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1.

A continuación encontraran ustedes un lexicón utilizado por el profesor


Chevallier en su texto, El Estado Posmoderno. Por favor escojamos cinco de
estos conceptos y tematicémoslos.

Sustainability (desarrollo sostenible): El término desarrollo sostenible es un


concepto posmoderno (Eizagirre, 2006, pág. 221), surge en la década del setenta,
luego de celebrarse la conferencia de Estocolmo en 1972, donde por primera vez
se hace pública la existencia de problemas ambientales globales debido a la
escasez de recursos naturales. En 1987 se elaboró el informe nuestro futuro
común conocido como informe Brundtland, en donde se define el desarrollo
sostenible de la siguiente manera: “El conjunto de estrategias que garantizan la
satisfacción de las necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las
generaciones futuras para satisfacer las suyas”.

De ahí se colige que para que haya desarrollo sostenible es necesario que se
cumplan como mínimo tres características: (i) la integración de aspectos sociales,
ambientales y económicos (ii) la importancia de las instituciones respecto a la
planificación de políticas de desarrollo sostenible y rural y (iii) estas políticas deben
analizarse y construirse a largo plazo, de ahí la necesidad de hacer una buena
planificación y estrategias (Marbán Flores, 2006, pág. 32).

Estas tres características nos ponen de frente ante un problema de la


posmodernidad estatal, los conceptos desarrollo y sostenibilidad se presentan
como antagónicos que fueron obligados por la irracionalidad humana a convivir
juntos, esto se sustenta en la no firma de tratados, convenios y protocolos
ambientales por parte de Estados que son potencias industriales.
Sumado a esto, hay que analizar que las características propias de la
posmodernidad; la institucionalización, el individualismo, la tecnificación, llevan a
poner en duda el cumplimiento de los objetivos del desarrollo sostenible, lo cual
hace necesario la implementaciones de nuevas políticas púbicas ambientales,
para (Eizagirre, 2006) “nuestras políticas y nuestras instituciones tal y como están
planteadas y estructuradas hoy en día, escasamente pueden canalizar las
demandas que plantea el modelo de gestión denominado “desarrollo sostenible”,
en cualquiera de sus tres vertientes social, económica y medioambiental.
Principalmente, porque se pensaron y surgieron para otra época, para otra
sociedad y otra gama de necesidades y problemas”. (Eizagirre, 2006, pág. 222)

Los Estados se enfrentan a un desafío grande, por un lado deben propugnar por
un crecimiento económico y por el otro garantizar el desarrollo sostenible, en esa
pugna los Estados potencia han aprovechado los recursos de los estados
subdesarrollados, fue así como los estados latinoamericanos argumenta Cruz
García: “permitieron la sobreexplotación, contaminación, destrucción, escasez y
extinción de los recursos naturales (principalmente agua, petróleo, gas y
electricidad), así como la desocupación, el desempleo, el subempleo, la abismal
diferencia en el ingreso entre ricos y pobres, el aumento de la deuda tanto externa
como interna, sus correspondientes altas tasas de intereses y la inflación
permanente” (Cruz García, 2006, pág. 149).

Esto hace evidente como lo afirma Cruz García “la necesidad de una política
económica ajustada a una racionalidad ambiental para conservar la estructura de
poder económica, política y social. Se hace imprescindible la necesidad de
innovar, modelar, analizar y predecir un comportamiento que gestione una política
económica para garantizar satisfactores básicos tales como salud, empleo y
educación, la explotación estratégica de los recursos naturales, la transferencia de
tecnología a las comunidades y a las generaciones venideras” (Cruz García, 2006,
pág. 149).

Así lo ha dejado claro el capítulo 2 del informe de Brundtland que indica: “un
desarrollo sostenible requiere un sistema de producción que cumpla el imperativo
de preservar el medio ambiente”. Por lo que el reto del Estado posmoderno no
está solo en garantizar un desarrollo sostenible, sino en garantizar una sociedad
sostenible.

Failing States (Estados fallidos): Con advenimiento del Estado moderno


aparecieron nuevas clasificaciones para los Estados, en la actualidad los Estados
pueden clasificarse en fuertes, débiles, fracasados y colapsados. El Estado fallido
es un grado entre el Estado colapsado y el Estado fracasado (Moncada, 2007,
pág. 95). Nos ocuparemos en esta oportunidad de hacer una aproximación
conceptual al Estado fallido como un elemento propio de la posmodernidad.

