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Heráclito de Éfeso (en griego: Ἡράκλειτος ὁ Ἐφέσιος Herákleitos ho Ephésios),

conocido también como «El Oscuro de Éfeso»,2 fue un filósofo griego. Nació hacia el
año 535 a. C. y falleció hacia el 484 a. C..

Era natural de Éfeso, ciudad de la Jonia, en la costa occidental del Asia Menor (actual
Turquía). Como los demás filósofos anteriores a Platón, no quedan más que fragmentos
de sus obras, y en gran parte se conocen sus aportes gracias a testimonios posteriores.

Contenido
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 1 Legado
 2 Notas y referencias
 3 Bibliografía

 4 Enlaces externos

[editar] Legado
La obra de Heráclito es netamente aforística. Su estilo remite a las sentencias del
Oráculo de Delfos y reproduce la realidad ambigua y confusa que explica, usando el
oxímoron y la antítesis para dar idea de la misma. Diógenes Laercio (en Vidas..., IX 1–
3, 6–7, 16) le atribuye un libro titulado Sobre la naturaleza (περὶ φύσεως), que estaba
dividido en tres secciones: «Cosmológica», «Política» y «Teológica». No se posee
mayor certeza sobre este libro. I. Bywater hizo un reacomodo de los fragmentos
conforme a la indicación de Laercio, traducido al español por José Gaos. Agustín García
Calvo reconstruye la posible estructura del libro en su edición de los fragmentos del
mismo, titulada Razón común. Distingue tres apartados: «Razón general», «Razón
política» y «Razón teológica».

Heráclito afirma que el fundamento de todo está en el cambio incesante. El ente deviene
y todo se transforma en un proceso de continuo nacimiento y destrucción al que nada
escapa.

Es común incluir a Heráclito entre los primeros filósofos físicos (φυσικοί, como los
llamó Aristóteles), que pensaban que el mundo procedía de un principio natural (como
el agua para Tales, el aire para Anaxímenes y el Ápeiron para Anaximandro), y este
error de clasificación se debe a que, para Heráclito, este principio es el fuego, lo cual no
debe leerse en un sentido literal, pues es una metáfora como, a su vez, lo eran para Tales
y Anaxímenes. El principio del fuego refiere al movimiento y cambio constante en el
que se encuentra el mundo. Esta permanente movilidad se fundamenta en una estructura
de contrarios. La contradicción está en el origen de todas las cosas.

Todo este fluir está regido por una ley que él denomina Λόγος (Logos). Este Logos no
sólo rige el devenir del mundo, sino que le habla (indica, da signos, fragmento B93DK)
al hombre, aunque la mayoría de las personas «no sabe escuchar ni hablar» (fragmento
B73DK). El orden real coincide con el orden de la razón, una «armonía invisible, mejor
que la visible» (B54DK), aunque Heráclito se lamenta de que la mayoría de las personas
viva relegada a su propio mundo, incapaces de ver el real. Si bien Heráclito no
desprecia el uso de los sentidos (como Platón) y los cree indispensables para
comprender la realidad, sostiene que con ellos no basta y que es igualmente necesario el
uso de la inteligencia, como afirma en el siguiente fragmento:

Se engañan los hombres [...] acerca del conocimiento de las cosas visibles, de la misma manera
que Homero, que fue [considerado] el más sabio de todos los griegos. A él, en efecto, unos niños
que mataban piojos lo engañaron, diciéndole: 'cuantos vimos y atrapamos, tantos dejamos;
cuantos ni vimos ni atrapamos, tantos llevamos'.

en Diels-Kranz, Fragmente der Vorsokratiker, 22 B56

Al uso de los sentidos y de la inteligencia, hay que agregarle una actitud crítica e
indagadora. La mera acumulación de saberes no forma al verdadero sabio, porque para
Heráclito lo sabio es «uno y una sola cosa», esto es, la teoría de los opuestos. Quizás el
fragmento más conocido de su obra dice:

ποταμοῖς τοῖς αὐτοῖς ἐμβαίνομεν τε καὶ En los mismos ríos entramos y no


οὐκ ἐμβαίνομεν, εἶμεν τε καὶ οὐκ εἶμεν τε. entramos, [pues] somos y no somos [los
mismos].
en Diels-Kranz, Fragmente der Vorsokratiker, 22 B12

Heráclito llorando, por Hendrick ter Brugghen (1628).

El fragmento (citado con frecuencia erróneamente como no se puede entrar dos veces
en el mismo río, siguiendo a la versión que da Platón en el Crátilo) ejemplifica la
doctrina heraclítea del cambio: el río —que no deja de ser el mismo río— ha cambiado
sin embargo casi por completo, así como el bañista. Si bien una parte del río fluye y
cambia, hay otra (el cauce, que también debe interpretarse y no tomarse en un sentido
literal) que es relativamente permanente y que es la que guía el movimiento del agua.
Algunos autores ven en el cauce del río el logos que «todo rige», la medida universal
que ordena el cosmos, y en el agua del río, el fuego. A primera vista esto puede parecer
contradictorio, pero debe recordarse que Heráclito sostiene que los opuestos no se
contradicen sino que forman una unidad armónica (pero no estática). Es razonable,
entonces, que la otra cara del agua sea el fuego, como él mismo lo adelanta en sus
fragmentos.
A pesar que existen ciertas similitudes entre Heráclito y Parménides, las doctrinas de
ambos siempre han sido contrapuestas (con cierto margen de error), ya que la del
primero suele ser llamada «del devenir» o (con cierto equívoco) «del todo fluye»,
mientras que el ser parmenídeo es presentado como una esfera estática e inmóvil.

Era conocido como «el Oscuro», por su expresión lapidaria y enigmática. Ha pasado a
la historia como el modelo de la afirmación del devenir y del pensamiento dialéctico. Su
filosofía se basa en la tesis del flujo universal de los seres: «Panta rei» (πάντα ρεῖ), todo
fluye. El devenir está animado por el conflicto: «La guerra (pólemos) es el padre de
todas las cosas», una contienda que es al mismo tiempo armonía, no en el sentido de
una mera relación numérica, como en los pitagóricos, sino en el de un ajuste de fuerzas
contrapuestas, como las que mantienen tensa la cuerda de un arco. Para Heráclito el arjé
es el fuego, en el que hay que ver la mejor expresión simbólica de los dos pilares de la
filosofía de Heráclito. el devenir perpetuo y la lucha de opuestos, pues el fuego sólo se
mantiene consumiendo y destruyendo, y constantemente cambia de materia. Ahora bien,
el devenir no es irracional, ya que el logos, la razón universal, lo rige: «Todo surge
conforme a medida y conforme a medida se extingue». El hombre puede descubrir este
logos en su propio interior, pues el logos es común e inmanente al hombre y a las cosas
(la doctrina de Heráclito fue interpretada, olvidando esta afirmación del logos, en la
filosofía inmediatamente posterior —sobre todo, en Platón— como una negación de la
posibilidad del conocimiento: si nada es estable, se niega la posibilidad de un saber
definitivo). De Heráclito es también la doctrina cosmológica del eterno retorno: la
transformación universal tiene dos etapas que se suceden cíclicamente: una descendente
por contracción o condensación, y otra ascendente por dilatación.

