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Astronomía Azteca

Los aztecas eran un pueblo agrícola, por lo que se vieron obligados a observar los astros
o cuerpos celestes que afectaban la siembra. Estas observaciones informaron muchos
aspectos de la vida, incluyendo la creación de un complejo calendario, la integración de
ciclos de tiempo con las historias de los dioses y la creación de la estructuración de los
rituales en su tiempo y lugares apropiados.
La astronomía paso a ser muy importante, ya que además formaba parte de la religión.
Construyeron observatorios que les permitieron realizar observaciones muy precisas,
hasta el punto que midieron con gran exactitud las revoluciones sinódicas del Sol, la Luna
y los planetas Venus y Marte. Agruparon las estrellas en constelaciones, conocieron la
existencia de los cometas y calcularon la frecuencia de los eclipses de sol y de luna. Estas
observaciones del cielo les permitieron también desarrollar conocimientos de
meteorología y así predecir las heladas o establecer las características de los vientos
dominantes.

Para los aztecas, la sucesión del día y la noche se explicaba por las constantes luchas entre
los astros principales. Dado que durante el día es muy difícil observar la Luna e imposible
a las estrellas, los aztecas interpretaban que el sol naciente (Huitzilopochtli) mataba a la
Luna (Coyolxauhqui) y a las estrellas.

La representación del cielo y Tierra estaban determinados por Ometecuhtli y Omecíhuatl,


respectivamente. Las eras en la cosmología azteca estaban definidas por soles, cuyo final
estaba marcado por cataclismos. El primer Sol, Nahui-Oceloti, era un mundo poblado por
gigantes, que fue destruido por jaguares. El segundo Sol, Nahui-Ehécati fue destruido por
un huracán. El tercer Sol, Nahuiquiahuitl, por una lluvia de fuego. El cuarto Sol, Nahui-
Ati fue destruido por un diluvio. Y el quinto, Nahui-Ollin está destinado a desaparecer
por movimientos de la Tierra.
Fueron capaces de desarrollar un complejo calendario que poseía dos sistemas. El
primero, denominado calendario solar, estaba conformado por cuatro soles o eras
anteriores, representados por figuras de forma cuadrada que flanquean al quinto sol en el
centro, el Dios Sol denominado Tonatiuh. El círculo exterior estába formado por 20 áreas
que representan los días de cada uno de los 18 meses que constaba el calendario azteca.
Los meses a la vez se dividían en 4 semanas de 5 días. Para completar los 365 días del
año solar, los aztecas incorporaron 5 días o nemontemi que eran considerados de mala
suerte. El día del juicio final se encuentra marcado por el área triangular señalada en la
parte superior de la piedra. El segundo calendario, denominado sagrado, constaba de un
ciclo de 260 días formado por 20 signos, nombrados principalmente por aspectos de la
naturaleza, y 13 números. Estos dos ciclos trabajaron juntos como dos engranajes.
Después de que las marchas de los 260 y los 365 días hubiesen pasado completamente,
se cumplían 52 años equivalentes a nuestro siglo. Este ciclo de 52 años era muy
importante para los aztecas, ya que temían que aquel día se produjera el fin del mundo.

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