedro si era bravo/ Gitano ya mataron a tu jefe /
Culichí ya mataron a Pedro/ tus amigos te recordaran por siempre/
porque fuiste un gran amigo sinaloense…
La muerte de Pedro Avilés representó un enorme salto cultural.
Caminó el narcotráfico de la zona rural y se bajó del caballo para iniciar
una nueva transformación de estilo y riqueza (Osorno, 2011: 134).
El cártel de Sinaloa, sus inicios
Durante la década de los 80`s ya se hablaba de los
narcotraficantes sinaloenses como miembros de un cártel2, de hecho al
irse Félix Gallardo al estado de Jalisco en 1987, el cártel de Sinaloa
también era conocido como cártel de Guadalajara (Olmos, 2011:183),
producto de la “asociación de sinaloenses que exportaban a Estados

2
A diferencia de las empresas y/o compañías que están debidamente
establecidas, que tienen un nombre, una marca, registros fiscales, y otras
características empresariales y financieras, la organización más representativa
del crimen organizado son mejor conocidos como cárteles,2 figura creada por los
estadounidenses para referirse a una estructura jerarquizada y centralizada.
(Salazar J, 2001:59). Por su parte, Andrade Bojorges (1999:61), define al cártel
como: “una asociación económica llevada al grado de institución”.2 Sin
embargo, Guerrero Gutiérrez (2009) va más allá al precisarlas como “una
confederación de empresas locales que funcionan con cierta independencia,
pero que son sujetas a las decisiones de una política corporativa… cruzadas de
arriba abajo por ingredientes de corte tradicional”.

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Unidos y Europa cocaína colombiana y mariguana sembrada en diversos
estados del país” (Ibíd.:184).
Los sinaloenses Miguel Ángel Félix Gallardo, Ernesto Fonseca
Carrillo, Rafael Caro Quintero, eran los líderes en el ramo y contaban con
operadores, también sinaloenses, distribuidos en diversas partes del país;
muchos de ellos se convertirían en líderes de otras organizaciones, como
Amado Carrillo Fuentes, los Arellano Félix, Joaquín “El chapo” Guzmán,
Héctor “El güero” Palma, Ismael “El mayo” Zambada, Manuel Salcido
Uzeta “El cochiloco” y Jesús Labra (Olmos, 2011:184).
En este mismo contexto, para la década de los ochenta el combate
al narcotráfico adquiriría nuevas dimensiones, sobre todo en 1986 cuando
el entonces presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan declarará una
guerra contra las drogas, hecho que provocó transformaciones en la
respuesta de los grupos delictivos y que Gabriela Polit describe así:
“La actividad pasó a ser un crimen de estado y por tanto, se justificaba
la participación de los ejércitos para combatirla. A mayor
crimininalización del tráfico de drogas, mayor violencia alrededor del
negocio” (Polit, 2007:17).
La presión de Estados Unidos contra el gobierno mexicano ante
el asesinato del agente del DEA Enrique Camarena no tardó en rendir
frutos. De los principales capos en ese momento el primero en ser
detenido fue Rafael Caro Quintero; luego aprehendieron en Puerto
Vallarta a Ernesto Fonseca Carrillo “Don Neto”, quien acusó a Caro
Quintero de haber mandado secuestrar a Camarena con el fin de llegar a
un acuerdo con dicha oficina antinarcóticos (Olmos, 2011:184). Ante tal
situación empezaron a escucharse diversos corridos dedicados a la vida
de Caro Quintero. Uno de los más conocidos ha sido interpretado por Los
Invasores de Nuevo León.
El siguiente en la lista en ser detenido en 1989 fue Miguel Ángel
Félix Gallardo, a quien el extinto periodista Jesús Blancornelas, del
semanario Zeta de Tijuana, le atribuyó la división y repartición de los
territorios en una reunión organizada en Acapulco, Guerrero (Olmos,
2011:239). De esta forma y hasta la fecha permanecen en prisión el trío
de sinaloenses, cuya situación se ve reflejada en un corrido de los
Huracanes del Norte denominado “Los tres sinaloenses”:

Van a rugir r-15/ también los cuernos de chivo/ pues hay muchos
traficantes/ que ya fueron detenidos/ entre ellos tres sinaloenses/ que si
eran muy decididos/ A Rafael Caro Quintero/ fue el primero que
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agarraron/ después a Ernesto Fonseca/ en Vallarta lo rodearon/ y a
Miguel Félix Gallardo/ por último lo atraparon/ Estos tres grandes
amigos/ Estaban organizados/ y no tenían enemigos/ aquí ni en el otro
lado/ pues a varios comandantes/ ya los tenían bien comprados…
El reparto de territorios que realizó Félix Gallardo quedaría de la
siguiente forma: Tecate para Joaquín Guzmán Loera; Ciudad Juárez y
Nuevo Laredo para Rafael Aguilar Guajardo; San Luis Río Colorado para
“El güero” Palma; Nogales y Hermosillo para Emilio Quintero Payán; en
Tijuana Jesús Labra Avilés; en Mexicali Rafael Chao y en Sinaloa a
Ismael “el mayo” Zambada y Baltazar Díaz Vera. Manuel Beltrán Félix,
Rigoberto Campos y Javier Caro Payán tenían la facultad para
movilizarse en todas las plazas y servir sólo como enlace (Ibid.: 239).
Todo estaba servido para que se hubiera formado un cártel muy
poderoso. Sin embargo, “la ausencia de un líder y la presencia de varios
jefes sintiéndose todos superiores al de enfrente hizo brotar la
desorganización” (Blancornelas, citado por Olmos, 2011:240). Las
ejecuciones arreciaron entre los diferentes grupos obligando a unos a
reagruparse mientras que otros se afianzaban más en sus respectivos
territorios: los hermanos Arellano Félix como parte del Cártel de Tijuana;
Guzmán Loera e Ismael Zambada con el Cártel de Sinaloa; mientras el
Cártel de Ciudad Juárez iba a cimentarse con Amado Carrillo, “El señor
de los cielos”. Esta situación es descrita en el corrido “Tierra de Jefes”,
cantado por grupos norteños como los Huracanes del Norte.
En los noventa las pugnas por el control de los territorios se
intensificaba, enfrentamientos y ejecuciones estaban a la orden del día.
Uno de ellos llamó mucho la atención nacional e internacional: la muerte
de cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo quien fue acribillado a balazos
en las inmediaciones del Aeropuerto Internacional de Guadalajara el 24
de mayo de 1993. La versión más difundida es que el automóvil en el que
se trasladaba el cardenal fue confundido por los hermanos Arellano Félix,
en su intento por dar muerte a uno de sus más acérrimos enemigos en ese
momento, pero que no era tan conocido: “El chapo” (Olmos, 2011:201).
“El chapo” Guzmán sería capturado en Guatemala el 9 de junio
de 1993. Al día siguiente fue deportado a la ciudad de México y fue
recluido en el penal de Almoloya de Juárez. Dos años más tarde, en 1995
es trasladado al penal de Puente Grande, Jalisco, donde tendría como
vecinos a sus compañeros Héctor “el güero” Palma y Arturo Martínez,
quienes continuaban dirigiendo el Cártel de Sinaloa desde prisión, con el
apoyo de operadores como los hermanos Beltrán Leyva, Ismael “el
mayo” Zambada, Juan José Esparragoza “el azul” y a Arturo Guzmán
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Loera “el pollo”, hermano de “El chapo” (Olmos, 2011:200). Uno de los
primeros corridos que daba constancia de su detención y poder lo
grabaron los Tucanes de Tijuana, titulándolo: “El chapo Guzmán”
El encarcelamiento de Joaquín Guzmán Loera y la presión
ejercida contra los hermanos Arellano Félix por parte del gobierno
haciendo que se replegaran a su infranqueable territorio: Tijuana y sus
alrededores fue aprovechado por Amado Carrillo Fuentes, mejor
conocido como “El señor de los cielos” para ascender en una carrera por
el mundo del tráfico de drogas en forma por demás vertiginosa. De
hecho, a tan sólo pocos días de haber nacido ya había provocado su
primer “levantón”, pues Ernesto Fonseca Carrillo quien era su tío, fue
también su padrino de bautismo por lo que trasladó por la fuerza a un
grupo de mariachis desde Guadalajara hasta el rancho de “El
Guamuchilito”, en Sinaloa (Andrade Bojorges, 1999:31).
Rafael Aguilar Guajardo, siendo el jefe del Cártel de Juárez fue
ejecutado el 12 de abril de 1993, cuando se encontraba de vacaciones con
su familia en un hotel de Cancún, Quintana Roo. Su muerte significó el
final de una era en la que los nacidos en Ciudad Juárez tenían el control
del cártel, dejando el paso a los oriundos de Sinaloa. Así subió Amado
Carrillo Fuentes al poder en Chihuahua, desde Sinaloa. Para José Alfredo
Andrade Bojorges (1999:77), Amado Carrillo
“demostró que tenía la estatura mítica de Heraclio Bernal, la ambición
de los De la Vega, el espíritu triunfal de Pablo Macías Valenzuela, la
fidelidad al proyecto nacionalista de Gabriel Leyva Velásquez, la fuerza
de Pedro Avilés, la capacidad de construcción de Miguel Ángel Félix
Gallardo y la humildad de Pablo Acosta”.
Llegó a convertirse en el capo más poderoso de México, aquel
que pudo corromper a un general del ejército, y cuyas influencias se
extendieron a través de varios países, hasta su muerte en junio de 1997,
víctima de una cirugía que tenía el objetivo de cambiar su cara y cuerpo
(Ibíd.: 125). Es otro de los capos sinaloenses al que le han compuesto
numerosos corridos, como uno entonado por Lupillo Rivera:
Principio y final de un cártel: La Federación.
Diversas versiones comenzaron a salir en los medios de
comunicación nacional sobre una alianza entre los cárteles de Sinaloa y el