Con la revolución Francesa sobrevino también un cambio en la concepción estatal,


el Estado absoluto da paso al Estado liberal y este a través del tiempo fue
mutando en Estado constitucional, Estado de derecho o Estado social de derecho,
todos con una característica común, el Estado es garante de la seguridad, de
condiciones benéficas para que sus habitantes puedan ejercer sin problema sus
derechos, sin embargo, hubo Estados que por diferentes circunstancias se les hizo
difícil cumplir con su misión de garante, es entonces cuando aparece el concepto
de Estado fallido.

Es conveniente hacer un acercamiento a distintas definiciones de lo que se


considera como Estado fallido, para Zapata Callejas “el concepto de Estado fallido
es una idea contemporánea que da cuenta básicamente de las problemáticas,
deficiencias e imposibilidad de ciertos Estados para responder a las diversas
demandas que hacen sus ciudadanos” (Zapata, 2014, pág. 89). Según Robert
Jackson, los Estados fallidos son los que no son capaces de salvaguardar las
condiciones civiles mínimas para sus conciudadanos (paz interna, leyes, orden,
buen gobierno, etc.); Estados, que si bien tienen un reconocimiento legal
internacional que los identifica como Estados-Nacionales soberanos, dentro de
sus fronteras la legalidad y su potestad de aparato regulador, se difumina
(Jackson, 2008, pág. 5)

Podríamos distinguir cinco tipos de Estados fallidos, siguiendo lo planteado por


Jean Marie Grose: (i) Anarchicstates; donde no hay poder político centralizado, (ii)
Phantomstates; solo hay una autoridad limitada de Estado, (iii) Anemicstates;
Estados con escasos recursos que se encuentran en guerra contra grupos
secesionistas, (iv) Capturedstates; Estados que están manejados por grupos
étnicos, (v) Abortedstates; no hay poder único que posea el monopolio de la
fuerza.

Por su parte Noam Chomsky es crítico al afirmar que: “Entre las prioridades más
características de los Estados fallidos figura el que no protegen a sus ciudadanos
de la violencia –y tal vez inclusión de la destrucción– o que quienes toman las
decisiones otorgan a esas inquietudes una prioridad inferior a la del poder y la
riqueza a corto plazo de los sectores dominantes del Estado. Otra característica
de los Estados fallidos es que son estados forajidos, cuyas cúpulas se
desentiende con desdén del derecho y los tratados internacionales” (Chomsky,
2007, pág. 49)
A pesar de las múltiples definiciones que podamos encontrar sobre el concepto de
Estado fallido, hay por lo menos tres características comunes a todas ellas, una
brecha de legitimidad, otra de capacidad y otra de soberanía. Eso significa que un
Estado fallido carece de un poder institucionalizado y legítimo; además es incapaz
de responder a las demandas de la ciudadanía, y por lo mismo, no puede brindarle
todos los bienes políticos, económicos y sociales a los individuos que conviven en
el mismo. (Zapata, 2014, pág. 93). Es necesario precisar que el Estado fallido es
aplicable al Estado moderno occidental, ya que fue el que surgió como garante de
seguridad, derechos y bienestar para sus ciudadanos.

En la actualidad debido a fenómenos como la globalización, la mundialización o


internacionalización de los Estados, se hace más evidente el gran desafío de esto
por mantener su legitimidad y su poder, casos como revolución cubana, las
guerrillas colombianas, la caída de URSS, o incluso más actuales como primavera
árabe, los atentados del 11 de septiembre de 2001, la pandemia del ébola, entre
otros, ponen de manifiesto que ningún Estado escapa a la realidad de ser en algún
momento un Estado fallido.

Hard Power (poder duro) y soft power (poder blando): En este punto
trabajaremos de manera simultánea los conceptos poder duro y poder blando,
propios de las relaciones internacionales. Siguiendo el pensamiento de Charles
Tilly, los Estados fueron surgiendo como fruto de la interacción de dos
componentes la coerción y el capital, dicho de otro modo la coerción capitalizada,
lo cual indica que es un elemento propio del Estado el uso de fuerza, que se
traduce en poder militar y poder económico.

