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CULTURA Y ENTORNO

DANIEL ORLANDO OROZCO ORTIZ1

SEMINARIO MAYOR SAN JOSÉ

Zipaquirá, septiembre de 2015

Lo que es la cultura, aquello que nos moldea como personas, sobre todo lo que recibimos por
herencia social, está en estrecha relación con el entorno, con lo que somos, con el lugar en que
habitamos; este tiene la capacidad de moldear al hombre y hacerlo más humano; pero también el
hombre puede humanizarlo con su trabajo, mediante la trasformación y el cuidado de las materias
primas. Mediante este trabajo pretendo establecer la relación entre la cultura y el entorno en que
vivimos, precisando cómo el hombre en la trasformación del mundo se ve influenciado por aquello
que recibe y que es precisamente la cultura. Esto centrado también en la tendencia determinista
geográfica, muy común entre los geógrafos alrededor del siglo XIX. Además acentuaré en la labor
del hombre frente a la naturaleza (su entorno vital y más importante) con un término algo nuevo
para mí, la etnoecología, que se presenta como el punto de encuentro entre naturaleza y cultura,
que en síntesis es responsabilidad frente a lo recibido.

El determinismo geográfico supone que la libertad del hombre está dirigida en grado de mayor o
menor necesidad por factores del medio físico, que ejercen una influencia en su constitución física
y moral, del hombre que es un ser individual y social. Es decir que todo lo que el hombre es y hace
está en cierta medida gobernado por las condiciones físicas del medio en que vive (MAHECHA). Esto
me da a entender que la libertad con la que se nace, se estaría colocando en duda, pues si se
depende de un lugar para tener ciertas características y ser más o menos libre, se podría hasta
pensar e escoger un lugar propicio para que quienes quisieran tener sus hijos lo pudieran hacer
teniendo en cuenta este postulado.

Así pues, este movimiento determinista tiene un gran auge a finales del siglo XIX, sin desconocer
que en la antigüedad, autores como Hipócrates. De este filósofo sea encontrado que escribió un
tratado titulado “sobre los aires, las aguas, los lugares”, este libro tiene un gran interés, ya que se
considera la fuente del determinismo geográfico antiguo (MONTERO BARRIENTOS, 1995 ).
Básicamente en esta obra se destaca que de entre las bondades del continente asiático está si clima
templado, los que producen buenos árboles, pero que por el contrario estas condiciones climáticas
no favorecen la bravura y el endurecimiento de sus pueblos; esto indica entonces que los asiáticos
no están acostumbrados a sufrir, pues ellos son blandos y cobardes. Lo contrario a Europa que con
su clima duro moldeo pueblos salvajes, fuertes, destacando a los nómadas y montañeses.

Sobre esta primera postura pienso que tiene mucho de cierto, no tanto hacia las condiciones
climáticas, sino hacia lo que uno puede observar desde occidente. Al contemplar a los asiáticos,
sobre todo los de los países más orientales, se les ve pequeños, débiles (por ejemplo los chinos),
pero en cambio los europeos, se les ve fuertes, en cierta medida más aguerridos, grandes en tamaño
(por ejemplo los alemanes). La cuestión climática es muy interesante, pero sería necesario conocerla

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danielorozco-2011@hotmail.com
más de cerca para dar más fe sobre ello, pero hasta el momento resulta muy interesante este
planteamiento de Hipócrates que tiene mucha relación con la realidad.

Seguidamente se resaltan las figuras de Polibio y Posidonio, quienes desarrollan las ideas
deterministas de forma más radical. Polibio, que hace un estudio en la península Ibérica muestra
que algunos habitantes deben el hecho de ser pacíficos a la riqueza de su territorio y otros son los
que actúan con mayor dureza debido a que viven dispersos en aldeas, e incluso porque tienen un
suelo menos fértil. Por su parte Posidonio afirma que “la pobreza del suelo entraña un hábitat
disperso y unas costumbres salvajes”. En síntesis ambos postulan que “los pueblos que habitan los
países pobres (nómadas, montañeses, etc.) son vigorosos, enérgicos y belicosos, debiéndose su
barbarie a la pobreza de un territorio difícilmente habitable” (MONTERO BARRIENTOS, 1995 ).

