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UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS


MAESTRÍA EN ESTUDIOS CULTURALES

HAY QUE VENIR AL SUR:


CUERPO Y CONSUMO EN LA RUMBA GAY DE LA AVENIDA PRIMERO DE
MAYO DE BOGOTÁ

TESIS PARA OPTAR POR EL TÍTULO DE:


MAGISTER EN ESTUDIOS CULTURALES

HUNZAHUA TINANSUCA VARGAS SALAMANCA

DIRECTOR

ANDRES SALCEDO FIDALGO

BOGOTÁ MAYO DE 2010


  2
 

Tabla de contenido

FUE MÁS O MENOS ASÍ 3

¿QUIÉN ES ESE HOMBRE? 13

CONSUMO DE LA MASCULINIDAD HETERONORMATIVA


HIPERSEXUALIZADA EN LA PRIMERO DEMAYO. 13
HOMOSOCIALIZACIÓN HOMOERÓTICA EN LA PRIMERO DE MAYO 17
EDAD Y APARIENCIA (CONEJOS, MOMIAS, CUCHI KENTS, GALLINAS) 28
LA CLASE SOCIAL 41
A MANERA DE CONCLUSIÓN 48

Y TODOS ME MIRAN 52

PERFORMANCE Y ESCENARIOS DE LA FIESTA 52


PERFORMANCE: PUESTAS EN ESCENA Y RELACIONES PERSONALES 53
ESCENARIOS: ORGANIZACIÓN ESPACIAL DEL BAR 64
PERFORMANCES ERÓTICOS Y FANTASMAS DE MUERTE 67
MÚSICA: RITMOS, VIBRACIONES Y …FIESTA! 75

HAY QUE VENIR AL SUR 84


IMÁGENES DEL MUNDO GAY EN BOGOTÁ: LAS GUÍAS GAY COMO
IMÁGENES Y COMO MENÚ DE LA RUMBA EN BOGOTÁ 86
PORTADA GAY: DE LA IMAGEN AL MENÚ 95
PUTI-TOUR: EL PASO DE ADENTRO HACIA FUERA 98
CIRCULACIÓN DE ALCOHOL Y OTRAS SUSTANCIAS 102
LA CIRCULACIÓN DE LA POLICÍA, LA SEGURIDAD Y LA CALLE
LIMINAL 106
LA BANDERA TAMBIÉN VENDE 110
VENIR AL SUR 114

MY HIPS DON’T LIE 116

BIBLIOGRAFÍA 124
ENTREVISTAS Y CONVERSACIONES 126
GUÍAS GAY CONSULTADAS 127
GUÍAS GAY CONSULTADAS EN INTERNET 127
DISCOGRAFÍA 127
  3
 

FUE MÁS O MENOS ASÍ


Vino blanco,
noche,
viejas canciones…
(Yuri)1

Este documento presenta los resultados de la investigación que realicé entre 2007 y

2009 en 10 bares gay de la Avenida Primero de Mayo de Bogotá, originada a su vez

en mi interés por la comunidad gay de la ciudad, su visibilidad como grupo social y

su inserción en ella. Durante una primera búsqueda de bibliografía encontré que el

sector de la Avenida Primero de Mayo (1M) entre la avenida 68, y la avenida Boyacá,

conocido hoy como la zona rosa del sur, congrega (como su homónimo de la calle 85

con carrera 15) una gran cantidad de bares y de jóvenes que se reúnen cada fin de

semana con el mismo fin aparente: divertirse en la rumba que allí se concentra (ver

mapa 1.1).2 Cabe aclarar que a diferencia de lo que se podría pensar, la zona en la que

se concentran los bares gay, no hace parte del sector que se conoce hoy como Cuadra

Picha, ubicado en uno de los costados del centro comercial Plaza de las Américas (al

nor occidente del sector que estudié), zona que desde comienzos de la década de los

noventa comienzó a llenarse de bares, debido a la afluencia de público que comenzó a

transitar el sector, gracias al centro comercial. Es así como los bares gay están

ubicados en la periferia de la zona de más alta concentración de rumba del sector,

1
Yuri. La Maldita Primavera. Gamma Records. 1981.
2
Esta revisión incluyó mi trabajo de pregrado: Chamanes electrónicos, Ritualidades Urbanas:
una mirada a la ritualidad de fiestas electrónicas en Bogotá. Tesis de pregrado en
Antropología, Universidad Nacional, Sede Bogotá. 2005.
  4
 

estando sobre la avenida Primero de Mayo, en donde se encuantra otro tipo de oferta

comercial.

mapa  1.  1  Zona  de  estudio.  

mapa 1. 2

La rumba gay es el escenario de socialización para encuentros homoeróticos por

excelencia. Me acerqué al campo preguntándome por las maneras en que las

relaciones gay de este sector de la ciudad cobran forma espacialmente. Opté por

estudiar bares y algunos cafés en lugar de saunas o videos, con el ánimo de delimitar

el trabajo, dados su mayor número y menor anonimato, lo que podría implicar un

reconocimiento de comunidad gay en el sector.


  5
 

La metodología que construí para esta investigación se nutrió de la etnografía,

construcción de series de imágenes, lo que podría denominar cartografía erotico-

tanática y de consumo, tanto de los bares, como de la experiencia de la zona de

estudio y la inducción analítica. Esta última implicó varios momentos: levantamiento

de los datos en el campo, identificar los temas que emergieron de tales datos,

codificación de los datos según las categorías emergentes y las que construí con

antelación y finalmente contextualización de los datos y las categorías en la rumba

gay de la Primero de MayoDebido a la poca visibilidad dentro de los bares y sobre

todo a la permanente observación de que era sujeto en el interior de los mismos, el

diario de campo fue uno de los problemas metodológicos más interesantes, pues no

podía desarrollar el instrumento en sí mismo de la manera tradicional (libreta o

grabadora de audio), por lo que decidí implementar un instrumento distinto: el

teléfono celular. Pude tomar notas de campo a través de mensajes de texto que

guardaba en mi teléfono para luego de cada salida construir el recuento completo de

las observaciones. El registro de las conversaciones no era sencillo, dadas las

condiciones acústicas de los bares, por lo que las conversaciones están registradas

dentro de las notas de campo.

No siempre las personas a quienes quería entrevistar tenían disponibilidad o intención

de concederme una entrevista. Fue particularmente difícil entrevistar a los dueños de

los bares, con quienes pude sostener conversaciones informales en los bares durante

horas laborales, más que entrevistas, mientras que los administradores o propietarios
  6
 

de las guías gay de la ciudad se negaron desde el principio a hablar conmigo, tanto en

entrevista como en conversación telefónica, por lo que la información que pude

obtener de las guías se limita al análisis de las imágenes, para lo cual recopilé las

guías durante un periodo de un año (2007-2008) y construí series, en las que

comparaba las imágenes del mismo bar en diferentes guías, las imágenes de

diferentes bares en cada una de las guías a lo largo del tiempo. Esto me permitió ver

las continuidades y discontinuidades de las guías bogotanas, así como de las

imágenes que éstas producen y ponen en circulación.

Dividí el trabajo de campo en tres etapas: prospectiva, descriptiva y confirmatoria. En

la primera etapa (un poco más de un mes), hice el reconocimiento del lugar en el que

quería desarrollar la observación y los lugares a los que debía llegar. La segunda

etapa, la más larga (alrededor de 8 meses) se centró en la observación y en la

recopilación de las guías y los datos visuales y sonoros de los lugares que visité. Cabe

mencionar que debido a que la mayor cantidad de datos surgían durante los fines de

semana, esta etapa del trabajo de campo se concentró en los días viernes y sábados,

más que los días entre semana, a pesar de algunas visitas durante estos periodos.

La tercera etapa del trabajo de campo consistió en una revisión del campo, luego de

hacer los análisis de la segunda etapa, de manera que pude volver sobre el terreno a

confirmar, corregir o desmentir observaciones que durante el análisis me parecieron

poco congruentes o con poca fuerza o por la escasa información que había recopilado

de ellas.
  7
 

Del diario de campo, así como de las transcripciones de las entrevistas y las

conversaciones seleccioné categorías emergentes que complementaban las que había

construido previamente (homosocialización, performance, estética); construí series de

imágenes para encontrar patrones en la manera de construirlas, pero también las

narrativas que las acompañan. Estas categorías hablan de la sexualidad y la

masculinidad hegemónica construida desde la clase y desde una idea fija de lo étnico-

racial. En las guías hay un discurso sobre la feminidad (particularmente de la

feminidad trans) y de la masculinidad (joven, viril, musculosa) que está muy lejos de

las masculinidades que se pueden observar en los bares del sector.

La literatura sobre el tema, a la luz de los datos que recogí durante el trabajo de

campo, me permitió construir tres capítulos en los que planteo tres grandes

problemas: por un lado, la construcción de una masculinidad hipersexuada y

heteronormada a partir de la idea que tienen los hombres gay de la masculinidad

heterosexual, al mismo tiempo que la fijación con una corporalidad y una apariencia

asociada a la capacidad económica de cada sujeto; el performance de género y los

rituales de presentación en la rumba, así como sus escenarios; y finalmente, los flujos

de personas, sustancias, fluidos y discursos, que circulan en la cartografía que

construí de la rumba gay de la 1M. En el primer capítulo describo y analizo la manera

en que se han construido cierto tipo de significados alrededor de lo masculino y de lo

gay en los bares del sector. También abordo las formas como lo masculino y lo

femenino puestos en escena en las relaciones sociales de los bares, toman como

modelos ciertos aspectos de los de los roles de género heteronormativos.


  8
 

En el segundo capítulo, abordo el performance como ‘puesta en escena’ tanto del

público asistente a los bares, como de las personas que trabajan allí (transformistas,

estripers, meseros, meseras y animadores). Tal performance obedece, por un lado, a

las intenciones de feminidad/masculinidad que se quieran demostrar, pero también a

categorías como la edad y la situación económica. En el tercer capítulo analizo los

flujos de personas, sus tragos, drogas y discursos políticos.

En este capítulo me interesa principalmente abordar el espacio y los tránsitos y

prácticas que lo construyen, así como las posiciones políticas que se adoptan dentro

de los bares y la postura que colectivamente han adoptado los bares del sector frente

al resto de la ciudad, lo que me condujo a un análisis de la marcha por la ciudadanía

LGBT que se llevó a cabo por primera vez en 2009 en la Avenida Primero de Mayo.

La pregunta que guía este capítulo es ¿bajo qué modalidades tiene lugar lo político en

bares donde supuestamente sólo cabe la diversión y el esparcimiento?

El argumento central de esta tesis gira entonces, alrededor del cuerpo: la forma en que

la masculinidad hegemónica, basada en una imagen caricaturizada del hombre

heterosexual se expresa en la performática de las personas que asisten a los bares, así

como en las imágenes y en los discursos que circulan en los bares, cuáles son esas

imágenes y cuáles los discursos y cómo todo esto está centrado en la corporalidad de

los asistentes que se clasifican entre sí a partir de características como la apariencia

física, la edad, la capacidad económica y la clase social, entre otras, todas expresadas

en el cuerpo y naturalizadas en los movimientos y gestos corporales.


  9
 

Las fuentes teóricas de este trabajo son variadas y provienen de diferentes disciplinas

y campos del conocimiento. En el campo de los estudios culturales me sirvieron de

referente autores como Simon Frith y Edward T. Hall para analizar el performance, el

cual pude aplicar en las actuaciones de transformistas y strippers, así como la

proxemia, de gran utilidad para entender las relaciones en el espacio y el uso del

cuerpo como medio de comunicación, al tiempo que el referente del género y de la

intención sexual. En este sentido, la conceptualización de Erving Goffman sobre la

realización dramática me brindó una herramienta fundamental en el análisis de las

relaciones interpersonales en el espacio del bar. Trabajos etnográficos como los de

Hector Carrillo, José Fernando Serrano, Maria Elvira Díaz, Andrés Góngora, Carlos

Iván García y Néstor Perlongher, me sirvieron para conocer casos similares en otros

lugares de Latinoamérica y Colombia, así como referentes etnográficos que me

brindaron perspectivas distintas para discutir espacios de homosocialización. El

trabajo de Steven M. Kates me permitió vincular una perspectiva etnográfica más

vinculada con el consumo, mientras que trabajos como los de Gill Valentine, David

Bell, desde los estudios gay me sirvieron para elaborar una cartografía social. Desde

la filosofía, principalmente Judith Butler, ha sido fuente de inspiración para la

construcción de un marco teórico en mi investigación, no sólo para entender la

construcción social del cuerpo queer sino también para entender las estructuras del

performance de género y las formas en que su ritualización en la vida cotidiana,

producen una naturalización de las actitudes, gestos y movimientos que asociamos

tradicionalmente con lo masculino y lo femenino. Trabajos sociológicos como los de

Oscar Guash, Laurentino Velez Pelligrini y particularmente Pierre Bourdieu, me


  10
 

dieron luces frente a una categoría que me resultó particularmente difícil de abordar

en la escritura: la clase social.

Pese a que a lo largo de los capítulos, ampliaré el uso de varios conceptos a la luz de

la teoría y mis propias posturas frente a las fuentes y los datos, considero importante

delimitar aquí uno de los más recurrentes en esta investigación: el concepto de “gay”,

que puede entenderse o traducirse como homosexual, pero también como feliz o

alegre, colorido, festivo, contento, vivaz, exuberante, brillante, licencioso. Este último

significado está más relacionado con el tema central de mi investigación: la rumba.

Quisiera aclarar, sin embargo, que el concepto que uso de la cultura gay se distancia

de la idea medicalizada de la homosexualidad como comportamiento desviado, así

como de la connotación peyorativa y popular del marica asociado a la prostitución

callejera del pirobo (Vease: García, 1999) o del miche (Vease: Perlongher, 1993).

Si bien soy consciente de que este concepto también ha sido modificado por discursos

que promueven desde el consumo la asociación entre lo gay y la alegría propongo

analizar con mayor profundidadlos aspectos relacionados con la construcción de

subjetividad en el caso de los hombres que acuden a los bares localizados en este

sector de Kennedy. Para mí es importante en esta investigación precisamente

complejizar este término, dando cuenta por ejemplo, de los modos en que se

manifiesta esta supuesta “alegría” en el consumo y sobre lo que pueden estar diciendo

estas prácticas sobre la sociedad y sobre el lugar que ocupa lo gay dentro de cierto

orden social, principalmente dentro de la ciudad.


  11
 

En este sentido, mi aporte con esta tesis a los estudios culturales radica en dar cuenta

de una red de relaciones que se generan entre categorías como la clase social, el

consumo, la masculinidad, la heteronormatividad, la imagen y la movilidad en un

grupo tradicionalmente discriminado como la comunidad gay, constituyéndose en una

propuesta transdisciplinar en la que la etnografía, los estudios visuales, los estudios

gay y la cartografía social responden a una mirada que se sale de las aproximaciones

de la antropología, la estética o la geografía tradicionales y que implica una apuesta

por la politización transdisciplinar de la fiesta gay y sus dinámicas.

La clase social juega un lugar principal en la construcción de la homosocialización en

los bares que estudié pues permanentemente se refuerza la distinción y la elegancia

del bar, otorgándole a la decoración, las transformistas, los Dj’s, y por supuesto, el

público, un estatus de clase, insinuando en el discurso, el estatus que tiene el bar

sobre los demás. Los criterios de la diferenciación son principalmente la música, la

cantidad de clientes ‘bonitos’, el renombre de la transformista, la frecuencia con que

se hagan renovaciones locativas. La distinción se centra en los movimientos, más que

en las marcas, en los gestos más que en los apellidos, en el baile, más que en las

palabras.

En medio de laatmósfera de penumbra que ofrece el espacio del bar se consumen al

tiempo una libertad de expresión y unos imaginarios de lo masculino y del deber ser-

gay que entran en conjunción en la pista de baile, donde lo que está de moda está al

mismo tiempo presente en la performatividad de la masculinidad gay. El consumo del

cuerpo joven y atlético es parte integral de la rumba gay de la Primero de Mayo. La

masculinidad juvenil y enérgica hace del espacio del bar un escenario de lo que
  12
 

Baudrillard adjetiva como el objeto más bello, más preciado, más brillante que todos

los demás en la panoplia del consumo y hasta más cargado de connotaciones que el

automóvil que, sin embargo, resume a todos los demás: EL CUERPO (2009:155).

Así, las páginas que siguen, recuentan en un esfuerzo analítico y de síntesis, el trabajo

que durante más de un año regogí, construí y sistematicé alrededor de una compleja

y en muchos momentos contradictoria realidad de la vida nocturna bogotana: la

Rumba gay de la Avenida Primero de Mayo.


  13
 

¿QUIÉN ES ESE HOMBRE?


CONSUMO DE LA MASCULINIDAD HETERONORMATIVA
HIPERSEXUALIZADA EN LA PRIMERO DEMAYO.

Quién es ese hombre


Que me mira y me desnuda?
Una fiera inquieta,
Que me da mil vueltas
Y me hace temblar,
Pero me hace sentir mujer...3

Esta canción de música romántica-popular que se escucha con frecuencia en los bares

de la Primero de Mayo, famosa gracias a la telenovela Pasión de Gavilanes (que se

transmitió por la televisión colombiana en 2004) hace referencia a la masculinidad

que busca la cantante, describiendo constantemente a “ese hombre” en términos no

sólo físicos, sino emocionales. Si bien me detendré en algunas de las canciones que

más se escuchan en estos bares y la manera en que son apropiadas por los actores que

allí convergen, me referiré en este capítulo al modelo de masculinidad que se

consume en este tipo de producción cultural musical.

A continuación explicaré cómo en la rumba gay de la avenida Primero de Mayo de

Bogotá existe un consumo de la masculinidad heteronormativa y de “tipos”

específicos de hombres gay que allí se han construido alrededor del consumo, esto es,

un análisis de la oferta (qué se ofrece en los bares en términos de la masculinidad) y

de la demanda (quiénes lo consumen, cómo se separan o se vinculan los consumos).

En este capítulo hablaré sobre los marcadores de clase, de género y de lo gay que

existen en estos espacios de homosocialización y de encuentros homoeróticos en


3
Forero, Angela. (2005), Fiera Inquieta. En: Pasión de Gavilanes Vol. 1. Sony Music.
  14
 

establecimientos de la Primero de Mayo y mostraré la manera en que se usan y en que

se cruzan, presentándose siempre de manera simultánea en todos los sujetos, y

haciendose siempre más evidentes unos que otros, según la persona.

Analizaré la discusión sobre la sexualidad heteronormativa a lo largo de todo el

capítulo, sin embargo, es importante mencionar que la literatura que revisé habla

particularmente de la heterorealidad (Sabuco y Valcuende, 2003), y se refiere al

sistema sexo/género, entendido en términos generales como lo expresa Gayle Rubin

como el “Conjunto de disposiciones por el que una sociedad transforma la sexualidad

biológica en productos de la actividad humana, y en el cual se satisfacen esas

necesidades humanas transformadas”(1996:97), que interrelaciona conductas sociales

ciertas características anatomo-fisiológicas. Si bien se ha cuestionado desde autoras

como Rubin y Judith Butler la ‘naturalidad’ del sexo proponiendo la construcción

cultural, no me detendré en tal debate y me concentraré en cambio en la forma

ritualizada y performática de la relación entre el sexo y el género que encontré

durante el trabajo de campo.

La masculinidad heteronormativa es aquella fijada por los patrones estéticos y

tradicionales del varón heterosexual: un hombre de clase media o alta, rubio, alto,

blanco, atlético, siempre vestido con ropa de marcas reconocidas (esto es, de grandes

cadenas comerciales), independiente, atrevido, autoritario y protector. Estos

parámetros con los que se ha construido la idea del varón provienen sobre todo de la

publicidad norteamericana y hacen parte del imaginario de los hombres que van a la
  15
 

rumba dela Primero de Mayo –aunque no sólo son constitutivos de este contexto

particular.

Si bien durante la investigación pude observar un gran número de mujeres en los

bares gay, voy a centrar el análisis en los hombres que asisten a estos lugares, pues

fueron ellos quiénes me confiaron las categorías relacionadas con el cuerpo, usadas

para diferenciar a quienes se acercan más o menos a la idea de hombre heterosexual

que se ha construido en la Primero de Mayo (y probablemente en buena parte de la

ciudad): loca, macho, pollo, conejo, momia, musculoca, chica trans, cuchi-kens;

encontré que sobre las mujeres y lo lésbico (aunque no necesariamente sobre lo

femenino) las categorías más empleadas son gallina, y machorra. Asimismo, las

referencias a las mujeres y a su presencia en los bares gay del sector fueron

significativamente menores. Si bien es un campo muy complejo y se construye desde

un entramado de relaciones en las que constantemente se cambian las formas de

interacción, pude establecer una clasificación a partir de al menos tres “campos”:

performance (cómo actúan), la ropa (lo que visten/usan), la voz (lo que dicen, cómo

lo dicen y en qué contexto lo dicen); para el análisis recurrí a los trabajos de Guash

(1995), Eribon (2001), Goffman (1981), Sabuco y Valcuende (2003), Díaz (2006),

Perlongher (1991) y Carrillo (2002). Varios de estos trabajos (Guash, Díaz, Sabuco y

Valcuende y Perlongher, entre otros) se han detenido sobre la manera en que se

construye el significado (y probablemente también el significante) de categorías

como loca y macho, apelativos que hacen alusión al rol desempeñado en el acto

sexual penetrativo. En este sentido, el macho se caracteriza por ser “activo”, esto es,

penetrador, mientras que la loca como contraparte del macho –y con una clara
  16
 

connotación femenina- es quien desempeña un rol “pasivo”, el sujeto penetrado.

Según Maria Elvira Díaz:

Partiendo de una matriz heterosexual, la posición masculina es vista como superior,


mientras que el lugar de la mujer en esta estructura termina siendo el de un ser
penetrable. El penetrable es subyugado y definido no solamente como instalado en la
posición de mujer sino como encarnación de la posición femenina, por lo cual
podemos pensar en la interiorización de la mujer como en un ingrediente de la
homofobia: la penetrabilidad que la subalterniza, subalterniza también a todo ser
penetrable (Díaz, 2006)

Los apelativos loca y macho también tienen resonancia con la idea de la pareja

heterosexual en la que el hombre tiene el poder y la mujer tiene un lugar subordinado;

hacen referencia y circunscriben las maneras de lo gay en la Primero de Mayo, así

como en el caso de España estudiado por Guash (1999). En el caso de Díaz (2006), es

decir, Bogotá de comienzos del siglo XXI, estas características se asocian a las

respectivas categorías en la relación macho/loca. Así, en el imaginario colectivo

existe la idea de que el macho se comporta como el “hombre” y el pasivo como

“mujer”.

Guash (1999), Díaz (2006), Sabuco y Valcuende (2003) y Perlongher (1991)

coinciden en que lo femenino y lo masculino se definen desde el modelo heterosexual

de pareja. A lo largo de mi trabajo de campo pude notar cómo la mayoría de

entrevistados tienen ideas categóricas y dicotómicas sobre si son “el hombre” o “la

mujer” de la relación y qué tipo de hombre quieren ser o esperan tener. Durante mis

charlas con los asistentes a los bares surgieron frases como “yo lo que busco es un

hombre, hombre, porque otra loca ¿para qué? Ni arepera que fuera” (Miguel 24 años)

“yo no quiero una loca ahí toda pegajosa, yo soy hombre y quiero un hombre, no una
  17
 

mujer. Pa’ eso me consigo una gallina4” (Andrés 19 años). Todos estos comentarios

hacen referencia a un desprecio por una feminidad entendida por lo general de

manera peyorativa como lo comprueban sobrenombres que van desde ‘arepera’ hasta

‘gallina’. Desde allí se busca la compañía masculina –entendida en un sentido

heteronormativo- apelando a lo que termina siendo una caricatura de la masculinidad

heterosexual, esto es, a una msculinidad hiperbólica o exagerada.

Homosocialización homoerótica en la Primero de Mayo

He entendido homosocialización como una práctica social entre personas del mismo

sexo, particularmente hombres, no necesariamente gay, cuyos fines son múltiples y

puede ocurrir de manera individual o colectiva, alrededor de un tema común, que en

este caso es la rumba.

