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6.

El Hombre como Persona y Natura


Problemática
El hombre parece distinguirse de los demás animales. Tres posiciones asignan al hombre una natura: el monismo (el
hombre es unívoco, o meramente material o espiritual), el dualismo sustancial (el hombre tiene dos elementos sustanciales
plenamente autónomos) y la uni-dualidad de principios (la natura del hombre compuesta por dos co-principios que
constituyen un único sujeto). Según esta última interpretación, el alma espiritual no sólo es forma del cuerpo material, sino
que emerge como forma virtualmente subsistente.
El hombre es, además de individuo, persona en referencia a la propia natura. Esto refleja las diversas dimensiones del
hombre (corporeidad, historicidad e intersubjetividad). También se refleja la especificidad del «fenómeno»-hombre, aunque
la auténtica antropología resalta el hombre como proyecto libre que construye su propia «esencia».

Cuadro histórico [a) Líneas generales; b) autores y obras; c) desarrollo de la tradición; d) valoración]
1. Platón y el neoplatonismo
El alma espiritual tiene un primado en el hombre y manifiesta la dignidad en el hombre.
2. Aristóteles
Partiendo de la definición de hombre como «zoon logikon», expresa la característica de animal viviente dotado de razón.
3. Tradición agustiniana
Siguiendo a Platón, ve en el hombre una sustancia espiritual hecha para conocer la Verdad.
4. Tomás de Aquino
Siguiendo a Aristóteles, define al hombre como una unidad sustancial compuesta por dos principios, uno material o
corpóreo y uno espiritual.
5. Tradición racionalista (Descartes, Kant)
Mientras que Descartes habla de dualismo de dos sustancias completas, Kant da valor al sujeto trascendental como origen
de la personalidad del hombre.
6. Tradición empirista (Hobbes, Hume)
Explicación
7. Hegel y los post-hegelianos (Feuerbach, Marx, Kierkegaard)
Hegel inicia la concepción del hombre desde el punto de vista del espíritu y del yo absoluto, donde cada quien sería un
simple comento del desarrollo del Espíritu Absoluto.
8. El hombre en el siglo XX. Nihilismo (Nietzsche, Vattimo); existencialismo (Heidegger, Sartre, Camus); personalismo (Scheler, Mounier,
Guardini); filosofía de la alteridad (Buber, Lévinas); neo-pragmatismo (Rorty); renovación tomista (De Finance)
Explicación

