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ISSN 1390-9452

LETRAS DEL ECUADOR Oswaldo Viteri, serie «Los Forajidos:


Mi poder en la Constitución», 2005

Desindigenizar la De trópicos y viajes


interculturalidad
Jorge Gómez Rendón

E n estos tiempos que vivimos no deja de ser


atractivo volver la mirada hacia las formas
cómo entendemos la interculturalidad y al papel
Generalmente se conciben los viajes como un desplazamiento en el
que la misma desempeña en el diseño de las po- espacio. No basta. Un viaje se inscribe simultáneamente en el espa-
líticas públicas, de una parte, y en el conjunto cio, en el tiempo y en la jerarquía social. Las impresiones sólo son
definibles refiriéndolas solidariamente a estos tres ejes, y como el
de las relaciones sociales propias del vivir coti-
espacio posee él solo tres dimensiones, se necesitarían por lo menos
diano, por otra. cinco para hacerse una representación adecuada del viaje

Una de estas formas, que podría denominarse Lévi-Strauss, Tristes trópicos.


«indigenización» de la interculturalidad, busca
limitarla solo a las relaciones de la sociedad y
del poder público con los pueblos indígenas, El viaje: dislocación,
olvidando que la interculturalidad supone una experiencia y aesthesis

A
trama mucho más compleja en la cual partici-
ntes que desplazamiento, el viaje es perito y del experto, palabras todas que afirman
pan otros grupos sociales cuyas culturas poco o
dislocación, desarraigo, extrañamiento. el proceso de conocer a través de los sentidos
nada tienen que ver con lo indígena. Se olvida, Allí radica su riqueza, en esa y la práctica. Se entiende así el viaje como una
asimismo, que lo intercultural debería conside- posibilidad de replantarse uno en otras tierras, forma de «conocer con los pies», y la literatura
rar no solo una óptica que vaya de los sectores aunque sea por corto tiempo, para ver cuánto de viajes como aquello que Santayana llamó
no indígenas hacia los indígenas, sino la visión puede medrar y aprender en el camino. Viajar «caminar escribiendo».
que los propios indígenas podrían tener y de he- es experimentar. Así como el viaje constituye
cho tienen sobre los no indígenas. Solo así se una forma particular de conocimiento a través Notas de andar y ver se llamaban en árabe los
podría hablar de interacción, de intercambio, de de la experiencia, esta se construye etimológica libros de viajes, nos dice Ortega y Gasset2. No-
interconexión, todo lo cual debería sustentar a y metafóricamente a través del viaje. La sotros preferimos llamarlos «notas de andar y
asociación íntima entre viaje y experiencia se ha sentir». Se viaja siempre con los sentidos. Aun
la interculturalidad
oscurecido en lengua castellana1, pero resurge cuando el turismo voyerista pretenda agotar la
Desde esta perspectiva, una «desindigenización» al hurgar en la etimología de las palabras, que, experiencia del viaje en el sightseeing y sus dispo-
de la interculturalidad no solo que la enrique- como las plantas, tienen raíces y se alimentan sitivos, viajar es una experiencia sensorial exten-
cerá, sino que la hará mucho más provechosa de ellas. Existe en nuestra lengua un número dida. Enfrentados a un ambiente ajeno, los sen-
en cuanto al valor doctrinal y práctico que la de vocablos que giran en torno a la raíz per-, tidos se despiertan y la conciencia se sumerge
misma encierra. la cual sugiere precisamente la idea del viaje, con ellos para crear otro estar en el mundo. Los
del periplo y del peregrino, pero también del sentidos relegados por la todopoderosa cultura
Continúa en la página 3

No 209 abril de 2017


Contenido
Benjamín Carrión y la «inversión sexual» del siglo XIX • A los cien años de
Juan Rulfo • El mundo Berger • Formas de construir a la chola cuencana
en Los hijos de Alfonso Cuesta y Cuesta • Hernán Rodríguez Castelo,
maestro de las letras ecuatorianas del siglo XX • Gestos de contención.
Apuntes sobre Humberto Vinueza • La confrontación entre juventud y vejez
en la poesía de Nelson Estupiñán Bass • El pintor Alberto Coloma Silva • El
pan que sustenta los pasos y los vuelos humanos. Sobre el libro Repensar la