Es frecuente encontrar en los bares referencias constantes a la versión de la cultura

gay sobre la masculinidad tradicional, un hombre sexualizado y fetichizado: afiches

de hombres con los torsos desnudos enmarcados dentro de los oficios o trabajos

corporales relacionados con actividades iconográficas de autoridad, fuerza física y

valentía como bomberos, obreros o policías e interpretados por modelos de revistas,

así como fotos de actores de televisión o de cine; al mismo tiempo, se encuentran en

varios de los bares en los que hice la investigación, esculturas de yeso que hacen

referencia a jóvenes griegos y a ángeles-niños, pinturas o fotografías de hombres

4
Gallina es el término que muchos de los hombres con los que hablé usan para referirse a
una mujer. Sin embargo, cuando están en presencia de mujeres, su uso es menos frecuente
que cuando la conversación se da sólo entre hombres.
  18
 

desnudos, en blanco y negro, entre otras. Lo griego por el estereotipo de una sociedad

donde se practicaba la homosexualidad con jóvenes pupilos y por el culto a la belleza

masculina; los ángeles-niños representando la etapa de inocencia previa al coming

out, etapa liminal y peligrosa en la que se cree ampliamente que los hombres pueden

caer en el vicio.

Así, en el segundo piso del bar Atrium Ángelus, hay una barra delante de una gran

cantidad de imágenes pegadas sobre la pared a manera de collage que cubre un poco

más de la mitad del muro. Casi todas las imágenes son de hombres en poses eróticas

(torsos desnudos, hombres jóvenes jugando con mangueras de agua, modelos de ropa

interior, jugadores de fútbol, entre otros). En el muro hay recortes de revistas, de

catálogos de ropa interior masculina y de revistas pornográficas. Estas imágenes,

como las que se ven en bares, como Lujuria, de pinturas al óleo, dibujan hombres que

se asemejan a las esculturas y escenas griegas en las que el cuerpo masculino

semidesnudo tiene el papel protagónico.

La mayoría de las imágenes que se ven en las paredes de los establecimientos son

principalmente de hombres masculinos fetichizados que presentan siempre una

imagen de juventud viril y muscular, dotados de fuerza física. En términos de

Bourdieu,

El mundo social construye el cuerpo como realidad sexuada y como


depositario de principios de visión y de división sexuantes. El programa social
del mundo se aplica a todas las cosas del mundo, y en primer lugar al cuerpo
en sí (2007:22)
  19
 

En este sentido, el significado gay, que se encuentra dividido en la categoría

dicotómica macho/loca, se construye sobre el significado hombre que a su vez se ha

creado en occidente (particularmente desde finales de los ochenta, cuando comienzan

a aparecer propagandas en televisión, dirigidas abiertamente al público gay) por el

capitalismo como autónomo, proveedor, controlado y productivo.

La representación hipercorporizada de un homosexual, con la que se ocultan a


los y las homosexuales, incide en su carácter frívolo, narcisista. El
homosexual es un cuerpo, vive para su cuerpo, sólo se preocupa de otros
cuerpos. La “mente” pasa a un segundo plano para explicar la frivolidad –
graciosa, despreciativa- con la que son caracterizados (Sabuco i Canto &
Valcuende del Río, 2003)

Tal hipercorporalidad y concentración de lo erótico en la apariencia física, explica en

buena parte la preponderancia del cuerpo masculino erotizado y fetichizado en el

consumo gay. En la rumba, el gay está siempre bajo la presión de la estética de la

belleza que se expresa en un cuerpo atlético y demarcado, lo que implica un tipo de

ropas (ajustadas, que realcen o permitan ver la silueta, los músculos), así como un

tipo de movimientos al moverse en el espacio, por ejemplo al bailar.

En general, en la rumba gay de la Primero de Mayo el cuerpo es apreciado en tanto

que saludable y viril, ya que –parafraseando a Bourdieu– es aquí donde se puede ver

la aplicación del programa social del mundo al cuerpo en sí. Es, como mostraré más

adelante, el hombre joven el que se quita la camiseta para bailar y el que se presenta

como más deseable, para los demás, principalmente en términos sexuales, sobre todo

cuando tiene una musculatura marcada, o si al menos, no es gordo.


  20
 

El hombre gordo debe “exponerse” de otra manera. Su fachada, para hablar en

términos de Goffman, no es la misma, de manera que no se recurre necesariamente a

la juventud sino a la simpatía o empatía que puede generar con los demás para

socializar, e incluso para obtener un encuentro erótico o sexual. Durante el trabajo de

campo, Carlos, un joven de 22 años, me decía “yo no levanto acá porque como no

soy así flaco como tú, pero yo vengo a divertirme nada más. Eso sí, para levantar me

meto a Internet o algo así, pero acá no, acá vengo sólo a divertirme”. Más adelante

trataré el tema de la apariencia física como tal en el contexto de la rumba gay de la

Primero de Mayo, pero quiero resaltar aquí el lugar que le da a su cuerpo este joven,

que se consideraba a sí mismo “gordo” y era incluso apodado “gordo” por sus

amigos, al momento de flirtear en el bar. En este contexto, el verbo ‘levantar’ se usa

para indicar el acto de acercamiento con intenciones eróticas. Así, el que ‘levanta’ es

el que toma la iniciativa, mientras que quien es ‘levantado’ es aquel a quien se

conquista. Durante la rumba, sobre todo si no se asiste en grupo, pero también cuando

aumenta el consumo de alcohol y otras sustancias psicoactivas, levantar, se vuelve

uno de los objetivos de la rumba.

En general, la rumba de la Primero de Mayo no es una rumba de levantes explícitos.

Muchos de los hombres que vi durante el trabajo de campo estaban acompañados de

sus parejas o de amigos, y en general formaban grupos cerrados a los que era

relativamente difícil aproximarse. Sólo después de cierto momento (en el que ya

habían tomado suficiente alcohol) se me permitía entrar en un grupo o bailar con

ellos.
  21
 

Cuando se trataba de parejas, casi siempre bailaban juntos y con frecuencia se

alejaban del lugar en el que había hombres solos, de manera que se ubicaban muy

cerca de la pista de baile y si era posible, se llevaban sus tragos con ellos, de manera

que no fuera necesaria una mesa. Los casos en los que me fue menos difícil entablar

alguna conversación con alguno de los asistentes eran los grupos en los que había al

menos una pareja establecida y un acompañante que estaba solo. En este caso, la

presencia de un tercero podía o no incomodar a la pareja, pero ciertamente

incomodaba al tercer participante, caso en el cual, la conversación con alguien que se

acerca, se aprecia particularmente. Sin embargo, en esos casos apareció con

frecuencia la frase “vine con ellos porque estaba sólo y no tenía nada que hacer”

generalmente acompañada de una frase como “si yo tuviera novio no lo dejaría salir

sólo ni a la esquina, mucho menos a un bar”. Esta frase muestra cómo se piensan las

relaciones de pareja, generalmente basadas en la monogamia, el control y la posesión

de uno sobre el otro, lo cual a su vez implica actitudes de control y vigilancia sobre la

sexualidad del otro, tanto dentro como fuera del bar.

Resulta muy importante el modelo estereotipado heterosexual practicado en la rumba.

La mayoría de los entrevistados habla de lo importante que resulta el levante allí, pero

siempre de una manera indirecta, negando que sea el sexo la principal motivación

de la socialización en el bar. Con frecuencia pude escuchar frases como “yo no

vengo a levantar, yo vengo a divertirme y a pasarla rico”. Sin embargo, cuando les

preguntaba por sus relaciones sexuales más recientes, casi todos decían haber

conocido a sus parejas (estables o pasajeras) en uno de los bares del sector.
  22
 

Héctor Carrillo (2002) explica la manera en que el encuentro sexual ocurre en

ciudades como Guadalajara, en donde –según el autor- los hombres tienen mayores

prerrogativas frente al deseo que las mujeres, lo que las conduce a ellas a mantener la

“resistencia” o al menos a aparentar que resisten. Por su parte, las relaciones sexuales

entre varones implican un cortejo, explícito y directo previo a la experiencia sexual

misma, lo que explica que haya más experiencias o contactos sexuales entre hombres

que se acaban de conocer que entre hombres y mujeres. En el caso de dos hombres

ninguno de los dos está socialmente obligado a “resistir” al otro, lo que implica una

mayor cantidad de relaciones sexuales que en el caso de las relaciones heterosexuales.

Cuando indagaba por la manera en que se socializaba con desconocidos en el bar,

muchos de mis interlocutores respondían con frases como “yo no me levanto a

cualquiera (...) si me quiere, tiene que buscarme, tú sabes ¿no?” Asimismo, mientras

este tipo de respuesta puede estar inspirado en el rol clásico de la mujer que hay que

conquistar, muchos me respondieron desde el modelo tradicionalmente masculino,

con frases como “si a mí me gusta un man, yo de una le caigo, ya si el man no quiere

pues bueno, pero uno le hace el intento a ver qué pasa”. Me pareció interesante al

realizar el análisis, encontrar que estas respuestas no se correspondían estrictamente

con el modelo loca / macho y que suele pasar en el sentido inverso. En los bares que

estudié, expresar más abiertamente el deseo hacia otro hombre resultaba ser un

marcador de feminidad, lo que a su vez está relacionado con una forma de realizar el
  23
 

acercamiento, mientras que quiénes eran objeto de la intención erotico afectiva, se

consideran más masculinos.

Guash centra en su análisis en las relaciones sexuales inspirada en el siguiente

gráfico:

Progresiva disminución de rasgos masculinos

Macho Blando Loca

Activo Indefinido Pasivo

Gráfico  1.    Tipos  según  rol  masculino  (Guash,  1995:98)  

Este gráfico resulta muy importante para la España de comienzos de los noventa,

pues da cuenta de la oposición macho / loca y le suma la oposición activo/ pasivo,

yendo de una mayor a una menor cantidad de rasgos masculinos. Pasa además por un

estado intermedio, que el autor denomina blando y que básicamente se refiere a

hombres que no han decidido en qué lado de la oposición loca/macho se encuentran.


  24
 

En la Primero de Mayo, el modelo de Guash se puede encontrar con la misma

oposición principal –sobre todo en términos de los imaginarios de cada categoría-,

pero con diferencias importantes, puesto que no se corresponde necesariamente con

las prácticas de los hombres en el interior de los bares, ni con lo que me dijeron los y

las informantes en conversaciones y entrevistas. En el caso de la rumba gay en la

Avenida Primero de Mayo, este modelo no permite ver con claridad los cambios en

las maneras de comportarse de los participantes de la fiesta: en muchos casos, un

hombre de comportamientos más masculinos en el proceso de conquista o levante, se

refería a sí mismo en femenino o admitía ser pasivo en el encuentro sexual, mientras

que por ejemplo, las transformistas, suelen tener reputación de penetradoras, lo que

contradice el modelo de Guash.

Por otro lado, el paso o categoría intermedia que el autor propone para el caso

español, el indefinido, no se encuentra en la Primero de Mayo; a cambio de éste, se

encuentra el versátil que difiere del indefinido porque no se encuentra en indecisión

sobre su rol durante el encuentro sexual, sino por el contrario, dice sentirse cómodo

tanto en el rol ‘activo’ como en el ‘pasivo’, con lo cual, desvirtúa el lugar del

indefinido y permite una tercera alternativa, una postura de poder diferente ante las

prácticas sexuales como definitorias de la masculinidad, pues esta última ya no está

necesariamente en duda o disminuida cuando se relaciona con una práctica en la que

se es penetrado.

Durante el trabajo de campo, Andrés, de 19 años, se auto nombraba como macho,

pero no se identificaba como activo o pasivo, ni asociaba las prácticas sexuales a la

masculinidad, sino que se interesaba más por la actuación masculina en público de su


  25
 

posible pareja sexual, que por el tipo de práctica que prefiriese. Así, para él era más

importante la manera en que su pareja sexual actuara en público (le interesaba que

actuara de manera masculina), sin importar si prefería penetrar o ser penetrado

durante el acto sexual.

Posiblemente el trabajo de Guash, mucho más sociológico que etnográfico, resulta

menos ilustrativo de la manera en que se desenvuelve el modelo gay en España, que

el estudio de Carrillo para México, puesto que éste último permite ver las

discontinuidades que existen en los modelos que se aplican desde las ciencias sociales

a los hombres gay. Sin embargo, una similitud que comparten, es que en sus

caracterizaciones de la homosocialización homoerótica, las relaciones sexuales

ocurren con relativa facilidad: el momento del cortejo es la mayoría de las veces,

breve, a menos que los interesados estén esperando que alguien mejor aparezca o que

simplemente no quieran entablar una relación con quien los está cortejando.

En el curso de la investigación noté que la manera en que se realiza el flirteo o

acercamiento con fines sexuales en la rumba gay de la Primero de Mayo está

relacionada, como lo muestran Guash, Carrillo y otros, con una idea

heterosexualizada de la relación de pareja, pero sobre todo pude notar que el levante

es una actividad importante dentro del bar, partiendo siempre de la idea de que hay

una “resistencia” necesaria para lograr un interés más allá de lo estrictamente sexual,

aunque tal interés sea fingido. Al respecto, Andrés, mencionaba cómo “cuando a mi
  26
 

me caen yo si no se lo voy soltando a cualquiera, yo no soy tan fácil (...) le toca

sacarme a bailar un buen rato y conocerme, y yo también conocerlo a él”.

Es importante anotar que ni en Carrillo ni en Guash hay una clara reflexión sobre lo

que podría llamarse promiscuidad, pese a que hablan de la facilidad o la brevedad con

la que un hombre gay entabla o procura entablar una relación sexual en un sitio de

homosocialización como un bar. Sin embargo, Sabuco y Valcuende ofrecen una

interesante interpretación de la masculinidad de los hombres gay, particularmente en

una serie de cuatro imágenes de la representación de los gay. En la primera de estas

imágenes, los autores explican cómo

“la promiscuidad con la que se caracteriza a los homosexuales es incontrolada.


Su hipercorporación los convierte en “esclavos” de un cuerpo que no está bajo
su control (…) cuando los homosexuales hacen muestras públicas de afecto o
deseo esto es un indicio más de una supuesta “promiscuidad”, que se traduce
como algo bello, afectuoso, “normal” en el caso de los heterosexuales” (2003,
p.148)

Estos autores presentan el tema de la supuesta sexualidad descontrolada de los

hombres gay de una manera particularmente distinta a la de los dos anteriores. La

aparente hipersexualidad gay tiene que ser analizada en un contexto más complejo.

Primero, hay que tener en cuenta que lo que se censura en los hombres gay, se

promueve con frecuencia en los hombres heterosexuales: la promiscuidad, entendida

como un mayor número de parejas sexuales. Hacer alarde de las muchas relaciones

que se tienen, se celebra dentro su grupo de amigos heterosexuales como una manera

de demostración de la masculinidad desde la adolescencia; sin embargo, en el caso

particular de los hombres gay se entiende esta promiscuidad como inmoral, e incluso
  27
 

como peligrosa, al asociársele con el VIH. Es así como lo que se castiga en los

hombres gay no es la promiscuidad, sino la homosexualidad misma.5

Ahora bien, es posible que las referencias sexuales que encontré en el trabajo de

campo se hayan construido a partir de la idea de promiscuidad hipercorporizada, y

valga la pena decirlo, hegemónica de lo que debe ser un hombre (reproductor,

proveedor, viril, trabajador), dado que la masculinidad gay tiene como modelo la

masculinidad heterosexual, pero la caricaturiza, la expresa de una manera hiperbólica,

al construirla desde una idea de lo que ‘debería ser’. Como mencioné al comienzo de

este capítulo, tanto la decoración de los bares, como las actuaciones o performances

de los asistentes, animadores y meseros de estos sitios hacen constantes referencias a

la sexualidad hipercorporizada.

En ese sentido, muchos de los entrevistados piensan el ser-gay estrechamente

relacionado con la promiscuidad y tratan individualmente de distanciarse de esta

imagen. Durante la investigación, Eduardo, de 23 años, y en busca de una relación

estable, me habló así cuando le pregunté por las relaciones monogámicas: “yo

prefiero alguien que me respete y me valore que alguien que me irrespete con

cualquiera”, mientras que Nelson, de 24 años, administrador de una panadería en

Bosa, respondió asegurando que “si yo fuera su novio no permitiría que viniera sólo,

porque eso uno no sabe con quién termine por ahí”. De la misma manera, Andrés, que

se preocupa mucho más por la masculinidad de su próxima pareja estable respondió

5
Utilizo aquí el término homosexualidad en su sentido más tradicional, relacionado desde la
medicina, con una patología o desorden.
  28
 

que “si uno lo hace cuando tiene la oportunidad, ¿Por qué no lo va a hacer el otro que

también es hombre?” (Andrés, 21 años) En estas frases, dichas todas en contextos de

bar, se hace énfasis en el contacto erótico con sujetos de deseo que pueden ser

personas desconocidas, pero también de la manera en que se entienden las relaciones

de pareja, ambas entendidas (acaso construidas) desde un modelo heterosexual de

comprensión del sujeto- hombre.

Edad y apariencia (conejos, momias, cuchi Kents y gallinas)

Sábado, 11.00pm. el bar está lleno y el Dj está poniendo una tanda de merengue. La

gente en la pista de baile tiene problemas para moverse, pues no hay más espacio

disponible y algunas parejas prefieren bailar alrededor que subir. Mientras hablaba

con Andrés, me dice “pues uno joven levanta más, entonces uno no se viene así más

arregladito, porque pues no necesita, pero uno por ahí que sea bien loca y más bien

viejito, le toca arreglarse más” (Andrés, 21 años). En otra ocasión, Miguel le dijo:

“este bar es más chévere porque vienen más conejitos entonces me caen más los que

son como yo” (Miguel, 24 años).6

La edad, es un asunto importante en los bares gay de la 1M. Por un lado, existen

bares en los que la minoría de edad es permitida y de hecho se han dado a conocer

como los bares donde hay pollos o conejos, apelativos con los que se hace referencia

a la juventud (aunque no necesariamente a la minoría de edad) de los clientes. El


6
Sobre el término conejo hablaré más adelante. Baste por ahora con aclarar que se refiere
principalmente a hombres jóvenes e incluso menores de edad.
  29
 

Club la Vega (ahora cerrado), Titan Men y River Side, son los principales exponentes

de este tipo de público. Por otro lado, existen bares en los que se ve un público

mayor, como los cafés Strass y Go frecuentados por personas mayores de 40 años.

Aunque en apariencia, no existen restricciones de edad para entrar a los bares (aparte

de la restricción legal sobre menores de edad que no siempre se cumple), con mayor

regularidad, hombres de mayores de 40 años no asisten a los espacios en los que la

rumba se dirige a un público juvenil, mientras que los cafés, pensados no para la

rumba sino para la conversación, y en los que el volumen de la música e incluso la

música misma no son “bailables”, son frecuentados por el público más adulto. Al

respecto de la preferencia por un público de una edad determinada, un entrevistado

mencionó que,

(…) Hace días vino un viejito y se sentó a tomar y al ratico ¡se cagó! Yo no lo
podía creer. Y ese señor de edad, ya, más bien momia. El man se cagó ahí
sentado (…) pero ese es el problema de las momias, siempre les pasa algo.
(David, 25 años, portero del Klan)

El término “momia” se emplea -particularmente en un sentido despectivo- para

referirse a hombres de más de 50 años, que no son clientes regulares de los bares y

que no tienen un aspecto atlético y juvenil. David tiene actualmente 25 años, es

portero en El Klan durante las noches y descansa durante el día. Actualmente ahorra

para estudiar administración hotelera en el SENA. Me contó que los clientes mayores

tienden a lucir ropas más oscuras y menos ceñidas al cuerpo, ocultando así su silueta:

“Como que no les gusta que se les vean los gordos (...) por eso es que son fáciles de

reconocer”. Puesto que son mayores que el promedio de quienes asisten a estos bares,

y dado que la mayoría de ellos no baila, como lo hace gran parte del público, suelen
  30
 

estar ubicados en las márgenes de los bares, relativamente retirados de las pistas de

baile7, a menos que estén acompañados de hombres más jóvenes con quienes

comparten el trago, más que el baile (pese a que eventualmente bailen juntos). La

mayoría de las veces, cuando había hombres de este rango de edad en una mesa junto

a la pista, solían estar sentados hablando mientras los más jóvenes bailaban.

Los hombres mayores, pueden aparecer como más viriles a los ojos de los más

jóvenes quienes no tienen mayor reparo en una actuación más femenina. Pero ante

todo los mayores simbolizan mayor capacidad económica o de pago de tragos y otros

consumos suntuarios que los jóvenes que pueden resultar atractivos para éstos, sobre

todo si están buscando pareja. Eduardo, un hombre de 23 años me decía que lo que le

“llama la atención” de los “hombres ya mayores” -que para él son los que tienen más

de 35 años- es que “son más serios en la vida, ya trabajan y tienen como más

estabilidad, ¿sí me entiendes?”.

Al ahondar sobre este tema, Eduardo mencionaba que son los hombres mayores los

que tienden a buscar relaciones más estables, quiénes están dispuestos a entablar una

relación a más largo plazo y que por lo tanto son quienes pueden ofrecerle “algo más

que sólo sexo” y agregaba “claro que hay unos que ni te cuento, sólo lo buscan a uno

porque es joven y creen que uno no sabe cómo es la cosa con ellos y sólo quieren

estar con un pollo para que los vean y ya” (Eduardo, 23 años). De esta conversación

7
Hay que tener en cuenta que los cafés en los que el público asistente es predominantemente
mayor de 40 años no tienen pista de baile, por lo que el espacio no se organiza de la misma
manera que en los bares.
  31
 

pude deducir que a los hombres mayores (al menos a los ojos de Eduardo) buscan ser

vistos con hombre más jóvenes, como una manera de demostrar éxito sexual.

David y Eduardo, como la mayoría de mis entrevistados de menos de 30 años,

relacionan la edad o la apariencia de cierta edad, con la idea de que el hombre que

más estabilidad emocional le puede ofrecer, es un hombre con experiencia, es decir

de más de 30 años. Sin embargo, no dejan de tener en cuenta que al menos en algunos

casos, lo que buscan en él es un encuentro sexual casual. Asimismo, y pese a que no

quisieron profundizar en el tema del dinero, parece ser que para ellos el hecho de

que el otro tuviera un empleo (y por tanto un salario fijo) resultaba importante a la

hora de buscar pareja y estabilidad.

Por otra parte, durante una salida de campo a Strass en la cual estuve acompañado por

dos hombres de más de 45 años, Jorge, un cliente de 21 años y estudiante de

bacteriología, después de haberme sacado a bailar, me preguntó “¿y quiénes son tus

amigos, de dónde son?” Al responderle que era un profesor de la universidad y el

otro, un amigo suyo, el entrevistado me responde riendo “Ah! yo pensé que eran

clientes tuyos”. Durante la conversación me explicó que pensaba que yo me dedicaba

a la prostitución “porque uno así conejito no rumbea solito con las momias, entonces

pensé que era que te pagaban (…) pero normal, pues a mí eso no me importa, sino

que pensé que eras el "acompañante" de ellos” (conversación con Jorge)

Al preguntarle por qué pensaba que ellos eran mis "clientes" me dijo que le parecía

que un hombre de mi edad no suele salir acompañado de dos hombres de la edad de


  32
 

ellos, y me reiteró que le parecía “normal” que yo estuviera prestándoles el servicio

de prostitución, lo que rápidamente se transformó en su versión -más decente- de

acompañante. Así, este entrevistado percibió en el mero hecho de mi compañía con

dos hombres mayores un acto de prostitución relacionando basándose en la la

apariencia y la diferencia de edad. Así, el joven que me abordó me leyó como un

"acompañante" sólo por la diferencia de edad entre los profesores y yo, sin embargo,

a lo largo de la conversación hizo dos comentarios que me revelaron su lectura sobre

nosotros. Por un lado, mencionó la manera en que estaba vestido y la comparó con la

de ellos: “es que tú te vistes más juvenil, como jeans y tennis, pero como ellos son

más formales entonces pues no parece que fueran todos amigos” –decía Jorge. Por

otro lado, hizo una referencia a la manera en que me relacionaba con ellos desde el

factor del dinero: “no pues como yo vi que te pagaban todo y que tú eras el que

pedías los tragos y todo… entonces yo pensé que no eran solamente amigos, pero

normal, normal” –continuaba. En efecto, la razón por la que Jorge me veía como

prostituto o acompañante, era la relación que se veía entre nosotros, partiendo

siempre de la diferencia de edad y apariencia, que devino en diferencia de poder

adquisitivo. En términos de Perlongher,

La tensión de clase, (…) refuerza la imagen histórica de la homosexualidad como


transgresora de las barreras de clase, lo cual se hace más evidente en la situación de
prostitución donde se da la relación entre un homosexual adulto y “rico” y un
muchacho (…) (1999:223)

Es posible que este entrevistado me haya sacado a bailar, solamente porque pensó que

yo era un trabajador sexual con dos clientes mayores; otro rasgo interesante es que

me repite la categoría de “conejo” refiriéndose a mí como un hombre joven, o al


  33
 

menos más joven que mis acompañantes. También hay una reiteración sobre el tema

de la prostitución al mencionar en más de una ocasión que le parece “bien” o que él

no tiene “problemas” con “eso”.

