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FUNCION DE LA PALABRA, LENGUAJE,

COMUNICACIÓN Y GESTOS EN LA TERAPIA


PSICOLOGICA
Mauricio Martorell… y Stefani Cesia Mamani Calizaya

Facultad de educación, ciencias sociales de la comunicación y humanidades/


Universidad Privada de Tacna, Tacna, Perú.

RESUMEN:

PALABRAS CLAVES: Comunicación, lenguaje, palabra, terapia psicológica.

ABSTRACT:

KEYWORDS: Communication, language, word, psychological therapy.


INDICE

FUNCION DE LA PALABRA, LENGUAJE, COMUNICACIÓN Y GESTOS EN LA


TERAPIA PSICOLOGICA ....................................................................................................... 1
1. INTRODUCCION ............................................................................................................ 3
2. TERAPIA PSICOLOGICA............................................................................................... 3
3. ELEMENTOS ESENCIALES EN LA TERAPIA PSICOLOGICA ................................ 4
3.1. La Comunicación ...................................................................................................... 4
3.2. Metáforas terapéuticas............................................................................................... 7
3.3. Metáforas conductuales ........................................................................................... 13
3.4. Comunicación no verbal.......................................................................................... 13
3.5. Paradoja en terapias ................................................................................................. 18
4. IMPORTANCIA DEL LENGUAJE EN LA TERAPIA ................................................ 23
5. TERAPIA LINGÜÍSTICA DE EVALUACIÓN ............................................................ 25
6. TEORÍA SEMÁNTICA GENERAL .............................................................................. 26
7. CONCLUSIONES .......................................................................................................... 28
8. BIBLIOGRAFIA ............................................................................................................. 29

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1. INTRODUCCION

La psicoterapia se considera como una aplicación de la psicología clínica y se


emplea esta palabra para significar que se prioriza el trato humano con el paciente y que
los cambios que se proponen son profundos, todo desde una perspectiva cognitivo
conductual y humanista en contraste con otras terapias que no demuestran
experimentalmente su eficacia.

2. TERAPIA PSICOLOGICA

Según (Bernstein D. & Nietzel M., 1980) refieren que la terapia psicológica
(psicoterapia) es una parte de la psicología clínica y de la salud.

La psicoterapia es la aplicación de la psicología clínica al tratamiento de los


problemas mentales a través de una relación terapéutica. En general el término
psicoterapia se ha aplicado más en el ámbito de la orientación dinámica (psicoanálisis,
terapia humanista,..) mientras que "psicología clínica" lo han aplicado los psicólogos
cognitivo conductuales a su labor terapéutica. Sin embargo desde algunos puntos de vista
se ha considerado a la psicoterapia como una parte de la psicología clínica y así la
considera el Colegio Oficial de Psicólogos (COP, 1999).

Desde algunas perspectivas la psicoterapia es un espacio de reflexión con un


profesional en el que se afrontan los problemas que en esta vida se asaltan. Desde aquí es
desde donde las terapias de insight han afrontado su labor. Se supone que el paciente
acude al terapeuta para reflexionar juntos y averiguar qué es lo que ocurre, que muchas
veces es inconsciente, es decir, está fuera de nuestra conciencia. Estas terapias suponen
que el conocimiento salva y que averiguando aquello que se ha olvidado o de lo que no
es conscientes se soluciona el problema. Pero ya Freud afirmaba que era preciso revivir
el trauma en las sesiones para poder resolverlo. Desde una perspectiva cognitivo
conductual se sabe que para resolver un problema hay que modificar determinadas
conductas, y que si no se hace, el problema no se soluciona. Cuando se habla de conductas
se hace en un sentido amplio, considerando conductas los pensamientos, los sentimientos
y las emociones (Higuera, 2010).

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Lo primero que debe determinar el psicoterapeuta en la primera entrevista es el
diagnóstico sobre la posibilidad de efectuar el análisis de su futuro paciente y ver si va a
responder adecuadamente a su tratamiento.

SÍ no es así, habrá que remitirlo con otro psicólogo, consejero, orientador o


psicoterapeuta. Por ejemplo, el paciente que puede beneficiarse de la psicoterapia
psicoanalítica debe contar con:

• Inteligencia suficiente para entender las relaciones de causa-efecto.

• Confianza básica (Erikson, 1987), para poder luchar junto con el terapeuta contra
su problema y poder establecer una buena alianza terapéutica. Cuando el paciente tiene
confianza básica, se le da el nombre de un psicoterapeuta que muestre seguridad en el
conocimiento del problema y profesionalismo al actuar. Si el paciente se muestra
desconfiado se le pueden dar dos o máximo tres nombres de colegas con quienes pueda
asistir para que él elija.

• Capacidad de insight: es decir, capacidad de ver hacia adentro, de establecer


relaciones causa-efecto y de lograr el cambio. Va más allá de sólo ver hacia adentro, hay
quienes ven hacia adentro y no hacen insight. Tiene que ver con cobrar conciencia de lo
que antes era inconsciente y a partir de ahí empezar el cambio.

• En paciente: tener la anuencia de sus padres que son los que pagan el tratamiento,
(Patlan, 1999).

Después de obtener el diagnóstico, el psicoterapeuta que está llevando a cabo la


entrevista, debe determinar si es la persona adecuada para tomar en tratamiento a ese
paciente. Para ello se ayuda de su sensación contratransferencia. Se apoya en la sensación
de simpatía, de empatía y la clara percepción de la contratransferencia positiva.

3. ELEMENTOS ESENCIALES EN LA TERAPIA PSICOLOGICA

3.1.La Comunicación

Comunicar significa poner en común, participar, entrar en una relación de


intercambio de pensamientos, de emociones; implica una relación bidireccional y
recíproca (Ibáñez, 2010). La real Académica Española define la comunicación como
transmisión de señales mediante un código común al emisor y al receptor y comunicar

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como descubrir, manifestar o hacer saber a alguien algo. Transmitir señales mediante un
código común al emisor y al receptor.

La comunicación es uno de los pilares básicos en la psicoterapia. El


comportamiento del psicólogo, a través de su lenguaje verbal y no verbal, condiciona el
del paciente y viceversa. La intervención de cada cual produce respuestas diferentes en el
otro, pero es el psicólogo quien tiene la responsabilidad de manejar adecuadamente el
proceso de comunicación (Perpiñá, 2012).

El problema de la comunicación en la psicoterapia, y en toda intervención


humana, consiste en la transmisión del mensaje. La persona que lo emite debe producir
el mensaje que desea transmitir (sus objetivos) en una forma comunicable, y luego lo
debe enviar. Una vez emitido, los ruidos entran en juego. El receptor, a quien va dirigido
el mensaje, debe recibirlo e interpretarlo según su propio marco de referencia, es decir,
aplicando sus propios filtros. Una vez que el mensaje se ha transmitido, los «objetivos»
del emisor se convierten para el receptor en «intenciones» del emisor y del mensaje.
Queda claro que en todo este proceso se pueden producir muchos errores y sesgos, razón
por la cual el emisor usa la retroalimentación (o ha de usarla) con el fin de asegurarse de
que lo que ha entendido el receptor es lo que pretendía transmitir. El aforismo «dicho no
quiere decir escuchado; escuchado no quiere decir entendido» atribuido a Konrad Lorenz
hace que, como terapeutas, pongamos todo nuestro interés en que el mensaje que
queremos transmitir sea bien entendido por nuestro paciente y viceversa (Perpiñá, 2012).

