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J], EL RESURGIMIENTO DE LA NARRATIVA REFLEXIONES ACERGA DE UNA NUEVA Y VIEJA historiadores siempre han contado cia prosa clegante y vivida se considerd siempre como su mas grande or picign. La hisioria se juegaba como una rama de la ret6rica. Empero, durante los dltimos cincuenta aos esta funcion abocada a contar relatos cha visto desprestigiada entre aquellos que se consideran como la van quatdia dentro de la profesin, es decir, quienes practican la asf llamada nueva historia” de la era posterior a la segunda Guerra Mundial.) En Francia, este contar relatos se ldo como "Phislorie évenementielle”. Ac tualmente, sin embargo, he encoatrado pruebas respecto a una corrience subrepticia que est absorbiendo de nuevo a muchos de los promincntes “nuevos historiadores” dentro de cierta forma de narrativa Antes de abocarnos al examen de las pruebas respecto a este viraje. y ames de especular sobre qué puco haberlo causado, seria conveniente ‘eclarecer ciertas cosas. La primera se refiere a qué se quiere decir aqui por “narrativa" * La narvativa se entiende como la organizacion de cierto material segin una secuencia ordenada cronolégicamente, y como la dis posicin del contenido dentro de un relaco dnico y coherente. si bien cabe la posibilidad de encontrar vertientes secundarias dentro de la trama, La historia narrativa difiere de la historia estructural fundamentalmente de dos maneras: su ordenacién es descriptiva antes que analltica, y concede prioridad al hombre por sobre sus circunstancias, Por lo tanto, se ocupa Ae lo particular y lo espeeifico mAs bien que de lo colectivo y lo estadisti . side sblemenie en dud con mrp, yco icles ox poor Yon Sei fan elt Gabor. Charles Glip, Theodore Rabb. Cat chore ‘per caiman reas ay ples borate nu. He axa a mayer pate es apace, unuel respneabi por la tedaccgn fia Fee a asc saad et cnfuodiae sete pre recente "huvesMatriadore” con 1 “aueos histo Riley ature jens woe oman sore. Gna Dea) fate sun BiE a Wiser de Is mnratin, véanie L Comman, “Augustin Thitry and Lica Hi {Eg ary ed Howry, 1,197.9 White etary Phe Malet {ELEM Nice Clary, Bamore, 173 Bata eu cone pofeacR Sara por aber ett aticion ene timo) fee D 6 FISTORIOGRATIA co. La narrative ¢3 un modo de esetitura histética, pero es un mo afecta también y es afectado por el eontenido y el métade El tipo de narrativa que tengo en mente no sla del simple informadoy con visos de anticuario, ni tampoco la del analista, US una narrative orientuda por cierto “principio fecundo”, que posee un tema yun argye mento. Fl tema de Tuefdides fueron las Guerras dei Peloponeso y sus ee fastos efectos sobre la sociedad y la politica griegas; el de Gibbon fag exactamente lo que su titulo stgiere; el de Macaulay fue el surgimiento de una constiracion de participacion liberal en medio de las tensiones de une politica revolucionaria, Les bidgrafos nos cuencan el relato de una vidas desde el nacimiento hasta la muerte. Ninguno de los historiadores narra, tivos, segiin los he definido, elude en absoluto cl anilisis, aunque no es ése ¢] armaz6n desde el que su trabajo se elabora. ¥ finalmente, les ata, ‘ten profundamente los aspectos retOricos de su exposicion. Sea que ten gan éxito 0 no en su empedio, es indudable que aspiran a una elegancia en el estilo, conjuntamente con comentarios ingeniosos y afurfsticos. No les satisface el desperdigar palabras a lo fargo de una pagina y dejarlas per. ‘anecer alli, como si fucran borliga de vaca en medio de un campo, bajo pretesto ds que puesto que la historia es una ciencia no sequiere la ayuda dle arte alguno, to que ay tendencias que se han identificado aqui no deben considerarse como aplicables a la gran mayorfa de los historiadores. Lo tnieo que se in- tenta es indicar sin cambio manifiesto en cuanto al contenido, el mévodo y