Sobre esta continuidad de la doctrina determinista en estos dos autores resalto el hecho un tanto
exagerado de esta posición, debido a que no creo que se deba manejar en términos de la dureza del
suelo directamente relacionados con la forma de ser de quienes habitan estos terrenos; sé que es
innegable que ante la infertilidad de algunos campos surgen algunas actitudes no tan positivas, pero
llegar a afirmar con tanta seguridad que el campo determina la persona lo veo como algo exagerado.
Considero necesario hacer un estudio más profundo sobre este punto, pues debe tener
seguramente la razón suficiente para afirmarlo.

Ya el periodo feudal ante quienes se atrevieron a hacer proposiciones sobre el impacto del medio
natural sobre el hombre, se vieron truncados por la ideología religiosa que negaba cualquier forma
de determinismo, ya que Dios no comparte su poder sobre sus criaturas, ni hay quien tenga dicho
poder como Él.

Luego en el periodo comprendido desde la final del siglo XV hasta el final del siglo XVII, primaba la
idea del hombre como “dominador de la naturaleza, capaz de completar la creación mediante sus
utensilios y conocimientos” (DELGADO MAHECHA); pero en el siglo XVIII, la idea más difundida es la
de que el planeta tierra era un espacio cerrado que limitaba el crecimiento de la población y su
bienestar.

Al surgir la burguesía como clase social, se critica la idea de una determinación divina, por lo que
según el filósofo Johan Gotfried Herder citado por Ovidio Mahecha “la civilización europea debe su
prosperidad y su brillante situación en el universo de los pueblos, a un concurso de circunstancias
como la multiplicidad de pueblos e ideales, el clima templado y otros factores físicos que le dan
superioridad y le han permitido alcanzar una cultura humana activa”

De estos puntos resalto principalmente que terminada la época antigua de pensamiento, la religión,
cristiana, creo, empezó a ser quien determinaba lo determinista, pues era quien se oponía a estas
doctrinas muy antiguas; para ellos Dios determinaba lo que sería del hombre, supongo que
respetando su libertad, con esto entonces fue un tiempo en que estas teorías no estuvieron tan de
moda. Cabría entonces preguntarnos ¿Cuál de las dos posiciones, si la climatológica, por así decirlo
o la religiosa, tendrá la razón en torno al determinismo en el hombre? Si fuese la primera sería
bastante difícil continuar comprobarlo, a pesar de las múltiples doctrinas sobre ello, ya que no es
algo tan aparente, aunque los resultados que muestren sean en cierta medida innegables como ya
se ha visto; pero si fuese la postura religiosa (cristiana) la que tuviese la razón, en cierta medida se
contradeciría debido a que se defiende que el hombre tiene libre albedrío, entonces si se defiende
el determinismo, ya no seríamos libres al realizarnos, sino que Dios ya tendría todo dispuesto para
nuestra existencia; con estos elementos queda aún abierto el cuestionante.

Siguiendo a Ovidio Delgado encuentro que una de las obras más extensas y más influyentes en la
época contemporánea, fue la del geógrafo estadounidense Huntington, quien “presentó un modelo
de explicación para la geografía humana en el que las condiciones físicas determinan todas las
condiciones de la vida, al mismo tiempo que controlan las actividades del hombre, desde la
satisfacción de las necesidades materiales hasta las formas de gobierno, el arte y la religión, en fin,
el grado de civilización y progreso de la humanidad” (DELGADO MAHECHA).