He aquí algunas frases de Heráclito:

 «En los mismos ríos entramos y no entramos, [pues] somos y no somos [los
mismos]» (citado erróneamente, debido a una obra de Platón, como «Ningún
hombre puede bañarse dos veces en el mismo río»).
 «La armonía invisible es mayor que la armonía visible».
 «Ni aun recorriendo todo camino llegarás a encontrar los límites del alma; tan
profundo logos tiene».
 «Siendo el logos común, casi todos viven como si tuvieran un logos particular».
 «Conviene saber que la guerra es común a todas las cosas y que la justicia es
discordia».
 Heráclito reprocha al poeta que dijo: «¡Ojalá se extinguiera la discordia de entre
los dioses y los hombres!», a lo que responde: «Pues no habría armonía si no
hubiese agudo y grave, ni animales si no hubiera hembra y macho, que están en
oposición mutua» (fragmento 9a Walzer = A 22 Diels-Kranz).3

[editar] Notas y referencias


1. ↑ Algunas fuentes dan por segura la atribución; véase por ejemplo esta página
de la web Hellenica (enlace consultado el 16 de julio de 2010).
2. ↑ Rodolfo Mondolfo: Heráclito. Textos y problemas de su interpretación.
Madrid: Siglo Veintiuno (undécima edición), 2000.
3. ↑ ídem, p. 31
Heráclito

(Éfeso, hoy desaparecida, actual Turquía, h. 540 a.C.-Éfeso, id., h. 470 a.C.) Filósofo griego.
Muy poco se sabe de la biografía de Heráclito de Éfeso, apodado el Oscuro por el carácter
enigmático que revistió a menudo su estilo, como testimonia un buen número de los
fragmentos conservados de sus enseñanzas.

Las enseñanzas de Heráclito, según Diógenes Laercio, quedaron recogidas en una obra
titulada De la naturaleza, que trataba del universo, la política y la teología –aunque
probablemente esta subdivisión la introdujera una compilación alejandrina de los textos de
Heráclito–, pero lo que ha llegado hasta nosotros de su doctrina se encuentra en forma
fragmentaria y sus fuentes son citas, referencias y comentarios de otros autores.

Heráclito

Algunos de estos fragmentos presentan, sin embargo, la apariencia de aforismos completos,


lo cual apoya la idea de que su estilo de pensamiento fue oracular. Ello ha dado pie, incluso,
a formular la hipótesis de que Heráclito no escribió, en realidad, ningún texto, sino que sus
enseñanzas fueron exclusivamente orales, y que fueron sus discípulos los encargados de
reunir lo esencial de ellas en forma de sentencias.

Sea como fuere, la oscuridad de Heráclito ha quedado caricaturizada en la leyenda acerca de


su muerte: enfermo de hidropesía, preguntaba enigmáticamente a los médicos si podrían de
la lluvia hacer sequía; como ellos no lo entendiesen, se enterró en estiércol en la suposición
de que el calor de éste absorbería las humedades, con el resultado de que aceleró el fatal
desenlace. De creer a Diógenes Laercio, la causa de la afección habría sido su retiro en el
monte, donde se alimentaba de hierbas, movido por su misantropía.

El desprecio de Heráclito por el común de los mortales concordaría con sus orígenes, pues
parece cierto que procedía de una antigua familia aristocrática, así como que sus ideas
políticas fueron contrarias a la democracia de corte ateniense y formó, quizá, parte del
reducido grupo, integrado por nobles principalmente, que simpatizaba con el rey persa Darío,
a cuyos dominios pertenecía Éfeso por entonces, contra la voluntad de la mayoría de sus
ciudadanos. A estos últimos, en cualquier caso, no debió de apreciarlos en demasía, y
Heráclito los colmó de improperios cuando expulsaron de la ciudad a su amigo Hermodoro.
Heráclito de Éfeso

(- 544 a - 484)

Vida y obras de Heráclito

Biografía

1.

Pocas son las cosas que sabemos de la vida de Heráclito de Éfeso. Nació hacia el 544 antes de
Cristo, aproximadamente, y vivió en Éfeso, ciudad enclavada en la costa Jonia, al norte de Mileto,
hasta su muerte, en el 484 antes de Cristo. Pertenecía a una familia aristocrática y, al parecer, no se
llevó muy bien con sus conciudadanos, si nos atenemos a alguno de los fragmentos que se
conservan de su libro, y a los testimonios de sus contemporáneos.

2.

Escribió una obra a la que se le da el título común " Sobre la naturaleza" que se le había dado
también a los libros escritos por otros filósofos anteriores. No es seguro que se tratara realmente de
un libro en el que se desarrollaran sistemáticamente temas relacionados con el conocimiento de la
naturaleza, el alma o la cosmología. Es probable que se tratara de un conjunto de sentencias
recopiladas en forma de libro, hipótesis que se apoya en el carácter enigmático y oracular de los
fragmentos que conservamos, carácter que ya en su época le valió el sobrenombre de "El oscuro".

Pensamiento
1.

Respecto a los contenidos esenciales de su interpretación de la naturaleza, siguiendo la línea


abierta por los filósofos de Mileto, podemos destacar:

a) la afirmación del cambio, o devenir, de la realidad, ("Este cosmos [el mismo de todos] no lo hizo
ningún dios ni ningún hombre, sino que siempre fue, es y será fuego eterno, que se enciende según
medida y se extingue según medida.”) que se produce debido a:

b) la oposición de elementos contrarios, que es interpretada por Heráclito como tensión o guerra
entre los elementos. ("Conviene saber que la guerra es común a todas las cosas y que la justicia es
discordia y que todas las cosas sobrevienen por la discordia y la necesidad.") Ahora bien, esa
"guerra" está sometida a:

c) una ley universal, el Logos, (que podemos interpretar como razón, proporción...) que regula todo
el movimiento de la realidad conduciéndolo a la armonía, y unificando así los elementos opuestos;
de donde se sigue la afirmación de la unidad última de todo lo real. ("No comprenden cómo esto,
dada su variedad, puede concordar consigo mismo: hay una armonía tensa hacia atrás, como en el
arco y en la lira".)

2.

La identificación del cosmos con un fuego eterno probablemente no deba ser interpretada en el
sentido de que el fuego sea una materia prima original, del mismo modo en que lo eran el agua para
Tales o el aire para Anaxímenes. El fuego sería la forma arquetípica de la materia, debido a la
regularidad de su combustión, que personifica de un modo claro la regla de la medida en el cambio
que experimenta el cosmos. Así, es comprensible que se le conciba como constitutivo mismo de las
cosas, por su misma estructura activa, lo que garantiza tanto la unidad de los opuestos como su
oposición, así como su estrecha relación con el Logos.

