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HECHOS/IDEAS

FERNANDO CORONIL

El futuro en el ruedo: historia


y utopía en la América Latina
(1989-2010)*
«A un mapa del mundo que no incluya la Utopía no vale la
pena ni echarle un vistazo, porque deja fuera el único país
al que la Humanidad siempre arriba. Y una vez que llega allí,
alza la vista y, al ver un país mejor, vuelve a zarpar. El progreso
es la realización de utopías».
OSCAR WILDE: El alma del hombre bajo el socialismo, 1891

E
*
Publicamos, como homenaje póstumo a l año 1989, mundialmente histórico por muchas razones,
su autor, este ensayo aparecido origi- marcó el fin de un largo período de dictaduras militares
nalmente en el volumen Business as en la América Latina. También dio inicio a acercamientos

Revista Casa de las Américas No. 276 julio-septiembre/2014 pp. 3-31


Usual: The Roots of the Global Finan- novedosos al progreso mediante procedimientos democráticos y
cial Meltdown (Possible Futures), ed.
Craig Calhoun y Georgi Derluguian, a la reconceptualización de la democracia no solo como un me-
Nueva York, NY University Press, 2011. dio para alcanzar el progreso, sino como uno de sus fines cen-
Agradecemos a Esther Pérez su cola- trales. En ese momento, la derrota de Augusto Pinochet en un
boración. Conservamos, a continua- plebiscito puso fin a una dictadura que le había impuesto a Chile
ción, la nota incluida por Coronil en su un duro «tratamiento de shock» que inauguró la ascendencia del
versión original: Les agradezco sus su-
gerencias de contenido y forma a Julie neoliberalismo en la América Latina. El rival victorioso de Pinochet
Skurski, Genese Sodikoff, Katherine en 1989 fue la Concertación, una alianza electoral de diecisie-
Verdery, John French, Talal Asad, Craig te partidos políticos comprometidos con promover la democra-
Calhoun y a los estudiantes de mi Se- cia política y el bienestar social, juntando así los derechos políticos y
minario de Primavera del año 2010 en el sociales. Solo dos décadas más tarde, varios países latinoa-
Graduate Center de CUNY, así como al
lector anónimo del SSRC. Ellos han con- mericanos son gobernados por presidentes que intentan profun-
tribuido a mejorar considerablemente dizar la democracia rechazando el neoliberalismo y proclamando
mi texto. ideales que se suelen asociar con los principios socialistas;

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más de trescientos millones de los quinientos mi- mentales de la historia –no su contenido específi-
llones de habitantes de la América Latina son go- co, sino la estructura temporal que la enmarca– a
bernados hoy, en el año 2010, por esos dirigen- menudo son implícitas o se dan por sentadas, me
tes. Ese cambio en el nivel del Estado ha sido centraré en cómo los inefables imaginarios sobre
impulsado en buena medida por nuevos movimien- el futuro permean el presente, cómo «lo que será»
tos sociales, comunidades indígenas y organiza- satura «lo que es», o, para decirlo con palabras
ciones políticas que han luchado por construir una de Reinhardt Koselleck, cómo el «horizonte de
sociedad más justa e igualitaria. En este período, expectativas» se relaciona con el «espacio de la
la política en la América Latina se ha desviado de experiencia en este giro a la izquierda».1
su rumbo familiar. A pesar de que existen conti- Al polémico concepto de «izquierda» se le han
nuidades visibles y subterráneas, la novedad, que asignado históricamente significados cambiantes y
se evidencia en la introducción de nuevos acto- discutidos. Norberto Bobbio nos proporcionó un
res, agendas innovadoras e ideales originales, circunspecto marco conceptual para clasificar las
ha sido lo que ha presidido su nacimiento. Esta orientaciones políticas según dos ejes: igualdad/des-
transformación sin precedentes, que abarca una igualdad y libertad/autoritarismo. Según Bobbio, los
amplia diversidad de procesos heterogéneos en términos «izquierda» y «derecha» no son absolu-
muchas de las veinte naciones latinoamericanas, tos, sino relativos, dado que representan posicio-
escapa a las categorías convencionales. ¿Cómo nes cambiantes en el seno de un espectro político
entender este complejo cambio político al que se históricamente específico. Para él, la izquierda se
suele denominar el «giro a la izquierda» de la Amé-
rica Latina?
En este ensayo exploraré esa cuestión general 1 Reinhardt Koselleck: Futures Past: On the Semantics of
centrándome en un tópico particular: la imagen del Historical Time, Nueva York, Columbia University Press,
futuro ideal que anima esos cambios. Examinaré 2004, p. 259. Mediante estos términos Koselleck explora
ese futuro imaginado, el imaginario del presente la relación entre experiencia histórica y expectativas para
el futuro. Los estudiosos han demostrado que las con-
sobre el futuro, y no las potencialidades ni el futu- cepciones de la historia y las cosmologías culturales es-
ro probable de la izquierda, por más importantes tán íntimamente relacionadas entre sí y son históricamen-
que sean esas cuestiones. Aunque mi tópico ya es te específicas; en toda sociedad, la relación entre presente
restringido, lo restringiré aún más. Dadas la diver- y futuro establece temporalidades y narrativas distinti-
sidad y la heterogeneidad interna de esas nacio- vas de la historia. A pesar de las convincentes críticas de
eurocentrismo que se les han dirigido, las categorías aca-
nes, limitaré mi exploración a las maneras en que démicas canónicas tienden a reproducir las creencias oc-
los imaginarios sobre el futuro permean al Estado, cidentales sobre la temporalidad y las visiones de la his-
el representante fundamental de la nación y prin- toria. Si bien simpatizo con esas críticas, utilizo aquí la
cipal agente del «progreso». Ese imaginario sobre conocida trilogía de «pasado», «presente» y «futuro»,
el futuro puede colegirse de las acciones y discur- como se suele emplear en los estudios sobre la América
Latina y en la propia Latinoamérica. Mi utilización de esta
sos políticos cotidianos y de artefactos culturales trilogía es sobre todo descriptiva, y mi intención crítica se
concretos como planes, proyectos y constitucio- limita a visibilizar concepciones asumidas y naturalizadas
nes. No obstante, como las concepciones funda- de la historia y del espacio/tiempo.

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definía básicamente por un avance de la desigual- como la búsqueda de un orden social alternativo
dad a la igualdad; la libertad podía estar asociada guiado por el concepto indígena del Buen Vivir
con él, pero no era el criterio definitorio.2 A partir (sumak kawsay en quichua).
de ese análisis perspicaz, pero evitando su separa- Como proyecto político, la búsqueda del bien-
ción más bien tajante entre igualdad y libertad, em- estar para todos –y todos incluye actualmente a
pleo aquí el concepto de «izquierda» como un sig- entidades no humanas– es ahora menos que nun-
no fluido para identificar acciones dirigidas a lograr ca monopolio de «Occidente», de sus concepcio-
la igualdad y el bienestar universales y, por tanto, nes y lógicas dominantes. En efecto, esas luchas
formas de vida política sin las cuales no pueden que se libran en la América Latina forman parte
alcanzarse esos fines, entre ellas, la democracia, la de un proceso descolonizador que desafía el et-
diversidad, la justicia y la libertad. El significado de nocentrismo de la modernidad occidental y abre
cada uno de esos términos depende de los signifi- espacio para otros imaginarios nacidos de histo-
cados de los otros, de modo que forman un con- rias, epistemologías, estéticas y éticas diferentes.
junto conceptual. Y la significación particular de Como la distinción izquierda/derecha es un esque-
esos términos, sea uno a uno o como conjunto, no ma occidental, resulta comprensible que su uso
es fija ni está dada de una vez y para siempre, sino haya sido impugnado en Latinoamérica; las luchas
que es producto de disputas históricas acerca de en curso conllevan definir qué es la «izquierda» y
esa significación. si sigue siendo una categoría relevante. Quizá más
Como derecha e izquierda son categorías rela- que en otros períodos (al menos en la América
cionales que se definen mediante la mutua interac- Latina), hay ahora múltiples maneras «de izquier-
ción, los significados cambiantes de los proyectos da» de imaginar una sociedad ideal, lo que su-
de izquierda se han derivado de luchas para ven- pone nociones en pugna del bienestar, la justicia y
cer las siempre cambiantes relaciones de domina- los derechos. Hay quienes intentan expandir a to-
ción ejercidas por «derechas» específicas. La iz- dos la prosperidad material y los derechos indi-
quierda se opone a la derecha porque aspira al viduales, lo que a menudo conlleva disputas acer-
bienestar general en cada vez más terrenos y de ca de la definición de las formas de propiedad
manera cada vez más abarcadora. Al conceptua- individuales y colectivas; otros toman como base
lizarla como un proyecto político democratizador concepciones de la armonía en el seno de las
en expansión, la «izquierda» puede identificarse poblaciones, entre ellas y con su entorno natural
con logros discretos como el reconocimiento de común; la «naturaleza» no se representa ahora
los derechos de las comunidades étnicas o de la en el discurso político de algunas naciones andi-
«naturaleza» como actor político, como se esta- nas como una entidad que los seres humanos de-
bleciera en la Constitución ecuatoriana de 2008, ban controlar o explotar, sino como un ser vivo
así como con el proceso general que las engloba, con derechos propios. Para algunos, «derecha» e
«izquierda» ya no son categorías políticas relevan-
tes. Esta proliferación de movimientos y posicio-
2 Norberto Bobbio: Left and Right: The Significance of a
Political Distinction, trad. de Allan Cameron, Chicago, nes erosiona la hegemonía occidental sin que ello
University of Chicago Press, 1996. conlleve necesariamente el rechazo a Occidente

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o el establecimiento de un centro hegemónico alter- bles para el futuro. De hecho, el proyecto de cons-
nativo exclusivo. Ya no parece viable, o quizá inclu- truir un «socialismo del siglo XXI» propuesto en
so deseable, concederle el liderazgo histórico a un Venezuela, Ecuador y Bolivia supone una crítica
agente político privilegiado o postular un punto de implícita a los socialismos históricos del siglo XX,
vista político de validez universal. Mediante los inter- pero hasta el momento sus diversas expresiones
cambios entre prácticas e ideales universalizadores nacionales no parecen brindar una alternativa a ellos.
provenientes del interior y el exterior de Occidente, Bajo la dirección de Estados de izquierda, la activi-
de centros y márgenes, esos cambios ocurridos en la dad económica sigue desarrollándose sobre la base
América Latina han posibilitado el cuestionamiento de relaciones capitalistas, aunque en tensión con las
de universalismos provincianos y la búsqueda de expectativas de un futuro poscapitalista que se pos-
una universalidad más abierta.3 No sin percatarme pone indefinidamente. El embrollo de aspiraciones
de su inadecuación, empleo en este texto el término utópicas y acomodos pragmáticos u oportunistas
«izquierda» para referirme a esos cambios. ha tenido efectos tumultuosos y contradictorios en
Mi planteamiento central es que este giro hacia la vida cotidiana, las relaciones personales y las
la izquierda ha estado signado por una paradoja políticas nacionales.
desconcertante. Por un lado, proliferan las activi- Durante este giro a la izquierda, el presente –la
dades políticas inspiradas en ideales socialistas o experiencia del aquí y ahora– parece verse tensiona-
comunitarios que tienen como objetivo cambiar la do por fuerzas en conflicto. Por un lado, está ani-
sociedad de manera radical. Por la otra, prevalece mado por numerosas luchas en pro de una sociedad
una incertidumbre generalizada respecto a la forma mejor. Por el otro, se ve obstaculizado por barreras
específica del futuro ideal. Si bien existe un interés formidables que bloquean esas luchas. La esperanza
intenso en cambiar la nación, no es claro qué de- de producir un cambio fundamental a menudo se
sear, cuáles son las aspiraciones realistas, cómo ve desplazada por la sensación debilitante de que la
conectar el deseo con la realidad. Se ha vuelto co- sociedad humana no puede mejorarse. Esa doble
mún en la América Latina la creencia de que el capi- visión genera un mundo escindido que parece oscilar
talismo realmente existente resulta inviable a largo entre el paisaje maleable de los imaginarios utópicos
plazo, al tiempo que se reconoce que el socialismo y el terreno inmutable de las historias recalcitrantes.
que ha existido realmente no ofrece modelos via- De la fisura entre esos mundos emanan disposicio-
nes e incentivos contradictorios que dilatan el pre-
sente y empujan el futuro deseado hacia un horizonte
3 Este comentario refleja mi evaluación y posición (y mis
deseos), pero se debe al importante trabajo de los miem- incierto. La izquierda busca un futuro justo, pero su
bros de un colectivo o red «decolonial», que no tiene ni contenido específico parece eludirlo. Tiene sentido
nombre ni una única posición: para trabajos recientes de la dirección, pero no un destino claro.
sobre el tópico realizados por miembros de ese colectivo, Con el título «El futuro en el ruedo», este texto
ver los reflexivos textos recientes de Arturo Escobar y intenta evocar la distintiva presencia del futuro en la
Javier Sanjinés («Latin America at a Crossroads», Cultu-
ral Studies 24, No. 1, 2010, pp. 1-65, y Rescoldos del pa- América Latina durante este giro a la izquierda, las
sado: Conflictos culturales en sociedades postcolonia- maneras contradictorias en que el tiempo que ven-
les, La Paz, PIEB, 2009, respectivamente). drá satura el aquí y ahora y afecta el imaginario po-

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lítico actual. Por un lado, el futuro ingresa a la esce- en amplios círculos como el fin de socialismos his-
na pública como un horizonte abierto de expectati- tóricos particulares, sino como el fin histórico del
vas que ofrece potencialmente un sentido esperan- socialismo.
zador de posibilidad, característico de las fases
liminales o revoluciones. Por el otro, el futuro im- La victoria del capitalismo
pone su presencia como un horizonte histórico que
retrocede, como un futuro en duda, que provoca La segunda condición es el aparente triunfo global
un sentimiento de apatía típico de períodos de de- del capitalismo. En cuanto desapareció uno de los
clinación o depresión histórica. Exploro en dos par- dos rivales de la pugna del siglo XX por la suprema-
tes lo relativo a ese futuro. En la primera, analizo cía mundial, no solo parecía que el otro antagonista
brevemente el contexto en el cual ha surgido la ac- resultaba victorioso, sino que esa victoria era per-
tual izquierda latinoamericana. En la segunda, exa- manente. Además, como cegados por el éxito, los
mino el futuro actual de la izquierda, el modo para- ideólogos del capitalismo afirmaron también que su
dójico en que ha llegado a permear el presente. promesa de progreso universal pronto sería una rea-
lidad universal. Hacia fines del siglo, el neoliberalis-
El surgimiento mo había alcanzado en todo el planeta el estatus de
dogma sagrado. Conceptualizado como el triunfo
Limitaré mi análisis del auge de la izquierda a un de la ciencia económica sobre las ideologías políti-
breve bosquejo de tres condiciones que inciden cas, proponía el dominio por parte de la tecnocracia
sobre su desarrollo en estos tiempos. Estas condi- de los asuntos sociales y la democión de la política al
ciones tienen que ver con el destino cambiante de terreno del fanatismo y la emoción. John Williamson
dos de los paradigmas modernizadores fundamen- acuñó en 1989 el término «consenso de Wáshing-
tales del siglo XX, el capitalismo y el socialismo, y ton» para referirse a un decálogo de prescripciones
con la crisis del neoliberalismo, un modelo de de- de política que garantizarían que toda nación que lo
sarrollo capitalista que prometía ser la clave del pro- siguiera, incluso las que tenían graves problemas eco-
greso a fines del siglo XX. nómicos, alcanzaría el crecimiento económico. Esas
políticas reflejaban la integración de preocupaciones
El fin del socialismo geopolíticas con una versión técnica de la economía
neoclásica, que reduce la vida social a un cálculo in-
La primera condición es la crisis global y el derrumbe dividualista de las utilidades o a un juego de expecta-
del socialismo realmente existente a fines del siglo XX tivas. Esa fantasía de progreso universal encontró una
(también podría decirse que se trata del derrumbe ya famosa expresión en el artículo paradigmático es-
del «socialismo realmente inexistente», o de diver- crito por Francis Fukuyama en 1989 (y el libro que
sas formas de capitalismo de Estado), simbolizado publicara en 1992) en el que anunciaba el «fin de la
por la caída del Muro de Berlín en 1989, la disolu- historia». En esos textos planteaba que la generaliza-
ción de la Unión Soviética en 1991 y la rápida in- ción a nivel planetario del mercado libre disolvería
mersión de China en los mercados y las lógicas ca- los enfrentamientos ideológicos, traería consigo el
pitalistas. Ese derrumbe no solo ha sido interpretado progreso y daría lugar a una armonía global.

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La crisis del neoliberalismo bre mercado. Esos cambios trajeron consigo un
crecimiento económico agregado, pero al costo de
La tercera condición tiene que ver con el impacto una sociedad más polarizada y graves dislocacio-
negativo de las políticas de libre mercado: crecien- nes sociales. En respuesta a esos problemas, la re-
te polarización en y entre las naciones, destrucción gión fue testigo del auge de una gran variedad de
ecológica, exclusión de vastos sectores de la po- movimientos sociales y políticos centrados en de-
blación, subordinación de la producción a la espe- mandas específicas, a menudo inspirados en idea-
culación financiera, e individualismo y consumismo les socialistas, como los Zapatistas en México, el
avasalladores. Estos efectos se han sentido en todo Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra
el sistema capitalista, pero desde antes, y con más (MST) en Brasil, los piqueteros (desempleados) en
intensidad, en los países del Sur. Argentina y los movimientos indígenas en las na-
Como casi todos los países latinoamericanos ciones andinas. En parte debido a los efectos pola-
obtuvieron su independencia política en el primer rizadores del neoliberalismo, pero también como
cuarto del siglo XIX –y no después de la Segunda resultado del activismo de los movimientos socia-
Guerra Mundial, como la mayoría de las naciones les y las organizaciones políticas, la supremacía ideo-
africanas y asiáticas–, han tenido numerosas ex- lógica del neoliberalismo no fue muy prolongada
periencias con diversos proyectos de moderniza- en la América Latina. Hasta Fernando Henrique
ción, desde liberales en el siglo XIX, antes de la Cardoso, el afamado científico social dependentis-
reciente fase neoliberal, hasta proyectos centra- ta que durante su período como presidente de Brasil
dos en el Estado durante buena parte del siglo XX, (1995-2003) asumió políticas neoliberales y ayu-
que iban desde la industrialización mediante la sus- dó a integrar más a Brasil en las estructuras del
titución de importaciones (ISI) promovida por el capitalismo global, dejó claro que no se hacía ilu-
Estado, hasta la promoción de las exportaciones siones acerca del futuro de la globalización al decir
con apoyo estatal. Algunos países latinoamerica- lapidariamente: «Con la globalización, no hay al-
nos intentaron modernizarse gracias a modelos ternativa; sin la globalización, no hay salvación».4
claramente socialistas o proyectos políticos inspi- Mediante reuniones regionales, las organizacio-
rados en el socialismo: Chile con Salvador Allen- nes políticas y los movimientos sociales opuestos
de (1971-1973), Nicaragua bajo los sandinistas al neoliberalismo forjaron alianzas y proyectos co-
(1979-1989) y Cuba con la conducción de Fidel munes. Tras una serie de esos encuentros, repre-
Castro y, a partir de 2006, su hermano Raúl (1959- sentantes de esos movimientos se unieron a activis-
la actualidad). tas afines de todo el mundo en el Foro Social
En respuesta a la hegemonía global del neoli- Mundial, una asamblea que se reunió por primera
beralismo, durante las dos últimas décadas del si- vez en el año 2001 en Porto Alegre, Brasil. A partir
glo XX la mayoría de las naciones latinoamericanas de entonces, el FSM ha tratado de articular a esas
redujeron el papel del Estado en la economía, des-
mantelaron instituciones de bienestar social, desre- 4 Atilio A. Boron: «Globalization: A Latin American Pers-
gularon la economía y promovieron la búsqueda de pective», Estudos Sociedade e Agricultura, No. 11, Uni-
ventajas comparativas según los principios del li- versidade Federal Rural do Rio de Janeiro, 1998.

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organizaciones tan disímiles en una alianza contra el del capitalismo para lograr el desarrollo nacio-
neoliberalismo y a favor de la justicia social y la nal autónomo que se pretende, mientras que la
democracia. De hecho, a esos movimientos y or- burguesía ha sido blanco de críticas desde hace
ganizaciones les resulta claro que la globalización largo tiempo por no realizar una revolución de-
neoliberal no constituye una alternativa real. Sin em- mocrática burguesa ni lograr la prosperidad de
bargo, como el «socialismo realmente existente» no las masas.5
les ofrecía una salvación, les ha resultado más fácil
criticar el neoliberalismo que formular una alternati- Este perspicaz comentario nos ayuda a entender
va viable. Sus propuestas concretas tienden a abor- los dilemas actuales de la izquierda en el contexto
dar aspectos especialmente crueles del capitalismo, de la lucha recurrente de la América Latina por al-
y no el capitalismo como sistema. canzar alguna variante del progreso occidental. La
Sin redención visible fuera o dentro del capitalis- larga experiencia poscolonial de la región le ha per-
mo, los sueños utópicos no han desaparecido, sino mitido familiarizarse con las desventajas de diferen-
adoptado la forma de una esperanza poco elabo- tes proyectos de desarrollo y la ha acostumbrado
rada para un futuro remoto; la izquierda ha centrado al rejuego de promesas renovadas y logros pos-
su crítica en las formas agudas de dominación del puestos. Pero en esta ocasión, la combinación de
capital más que en el capitalismo. Como ha se- una participación amplia en una política transfor-
ñalado con agudeza el historiador John French, madora y una incertidumbre intensificada sobre el
centrarse en la crítica al neoliberalismo oculta la futuro ha creado tensiones particularmente fuertes
aceptación del capitalismo. A la vez, sirve para unir entre las grandes expectativas y las prácticas coti-
a sectores disímiles en la larga lucha en pos del de- dianas.
sarrollo nacional: Cuando el neoliberalismo fue promovido como
ideología reinante en los Estados Unidos e Ingla-
Si la oposición al neoliberalismo y no al capi- terra, la América Latina se convirtió en terreno de
talismo señala los límites fundamentales de la experimentación para la implementación de «tra-
izquierda contemporánea, como sostengo, se tamientos de shock» neoliberales, notablemente
podría afirmar que la terminología oculta al en el Chile de Pinochet (1973-1989) bajo la tute-
esencial enemigo capitalista e imperialista, si la de los tristemente célebres «Chicago Boys», y
se analiza el asunto en términos marxistas or- en la Argentina gobernada por una brutal junta mi-
todoxos. Pero el énfasis en el neoliberalismo re- litar (1976-1983). Con el uso de medios menos
sulta especialmente apropiado en la América represivos, esas políticas también fueron implemen-
Latina, donde el desarrollo nacional autónomo tadas por regímenes democráticos como los de
o semiautónomo (sea capitalista o socialista) ha
sido por mucho tiempo un objetivo compartido
por todo el espectro político. Si bien el antica- 5 John French: «Understanding the Politics of Latin
America’s Plural Lefts (Chávez/Lula): Social Democra-
pitalismo ha tenido un lugar en el discurso de la cy, Populism and Convergence on the Path to a Post-
izquierda de la región, el énfasis práctico ha es- Neoliberal World», en Third World Quarterly 30, No. 2,
tado mucho más a menudo en la incapacidad 2009, p. 362.

