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Trabajo Interdisciplinario:

especificidad y articulación
entre disciplinas
Índice de contenido
1. Introducción............................................................................................................................................ 1

2. ¿Qué entendemos por trabajo interdisciplinario?............................................................................1

La interdisciplina como abordaje integral........................................................................................ 1

Las disciplinas en la dinámica interdisciplinaria..............................................................................2

3. Demanda y síntoma en la clínica con niñas, niños y adolescentes.................................................3

¿Qué piden los padres?........................................................................................................................ 4

4. Relato clínico........................................................................................................................................... 6

Entre el acompañamiento y la vigilancia.......................................................................................... 6

Historia familiar..................................................................................................................................... 7

Internación en hospital de emergencias psiquiátricas...................................................................7

Construyendo una red......................................................................................................................... 8

Los dispositivos terapéuticos como significantes...........................................................................9

5. A modo de conclusión......................................................................................................................... 10

Bibliografía................................................................................................................................................ 10
1. Introducción
En este módulo nos focalizaremos en el trabajo interdisciplinario de la
clínica con niñas, niños y adolescentes. Nos adentraremos en la
articulación y especificidad de las distintas disciplinas, para lo cual resulta
necesario definir aquellos conceptos principales que atraviesan nuestra
práctica: síntoma, demanda y transferencia. Luego de este recorrido,
presentaremos un relato clínico para articular estos conceptos teóricos con
la situación particular de aquellos que consultan: niñas, niños,
adolescentes, padres y/o referentes sociales.

2. ¿Qué entendemos por trabajo interdisciplinario?

La interdisciplina como abordaje integral


La interdisciplina surge como respuesta a la complejidad de la presentación
de los motivos de consulta en la clínica con niñas, niños y adolescentes 1.
Es la característica misma de esta presentación la que requiere de un
abordaje entre disciplinas que, sin perder su especificidad, se articulen en
una práctica conjunta. Esta necesidad surge de entender al sujeto desde
una perspectiva integral, en su dimensión histórica, social, familiar,
psíquica, biológica.
Nos interesa destacar que esta perspectiva responde a un posicionamiento
ético que tiene sus cimientos en nuestra práctica cotidiana. En la clínica de
niñas, niños y adolescentes en salud mental, verificamos diariamente la
imposibilidad de dar respuesta a las consultas desde una escucha
disciplinar aislada, resultando un recorte forzado de la presentación real el
restringirse a una escucha subordinada a un discurso hegemónico, ya sea
médico, psicológico o social. Así el trabajo interdisciplinario permite la
construcción de la lógica de un caso (presunción diagnóstica, planificación
terapéutica y su fundamentación) desde las limitaciones, desde un no saber
disciplinar que conduce necesariamente a una construcción entre varios.
Entendemos que la interdisciplina es solidaria del armado de la
lógica singular de cada caso, lógica que se construye en el diálogo clínico
entre distintos profesionales. Será esa lógica la que guíe la intervención de
cada disciplina acorde a las necesidades del caso. Esto conduce a pensar
el problema de si acaso la interdisciplina requiero o no un lenguaje común a
los diferentes discursos que participan de su constructo.
En este sentido nos remitimos a lo expuesto sobre el tema en el
curso virtual “Una mirada epistémica y político-institucional sobre la

1 Alcuaz, C.-Coronel, P.A., “Complejidad del abordaje de la urgencia en el Servicio Ambulatorio de Niñas,
Niños y Adolescentes del Hospital Nacional en Red (EX CENARESO)” en ¿Cómo intervenir en las urgencias?
Nuevas subjetividades, nuevos dispositivos, Bs. As. , Lic. Laura Bonaparte, 2014, pp. 88- 98.