Tal como lo presenta Tilly los Estados basaron su expansión a través del poderío
militar y económico, los imperios, las colonizaciones, las conquistas, son fiel
ejemplo de esto, está marcada tendencia de los Estados a utilizar el poder duro
en las relaciones interestatales se evidenció claramente en la siglo XX con las dos
guerras mundiales, terminada la segunda guerra mundial, se estableció un nuevo
orden mundial bipolar, tanto Estados Unidos como la Unión Soviética pretendieron
imponer en el mundo sus sistemas político-económico lo que dio origen a la guerra
fría.

A finales de los años ochenta y principios de los noventa las relaciones


internaciones empiezan a tomar un giro dejando a los Estados Unidos como única
potencia mundial, luego de la caída del muro de Berlín y el posterior desplome de
la Unión Soviética, el uso del poderío militar y económico fue lentamente
reemplazado por la diplomacia y la negociación, con lo cual se fue pasando del
poder duro al poder blando.

Los conceptos poder duro y poder blandos son trabajados por Joseph Nye, para el
cual el poder duro equivale “a una visión que apunta hacia la fuerza militar, la
capacidad económica y las potencialidades que se derivan de ellos, como la
expresión más genuina del poder de un Estado” (Nye Jr, 2003). Estay citando a
Nye indica que el Poder Duro puede basarse tanto en incentivos como en
amenazas, mediante la coacción e inducción (Estay, 2009, pág. 113).

Por su parte el poder blando siguiendo a Nye “equivale a una forma indirecta de
ejercer el poder. Un país puede obtener los resultados que desea en política
interior e internacional, logrando que otros Estados aspiren a seguir su estela.
Esto se logra admirando sus valores, emulando su ejemplo, aspirando a su nivel
de prosperidad y valorando su liderazgo y apertura internacional” (Nye Jr, 2003).
Este poder blando se haya legitimado en los siguientes valores:

 La cultura del país, materializado en su influencia científica y educativa.


 Factores ideológicos atractivos.
 Liderazgo y credibilidad internacional.
 Prestigio internacional.
 La popularidad de la producción artística, musical y cinematográfica.
 El atractivo turístico del país.
 La capacidad para exportar modas y tendencias.
 La calidad de vida y su gastronomía.
 Las corporaciones multinacionales.

En consecuencia si un Estado es capaz lograr que “otros ambicionen lo que él


ambiciona”, habrá insertado sus valores inmateriales, por esta razón, algunos
teóricos conciben al poder blando no como un poder propiamente dicho, sino
como una ideología (Chevallier, 2008, pág. 69).

En la política internacional actual es imposible admitir que los Estados utilicen solo
el poder duro como sucedió hasta mitad del siglo XX o solo el poder blando como
se hizo luego de la guerra fría. Después de los atentados del 11 de septiembre de
2001, con la aparición de agentes no estatales en el escenario mundial, como los
grupos terroristas, es necesario hablar de un nuevo poder que combine de manera
implícita tanto el poder duro como el poder blando, esto es el poder inteligente.

El reciente conflicto Ruso-Ucraniano en donde los Estados Unidos y la U.E a la


vez que pedían una salida negociada y diplomática al problema, imponían
sanciones y restricciones económicas a Rusia y brindaban apoyo militar a Ucrania,
la necesidad de combatir a Isis en Irak parte de los Estados Unidos en donde a
través de la diplomacia se pedía la ayuda y la cooperación de la comunidad
mundial para combatir al Estado Islámico, mientras que ejercía el poder duro
mediante continuos bombardeos, el conflicto de Palestino-Israelí, en donde
mientras Israel bombardeaba la Franja de Gaza, la comunidad internacional pedía
una salida diplomática al conflicto, son algunos ejemplos de lo que es el poder
inteligente.

Este poder inteligente es utilizado por las superpotencias de manera especial por
los Estados Unidos que desde el gobierno Barack Obama ha cambiado su
discurso frente a la comunidad internacional, buscando primero convencer que sus
enemigos son enemigos del mundo y segundo a partir de ahí lograr apoyo para
combatirlo militar e imponerle sanciones económicas.