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Carlos Andrés Pérez en Venezuela, durante su se- en Chiapas, que coincidió con la entrada en vigor
gundo período presidencial (1988-1993), y Fer- del TLCAN en México.
nando de la Rúa en Argentina (1999-2001). En Como era de esperar, a pesar de los efectos ne-
ambos casos, esos presidentes fueron depuestos gativos del neoliberalismo en el Sur, sus limitaciones
de sus cargos, en buena medida como resultado de solo se tornaron globalmente visibles cuando tuvie-
los efectos de esas políticas; Carlos Andrés Pérez ron un impacto en el Norte. Cuando sus políticas no
en 1993, Fernando de la Rúa en 2001. funcionaron en el Sur, la opinión dominante no le atri-
Dada esta historia de proyectos modernizado- buyó el fracaso al mercado libre, sino a esas nacio-
res truncos, resulta comprensible que la América nes atrasadas; no a la cura, sino a los «pacientes», que
Latina se haya convertido en la región donde se no estaban preparados para someterse a toda la pres-
dejaran oír algunas de las primeras y más fuertes cripción de políticas. Fue solo como resultado de la
protestas contra la fase actual de ajustes estructu- crisis financiera de 2008 en los Estados Unidos que
rales neoliberales. No hay que aclarar que la opo- el mercado libre perdió su aura sagrada. Como si se
sición más encarnizada contra esos ajustes fue la hubiera descorrido un velo, el mundo entero pudo
que se produjo en el seno de las luchas contra las ver ahora al mercado libre desregulado no como
dictaduras de Chile y Argentina, que habían im- un principio natural autorregulador, sino como una
plementado esas políticas como un paquete o «tra- invención humana salida de cauce que necesita ser
tamiento de shock» de contenido económico, cul- disciplinada y respaldada por el Estado. Si bien la
tural y político. En otros contextos, las protestas elección de Barack Obama fue, en buena medida,
fueron en buena medida una respuesta espontá- una respuesta a los efectos del neoliberalismo en los
nea a un determinado conjunto de políticas, como Estados Unidos –la crisis de la vivienda y la crisis
el Caracazo venezolano de 1989, que fue el le- financiera, producidas por la desregulación–, la
vantamiento anti-FMI más grande y más violenta- de muchos presidentes de izquierda en Latinoaméri-
mente reprimido del mundo, y que se produjo ca fue una respuesta mucho más temprana a los efec-
como reacción a escaseces de alimentos e incre- tos múltiples del neoliberalismo en la región.
mentos del precio de la gasolina y el transporte; o Se han elaborado varias genealogías y tipologías
el movimiento de masas de Argentina en 2001 para para explicar el desplazamiento a la izquierda de la
derrocar al presidente Fernando de la Rúa con la América Latina. La mayoría de los periodistas y aca-
consigna «que se vayan todos», una protesta ines- démicos, a pesar de sus interpretaciones diferentes,
perada en un país considerado hasta entonces consideran que la elección de Hugo Chávez en 1998
como un modelo del Consenso de Wáshington marcó el inicio del desplazamiento, dado que su cam-
que, sin embargo, se había visto súbitamente la- paña estuvo signada por una identificación entre la
cerado por una crisis financiera y unas estructuras democracia y el estado de bienestar, un fuerte re-
productivas devastadas como resultado de la im- chazo al neoliberalismo y la promesa de un cambio
plementación del modelo. En otros casos, las pro- radical. Ello tiene sentido, si se considera que su elec-
testas estuvieron a cargo de movimientos sociales ción dio inicio a un ciclo de victorias electorales de
que llevaban tiempo organizándose para ese pro- presidentes que se comprometieron a emprender
pósito, como el levantamiento zapatista de 1994 transformaciones sociales fundamentales. Pero pre-

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fiero datar el inicio del giro a partir de la derrota elec- Chávez de Venezuela.6 Incluso quienes han criticado
toral de Pinochet en 1989, a fin de subrayar lo que el planteamiento de Castañeda han tendido a repetir
considero central de ese cambio: el valor atribuido a su estructura dicotómica y a hacer con frecuencia
la democracia como la forma política mediante la cual evaluaciones que oponen a Lula (el reformista dis-
procurar el bienestar colectivo y como valor en sí puesto a negociar) y a Chávez (el verdadero revo-
misma. Pero existe una diferencia. En Chile, en aquel lucionario). Por supuesto, desde las perspectivas
momento, una sociedad signada por intensos con- conservadoras, expresadas a menudo por los me-
flictos políticos y desgarrada por una dictadura bru- dios de comunicación del sistema, todos esos go-
tal, el establecimiento de la democracia política era biernos de izquierda se ven a una luz negativa: en los
el reto fundamental que enfrentaba la alianza multi- Estados Unidos, los medios tienden a oscilar entre
partidaria que intentaba derrocar al régimen de oponer la izquierda «buena» a la «mala» y tratarlas a
Pinochet; esa alianza proponía paliar los efectos nega- todas como una fuerza negativa indiferenciada.
tivos del neoliberalismo, no sustituirlo por otra cosa. Bajo los gobernantes de izquierda, las pugnas
Ahora, en un período en que el neoliberalismo está políticas entre diferentes visiones de la sociedad han
en declive, si no en crisis, todos los presidentes de estimulado el debate público, pero también han ten-
izquierda electos después de Chávez han prometido dido a polarizar el discurso político, convirtiendo lo
profundizar la democracia limitando el neoliberalis- que a menudo son simplificaciones útiles en caricatu-
mo y poniendo en práctica medidas fundamentales ras chatas que en vez de estimular la comprensión la
de bienestar social: en 2002, Lula da Silva en Brasil; impiden. En el contexto de álgidas confrontaciones
en 2003, Néstor Kirchner en Argentina; en 2004, políticas, el achatamiento de la razón y el crecimiento
Tabaré Vásquez en Uruguay; en 2005, Evo Morales de las emociones han afectado las representaciones
en Bolivia; en 2006, Michelle Bachelet en Chile, Da- políticas en la América Latina y otros lugares del
niel Ortega en Nicaragua, Rafael Correa en Ecuador mundo, incluidas las que se producen en círculos
y Hugo Chávez tras ser relecto en Venezuela; en 2008, académicos y artísticos. Por ejemplo, el documental
Fernando Lugo en Paraguay; en 2009, José Mujica de Oliver Stone sobre el auge de la izquierda lati-
en Uruguay; y en 2010, Dilma Rouseff en Brasil. A noamericana, South of the Border, impugna con fuer-
pesar de sus diferencias, la búsqueda de una demo- za algunas distorsiones flagrantes producidas por los
cracia más profunda ha sido su terreno común. medios estadunidenses, pero presenta una imagen
Quizá la tipología más influyente de esos regíme- especular inversa de la izquierda que reproduce la
nes de izquierda haya sido la elaborada temprana- visión plana de la historia que propagan los medios.
mente por Jorge Castañeda, un estudioso y político La demonización de la izquierda no puede combatir-
mexicano que dividió a sus líderes en reformistas ra- se con su deificación; la reducción de la política a
zonables y populistas atrasados, lo que equivalía im- una batalla entre el Bien y el Mal debe impugnarse
plícitamente a dividirlos entre una izquierda buena y mediante análisis que desarrollen la capacidad de las
otra mala. En un extremo ubicó la «izquierda mo- personas para entender el mundo y la historia que
derna y de mente abierta» representada por Lula
da Silva de Brasil, y en el otro, la «izquierda popu- 6 Jorge Castañeda: «A Tale of Two Lefts», Foreign Affairs,
lista y de mente cerrada» representada por Hugo mayo-junio de 2006.

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lo produce. Si los medios del sistema insensibilizan Condiciones materiales. Un conjunto doble de
a la gente, necesitamos análisis que ayuden a de- condiciones económicas medulares incide de modo
volverle la sensibilidad. fundamental sobre las relaciones entre el Estado y
Tratando de evitar las dicotomías chatas, o al la sociedad durante este giro a la izquierda: la ma-
menos de convertirlas en distinciones significativas, nera en que la nación produce su excedente eco-
he elaborado un esquema que ayuda a explorar los nómico y el modo en que obtiene sus divisas. Mien-
futuros de la izquierda latinoamericana al centrarse tras que la generación del excedente depende de la
en las condiciones de posibilidad de cambio históri- relación entre el capital, la tierra y el trabajo (una
co que enfrenta cada nación. Este esquema vincula preocupación central de las teorías liberal clásica y
la experiencia histórica con las expectativas políti- marxista), la captación de divisas depende de la
cas al apuntar cómo conjuntos definidos de condi- relación entre la economía nacional y la internacio-
ciones económicas y políticas inciden sobre dife- nal. Cuando se analizan en conjunto, esos dos fac-
rentes modalidades de políticas de izquierda. tores visibilizan el papel crucial, aunque insuficien-
Condiciones políticas. En países que han ex- temente reconocido, de las rentas de la tierra en las
perimentado dictaduras y una severa represión po- economías de «naturaleza-intensiva» o basadas so-
lítica en fecha reciente, la izquierda tiende a minimi- bre los recursos de la América Latina.8 Las rentas
zar la idea de revolución o de socialismo, a enfatizar agrícola y minera desempeñan papeles diferentes y
los procedimientos democráticos formales, a esta- tienen implicaciones sociales distintas en tanto ele-
blecer alianzas y compromisos políticos amplios y mentos de conjuntos específicos de relaciones so-
a proyectar los principios socialistas en un futuro ciales. Mientras que, por lo general, la tierra agrí-
lejano. El tono de la política es moderado. Los ejem- cola es de propiedad privada y constituye, por tanto,
plos más claros son Chile, Argentina, Brasil, Uru- el cimiento de clases terratenientes que se benefi-
guay y Paraguay. Por otro lado, los países que han cian directamente de ella, las minas suelen ser con-
atravesado recientemente conmociones económi- troladas por el Estado, y sus rentas ayudan a darle
cas y políticas y períodos de inestabilidad política y a este una importancia política y económica cen-
social que han incluido la insurgencia de poblacio- tral. En el contexto de la América Latina, el predo-
nes indígenas o sectores populares excluidos, la iz- minio de las rentas agrícolas en el nivel nacional por
quierda tiende a promover cambios constituciona- lo general va de la mano con una dispersión del
les básicos, a ser confrontativa y a enarbolar poder económico, una economía relativamente di-
abiertamente la bandera de la revolución y el socia- versificada, un fuerte sector empresarial y un con-
lismo. El tono de la política es radical (o inmodera- flicto estructural entre exportadores y consumido-
do). Los ejemplos paradigmáticos en este caso son res en lo relativo a la asignación de bienes agrícolas
Venezuela, Bolivia y Ecuador.7
8 Analizo estos conceptos y temas en Fernando Coronil:
7 El análisis de Arturo Escobar en «Latin America at a The Magical State: Nature, Money and Modernity in
Crossroads» sobre el giro a la izquierda de la América Venezuela, Chicago, University of Chicago Press, 1997,
Latina se centra en esos países, en parte porque pare- pp. 45-66; El Estado mágico. Naturaleza, dinero y mo-
cen representar una ruptura más radical con el pasado y dernidad en Venezuela, prol. Egardo Lander, Caracas,
un proyecto político «decolonial». Ed. Alfa, 2013.

12
como fuentes de divisas o como bienes para el con- poco usual, se ha convertido cada vez más, por la
sumo interno. Por el contrario, las rentas mineras vía de las remesas, en una fuente muy importante
tienden a promover la concentración de poder en de divisas. A pesar del rechazo al neoliberalismo, la
el Estado, la creación de un sector empresarial sub- búsqueda de ventajas comparativas en este terreno
sidiado y dependiente, y un conflicto estructural en sigue siendo la política económica medular de to-
torno a la distribución de rentas colectivas entre ciu- dos los Estados latinoamericanos.
dadanos con iguales derechos a dichas rentas, pero Por supuesto, este esquema sencillo no logra más
con una influencia desigual sobre el Estado que las que comenzar a aprehender la complejidad de cada
distribuye. Aunque la renta del suelo es importante una de las situaciones, no solo porque existen otros
en todas las sociedades, en las naciones del Sur factores que también contribuyen a definir cada con-
desempeña un papel dominante debido a la po- texto nacional, sino porque estos dos factores condi-
sición subordinada que ocupan en la división cionantes pueden tener efectos complementarios
internacional del trabajo y de la naturaleza. Si bien y no solo conflictivos. Por ejemplo, en Chile, in-
subrayo la importancia de los recursos naturales, cluso en el momento de auge del proyecto neoliberal
mi planteamiento se opone a la idea de la «maldi- de Pinochet, la industria del cobre siguió estando en
ción de los recursos», porque los recursos no ha- manos del Estado, no sujeta al mercado libre, y los
cen nada por sí mismos, sino solo a través de las ingresos (y divisas) producidos por el cobre le pro-
relaciones sociales que los tornan significativos. porcionaron al Estado unos recursos financieros y
Durante este giro a la izquierda, en los países en un peso político interno extraordinarios; esta situa-
los que las rentas agrícolas resultan centrales en la ción no ha cambiado, salvo porque el sustantivo
economía nacional, se ha tendido a apoyar el esta- incremento de los precios del cobre en los últimos
blecimiento de alianzas entre clases y grupos de in- años le ha dado al Estado aún más poder financie-
terés, la negociación de las políticas entre el Estado ro. En este sentido, Chile, a pesar de su economía
y algunos sectores fundamentales, y la promoción más diversificada y del estilo político conciliador
de un estilo político moderado, como ocurre en pos-Pinochet, comparte con los países mineros la
Brasil, Argentina y Chile. Por el contrario, allí don- presencia de un Estado fuerte. En Argentina, a pe-
de las rentas mineras son el locus dominante de la sar de una tendencia a forjar alianzas durante el
economía nacional, se ha promovido la concentra- giro posdictatorial hacia la democracia, ha existido
ción del poder en manos del Estado, la dependen- históricamente un conflicto crónico entre los pro-
cia del sector privado con respecto a aquel, y el ductores agrícolas interesados en exportar sus
desarrollo de un estilo político radical o inmoderado productos para maximizar sus ganancias y los con-
que ha intensificado los conflictos entre clases y re- sumidores interesados en mantenerlos en el merca-
giones, como sucede en Venezuela, Ecuador y Bo- do interno para mejorar su propio nivel de bienestar.
livia. En todas las naciones latinoamericanas, los El Estado tiene que negociar entre esas demandas
productos primarios (minerales o agrícolas) siguen en conflicto, lo que a menudo degenera en una si-
siendo las principales mercancías de exportación y tuación explosiva, como ocurrió en el año 2008,
fuentes de divisas; en muchos países, la fuerza de durante la presidencia de Cristina Fernández de
trabajo, una «mercancía de exportación» primaria Kirchner.

13
Además, hay que tener en cuenta otras formas Como la mayoría de los calificativos que se em-
de divisas, como los préstamos internacionales, que plean comúnmente para diferenciar a esos regíme-
suelen venir acompañados de obligaciones políti- nes de izquierda me parecen inadecuados, he utili-
cas «colaterales» de naturaleza coercitiva. Por ejem- zado siglas formadas por las iniciales de tres de sus
plo, durante la segunda presidencia de Fernando representantes típicos para referirme a los dos gru-
Henrique Cardoso, cuando Brasil enfrentaba seve- pos de mi sencillo esquema: VEB para Venezuela,
ras dificultades financieras y Lula parecía el candi- Ecuador y Bolivia; y BRAC para Brasil, Argentina
dato que ganaría las elecciones presidenciales de y Chile. A pesar de sus diferencias, hay algo claro:
2002, el FMI le concedió al presidente Cardoso lejos de verse enfrentadas al final de la historia, to-
un préstamo de treinta mil millones de dólares, pero das estas naciones enfrentan su retorno: para ellas,
estipuló que solo le entregaría seis mil millones, y la historia ha vuelto. Pero, ¿qué tipo de historia, y
que el resto se le daría al nuevo presidente si se qué futuro la inspira?
lograba el acuerdo de que todos los candidatos
aceptaran las prescripciones del FMI. El Partido Los futuros de la izquierda
de los Trabajadores (PT) de Lula aceptó esa con-
dición, lo que hizo saber mediante su «Carta al pue- Resulta notable, aunque no excepcional, que este giro
blo brasileño».9 Este incidente muestra que la co- a la izquierda haya conllevado el retorno de la his-
munidad financiera internacional «no vota, pero sí toria. Tradicionalmente, se han representado las
veta».10 Sea que provengan de las rentas, las ga- historias nacionales de la América Latina como ins-
nancias o los préstamos, las divisas son una fuerza critas en una travesía histórica global hacia el Pro-
sumamente importante en la dinámica de lo que he greso. Lo que resulta bastante excepcional acerca
denominado imperialismos poscoloniales «nacional» de esta coyuntura no es la reinscripción de la Améri-
y «global»: modalidades de dominio imperial que ca Latina en la historia como gran proceso, sino que
se ejercen fundamentalmente mediante el control ahora no resulta claro hacia dónde marcha la historia.
económico y la influencia política, aunque respal- Desde la conquista y la colonización de las Améri-
dados por las fuerzas armadas territoriales y extra- cas, las elites gobernantes de la región han tenido
territoriales más poderosas de la historia humana.11 cierta idea de su futuro ideal o, más precisamente,
modelos sustanciales de futuros ideales han permea-
9 Leonardo Avritzer: «El ascenso del Partido de los Trabaja- do con fuerza la vida cotidiana de la región. En la
dores en Brasil», en César A. Rodríguez Garavito, Patrick medida en que los imaginarios de esas elites han sido
S. Barrett y Daniel Chávez (eds.): La nueva izquierda en hegemónicos, la América Latina ha vivido el presen-
América Latina: Sus orígenes y trayectoria futura, Bo- te a la sombra del futuro; como señalara Susana
gotá, Grupo Editorial Norma, 2004, pp. 67-96. Rotker, «la América Latina es […] una acción sin
10 César Rodríguez Garavito y Patrick Barrett: «¿La utopía
revivida?», en Daniel Chávez, César Rodríguez Garavi-
to y Patrick Barrett (eds): La nueva izquierda, Madrid,
La catarata, 2008. nahan y Peter Purdue (eds.): Imperial Formations and
11 Fernando Coronil: «After Empire: Rethinking Imperia- Their Discontents, Santa Fe, NM: School of American
lism from the Americas», en Ann Stoler, Carole McGra- Research Press, 2007, pp. 241–274.

14
pasado o presente, solo un futuro».12 Cargado con Este modo de historicidad satura la vida política
el fardo de futuros imperiales, el presente ha pareci- con el síndrome del «todavía no», una perspectiva
do un período de transición, una etapa histórica a que presenta siempre a algunas sociedades como
dejar atrás, si no simplemente a rechazar como una todavía no civilizadas, todavía no industriales, to-
realidad embarazosa. Esos futuros ideales han sido davía no modernas. También clasifica y ordena a
ya conocidos, porque siempre han sido el presente las sociedades contemporáneas transformando el
de los centros metropolitanos: primero, de los impe- espacio en tiempo, la contigüidad geográfica en dis-
rios coloniales «civilizados», y, después de la inde- tancia temporal, y la diferencia cultural en jerarquía
pendencia, de las naciones industriales modernas. evolutiva. Como resultado de ello, aun cuando exis-
La legitimidad de las elites en la América Latina tan en el mismo momento en espacios contiguos,
ha dependido de su capacidad para ser mensajeras algunas sociedades se definen como civilizadas y
del futuro. En tanto líderes políticos y culturales, su otras como primitivas, como representantes de una
tarea ha sido la de mediadoras entre Latinoamérica etapa previa e inferior de la humanidad. Dado el
y el mundo «civilizado» o «moderno»: de hecho, predominio de este punto de vista, en la relación de
entre pasado y futuro. A fin de realizar esta alquimia la América Latina con el mundo moderno la simul-
histórica, han tenido que convertirse, en su ser más taneidad no ha significado contemporaneidad, por-
íntimo, en personificaciones del futuro. Encarnan el que ser contemporáneo, como planteó Ernst Bloch
futuro mediante una miríada de técnicas persona- al referirse a otras regiones, es ser plenamente mo-
les, que incluyen la socialización en el hogar, un con- derno. El antropólogo Johannes Fabian ha llamado
sumo selectivo, la educación, los viajes y el apren- a este criterio «la negación de la coetaniedad», o
dizaje de idiomas. Resulta posible identificar qué sea, la construcción de una «temporalidad alocró-
«futuro» imaginan esas elites sabiendo adónde han nica», merced a la cual a sociedades que existen
viajado y, sobre todo, conociendo en qué nación simultáneamente se les asignan valores evolutivos
se educaron y qué idiomas y literaturas leen. Histó- distintos y se las ubica en diferentes períodos históri-
ricamente, sus lugares ideales para formarse fueron cos; mientras las tildadas de bárbaras son desplaza-
primero España y Portugal, pero poco después das al pasado, las consideradas civilizadas se con-
pasaron a ser Francia e Inglaterra, y a partir de la II servan en el presente y se proponen como la cumbre
Guerra Mundial han sido los Estados Unidos. En el de la humanidad.13 Cuando se las coloca en la mis-
caso de algunos líderes de la izquierda, por supuesto, ma línea del tiempo que apunta al progreso, se ve a
la Unión Soviética y Alemania Oriental cumplieron las sociedades no occidentales como representan-
esa función civilizadora. En la América Latina, los tes del pasado de las sociedades civilizadas, y a las
idiomas fundamentales de la civilización han sido el civilizadas como encarnaciones del futuro de las no
español para las poscolonias de España, el portu- occidentales. Cuando los pueblos no occidentales
gués para los brasileños, y primero el francés y ahora se excluyen de la historia de Occidente, se les trata
el inglés para todos.
13 Johannes Fabian: Time and the Other: How Anthropo-
12 Susana Rotker: Bravo pueblo: Poder, utopía y violen- logy Makes Its Objet, Nueva York, Columbia Universi-
cia, Caracas, Fondo Editorial La Nave Va, 2005, p. 85. ty Press, 1983.