1
Atención Primaria de la Salud en el primer nivel de atención” 2. Allí decíamos
que el terreno en donde debe dirimirse cómo vamos a nominar los
fenómenos clínicos que observamos no implica una renuncia a los
discursos de origen de cada disciplina. Se trata más bien de llevar al
terreno de la discusión clínica los fundamentos de una presunción
diagnóstica que nos permita tomar decisiones terapéuticas conjuntas en
pos de un objetivo común de tratamiento, de una direccionalidad
compartida para el proceder de las distintas prácticas que se pondrán en
juego en la prescripción del plan en el marco de una estrategia.
En otras palabras, nuestra forma de abordar el trabajo interdisciplinario
parte del supuesto de la existencia de un conflicto que consiste en la
disputa de diversos discursos en busca de un consenso, hipótesis clínica de
trabajo conjunto. ¿Qué justifica este desafío más allá de los requerimientos
legales y normativos expuestos en el primer módulo? Pensar que cada
disciplina aislada resulta insuficiente para dar respuesta al nivel de
complejidad que las presentaciones clínicas actuales muestran. Esta
manera de pensar la clínica implica, a su vez, profundas modificaciones en
relación a la propia mirada disciplinar.

Las disciplinas en la dinámica interdisciplinaria


A modo de ejemplo, mencionamos la indicación del psiquiatra de introducir
un determinado medicamento según su perfil de acción a nivel
farmacodinámico para el tratamiento de determinados síntomas blanco. La
decisión, basada en los requerimientos de la gradual titulación, el control
eventual de aparición de efectos no deseados, la evolución de la respuesta
clínica a su introducción, la responsabilidad por su utilización adecuada,
estará fuertemente influenciada por un cuerpo de conocimientos poco
desarrollados a lo largo de la formación de grado del médico.
Así, el impacto en la subjetividad de un ser en desarrollo, el entorno
familiar y su funcionamiento o, en su ausencia, la red social implicada en la
vida cotidiana de esa niña, niño o adolescente, devienen aspectos
determinantes de una decisión clínica que en sus inicios se remonta a
aspectos neurobiológicos, pero culmina y se consolida cuando se implica
en una evaluación de carácter más integral, abarcando cuestiones que
hacen a su inclusión en la esfera psicológica y social. Estas últimas resultan
íntimamente implicadas en decisiones clínicas. Y estamos en condiciones
de afirmar que, aun en ausencia de los integrantes del equipo ajenos a su
propia disciplina (no al caso en seguimiento), el rol del psiquiatra que
asume la modalidad del trabajo interdisciplinario ve influenciada su mirada
por esos otros discursos.
En el caso del psicólogo, la interdisciplina como práctica entre varios
implica una relación de cooperación entre discursos que le permiten
sostener su práctica en un abordaje integral del paciente que de otro modo
sería imposible. Frente a la complejidad de las situaciones clínicas, los
2 Cabanchik P., Catalán V., Coronel P.A. “Los aportes disciplinares a la estrategia interdisciplinaria en salud
mental”, curso virtual “Una mirada epistémica y político-institucional sobre la Atención Primaria de la Salud
en el primer nivel de atención”, 2014: apartados 1 y 2. Material de lectura Módulo 3.

2
límites y alcances de su disciplina requieren la mirada del médico o de otra
disciplina. En la escucha, asistimos a presentaciones sintomáticas que
ponen en primer plano conductas desreguladas a nivel del cuerpo
(consumos problemáticos, pasajes al acto, fragmentación corporal etc.). Se
necesita un tiempo para que el futuro paciente pueda organizar y regular los
excesos a nivel del cuerpo y poder así tomar la palabra. En ese tiempo es
fundamental la intervención del médico, en la cual el fármaco permitirá en
ciertos casos ayudar a propiciar las condiciones de un tratamiento por la
palabra.
Por otro lado, el trabajo con la familia o referentes sociales se
orientará fundamental al armado de una red de sostén del tratamiento, y es
allí donde la articulación con la escucha del trabajador social se torna
fundamental. Para poder pensar en estrategias de abordaje integral se
vuelve necesario, en muchas ocasiones, el trabajo interinstitucional y la
articulación con referentes del centro de vida de la niña, niño o adolescente.
El éxito de esta tarea muchas veces define las posibilidades concretas de
sostenimiento de un tratamiento, principalmente cuando se habla de una
modalidad ambulatoria de atención. De este modo, la articulación con el
trabajador social enriquece el diagnóstico clínico y abre un abanico de
posibilidades de intervención para lograr la mejor respuesta que como
profesionales de la salud podemos brindar a quienes consultan.