el estilo dentro de una diminuta, aunque desmesuradamente prominen- te seceién de ta profesién histérica vista como un todo. La historia ha te- nido siempre muchas moradas, y deberé continuar teniéndolas a fin de Morecer en el fuiuro, Fl triunfo de algiin género o escucla conduce a la targa a un sectaristay estrecho, o a un narcisismo y a una autoadulaciéo ‘que se traducen en ua desprecio y en una actitud tirdnica hacia Ins que no perienecen al campo. conjuntamente con otro tipo de caracteristicas des: agradatiles y contraproducentes, Todos sabemos de casos en que esto ba vcurrisio. Hay alguncs paises ¢ instituciones en que ha resultado malsano 1 que fos “nuevos hisioriadores” hayan hecho Las cosas come han queride ante los Gltimes treinta afios, y ser igualmente malsano el que nueva tendencia, ca casg de que sea ana tendenci, consolide un domi similar aqui o ai Es también fondamental dejar sentado de una ver por todas que este 6 intenta trazar los cambios observadtos de wna manera histérica, #0 iuicios de valor respecto a qué sodos de diseurso hisrice son mas setistuctorios que otras, Bas jucios de valor difemente pueden evitane® ene case de cwiiquies estudia Iistoriogeélice, erapero cate ensayo m0 # 1 RESURGIMIENTO DE LA NARRATIVA ” ndera slguna 0 comenzar una revolucién. No se esté ins- ‘a. que se deshaga de su caleuladora y cuente un relato, sae ope n ened ” [Antes de considerar las tendencias recientes, es preciso remontarse en el Jempo con abjeto de explicar el que muchos historiadores hayan abando: fede, hard unos cincurnta afios, el ideal de una tradicién narrativa de dos mil afios. En primer lugar, a pesar cle las apasionadas aserciones ex contra, se adinitié en general, y con cierta justicia, que el responder al iy al cdma de una manera cronolégica, incluso bajo la orientacién de dina argumentacién central, no permitfa avanzar mucho de hecho hacia la respuesta del forqué. Ademas, en ese entonces fos historizdores se hallaban bajo la fuerte influencia tanto de la ideologia marxista como de la metodologta de fa ciencia social. Como resultado de esto, sa interés eran lassociedades, no los individuos. y confiaban en que podia llevarse a cabo una “historia cientifica” que con el tiempo produyera leyes generatizadas para explicar las transformaciones histéricas. ‘Aqui debemos detenernes de nuevo para definir qué se entiende por historia sientifica”. La primera “historia cicntifica” fue formulada por Ranke en el siglo XIX, y renfa como base el anlisis de nuevas fuentes. Se dio por hecho que una detenida critica textual de los regis lados hast ese momento, que se hallaban sepuicadas en los archivos esta- tales, esta lecerfa de nna ver por todas los hechos de la historia politica. Durante Ins Gltimos treinta aftos, se han dado tres tendencias muy dife entes “ie historia cientifica dentro de Ia profesién, las cuales no se besan en ni: ins datos, sino en nuevos modelos © nuevos métodos: se trata del odir'e ccondmico marxista, cl modelo ecoldgico-demogritico francés, y |a meertologia "cliométrica” norteamericana. Segiin el antiguo modelo ‘arr, la historia sigue un proceso dialéctico de tesis y antitesis, a tra vd~ iicto de clases, las cuales se crean por los cambios en cuanto 1 conrol de los medias de produceién. Fn los treintas esta idea terminé uur “sterminisme econ6mico/social bastante simplista, el cual afecté a Ruchns j6venes eraditos de ta época. Esta nocién de historia cientifica fue fuertemente defendida por los marxistas hasta finales de los cincuentas, “ome 'y dumuestra el hecho de que ei cambio en el subthtulo de Past and Zrese-1 de "Un diario de historia cientifica” a “Un diario de estedios his: ‘ricos” so ocurriera hasta 1959. Debe advertirse que !a actual yenera- (ion ce “neomarxistas” parece haber abandonado gran parte de ios dog- Mas Seicos de los historiadores