Otra de las categorías asociadas a la apariencia son: gallina y Cuchikent. La primera

hace referencia a las mujeres y es una categoría usada por hombres gay que se

identifican con ellas en “lo femenino”. Es una identificación en aspectos de

subordinación en la medida en que el comportamiento femenino, hace de ellos un

lugar cercano a las mujeres, en el mismo lenguaje: el de caza. Así, los conejos y las

gallinas, son subordinados en el lenguaje por los machos, que tienen un lugar de

enunciación distinto, particularmente si se tiene en cuenta la equiparación entre la

loca y lo femenino como una idea de lo penetrable (dominado, sometido,

inferiorizado). Sin embargo, la equiparación que desde lo masculino se ejerce sobre

las mujeres y las "locas" se pone en disputa cuando se mira con más detalle la

relación entre ambas. Miguel, de 24 años y estudiante de un programa técnico en

sistemas, habla de las “gallinas” en condición de inferiores y se refiere a ellas como

“esas gallinas que no hacen sino ruido, se la pasan cacareando” (Miguel, 24 años).

Existe una discriminación de género, que otorga características de un animal inferior,

doméstico (sin poder) como “gallina” así como otros hombres hacen lo propio con él

al llamarlo “conejo” o “pollo” siendo las presas del hombre masculino que tiene el

lugar del cazador: el macho.


  34
 

Tanto para las “gallinas” como para los “conejos” existe una idea clara de su

apariencia y de su edad. En el primer caso el carácter femenino está dado por el sexo.

Los senos y las caderas son el primer blanco de la mirada cazadora de quién habla de

ella usando el sobrenombre. La feminización y por tanto la subodinzación se

concentran a partir del lenguaje en los mismos lugares que las relaciones

heterosexuales tradicionales han concentrado la diferencia sexual entre los géneros,

poniendo el cuerpo de la maternidad al servicio de los hombres. Asimismo, para

algunos de los entrevistados (sobre todo mayores de 30 años) la presencia de las

mujeres en sus vidas sentimentales está marcada por a tensión entre el deseo por otro

hombre y las normas heterorreales del mundo social. Bernardo, uno de mis

entrevistados (mesero en Go y Tropicana y en una pena de amor, para cuando

realizamos la entrevista en 2008) me contó cómo

Yo trabajaba antes en un asadero y allá me enamoré del sobrino del dueño. Yo era el
administrador de la sucursal del norte y comenzamos a salir y todo el mundo sabía, la
familia de él y todo, pero a los cuatro años ¡él me dejó para casarse con una gallina!
Entonces yo renuncié y él me pidió que no renunciara, que me pagaba más. Y yo le
dije que ni porque me pagara millones, que yo con él no me podía quedar en el
mismo lado. Entonces me vine a trabajar acá a la Primero de Mayo y he trabajado en
barios bares (Bernardo, 32 años)

La historia de Bernardo no es la única. Muchos hombres gay prefieren mantener su


vida eroticoafectiva ‘en el closet’ y tener una relación de noviazgo o matrimonio con
una mujer, a fin de mantenerse a salvo de las reacciones homofóbicas de la sociedad.
Sin embargo, en el caso particular, encuentro una reacción muy fuerte de parte del
sobrino del dueño del asadero, pues prefiere mantener su relación con Bernardo en el
anonimato del asadero, en lugar de cortar definitivamente con cualquier tipo de
relación con él. Al mismo tiempo esta decisión implica una serie de cambios en la
vida cotidiana de mi entrevistado, pues debe buscar trabajo en otros lugares, haciendo
cosas que no eran lo que él esperaba o quería, como trabajar en bares.
  35
 

Asimismo, algunos de los entrevistados más jóvenes mostraron ansiedad ante la

posibilidad de que una mujer les “quitara” a su pareja. Según Christian, mesero de

Go, “aquí hubo un cliente que se emborrachó y todo porque el novio dejó embarazada

a una amiga. Como que en una fiesta por allá terminaron juntos y ahora ella en

embarazo y todo (…) y el otro todo borracho llorando porque una gallina le había

quitado al novio” (Christian, 27 años).

Si bien la presencia de mujeres heterosexuales en los bares gay es común, desde el

modelo heteronormativo imperante, son también objeto de una discriminación

androcéntrica que las ubica en el lugar de la mujer seductora de hombres, la amiga a

la que se le confiesan los secretos, pero al mismo tiempo de quien se teme la

posibilidad de la maternidad.

Por otro lado están los Cuchi kents8, palabra que designa a un hombre mayor, de la

edad del momia, pero con una apariencia atractiva mantiene una apariencia juvenil,

ya sea con ropa que considere “joven”, que en el caso de la Primero de Mayo se

puede entender como camisetas de colores vivos y ajustadas al cuerpo, jeans

ajustados, tennis, el pelo corto, sin barba, perfumados, en algunos casos sin arrugas o

canas. A diferencia del momia, conserva una apariencia atlética y un estilo joven.

El apelativo tiene, por un lado origen en la misma idea en una versión femenina, la

Cuchi Barbie, y como éste, el apelativo masculino nace de la unión de las palabras

cucha(o) y Barbie (Kent) lo que resalta simultáneamente la idea de vejez y la de

8
Otro término que se usa para el mismo tipo de hombre es come años haciendo referencia
directa a la apariencia jovial del adulto.
  36
 

mantenerse siempre deseable, de aspecto joven, inmutable con los años, al estilo de la

muñeca más vendida del mundo y su compañero sentimental, Kent. Además de las

cualidades estéticas que se le asignan al Cuchi Kent, se le asignan otras, relacionadas

con la clase.

El Cuchi Kent representa entre los hombres con quienes hablé, muchos de los ideales

de la masculinidad gay. Por un lado, se mantiene físicamente joven, por otro lado,

tiene dinero para invertir en su apariencia y “mantenerse joven” lo que le permite a

su vez demostrar que tiene dinero. Esa ostentación lo pone en la mirada de otros

hombres (particularmente los más jóvenes, con quienes no tiene que competir, pero a

quienes desea) y al mismo tiempo le permite hacer una diferencia de clase con

respecto a los demás e incluso al bar que frecuenta, al demostrarse selectivo a la hora

de escoger la rumba a la que asiste, porque

Uno no se mete a cualquier hueco (…) cuando yo era más sardino sí me metía
en todas partes, pero ahora pues uno escoge en dónde se mete. Que sea una
buena rumba, que no sea un chochal9 horrible que sirvan mal trago y que esté
lleno de loquitas (…) A mí me gusta es que haya gente bonita y que tenga una
buena rumba. (Antonio, 36 años, trabajador de una empresa de bienes raíces
en el barrio Kennedy)

La selección del bar por parte de estos clientes, habitualmente termina en los mismos

puntos: River Side, el bar de conejos o Tropicana, el bar más grande del sector -y uno

de los más viejos- reconocido por mis entrevistados como el Theatron de la Primero

9
Chochal: el término indica un lugar, por lo general un bar (pero no exclusivamente) que se
caracteriza como un bar de muy baja calidad. Es una categoría de clase para hablar
despectivamente de un bar.
  37
 

de Mayo. En ambas selecciones lo que prima es, por un lado, el marcador de clase del

bar y por otro lado, el público al que tal bar está dirigido.

A lo largo de la investigación encontré que la mayoría de entrevistados y de los

hombres con quienes sostuve conversaciones en los bares, suelen fijar su atención en

los hombres que cuidan su cuerpo de aspecto viril/juvenil (musculosos, rapados o de

pelo muy corto y ropa menos colorida, que no sea amanerado). Lo que se reconoce

como viril es un modelo de cuerpo y de comportamiento tradicionalmente asociado a

un tipo ideal de hombre heterosexual y construido por y para ellos. En ese sentido,

como lo expresan Sabuco y Valcuende,

Desde el orden heteronormativo se han fijado una serie cambiante de atributos, de


conductas que, desde la desviación a la diferencia persiguen el mismo fin:
controlar y reprimir lo que no es heterosexual. Sin entrar en la perspectiva
diacrónica, hoy la homosexualidad se define mediante una imagen hiperbólica del
principio de dominación masculina, aunque paradójicamente parezca una
producción autóctona, libre y subversiva (2003:143)

En la representación de los hombres gay (en imágenes, discursos, prácticas) tanto en

imágenes como en los discursos y las prácticas de homosocialización homoerótica en

la Primero de Mayo, hay una tendencia a preferir una masculinidad heteronormativa

que se marca no sólo en relación con las mujeres, sino en relación consigo mismo,

con el otro, que deviene cuerpo-masculino y que genera, para parafrasear a Guash,

una “frustración” al demostrar movimientos, acentos o ademanes femeninos (también

de tipo heteronormativo). De manera que “lo masculino heterosexual hiperbolizado es

la imagen dominante, hegemónica, en la cultura gay, sin perder ninguno de sus

atributos clásicos. Más bien al contrario, resaltándolos y subrayándolos y


  38
 

enfatizándolos de tal modo que la sobre representación debilita el carácter

potencialmente subversivo de la homosexualidad” (Sabuco y Valcuende, 2003:144)

Esta exaltación de las características atribuidas a la masculinidad heterosexual, no

sólo en el carácter sino en el cuerpo mismo, ha generado una fijación con el cuerpo,

en particular con el cuerpo joven (esto es de no más de 30 años), musculoso, sin vello

corporal, blanco, es decir, como mencioné anteriormente, un significante masculino

que se expresa en un cuerpo muy específico (Kent podría ser un ejemplo de este

significante de cuerpo masculino).

En general se valora negativamente el cuerpo gordo o viejo. Sin embargo, no

encontré en el trabajo de campo una asociación entre los adultos mayores y la

gordura. Las guías de sitios gay tanto en internet como en papel se refieren a los

bares siempre mostrando imágenes de hombres delgados y atléticos. Sólo existe un

tipo de hombre velludo y gordo que se permite en esta imaginería (de todas formas

periférico con respecto al modelo delgado y atlético), conocido como el “oso” que

básicamente es un hombre velludo y gordo, con una apariencia masculina muy clara,

no afeminado y sin ropa ajustada, suele demostrar que tiene dinero usando joyas

(cadenas principalmente) las cuales muestra usando una camisa desabotonada. Se

puede decir que de un hombre con estas características físicas y estéticas se deriva

también una actitud masculina heteronormativa. En Bogotá sólo existe un bar

enfocado a este tipo de público, llamado Colosos, ubicado en Chapinero; este bar

hace menos propaganda que la mayoría de los demás y restringe la entrada a los

hombres que cumplen con el estereotipo del “oso” tradicional.


  39
 

Sabuco y Valcuende (2003:148), hablan de tres imágenes de lo gay, según las cuales,

los hombres gay serían: promiscuos, narcisistas y consumistas.10 Según los autores,

las tres imágenes de la representación simplificada de lo gay tienen que ver con el

cuerpo y con la apariencia de los hombres. Al referirse a la segunda imagen,

mencionan cómo “el homosexual se preocupa por su imagen porque es una imagen”

poniendo sobre la mesa la relación que existe entre la idea de lo gay y las imágenes

que de ello se han construido. En concordancia con ellos, en los bares objeto de este

estudio, es muy frecuente el uso de espejos. No obstante, dichos espejos no están

ubicados en cualquier lugar, sino en la pista de baile. Al preguntar por éstos en dos de

los bares, los meseros respondieron que los espejos sirven “para que se vea más

grande la pista” es decir, para que la sensación de espacio en la pista sea más grande

y aumente así la sensación de multitud en el momento del baile. Sin embargo, el

espejo es usado por los asistentes para varios efectos, casi todos relacionados con el

proyectarse en un uso específico del cuerpo y de la imagen de juventud.

Una de las maneras en que un espejo puede ser usado por un asistente, es verse en él,

arreglarse mientras baila o justo antes de comenzar a bailar. Asimismo y

particularmente mientras se baila música electrónica, el espejo sirve como compañero

de baile de quienes no tienen pareja, lo que resulta particularmente escaso en la

Primero de Mayo, pues casi siempre los bailes son en pareja o en grupo incluso

cuando suena música trance o techno (que suele bailarse en solitario), pero también se

10
  Valga decir que los autores se refieren principalmente a lo que cultural y socialmente se ha
entendido y se entiende por “lo gay” y por “los gay”; no pretenden pues, hacer una clasificación a
partir de estas categorías, sino explicar las categorías que han encontrado en la sociedad.  
  40
 

puede ver a través del espejo a otra persona para flirtear sin ser visto por la pareja de

baile de alguno de los dos. Con todo, uno de los usos más comunes de los espejos de

la pista de baile es el de verse, corregir la apariencia o incluso el baile, ya sea propio

o ajeno: durante el trabajo de campo pude observar en varias ocasiones lo que podría

llamar clases de baile en las que el maestro enseña a través del espejo a su compañero

algún paso de salsa u otro ritmo, generalmente tropical, pero en todos los casos no se

trataba de parejas, sino de grupos en los que no había una clara relación erótica entre

los participantes. En términos del cuerpo, los espejos son heterotopías entendidas en

los términos de Foucault (1967:2)

…. espacios reales, espacios efectivos, espacios delineados por la sociedad misma, y


que son una especie de contraespacios, una especie de utopías efectivamente
verificadas en las que los espacios reales, todos los demás espacios reales que pueden
hallarse en el seno de una cultura están a un tiempo representados, impugnados o
invertidos, una suerte de espacios que están fuera de todos los espacios, aunque no
obstante sea posible su localización

Así, el espejo se constituye en un espacio del bar, pero paralelo a él, un espacio

virtual, de manera que quien se encuentra reflejado puede participar de la fiesta

dándose ciertas concesiones en términos de comportamientos esperados y de manejo

de imagen, al tiempo que le permite hacer cosas que no haría en el plano físico del

bar, como flirtear directamente. De otra parte, en relación con la imagen y la

apariencia, la piel como marcador de la edad resulta principal al momento de un

acercamiento a otro hombre. Según Oscar Guash,

El varón adolescente en el contexto cultural mediterráneo es objeto de culto,


de admiración y de deseo. (…) se valora en él tanto la masculinidad (la fuerza
y la belleza del cuerpo joven), como la indefinición que se deriva de su estado
de tránsito hacia lo plenamente viril (1995:91)
  41
 

Así como en España se valora –según Guash- positivamente el adolescente, el cuerpo

joven es altamente apreciado en la rumba gay de la Primero de Mayo, pero no es

suficiente ser joven, hace falta también ser masculino y tener un cuerpo fuerte y “bien

formado” como diría un entrevistado, quien hizo referencia a la “inocencia” con la

que los jóvenes se acercan a los bares, que “se les nota”. Al preguntarle por el modo

en que él reconoció a los adolescentes, me respondió que “la piel es como más suave,

son más inocentes y eso miran pa´ todo lado y se quedan asombrados”11 Si bien el

informante hizo referencia a la manera en que el joven se desenvuelve en el bar, habla

primero de la piel y de la calidad de la piel que busca en alguien joven.

La clase social

“[En Tropicana, a] las travestis no las dejamos entrar a todas, eso es muy exclusiva la

que se deja entrar aquí” (Bernardo, 32 años. Mesero de Go y Tropicana). La

discriminación de públicos en los bares, hecha de manera directa por el portero o

portera (más común en los bares lésbicos, pero también presente en algunos bares

gay), así como por frases como nos reservamos el derecho de admisión puestas a la

entrada de algunos de los establecimientos son la primera línea de un discurso que se

construye en estos bares alrededor de la clase social y la estética de cada lugar. En

este sentido, hablaré aquí de la manera en que asuntos como la decoración del bar, los

consumos y sus maneras, la masculinidad y lo étnico-racial, están imbricados sobre

una idea de clase y sofisticación.

11
Entrevista realizada en campo el 26 de Noviembre de 2006 a un hombre de 37años en el
Club la Vega.
  42
 

La marca de clase en los bares de la Primero de Mayo está relacionada con la estética

de lo bello. Allí abundan, como mencioné anteriormente, las imágenes de hombres

con los torsos desnudos, jóvenes, atléticos y en lugares o profesiones de poder,

tradicionalmente heterosexuales (policías, bomberos, hombres de negocios u

oficinistas, entre otros), pero al mismo tiempo las imágenes de ángeles niños, leones,

que por lo general apuntan a una distinción de clase, lo que se logra de varias

maneras. Por un lado, el uso de materiales como el yeso o la madera pintada de

blanco con el que se han construido imágenes que recuerdan las greco romanas o

renacentistas. En algunos de los bares hay pinturas sobre la pared de lo que podrían

ser gladiadores romanos luchando, en escenas que resultan homoeróticas. Estas

imágenes se basan en una idea de la sofisticación que relaciona lo antiguo

(grecolatino) con el arte y por tanto con la distinción social.

Una característica de los bares de la Primero de Mayo (no sólo los bares gay) es que

el espacio rectangular de lo que fueron bodegas en los años 80 del siglo pasado, ha

sido adaptado construyendo mezzanines, que aprovechan el espacio vertical de la

edificación y que generan una especie de plataforma o balcón desde la que se puede

ver la pista de baile, ubicada generalmente en el centro del espacio, o en el extremo

opuesto a la puerta de entrada. Estos balcones o mezzanines, por lo general sólo

tienen mesas, es decir, no hay pistas de baile en ellos, pero con frecuencia estos

espacios se usan como “observatorios” de la pista de baile o para ser observados

desde ésta. Durante mi investigación pude notar cómo muchos de los clientes,
  43
 

particularmente las transgeneristas, se paraban a bailar en estos lugares para ser

vitoreadas por el resto del público asistente, a lo que respondían con bailes más

expresivos (moviendo más la cadera por ejemplo).

Estos también son los espacios en los que se puede reservar mesa, particularmente

para grupos o para celebraciones especiales. Los bares se venden como espacios de

alta calidad basados en el uso que hacen de la tecnología (principalmente luces y

video) y en la exclusividad de la clientela.

La cita con la que abro este apartado hace parte de una entrevista que hice en Go, a

Bernardo, uno de los meseros del café, quien es también mesero en Tropicana. La

conversación se desarrolló así:

H: ¿Y los clientes cómo se portan [en la rumba de Tropicana y Go]?


B: No, muy bien acá todo el mundo se porta muy bien. Es que de todas formas, por lo
menos a Tropicana no dejamos entrar cualquier persona y si vemos que no, pues no
la dejamos entrar, lo mismo, lo que son las travestis no las dejamos entrar a todas, eso
es muy exclusiva la que se deja entrar ahí… porque se ponen muy escandalosas y eso
se emborrachan y hacen es ellas el show entonces no las dejamos entrar a todas y
menos si están borrachas. Y acá por ejemplo si Ud. viene borracho acá no se le
atiende, porque de todas formas los borrachos hacen escándalo y eso sí no se puede.
Entonces ya eso es como todo, de todas formas estar pendiente de la gente que llega y
atenderla y normal.

Como Bernardo, los meseros y porteros (trabajos que puede desempeñar una misma persona),
están siempre alerta para entrar a la gente a los bares, o para sacarla cuando está borracha o
haciendo el show o “chiqui-show”, término que hace referencia, por un lado a hacer un show
más pequeño, que el que hacen los stripers; pero por otro lado, hace referencia a un show que
se acerca al que puede hacer un niño “chiquito”, en este sentido, el chiqui-show, se refiere
principalmente a la pataleta infantil, que por el contexto no tienen lugar y debe ser
sancionada, bien por los compañeros(as) de quien lo performa, bien por los encargados del
lugar, quienes deben garantizar que la diversión de los demás no se vea interrumpida.
  44
 

La sola presencia de alguien “haciendo el chiqui-show” es decir, saliéndose de los

parámetros de lo que es la rumba, y comienza por ejemplo a gritar, pelear o llorar,

puede opacar la diversión del resto de la clientela. Como dice Bernardo, son sólo las

travestis exclusivas –las que no hacen el show- a quienes se les permite la entrada al

sitio.

Debo anotar que parte de la exclusividad por la que se caracterizan los bares es la

trans fobia, pues muchos de los establecimientos tienen la misma política de

Tropicana de no permitir la entrada de “cualquier” travesti porque se las relaciona con

las peleas y los disturbios en el interior de los bares, y por tanto, con una “falta de

clase” que básicamente las asocia con las clases bajas pero también con una falta de

estilo o de supuesto gusto estético.

Los bares gay en los que hice la investigación se venden a sí mismos como refinados

y elegantes, haciendo uso de las imágenes que se asocian con lo clásico (adornos,

estatuillas, o barandas en yeso), al tiempo que muestra lo contemporáneo (juegos le

luces, láser, luces estroboscópicas), mostrándose sobrios pero modernos, haciendo

juegos con elementos muy distintos que se armonizan en una estética de la saturación

en la que bombas de colores se suman en algunos casos a imágenes de hombres

semidesnudos, en otros a ángeles, imágenes religiosas y decorados que evocan las

tradicionales fondas paisas, y en otros a telas dispuestas en el techo para dar más

“ambiente” al lugar. Podría decirse que la elegancia y la distinción en la Primero de


  45
 

Mayo hacen parte de una estética camp o campy si se piensa, como diría Susan

Sontag, que lo camp

No es un modo natural de sensibilidad, suponiendo que tal cosa exista. Es


más, la esencia de lo camp es el amor a lo no natural: al artificio y la
exageración. Y lo camp es esotérico: tiene algo de código privado, de símbolo
de identidad incluso, entre pequeños círculos urbanos (Sontag, 1984:1)

En efecto, la estética en los bares gay que visité podría denominarse camp en el

sentido que acabo de exponer. Sin embargo, es importante pensar que la publicidad

para los sitios gay, tanto en las guías gay de la ciudad, como en los bares mismos hay

siempre un sesgo que no puedo dejar pasar por alto: el modelo de consumo

heteronormativo y de hipercorporeidad gay, pues “Narcisismo y promiscuidad

aparecen estrechamente vinculados entre sí en función de una representación violenta

que incide en una tercera imagen: consumismo” (Sabuco y Valcuende, 2003, p. 147).

Así, el valor de la estética de los bares vincula una idea blanca de la belleza

grecolatina y el consumo de clase alta. La sofisticación en estos bares pasa por la

belleza adónica y escultural literalmente.

Durante mis salidas de campo pude ver cómo algunas personas que no eran clientes

regulares de estos bares, asistían a ellos en busca de algún significante macho. Pacho,

un hombre de 37 años a quien entrevisté fuera del contexto de la rumba y quien no

asiste a la Primero de Mayo con frecuencia, me decía:

Una vez fui allá [la Primero de Mayo] con unos amigos a rumbear porque me
habían dicho que allá la rumba era mucho mejor que la de Chapinero, que
había más machitos, como menos loquitas (...) y pues la verdad es que yo no
vi mucha diferencia, pues en el bar al que fuimos no. Sí había unos machitos
  46
 

lindos pero yo vi las mismas locas apretaditas que en todas partes [las cursivas
son mías] (Pacho, 37 años)

Pacho, como otros visitantes esporádicos del sector, tiene una idea de la masculinidad

ligada con la clase, que relaciona a las clases populares con las masculinidades

populares (dominantes, agresivas, incluso “naturales” o “indómitas”), de manera que

estos visitantes se representan a sí mismos como verdaderamente refinados y

sobrios, y buscan en los hombres de la Primero de Mayo un hombre que reúna los

atributos de la masculinidad tradicional. Se busca en clases populares la rudeza

asociada a una masculinidad más agresiva, natural e indómita, que se asocia a la vez

con grupos dedicados a oficios manuales que requieren el uso de a fuerza física, de

manera que se busca como dice la canción,

Una fiera inquieta,


Que me da mil vueltas
Y me hace temblar
Pero me hace sentir mujer (...) (La fiera inquieta. 2005)

Sin embargo, la decepción de Pacho frente a la masculinidad y la feminidad que

encontró en la Primero de mayo está relacionada con la ropa que usan “las loquitas”,

como él las llama, pues sigue viéndolas “apretaditas”, es decir con la ropa ajustada y

resaltando la silueta, y las partes del cuerpo que tradicionalmente lo femenino busca

insinuar (caderas, nalgas, cintura). Podría decirse incluso, que “Puesto que en el

mundo homosexual la indumentaria es una técnica básica para que la persona emita

información sobre sí misma” (Guash, 1995:116). Al final, Pacho se sintió atraido por

la Primero de Mayo como un lugar en el que podría encontrar una masculinidad


  47
 

hegemónica, pero encontró que tal masculinidad no es más que una idea, lo que lo

descepcionó del sector.