Además en Colombia las ideas del determinismo geográfico tuvieron gran acogida sobre todo en
muchos textos escolares de geografía, que “contribuyeron a formar nuestra representación de
Europa y los Estados Unidos como pueblos superiores” (DELGADO MAHECHA). Esta postura fue
creando en nosotros mismos un clima de pueblo inferior y dominado por otros, por el hecho de
estar ubicados en la zona ecuatorial donde no hay ni estaciones, que estimulaba a pensar en la
obstrucción en el avance. Esto resulta muy interesante debido a que la experiencia en Colombia nos
muestra que muchos de nosotros estamos de cierta manera determinados por la educación
geográfica que hemos recibido en la que se veían como grandes potencias a los Estados Unidos y a
los países europeos; además no se piensa en “el sueño colombiano”, es decir triunfar en la patria,
sin en “el sueño americano”, ir a Estados Unidos, trabajar, triunfar, porque allá es mejor. Por otro
lado muchos de nosotros los colombianos queremos antes de conocer bien nuestro país, viajar a
Europa, conocer algo ajeno, y que en cierta medida nos trajo no solo cosas buenas, sino otras muy
difíciles.

Una tercera realidad es la que se presenta en el estudio de la filosofía e América Latina, que se
centra en lecturas de autores lejanos a nosotros, europeos, casi siempre; se podría entonces pensar
en que ¿cómo se quiere fundamentar una filosofía en América Latina sino leemos los escritos
valiosísimos de los autores latinos? Sobre estas realidades se funda entonces un cierto
determinismo, ya no tanto en las condiciones climáticas o en el tipo de suelo, sino en la misma
condición de inferioridad que hemos creado en nuestro entorno, sobre todo gracias a la educación,
que presenta a otros países como mejores.

En la educación que se recibe en los colegios de nuestro país en materia geográfica para los
estudiantes es, casi siempre la de toda su vida. En un recorrido histórico rápido, encuentro que
sobre el año 1950 los estudiantes de los cursos de Geografía de Colombia aprendieron que “Los
pueblos que disfrutan de más favorable situación geográfica son los de latitudes medias, donde las
lluvias son frecuentes y las temperaturas no son, en general ni muy altas ni muy bajas. (…) Cuentan
con un subsuelo rico en minerales, constituyen el prototipo de las “zonas de atracción”, las más
aptas para el progreso de las sociedades. Tal ocurre en Estados Unidos y Europa”. Junto con esto se
enseñó que Colombia se había especializado en la sección cafetera no por vocación sino por la fuerza
del determinismo geográfico.

También se presenta a quien en 1967, explica las diferencias sociales, económicas y culturales entre
América del Norte y América del Sur, acudiendo a las condiciones físicas como causa fundamental.
Afirma que en el norte con climas templados y fríos, en el centro con latitudes bajas y en el sur una
zona templada meridional; concluye con que “América del Norte disfruta de una posición
privilegiada, en tanto que América del Sur es el área continental aislada de la tierra. Esto explica las
diferencias humanas y económicas de las Américas”

Es entonces el clima el que aparece como factor determinante de la superioridad de los pueblos de
la zona templada, del carácter de los individuos y de las comunidades; (…) el hombre aparece como
un agente que se adapta paulatinamente a las condiciones del medio (…) que lo marca y le imprime
un carácter indeleble (…) en sus sentimientos, en su actitud frente a la vida, en sus aficiones, en su
capacidad intelectual (MAHECHA).

De lo anterior resalto que el tema del clima que es tan diverso en todos los lugares del mundo se
convierte para los geógrafos en un punto central a la hora de hablar de determinismo, pues como
se citó más arriba son los varios aspectos que se señalan que son determinados por el factor
climático. Por otra parte el hecho de adaptarse al medio como lo afirma el autor, marca la pauta
para que no solo le imprima carácter en lo externo, sino también en lo que el hombre es en sí mismo,
esto también se va moldeando. Resulta un tanto extraño que sea el clima el que moldee en cierta
medida a la persona, pues lo más común es que ante el clima uno se adapte y ya, pero termina
siendo interesante pues existen numerosas evidencias que afirman que esto, y supongo necesario
que ello se profundice un poco más para no quedar en la mera superficialidad.

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