marxistas tradicionales cle los tr ‘ess que actuatmente se ocupan del Estado, ia politica. * HISTORIOGRAFIA al igual que sus colegas no marxistas, y en este proceso parecen haber dejado de lado la afirmacién de aspirar a una “historia cicntifica". El segundo significado de “historia cientifica” es aquel usado desde 1943 por la escuela de historiadores franceses de los Annales, cuyo vocero, si bien radical, podria ser el profesor Le Roy Ladurie. Segiin esta escuela, la variable fundamental en la historia son los cambios en el equilibrig ecol6gico entre el suministro de alimentos y la poblacién, un equilibrio que debera determinarse necesariamente mediante anélisis cuantitativos a largo plazo sobre productividad agricola, cambios demograficos y pre. ios de los alimentos. Esta clase de “historia cientifica” surgié de la com. iacién de un aficjo interés en Francia por la geografia histérica y la demografia histérica, aunado a la metodologia de 1a cuantificacién. Le Roy Ladurie nos dijo categGricamente que “la historia que no ¢s cuantif. cable no puede pretender ser cientifica”.S El tercer significado de “historia cientifica” es primordialmente norte- americano, y se basa en la afirmacion, expresada con claridad y en vor alka por los “cliometristas”, de que solo su muy peculiar metodologia cuan. titativa puede aspirar a ser cientifica.‘ Segiin ésta, la comunidad hist6rica puede dividirse en dos. Existen “los tradicionalistas”, que incluyen tantoa los historiadores con un estilo narrativo a la antigua, los cuales se ocupan principalmente de politica de Estado y de historia constitucional, como a los “nuevos” historiadores econémicos, demograficos y sociales de las es cuelas de los Annales y de Past and Present — no obstante el hecho de que los segundos emplean la cuantificacién y de que por varias décadas ambos ‘grupos fueron enemigos acérrimos, especialmente en Francia~. Los his- toriadores cientificos. o cliometristas, constituyen un caso aparte, ya que se definen por una metodologia mas que por algin tema o interpretaci6n cespecificos acerca de la naturaleza de las transformaciones historicas. Son historiadores que construyen modelos paradigmiticos, algunas veces contrafacticos, acerca de mundos que jamés existieron en realidad; ¥ prucban la valider de los modelos mediante las formulas mateméticas y algebraicas mas refinadas, aplicadas a cantidades muy vastas de datos lectronicamente procesados. Su campo especifico es la historia econdmi ca, misma que han conquistado virtualmente en los Estados Unidos: mismo, han hecho grandes incursiones en la historia de la politica demogrifica reciente mediante la aplicacién de sus métodos al comport” *Le Koy Laducie, The Territory of the Historian, Nueva York, 1979, p. 18 y Parte psy “Un enay no publicado de R. W. Fog, "Scientific Hinory and Traditional Hisory” (199) ofsece l eavo mis peruasivo al que posible referne pars cnniderar «Eta como la Gna "BRE ‘enaficn” en sentido verdadero: Pere siga ain extar comvencida de ell. FL RESURGIMIENTO DE LA NARRATIVA ” jento electoral, tanto del electorado como de aquellos que son electes. mie grandes empresas son necesariamente el resultado de un trabajo de Mapo similar a la construccién de piramides: contingentes de asiduos obvio 9 para pretender demostrar lo improbable, recurriendo a formulas ya un tipo de lenguaje que hacen que la metodologia sea inveri- ficable en +l caso del historiador comdn. Los resultados combinan en oca siones los vicios de la ilegibilidad y la trivialidad. Todos conocemos las disertaciones doctorales que languidecen inacabadas debido a la incapa. cidad de! investigador de mantener bajo su control intelectual cl volumen total de copias impresas arrojado por la computadora, 0 por el hecho de que al haber éste invertido un esfuerzo excesivo en la elaboracion de los datos, su