Por otro lado, la publicidad ha trabajado desde hace relativamente poco tiempo al gay

como un público objetivo. Juan, un publicista que ha trabajado con bares gay (no en

la Primero de Mayo), cuenta cómo la publicidad ha pensado al público gay masculino

como parte del target femenino.

No me ha tocado en una campaña publicitaria una separación de lo gay y lo hetero


(...) a menos que sea algo específico para el público gay, nunca he sentido una
diferenciación, o sea, no es excluyente. [Sin embargo] el público gay sí está
referenciado de alguna forma, más hacia el ámbito femenino. O sea, los productos
que tienen que ver con la feminidad están enfocados también para que sean acogidos
por el público gay (Juan, 32años)

Este juego entre el vender el bar con clase, y la discriminación que se hace de

personas transgeneristas o borrachas escandalosas constrasta con la actitud de

públicos de clases sociales más altas que frecuentan bares en el sur en búsqueda de

una masculinidad exótica (y por tanto, inferior)12.

El individuo gay está condenado al aislamiento, al individualismo ya sea en la


vergüenza (el desprecio hacia sí mismo como gay), ya en el orgullo (el desprecio
elitista hacia otros gays). Pero puesto que es producto de los mismos procesos de
“sojuzgamiento” (…) pertenece necesariamente, y a pesar de él, a ese “colectivo” que
rechaza. Y pertenece tanto más cuanto que está obligado a frecuentar “lugares” de
encuentro (bares, parques […]) que le dan acceso a las formas visibles, o en todo
caso inscritas en la realidad material y social de ese “colectivo” (Eribon, 2001:181)

12
No se puede perder de vista que esto está relacionado con el consumo de una imagen
unívoca de la masculinidad gay creada a partir de una estereotipación de la masculinidad
heterosexual tradicional latinoamericana, según la cual, la mayoría de las expresiones de
afecto, o de sentimientos en general están prohibidas.
  48
 

El desprecio elitista hacia otros grupos gay, que se hace extensivo a toda la sigla

LGBT, se construye desde la diferenciación de clase en el bar, lugar con el cual no

todos se sienten identificados, pero que genera una cierta idea de comunidad

(marcada por la clase) que se ha logrado a partir de la separación de las personas en el

espacio, así como la discriminación de algunos de los públicos (chicas trans, por

ejemplo) de los bares. Otro asunto, es que el consumo de estas masculinidades, de

estas feminidades y por qué no, de estas soledades, está hoy, más que nunca, basado

en una idea hiperbólica de heteronormatividad. Así, la representación de la pareja

macho/loca sirve como representación en los espacios gay (aunque hace falta ver si

funciona en el resto de lo LGBT y cómo), de la pareja hombre/mujer con las

connotaiones tradicionales de lo masculino y lo femenino.

A manera de conclusión

En la Primero de Mayo existe una visión y división sobre el mundo gay de la

masculinidad, de la clase, de los roles sexuales y de la edad que dan cuenta de lo

hegemónico de esta visión/división que dividiré en varios puntos. Por un lado, la

apariencia y el manejo de la imagen expresada en la Primero de Mayo en los

accesorios, los zapatos, pero también la piel y la contextura física. Por otro lado, el

consumo, que se centra en la ropa igual que la edad, pero también en el tipo de licor o

espacio del bar en que se ubica. La ‘categoría’ es importante también para los bares

mismos, pues con alguna frecuencia, y particularmente en los cafés (probablemente

por la connotación de sitios calmados para “tomarse algo”) no permiten o restringen

la entrada de personas trans, sobre todo de “chicas trans” porque no se ajustan a una
  49
 

versión de los códigos de conducta correcta o decente, poniendo en primer plano la

visión moralista sobre comportamientos que se salen de un saber comportarse

hegemónico.

La clasificación presente en la Primero de Mayo, tiene algunas coincidencias y

algunas divergencias con lo que Guash llama tipología interhomófila (1995, p.88),

que responde a la categorización que encontró él en España, al menos hasta la

primera mitad de la década de 1990 según la cual

La tipología interhomófila la componen cinco tipos: macho, blando, carroza y


reprimido. Los tres primeros se construyen atendiendo al grado de masculinidad que
presentan. Los otros dos se elaboran haciendo referencia en el caso del reprimido al
grado de autoaceptación de sus pulsiones homófilas, y en relación al carroza en
relación directa con la edad (1995:89)

Estas categorías podrían encontrar un paralelo a las que he encontrado en la Primero

de Mayo, pero es posible que esto se deba precisamente a la manera en que se han

construido. El mismo texto menciona cómo estos tipos

Tienen un carácter parecido a los empleados desde la perspectiva heterosexual en


relación con el universo homófilo (…) Estos atributos se construyen asignando un rol
sexual determinado (activo o pasivo) al que luego se añaden los atributos de imagen
(masculinos o femeninos) culturalmente asociados a ese rol (…) se trata pues, de una
reproducción adaptada de los criterios que usa el universo heterosexual para clasificar
a los homosexuales (1995:89).

Es posible que el propio Guash no lo nombrara de esta manera, pero es claro que se

está refiriendo a la interpretación que sobre lo heteronormativo ha construido la

cultura gay en España, como se ha construido también en Colombia. Por un lado,

existen categorías relacionadas con la edad y la apariencia, como el conejo y la

momia, mientras que existen otras relacionadas con la masculinidad como la loca y el
  50
 

macho, que son los más comunes en el sector, pero que no son los únicos. Se pueden

contar también algunas combinaciones como la musculoca que mezcla una categoría

de apariencia con una de masculinidad; o el ñero, que representa principalmente una

idea de clase, pero que suele estar relacionado con una idea de masculinidad, pues se

lo relaciona con un hombre que no se arregla y que tiene otro tipo de atributos

masculinos heterosexuales como rudeza, fortaleza física y determinación.

Cuando los dominados aplican a lo que les domina unos esquemas que son el
producto de la dominación, o, en otras palabras, cuando sus pensamientos y
percepciones están estructurados de acuerdo con las propias estructuras de relación
de dominación que se les han impuesto, sus actos de conocimiento son,
inevitablemente unos actos de reconocimiento de su sumisión (Bourdieu, 2007 p.26)

Como Bourdieu lo explica, la dominación masculina se ha extendido de manera tal,

que hoy, pese a las luchas del movimiento LGBT y probablemente gracias a las

reivindicaciones de esos mismos movimientos y sus luchas por la inclusión y la

obtención de ciudadanía (que se han visto por algunos y algunas como una forma de

normalización y de integración acrítica a una sociaedad patriarcal), los modelos con

los que en la cotidianidad se construyen las subjetividades gay son en sí mismos una

representación fundamentada en criterios como la apariencia, el cuerpo (el desarrollo

muscular, el movimiento afeminado o no), el control de sí y autosuficiencia

económica del modelo heterosexual.

El modelo “heterorreal” (Sabuco i Canto & Valcuende del Río) hace referencia a la

construcción de la idea de masculinidad y feminidad en entre los hombres gay, que

parte de un modelo heterosexual de opuestos complementarios. Tales ideas se

constituyen en el modelo de pareja para la sociedad entera, haciendo de las relaciones

entre parejas del mismo sexo, una versión distorcionada del modelo, pero al mismo
  51
 

tiempo, lo refuerzan como la realidad posible, e incluso como natural. Tal modelo

sigue construyendo las maneras de representar el cuerpo y el comportamiento de los

hombres gay en la rumba de la Primero de Mayo. Como mostraré en el capítulo que

sigue, el modelo heterorreal se pone en evidencia, en el performance, o “realización

dramática” (Goffman, 1971:42) que cada quien desarrolla en el bar durante la rumba

y alrededor de ella.
  52
 

Y TODOS ME MIRAN
Performance y Escenarios de la fiesta

....y todos me miran


Porque sé que soy fina
Porque todos me admiran...
(Gloria Trevi)13

Es media noche. El espacio rectangular escasamente iluminado se torana, en el

centro, sobre la pista de baile, un despliegue de luz que contrasta con el súbito

silencio de la música. La pista rápidamente se despeja y se transforma ahora en el

punto, no de estar, sino de observar. El epicentro de las miradas silenciosas. Se

anuncia la llegada de la transformista que entra en escena en medio de aplausos y

dádivas del público. Comienza a sonar una canción, ni más ni menos que Libre, en

voz Paloma San Basilio. La concurrencia enloquece y canta con la diva que ahora no

sólo interpreta la canción sino a la misma Paloma siendo ella, pero otra, ¿acaso una

paloma, más genuina que Paloma? Cuando se acaba la canción la ovación no se hace

esperar. Luego de su interpretación y de haber interactuado con su público a través de

gestos, miradas y por qué no, de caricias a algún fan en momentos emotivos de la

canción, la transformista enciende el micrófono y dice algunas palabras antes de su

siguiente interpretación. Agradece al bar la invitación, habla sobre el bar y lo

glamoroso que es, agradece al público que le responde con aplausos y algunas

solicitudes. El show continúa.

13
Gloria Trevi (2006). En: La Trayectoria. Universal Music.
  53
 

El eje de este capítulo es el performance, esa realización dramática del género

efectuada tanto por parte del público como de las transformistas y strippers de la

zona. Para llegar a desvelar las formas en que el performance es posible, analicé los

escenarios en donde se produce, y la música que allí se escucha; la tensión entre lo

erótico y lo tanático y finalmente, la puesta en escena de manera más o menos

dramática, de las personas que allí convergen.

PERFORMANCE: puestas en escena y relaciones personales

El término performance tiene una tradición teatral y está relacionado con las muestras

artísticas en las que la puesta en escena, la teatralización de las intenciones plásticas y

las interpretaciones del público están ligadas a la corporalidad de la o el performer. El

uso de este término en ciencias sociales se ha popularizado gracias a autores como

Simon Frith, para quien el hecho de escuchar un concierto es también un

performance. Asimismo, para otras autoras y autores, como Diana Taylor (2007) los

performances son actos que transmiten saber social, memoria, y sentido de identidad

a través de acciones reiteradas.

Para Frith (1998), el fenómeno más interesante de la discusión sobre el performance

es el límite cambiante entre el performance del “escenario” y el de la “vida diaria”, lo

que plantea una discusión muy importante para los estudios culturales, pues centra la

discusión en los campos que han llamado la atención sobre el término: el arte y las

ciencias sociales. El debate es si el performance es o no es una puesta en escena, si se

vive constantemente o sólo se da cuando se hace adrede. Según Frith


  54
 

(...) el término ‘performance’ define un proceso social –o comunicativo. Requiere


una audiencia y depende en esta medida, de la interpretación; se trata de significados.
En otras palabras, el arte del performance es una forma de retórica, una retórica de
gestos donde los movimientos y signos corporales (...) dominan otras formas de
signos comunicativos, como la lengua y la iconografía. Tal uso del cuerpo (...)
depende de la habilidad del espectador de entenderlo como objeto y sujeto, es decir,
como objeto intencionado o moldeado, un objeto con significado14 (la traducción es
mía)

Frith centra la atención en el aspecto social y comunicativo del performance. La

actuación se hace comprensible en la medida en que maneja los códigos compartidos

por las personas en un contexto dado, lo que implica un repertorio de gestos,

movimientos y en general, de comunicación no verbal que forman parte

fundamental de toda interacción social.

Al mismo tiempo, el concepto de Erving Goffman de actuación, remite de nuevo al

ámbito artístico (esta vez teatral) y se entiende como “toda actividad de un individuo

que tiene lugar durante un periodo señalado por su presencia contínua ante un

conjunto particular de observadores y posee cierta influencia sobre ellos” (1971: 33).

Equivaldría de cierta manera, al concepto de fachada que hace referencia a “la

dotación expresiva de tipo corriente empleada intencional o inconscientemente por el

individuo durante su actuación” (1971:33-34). Es bien importante señalar de

Goffman el manejo de la imagen donde estamos permanentemente haciendo ajustes a

14
The term “performance” defines a social –or communicative- process. It requires an
audience and is dependent, in this sense, on interpretation; it is about meanings. To put this in
other way, performance art is a form of rhetoric, a rhetoric of gestures in which, by and large,
bodily movements and signs (…) dominate other forms of communicative signs, such as
language and iconography. And such a use of the body (…) depends on the audience’s
ability to understand it both as an object and as a subject, that is, as a willed or shaped object,
an object with meaning. (1998:205)
  55
 

nuestro comportamiento para proyectar una imagen viable hacia los demás en la

escena pública.

Esto amplía el sentido en que se utiliza el término performance, y permite analizar el

fenómeno del show de transformistas y strippers de la misma manera que la puesta en

escena del público y el personal de los bares en un “medio” –para usar otro término

de Goffman (1971)- como el de la rumba gay de la La 1M. En su libro Género en

Disputa, Judith Butler propone que

Actos, gestos y deseo producen el efecto de un núcleo interno o sustancia, pero lo


hacen en la superficie del cuerpo, mediante el juego de ausencias significantes que
sugieren, pero nunca revelan el principio organizador de la identidad como una causa
(1999: 167) (las cursivas son de la autora)

Butler pone de presente un componente importante del performance: la construcción

cultural, y por lo tanto histórica y política, de los actos y gestos que hacen parte de la

fachada o la puesta en escena y que se hacen tan cotidianos que con frecuencia

parecen “naturales” para quién los ve y para quién los “actúa”. Según ella, “tales

actos, gestos y realizaciones –por lo general interpretados- son performativos en el

sentido de que la esencia o la identidad que pretenden expresar son inventos

fabricados y mantenidos mediante signos corpóreos y otros medios discursivos”

(1999: 167) En este sentido, el performance o presentación escénica de la persona, es

en sí misma un discurso y en esa medida, es leída por las demás personas siguiendo

un repertorio elaborado por la sociedad en su conjunto y el grupo específico en

particular dándole un sentido específico. Según Butler, “el hecho de que el cuerpo

con género sea performativo indica que no tiene una posición ontológica distinta de

los diversos actos que constituyen su realidad” (1999: 167).


  56
 

Charlotte Schneider Callejas, una transformista de origen cubano que ha vivido en

Colombia desde el año 2000 aproximadamente, es activista y trabajaba, para el

momento de la entrevista en la Secretaría de Salud del Distrito como referente de

política de salud para la población LGBT. Ha actuado en muchos de los bares de la

1M y cuando le pregunté por un día normal en su vida como Charlotte me dijo:

Me levanto, sé que voy a alguna universidad hoy o sé que en la noche tengo


espectáculo, entonces y empieza a haber cierta transformación dentro de uno, o sea
que la transformación no tiene que ver sólo con lo estético, con la parte del vestuario,
sino con lo interior, es que tú emocionalmente empiezas a vivir en femenino desde
las primeras horas del día empiezas a hablar en femenino a vivir en femenino
(Callejas, 2007)

Para Charlotte, el género se construye desde antes de la transformación estética, antes

de pasar de Carlos a Charlotte. En el vestuario, ya hay una transformación, un

cambio que se remonta a cuando Carlos comenzó a hacer espectáculos transformistas

en la Habana (Cuba). Esta transformación, este ejercicio de transformación del género

que ha tomado años y que es permanente, hace parte de la dinámica de su vida diaria,

tanto como activista y en tanto que artista en el escenario.

Yo no te podría decir que, entonces, yo me levanto y sé que soy Charlotte y entonces


hago esto y esto, sino que yo me levanto y sé que tengo algo que hacer como
Charlotte y entonces inconscientemente empiezan a aparecer cosas que tienen que ver
con mi identidad femenina que tiene que ver con cómo hablas, pero también con
cómo te expresas ante los demás y cómo que no es lo mismo decir que hoy soy
Carlos Alejandro y tengo que ir a trabajar que ser Charlotte y hacer un acto cultural o
político (Callejas, 2007)

Para Charlotte, el cambio de residencia entre La Habana, en donde su nombre era

Sabrina, y Bogotá, en donde se construye como Charlotte, ha implicado un cambio

drástico en la manera de expresarse, de montar su espectáculo y de ejercer su


  57
 

activismo, pues ha encontrado espacios distintos en los que puede expresar de manera

más tranquila el transformismo. Sin embargo, cabe pensar aquí, cómo ese cambio ha

generado en Charlotte una reescenificación de los rituales que construyen su

performance cotidiano, y su construcción de género pues, según Butler,

Como en otros dramas sociales rituales, la acción de género requiere de una actuación
repetida, la cual consiste en volver a realizar y a experimentar un conjunto de
significados ya establecidos socialmente, y ésta es la forma mundana y ritualizada de
su legitimación (1999:171)

Un punto en común entre autores, autoras que he citado y transformistas, es que la

repetición permanente y ritualizada de estos performances constituye, en buena

medida, la actuación de género misma, es decir, es a través de la repetición del

performance de transformista que se construye la transformista misma. Según

Charlotte, esta transformación “no sólo tiene que ver con el vestuario, el maquillaje y

los zapatos, tiene que ver con un montón de transformaciones internas de esa persona

que a lo mejor para muchos es ficticia, pero para uno es real” (2007). Tratando de

entender la manera en que se ritualizan las actuaciones y se construyen en ellas las

identidades, le pregunté a Charlotte, cómo era su transformación para un día de show

en un bar. Ella respondió:

Te cuento, este viernes, por ejemplo, que tengo show: por ahí a las 3:45pm -yo tengo
show a las 7:45pm-, entonces preparo mi maleta con respecto a los vestuarios que
voy a llevar y después entonces la música que voy a llevar, entonces marco los CDs
según el orden en que voy a salir, entonces si voy a hacer dos salidas marco para cada
salida; Luego los accesorios, los lentes [de contacto], o sea todo lo que voy a usar;
entonces me meto al baño y me rasuro todo, o sea completo, ¿me entiendes? Los
vellos de las manos los brazos, los genitales, las piernas porque es más cómodo para
las medias que uso.

Así, el performance en los términos de Callejas (2007) no está en lo estrictamente

exterior de la fachada
  58
 

Por eso te digo que no es sólo lo que la gente ve ¿me entiendes? Es más que eso
porque también me rasuro los genitales, luego busco una ropa que me quede bien,
ropa masculina que sea fresca y suelta que me permita quitármela cuando sea el
momento de cambiarme de ropa y que no me quite el maquillaje, una camisa de
botones y algo así ligero. Luego me voy para la casa de reinas Linda Lucia Callejas
15, (...) entonces llego allá me maquillan o Linda Lucia, o Cristal, o alguna chica de
allí que tenga tiempo, y mientras me maquillan me pongo la música del show
(entrevista con Charlotte)

La transformación estética de la fachada o apariencia se arma en términos de

Charlotte así:

Primero me pongo los lentes y ahí comienza el proceso de transformación. Depende


también, porque si me toca un concurso, me pongo primero el vestido y luego el
maquillaje y finalmente la peluca, pero si no, entonces me visten y me peinan y luego
si me maquillan. Ahora, yo soy muy delgado, entonces uso unas espumas para dar un
poco de volumen en lo que tiene que ver con las piernas, con la cadera, con los
glúteos, me coloco las medias, los zapatos y si ya está el cuerpo armado, que decimos
nosotras, me pongo las uñas, que si las tengo largas uso las mías pero a veces uso
postizas si no las tengo tan largas, me pongo el color de las uñas y salgo a tomar un
taxi y me voy para el sitio del show (entrevista con Charlotte)

Para Carlos, la rutina cambia sólo en algunas cosas pero en general mantiene un ritmo

y una duración claros, cumpliendo con el propósito de esta rutina que le permite

transformarse en Charlotte. Sin embargo, allí apenas comienza su performance

ritualizado. Según ella, “(…) [en] la gran mayoría de los sitios tenemos que estar a las

11 p.m. para comenzar a la media noche. Entonces, tenemos que estar

maquillándonos tres horas antes para poder tener el tiempo que se necesita y no estar

corriendo” (2007). Pero al llegar al bar, su interacción con el público es fundamental

para desarrollar su show. Es aquí, donde el performance del público, así como el de

15
La casa de reinas Linda Lucia Callejas está ubicada en Chapinero y se dedica a transformar
a hombres en divas de la música pop o ranchera, así como a pasar noches vestidos como
mujeres. No sólo hombres gay recurren a la casa para su transformación, también lo hacen
hombres heterosexuales que quieren disfrazarse o hacer un espectáculo especial. En la casa
se maquilla, se peina y se arreglan vestidos mientras se dan algunos consejos sobre cómo
caminar o hablar y es atendido por su propietaria, la transformista de nombre artístico Linda
Lucia Callejas.
  59
 

las personas que administran y atienden el bar empiezan: siempre pendientes de las

personas que se aproximen a la barra a pedir algún trago, están mirando a la diva que

actúa en el escenario. Cantan sus canciones y le ofrecen una copa cuando la canción

recibe una ovación.

Cuando le pregunté por su relación con los dueños de los bares, Charlotte se refirió en

muy buenos términos a Sugar, y en términos despectivos al Club la Vega, diciendo

que allí “pagan mal”. Al seguir preguntando por el trato con la gente

(independientemente de si se trataba de clientela o de dueños de los bares) me

respondió contándome cuál era la diferencia que ella encontraba entre el público de la

1M y el de Chapinero.

(...) mira es que es bien diferente este público del de Chapinero porque en Chapinero
la gente es amable, pero muy sofisticada ¿me entiendes? En cambio en la 1M la gente
es... cómo te dijera, son más de los me invitan un aguardiente pero también me dicen
que me siente con ellos o me sientan en sus piernas, cosas así son como más
populares, pero no digo populares rebajándolos sino celebrando la cosa porque son
más ellos. Porque en Chapinero es muy formal y tienen mucho respeto por lo cultural
pero también es como más distante ¿me entiendes? Porque la gente pues es como
muy abierta con uno. Hay muchas que les gusta que en Chapinero sean así como tan
formales pero a mí no, yo soy más campechana y me gusta que la gente sea más así
como es como más ellos mismos, como sin tanto protocolo ni nada de eso
(Conversación con Charlotte: 2007)

Así, ella distingue entre el público de Chapinero del de la 1M por la forma en que se

comporta con ella, pero al tiempo habla de lo “popular” como más cercano, esto es,

más afectuoso, invitarle un trago, sentarla en las piernas, hablar con ella en el

momento en que no está en el show, todos indicadores de simpatía y aprecio que ella

encuentra asociados con lo popular, mientras que el protocolo y la sofisticación lo

asocia con los clientes de Chapinero.


  60
 

Por su parte, al hablar de realización dramática, Goffman, dice que

(…) una modelo de Vogue puede, mediante su vestido, postura y expresión


facial, expresar fielmente una refinada comprensión del libro que tiene en la
mano; pero aquellos que se toman el trabajo de expresarse de manera tan
apropiada tendrán muy poco tiempo para leer (…) así, los individuos se
enfrentan a menudo con el dilema de expresión versus acción (Goffman,
1971:44)

Se podría decir entonces que el performance de la transformista es una expresión de

lo femenino, que está tan cuidada que termina siendo una hiperexpresión de una

mujer-cantante en lugar de cantar elon sus propias voces. Así, el performance de estas

divas es una expresión que en sí misma es una acción. Para los clientes de los bares,

la inclusión o exclusión de una persona en un grupo tiene que ver con un performance

de distinción en el que la ropa y la etiqueta son fundamentales. Un caso que quiero

mencionar para ilustrar mejor es el de Diego y sus amigos.

Diego es un hombre soltero de 24 años que trabaja en una empresa multinacional en

la dependencia de contabilidad, y vive en San Mateo (Soacha). Una noche dea abril

de 2009 bailaba en un bar llamado Lujuria con Carlos, un hombre de 22 años, soltero

que trabaja en una tienda de ropa propiedad de una amiga de su madre en San

Andresito de San José y estudia contabilidad. En el grupo también estaban dos

amigos de Carlos que son pareja: Juan Pablo y Germán, ambos de 22 años.

Cuando llegué al bar, me senté en la barra y pedí una botella de agua, mientras

observaba. Noté que había varios grupos en la pista de baile al son de una canción de

Shakira. La siguiente en sonar fue Jump de Madonna, que me animó a bailar en una

de las esquinas de la pista. Al observar la pista desde “adentro” me dí cuenta que era
  61
 

el único que bailaba sólo y que algunos me miraban con extrañeza. Junto a mí se

encontraba este grupo bailando en círculo, (una práctica muy común en el sector)

hasta que la pista estaba tan llena que tuvieron que deshacer el círculo y procurar

bailar en parejas para darle espacio a otras personas.

Carlos, de camiseta gris, blue jean y tennis blancos, bailaba con Diego, quien me

miraba de arriba abajo y se reía. La reacción me sorprendió y me acerque a

preguntarle dónde compró la camiseta de dragones que tiene puesta, como una

manera de “romper el hielo”. Me respondió “lejos” y siguió bailando con su amigo.