Por otra parte, la comunicación no es sólo un intercambio de mensajes; es una


construcción del significado. Como bien afirman De la Torre-Zermeño y De la Torre
Hernández (1995), la comunicación humana es el proceso mental en el que un emisor y
un receptor interactúan con el fin de intercambiar ideas, conocimiento, experiencias y
sentimientos, que se transmiten a través de un código, un mensaje y un canal apropiados.
Comunicación implica interacción y relación entre los comunicantes. La comunicación
posee propiedades de naturaleza axiomática que pasamos a enumerar y que llevan
implícitas consecuencias fundamentales para el estudio de las relaciones (Perpiñá, 2012).

Según los autores (Watzlawick, Beavin, J., & Jackson, 1971), establecieron los
siguientes axiomas básicos de la comunicación:

- Es imposible no comunicarse.

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En una interacción, toda conducta tiene valor de mensaje, es decir, es
comunicación; por eso, por más que uno lo intente, no puede dejar de comunicar. Hablar
o callar tienen igualmente un valor de mensaje: influyen sobre los demás, quienes, a su
vez, no pueden dejar de responder a tales comunicaciones. La imposibilidad de no
comunicarse hace que todas las situaciones en las que participan dos o más personas sean
interpersonales y comunicativas (Watzlawick, Beavin, J., & Jackson, 1971).

- Toda comunicación tiene un nivel de contenido (referencial) y un nivel


relacional (conativo e intencional).

Cuando dos personas se comunican, en esa interacción se evidencia un aspecto


referencial, es decir, lo que se dice, el contenido, los «datos» de la comunicación, y un
nivel de relación entre ellas (a quién se dice y cómo se dice). Por tanto, en la transmisión
del mensaje se están dando datos, y se propone un comportamiento, o se da una
instrucción que sirve para definir la relación que se establece entre los interlocutores. Así,
una vez emitido el mensaje, el receptor puede confirmar, rechazar o descalificar la
información o la interacción. Considérese la diferente relación entre los comunicantes en
«es mejor que le hables suavemente, sin gritar y te atenderá» vs. «Tú sigue chillando
como un energúmeno, que no te hará ni puñetero caso» (Watzlawick, Beavin, J., &
Jackson, 1971).

- La naturaleza de una relación depende de las secuencias de puntuación de las


comunicaciones establecidas por los comunicantes.

El flujo de la comunicación puede entenderse como una secuencia de


intercambios, o, más exactamente, como una puntuación de la secuencia de hechos. Los
comunicantes puntúan la secuencia de tal manera que uno de ellos toma la iniciativa,
sigue la inercia, etc. Los conflictos en las relaciones surgen cuando hay desacuerdo en la
manera de puntuar la secuencia de hechos. Considérese «siempre he de decirte qué hay
que hacer, porque nunca sabes qué hacer» vs. «Nunca puedo hacer nada de lo que quiero
porque siempre me dices tú lo que se puede y lo que no se puede hacer» (Watzlawick,
Beavin, J., & Jackson, 1971).

- Los seres humanos se comunican tanto digital como analógicamente.

En el lenguaje natural, la relación entre expresión y contenido es arbitraria, y por


eso se denomina «digital». En cambio, en las formas de comunicación no verbales hay

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algo similar a la cosa que se trata de comunicar, y se denomina «analógica». El prototipo
de codificación digital lo constituyen las lenguas naturales, es más abstracto, está bajo
control consciente y es más susceptible de falsearse, mientras que lo analógico es todo lo
que sea comunicación no verbal (posturas, gestos, expresiones, inflexiones de la voz,
secuencia, cadencia de las palabras, etc.), es inmediato, concreto, con una semántica más
precisa, menos susceptible de control consciente y de falsearse. El contenido se transmite
de forma digital; los aspectos relacionales se transmiten predominantemente de forma
analógica. El lenguaje digital cuenta con una sintaxis lógica sumamente compleja y
poderosa, pero carece de una semántica adecuada para la definición inequívoca de las
relaciones. Además, ambos modos pueden entrar en contradicción (y se descalifican).
Considérese la afirmación «me lo estoy pasando muy bien» acompañada de una expresión
corporal decaída y un tono de voz monocorde y apenas audible (Watzlawick, Beavin, J.,
& Jackson, 1971).

- Todos los intercambios comunicativos son simétricos, o complementarios,


según estén basados en la igualdad o en la diferencia.

Las relaciones basadas en la igualdad son simétricas, y las basadas en la diferencia


son complementarias (por ejemplo, terapeuta-paciente) (Watzlawick, Beavin, J., &
Jackson, 1971).

3.2.Metáforas terapéuticas

Las metáforas y las anécdotas son otras de las formas de sugestión indirecta
desarrolladas por Erickson, y a juicio de (Zeig, 1983) son una potente comunicación
terapéutica a niveles múltiples.

Una metáfora es una forma lingüística que hace una comparación implícita entre
dos entidades diferentes (Lankton y Lankton, 1983). Sin embargo, desde el punto de vista
terapéutico, no hay diferencias técnicas entre el uso de cuentos, anécdotas y metáforas.

Zeig (1985, p. 29) define a la anécdota como una breve narración relativa a un
suceso o incidente interesante o divertido. Las anécdotas pueden ser cuentos ficticios, o
relatos o crónicas de experiencias genuinas y aventuras vitales. La mayoría de las
anécdotas que usaba Erickson eran descripciones verídicas de sucesos de su vida y la de
sus familiares y pacientes (Pacheco, 1993)
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Zeig afirma que las anécdotas y las metáforas pueden emplearse en cualquier tipo
de psicoterapia y en cualquier fase del tratamiento, y no se conocen contraindicaciones
para ellas.

Las anécdotas y metáforas usadas por Erickson buscaban comprometer al paciente


en una búsqueda de significados, para “engancharlo” en una forma que fuera valiosa por
sí misma, a causa de la motivación que generaban.

Los Lankton (Lankton & Lankton, 1989) también definen metáfora terapéutica
como “un recurso dramático que captura la atención y provee un marco alterado a través
del cual el cliente puede considerar una experiencia nueva.”

Los relatos de Erickson utilizaban muchos recursos narrativos -humor e


información interesante-, para intercalar así sugerencias terapéuticas cuyo contenido
tenían un vínculo muy remoto con las inquietudes del paciente.