tiempo, su paciencia y su dinero han terminado por agotarse. Giertamente, una conclusién clara de esto es que, siempre que sea po: sible, el muestreo manual resulta preferible, mas rapido, y tan confiable como el intento de cruzar el universo a través de una maquina. Todos sa bemos de los proyectos en los que un error de logica en la argumentacién Ol simple dejar de usar el sentido comén, han traido consigo el que las conclusiones resulten viciosas @ dudosas. Todos estamos también al ianto de otros proyectos en los que el omitir el registro de un pedazo de infor macidn en la crapa de codificaci6n, ha conducido a la pérdida de algin resultado importante, Todos conocemos otros en donde las fuentes de in formacién son ellas mismas tan poco fidedignas. que podemos tener la certeza de que es poca la confianza que puede depositarse en las conclu siones basadas en su manejo cuantitativo. Los registros parroquiales son n ejemplo clasico de esto: en la actualidad se les dedica un enorme es- 'uer20 en muchos paises, no obstante que s6lo es probable que cierta par- '¢ del mismo produzca resultados valiosos. A pesar de sus incontestable logros, no puede negarse que la cuantifi £20060 no ha realizado las elevacias expectativas que sobre clla se tuvieran Tate veinte aiios. La mayoria de los grandes problemas histéricos perma- Recen tan irecsolubles come siempre, si no es que més. Fl consenso res Pecto a las causas de las revaluciones inglesa, francesa © norteamericana Suenra an lejos de ser alcanzado como siempre, a pesar del enorme watt2e que se ha Hevado a cabo para elucidar los origenes sociales y eco- 'micos de las mismat. Treinta afios de investigacion exhaustiva ac 100 INSTORIOGRAFIA de la historia demogrifica nos han dejado poco mas que perplejos. Ign. ramos por qué la poblacién cesé de crecer en la mayoria de las arcas de Europa entre 1640 y 1740; tampoco sabemos por qué comenz6 a crecer de nuevo en 1740; ni incluso sila causa pudo haber sido una creciente fer. Glidad 0 una declinaci6n en la tasa de mortalidad. La cuantificacién nog ha dicho mucho acerca de cuestiones concernientes al qué de la demografia histérica, pero hasta ahora relativamente poco acerca del porqué. Las principales cuestiones sobre la esclavitud en los Estados Uni. dos siguen siendo tan evasivas como de costumbre, a pesar de haberse aplicado a las mismas los andlisis ms extensos y refinados que jamés ha- yan sido claborados. Su publicacién, lejos de resolver 1a mayoria de log problemas, simplemente hizo mas candente el debate." Empero. tuvo el benéfico efecto de centzar la atencién sobre aspectos importantes tales como la dieta, la higiene, la salud y la estructura familiar de los negros norteamericanos bajo la esclavitud, pero a la ver distrajo la atencién de los igualmente importantes, sino es que mas, efectos psicol6gicos de dicho fenémeno tanto sobre los amos como sobre los esclavos, simplemente por el hecho de que estas cuestiones no son mensurables a través de la compu- tadora. Los historiadores urbanos se debaten desordenadamente en me- dio de estadisticas, y a pesar de ello las tendencias que sefialan el grado de movilidad siguen siendo atin oscuras. Hoy nadie esta completamente se- guro de sila sociedad inglesa era mas abierta y mévil que la francesa du- ante los siglos XVI! y XVIIt, o incluso si los hidalgos 0 Ia aristocracia se hallaban en ascenso o en decadencia en la Inglaterra que precedié a la Guerra Civil. Nuestra situacion no es nada mejor a este respecto que la de James Harrington en el siglo XVit o la de Tocqueville en el siglo XIX. Son precisamente este tipo de proyectos los que han sido mas prodiga- mente financiados, los que se han mostrado mas ambiciosos con respecte a la compilacién de vastas cantidades de datos _ mediante ejércitos de in- vestigadores asalariados —, los que han sido procesados