15
como pueblos racialmente otros, más criaturas de la mente acariciado ideal de la civilización. Como la
naturaleza que creadores de cultura. mayoría de las naciones del Tercer Mundo –una
Esta visión historicista presenta a Occidente como categoría creada en aquellos tiempos–, los países
la cumbre de la civilización y al Resto como regio- latinoamericanos siguieron persiguiendo la moder-
nes atrasadas que atraviesan una etapa de desarro- nidad, a pesar de algunos esfuerzos para mostrarse
llo previa. Según esta visión del mundo, el área que originales, o no alineados, abrazando uno de los
se ha convertido en la América Latina se ha califi- dos modelos establecidos: el capitalismo, la senda
cado de inferior y diferente de distintas maneras, familiar del Primer Mundo; o el socialismo, la tra-
de acuerdo a las tipologías dominantes en cada yectoria experimental del Segundo Mundo. Pero
momento: salvaje, primitiva, atrasada, tradicional, tras una larga batalla entre estos modelos antagóni-
subdesarrollada, en vías de desarrollo, tercermun- cos, ninguno de los dos consiguió una victoria real.
dista, emergente, fallida; todos calificativos que la A fines del siglo XX, aunque el socialismo realmente
identifican como «menos que», como habitantes de existente resultó derrotado, el triunfo del capitalis-
lo que el historiador Dipesh Chakrabarty ha llama- mo ha demostrado ser pírrico. Si bien este sistema ha
do, al referirse a otras sociedades poscoloniales, sido una fuerza histórica transformadora que les
«la sala de espera de la historia».14 Desde esta pers- ha ofrecido beneficios sustanciales a grandes sec-
pectiva imperial, la América Latina es vista y se ve tores y reducido la pobreza en ciertas áreas, lo ha
a sí misma como quien siempre está tratando de hecho a expensas de la exclusión de las mayorías y
alcanzar a alguien pero nunca lo alcanza, quien está la degradación de los cimientos materiales de la hu-
casi a punto pero no lo logra, quien mira perma- manidad. Casi la mitad de la población mundial vive
nentemente la historia desde las bambalinas, nunca por debajo del nivel de la pobreza; el 20 % más
suficiente, nunca bastante.15 rico consume el 82,5 % de las riquezas del planeta,
En el siglo XX, sobre todo después de la desco- mientras que el 20 % más pobre vive con solo el
lonización de las colonias europeas de África, Asia 1,6 %. Ante la bancarrota de ambos modelos, las
y el Caribe que siguió a la II Guerra Mundial, la elites culturales y políticas de la América Latina, junto
«modernización» –comúnmente entendida como un a la mayor parte de su población, acostumbradas
proceso de desarrollo mediante la industrialización, durante mucho tiempo a ver el presente como una
la urbanización, la democratización y la seculariza- etapa conducente a un futuro ideal, se enfrentan ahora
ción– se convirtió en la clave para alcanzar el larga- a la carencia de modelos que les sirvan de guía; en-
frentan una crisis de futuridad.
14 Dipesh Chakrabarty: Provincialising Europe: Postco- Ahora que la historia ha vuelto, la izquierda se
lonial Thought and Historical Difference, Princeton, enfrenta a un futuro similar en todas las naciones
Princeton University Press, 2000. latinoamericanas, aun cuando este encarne en dife-
15 Este modo de historizar se ha observado en la América rentes sueños nacionales y esté sujeto a condicio-
Latina en elites literarias y políticas desde el siglo XIX,
nes políticas y económicas diferentes en los distin-
incluidos «fundadores» del nacionalismo latinoameri-
cano como Simón Bolívar y José Martí. Chakrabarty ha tos países. A continuación, exploraré la gestalt de
utilizado productivamente la noción del «todavía no» ese futuro, la «forma futura» común, mediante el
en su aguda crítica del historicismo. Ibíd. análisis de cinco temas interrelacionados.

16
1. Presente agitado, futuro espectral Los líderes nacionalistas latinoamericanos, inclui-
dos los de la izquierda, han solido definir ese futuro
He titulado así este acápite para evocar una mo- prometido como una «segunda independencia»: el
dalidad de historicidad, de ser en el mundo, en logro de la autonomía económica y cultural, de la
que el futuro parece fantasmagórico, como si fue- independencia política real y no meramente formal.
ra un espacio habitado por espíritus del pasado y En el pasado, ese objetivo tenía, por lo general, una
sueños ideales, y el presente se despliega como base histórica específica: las guerras de independen-
un denso campo de agitación nerviosa, constan- cia, que cortaron el vínculo colonial y establecieron a
temente trabado por limitaciones que se multipli- las naciones latinoamericanas como repúblicas for-
can, un conglomerado de tendencias y acciones malmente independientes (con significativas excep-
contradictorias que no tienen un destino claro. A ciones, como la de Brasil, cuya independencia se lo-
pesar de una constante actividad inspirada en gró por medios políticos en 1822, cuando se convirtió
grandes esperanzas, a pesar incluso de significati- en una monarquía, y Cuba, que se convirtió en un
vos logros, una sensación de pesadilla, de estar protectorado norteamericano en 1898 tras treinta
atrapados, satura el presente, como si estuviera años de guerra contra España, y a la que finalmente
atascado o se moviera sin avanzar, o lo hiciera en se le concedió una independencia condicionada en
una dirección equivocada. Aun cuando los Esta- 1902.) Como reflejo de sus diferentes trayectorias y
dos logran promover el crecimiento económico y objetivos políticos, los regímenes de izquierda ahora
el bienestar público, el futuro ideal sigue siendo han elaborado genealogías fundacionales más diver-
elusivo, amenazado por problemas crónicos y obs- sas para el objetivo todavía proclamado de conquis-
táculos nuevos. tar «la segunda independencia».
En esta modalidad de historicidad, el tiempo pre- En un agudo análisis del giro a la izquierda en la
sente no solo parece agitado, sino también expan- América Latina, Claudio Lomnitz apunta la tenden-
sivo; se prolonga en medio de grandes limitaciones. cia de todos los regímenes de izquierda actuales a
Si bien ocupa el espacio-tiempo de lo que puede establecer un pasado fundacional específico para
medirse como el futuro cronológico, no se convier- sus luchas del momento: Evo Morales lo ubica en
te en el Futuro propiamente dicho, dado que el fu- los quinientos años de resistencia anticolonial boli-
turo no se imagina solo como el tiempo homogéneo viana; Hugo Chávez lo define mediante el liderazgo
que vendrá, sino como la época prevista de consu- heroico de Bolívar en las guerras de independencia
mación histórica. Como ese futuro histórico no se (en ocasiones apela a la lucha del cacique indígena
identifica con el tiempo vacío del calendario, sino Guaicaipuro contra los colonizadores españoles en
con el tiempo significativo de la historia consuma- el siglo XVI); Cuauhtemoc Cárdenas se considera el
da, encarna a la vez renovadas esperanzas y repe- continuador de la lucha de su padre Lázaro Cárde-
tidas posposiciones. Como si estuviera retenido por nas por la justicia social en México; Michelle Ba-
circunstancias recalcitrantes, este futuro previsto chelet ensalza la lucha de Allende por un socialismo
aparece y se aleja una y otra vez como un espejis- democrático; Néstor Kirchner reclama para sí la
mo, como una promesa fantasmagórica que ame- cultura peronista argentina; Lula se vincula a la tran-
naza con ser siempre una presencia pospuesta. sición de Brasil a la democracia en 1983; y Tabaré

17
Vásquez subraya el legado socialdemócrata de Uru- futuro sin amarras, la izquierda tiene que hundir sus
guay en la década de 1920. Yuxtaponiendo escalas raíces repetidamente en el pasado.
temporales y épocas históricas, Lomnitz señala que La invocación de un pasado memorable fija cier-
Bolivia, Venezuela, México, Uruguay, Argentina, Bra- tos tiempos y lugares en el actual imaginario nacio-
sil, Chile: quinientos años, doscientos años, noventa nal. Esa forma de imaginar la nación, consistente en
años, ochenta años, sesenta años, cuarenta años, territorializar una historia e historizar un territorio,
treinta años. Pero también la era precolonial, el pri- ayuda a encuadrar la relación entre pasado, presen-
mer momento republicano, los regímenes populares te y futuro.17 A medida que se encoge el incierto lar-
y el socialismo democrático. Esos son algunos de los go plazo, se expande el corto plazo, que excava en
fantasmas que rondan al nuevo fundacionalismo.16 el pasado para resucitar sus íconos y extenderse ha-
Enfrentados a una historia de logros parciales y cia el futuro calendárico mientras impulsa el futuro
constantes posposiciones, los fantasmas de las re- histórico previsto más allá de un horizonte que siem-
beliones épicas, las revoluciones y la construcción pre retrocede. En un lúcido análisis del actual giro a
republicana de la nación siguen animando el proce- la izquierda en la América Latina, Boaventura de
so en curso de construcción de la nación y recons- Sousa Santos apunta a la peculiar relación que asu-
trucción de sus cimientos. Resulta evidente que la men en este momento en Latinoamérica el corto y el
existencia en la actualidad de un repertorio más largo plazos. Mientras que el largo plazo ha sido his-
variado de momentos fundacionales es un reflejo tóricamente el horizonte de la izquierda, el predomi-
de la naturaleza más diversa de la izquierda. Si bien nio abrumador del capitalismo ha restringido ahora
la apelación a esos momentos fundacionales puede el terreno de la izquierda latinoamericana al corto
expresar un viejo hábito político, su carácter ansio- plazo.18 Sin claras imágenes alternativas del futuro,
samente reiterativo revela una ansiedad distintiva en
relación con el futuro. En el pasado, proclamar que 17 He analizado antes la idea de Nicos Poulantzas de que la
ciertos momentos históricos eran fundacionales no formación de la nación supone la territorialización de
cumplía tanto la función de establecer la base para la historia y la historización de un territorio. Fernando
un desarrollo continuado como la de legitimar la Coronil: «Beyond Occidentalism: Towards Nonimpe-
rial Geohistorical Categories», Cultural Anthropology
permanente búsqueda de objetivos familiares ante 11, No. 1, 1996, pp. 51-87.
la realidad de logros continuamente pospuestos. A
18 Si bien esta observación es cierta en lo que respecta a
pesar de que los momentos fundacionales ahora son períodos recientes de la historia latinoamericana, hay
más variados, se sigue verificando un intercambio que señalar que el pensamiento liberal también ha re-
similar entre glorias pasadas y triunfos pospuestos, clamado como propio el futuro. La misma noción del
excepto que ahora no se trata solo de que el futuro «largo plazo» fue creada por Alfred Marshall en Prin-
ciples of Economics (Macmillan, Londres, 1890) para
deseado aún no se haya consumado, sino de que
identificar un tiempo en que el Mercado ajustaría to-
su ser mismo se ha vuelto etéreo. Enfrentada a un dos los factores y definiría los precios normales; para
una elaboración sobre este punto, ver el interesante
análisis sobre retórica pública de la macroeconomía en
16 Claudio Lomnitz: «The Latin American Rebellion: Will Jane Guyer: «Prophecy and the Near Future: Thoughts
the New Left Set a New Agenda?», Boston Review, on Macroeconomic, Evangelical and Punctuated Time»,
septiembre-octubre de 2006. American Anthropologist 34, No. 3, 2007, pp. 409-421.

18
sus luchas tienen que centrarse en el aquí y el aho- países BRAC (ejemplificados por Brasil, Argentina
ra. Según ese autor, esta concentración en el corto y Chile) adoptan posiciones más moderadas y se
plazo también les resta relevancia a los debates clá- centran en políticas redistributivas y reformas so-
sicos acerca de reforma y revolución. Mientras que ciales. Como un proyecto económico de izquierda
él le atribuye esta situación a una falta de integra- original no es sinónimo de nacionalizaciones (que lo
ción entre teoría y praxis, a mí me parece que refle- reducen a una forma de capitalismo de Estado), ni
ja también los extraordinarios límites estructurales de políticas redistributivas (que lo reducen a una
en medio de los cuales ha emergido la izquierda.19 versión del Estado socialdemócrata), queda en pie
En mi opinión, esos límites han producido una la tarea de elaborar un proyecto viable para el lar-
articulación bastante peculiar entre prácticas e idea- go plazo. Mientras que los países VEB parecen te-
les en el corto y el largo plazos; mientras que los ner proyectos políticos más innovadores y los BRAC
gobiernos de izquierda proclaman ideales socialis- seguir un camino ya conocido, ambos grupos si-
tas para el largo plazo, promueven el capitalismo guen tratando de definir una vía original hacia un
en el corto plazo. Y mientras que promueven el ca- futuro poscapitalista.20 Aunque puede que esos Es-
pitalismo en el corto plazo, consideran que es in- tados de izquierda se muevan en esa dirección, su
viable en el largo plazo. De ahí que tenemos capita- dependencia de la búsqueda de ventajas compara-
lismo para un presente sin futuro, y socialismo para tivas sugiere que hasta el momento no han sido ca-
un futuro sin presente. paces de enfrentar ese desafío fundamental.
Cuando prevalecen estas tensiones, el presente
se convierte en un tremedal. Hay que seguir avan- 2. Más allá de la reforma y la revolución
zando para no hundirse, tironeados entre el deseo
de encontrar un sendero seguro para todos y el ins- La conocida retórica sobre reforma y revolución se
tinto de autopreservación que impulsa a los indivi- sigue empleando comúnmente en la América Latina,
duos a abandonar los proyectos colectivos. La men- aun si a veces resulta cada vez menos claro qué sig-
ción siempre presente a la corrupción en el seno de nifican estos términos. A la luz de la tipología que he
la izquierda actual parece sugerir que esta tensión propuesto, es evidente que los países VEB –cuyos
lleva a muchos a emplear el lenguaje del bien común estados controlan abundantes rentas mineras y no
para ocultar sus actividades de interés personal. son producto de recientes experiencias dictato-
Por supuesto, esta historicidad paradójica en- riales– invocan con más frecuencia las nociones
carna de maneras diferentes en los distintos países. de revolución y socialismo. Las naciones BRAC
Siguiendo mi tipología, mientras que los países VEB –con economías diversificadas y provenientes de
(tipificados por Venezuela, Ecuador y Bolivia) sus- recientes dictaduras militares– siguen el ejemplo
criben más abiertamente el socialismo y promueven de Chile y Brasil en el empleo de la moderación
políticas asociadas con él, como la nacionalización retórica y la búsqueda de alianzas interclasistas.
de empresas y las reformas constitucionales, los
20 Uso aquí el concepto de poscapitalismo como un térmi-
19 Boaventura de Sousa Santos: «Una izquierda con futu- no vago que evoca una sociedad futura hipotética cons-
ro», en Daniel Chávez, César Rodríguez Garavito y Pa- truida sobre los cimientos del capitalismo pero que tras-
trick Barrett (eds): ob. cit. (en n. 10), pp. 437-457. ciende las limitaciones de este.

19
En el siglo XX, la «revolución» se convirtió en el nante. Como propone el Foro Social Mundial, la
mantra del discurso nacionalista. Revolución signi- revolución, incluida la toma del poder, debe reali-
ficaba cambio radical. La mayoría de los gobiernos zarse por medios democráticos. En México, el
latinoamericanos, fueran moderados o radicales, movimiento zapatista inició un levantamiento ar-
proclamaban ser revolucionarios. Con frecuencia mado de dimensiones simbólicas, pero pronto de-
no se usaba la etiqueta de «revolución» para pro- puso las armas y dejó en claro que su camino era
mover un cambio radical, sino para impedirlo: el la lucha política, no para hacerse del Estado, sino
ejemplo arquetípico de este uso es el PRI de Méxi- para abrir espacio para un tipo diferente de políti-
co (el Partido Revolucionario Institucional), que se ca en los niveles local y nacional. Tomando como
apropió del nombre de la Revolución Mexicana para base el proyecto político zapatista, que se propone
domesticar su potencialidad radical, haciendo de cambiar la sociedad mediante el cambio de las re-
paso del oxímoron de su nombre una buena des- laciones sociales sin tomar el Estado, John Hollo-
cripción de su etos normalizador. way ha afirmado que la política verdaderamente re-
Para la izquierda radical, la «revolución» ha signi- volucionaria supone la creación de un mundo nuevo
ficado históricamente el derrocamiento del sistema mediante el cambio de la sociedad desde adentro,
capitalista; ha reivindicado para sí la revolución y les y no mediante el Estado.
ha endosado a todos los demás la reforma. Pero Sin embargo, para la mayoría de las personas de
como el derrocamiento del capitalismo exige la con- izquierda el Estado sigue estando en el centro de la
quista del Estado, la «revolución» vino a identificar política revolucionaria. Pero aun así, no existe
dos procesos y a tener dos significados: la toma del acuerdo acerca de qué es lo que hace radical una
poder estatal mediante la lucha armada y el desen- política. Chávez ha convertido al Estado en el
cadenamiento desde el Estado de un cambio radi- agente principal de la revolución, primero a tra-
cal. Cuando la Revolución Cubana se convirtió en el vés de reformas producidas por él e inspiradas en
modelo de esta comprensión de la «revolución», que un modelo sui generis del Tercer Mundo, y des-
fue emulado en muchos países en la década de 1960, pués de 2005 a través de lo que ha llamado «so-
estos dos significados se vieron como parte de un cialismo del siglo XXI». Pero si bien el Estado es
único proceso. La victoria militar de los sandinistas el agente fundamental del cambio revolucionario
contra la dinastía de Somoza en 1979 y la derrota en Venezuela, Chávez es el centro del mismo, toma
electoral del régimen revolucionario sandinista sus decisiones básicas, lo cual resulta paradójico
una década después parecen haber cerrado este con su propia meta de promover la «democracia
ciclo de lucha armada revolucionaria. participativa». Igual que en 2005 declaró con or-
El modelo chileno encabezado por Salvador gullo en Porto Alegre que él era quien decidía que
Allende (1971-1973) propuso una visión alterna- Venezuela debía ser socialista, en 2007 hizo público
tiva: la «revolución» no como toma violenta del que había escrito de su puño y letra la reforma
poder del Estado, que debía ser conquistado por constitucional de inspiración socialista que pre-
medios electorales, sino como la transformación sentó a la Asamblea Nacional.
radical de la sociedad. Durante el actual giro a la En el otro extremo del espectro político de la
izquierda, es esta visión la que ha resultado domi- izquierda, en Chile, los gobiernos de la Concerta-

20
ción han intentado lograr consensos sobre ciertos Podría interpretarse que esto refleja la eliminación
objetivos básicos de desarrollo. José Insulza, quien de las opciones radicales, pero también como la po-
sirvió en gobiernos de la Concertación durante diez sibilidad de nuevas maneras de imaginar los fines y
años, denomina a este enfoque, que evita las etique- las lógicas sociales del cambio fundamental. Ahora
tas ideológicas y se concentra en políticas específi- resulta menos aceptable justificar medios cuestiona-
cas, «socialismo por enumeración». Como él mismo bles en nombre de fines superiores. Por el contrario,
me explicó, «preferimos centrarnos en la vivienda, la crece la exigencia de que las acciones políticas coti-
educación, la salud, etcétera. No necesitamos usar dianas se correspondan con los valores últimos, de
la etiqueta del “socialismo”. Lo llamamos “socialis- modo que el presente prefigure el futuro. Se valora
mo por enumeración”».21 Eso contribuye a explicar de modo creciente la democracia, no como la cás-
por qué la presidenta Michelle Bachelet no pudo cara que protege la vida política, sino como su ci-
transferirle su gran popularidad (84 %) a Eduardo miento, no solo como un medio de la revolución, sino
Frei, el candidato de la Concertación, y la razón de como su fin. En tensión con las teleologías historicis-
que la elección del multimillonario conservador Se- tas, hoy resulta más posible imaginar el presente no
bastián Piñera en 2010 haya sido percibida por mu- como etapa en el avance hacia el futuro previsto
chos como una manera más «eficiente» de proseguir de la historia, sino como su necesario terreno, si
la «modernización» de Chile y no como un cambio no de la historia que queremos, sí de la que tenemos.
en el modelo de desarrollo.
Estas diferentes estrategias de cambio difuminan 3. Más allá del sujeto revolucionario único
las fronteras entre reforma y revolución. Según
Boaventura de Sousa Santos, en la América Latina El reciente giro a la izquierda en Latinoamérica ha
actual hay «procesos reformistas que parecen revo- tenido lugar gracias a las acciones de una gran di-
lucionarios» (su ejemplo es la Venezuela de Chávez), versidad de actores que se han convertido en íco-
«procesos revolucionarios que parecen reformistas» nos de la «izquierda». Ello contrasta con una tradi-
(su ejemplo es el movimiento zapatista), y «procesos ción histórica en la que la izquierda se identificaba
reformistas que ni siquiera parecen reformistas» (su con partidos u organizaciones políticas que afirma-
ejemplo es el PT de Brasil).22 Con independencia de ban representar a los trabajadores y los campesi-
la validez de sus ejemplos, la cuestión radica en que nos y ser los agentes fundamentales del cambio re-
en el contexto actual, los conceptos de reforma y volucionario. Si bien ello es cierto en todos los
revolución, por más indispensables que resulten en países, en los VEB ciertos sectores o individuos
las luchas ideológicas, son cada vez menos apropia- han asumido el liderazgo fundamental o único del
dos como guías para la acción y como categorías proceso, mientras que en los BRAC la tendencia
analíticas. ha sido establecer una política de alianzas entre sec-
tores en pugna.
21 José Insulza, entrevista con el autor. University of Mi- En los últimos treinta años, mientras que en la Amé-
chigan, octubre de 2006. rica Latina proliferaban problemas crónicos y nue-
22 Boaventura de Sousa Santos: «Una izquierda con futu- vos –resultado en parte del cierre de empresas pro-
ro», en ob. cit. (en n. 10), pp. 438-439. tegidas, la expansión de las economías informales y

21
severas migraciones y desplazamientos–, se pro- dical, un exsacerdote y un militar de baja gradua-
dujo un desencanto generalizado con los partidos ción proveniente de las clases humildes, representa
políticos tradicionales y con la política misma. En a un espectro excepcionalmente amplio de la po-
ese contexto, nuevos movimientos sociales comen- blación latinoamericana. Sus concepciones acerca
zaron a desempeñar un papel significativo. Entre de cómo gobernar varían, desde el intento de
ellos estaban los zapatistas en México, el Movi- Chávez de crear una sociedad uniforme mediante
miento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra la voz monológica del Estado hasta el proyecto he-
(MST) de Brasil, los piqueteros (desempleados) de teroglósico anunciado por José Mujica, el presi-
Argentina y los movimientos de indígenas y afro- dente de Uruguay. Chávez, quien es producto de
descendientes de Ecuador, Bolivia, Colombia y una sociedad dividida, ha partido de esa base para
Perú. Aunque esos movimientos han luchado por convertir la división en una brecha entre revolucio-
demandas específicas como tierras, trabajo y re- narios y escuálidos. Y a partir de 2005, en una lu-
conocimiento, y han reactivado el sistema político cha a muerte entre dos sistemas: el socialismo y el
existente, también han impugnado la idea de la polí- capitalismo. Su consigna revolucionaria para esta
tica al uso. Al mismo tiempo, mientras que la ma- nueva fase es «patria, socialismo o muerte».23 Por
yoría de los partidos políticos tradicionales per- el contrario, Mujica, el presidente de Uruguay, pro-
dieron poder, nuevos partidos se hicieron tan clamó en su discurso de toma de posesión el obje-
importantes que en dos casos ganaron la presiden- tivo de lograr «una patria para todos y con todos»,
cia de la nación mediante elecciones: el PT de Bra- con lo que tomaba marcada distancia de su posi-
sil y el MAS (Movimiento al Socialismo) de Boli- ción radical previa como líder de los Tupamaros,
via. Aunque esos partidos tienen como núcleo un aunque manteniendo el ideal de una sociedad justa.
sector social específico (trabajadores y cocaleros, Si bien ha disminuido la búsqueda de un sujeto
respectivamente), son socialmente heterogéneos y revolucionario único, algunos miembros de la iz-
no consideran que ese núcleo sea una clase univer- quierda han transferido ese papel, antes del prole-
sal. Llegaron al poder mediante alianzas multicla- tariado, al «pobretariado», concepto elaborado por
sistas en la política regional y nacional; hay que re- el teólogo de la liberación brasileño Frei Betto para
cordar que antes de que Lula ganara las elecciones referirse al sector mayoritario en la América Latina:
presidenciales de Brasil en 2002 gracias a las alian- los marginados y excluidos.24 Pero la tendencia en
zas con sectores empresariales, el PT había logra- la región, en especial en los BRAC, es reconocer
do importantes victorias regionales con alianzas una pluralidad de agentes de cambio, como si exis-
políticas amplias, como sucedió en los casos de São
Paulo y Porto Alegre. 23 Sin embargo, hay que señalar que a pesar de la división
Los nuevos presidentes de izquierda, electos hecha por Chávez de la población en dos grupos anta-
con el respaldo de esos movimientos y organiza- gónicos, concibe el campo revolucionario como plural
y compuesto por muchos sectores, siempre que con-
ciones, son muy diversos en lo que toca a perso- cuerden con los objetivos de la revolución tal como
nalidades, orígenes sociales y experiencias políti- son expresados por el Estado.
cas. Este conjunto de presidentes, que incluye a dos 24 Marcelo Colussi: «El pobretariado: ¿Un nuevo sujeto
mujeres, un dirigente indígena, un organizador sin- revolucionario?», revista Amauta, 2009.