3. Demanda y síntoma en la clínica con niñas, niños y


adolescentes
Desde el psicoanálisis, se considera que el síntoma debe ser captado a
nivel del discurso, es decir, a nivel del relato, de la palabra, para que se
constituya como tal. El que consulta es quien enuncia cuál es su síntoma,
su padecimiento. Según el psicoanálisis, el síntoma se va construyendo en
el relato desarrollado en el transcurso de la entrevista con el profesional
que escucha.
Una de las particularidades de la clínica con niñas, niños y
adolescentes es que el pedido de consulta parte del Otro. Este Otro puede
ser la familia, el pediatra, la escuela, otros profesionales, el sistema judicial,
referentes sociales, etc. Ese Otro representa los distintos discursos que
rodean y atraviesan la infancia.
A veces, el adulto consulta acompañado por el niño o el adolescente.
Otras veces concurre solo, ya que no ha logrado hacerlo asistir a la
consulta o no ha sabido cómo decirle el por qué de la misma. De ahí que el
encuentro con el que pide una entrevista pueda tomar la forma de una
orientación. En estos casos, se suele escuchar el pedido para luego
evaluarlo de modo de orientar al familiar sobre cómo proceder en
situaciones de urgencia con los niños, es decir, en situaciones de riesgo
subjetivo para sí o terceros, etc.
En muchos casos, desde el discurso jurídico se solicita la evaluación
de jóvenes menores de edad en conflicto con la ley y en situaciones de

3
consumo problemático de sustancias. En otros casos, es desde el discurso
médico pediátrico que se sugiere al familiar tratamiento psicoterapéutico
para el niño. En la consulta, el médico es capaz de escuchar aquello que no
funciona en el vínculo madre e hijo, o simplemente descarta la causa
orgánica de los síntomas en el niño por los cuales se lo consulta.
Cuando el pedido es de Otro que no es la familia del niño, tal como la
escuela, el pediatra, etc. no siempre la posición de la familia es acordar con
esa demanda iniciada en un tercero. Una madre decía: “en casa es otro
chico, pero la escuela quiere que consulte porque pega a los compañeros,
no hace caso a las maestras, empuja, etc.” Es necesario convocar a aquel
que demanda para desarrollar el pedido y entender quién localiza el
síntoma en el niño.
Más allá del hecho puntual que dio origen a la consulta, se apuesta a
crear en la entrevista un tiempo donde el niño o adolescente pueda tomar la
palabra y hablar de su malestar. Este malestar puede coincidir o no con lo
que identificó el adulto. Si a través de las intervenciones del profesional, el
malestar es enlazado con un deseo de saber sobre su causa, podremos
arribar a la construcción de una demanda de tratamiento diferente al pedido
inicial de consulta. Esta demanda indicará también un primer nivel de
constitución de la transferencia en sentido simbólico, es decir, la instalación
de la suposición de saber.

¿Qué piden los padres?