de la manera mas cientifiea por la mas reciente tecnologia computacional, y los que han exhibido el mas alto grado de refinamiento matematico en su modo de presentacién, los que han resultado ser los mas decepcionantes de todos. Hoy, dos décadas y millones de délares, libras y francos después, se cue ta Ginicamente con resultados mas bien modestos a cambio del gasto de tal cantidad de tiempo. esfuerzo y dinero, Estos consisten en enormes rimeros de verdosas copias impresas empolvandose en los cubsculos de los erudi- tos: hay también muchos tomos voluminosos y extremadamente tedios0s que contienen tablas numéricas, abstrusas ecuaciones algebraicas y POF 11 W. Fogel yS. Engerman, Time onthe Cros, Boston, 1974: PA. David ta. Rechowint sth Slavery, Nueva Yorks 1976, H. Gutman, Slevery and the Numbers Geme, Urbana, 1975. EL RESURGIMIENTO DE LA NARRATIVA sos centaes proporcionados hasta el segundo punto decimal, Asimismo, es nihir encontrar muchos hallazgos nuevos y valiosos, a la vez que unas on contribuciones importantes en lo tocante al relativamente pequeio Pefpus de obras histOricas de valor permanente. Sin embargo, el refina crite de la metodologia ha tendido en general a exceder a la confiabil Tea de los datos, en tanto que la utilidad de los resultados parece hasta aeto punto ~ estar en correlacién inversa con la complejidad matemati ta de la metodologia y la monumental escala de la recabacién de datos. En c1caso de los andlisis de beneficio de costos, los tips de recompensa gotenides por la historia computarizada a gran estala han justificado ‘pay rava vez, hasta la fecha, la inversi6n de tiempo y de dinero, lo que ha Tieeado a los historiadores a lanzarse a la bisqueda de otros métodos de investigacion acerca del pasado, que arrojen luz sobre los hechos sin tan- tn pronlemas, En 1968, Le Roy Ladurie profetiz6 que para los ochentas ‘i hiscoriador serd un programador o no seré nada’! La profecta no se ha cumplido, v mucho menos en el aso del mismo profeta. Lis historiadores se ven obligados a regresar, por lo tanto, al principio de inceterminacién, al reconocimiento de que las variables son tan nume- rosas que en cl mejor de los casos s6lo es posible hacer generalizaciones de Inedio alcance con respecto a la historia, tal como Robert Merton sugi riera hace ya mucho tiempo, El modelo macroeconémico es un sueiio de opio, ¥ la “historia cientifica” un mito, Las explicaciones monocausales simplemente no funcionan. El uso de modelos explicativos de retroali mentacién construides en torno a las “afinidades clectivas’ weberianas, al parecer proporcionan mejores herramientas que puedan revelarnos algo acerca de la verdad evasiva con respecto a la causalidad hist6rica, espe- cialmente si abandonamos cualquier pretensin de que esta metodologia sea en algin sentido cientifica El desencanto con respecto al determinismo monocausal de caracter ¢conémico o dermogréfico, lo mismo que a la cuantificacion, ha llevado a los historiadores a comenzar a formular un conjunto enteramente nuevo de preguntas, muchas de las cuales habian quedado anceriormente txcluidas de sus perspectivas debido a la preocupacion por una metodolo- Ba especifica de indole estructural, colectiva y estadistica. Actualmente son cada vex més los “nuevos historiadores” que se esfuerzan por descubrir ue ocurria dentro de las mentes de los hombres del pasado, y cémo era {siren €l, preguntas que inevitablemente conducen de regres al uso de narrativa Un subgrupo significative de la gran escuela francesa de historiadores, encaberado por Lucien Febvre, ha considerado siempre los cambios inte- "Le Roy Ladune, Le Ta tire de (Mustorten, vol Pars, 1978, 8 im HUSTORIOGRAFIA lectuales, psicologicos y culturales como variables independientes de im. portancia central. Sin embargo, por mucho tiempo constituycron ung inorla que qued6 