Ya sea que las metáforas se relaten o no en un estado de trance terapéutico, “[...]


la propia actividad mental del cliente crea una comprensión singular del material
entregado, y al hacerlo inicia un proceso de cambio al alterar las percepciones. Ninguno
de los pensamientos y comprensiones originales es abatido. Por el contrario, se obtienen
nuevas asociaciones, nuevos significados y comprensiones, enriqueciendo al cliente en
lugar de empobrecerlo.” (Lankton & Lankton, 1986)

Hammond distingue tres estilos básicos de metáfora: (Pacheco, 1993)

1) Las metáforas o anécdotas referidas a la experiencia personal del terapeuta o


historias de pacientes.

2) La metáfora que hace uso de verdades obvias, en donde se relatan experiencias


de vida tan universales, que el paciente no puede rechazarlas, y crean una “dirección de
aceptación” hacia el tratamiento.

3) Las historias metafóricas adaptadas a la situación del paciente, o buscando crear


papeles y componentes que son paralelos a los aspectos de las circunstancias del paciente.

Uso diagnóstico de las metáforas

(Zeig, 1983) Expone que el relato de una anécdota -compuesta de varios


elementos respecto a los problemas presentados por los pacientes durante la entrevista

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inicial, puede entregar información sobre el paciente, a través de la comunicación no
verbal inconsciente (señales mínimas) de aquel.

También son un buen elemento diagnóstico para determinar la capacidad


hipnótica del paciente. Aquellos que se muestran más cautivados y absortos en las
historias, suelen ser sujetos hipnotizables con mayor facilidad.

Es decir, cuando usemos esta estrategia como diagnóstico, estemos atentos a cómo
reacciona la persona a nuestro relato: en que partes asiente, o niega, su ritmo respiratorio,
su focalización visual, etc.

Uso de metáforas para crear rapport terapéutico

Además del uso del “bio-rapport” y de los elementos de los sistemas


representacionales, una anécdota relativa a aspectos del paciente que han sido captados
por el terapeuta, puede ser un vehículo para un rapport sutil (Pacheco, 1993).

Uso de metáforas en el proceso de tratamiento

Las metáforas y las anécdotas poseen algunas características que las hacen
especialmente útiles en la etapa de tratamiento. (Zeig, 1983) Menciona las siguientes:

a. No implican una amenaza.


b. Captan el interés del oyente.
c. Como el paciente tiene que conferirle un significado, fomentan su independencia
ya que promueven una acción por propia iniciativa. El cambio proviene desde el
interior y no de la directiva del terapeuta.
d. Permiten eludir la resistencia natural al cambio. Erickson acostumbraba presentar
ideas terapéuticas en forma de metáforas a los pacientes más resistentes.
e. Son un modelo de creatividad para el paciente.
f. Crean confusión y promueven una buena respuesta hipnótica.
g. Su impacto en la memoria es mayor, haciendo más rememorable la idea expuesta.

A continuación analizaremos algunos de sus usos en el tratamiento (Pacheco, 1993):

Formular o ejemplificar una opinión

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Dadas las características de las metáforas, puede establecerse una opinión en una
forma potente y memorable. Es más fácil recordar una anécdota -y el mensaje implícito-
que el mismo tema en un enunciado común.

Sugerir soluciones

En la forma del trabajo metafórico de Erickson (y continuado por los Lankton),


las conclusiones que podía extraer el paciente ofrecían una perspectiva novedosa o una
solución antes ignorada.

(Gordon, 1978) Denomina búsqueda trans-derivacional al proceso a través del cual se


inicia una búsqueda inconsciente en el oyente para encontrarle un sentido al relato de
acuerdo a su propio modelo de mundo. Por esta razón, las metáforas terapéuticas deben
acoger el modelo de mundo del oyente para ser efectivas. A este respecto es interesante
lo expresado por Bettelheim:

Los cuentos son terapéuticos debido a que el paciente encuentra su propia


solución, a través de la contemplación de lo que parece implicar la historia
respecto a él y sus conflictos internos en ese momento de su vida. El contenido del
cuento escogido, generalmente no tiene relación con la vida externa del paciente,
sino que con sus problemas internos, los cuales parecen incomprensibles y, por
lo tanto, insolubles. El cuento no se refiere al mundo exterior, aunque puede ser
lo suficientemente realista y tener rasgos cotidianos entretejidos en él. La
naturaleza irreal de esos cuentos (los cuales objetan los racionalistas de mente
estrecha) es un recurso importante, pues hace obvio que el interés de los cuentos
no es la información útil sobre el mundo externo, sino los procesos internos que
ocurren en el individuo (Gordon, 1978).

Acceso y utilización de recursos

Los recursos son una parte que ya existe en la experiencia de las personas. Pueden
utilizarse como recursos los sentimientos, percepciones, conocimiento personal, actitudes
y comportamientos.

Pueden extraerse creando un contexto en el cual la persona responderá con ellos.


Por ejemplo, presentando una situación en otro contexto distinto al problemático, y en el
cual sabemos que la persona generalizará recursos que ya posee.

Ayudar a las personas a reconocerse tal cual son


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Las anécdotas y metáforas crean una situación en la cual uno puede reconocerse
a sí mismo en forma indirecta, en lugar que uno sea enfrentado en forma directa.

(Zeig, 1983) Cita a Erickson al respecto: “Si quieres que alguien te hable de su
relación con su hermano, todo lo que tienes que hacer es contarle una historia sobre tu
propio hermano.”

Sembrar ideas

Como ya vimos, la “siembra” consiste en diseminar ideas en pasos sucesivos que


llevan al logro esperado. Las metáforas son un buen recurso comunicacional para la
siembra; por ejemplo, Erickson narraba una historia que estimulaba ciertas ideas básicas
y que luego fortalecía con otras historias.

Insertar directivas

Esto consiste en tomar una frase de un relato y sacándolo de contexto, insertarlo


en otro; se agrega un efecto más indirecto dando a esa frase menor importancia que la que
tiene o modificando la emisión espacial de la voz al resaltarla.

Si las anécdotas y metáforas confunden y rodean las limitaciones conscientes del


sujeto, la persona captará esa directiva en una forma inadvertida (inconsciente).

Esquivar la resistencia

Ya que la metáfora estimula las propias asociaciones del paciente, es más difícil
resistirse a una asociación que uno mismo ha establecido.

Otra forma de reducir la resistencia es sembrar una idea en una anécdota y pasar
rápidamente a una segunda de distinto tema. Esto hace más difícil resistirse a la idea de
la primera anécdota, con lo cual aumenta la eficacia inconsciente de aquella. El paciente
puede resultar con amnesia de la primera idea.

Reencuadrar y redefinir un problema

Watzlawick y sus colaboradores han definido el reencuadre como el cambio del


propio marco conceptual o emocional en el cual se experimenta una situación, y situarlo
en otra estructura, que aborde los hechos correspondientes a la misma situación en una
forma similar e incluso mejor, con lo cual cambia por completo el sentido conceptual o
emocional.

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La eficacia del reencuadre radicaría en el hecho que cuando percibimos la
pertenencia alternativa del evento a otra clase (lógica), no podemos regresar fácilmente
al primer punto de vista y, por tanto, a la angustia o conflicto anterior.