Cuando un adulto consulta sin un niño lo que trae es un sufrimiento, un


posible síntoma. Traer un sufrimiento es traer un síntoma y buscar un saber
sobre eso. Así también una persona puede traer a su hijo ubicándolo en el
lugar de síntoma en relación consigo misma.
Cuando los padres piden una consulta por el niño, por lo general lo
que traen es a ese niño en tanto síntoma de la pareja parental. Es decir, de
aquello que les provoca sufrimiento. En “Dos notas sobre el niño” 3, Lacan
afirma que el niño, en tanto neurótico, está ubicado en el lugar del síntoma
de la pareja de padres, es decir, el niño es aquello que los hace sufrir 4.
Ahora bien, en términos de Ana Ruth Najles, un psicoanalista, por su
posición, intenta obtener de aquel que consulta que se transforme en un
sujeto analizante5. Sin embargo, esta operación es más complicada en los
niños porque son enviados por otros, por ejemplo, por el gabinete
psicopedagógico de la escuela o por sus padres que ya no saben qué hacer
con él6 .
Por lo tanto, más allá de cómo se presente la consulta, lo primero que hay
3 Lacan, J. “Dos notas sobre el niño”, en Intervenciones y textos II, Manantial, Bs. As., 1998.

4 Lacan Op.cit.

5 Ruth Najles, A. “¿Qué piden los padres?” en: Problemas de aprendizaje y psiconálisis, Grama, Bs. As., 2008

6 Op.cit.

4
que determinar en todos los casos es por qué alguien viene a hablarnos de
un niño. Hay que evaluar qué demanda quien viene a hablar por un niño, es
decir, cómo eso de lo que vienen a hablar puede transformarse en un
síntoma analítico. Así, podría ocurrir que el niño quedara por fuera de la
escena ya que no le estaría ocurriendo nada a él, no estaría presentando
ningún malestar o problema.
El adulto trae su objeto síntoma: “mi dificultad con el trabajo”, “mi
problema con el estudio”, etc. Y el niño también puede ser traído como un
objeto7. En este punto tenemos dos posibilidades: que realmente el niño
tenga síntomas, es decir un sufrimiento que amerite un tratamiento, o que el
niño no presente sintomatología y que el padecimiento quede del lado del
adulto que no ha llegado a pedir una consulta para él, desimplicándose
subjetivamente de la situación al colocar en el afuera el problema.
Son muchas las veces que recibimos a los hijos de los padres en
tratamiento en otros dispositivos del hospital donde desempeñamos
nuestras prácticas. Por lo tanto, el síntoma en juego pudo haber sido
evaluado en otro espacio, previo al nuestro. En esos casos de trabajo
previo podemos arribar a demandas delimitadas más claramente.
Podemos mencionar el ejemplo de un paciente que, transitando la
revinculación con su hija en el dispositivo de Casa de Medio Camino,
manifestaba venir con ella para que le dijeran “cómo ser padre”. A su vez, la
niña presentaba un estado depresivo reactivo a la mala relación con su
madrastra y la prohibición de ver a su hermano, situación en la que su
padre no podía intervenir. Este ejemplo daría cuenta de la necesidad de
inventiva y flexibilidad de un dispositivo que requiere dar lugar a un espacio
psicoterapéutico para la niña y a entrevistas de seguimiento para el padre.
Es interesante destacar, también, que cuando se escucha a ambos
padres, cada uno puede hablar del niño de manera diferente. Entonces
cuando los adultos vienen, aunque vengan por el niño, no está definido
verdaderamente el motivo de la consulta, el objeto en cuestión. Entonces,
hay que escuchar y lograr que la demanda se exprese, por lo que es
necesario no tomar rápidamente al niño –“objeto paquete” 8- en tratamiento
sin escuchar previamente a los padres y/o referentes 9.
El tratamiento de los niños supone la responsabilidad de los padres y/o
referentes en el padecimiento del niño, la implicación subjetiva de los
mismos. Una madre decía una vez que su estado de angustia era
absorbido por su hijo, por el cual justamente consultaba: “es una esponja”,
decía, y reconocía que dejarlo solo debido a tener que salir a trabajar
provocaba aquel malestar subjetivo por el cual consultaba. Otra madre, en
una situación semejante, no entendía el por qué de las conductas de riesgo
de su hijo (consumo de sustancias), que se quedaba solo todo el día. Se
preocupaba por si su hijo limpiaba, se bañaba, ordenaba la casa, etc., sin

7 Op.cit.

8 Op.cit.

9 Ruth Najles utiliza una palabra del derecho: “comparecer”, para explicar cómo se debe intervenir para
lograr un desarrollo de ese pedido, es decir, situar qué es lo que demandan y sus razones. Op.cit.