apartada en aguas estancus micntras la marea de lg historia cientifica —econdmica y social en cuante a su contenido, estruc tural en sv organizacién y cuantitativa en su metodologia inundaba y arrasaba todo a su paso. Actualmente, no obstante, aquellos asuntos por los que dichos historiadores se interesaban han vuelto a estar sSbitamente cen boga. Las preguntas formuladas, empero, nio son exactamente las mis. mas que solfan ser, ya que ahora se plantean con mucha frecuencia a partir de la antropologia. En la practica, si no es que en teorfa, Ta Antropologia ha tendido a ser una de las disciplinas mas abistoricas debi ido a su falta de interés por las transformaciones en el tiempo. Sin embar- ‘go, nos ha ensefiado cémo todo un sistema social y un conjunto de valores pueden ser brillantemente esclarecidos por el método ilusninador consi tente en registrar minuciosa y elaboradamente un suceso particula siempre y cuando a éste se le ubique con sumo cuidado dentro de la tot lidad de su contexto, y se analice con mucho detenimiento en lo tocante a sa significado cultural. El modelo arquetipico de esta “densa descripcion” ¢s la narracién clésica hecha por Clifford Geertz acerca de las peleas de gallos de los balineses. 8 Por desgracia, nosotros los historiadores no pode- nos hacer acto de presencia, provistos de libros de apuntes, gratyadioras y Cimaras, donde ocurren los stcesos que describiruos, pero aqui y alld nos topamos con un sinnmero de testigos que pueden decirnos c6mo fue har ber estado en el fugar de los hechos. ‘Uno de los cambios recientes que mas llaman la atencién con respecto al contenido de la historia, ha sido la sGbita intensificacion del interés por fos sentimientos, las emociones, las normas de comportamicnto, los vala- res y los estados mencales. A este respecta, la influencia de antropologot ‘como Evans-Pritchard, Clifford Geertz, Mary Douglas y Viewor Turner ha sido bastante considerable en verdad. Por consiguiente, la prisnera caus del resurgimiento de Ja narrativa entre algunos de fos “nuevos historiado~ res” ha sido la sustitucién de la soctologia y la economia por la antropel fa. como la mids influyente de la ciencias sociales, No obstunce que la Cohistoria sigue siendo en gran medida un irea de desastre —un desierte ene! que se hailan diseminades los restos de los veliculus cromadios que s¢ averiaron poco después dle haberse puesto en marcha — 1a psicoiogia ma ha tenide tambien su cfecto sobre una generacién que actualmentt Grienta su ateneién hacia ios descus sexuales, las velaciones familiares y os inculos emocionales, cn la uicdida en que afectan a! individuo, y hacia “Deep Play: Nove che Balinese Conk ew mi fatarprtaton a) Cube #1 RESURGIMIFNTO DF LA NARRATIVA 109 tas teas, las ereencias y las costumbres, en Ja medida en que afectan al spo. Este cambio con respecto a las preguntas que se estn formulando sve que ver probablemente con el escenario contemporineo exhibido iv Jos setentas. Esta ha sido una década en la que los ideales y los intere- ee mas personalizados han asumido la prioridad sobre los asuntos pb AA como resultado del extendido desenicanto con respecto a las expecta- (nus de cambio a través de la accién politica. Por lo tanto, resulta Jhnssible el vineular el sGbito auge en cuanto al imerés por estos temas en J pasado, con preocupaciones similares en et presente. Face auevo interés por las estructuras mentales se ha visto estimulado nor el derrumbamiento de la historia intelectual tradicional, tratada Zomo una caceria de documentos para rastrear las ideas a través de las di- Cersas Epocas (procedimiento que normalmente termina en Arist6teles 0 tm Piatén). Los "grandes libros” se estudiaban en medio de un vacio his: térico, haciéndose poco o casi ningsin esfuerz0 por ubicar a fos autores oa su terminologta lingifstica dentro de su verdadero