Cuadro sistemático
1. Principios metodológicos para el análisis del ser del hombre
Cuando hablamos de antropología filosófica, o filosofía del hombre, nos referimos al estudio sistemático del hombre por
sus causas últimos y principios esenciales del ser y obrar humanos. Es importante señalar que nos referimos al estudio de la
totalidad de las dimensiones sin caer en una parcialidad en el análisis por parte de las ciencias que también se ocupan del
hombre. Podemos distinguir dos planos metodológicos para afrontar este estudio: uno clásico donde el hombre es un ser en
el mundo de la naturaleza, por tanto, el hombre se define como “animal racional” siguiendo el modelo hilemórfico de
Aristóteles. Por otro lado, está el enfoque moderno que tiende a ver al hombre como “espíritu encarnado”, o como sujeto
personal, irreductible a las categorías del mundo natural, a partir de la experiencia de libertad, dignidad e intimidad personal.
De esta manera, los principios metodológicos que debemos afrontar para el análisis del ser del hombre parten desde la
exterioridad o la experiencia humana, posteriormente la interioridad o la realidad humana de la subjetividad, y por último
llegar a un plano metafísico que, desde un conocimiento analógico, aborde al hombre desde la constitución de su esencia y
espiritualidad como fundamento de las demás dimensiones.
2. Relación alma-cuerpo: explicación hilemórfica, dualista, monista, otras
La persona humana se presenta como una sustancia individual, o ser subsistente. Sin embargo, en la historia se ha negado
el carácter sustancial de la persona. El dualismo entiende el alma y el cuerpo como dos sustancias completas que se unen de
un modo accidental. No importa que cada hombre posea un alma única e irrepetible, pues su unión con el cuerpo es
irrelevante. Platón describe la función del alma como la de un artífice en relación a su instrumento, y se encuentra “encerrada”
en el cuerpo del que debe liberarse; Descartes parte del principio «pienso, luego existo» para definir al hombre como sustancia
cuya total esencia es el pensar, sin necesidad de ninguna cosa material, por lo que el pensamiento o res cogitans no se identifica
con la res extensa. Queda abierta la cuestión sobre cómo se da una explicación clara de la experiencia de unidad personal, pues
el hombre se percibe a sí mismo no sólo a través de su conciencia subjetiva, sino mediante el conocimiento sensorial que
realiza operaciones exteriores.
El monismo de carácter psicológico no reconoce una diferencia esencial entre el cuerpo y el alma, entre fenómenos físicos
y psíquicos, sino que ambos se reducen a la misma realidad. Puede reducirse de modo “espiritualista” que reconoce sólo la
sustancia espiritual; “materialista” donde sólo hay materia en la constitución del hombre; o “trascendente” por la que el alma
y el cuerpo serían manifestaciones de una tercera sustancia (para Spinoza es la sustancia divina). Aunque mantiene la unidad
de ambos principios no admite la distinción de ambos, por lo que no admiten otra realidad que las complete y perfeccione.
La explicación aristotélica del hilemorfismo aplicada al ser humano nos permite distinguir que la sustancia completa es la
resultante de la forma sustancial y la materia prima, cada una de las cuales es una realidad incompleta, o sea, algo que no existe
aisladamente, sino que está esencialmente unido con el otro co-principio sustancial. La sustancia entera, el hombre en su
totalidad, es lo que existe realmente. Así, el alma no es un elemento inmaterial preexistente que haya de unirse a un cuerpo
preexistente, aunque inerte, sino que el cuerpo sin el alma no es tal cuerpo, porque no llega a constituirse y estar formalmente
organizado como tal. El alma es forma corporis que no se da separadamente del cuerpo, aunque subsista en sí después de su
separación en esta vida.
3. Vida humana y vida animal
Explicación
4. Evolución y hombre: teorías opinables, hechos seguros u otros
Explicación
5. Relación vida orgánica, sensitiva, racional. Relación mente-cerebro
La experiencia nos presenta una diversidad de seres, donde constatamos que no es lo mismo existir que vivir. La vida es un
movimiento y una transformación cualificada por tres elementos: la nutrición (asimilación de sustancias), el desarrollo
(unidad y continuidad de estructuras) y la reproducción (originar otros seres semejantes). La existencia presenta tres grados
en base a la acción: vida vegetativa (acción→ ejecución), sensitiva (acción→ ejecución y modo de hacerla) e intelectual
(acción→ ejecución, modo y fin). Además de la vida fisiológica, el hombre presenta una vida psíquica a dos niveles y tres
clases caracterizada por la conciencia (propiedad gracias a la cual el sujeto se da cuenta de la propia actividad) y la intencionalidad