3.
La idea de que el mundo nos ofrece una realidad sometida al cambio no es original de Heráclito: a
todos los pensadores presocrácticos les impresionó dicha observación. Las afirmaciones de que
"todo fluye" y "no se puede bañar uno dos veces en el mismo río" se las atribuye Platón libremente
en sus diálogos, sugiriendo la correspondiente consecuencia: "nada permanece". Es probable que
Heráclito insistiera en la universalidad del cambio más que sus predecesores pero, por los
fragmentos que conservamos de su obra, lo hacía aún más en la idea de la medida inherente al
cambio, en la estabilidad subsistente.

4.

Probablemente Platón se dejara influir por las exageraciones sofísticas del siglo V, y por las de los
seguidores de Heráclito, como Cratilo, quien al parecer afirmaba que ni siquiera era posible bañarse
una vez en el mismo río; pero sus consideraciones transmitieron a la posteridad una imagen
deformada del pensamiento filosófico de Heráclito, en la que abundará posteriormente Aristóteles,
quien acusará a Heráclito de negar el principio de contradicción (“Una cosa no puede ser ella misma
y su contrario, en el mismo aspecto y al mismo tiempo.”) al afirmar que los opuestos son "uno y lo
mismo". Parece claro por los fragmentos conservados que con esa expresión Heráclito quería
significar no que eran "idénticos" sino que pertenecían a un único complejo, o que no estaban
esencialmente separados. (Kirk y Raven, "Los filósofos presocráticos", Madrid, Gredos, 1970.)

Heráclito de Éfeso
(- 544 a - 484)

Vida y obras
Biografía
1. Pocas son las cosas que sabemos de la vida de Heráclito de Éfeso. Nació hacia el 544
antes de Cristo, aproximadamente, y vivió en Éfeso, ciudad enclavada en la costa Jonia, al
norte de Mileto, hasta su muerte, en el 484 antes de Cristo. Pertenecía a una familia
aristocrática y, al parecer, no se llevó muy bien con sus conciudadanos, si nos atenemos a
alguno de los fragmentos que se conservan de su libro, y a los testimonios de sus
contemporáneos.

2. Escribió una obra a la que se le da el título común " Sobre la naturaleza" que se le
había dado también a los libros escritos por otros filósofos anteriores. No es seguro que se
tratara realmente de un libro en el que se desarrollaran sistemáticamente temas
relacionados con el conocimiento de la naturaleza, el alma o la cosmología. Es probable
que se tratara de un conjunto de sentencias recopiladas en forma de libro, hipótesis que se
apoya en el carácter enigmático y oracular de los fragmentos que conservamos, carácter
que ya en su época le valió el sobrenombre de "El oscuro".

Pensamiento
1. Respecto a los contenidos esenciales de su interpretación de la naturaleza, siguiendo la
línea abierta por los filósofos de Mileto, podemos destacar:

a) la afirmación del cambio, o devenir, de la realidad, ("Este cosmos [el mismo de todos]
no lo hizo ningún dios ni ningún hombre, sino que siempre fue, es y será fuego eterno, que
se enciende según medida y se extingue según medida.”) que se produce debido a:

b) la oposición de elementos contrarios, que es interpretada por Heráclito como tensión o


guerra entre los elementos. ("Conviene saber que la guerra es común a todas las cosas y
que la justicia es discordia y que todas las cosas sobrevienen por la discordia y la
necesidad.") Ahora bien, esa "guerra" está sometida a:

c) una ley universal, el Logos, (que podemos interpretar como razón, proporción...) que
regula todo el movimiento de la realidad conduciéndolo a la armonía, y unificando así los
elementos opuestos; de donde se sigue la afirmación de la unidad última de todo lo real.
("No comprenden cómo esto, dada su variedad, puede concordar consigo mismo: hay una
armonía tensa hacia atrás, como en el arco y en la lira".)

2. La identificación del cosmos con un fuego eterno probablemente no deba ser


interpretada en el sentido de que el fuego sea una materia prima original, del mismo modo
en que lo eran el agua para Tales o el aire para Anaxímenes. El fuego sería la forma
arquetípica de la materia, debido a la regularidad de su combustión, que personifica de un
modo claro la regla de la medida en el cambio que experimenta el cosmos. Así, es
comprensible que se le conciba como constitutivo mismo de las cosas, por su misma
estructura activa, lo que garantiza tanto la unidad de los opuestos como su oposición, así
como su estrecha relación con el Logos.

3. La idea de que el mundo nos ofrece una realidad sometida al cambio no es original de
Heráclito: a todos los pensadores presocrácticos les impresionó dicha observación. Las
afirmaciones de que "todo fluye" y "no se puede bañar uno dos veces en el mismo río" se
las atribuye Platón libremente en sus diálogos, sugiriendo la correspondiente
consecuencia: "nada permanece". Es probable que Heráclito insistiera en la universalidad
del cambio más que sus predecesores pero, por los fragmentos que conservamos de su
obra, lo hacía aún más en la idea de la medida inherente al cambio, en la estabilidad
subsistente.

4. Probablemente Platón se dejara influir por las exageraciones sofísticas del siglo V, y por
las de los seguidores de Heráclito, como Cratilo, quien al parecer afirmaba que ni siquiera
era posible bañarse una vez en el mismo río; pero sus consideraciones transmitieron a la
posteridad una imagen deformada del pensamiento filosófico de Heráclito, en la que
abundará posteriormente Aristóteles, quien acusará a Heráclito de negar el principio de
contradicción (“Una cosa no puede ser ella misma y su contrario, en el mismo aspecto y al
mismo tiempo.”) al afirmar que los opuestos son "uno y lo mismo". Parece claro por los
fragmentos conservados que con esa expresión Heráclito quería significar no que eran
"idénticos" sino que pertenecían a un único complejo, o que no estaban esencialmente
separados. (Kirk y Raven, "Los filósofos presocráticos", Madrid, Gredos, 1970.)

Fragmentos de Heráclito
(Según la ordenación realizada por Marcovich y, entre paréntesis, la
ordenación de G.S.Kirk)

Frg 1 (1) De esta razón, que existe siempre, resultan desconocedores los hombres,
tanto antes de oírla como tras haberla oído a lo primero, pues, aunque todo ocurre
conforme a esta razón se asemejan a inexpertos teniendo como tienen experiencia de
dichos y hechos; de éstos que yo voy describiendo, descomponiendo cada uno según su
naturaleza y explicando cómo se halla. Pero a los demás hombres les pasa inadvertido
cuanto hacen despiertos, igual que se olvidan de cuanto hacen dormidos.

3 (17) No entienden los más las cosas con las que se topan, ni pese a haberlas
aprendido las conocen, pero a ellos se lo parece.

26 (50) No escuchándome a mí, sino a la razón, sabio es reconocer que todas las cosas
son una.

27 (51) No comprenden cómo lo divergente converge consigo mismo; ensamblaje de


tensiones opuestas, como el del arco y el de la lira.