22
tiera un acuerdo implícito de que cambiar el mundo munidad mestiza monocultural o una entidad multi-
en la actualidad exige el establecimiento de una cultural. Ahora es posible proponer el plurinacio-
alianza de todos los que son víctimas de la penuria nalismo y la interculturalidad como ideales nacio-
en el mundo. En todos los países, en un contexto nales, especialmente en las naciones andinas que
en el que la mayoría de la población está excluida cuentan con grandes poblaciones indígenas. Estos
de la economía formal, la explotación del trabajo cambios han ampliado el terreno de la política y
ya no se considera el factor fundamental en la for- llevado a la escena pública los debates acerca de
mación de sujetos revolucionarios. Ahora se bus- la legitimidad de la diversidad cultural, que antes
can alianzas entre los sujetos afectados por múlti- estaban confinados a los círculos intelectuales. Las
ples formas de dominación, no solo la explotación constituciones de 2008 de Ecuador y Bolivia defi-
económica, sino también la subordinación y la dis- nen a esas naciones como sociedades plurinacio-
criminación culturales y políticas. nales, les conceden múltiples derechos a sus diver-
Nuevos actores políticos participan ahora en el sas comunidades, reconocen el valor del diálogo
debate público en Latinoamérica, e incluso lo defi- intercultural y, en el caso de Ecuador, establecen
nen. Para Marisol de la Cadena, «lo que no tiene por primera vez derechos constitucionales de la
precedentes» en este giro a la izquierda es «la pre- naturaleza como actor político. Durante este tur-
sencia de movimientos sociales indígenas de carác- bulento período, principios y visiones de la vida en-
ter regional como elemento constitutivo de estas contrados generan agudas tensiones políticas, pero
transformaciones»; según la autora, estos procesos también abren la política a posibilidades sin prece-
conllevan «una política plural en un pluriverso polí- dentes.
tico».25 El lúcido análisis de Carlos de la Torre so-
bre los nuevos populismos latinoamericanos ha sa- 4. Doble discurso histórico
cado a la luz tensiones específicas inherentes a esta
«política plural», como el conflicto entre las políti- Resulta corriente pensar que el doble discurso en el
cas centralizadoras de Rafael Correa y las deman- terreno político supone duplicidad y expresa una
das de autonomía de las comunidades indígenas distancia entre afirmaciones y prácticas, entre lo que
ecuatorianas.26 se dice y lo que se quiere decir. La actual política
La pluralización de los agentes de cambio, en de izquierda en la América Latina no está exenta de
especial cuando incluyen a sectores indígenas, ha esta forma bastante común de discurso engañoso.
ampliado las concepciones acerca del progreso his- En cualquier contexto histórico, las declaraciones
tórico y erosionado la hegemonía de las concep- de principios se contradicen a veces con prácticas
ciones liberales acerca de la nación como una co- basadas en el interés. Pero en los contextos neoco-
loniales hay formas específicas de doble discurso
que reflejan la tensión entre la independencia na-
25 Marisol de la Cadena: «Indigenous Cosmopolitics in
the Andes: Conceptual Reflections», Cultural Anthro-
cional formal y la dependencia internacional. Esa
pology 25, No. 2, 2010. tensión genera «un doble discurso de la identidad
26 Carlos de la Torre: «Correa y los Indios», Diario Hoy, nacional que expresa y organiza la fractura entre la
Quito, 6 de marzo de 2010. apariencia de soberanía nacional y la continuación

23
de la subordinación internacional».27 Pero lo que La disyunción ocurre primero entre marcos tempo-
me parece distintivo en la actualidad es una mo- rales y después entre los distintos terrenos.
dalidad peculiar de doble discurso en el que las La percepción de que no hay una alternativa
narrativas acerca del presente y el futuro produ- inmediata al neoliberalismo en lo que respecto al
cen relatos mutuamente contradictorios, pero cier- núcleo económico ha llevado a la proliferación de
tos, porque se refieren a horizontes temporales di- este tipo de doble discurso formado por narrati-
ferentes. Como se constituye a partir de la tensión vas que se contradicen entre sí, pero que son to-
entre las narrativas temporales del corto y del lar- das verdaderas en términos de sus respectivas
go plazos, le llamo al fenómeno doble discurso his- historicidades. El discurso de toma de posesión
tórico. del presidente de Uruguay José Mujica en 2010
Lo que quiero resaltar aquí no es la sinceridad o expresa con claridad esta diyunción temporal: «Se-
insinceridad de las creencias, ni su relación con las remos ortodoxos en la macroeconomía. Lo com-
prácticas, sino las relaciones estructurales específi- pensaremos con creces siendo heterodoxos, in-
cas que hacen posible que coexistan creencias y novadores y osados en otros aspectos». En una
prácticas en conflicto sin que sean necesariamente declaración anterior había afirmado: «Tenemos
un reflejo de mala fe o engaño. En un agudo análisis muchas cosas que hacer antes del socialismo».29
del actual giro a la izquierda en la América Latina, Mujica quizá era más franco que otros presidentes
Atilio Boron señala que existe una «disyunción» de izquierda que también proclaman que el capita-
entre «la consolidación del neoliberalismo en el lismo es inviable en última instancia, pero que aquí
terreno crítico de la economía y la elaboración y ahora intentan maximizar los ingresos mediante la
de políticas» y su visible «debilitamiento en los te- producción capitalista. Este rejuego conflictivo en-
rrenos de la cultura, la conciencia pública y la polí- tre diferentes escalas temporales hace que el pre-
tica».28 Considera que esa disyunción es un reflejo sente sea especialmente agitado y confuso; es un
de la carencia de un programa económico alterna- espacio de proyectos creativos, pero también de
tivo. Yo le introduciría a esa aguda observación la nefastas formas de duplicidad y corrupción. Pro-
siguiente modificación: la «consolidación del neoli- bablemente no haya ejemplo más emblemático de
beralismo en el terreno crítico de la economía» se esta mezcla de inmoralidad y engaño que el des-
da sobre todo en el corto plazo, porque se rechaza cubrimiento en Venezuela, en junio-julio de 2010,
también como proyecto económico para el futuro. de unos cuatro mil contenedores con más de cien
mil toneladas de alimentos importados que se po-
27 Julie Skurski y Fernando Coronil: «Country and City in drían en los puertos de la nación, resultado no solo
a Colonial Landscape: Double Discourse and the de ineptitud, sino también de la búsqueda de ga-
Geopolitics of Truth in Latin America», en Dennis Dwor- nancias de redes empresariales que operan en va-
kin y Leslie Roman (eds.): View from the Border: Es-
rios niveles del Estado venezolano.
says in Honor of Raymond Williams, Nueva York, Rout-
ledge, 1993, p. 25.
28 Atilio Boron: «Globalization: A Latin American Perspec- 29 Daniel Chávez: «Del frente amplio a la nueva mayoría»,
tive», en Estudos Sociedade e Agricultura, No. 11, en Daniel Chávez, César Rodríguez Garavito y Patrick
octubre de 1998, pp. 164-180. Barrett (eds): ob. cit. (en n. 10), p.172.

24
Aun a riesgo de simplificar un fenómeno com- ciones totales. Mientras que los analistas por lo ge-
plejo, sugiero que el corto y el largo plazos se ar- neral ubican a Brasil y a Venezuela en extremos
ticulan de modo diferente en esos países. En los opuestos del espectro reformista-revolucionario,
VEB, donde se proclaman de continuo los ideales ambos países están igualmente enfrascados en la
socialistas, hay una estrecha articulación entre el ampliación de su producción de petróleo. Bajo
corto y el largo plazos en el terreno político, pero Chávez, Venezuela se ha hecho aún más dependien-
una aguda disyunción entre ellos en el terreno te de la renta petrolera y la importación de bienes de
económico. En los BRAC, donde no se habla mu- consumo. Bajo Lula, a pesar de su estructura eco-
cho de los ideales socialistas, la política y la econo- nómica bastante dinámica, Brasil ha seguido siendo
mía tienden a reforzarse mutuamente en el corto una nación que depende de sus vastos recursos na-
plazo y empujan al largo plazo hacia un futuro cada turales, ahora magnificados por las reservas petrole-
vez menos visible. ras recién descubiertas. Chile, que fuera el modelo
Este doble discurso histórico expresa una pa- neoliberal paradigmático en la América Latina, brin-
radoja perversa. Como ya he indicado, dada la da un ejemplo instructivo: mientras que si se la mide
ubicación de la América Latina en la división in- con los estándares convencionales la economía ha
ternacional del trabajo y de la naturaleza, en el alcanzado tasas significativas de crecimiento, el cos-
presente la búsqueda de divisas ha implicado que, to de esa expansión ha sido una estructura producti-
en la práctica, todos los Estados latinoamerica- va desequilibrada que tiene como base la explota-
nos –de izquierda o derecha– promuevan las ven- ción de unos pocos recursos naturales. Como indica
tajas comparativas en un marco neoliberal. Dado la elección de Sebastián Piñera en 2010, el consen-
que la ventaja comparativa fundamental de la so entre partidos políticos rivales en torno a este ba-
América Latina en la actualidad son sus vastos samento económico ha hecho que disminuyan las
recursos naturales, la maximización de las divisas diferencias entre las políticas de la izquierda y la de-
coloca a todos los Estados latinoamericanos en el recha. Si este análisis es correcto, por un pequeño
mismo plano económico: la dependencia de los capricho del destino y en busca de la fortuna, los
productos primarios. Estados de izquierda podrían estar haciendo el tra-
Este basamento económico fundamental ame- bajo del capital.
naza con erosionar el potencial radical del giro a No obstante, como este doble discurso históri-
la izquierda, y con llevar a todos los Estados lati- co forma parte de un campo discursivo plural, se
noamericanos, estén identificados con la izquierda o ve modificado e impugnado por otras voces. Este
con la derecha, a converger en torno a un conjunto es un momento de heteroglosia. Algunas de esas
de políticas económicas que buscan incrementar sus voces, incluida la del Estado ocasionalmente, pro-
rentas. Por ejemplo, Colombia, que contaba con una ponen modelos de economía más ecológicamente
estructura de exportaciones relativamente diversifi- sólidos y socialmente armoniosos. Si bien la proli-
cada cuya base eran los productos agrícolas, se con- feración de múltiples voces en el terreno político
virtió durante la presidencia del conservador Álvaro puede llevar a confusión y a conflicto, ella brinda la
Uribe en una nación minera: el petróleo y los minera- posibilidad de que surjan imaginarios inesperados
les representan hoy más del 60 % de sus exporta- y visiones originales del futuro.

25
5. Democracia radical chas al interior de los países y a iniciativas e institu-
ciones regionales como el Alba, una alianza que in-
En el pasado, la igualdad había sido la palabra clave tenta contrarrestar la asociación de libre comercio.
de las luchas globales por la democracia: la bús- En la medida en que ha comenzado a abarcar áreas
queda de la igualdad de los ciudadanos ante la ley. nuevas de la vida social, la democracia designa hoy
Los marxistas le han criticado a la democracia bur- a un proceso y no a un cascarón político o un con-
guesa que sea universal en la forma, pero parcial en junto de instituciones; como «democracia perma-
su contenido. Como apuntara Marx, no basta con nente» ha desplazado a la «revolución» como tér-
ser iguales ante la ley: una ley universal que plantee mino clave de la izquierda de estos tiempos.30 Si
que nadie puede dormir bajo un puente solo afecta a bien este logro es resultado de muchas luchas, qui-
quienes carecen de una vivienda adecuada. La de- zá su expresión más significativa sea el reconoci-
mocracia socialista ha intentado pasar de la igualdad miento de la diferencia como principio político. En
formal a la igualdad social sustancial. Pero la demo- muchos países, particularmente en las naciones
cracia socialista de los socialismos realmente exis- VEB, las personas luchan ahora no solo por el re-
tentes produjo sus propias desigualdades centradas conocimiento de la igualdad de derechos de los
en el Estado, e impuso una única voz en la sociedad. ciudadanos ante la ley, sino también de diferentes
Las luchas que se desarrollan actualmente en concepciones de la ciudadanía y la ley. Esas deman-
Latinoamérica parten de los logros y las limitacio- das con frecuencia parten de posiciones epistemo-
nes globales de las democracias burguesa y so- lógicas y cosmológicas diferentes y suponen una
cialista. En algunos aspectos, representan la con- crítica no solo al liberalismo occidental, sino a la
tinuidad de esas batallas pasadas y reproducen modernidad occidental misma; en ese sentido, tie-
modalidades de poder y concepciones del desarro- nen que ver con la lucha no solo por conjuntos de
llo conocidas. Pero sería erróneo reducir este com- derechos, sino también por el derecho a tener
plejo período a la política al uso, a lo familiar; en la concepciones diferentes de la vida. Esta ha sido la
actualidad, la política adopta una diversidad de for- mayor contribución de los movimientos indígenas,
mas en diferentes ubicaciones. Aunque puede que
sus efectos tengan corta vida o que sean coopta- 30 Juan Carlos Monedero ha tomado de Boaventura de
dos, la agencia de los nuevos actores políticos y la Sousa Santos el concepto de «democracia permanen-
fuerza de los nuevos imaginarios ya han cambiado te» para desarrollar la tesis de la democracia como un
el escenario político de la América Latina. Este giro proceso inclusivo y siempre en expansión. Juan Carlos
Monedero: El gobierno de las palabras: Política para
a la izquierda ha reactivado la esfera pública y trans- tiempos de confusión (México, Fondo de Cultura Eco-
formado a la propia política. nómica, 2009, pp. 221-275). La obra de Monedero refle-
En mi opinión, su logro más significativo ha sido ja su compromiso con la teoría social contemporánea y
el valor que ahora se le da a la democracia como su reciente experiencia en Venezuela como miembro cla-
una forma política que requiere expansión y trans- ve del Centro Miranda, centro de expertos de izquierda
creado durante el gobierno de Chávez. Monedero se
formación constantes; de diferentes maneras, este marchó del centro tras un intento bastante poco exito-
ha sido el logro conjunto de las diversas izquierdas so de elaborar críticas constructivas de la «revolución»
latinoamericanas en todos los países, gracias a lu- bolivariana desde adentro.

26
desde los zapatistas en México hasta los de las na- la justicia, la igualdad, la libertad, la diversidad y la
ciones andinas. Tras un largo siglo de proyectos ho- armonía social y ecológica. La izquierda no tiene
mogenizadores encabezados por elites culturales y mapas, pero tiene una brújula.
políticas que hacían suyas las nociones de progreso La crisis de futuridad latinoamericana supone un
occidentales, estos movimientos han ayudado a re- desafío aún más importante. No es solo que el futu-
definir el imaginario nacional, al incorporar valores ro imaginado de la izquierda sea impreciso, sino que
de las comunidades indígenas y conceptualizar la su existencia futura real está en juego. Este giro a la
nación como una comunidad plurinacional, como izquierda aún puede resultar temporal: un momento
sancionan las nuevas constituciones de Bolivia y Ecua- pasajero y no un logro permanente. Al menos en el
dor. Incluso en países en los que la lucha por el reco- nivel de los Estados nacionales, la región parece
nocimiento de la diferencia ha desempeñado un pa- estar desplazándose hacia la derecha. Una elección
pel menor, como Chile, Brasil o Venezuela, el valor importante apunta a ese cambio de dirección: la vic-
de la diversidad ha transformado el campo político. toria del multimillonario Sebastián Piñera en Chile
Estas luchas han ampliado los agentes, las agen- en 2010, a pesar del 84 % de popularidad de Mi-
das y las concepciones de la democracia. Derivan chelle Bachelet. Hasta Fidel Castro, sin duda un
su fuerza de muchas experiencias locales. Al igual observador agudo y nada inclinado a hacer pro-
que ningún único actor social puede representarse nósticos negativos, ha afirmado que «antes de que
como el agente de la historia sin encontrar una sig- Obama concluya su mandato habrá de seis a ocho
nificativa resistencia de otros actores, ninguna con- gobiernos de derecha en América Latina que serán
cepción de la democracia puede establecer su he- aliados del imperio».32
gemonía sin debate. La lucha por la democracia Por otro lado, incluso si la derecha conquistara
conlleva ahora una lucha sobre la democracia. Como victorias electorales en el futuro próximo, tengo la
ha dicho Boaventura de Sousa Santos, las batallas impresión de que la izquierda ha logrado redefinir
políticas actuales no persiguen una alternativa a la el terreno en el que se mueven todos los sectores
democracia, sino una democracia alternativa.31 políticos. En la América Latina, como en Europa,
los opositores de la izquierda ahora respaldan con
La actualidad de lo actual frecuencia muchos de los principios y las políticas
de la izquierda. Como escribiera Steven Erlander
Si en el pasado la izquierda afirmó tener el mono- en el New York Times,
polio del futuro, ahora no puede ofrecer más que
imágenes imprecisas del futuro. Pero esta misma [l]os partidos de centro-derecha europeos han
carencia les ha abierto espacios a la imaginación y abrazado muchas ideas de la izquierda: genero-
la experimentación. Aunque el futuro no se ha abier- so bienestar social, salud pública nacionalizada,
to, presenta aperturas. Y aunque puede que el des- fuertes restricciones a las emisiones de carbono,
tino final no esté claro, la dirección sí lo está: hacia
32 Fidel Castro: «Una historia de Ciencia Ficción», Re-
31 Boaventura de Sousa Santos: «Una izquierda con futu- flexiones de Fidel, Granma, La Habana, 12 de diciem-
ro», en ob. cit. (en n. 10). bre de 2009.

27
cesión de parte de la soberanía a la Unión Euro- vida política. Según él, «[e]s perfectamente cierto,
pea. Pero han ganado votos prometiendo hacerlo y lo confirma toda la experiencia histórica, que lo
de manera más eficiente que la izquierda, al tiem- posible no se puede lograr sin tratar de alcanzar
po que tratan de bajar los impuestos, mejorar la continuamente lo que es imposible en este mundo».34
regulación financiera y lidiar con una población Recientemente, el filósofo Alain Badiou ha plantea-
que envejece. do la necesidad de tratar de alcanzar lo que parece
imposible. Dado que el capitalismo, entendido como
Cita al historiador Michael Winockas, quien plan- un sistema autoexpansivo impulsado por la maxi-
tea que «el uso de ideas socialistas […] se ha he- mización de las ganancias, es inviable globalmente
cho usual» por parte de líderes como el francés porque excluye a las mayorías, degrada la vida co-
Nicolas Sarkozy y la alemana Angela Merkel, «quie- munal y erosiona el hábitat natural de la humanidad,
nes condenan los excesos del “modelo anglosajón” luchar por un mundo alternativo es absolutamente
de capitalismo al tiempo que alaban el poder pro- indispensable. Responde a esa necesidad con la
tector del Estado».33 En la América Latina, la opo- propuesta de lo que llama «la hipótesis comunista».
sición a la izquierda también ha abrazado ahora sus Para él, esa hipótesis no es un ideal utópico, sino un
principios fundamentales. Aunque está claro que si- conjunto de «prácticas intelectuales que siempre se
guen existiendo polos antagónicos en la política, que actualizan de manera diferente» en las distintas si-
reflejan profundas desigualdades sociales y diferen- tuaciones históricas. En otro registro, también pre-
cias ideológicas, las fronteras entre la «derecha» y senta esa hipótesis como «lo que Kant llamó una
la «izquierda» tradicionales se han difuminado. En idea con una función reguladora, no un programa».35
Latinoamérica sería difícil ser elegido –y permane- Resulta significativo que para Badiou esta hipótesis
cer en el poder– sin reconocer al pueblo como so- haya estado presente de manera fragmentaria en
berano ni brindarle más que una atención nominal a las luchas por la igualdad desde la antigüedad, pero
las demandas cada vez más diversas de los secto- que no sea necesario identificarla con ningún mo-
res populares por las que ha luchado la izquierda. delo del pasado, incluidos los que han declarado
Algunas de esas demandas son muy básicas y encarnar el ideal comunista.
podrían ser satisfechas por gobiernos de diferentes Es esta dimensión histórica la que Slavoj ŽiŽek
orientaciones políticas, pero otras son bastante ra- considera esencial. Al tiempo que asume con entu-
dicales. Aunque algunas de las demandas más utó- siasmo el planteamiento central de Badiou, rechaza la
picas pueden ser poco realistas en estos momen- noción de la hipótesis comunista como una idea re-
tos, ellas expresan esperanzas y deseos que inciden guladora kantiana y subraya su «referencia precisa a
sobre el desarrollo de la política actual. Como re- un conjunto de antagonismos sociales reales que
conociera un pensador tan moderado como Max
Weber, las ansias utópicas son indispensables en la
34 Max Weber: «Politics as a Vocation», en W. G. Runci-
man (ed.): Weber: Selections in Translation, Cambrid-
33 Steven Erlander: «European Socialists Suffering Even ge, Cambridge University Press, 1978, p. 225.
in Downturn», New York Times, 28 de septiembre de 35 Alain Badiou: «The Communist Hypothesis», New Left
2009. Review 49, 2008.

