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Capítulo XXL

Arte A m e ric a n o .
Escrito p o r José Pijoán Boteras
(Barcelona, 1681 - Lausana, .1963)

$ Crítico de arte e historiador español.

Salvat y C(a, S. en C., Barcelona, 1914.


Fig. 784. — Ruinas de un pequeño templo en la isla de las Mujeres, al E. de Yucatán.

CAPÍTULO XXI

ARTE AMERICANO. — ESTADO ACTUAL I>8 LAS I NVESTI GACIONES — ARQUITECTURA EN MÉXICO
Y El YUCATXN. EN EL P ERU . — LA ESCULTURA Y LA CERAMICA

a etnología y arqueología en América encuentran dificultades mucho ma­

L yores que en ningún otro continente. E11 la Oceanía, por ejemplo, y en


el Extremo Oriente, los materiales de estudio pertenecen á pueblos que, aun
cuando hayan tenido más ó menos contacto con la civilización occidental, con­
servan aún costumbres y tradiciones que permiten averiguar algo de sus oríge­
nes. En cambio, los indios americanos, convertidos pronto al cristianismo, ignoran
en absoluto la historia de sus antepasados y sólo en algunas supersticiones,
dificilísimas de estudiar para los europeos, se conserva algo de la antigua mito­
logía precolombiana.
Las ciencias americanas están en un período de formación; dos causas de
desaliento apartan de ellas á los estudiosos: la primera, la rareza de los ma­
teriales, todavía muy escasos; y la segunda, lo exóticos que resultan para los
europeos. La cultura y el arte de los más avanzados de los pueblos americanos,
desconciertan nuestros espíritus, educados en el ambiente de las ideas y las
formas clásicas (fig. 785).
E11 el transcurso de este estudio, creemos nosotros, sin embargo, (pie nos
será posible dar noticia de bastantes monumentos y objetos de arte que habrán
de despertar gran interés acerca de la rara capacidad estética de los primitivos
pueblos americanos. Tratemos primero del material de estudio. Al Ilegal á sus
playas los primeros conquistadores europeos, sólo dos razas, de las múltiples que
IIIST. DF.I. Alt I R. P. I. — 6:1.
498 HISTORIA DEL A R I E

habitaban lus dos inmen­


sos continentes, conocían
un sistema de escritura;
éstas eran las que forma­
ban los dos pueblos az­
teca y maya, en el valle
de México y en el vecino
Yucatán (fig. 786). Se
conservan varios códices
pintados con estas singu­
lares e scritu ra s de la
América Central preco­
lombiana, principalmente
en las grandes bibliote­
cas de Europa, á las que
fueron traídos por celo­
sos misioneros. Están escritos en un papel de algodón grueso y forman como
una tira de páginas, que se van plegando una sobre otra. Cada página está llena
por completo de signos jeroglíficos (fig. 787), ó bien tiene una miniatura central
y los márgenes encuadrados con los signos de esta escritura jeroglífica. Los
mismos signos se encuentran en relieves, donde hay á veces una representación
de diversas figuras con inscripciones (fig. 811); así, por ejemplo, el más famoso de
estos relieves, el de la cruz de Palenque, en que dos guerreros están al lado de un
símbolo cruciforme, como un árbol de cuatro ramas, tiene á cada lado dos fajas
de jeroglíficos. Esta figura cruciforme, que representaba acaso los cuatro vientos,
se encuentra también en las miniaturas y su parecido con el símbolo cristiano
ha dado lugar á inútiles conjeturas y divagaciones (fig. 788). Hoy empieza á
notarse cierta evolución en los símbolos; estas figuras, que en los jeroglíficos
primitivos eran sólo las imágenes de la cosa representada con el tiempo van
estilizándose y se agrupan, como en los jeroglíficos egipcios, para formar dife-

Fig. 7S6.— Mapa arqueológico de México y el Yucatán.


ARTE AMERICANO 499

rentes nombres con sus combinacio­


nes silábicas. Además, ciertos signos
circulares, que ap arecen repetidos
con frecuencia, son simplemente nu­
merales; el sistema de calcular en la
América Central hoy ya es conocido,
y por los relatos de los escritores es­
pañoles de la ép o ca del descubri­
miento, se sabe que la cronología de
estos pueblos tenía por base una su­ Fig. 787. — Jeroglíficos mexicanos.
cesión de los números 13 y Je, en los
días y las semanas.
I*001110 á falta de otra piedra de
Roseta, con su famosa inscripción tri­
lingüe, que sirva para descifrar estos
jeroglíficos americanos, la ciencia ha
de aprovechar los datos que comu­
nican los primeros cronistas é histo­
riadores de la Nueva Kspaña: Cogo-
lludo, Lauda, Torquemada, Duran, y, Fig. 78$. — Signos cruciformes en antiguas
sobre todo, Sahagún. En el manus­ miniaturas mexicanas.
crito de éste último, que se guarda
en la Academia de la Historia, de Madrid, se reproducen con dibujos á la euro­
pea las figuras de los dioses y sus atributos en el Panteón mexicano, y así se
pueden identificar algunos de los extraños personajes que aparecen en los anti­
guos códices y en los relieves, y hasta leer algunos nombres de los jeroglíficos.
Latida transcribió en lengua azteca, y en una versión castellana, las oraciones
de los ritos sangrientos (íig. 789), así como las imprecaciones mágicas á los
dioses y los espíritus, propias del pueblo mexicano, que no dejan de tener á
veces cierta elocuencia patética y fuerza sentimental.
Por desgracia, las descripciones del país y de sus documentos que escri­
bieron los conquistadores, son generalmente
. '*• * demasiado lacónicas, y no compensan la des­
trucción llevada á cabo y los actos de van­
dalismo á que algunas veces se entregaron
no pocos descubridores. Hay que recordar,
por ejemplo, que Hernán Cortés no sabía
leer y escribir; que el primer conquistador
del Yucatán era un aventurero con 400 sol­
dados, y, como es natural, sus informes a
los reyes de España no pueden tener gran
valor; por ello reducíanse á veces á manifes­
tar «que el país estaba poblado de grandes
y nuevas ciudades.» Menos aún podían los
Fig. 7S9.-Sacrificio humano. >»¡sioncros comprender los mitos y las rcli-
Copia ticuna miniatura mexicana. giones americanas, tan diversas de la de los
500 H Ib I OKI A DEL ARTE