de Juárez, coalición que la DEA la bautizaría como “La Federación”
(Olmos, 2011:136). Una de ellas pone como cerebro de dicha operación a
Juan José Esparragoza “El azul” (Acosta, 2003:87), quien al ver que tras
la muerte de Amado Carrillo “El señor de los cielos” sucedida en 1997,
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sus antiguos partidarios ya se disputaban sangrientamente la jefatura del
cártel de Juárez por lo que convocó en septiembre de ese mismo año en el
puerto de Acapulco a los principales líderes, entre ellos a Eduardo
González Quirarte, Vicente Carrillo Fuentes “El viceroy”, Ismael “el
mayo” Zambada y Alcides Ramón Magaña, entre otros con el fin de
“crear una federación de microcárteles, con territorios y reglas que
todos respetarían a rajatabla… habría multas y penalizaciones, incluso
la muerte para los infractores” (Ibíd.: 2003:87).
Otra de las versiones señala que al fugarse de la cárcel Joaquín
“El chapo” Guzmán una de sus primeras acciones fue reunirse con capos
sinaloenses con el fin de conformar la coalición entre ambos cárteles, el
de Sinaloa del cual era partidario y el de Juárez dirigido por los Carrillo
Fuentes (Osorno, 2001:140). Según informes de la PGR, dicha reunión se
llevó a cabo en Cuernavaca, Morelos, en el 2001 y entre los personajes
más importantes destacan Vicente Carrillo Fuentes, Ismael Zambada
Niebla, Alfredo Beltrán Leyva y Joaquín Guzmán Loera.
Como resultado, se acordó reestructurar la organización en toda
la república para el traslado y acopio de drogas, así como también
arrebatarle la plaza de Nuevo Laredo al Cártel del Golfo a través de
Arturo Beltrán Leyva (Ibíd.:141), quien junto a sus demás hermanos,
contactó al pistolero de origen texano Eduardo Valdez Villarreal “La
barbie”, quien a su vez conocía perfectamente el territorio tamaulipeco
con el fin de lograr dicho propósito (Ibíd.:142).
La armonía que se vivía en ese momento entre ambos cárteles es
notoria a través del corrido “Los amigos del M”, dedicado especialmente
a Ismael “El mayo” Zambada y donde hace mención de amigos y
colaboradores pasados y actuales, ha sido interpretado mayormente por el
cantautor Roberto Tapia.
Al principio entre ambos cárteles había coordinación. Respetaban
los territorios que cada uno dominaba. “Tal era su coordinación, que entre
ellos se hacían favores recíprocos, como recibir cargamentos, protegerlos
y entregarlos a sus propietarios” (Ravelo, 2007:117). Sin embargo, la
efímera Federación llegaría muy pronto a su fin el 11 de septiembre del
2004, cuando fue ejecutado en Culiacán junto a su esposa y cinco
personas más, Rodolfo Carrillo Fuentes “El niño de oro”, hermano menor
del “Señor de los cielos” (Olmos, 2011:144).
Rodolfo Carrillo Fuentes, también conocido como “Rodolfillo”,
fue considerado como un traficante poderoso, “más por el parentesco y
menos por sus méritos. Se hizo mayormente fuera de Sinaloa después de
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muerto y no tanto en vida. Pero todo mundo sabía de sus malos pasos”
(Blancornelas, 2006:138). Una muestra de esto último se puede apreciar
en el corrido de los Tucanes de Tijuana titulado “Cien por uno”.
Dicha muerte representaba el final de la alianza, “ya que según
informes infiltrados en la prensa los autores intelectuales serían el Mayo
Zambada y el Chapo Guzmán” (Olmos, 2011: 144); su ejecución fue
ordenada por causa de la muerte de 5 socios y cómplices de “El Chapo”,
sucedida en enero de ese mismo año en manos del “Niño de oro” al saber
que habían introducido cocaína a Estados Unidos sin su consentimiento
(Ibíd.:144).
Una vez desarticulada la Federación se desató con más intensidad
la guerra entre sus antiguos colaboradores, sobre todo entre el 2008 y
2009 donde se presume que provocaron 1500 muertes tan sólo en Ciudad
Juárez (Olmos, 2001:145). Cabe mencionar el papel que jugaron Arturo
Beltrán Leyva “El barbas”, que junto a sus hermanos Héctor, Carlos y
Alfredo se habían mantenido varios tiempos como un brazo importante
del Cártel de Juárez pero que tras la muerte de su máximo líder Amado
Carrillo Fuentes decidieron trabajar por su cuenta pero en sociedad con
Joaquín “El chapo” Guzmán (Ibid.:141).
30 Abril de 2008, el parteaguas
Para el 21 de enero de 2008 el ejército captura en su casa a
Alfredo Beltrán Leyva, todo se desarrolló con cierta facilidad pues se
encontraba sin escolta y desarmado, situación que hacía pensar que había
sido sacrificado y entregado a las autoridades federales por algún
integrante del cártel al que pertenecía en ese momento, y según los
rumores diseminados en la capital sinaloense habría sido el mismo
Joaquín “El chapo” Guzmán (Olmos, 2011:282).
Antes de su detención Alfredo Beltrán Leyva junto con sus
hermanos Arturo y Mario, conocidos también como “Los tres caballeros”
(Ravelo, 2007:113), además de Héctor Beltrán Leyva, formaban una
agrupación fuerte al grado de mencionarse como un solo cártel, el de los
“Beltrán Leyva”. Parte del actuar de estos hermanos en el negocio del
tráfico de drogas se describe en uno de los corridos dedicado a Alfredo
por el Potro de Sinaloa: “El Mochomo”.
El rumor fue tomando fuerza cuando tres meses más tarde, el 11
de abril, había sido liberado Archibaldo Guzmán, hijo de “El Chapo”
quien había permanecido preso en el penal del Altiplano, acto que hacía
parecer todo como un intercambio: el “barbas” por Archibaldo (Olmos,