La redefinición del problema consiste en definir el problema de una manera


levemente diferente a como lo hace el paciente, tras lo cual se ofrece una acción
terapéutica que corregirá la nueva definición del problema y lo solucionará (y si aquella
está bien construida, se resolverá el problema del paciente).

Facilitación de nuevos patrones de pensamiento, sentimientos y comportamientos

Las metáforas pueden utilizarse para construir o facilitar nuevas emociones,


pensamientos y conductas del individuo, de modo de enriquecer su vida. (En la Tercera
Parte de este volumen se incluyen los protocolos propuestos por los Lankton para
construir metáforas.)

Desde el punto de vista de la inducción de trance y la evocación de fenómenos


hipnóticos, ambos aspectos del trabajo hipnoterapéutico pueden abordarse
metafóricamente (v.g., inducción conversacional, evocación indirecta de los diversos
fenómenos hipnóticos).

Los Lankton (Lankton & Lankton, 1986) entregan dos recomendaciones para la
construcción de metáforas:

- No es conveniente relatar historias de animales a los adultos, pues tendríamos


que antropomorfizar a los animales y eso sonaría tonto para un adulto. Lo cual
puede no lograr mantener la disposición a atender del paciente.
- Recomiendan que el terapeuta no sea el protagonista principal. Cuando
Erickson relataba historias de su familia, él sólo era un personaje en las
anécdotas, no era el personaje principal que tenía una experiencia de
aprendizaje en la historia.
- Cuando el terapeuta es el personaje principal, pierde capacidad terapéutica,
debido a los fenómenos de la transferencia y la contra-transferencia. Los
Lankton afirman que uno puede usar experiencias personales, pero
relatándolas como si hubieran ocurrido a alguna persona conocida por
nosotros.

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3.3.Metáforas conductuales

El propósito de las metáforas conductuales es proporcionar un contexto en el cual


pueda ejemplificarse -idealmente en forma repetida- un comportamiento deseado
(Lankton S. , 1985).

El oyente tiene así la oportunidad para considerar los matices y ejemplos de la


conducta meta en un nivel, pero no es necesario que se percate que necesita aprender de
ella.

Esta metáfora consiste en una historia respecto a cómo otras personas


desempeñaron numerosos aspectos de un comportamiento. No se presiona al paciente a
aprender, ni se le “programan” comportamientos. Si nuestro diagnóstico indica que el
paciente no ha tenido suficientes oportunidades para aprender, ser modelado o reforzado
por efectuar la conducta meta, la metáfora se convierte en una oportunidad para modelarle
comportamientos, pensar al respecto, o considerar la “nueva” conducta, identificarla e
integrarla en formas relevantes.

Generalmente no es necesario especificar los antecedentes y motivaciones de los


personajes. Cuando se incluyen esos detalles, es en razón del aspecto divertido de la
metáfora, y son breves y limitados a comentarios muy generales. Los (Lankton &
Lankton, 1989) sugieren este proceder porque desean ejemplificar conductas-meta sin
estimular al paciente a hacer evaluaciones de juicio respecto a la elección de conductas
semejantes cuando se relacionan con las metas o los motivos.

En estas metáforas, el comportamiento del protagonista es descrito en numerosos


contextos, de modo de permitir la repetición de las conductas-meta. Una posibilidad para
esa repetición, por ejemplo, puede ser una historia de un protagonista observando a otros
desempeñar esos comportamientos; después, quizá, el protagonista es observado
mostrando las mismas conductas, y después puede haber otra repetición más de los
comportamientos en la historia, como fueron mostrados o recordados por otro
protagonista.

3.4.Comunicación no verbal

La comunicación no verbal, aquella que transciende la palabra hablada o escrita,


afecta más al cómo se dice que a lo que se dice. Es más espontánea y más difícil de

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controlar conscientemente, y éste es un principio válido tanto para el paciente como para
el terapeuta (Watzlawick, Beavin, J., & Jackson, 1971).

Conocer las claves y significados de algo que se produce de manera espontánea


en las interacciones cara a cara, como es la comunicación no verbal, es esencial para el
terapeuta. Se ha estimado que más del 60 por 100 de información que interpreta el
receptor llega por este canal (Ballenato, 2009). Piénsese, por ejemplo, en la proliferación
de «emoticonos» en los escritos de los internautas, quienes los incluyen en sus textos para
«colorear» afectivamente su mensaje o, a veces, eliminar la posible ambigüedad del
significado de una frase acompañándola con una cara que refleja una expresión
emocional: : ) :D ;0 (Perpiñá, 2012).

Mediante la expresión no verbal se expresa la afectividad a través de canales de


comunicación como: la expresión facial, los gestos, las posturas, el tono de voz, las
expresiones que acompañan al lenguaje como el llanto, las risas, los sonidos guturales,
la distancia que guarda la persona hacia otra, el olor corporal, el aliño, entre otras,
manifestaciones que se consideran (Obiols, 2008), como elemento concreto de la
expresión de la afectividad.

Los componentes de la comunicación no verbal más importantes en la psicoterapia


serían:

- Expresión facial:

La cara es la parte más expresiva de nuestro cuerpo. La mímica de las emociones


se produce por la combinación de las cejas-frente, los ojos y la boca-barbilla. Con ellos
denotamos las emociones básicas: alegría, sorpresa, tristeza, miedo, ira y asco. La
coloración de la piel de la cara también aporta información: el rubor se asocia a
situaciones tensas o embarazosas, y la palidez, a sorpresas extremas. En cuanto a los
terapeutas, el uso de una sonrisa amable es un buen instrumento para invitar a participar
y crea un clima relajado. En general, la mejor manera de mostrar nuestra cara como
terapeutas es estableciendo un contacto ocular frecuente, con una sonrisa amable pero
contenida y, sobre todo, no ocultando nuestros gestos con las manos (Perpiñá, 2012).

- Ojos:

Los ojos y la mirada son una parte esencial e importantísima en toda interacción
y, por supuesto, en las entrevistas. El que una persona mantenga contacto ocular

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(participación) o no (evitación, inhibición) con el profesional es un dato informativo de
primera mano. Igualmente, es fundamental que el terapeuta mantenga un buen y frecuente
contacto ocular con el paciente, ya que va a ser un elemento central en la participación de
la terapia. Así que cuidado con tomar notas si eso supone apartar demasiado tiempo la
vista del paciente; ahora bien, si la mirada es fija e incisiva, viene a significar reto y
desafío. Por otra parte, los ojos también tienen un importante papel en la regulación de
las intervenciones verbales de los interlocutores (Perpiñá, 2012).