europeos, no sólo por su substancia,


sino por la diferente organización
mental de las trib u s de la Nueva
España: para el indio, todo era y
es aún vivo, tiene todo su sombra ó
espíritu, puede escuchar y ver las
demás cosas, y transformarse un ár­
bol en un pájaro, una piedra en un
hombre, de modo que puede de­
cirse que el mundo está poblado de
tantos espíritus como objetos.
De estos espíritus algunos eran
particularmente p o d e ro so s, como
los dioses astronómicos del sol levante, de
las constelaciones y de la lluvia, ó de la
guerra, y sin duda para éstos so elevaron
en México los edificios ó templos monu­
mentales llamados trocallis. Estos templos
debían ser las habitaciones de los dioses;
las miniaturas los representan dentro de sus
casas, que en su disposición son muy pare­
cidas á algunos de los templos ó teocallis
que todavía se conservan ( íigs. 790 y 791).
Estos edificios precolombianos puede
decirse que se encuentran solamente en Mé­
xico, la América Central y el Perú. Quedan
descripciones antiguas de algunos de ellos,
Fi"«. 700 y 701. — Templos mexicanos muy insuficientes, y sólo desde hace medio
representados en miniaturas. siglo las antigüedades americanas han em­
pezado á ser estudiadas con interés cientí­
fico. El primero que, llevado por la manía de buscar relaciones entre la Biblia y
las religiones del continente americano, estudió los monumentos de México, fué
Lord Kingsborough, publicando en 1S43 un libro magnífico con el título de Anti-
(wi/ics o í México. Esta obra había sido precedida por los libros que podemos
llamar preparatorios de Stevens y Dupaix, á los que siguieron los de la comisión
científica de Charnav, los libros de Ilolmcs y de Chavcro, y últimamente las pu­
blicaciones modernas del Museo Nacional de México, y sobre todo, del lincean
o f Etim ológicas National Mnsenm de Washington. El lincean de Wáshington
ha puesto gran empeño en recoger todo cuanto puede hallarse de los primeros
pobladores del continente americano, y no sólo de los Estados Unidos, sino
casi con preferencia de los restos de estas naciones de la América Central, las
únicas que tuvieron un arte y una civilización superior. Así, por ejemplo, el
año 1904, el lincean o f Ethnologic dio á luz en un gran volumen, titulado:
Alexicón ami Central American antiqnities, las traducciones inglesas de todo
lo principal que se había publicado en Europa sobre la csaitura y el arte de la
América Central. Pero el Bucean de Wáshington no se limita á estas obras de
ESI A DO ACTUAL DE 1 AS 1N VES'J 1O A( IONES 501

vulgarización, sino que además de


impulsar los trabajos de investiga­
ción de los hombres de ciencia
americanos, invita á menudo á los
sabios especialistas de Europa para
que hagan extensivos sus estudios
al mismo campo de America; tal
es el caso de S e le r, del Museo
de Berlín, autor de una reciente
monografía de los palacios mexi­
canos de Mida, publicada por el
Burean o f I't/niologic. A la cien­
cia alemana debemos, pues, resul­
tados muy preciosos, sobre todo
los libros de Seler: Beruanisehc
altcrtiuncr y Gesammelle Ahlnvui-
Itiugah que son hoy poi hoy los
libros fundamentales de la arqueo­
logía americana.
1)e todas estas investigaciones
se desprende la gran unidad de Fig. 792. — Ruinas dei templo do] Sol. Halen<ji e.
cultura de los pueblos precolom­
bianos de la Amónen C entral y del Perú. Casi contemporáneamente, Lehman,
excavando las ruinas de Teotilmacán, en México, encontró en las capas más pro­
fundas restos de cerámica con esmalte brillante, que es la misma que descu­
briera Max Uhlc en las ruinas del Perú. La forma de los monumentos parece
responder también á un mismo tipo en México, el Yucatán y el Perú; sobre
todo es característica en ambos países la disposición de los templos, construidos
sobre una alta pirámide escalonada. Los edificios del Perú carecen de escultura
decorativa; en cambio, ésta cubre profusamente las paredes de los edificios de
México y el Yucatán; hay que suponer que en ambas naciones existieron ciertos
pueblos primitivos que, si no eran de una misma raza, tenían un mismo origen
ó estaban en contacto permanente; posteriormente, así en México como en
Yucatán una segunda etapa de civilización, que ya no llegó hasta el Perú, dió
origen á los edificios decorados con esculturas.
Los escritores españoles recogieron la tradición de estas dos etapas de
cultura; según ellos, había comenzado por existir en México un pueblo toltcca,
al que se sobrepuso una invasión azteca que procedía del Norte. En el Yucatán
vivía una raza maya, absolutamente distinta en el tipo y el lenguaje, pero que
construyó sus edificios también con gran analogía á los de México. Todas estas
leyendas de la historia de los aztecas y mayas resultan aún hoy imposibles de
comprobar científicamente; lo único positivo es que los monumentos debidos
á los unos y á los otros son extraordinariamente parecidos. Las ruinas se hallan
todas en despoblado, en el interior de las selvas tropicales; los edificios que
había en las ciudades que ocuparon los conquista dores, fueron arrasados por
éstos; tal es el caso de México, cuya catedral filé erigida, según se cree, sobre
502 HISTORIA DEL ARTE