5
registrar su necesidad de estar acompañado por un adulto. Entendemos
que en esta mamá no se producía el efecto de división subjetiva: en ningún
momento se angustiaba por el hecho de dejar solo a su hijo (y sus
consecuencias).

4. Relato clínico

Entre el acompañamiento y la vigilancia


Entre el acompañamiento y la vigilancia
Desde un centro que trabaja con jóvenes en conflicto con la ley penal 10, nos
fue solicitado evaluar a la joven N, de 14 años de edad, debido a su
situación de consumo problemático de sustancias para determinar qué tipo
de tratamiento necesitaba. El pedido revestía la característica de lo urgente
ya que, al estar alojada en ese tipo de dispositivo, se contaba con poco
tiempo para resolver su situación judicial y se necesitaba informar al juez de
la pertinencia de un eventual tratamiento para N.
A las pocas horas de este pedido, N fue internada en un hospital general de
niños debido a la situación clínica que presentaba y que, entre otras cosas,
se evidenciaba por su significativo bajo peso (33 kilos), además de estar
cursando un adenoflemón submaxilar (infección y supuración de glándula
de tejidos adyacentes) con requerimiento de tratamiento antibiótico.
Tres meses antes de este pedido, N había sido llevada al mismo
centro para jóvenes en conflicto con ley penal debido a una tentativa de
robo. Su hermana mayor, por indicación del juzgado interviniente, alojó a N
en su casa y la trajo a una consulta en nuestro dispositivo. Durante los tres
días que convivió con su hermana, fue enviada al colegio. N presentaba un
consumo problemático de múltiples sustancias (alcohol, tabaco, pastillas,
pasta base de cocaína, inhalantes, marihuana) y una escasa contención
familiar que le impedían realizar un tratamiento en forma ambulatoria.
Por otro lado, N no habló durante la entrevista. Tampoco pudo
precisar la dosis ni el tipo de pastillas consumía. Evidenciaba deterioro
cognitivo y no presentaba registro subjetivo de síntoma ni disposición al
tratamiento. Su hermana situaba el comienzo del consumo a los 9 años de
edad de N. En ese momento, nuestro equipo de profesionales indicó una
internación cuyo cumplimiento no se efectivizó. N volvió a la calle, situación
que había comenzado hacía cuatro años y en la que era acompañada por
uno de sus hermanos, que también consumía sustancias.
Una vez concretada la internación en el hospital general de niños, en
virtud de la articulación intersectorial, nuestro dispositivo tomó conocimiento
de la misma, y decidió realizar una evaluación de la paciente internada
clínicamente así como encargarse de su seguimiento. Nos contactamos con
10 Generalmente, los jóvenes detenidos por estar en conflicto con la ley penal ingresan a centros donde, en
un plazo no superior a los cinco días, un equipo técnico se encarga de hacer un diagnóstico psicológico y
social del joven y de sugerir al juez correspondiente la medida a adoptar. Luego de ello, el magistrado
evalúa la situación y las alternativas propuestas, define la continuidad o no de la detención del joven (en
centros cerrados, de contención o de referencias) y, en caso de considerarlo pertinente, labra un oficio
judicial mediante el cual solicita la evaluación interdisciplinaria en un dispositivo de salud mental.