28 (80) Preciso es saber que la guerra es común; la justicia, contienda, y que todo
acontece por la contienda y la necesidad.

33 (60) Camino arriba, camino abajo, uno y el mismo.

51 (30) Este orden del mundo, el mismo para todos, no lo hizo dios ni hombre alguno,
sino que fue siempre, es y será fuego siempre vivo, prendido según medida y apagado
según medida.
Según la versión de Alberto Bernabé, "De Tales a Demócrito", Madrid, Alianza, 1988.

Noticias recogidas por Diógenes Laercio sobre Heráclito

1. Heráclito, hijo de Blisón, o según algunos, de Heración, fue efesino, y floreció hacia la
Olimpiada LXIX. Sentía en las cosas muy elevadamente, como consta de sus escritos,
donde dice: «El aprender muchas cosas no instruye la mente.» Y que enseñó a Hesíodo, a
Pitágoras y aun a Jenófanes y a Hecateo; pues la verdadera y única sabiduría es conocer
la mente , que puede disponer o gobernar todas las cosas por medio de todas las cosas.
Decía que Homero era digno de ser echado de los certámenes y de ser abofeteado, y lo
mismo Arquíloco. Que los ímpetus de una injuria deben apagarse más que un incendio, y
que el pueblo debe defender las leyes lo mismo que los muros.

2. Reprendió vivamente a los efesinos porque habían echado a su compañero Hermodoro,


diciendo: «Todos los efesinos adultos debieran morir, y los impúberes dejar la ciudad,
entendido de aquellos que expelieron a Hermodoro, su bienhechor, diciendo: Ninguno de
nosotros sobresalga en merecimientos; si hay alguno, váyase a otra parte y esté con
otros.» Como le pidiesen que les pusiese leyes, lo omitió por causa de que la ciudad
estaba ya depravadísima en las costumbres y mal gobierno, y retirándose al templo de
Diana, jugaba a los dados con los muchachos. A los efesinos que estaban a su alrededor
les dijo: «¿Qué os admiráis, perversos? ¿No es mejor hacer esto que gobernar la república
con vosotros?»

3. Finalmente, fastidiado de los hombres, se retiró a los montes y vivió manteniéndose de


hierbas; pero acometiéndole de resultas una hidropesía, regresó a la ciudad, y preguntaba
enigmáticamente a los médicos «si podrían de la lluvia hacer sequía». Como ellos no lo
entendiesen, se enterró en el estiércol de una boyera, esperando que el calor del estiércol
le absorbiera las humedades. No aprovechando nada esto, murió de sesenta años. Pero
Hermipo asegura que Heráclito dijo a los médicos que «si alguno podía sacar humedad
oprimiendo la tripa»; y respondiendo que no, se puso al sol y dijo a los muchachos que lo
cubriesen y emplastasen con estiércol; con lo cual se apresuró la vida y murió al día
siguiente, y fue enterrado en el Foro. Neantes Ciziceno dice que no pudiendo quitarse el
estiércol ni eximirse de él, permaneció allí y se lo comieron los perros, no habiéndolo
conocido por causa del disfraz del estiércol.

4. Fue admirado desde niño, y siendo mancebo decía «que no sabía cosa alguna»; pero
cuando llegó a la edad perfecta decía que «lo sabía todo». De nadie fue discípulo, sino
que él mismo se dio a las investigaciones, y decía haberlo aprendido todo por sí mismo.
Sin embargo, dice Soción que algunos lo hacen discípulo de Jenófanes, y que Aristón
asegura, en el libro De Heráclito, que curó de su hidropesía y murió de otra enfermedad.
Esto mismo dice también Hipoboto.

5. El libro que de él nos queda, por su contenido se titula De la naturaleza, bien que está
dividido en tres discursos, a saber: Del Universo, De política y De Teología. Lo depositó en
el templo de Diana; y, según algunos, lo escribió de industria oscuro para que sólo lo
entendiesen los eruditos, y por vulgar no fuese desestimado.

6. Sus dogmas en particular son como se sigue:


6.1. «Que el fuego es elemento, y que todas sus vicisitudes o mutaciones se hacen por
raridad y densidad.» Pero nada de esto expone distintamente. «Que todas las cosas se
hacen por contrariedad, y todas fluyen a manera de rios. Que el universo es finito. Que el
mundo es único, es producido del fuego y arde de nuevo de tiempo en tiempo
alternadamente todo este evo. Que esto se hace por el hado. Que de los contrarios, aquel
que conduce las cosas a generación se llama guerra y lucha o contención, y el que al
incendio, concordia y paz.
6.2. Que la mutación es un camino hacia arriba y hacia abajo, y según éste se produce el
mundo. Que el fuego adensado se transforma en licor, y adquiriendo más consistencia
para en agua. Que el agua condensada vuelve a la tierra, y éste es el camino hacia abajo.
Liquidase de nuevo la tierra y de ella se hace el agua, de lo cual provienen casi todas las
demás cosas», refiriéndolo a la evaporación del mar. Este es -dice- el camino de abajo
arriba. Que las evaporaciones o exhalaciones se hacen de la tierra y del mar: unas
perspicuas y puras, otras tenebrosas. De las puras se aumenta el fuego; de las otras, el
agua.

(Diógenes Laercio, "Vidas de filósofos ilustres", trad. José Ortiz, ed. Iberia,
Barcelona, 1962)

HERÁCLITO
1. VIDA Y OBRA DE HERÁCLITO.

Heráclito, provenía de Éfeso, aunque su vida había pasado en las colonias


griegas de Asia Menor, donde vivían y actuaban los primeros filósofos
naturalistas. La madurez intelectual de este filósofo cae al umbral de los
siglos VI y V antes de nuestra era. Hereditario de una alta dignidad
familiar (fue descendiente de la familia fundadora de Éfeso) la había
cedido a su hermano, apartándose de la vida activa, lleno de pesimismo y
aversión hacia la gente.
Su obra filosófica, a parte de la problemática cosmológica, abarcaba
también los problemas políticos y teológicos. Comparando su obra con la
de los filósofos jonios notamos la notable ampliación del objeto de la
filosofía. Al tener un estilo alegórico y simbólico se ganó el apodo del
filósofo "obscuro"; probablemente su carácter solitario había ayudado en
la extensión y la popularidad de este apodo. A nuestros días habían llegado
130 fragmentos de su obra, en las cuales encontramos apuntes no tan sólo
referentes a la observación del mundo, como en caso de los primeros
Jonios, sino también una introspección, que formaba el fundamento de sus
teorías. Heráclito tuvo una mente crítica, ya que de él sabemos, que fue el
primer filósofo quien, a parte de exponer sus ideas, combatía las de los
otros filósofos. Se inauguró, en esta manera, una nueva forma de hacer la
filosofía conocida, mucho más tarde, por el nombre de criticismo.