77
2001:282); sólo los involucrados sabían lo que se podía venir a raíz de
dicha tensión entre los miembros del cártel.
El 30 de abril de 2008 fue el día en que empezó todo. Familias
que antes estaban unidas e integraban el Cártel de Sinaloa, se declararon
la guerra: “vinieron los decapitados, las narcomantas y las muertes. Y la
zozobra” (Olmos, 2011:284).
Más tarde, para el 9 de mayo de 2008 Edgar Guzmán, otro de los
hijos conocidos de Joaquín “El Chapo” muere acribillado en Culiacán por
sicarios que iban en tres camionetas y quienes tiraron más de 300 balazos
(Olmos, 2011:284). Murió a los 23 años de edad, en ese momento era
estudiante de la Facultad de Administración de la UAS y su velorio llamó
tanto la atención que no se tiene registrado algún otro con tantos arreglos
florales para una persona; de entre los arreglos predominaban las rosas
rojas y que a simple vista se podían contar por millares (Ibíd.: 279); de
hecho se calculan ventas de ese día de hasta 50,000 rosas rojas (Ibíd.:
280). Aprovechando una crónica periodística de Diego Enrique Osorno,
el cantante Lupillo Rivera escribe el corrido: “Las 50 mil rosas”:
Los enfrentamientos arreciaron. Los años 2008 y 2009 fueron de
los más sangrientos. Y los escenarios cambiaron en cuanto al papel de las
agrupaciones; Arturo Beltrán Leyva “El Barbas”, empezó a entablar
negociaciones con sus antiguos enemigos: el cártel de Juárez y los Zetas,
estructurando así una alianza de grandes proporciones.3
La historia de estos enfrentamientos iba a dar otro giro el 16 de
diciembre de 2009: murió durante un enfrentamiento con elementos de la
Marina en la ciudad de Cuernavaca, Arturo Beltrán Leyva “El barbas” o
“El botas blancas”. Calaría hondo dentro de su grupo pues era el estratega
que decidía los ataques contra sus rivales y antiguos compañeros.
Dicho contexto iba otorgándole más victorias que derrotas al
Cártel de Sinaloa, el cual no sólo reafirmaría su poderío sino que sigue
siendo considerado como la más grande agrupación criminal en México.
En el 2010 una de las revistas semanales de mayor circulación y
prestigio en México: Proceso, publicó una insólita y especial entrevista
con “El Mayo” Zambada; y en portada una fotografía del jefe “narco”
con el prestigiado periodista mexicano, fundador del semanario, y ex