28
generan la necesidad del comunismo».36 Como ha- tes, pero todavía capaces de encender nuevas con-
ciéndose eco de Weber, ŽiŽek afirma que ello con- flagraciones».39 En la introducción al libro de Sanji-
lleva una lucha constante que nos haga dejar atrás nés, Xavier Albó comenta que la imagen que brin-
los modelos que no han funcionado y nos impulse a da Sanjinés es más adecuada que el concepto de
pelear por llevar a la práctica nuevos proyectos «una «ruinas» de Walter Benjamin, porque «alude a res-
y otra vez».37 Desde una perspectiva teórica muy coldos cubiertos por la ceniza que nunca se extin-
diferente, pero siguiendo un impulso similarmente ra- guieron del todo y que nuevos aires harán arder de
dical, David Harvey ofrece en el apéndice a Spaces nuevo con vigor».40 Aunque esta es una observa-
of Hope una imagen audazmente imaginativa de ción aguda, lo cierto es que Benjamin no veía el
cómo podría ser uno de esos modelos de sociedad pasado como meras ruinas, sino como tradiciones
justa e igualitaria organizada sobre la base de formas que deben rescatarse y preservarse para las luchas
de producción cooperativas y organización más flexi- del presente. Como plantea Susan Buck-Morss, su
ble del trabajo, la familia y el lugar de residencia.38 concepción de la dialéctica no incluye solo los dos
momentos conocidos de la negación y la superación
Rescoldos del pasado, poesía del futuro (como la trascendencia de la negación en la sínte-
sis), sino también el descuidado concepto de la
A lo largo de este ensayo he sostenido que durante «preservación». Como señala la autora,
este giro a la izquierda, la reiterativa apelación a
íconos del pasado es un síntoma que revela ansiedad el verbo aufheben tiene también un tercer signi-
en torno a un futuro incierto y el deseo de encontrar ficado. Es la expresión alemana para «guardar,
una base estable para un presente agitado. Pero la preservar», como cuando se habla de preservar
apelación a íconos del pasado, cuando surge orgá- un rastro material, un recuerdo del pasado. Que-
nicamente de luchas en curso por un mundo mejor, rría que guardáramos, que preserváramos ese sig-
también puede expresar su duradera significación nificado, que tiene afinidades con la idea de Wal-
como encarnaciones vitales de ideales de justicia e ter Benjamin de rescatar el pasado.41
igualdad. Es en este sentido que Javier Sanjinés ha
usado el concepto de «rescoldos del pasado» para En un espíritu similar, Sanjinés utiliza la noción de
evocar la capacidad de la historia para energizar e «rescoldos» para reconocer que el pasado pue-
iluminar las luchas del presente. «El de “rescol- de despertar en el presente para rescatar el futuro.
dos” es, sobre todo, un concepto de temporali- Aun así, no resulta claro cómo hacer que perduren
dad sociocultural: la persistencia en el presente de las llamas del pasado para que iluminen las luchas del
“rescoldos del pasado”, sepultados, chisporrotean-
39 Comunicación personal de Javier Sanjinés, 1 de mayo
de 2010.
36 Slavoj ŽiŽek: First as Tragedy, Then as Farce, Nueva 40 Xavier Albó: «Prólogo», en Javier Sanjinés: Rescoldos
York, Verso, 2009, pp. 87-88. del pasado..., ob. cit. (en n. 3).
37 Ibíd., pp. 86-104. 41 Susan Buck-Morss: «The Second Time as Farce... His-
38 David Harvey: Spaces of Hope, Berkeley, University of torical Pragmatics and the Untimely Present» (inédito,
California Press, 2000. 2010).

29
presente. En un riguroso análisis de la crisis de la dad», las revoluciones sociales del siglo XIX lo ha-
modernidad en el Sur, David Scott sostiene que las cían para «parodiar lo viejo» y «huir de la solución
luchas emancipadoras del pasado no constituyen [de la tarea] en la realidad».44
modelos adecuados para los impasses del presente Llevada por aires de la historia que reavivan vie-
poscolonial.42 En diálogo con Scott, Gary Wilder jas llamas y despiertan nuevas luchas, la América
revisita los mundos conceptuales de pensadores aso- Latina se ha convertido en un tejido diverso de sue-
ciados con el movimiento de la negritud y demuestra ños utópicos colectivos. El diálogo entre el pasado
el valor de explorar sus pensamientos y examinar su y el futuro que nutre las luchas actuales ha desafia-
continuada relevancia. A partir de percepciones so- do, a pesar de las limitaciones, concepciones de
bre «objetos cosificados, potencialidad emancipa- universalidad provincianas, atadas a su lugar de ori-
dora y temporalidad histórica» en la obra de Walter gen, y ha generado intercambios globales acerca
Benjamin, Teodoro Adorno y Ernst Bloch, Wilder de mundos reimaginados. La búsqueda de la igual-
argumenta convincentemente a favor del examen de dad trasciende la lucha contra formas de domina-
«futuros que fueran imaginados pero nunca llegaron ción basadas sobre la región, la clase, el género, la
a ser, futuros alternativos que pudieron haber sido y etnia, la religión, la raza o la edad. Particularmente
cuyas posibilidades emancipadoras aún no cumpli- en la región andina, los movimientos indígenas pro-
mentadas pudieran ser ahora reconocidas y redes- ponen dejar atrás las luchas antropocéntricas en pos
pertadas como legados duraderos y vitales».43 del biocentrismo como expresión de una universa-
La búsqueda de fuentes de imaginarios emanci- lidad planetaria. Como resultado de luchas recien-
padores fue una de las preocupaciones centrales de tes, ahora resulta más posible en la América Latina
Marx. Si bien insistía en liberar las imaginaciones ra- valorar la diferencia y reconocer que no se sueña lo
dicales del fardo del pasado, reconocía la capaci- mismo en español que en aymara, cuando se es
dad del pasado para iluminar las luchas del presente. hombre que cuando se es mujer, como adulto o
En su examen de las revoluciones del siglo XIX, su como niños, sobre una cama o debajo de un puen-
llamado a encontrar una poesía proveniente del futu- te. Quizá también se haya hecho posible lidiar con
ro no se proponía desechar el pasado, sino abrir el cosmologías diferentes, reconocer particulares en
futuro a una novedad radical. Para él, el pasado po- los universales y universales en los particulares, y
día ser revivido si se invocaba para animar las luchas estar abierto al llamado a «ver un Mundo en un grano
por transformar el mundo y no para adornar sus dra- de arena, / Y un Cielo en una flor silvestre».45
mas. Como señalara en uno de sus más famosos frag- Por supuesto, dada la desigualdad de las estruc-
mentos, mientras que las revoluciones burguesas del turas de poder en el seno de las cuales ha tenido
siglo XVIII «resucitaban a los muertos» para «glorifi- lugar este giro a la izquierda, es posible que sus
car nuevas luchas» y «magnificar la tarea en la reali- nuevas imaginaciones sean cooptadas o aplastadas.
Pero como esos imaginarios unen hoy a Sur y Nor-
42 David Scott: Conscripts of Modernity: The Tragedy of
Colonial Enlightenment, Durham, NC: Duke Universi-
ty Press, 2004. 44 Carlos Marx: The 18th Brumaire of Louis Bonaparte,
43 Gary Wilder: «Untimely Vision: Aimé Césaire, Decoloni- Nueva York, International Publishers, 1963, p. 17.
zation, Utopia», Public Culture 21, No. 1, 2009, p. 103. 45 Versos de Auguries of Innocence, de William Blake.

30
te en una política en la que se funden la búsqueda personas en el mundo que carezcan de un hogar
del bienestar y la sobreviviencia global, es probable seguro y digno, los sueños utópicos continuarán
que el contrapunto entre los rescoldos del pasado y proliferando, energizando las luchas para construir
la poesía del futuro siga conjurando imágenes de un mundo hecho de muchos mundos, donde la gente
mundos libres de los horrores de la historia.46 La pueda soñar sus futuros sin temor a despertar. c
política seguirá siendo una batalla de deseos que se
libra en un terreno desigual. Pero mientras haya Traducido del inglés por Esther Pérez

46 La idea de un contrapunto entre el pasado y el futuro


está inspirada en el contrapunto redentor de Fernando frase mía derivada del planteamiento de Marx de que a
Ortiz entre las Américas y Europa empleando los tro- diferencia de las revoluciones burguesas del siglo XVIII,
pos del tabaco y el azúcar en Contrapunteo cubano las revoluciones sociales del siglo XIX deben «tomar su
del tabaco y el azúcar. «Poesía del futuro» es una poesía del futuro» (18 Brumario).

Elegía a Salvador Allende, 1973. Serigrafía / cartulina

31
JOSÉ RAMÓN FABELO CORZO

«América Latina»: ¿al servicio


de la colonización
o de la descolonización?

E
n el ya lejano verano del año 1971 Roberto Fernández Reta-
mar comenzaba la redacción de su Calibán –convertido con
el tiempo en un clásico de la ensayística latinoamericana– re-
produciendo una pregunta que pocos días antes había recibido de
un periodista europeo de izquierda: «¿Existe una cultura latinoame-
ricana?», interrogante que al poeta y ensayista caribeño se le anto-
jaba similar a esta otra: «¿Existen ustedes?».
Revista Casa de las Américas No. 276 julio-septiembre/2014 pp. 32-48

Pues poner en dudas nuestra cultura es poner en duda nuestra


propia existencia, nuestra realidad humana misma, y por tanto
estar dispuestos a tomar partido en favor de nuestra irremedia-
ble condición colonial, ya que se sospecha que no seríamos sino
eco desfigurado de lo que sucede en otra parte. Esa otra parte son,
por supuesto, las metrópolis, los centros colonizadores, cuyas «de-
rechas» nos esquilmaron, y cuyas supuestas «izquierdas» han pre-
tendido y pretenden orientarnos con piadosa solicitud. Ambas
cosas, con el auxilio de intermediarios locales de variado pelaje.1

Para Fernández Retamar era obvio que existir como humanos ple-
nos, y no como «eco desfigurado» de otros, es tener cultura propia,
1 Roberto Fernández Retamar: «Calibán», Calibán y otros ensayos, La Ha-
bana, Arte y Literatura, 1979, p. 10.

32
es poseer una identidad diferenciada. Y en la reafirma- a la de Fernández Retamar. El propósito explícito
ción de esa identidad, en este caso de la latinoamericana, de su libro es «excavar los cimientos imperiales/
está toda posibilidad de superar la «irremediable coloniales de la “idea” de América Latina».6 Para
condición colonial» que supuestamente nos carac- Mignolo, una identidad latina abarcadora de todo
teriza. El reconocimiento y la reafirmación de la iden- el subcontinente invisibiliza las diferencias a su inte-
tidad latinoamericana es, entonces, en la visión del rior de indios y afrodescendientes y responde a los
autor de Calibán, una condición de posibilidad para intereses de las que él llama «elites criollas de des-
una emancipación descolonizadora. Y es que, en su cendencia europea», encargadas de reproducir las
criterio, «nuestra cultura es –y solo puede ser– hija relaciones de colonialidad en apariencia superadas
de la revolución, de nuestro multisecular rechazo desde los procesos independentistas del siglo XIX.
a todos los colonialismos; nuestra cultura, al igual
que toda cultura, requiere como primera condición La idea de «latinidad» contribuyó a disfrazar la
nuestra propia existencia».2 Y, después de citar aquel diferencia colonial interna con una identidad his-
pensamiento de José Martí, según el cual solo pue- tórica y cultural que parecía incluir a todos pero
de haber literatura (y cultura) si existe un pueblo que, en realidad, producía un efecto de totalidad
magno que en ella se refleje,3 concluye Fernández silenciando a los excluidos. Por lo tanto, la «lati-
Retamar: «La cultura latinoamericana, pues, ha sido nidad» creó un nuevo tipo de invisibilidad para
posible, en primer lugar, por cuantos han hecho, por los indios y los descendientes de africanos que
cuantos están haciendo que exista ese “pueblo mag- vivían en «América Latina».7
no” de “nuestra América”».4
Treinta y seis años después de Calibán, en 2007, De manera enfática, el pensador argentino-esta-
se traduce al español un libro escrito en inglés dos dunidense intenta mostrar la intencionalidad imperial,
años antes por el semiólogo Walter Mignolo. Aun colonizadora o recolonizadora que desde sus oríge-
sin hacer referencia explícita al ensayo del poeta nes tuvo la idea de la América Latina y el uso político
cubano, en este libro, titulado La idea de América que, en igual sentido, se hizo después de ella en favor
Latina, el también teórico de la colonialidad/des- de intereses de elite. «“América”, y luego “América
colonialidad 5 defiende una tesis en esencia opuesta Latina” y “América Sajona” –nos dice–, son concep-
tos creados por europeos y criollos de ascendencia
2 Ibíd., p. 78. europea. Los indios y los criollos descendientes de
3 José Martí: «Cuadernos de apuntes», Obras Completas,
La Habana, Ciencias Sociales, 1991, t. 21, p. 164.
4 Roberto Fernández Retamar: ob. cit., p. 79. tivas latinoamericanas, Buenos Aires, FLACSO, 2000, y
5 La llamada teoría de la colonialidad o de la coloniali- Santiago Castro Gómez, Ramón Grosfoguel (eds.): El giro
dad/descolonialidad ha sido desarrollada por Aníbal decolonial. Reflexiones para una diversidad epistémica
Quijano, Enrique Dussel, Walter Mignolo, Santiago Cas- más allá del capitalismo global, Bogotá, Pontificia Uni-
tro-Gómez, Nelson Maldonado Torres, Fernando Coro- versidad Javeriana/Siglo del Hombre Editores, 2007.
nil, Edgardo Lander y otros. Ver, por ejemplo, los libros 6 Walter Mignolo: La idea de América Latina, Barcelona,
colectivos: Edgardo Lander (comp.): La colonialidad Gedisa, 2007, p. 16.
del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspec- 7 Ibíd., p. 112.

33
africanos no fueron invitados al diálogo».8 En otro signada por ese concepto no sirve a las transfor-
lugar agrega que «el surgimiento de la “latinidad” o maciones descolonizadoras que la región necesita.
de “América Latina” [...] debe entenderse en rela-
ción con la historia de un imperialismo en ascenso en A comienzos del siglo XXI es evidente que la ima-
Europa [...]».9 Y concluye Mignolo: gen de América «Latina» solo se mantiene por
costumbre o por intereses de la política y la eco-
Hacia mediados del siglo XIX, la idea de Améri- nomía global. Las transformaciones radicales [...]
ca como un todo empezó a dividirse no de acuer- experimentadas en los últimos cuarenta años
do con los Estados-nación que iban surgiendo sino ponen en tela de juicio una identidad subconti-
según las distintas historias imperiales del hemis- nental forjada para responder a necesidades que
ferio occidental, de modo que quedó configurado no son las de hoy en día.12
con América Sajona al norte y América Latina al
sur. En ese momento, «América Latina» fue el Si, como supone Mignolo, «las elites criollas se
nombre elegido para denominar la restauración de autocolonizaron al adoptar para sí la noción fran-
la «civilización» de la Europa meridional, católica cesa de que eran “latinos” [...]»,13 la identidad que
y latina en América del Sur y, al mismo tiempo, entonces sirvió a la (neo) colonización no puede
reproducir las ausencias (de los indios y los afri- hoy funcionar a favor de la emancipación.
canos) del primer período colonial.10 De tal manera, tenemos planteado el problema
sobre el que queremos reflexionar en este trabajo:
Tal vez por provenir de la semiótica, Mignolo le ¿para qué sirven la identidad de la América Latina
otorga un peso casi absoluto a la carga semántica y el concepto que la define: para colonizar o para
que originariamente tienen los conceptos. De ahí emancipar? ¿Es un instrumento de colonización o
que, para el caso que nos ocupa, el uso originario una condición necesaria para la descolonización?
que él supone tuvo el concepto «América Latina» De antemano señalaremos que, en nuestra opi-
le imprime una especie de sello fatalista definitivo e nión, estas preguntas no pueden tener una respues-
inamovible a todo contenido histórico que siga de- ta unívoca y que la historia nos muestra que ambas
signándose por el mismo concepto. alternativas han tenido verificaciones prácticas. Por
Así, debido al origen imperial-colonial que en su lo que tanto la postura que defiende la idea sobre el
opinión tuvo el concepto y a que «América “Lati- uso colonizador de la identidad latinoamericana,
na” es el proyecto político de las elites criollas –de como aquella que ve en esa identidad un recurso
ascendencia europea– que lograron la independen- necesario para la descolonización, albergan una
cia de España [...]»,11 en la actualidad la identidad importante dosis de verdad.
En lo que toca a Roberto Fernández Retamar,
este no es ajeno a la posibilidad de que la cultura (y
8 Mignolo: ob. cit., p. 29. su correspondiente expresión identitaria) pueda ser-
9 Ibíd., p. 81.
10 Ídem. 12 Ibíd., p. 203.
11 Ibíd., p. 202. 13 Ibíd., p. 21.

34
vir también a intereses colonizadores y opresores. Tanto la legítima preocupación que el autor de
Inmediatamente después de señalar el vínculo entre La idea de América Latina muestra tener por la
la revolución, la cultura y la existencia de un «pue- colonialidad que aún nos embarga a los latinoame-
blo magno» capaz de hacer la una y expresarse en ricanos, como su igualmente genuina aspiración a
la otra, el poeta y ensayista cubano reconoce: lograr una cabal descolonización, tienden, sin em-
bargo, a dirimirse ante todo en el plano de lo que
Pero esta no es, por supuesto, la única cultura for- Fernández Retamar califica como «obra de letras».
jada aquí. Hay también la cultura de la anti-Amé- De ahí el excesivo énfasis que Mignolo hace en las
rica: la de los opresores, la de quienes trataron (o «letras» que nos autoidentifican como latinoameri-
tratan) de imponer en estas tierras esquemas me- canos y en el carácter preponderantemente «letra-
tropolitanos, o simplemente, mansamente, repro- do» de la solución a nuestra condición colonial.15
ducen de modo provinciano lo que en otros paí- A diferencia de Fernández Retamar, para el se-
ses puede tener su razón de ser. [...] // Todavía es miólogo son las «letras», los nombres y su semánti-
muy visible esa cultura de la anti-América. To- ca los que fundamentan y le dan sentido a los «he-
davía en estructuras, en obras, en efemérides se chos» económicos, políticos, morales. Elocuentes
proclama y perpetúa esa otra cultura. [...] No- en tal sentido son sus siguientes palabras:
sotros podemos y debemos contribuir a colocar
en su verdadero sitio la historia del opresor y la América [...] no fue una «realidad objetiva». Fue,
del oprimido. Pero, por supuesto, el triunfo de en cambio, una construcción semántica cuyas
esta última será sobre todo obra de aquellos para consecuencias políticas, económicas, episté-
quienes la historia, antes que obra de letras, es micas y éticas surgieron de la obliteración de las
obra de hechos.14 conceptualizaciones indígenas de Anáhuac,
Tawantinsuyu y Abya-Yala, entre otras nociones
«Obra de letras» y «obras de hechos», excelen- espaciales.
te manera de expresar la diferencia sustancial entre
dos formas de concebir los procesos de emancipa- Se entiende ahora mejor por qué Mignolo le atri-
ción y descolonización, no por ser entre sí exclu- buye tamaña importancia al concepto «América La-
yentes, sino porque presuponen ambos acentos y tina» con el que fuimos bautizados –según él, por
prioridades diferenciadas. los franceses– y el uso necesariamente imperial,
Si, aun reconociendo como «cultura de la anti- recolonizador o autocolonizador de la identidad que
América» el uso constatable de la identidad cultural bajo esa nominación asumamos.
latinoamericana en favor de la «historia del opre-
sor», Fernández Retamar apuesta por el triunfo de la 15 En distintos momentos de su libro, Mignolo hace énfasis
«historia del oprimido», más como una «obra de en la decisiva importancia decolonial que para él tiene la
hechos» que como una «obra de letras», este no reconceptualización del territorio que habitamos los lati-
noamericanos. Entre los conceptos alternativos que
parece ser el caso de Mignolo. maneja se encuentran «Abya-Yala», «América del Sur»,
«La Gran Comarca», «La Frontera», «Tawantinsuyo» y
14 Roberto Fernández Retamar: ob. cit., pp. 79-80. «Anáhuac».