3
Fig. 7 9 * Restauración del palacio y del templo de P alenque.

el emplazamiento de un templo primitivo, El eastillo de Chapultcpcc, en la


propia capital, había sido ya la residencia de los soberanos indígenas; pero la
decoración escultórica, sobre todo los relieves con los retratos de Motezuma y
de sus ascendientes, fueron destruidos por los conquistadores y no se han en­
contrado de ellos más que restos informes.
Pero, como liemos dicho, en las selvas vírgenes de México y el Yucatán
quedan innumerables ruinas, bastante apartadas de todo centro de población,
que se han podido conservar hasta nuestros
días. Los conjuntos de estas ciudades prcco-
lombianas debían componerse de varios edi­
ficios, á veces hasta una veintena (fig. 793),
hoy más ó menos arruinados y de dos tipos
muy característicos: uno es el templo en for­
ma de pirámide escalonada, con un edículo
en su plataforma superior, y el otro es el pa­
lacio ó residencia del cacique ó familia prin­
cipal de la tribu. El templo no es único; en
los conjuntos de. las ruinas liábanse á veces
dos ó tres de estas pirámides, deformadas por
la destrucción de sus elementos componen­
tes y la vegetación tropical que ha crecido en
su derredor. Algunas debieron tener dimen-
~ , . siones colosales; el cuadrado de su 1planta
riR. 704. — Templo mexicano
de cerámica, en miniatura. era, en algunos casos, m ás grande (pie el de
ESTADO ACTUAL L>E LAS INVES'l IGACIONLS •503

las mayores pirámides <le Egipto,


aunque á veces de menor pendiente
y construidas de adobes en lugar
de piedras. La pirámide de Cliolula,
que se encuentra en el camino de
Veracruz á México, tiene una base
cuadrangitlar que cubre varias hec­
táreas de terreno; su altura es aún
de Go metros. Estas pirámides tie­
nen una escalera monumental en
una de sus caras, que sube hasta Fig. 7 9 5 *— Vista de la Casa d¿ los Hechiceros.
la plataforma; algunas más empina­ Tcocalli. I xmal (Yucatán).
das, son conocidas por los indios
con el nombre de Castillo, porque, efectivamente, parecen una fortaleza y en
sus cumbres artificiales po­
día refugiarse en casos apu­
rados la población (pie vivía
en la comarca. En lo alto,
3 3 3
L E B L : la plataforma d eja espacio
suficiente para la capilla,
(pie era el santuario propia­
j— L 'j : mente dicho ('» habitación
de la divinidad. Su planta
constaba de una sola cámara
Fig. 7oT>.— Planta del palacio de Zayi. larga con varias aberturas
como puertas, todas en la
fachada principal, que daba al frente de la escalera (fig. 792). Los pilares que
dividían estas aberturas del edículo
estaban decorados con relieves, lo
mismo que el pedestal, como puede
verse también en los edificios de ZlE I H H H I H H I
este genero reproducidos en las mi­
niaturas. E l mejor conservado de
estos santuarios es el llamado tem­
plo del Sol, en Palenque, famosa
ciudad azteca que debió tener ex­
traordinaria im p o rta n cia , y de la
que proceden los mejores relieves
del arte mexicano. El templo del
Sol, en Palenque, no es de grandes
dimensiones; su planta rectangular
mide once metros por ocho; lo que
le da suma importancia es que los
pilares, las paredes y el techo están
decorados con esculturas (fig. v fc* 702).
/j - j vFig.
. 7 0 7 .--Planta
t,, , del
, , palacio
, n
llamado
También es cu rio so el remate, Casa de las M onjas. I' xmal.
5°4 HISTORIA DLL ARTE

lú'g. 798.— Lado meridional de un edificio del grupo de las Columnas. Miti.a.