Dibujo de Oswaldo Viteri, de la serie «Panzaleo», aguatinta y interculturalidad • Libros • Actividades de la Casa • Resiliencia de Cristian Rojas
pastel, 53 x 37 cm., 1997
2 LETRAS DEL ECUADOR

Museos y bibliotecas

P
or lo general, tarea descuidada en nuestro salones de lectura de las bibliotecas, lo cual supone
país la concerniente a nuestros museos y nuevos retos para el estímulo de la lectura y su apro-
Periódico de literatura y arte bibliotecas. Al menos en lo que atañe a la vechamiento intelectual.
Fundado por Benjamín Carrión actividad desarrollada por el sector público, el saldo
en nada le favorece, más que nada si se considera el En la Ley Orgánica de Cultura en el acápite co-
el 1 de abril de 1945 rrespondiente a la memoria social y el patrimonio
monto de los recursos ingresados al fisco en los últi-
Año LXXIII No 209 mos años y a lo que se pudo realizar en este ámbito cultural, se alude a los llamados «repositorios de
abril 2017 con una mínima fracción de los ingresos obtenidos la memoria social» y, entre éstos, a los museos y
en dicho periodo gracias a favorables circunstancias bibliotecas. Los primeros, calificados como ins-
• tituciones que «adquieren, conservan, estudian,
de orden externo.
Casa de la Cultura Ecuatoriana exponen y difunden bienes culturales y patrimo-
Pero lo ocurrido no solo no ha sido la excepción niales»; las segundas, como «espacios públicos de
Raúl Pérez Torres
en toda una larga sucesión de gobiernos y de admi- encuentro, relacionamiento, promoción y gestión
Presidente
nistraciones estatales, sino que mantiene una larga cultural e intercultural, que deberán desarrollar
Gabriel Cisneros Abedrabbo tradición en cuanto al poco interés que nuestros go- sistemas virtuales que promuevan el acceso del
Vicepresidente biernos dedican a este ramo de la actividad cultural. ciudadano a través de tecnologías de la informa-
• Parecería que una especie de sino cobija a esta tarea. ción y la comunicación».
Consejo Editorial Todavía se recuerda el impacto que causó aquella
Dejando a un lado estas curiosas definiciones que al
vieja fotografía de Jorge Icaza en su despacho de di-
María Helena Barrera (Nueva York) propio tiempo dicen mucho y no dicen nada, con-
rector de la Biblioteca Nacional, en la cual con toda
Marco González (Bogotá) viene preguntarse sobre la forma de llevar a buen
claridad se veía que un hueco adornaba la silla de su
Ernesto Proaño término los fines asignados a toda esta estructu-
escritorio. Y lo propio al repasar la historia del Mu-
Fausto Rivera Yánez ra diseñada en la ley. La clave estaría en conferir
seo Nacional, trasladado de aquí para allá y vaciado
• al ente rector —en este momento el Ministerio
para hacer espacio a una feria del libro; no se diga
de Cultura y Patrimonio— la facultad de esta-
Irving Iván Zapater de las frecuentes carencias de recursos para enrique-
blecer una clara y realista política pública para la
Director cer sus reservas. Es lamentable recordar episodios
gestión y desarrollo de estas áreas, cosa harto difí-
Óscar Molina V. como los mencionados, aunque también es preciso
cil si este papel se asigna a tecnócratas y a teóricos.
Editor admitir excepciones, como el caso de los museos del
Banco Central, abiertos al público desde 1969, o la En esta línea de pensamiento, algunos aspectos se

perseverante aunque desigual actividad en este ám- vuelven urgentes. Uno, el personal, que no solo
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bito por parte de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. debe reunir cualidades de preparación sino también
Los autores responden de las de vocación debidamente probada, amor al oficio
ideas expresadas bajo su firma. De otra parte, diversas circunstancias han ido mo-
como es común escuchar; otro, el de los edificios
dificando la apreciación sobre la misión y la función sede, que deben ser construidos para la función a