35
En síntesis –y a riesgo de simplificarla– podría- ción. Previo a la llegada de los ibéricos a lo que hoy
mos decir que su lógica argumentativa es una espe- se llama América Latina, no existía acá una unidad
cie de silogismo con dos premisas básicas y una geoidentitaria que tuviera ese alcance. Mucho an-
conclusión. tes de adjetivarse como «latina», la identidad que
La primera premisa de la que parte es que «Amé- hoy vincula a los pueblos latinoamericanos y cari-
rica Latina» es una idea, un concepto, una cons- beños16 se estuvo forjando como resultado de la
trucción semántica, que desde su origen significó que, en atinada expresión del propio Mignolo, ha
un propósito imperial y recolonizador, por parte de sido calificada como «herida colonial»17 común.
los franceses, y autocolonizador, por parte de las
elites criollas descendientes de europeos. 16 Ese Caribe que no habla español o portugués, al forjar-
Aunque no lo diga de manera explícita, el argu- se como colonias de otras metrópolis y al tener una
mento de Mignolo requiere como una segunda pre- historia colonial relativamente distinta, ha sido duran-
misa tácita asumir que esa semántica original del te mucho tiempo excluido del concepto aglutinante de
«América Latina», factor que afectó en no poca medida
concepto se ha mantenido en lo fundamental inalte-
sus vínculos de integración con el resto de la región. A
rable a pesar del más de siglo y medio transcurrido efectos emancipatorios, hoy es imprescindible resta-
desde su creación. Más adelante se mostrará por blecer la unidad latinoamericana y caribeña, para lo cual
qué esa premisa es una exigencia de la lógica de su existen sobrados fundamentos geográficos e históri-
discurso y cómo hay en este no pocas muestras de cos. Y si de futuro común se trata, habrá siempre que
hablar, en todo caso, de una América latina y caribeña.
su asunción.
Un paso importante que recoge e institucionaliza esa
La conclusión que emana de ambas premisas solo genuina aspiración es la todavía reciente creación de la
puede ser una: el concepto «América Latina» no pue- Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Ca-
de auspiciar hoy una identidad regional que, bajo ribeños). Ver Página Oficial de la Celac, en <http://
esa denominación, propicie un proceso de eman- www.celac. gob.ve/>, consulta: 3 de mayo de 2014.
cipación y descolonización; por lo que el concepto mis- 17 Walter Mignolo: ob. cit., p. 97. El destacado semiólogo
confiesa que su expresión «herida colonial» se inspira
mo debe ser abandonado y sustituido por otro, como
en la idea de «sofocación» o «imposibilidad de respirar»
vía de solución a los problemas históricos de colonia- de Frantz Fanon (ver de este último: Piel negra, más-
lismo y colonialidad que aquejan a la región. caras blancas, Buenos Aires, Editorial Abraxas, 1973,
En lo que sigue intentaremos desmontar esa ló- p. 188) y en el concepto «herida abierta» de Gloria An-
gica argumentativa, primero, mostrando la cues- zaldúa (ver de ella: Borderlands/La Frontera. The New
Mestiza, San Francisco, Aunt Lute Books, 1987, p. 25).
tionable veracidad de sus premisas y, después y
Aun cuando asumimos que el término es muy atinado,
en consecuencia, sometiendo a un análisis crítico no nos parece del todo feliz el modo en que Mignolo lo
su conclusión. describe: «La herida colonial –dice– no es ni más ni
menos que la consecuencia de ese discurso racial» (97).
A esa manera de ver el asunto tendríamos que objetarle
Sobre el origen del concepto que la «herida colonial» no es solo el resultado de un
«América Latina» discurso (por muy amplio que quiera verse este térmi-
no), sino sobre todo de una praxis colonialista de la que
No hay dudas de que nuestra identidad subconti- el discurso racial forma parte. Ese sentido más amplio está
nental nace marcada por la conquista y la coloniza- incluido en las dos fuentes inspiradoras de Mignolo.

36
«Indias Occidentales», «Nuevo Mundo», «Amé- José María Torres Caicedo, ambos en 1856, con
rica» fueron algunos de los nombres, siempre de una prácticamente inestimable diferencia de unos
inspiración europea, con los que fue bautizada la tres meses entre los momentos en que uno y otro lo
región a la que pertenece el subcontinente ahora introdujeron.19
identificado como latinoamericano y caribeño. No A diferencia de lo que sugiere Mignolo en su li-
hay dudas de que eran todos ellos conceptos con bro, el origen de la asociación de ambos vocablos,
contenidos coloniales. Mignolo lo muestra muy bien «América» y «latina» para sustantivar a la región
en su texto. El adjetivo «latina», sin embargo, le fue recién independizada del colonialismo español,
agregado a la última de estas nomenclaturas en las no tuvo una intencionalidad (re) colonizadora. No
medianías del siglo XIX, después de la independen- la tuvo al menos para Bilbao y Torres Caicedo que
cia de la mayor parte de la América antes coloniza- son, hasta donde es conocido, los primeros que así
da por España y Portugal. Aunque el epíteto fue la llamaron.
utilizado desde antes, por lo menos desde que el Ni por asomo podría decirse que ese fuera el
escritor francés Michel Chevalier lo empleara al sentido que ellos le dieron al término. Ambos, a
publicar sus Cartas sobre América del Norte en pesar de encontrarse físicamente en Europa en el
1836,18 los primeros que lo sustantivaron para in- momento en que emplean por primera vez la ex-
tegrar el nombre propio de la región parecen haber presión de «América-latina» o de «latino-america-
sido el chileno Francisco Bilbao y el colombiano no», lo hacían asumiendo como incondicionalmen-
te suyo el lugar de enunciación de las tierras a las
Fanon aclara que entiende la «imposibilidad de respi-
que pertenecían.
rar» no como una metáfora discursiva, sino como una Lejos de una aspiración a ser recolonizados, aho-
realidad: «Es verdad que yo debo liberarme de quien me ra con el protagonismo francés, tanto Bilbao como
ahoga, pues es evidente que no me deja respirar; pero, Torres Caicedo buscaban con la introducción del
atención, sobre una base fisiológica» (23). Anzaldúa, concepto favorecer la realización del ideal boliva-
por su parte, complementa su noción de «herida abier-
ta» con otro concepto, elocuente por sí mismo, con el
riano de la unidad subcontinental, distinguirnos y
que califica a los mexicanos que con inmensos riesgos defendernos de los afanes expansionistas de los Es-
cruzan la frontera: economic refugees (refugiados eco- tados Unidos para así ofrecer garantías a la inde-
nómicos) (25), término de por sí ampliable a otros emi- pendencia conquistada y propiciar el emprendimiento
grantes latinoamericanos.
18 Michel Chevalier hizo uso del adjetivo en la Introduc- 19 Bilbao parece haber utilizado el término por primera vez el
ción a sus Cartas sobre América del Norte, utilizándo- 22 de junio de 1856 en una conferencia impartida en Pa-
lo no con el ánimo de nombrar a la región, sino en el rís bajo el título «Iniciativa de América», mientras que
mismo sentido en que también utilizó el término de «ca- Torres Caicedo lo empleó en su poema «Las dos Améri-
tólica», todo ello con el fin de delimitar a la América del cas», fechado en Venecia el 26 de septiembre del propio
Norte de su región vecina en cuanto a sus vínculos año. Ver Adriana María Arpini: «América Latina / Nues-
genéticos respectivos con dos partes diferenciadas de tra América. El quehacer filosófico entre nosotros», Le-
Europa, la una latina y católica, la otra germánica y tras, vol. 84, No. 119, Universidad Nacional Mayor de
protestante. Ver al respecto: Arturo Ardao: «Génesis de San Marcos, 2013, pp. 150-152, en <http://letras.unmsm.
la idea y el nombre de América Latina», América latina y edu.pe/rl/index.php/le/article/view/37/37>, consulta: 1 de
la latinidad, México, Unam, 1993, pp. 31-49. mayo de 2014.

37
de un camino propio, diferente al de los Estados El colombiano Torres Caicedo es también enfá-
Unidos o el de la vieja Europa y colmado de nue- tico en su llamado a la Unión:
vos valores, entre los que se incluía la aspiración a
incorporar «en nuestra vida las armonías de las ra- A cima llevará tan grandes bienes
zas».20 Estos propósitos afloran del contexto dis- La América del Sur con solo unirse;
cursivo en que uno y otro hablan por primera vez Si ha padecido tanto al dividirse,
de lo latino-americano: la conferencia «Iniciativa de ¿Por qué compacta no se muestra al fin?
América», de Bilbao, y el poema «Las dos Améri- No solo su ventura –la del mundo,
cas», de Torres Caicedo. De su quietud, de su concordia pende;
La unidad era, sin dudas, la principal aspiración Su unión será cual faro que se enciende
expresada en los dos textos. En el Post-dictum En noche borrascosa, en el confín.
añadido a su discurso dos días después de pronun-
ciada la conferencia, Bilbao afirma que el primero, ¡Hermoso continente bendecido
más elevado y trascendental objeto de su Iniciati- Por la Diestra de suma Providencia:
va es «unificar el alma de la América», para llevar a Si lo quieres, el bien de tu existencia
vías de hecho «la idea de la Confederación de Fácil lo encuentras –te lo da la UNIÓN!
América del Sur, propuesta un día por Bolívar».21 Eso te falta para ser dichoso,
Ya en el texto mismo de su conferencia aclara que Rico, potente, grande, respetado;
la unidad a la que aspira no es de naturaleza mo- ¡UNIÓN y el paraíso tan soñado
nárquica, no es aquella que viola «la independencia Bajo tu cielo está, por bendición!
de las razas [...] en obsequio a la codicia, vanidad u
orgullo de las naciones fuertes».22 Un mismo idioma, religión la misma,
Leyes iguales, mismas tradiciones:
Tal era la unidad de la conquista, destronada Todo llama esas jóvenes naciones
por nuestros padres en los campos de la In- Unidas y estrechadas a vivir.
dependencia. La unidad que buscamos es la ¡América del Sur! ¡ALIANZA, ALIANZA
identidad del derecho y la asociación del dere- En medio de la paz como en la guerra;
cho [...] la unidad que buscamos, es la asocia- Así será de promisión tu tierra:
ción de las personalidades libres, hombres y La ALIANZA formará tu porvenir!24
pueblos, para conseguir la fraternidad universal.23
Y, como para que no quepan dudas en cuanto a
que es ese su principal llamado, concluye su poema
20 Francisco Bilbao: «Iniciativa de la América», en <http:/ de la siguiente manera:
/www.bicentenarios.es/doc/8560622.htm>, consulta: 5
de mayo de 2014.
24 José María Torres Caicedo: «Las dos Américas», en El
21 Ídem.
Correo de Ultramar, París, 15 de febrero de 1857, en
22 Ídem. <http://www.filosofia.org/hem/185/18570215.htm>,
23 Ídem. consulta: 5 de mayo de 2014.

38
¡UNIÓN! ¡UNIÓN que ya la lucha empieza, [...] El yankee odiando la española raza,
Y están nuestros hogares invadidos! Altivo trata al pueblo sojuzgado,
¡Pueblos del Sur, valientes, decididos, Y del campo, encontrándose adueñado,
El mundo vuestra ALIANZA cantará!...25 Se adjudica riquísima porción...

Pero la unidad era entendida, en los dos casos, «Cuanto es útil, es bueno», así creyendo,
no como una aspiración romántica, sino como una La Unión americana da al olvido
condición necesaria para blindar la independencia La justicia, el Deber, lo que es prohibido
latinoamericana contra el peligro más grande que la Por santa ley de universal amor;
asechaba, ese que emanaba del expansionismo nor- Y convirtiendo la Moral en cifras,
teamericano. No por casualidad es asociado direc- Lo provechoso como justo sigue;
tamente al enunciado de ese peligro que ambos El Deber ¡qué le importa si consigue
autores vinculan el concepto «latina» con el de Aumentar su riqueza y su esplendor!
«América».
Así lo veía el autor de «Las dos Américas» en A su ancho pabellón estrellas faltan,
los fragmentos que a continuación reproducimos: Requiere su comercio otras regiones;
Mas flotan en el Sur libres pendones
México al Norte. Al Sur las otras hijas –¡Que caigan! dice la potente Unión.
Que a la española madre rechazaron, La América central es invadida,
De Washington la patria contemplaron El Istmo sin cesar amenazado,
Como hermana mayor, como sostén; Y Walker, el pirata, es apoyado
Copiaron con fervor sus sabias leyes, Por la del Norte, ¡pérfida nación! [...]
Por tipo la tomaron, por modelo;
Buscaron su amistad con vivo anhelo, Mas aislados se encuentran, desunidos,
Y su alianza miraron como un bien. Esos pueblos nacidos para aliarse:
La unión es su deber, su ley amarse:
Ella, entre tanto, altiva desdeñaba Igual origen tienen y misión;
La amistad aceptar de sus hermanas; La raza de la América latina,
El gigante del Norte, como enanas Al frente tiene la sajona raza,
Miraba las Repúblicas del Sud. [...] Enemiga mortal que ya amenaza
Su libertad destruir y su pendón.26
Más tarde, de sus fuerzas abusando,
Contra un amigo pueblo a guerra llama; Por su parte, el chileno Bilbao es igualmente pre-
Su suelo invade, ejércitos derrama ciso en la definición del peligro mayor que enfrenta
Por sus campos y bella capital. [...] la independencia regional y elocuente en cuanto a

25 Ídem. 26 Ídem (énfasis del autor de este trabajo).

39
la necesidad de la unidad Latino-Americana para nuestro tiene que ser un camino propio, distinto al
enfrentarlo: norteamericano y al de la mismísima Europa, con
una orientación que hoy calificaríamos como fran-
Vemos imperios que pretenden renovar la vieja camente descolonizadora, superadora incluso de lo
idea de la dominación del globo. El Imperio Ruso que en la nomenclatura actual llamamos «coloniali-
y los Estados-Unidos, [...] el uno por extender la dad del saber».28
servidumbre Rusa con la máscara del Paneslavis-
mo, y el otro la dominación del individualismo La historia vegeta, repitiendo viejos ensayos, re-
Yankee. La Rusia está muy lejos, pero los Esta- novando momias, desenterrando cadáveres. Solo
dos-Unidos están cerca. La Rusia retira sus garras vemos una ciencia política: el despotismo, el sa-
para esperar en la acechanza; pero los Estados- ble, el maquiavelismo, la conquista, el silencio.
Unidos las extienden cada día en esa partida de La ciencia europea nos revela los secretos y las
caza que han emprendido contra el Sur. Ya vemos fuerzas de la creación para mejor dominarla; pero
caer fragmentos de América en las mandíbulas ¡fenómeno extraño! [...]. Parece que la ciencia
sajonas del boa magnetizador [...]. Ayer Tejas, cooperase a precipitar en el torrente de la fatali-
después el Norte de Méjico y el Pacífico saluda a dad a la noble causa de la libertad del hombre.29
un nuevo amo. [...] // He ahí un peligro. El que no
lo vea, renuncie al porvenir. ¿Habrá tan poca con- Y más adelante agrega:
ciencia de nosotros mismos, tan poca fe de los
destinos de la raza Latino-Americana, que es- Recibamos el aliento que nos impulsa. Compren-
peremos a la voluntad ajena y a un genio diferente damos que el momento iniciador del Nuevo-Mun-
para que organice y disponga de nuestra suerte?
¿Hemos nacido tan desheredados de los dotes 28 La «colonialidad del saber» es un importante concepto
de la actual teoría de la colonialidad. Derivada y en
de la personalidad, que renunciemos a nuestra
vínculo estrecho con otros conceptos como «colonia-
propia iniciativa, y solo creamos en la extraña, hostil lidad del poder» y «colonialidad del ser», la coloniali-
y aún dominadora iniciación del individualismo? dad del saber se refiere a una manera de expresarse el
[...]. Ha llegado el momento histórico de la unidad colonialismo cultural, consistente en la atribución de
de la América del Sur; se abre la segunda campa- una superioridad epistemológica a todo conocimiento
que llega de Europa o de los países centrales del siste-
ña, que a la Independencia conquistada, agregue ma-mundo capitalista. La crítica a la colonialidad del
la asociación de nuestros pueblos. El peligro de la saber aboga por una descolonización del conocimien-
Independencia y la desaparición de la iniciativa de to que ponga bajo sospecha la universalidad y veraci-
nuestra raza, es un motivo. El otro motivo que in- dad supuestamente infalible de los saberes occidenta-
voco no es menos importante.27 les, al tiempo que eleve la autoestima de los saberes
propios de los pueblos históricamente víctimas de re-
laciones de colonialidad, que se han extendido en la
¿Y cuál es ese otro motivo al que se refiere Bil- cultura, en la subjetividad, en los imaginarios y en cual-
bao? Pues nada menos que la convicción de que el quier esfera de la realidad, más allá del fin del colonia-
lismo político formal.
27 Bilbao: ob. cit. (cursivas del autor de este trabajo). 29 Francisco Bilbao: ob. cit.

40
do se presenta. Somos independientes por la mas –se ven inteligencias y no ciudadanos–; se
razón y la fuerza. De nadie dependemos para ven brazos y no humanidad; reyes, emperado-
ser grandes y felices. A nadie debemos esperar res, y no pueblos; se ven masas y no sobera-
para emprender la marcha, cuando la concien- nía; se ven súbditos y lacayos por un lado, y no
cia, la naturaleza y el deber dicen al mundo Ame- soberanos. El principio de la división del traba-
ricano: Llegó la hora de tus grandes días. Cuan- jo, exagerado, y transportado de la economía
do el mundo abdica, tú no has desesperado de política a la sociabilidad, ha dividido la indivisi-
la forma política de la justicia.30 ble personalidad del hombre, ha aumentado el
poder y las riquezas materiales, y disminuido
No está, pues, en Europa, el modelo a seguir; en el poder y las riquezas de la moralidad; y es así
ninguna parte de ella, ni siquiera en la fracción suya como vemos los destrozos del hombre flotando
que a la sazón también era calificada como latina. en la anarquía y fácilmente avasallados por la
Europa en pleno era tildada como despótica por unión del despotismo y de los déspotas. // Hu-
Torres Caicedo. Y el despotismo europeo era para yamos de semejante peligro. Salvar la perso-
la América latina también un peligro que la acecha- nalidad en la armonía de todas sus facultades, fun-
ba, a la par del egoísmo norteamericano. ciones y derechos, es otra empresa sublime digna
de los que han salvado la República a despecho de
El mundo yace entre tinieblas hondas: la vieja Europa.32
En Europa domina el despotismo
De América en el Norte, el egoísmo [...] No hay, por tanto, en ninguno de los dos autores
responsables históricos del origen del concepto
La Europa no se duerme, sino acecha «América Latina», la más mínima intención, ni abier-
La ocasión de extender su despotismo [...]31 ta ni solapada, de propiciar con ello una reproduc-
ción de relaciones de colonialidad, ahora con el
Utilizando los recursos que le ofrece la prosa supuesto protagonismo de Francia. Tampoco la
ensayística, Francisco Bilbao es todavía más explí- imprescindible unidad, que sí era su propósito fun-
cito en el rechazo crítico de Europa como modelo damental, necesariamente implicaría una invisibili-
del futuro latinoamericano. zación del indio o del afrodescendiente. De hacer-
los explícitamente visibles se ocupó Bilbao en un
¿Qué es lo que se pierde en Europa? La perso- fragmento de su conferencia, particularmente alec-
nalidad. ¿Por qué causa? Por la división. Se puede cionador en sí mismo en cuanto a los contrastantes
decir, sin temor de asentar una paradoja, que el valores que, con respecto a otras experiencias, de-
hombre de Europa se convierte en instrumento, bería cultivar como suyos la América Latina.
en función, en máquina, o en elemento fragmen-
tario de una máquina. Se ven cerebros y no al- Hemos hecho desaparecer la esclavitud de to-
das las Repúblicas del Sur, nosotros los pobres
30 Ídem.
31 José María Torres Caicedo: ob. cit. 32 Francisco Bilbao: ob. cit.

41
[...]; hemos incorporado e incorporamos a las te, la mayor parte de las veces, desde el título de su
razas primitivas [...], porque las creemos nues- libro, nos habla de «la idea de América Latina». Sin
tra sangre y nuestra carne [...]. Vive en nuestras embargo, al hacer alusión a ella, el autor coloca todo
regiones algo de esa antigua humanidad y hos- el tiempo ambos vocablos, «América» y «Latina»,
pitalidad divinas; en nuestros pechos hay espa- con mayúsculas, precisamente como nombre pro-
cio para el amor del género humano. No he- pio y no utilizando el término «latina» como simple
mos perdido la tradición de la espiritualidad del adjetivación. Mignolo no se refiere tanto al hecho de
destino del hombre. Creemos y amamos todo que una parte de América fuera considerada latina
lo que une; preferimos lo social a lo individual, (algo que sí estaba ya presente en Chevalier), sino,
la belleza a la riqueza, la justicia al poder, el sobre todo, a que esa América fue así conceptua-
arte al comercio, la poesía a la industria, la filo- lizada y nombrada (lo cual sí se debe, con toda
sofía a los textos, el espíritu puro al cálculo, el probabilidad, a Bilbao y Torres Caicedo). Por eso,
deber al interés. Somos de aquellos que cree- muchas veces, además de ponerla en mayúsculas,
mos ver en el arte, en el entusiasmo por lo be- entrecomilla la expresión –«América Latina»–, lo que
llo, independientemente de sus resultados, y en indica que está hablando de un concepto.
la filosofía, los resplandores del bien soberano. Llama por otra parte la atención que, sin desco-
No vemos en la tierra, ni en los goces de la nocer del todo la participación de Bilbao y Torres
tierra el fin definitivo del hombre; y el negro, el Caicedo en el origen del nombre –ya que de am-
indio, el desheredado, el infeliz, el débil, encuen- bos habla en su texto–, Mignolo tiende, sin embar-
tra en nosotros el respeto que se debe al título go, a rebajar la importancia de ambos en la gesta-
y a la dignidad del ser humano.33 ción de dicho nombre. En su insistente pretensión
de mostrar un nacimiento de «la idea de “América
Si nos hemos detenido de manera bastante ex- Latina”» atenido a los intereses imperiales de Fran-
tensa en estos fragmentos de los textos de Bilbao cia, a Bilbao lo trata como un «disidente» entre los
y Torres Caicedo, ha sido con el objetivo de evi- criollos, atrapado «en el marco político secular de-
denciar que el más probable origen del concepto finido por los republicanos y los liberales», que «no
«América Latina» no incluyó, desde el punto de necesariamente habría querido imitar a los france-
vista semántico, un significado opresor, recoloni- ses [...] en sus acciones, sino en su manera de pen-
zador, imperial, proeuropeo o profrancés, así sar».34 A pesar de reconocer que Bilbao «fue críti-
como tampoco silenciador de las diferencias y re- co de las ambiciones imperiales de Europa [...], y
clamos propios de los indígenas y afrodescendien- en especial de las de Francia», asume que por fuer-
tes. Todo ello muestra la endeblez de la premisa za «tenía que trabajar y pensar dentro de la ideolo-
de la que parte Walter Mignolo en su lógica argu- gía liberal que había dado origen a la misión civili-
mentativa. zadora como una forma de justificar la expansión
Pudiera argüirse que Mignolo se refiere a la idea colonial».35 Pero tal vez lo más llamativo sea que,
y no al nombre propio de la región. Y, efectivamen-
34 Walter Mignolo: ob. cit., p. 91.
33 Ob. cit. (en n. 32). 35 Ibíd., pp. 92, 93.