Rule of Law (imperio de la ley): Tras la caída del Estado absoluto, no solo
apareció un nuevo modelo estatal, el Estado moderno, sino que se creó la
constitución como forma de limitar el poder del Estado, paralelamente a esto se le
iban otorgando a los ciudadanos una serie de derechos de los que antes carecían,
aparecieron los derechos civiles y políticos, luego con el paso de los años y
gracias a revueltas y revoluciones sociales se otorgaron los derechos económicos,
social y culturales, y finalmente ante la necesidad de garantizar un desarrollo
sostenible se otorgaron los derechos al medio ambiente. Ante esta nueva
panorámica estatal, aparece un nuevo marco jurídico-normativo que tendrá como
base el imperio de la ley.

El derecho y la ley fue evolucionando a la par con el Estado, según el juez Trías
Monge citado por el juez Rivera “Es así que la ley o el derecho se ha concebido a
veces como el resultado de la revelación divina o el producto de la razón o el
mandato del soberano o como medio de control social o como una mampara para
el arbitrio del juzgador o, conforme a la teoría socialista, como un agente de
opresión, como arma de las clases capitalistas para perpetuar sus privilegios. Se
advertirá que a la luz de esta diversidad de criterios la frase el imperio de la ley
adquiere tonalidades distintas” (Otero & Rivera, 2011, pág. 149).
El imperio de la ley propio de la modernidad, instituido para garantizar la
estabilidad del Estado de derecho, se enfrenta en la posmodernidad a una
transformación donde la garantía de los derechos fundamentales recogidos en la
Constitución se erigirán sobre los titulares de los poderes públicos, y corregirán los
abusos de éstos. Ahora todos los Poderes públicos, incluido el Legislativo,
deberán someterse al orden jurídico constitucional; y la validez de las normas no
dependerá de su entrada en vigor, sino de su coherencia con los principios
constitucionales (Gil Ruiz, 1997, pág. 275). Por lo que el legalismo queda
superado dando paso al garantismo jurídico.

Bajo este nuevo paradigma la ley adquiere dos características sustanciales debe
ser abstracta y general, los jueces tendrán no solo la obligación de aplicarla, sino
de hacer una hermenéutica jurídica que se ajuste a la protección constitucional de
derechos.

2. Buscar y determinar el empleo de conceptos propios de la


posmodernidad:

La llegada de posmodernidad trajo consigo la introducción de nuevos conceptos


que ayudan a entender los nuevos desafíos sociales, políticos, estatales,
ambientales, que vive entre estos nos proponemos estudiar los siguientes: Rizoma
(Delenze y Guattari), Laberinto (Attali), Red (castells), Liquidez (Baumann).

La teoría rizomática desarrollada por Guilles Delenze y Felix Guattari surge como
contraposición a la teoría arbórea predominante en la modernidad, se pone de
manifiesto que las relaciones se dan no de forma jerárquica vertical, sino de forma
horizontal, caracterizada por la interdisciplinariedad, la multiplicidad y la
interdependencia, es así como las instituciones se unen entre si formando el todo
estatal, de modo que cada una cumple una función específica, y al igual que los
rizomas funcionan como raíces subterráneas paralelas sobre las cuales se
construye la sociedad.

La teoría del laberinto implementada por Jacques Attali, parte del caos, el
desorden, la indeterminación propia de la posmodernidad, para argumentar la
coyuntura actual e intentar buscar una salida hacia el futuro. El mundo actual se
halla inmerso en un enorme laberinto, del cual solo va ser posible salir si se
interpreta la historia de las relaciones sociales, sobre todo de la relación de
violencia que las determina. Attali define conceptos para explicar esa realidad
futura: nuevas instituciones, como el hiperimperio, el hiperconflicto o la
hiperdemocracia; nuevas organizaciones como las empresas relacionales; y
nuevos agentes, como los hipernómadas o los transhumanos (Attalli, 2007, pág.
119).