6
el equipo profesional de la institución con el objetivo de constituirnos como
equipo de referencia con vistas a un futuro tratamiento ambulatorio a partir
de su seguimiento.
Luego de varias comunicaciones telefónicas en las que se nos
informó de la mejoría clínica, concurrimos a evaluarla con un equipo
interdisciplinario. Volvimos a recomendar la internación, esta vez en un
hospital de emergencias psiquiátricas que cuenta con una sala de
internación para adolescentes, dada la gravedad de la relación de la
paciente al consumo y la necesidad de contar con un tiempo para organizar
las condiciones de vida en el afuera que le permitieran no exponerse
nuevamente a situaciones de riesgo.
La recomendación de la internación fue pensada como la posibilidad
de detener el impulso tanático de la paciente por medio de la sustancia y
apostar a la instalación de un tratamiento posible. Es de destacar que N
nunca había realizado un tratamiento anteriormente. Tanto el centro para
jóvenes en conflicto con la ley penal como nuestra institución acompañaron
a la paciente durante su internación clínica, de la cual se recuperó
rápidamente.
Se articuló su derivación con el hospital de emergencias
psiquiátricas, presentando a los profesionales de la guardia la situación del
caso clínico, la necesidad de internación y la oferta de seguimiento
posterior, bajo la modalidad ambulatoria, desde nuestro servicio. Fue
acompañada por el centro para jóvenes a la guardia de aquel hospital.

Historia familiar
Su madre falleció a los cuatro años de edad de N. Su padre también
falleció. Según el relato de su hermana, el padre era “severo” con sus hijos.
N Tiene siete hermanos, los cuales conviven con distintas personas, uno de
ellos está detenido y otro está en situación de calle. Su hermana vive con
su marido y sus cinco hijos. Vive en un hotel que es subvencionado por un
programa estatal de ayuda a la crianza.

Internación en hospital de emergencias psiquiátricas


Una vez en la internación, el equipo del centro para jóvenes en conflicto con
la ley penal comienza a visitarla y a facilitar, en coordinación con el equipo
del programa de ayuda a la crianza, la revinculación con sus hermanos,
quienes van a verla. Por otro lado, solicitan el recurso de acompañante
terapéutico (A.T.) para acompañarla durante su internación.
Desde la coordinación del dispositivo, sostuvimos contacto con la
directora del centro para jóvenes en conflicto con la ley penal, quién nos
comentó que tramitarían el recurso de un hogar terapéutico para N luego de
su externación. Conversamos sobre qué tipo de tratamiento podríamos
ofrecerle en nuestro dispositivo.
Por otro lado, empezamos a notar cierta tensión entre diferentes
criterios en relación a las intervenciones sobre el caso. Por un lado, el

7
centro para jóvenes en conflicto con la ley penal esperaba que en la
internación hubiera más actividades acordes a la edad de N,
independientemente de la evolución clínica del cuadro. Por otro lado, el
equipo tratante de la internación no estaba habituado a la participación de
equipos extra-institucionales en sus decisiones clínicas, y promovía una
recuperación de su educación desde una lógica más tradicional.
De este modo, el centro para jóvenes en conflicto con la ley penal
proponía a N proyectos futuros que, más allá de lo adecuado o no de los
mismos, no estaban en relación con la orientación del tratamiento en curso.
A su vez, el equipo de acompañantes terapéuticos no respondía en sus
intervenciones a ninguna lógica del caso clínico y corría el riesgo de
posicionarse como vigilantes más que como acompañantes.
Desde la coordinación y parte del futuro equipo tratante de nuestro
dispositivo se acordó organizar una reunión en el hospital de emergencias
psiquiátricas conjuntamente con el equipo del centro para jóvenes en
conflicto con la ley penal y el equipo tratante de la internación. Durante esa
reunión, pudimos establecer entre todos una cierta lógica clínica del caso,
en la urgencia, de modo de guiar las intervenciones de cada institución en
función de lo que la paciente necesitara.
Es así cómo desde el centro para jóvenes en conflicto con la ley
penal se trabajaría la revinculación familiar y la búsqueda de un hogar,
frente a lo cual se nos solicitó acompañamiento. El equipo tratante de la
internación brindaría terapia psicológica, psiquiátrica y nos permitirían
visitar a N para armar un lazo con ella desde la internación. Se acordó la
conveniencia de no realizar pasajes abruptos de un dispositivo a otro sino
de superponerlos coordinadamente para favorecer la continuidad de
cuidados. Se le explicó a N el por qué irían a verla profesionales de nuestro
servicio, y la paciente dio su consentimiento.