Ante la respuesta decidí seguir bailando conmigo mismo y anotar en mi diario la

reacción. Un par de canciones después, con la pista un poco menos llena, el grupo

vuelvió a bailar en círculo y Diego se me acercó para decirme “¿viniste solo?” a lo

que respondí “me dejaron plantado” y él respondió “ven y bailas con nosotros”.

Mientras bailaba con ellos –particularmente con Carlos- Diego se me acercó y me

preguntó “¿y Ud. qué hace?” a lo que yo respondí “dicto clase en la Tadeo”. Acto

seguido, Diego levantó sus cejas y me dijo “¡no parece!, así no se viste un profesor”.

Después de explicarle que trabajaba en una facultad de artes y que no todos los

profesores se vestían de corbata, como él sugería, comenzó a preguntarme por mi

vida cotidiana y a invitarme a un vaso de ron. Este cambio de actitud a lo largo de la

noche, seguramente influenciado por el alcohol, me hizo preguntarle por qué pensaba

que yo no era profesor. Esta fue nuestra conversación:

H. ¿Por qué no creías que yo era profesor?


D- no pensé que fueras profe, es que uno no espera que un profe de
universidad venga a rumbear acá y menos tan joven
  62
 

H- ¿por qué no?


D- Porque pues uno se imagina que van a Theatron o al norte. Y además como
te vistes tan juvenil pues… es que no pareces como un profesor, más bien
parece que tomaras clases. Jajá jajá.
H- y ¿Cómo es un profesor?
D- pues no sé, como mayor, como con saco o corbata, como muy serio o
con… no sé, como más alto, pero no, pues me imagino que en clase te vistes
diferente. Jajaja (Conversación con Diego:2009)

Varias cosas me llamaron la atención de esta conversación: por un lado, la imagen de

profesor que tenía Diego y la manera en que relacionaba el dictar clase con ser

“serio” y usar corbata y con ser más alto; el cambio que tuvo conmigo cuando se

enteró que yo era profesor de una universidad y no un estudiante; la manera en que

Carlos me vinculó al grupo porque –como me diría un poco más tarde el propio

Carlos- “me dio pesar ver que te habían dejado plantado”; y, finalmente, la manera en

que Diego se me acercó a hablar conmigo cuando mi estatus respondía a sus

expectativas. Según me dijo “es que uno no se pone a bailar con cualquiera, uno

escoge bien con quién se mete, lo que pasa es que tú te vistes muy sport, entonces

uno se confunde, porque no pareces profe” (conversación con Diego). Así, Diego sólo

creyó en mi “actuación” de profesor cuando habló conmigo y constató que

efectivamente lo era. Sin embargo, en un primer momento lo que mi performance le

decía era distinto, más que nada le decía que no tenía los marcadores de lo que debe

ser un profesor (acartonamiento, seriedad, e incluso edad), así como las

transformistas hablan del estilo o de la clase. Las distinciones a partir del atuendo y

del movimiento, en el caso de las trasnsformistas y drag queens es una estética camp,

que según Andrés Góngora, se constituye como un tipo de gusto en donde se adoran y
  63
 

representan a divas en desuso, o aquellas que sobrepasan, por exceso o por defecto,

modelos de feminidad (2003: 63).

Considero, como lo diría la propia Sontag, que el camp lo ve todo entre comillas. No

será una lámpara, sino una «lámpara»; no una mujer, sino una «mujer». “Percibir lo

camp en los objetos y las personas es comprender el Ser-como-Representación-de-un-

Papel. Es la más alta expresión, en la sensibilidad, de la metáfora de la vida como

teatro” (Sontag, 1984: 4), por lo tanto, la transformista podría verse como una

expresión de lo camp.

El performance de género entra en ambigüedad con el espectáculo de la transformista

o de la drag, pues “si las teatralizaciones de estos personajes son ambiguas, esto se

debe a que en nuestra cultura el género es entendido bipolarmente, quedando todo lo

que no corresponda a este modelo en la esfera de lo abyecto, lo anormal” (Góngora,

2003:66). Esta ambigüedad no se presenta solamente en estos casos –aunque hay que

reconocer su lugar preponderante– también se presenta en el caso de los hombres que

son “afeminados” a quienes despectivamente se les llama “locas” así como para las

mujeres “masculinas” denominadas “machorras”. Así, para ponerlo en palabras de

Butler, “el género es una actuación con consecuencias claramente punitivas. Los

géneros diferenciados son una parte de lo que «humaniza» a los individuos dentro de

la cultura contemporánea: de hecho constantemente castigamos a quien no representa

bien su género” (1999. En: Góngora, 2003: 60).


  64
 

Estos performances en el bar tienen una complejidad mayor si se tienen en cuenta dos

categorías más: la música y el espacio. A continuación, mostraré las relaciones que

encontré entre los performances y la música que se escucha en el bar, así como la

relación de los primeros con el espacio.

Escenarios: Organización espacial del bar

El espacio de los bares a los que asistí durante mi trabajo de campo es relativamente

uniforme en todos ellos. Como mencioné son una serie de bodegas que se

construyeron allí durante los ochenta y que se han adaptado como bares en la mayoría

de las veces bajo la modalidad de arriendo, lo que impide que se le hagan grandes

modificaciones en términos de infraestructura física, al tiempo que genera una cierta

homología. Debido al generoso espacio vertical del que disponían las antiguas

bodegas, muchos de los bares del sector (no sólo los LGBT) han construido

estructuras en madera y otros materiales a manera de mezanine que funcionan como

segundo piso del bar y al mismo tiempo, como balcón desde el que se puede mirar a

la pista de baila, usualmente en el centro del local.


  65
 

Ilustración   1.   Planos   cenitales   de   Tropicana   elaborado   por:   Alejandro   Cmargo   (plano   original:  
Hunzahua  Vargas)  

Tropicana, uno de los bares gay más reconocidos del sector tiene dos de estos

mezanines que hacen que la pista de baile tenga preponderancia. En ellos se pueden

ver, en eventos especiales, algunas mesas reservadas y los grupos de clientes más

numerosos, lo que se debe, en el caso de Tropicana, a que los meseros acomodan a

los grupos más grandes en la parte de arriba, en donde hay menos gente bailando.

Según Bernardo, de 32 años y uno de los meseros del lugar (así como de Go los

lunes, martes y miércoles, días que Tropicana no abre), “uno acomoda a los grupos

grandes arriba porque tienen más espacio” Asimismo, durante mi trabajo de campo
  66
 

no vi nunca a todas las personas de grupos de más de 5 personas abandonar la mesa

simultáneamente para bajar a bailar a la pista. Lo más común es que se levanten todas

las personas de la mesa para salir a bailar y que lo hagan alrededor de la misma mesa

o (lo que es aún más común), que alguien se quede en la mesa. El lugar en el que los

meseros o meseras ubican a los y las clientes tiene que ver con qué trago se está

consumiendo y con la compañía que se cuente (no es lo mismo ir en grupo que en

pareja o solo). Las relaciones espaciales en el bar son también relaciones de poder en

las que el dinero no es lo único importante. También la apariencia física y la edad

juegan un papel crucial a la hora de decidir quién se ubica en dónde. Estos bares están

distribuidos de manera que se puede separar a la gente que va llegando. Pese a que

hay gran movimiento en el bar, las personas están siempre “ancladas” a la mesa en

que fueron ubicados en el momento de su llegada, pero también pueden ser

removidos de una mesa si llega alguien que puede consumir más o si es amigo o

amiga de uno de los dueños o administradores.

Durante una de las observaciones, movieron a tres personas que estaban en una mesa

junto a la pista de baile, sólo porque estaban tomando cerveza. Cuando llegamos

nosotros cinco y les dijimos que queríamos una botella de ron, el mesero les pidió que

se levantaran de la mesa y los acomodó en otra, lejos de la pista de baile. El mesero

nos dispuso la mesa para que estuviéramos cómodos. Es importante tener en cuenta

que los meseros-porteros tienden a preguntar primero, qué tipo de trago va uno a

tomar (en el momento de entrar al bar) si cuando uno les pregunta qué vale la

cerveza por lo general responden ofreciendo otros tragos más caros con una oferta de
  67
 

ofertas. Una frase que escuché muchas veces fue “amigo, pero le sale más barato

tomarse un trago de ron que dos cervezas”. El tipo de trago que se consume dentro

del bar tiene una incidencia directa en el lugar que el mesero asigne al grupo. Las

personas que toman cerveza son ubicadas en la barra, frecuentemente alejada de la

pista y quienes consumen tragos más costosos, como ron o whisky, junto a la pista de

baile, que no solo está en el centro del bar, sino que concentra la mayoría de las

interacciones y todos los shows del bar. De esta manera, los meseros y meseras se

aseguran de poner en primera fila a quienes gastan más en el bar, y organizar desde el

centro a las personas que van llegando, según su capacidad de gasto. El consumo,

configura entonces la disposición del espacio y por tanto una relación particular con

el mismo.

Performances eróticos y fantasmas de muerte

En nuestro contexto, no toda persona que tenga relaciones sexuales con sujetos de su
mismo sexo se considera homosexual o hace de ello referente significativo de su
identidad personal y social; esta situación se hizo particularmente evidente al inicio
de la problemática del SIDA pues hombres que tenían relaciones sexuales con otros
hombres no se sentían aludidos cuando se hablaba de éste como una “enfermedad de
homosexuales” ni con el lenguaje usado en las campañas de prevención (Serrano,
1999:186)

La mayoría de hombres con quienes hablé mencionaron no haber tenido relaciones o

encuentros sexuales en los baños o en cualquier otra parte del bar. Sin embargo, casi

todos admitieron haber besado a alguien en la pista de baile así como en el espacio de

las mesas. Para los entrevistados, un encuentro sexual es necesariamente un encuentro

genital que puede incluir la masturbación mientras que el beso apasionado o


  68
 

“rumbeo” no tiene la connotación sexual. Para los entrevistados y en general los

hombres con quienes hablé en los bares, la práctica más sancionada era el encuentro

penetrativo en el baño, mientras que la más permitida era el beso en la boca en la

pista de baile. Tocar o dejarse tocar el ano por un desconocido es, en la mayoría de

los casos, un indicador de un hombre promiscuo y por tanto (juzgado siempre con las

reglas de la heterosexualidad tradicional) vector de riesgo de contagio. En este

contexto, es muy útil la explicación de Butler sobre cómo

La construcción de contornos corporales estables se apoya en sitios fijos de


permeabilidad e impermeabilidad corpóreas. En contextos homosexuales y
heterosexuales, las prácticas sexuales que abren superficies y orificios a una
significación erótica y cierran otros reinscriben efectivamente los límites del cuerpo
en nuevas líneas culturales (...) Además, los ritos de paso que rigen diversos orificios
corporales presuponen una construcción heterosexual del intercambio, las posiciones
y las posibilidades eróticas de los géneros. La desregulación de tales intercambios
trastorna igualmente los límites mismos que determinan lo que es ser un cuerpo
(Butler, 2001:164)

En la 1M el espacio de rumba homoerótica está siempre cargado simultáneamente de


una presencia, que podría decirse fantasmagórica del VIH que se presenta a manera
de propaganda contra el virus en los baños, acompañada del bombardeo permanente
de imágenes alusivas al cuerpo joven, viril y siempre saludable y sexualmente
cargado al cual me referí en el primer capítulo, que se puede observar por todo el
lugar en las paredes, pisos e incluso techos de los bares.
Simon Watney –en su libro Policing Desire: AIDS, Pornography, and the Media- ha
identificado la construcción contemporánea de la “persona contaminante” como la
persona que tiene SIDA. No sólo se le presenta como la “enfermedad gay”, sino que
a través de la respuesta homofóbica e histérica a la enfermedad por parte de los
medios, se observa una construcción táctica de continuidad entre la condición
contaminada del homosexual (en virtud de la infracción de límites que es la
homosexualidad) y la enfermedad como una modalidad específica de contaminación
homosexual. (Butler, 2001 Pp.165)

A lo largo de las salidas de campo, pude notar cómo esta idea de contaminación está

asociada a unos lugares específicos del bar: quellos donde suele haber encuentros
  69
 

sexuales furtivos, que también son los lugares más sucios y donde se concentran las

campañas de lucha contra el Sida. En la mayoría de los baños de los bares hay

carteles de campañas de prevención del VIH adelantadas por la Alcaldía en las que el

tema de la prueba de E.L.I.S.A. y el uso del condón son los principales protagonistas.

Sin embargo, en estas campañas hay varios puntos sobre los que quiero llamar la

atención aquí.

Primero: ¿quiénes aparecen? La mayoría de los mensajes están dirigidos a la

población gay masculina. Son principalmente anuncios de cómo usar el condón y

sobre la importancia de usarlo en todas las relaciones sexuales. En estos mensajes

aparecen hombres jóvenes y atléticos como los que se puede ver en la publicidad de

otros lugares dentro del bar. Tienen cabida mayoritariamente hombres (aunque

también a algunas mujeres así como a algunas transformistas) con apariencias más

cercanas a la cotidianidad bogotana: personas jóvenes pero no rubias ni atléticas,

personajes que se podrían identificar como estudiantes universitarios, hombres

maduros, gordos, velludos, así como hombres afro descendientes, representando

figuras masculinas más latinoamericanas, más cercana a la cotidianidad de las

personas que visitan los bares. Estos afiches tienen con mucha frecuencia imágenes

de relaciones sexuales entre hombres acompañadas de textos alusivos al VIH y cómo

prevenir el contagio.

También encontré imágenes de hombres extremadamente delgados, que hacen una

alusión directa al SIDA acompañadas por textos como “el SIDA sí da” como parte de
  70
 

la imaginería pegada en los muros de los baños masculinos en la rumba gay de

Kennedy. Se pueden ver afiches que se usaron por ejemplo en la campaña mundial de

lucha contra el Sida en 2006.16

Segundo: ¿en dónde están pegados y cómo están pegados los carteles? Habitualmente

se pegan en los baños, en las paredes de orinales y/o sanitarios, de manera que cuando

alguien se pare a orinar, tenga la campaña frente a sus ojos. Es de anotar que las

campañas sobre conducir en sobriedad –de la que sólo encontré un afiche a lo largo

de todo el trabajo de campo– estaba en la pared de salida del baño, en un lugar de

paso en el que nadie se detiene a mirar.

Precisamente en el orinal y en el sanitario ocurren el mayor número de encuentros

sexuales como masturbaciones mutuas o penetraciones, pues es el lugar más

“privado” en el que se pueden encontrar los visitantes de los bares, así como el lugar

en el que “se puede ver de todo un poco sin necesidad de ir a tocar a nadie”

(entrevista con Eduardo).

Tercero: ¿qué piensa la gente de los bares sobre los afiches? Resulta interesante que

la mayoría de los entrevistados mencionara haber visto los afiches, pero no

recordaban de qué se trataban. Por ejemplo, Antonio de 36 años mencionó haber visto

la “pancarta de la alcaldía que prohíbe fumar dentro del bar” en un bar en el que el

afiche del baño tenía un hombre en primer plano detrás de quien están varias

personas y una frase que dice “¿Conoces a E.L.I.S.A.?” la memoria sobre los afiches

16
Muchos de los afiches en los baños de la 1M son de años pasados y se ponen al lado de
afiches más recientes, pese a que durante el trabajo de campo la mayoría de estos afiches
cambiaron, actualizándose esporádicamente.
  71
 

y sus contenidos disminuye a lo largo de la noche, cuando los tragos van a

aumentando y drogas como la cocaína entran en juego. Ira Tattelman, al hablar de los

saunas gay en Nueva York dice que

La práctica de tomar riesgos, de experimentar, sustenta los baños. Uno participaba en


actividades que ofrecían una variedad de conexiones, una amplia asociación de
sonidos, toques, sabores y olores. La imaginación del espacio ofrecía una continua
experiencia; ver y ser visto era sólo uno de sus muchos atributos17 (1997:399) (la
traducción es mía)

Durante las conversaciones que sostuve con varios de los asistentes a los bares, así

como las observaciones en campo, pude reconocer las condiciones en que se

(re)producen la mayoría de los encuentros sexuales en el bar. Mientras que la mayor

parte de los hombres a quienes entrevisté, negaban en un inicio haber tenido

encuentros sexuales, cuando la charla se tornaba “informal” o desprevenida admitían

haber tenido al menos un encuentro en un baño de uno de los bares del sector, siendo

el tema del sexo en el bar el que más difícil resultaba para los hombres con quienes

hablé. A lo largo de mis observaciones pude ver cómo dichos encuentros también

tiene lugar en los llamados amanecederos (lugares en los que es posible continuar la

rumba después de las 3 am.) justo después de las 2 am, momento en el que comienzan

a llegar los clientes que salen de los otros bares y el consumo de cocaína aumenta.

El encuentro sexual, entendido como el contacto genital (que es como se entiende en

los bares que estudié), se desarrolla principalmente en los sanitarios o en los orinales

17
The practice of taking risks, of experimenting, sustained the baths. One participated in
activities that offered a variety of connections, a broad association of sounds, touches, tastes,
and smells. The imagination of the space offered a continuous experience; seeing and being
seen was only one of its many attributes.
  72
 

compartidos (aquellos que consisten en un muro de aproximadamente 70 cm de alto

que separa el sifón del público). Este tipo de orinal colectivo, permite el acercamiento

entre quienes orinan o aparentan hacerlo, de la misma manera que el sanitario permite

algún grado de intimidad que permite que los involucrados puedan tener un encuentro

sexual ante la presencia de los afiches de las campañas de lucha contra el VIH. Todos

los hombres con quienes hablé y que mencionaban haber tenido un acercamiento

sexual en un baño de alguno de los bares, coincidieron en lo rápido y excitante del

encuentro en el contexto del riesgo de ser encontrados o vistos por otros, así como en

la ausencia de la penetración como parte del mismo, debido a la brevedad del

encuentro y la incomodidad del espacio. Se usa la palabra morboseo o morbosear

para referirse a estos actos sexuales en los que la penetración no ocurre.

Estos encuentros pueden comenzar en la pista de baile, como menciona Héctor

Carrillo, hablando sobre “Gonzalo, como muchos hombres homosexuales en mi

estudio, creía que el sexo comienza con una mirada y el reconocimiento mutuo de

interés. Todo después de eso ya es sexo”18 (2002:181). Sin embargo los actos

sexuales genitales solamente se dan el baño, ya sea que haya habido o no un acuerdo

o insinuación previa en la pista de baile.

Durante una de mis salidas de campo, Andrés Felipe, de 18 años y Ramiro de 20, una

pareja que llevaba aproximadamente 6 meses de noviazgo, protagonizó una pelea en

18
Gonzalo, like many homosexual men in my study, believed that sex begins with a
seductive gaze and mutual recognition of interest. Everything after that was already sex. La
traducción es mía.
  73
 

River Side, luego de que Andrés encontrara a Ramiro con otro hombre en el orinal

“manoseándose” (conversación con Andrés Felipe). Al hablar con Ramiro, me contó

que en el orinal, otro hombre se le había “insinuado” mirándolo a los ojos y

sonriéndole. Después le mostró su pene en erección y comenzó a tocar el de Ramiro

cuando éste asintió en gesto de aprobación para comenzar el contacto físico, según

Carrillo,

Gonzalo también habla de cierta clase de comunicación que facilita la seducción. Tal
comunicación era creada con el cuerpo y por la modulación del tono de la voz, a fin
de hacer evidente que ya había comenzado el sexo, o la preparación para el sexo, y no
una conversación regular, no sexual19 (2002:181) (La traducción es mía).

El performance del levante o acercamiento a otra persona con fines eróticos o

erótico-afectivos está mediado por el lenguaje corporal. La mirada fija en alguien

puede dar la idea de que se espera una respuesta erótica. Esto puede resultar

embarazoso puesto que se entiende como una respuesta positiva a un estímulo sexual.

Lo que Edward T. Hall llama “distancia íntima” tiende a ser la proximidad a partir de

la cual que no hay duda de que el otro está respondiendo afirmativamente y en el caso

de los baños, esa distancia es fácilmente alcanzable debido a la disposición de los

mismos.

Asimismo, los malos entendidos, por lo general ocurren debido a usos distintos del

mobiliario del bar, en particular del espejo. En los bares que visité, existe al menos un

19
Gonzalo also alluded to a certain kind of Communication that facilitated seduction. Such
communication was created with the body and by modulating the tone of voice, in order to
make it evident that sex was happening, or the preparation for sex, and not a regular, non
sexual conversation
  74
 

espejo en la pista de baile, que tiene varios usos, algunas veces simultáneos, otras

aparentemente contradictorios. Cuando le pregunté a algunos de los meseros o

administradores de estos bares por qué tienen espejos en la pista de baile, las

respuestas se pueden dividir en tres: por un lado, –mayoritariamente– que se debía a

que ampliaba la sensación de espacio, por otro lado, que se debía a que el manejo de

la luz era particular con los espejos (las luces se reflejan en ellos y hacen juegos más

sofisticados con menos dinero) y por último que servía para tener un reflejo del

público, es decir, que permitía a la gente que estaba en el bar mirarse al espejo

mientras bailaba.

Durante mis observaciones, noté cómo el espejo sirve para todas estas acciones, pues

no sólo permite percibir un espacio un poco más amplio y un juego de luces o laser,

sino que permite ver a otras personas que bailan en otro punto de la pista, de manera

que acorta el espacio entre quienes se observan y permite un intercambio de miradas

y movimientos, que luego pueden concluir con un encuentro erótico –y furtivo- en el

baño del lugar.

Igualmente, encontré que en el caso de la rumba, el modelo que establece Hall tiene

algunos cambios; por ejemplo, la voz se usa sólo cuando es estrictamente necesario y

en volumen muy alto para que se pueda escuchar; las extremidades se mueven

mucho, así como la pelvis, mientras que la espalda y la cabeza tienden a permanecer

en relativa quietud, como eje del movimiento. Vale la pena aclarar que no sólo hago

referencia a la rumba gay de la Avenida Primero de Mayo, sino en general, a la fiesta


  75
 

que usa un volumen de música alto y luces tenues. Un ejemplo de esto sería la rumba

electrónica.

Música: Ritmos, Vibraciones y …Fiesta!

Parecía que el sonido, que cada acorde maravilloso de la melodía


se metía por todas las células de mi cuerpo y transmutaba su fisiología
(Mathew Collin, 1998)

A lo largo de la investigación noté una gran recurrencia alrededor de tres asuntos:

primero, la música funciona como un ordenador de la fiesta, es decir, se puede leer el

punto en que está la rumba según el tipo de música que se está escuchando y el

número de tandas de esa música que se hayan escuchado antes; segundo, que la

música que se oye es cross-over, es decir, va desde la ranchera hasta el trance,

pasando por ritmos afrocaribeños como la salsa; tercero, encontré que se baila

mayoritariamente en parejas, sin importar si suena una salsa o un trance. Cuando

comencé a fijarme en este aspecto de la rumba me sorprendió mucho que se bailara

en pareja música como la electrónica, que por tradición se ha bailado en masas de

personas solitarias como una “matriz de cuerpos y sonido” (Collin, 1998)

Gracias probablemente a lo cross-over de la música en el sector, la entrada y salida de

un estilo o ritmo particular marca la manera en que se desarrolla la fiesta.

Dependiendo del lugar –como mostraré más adelante- puede escucharse música

electrónica o pop, sobre todo latinoamericana. Con esta música se va llenando el bar

y se van pidiendo los primeros tragos. Por lo general cervezas al comienzo y si la


  76
 

gente se convence del lugar, se queda y pide algo más fuerte. De lo contrario, la

persona puede terminarse la cerveza y salir a ver otro bar.

Con cada tanda de música, el bar tiene flujos de personas que entran y salen de la

pista de baile, llenando la barra en oleadas de cuerpos sudorosos y exaltados a

quienes se les vende cerveza, primero a un precio ($2.000) y más entrada la noche, a

otro ($3.000 o $4.000) de manera que conforme pasa la noche, las tandas de música

llevan a la gente a comprar cerveza más cara, o a comprar tragos más costosos,

siempre y cuando se compren entre varias personas. Una de las estrategias que

encontré alrededor del trago y el aminoramiento de los costos, era tener en la mano

siempre una cerveza, pero prolongar al máximo su consumo, por ejemplo tomando

pequeños sorbos antes de bailar y no tomar mientras bailaban, lo que prolongaba el

consumo de esa cerveza hasta en una hora.

Acostumbrado como estaba al baile masivo de la música electrónica, comencé a

indagar por este nuevo concepto de baile en parejas y pregunté sobre ello. La mayoría

de las veces obtuve respuestas como “pues porque uno baila con el que viene, o con

el que lo saque a bailar a uno” (Miguel) o “pues porque esa música es muy sensual,

entonces uno baila con alguien que a uno le guste” (Nelson). De igual manera, los

grupos se ajustan al tamaño de la pista, armando parejas o tríos que bailan muy

apretados.
  77
 

La música electrónica que más se escucha en el sector es el Trance y suele haber

entre dos y tres rondas de esta música durante la noche. Cuando la música comienza a

sonar, las personas más jóvenes salen a la pista, mientras que quienes tienen más de

40 años (aproximadamente) salen de la pista hasta que vuelva sonar una canción

tropical. Así, la dinámica de consumo en estos sitios podría dividirse en dos flujos no

necesariamente alternados: por un lado, los jóvenes que consumen más música

electrónica, y por otro lado, quienes bailan músicas más tropicales como el merengue.

Por supuesto, como mencioné antes, esto no significa que existan turnos y que no se

mezclen los grupos, pero cuando suena música electrónica, una buena parte del

público sobre la pista cambia notoriamente.

Es interesante que la primera tanda de esta música particular suene más al comienzo

de la fiesta, es decir hacia las 10pm, cuando el público recién llega y vuelve a sonar

justo antes de la salida de la transformista o cuando se aproxima la hora de cierre,

caso particular en los amanecederos, donde la tanda comienza después de la hora de

cierre, de manera que ya se encuentra adentro la clientela que viene de otros bares.

Siempre asociada con los jóvenes, se pone a sonar cuando éstos comienzan a llegar al

sitio. Cuando hay promociones por cerveza o tragos, está sonando la “música de la

libertad, de la gente que sí sabe de rumba joven” (animador de River Side). Esta

asociación de la música electrónica con los jóvenes es particularmente promulgada en

River Side, precisamente porque se vende como un bar para gente joven, que llega

temprano y se va tarde.
  78
 

En cuanto a la música de las transformistas, encontré –como mencioné

anteriormente– que por lo general hacen dos salidas en cada bar, pese a que mucho de

lo que se oye es pop (que es lo más bailable). La mayoría de las transformistas cantan

música romántica y el público siempre canta con ellas, admira o critica a la

transformista como a una diva.

Al igual que cantantes pop como Madonna, Helenita Vargas con su voz ronca
y recia, masculina si se quiere, excede los roles que tradicionalmente hemos
de atribuirle a la mujer como fragilidad y dulzura de carácter. AG [Ana
Gabriel] por su parte –con tono grave- canta con una voz muy parecida a la de
Helenita, y lo hace con sumo apasionamiento (Góngora, 2003:46)

Sin embargo, cuando suena una canción pop la pista se nutre de personas, sobre todo

jóvenes que salen a cantar y bailar con enardecimiento a las divas del momento:

Shakira, Chenoa, Gloria Trevi, Fanny Lu, o las divas en inglés, cuyas canciones

pueden no ser cantadas al pie de la letra, pero se tararean y se cantan los coros con

igual entusiasmo.

Podría dividirse la música que se escucha en los bares gay de la 1M en dos grandes

grupos: la música en inglés y la música en español. La música en inglés que encontré

en campo es principalmente pop, pero también se escucha trance y en menor medida,

rock. A su vez, la música en español que se escucha en el sector es el pop, la ranchera

y lo que se podría entender como ritmos internacionalizados como caribeños20: la

salsa, el merengue, el vallenato, la champeta y el reggaeton.

20
Al hablar de ritmos, aparece un campo en el que es necesario considerar muchos factores
que no puedo abordar aquí por cuestiones de extensión y pertinencia con el tema central de
esta tesis. Sin embargo, es importante aclarar que en lo que respecta a ritmos como el
reggaeton, la champeta, la salsa e incluso el vallenato, los orígenes históricos y los usos
  79
 

En el pop, las canciones propiamente dichas tienen letras muy cercanas entre sí (se

habla casi siempre de los mismos asuntos), pese a que se cambie de ritmo musical. El

amor es el tema central, ya sea para declararlo, para rechazarlo o para lamentarlo, y

siempre se puede dedicar alguna canción cuya letra pueda dar cuenta de las

intenciones o sentimientos que no se dicen en voz alta. Durante una bservación, uno

de mis entrevistados me abordó con intenciones eróticas y para evitar la situación

incómoda lo saqué a bailar la canción que comenzaba a sonar, canción que resultó ser

Tú no eres para mí (2008), en la que la cantante Fanny Lu, le declara a un hombre

que la ha engañado, que lo deja por sus “cuentos baratos” (2008). Cuando comenzó a

escucharse la letra, el informante me preguntó “¿me la estás dedicando?” a lo que

respondí que no, y él replicó “es que si uno baila con alguien pues es por algo”

(conversación con Nelson).

Así, el Dj y su set de música hacen que la pista de baile se vuelva un escenario en el

que se cruzan tantos performances como clientes bailando (o no) en el reducido

espacio. Según Gary Jardim,

En la cultura de baile, la distinción entre música y entorno es borrosa entre otras, por
la transformación del espacio en una especie de imagen sonora en movimiento.
Luces, espejos, oscuridad y espejismo, son usados de manera que lo que uno ve
parece siempre un efecto de lo que uno escucha; el espacio se vuelve movimiento
como pista de baile, el club, y la bodega son transformados por los cuerpos que los

contemporáneos en las ciudades no necesariamente coinciden y más bien están atravesados


por los estereotipos y las ideas sobre lo afro, el sexo y el cuerpo en el caribe. Es por esto que
uso el término internacionalizados como caribeños, término con el que quiero resaltar la
manera en que se ha usado por las personas que bailan estos ritmos en las ciudades
latinoamericanas y del mundo.
  80
 

llenan; cuando el silencio llega, el escenario desaparece. Los bailarines son


performers, programados por el deejay; cuando la música se detiene, el juego –la
escena- se acaba (Gary Jardim’s 1993, en Frith 1998:156) (la traducción es mía)21

Por su parte, la música que no se baila, como la ranchera, tiene un sentido distinto,

pues, por un lado, está asociada al show de las transformistas y por otro lado, están

en la memoria colectiva de la mayor parte del público que asiste a estos bares,

quienes entran en empatía con las letras y las melodías de Helenita Vargas, Rocío

Jurado, Paloma San Basilio, entre otras. Estas canciones, cuyas letras de despecho y

traición “son el tipo de cosas que hemos estado acostumbrados a escuchar en voces

predominantemente masculinas [del mismo género musical], pero que ahora aparecen

reivindicando a una mujer traicionada y con el corazón herido” (Góngora, 2003:46)

Durante la revisión de literatura sobre el tema de la música, encontré que llamaban

himno gay a una serie de canciones que representaban de alguna manera a la

población LGBT, y de la que se hacen listas de popularidad en revistas LGBT como

la inglesa Attitude. Comencé entonces a preguntar si para los hombres que asistían a

los bares de la 1M existía algo como los himnos gay y encontré que algunas

canciones que hablan de alguna manera de lo gay producen reacciones

particularmente emotivas en el público. Tal es el caso de la canción de Gloria Trevi

con la que comencé este capítulo Y todos me miran. Esta canción, éxito en los bares

21
In dance culture the distinction between music and environment is blurred in other ways,
by transforming space into a kind of moving sonic image. Lights and mirrors, darkness and
deception, are used so that what one sees seems always an effect of what one hears; space
becomes movement as dance hall, club, and warehouse are shaped by the dancing bodies that
fill them; when silence falls, the setting disappears. The dancers are performers, programmed
by the deejay; the music stops, play time –the scene- is over (Gary Jardim’s 1993, en Frith
1998:156)
  81
 

gay de la ciudad ha llegado a ser una representación de lo gay en Latinoamérica desde

2006.

En esta, como en otras canciones, la letra, cantada por una mujer, puede hacer alusión

a una mujer herida por un hombre que la ha abandonado y que ahora tiene el control

de su propia vida. Como lo menciona Góngora (2003), se trataría de una mujer

empoderada. Sin embargo, en el video de la canción, aparece la misma historia de

abandono de la pareja repetida dos veces: en la primera, el personaje principal es un

hombre que al ser abandonado se trasviste y en la segunda, es la propia Trevi quien es

abandonada. En ambos casos, el personaje principal sale a la calle, después de una

transformación que refleja su nuevo empoderamiento.

Al analizar las letras de otras canciones como Tú No Eres Para Mí, ¿A Quién Le

Importa?, My Hips Don´t Lie o la clásica I Will Survive, encontré que no sólo la letra

era importante a la hora de bailar o cantar fragmentos o la totalidad de las canciones,

pues como dice Frith,

Al escuchar las letras de las canciones pop en realidad escuchamos tres cosas al
tiempo: palabras, que aparentan dar a las canciones una fuente independiente de
significado semántico; retórica, palabras siendo usadas en un sentido musical
especial, un sentido que llama la atención a las características y problemas del
discurso; y voces, palabras siendo habladas en tonos humanos que son en sí mismos
signos “significativos”, de las personas y la personalidad22 (Frith, 1998: 159)

En este sentido, la letra por sí sola como texto, no es suficiente para analizar el

fenómeno de las canciones pop en la rumba gay, sino una parte en la que se

22
(…) Listening to the lyrics of pop songs we actually hear three things at once: words, which appear
to give songs an independent source of semantic meaning; rhetoric, words being used in a special,
musical way, a way which draws attention to features and problems of speech; and voices, words being
spoken in human tones which are themselves “meaningful,” signs of persons and personality (Frith,
1998: 159)
  82
 

relacionan otros sentidos y otros significados, es decir, el performance que la música

permite en el bar, está siempre anclado, relacionado e incluso generado por la música,

por lo que no se puede analizar un performance en un bar sin tener en cuenta la

música como componente fundamental de las relaciones sociales que allí se

producen. Según Frith

Las palabras sin música fueron usualmente [y son todavía] (casi literalmente) son
difíciles de recordar. (...) las palabras de las canciones solo se recuerdan en su
contexto melódico y rítmico, como cualquiera que haya visto un show de televisión
en el que se pide a los panelistas identificar una letra que sale en la pantalla como
texto plano. Ellos usualmente no pueden, pero toma solo un par de notas de la música
y todo el mundo (también quienes escuchan en casa) pueden recordarla
inmediatamente (Frith, 1998:160)23

Las maneras en que se genera el performance en la pista de baile o en las mesas del

bar en la La 1M, tienen que ver siempre con la música que esté sonando, pues es ésta

la que produce una buena parte del contexto en que tal performance es actuado. Los

modos en que cada persona interpreta emocionalmente las canciones que están

sonando, están relacionados con las maneras en que estas emociones se expresan en

la pista de baile y con las maneras en que estas son leídas por las demás personas.

Así, podría señalarse a quien sufría una pena de amor y separársele de quien trata de

demostrar una dote artística. Pero estos actos no están necesariamente mediados por

la intensión. Es decir, no siempre era la intensión de una persona demostrar una dote

23
(…) The words without the music were usually (quite literally) unmemorable. (…) Song words are
only remembered in their melodic and rhythmic setting, as anyone knows who has followed the TV
pop quiz question in which panelists are asked to identify a lyric that winds along the bottom of the
screen as a plain print text. They usually can’t, but it only takes a couple of notes the music to be faded
in and every one (listeners at home too) can immediately recall it (Frith, 1998:160)
  83
 

o una emoción, sino hacer un duelo o dejarse llevar por la música pues, como dice

Frith:

La música no es, por su naturaleza, racional o analítica; ella nos ofrece no argumento
sino experiencia, y por un momento –por momentos- esa experiencia involucra un
tiempo ideal, un ideal definido por la integración de lo que rutinariamente se
mantiene separado, -lo social y lo individual, la mente y el cuerpo, el cambio y la
quietud, lo diferente y lo igual, lo ya pasado y lo todavía por venir, deseo y
realización. La música es en este respecto, como el sexo, y el ritmo es crucial para
esto –el ritmo no como “liberando” urgencias físicas sino expandiendo el tiempo en
que podemos, si es posible, vivir en el presente24 (Frith, 1998:157)

Es precisamente esta experiencia de la música la que hace particular el performance

en la Primero de Mayo. La música es además de un vehículo de intenciones o

emociones, una constructora de las emociones mismas. Podría decirse que no sólo

expresa lo que las personas sienten, sino que genera los sentimientos con los que las

personas en la fiesta se comunican. La experiencia de la música, tanto en un sentido

fisiológico, como en un sentido simbólico, construye el ambiente gay de la rumba en

la Primero de Mayo.

24
Music is not, by its nature, rational or analytic; it offers us not argument but experience, and for a
moment-for moments-that experience involves ideal time, an ideal defined by the integration of what is
routinely kept separate –the individual and the social, the mind and the body, the change and stillness,
the different and the same, the already past, and the still to come, desire and fulfillment. Music is in
this respect like sex, and rhythm is crucial to this –rhythm not as “releasing” physical urges but as
expanding the time in which we can, as it were, live in the present tense. (Frith, 1998:157) (la
traducción es mía, las cursivas son del autor)
  84
 

HAY QUE VENIR AL SUR

Tuve muchas experiencias y he llegado a la conclusión


Que perdida la inocencia en el sur se pasa mejor
¡Para hacer bien el amor hay que venir al sur!
Para hacer bien el amor iré donde estás tú
(...) y si te deja, no lo pienses más
Búscate otro más bueno
Vuélvete a enamorar....
(Raffaella Carrá)25

Decidí comenzar este capítulo con la canción de Raffaella Carrà Hay que venir al sur

(1978) por varias razones. Para comenzar, la canción se hizo famosa en un contexto

en el que las diferencias geopolíticas del norte y el sur de Italia hacían del norte –en el

imaginario de muchos y muchas- un lugar de progreso económico, industrial,

urbano, ordenado y frío, poco emocional y con una sexualidad controlada mientras

que el sur representaba lo exótico, erotizado, veraniego, caliente, desinhibido, libre de

las ataduras de la vida racional de la ciudad. Podría decirse que tal tensión se veía

reflejada también en las relaciones norte-sur en Latinoamérica, lo que hizo de esta

canción un éxito en la región a finales de la década de 1970. (Cabe mencionar que

Carrà se radicó en Argentina después de haberse vuelto un ícono de la canción pop en

habla hispana).

En la Primero de Mayo, las tensiones geopolíticas en las que esta canción tuvo su

auge pasan a otro plano. Así como se replican en las relaciones más globales, se

reproducen en las tensiones geopolíticas de la ciudad. Cuando comienza a sonar esta

canción, es frecuente escuchar al animador decir enérgicamente cosas como “¿Dónde

25
Rafaella Carrá. (1978). Hay que Venir al Sur. En: Hay que Venir al Sur. CBS
  85
 

está la gente gay del sur de Bogotá?!” (Notas de campo. Abril, 2008) mientras la

gente se para a bailar y cantar esta canción animadamente. Al mismo tiempo, la

representación de la “zona Rosa del sur de Bogotá” como un lugar de placer y

desenfreno tiene un lugar en esta canción. Estas tensiones geopolíticas se corporizan

en los y las asistentes a los bares gay de la Primero de Mayo como representantes de

una zona en que lo popular y lo sexual son proporcionales así como

transgeneracionales. Los mayores han escuchado esta canción desde que se lanzó y

los jóvenes que la han escuchado desde la infancia la reconocen como parte de lo que

identifica al sur de la ciudad.

En este capítulo mostraré los flujos en los que la rumba gay de la Primero de Mayo se

inscribe en la ciudad y los que se inscriben en los bares, yendo de lo general, (el

espacio geográfico de la ciudad) a lo particular (los bares que estudié) y los flujos (de

clientes, porteros, meseros, policías y vendedores ambulantes) que nutren y

dinamizan la rumba gay en la Primero de Mayo. Para esta tarea mis recursos han sido

5 guías gay de Bogotá, las observaciones que hice en campo, planos de algunos bares,

y mapas del sector, que me sirvieron para darme cuenta del entramado de flujos que

constituyen este enclave de socialización gay26 en la ciudad (por dónde circulan las

personas en cada bar, cómo llegan a los bares, qué vías de acceso al sector tienen los

clientes, entre otras).

26
Cabe aclarar que no sólo vi socializar allí a hombres gay, sino que también vi a lesbianas,
personas trans y bisexuales, pero debido a que sólo me fijé en los hombres gay, decidí
centrarme aquí en esta población.
  86
 

Imágenes del mundo gay en Bogotá: Las guías gay como imágenes y como
menú de la rumba en Bogotá

A lo largo del trabajo de campo detecté varios tipos de tránsitos en la rumba gay de la

Primero de Mayo que se inscriben en varios espacios y se articulan entre sí de

diferentes maneras. Uno de los primeros indicios que encontré sobre estos tránsitos

fueron las guías gay de Bogotá usadas como menús, es decir, como una carta en la

que el público puede encontrar diferentes ofertas de bienes y servicios y el tipo de

clientes que puede encontrar.

Al preguntar sobre las guías y sus usos, encontré que muchos las usaban para saber

dónde quedaban los lugares nuevos o las fechas especiales de los bares que ya

conocían. Sin embargo, poco se preguntaban por las imágenes que allí aparecían. Al

mismo tiempo, los sitios de la zona que estudié, no aparecen publicitados de la misma

manera que los sitios situados en Chapinero, más numerosos en las guías que

analicé: Portada Gay, Atmósfera G, Ventana G, guía AMB y Revista Agencia, así

como dos guías que circulan por internet: www.guiagaycolombia.com y

www.angelfire.com.

La aproximación a las guías me anteó un doble desafío. Por un lado, la apropiación

que los clientes y el personal de los bares hacen de ellas, y por otro lado, las imágenes

de las guías mismas. Esto me condujo a varias preguntas: ¿qué imágenes aparecen en

las guías? ¿Con qué intención y cómo se presentan? ¿Quiénes son las personas y

cuáles los objetos que allí se ofrecen? ¿Cuáles son los bares que se están
  87
 

promocionando allí y cómo se venden? ¿Qué tipo de imágenes son en términos

formales? ¿Cuál es la relación o relaciones que se establecen entre las guías y quiénes

las manipulan (personal de los bares y público)?

Las preguntas por la visualidad de las guías me llevaron a la construcción de series en

las que las comparé de diferentes maneras, teniendo siempre en cuenta los bares de la

Primero de Mayo. Si bien hice comparaciones con bares de otros sectores de la

ciudad, no mostraré aquí más que las imágenes del sector que estudié. Lo primero

que hay que decir sobre las guías gay de Bogotá es que en ellas se concentra la rumba

de Chapinero. Si bien este sector de la ciudad acumula la mayoría de los bares,

muchos de éstos no aparecen en las guías.

En la guía Conexión número 4 de 2007 aparecen para Chapinero: 57 bares , 17

videos y 7 saunas y no aparece mencionada la Av. Primero de Mayo, es decir, en

Chapinero –según la guía- se concentraría el 71% de los 80 bares de la ciudad,

mientras que en la Primero de Mayo no existiría bar alguno27. Asimismo, en el

número 2 de 2008 de esta misma guía, aparecen para Chapinero 59 bares, 19 videos y

6 saunas frente a 13 bares, 3 videos y ningún sauna en la zona que estudié. Según este

número de la guía, existían en ese momento en Bogotá 110 bares, de los cuales el

53% estaría concentrado en Chapinero y el 12% en la Primero de Mayo. En la guía

27
En la categoría “Bares” he incluido lo que en las guías aparece como: bares, discotecas,
café-bares o cafés, dado que la diferencia entre ellos no es muy significativa en términos de
los usos que el público y el personal de los establecimientos hacen del espacio -bailar, beber
y hablar principalmente- y los flujos que construyen en su cotidianidad con dicho espacio.
  88
 

Portada Gay de agosto de 2009 aparecen 44 bares en la zona de Chapinero frente a 13

bares en la Primero de Mayo. Según esta guía, existen 85 bares.

Al mismo tiempo, cuando revisé una de las guías de internet en octubre de 2009,

encontré que varios de los bares allí mencionados, estaban cerrados hace meses, a

pesar de que la página se actualiza con frecuencia. En dicha página aparecen los

eventos que se realizarán en la ciudad en cuanto a las fiestas LGBT, de nuevo con

Chapinero como epicentro de la “movida” gay de la ciudad.

Para saber qué tanto se publicitaban los bares de mi investigación en las guías gay de la
ciudad, comencé a hacer series de imágenes de éstas, en las que pudiera ver cómo se
presentan en términos visuales y cuáles son las continuidades y discontinuidades con los
bares del resto de la ciudad, entendiendo que la mayoría de ellos se encuentran en la localidad
de Chapinero, fundamentalmente entre las calles 57-69 y las carreras 7-17. Al mismo tiempo,
al aproximarme a la relación que sus consumidores generan con ellas, noté que existe una
fuerte relación con la imagen visual, anclada en los estereotipos de masculinidad y de ser gay
de los que hablé en el primer capítulo, además del uso estricto de guía en Bogotá. Cabe
anotar que el término “consumidores” podría entenderse en un sentido amplio como aquellas
personas que le dan algún uso a las guías: Clientes de los bares, personal de Clientes de los
bares, personal que las distribuye, los vendedores ambulantes que las guardan cuando las ven
en el suelo para regalárselas a alguien que les pida información. Sin embargo, me referiré
aquí solamente a los primeros dos grupos de personas: los clientes de los bares y el personal
que los atiende, pues es de quienes tengo más información.

Durante la construcción de series, encontré que en esta guía en particular, los

hombres aparecen mirando predominantemente a su izquierda, mientras que las

mujeres y las transformistas aparecen principalmente mirando de frente. En la serie

3.1 reuní las imágenes que encontré sobre tres bares de la Primero de Mayo en la guía

Atmósfera G que mostraran figuras de hombres. En ella, la mayoría de los bares se

publicitan a partir de imágenes de hombres jóvenes, atléticos, en su mayoría blancos,


  89
 

rubios y de torso desnudo. Las fotografías no muestran las extremidades inferiores.

Estos hombres sin piernas muestran sus abdominales y sus brazos, así como la ingle.

Todos están en ropa interior, están sólos, en poses que denotan erotismo o fortaleza

física. Anclados a las imágenes, aparecen textos que ofrecen el menú del mes o el

menú general de opciones para los clientes, las fechas de las fiestas especiales o

simplemente indicaciones de los días en los que se hacen cierto tipo de eventos o la

dirección del establecimiento.

serie 3. 1 Bares de la 1M que muestran hombres (guía: Atmósfera G)

Asimismo, en esta guía, de dimensiones menores a las demás estudiadas (9cm. Por

5cm.), se dedica una página por cada bar. Las guías más grandes incluyen la

publicidad de estos bares y de otros. También encontré algunas guías en las que se

mostraron varias páginas de algunos de los bares del sector que estudié, como es el

caso de Sugar en la guía Ventana G que si bien no incluye una imagen fotográfica de

un hombre, como en la mayoría de los otros casos, sí muestra una imagen gráfica de

un ángel hombre, con una hoja de arce que le tapa el pene volando con el mundo a

sus pies.
  90
 

En la imagen 3.1 se aprecia cómo la mayoría de los textos relativos a las actividades

del bar durante la semana se construyen alrededor de la idea de la sexualidad

desbordada de los hombres gay que abordé en el primer capítulo, así como los shows

de los que hablé en el segundo capítulo, leyéndose textos como “miércoles. Noche

erótica, pasión y lujuria. Sexo en vivo. Si eres descomplicado, participa y

compruébalo” (Ventana G. septiembre 2007). Este texto hace alusión a una de las

ideas sobre la corporalidad gay: la disposición permanente a tener encuentros

sexuales con múltiples parejas. La demostración de ‘ser descomplicado’ denota la

demostración en público de la masculinidad hipersexual del ideal gay. Ser

‘descomplicado’ es a su vez, permitir que el público vea (¿acaso toque?) su torso

desnudo, sin que esto represente mayor complicación. Esto implica una postura con la

desnudés masculina y con la relación entre erotismo y mostrar la piel.


  91
 

imagen 3. 1 Página interior de la guía Ventana G.

En otros casos, la elegancia y lo glamoroso se convierte en maneras de expresar la

distinción del bar. Tal es el caso de River Side (imagen 3.2)


  92
 

imagen 3. 2 Volante publicitario del reinado transformista Miss River Side

Esta imagen no corresponde a una guía, sino a un volante que entregaban en el bar a

manera de carta de invitación, con un sobre de papel más grueso, mate, no brillante

como en las guías, impreso a una sola tinta (azul) con una letra tal en el que están

impresas las fotografías de Manuel Corrales, el maestro de ceremonias y una

transformista: la reina que entrega la corona. Para este evento especial, la invitación

era especial.