2. IDEAS.

2.1. Variabilidad y relatividad de las cosas.


Antes de preocuparse por la búsqueda de la primera sustancia del universo
Heráclito observaba las principales características del mismo. Lo que más
le llamó la atención era la variabilidad del universo: el hecho de que el
mundo cambiaba constantemente. "Todo cambia (Panta rei), nada
permanece firme", escribía. La ley de identidad pierde su validez. La
imagen de un río es la más adecuada para representar el universo: "Nadie
puede entrar dos veces en el mismo río"; claro está, porque en la segunda o
tercera vez, aunque el río mantenga el mismo nombre no es igual, por el
simple hecho de que le hallan llegado nuevas aguas. No podemos decir qué
somos, porque somos y no somos a la vez; lo cierto es, que sólo cambiamos.
Aunque algunas cosas parecen permanecer iguales esto es pura ilusión; lo
que realmente existe es un continuo devenir.
En medio de esos cambios se borran las diferencias ente los contrastes. No
existen fronteras claras entre, por ejemplo, el día y la noche, la juventud y
la vejez. Así que en el fondo, deduce Heráclito, el día y la noche son lo
mismo, como también la juventud y la vejez, la vida y la muerte, el bien y el
mal. De la misma manera hace referencia a las características de las cosas,
de las cuales ninguna es absoluta. Estas observaciones llevaron a Heráclito
a crear una concepción radicalmente relativista del universo.
2.2. El universo inteligente hecho del fuego.
En esta filosofía extremadamente relativista, no había lugar para la
búsqueda de una "esencia" del universo, una "materia prima"
permanente y constante. Si bien es cierto que para Heráclito aquel Arché
de los filósofos anteriores, era el Fuego, también es cierto que éste no fue
comprendido como un elemento de la naturaleza, sino como una fase de
cambio. Por su carácter cambiable, el fuego fue el mejor símbolo para
ilustrar la naturaleza cambiante del universo.
Esta naturaleza, paradójicamente, demuestra que existe un único elemento
fijo en el universo, que es... el cambio. El cambio es la característica
inherente a la naturaleza. Por otro lado, permanece fijo también, el orden
según el cual este cambio acontece. Hay una ley que rige todos los
cambios, tanto en el hombre como en el universo. Como no quepa dudas
que al hombre le gobierna la razón, de ahí se desprende que el universo
también está gobernado por una Razón. Para Heráclito, entonces, la Razón
no es una característica netamente humana, sino una fuerza cósmica, en la
cual el hombre sólo tiene una participación. Gracias a esa razón cósmica,
los contrastes se convierten en armonía, y la guerra llega a ser "el padre y
el rey de todas las cosas".

3. IMPORTANCIA DE HERÁCLITO.

En la historia de la filosofía pesaron principalmente dos teorías de


Heráclito: la teoría de la variabilidad universal y la teoría de la inteligencia
del universo. Gracias a él, también se había introducido en la filosofía, una
primera reflexión de carácter humanista, por haber mencionado el aspecto
introspectivo.

Fragmentos de Heráclito
1. Los hombres no han llegado al conocimiento de este logos
que ha existido desde siempre, ni antes de haber oído
hablar de él ni tampoco después. Pues, viniendo todas las
cosas a la existencia según este logos, los hombres parecen
gentes inexpertas, cuando ensayan palabras y actos tales
como los que yo describo detalladamente, distinguiendo cada
cosa según su naturaleza y expresando como es. Se les
escapa lo que los hombres hacen en estado de vigilia, igual
que se les escapa lo que realizan durmiendo.

2. Por ello es necesario seguir lo que es común, pues lo


común es lo que une. Pero, aunque el logos es común, la
mayoría viven como si cada cual tuviera una inteligencia
particular.

3. El sol tiene la anchura de un pie de hombre.

5. Intentan purificarse manchándose de sangre. Es como si


después de haberse manchado de barro, quisieran limpiarse
con barro. Y se tendría por insensato al que quisiera
reprocharles su conducta. También dirigen plegarias a unas
estatuas. Es igual que si se hablase a las casas, por no
saber lo que son los dioses y los héroes.

6. El sol cada día es nuevo.

7. Si todas las cosas se convirtiesen en humo, se las


distinguiría por el olfato.

8. Lo que se opone se une; de las cosas diferentes [nace]


la más bella armonía.

9. Los asnos prefieren la paja al oro.

10. Unamos: lo completo y lo incompleto, lo convergente y


lo divergente, lo consonante y lo disonante. De todas las
cosas, una, y de una, todas.

12. Son distintas las aguas que cubren a los que entran en
el mismo río.

19. La gente no sabe ni escuchar ni hablar.

21. Muerte es todo lo que vemos despiertos, sueño [lo que


vemos] durmiendo.
22. Los buscadores de oro remueven mucha tierra y hallan
poco (metal)

23. Si no hubiese injusticia, se ignoraría hasta el nombre


de la justicia.

27. Aguardan a los hombres después de la muerte cosas que


ni esperan ni imaginan.

30. Este mundo, el mismo para todos, ningún dios ni hombre


lo hizo. Sino que ha sido siempre y es y será un fuego
siempre vivo, que se enciende según medidas y se apaga
según medidas.

31. Transformaciones del fuego: primero el mar; del mar la


mitad [se convierte en] tierra, y la otra mitad en
torbellino. La tierra se licúa en mar, y éste es medido por
el mismo logos que antes de hacerse tierra.

32. El único sabio acepta y rechaza ser llamado con el


nombre de Zeus.

33. La ley [es] también obedecer la voluntad del Uno.

34. Oyen sin comprender; parecidos a los sordos. A ellos se


aplica el proverbio: estando presentes están ausentes.

36. Para las almas la muerte es convertirse en agua; para


el agua la muerte es convertirse en tierra. Pero de la
tierra proviene el agua, y del agua el alma.

41. No hay más que una sabiduría: comprender el pensamiento


que lo gobierna todo a través de todo.

49. Un hombre para mí vale por diez mil, si es mejor.

49a. Entramos y no entramos en los mismos ríos. Somos y no


somos.

50. No escuchándome a mí, sino al logos, es sabio confesar


que todas las cosas son uno.

51. No comprenden cómo lo que está en lucha consigo mismo


puede estar de acuerdo: unión de [fuerzas] contrarias, como
el arco y la lira.
53. El conflicto es el padre de todas las cosas, el rey de
todas las cosas. A unos ha hecho dioses y a otros hombres;
a unos ha hecho esclavos y a otros libres.

54. La armonía invisible es mejor que la visible.

58. El bien y el mal son uno. Los médicos cortan, queman


torturan de todos los modos y haciendo a los enfermos un
bien que parece un mal, exigen una recompensa que casi no
merecen.

59. El camino recto y el tortuoso son uno solo y el mismo.

60. El camino de arriba y éste de abajo son uno solo y el


mismo.

61. El mar: su agua es la más pura y la más corrompida:


para los peces, potable y saludable, para los hombres no
potable y mortal.

62. Inmortales, mortales; mortales, inmortales. Nuestra


vida es la muerte de los primeros, y su vida nuestra
muerte.

66. Todo será comprendido y juzgado por el fuego que


llegará.

