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ÁNGEL VIVAS
El filósofo y sociólogo francés Jean Baudrillard, feroz
crítico de la sociedad de consumo y uno de los
teóricos de la posmodernidad, murió el 6 de marzo en
París a los 77 años.
El análisis de Baudrillard en esta obra primeriza, según Denis Huisman, que la incluye en su
Diccionario de las mil obras clave del pensamiento, adquiere la dimensión de una "tecnología
estructural". La sociedad de consumo aparece como una manifestación pletórica de signos,
como un sistema cuya incoherencia nace de la frustración que engendra el propio sistema.
Con el paso del tiempo, Baudrillard se convirtió en uno de los pensadores más representativos
de la posmodernidad, si bien da la impresión de que no llegó a ganarse una clara respetabilidad
académica.
Parece sintomático que algunos diccionarios de Filosofía, como el de Cambridge o el dirigido por
Jacobo Muñoz y publicado por Espasa, no le concedan una entrada, así como su escasa presencia en
historias de la Filosofía contemporánea que sí se ocupan de colegas y compatriotas suyos como
Foucault, Lacan, Deleuze o Derrida. El hecho de que su pensamiento sea difícil de encasillar en
corrientes concretas, aunque la etiqueta de posestructuralista sea la más frecuente, ha podido influir
en ese sentido.
Una de sus tesis más conocidas es que en el mundo posmoderno no hay realidad, sino simulacro
de la realidad, una suerte de realidad virtual creada por los medios de comunicación. En cierto modo,
Baudrillard se adelantó a los creadores de Matrix.
Una expresión especialmente resonante de esa idea la lanzó con ocasión de la primera Guerra del
Golfo, la que promovió Bush padre en 1991. Primero, predijo que la guerra no ocurriría y cuando las
bombas habían caído ya sobre Bagdad mantuvo la misma idea. "La guerra del Golfo no ha
existido", dijo con contundencia. En su opinión, la guerra, para la gran mayoría del planeta, había
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18/2/2018 Jean Baudrillard, el filósofo que alertó sobre la 'era Matrix' | elmundo.es
Otra cara de esta tesis es que la primacía de los símbolos sobre las cosas, característica de la sociedad
de masas, no ha hecho más que acentuarse y la representación de la realidad se sobrepone a la
realidad misma; lo real ya no es aquello que se puede reproducir, sino lo reproducido. De
algún modo, seguimos en Matrix. También en cierto modo puede verse a Baudrillard como un filósofo
que ha llevado la sospecha hasta sus últimos límites: no es que haya veladuras sobre la realidad como
pensaron Marx, Nietzsche y Freud, es que no hay propiamente realidad.
Naturalmente, fue un pensador que se ocupó de la televisión. En su opinión, la televisión crea una
densa red que envuelve al individuo, sustituyendo las formas de interlocución y convirtiéndose en
la fuente única para la percepción y la comprensión de aquello que conviene que suceda. El silencio
está proscrito de la televisión, tesis -ésta sí- con la que es más fácil coincidir.
En este mundo posmoderno, el terrorismo es, para él, como un exceso de realidad, una
sacudida de realidad, artificialmente provocada para lograr la quiebra ideológica de la estrategia
virtual y que el mundo entre en crisis. Sin embargo, la sobredosis de realidad que fue el ataque a las
Torres Gemelas le pareció en su momento insuficiente para abrir las puertas a la realidad real.
Como muchos sociólogos actuales (Baudrillard aparece como sociólogo en algunos libros) el pensador
francés centró su atención en Estados Unidos, arquetipo de la sociedad posmoderna. En 1976 publicó
un libro titulado 'El intercambio simbólico y la muerte'. En él, profundizaba en sus ideas
características, planteando que sólo la muerte puede irrumpir en este orden de simulacros.
No cabe resucitar antiguos valores, que son simulacros de por sí, ni oponer a éstos nuevos valores,
condenados a ser nuevos simulacros. La única estrategia posible no es dialéctica, sino catastrófica; o
mejor, patafísica. Porque el sistema es un Todo que no admite alternativas, no cabe oponer Sade a
Marat (o, en palabras de Lyotard, una economía libidinal a la economía del sistema). Sólo la propia
tautología del sistema es el arma que puede acabar con él.
© Mundinteractivos, S.A.
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