de museos y bibliotecas. Lo que hace un tiempo se desarrollar y no, como hasta hoy, ser el resultado
Diseño y diagramación: Ernesto Proaño estimaba debía ser, en uno de los casos, más que de adecuaciones de locales construidos para otros
Dibujos de Oswaldo Viteri nada repositorio de obras de arte y arqueología, o fines; y, en fin, el de los instrumentos técnicos ne-
Ilustraciones de Jean Pierre Reinoso de impresos en el otro, ha asumido nuevas connota- cesarios para dotar a museos y bibliotecas de ser-
• ciones y desafíos. Por ejemplo, si un guión museo- vicios modernos adecuados a las necesidades de
gráfico debería anclarse en una visión simplemente comunicación, exigidas por la práctica a la que se
Administración: Alexandra Cañas
cronológica, lineal, tal como hemos estado acos- encuentran habituadas las nuevas generaciones. Y,
Circulación: Wellington Vergara tumbrados, o si debería ir más allá, imbricándole en
letrasdelecuador.circulacion@gmail.com claro, asignar la dirección de estos entes a gestores
el acontecer económico y social del país y en varios culturales en el propio sentido del término.
Impreso en la Editorial otros novísimos aspectos estudiados con afán en los
Pedro Jorge Vera últimos años. O, por ejemplo, si los medios que nos Solo así, en esta perspectiva, el futuro de museos y
de la Casa de la Cultura brinda la técnica, no obligará a las nuevas genera- bibliotecas será prometedor. Si esto no ocurre, vol-
Ecuatoriana, en Quito. ciones a dejar en el olvido los soportes de papel y la veremos a caer en los mismos vicios de antaño, que
Prensistas: Juan Carlos Centeno consulta en un sitio físico preconcebido como los para qué volverlos a nombrar siquiera.
Ricardo Silva

Avenida 6 de Diciembre N16-224
Teléfonos: 02 2902274
02 2565808
Quito, Ecuador
letrasdelecuadordirector@gmail.com

Letras del Ecuador agradece la cooperación
brindada para este número por el maestro
Oswaldo Viteri al permitir la reproducción
de varios dibujos de su autoría. La revista
se honra, así, con las obras de este insigne
exponente de nuestras artes plásticas.

Edificio de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Núcleo de Chimborazo. Dibujo de Jean Pierre Reinoso
42 LETRAS DEL ECUADOR / arte

