2. ¿QUÉ ES LA IGLESIA?
Originada en el tiempo de la Trinidad, la Iglesia es en la historia "icono de la
Trinidad", comunión a imagen de la comunión divina: participando al único
Espíritu ("communio Sancti") los bautizados están enriquecidos por las
variedades de sus dones, orientados todos a la utilidad común, constituyendo
la "communio sactorum", la comunión de los santos. En esta comunión nadie
tiene derecho a no empeñarse, porque cada uno está, por su parte, dotado de
carisma para vivir en el servicio y en la comunión. Nadie tiene derecho a la
división, porque el carisma viene del único Señor y está orientado a la
construcción del único Cuerpo, que es la Iglesia (cf. 1Cor 12, 4-7), Nadie
tiene derecho a la parálisis y a la nostalgia del pasado, porque el Espíritu es
siempre vivo y operante. La "communio" se expresa en la corresponsabilidad,
en el diálogo respetuoso de la diversidad y en la constante tensión para
corresponder al llamado de Dios: justamente de esta manera la Iglesia es icono
de la Trinidad, participación en el tiempo a la "pericoresi" eterna. Y la
comunión universal de las Iglesias locales o particulares, recoge en su
pensamiento alrededor de la Iglesia que preside el amor, la Iglesia de Roma,
cuyo Obispo es el signo y el siervo de la unidad de toda la Iglesia católica.
3. ¿A DÓNDE VA LA IGLESIA?
La comunión eclesial que surge del alto, del Padre por Cristo en el Espíritu,
está constituida en su unidad y en su diversidad por los dones y por los
servicios a imagen de la comunión trinitaria y no tiene por finalidad a sí
misma: ésta tiende hacia el origen del cual procede, es peregrina hacia la
patria de la Trinidad. Este llamado de la meta trinitaria, enseña a la Iglesia a
ser relativa ya que descubre no ser absoluta sino instrumento, no un fin sino
un medio, pobre y sierva, llamada a vivir en constante conversión y reforma.
Además, el llamado de la finalidad enseña a la Iglesia a hacer relativas las
grandezas de este mundo, en nombre de su meta más grande, esa deberá ser
critica hacia todas las miopes realizaciones de este mundo. Está aquí la
inspiración profunda de la presencia cristiana en los diferentes contextos
culturales, políticos y sociales: en nombre de su" reserva escatológica" la
Iglesia no puede identificarse con alguna ideología, con ninguna fuerza
partidaria ni con algún sistema, sino que debe ser consciencia critica de todos,
llamado del origen y del fin, estimulo con el fin de que en todo se tienda a
desarrollar toda la humanidad en cada hombre. Para terminar, el llamado a la
patria trinitaria llena la Iglesia de gozo, ésta ya exulta en la esperanza que la
promesa ha encendido en ella. Ésta sabe que es la anticipación militante de lo
que fue prometido en la Resurrección del Crucifijo, el icono de la Trinidad en
el tiempo, para que el tiempo camine hacia el encuentro pleno con la Trinidad,
cuando Dios será todo en todos y el mundo entero será la patria de Dios.