Construyendo una red


¿Cómo intervenir en la urgencia cuando no hay relato por parte de N,
cuando está congelada en el tiempo siempre presente del consumo, de la
pura descarga pulsional? Vemos en N una situación de errancia donde
ningún proyecto de vida ancla su existencia. Por otro lado, no encontramos
la dimensión de un Otro, como lugar simbólico, ya sea familiar o
institucional, al cual poder dirigirse. ¿Cómo pensar la constitución de un
Otro para N que no sea el Otro del rechazo? Es así como, desde la
coordinación del dispositivo, se le dijo en una primera visita que queríamos
atenderla, que nos interesaba su problemática y queríamos brindarle un
espacio de escucha, contención y acompañamiento.
La internación se hace necesaria como un tiempo donde poder
detener la errancia subjetiva y limitar lo compulsivo del consumo. Así, uno
de los efectos terapéuticos fue la ausencia de abstinencia en la paciente.
La urgencia queda en estos casos del lado de los profesionales (no
hay urgencia subjetiva, no hay sujeto sino alguien consumido por su objeto
de consumo) en la apuesta de transformar una situación de riesgo de vida

8
en un efecto de sujeto. Para esto, la presencia profesional (ir a verla,
hablarle) es la intervención que nos orientó en la urgencia, es decir, el
hecho de constituirnos como Otro al cual pueda dirigirse.
De hecho, en una de las visitas, pidió que se la volviera a visitar pero
en un día diferente al que iban los profesionales del centro para jóvenes en
conflicto con la ley penal. Nos solicitó también que consiguiéramos
auriculares para escuchar música. En esta misma visita, se quejó de la
“vigilancia” que sentía por parte del acompañante terapéutico. Si apostamos
a un efecto de sujeto, ¿cómo no ver en el intento de preservar su privacidad
un atisbo del mismo? ¿Cómo regular la distancia que hay entre el
acompañamiento y la vigilancia, entre aquello que le permite mantener el
tratamiento y aquello que le es invasivo? Armar Otro es invertir la cuestión
de que ella sea intolerable (refractaria a tratamientos, disocial, etc.) a ser
nosotros tolerables para ella.
Somos intolerables cuando el dispositivo no se adapta al caso (A.T.)
o cuando la rechazamos. Hay que conocer en qué punto ella no tolera un
tratamiento (quizás el error está en lo que se le ofrece). El deseo
profesional hace que un paciente sea o no tolerable. Si el deseo no viene
del lado del paciente, tampoco la demanda, entonces hay que invertirlo y
colocarlo del lado de nosotros. Esa fue la lógica de la intervención en la
urgencia.
Lo único que permite apostar a un sujeto es el deseo de los
profesionales, si no hay deseo del Otro, no es posible constituirse como
sujeto. No se trata de asistencialismo ni voluntarismo, ni de querer el bien
del paciente normalizándola de acuerdo a los propios ideales.

Los dispositivos terapéuticos como significantes


No hay que tomar los dispositivos en su sentido literal, es decir, pensar que
un acompañante terapéutico acompaña, o que los profesionales de
consultorios externos sólo realizan tratamientos ambulatorios. Vemos como
en N el A.T. “vigila”, el centro para jóvenes en conflicto con la ley penal
“acompaña” y nosotros “los ambulatorios” intervenimos en la internación.
Hay que pensar en el mejor de los usos de los dispositivos en función de lo
que sea más conveniente según la lógica del caso.
El sentido es el uso. Si N dice “el A.T. me vigila”, entonces así define
el sentido que le atribuye a esa función. Ver qué sentido encuentra en lo
que se le ofrece nos da herramientas para redefinir la estrategia a seguir de
manera dinámica, eventualmente optando por hacer y deshacer
intervenciones clínicas que demuestren efectos deseados.
Los dispositivos deben intervenir según la lógica de la cura, de ahí
que pensemos nuestra intervención desde un dispositivo ambulatorio ya en
la internación, sabiendo que la ausencia de demanda hará que
posiblemente se externe y no logre aun pedir un tratamiento.