formado por un nuevo cuerpo con muchas aberturas como un lucernario, lo


que ha sido cansa de que á estos edificios los indios les dieran el nombre del
palomar Je ta >7tina, c|uc se encuentra lo mismo en los templos de Uxmal que
de AI ¡tía. I n pecpicño modelo de templo de tierra cocida, recogido en Lorillard,
en el Yucatán, lleva también este remate superior, que podía servir para la ven­
tilación de la cámara, llena de humo é incienso (tig. 704).
A veces, al pie del teocalii hay otra cámara con una fachada, formando
un edículo, sin perjuicio del santuario, que se levanta en la plataforma superior,
y esto induce á creer que el monumento pudo haber sido el sepulcro de un
héroe divinizado (fig. 795). Muchas veces, junto á uno de estos trocailis hállase
ya el gran edificio civil de la ciudad, el mayor de sus palacios, lo que hace
creer que los tcocallis eran á veces el templo privado del jefe de la tribu. Cada
ciudad mexicana tiene varios de estos palacios, que debían servir de habitación,
no sólo para el jefe, sino para los principales magnates de la tribu; las familias
pobres debían alojarse en simples chozas, destruidas hoy por la vegetación. Los
palacios tienen generalmente dos tipos: ó están dispuestos en forma de un
largo patio con una crujía de habitaciones alrededor y dependencias que abren
hacia afuera, y dentro de este patio el palacio propiamente dicho, que puede
tener aún un segundo patio con un tercer palacio en el centro, como en Zayi
(tig. 796), ó tienen las dependencias en los cuatro lados de un solo patio y el
edificio principal se levanta sobre una plataforma, con una escalinata monu­
mental en uno de los lados, como en la llamada casa Je tas Monjas, de Uxmal
y Mida (figs. 797 y 800).
Kn el primer caso, como en el palacio de Zayi, los palacios interiores son
más altos, están sobre terrazas dominando algo los recintos concéntricos que
los defienden; pero la segunda disposición de los edificios alrededor del cua­
drado, es la más frecuente. Por lo general están orientados, pero dispuestos los
ARQUITECTURA EN MÉXICO Y EL YUCATÁN 5^ 5

palacios sin orden en la urbaniza­


ción de la ciudad, no se ha podido
comprende* nunca el plan de con­
junto de una de estas ciudades pre­
colombianas.
Los palacios tienen siempre un
solo piso; cada uno de los cuatro
edificios que se levantan alrededor
del patio es de planta rectangular,
muy alargada ¿í veces, con muchas
habitaciones com o celdas, por lo
que se Ies ha dado el nombre de
conventos ó casas de /as Monjas,
por suponer los escritores del tiem­
po de la conquista que los aztecas
y mayas tenían también comunida­
des de vírgenes consagradas á la
divinidad. Sea como quiera, (‘1 caso
es que estos edificios están cons­
truidos con gruesas paredes de ado­
bes y p ied ra , revestidas exterior-
mente por b lo q u e s escuadrados
hasta la mitad de la altura, mientras
Fig. 790.— Columna he uno de los palacios
en la parte superior hay un alto de M itla .
triso, decorado con mosaico de re­
lieves de ladrillos, que es la parte más interesante de la construcción (fig. 798).
E11 el interior de las crujías, las salas son
estrechas, porque los constructores preco­
lombianos no conocieron la bóveda; algu­
nos de estos edificios debían estar cubiertos
con vigas de madera, que se han hundido;
otros tienen aún sus techos, formados por
una serie de bloques que van avanzando
unos sobre otros hasta cubrir toda la an­
chura de la sala.
Era también muy frecuente el empleo
de pilares para dividir una crujía de dema­
siada anchura; entonces la cubierta era na­
turalmente un sistema de vigas sobre el que
se apisonaba un hormigón de cal y barro.
Las columnas eran monolíticas, á veces pi­
lares cuadrados con esculturas, otras veces
cilindricos, también con relieves ó lisos
como en Mitla (fig. 799). El capitel era igual­
mente cilindrico, de mayor diámetro, y se
introducía con un hueco dentro del fuste de
IU 8T . I»K !. A K TE. — T . I. — (J|,
5oO 11ISTOU1A DEL ARTE

Fig. Soi. — Ruinas de la llamada Casa del Gobernador. T’ xmal .

la columna. La planta de la fig. 800 es de uno de los edificios más característicos


de Mitla; las ruinas de la ciudad muestran aún cinco de estas residencias, casi
todas del mismo tipo y más ó menos conservadas.
El edificio A del fondo del gran patio debía ser la habitación del cacique;
detrás de un pórtico, tiene una entrada disimulada que conduce á un patio
pequeño, todo él decorado con relieves, donde se abren varias alcobas, comple­
tamente aisladlas del exterior. Los pórticos 1», (\ 1), encuadran el patio y debían
servir de dependencias.
Los edificios mexicanos no tienen nunca ventanas, y sí sólo pequeñas puer­
tas bajas; pero muchas veces, como el dintel era de madera, ésta se ha consumido,
haciendo caer parte de la construcción superior, lo que ha alargado considera­
blemente la abertura. Una puerta con el dintel figurado de madera es la de los
templos de las miniaturas que reproducimos en las figs. 790 y 701.
Esta falta de aberturas da á las fachadas de los edificios americanos un aire
majestuoso; la misma decoración del cuerpo superior, casi geométrica, las en­
riquece sin desfigurar la masa cúbica del monumento. Algunos de ellos, como el
palacio llamado casa del Gobernador, en Uxmal, son de dimensiones colosales;
la plataforma artificial hace que descuellen todavía sobre la intrincada maleza de
las selvas (pie los aprisionan (fig. 801).
Interiormente las habitaciones debían estar decoradas con relieves en ma­
dera; algunos de estos arrimaderos y platones se encontraban hasta hace poco
en su sitio en el palacio de Palenque. Otras veces la decoración interior debía
ser á base de los tapices y alfombras de plumas de los pájaros tropicales; ya
veremos que éste era un arte muy en boga entre las tribus que habitaban la
América [>recolombiana.
faltan, sin embargo, en las residencias americanas aquellos elementales
servicios de comodidad é higiene que aparecen ya desde los primeros tiempos
en Egipto y, sobre todo, en la Grecia prehelénica. Los señores de Palenque,
Mitla, Uxmal, habitaban obscuros y estrechos cubículos, practicados dentro de
los inmensos bloques de sus edificios.
Por fuera éstos estaban decorados con grecas, formando ingeniosas combi­
AUQUITECTCRA EN' MÉXICO Y EL YUCATÁN 5°7

naciones que parecen derivar de


un primer sistema de edificios de
madera. Reproducidas en mosaico
de cerámica y piedra, vense á ve­
ces decoraciones de balaustres y
hasta los mismos ensambles de las
piezas leñosas. Es el mismo fenó­
meno, que en el transcurso de este
volumen liem os señalado varias
veces, de un arte (pie, habiendo
comenzado con edificios de made­
ra, al construirlos luego con otro
material, traduce servilmente las
mismas formas antiguas. Las figu­
ras 802, 803 y 804, con detalles de
la decoración del principal edificio
de Uxmal, permiten ver celosías
y combinaciones rectilíneas que
debían haberse ejecutado antesen
madera. Es interesante observar
que en los án g u lo s de muchos Fig. 802. — Ladrillos en forma de mosaico de la
edificios am erican o s (lig. 803) fachada de la Casa del Gobernador. U xmal .
avanzan piezas salientes de piedra
ó cerámica, como las cabezas de las vigas de un edificio de madera, que se
decoran también con relieves y esculturas. Estas piezas, exageradas y deforma­
das, las vemos en la miniatura de la lig. 790; acaso debieron acabar por tener
un valor mágico ó simbólico.
Muy á menudo se ha querido encontrar relación entre los edificios ame-

l ig. S03. — Decoración de un ángulo Fig. 804. — Decoración de la fachada


de la Casa del Gobernador. Uxmal . de la Casa del Gobernador. U xmal.
508 HISTORIA. DEL A R I E

riamos y las construcciones de la


India y de la China, y con intento
de probar esta posible influencia 6
re la c ió n , cítase el hecho de que
cada año los temporales del Pacífico
arrojan á las costas occidentales de
México, buques veleros japoneses y
chinos que no se habían prepuesto
con seguridad arribar á América.
Es posible que sea sólo la coin­
cidencia que ha de resultar siempre
al reproducir las formas de madera
Fig. 805.— Relieves de un teocalli en X ochicalco . en ladrillo ó p ied ra , lo que haga
p a re c e rse tanto los edificios de
México y del Yucatán á los de ciertos pueblos del Extremo Oriente, porque
en la China y en la India también las estructuras de un primer estilo de ma­
dera se han reproducido después en ladrillo y piedra. Pero era natural que
el afán de investigar el origen del arte americano hiciese fijar la atención
en dichas semejanzas, como también en (‘1 hecho tan característico de cono­
cer los constructores de México y el Yucatán el mortero de cal, (jue no em­
plearon los pueblos en cuyo desarrollo no existió contacto con la civilización
del Oriente. En algunos edificios americanos acaso esto podría ser debido á que
fueron construidos después de la llegada de los conquistadores ó cuando menos
restaurados. Los españoles no ocuparon más que las ciudades y pequeñas re­
giones de colonización, y es lo más seguro que en las selvas de Yucatán y de
México se continuó viviendo mucho tiempo como en la época precolombiana;
los exploradores de mediados del siglo xix. que fueron á estudiar estos monu­
mentos, describen la vida de los pobladores actuales, que viven cerca de las
ruinas en absoluto aislamiento, y algunos de ellos juzgan posible que existan
todavía, en ciertas regiones, ciudades del tipo de Uxmal y Mitla, habitadas aún
en nuestros días por los descendientes de los constructores primitivos.
La semejanza de ciertos temas
de ornamentación de la última épo­
ca del arte mexicano con los del
Extremo Oriente, es, sin embargo,
extrañamente inquietante. Los re­
lieves planos del pedestal del ico-
calli de Xochicalco, podrían encon­
trarse en un b ro n ce ó un marfil
chino, sin que en nada nos pare­
cieran singulares (figs. 805 y 80G).
Con todo, estas relaciones no po­
drán establecerse como base segura
hasta (pie, en lugar de las explora.
0r . . 1 . » «i. dones superficiales
Fig. SoG. — Relieves de la gradería de un teocalli 1
de los monu-
de X ochicalco. montos, se practiquen excavaciones
ARQUITECTURA EN MEXICO 'Y EL YUCATAN 5<Kj

