ISSN: 0864-0394
marta@indio.atenas.inf.cu
Estación Experimental de Pastos y Forrajes
"Indio Hatuey"
Cuba
ARTÍCULO DE INVESTIGACIÓN
mailto: hilda.machado@indio.atenas.inf.cu
RESUMEN
The conservation of agricultural ecosystems or agroecosystems is very important for the food
security of the planet, because they contain the necessary elements (soil, water and
biodiversity) which are essential to livestock production. Although agriculture is a necessary
form in land use that is opposed to ecosystems, because the decisions on management
practices and soil use influence the ecological processes and the soil-water-plant interactions,
these decisions must consider that the life quality of people and their welfare depend on the
welfare of the ecosystem. This article invokes reflection on the responsibility of all decision-
makers regarding the use of land to guarantee food security in a sustainable way.
Ello obliga a reflexionar sobre el uso que se hace de los ecosistemas para satisfacer las
necesidades humanas y los impactos que ha estado teniendo a largo plazo, así como lo que
puede ocurrir si no se tienen en cuenta estos impactos. El objetivo de este trabajo es llamar
a una reflexión al respecto.
Ecosistema
Ecosistema o sistema ecológico define «una unidad básica de la naturaleza compuesta por un
conjunto de organismos (comunidad biótica) y el ambiente no viviente, cada uno
influenciando las propiedades del otro y ambos necesarios para el mantenimiento de la vida
tal como la tenemos sobre la tierra»(Odum, 1966). El concepto, que empezó a desarrollarse
en las décadas de 1920 y 1930, tiene en cuenta las complejas interacciones entre los
organismos plantas, animales, bacterias, algas, protozoos y hongos, entre otros que forman
la comunidad y los flujos de energía y materiales que la atraviesan. 1
Los ecosistemas pueden clasificarse de una forma general, por ejemplo: océanos, ríos,
bosques, etc., o bien de forma más específica, por lo que se puede considerar como un
ecosistema una zona tan reducida como un charco de agua de mar en las rocas. Pero no
existe un límite exacto de dónde comienza y termina un ecosistema. Se define un área que
se ha transformado para favorecer el cultivo agrícola como un agroecosistema. En el
agroecosistema intervienen, además de los factores naturales, las acciones del hombre, las
que están acordes con la cultura, las creencias, las costumbres, las motivaciones y las
tecnologías que este utiliza.
Los ecosistemas agrícolas o agroecosistemas son aquellos ecosistemas que se utilizan para la
agricultura en formas parecidas, con componentes similares e interacciones y funciones
semejantes (fig. 1). Los agroecosistemas comprenden policultivos, monocultivos y sistemas
mixtos, e incluyen los sistemas agropecuarios, agroforestales, agrosilvopastoriles, la
acuicultura y las praderas, los pastizales y las tierras en barbecho. Están en todo el mundo,
desde los humedales y las tierras bajas hasta las tierras áridas y las montañas, y su
interacción con las actividades humanas comprendidas las actividades socioeconómicas y la
diversidad sociocultural es determinante2.
Biodiversidad
«La salud, la riqueza y calidad de vida de la gente se hallan unidas de forma indisoluble, con
la diversidad, la productividad y la calidad del ecosistema del cual forman parte.
Consecuentemente, la sostenibilidad depende del mejoramiento y mantenimiento de ambos,
del bienestar de la gente y de los ecosistemas en forma conjunta y con igual importancia.
Existe una tensión constante entre las necesidades de la gente y los ecosistemas, así como
entre los diferentes grupos de personas. Estas tensiones deben enfrentarse si pretendemos
desarrollar combinaciones de bienestar ecológico y social que puedan ser sostenibles» (UICN,
1997).
Sin embargo, los sistemas pioneros crean la base para ecosistemas más maduros, porque
estabilizan el suelo, contienen la erosión, suben oligoelementos desde el subsuelo e impiden
un deterioro adicional del área. Una vez establecido un sistema pionero, los colonizadores
iniciales son reemplazados por los organismos y relaciones cada vez más complejas hasta
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que se logre el sistema más adaptado que permita el escenario (fig. 2).
un manejo y uso del suelo por encima de su capacidad, el resultado es la degradación de sus
características físicas, químicas y biológicas (Montoya, 2005).