42
aun existiendo investigaciones previas que lo mues- gumentación de Mignolo, a saber, la supuesta cons-
tran (algunas de ellas referidas en este trabajo), tancia semántica de ese concepto.
Mignolo en ningún momento reconoce en Bilbao al
introductor del nombre de «América Latina». Sobre el dinamismo semántico
Peor suerte corre Torres Caicedo en el texto de de los conceptos
Mignolo. En su caso sí se asume que «fue una figu-
ra clave en la justificación y divulgación de la idea Aunque no hay en La idea de América Latina nin-
de “América Latina”», pero se le cataloga como un gún pasaje en que se afirme que los conceptos man-
«francófilo empedernido» que «vivió muchos años tienen por siempre la misma carga semántica, es
en Francia y mantuvo buenas relaciones con el po- esta, como ya señalábamos, una premisa implícita
der francés», al tiempo que «de hecho defendía una en la lógica discursiva de su autor. Requiere de ella
postura geopolítica común, que respondía a los in- para extrapolar a nuestros días la función que origi-
tereses imperiales franceses».36 nalmente se le atribuye al concepto «América Lati-
De esta forma, en el discurso de Mignolo que- na». De no ser así, no habría cómo explicar que se
dan deslegitimados Bilbao y Torres Caicedo como le asigne al origen de una idea o de un concepto
progenitores de un concepto que en sus orígenes surgido hace siglo y medio un papel prácticamente
tuvo en realidad un significado diferente al que el definitorio de su uso actual.
semiólogo argentino quiere atribuirle. Mas, que no Además de ser una exigencia lógica de su dis-
haya tenido ese significado en su nacimiento no quie- curso, hay en el texto de Mignolo innumerables
re decir que no lo pueda adquirir después. Si asu- muestras que ponen de manifiesto la rigidez semán-
miéramos, con Mignolo, una especie de constancia tica con que se asume el concepto «América Lati-
semántica para los conceptos, en particular para el na». Algunas de esas muestras afloran en los frag-
que venimos tratando, entonces «América Latina» mentos que ya hemos citado de este autor. No
solo hubiera podido tener posteriormente como sig- obstante, veamos un par de ejemplos adicionales.
nificado el mismo que en verdad tuvo para Bilbao y Al referirse, por una parte, a la relación supues-
Torres Caicedo en aquellos textos fundacionales: la tamente insustituible entre el concepto y los intere-
convocatoria a la unidad regional, la resistencia a las ses de las elites criollas del siglo XIX y, por otra, a la
pretensiones imperiales de los Estados Unidos y Eu- irremediable incompatibilidad que en su opinión tiene
ropa, la defensa de la independencia, la asunción de ese concepto con las aspiraciones descolonizado-
un camino propio de evolución histórica, la supera- ras que hoy mismo defienden los indígenas, el se-
ción de cualquier vestigio de colonialidad, el logro miólogo escribe:
de «las armonías de las razas».
Pero ello, por supuesto, tampoco ha sido así a lo De no haber sido por la invención de «América
largo de la historia, por lo que cabe entonces tam- Latina» como una entidad a través de la cual las
bién cuestionar la segunda premisa tácita de la ar- potencias imperiales europeas pudieron oponer-
se a la marcha imperial de Estados Unidos, los
criollos descendientes de españoles y portugueses
36 Ibíd., p. 83. no habrían tenido un lugar propio. [...] Por otra

43
parte, los pueblos indígenas hoy viven en Abya- desaparecer con el tiempo por su desuso práctico.
Yala, no en «América Latina».37 En cambio, los que permanecen, lo hacen porque
de alguna forma mantienen su funcionalidad comu-
Otro lugar en el que Mignolo expresa su noción nicativa y práctica.
sobre la inamovilidad semántica del concepto «Amé- Pero que permanezcan no significa que manten-
rica Latina» es el siguiente: gan de manera invariable la semántica que les dio
origen. Los cambios de esa semántica pueden de-
Sostengo que «América Latina» no es un sub- berse, entre otras cosas, al cambio de las circuns-
continente donde ocurrieron y ocurren aconteci- tancias que los hicieron nacer, al desarrollo de los
mientos, sino que su existencia misma es conse- objetos por ellos designados o a la evolución de su
cuencia de acontecimientos que ocurrieron, de conocimiento, así como a la asunción de los concep-
su conceptualización y del patrón (o la matriz) tos por otros sujetos, social e históricamente diver-
colonial de poder del mundo moderno. Así, esta sos en relación con aquellos que los introdujeron.
no es una historia del ser de América «Latina», Podría decirse que todo concepto está poten-
sino una historia que cuenta cómo América «La- cialmente abierto a una resemantización. Por una
tina» llegó a ser.38 u otra razón existe siempre la posibilidad de que
varíe su significado. En consonancia, los conceptos
Y ese «llegar a ser» es obviamente definitivo para se someten a la misma historicidad que condiciona
Mignolo. Nótese que no se describe como un ha- las circunstancias que les dan sentido. Y ello no ne-
cerse y rehacerse histórico, permanente. Más que cesariamente implica que sea imprescindible, cada
un «llegar a ser» es para él un «llegó a ser», es de- vez que varíe su semántica, cambiar el concepto
cir, algo situado invariablemente en el pasado, clau- mismo o el nombre que lo identifica.
surado para siempre de toda posibilidad de reha- Existen, en la historia del saber humano, ejem-
cerse después, tampoco hoy. plos ilustres de radicales resemantizaciones sin cam-
Muchos son los argumentos que pueden esgri- bios nominales de los conceptos. Es el caso de «áto-
mirse en contra de esta idea sobre la permanencia mo», que existe como concepto desde que fue
invariable de la semántica de los conceptos. introducido por la filosofía antigua en Grecia y que
Los conceptos –y esto lo reconoce el propio significa originalmente en griego «no divisible». Los si-
Mignolo– nacen como productos históricos, son el glos posteriores, sobre todo a partir del XVI, fueron
resultado de ciertas circunstancias epocales que de testigos de importantes desarrollos de la teoría ató-
alguna manera exigen su introducción. Eso sí, no mica que enriquecieron sustancialmente el signifi-
son, por lo general, el resultado de meros capri- cado del concepto. Cuando, finalmente, casi al con-
chos de sus introductores, ni invenciones arbitra- cluir el siglo XIX, se descubre que el átomo sí es
rias que nada tengan que ver con la vida misma. divisible, se mantiene el concepto, obviamente con
Los que así surgen –que también los hay– tienden a un contenido semántico ya radicalmente distinto al
que tuvo en sus orígenes. Podría argüirse que ante
37 Mignolo: ob. cit., p. 172. tal situación hubiera sido mejor cambiar nominal-
38 Ibíd., p. 202. mente el concepto de átomo. Era posible hacerlo,

44
sin dudas. El caso es que no se hizo y no por ello a tenido semántico que no puede ser idéntico al de
nadie se le ocurriría pensar, a despecho de cual- hoy. El nombre del concepto puede seguir siendo
quier evidencia científica, que el átomo sigue sien- el mismo, pero ello no presupone una invariabilidad
do hoy tan indivisible como suponían que lo era en de su significado, de la misma manera que José
su momento Demócrito y Epicuro. García no será eternamente bebé solo porque no le
Aunque posibles en principio, los cambios en las cambien el nombre. Que ese nombre se lo hayan
nominaciones conceptuales no siempre son nece- puesto sus padres, y no él mismo, tampoco es obs-
sarios y, dada la intensa dinámica que tienen ciertos táculo para que José García termine haciendo de
procesos, sería un verdadero tormento lingüístico su vida lo que le venga en gana.
crear un nuevo concepto cada vez que varíe su in- De igual forma, no tienen por qué asumir los lati-
tención. Apelando a un ejemplo extremo y en una noamericanos y caribeños de hoy como un designio
especie de reducción al absurdo, tomemos el caso fatalista la manera en que otros los han visto y con-
de un proceso tan dinámico como lo es el desarro- ceptualizado. Ello está sumamente claro para Fer-
llo ontogenético de cualquier ser humano y compa- nández Retamar. Desde una posición ostensiblemente
rémoslo –salvando las obvias distancias– con la opuesta a la de Mignolo, el ensayista cubano aborda
posibilidad siempre latente de una resemantización lo que aquí hemos llamado resemantización a pro-
de cualquier concepto, incluido el de «América pósito de los conceptos «Calibán» y «mambí»:
Latina»:
José García se llama José García desde que na- Al proponer a Calibán como nuestro símbolo,
ció y cuánto no ha cambiado José García a lo largo me doy cuenta de que tampoco es enteramente
de su vida. Hoy tiene ochenta y cinco años. Imagi- nuestro, también es una elaboración extraña, aun-
nemos que cada vez que cambie tengamos que re- que esta vez lo sea a partir de nuestras concretas
nombrarlo: si lo hiciéramos con una periodicidad realidades. Pero ¿cómo eludir enteramente esta
anual, tuviéramos ochenta y cinco conceptos dife- extrañeza? La palabra más venerada en Cuba
rentes de José García; pero igual podríamos cam- –mambí– nos fue impuesta peyorativamente por
biarlo cada mes (lo que daría como resultado mil nuestros enemigos, cuando la guerra de indepen-
veinte conceptos, cada uno con su denominación), dencia, y todavía no hemos descifrado del todo
o cada semana, o cada día, o cada hora, o cada su sentido. Parece que tiene una evidente raíz
minuto. No alcanzaría todo el lenguaje, ni toda la africana, e implicaba, en boca de los colonialistas
capacidad memorizadora de palabras del ser hu- españoles, la idea de que todos los independen-
mano solo para nombrar de manera «precisa» a tistas equivalían a los negros esclavos –emanci-
José García durante su vida. Por eso José García pados por la propia guerra de independencia–,
será, hasta que muera, solo José García. Nadie, quienes, por supuesto, constituían el grueso del
por esa razón, pondrá en duda los muchísimos cam- Ejército Libertador. Los independentistas, blancos
bios que durante su vida experimentará. Análoga- y negros, hicieron suyo con honor lo que el colo-
mente, el concepto primario de América Latina, aun nialismo quiso que fuera una injuria. Es la dialé-
asumiendo que fuera el que Mignolo describe (algo ctica de Calibán. Nos llaman mambí, nos llaman
que más arriba hemos ya contradicho), tuvo un con- negro para ofendernos, pero nosotros reclamamos

45
como un timbre de gloria el honor de conside- ca el historiador norteamericano es en la asocia-
rarnos descendientes de mambí, descendientes ción entre el uso del concepto en ese contexto y los
de negro alzado, cimarrón, independentista; y apetitos imperiales de Francia.
nunca descendientes de esclavista.39
Antes de 1860, l´Amérique latine, hasta donde
Si conceptos como «Calibán» y «mambí» fueron llegan mis conocimientos, no se había usado nunca
objeto de un contrastante cambio de semántica al en la prensa francesa, ni en la literatura de folle-
apropiarse de ellos otros sujetos, distintos a aque- tín. La primera aparición del término ocurrió en
llos que los introdujeron, ¿por qué no podría ocu- 1861. En ese año la expedición mexicana co-
rrir lo mismo con el concepto «América Latina»? menzó. No es fortuito que la palabra apareciera
De hecho, así ha ocurrido. Y la primera reseman- por primera vez en una revista dedicada a la causa
tización de este concepto la hicieron los que Migno- del panlatinismo, la Revue des Races Latines.
lo asume como sus introductores. En efecto, fueron L. M. Tisserand, que escribió una columna de
–ahora sí– los franceses los que le cambiaron el sig- los acontecimientos recientes en el mundo latino,
nificado original que el concepto tuvo en Bilbao y realizó la ceremonia de «cristianización».40
Torres Caicedo, para legitimar una ofensiva imperial
sobre América que contrarrestara la que la «raza sajo- Con posterioridad a esa fecha los protagonistas
na» llevaba a cabo en el mismo escenario. de la invasión francesa a México hicieron un abun-
A la sazón era recurrente en Europa describir los dante uso de la expresión «América Latina», lo que
conflictos imperiales como enfrentamientos entre provocó, entre otras cosas, que el propio Bilbao
razas. El concepto de raza era un lugar común en dejara de utilizarlo a partir de 1862 ante el evidente
cualquier discurso que tuviera como objeto los te- cambio semántico operado con el concepto.41
mas de la geopolítica internacional. Así, ante el ex-
pansionismo eslavo, por un lado, y el anglosajón, Las identidades y los conceptos
por el otro, la intelectualidad francesa de la época
que las definen
de Napoleón III auspició el desarrollo del concep-
to de latinidad como sello distintivo de una «raza» Independientemente de que Bilbao haya renuncia-
que habría de procurar su propio espacio en el re- do a él, por el uso colonizador que le dieron los
ordenamiento geopolítico mundial. franceses en el contexto de su invasión a México, a
En 1861, cinco años después de que Bilbao y
Torres Caicedo introdujeran el concepto «América 40 John Leddy Phelan: «El origen de la idea de Latinoamé-
Latina», este es utilizado en un artículo aparecido rica», en Leopoldo Zea (coord.): Fuentes de la cultura
en la publicación francesa Revue des Races Lati- latinoamericana, México, Fondo de Cultura Económi-
ca, 1993, vol. 1, p. 463.
nes. Erróneamente algunos, como es el caso de John
41 Ver Álvaro García San Martín: «Francisco Bilbao, entre
Leddy Phelan, atribuyen a este momento el naci-
el proyecto latinoamericano y el gran molusco», Lati-
miento del concepto. Pero en lo que no se equivo- noamérica, No. 56, junio de 2013, en <http://www.scielo.
org.mx/pdf/latinoam/n56/n56a7.pdf>, consulta: 6 de
39 Roberto Fernández Retamar: ob. cit., pp. 36-37. junio de 2014.

46
partir de aquel momento el concepto «América Etimológicamente hablando, el concepto «Amé-
Latina» siguió funcionando en las dos acepciones rica Latina» es, sin dudas, impreciso. La composi-
aquí descritas, en ambos casos con cargas semán- ción cultural de la región que designa es mucho más
ticas diferenciadas. En tal sentido, no parece ade- que latina, es plural, diversa y, sobre todo, mestiza.
cuado pensar que las elites latinoamericanas asu- Aun así, fue tal vez el mejor que tuvieron a mano en
mieran sin más la versión imperialista francesa su momento los latinoamericanos que querían con
porque ella implicaría una afectación de sus pro- él fomentar la unidad y la resistencia al nuevo impe-
pios intereses, como lo prueba el hecho de que rialismo situado al norte de su propia región; y fue
aquellas mismas elites se opusieron, en su mayoría, también el que mejor serviría a la vocación imperial
a la mencionada invasión.42 de Napoleón III, promoviendo, a través de la «lati-
Y ello nos muestra, ya no solo la contingencia de nidad», una especie de «destino manifiesto» alter-
una resemantización del concepto en un orden crono- nativo al de la Doctrina Monroe.
lógico más o menos preciso, sino la posible conviven- Esa imprecisión etimológica, unida al posible (y
cia simultánea de múltiples semánticas para el mismo real) uso del concepto en términos discriminatorios
concepto. «América Latina» ha sido eso, un concepto y colonizadores por parte de ajenos y propios, lle-
que, al menos desde 1861, ha sido polisémico. vó a alguien tan sensible al uso del lenguaje como
A esa polisemia ha correspondido un espectro José Martí a utilizar otros conceptos alternativos,
de visiones identitarias que van desde las que otros, aunque también ocasionalmente empleara el de
con pretensiones imperiales y colonialistas, han «América Latina». De las muchas maneras con que
querido imponerle a la región, hasta aquellas que, Martí se refirió a nuestra región,43 «Nuestra Améri-
asumidas con orgullo por los propios latinoamerica- ca» fue sin duda su nominación preferida y la que
nos, les han servido a estos para resistir el embate mayor carga simbólica ha mantenido hasta hoy. Así
imperial y para emprender proyectos integradores tituló Martí un ensayo suyo publicado el 1 de enero
en favor de un proceso descolonizador. de 1891 en la Revista Ilustrada de Nueva York.
Los conceptos en sí mismos no marcan desti- «Nuestra América» fue todo un manifiesto progra-
nos, por más que quieran hacerlo los que los inven- mático sobre la necesidad de asumir la identidad
ten. Más que crear realidades, ellos las expresan, latinoamericana como razón y fuerza para pensar y
aunque reconozcamos su indiscutible papel también actuar en función de un proyecto descolonizador
como ingrediente de la subjetividad que construyen alternativo a cualquiera que hubiera sido realizado
en el plano práctico esas realidades. En tal sentido, o pensado hasta entonces en el mundo. De ahí el
«América Latina» ha funcionado tanto en la lógica calificativo de «nuestra», porque, a fin de cuentas,
práctica de la colonización, como en la praxis his-
tórica de la emancipación. 43 Miguel Rojas Mix registra una larga lista de denomina-
ciones utilizadas por José Martí para aludir a nuestra
42 Ver Mónica Quijada: «Sobre el origen y difusión del región: «Nuestra América», «Nuestra América mestiza»,
nombre “América Latina” (o una variación hetero- «Madre América», «América española», «América ro-
doxa en torno al tema de la construcción social de la busta», «América trabajadora» y otras. Ver Miguel
verdad)», Revista de Indias, vol. LVIII, No. 214, 1998, Rojas Mix: Los cien nombres de América, Barcelona,
pp. 601-602. Lumen, 1991, p. 137.

47
«se imita demasiado, y [...] la salvación está en Lo que ello evidencia es que, aun signada por un
crear»44 y «ni el libro europeo, ni el libro yanqui, concepto y en estrecha relación con él, la identidad
daban la clave del enigma hispanoamericano».45 latinoamericana es otra cosa, distinta del concepto
Pero también Martí era conciente de que no mismo, lo desborda y lo reconfigura según su pro-
eran los conceptos lo más importante. Por eso usó pia dinámica histórica y según los sujetos que ha-
indistintamente muchos, incluido el de «América gan suya esa identidad. En todo caso, no son los
Latina». Ni la etimología ni la semántica dominan- conceptos por sí mismos los que colonizan, ni tam-
te del concepto centraron su atención. Lo que sí poco los que descolonizan. Y si Martí dejaba fuera
le importó –y mucho– fue que la identidad auto- de nuestra América a otros que también tenían la
percibida por los latinoamericanos no fuera la del suya era, sobre todo, porque su noción de la iden-
«aldeano vanidoso» que, con tal de que a él le tidad latinoamericana tenía que ver, más que con
vaya bien, «da por bueno el orden universal», ni la conceptos, con actitudes y acciones prácticas.
de los «sietemesinos [...] que no tienen fe en su Obvio es que quienes «dan por bueno el orden uni-
tierra» y «como les falta el valor a ellos, se lo nie- versal» y quienes «no tienen fe en su tierra» no son
gan a los demás».46 Esos, que también pueden in- portadores de una identidad capaz de hacer variar
terpretar como «suya» a la América, quedaban la situación de colonialidad que ha vivido la región.
excluidos, sin embargo, del concepto «Nuestra La verdadera descolonización, la «segunda inde-
América» de Martí. pendencia» que reclamara Martí, solo podría ser la
«obra de hechos» de quienes estuviesen dispuestos
con los oprimidos a «hacer causa común, para afian-
44 José Martí: «Nuestra América», Obras Completas, La zar el sistema opuesto a los intereses y hábitos de
Habana, Ciencias Sociales, 1991, t. 6, p. 20. mando de los opresores».47 c
45 Ídem.
46 Ibíd., pp. 15, 16. 47 Ibíd., pp. 19.

El maestro, 1972. Serigrafía / papel

48
PAUL ESTRADE

Defensa de una mayúscula que ya


no debiera presentar problemas*

N
uestro propósito es abogar por el uso sistemático en francés
de la mayúscula en el segundo término de la expresión Amé-
rica Latina.
Lo que nosotros preconizamos y ponemos en práctica desde
hace tres décadas en nuestra docencia y en nuestros escritos no
obedece únicamente al respeto de un uso conforme al espíritu y a
las reglas ortográficas del francés. A nuestro modo de ver, es la
respuesta adecuada a una doble cuestión de fondo.

Revista Casa de las Américas No. 276 julio-septiembre/2014 pp. 49-56


Un intrigante ejemplo de pensamiento único.
En primer lugar, partamos de una constatación establecida sobre
la base de un análisis de los antecedentes de la cuestión. La situa-
ción que prevalecía en 1980 no ha sufrido modificaciones. En 2010,
resultaba fácil percatarse de que la mayoría, por no decir la totali-
dad de las personas cuya pluma menciona a América Latina por su
nombre, estima que esa última palabra es un adjetivo y escribe en
minúscula su consonante inicial. Políticos, periodistas, universita-
rios, traductores, agentes de viaje, todos o casi todos escriben
«América latina». ¿Cito nombres? Tomados al azar:
Periodistas: Maurice Lemoine, Ignacio Ramonet, Paolo A. Pa-
* Presentado en el Coloquio Nommer
l’Amérique Latine (Nombrar la Amé- ranagua, Cathie Ceibe, Francis Würtz, Pierre Rousselin, Domini-
rica Latina), el 3 de abril de 2010 en que Audibert, etcétera, o sea, desde Le Monde Diplomatique hasta
París. L’ Express, desde L’ Humanité hasta Le Figaro.

