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Administración de riesgos tributarios





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Oscar GonzálezMiércoles, 8 de agosto de 2012

La reforma tributaria estructural que el Gobierno planea presentar ante el


Congreso, además de contener un conjunto de modificaciones legales tendientes
a la racionalización y simplificación del sistema tributario, debería ser interpretada
como una invitación a los empresarios a repensar la forma en la que se toman las
decisiones tributarias de sus organizaciones y los mecanismos que
tradicionalmente se han escogido para la administración de los riesgos tributarios.

La administración de los riesgos tributarios (Tax risk management) es un principio


gerencial que corresponde al conjunto de políticas adoptadas por los órganos
directivos de las empresas, que tienen por objeto la identificación de las
problemáticas tributarias que afectan el desarrollo de las actividades
empresariales desde diferentes enfoques (sector económico, relaciones
comerciales con terceros y partes vinculadas, proyectos de consolidación y
expansión, entre otros).

En muchos casos, las decisiones de gerencia tributaria que tradicionalmente han


adoptado las companias colombianas obedecen a los frecuentes cambios de la
legislación, los cuales tienen fundamento en necesidades especiales de recaudo o
en situaciones coyunturales de incentivo a ciertos sectores.

En otras ocasiones, los empresarios ni siquiera cuentan con políticas tributarias


preestablecidas y simplemente se limitan al cumplimiento de las obligaciones
tributarias, sin una identificación previa de riesgos y oportunidades de negocio. Es
decir, centran sus esfuerzos en el mero “compliance”.

Desde esta perspectiva, el anunciado cambio tributario estructural debería motivar


medidas de control del riesgo tributario igualmente estructurales, de tal forma que
las modificaciones futuras en las normas no afecten las políticas que los
empresarios establezcan previamente.

Por lo anterior, el tax risk management debe obedecer a una metodología que
parta de la identificación de las necesidades de cada empresario y de cómo las
mismas implican un determinado comportamiento. De cara a las modificaciones
legales que se avecinan, existen medidas que son aconsejables para una
adecuada implementación de políticas de administración de riesgos tributarios.

En primer lugar, y con fundamento casi exclusivo en el cumplimiento de una


exigencia legal, las empresas dejan en manos de la revisoría fiscal la
responsabilidad de analizar el cumplimiento de las normas tributarias y la
identificación de contingencias en esta materia.

Este patrón de conducta debe ser reemplazado por la realización permanente de


auditorías legales tributarias que permitan evidenciar si las políticas adoptadas a
nivel gerencial son debidamente ejecutadas por las áreas competentes (tributaria,
financiera y legal).

En consecuencia, el entendimiento de los “due diligence” como una actividad que


sólo es requerida en procesos de reorganización o adquisición, debe convertirse
en un procedimiento que permita el hallazgo y mitigación de riesgos tributarios.

Por otra parte, el régimen de precios de transferencia introdujo la posibilidad de


que los contribuyentes celebren acuerdos con la Administración, mediante los
cuales se pacten los precios o márgenes de utilidad que se van a generar en sus
operaciones con vinculados del exterior.

Esta posibilidad es un ejemplo de las medidas de colaboración que permiten el


control de riesgos tributarios: la vinculación de la Administración a las necesidades
tributarias del contribuyente. En el mismo sentido, es aconsejable que el Gobierno
incluya dentro de la reforma tributaria modificaciones al sistema de consultas que
los contribuyentes pueden elevar a la Administración, permitiendo la expedición de
conceptos privados (Private Rulings), por medio de los cuales los contribuyentes
sometan a consideración de la Administración determinadas transacciones o
negocios, antes de aplicarles un determinado tratamiento tributario.

Esta posibilidad permitiría una intervención constructiva de las autoridades


tributarias en las decisiones empresariales y, a su vez, reduciría las fiscalizaciones
que comúnmente surgen de la falta de comunicación entre los contribuyentes y la
Administración.

Las anteriores reflexiones ponen de manifiesto que el tax risk management tiene
que dejar de ser una medida excepcional y convertirse en la directriz que
fundamente las decisiones de gerencia tributaria de los contribuyentes.

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