- Postura corporal:

La posición general del cuerpo también aporta información en nuestras


interacciones. Tener una postura erguida indica confianza y dominio, mientras que
mostrarse cabizbajo y con los hombros caídos denota tristeza y abatimiento. Reclinarse
hacia el interlocutor denota interés, y repantigarse en el asiento muestra, sin embargo,
aburrimiento y desinterés. En la postura corporal cobran especial relevancia las
extremidades superiores e inferiores. Así, cruzar los brazos sobre el pecho indica clausura,
rechazo o necesidad de defenderse, mientras que los brazos hacia delante indican apertura
y énfasis. Las piernas cruzadas y en movimiento indican impaciencia o frustración
(Perpiñá, 2012).

- Gestos:

Los movimientos de las manos aportan mucha información. Los puños cerrados
denotan enfado o tensión, y retorcerse las manos, tristeza o ansiedad. Tocarse
repetidamente la nariz o la oreja puede indicar dudas e incomodidad, y mesarse
continuamente los cabellos o la barba, nerviosismo o galanteo. Además, los movimientos
con las manos (aunque también de la cabeza y los hombros) sirven para enfatizar lo que
decimos verbalmente o suplirlo (Perpiñá, 2012).

- Distancia interpersonal:

Aunque hay diferencias culturales en cuanto a la distancia que debe separar a las
personas para que se encuentren cómodas sin sentirse invadidas, en una situación de entre
vista hay que mantener en general una distancia que no interfiera en la «zona íntima» y
que, por tanto, implique un continuo roce sino que se mantenga en la llamada «zona
personal» (normalmente el largo de un brazo), en la que ambos interlocutores se
encuentran cómodos pero no distantes. En situaciones excepcionales de «crisis» o

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catástrofes, si la persona que requiere atención lo consiente y se siente cómoda, se puede
pasar a esa zona íntima (tomándole la mano o abrazándola) (Perpiñá, 2012).

- Respiración y variables paralingüísticas:

La respiración agitada indica excitación, bien sea por miedo, por enfado, etc. El
ajuste del volumen en la entrevista es de particular interés. El terapeuta ha de elegir un
volumen adecuado y una tonalidad cálida en su expresión verbal. Los asentimientos
guturales (el conocido efecto greenspoon) facilitan la demostración de la escucha activa
(Perpiñá, 2012).

3.4.1. Tipos de lenguaje no verbal


Se pueden clasificar los tipos de lenguaje no verbal de acuerdo con (Glass,
2003), con algunas modificaciones nuestras:

- El Código del Habla.

Se refiere al tono en el que se habla, las palabras utilizadas y el contenido del


discurso.

- El Código Vocal.

El tono, la calidad de la voz, su volumen y velocidad, se pueden entender como


aspectos concretos del habla; sin embargo, la forma de hablar refleja cómo es el
pensamiento. Analizar el habla nos puede dar luz de alguna disfunción en este sentido,
además posiblemente podamos distinguir el nivel de angustia que experimente la persona,
así como su estado emocional.

- Lenguaje Corporal.

Al respecto de este tipo de comunicación, observamos datos interesantes en las


investigaciones expuestas en el trabajo de (Knapp, 1991), las cuales mencionan que el
atractivo físico general ejerce una marcada influencia hacia las respuestas que le
brindarán las demás personas; Inclusive encontró, en la época del estudio, que se dirige
una respuesta emocional más favorable y una serie de mejores expectativas a las personas
más atractivas. (Davis, 1976), señala que en lo primero que se debe poner atención es en
el eco de la postura; es decir, las personas suelen imitar posturas, se dice que si dos
personas toman la misma postura, quiere decir que se encuentran en comunión.

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Una postura nos puede hablar de una dinámica de personalidad actual. Algunas
instituciones suelen considerar que los problemas psicológicos pueden incrustarse en la
estructura corporal, misma que se considera como expresión del carácter y de la actitud
(Nahoul Serio & González Núñez, 2014).

El comportamiento ocular es tal vez la forma más sutil del lenguaje corporal. La
cultura nos programa desde pequeños, enseñándonos qué hacer con nuestros ojos y qué
esperar de los demás. Los movimientos de los ojos, por supuesto, determinan que c.\s lo
que ve una persona; estos movimientos estarán influidos por la personalidad, la situación
en la que se encuentra la persona, por sus actitudes hacia los que lo acompañan y por la
importancia que tiene dentro del grupo que conversa (Davis, 1976).

A continuación se presenta algunas guías lo que existe detrás de la conducta


corporal, según (Glass, 2003):

- Inclinarse hacia delante: cuando nos aproximamos a una persona es señal de


agrado.
- Inclinarse hacia delante con las piernas atrás: señal de interés extremo.
- Inclinarse hacia atrás: indica desagrado hacia la persona.
- Invasión del espacio: quien lo hace es una persona intrusiva y hay posibilidades
de que tenga rasgos narcisistas, trata de mostrar su poder o bien no se da cuenta de
lo que hace. Busca que la otra persona se sienta cohibida.
- Permanecer demasiado lejos: con frecuencia estas personas se sienten
amenazadas; o bien, si están lejos es por una sensación de desagrado.
- Copiar los movimientos: indica gusto e identificación.
- Balancearse hacia delante y hacia atrás: indica impaciencia y nerviosismo.
- Moverse inquietamente: muestra nerviosismo, desagrado e incomodidad.
- Inclinar la cabeza hacia una persona: denota interés, atención y concentración en
esa persona.
- Mover bruscamente la cabeza: reacciona para evitar una incomodidad.
- Mover la cabeza afirmativamente: indica necesidad de complacer y gustar,
frecuentemente lo hacen personas inseguras que temen al rechazo.
- Inclinar la cabeza: es signo de respeto; la inclinación a modo de reverencia indica
inseguridad, infelicidad, baja autoestima y depresión.
- Echar la cabeza hacia delante: Sugiere amenaza inminente.
- Sacudir la cabeza o echarla hacia atrás: expresa desdén y arrogancia.
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- Rascarse la cabeza: confusión o inseguridad con respecto a algo.
- Encoger los hombros: Es signo de que no dice la verdad; o también puede ser
indiferencia. Intento por sentirse tranquilos, calmados y controlados cuando no lo
están.
- Levantar hombros sin encogerlos: esa persona desea expresar que es inofensiva.
- Postura decaída: Manifiesta tristeza, resignación, falta de confianza e incluso
depresión.
- Echarse hacia delante: Nos demuestra enojo, especialmente cuando los puños
están cerrados y la mandíbula sobresaliente.
- Postura rígida: la utilizan personas conservadoras e inflexibles, tienden a tener una
actitud autoritaria.
- Adoptar una pose: es casi siempre fingida; pretenden que las miradas de los demás
se posen en ellos, lo que indica inseguridad.
- El cuerpo erguido y los brazos cruzados o piernas cruzadas por encima de las
rodillas: muestra desagrado o desacuerdo.
- Enlazar las manos estando de pie, si está sentada la persona, enlaza las manos en
el regazo y cruza las piernas en actitud de espera: trasmite neutralidad ante alguna
situación o persona, están esperando formarse un juicio.
- Girar la cabeza y a veces el cuerpo hacia otro lado o inclinarse hacia atrás y
mantiene las piernas estiradas; en general se aleja del interlocutor: Denota
aburrimiento y desinterés.
- Brazos cruzados: Síntoma de incomodidad, de deseos de protegerse, puede indicar
nerviosismo y tensión. Brazos que sobresalen por los lados: son deseos de alejar
a alguien, de excluirlo.