67. Dios es día y noche, invierno y verano, guerra y paz,


abundancia y hambre. Pero se transforma como el fuego que
cae, cuando está mezclado con perfumes, recibe nombre según
el perfume de cada uno.

72. Están en desacuerdo sobre lo que les es más familiar,


sobre este logos que todo lo gobierna, y lo que encuentran
cada día les parece extraño.

73. No hay ni que actuar ni que hablar como dormilones.

78. El espíritu humano no tiene juicio, pero el divino sí.

79. El hombre merece ser llamado infantil con respecto a la


divinidad, del mismo modo que el niño con respecto al
hombre.

80. Es necesario saber que el conflicto es comunidad, que


la disputa es justicia, y que todo llega al ser por la
disputa.
83. El más sabio de los hombres. comparado con Dios, parece
un mono para la sabiduría y la belleza y todo lo demás.

88. Lo que está en 'nosotros es siempre uno y lo mismo:


vida y muerte, vigilia y sueño, juventud y vejez ya que por
el cambio esto es aquello, y de nuevo por el cambio aquello
es esto.

89. Para los que están despiertos, hay un solo y mismo


mundo.

90. Todas las cosas se cambian por fuego y el fuego por


todas las cosas, como las mercancías por el oro y el oro
por las mercancías.

91. Es imposible bañarse dos veces en el mismo río.

93. El dios cuyo oráculo está en Delfos no manifiesta ni


oculta [su pensamiento], sino que lo indica.

101. Me he buscado a mí mismo.

101a. Los ojos son mejores testigos que los oídos.

102. Para Dios todo es hermoso, bueno y justo. Pero los


hombres han concebido lo justo y lo injusto.

103. En un círculo se confunden el principio y el fin.

104. ¿Cuál es su espíritu y su intelecto? Confían en aedos


de encrucijada y toman como maestro a la masa, ignorando
que la mayoría es mala, y solamente hay buena una minoría.

107. Los ojos y los oídos son malos testigos para los
hombres que tienen una alma bárbara.

108. De todos cuantos he oído hablar, ninguno ha llegado a


saber que lo sabio está separado de todas las cosas.

110. No es bueno para los hombres que suceda lo que desean

111. La enfermedad hace agradable la salud, el hambre la


saciedad, la fatiga el reposo.

112. La sabiduría es la virtud más importante, y la


sabiduría consiste en decir la verdad y obrar según la
naturaleza y escuchando su voz.
113. El pensamiento es común a todos.

114. Los que quieren hablar con inteligencia deben apoyarse


en lo que es común, como una ciudad en la ley, y aún con
mayor firmeza. Ya que todas las leyes humanas se alimentan
de una sola ley, la divina que lo domina todo según le
place, y lo rige todo y a todo excede.

115. Al alma pertenece el logos, que se acrecienta por sí


mismo.

116. A todos los hombres es concedido poder conocerse a sí


mismos y pensar sabiamente.

123. A la naturaleza le gusta ocultarse.

124. El arreglo más hermoso se parece a un montón de


basuras reunido al azar.

126. Lo frío se calienta. Io caliente se enfría, Io húmedo


se seca, lo seco se humedece.

__________________________________________________
Fragmentos y números de Diels, Fragmente der Vorsokratiker,
(R. Verneaux, Textos de los grandes filósofos: edad
antigua, Herder, Barcelona 1982, 5ª ed., p.7-12).

HERÁCLITO
Fragmentos organizados por temas

A. El logos o razón como elemento subyacente a todas las cosas

1. Aunque esta razón existe siempre, los hombres se tornan incapaces de


comprenderla, tanto antes de oírla como una vez que la han oído. En efecto,
aun cuando todo sucede según esta razón, parecen inexpertos al experimentar
con palabras y acciones tales como las que yo describo, cuando distingo cada
una según la naturaleza y muestro cómo es; pero a los demás hombres les
pasan inadvertidas cuantas cosas hacen despiertos, del mismo modo que les
pasan inadvertidas cuantas hacen mientras duermen.

2. Por lo cual es necesario seguir a lo común; pero aunque la razón es común,


la mayoría viven como si tuvieran una inteligencia particular.
50. Cuando se escucha, no a mí, sino a la Razón, es sabio convenir en que
todas las cosas son una.

B. Unidad fundamental de los contrarios

8. Todo sucede según discordia.

10. Acoplamientos: cosas íntegras y no íntegras, convergente divergente,


consonante disonante; de todas las cosas una y una de todas las cosas.

48. Nombre del arco es vida; su función es muerte.

53. Guerra es padre de todos, rey de todos: a unos ha acreditado como dioses,
a otros como hombres; a unos ha hecho esclavos, a otros libres.

60. El camino hacia arriba y hacia abajo es uno y el mismo.

61. El mar es el agua más pura y más contaminada: para los peces es potable y
saludable; para los hombres, impotable y mortífera.

62. Inmortales mortales, mortales inmortales, viviendo la muerte de aquéllos,


muriendo la vida de éstos.

67. El dios: día noche, verano invierno, guerra paz, saciedad hambre; se
transforma como fuego que, cuando se mezcla con especias, es denominado
según el aroma de cada una.

80. Es necesario saber que la guerra es común, y la justicia discordia, y que


todo sucede según discordia y necesidad.

88. Como una misma cosa está en nosotros los viviente y lo muerto, así como
lo despierto y lo dormido, lo joven y lo viejo; pues éstos, al cambiar, son
aquéllos, y aquéllos, al cambiar, son éstos.

111. La enfermedad hace a la salud agradable y buena; el hambre, a la


saciedad; la fatiga, al reposo.

126. Las cosas frías se calientan, lo caliente se enfría, lo húmedo se seca, lo


reseco se humedece.

C. La unidad profunda por debajo de la multiplicidad superficial

12. Sobre quienes se bañan en los mismos ríos afluyen aguas distintas y otras
distintas.
18. Si no se espera lo inesperado, no se lo hallará, dado lo inhallable y difícil
de acceder que es.

21. Muerte es cuantas cosas vemos al despertar, sueño cuantas vemos al


dormir.

51. No entienden cómo, al divergir, se converge consigo mismo: armonía


propia del tender en direcciones opuestas, como la del arco y de la lira.

54. La armonía invisible vale más que la visible.

123. A la naturaleza le place ocultarse.

D. El cosmos como fuego

30. Este mundo, el mismo para todos, ninguno de los dioses ni de los hombres
lo ha hecho, sino que existió siempre, existe y existirá en tanto fuego siempre-
vivo, encendiéndose con medida y con medida apagándose.

31. Fases del fuego: en primer lugar, mar; del mar, la mitad tierra y la mitad
torbellino ígneo. El mar se dispersa y es medido con la misma razón que había
antes de que se generase la tierra.

64. Todas las cosas las gobierna el rayo.

66. A todas las cosas, al llegar el fuego, las juzgará y condenará.

90. Con el fuego tienen intercambio todas las cosas y con todas las cosas el
fuego, tal como con el oro las mercancías y con las mercancías el oro.