serias para descubrir los objetos, útiles y armas verda­


deramente contemporáneos del edificio y se estudien,
además, las lenguas, las costumbres y supersticiones
de los indios. Y esto hay que reconocer que, hasta
ahora, sólo ha.sido comenzado por iniciativa ríe los
europeos y norte-americanos.
Los edificios de México tienen sus análogos en
Guatemala y Honduras, pero menos abundantes, y
reaparecen también en el Perú, aunque construirlos
simplemente con grandes bloques de piedra y sin
decoración escultórica.
Los indios de la América del Norte no tuvieron
edificios monumentales; debieron vivir siempre en
tiendas de pieles; sólo en el C olorado, donde grandes
rocas forman colosales abrigos, construyeron los po­
blados prehistóricos, con muros de manipostería, en
la región llamada de Mesa-Verde. Igualmente carecen
de arquitectura los indios de las Pampas.
La escultura no se encuentra tampoco más que Fig. 807. — Estola
prrcolombiana americana.
en México
(Musco Peahody de Arqueo­
y (‘ I Perú; logía y h iñ o logia americanos
no sé)lo es de la ( ’n iver si dad de
aplicada á l/arw ard)
la decora­
ción de los edificios, sino en esta­
tuas diversas v monumentos eonme-
morativos cubiertos de relieves. El
valle de México es riquísimo en pie­
dras á propósito para la escultura,
(pie no se encuentran en cambio en
el Yucatán. Reproducimos dos este­
las, las más características del arte
mexicano: una de relieve plano, con
nn guerrero azteca y con jeroglíficos»
muy comparable á las miniaturas de
los códices (fig. 807), aunque más
rígido, como exige también la téc­
nica de la escultura. Otra estela del
Museo Kircheriano, de Roma, proce­
dente de México, puede servir de
tipo de los relieves funerarios con.
entrelazados (fig. 808). Las combi­
naciones angulosas y de* líneas com­
plicadas de estos relieves, recuerdan
el arle decorativo de los primitivos
Fig. 808. — Estola funeraria mexicana.
(Museo Kircheriano). Roma. bronces de China. Encontrado en la
¡o HISTORIA DKL ARTE

Mancharía ó en la Mongolia, este relieve fune­


rario se aceptaría francamente por oriental.
Los pueblos indígenas del Centro América
y del Perú ejecutaron, además de los relieves,
obras de escultura de bulto entero. El guerrero
que reproducimos en la fig. 809, muestra á un
indígena vestido con el característico traje de co­
A ¿iVv>K>o* k *^j±
í'^V, tas de plumas; estatuas en tufo muy interesantes
del período precolombiano encontró Martillan en
¿a*
el Perú, en la excavación de la pirámide de las
Mercedes. Pero las más famosas esculturas ame­
ricanas descubiertas hasta ahora se hallan en el
Musco Nacional de México, en un jardín vecino
al llamado Palacio Nacional. Allí están la mayor
parte de los fragmentos del relieve de la cruz de
Palenque (figs. 810 á 812). El relieve de Palenque
se encontraba decorando la pared del fondo de
una cámara de uno de los teocallis. Charnay lo vió
todavía en su lugar y sacó un calco del conjunto
antes de que fuera destruido. Era la obra maestra
de la escultura americana; dos guerreros, reves­
tidos con la indumentaria complicada de los pri­
mitivos mexicanos, aparecen solemnes y graves
como adorando ó haciendo guardia á cada lado
del símbolo cruciforme.
El resto del muro estaba lleno por una larga
inscripción jeroglífica, todavía no descifrada. Evi­
dentemente, aquél era el lugar principal de un
Fig. 8or>. — Estatua úc guerrero. culto, y el relieve y la inscripción se refieren á
(Museo <ie México) alguna práctica religiosa.
El relieve de la C ruz hoy está destruido y
diseminados por varios museos los fragmentos que de él subsisten, pero había
en Palenque, además, muchos otros, acaso de no tanto valor histórico y reli­
gioso, pero del mismo ó superior valor artístico. El arte mexicano, poco antes
de la llegada de los conquistadores españoles, avanzaba hacia la realización de
un ideal fantástico de lujuriosa multiplicidad de elementos; así puede verse en
la piedra de los sacrificios, encontrada por Cortés en el (cociilli de la catedral
(íig. 813), y en el famoso relieve cilindrico llamado calendario. piedra del sol ó
de los sacrificios gladiaiorios (Iig. 814).
Es posible que estos monumentos capitales de la escultura americana no iue-
sen sino piedras conmemorativas con relieves de los grandes hechos de un rei­
nado. La primera fué encontrada también en la plaza de la catedral, y conservada
gracias á la diligencia del canónigo Gamboa, estuvo cerca del cementerio hasta
el ano 1824. La otra piedra parecida, con relieves referentes al reinado de Mo-
te/uma, se encontró igualmente empotrada en los cimientos de la catedral; debían
ambas estar dedicadas, en el templo ó tcociiUi primitivo de México, á los últimos
AK^UII'ECTl KA hN MEXICO V EL YUCATAN 5 11

Fig. 3 io.— ( «Hipo «Ir la Cruz. Fragmento Iig. S i I n s c r i p c i o n e s jeroglíficas del


del relieve de Palenque. relieve de Palenque. (Museo de Washington)

reyes de la dinastía azteca, aniquilada por los conquistadores. 1 na extraña


leyenda se formar acerca del liso y significado de estas piedras, basada, sin em­
bargo, en las descripciones de los escritores contemporáneos de la conquista.
Describen estos un juego al que eran muy aficionados los soberanos mexicanos,
y consistía en poner á los condenados á muerte encima de una piedra redonda,
dándoles armas para defenderse, pero atándolos á ella por un pie. La víctima
luchaba así encima de estas piedras hasta morir, y por esto, al descubrirlas más
tarde, creyóse que eran las piedras de sacrificio descritas por los historiadores.
La otra piedra, llamada Calendario solar (lig. «S14), es análoga á la de los sa­
crificios gladiatorios,
aunque sin desbastar.
Es fácil que ambas no
sean más que anales
históricos, la manera
primitiva de conme­
morar los hechos glo­
riosos de un gran so­
berano.
Las e s c u ltu ra s
del Yucatán son del
mismo tipo que las az­
tecas de México, pero
entre ellas hay una Fig. £12. — Relieve completo de ];i Cruz (reconstrucción).
F¡g. 814. — Piedra llamada Calendario solar. (M useo de M éxico)
L ám in a XX.\ IX .

