¿No es ese el camino seguido por el Señor, quien primero reunió discípulos, luego, de
entre ellos, escogió los doce apóstoles y finalmente hizo :.a Pedro cabeza del colegio
apostólico y de la Iglesia? ¿Y no nos lleva a la misma conclusión el estudio del tema del
servicio en el NT? En el seno de un pueblo caracterizado por el servicio como su forma
YVES CONGAR
El exegeta protestante A. Oepke (1950) saca del estudio del tema las mismas
conclusiones que Cerfaux. Señala que ya en el pensamiento judío hay un paso de pueblo
a cuerpo, pero no viceversa. La noción de cuerpo es, pues, una elaboración, no un
concepto primero. Lo mismo en Pablo, que parte de la idea de Pueblo de Dios y sólo
después pasa a la afirmación del Cuerpo de Cristo, o sea, de Cristo en nosotros.
Aunque también se pub lican estudios en inglés (1937: A. Vonier; 1962: E B. Norris), es
en la teología en lengua alemana donde el tema del Pueblo de Dios ha influido más en
la eclesiología. A los estudios ya citados de Koster y Oepke, hay que añadir la
aportación de una rica colección de textos por parte de I. Backes y la introducción de
una sección sobre el tema en la Dogmática de Schmaus [1958]. Merece mención aparte
la sólida elaboración del canonista Kl. Mörsdorf, quien define la Iglesia como "el nuevo
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Pueblo de Dios existente según cierto orden jerárquico; reunido para realizar el Reino
de Dios", y desarrolla toda una teología muy positiva del laicado.
Valor histórico-salvifico
Pueblo de Dios sirve para expresar la continuidad entre Israel y la Iglesia. Hace
referencia al plan de Dios y por tanto, a la historia de la salvación. De este plan y de esta
historia sabemos que se traduce en una intervención histórica, positiva y graciosa de
Dios, pero sabemos también que semejante intervención, por singular que sea, afecta a
la totalidad de los hombres.
Conectando así la Iglesia con el AT se le atribuyen ipso facto todos los valores que
pertenecen a la noción bíblica de Pueblo de Dios y que determinan el estatuto religioso
de este pueblo:
3. La idea de las promesas, no sólo las de asistencia, sino también las de cumplimiento,
con la consiguiente tensión hacia el futuro, hacia la escatología.
Valor antropológico
Al usar la palabra Iglesia nos referimos a menudo a la institución como tal. Antes del
Concilio, había textos - incluso catequéticos- que consideraban a la Iglesia
independientemente de los hombres, hasta el punto de distinguir entre la Iglesia y los
hombres casi oponiéndolos, como la institución mediadora y aquellos en cuyo beneficio
funciona la institución. Al hablar así, se deja de lado un aspecto esencial: el hecho de
que la Iglesia la integran los hombres que se convierten al Evangelio. Es justamente el
aspecto en que se fijaban los Padres. El estudio de la patrística nos . ha convencido de
que uno dé los rasgos esenciales de su pensamiento es que la eclesiología incluye una
antropología. De ahí que expongan su visión de la Iglesia a propósito de determinados
personajes bíblicos (Abraham, Rahab, María...). Ese sentido de la eclesiología patrística
parece conservarse vivo en el pensamiento ortodoxo. A juzgar por algunas de sus
manifestaciones, los ortodoxos reducirían lo esencial de la eclesiología a un capítulo de
pneumatología y otro de antropología. Es lo contrario de la eclesiología preconciliar,
prácticamente reducida a una teoría, bastante jurídica, de la institución, a una especie de
jerarcologia.
Valor funcional
La categoría Pueblo de Dios permite afirmar. a la vez la igualdad de todos los fieles en
la dignidad de la existencia cristiana y la desigualdad orgánica o funcional de los
miembros. Ya en Israel la condición sacerdotal y real de todo el pueblo como tal (véase
Ex 19,5-6) no impedía, sino que más bien reclamaba la existencia de un sacerdocio
instituido para el servicio del culto público.
A este respecto la noción de cuerpo prestaría los mismos servicios que la de pueblo.
Tenemos siempre un conjunto de miembros que viven y actúan, que participan en la
vida del cuerpo, y una estructura de funciones, con una cabeza, para asegurar la unidad
del todo. También en un pueblo, todos los ciudadanos toman parte en la vida de la
ciudad y ejercen las actividades específicas de la misma. Es el Pueblo de Dios así
estructurado el que tiene la misión y representa en el mundo el signo de salvación
establecido por Dios.
Valor intraeclesial
En los Padres y en la liturgia, populus designa a menudo la asamblea local. Por su parte,
los exegetas interpretan el encabezamiento de las cartas paulinas -por ej. a los corintios-
en este sentido: "A la Iglesia de Dios -al Pueblo de Dios- en cuanto que existe en
Corinto". Se trata, pues, de un pueblo único, reclutado a través del mundo entero. En
cuanto a los pueblos terrestres, que se caracterizan por una manera de ser particular y
poseen valores originales de cultura y de humanidad, es evidente que todos tienen
cabida en la catolicidad del Pueblo de Dios.
Valor ecuménico
Es indiscutible el interés ecuménico del tema, sobre todo para el diálogo con los
protestantes. Lo que les gusta a éstos en la categoría Pueblo de Dios es principalmente
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la idea de elección y llamamiento que incluye, con lo que se pone de relieve que todo
depende de la iniciativa de Dios. Les gusta también la historicidad con todo lo que ésta
encierra de inacabamiento y de tensión escatológica. Y la sensación de unas fronteras
menos definidas, ya que se trata de una muchedumbre que Dios mismo reúne para sí.
Con una abierta referencia al plural pueblos de Dios, los protestantes ven con agrado la
posibilidad de evitar un doble escollo: el institucionalismo, con el empleo intemperante
de las ideas de poder e infalibilidad, y el romanticismo de una concepción biológica de
Cuerpo místico, cuya expresión favorita sería la dé Encarnación continuada. La idea de
Pueblo de Dios permitiría evitar una concepción ontológica de la Iglesia y considerarla
simplemente como aquello que Dios reúne con vistas a su reino escatológico: no un
cuerpo sustancial con una consistencia definitivamente establecida, sino el resultado de
la acción de la gracia, que, si elige, puede siempre también rechazar.
Notas:
1
En una tercera parte el autor complementa la idea de "Pueblo de Dios" con la de
"Cuerpo de Cristo", ya que, bajo la nueva alianza, el "Pueblo de Dios" recibe un nuevo
estatuto, que sólo es totalmente expresable en la teología del "Cuerpo de Cristo".