Amuletos:
piezas mínimas con historias colosales
Natalia Rivas Párraga

E
s la primera vez que Yanda Mantahua- —innegociable— es el tamaño: deben ser mi- nueve días del nacimiento de un niño, le colo-
no, joven de 24 años del pueblo zápara limétricos, por lo tanto, portátiles. El segundocaban una bulla, un medallón para protegerlos
de Pastaza, visita la Casa del Alabado, está relacionado con la capacidad de conver- de los espíritus malignos. Estas piezas, que eran
el museo de arte precolombino que está empla- tirse en elementos a los que los individuos les redondas o tenían forma de corazón, estaban
zado en una construcción residencial del siglo atribuyen virtudes protectoras o sobrenaturales hechas en oro, plomo recubierto o tela, según la
XVII, de las más antiguas del Centro Histórico para alejar algún daño o peligro. situación económica. Los griegos, por su parte,
de Quito. Él y su amigo Tulio Viteri fueron in- tenían la costumbre de colocar una moneda de
Alfred Gell (1998), antropólogo británico que
vitados a hacer una parada en este sitio antes de plata (óbolo) en la boca del difunto para pagar
escribió sobre el nexo que existe entre el arte y
continuar su periplo hasta Perú, donde tenían el viaje desde el mundo de los vivos al de los
la antropología, afirma que no existe un con-
previsto asistir a un encuentro sobre comunica- muertos.
texto único para estos objetos, pues siempre
ción y nacionalidades indígenas.
están inmersos en distintas matrices de relacio- Los pueblos y nacionalidades indígenas, tan-
Son las 17h30 y, sentados en una de las me- nes sociales. Cuando una pieza es sustraída de to de América del Sur como de otros rincones
sitas del patio central, relatan las sensaciones su lugar de origen o de producción, cambia su del mundo, también forjaron sus amuletos.
que les provocó el re- valor o su funcionalidad Para estos grupos una tarea fundamental fue la
corrido por el museo y, de acuerdo a los nuevos transmisión de la cosmovisión de su cultura a
sobre todo, por la sala espacios en los que circu- partir del tallado de las piezas. En la actualidad,
recientemente inaugu- la o está expuesta. Gell lo la utilización de estos elementos es evidente,
rada: Amuletos. Yanda, explica de forma sencilla: según Iván Cruz —uno de los curadores de la
quien lleva el cabello las personas establecen muestra Amuletos—, en los movimientos de
recogido y tiene figuras vínculos con las cosas, contracultura, en los que sus miembros visten
geométricas dibujadas Las personas establecen como la niña que consi- de una manera distinta, perforan su cuerpo y
en su rostro —como vínculos con las cosas, los dera su muñeca como su se hacen tatuajes con el fin de diferenciarse del
parte de un ritual de su amuletos originalmente mejor amiga o como los resto de la sociedad. Según Cruz, estos objetos
comunidad para plasmar tuvieron distintos usos y, adultos que bautizan sus les proporcionan originalidad: una necesidad
lo que le han dicho los por un evento específico, autos con nombres, atri- universal.
espíritus en los sueños— se convirten para el sujeto buyéndoles, de alguna •
experimentó cierta fa- en algo único y personal. forma, personalidad. A
miliaridad con las piezas esto, que es una especie Todas las sillas están ocupadas. Al menos 20
expuestas. de creencia religiosa, él personas asistieron a la charla que da inicio al
lo llama animismo vehi- recorrido guiado por la sala Amuletos. Detrás
—En mi cultura nos
cular. de la mesa principal, donde reposa un monitor,
sentimos fuertemente
está Alejandra Sánchez, investigadora del mu-
atados a los objetos por- Sucede algo similar con
seo, y, junto a ella, Iván Cruz. Son las 15h00.
que nos dan fuerza. Para los amuletos, piezas he-
La introducción está marcada por una historia
nosotros, la mayoría de chas de materiales de alta
antigua. El relato de Cruz se remonta a la época
ellos tiene vida —dice durabilidad —como pie-
del cacicazgo, un sistema de organización polí-
pausadamente, como si dra, metal, cerámica—,
tica y social anterior a La Conquista que el go-
contara cada palabra que sale de su boca. que originalmente tuvieron distintos usos y
bierno español mantuvo para su propio bene-
que, por un evento específico, se convirtieron
Al preguntarle si él lleva un amuleto, responde: ficio. Él habla de la señora cacica, de su poder
para el sujeto en algo único y personal. Ejem-
y de los negocios que tenía con los mindalaes
—Nosotros no los llamamos amuletos. Sin em- plos abundan: la cadena de la abuelita que fa- (comerciantes). Como parte de una negocia-
bargo, una vez tuve una piedra muy hermosa. lleció y que recuerda su presencia intangible; la ción, la señora cacica se quedó con el hijo de
La vi en un sueño. Mis tíos shimanos (acá los pulsera de mullos rojos que protege a los niños uno de los mercaderes. Cuando ella murió, el
llaman chamanes) dijeron que la piedra era para del mal de ojo; el escapulario de la virgen que joven fue enterrado a su lado. En el momento
ayudar a los demás y que ese era mi camino. se sujeta entre las manos ante la sospecha de
en que él sintió que la tierra caía sobre su cuer-
un evento desafortunado. Los amuletos no son
Tulio, que coincide con Yanda en que estos ele- nuevos ni propios de una región. De hecho, es- po, se aferró a su collar, cuyo dije era un diente
mentos de la naturaleza son fuente de energía, tán entre los objetos más antiguos de la huma- de tiburón que le obsequió su abuelo después
añade: de una cacería.
nidad y surgieron ante la necesidad de escapar
—En la cultura kichwa, un amuleto está rela- de los males físicos, espirituales o morales. —El muchacho depositó en ese signo todos sus
cionado con la protección de uno mismo y no En un principio, eran de origen natural (re- sueños, los recuerdos de su tierra, de la familia,
puede ser exhibido. Si lo expones ante otros galos de la tierra): piedras, cristales o pedazos del abuelo, de los atardeceres, la comida, los
pierde su esencia. vientos marinos… Se despide y se va a su nueva
de madera, cuyo valor radicaba en sus extrañas
vida, sujetando el diente de tiburón, sujetando
formas o colores. Con el tiempo, los individuos
• sus momentos de felicidad —concluye Cruz.
optaron por dotar de poder a elementos de uso
Los objetos, para ser amuletos, tienen que diario. Algunos amuletos han estado ligados a La imagen sirve para ilustrar la potencia de los
cumplir con un par de requisitos. El primero actos rituales, como el de los romanos que, a los amuletos, objetos que las culturas prehispánicas
arte / LETRAS DEL ECUADOR 43

guardar la cal (concha machacada o cenizas)—


conforman un conjunto importante dentro de
la muestra que, a diferencia de la que ya se rea-
lizó en 2011 en el mismo museo, esta vez será
permanente.