Todo esto implica una manera distinta de ver la imagen y por lo tanto una serie de

preguntas por lo formal de la imagen en cuanto a la manera en que se está


  93
 

produciendo un discurso social desde las imágenes en las guías y revistas gay de la

ciudad, pues –en palabras de BuckMorss.

El brillante texto de Walter Benjamin «La obra de arte en la época de su


reproductibilidad técnica» constituye un hito para la comprensión de las
implicaciones de esta transformación del significado de la imagen, que ya no se
entiende como una simple representación de la realidad, sino como la productora de
una nueva realidad, una sur-realidad: la imagen en su estado puro. A la imagen
visual como película emanada de los objetos, se le reconoce su propio status, así
como su propia presencia material (2005:151)

En este sentido, analizar las guías y revistas gay de la ciudad únicamente desde la

semiótica, me ofrecía sólo una parte de la construcción de la realidad social de la

rumba gay en la Avenida Primero de Mayo, pues me permitía anclar las imágenes con

textos, pero no me permitía hablar de los textos como imágenes, aunque sí me

permitía hablar de las imágenes como textos.

Durante las conversaciones, sólo tres de mis interlocutores mencionaron con claridad

qué guía preferían y podían dar los nombres de al menos otra. Los demás no

recordaban los nombres de las guías, pero sí algunas de las imágenes que aparecían

en ellas. Asimismo, cuando les preguntaba qué tan a menudo usaban las guías para

saber qué pasaba en los bares, respondían que “sí, pues uno las mira como para saber

si hay algo, pero como uno hace una putivuelta (término que explicaré más adelante)

o le cuentan. Yo por lo menos no me fijo tanto en las guías, sobre todo veo las fotos

(…) salen unos bizcochos a veces. ¿Sí te has fijado?” (Conversación con Miguel) en

otra conversación me dijeron “es que las fotos son más internacionales, si tu miras,

los modelos no son de Colombia, porque ahora las guías ya se ponen como a pensar
  94
 

internacionalmente, entonces qué van a poner manes ahí todos colombianos si pueden

poner extranjeros” (Conversación con Gonzalo). Las imágenes de las guías ofrecen

sobre todo hombres que no son colombianos. El fenotipo y la apariencia que se

venden son los del hombre blanco, alto, atlético, rubio y de ojos claros. Los bares

prefieren usar esas apariencias de hombres más valorizadas para darles caché a sus

establecimientos mientras que los fenotipos latinos tienden a subvalorarse como de

menos estatus

Este tipo de referencias a las imágenes eróticamente cargadas en las portadas e

interiores de las guías fue recurrente durante las distintas conversaciones que sostuve

en campo. De esta manera, las guías no sólo se constituyen en un menú de ofertas

para los clientes de los bares en los que hice mi investigación, sino en un elemento

dinamizador de la rumba misma, una manera de generar un deseo, producir una idea

de la rumba que allí se vive. Podría decir, sin temor a equivocarme, que eso mismo

pasa con el resto de bares gay de Bogotá, pues el tipo de imágenes no cambia

drásticamente de un sector de la ciudad a otro. Sin embargo, esto me suscita

preguntas de tipo político, pues, en palabras de Buck-Morss

Es posible encontrar a personas de todo el mundo observando las mismas imágenes


(…) Las consecuencias políticas de ello son muy relevantes –aún cuando no
automáticamente progresistas-. El significado, en efecto, no está «adherido» a la
imagen. Dependerá de su situación, no de su fuente. (2005:159)

Una de los grandes trabajos que no abordé con esta tesis está relacionado
precisamente con las implicaciones políticas de las imágenes que ven los hombres
que consumen estas guías y volantes, puesto que implica toda una investigación
independiente.
  95
 

Portada Gay: Imagen/Menú

Cuando hice las series de la revista Portada Gay, guía que para agosto de 2009

produjo su número 150, noté un cambio en la presentación de los bares, con respecto

a las demás revistas, y este nuevo formato empezó a aparecer en otras, como

Conexión, que lleva menos números publicados. Este formato consiste en una

cuadrícula en la que se separa la ciudad por zonas (Norte, Chapinero, Sur, Centro y

Restrepo) dentro de las que se despliegan diferentes tipos de establecimientos

(discotecas, bares, café bar, videos y saunas) y luego aparece otra parrilla en la que se

despliegan solamente servicios localizados en diferentes lugares de la ciudad (tiendas

gay, restaurantes gay, residencias y hoteles gay, chicos y masajes, organizaciones gay

y publicaciones gay).

Varias cosas llamaron mi atención sobre la manera en que se ofrece la rumba gay en

esta guía. Por un lado, la forma de la parrilla misma, pues sugiere un acercamiento

más “sistemático” a los bares que existen en la ciudad y por otro lado, el cambio que

encontré en los fondos de esta parte de la guía. Si bien al comienzo28 esta sección de

la guía tenía como fondo una imagen no figurativa, luego comenzaron a aparecer

fondos alusivos a alguna temporada del año que no necesariamente coincidía con el

mes de la guía (por ejemplo, en el número de septiembre de 2007 apareció un fondo

que hace referencia al día de brujas, con la inscripción “Happy Halloween”) y luego

28
La serie que construí tiene los números correspondientes a los meses de junio de 2006;
mayo, junio, agosto y septiembre de 2007; febrero y agosto de 2009
  96
 

aparecieron fondos de colores planos que permiten leer más claramente la

información de la revista. La serie 3.2 da cuenta de este proceso.


  97
 

serie 3.2 Proceso de cambio en la guía portada Gay


  98
 

Es en esta guía en la que mejor se ve el diseño bajo la forma de menú de sitios, como

una oferta que se ofrecen en la ciudad, asemejado a la manera en que se organiza la

información en las guías de internet.

Llamó poderosamente mi atención la manera en que la guía se refiere a los bares

como bares gay refiriéndose a los bares masculinos exclusivamente, lo que es

recurrente con los servicios y espacios que no son bares: tiendas, restaurantes,

residencias, hoteles, organizaciones, publicaciones, todas con el apellido gay o

haciendo referencia directa a la masculinidad homoerótica: “chicos y masajes” son

tan frecuentes como los encabezados que anuncian la “zona gay sur”. Es evidente

aquí la ausencia de la sigla LGBT, siendo la G la única que tiene representatividad en

la portada, pese a que en el interior de las revistas aparecen (minoritariamente) bares

lésbicos, así como fiestas o reinados de transformismo, que son más numerosos que

los primeros.

Puti-tour: el Paso de Adentro Hacia Fuera

Al preguntar por qué la mayoría de las personas con quienes hablé, no usaban las

guías para conocer o visitar bares del sector, las respuestas indicaron que quienes más

recurren a las guías para saber dónde queda un bar son quienes no residen en el

sector, esto es, quienes no van a rumbear permanentemente a la Primero de Mayo.

Estos “turistas” de la ciudad visitan la Primero de Mayo con el propósito de encontrar

hombres “más hombres” con otros atributos a los ya conocidos y con estilos,

fenotipos, rasgos raciales, características físicas, oficios específicos propios de


  99
 

sectores sociales subalternos. Partiendo de la idea que Sontag rescata cuando dice

que “Lo camp es una concepción del mundo en términos de estilo; pero de un tipo

particular de estilo. Es el amor a lo exagerado, lo «off», el ser impropio de las cosas”

(1984), exageración que se exotiza y que se busca como fetiche en unos casos, o que

genera identificación en otros. En ningún caso se puede olvidar que en las guías se

promueven miradas estereotipadas importadas del norte o miradas exotizantes que

buscan satisfacer la búsqueda de la otredad deseada.

Durante una de las salidas al campo, Miguel, me invitó a bailar. Una vez en la pista,

le dije que me parecía muy bonito el bar, que pocas veces había estado allí, a lo que él

me respondió “¿no conoces los bares de por aquí? Ven y damos una putivuelta”

(conversación con Miguel. Agoso, 2008). Salimos de River Side y comenzamos la

caminata por los bares de los alrededores mientras yo le preguntaba por el sector.

A medida que avanzábamos, me contaba cómo era cada bar y quiénes eran clientes

recurrentes de cada sitio. Me explicó cómo en River Side estaban los más jóvenes

(conejos) y cómo a Tropicana se le conoce como “el Theatron de la Primero de

Mayo” dado que es uno de los bares más grandes y costosos al tiempo que está

ubicado en la mitad de la cuadra. Le pregunté si rumbeaba siempre en este sector o si

salía por ejemplo a Chapinero. Él respondió que no salía mucho porque el transporte

era muy costoso (sobre todo en taxi) y que allí podía quedarse en un amanecedero con

gente que se encontraba, mientras que en Chapinero no se encontraba casi nunca con

nadie (conversación con Miguel)


 100
 

Posteriormente repetí estas preguntas con Eduardo, a quien le pregunté por los

recorridos que hacía en la ciudad para llegar a un bar determinado. Él me respondió

que en la zona ya conocía los bares, mientras que en Chapinero conocía sólo algunos,

y que en ese sector lo que valía la pena eran los saunas y videos, pues en la Primero

de Mayo no había sino uno de mala calidad [Acuarios] (conversación con Eduardo)

Esto me llevó a preguntarme por las formas en que circulan las personas, los objetos

y las sustancias dentro de los bares y alrededor de ellos, pero también me generó una

pregunta por otro tipo de sitios que se encuentran en el sector, saunas y videos, en

términos de si hacen parte de un circuito frecuentado por los hombres que asisten a

los bares que observé.

Grupos de amigos suelen ser atraídos a los bares por los jaladores con promociones

de trago o indicando el tipo de show que ofrecerán esa noche. Antes de entrar al bar,

suele pasar que uno de los integrantes del grupo entre sin pagar para ver cuánta gente

hay y si la música o el “ambiente” son apropiados para los intereses del grupo. Luego

sale y describe el interior del bar a los demás, ante lo cual deciden entrar o no. Si la

decisión es no entrar, siguen con el “tour” al siguiente bar. Si deciden entrar, los

acomodan según su petición de trago más cerca o más lejos de la pista. Más adelante,

se toman un primer trago o una primera cerveza y se paran a bailar, dejando al menos

a uno de los integrantes en la mesa, para que cuide las cosas y el trago. Según Miguel

“pues uno no se confía porque se le pueden llevar a uno así sea un trago o echarle a

uno algo y luego lo roban”. Aquí, consumir un licor más costoso que la cerveza cobra

un significado adicional en términos del espacio. Si el grupo está junto a la pista de


 101
 

baile, la mesa está siempre a la vista de todos, lo que les permite a todos pararse a

bailar.

En el interior de los bares pude establecer puntos en los que las personas permanecen

por más tiempo: la mesa o la barra, que es el lugar en el que se ubican al llegar; el

baño, a donde se desplazan con más frecuencia cuando están tomando cerveza, y en

mucha menor medida cuando están consumiendo drogas; la pista de baile, en donde

es frecuente ver a las parejas o grupos bailando en el mismo sitio durante toda la

pieza musical e incluso durante toda la tanda, volver a las mesas y ocupar los mismos

sitios que estaban ocupando antes, sin importar si habían terminado o no el trago que

estuvieran tomando; el afuera, la calle, pues se generó un cambio en la dinámica de

los bares, dado que ahora se hace necesario desplazarse hacia la calle para poder

fumar, y entrar de nuevo para poder beber, lo que ha conducido a una apropiación

del espacio de la calle frente a los bares. Hay que agregar que esta dinámica se generó

desde que el distrito impuso la medida de espacios libres de humo.

Es en la calle en donde se puede saber cómo está la fiesta en otro bar al mismo

tiempo que se hacen flirteos y se encuentran amistades. En la calle, los espacios que

sirven de tránsito se vuelven también espacios de permanencia prolongada para

vendedores y vendedoras ambulantes, jaladoras y jaladores (personas que se dedican

a jalar a los y las potenciales clientes hacia el interior de los bares) y otras personas

que trabajan de lo que el sector de la diversión ofrece.


 102
 

A la hora del putitour o la putivuelta, se piensa sobre todo en dar una vuelta por el

lugar, que le permita saber a quien la realiza, quién está en qué lugares. De esa

manera, se puede buscar un posible levante, es decir, un compañero sexual por una

noche, o incluso un encuentro que puede no llegar a una relación sexual, sino a unos

besos. Asimismo, el putitour puede terminar en un encuentro con amigos que van a

rumbear al mismo sitio. Miguel, por ejemplo, suele encontrarse con vecinos y amigos

de barrio en los bares del sector, según él, porque “viene un montón de gente de

Soacha, entonces uno da media vuelta y se los encuentra a todos”.

CIRCULACIÓN DE ALCOHOL Y OTRAS SUSTANCIAS

En los bares suele haber mucho movimiento. Gente entrando, saliendo, pidiendo

tragos en la barra, yendo de la mesa a la pista, de la pista al baño, del baño a la barra,

de la barra de nuevo a la pista. Sin embargo, estas dinámicas parecen menos

frenéticas cuando se miran con mayor detenimiento. Al comenzar a ver la manera en

que los usuarios de los bares se desplazaban de bar en bar, también me interesé por

ver cómo se desplazaban dentro de los bares. Así realicé pequeños seguimientos de

una persona o un grupo de personas a lo largo de una noche, para saber cuáles eran

estos tránsitos.

La mayoría de las rutinas de personas solas en el bar se podrían sintetizar así: se

escoge un bar determinado para rumbear, ya sea por tradición, por una guía o por

azar; al llegar, el cliente (que va solo) mira qué tanta gente hay en el bar, se cerciora

de que haya espacio disponible y se sienta; pide una cerveza, espera hasta beberla
 103
 

toda para levantarse a bailar o para acercarse a alguien y hablar. Luego de comenzar

la conversación se levanta y bailan, al final de la canción o de la tanda que hayan

escogido pueden quedarse sólos de nuevo y dar una vuelta por el bar para ver quién

más está sin pareja, volver a la mesa para seguir hablando con otro cliente, o salir del

bar. Suele suceder que si el bar tiene pocas personas (es decir, si no hace falta entrar

para ver a todo el público), el cliente simplemente no pasa del portal y se retira al

siguiente bar.

Las rutinas en la calle son un poco más complejas y cambian con más frecuencia.

Durante una de las salidas de campo noté un gesto que el portero del bar en el que yo

estaba, le hacía a un vigilante de otro bar, a lo que éste respondió mirando a un

hombre de aproximadamente 30 años, que caminaba por el andén con paso acelerado

y mirando permanentemente hacia atrás. Acto seguido, el portero y el vigilante se

ubicaron en la puerta de sus respectivos bares y comenzaron a mirar fijamente al

hombre que pasaba. Tras haber avanzado unos pocos metros, el hombre fue

alcanzado por una voz también masculina que lo llama. “Raúl” –grita el otro hombre–

¡todo bien!” Raul se calma, respira profundo, lo alcanza el otro hombre, Raul saca

una bolsa de su chaqueta, se la entrega a su compañero quien presuroso la pone en su

chaqueta y cruzan la calle. El vigilante, siempre observador, llama por radio a alguien

y da aviso. Se trata de un vigilante que se encuentra en un bar al otro lado de la

Primero de Mayo. Raul y su amigo cruzan y se adentran en las calles del barrio,

dejando atrás la avenida. Al acercarme al vigilante y preguntarle por la escena, me


 104
 

dice que pueden ser vendedores de droga que están huyendo de la policía o ladrones

que acaban atracar a alguien en las cuadras aledañas (conversación con David).

Sin embargo, cuando me detuve a ver lo que sucedía en la calle, noté que algunos de

estos porteros o jaladores, estaban siempre alertas de lo que los vendedores o

vendedoras ambulantes les avisaran sobre la policía, de manera que cuando se

acercaba una patrulla, los vendedores ambulantes les dieron aviso a los vigilantes o

porteros, para que sacaran a los y las menores de edad así como sustancias ilegales de

los establecimientos. La presencia de la policía no es inusual en la zona de la avenida

Primero de Mayo, pero la presencia de patrullas puede indicar una redada o una

requisa, así como parte de los controles para evitar que los bares estén abiertos

después de la hora reglamentaria. En dos salidas de campo la policía cerró los bares

del sector, y en otra ocasión, selló otro por permitir la presencia de cerca de una

docena de menores de edad.

Días después de la segunda visita que coincidiera con batidas policiales, (febrero de

2008) en otra salida de campo, noté cómo el cajero del bar le señalaba a la encargada

del guardarropas la llegada de un cliente que se acercaba a ella en medio de la

multitud. Ella lo ubicaba con la mirada, mientras el cajero se pasaba la mano

izquierda por la nariz como si se limpiara el sudor. Ella esperó al cliente, que le dejó

una chaqueta, le pagó con un billete de $10.000 y ella le dio $3.000 a cambio, junto

con un cuadrado de cartulina con el número de su gancho. Acto seguido, él se dirigió

al baño, se ubicó en el orinal y sacó del bolsillo una papeleta de cocaína (Marzo de

2008). Después de las 3.00am. la cantidad de clientes que hacían esto en el bar
 105
 

aumentó considerablemente. En este bar el orinal está separado de los sanitarios, así

que en el orinal, que se encuentra al fondo del bar es menos visitado que los sanitarios

(ubicados junto a la pista de baile).Esto genera una dinámica muy particular cuando

el bar comienza a funcionar como amanecedero.

Como mencioné en el capítulo anterior, el orinal es el sitio en el que más encuentros

sexuales ocurren, pero también el lugar en el que más se consume cocaína. Sacar la

papeleta, introducir una llave sacar la dosis y oler una dosis por fosa nasal, resulta

demasiado evidente para hacerlo en la mesa, de manera que se prefiere el orinal, en

donde la mirada está dirigida en otra dirección. Sin embargo, cuando comienza a

acercarse la hora de cierre de los bares circundantes, el amanecedero se transforma,

llenándose de personas que vienen por un poco más de rumba, y dejando salir a

quienes ya han tenido suficiente, o no quieren verse envueltos en una redada policial.

Entonces, el orinal se transforma en un punto más central de la geografía de la rumba.

La mesa sigue llena de licor y sigue habiendo alguien que la vigila, pero ahora la ruta

no es sólo de la mesa a la pista, sino de la mesa a la pista, al orinal, de regreso a la

pista y luego volver a la mesa para seguir tomando.

Esto incrementa el consumo de agua y de tragos en las mesas, pero también la

cantidad de personas que bailaban. Incluso, en algunos momentos, particularmente en

los que suena la música electrónica, se bajan las luces, dejando sólo una

estroboscópica que permite a más de un cliente consumir cocaína sin tener que ir al
 106
 

orinal, pues las condiciones de luz y la cantidad de personas, permiten que el acto

pase desapercibido a los ojos de los demás.

LA CIRCULACIÓN DE LA POLICÍA, LA SEGURIDAD Y LA CALLE


LIMINAL

La calle se transforma en un espacio de socialización y de encuentro. Quienes están

saliendo de un bar esperan poder entrar a otro y preguntan a quiénes están en los

paraderos o en la entrada de otros bares si ya pasó el show central de la noche o si la

música ha estado buena en otros lugares. Se flirtea, se aseguran citas o se espera a

otros que están en camino. El paradero que queda entre las carreras 69a y la 70 se usa

como punto de encuentro. Iván, quien a sus 28 años trabajaba en Carrefour de Bosa

en el área de bodega y ahorra para estudiar administración de empresas, estaba

esperando a un amigo suyo para ir al ahora desaparecido Club la Vega. Hablamos

alrededor de 20 minutos, me ofreció un cigarrillo mientras esperábamos. Según él, el

paradero es un buen lugar porque protege de la lluvia, es visible desde un bus o taxi

porque tiene luz, lo que lo hace un sitio fácil de localizar, pero, además, hay otra

gente gay con la que se puede hablar mientras tanto e incluso compartir cigarrillos.

“Es como estar acompañado un rato, yo creo que eso lo hace sentir a uno menos sólo.

Que no lo dejaron tirado” (conversación con Iván. Mayo de 2009). Esto me hizo

preguntarle si al reconocer a otra gente gay se sentía más tranquilo, a lo que

tímidamente me respondió que “cuando uno está con más gente como uno pues no le
 107
 

da tanta pena pedir un cigarrillo o de pronto pedirle a alguien más” (conversación con

Iván. Mayo de 2009)

Esta respuesta, que ocurrió en una conversación cuyo eje era el cigarrillo y la espera

en un punto de encuentro, me daba también algunas pistas sobre la percepción de

seguridad y los enclaves gay en las ciudades que coinciden con varias de las

respuestas que sobre el tema dieron mis informantes, quienes se sienten más

tranquilos o más seguros cuando están en espacios gay o en espacios en los que la

mayoría de personas son LGBT. Según Wayne D. Myslik,

Muchos hombres gay explican que se sienten seguros en espacios queer por una
sensación de seguridad en la masa (...) la seguridad que sienten, por tanto, es
claramente una seguridad emocional y psicológica que viene de ser un área en la que
uno tiene cierto sentido de pertenencia o control social, incluso en ausencia de
control físico (1996:168)29

Igual que Myslik, encontré que muchos hombres se sienten seguros en los bares a los

que asisten, sobre todo por la cantidad de personas con quienes comparten el ser-gay.

Eso los hace sentir cómodos, seguros e incluso relajados. El estar agrupados en el

espacio del bar les da confianza, pero en la calle, que se caracteriza por ser un lugar

de tránsito, se han apropiado de los espacios que tienen alrededor, la entrada del bar y

el paradero en tanto sitios de encuentro por los que la gente circula, fluye con una

tranquilidad tan frágil como acelerada. Tan pronto aparece la policía, hay un

accidente o en general ocurre un hecho que cambia la cotidianidad de la avenida,

29
Many gay men explain that they feel safe in queer spaces because of a sense of safety in
numbers (...) the safety they feel, therefore is clearly an emotional and psychological safety
that comes from being in an area in which one has some sense of belonging or social control,
even in the absence of physical control. (la traducción es mía)
 108
 

estas apropiaciones del espacio público se repliegan, o bien hacia el interior de los

bares, o se disipan en la calle, tomando cada cual un camino. La presencia de

personas como Raúl (uno homre de unos 25 años que corría oculatando una bolsa

negra en sus pantalones durante una salida de campo en marzo de 2009) hacen que las

personas retrocedan, se agrupen, entren de nuevo a los bares. Pero la presencia de la

policía puede provocar la misma reacción.

Durante una de las salidas de campo, hubo una redada de la policía junto con personal

la Secretaría de Integración Social del Distrito y la Secretaria de Gobierno, Clara

López, seguidos de una pequeña comitiva de periodistas del canal RCN que filmaron

todo el proceso de la policía. Alrededor de 30 minutos antes de que la policía llegara

al sector (la Cra. 69ª) se percibía cierta agitación en los vendedores ambulantes. La

redada había comenzado por el sector conocido como “Cuadra Picha”30 y estaba

subiendo por la Primero de Mayo hacia el oriente.

Conforme se acercaba, los vendedores se movilizaban, recogían sus puestos de

trabajo y se preparaban para salir corriendo. Los carros de mercado, maletas y

parasoles que les sirven para vender en la calle se replegaban y los hombres y mujeres

estaban listos para levantarlos, pero la policía no les decía ni hacía nada. Esta vez los

bares eran el objetivo. Los vendedores comenzaron a decirles a los porteros que había

una redada y que no se estaban llevando a los puestos ambulantes. Pronto,

30
Cuadra Picha comenzó como una cuadra cercana a la Av. Primero de Mayo con Av. Boyacá, a un
costado del centro comercial Plaza de las Américas,. Hoy la cuadra es el eje de un gran número de
locales comerciales y de rumba que ofrecen zapatos, ropa, comidas rápidas, utensilios de cocina y
servicios como prostitución, show de streppers, promociones de dos por uno en los bares.
 109
 

comenzaron a exigir la cédula de ciudadanía en todos los establecimientos. El portero

de uno de los bares de la cuadra (un bar que no es gay) salió con una bolsa plástica y

se la entregó a uno de los vendedores que estaba recogiendo su mercancía y que en un

minuto desapareció del sector. Pese a que la policía sólo selló uno de los bares de la

cuadra que estudié, la mayoría de las personas se fueron. Según David,

la gente que se queda es la que no tiene a dónde más ir a rumbear, pero los demás se
van arriba para el Restrepo o para Chapinero, o se devuelven para la casa, porque la
policía pues no nos hace nada, pero la gente se asusta de ver tanto tombo [policía] por
ahí” (conversación con David).