(referencia al objeto como algo distinto del sujeto) El nivel inferior depende intrínsecamente del organismo: Con. sensible (sentidos);
Apetitos sensibles (tendencias e instintos); Estados de humor sensibles (afectividad sensible). El nivel superior es independiente del
organismo: Con. intelectual (inteligencia); Decisiones libres (voluntad); Sentimientos espirituales (afectividad).
La dimensión intelectual posee una triple fase de concepto, juicio y razonamiento, capaz de un conocimiento de lo
inmaterial, universal y abstracto. El objeto de la inteligencia es la esencia de las cosas materiales conocida por abstracción y
las realidades inmateriales conocidas sólo por analogía de las materiales. El hombre por medio de los sentidos externos tiene la
capacidad de poseer conceptos universales, es decir, conocer un objeto en cuanto tal, acto de entender la esencia y concebir en el
entendimiento una realidad. En base a dichos conceptos también puede formular juicios, realizando afirmaciones universales y
leyes. También posee un lenguaje conceptual, convencional y simbólico; los animales se comunican por medio de signos
inmutables, mientras que el hombre tiene significaciones, utiliza un término para expresar un concepto que representa la realidad.
Con. intelectivo-sensitivo: No se puede reducir el conocimiento intelectivo al sensitivo debido a la abstracción, que es el
proceso a través del cual se pasa de los sensible concreto a lo inteligible abstracto; los sentidos sólo perciben los datos externos,
mientras que la inteligencia llega a la esencia de las cosas y actualiza lo inteligible. Inteligencia-Cerebro: Si hablamos de la
facultad intelectiva como una facultad espiritual, no podemos reducir el pensamiento al cerebro, que es un órgano material. El
hombre no piensa con el cerebro sino con la inteligencia; el cerebro no es el órgano ni la causa del pensamiento, sino sólo la
condición instrumental necesaria. Aclarado esto, se afirma la unidad del conocimiento humano, pues propiamente hablando
no son los sentidos los que sienten, ni la inteligencia la que entiende, sino el hombre por ambos. Por tanto, entre el
conocimiento sensible e intelectual hay una distinción pero no separación; hay unidad, pero no identificación. Ambos
presentan tres características bajo diversos aspectos: del objeto o contenido (espacio/tiempo-inmaterial); de la sucesión de los contenidos
(automático-lógico); de la dependencia del conocimiento respecto al organismo.
6. Diferencias sexuales: accidentes, construcción social por datos biológicos o por la persona
Explicación
7. Origen, desarrollo y contenido del concepto de «persona»
Aquí comienza mi explicación
8. «Hombre», «persona», «sujeto», «yo». Definición de Boecio
La persona, según Boecio, puede definirse como rationalis naturae individua substantia (sustancia individual de
naturaleza racional) o según Santo Tomás subsistens in rationali natura. El ente sustancial está formado por la esencia y el
ser; la esencia limita el ser a este modo concreto, lo determina y los individua dentro de un orden ontológico, mientras que el
ser es perfección. En el hombre la forma sustancial es el espíritu y la materia prima el cuerpo: esto fundamenta la unidad
intrínseca de todo el hombre, donde hay una unión de un elemento material y otro espiritual; se trata de una dualidad (no
dualismo), ya que lo que existe y obra es el hombre uno, un espíritu encarnado, lo cual no es desprecio de la corporeidad pues la
separación alma-cuerpo sería ontológicamente deficiente e innatural. Por otra parte, el alma no puede preexistir, pues al ser
forma sustancial limitada e individuada por la materia prima, no sería ni limitado ni individuado; esto demuestra también que
el alma no puede existir sin relación al cuerpo. La generación del alma supondría el recibir una parte del generante, pero el alma
no tiene partes; la emanación es imposible porque Dios no tiene partes que se separen y se conviertan en espíritu humano.
El ente sustancial humano en cuanto consciente de su actividad constituye el Yo o sujeto psíquico. El hombre tiene
conocimiento de sí mismo, lo que implica la reditio completa y se concibe a sí mismo como persona; es persona porque es una
unidad subsistente en sí y es intelectivo porque una de sus actividades es la actividad intelectiva. Esto explica la definición
subsistens in natura intellectiva
9. Conceptos modernos de persona y compatibilidad con la tradición tomista
Explicación
10. «Natura humana» y compatibilidad con libertad, historicidad, persona humana
Explicación
11. Espiritualidad humana, trascendencia y apertura
La espiritualidad o apertura del hombre al Absoluto es la constitución fundamental del hombre. Es un ser intermedio