3
Información extraída de un reportaje bajo la autoría de Investigaciones Río
Doce, titulado: “El Barbas. De frente y de perfil”. Semanario Río Doce, Año 7,
No. 360. pp.4-7.
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director del diario Excélsior. La entrevista generó revuelo y análisis a
nivel nacional e internacional.
Por otro lado, está la figura de “El Chapo” Guzmán, quien para
algunos “se convirtió hace tiempo en el Bin Laden mexicano. Un forajido
famoso que nadie ve nunca, pero que parece que siempre anda cerca”
(Osorno, 2011:115). Y al cual la revista Forbes durante el 2009 lo señaló
en el puesto 701, como una de las personas más ricas del mundo.
Estos últimos acontecimientos entre los líderes del Cártel de
Sinaloa, así como lo acontecido con las revistas Proceso y Forbes es
descrita minuciosamente en un corrido, “La charla”, que simula un
diálogo entre estos dos personajes, en las voces del cantautor Roberto
Tapia y el grupo Enigma Norteño.

Conclusión
Narcotráfico y Sinaloa son términos que no pueden entenderse
separados: es la región donde empezó todo, y donde opera una de las
mayores organizaciones del tráfico de drogas a nivel internacional.
El narcocorrido “más allá de su carácter informativo y de relator
de los acontecimientos de la vida diaria, son formadores y reforzadores
de ideologías e imaginarios colectivos” (Lara, 2003:228), se alimenta con
la infraestructura mediática, su contenido ideológico es capaz de
desarrollarse debido a la visión de la sociedad que legitima y va
reproduciendo su cultura, la cultura del narcotráfico (Olmos, 2002:10).
Así, narcotour, narcoliteratura, narcomúsica, narcocine, entre otros
adjetivos relacionados, forman parte de un fenómeno social, política y
culturalmente construido, una expresión simbólica de la “subcultura de la
violencia” (Córdova, 2007:23).
Desde el punto de vista académico los narcocorridos, como
crónicas musicalizadas, tienen valor histórico ya que representan un
testimonio, una fuente de información, otorga indicios para su análisis,
reconstrucción y estudio. Más allá del debate sobre si se deben escuchar o
no los narcocorridos, su erradicación está tan lejos como lo es el final del
narcotráfico. Sus expresiones literarias y musicales son también cultura,
reflejan el sentir y el comportamiento de un importante sector de la
sociedad, son formadores y reforzadores de ideologías e imaginarios
colectivos, es una realidad que no se puede ni se debe evadir.