E. Concepción del alma

36. Para las almas es muerte convertirse en agua; para el agua es muerte
convertirse en tierra; pero de la tierra nace el agua y del agua el alma.

45. Los límites del alma no los hallarás andando, cualquiera sea el camino que
recorras; tan profundo es su fundamento.

117. Cuando el hombre se embriaga, se tambalea y es conducido por un niño


impúber, sin atender por dónde va, al tener su alma húmeda.

118. El alma seca es la más sabia y la mejor.

F. Concepción de la sabiduría
17. La mayoría no comprende cosas tales como aquellas con que se
encuentran, ni las conocen aunque se las hayan enseñado, sino que creen
haberlas entendido por sí mismos.

32. Uno, lo único sabio, quiere y no quiere ser llamado con el nombre de
Zeus.

34. Incapaces de comprender tras escuchar, se asemejan a sordos; de ellos da


testimonio el proverbio: aunque estén presentes, están ausentes.

40. Mucha erudición no enseña comprensión; si no, se la habría enseñado a


Hesíodo y a Pitágoras y, a su turno, tanto a Jenófanes como a Hecateo.

41. Una sola cosa es lo sabio: conocer la Inteligencia que guía todas las cosas
a través de todas.

47. No hagamos conjeturas al azar acerca de las cosas supremas.

56. Se equivocan los hombres respecto del conocimiento de las cosas


manifiestas, como Homero, quien pasó por ser el más sabio de todos los
griegos. A éste, en efecto, lo engañaron unos niños que mataban piojos y le
decían: cuantos vimos y cogimos, a éstos los dejamos; cuantos no vimos ni
cogimos, a ésos los llevamos.

57. Maestro de muchos es Hesíodo: consideran que sabe muchas cosas éste,
quien no conoció el día y la noche, ya que son una sola cosa.

95. La ignorancia es mejor disimularla.

104. ¿Qué es lo que comprenden o se proponen? ¿Hacen caso a los aedos del
pueblo y toman como maestro a la masa, ignorando que muchos son los
malos, pocos los buenos?

107. Malos testigos son para los hombres los ojos y los oídos cuando se tienen
almas bárbaras.

108. De cuantos he escuchado discursos, ninguno llega hasta el punto de


comprender que lo sabio es distinto de todas las cosas.

112. El comprender es la suprema perfección, y la verdadera sabiduría hablar


y obrar según la naturaleza, estando atentos.

G. Autoconocimiento, sentido común, consejos éticos

13. Los cerdos se regocijan más en el cieno que en agua limpia.


28. El más digno de fe conoce y custodia las cosas que le parece. Y no
obstante, Dike condenará también a los procreadores y testigos de cosas
falsas.

29. Los mejores escogen una cosa en lugar de todas: gloria perpetua en lugar
de cosas mortales; pero la mayoría es saciada como el ganado.

33. Es ley, también, obedecer la voluntad de lo Uno.

44. El pueblo debe combatir más por la ley que por los muros de su ciudad.

49. Uno solo es para mí como miles, si es el mejor.

73. No se debe hacer ni decir como los que duermen.

75. Los que duermen son hacedores y colaboradores de lo que sucede en el


mundo.

89. Para los despiertos hay un mundo único y común, mientras que cada uno
de los que duermen se vuelve hacia uno particular.

94. El sol no traspasará sus medidas; si no las Erinias, asistentes de Dike, lo


descubrirán.

114. Es necesario que los que hablan con inteligencia confíen en lo común a
todos, tal como un Estado en su ley, y con mucha mayor confianza aún; en
efecto, todas las leyes se nutren de una sola, la divina.

119. El carácter es para el hombre su demonio.

H. Concepción de la divinidad y crítica de la religión tradicional

5. En vano se purifican manchándose con sangre, como si alguien, tras


sumergirse en el fango, con fango se limpiara: parecería haber enloquecido, si
alguno de los hombres advirtiera de qué modo obra. Y hacen sus plegarias a
ídolos, tal como si alguien se pusiera a conversar con casas, sin saber qué
pueden ser dioses ni héroes.

14. A los bacantes que danzan de noche, magos y celebrantes de Dioniso,


iniciados en los misterios; a unos los amenaza con lo que les sucederá tras la
muerte, a otros les profetiza el fuego: pues sacrílega es la iniciación en lo que
pasa por misterios entre los hombres.

15. Si no hicieran la procesión a Dioniso y cantaran el himno a las partes


impúdicas, procederían del modo más irreverente, pero son lo mismo Hades y
Dioniso; por ello enloquecen y celebran bacanales.
78. El carácter humano no cuenta con pensamientos inteligentes, el divino sí.

79. El hombre puede ser llamado niño frente a la divinidad, tal como el niño
frente al hombre.

82-83. El más bello de los monos, al compararlo con la especie de los


hombres, es feo... pero también el más sabio de los hombres en relación con
Dios parece un mono, tanto en sabiduría como en belleza y en todo lo demás.

85. Difícil es combatir con el corazón: pues lo que desea se compra al precio
de la vida.

86. La mayoría de las cosas divinas escapan al conocimiento por falta de fe.

93. El Señor, cuyo oráculo está en Delfos, no dice ni oculta, sino indica por
medio de signos.

102. Para el dios todas las cosas son bellas y justas, mientras los hombres han
supuesto que unas son injustas y otras justas.

(Conrado Eggers Lan y Victoria E. Juliá: Los filósofos presocráticos. Editorial


Gredos, Madrid 1978)

Heráclito de Éfeso

(- 544 a - 484)

Fragmentos de Heráclito

(Según la ordenación realizada por Marcovich y, entre paréntesis, la ordenación de G.S.Kirk)

Frg 1 (1)
De esta razón, que existe siempre, resultan desconocedores los hombres, tanto antes de oírla como
tras haberla oído a lo primero, pues, aunque todo ocurre conforme a esta razón se asemejan a
inexpertos teniendo como tienen experiencia de dichos y hechos; de éstos que yo voy describiendo,
descomponiendo cada uno según su naturaleza y explicando cómo se halla. Pero a los demás
hombres les pasa inadvertido cuanto hacen despiertos, igual que se olvidan de cuanto hacen
dormidos.

3 (17)
No entienden los más las cosas con las que se topan, ni pese a haberlas aprendido las conocen,
pero a ellos se lo parece.

26 (50)
No escuchándome a mí, sino a la razón, sabio es reconocer que todas las cosas son una.

27 (51)
No comprenden cómo lo divergente converge consigo mismo; ensamblaje de tensiones opuestas,
como el del arco y el de la lira.

28 (80)
Preciso es saber que la guerra es común; la justicia, contienda, y que todo acontece por la contienda
y la necesidad.

33 (60)
Camino arriba, camino abajo, uno y el mismo.

51 (30)
Este orden del mundo, el mismo para todos, no lo hizo dios ni hombre alguno, sino que fue siempre,
es y será fuego siempre vivo, prendido según medida y apagado según medida.