En las vitrinas también se observan los grupos


de las piedras alargadas, con personajes talla-
dos; cilindros pétreos de la cultura Valdivia; el
mundo animal (con aves, zarigüeyas, monos,
peces y el ser humano entremezclado); adornos
faciales y corporales de oro y otros materiales;
cabezas trofeos; sellos, fusayolas y dos jugadores
de pelota. Estas descripciones, que están deta-
lladas en la ficha museográfica, no son fáciles de
reconocer a simple vista.

Durante el recorrido, las personas se acercan a


Expansor, cerámica, cultura Manteño, 700-1532 d.C. Iván Cruz como quien busca una traducción
simultánea. Él les impone un reto: observar y
dialogar con el objeto. Plantearse preguntas y
mirar —desde la actualidad— su relación con
empleaban en ceremonias grupales y que acom- Los asistentes, que minutos atrás estaban senta- el pasado a través de la obra de arte, a partir de
pañaban diariamente a sus portadores, incluso dos en las sillas, escuchando la conferencia, se di-
los amuletos.
más allá de la muerte. Después del relato, Cruz rigen a una de las piezas cuyo secreto les pertenece.
explica, con la ayuda de algunas diapositivas, el Es un espejo de pirita con marco rectangular de —Pienso que esta es una estética a la que no
guión museológico, es decir, el concepto que hay cobre. Una crónica del siglo XVI describe al jefe estamos acostumbrados, y que muchas veces
detrás de la exposición y los pasos que se siguie- local manteño de Colonche —actual provincia nos causa angustia porque no la comprende-
ron para el montaje. Hace hincapié los siguien- de Santa Elena— como un hombre que siem- mos. Yo prefiero que ustedes se queden con
tes aspectos: pre iba elegantemente vestido y enjoyado. Solía esa angustia a que miren un letrero y no en-
llevar en su brazo izquierdo, cerca de la mano, tiendan nada —les dice Cruz.
La clasificación, el criterio a partir del que se
un brazalete con esta piedra brillante, que en
organizan las piezas no es cronológico, ni geo- La solución para combatir esa angustia está en
aquel entonces era empleada como un elemen-
gráfico sino temático. La muestra incluye obje- aceptar el reto. Cuatro minutos de análisis de-
to adivinatorio, como un espejo que le permi-
tos de las culturas Valdivia (3800-1800 a.C.), tenido de los objetos bastarán para desvelar los
tía ver más allá que el resto de los mortales.
Manteño (700-1532 d.C.) y Jama Coaque misterios de los amuletos.
Los llipteros —recipientes que servían para
(350 a.C.-1532 d.C.). Sin embargo, no están
separadas bajo esta clasificación, sino que son
parte de un discurso en el que se prioriza su
morfología, uso, material, tamaños y motivos.
El encantamiento del montaje. Seguido de un
arduo trabajo de selección, que Cruz realizó
junto al co-curador de la muestra Francis Ga-
larza, está la ubicación de las obras de arte. Para
esto, fue necesario adecuar el espacio, pintar el
fondo de las vitrinas y hacer un ejercicio de pre-
montaje, en el que se ensayó la iluminación, la
cromática y la sujeción de las piezas. Es un pro-
cedimiento que exige mucha precisión y crea-
tividad. Lo que persiguen los curadores es que
los espectadores se maravillen con los amule-
tos, que parecen estar suspendidos en el aire. El
truco —si se equipara con un acto de magia—
está en que quien los observe no logre descifrar
cómo es que están encajados estos objetos.

La sala Amuletos está junto al patio donde
emerge un gran árbol de higo. Es un pasillo
de aproximadamente 10 metros cuadrados.
Una pared rústica, donde los ladrillos color
ocre quedan al descubierto, contrasta con las
paredes verdes, cuidadosamente coloreadas, y
dos vitrinas de fondo azul eléctrico. El tiempo,
en este sitio, es ecléctico. Hay más de 150 mi-
niaturas precolombinas, que oscilan entre los
9 mm. y 13 cm., con historias que buscan ser
exploradas. Espejo de pirita con marco rectangular de cobre,
cultura Manteño, 700-1532 d.C.

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