Es bien conocido que las decisiones sobre las prácticas de manejo y uso del suelo influyen en
los procesos ecológicos y en las interacciones suelo-agua-plantas. Sin embargo, las
decisiones de los productores agrícolas, por lo general, se toman para obtener metas a corto
plazo (en lugar de a largo plazo) sobre la productividad y la salud del suelo. Las prácticas
insostenibles de uso del suelo y la intensificación de la agricultura, son causas significativas
de la pérdida de la biodiversidad y los impactos relacionados con la función y la resistencia
del ecosistema. Una mejor comprensión de la relación entre la vida edáfica y la función del
ecosistema y los impactos de la intervención humana, permitirá no sólo reducir los efectos
negativos, sino obtener beneficios de la actividad biológica del suelo para una agricultura
productiva y sostenible (Bennack, Brown, Bunning y da Cunha, 2003)
Toda la agricultura actual, cualquiera que sea la tecnología que se emplee, conlleva la
reversión de un sistema clímax a un sistema pionero.
De acuerdo con lo informado por Clark (2006), los suelos del mundo han perdido como
promedio 25,3 millones de toneladas de humus por año, desde que la agricultura comenzó,
hace unos 10 000 años. En los últimos 300 años, la pérdida promedio fue de 300 millones de
toneladas por año y en los últimos 50 años este promedio fue de 760 millones de toneladas
por año, lo cual evidencia la aceleración de la pérdida de los servicios de los ecosistemas e
indica la necesidad apremiante de conservarlos utilizando las tecnologías adecuadas.
Sin embargo, Rodríguez (2005) planteó que la agricultura es una forma necesaria y extensiva
de uso de la tierra y desde sus comienzos, hace aproximadamente 12 000 años, se han
cultivado y cosechado cerca de siete mil especies de plantas, como alimento para los
humanos, pero en la actualidad solo cerca de quince especies de plantas y ocho de animales
constituyen el 90% de nuestra alimentación. De acuerdo con este autor, ello se debe a que el
rápido crecimiento de la población humana y los cambiantes patrones de consumo, han
provocado que la agricultura evolucione de formas tradicionales a modernos sistemas
intensivos de cultivo (sobre todo aquellos intensivos en capital, que utilizan maquinaria y
agrotóxicos). La agricultura es una de las principales causas de transformación de hábitat a
escala global, junto a la urbanización, lo que la convierte también en una de las causas
fundamentales de la degradación de los ecosistemas.
En América Latina, los agroecosistemas que más impactos negativos han recibido son los
asociados a la producción para el mercado internacional, debido a la deforestación y a la
contaminación de los suelos y las aguas, asociado a la producción de banano, palma africana,
caña de azúcar y otros cultivos exportables5.
Por otro lado, la FAO considera que la agricultura desempeña un papel clave en la solución de
muchos de los actuales problemas del medio ambiente, ya que si bien esta es responsable de
los daños debido a factores como la producción no sostenible de alimentos, el mal uso de los
combustibles, el agotamiento de los recursos naturales y la explotación excesiva de los
ecosistemas, al mismo tiempo los campesinos deben de ser considerados como un elemento
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clave para detener la degradación de ecosistemas vitales y que la agricultura sea el elemento
principal «si se quiere conservar el equilibrio ecológico del que dependen la actual generación
y las generaciones futuras». Para ello se necesita que el sector agrícola y los ministerios
implicados participen en el debate sobre biodiversidad, el cambio climático y la bioenergía 7.
Por otra parte, la Organización de las Naciones Unidas, en marzo de 2005, emitió un informe
que lleva por título «Evaluación de los ecosistemas del Milenio». Dicho informe, dirigido
preferentemente a quienes están encargados de tomar decisiones, presenta un diagnóstico
del estado del Planeta Tierra y sus ecosistemas, y da respuesta a las acciones necesarias
para mejorar la conservación y el uso sostenible de éstos (FAO, 2005).
Durante los últimos 50 años, los humanos han alterado la estructura y el funcionamiento de
los ecosistemas del mundo de manera más rápida y generalizada que en ningún otro período
de la historia de la humanidad. Estos cambios se han llevado a cabo sobre todo para
satisfacer la demanda creciente de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible. El
resultado de todo ello ha sido una pérdida sustancial, y en gran medida irreversible, de la
diversidad de la vida en la Tierra.
Las alteraciones causadas a los ecosistemas han contribuido a ganancias netas sustanciales
en el bienestar humano y en el desarrollo económico de la mayoría de los países.