La llamada Reina Maya. Escultura en las ruinas de Guiri guá (Guatemala).


En las caras laterales del bloque se ven los jeroglíficos aztecas,
iguales que en las esculturas mexicanas.

lom o I
ARQUITECTURA EN MEXICO Y EL YUCATAN

que debe ser mencio­


nada aquí por su sim­
plicidad excepcional.
Nos referimos á la esta­
tua llamada Cliac-Mool
(el rey tigre), que fué
descubierta en Yuca­
tán por Mr. Plongcon y
que hoy se encuentra
en el Museo Nacional
de México (fig. 815).
Mide un metro con cua­
renta y seis centíme­
tros de largo y en ella
se cumplen perfecta­
mente las leyes de la
frontal idad; el cuerpo
está de perfil y la ca­
beza de frente. Recuer­
da la posición de cier­ Fig. 815. — ídolo maya procedente «leí Yucatán.
tas estatuas de los án­ (Musco ¿Vacional de M éxico)

gulos del frontón de


los templos griegos, pero mucho más tosca, y esta coincidencia depende úni­
camente de la inílexibilidad de las leyes fundamentales del arte, en todas las
épocas y civilizaciones.
Ya hemos dicho que la cultura
de Centro America, cuyo foco prin­
cipal ó el más estudiado hasta aho­
ra ha sido el valle de México, se
extendió por los territorios de las
actuales repúblicas de Guatemala y
Honduras. A m edida que se va
descendiendo hacia el Sur, los mo­
numentos van haciéndose más raros
y perdiendo el carácter peculiar de
la ornamentación m exican a. Así,
por ejemplo, las esculturas de las
ruinas de Ouiriguá, en Guatemala
(Lám. X X X IX y fig. 817), se con­
fundirían aún con las de México;
además del estilo complicado de la
decoración, muestran los mismos
jeroglíficos aztecas en sus caras late­
rales. En cambio, las esculturas de
Copán, más al Sur, en Honduras, ya Fig. 816.— Incultura en las ruinas de Copan.
se asemejan menos á las de México; Honduras.
X1IST. D E L ARTE. — T . 1. — 6 5 .
5W HISTORIA UKL ARTE

van desnudándose de aquella ba­


rroca ornamentación que tanto re­
cuerda la de los pueblos del Ex­
tremo Oriente. La fig. 81G, que es
una escultura de Honduras, parece
corresponder aún al estrato primi­
tivo de cultura americana que se
extendió hasta el Perú, como si la
civilización posterior azteca no
hubiese tenido tiempo de penetrar
hasta aquella parte.
Sin em b a rg o , nada puede
aventurarse hoy por hoy en estas
hipótesis. Los monumentos, con
sus jeroglíficos enigmáticos, dicen
muy poco; todo lo que se puede
conjeturar por la semejanza del
estilo de ciertas esculturas mexi­
canas con las del Perú y los leja­
nos pueblos del Extremo Oriente,
ya hemos dicho que sería pre­
maturo.
Algo más positivos son los
resultados del estudio de este arte
americano en sí mismo. En él ve­
mos cu m p lirse las leyes funda­
mentales del arte de tod os los
pueblos primitivos; las leyes de la
frontalidad y de la mayor dimen­
sión, formuladas por Langc y Loc-
vy. La escultura del Quiligua, de
pí". S17.— Idolo con jeroglíficos
hallado en las ruinas de Quiriguá. G uatemala . la fig. 817, es harto característica
en este sentido. El artista ha pre­
sentado la imagen de frente, rígida, en su bloque monolítico. Su complicada
ornamentación no alcanza á esconder la sencillez del espíritu de su autor. Estos
artistas americanos parecen los intérpretes de una raza que, después de haber
llegado á un barroquismo de arte, por aislamiento ú otras causas volviera á
hacerse infantil.
Es curioso observar que, mientras la arquitectura y la escultura mexicanas
habían producido ya, antes de la llegada de los conquistadores, obras de cierta
importancia, un arte tan significativo como la cerámica no había salido de las
formas y decoraciones geométricas. La cerámica mexicana, con los dos colores
rojo y ocre, multiplica los ziszás, los meandros y cuadriculados, y á pesar de un
cierto valor de imaginación, no logra con sus decoraciones resultados superiores
á los de cualquier civilización muy primitiva (figs. 818 á 821).
En cambio, en el Perú, donde escasean bastante las decoraciones escul­
LA ESCULTURA Y LA CERÁMICA 515