3.5.Paradoja en terapias

Suele entenderse una paradoja como una contradicción, pero en realidad es mucho
más complejo e interesante que eso. Las paradojas son producto del patrón del
pensamiento humano; se conforman dentro de la estructura de su lógica, en forma de
antinomias. Se trata de un planteamiento que presenta una negación de sí misma, pero
que deja abierta la posibilidad de elección. Una posibilidad irreal de elección porque en
realidad plantea una situación sin salida. Las paradojas suelen, además, conllevar una

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orden, intrínsecamente contradictoria, o como la denominan ellos, "autocontradíctoria"
(Shomaly, 1994) .

Es decir, son, al mismo tiempo, verdaderas y Falsas" y están, por ello, no sólo
viciadas, sino que conforman verdaderos círculos viciosos. Basta con observar la frase:
No existe la verdad. Seguida por la pregunta: ¿Es esto cierto? Una conducta paradójica
es aquella resultante de mensajes contradictorios producto de sentimientos ambivalentes
sobre el tema y/o el interactuante. Un ejemplo lo constituye una madre que, llevada por
su amor, advierte a su pequeño hijo no acercarse al fuego y termina castigándolo cuando
éste la contraviene (Shomaly, 1994).

De acuerdo a recientes investigaciones en el campo de la lógica, se ha descubierto


que existe una serie de conceptos que son ultimadamente paradójicos. Entre ellos, este
mismo de la espontaneidad, el de la confianza, el de la sanidad y el de poder, cuyas
implicancias son sumamente interesantes.

En psicoterapia se utilizan paradojas pragmáticas, como la prescripción del


síntoma o los dobles vínculos terapéuticos. La prescripción del síntoma consiste en
obligar al cliente a que repita conscientemente el síntoma que le está produciendo
problemas. A un cliente al que le cuesta dormirse por la noche, ya que hace fuerza para
dormir y eso mismo le pone nervioso y le impide dormirse, se le pide que se vaya a la
cama sin intención de dormir, con lo que rápidamente se quedará dormido. A un cliente
que se lava las manos diez veces, se le pide que se las lave veinte. Si se le pide a un cliente
que repita voluntariamente un síntoma que es involuntario se le obliga a entrar en una
prescripción paradójica. La única forma que tiene de salir de ella es cambiando de
conducta y rompiendo el marco original. Milton H. Erickson era un genio en el uso de
este tipo de paradojas (Ros, 2015).

De la misma manera que una persona atrapada en un doble vínculo, pierde haga
lo que haga, el terapeuta puede crear dobles vínculos a través de los cuales obliga a esa
persona a ganar, haga lo que haga. Cuando el terapeuta le dice a su cliente que lo más
probable es que durante los próximos días haya una recaída, pero que esa recaída puede
significar que empieza a haber una reacción de curación, está empleando un doble vínculo
terapéutico. Si no hay una recaída, es estupendo, pero si hay una recaída significa que se
está avanzando en el proceso de curación. Bien de todas maneras. Es muy importante

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controlar bien las consecuencias de los dobles vínculos terapéuticos y dejarlos en manos
de profesionales con mucha experiencia (Ros, 2015).

La paradoja. Es indudable que la paradoja puede servir tanto para la formación de


problemas como para la solución de los mismos. Podemos encontrar variantes en la
aplicación de paradojas en psicoterapias (Parada, 2006):

- Ilusión de alternativas:

Consiste esencialmente en colocar a la persona ante dos alternativas en las cuales


realmente no hay elección posible, de modo que la persona se sienta obligada a salir del
sistema en que se encuentra, a realizar un cambio, si es en verdad desea elegir. El salir
fuera del sistema solo es posible si se acepta la ayuda terapéutica, la “ayuda que viene de
fuera”, o en otras palabras, las reglas de juego de la situación desadaptada se corrigen
aceptando otras metas reglas (Parada, 2006).

- Prescripción del síntoma:

Se le indica al paciente que lleve a cabo el síntoma, que lo ponga en práctica.


Ejemplo: ante un paciente que no puede decir “no”, se le prescribe que diga “no” a todas
las sugerencias que se le hagan. El paciente comienza a rechazar la sugerencia y pronto
se da cuenta que está diciendo “no”. De esa manera se realiza un “doble vinculo
terapéutico”: si obedece al terapeuta en realidad está diciendo “no”, y si no obedece
también está diciendo “NO”. El doble vínculo terapéutico presupone una relación intensa
entre terapeuta y paciente, una instrucción que implica paradoja, y una situación que
impide evadir la respuesta. Po tanto, aunque lo mandado sea lógicamente absurdo, hay
una realidad pragmática: el paciente no puede dejar de reaccionar frente a ella, pero no
puede hacerlo en su forma habitual sintomática. Watzlawick nos trae el ejemplo del
paranoico que sospecha que en el consultorio del terapeuta está ocultando un micrófono.
El terapeuta en vez de contradecirlo se mostró “adecuadamente preocupado” y le sugirió
comenzar un registro del local antes de seguir con la sesión. Esto enfrentó al paciente con
la ilusión de alternativas: podían aceptar la búsqueda o dejar de lado la idea paranoide.
Eligio la primera, pero a medida que pasaba el tiempo se mostraba cada vez inseguro e
incómodo, hasta que no puedo más y comenzó con una descripción coherente de los
problemas de su matrimonio (Parada, 2006).

- Técnicas imaginarias:

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En vez de utilizar un lenguaje puramente intelectual, se invita a paciente a usar su
imaginación para que el lenguaje figurado describa su problemática. Por ejemplo, con
enfermos de cáncer, se les solicita que con toda intensidad imaginen que sus glóbulos
blancos son osos polares de poderosas fauces que andan vagando hambrientos por su
cuerpo y que tragan toda célula cancerosa que encuentren en su camino. Se ha
comprobado que con esta técnica se ejerce un influjo inmediato sobre el curso de la
enfermedad. La misma técnica imaginativa ha sido utilizada para la frigidez (Parada,
2006).

- Aforismo y ambivalencias:

La utilización consciente de ambigüedades y absurdos puede desempeñar una importante


función en la comunicación terapéutica. El aforismo es una sentencia breve, en prosa,
dotada de unidad en sí, y formulada con gran capacidad expresiva. Ejemplos: “Mejor un
fin con temor que un temor sin fin”, “si las pistolas quedan fuera de la ley, solo los fuera
de la ley tendrían pistolas”. Se crean así conexiones desconcertantes o paradójicas que
llaman más la atención y causan mayor efecto. Su uso hace un interrupción de la censura
lógica y critica del hemisferio y se puede buscar entonces aquella significación que tiene
sentido para el paciente y que difícilmente se hallaría de otro modo.