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5. A modo de conclusión
Cuando no hay red social que sostenga la existencia de alguien, entonces
el armado de una red profesional puede sostenerla siguiendo una jerarquía
de prioridades que emane del conocimiento clínico y de la interdisciplina.
En otros términos, no vamos a atender el sentido de la vida sin antes
ocuparnos de su andamiaje material. Para que un sujeto pueda expresar
algo de su deseo, debe contar primero con un cuerpo que le sirva de
sostén, un cuerpo cuyos cuidados básicos se deben garantizar. La
continuidad de cuidados dependerá de la concatenación de los distintos
dispositivos y la coordinación de su intervención articulada. Llamamos
transferencia de trabajo al lazo entre profesionales causado por la apuesta
a efectivizar un tratamiento de manera interdisciplinaria, es decir, la
posibilidad de suponer un saber hacer por parte de otra disciplina dando
lugar para ello.
Este recorte clínico muestra cómo la interdisciplina surge como
respuesta ante la complejidad de la presentación del motivo de consulta. Es
la característica misma de esta presentación la que exigió un abordaje
entre disciplinas e instituciones, las cuales realizaron una práctica conjunta
sostenida por un debate clínico permanente. Como mencionamos
previamente, esta necesidad surge de entender al sujeto desde una
perspectiva integral, en su dimensión histórica, social, familiar, psíquica y
biológica.

En el próximo módulo desarrollaremos las características y fundamentos


clínicos del Dispositivo ambulatorio de niñas, niños y adolescentes del
Hospital Nacional en Red especializado en Salud Mental y Adicciones que
sirve de escenario para las prácticas que reflejan esta propuesta de trabajo.

Bibliografía
Alcuaz, C., Coronel, P.A., “Complejidad del abordaje de la urgencia en el
Servicio Ambulatorio de Niñas, Niños y Adolescentes del Hospital Nacional
en Red (ex CeNaReSo)” en ¿Cómo intervenir en las urgencias? Nuevas
subjetividades, nuevos dispositivos, Ed. Lic. Laura Bonaparte, Bs. As. ,
2014, pp. 88- 98.
Cabanchik P., Catalán V., Coronel P.A., “Los aportes disciplinares a la
estrategia interdisciplinaria en salud mental”, apartados 1 y 2 del material de
lectura del módulo 3 del curso virtual Una mirada epistémica y político-
institucional sobre la Atención Primaria de la Salud en el primer nivel de
atención, Hospital Nacional en Red Especializado en Salud Mental y
Adicciones, Ed. 2014.
Lacan, J., “Dos notas sobre el niño”, en Intervenciones y textos II, Ed.
Manantial, Bs. As., 1998.

10
Najles, R. A., “¿Qué piden los padres?” en: Problemas de aprendizaje y
psiconálisis, Ed. Grama, Bs. As., 2008

Recalcati, M., L´uomo senza inconscio. Ed. Raffaello Cortina, Milano, 2010

Stolkiner, A., Interdisciplina y Salud Mental, 2005


https://www.academia.edu/9175106/IX_JORNADAS_NACIONALES_DE_S
ALUD_MENTAL_I_JORNADAS_PROVINCIALES_DE_PSICOLOG
%C3%8DA_SALUD_MENTAL_Y_MUNDIALIZACI
%C3%93N_ESTRATEGIAS_POSIBLES_EN_LA_ARGENTINA_DE_HOY_7
_y_8_de_octubre_2005_Posadas_Misiones_Argentina_INTERDISCIPLINA
_Y_SALUD_MENTAL.
Le Poulichet, S., Toxicomanías y psicoanálisis. Las narcosis del deseo. Ed.
Amorrortu, Bs. As., 2005.

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