toncas, las form as de los vasos


reproducen muchas veces la figura
humana, creándose allí una escuela
de escultores ceramistas que produ­
jeron ciertos tipos comparables en
belleza á los de Fu ropa. La Amé­
rica precolombiana no conocía el
torno de alfarero; todos los vasos
del Perú y de México tienen, sin
embargo, formas muy regulares pro­
ducidas sólo por la habilidad de los
artistas, que los trabajaban pacien­
temente hasta darles un dibujo per­
fecto. A sí se ejercitaron los cera­
mistas en la escultura y no es de
extrañar que con el tiempo se atre­
vieran á hac er vasos con las formas
de cabezas humanas. Algunos re­
producen los tipos indios, tatuados
y pintados, con una precisión et­
nográfica extraordinaria (íig. 822).
Paralelamente á estas piezas de sim­
ples cabezas, otra serie de vasos
peruanos reproduce tipos de enfer­
mos de dolencias corrosivas y de­
formantes, que encontraron ya los
conquistadores á su llegada y se
extendieron después por Europa de
un modo fulminante (Iig. 823). Estas
piezas de cerámica han sido estudia­
das por los especialistas, y al lado F¡ys. 818 á 821. — Cerámica mexicana,
de los tip os do leprosos, han en­
contrado otros que eran ejemplo de enfermedades más modernas y precisa­
mente americanas. No se conoce la utilidad de estas vasijas ni sabemos si eran
objetos votivos ó simples recipientes. Todas tienen en la parte superior el tubo
516 HISTORIA DEL ARTE

que sirve para v e rte r el


líquido. De todos modos,
con estos trabajos los al­
fareros peruanos continua­
ron en obras menores muy
interesantes su antigua es­
cuela de escultura en pie­
dra, y no sólo se mostraron
hábiles en la figura huma­
na, sino también en las fi­
gurillas de animales, como
lo prueba el grupo de mo­
nos de la fig. 827.
Los vasos esféricos y
Fig. 822. — Vasos con cabezas de indios. P erú.
cilindricos de la época pre­
colombiana están pintados,
en México y el Perú, con decoraciones geométricas o de figuras estilizadas y de
vivísimos colores. L11 el Perú esta cerámica sigue desarrollándose después de la
conquista, produciendo, según las tradiciones antiguas, obras harto interesantes
hasta los tiempos actuales (ligs. 824 y S25). Los alfareros peruanos continúan
torneando sus vasos con las manos; sólo la decoración se hace más severa y razo­
nada. Lo que resulta interesante es observar cómo persiste la predilección por
un sistema de simetría transversal que á nosotros ha de sorprendernos no poco,
acostumbrados á las formas del arte clásico, simétricas generalmente á los lados
de un eje vertical ú horizontal (lig. 826). Lste gusto mismo por la disposición dia­
gonal de las decoraciones se advierte en los mosaicos de las fachadas de los
palacios, y puede decirse que es la nota más característica del arte americano.
La juntura monumental hemos de creer que desempeñó también importante

Fig. 823. — Vasos con figuras de indios enfermos. P frú.


L á m in a .\L.

Mosaico de plumas mexicano. (Afusco ue Elena)

Mosaicos de plumas peruanos. (Museo Etnológico de Berlín)

Tomo I
LA ESCULTURA V LA CERAMICA 5 17

Fig. 824.— Vaso con decoración Fig. 825*— Vaso con decoración
geométrica. Perú. lloreal. Perú.

papel al lado de la arquitectura y la es­


cultura, pues (pie muchos relieves esta­
ban p o licro m ad o s. Además, en Milla
quedan aún, en las parceles del patio de
uno de los palacios, restos de estucos con
frescos decorativos, que, según se cree,
reproducían escenas mitológicas. Los fres­
cos de Mi tía son por ahora únicos, pero,
en cambio, quedan los códices miniados
para darnos una idea do la original fan­
tasía de color de los primitivos artistas
mexicanos (ligs. 785 á 791). Dentro del
arte de la pintura, deben incluirse los
tapices con plumas, los cuales ya hemos
dicho (pie debieron servir también para
decorar las paredes cuando en ellas 110
había relieve alguno. El arte de fabricar
adornos y tocados es el más general de
todos los pueblos indios de America; sus
magníficas galas, hechas con plumas de
colores, llegan á tener extraordinaria im­
portancia. Pero adem ás de los tocados
para la cabeza y vestidos hechos de plu­ Fig. 826.— Decoraciones típicas
ma, especie de cota para todo el cuerpo, de la cerámica peruana.
5 i» HISTORIA DEL ARTE

Ios indios mexicanos y peruanos labraban tapices con composiciones geomé­


tricas y formas de animales, pegando las plumas sobre una tela ó atándolas unas
con otras. Las más famosas de estas obras confeccionadas con plumas, son las
que Motezuma regaló á Hernán Cortés, y que, regaladas luego por Carlos V al
archiduque Fernando, después de haberse considerado mucho tiempo como per­
didas, fueron encontradas en el castillo de Ambras, del Tirol, y de allí pasaron
al Museo de Yiena. Seler ha hecho un estudio sobre estas labores de pluma,
muy útil para saber la clase de ornamentación á que estaban destinadas. Una de
ellas, que reproducimos en la Lám. XL, era simplemente un tapiz, pero labra­
ban, además, otros objetos de indumentaria. Reproducimos también varias piezas
de policromía y mosaico de plumas, del Perú, para poner de manifiesto que
este arte no era exclusivo de México v la América Central.

B im.iografía .— S a iu cú n : ITutoría de las cosas de Xueva España,— T orquemada : Monarquía


indiana.— D uran : Historia délas Indias de Xueva España.— COGOLLi’DO: Historia del Yucatán.—
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Sciences relligieuses. Revue d kisto i re des rclligions. Hojas Selectas.

u n del ro.MO primero

Fig. «827. Gru[ o «le cerámica. Perú.

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