Durante siglos se ha creído que, en circunstancias favorables, podían surgir seres vivos de mayor o
menor tamaño en un recinto cerrado sin la intervención de progenitores semejantes a ellos. Esta
teoría se conoce como generación espontánea (GE).
Félix Archimède Pouchet (1800-1872) estaba convencido de que sus experimentos evidenciaban
que la GE existía; ya que aun tomando las debidas precauciones para evitar la entrada de cualquier
germen en los frascos, siempre aparecían seres vivos en las infusiones de heno al cabo de unos
día. Hacia 1858, el estudio de los gérmenes y su papel en las fermentaciones, en las que estaba
investigando desde 1855, llevó a Louis Pasteur (1822-1895) a interesarse por este asunto y entrar
en el debate sobre la GE. La controversia se extendió durante el periodo que va de 1859 a 1864.
El experimento parecía correcto y Pasteur lo aceptó en principio. Pero, poco después, pensó que el
mercurio empleado en el momento de la entrada del aire en las botellas calentadas siempre
contenía polvo y un gran número de microorganismos en su superficie. Pasteur eliminó la fuente
de contaminación de los líquidos y del aire. De este modo, logró que la infusión podía permanecer
sin microorganismos por un tiempo indefinido. Pasteur también diseñó un experimento para
mostrar indirectamente la existencia de microorganismos en el aire y filtrarlos
Sin embargo, la demostración de la teoría del germen de la enfermedad fue el máximo logro de
Pasteur y se oponía a la teoría de la GE. Ofreció pruebas a favor de su teoría: