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Sesión de examen diplomado

Alumno: Miguel Antonio López Duran

Tema: Aceptarse A Sí Mismo


1. Objetivo: Objetivo. Darse cuenta que aprender a aceptarse con sus capacidades y
debilidades es indispensable para lograr una autoestima alta.

No. de participantes: ____________

Material: música

Tiempo de ejecución: 1 has.

Actividad Auto aceptación

Descripción: Hablar al grupo de auto aceptación y para ejemplificar contar el cuento


del pez y la golondrina.
Un pez y una golondrina se hacen amigos. El pez quiere aprender a volar y la
golondrina a nadar. Después de muchos intentos ambos deciden aceptarse como
son, sin querer parecerse al otro y ser amigos aceptando las diferencias.
1. Aceptarse a sí mismo. Aceptarme es estar de mi lado, valorarme, tratarme con
respeto defender mi derecho a existir y a ser feliz. Aceptar mis emociones, mis
pensamientos y conductas como parte mía. Es el respeto a la realidad aplicado
a uno mismo. Aceptar es experimentar, contemplar la realidad de algo e
integrarlo en mi conciencia. Auto aceptación es ser amigo de mí mismo. La
autoestima es imposible sin la aceptación de uno mismo. (10 minutos)

Explicar brevemente la teoría de las polaridades. Técnica por excelencia para el


manejo de las polaridades, Perro de Arriba vs. Perro. (10 minutos)

Aceptar sentimientos. (En relajación inducir una fantasía tocando dos


polaridades.)
En relajación detecta uno de tus sentimientos que no te resulta fácil afrontar:
dolor, rabia, miedo, envidia, humillación.
Fantasía guiada. Imaginar a la persona de la cual te has sentido más amado(a)
en tu vida, frente a ti. Date cuenta del amor que hay en su mirada y de lo que
siente por ti. Cambia el lugar con ella y conviértete en esa persona, concientizando
lo que ve en ti que la hace amarte tanto... Acéptalo y vuelve a hacer el cambio.
Ahora siente el amor que dicha persona te tiene y el tuyo propio.
Procesamiento: Aísla el sentimiento que escogiste, ve si puedes enfocarlo
claramente, quizás imaginando lo que normalmente te provoca. Ahora respira
este sentimiento, es decir, céntrate en él... Imagina que lo inhalas y lo exhalas
Imagina cómo te sentirías si aceptaras ese sentimiento plenamente.

Marco teórico: La autoestima depende del modo como usemos nuestra conciencia.
Éste es el fundamento de autoconfianza y de autor respeto. El darse cuenta implica
pensar, aunque resulte difícil, contra no pensar. El percata miento, aun cuando
sea un desafío, contra el desconocimiento.

ANEXO
Las polaridades son un aspecto que se trabaja comúnmente en psicoterapia
Gestalt.

Una de esas polaridades, quizás la más frecuente, es la lucha encarnada


entre el perro de arriba y el perro de abajo. Se puede observar esta dualidad de dos
formas: en cuanto me relaciono con el otro desde una posición u otra o en cuanto
me relaciono conmigo mismo desde una posición u otra.
Esta lucha entre el perro de arriba y el perro de abajo en mis interacciones sociales
es una lucha por el poder, fácilmente observable en la vida diaria: ante un cliente
exigente en un restaurante que critica y acusa al mesero de tener un pobre
desempeño, el mesero retrasa el servicio o comete errores, lo cual llevan al cliente a
desesperarse; un jefe en una oficina le ordena a su empleado que realice unas
facturas fuera de su horario de trabajo, el empleado acepta la orden pero al final no
la lleva a cabo, argumentando que “ha tenido mucho que hacer”.

El perro de arriba se manifiesta en la persona como un mandón que le exige al otro


hacer un mayor esfuerzo, que lo trata de controlar, que impone sus reglas, como en
los dos ejemplos anteriores. El perro de abajo también trata de controlar, pero de
manera indirecta, saboteando el intento de dominio y control del perro de arriba,
en los ejemplos anteriores tanto el mesero como el empleado “pasivamente” pelean
contra las órdenes recibidas.

A pesar de que ambos luchan estéril e interminablemente por tener el control,


siempre llegan a un empate, por lo que la lucha entre el “amo frustrado” y el
“esclavo saboteador” nunca se resuelve, no hay un ganador. En realidad, ambos
pierden: el mandón no obtiene lo que quiere y el saboteador no hace bien su
trabajo, por lo que no puede desarrollarse.

En la interacción intrapersonal, el así llamado perro de arriba es la parte “superior”


de la persona, que manda, que controla de manera directa mediante la frase “tú
debes”, abrumando, sermoneando, imponiendo sus propias a sí mismo. Es un
opresor que intimida y que toma el papel de predicador, padre o
maestro.[1] Claudio Naranjo (1990) lo llama “el monstruo de los debería”, que no
permite ser lo que es, que compara, enjuicia y evalúa. Es el mandón que con su
auto-acusación provoca angustia, culpa y vergüenza; es el personaje principal en el
juego de la auto-tortura y el auto-mejoramiento. El perro de arriba exige al perro de
abajo y le manda el mensaje de “esto no me basta, debes hacer un esfuerzo mayor”.
El perro de arriba impone sus deseos sobre el perro de abajo, lo manipula, lo
controla.[2] Puedo identificar a mi perro de arriba en acción cuando siento que lo
que hago en determinada situación “no es suficiente”, cuando me exijo y me acuso
de “ser un flojo”, de “estar perdiendo el tiempo”, cuando me torturo con la culpa de
lo que hice o dejé de hacer, cuando comparo mi desempeño en el trabajo con el de
mis compañeros, cuando me enjuicio por “no ser perfecto” y cuando en mi
evaluación sólo tomo en cuenta mis actitudes negativas o equivocadas e ignoro mis
bondades.