Sin embargo, el aprovechamiento del potencial de los recursos naturales con métodos de
manejo sustentable tiene una importancia central para resolver los problemas vinculados a la
seguridad alimentaria. La mayoría de los pobres rurales son pequeños productores
aproximadamente dos tercios del total, o 52 000 000 en ecosistemas frágiles, tierra
insuficiente y formas de tenencia inestable. Desde el punto de vista de la producción agrícola,
esta situación ha determinado el uso de sistemas y técnicas de producción que favorecen los
procesos de degradación, los que a su vez provocan un continuo deterioro de las propiedades
físicas, químicas y biológicas y de la capacidad de producción. Se considera que alrededor del
20% del área total de América Latina se encuentra afectada por procesos de desertificación;
la mitad de ella es de moderada a severa, mientras que un 50% del área total corre riesgos
altos de desertificación (FAO, 2002).
Sanz (2007) propuso el desarrollo de métodos de gestión agrícola que permitan armonizar la
producción agraria, la conservación de los recursos naturales y el desarrollo rural como una
necesidad urgente, partiendo de los postulados de la agroecología, disciplina que tiene como
objetivo el conocimiento de los elementos y procesos clave que regulan el funcionamiento de
los agroecosistemas y establece las bases científicas para una gestión eficaz, en armonía con
el ambiente. La agroecología propone el diseño de modelos de gestión agraria basados en un
enfoque más ligado al medio ambiente y socialmente más sensible, centrados no únicamente
en la producción, sino también en la estabilidad ecológica de los sistemas de producción.
Cuba no escapa a los problemas ambientales más comunes que afectan a la humanidad. La
enorme devastación de sus bosques producida por la explotación colonial y neocolonial
durante casi cinco siglos, que los llevaron hasta el límite del 14%, hizo que los valores
naturales se vieran seriamente afectados.
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Por ello, al surgir la debacle del campo socialista europeo y reducirse o eliminarse la
importación de los insumos necesarios al modelo productivo vigente en ese momento, los
ecosistemas, que estaban produciendo por encima de su capacidad con el subsidio en energía
que se les introducía, redujeron drásticamente los bienes que aportaban a la alimentación de
la población.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
1. Bennack, D.; Brown, G.; Bunning, Sally & Da Cunha, Mariangela. 2003. Soil biodiversity
management for sustainable and productive agriculture: lessons from case studies. In:
Biodiversity and the ecosystem, approach in agriculture, forestry and fisheries. Proceedings
of the satellite event on the occasion of the Ninth Regular Session of the Commission on
Genetic Resources for Food and Agriculture. Rome, Italy
3. Clark, I. 2006 La degradación del suelo: sus dimensiones física y humana. Academia de
Ciencias de Cuba. La Habana, Cuba
5. FAO. 1998. Opportunities, incentives and approaches for the conservation and sustainable
use of agricultural biodiversity in agro-ecosystems and production system. Report: Sustaining
agricultural biodiversity and agro-ecosystem functions. International Technical Workshop.
Rome, Italy
7. FAO. 2005. Evaluación de Ecosistemas del Milenio (EM). Resumen & Detalles: GreenFacts
http://www.greenfacts.org/es/ecosistemas/evaluacion-milenio-2/99-resultados-
principales.htm . Consulta: [29/04/08]
9. Fresco, Louise O. 2005. Agua para alimentos y ecosistemas. FAO, The Netherland
Conference. The Hague, The Netherland.
http://www.fao.org/ag/wfe2005/conference07_es_pr.htm Consulta: [28/04/08]
10. Hawken, P. 2000. La Ecología del comercio. Publicaciones Acuario. Centro Félix Varela. La
Habana. Cuba
http://www.afhmalaga.com/descargas/imagenes/ciclos/cicloiii/D__Articulos_c38.pdf
Consulta: [14/11/08]
12. Odum, E.P. 1966. Ecología; estructura y función de la naturaleza. Los modernos
principios del flujo de energía y ciclos biogeoquímicos. Edición Revolucionaria. La Habana.
201 p.
15. Unión Mundial para la Naturaleza (UICN). 1997. Un enfoque para la evaluación del
progreso hacia la sostenibilidad. Serie Herramientas y Capacitación. IDRC-CRDI, Canadá
16. Vázquez, C. & Orozco, Alma. 1995. La destrucción de la naturaleza. Fondo de Cultura
Económica. México DF.
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http://omega.ilce.edu.mx:3000/sites/ciencia/volumen2/ciencia3/083/htm/sec_7.htmConsulta
: [9/04/08]