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Universitarios: Claude Bataillon, François Che- luego, hay excepciones más inexplicadas, que pare-
valier, Alain Touraine, Pierre Vayssière, Daniel Van cen haber dependido de una opción personal miste-
Eeuven, François Delprat, Ivon Le Bot, Olivier riosa. En el departamento que vende paquetes de
Dabène, Olivier Compagnon, Georges Couffignal, café de una gran cadena de supermercados, encon-
Alain Rouquié, Guy Martinière, Frédérique Langue, tramos el «Café de América Central» y también el
etcétera; en resumen, los colegas de mi generación «Café de América Latina». Por ende, se aprecia una
lo mismo que los de la generación que inició este cierta cacofonía en el panorama.
coloquio, Nathalie y Stéphane. En honor a la verdad, siempre ha sido así. Cuando
Agentes de viaje: abran cualquier folleto, ningu- empezamos a defender la grafía «América Latina» nos
no desdice del modelo consagrado, inmutable des- sentíamos renovadamente reconfortados al tomar la
de que la América Latina se convirtió en un destino calle Richelieu de camino a la Biblioteca Nacional y
turístico. Para los promotores de viajes, Río de Ja- leer en la fachada del Hôtel de Malte la placa coloca-
neiro, Yucatán, la Patagonia, es la América latina. da en junio de 1983 en homenaje a Simón Bolívar,
Signo de los tiempos, la edición de 1944 del Petit huésped célebre del lugar. El nombre del Libertador
Robert des noms propres se adecua al uso domi- justamente aparecía allí ligado al destino de la Améri-
nante. Y, cual síntesis esclarecedora de la expresión ca Latina, calificado así y ostensiblemente dotado de
de ese consenso: el muy reciente Institut des Améri- las dos mayúsculas, como era de esperarse.
ques propugna reunir la América del Norte y la Amé-
rica «latina». El Ministro Gilles de Robien, al inaugu- Una cuestión de descolonización
rar el 5 de marzo de 2007, puso el «la». En cuatro
cultural
ocasiones su discurso lo evoca de esa forma, incluso
si una cierta lógica conceptual pedía que hablara del La primera cuestión de fondo a la cual esta deno-
«Sur» al lado «del Norte», puesto que trataba de no minación ya ha respondido mediante el empleo de
referirse a América «anglosajona», seguramente para dos mayúsculas es evidentemente la de la acepta-
no herir a los «primos» de Quebec. ción en Francia y en francés del propio concepto
Sin embargo, hay excepciones. Las de Roger de América Latina, periódicamente puesto en tela de
Bastide, Pierre Rivas y Jean-Pierre Bastian, por ejem- juicio. En los años setenta-ochenta era frecuente
plo. Los responsables de una organización de soli- demarcarse de la expresión comúnmente admitida
daridad, Francia-América Latina, concretamente, evocando, digamos que por comodidad, «las Amé-
hacen otro tanto. Pero al lado de esas excepciones ricas latinas» (Guy Martinière, después de Fernand
que expresan un hecho deliberado, aun si es incon- Braudel y de Pierre Monbeig), incluso «las veinte
ciente a veces, están aquellas que parecen respon- Américas latinas» (después de Marcel Niedergang),
der a la estética del arte tipográfico. Y de ello resulta para subrayar así la diversidad del subcontinente, o
una incoherencia enojosa. Consideremos las muy bien de la manera más crítica: «la América llamada
conocidas obras de Jacques Lambert (1968), de –latina».
François Chevalier (1993) y de Maurice Lemoine Para aquellos de nosotros que afirmemos, ba-
(1997). Aparece escrito «América Latina» en la cu- sándonos en nuestra historia, que el concepto de
bierta y «América latina» en sus páginas interiores. Y América Latina es ante todo político, no podemos

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estar de acuerdo con esta última formulación, in- vocabulario de los escritores Bilbao y Torres Cai-
cluso si pudiese parecer satisfactoria a una mente cedo (1856), Calvo (1862), Montalvo (1866),
prudente e incluso si nosotros mismos hemos podi- Acosta (1867), Hostos (1868), Betances (1869),
do a veces sucumbir a la tendencia después de Quesada (1877), Martí (1879), etcétera, en los
1968. La fuerte reserva mental que implica ese «lla- cuales habría cierta impertinencia en no tomar tam-
mada latina» no ha lugar en nuestra reflexión, toda bién en cuenta a los pensadores de la autoctonía
vez que la objeción se refiere, sin gran audacia inte- latinoamericana.
lectual a pesar de las apariencias, a la identidad la- El uso del concepto «América Latina» está me-
tinoamericana, o sea, la de redefinir fuera de la lati- nos expandido ciertamente en Argentina que en
nidad únicamente una evidencia de larga data. Colombia, en las Antillas anglófonas que en Cuba,
En una página liminar de su obra tan estimulante en las comunidades indígenas andinas que en la ca-
Amérique latine (Introduction à l’ Extrême-Occi- pital azteca. Pero ese concepto no se ha rechazado
dent), Alain Rouquié escribía en 1987: «La América en ninguna parte, desde que –reiterémoslo– se ha
latina existe, pero únicamente por oposición y desde revestido de una significación política y no étnica,
afuera» (18). Existe en virtud de esas dos considera- lingüística o vagamente cultural. Su utilización pro-
ciones que no son subalternas, pero también, en mi gresa hasta en los medios y en países poco dados a
opinión, porque está presente un adentro, de lo con- aceptarlo de buen grado, por ejemplo, en Brasil o
trario, apoyados en el «con» o «sin» mayúsculas, ten- Paraguay. Por supuesto, esas preocupaciones no
dríamos que renunciar a nominarla así. se expresan en las favelas y los asentamientos don-
Lo que para nosotros cuenta, lo determinante, de procurarse el sustento cotidiano es un proble-
es que actualmente y desde hace aproximadamen- ma de supervivencia.
te un siglo, los latinoamericanos en su mayoría ha- Buenos Aires, Caracas, Lima, México, Santia-
blan de su territorio común como de «la América go de Chile, etcétera, se han convertido en la sede
Latina» (o «Latinoamérica»). Comprobamos que de numerosas instituciones calificadas de «lati-
los conceptos conformados in situ no tuvieron acep- noamericanas». Los institutos universitarios del
tación y fueron objeto de oposición en los siglos mundo entero así lo han entendido. Londres, Ber-
XIX y XX. América Meridional (Bolívar), América lín, Moscú, Roma, Estocolmo, entre otras ciuda-
del Sur o Sudamérica (Alberdi), Colombia (Aro- des, poseen un centro de investigaciones latinoa-
semena), Hispano-Colombia (Samper), Indoamé- mericanas lo mismo que París tiene desde hace
rica (Haya de la Torre), América Indo-Ibérica (Ma- medio siglo un Instituto de Altos Estudios de la
riátegui), Iberoamérica (Vasconcelos). Incluso la América Latina y una Maison de l’ Amérique La-
expresión Nuestra América (Martí), aunque la Re- tine. La tentacular Lasa (Latin American Studies
volución Cubana la haya vuelto a poner de moda y Association), cuya sede está en Pittsburg, es el
se ha retomado bajo otros cielos, no ha logrado emblema de ello dentro y fuera de los Estados
implantarse en el vocabulario corriente, muy deli- Unidos. Aquellos institutos que ponen acento en
cado para declinar. el estudio comparativo de los dos subconjuntos
Para circunscribirnos a los autores latinoameri- americanos o sobre la dualidad del mundo ibero-
canos del siglo XIX, América Latina pertenece al americano constituyen la excepción.

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Esa comprobación no implica ningún tipo de re- latinos, escriben sin perturbarse La América Lati-
chazo dogmático a esos dos grandes enfoques: exis- na. Tampoco los quebequenses vacilan en hacerlo.
ten, tienen razón de ser, contribuyen al conocimiento Si en su mayoría los latinoamericanos hablan de
del mundo latinoamericano. Tampoco significa que América Latina –dejando a un lado sin ignorarlos a
con decir «América Latina» todo está dicho, en aquellos que no se reconocen como tales–, ¿con qué
particular, sobre sus límites con relación a sus fron- derecho podemos referirnos a esa mayoría de ma-
teras geográficas y a sus márgenes. ¿Acaso no nera distinta a como ella habla de sí misma? Respe-
hay una América Latina en el seno de los Estados tar los nombres que se han dado soberanamente los
Unidos de América, desde la Florida hasta Cali- Estados para mí es lo mínimo que se impone cuando
fornia? ¿Forma parte de ella Quebec? ¿Y las An- uno pretende tratar de asuntos que ponen en juego
tillas no hispanoparlantes? Estas son realidades las relaciones internacionales. Sobre todo cuando se
diversas y dinámicas, ajenas la una a la otra, que trata de nombrar a Estados nacidos de un movimiento
plantean problemas. Realmente no es por espíritu de descolonización. Sobre todo cuando esos Esta-
de seguimiento que muchas instituciones latinoa- dos han rechazado deliberadamente los nombres que
mericanas y latinoamericanistas han sentido la ne- les han encasquetado los colonizadores.
cesidad de añadir en su encabezado de presenta- ¿Quién tendría la presunción de decir aún, a
ción, durante los años setenta-ochenta, la idea de menos que sea un nostálgico del «carácter positi-
que sus contenidos abordan la América Latina y vo» de la descolonización en pose de provocador
el Caribe. encubierto: «Indochina» en lugar y en vez de «Viet-
No obstante, hay un hecho dominante. Hablan- nam»? ¿«Ceylan» en vez de «Sri Lanka»? ¿«For-
do globalmente, la América Latina desde adentro mosa» en lugar de «Taiwán»? ¿«Nuevas Hébridas»
se percibe como tal, tanto en sus esferas dirigentes en vez de «Vanuatu»? ¿«Rhodesia» en lugar de
(Cuba no es una excepción, por el contrario) o en «Zimbawe»? ¿«Alto Volta» y no «Burkina Faso»?
sus poblaciones (ciertamente en menor grado). ¿«Honduras Británicas en lugar de «Belize»? ¿«San-
Emanado de los parlamentos nacionales, con sede to Domingo» en lugar de «Haití»?
en ciudad Panamá, en el centro geográfico del con-
tinente, el «Parlamento Latinoamericano» simboli- Una cuestión política que tiene
za ese consenso político.
asentamiento histórico
Observemos de paso que los latinoamericanos
que nombran en sus escritos a América Latina por La América Latina nació como tal, a mitad del si-
lo general ponen una mayúscula «Latina» porque glo XIX, en el lindero de una nueva fase de su eman-
responde al uso en español, en portugués e inclu- cipación. La aparición del concepto es resultado
so en inglés. ¿Por qué curiosa concepción de la de un nuevo proceso de descolonización. Es una
traducción hemos llegado nosotros en Francia a reformulación en un nuevo contexto del proyecto
transformar una mayúscula que es de empleo casi bolivariano de unión de repúblicas hispanoameri-
general en una minúscula que desnaturaliza el senti- canas. «Ha llegado el momento histórico –escribía
do actual, a la par de su sentido primario del con- Francisco Bilbao en 1856– de emprender una se-
cepto? Los italianos, que son nuestros vecinos más gunda campaña de independencia». José Martí re-

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tomaba la consigna en noviembre de 1889 cuando de media docena de estudiantes de DEA, que la pren-
se celebra el primer congreso panamericano de sa francesa, incluida la bonapartista, se tomó años
Wáshington: «Urge decir, porque es la verdad, que en obstaculizar el paso de los pioneros arriba men-
ha llegado para la América española la hora de de- cionados. Es lamentable tener que repetirse, es pe-
clarar su segunda independencia». noso tener que citarse. En 1997, en un coloquio que
Fue ese mismo Francisco Bilbao, el pensador tuvo lugar en la Sorbona, me permití decir lo siguiente:
socialista chileno exiliado, quien el 22 de junio de
1856 en París había bautizado la América Latina (12). De no haberse esgrimido aún el documento fir-
No para hacer de ella el caballo de Troya de un mado por el Emperador, por el conde Walewski
imperialismo panlatino concebido en el entorno de o por otro ministro suyo, por Michel Chevalier o
Napoleón III, para asegurar en el continente ame- por quien sea de sus familiares, que confiriese a
ricano el relevo de las monarquías española y por- la expresión un estatuto oficial, hoy por hoy si-
tuguesa y oponerse allí al expansionismo norteame- gue siendo una fábula el supuesto invento de
ricano, sino para afirmar alto y fuerte la existencia «América Latina», como nombre, por políticos
de una comunidad latinoamericana no homogénea o publicistas cercanos al gobierno bonapartista
pero específica, su derecho a la soberanía y su de- [183-184].
ber de solidaridad frente a William Walker y a los
invasores yanquis de Nicaragua. Aunque solo hubo Hasta hoy, no he tenido conocimiento de ningún
en la conferencia una treintena de Latino-America- desmentido.
nos el día en que Bilbao la impartió, su voz fue en- Son cosas diferentes que, por un lado, parten de
tonces la de una América Latina embrionaria, pero engendrar y de desarrollar la idea de una raza latina,
conciente de sí misma, de los peligros que la ame- de un mundo neolatino, que incluya a los pueblos
nazaban y de la obligación que le incumbía de re- reputados de tener origen latino (Francia, Italia, Es-
sistir y de unirse. paña, Portugal) y a los pueblos americanos reputa-
«Una sola demostración me toca más que cincuen- dos de tener igual origen, que la Francia imperial quiera
ta hechos», decía Diderot. Pero cuando numerosos defender y federar, y por otro, de declarar que las
hechos apoyan la demostración no se desprende naciones salidas de la ruptura de sus vínculos políti-
de ello más que mayor fuerza de convicción. ¡Pues cos con las potencias europeas, deban, para con-
bien! ¡Hay que creer que no es así! Pues he aquí servar su identidad, si fueran latinas, no solo conso-
que hace treinta años que el uruguayo Arturo Ar- lidar su independencia sino también unirse frente a la
dao, y dentro de poco hará veinte que el chileno amenaza llegada del norte del Continente. El discur-
Manuel Rojas-Mix, establecieron, a base de he- so de los asesores del emperador seguramente no
chos no refutados por nadie, que es a dos latinoa- carece de segundas intenciones, pero el de Bilbao es
mericanos –el chileno Bilbao y el colombiano José firme y orientado. Escuchémosle:
María Torres Caicedo– a quienes debemos el ori-
gen del nombre de América Latina. Walker es la invasión, Walker es la conquista,
Por mi parte, hace más de quince años que corro- Walker son los Estados Unidos [21]. // Las co-
boré sus asertos y he demostrado, con el concurso lumnas de Hércules están hoy en Panamá. Y Pa-

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namá simboliza la frontera, la ciudadela, y el des- so no pertenece al pasado la América Latina como
tino de ambas Américas [20]. // Ha llegado el unidad de destino?», se preguntaba entonces (14).
momento histórico de la unidad de la América del Desde hace una decena de años, ¿no asistimos por
Sur; se abre la segunda campaña que a la inde- el contrario a una singular asunción de su devenir
pendencia conquistada agregue la asociación de histórico por algunos Estados y algunos políticos
nuestros pueblos [11]. // Tenemos que desarrollar latinoamericanos bien conocidos?
la independencia, que conservar las fronteras na-
turales y morales de nuestra patria, tenemos que La América Latina que no es
perpetuar nuestra raza Americana y Latina, que en lo absoluto latina podría
desarrollar la República, desvanecer las peque-
ñeces nacionales para elevar la gran nación Ame-
devenir la América-Latina
ricana, la Confederación del Sur [13]. Da igual que nos coloquemos en un punto de vista
lingüístico, étnico o hasta cultural. No hay América
¿Dónde en esas aseveraciones y en el texto inte- latina como tampoco hay América germánica, afri-
gral de la conferencia fundacional que las incluye (Ini- cana o india. O más exactamente, habida cuenta de
ciativa de la América, París, 1856), se podría con- lo bien fundado epistemológicamente y el aporte
servar traza de un proyecto de alianza con España y de los estudios como el de las «Américas negras»
con Francia para construir esa confederación, traza que hace tiempo hiciera Roger Bastide, los de los
de una referencia a una raza latina exclusiva y elegi- chinos del Perú, el de los japoneses de Brasil,
da? Por el contrario, ha expresado con claridad la los alemanes de Chile, los franceses de México,
idea de que existen dos Américas, y que la del Sur etcétera, o hasta el estudio de Jean Pierre Bastian
–la América Latina– debe unirse frente a la otra dedicado al protestantismo, tales esfuerzos contri-
América, una tarea urgente y política por excelen- buyen a la comprensión de múltiples realidades la-
cia. ¿Quién puede pretender actualmente que la tinoamericanas contemporáneas. A la par de esos
constatación y la advertencia de Bilbao ha perdi- estudios, el de las diferentes épocas y facetas de la
do vigencia? ¿Hoy, cuando el Alba (Alternativa Bo- latinidad de la América Latina es pertinente, pero si
livariana para las Américas), refrendada en La Ha- la yuxtaposición de todos esos estudios puede con-
bana, alcanza su sexto año de existencia, que TeleSur tribuir a captar la complejidad de la América Lati-
–creada en Caracas– pronto cumplirá cinco años y na, en ningún caso aclara su «unidad de destino».
se escucha hasta en Puerto Rico, mientras que el «su- La América Latina ha nacido, vive y tiene todas
cre» –instaurado hace exactamente un año–, día tras las oportunidades de seguir existiendo como es
día se va posicionando como sistema único de com- –como bloque político de Estados y pueblos que
pensación regional como sustituto del dólar? se forjan juntos un destino común– mientras que sus
No está escrito que deba extenderse sin falta ese intereses vitales estén comprometidos, como lo es-
movimiento de afirmación identitaria y unitaria de tán, por una potencia extranjera, y mientras que su
una parte creciente de la América Latina, pero el soberanía global resulte impugnada, como lo está,
pesimismo que Alain Rouquié manifestaba hace por esa misma potencia o como podría estarlo por
veinte años nos parece que ya no ha lugar. «¿Aca- cualquier otra potencia tentacular.

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La América Latina nació de una reacción a las vió levantar la sanción de exclusión de Cuba que la
pretensiones de los Estados Unidos de América de citada organización había aprobado por unanimidad
aprovecharse de su debilidad y de su desunión para hacía décadas. En nombre de los más determinados,
crecer a sus expensas, ya fuese a título de la libertad, el ministro ecuatoriano de Relaciones Exteriores
en nombre del progreso o en el de la Doctrina Mon- manifestó su beneplácito: «Hemos enmendado la his-
roe. Recordemos algunos hechos, fechas y nombres: toria y llenado de satisfacción a todos los latino-
–Invasión de Nicaragua y de la América Central americanos»; sin embargo, pese al voto unánime
por Walker y sus mercenarios, 1856; Bilbao, Torres de los delegados latinoamericanos en la Onu, la
Caicedo levantando el estandarte de la resistencia administración estadunidense mantiene el bloqueo
e inscribiendo en él «América Latina». contra Cuba. La América Latina tiene todavía di-
–Voluntad de anexión de la República Domini- ficultades para hacerse entender y respetar. Está
cana y de Cuba, 1870; Luperón, Hostos, Betances dividida y ha sido incapaz de impedir el golpe de
imaginan una confederación antillana como barrera Estado en Honduras. No obstante, a su lado ese
de protección para la América Latina amenazada. país está de nuevo en el ajedrez mundial.
–Afirmación ostensible del panamericanismo por Esa América Latina no fue inventada en el ex-
el gobierno de Wáshington, 1889; Martí y Sáenz tranjero ni ha sido impuesta por él. Es un concepto
Peña hacen que se escuche la voz de la América esencialmente político –reitero–, producido por
menospreciada, de la América mestiza, de «Nuestra mentes autónomas latinoamericanas para dar cuenta
América», de la América Latina que se resiste. de una entidad política. Aunque sea todavía virtual.
–Ocupación militar de Cuba y de Puerto Rico, Es un concepto pensado primeramente en lengua
«creación» de la república de Panamá, 1898-1903; española.
Rodó, Ugarte se rebelan contra esas demostraciones Se comprueba que durante decenios los latino-
de fuerza y la «nordomanía», preconizando la de- americanos que preconizaron su empleo utilizaban
fensa de la América Latina. con mayor frecuencia la minúscula para «latina». En
–Intervenciones múltiples de los «marines» en los años setenta del siglo XIX, cuando Hostos ex-
México y en la región del Caribe, 1904-1934; In- pandió su uso por todo el Continente, comenzó a
genieros, Fabela, Mella, Palacios, Sandino hacen introducir la mayúscula. Totalmente a conciencia,
un llamado a la solidaridad activa de los pueblos de puesto que escribía «la América Latina y la sajo-
la América Latina para rechazar a los intrusos. na». Martí hacía otro tanto en La América (Nueva
–Presiones militares, intervención injerencista de York) en 1883. La redacción de la revista Améri-
la CIA y de las multinacionales, intentos de derro- ca en París, en 1891, lo mismo, hablando de «la
camiento y derrocamiento de gobiernos legales, América Latina» y por oposición, de «la América
Guatemala, Cuba, República Dominicana, Chile, Gra- anglo-sajona» (No. 21, p. 201).
nada, 1954-1983; Asturias, Castro, Che Guevara, Definida desde el origen y percibida por los pro-
Bosch, Allende, la OLAS resisten en nombre de la motores neobolivarianos por oposición a la Amé-
América Latina ultrajada. rica anglosajona, la América latina ha devenido
La trigésimo novena Cumbre de la OEA, cele- paulatinamente la América Latina a medida que re-
brada en San Pedro Sula (3 de junio de 2009) resol- trocedía la idea generativa y explicativa de «raza»

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(y su derivado, el panlatinismo bonapartista), que cre- su designio, las generaciones futuras y nuestros pro-
cía el antagonismo entre las dos Américas y que se pios sucesores deberían tomarlo en cuenta y adop-
afirmaban los Estados latinoamericanos indepen- tarlo. La América Latina habría vivido. Desde aho-
dientes (o fingiendo serlo). ra, acepto la eventualidad en virtud del mismo
Esta América Latina no es más latina de lo que la principio que me anima a nombrarla en 2010 como
República Argentina es la tierra de la plata o Costa lo hacen en 2010 los propios latinoamericanos.
Rica una rica costa. «Latina» en la expresión en Con su gran sabiduría, ¿acaso Don Quijote no
debate no es ya un adjetivo; su sentido literal es nos ha enseñado que «en esto de enriquecer la len-
caduco. América Latina es una palabra compuesta gua tiene poder el vulgo y el uso»?
por dos nombres propios, que tienden a fusionar-
se, como han hecho en español: Latinoamérica, y Bibliografía
tambien en alemán: Lateinamerika.
Conviene entonces escribir sin inquietudes Amé- Ardao, Arturo: Génesis de la idea y el nombre de
rica Latina, o si no, hay que escribir gran-Bretaña, América Latina, Caracas, Centro Rómulo Ga-
Países-bajos, hasta Estados-unidos, lo cual cualquier llegos, 1980.
corrector automático de ortografía rechaza y mi buen Bilbao, Francisco: Iniciativa de la América, Pa-
Grévisse desaconseja. Por demás, la grafía Améri- rís, D´Aubusson et Kugelmann, 1856.
ca-latina que incluye un guion no sería admisible en el Estrade, Paul: «Observaciones a Don Manuel Al-
futuro, en virtud de los tres ejemplos antes citados, var y otros académicos sobre el uso legítimo del
pero no olvidaremos que ese concepto no es más concepto de “América Latina”», en Rábida, No.
eterno que el de la Gran Colombia. 13, Huelva, 1994.
Ya por iniciativa de personalidades ardientes, como __________: «Del invento de “América Latina” en
Hugo Chávez, o más reposadas como Ignacio París por Latinoamericanos (1856-1889)», en Pa-
Ramonet, vemos que apunta un nuevo concepto, el rís y el mundo ibérico e iberoamericano, Uni-
de Suramérica traducido como Sud-América. Se- versité de Paris X, 1998, pp. 179-188.
mejante paso refleja a la vez un ascenso especta- Chincol, Jacques y Guy Martinière: L´Amérique
cular del sur hasta el sur de los Estados Unidos latine et la latino-américanisme en France,
(englobando el espacio Caribe anglófono, francó- París, L´Harmattan, 1985.
fono y neerlandófono), la agudeza del antagonismo Rojas-Mix, Miguel: Los cien nombres de Améri-
mundial Norte-Sur (bien palpable en la cumbre de ca, Barcelona, Lumen, 1991.
Copenhague, en diciembre último) y el retorno al Romero, Vicente: «Du nominal “latin” pour l´Autre
léxico bolivariano original («la América Meridio- Amérique», en HSAL, No. 7, 1998, pp. 57-86.
nal»). Si ese nuevo concepto estuviese llamado a Torres Caicedo, José María: Unión Latino-Ame-
perdurar, a generalizarse y sobre todo a ser masi- ricana, París, Rosa y Bouret, 1865. c
vamente adoptado por los herederos de los lati-
noamericanos para definir globalmente su territo-
rio, sus pueblos, sus culturas, su historia, su lugar y Traducido del francés por Lourdes Arencibia

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