- Utilizar la resistencia:

En toda situación conflictiva se dan básicamente dos posibilidades: o se replica al


ataque con un contraataque, o se esquiva el ataque para que el enemigo pierda el
equilibrio. Utilizar la resistencia significa utilizar la energía que opone el otro para
propiciar el cambio, algo así como hacen los luchadores de Karate y judo. A una señora
demasiado preocupada y “animadora” de su hijo, se le pide “más de los mismo”, que
consienta y mime más a su hijo. La señora se mostrara en total desacuerdo, porque la
situación se presenta como una necesaria agravación de las dificultades de la vida de su
hijo, y solo podrá oponer resistencia a condición de utilizar “menos de lo mismo” (Parada,
2006).

- Anticipaciones:

Son un medio para prevenir de antemano las objeciones de otra persona, cuya
oposición es de esperar. De esta manera se eliminan dificultades previstas. Ejemplo de
anticipaciones: “pude ser que le parezca un poco ridículo pero tengo la impresión que…”,

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“Hay una solución muy sencilla a esto, pero me temo que no le vaya a gustar…”. Según
Watzlawick (1980) la anticipación propicia un entendimiento precisamente porque la
falta de entendimiento se interpreta indirectamente como prueba de inteligencia lerda, de
falta de imaginación, o de limitada capacidad de compresión.

- Capas o estratos de la neurosis

La persona neurótica necesita destruir las capas que ella misma se creó.

Respecto a la forma de ser

 El lugar común o señales: en esta capa podemos encontrar un ir y venir de


clichés, en donde las palabras carece de afectividad con el objeto de no
proponer un contacto real (por ejemplo ¡hola!)
 Representación de un papel o un COMO SI que es el comportarse en forma
que el individuo no se compromete con su verdadero sentir (por ejemplo ¡que
gusto verlo!)

Respecto al momento existencial

 Estrato fóbico o callejón sin salida: es donde se encuentran los roles polares
de Opresor (top dog) y Oprimido (under dog). También están las resistencias
a ser lo que se es realmente. Es un sentimiento de pánico de estar perdido y no
saber qué hacer.
 Estrato del impasse o implosión: aquí el individuo presenta el miedo a la nada
y a la muerte, contrayendo sus emociones. A veces, la persona logra cruzar
esta capa y a veces se regresa a la anterior. Sin embargo, el terapeuta Gestalt
sabe que el paciente tiene un tiempo para ello y debe respetarlo, en la
comprensión que para lograr la autenticidad la persona tendrá que cruzar esta
capa hacia la que le continúa.
 Explosión: ocurre cuando se soluciona la lucha entre las fuerzas polares
gracias a la emergencia de una emoción espontánea. Se distinguen 4 tipos
esenciales de explosión: estallidos de ira, alegría, aflicción y orgasmo.

El paciente expresa incomodidad. Y cualquier incomodidad no causada por


enfermedad o por un trauma es indicativa y resultado de un sentimiento inexpresado.
Nuestro cuerpo muestra renuencia a ser lo que realmente somos (Parada, 2006).

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Para superar una crisis hay que resolver los siguientes puntos:

 Reconocer que existe


 Analizar cómo se inició
 Expresar la molestia que se tiene
 Responsabilizarse cada quien por la parte que le corresponde
 Disculpar y recibir disculpas del otro
 Perdonar y perdonarse
 Aprender de la experiencia

4. IMPORTANCIA DEL LENGUAJE EN LA TERAPIA

Más allá́ de que la condición humana no puede abordarse sin el papel estructurante
que reside en la pluralidad de los sistemas y canales de comunicación que configuran las
redes de significación que constituyen tanto las formas de organización social como el
dominio subjetivo que compete a la experiencia de cada ser humano, las facetas del hecho
clínico no pueden ser abordadas sin su categorización lingüística.

Estamos más familiarizados con los usos tópicos del lenguaje clínico (semiologiá ,
clasificaciones, etiquetas) que pueden generar consecuencias negativas o
estigmatizadoras. Lenguajes que tranquilizan al clínico, que vehiculan el dialogo para
paliar la Torre de Babel de la clínica. Sin embargo, no es esta función del lenguaje la que
puede ayudar al paciente durante la terapia.

La experiencia psicoterapéutica no es más que una experiencia relacional en un


contexto delimitado por un marco ético y unas condiciones de posibilidad del encuentro
clínico.

Sabemos que lo que deviene psicoterapéutico no es la aplicación de unos


protocolos, elecciones estratégicas, técnicas aplicadas o marcos de funcionamiento, sino
la calidad de ciertos procesos que pueden activarse en el encuentro clínico.

Aunque la psicoterapia tiene una tradición devenida de una práctica configurada


en un setting, la acción de los psicólogos clínicos nos muestra cada día que con
parámetros de frecuencia y duración dispares y cambiantes, con técnicas muy diferentes
y en condiciones clínicas e institucionales imposibles, los seres humanos que son

23
llamados pacientes y terapeutas pueden conectar y promover cambios significativos, o
simplemente, que no es poco, mantener los hilos sobre los que tramar su existencia
personal.

Entonces, ¿Cuáles son los elementos que lo hacen posible? ¿Evidencias


“científicas”? ¿Tecnologías del comportamiento? ¿Técnicas eficaces? Aceptando que no
se tiene la respuesta, se propone la construcción de un lenguaje compartido entre los dos
participes llamados paciente y terapeuta, lo que nuclea la acción psicoterapéutica que
conduce al cambio. Un lenguaje en el que se ensanchan las fronteras de la comunicación
anterior, en el que se adquiere flexibilidad y apertura a lo nuevo, donde se expresan más
y mejor las emociones y experiencias. Construir un lenguaje compartido implica clarificar
y confrontar los significados aportados por los partícipes de la experiencia. Categorizar
la experiencia en una secuencia que va desde lo que está no formulado, lo sentido y
sabido, pero no pensado, su posible fijación en elementos bizarros, tan idiosincrásicos
que bloquean la comunicación, o que requieren una traducción consensuada y de ahí́ a ser
susceptibles de representación, y más tarde pensar los pensamientos y mentalizar. Sobre
el ámbito de la experiencia pensada, la aceptación de hechos y el manejo de
incertidumbres, son los dos principales atractores de la configuración de la experiencia
subjetiva al servicio de la persona que se piensa a sí misma en su mundo. Hablamos de
una realidad co-construida, donde el dialogo ofrece el soporte para la transformación de
la experiencia.

El paciente y el psicoterapeuta co-construyen la experiencia actual, la repiten, la


contradicen y en el proceso dan apertura al cambio. Sin embargo, existe la incertidumbre
sobre ¿qué cambia al ser humano? Siendo una pregunta compleja, la respuesta puede ser
en el fondo sencilla: El ser humano cambia a través del despliegue de su capacidad de
participar en nuevas experiencias en las que se incluya como sujeto de la experiencia,
donde pueda realizar la ambición máxima del ser humano como especie, la cual e conocer.
Conocer sin obviar que todo conocimiento integra la emoción que lo incita, y que todo
conocimiento se configura en la naturaleza ínter subjetiva de nuestras experiencias.