Otro concepto propio de la posmodernidad es la red, la cual fue desarrollada por


Manuel Castells bajo la premisa de sociedad en red. Para Castells es claro que
uno de los problemas de la actualidad está relacionado con el poder de las redes,
la globalización, la tecnificación y la internet han hecho del mundo un espacio
cada vez más pequeño, interconectado, la sociedad red es pues una sociedad
global (Castells, 2009). En su libro comunicación y poder Manuel Castells es claro
en afirmar que las relaciones de poder están enmarcadas por la dominación que
es mantenida por las instituciones, en este sentido los Estados van perdiendo una
de sus elementos fundantes la territorialidad, el poder de las redes hace que las
fronteras desaparezcan, se creen alianzas supraestatales como la Unión Europea
o la Unasur, y alianzas económicas como NAFTA, y las ONGs, hacen que la
estructura social sea global y por tanto el poder de los Estados sobrepasen en
algunos casos sus propias fronteras.
Finalmente Zygmunt Bauman desarrollara el concepto liquidez, en diferentes
acepciones amor líquido (vínculos frágiles e interdependencia incondicional) o
miedo líquido (incertidumbre de la modernidad), estas dos cosas se traducen en la
modernidad liquida caracterizada por la incertidumbre y el debilitamiento de la
seguridad de los individuos hacen que los Estados vayan perdiendo en algún
grado la legitimidad que le es propia. Las sociedades posmodernas son frías y
pragmáticas. (Vasquez, 2008). Esto ocasiona un desinterés en los ciudadanos por
las cuestiones del Estado, -políticas públicas, leyes, relaciones internacionales-,
no alcanzan el interés general, por lo que al estar marcado el Estado posmoderno
por la incertidumbre, el caos y la indeterminación hacen que en la actualidad
podamos hablar de Estados líquidos.

3. Considere en lo posible con ejemplos, el paso de la modernidad a la


posmodernidad en el caso del Estado Colombiano.

Para el estudio del paso de la modernidad a la posmodernidad en el caso


colombiano, se tomará como punto de partida la Constitución política de 1991 y
desde allí se tratará de analizar los componentes de este paso trabajados por
Jacques Chevallier: Configuración de la organización estatal, transformaciones en
la concepción de derecho y redefinición del vínculo político.

Configuración de la organización estatal: Con la proclamación de la


constitución política de 1991, el Estado colombiano sufre una transformación en su
forma de organización, se da el pasó del estado de derecho (modernidad) al
Estado social de derecho (posmodernidad) consagrado expresamente en el
artículo 1: “Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de
República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales,
democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad
humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la
prevalencia del interés general”.

Aunque se mantiene como un Estado Unitario, la descentralización parece ser una


especie de federalismo moderado, nos encontramos con entidades territoriales
autónomas administrativamente, pero se mantiene el poder central, así lo estipula
la corte constitucional “El modelo actual de la organización del Estado colombiano
responde a una concepción diferente a la del Estado unitario centralizado. El punto
fundamental de este cambio se encuentra en el concepto de autonomía, que se
atribuyó de manera explícita -entre otras- a las entidades territoriales, a través de
las cuales se busca hacer efectivo el respeto a la identidad comunitaria local y a
su capacidad de auto-determinarse, sin que se ignore por eso la necesidad de que
ciertas actividades sean coordinadas y planeadas desde el poder central”.
(sentencia C-506/95).

Se sientan las bases fundantes del Estado, en donde la dignidad humana se


convierte en pilar fundamental de modo que con la creación de nuevas
instituciones como la corte constitucional, la tutela, la fiscalía general de la nación,
la procuraduría que dejo de depender del ejecutivo, y la defensoría del pueblo, se
apunta a un Estado más garantista.

Con la entrada en vigencia de la nueva constitución y el trascurrir del tiempo la


nueva organización estatal colombiana empezaría tender al caos, la incertidumbre
y la indeterminación. El proceso 8000 del presidente Samper, el fracaso del
proceso de paz en el gobierno Pastrana, los falsos positivos y las falsas
desmovilizaciones de autodefensas en el gobierno Uribe, la deslegitimación del
legislativo a raíz de los fenómenos de la parapolítica y la farcpolítica, el choque de
trenes entre las altas cortes (constitucional, corte suprema y consejo y Estado), los
enfrentamientos entre los órganos estatales (procuraduría, contraloría y fiscalía),
las lagunas jurídicas y la indeterminación generadas a la raíz de la destitución de
Gustavo Petro como alcalde de Bogotá, la intromisión de las ramas del poder en el
campo de las otras poniendo en entredicho la separación de poderes, son algunas
de las realidades en las que vive la organización estatal colombiana, nos sirven de
argumento para afirmar que el Estado colombiano está lejos de una configuración
de la organización estatal estable.