marco hist6rico, La historia del pensamiento politico occidental esta volviendo a escribirse hoy dia. principalmente por los profesores J. G. A. Pocock, Quentin Skinner y Bernard Bailyn, mediante una penosa reconstruccién del con texto ye) significado precisos de las palabras y las ideas de} patado. rmostrango cémo étas han cambiado su forma y su color a través def tiempo, como camaleones, a fin de adaptarse a nuevas circunstancias y necesidades La historia tradicional de las ideas est siendo orientada concurrente- mente hacia el estudio de auditorios cambiantes y de los medios de comu sicacida, Ha nacido una nueva y boyanre diseiplina abocada a la histori de la imprenta, los libros y Ia alfabetizaciOn, lo mismo que a sus efectos sobre la propagaciOn de las ideas y Ja transformacién de los valores eva de las razones por la que varios de los “avevos historiadores"” estén volviendo a la narrativa, parece ser el jesec de hacer que sus hallazgos re sulten accesibles una vez més a un circulo inteligente de lectores, que sin =F expertos en (a materia se Aallem fvidos por aprender lo revelado en ‘tos nuevos ¢ innovativos planteamientos, métodos y datos, pero sean apacet ge asimilar las indigestas tablas enadisticas, las frias argumenta siones analtticas y fos enredacos galimastas. Los historiadores cuantitati 19s, analiticos y estructurales han encontrado que cada ver hablan mais Para «i mismos y para nadie mis. Sus resultados han aparecido en diarios Bfesionales o en monografias tan costosas y de tam reducido tiraje (por bajo de los mil ejemplares), que en la practica han sido las bibliotecas ls que han absorbido su compra casi por completo, ¥ sin embargo, el tito de sus oublicaciones peri6dicas histéricas de indole popular como story Today y L'Histoire prueba que existe un extenso auditorio dis- 0 HISTORIOGRAFIA Puesto a escuchar, y que los nuevos historiadores se hallan ahora ansiosog de hablar a dicho auditorio, en lugar de dejar que se nutra del pabulo de biografias populares y libros de texto. Después de todo, las preguntas for. muladas por los nuevos historiadores son aquellas que nos preocupan a todos hoy dia: la naturaleza del poder, la autoridad y el liderazgo e& rismatico; la relacién de las instituciones politicas con las normas so. arse a los licehic dos: y bajo la influencia de los antropélogos i stays valerse del comportamiento para revelar ct significado simbélica. vuinto lugar, cuenean el relate acerea de wna persona, un juicio, 0 UR dia drat » por lo que éstos representan por si mismos, fn objeto de arojat It sabre los mecatisnor internes de ana cultura? Fr lad del pasado, Nees York, 1971 EL RESURGIMIENTO DELA NARRATIVA a v si mi diagnbuico ex correéto, el desplatamiento hacia Ia narrativa por 5 ec los “ovis bisturindores” sctata el fin de una era; eliérming del paves pot producir una explicaciGn coherente y cientifiea sobre las inate clones del pasado, Las modelos del determinism historico, los wen sc basan en {a economifa, la demagrafia o la sociologia, se han erunibatio frente a las pruebas, empero ningtin modelo completamente Terminita sustentado en alguna otra clencia social ta patitica, Ia psi cage = antvopalogia ha surgido para ocuparu lugar. El eaructu ‘Giamo j:} funcionalismo ao han resultado ser mucho mejares en abla to. La mererologis cuantitativa se ha mostrado semejante a una catia hascantr feégil que sdlo puede responder a un conjunwo limitado de prableous Obligados a decidir entre modelos estadtsticns @ priori sobre A compo snucnte human, y una comprension basada en la observa fn, fa encia. el juicio y la intuicién, algunos de los “nuevos histo adores” suanifiesten aetualmente la tendencia a dejarse Hevar hiac swgunde odo de interpretacién del pasado \ pesar de que el resurgimiento del modo narrative entre los “nuevos hie muy reciente, es tan slo