Al mismo tiempo, la presencia de la policía puede hacer que la gente se sienta segura

en el sector. Por ejemplo, durante una salida posterior a la redada policial, hubo una

pelea en el interior del bar. Una pareja peleaba por un asunto de celos y uno le lanzó

un puñetazo al otro en la cara, asestándole el golpe en la ceja derecha, en donde tenía

un piercing que instantáneamente le produjo sangrado. Ante esta escena, llegaron dos

meseros y sacaron a la pareja, que seguía peleando. Dado que uno de los dos estaba

sangrando, el administrador del bar llamó a la policía, que llegó en una patrulla en

más o menos 3 minutos, ante lo cual varios de los clientes del bar decían frases de

alivio frente al control de la policía en la zona y a su rápida respuesta.

Asimismo, cuando los policías están caminando por la calle, con alguna frecuencia

hablan con los porteros de los bares “solamente a tomarse una gaseosa y a ver cómo

está la cosa” (conversación con David) pero también con los clientes que se acerquen

a hablar con ellos. Esta actitud, hace que las personas tengan confianza en el trato,
 110
 

casi siempre asumiendo una posible homosexualidad del policía, o como diría David

“si vienen a ver acá es porque algo quieren, ¿no?”(diciembre de 2008).

LA BANDERA TAMBIÉN VENDE

Al analizar los tránsitos de las personas entre los bares, noté que no sólo las guías

eran marcadores de los lugares de fiesta gay en el sector que estudiaba. También hay

marcas espaciales y simbólicas que hacen que las personas que están buscando esta

rumba identifiquen los bares. Además de las guías y los jaladores y jaladoras,

descubrí otros dos elementos importantes en estos tránsitos: la bandera de arco iris y

las marchas LGBT. Según Steven M. Kates en su trabajo sobre el consumo gay en un

barrio gay de una ciudad canadiense, muestra cómo

Un marcador más contemporáneo es la bandera de arco iris, diseñada por


Gilbert Bake, un artista de San Francisco en 1978. Durante mi trabajo de
campo observé la bandera dispuesta con frecuencia en el barrio gay, en
ventanas de tiendas y clubes nocturnos, afuera de las casas y apartamentos, y
sobre los faroles de la calle. Además, las tiendas del barrio vendían versiones
comercializadas de la bandera de arco iris en camisetas, llaveros y anillos de
la libertad (un collar con seis anillos de metal de colores (2002:7)31

Como Kates, encontré la bandera de arco iris puesta en prendas de vestir, así como en

todos los bares de la zona que estudié. La bandera marca el lugar, muestra a quiénes

se acercan al tipo de rumba (y de personas) que se despliega allí. La bandera guía el

camino de quienes no conocen el sector al mismo tiempo que da cuenta de la

comunidad que allí se reúne cada día, tema sobre el que volveré más adelante.
31
A more contemporary marker good is the rainbow flag, designed in 1978 by Gilbert Baker,
a San Francisco artist. During my ethnographic study, I observed the flag displayed often in
the gay neighborhood, in shop and night-club windows, outside of houses and apartments,
and on street lampposts. Further, shops in the neighborhood sold commercialized versions of
the rainbow flag in the form of T-shirts, key chains, and freedom rings (a necklace with six
colored metal rings).
 111
 

Sin embargo, a diferencia de los resultados del estudio de Kates, en mi investigación

no encontré las diferentes versiones de las banderas, o al menos no en la cantidad que

parece encontrarlas este autor. Lo que vi dentro del espacio habitual de la rumba, son

sólo algunos clientes de los bares que usan manillas con la bandera de arco iris, y en

algunos casos muy aislados, la bandera pintada en camisetas. La bandera, colocada

dentro del bar se destina a veces a cubrir la tarima sobre la que se encuentre el DJ o se

encuentra en un formato mucho más pequeño, sobre la barra en algunos bares, pero

en general, su uso se restringe a la parte superior de las puertas de los bares.

Por otro lado, las marchas LGBT en Bogotá no eran parte de mi trabajo de campo,

dado que me interesaba más la cotidianidad de los bares que por los eventos

particulares que se desarrollaban en ellos. Sin embargo, en 2009 la habitual marcha

que va desde el Parque Nacional Enrique Olaya Herrera hasta la Plaza de Bolívar,

sólo contó con la presencia de un bar de la 1M (Sugar) lo que me sorprendió, pues la

presencia de los bares del sector era significativa en años anteriores. El 5 de julio, el

domingo siguiente a la “marcha de Chapinero” como la llamaron los voceadores, se

realizó otra marcha, esta vez con una ruta diferente, desde el Parque Olaya (Carrera

21 No. 25 - 35 Sur) hasta el sector de los bares, en la 1M con carrera 69A. Esta

marcha se planeó con el fin de permitirle a los bares del sector tener una mayor

visibilidad en la ciudad, pues como menciona Christian, en el desfile de Chapinero la

gente pues ve las carrozas de los bares de acá, pero cuando se acaba no se viene hasta

acá a rumbear, sino que se va para Chapinero que le queda más cerca. (Conversación

con Christian. Julio de 2009).


 112
 

Este flujo de personas hacia Chapinero después de la marcha, se convirtió en uno de

los argumentos para realizar la marcha por la Avenida Primero de Mayo. El espacio

para hacerse visibles como grupo es también la forma de hacerse visibles como un

sector de la ciudad en el que la población gay invierte dinero en diversión.

Quienes marcharon en la 1M no siempre estuvieron pensando en la cuestión política

que implicaba, pero era el gesto de transitar hacia el sector de los bares lo que les

permitía revelarse ante la ciudad como comunidad LGBT del sur (que estuvo

principalmente representada por hombres gay), lo que al mismo tiempo habla de la

localización de los manifestantes y del lugar de los bares como articuladores de la

comunidad con la vida pública de la ciudad.

Al comparar las dos marchas encontré que pese a que oficialmente la marcha de

Chapinero concluye en el lugar del poder político del país, la Plaza de Bolívar, éste es

en realidad un lugar de paso, una estación en la que se reúnen la mayoría de las

personas que asistieron a la marcha y que luego se irán a los bares, probablemente a

pie hasta Chapinero, en donde el reconocimiento político ha sido más concreto en

términos de política pública y acciones directas con la población LGBT. En cambio

la marcha de la 1M comienza en un parque público en el que el reconocimiento

político no es mayor y culmina en la fiesta que preparan los bares aproximadamente

30 cuadras al occidente del parque.


 113
 

Según la Encuesta LGBT: Sexualidad y Derechos, dirigida por Mauro Brigeiro,

Elizabeth Castillo y Rocío Murad y realizada durante la Marcha por la Ciudadanía

LGBT de Bogotá el primero de julio de 2007,

....Hay dos estrategias políticas que se conjugan para dar el tono de la manifestación:
por un lado, la puesta en escena de una actuación lúdica y festiva que encarna el
orgullo y la emancipación; por otro, la marcha de reivindicación ciudadana (Brigeiro,
2009:20)

Estas estrategias se ven con claridad en las dos marchas que tuvo la ciudad en 2009

con un performance muy claro para ambas, en el que lo político fue alimentado por lo

festivo, siempre en el marco del consumo. El formato de las dos marchas que tiene

ahora la ciudad queda claramente descrito en la encuesta:

Desde hace algunos años se ha decidido que sean las organizaciones y grupos de
activistas quienes la encabecen, con sus pancartas de identificación y sus consignas
políticas. En un segundo bloque se ubican las organizaciones aliadas: universidades,
entes estatales como defensoría del pueblo y la procuraduría General de la Nación,
partidos políticos, organizaciones feministas entre otros. En tercer lugar marchan las
carrozas y carros de sonido de bares, con su publicidad, rodeados por la multitud que
acompaña la marcha en su parte más festiva. De este modo se establece una
separación física entre ambas partes, donde una es antecedida por la otra, dando
especial visibilidad a uno de los perfiles del movimiento LGBT, el de sus pautas
reivindicatorias, frente a lo lúdico y lo festivo (20-21)

Por otro lado, la marcha de la 1M responde a los cambios que ha tenido la marcha de

la carrera séptima que desemboca en la Plaza de Bolívar y tiene continuación festiva

y consumista en los bares de Chapinero, en la que ha sido muy importante la

presencia de la Alcaldía Mayor –particularmente desde la administración de Luis

Eduardo Garzón. Es así como la marcha está marcada por el mismo formato con

algunas particularidades: no hay un grupo tan extenso de organizaciones aliadas y la


 114
 

presencia del distrito es la más fuerte numéricamente, mientras que la comitiva de los

bares fue mucho más numerosa que la del distrito con equipos de amplificación de

sonido y carrozas mucho más equipadas que las de este último, dejando en evidencia

que, “Esas estrategias a menudo son definidas una en oposición a la otra, con pesos y

medidas diferenciadas, expresando cierta tensión entre ambas” (Brigeiro, 2009:20)

Al preguntarle a uno de los funcionarios del Distrito que hacía parte de la

movilización en la 1M cómo se había organizado esta marcha, me respondió:

Nosotros hacemos esta parte que es la parte cultural, pero lo demás lo


organizan los bares. Nosotros vinimos porque como distrito tenemos que
apoyarlos, pero son los bares los que quieren que la gente vaya y tome y se
emparrande allá (conversación con José)

Sin embargo, la apuesta de los bares puede ser la de tener un público más fiel, pero su

presencia está empujando lo político y no al contrario. La parte más “festiva” (la de

los bares) es la que más personas congrega y al haber sacado de la marcha tradicional

a los bares de la 1M se está apuntando a la creación de un público más fiel con el

sector al tiempo que una reivindicación política desde el consumo de la rumba y de

los discursos que en su interior se re-producen.

VENIR AL SUR

La rumba gay en la 1M, como cualquier otro espacio de fiesta, está mediada por la

circulación de personas, ideas, sustancias, dinero, masculinidades, feminidades,

objetos y representaciones que construyen un espacio complejo y en permanente

movimiento. En este espacio, las guías cumplen su finción, pero también lo hacen las
 115
 

banderas, los jaladores, las amistades. La lucha por el reconocimiento político va de

la mano de resignificaciones y énfasis de los binomios masculinidad/feminidad

heteronormados, diferencia de clases, consumo suntuario y la estética propia del

carnaval. Venir al sur, como lo sugiere Carrá, no es solo llegar allí, sino lo que esto

implica: clasificación en un orden social, estético y político que se construye a partir

de guías, banderas, putivueltas, marchas por el reconocimiento de derechos, desfiles

del orgullo, unos más grandes y numerosos que otros, unos más desapercibidos que

otros, todos haciendo parte de los flujos que constituyen el reconocimiento de una

comunidad LGBT, pero principalmente Gay de la 1M en la ciudad y de unos modos

de pensar-se como tal.


 116
 

MY HIPS DON’T LIE


And I'm on tonight
You know my hips don't lie
And I am starting to feel you boy
Come on lets go, real slow
Don’t you see baby, así es perfecto32

Este acápite se titula como una de las canciones más cantadas de Shakira durante mi

trabajo de campo. My hips don’t lie hace referencia al amor erotizado y centrado en

el cuerpo. Esta relación entre lo que el cuerpo dice con el movimiento, las formas de

interpretación del mismo, la pasión que se muestra y lo que esta actuación oculta.

Estos son temas que he abordado a lo largo de los capítulos escritos y que ahora

cierro con estas reflexiones finales. También encuentro pertinente esta canción dado

que tiene fragmentos en inglés y en español, poniendo a su vez, sobre el tapete un

asunto político del lenguaje, que me hace pensar en los contenidos políticos de las

canciones y de las actuaciones que vi en los bares que estudié.

Quisiera hacer hincapié en las interrelaciones entre algunos de los puntos centrales de

las discusiones que he planteado a lo largo de los capítulos: por un lado, reflexiónar

alrededor de la socialización erótica en los bares gay en el contexto urbano y por otro,

plantear una discusión sobre el carácter cotidiano del carnaval en la rumba gay y sus

consecuencias más inmediatas. Finalmente me propongo hablar sobre el performance

y su lugar en la socialización y este aspecto cotidiano del carnaval.

32
Shakira. (2006). My hips don´t lie. En: Fijación Oral. EMI Music.
 117
 

La socialización homoerótica en la Primero de Mayo corresponde, en general, a las

mismas formas de socialización gay en otras ciudades del mundo y de la misma

Bogotá: la aparición de lugares en los que un grupo creciente de hombres se sentía al

mismo tiempo libres y seguros en su homosocialización hizo que aumentara el

número de visitantes y de bares y otros establecimientos, con frecuencia creados por

los mismos dueños o sus socios originales. Al mismo tiempo, estas concentraciones

espaciales de sitios de rumba y diversión en las ciudades ofrecen un espacio de

anonimato y protección ante prácticas discriminatorias. Estos enclaves permiten el

encuentro de personas que son “como uno” y al mismo tiempo no ser identificado

plenamente. Los lugares de socialización también son lugares para establecer redes

sociales y en ellos se promueve la búsqueda de pareja (no exclusivamente, aunque

frecuentemente) sexual. En este sentido la Primero de Mayo ofrece a quienes allí

departen, una sensación de consumo discreto, alegre, seguro y descomplicado en el

sur de la ciudad.

La densidad demográfica de este sector así como su anonimato reproducen

espacialmente la gran dicotomía masculino femenino, sitios separados para

encuentros gay femenino y encuentros gay masculinos exigiendo roles y apariencias

específicos para cada uno.

En las guías gay de la ciudad aparecen, con mayor frecuencia, bares de este sector,

ofrecen, una masculinidad centrada en los músculos y una feminidad centrada en los

vestidos muy elaborados como lo hacen la mayoría de los lugares que allí se

publicitan; se comienza a realizar la marcha por la ciudadanía LGBT de la Primero de


 118
 

Mayo con una gran presentación de los bares y un recorrido que culmina en el lugar

de la fiesta y no en el lugar político. Esto me lleva a preguntar ¿se puede ver el

espacio de la rumba como un lugar político, dado el uso que tiene de encuentro y

socialización de una minoría que se reconoce a sí misma como tal en estos espacios

para luego consolidar redes sociales y redes políticas? O bien, teniendo en cuenta que

las organizaciones LGBT de la ciudad cuentan ya con cierta organización y

reconocimiento por parte del distrito, entidad que ha desarrollado una estructura que

permite la participación ciudadana en temas como éste ¿es la rumba gay un lugar

apolítico?

Durante la investigación vi cómo la relación entre lo político y la fiesta gay es una

relación contradictoria dentro de los bares y entre las personas que los frecuentan.

Existe cierto compromiso de los establecimientos con campañas promovidas por la

alcaldía de la ciudad, sobre todo en lo relacionado con la prevención del VIH/Sida,

pero al mismo tiempo, hay pocas referencias a la comunidad LGBT desde el

activismo político.

También pude ver cómo el carnaval en la rumba gay se rutiniza se vende, se compra y

se usa como espacio de desfogue para sobrellevar la rutina en espacios donde no es

mal visto manifestar afecto entre personas del mismo sexo. Esta cotidianización la

observé desde dos aspectos: el componente dramático de la fiesta, la relación eros-

tanatos y la manera como la heteronormatividad opera dentro de la rumba gay,

manteniendo y vehiculando las fantasías y el control social.


 119
 

La fiesta gay en la Primero de Mayo tiene un componente dramático evidente no sólo

en el repertorio de canciones que permanentemente se escuchan, sino también en la

performatividad de las interacciones sociales entre quienes allí participan. La

sofisticación de los gestos, la forma ritualizada del coqueteo, la utilización de

canciones para expresar sentimientos o emociones que producen ciertos sujetos sobre

otros, la expresividad con que se canta una canción cuando se la está dedicando a

alguien, la manera a veces violenta, otras veces llorona, otras hipersexuada de

manifestar sentimientos oscila permanentemente entre los extremos de la emotividad.

En otras palabras, las expresiones de los sentimientos en la Primero de Mayo son

melodramáticas en un sentido casi ‘romanticista’ del término. Las emociones se

exacerban probablemente por las sustancias que se consumen en el bar, pero también

por el modelo mediático de masculinidad y feminidad y de emotividad que se difunde

en ‘lo polular’, es decir, a través de las telenovelas, la radio y las formas de

involucrarse sentimentalmente con otras personas.

Estos giros hacen alusión a frases famosas de canciones igualmente famosas como

“antes muerta que senvilla” (María Isabel, 2004), “A quién le importa” (Thalia,

2002)33, “Pero al final todos me amarán”(Gloria Trevi, 2006). De esta manera, las

canciones y las referencias a las telenovelas o programas de televisión en que algunas

de ellas se escucharon en Colombia por primera vez, hacen parte de la cotidianidad de

33
La versión de Thalia (2002) tiene mayor acogida y es más recordada que la original de
Alaska y Dinarama (1986)
 120
 

la rumba gay de la Primero de Mayo, creando siempre un ambiente tan glamoroso

como campy.

La rumba erotizada -siempre en medio de la escenificación de emociones opuestas

como el amor, el despecho, la soledad, el deseo, la fidelidad- contrasta con la

presencia fantasmagórica del Sida, que permanentemente danzan con la misma

intensidad dramática de las canciones y videos que se ven y se escuchan en este

sector de la ciudad. Evocadas desde la oscura soledad del baño, en el que suele haber

publicidades relacionadas con el uso del condón, la prueba de E.L.I.S.A., y otras

formas de prevención y detección del VIH, las fantasmagorías se mezclan con los

cuerpos de quienes bailan las canciones de las estrellas pop del momento. Esta

tensión presente en los bares gay, probablemente más que en los bares hetero (en

donde no está presente la misma clase de publicidad en los baños y otros espacios),

hace que la rumba gay tenga un componente que la antigua práctica del carnaval

expone: Eros y Tanatos siempre bailando en aquellas pistas, desde las

contraposiciones entre el glamour del vestido de la transformista, y la letra

despechada de sus canciones, en el sensual baile de los strippers, en la propaganda de

lucha contra el Sida, en el encuentro sexual fortuito en un baño, en la propaganda de

condones, en la venta de drogas dentro del bar, en la prohibición de fumar allí, en la

constante exaltación de la juventud.

Estos elementos (dramatismo, eros y tanatos) presentes en el carnaval, han hecho de

la fiesta una versión cotidiana y ritual de un evento en el que la máscara y el disfraz


 121
 

permiten el cambio de rol y la subversión de la norma. En un contexto en el que la

regla social (la heterosexualidad) pareciera estar en entredicho por la sola reunión de

las personas que allí concurren, el carnaval como una práctica liberadora y en buena

medida libertaria ha perdido en medio de su práctica ritualizada y cotidiana, el

sentido último por el que se practica. Al hacer cotidiana la fiesta, al no hacerla una

vez al año con una máscara o antifaz, al organizarlo y administrarlo haciendo que el

show central siempre sea a la misma hora, que el Dj aprenda a leer lo que el público

quiere bailar a lo largo de la noche y turne la salsa con el techno o el regaeton, se ha

normalizado el carnaval y con él se ha generado un control social que se espera de la

fiesta.

Las máscaras de los antiguos carnavales se han reemplazado por los cuidados

corporales y de la cara, particularmente de la piel, que siempre se está limpiando de

sudor o impurezas; las cejas, en algunos casos depiladas y claramente demarcadas,

tienen parte del protagonismo de la mirada en el bar. Mirada que es eje de

comunicación en la poca iluminación y estruendosidad de la música de estos bares.

La rumba como escenario en el que se caricaturiza la norma social pone en

conjunción los elementos tradicionales de la feminidad y la masculinidad

heteronormativas así como códigos de etiqueta y diferenciación que ponen en

evidencia el control social que les da forma y el mercado en el cual se inscriben. Las

sustancias que se consumen en el bar o a sus afueras (alcohol, drogas, cigarrillo)

tienen efectos sobre el comportamiento del público en general, pero al mismo tiempo
 122
 

la concurrencia ejerce permanente vigilancia y control de quienes exceden el

consumo y pierden el control de sus actos dentro de los establecimientos. Esto

explica, entre otras, por qué no se permite la entrada de trasnsformistas a ciertos

lugares, aduciendo que se embriagan y hacen escándalos o peleas, al mismo tiempo

que su figura hiperfemenina y exageradamente decorada es la pieza central del show

de la noche.

La performática de las actuaciones en público funge como operador de la diferencia y

ejercicio de género en la fiesta gay de la Primero de Mayo. Adentrarse en estos bares

requiere de una performatica comprendido por todos los actores, es decir, que

funcione dentro de unas reglas socialmente constituidas y practicadas por la

concurrencia, para que la persona que llega tenga sentido dentro del bar. Estas reglas

han sido construidas desde la matriz heteronormativa del sexo/género que se usa para

impartir forma de amar, desear y expresar preferencias eróticas y afectivas

amplificados en la performática de este carnaval cotidianizado donde se actúan

modos de “presentar y re-presentar” las diferencias de clase y roles sexuales y de

género. Los gestos dentro del bar son leídos por el participante de la fiesta y

reproducidos en una espiral saturada de música y luces de colores, música retumbante

y sustancias que van y vienen dando putitures por el bar y entre los bares.

Ahora bien, decir que la performática en estos espacios es una reproducción

heteronormativa de las diferencias de género y roles sexuales, podría ser un error. Si

bien las reglas con las que se produce y se lee el performance se originan en la matriz

heteronormativa de sexo/género, en su interpretación gay, se pone en juego el valor


 123
 

de las categorías ‘masculino’ y ‘femenino’, haciendo que sin importar que la

cotidianidad diurna y hetero-obligante que viven la mayoría de ellos se viva en unos

casos más o menos en la sombra del armario, la rumba permite la ilusión de poder

salir de un riguroso control del movimiento y de los gestos, a un repertorio que

resulta, igual de intenso y contradictorio, pero al menos, más agradable. La

performática de la rumba, el baile y los gestos son tan rigurosos y exigen tanta

disciplina como el de la vida diurna, pero este se hace con cierto placer.

Al ejercer su performance, la diva transformista demuestra una ambigüedad de

género, leída por la audiencia como la expresión de la hiperfeminidad por parte de un

hombre, manteniendo la dicotomía mujer/hombre en la interpretación y en la

actuación de la misma transformista. Así como el macho realiza su puesta en escena

de la masculinidad esperando ser leído como un ‘hombre de verdad’ lo que se revierte

en su gesto dramático, en su expresión corporal, en su ropa y en su forma de hablar.

Pasa lo mismo con el mesero, la mesera, el o la striper. La forma ritualizada del

género es el performance, pero éste también es la forma ritualizada de la expresión

erótico afectiva y del deseo. Aún así, cuando comienza el baile, las caderas no

mienten, solo performan.


 124
 

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Entrevistas y conversaciones

Entrevista 1. Charlotte. Bogotá, septiembre 4 de 2007,grabación digital, 59 mins.


Entrevistó: Hunzahua Vargas

Entrevista 2. Juan. Bogotá, septiembre 8 de 2007, grabación digital. 33 mins.


Entrevistó: Hunzahua Vargas
 127
 

Conversación 1. Pacho. Junio de 2008. Manuscrita


Conversación 2. Andrés. Junio de 2008. Manuscrita
Conversación 3. Eduardo. Julio de 2008. Manuscrita
Conversación 4. Miguel. Agosto de 2008. Manuscrita
Conversación 5. Nelson. Agosto de 2008. Manuscrita
Conversación 6. Christian. Septiembre de 2008. Manuscrita
Conversación 7. Felipe. Septiembre 2008. Manuscrita
Conversación 8. Camilo. Octubre de 2008. Manuscrita
Conversación 9. David. Diciembre de 2008. Manuscrita
Conversación 10. Jorge. Febrero de 2009. Manuscrita
Conversación 11. Bernardo. Marzo de 2009. Manuscrita
Conversación 12. Antonio. Marzo de 2009. Manuscrita
Conversación 13. Diego. Abril de 2009. Manuscrita
Conversación 14. Carlos.Abril de 2009. Manuscrita
Conversación 15. Andrés Felipe y Ramiro.Abril de 2009. Manuscrita
Conversación 16. Gonzalo.Mayo de 2009. Manuscrita
Conversación 17. Iván. Mayo de 2009. Manuscrita
Conversación 18. José: Mayo de 2009. Manuscrita

Guías Gay Consultadas

Portada Gay. Consultada entre enero de 2007 y diciembre de 2008


Atmósfera G. Consultada entre enero 2007 y junio de 2009
Ventana G. Consultada entre enero y diciembre de 2007
Guía AMB. Consultada entre enero de 2007 y febrero de 2008
Revista Agencia. Consultada entre enero y diciembre de 2008

Guías Gay Consultadas en Internet

www.guiagaycolombia.com Consultada entre febrero y diciembre de 2009


www.angelfire.com Consultada entre febrero y junio de 2009

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