entre la materia pura y el espíritu puro. El verdadero problema del reduccionismo cientificista no está en negar la existencia
de las realidades espirituales y metaempíricas, sino en querer justificar su existencia y en querer aferrarlas como se aferras las
realidades materiales. Para superar el materialismo es necesario comprender que el hombre trasciende la materia y posee una
estructura espiritual, la cual se demuestra primero en la estructura biológica humana: el hombre biológicamente se presenta
como un “ser insuficiente” destinado a la extinción, pero su superioridad sólo se explica mediante la presencia del espíritu
que deja espacio al pensamiento y a la libertad, también presenta una unicidad irrepetible ya que no sólo es un cuerpo biológico
sino una phýsis humana. En segundo lugar se demuestra en el conocimiento intelectual: la inteligencia conoce en modo
abstracto e inmaterial, por lo que el conocimiento intelectual y la inteligencia de donde procede tienen que ser inmateriales;
mientras que la sensación está ligada a lo material, concreto, singular, la inteligencia forma conceptos universales e
inmateriales. Por tanto, se necesita una facultad espiritual que manifiesta la dimensión trascendente del hombre. Por último
la libertad humana requiere la dimensión espiritual, pues no está determinado por sus instintos, sino que es capaz de obrar
en contra de sus tendencias; a su vez, la estructura espiritual de la persona es la condición de posibilidad de la experiencia del
amor
12. Alma humana y muerte
Explicación
13. Existencia humana: sentido original o privada, proyecto personal y responsabilidad
Debido a la estructura espiritual del hombre, tiene una tendencia a superara todo límite basada en su capacidad intelectiva
(coge el finito en el horizonte infinito del ser) y su capacidad volitiva (no se contenta con el bien alcanzado); es una potencia
ilimitada a la verdad y al bien, que sólo se puede saciar en un Absoluto: Dios. Esta apertura explica que la persona es fin en
sí misma, en cuanto encuentra la razón de ser en sí misma, en su participación del Absoluto. Su misión y su fin es la propia
realización en cuanto espíritu encarnado. Aunque la persona es relativa en última instancia a Dios, en cuanto querida por
Él, es absoluto en sí: allí radica su auténtica dignidad. De esta apertura derivan los derechos y deberes de la persona y sólo a
partir de esta concepción se entiende al espíritu humano como intrínsecamente inmortal (subsiste por sí, no se corrompe
o destruye, tiene obrar propio) con una vida personal después de la muerte (aunque en estado violento hasta su unión con
el cuerpo)
14. Dignidad humana: significado, fundamento, dato ontológico y desarrollo
Un individuo no es persona porque se manifiesta como tal, sino al revés, se manifiesta así porque es persona. Esto
fundamente la dignidad intrínseca de la persona, que no se reduce a las expresiones externas del hombre o al ejercicio de su
facultades y de su libertad; es persona en el orden ontológico, y por el hecho de pertenecer a la naturaleza humana el estatuto
personal no se adquiere o disminuye gradualmente, sino que la persona coincide con el ser humano: unidad de cuerpo y alma.
La dignidad es universal por el simple hecho de ser persona.
La valoración de lo bueno y lo malo es un dato fundamental, conocido por todos los hombres, y la capacidad de
discernimiento nos diferencia de los animales. El valor moral es aquél según el cual juzgamos las acciones humanas y a las
personas como buenas o malas en cuanto tales. Dicho valor está arraigado en el valor de la persona, que puede distinguirse
en el nivel del ser (valor-dignidad en cuanto es persona, existe como ser humano) y en el nivel del actuar (valor moral del
hombre en cuanto actúa como persona, haciendo uso de su libertad). El fundamento próximo de dicha valoración moral se
encuentra en la dignidad de la persona humana reconocida por la razón (bien conforme a la recta razón); su fundamento
último radica en Dios como absoluto y creador del orden moral. No vale simplemente una fundamentación laica o atea, donde
la razón humana da la ley a cada uno (relativismo moral) y se actúa como si Dios no existiera, siguiendo el único criterio de
“gozar la vida”.

Lecturas
ARISTÓTELES, De anima, II.1-3.

Aquí comienza mi explicación


TOMÁS DE AQUINO, Summa theologiae, I qq. 29; 75-78.
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SCHELER, M., Die Stellung des Menschen im Kosmos [La posición del mundo en el cosmos].

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DE FINANCE, J., Citoyen de deux mondes [Ciudadano de dos mundos, Cap. I].
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LUCAS LUCAS, R., Horizonte vertical Cap. III; IX.

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