Según la versión de Alberto Bernabé, "De Tales a Demócrito", Madrid, Alianza, 1988.

NOTA

Como a Hamlet, todos lo comprenden, pero cada uno lo comprende de distinta


manera.

Spengler

Esta edición de los fragmentos heraclíteos procura retener en nuestro


idioma tanto el sentido como la belleza del original. Tarea, en verdad,
sólo posible de cumplir a medias. Es conocida la oscuridad de los
escritos de Heráclito: a ella hay que agregar el carácter fragmentario
con que han llegado hasta nosotros, en forma de citas hechas por
otros autores, y de las cuales no se sabe a menudo cuáles son los
límites, los comentarios o las interpolaciones. No obstante, el
paciente trabajo de la crítica europea ha podido determinar la
autenticidad de numerosos fragmentos, suficientes, según el parecer
de algunos autores, para asir lo esencial del pensamiento de
Heráclito. Seguimos aquí la numeración y el texto, ya clásicos, dados
por Diels* en su admirable edición de los presocráticos, encerrando
entre corchetes las partes de dudosa autenticidad, las probables
interpolaciones y las pa
abras que completan o aclaran el sentido del texto original. Pero es
preciso advertir al lector que en Heráclito, como tal vez en ningún
otro, traducir significa más que nada "interpretar", y ello debido a las
razones ya enunciadas. Hemos seguido, en algunos casos, las
interpretaciones de los especialistas cuyos nombres indicamos en las
notas que acompañan a cada fragmento. De estas notas nos hemos
servido también para agregar alguna indicación que nos pareció
indispensable para la mejor comprensión del texto. Hemos cotejado
además nuestro trabajo con otras versiones, de las cuales ofrecemos
una lista al final del volumen. Esperamos así poner a disposición de
los lectores de habla castellana una edición, si no definitiva, por lo
menos útil para tomar un primer contacto con el pensamiento del
Oscuro de Éfeso, cuya figura, en nuestros días, atrae cada vez más, y
justificadamente, la atención de filósofos y poetas.

FRAGMENTOS AUTÉNTICOS

Aunque esta Verdad sea eterna, no la comprenden los hombres ni


antes de haber sabido de ella ni cuando se enteran por primera vez. Y
aunque el universo se desenvuelve según esta Verdad, los hombres
parecen no tener experiencia alguna [de ella] cuando se ejercitan en
palabras y hechos semejantes a aquéllos cuya naturaleza contraria yo
separo y explico aquí. Los demás hombres no se dan cuenta de lo que
hacen despiertos, así como olvidan lo que hacen cuando duermen.

Verdad: así traducimos la célebre logos. El sentido de esta palabra en Heráclito ha


sido objeto de infinitas interpretaciones. Las equivalencias más usuales son las que
siguen: palabra; razón, en el sentido de relación, medida, patrón universal; ley
lógica del mundo o ley del devenir universal; realidad; verdad. Según Guido
Calogero, en un ensayo publicado en el Giornale critico della filosofia italiana
(1936), en Heráclito no se han diferenciado todavía las esferas ontológica, lógica y
lingüística, de manera que logos significa para él, a un tiempo, palabra, verdad y
realidad. Este triple sentido se hallaría confirmado en el fragmento 72. Ahora bien:
no siendo posible, como en el caso del fragm. 1, encontrar en castellano un vocablo
que exprese la totalidad de los sentidos del logos heraclíteo, hemos elegido la
palabra Verdad, señalada por Calogero como una de las tres interpretaciones
posibles, valiéndonos de su carácter multívoco, el cual le permite adaptarse al
contexto de las diversas expresiones en que aparece empleada por Heráclito, con
excepción del fragm. 39, donde hemos traducido por renombre y en los fragms.
97 y 108 donde hemos puesto, sencillamente, palabra. Sobre el problema del
logos, consúltense los estudios de Teichmüller (v. bibliografía).

Las versiones consultadas de este fragmento difieren notablemente. Hemos seguido


las interpretaciones más fundadas, en especial la de Lassalle (v. bibliografía): El
Logos, la Verdad de que habla Heráclito en su libro, existe desde siempre, y el
universo (traducimos así el griego todo o todas las cosas) se ajusta, se conforma,
en su devenir, a esta Ley, a esta Palabra, a esta Verdad. Pero los hombres no la
conocen, no se hacen cargo de ella, y así cuando hablan y obran proceden como
inexpertos, a causa de su ignorancia. Heráclito distingue, separa y expone en su
libro la naturaleza contraria, contradictoria, de esas palabras y esos hechos, y la
explica en él. A causa de no conocer el Logos, que es verdad universal (v. fragm.
2), los hombres ódespiertos o dormidosó ignoran lo que hacen.

Es necesario entonces seguir lo que es común. Pero aunque esta


Verdad sea común, la muchedumbre vive como si tuviese una
inteligencia individual.

Común: es decir, universal. Es necesario obrar de acuerdo con la Verdad


universal, conforme con la realidad de los hechos. Los hombres ignorantes obran en
cambio, arbitrariamente, de acuerdo con su opinión personal, subjetiva, carente de
validez (cfr. fragm. 89).

La muchedumbre: los más, el vulgo; en Heráclito tiene siempre un sentido


despectivo. "Los fragmentos que atacan a la multitud son muy numerosos.
Adviértase la oposición, característica en Heráclito, entre el sabio que medita sobre
el Universo y vive armoniosamente con él, y la multitud inconsciente. Pero sería
cometer un singular error ver, en este desprecio, el desprecio por el hombre en
general. Heráclito solamente manifiesta el orgullo y la exaltación del trasmundo
que descubre. Con qué ternura, en cambio, se inclina sobre los hombres que
buscan su camino, por ej., en los fragms. 44, 75 y 116". (Y. Battistini, v.
bibliografía).

El sol, grande como el pie de un hombre.

Grande como: es decir, del tamaño de.

Si la felicidad consistiese en las satisfacciones del cuerpo, entonces


diríamos que los bueyes son felices cuando encuentran hierbas para
comer.

En vano tratan de purificarse lavándose con sangre, como si quien se


metió en el barro con barro se limpiara. ¡Insensato parecería aquél
que observara tal acción! Y aun dirigen sus plegarias a las imágenes
de la divinidad, como si se pudiese hablar con las paredes, sin
procurar conocer la naturaleza de los dioses y de los héroes.

El sol es nuevo cada día. [No cesa de ser eternamente nuevo.]

El agregado es de Aristóteles.

Si todas las cosas se volviesen humo, las conoceríamos por la nariz.

Las conoceríamos: las distinguiríamos.

Los contrarios concuerdan, la discordancia crea la más bella armonía,


[que todo se produce por la discordia].

Para Heráclito, la armonía es la expresión más perfecta del "Logos". Sólo se


produce donde hay contrarios.

En verdad, los asnos preferirían la paja antes que el oro.

10

Uniones: completo e incompleto, convergente [y] divergente,


consonante [y] discordante, y del todo lo uno y de lo uno, todo.

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