79
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Asociación Internacional para el Estudio de la Música Popular. México,
Abril.
--Osorno, Diego Enrique (2011). “El cártel de Sinaloa. Una historia del uso
político del narco”. Ediciones Debolsillo. México, 328 pp.
--Massard, Noemïe (2005) “El narcocorrido mexicano: expresión de una
sociedad en crisis” Revista La Siega. Literatura, arte y cultura. Num. 2,
Febrero. Universidad de Barcelona, España.
--Montoya Arias, Luis Omar (2008). “El narcocorrido, Culiacán a través de su
historia”. Revista Arenas. Núm. 17. Facultad de Ciencias Sociales. UAS.
Mazatlán, Sinaloa.
--Polit, Gabriela (1997). “Arte y violencia: en torno a la fenomenología del
mito”. Arenas. Núm. 12. Facultad de Ciencias Sociales. UAS. Mazatlán,
Sinaloa.
--Ravelo, Ricardo (2007). “Los narcoabogados”. Ediciones Debolsillo. México.
--Salazar J, Alonso (2001). Drogas y narcotráfico en Colombia. Editorial
Planeta. Bogotá, Colombia.

80
CONTENIDO

Una guerra en seis tiempos: CALDERÓN, EN SU


LABERINTO
Mario MARTINI ………………………………………….. 11

LOS MASS MEDIA Y LA PRENSA: DE LA


UNIFORMIDAD A LA ESQUIZOFRENIA
Nery CÓRDOVA …………………………………………. 33

LA PROHIBICIÓN: NARCOTRÁFICO, HIPOCRESÍA


Y MORAL
Carlos ENCISO …………………………………………… 51

EL NARCOCORRIDO Y EL MOVIMIENTO ALTERADO

Marco NÚÑEZ GONZÁLEZ ………………………………….. 57

SINALOA A TRAVÉS DEL NARCOCORRIDO


Silvestre FLORES y Julio César RAMOS ……………………… 67

EL MEXICANO: LA IDENTIDAD Y LAS


REPRESENTACIONES SOCIALES
Roberto Carlos LÓPEZ LÓPEZ ………………………………… 81

MEDIOS MASIVOS Y CULTURA EN LA


SOCIEDAD GLOBALIZADA
Umberto LOMBARDI ……………………………………… 93

LA REGIÓN: DE LA UBICUIDAD
EVANESCENTE A LA UTOPÍA
Arturo CORRALES MONTAÑO ……………………………… 105
EL PERIODISMO Y LOS ESPEJISMOS MEDIÁTICOS
Frambel LIZÁRRAGA ………………………………………. 115

CORRIDOS AL OLEO
Elina CHAUVET ……………………………………………... 121

Especial
MUJER Y REVOLUCIÓN EN LA REPÚBLICA
DOMINICANA
Reina C. Rosario FERNÁNDEZ ……………………………. 129

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