Por su parte, el perro de abajo es la parte “inferior” de la persona que se resiste,


que dice “no quiero” o “no puedo”. Trata de controlar de manera indirecta, por
medio de la pasividad, sabotea, olvida, “se esfuerza mucho” y fracasa. Experimenta
desamparo y representa a la víctima. Aplaza todo, se confunde y no se compromete.
Sus caracterizaciones son de “pobre de mí”, el niño, el estúpido, la virgen, el
inválido.[3] En este sentido, el perro de abajo representa algunas características del
“no yo” o “pseudo yo”: actitud saboteadora al organismo, repetición de la cadena
generacional neurótica, actitud manipuladora y tendencia a la victimización.[4]

El trabajo terapéutico con el perro de arriba y el perro de abajo consisten


primordialmente en establecer un diálogo entre los dos, por medio de un trabajo de
sillas, con el propósito de que se establezca una negociación y un acuerdo entre
ellos. De esta forma el perro de arriba puede ser asimilado por la persona como
parte integrante de su personalidad. “Sería algo simplista decir que el mandón es
algo que hay que eliminar por ser disfuncional”[5] Por su parte, al lograr que tanto
uno como otro “cedan” ante la negociación, el perro de abajo ya no necesitará
sabotear al perro de arriba y por supuesto a la persona misma, de quien forma
parte. Al dialogar, ambas partes de la personalidad llegan a un acuerdo del tipo
gana-gana, en el que cada una obtiene lo que desea, por lo que dejan de luchar
estérilmente.

Polaridad y unidad

En cualquier aspecto de la naturaleza, y en cualquier forma de nuestro


organismo todo tiene su opuesto, noche-día, Yin-Yang, bueno-malo, claro-oscuro,
fuerte-débil...Todas, formas polares, son parte de nuestra naturaleza, y en sí
mismas no son incompatibles, somos nosotros quienes a través del juicio previo
limitamos nuestra conciencia considerando adecuada una de las partes. Los seres
humanos tendemos a conocer y valorar en parejas de contrarios, tendemos a
fraccionar la realidad en pedazos, para poder analizarla. Nuestro proceso de
conciencia, tras percibir la sensación que origina cualquier fenómeno, elabora un
proceso mental de análisis, desmenuzando la realidad en dos partes, esto nos
plantea un conflicto porque nos obliga a diferenciar y a decidir, sobre la bondad de
una de ellas, eligiendo un lado y rechazando el otro, el contrario, a través de esta
primaria discriminación rechazamos el todo, la unidad, y polarizamos nuestro
existir. Si nos quedamos en esta primera fase de análisis "des integrativa" y caemos
en la exclusión incurrimos en una carencia. Por ejemplo en el dibujo de la copa de
Rubín, se puede experimentar claramente el problema de la polaridad que este caso
plantea, concretamente, caras/copa en figura /fondo. En esta imagen el negro
depende del blanco. Esta interdependencia de los contrarios nos indica que, en el
fondo de cada polaridad, existe una unidad que nosotros, los humanos, no
podemos aprehender con nuestra conciencia, incapaz de percepción simultánea. Es
decir, tenemos que dividir toda la unidad en dos polos, a fin de poder
contemplarlos sucesivamente. Lo polar entonces no es el fenómeno, sino el
conocimiento que tenemos de él a través de nuestra conciencia. En el caso de
nuestra respiración: podemos dividirla en dos componentes, inhalación y
exhalación, siendo la exhalación el contrario, el polo opuesto a la inhalación. No
podría existir inhalación si no existiera su contrario la exhalación, si así fuera el
proceso respiratorio, como lo conocemos, no existiría. Así que un polo, para su
existencia, depende del otro polo. En la unidad, todo y nada se fusionan en uno, la
nada no tiene manifestación o límite con lo que no es polar, en la unidad no hay
reconocimiento, no hay discriminación posible, no hay empeño ni objetivo, solo hay
ser porque no hay un algo externo que añorar, La relación de los opuestos consiste
en que la existencia de uno necesariamente exige la existencia del otro; la
interacción de los mismos funciona como un proceso dialéctico (Castañedo)
Las polaridades están relacionadas con la historia particular de cada persona
y con la percepción de su realidad interior. Esta realidad determina que se
desarrollen polaridades cuyas características son ego sintónico o aceptable para la
conciencia de la misma y ego diatónicos o inaceptables para el sí mismo. A partir
de polaridades en pugna se generan conflictos polares que pueden ser tanto
intrapersonales como interpersonales.

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