Transformaciones en la concepción de derecho: La nueva constitución trajo


para Colombia transformaciones no solo en su organización estatal, sino en la
forma de concebir el derecho. La creación de la corte constitucional, del consejo
superior de la judicatura, como nuevas incorporaciones a la rama judicial, tenían
como finalidad la salvaguarda de la constitución y la garantía del acceso afectivo a
la justicia, la implementación de la tutela como mecanismo protector de los
derechos fundamentales fue concebida como el gran bastión del nuevo derecho
colombiano.

Este nuevo derecho tendrá por característica propia ser garantista, lo cual se
refleja en cada uno de los principios fundantes del derecho colombiano: el
principio de publicidad, de legalidad, de favorabilidad, de buena fe, el non bis in
ídem, el iura novit curia, la presunción de inocencia, el imperio de la ley, el
derecho fundamental al debido proceso, nos ponen de frente a un Estado garante
y justo.

De la constante absolutización del yo, han emergido minorías sociales, que a


gritos y lucha han ganado un reconocimiento de derecho como es el caso de las
parejas del mismo sexo a quienes vía jurisprudencial se les reconoció en derecho
patrimonial, a celebrar contratos de unión y últimamente a adoptar, todas estas por
vía jurisprudencial. La indeterminación social ha roto los paradigmas de la
modernidad, se han concebido nuevas formas de organización social, la familia
tradicional ha dado paso a otras formas de familia, han emergido nuevos grupos
sociales (punkeros, góticos, rastas, etc), todos ellos demandando una igualdad de
derecho, lo cual ha llevado a que el derecho se transforme a fin de garantizar la
pluriculturalidad del estado plasmada en la constitución. Estas situaciones han
llevado que en Colombia se de giro en la forma de concebir el derecho, lenta y
progresivamente se ha venido cambiando la forma en que se hace el derecho
pasando del derecho escrito al derecho oral (laboral, penal, administrativo),
abandonando el derecho romano, por el derecho anglosajón, en una marcada
americanización del derecho.

Redefinición del vínculo político: La nueva constitución dio participación política


a las minorías indígenas y afrodescendientes, que antes solo eran tenidas en
cuentas por los antropólogos, ante esta nueva perspectiva de una democracia
participativa y pluralista emerge la proliferación de partidos y movimientos
políticos, lo cual trae como consecuencia la decadencia de la identificación o
filiación política.

El artículo 3 de la carta política establece: “La soberanía reside exclusivamente en


el pueblo, del cual emana el poder público. El pueblo la ejerce en forma directa o
por medio de sus representantes, en los términos que la Constitución establece.”
Se amplía el marco de la democracia participativa a la representativa,
paradójicamente en Colombia los legisladores alcanzan grandes votaciones en
lugares donde no tienen ningún arraigo político o representando minorías a las
que no pertenecen, a lo que se suma la deslegitimación por la que atraviesa el
legislativo, hace que podamos hablar de una crisis en la democracia
representativa.
Frente al ejercicio del derecho al voto la democracia colombiana pasa por dos
grandes crisis, la primera hace referencia al voto programático, según el artículo
259 de la constitución: “Quienes elijan gobernadores y alcaldes, imponen por
mandato al elegido el programa que presentó al inscribirse como candidato. La ley
reglamentará el ejercicio del voto programático”. Es decir, en Colombia antes de
personas se eligen programas de gobiernos, algo que se encuentra alejado de la
realidad, la cual nos indica que no solo se vota por un sujeto sin importar su
programa, sino que este voto está supeditado en la mayoría de las ocasiones a
una contraprestación, convirtiendo la democracia colombiana en lo que podemos
denominar como democracia de estómago. La segunda crisis tiene que ver con la
participación de los ciudadanos en los comicios electorales, la democracia
colombiana está marcada por un abstencionismo exagerado, poco más del 60%
de las personas habilitadas para votar no lo hace, poniéndose en entredicho a
nivel interno e internacional la democracia mayoritaria. Se ha creído que una
solución a esta crisis del vínculo cívico-político es la implementación del voto
obligatorio, lo cual para muchos contrasta con los principios del Estado social de
derecho.

Ante estas tres situaciones configuración de la organización estatal,


transformación en la concepción de derecho y la redefinición del vínculo político, el
Estado colombiano marcha en el camino de la posmodernidad.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Revista de Relaciones Internacionales, Estrategia y Seguridad, vol. 9, num.
1, enero-junio, 87-110.
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