wis tenuc goteo en compatacidiy eon la producci6n constante, vasta, ¢ igualmente relevance, de li nar stiva politica deseriptiva por parte de historiadores mas tradi Cionales. Un ejemplo reciente que ha tecihido un considerable reconovi rmiento académico, es et libro de Simon Schama acerca de ta politica holandess. Ll sigio XVI." "Trabajos de esta indole han sido vistos por déea das con inliferencia, o con un menosprecio a duras penas disimutado or lon nuevos hisio‘arlntes sociales, Esta actitud no era muy justificable, Peto e0 aos cecientes ha estimuladto el que algunos de los historiadores Malicionales adapter su moto descriptive para formular nuevas pregun 488. Alguaons ele ellos no tienen ya una preocupacién tan marcada por los Problesnas referentes al poder. y por consiguiente a Tos reyes y alos prime- 06 ministros. ly mismo que a les guerras y a la diplomacia, sino que al ‘gual que ing “nuevos historiarlores” estén dirigiendo su atencién a las vi 2 privadtas de personas bastante oseuras. La causa de esta tendencia, Siesque puede Hatnarsele asi, no resulta clara, avingue parece estar inepi- {ita ru el deseo de comtar un buen relato, yal hacer esto revelar las suti- ¥as le Is personalidad y la interioridad de las cosas dentro de una época Jura casa ditesentes” Algunos historiadores tradicionales se han esta paeicando a esto por algin tiempo, En 1958, el profesor G. R. Elton ic6 un libro integrado por relatos acerca de los dlisturbios y las muti~ S Senna, Pinint and Literatens: Reotatin inthe Netherland, Nurvn Vouk, 1977 ne IstoRIoGs Hs taciones ocr idos en la Inglaterra del siglo XV 1, tomando como fuen onstray9 brillantemente los dltimos diay de Huies."® Muy ecient fe. ha investigado Ia extranrdinaria trayectoria de un compilade, nglés de manuscricos, de fama relativamente oscura, y ademas estate dot y pornégrato ctandestino, que vivio en China durante los primeres alios de este siglo. El propésito de escribir este entretenidy e inereibie cuento parece haber sido el puro placer de eontar un relato por af misme en el afin por perseguir y capturar un Lisatio espécimen historico, by téemica es casi idéntica a la que hace aftos empleara A. J. A. Symons en sa slisica Quest for Corea. en tanto que la imotivacion se muestra muy similar a aquella que inspira a Richard Cobb a vegistrar de manera por menorizada y atro? las sirdidas vidas y mucrtes de los criminales, las pros. ticutas, y otros inadaptados sociales del hajo mundo en la Francia revolu, cionaria.” Bastante diferentes en cuanto a su contenido, su método y sus objetivos son jos eseritos de la nueva escuela inglese de jévencs empivistas anticua, rivs. Estos esviben un tipo de narrativa poitica minuciosa que Megs impifcitamente la existencia de algiin significade hist6rico profundo, con excepcisn de los caprichos accidentales de la fortuna y la personalidad. Eneabecadlos por el profesor Conrad Russell y John Kenyon, ¢ instados por el profesor Jeottrey Elton, se hallan actualmente ocupados en tratar de suprimir cuaiquier sentido ideot6gico o idealista de las dos revoluciones inglesas del siglo xv11.* No hay duda de que ellos. al igual que otros como ellos, dirigirén pron su atencién hacia otra parte. No obstante que su premisa no se formaula jams explicitomnte, su enfoque viene a ser un neonamierisino pro, justo en el momieuto en que ei nemierismo esta st cambiendo cor ‘alorar & la politica inglesa dei siglo XVI Uno se pregunta si su actitud con respecio a la historia polftica no podria originarse subconscientemente de un seniimiente de desencanto en lo re- ferente a fa capacidad del sistema parlamemtario contemporaneo para tratar de resolver el inexorable deciinamiento econémico y de poder de * Antiguo tibunal britdsico de inguin, exerade por Injustice a er Has TF GR. 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