Somos sujetos adquiriendo el sentido de nosotros, bien sea implícito o explicito,


o aunque la experiencia esté configurada como disociada para sobrevivir a las condiciones
traumáticas vividas o sobrevenidas. Por supuesto el ser humano procesa amplias redes de
significación latente, implícita o no consciente, pero se asume subjetivamente en su

24
capacidad de conocerse con los otros que configuran y participan nuestras redes neurales
de significación.

El ser humano conoce con otros, ya que no existe el conocimiento individual. El


recién nacido accede a la existencia dotado de capacidades extraordinarias de conexión
significativa con otros, y configura toda experiencia en el despliegue de esa orientación a
la conexión. Podemos usar la configuración de que más allá́ de las potencialidades de la
expresión del genoma humano, es la respuesta social la que nos da la oportunidad de
construirnos, dicha construcción donde se despliegan múltiples niveles de conexión que
configuran la experiencia y activan las redes de significación, que mucho más tarde,
acabaran, se tematizaran, y articularan como lenguaje formal.

Del proto-lenguaje de la resonancia neural y la codificación de la emoción en las


expresiones faciales, a la de las acciones intencionales más complejas que facilitan la
conexión en la inferencia de intenciones y la cooperación; de los numerosos canales no
verbales de la conexión con los otros a la construcción de conocimiento relacional
implícito, con esté, a la estructuración de patrones organizadores inconscientes, modelos
operativos internos, esquemas emocionales, cognitivos, interpersonales y
motivacionales.

Usamos los lenguajes para reconocer, fijar, experienciar y compartir nuestra


subjetividad en el marco del contexto significativo al que pertenecemos, y es esta
capacidad la que nos permite desplegar nuestra plena condición humana. Aunque la
mayoría de estos procesos se desplieguen sin una participación racional deliberada de los
sujetos que participan, el ser humano necesita percibirse sujeto de su conocimiento, y es
ahí́ donde puede desplegar una faceta decisiva de su capacidad de agencia.

5. TERAPIA LINGÜÍSTICA DE EVALUACIÓN

La terapia lingüística de evaluación (TLE) pretende explicar aspectos teóricos,


sobre la importancia de nuestras construcciones lingüísticas y desarrolla medios y
técnicas apropiados para producir cambios terapéuticos. Se puede trabajar con el lenguaje
dentro de una perspectiva cognitiva, de tipo lingüístico.

Su aplicación práctica se ejemplifica con numerosos registros, tareas realizadas


por los pacientes y por transcripciones que demuestran el desarrollo, en sesión, de las
técnicas de la TLE. El campo más apropiado de empleo de este enfoque es el campo de

25
pacientes diagnosticados con problemas de tipo emocional, como depresión, ansiedad,
etc.

La terapia lingüística de evaluación es un tipo de psicoterapia cognitiva. Como


tal, se preocupa de explicar cómo conocemos a los seres humanos y cómo aportamos
significado a nuestras experiencias. En este sentido, la respuesta que desde la TLE se da
a estos dos elementos o cuestiones clave, reside en detectar y modificar el uso del
lenguaje, a la hora de emplearlo para representar los hechos, nuestras experiencias, etc.

6. TEORÍA SEMÁNTICA GENERAL

La teoría de la semántica general fue desarrollada por Alfred Korzybski, surgió


con la pretensión, típica de muchos autores del período de entre guerras, de encontrar
aquellos elementos característicos de la especie humana y que podríamos emplear para
resolver problemas de comunicación con nosotros mismos y con los demás e igualmente
problemas de tipo psicológico. En sus trabajos insistió en destacar el potencial que el
método semántico general podía tener para la psicoterapia (Korzybski, 1933, 1936, 1941).

Para la Semántica General la clave está en entender cómo evaluamos los seres
humanos y cómo dichas evaluaciones están fundamentadas en el uso que hacemos los
seres humanos del lenguaje. Esta cuestión se expone en dos bloques principales. El
primero se focaliza en los conceptos y elementos principales, y el segundo en cuáles son
las técnicas principales de la TLE desarrolladas a partir del marco teórico de la Semántica
General.

Korzybski que llegó a considerar a la Psicología como un proceso paralelo a las


matemáticas, siempre y cuando consideráramos que los supuestos matemáticos estaban
basados sobre convicciones de tipo psicológico (Paulson, 1983).

Para Korzybski todo el conocimiento humano es postulaciones en estructura y,


por tanto, matemático. Y como han mostrado los matemáticos, los resultados obtenidos a
través de sus análisis dependen, en gran medida, de las formas de representación
empleadas.

Korzybski (1925) asumía que el lenguaje sería aquello que tenía símbolos y
proposiciones. Así, consideró las matemáticas como el lenguaje perfecto, pero limitado.
Por otro lado, nuestro lenguaje ordinario del discurso nos ofrece la oportunidad de hablar

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prácticamente, sobre todo, aunque con grandes limitaciones en su precisión. El análisis
de nuestro lenguaje cotidiano sería un elemento central en nuestro contexto y podríamos
considerarlo como el núcleo central de las contribuciones de la Semántica General al
campo de la psicoterapia.

El vínculo, entonces, entre los supuestos lógicos de Korzybski sobre la estructura


del pensamiento y sus supuestos psicológicos sobre los orígenes del conocimiento
empírico se encuentra en su conceptualización sobre el papel del lenguaje.

El lenguaje ofrece las formas de representación que permiten al organismo


moverse desde el nivel de la objetivación al nivel de la visualización, lo que es esencial
para el pensamiento. Así, para el niño y para el neurótico, el lenguaje representa una
forma de determinismo psicológico, la imposición de una estructura lógica cuyos
supuestos no verbalizados crean la matriz de las categorías semánticas que establecieron
los significados de las palabras, frases y proposiciones dando forma a las reacciones del
organismo a ellas.

Pero, para el adulto normal, y para aquellos que logran la auto reflexividad, esto
es, la conciencia de sus propios procesos de abstracción, el lenguaje puede representar
una forma de libertad lógica, es decir la elección de los supuestos que podrían crear
estructuras lógicas, evaluaciones y reacciones semánticas más adaptativas para nuestra
supervivencia.

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7. CONCLUSIONES

Una vez expuestos los puntos que se consideran importantes con relación al uso de la
metáfora se puede concluir que, en ocasiones, no importa qué tan largo o corto sea el
mensaje que se envía, lo que interesa es que la metáfora se ajuste a la problemática del
cliente y captemos en éste alguna respuesta positiva hacia ella. Por esto, hay que estar
muy atento a las respuestas que el cliente vaya dando en el transcurso de la narración o
relato del mensaje, procurando no perder la flexibilidad e ir ampliando o cambiando lo
que no funcione. Una metáfora será eficaz si se amolda a las necesidades de cada cliente.
Debe basarse en la "teoría" o enfoque del problema que tiene el cliente.

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