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1.

- EL ENTE FÍSICO
Problemática
La filosofía antigua presocrática buscaba el arché de toda la realidad. Después del dualismo de Platón (sensible-
inteligible) Aristóteles identifica con la Física el estudio de la realidad material (cantidad y movimiento) y de la estructura
ontológica del ente físico (hilemorfismo).
Santo Tomás distingue en su estudio del ente físico: 1. Investigación de principios y causas (resolutio); 2. Análisis del
movimiento (espacio, tiempo); 3. Búsqueda del primer motor y causa última. Las ciencias galileianas, la matematización
cartesiana y la revolución trascendental kantiana puso en crisis la filosofía de la natura en cuanto posibilidad de una ciencia
superior a las ciencias físicas. La física actual supera la concepción cuantitativa del mundo con una cualitativa de la natura.

Cuadro histórico
1. El puesto y el objeto de la Física en el cuadro de las disciplinas filosóficas aristotélicas
La ciencia nace del dinamismo intelectual humano, y en sentido general es el conocimiento perfecto, no sólo verdadero, sino
cierto, necesario, universal, metódico y orgánico que alcanza tanto el hecho como la razón de las cosas por sus causas
(Cognitio certa per causas). Aristóteles tiene el mérito del primer organizador de las ciencias tal como las conocemos
actualmente y ha establecido las bases de la división de las mismas desarrollada especialmente durante la filosofía escolástica.
El origen de esta división de las ciencias se funda en la gnoseología, gracias a la doctrina de la abstracción y a la existencia
del intelecto agente que la hace posible.
Aristóteles veía en la doctrina de la abstracción la característica fundamental de todos nuestros conceptos obtenidos
desde la experiencia. Al ser el intelecto humano una facultad inmaterial del alma que también es forma de un cuerpo, su
objeto propio es el ente material concebido inmaterialmente, y por tanto, abstracto de sus condiciones individualizadoras
derivadas de la materia, ya que de esta manera es siempre universal. Podemos afirmar que la inmaterialidad es la raíz de la
inteligibilidad, por parte del sujeto cognoscente cuyo intelecto es una facultad inmaterial en sentido estricto, como por parte
del objeto que es inteligible en cuanto es abstracto desde la materia. El fundamento metafísico de la doctrina de la abstracción
reside en la composición hilemórfica [Cuadro sistemático n. 2].
De acuerdo con lo que dice el Estagirita (Met. VI), las ciencias se clasifican según los objetos en su relación con la materia
y el movimiento. Cada ciencia tiene un subiectum, busca sus propias causas y las propiedades que le compete. Como primera
división las ciencias se distinguen en teoréticas o especulativas (aquellas que se dirigen hacia la búsqueda de la esencia y de
la verdad en sí) y prácticas (las que se preocupan de la acción y operación externa del hombre). Dentro de las ciencias
teoréticas, de acuerdo a lo establecido anteriormente, podemos establecer el puesto de las disciplinas filosóficas aristotélicas
y mediante su definición esclarecer el objeto propio de cada una de ellas.
 Física: \acéwrista/cwristéa o\uk \akònhta «De his vero quae dependent a materia non solum secundum esse sed etiam
secundum rationem, est Naturalis, quae Physica dicitur». Cosas en la materia y el movimiento. Se refiere a las actividades
y afecciones de un determinado cuerpo y de una determinada materia.
 Matemática: \akònhta o\u cwristéa «De his vero quae dependent a materia sensibili secundum esse sed non secundum rationem,
est Mathematica». Entes considerados sin devenir, pero no separados. Su objeto no está separado y no se consideran
en cuanto afecciones de un determinado cuerpo y de una determinada materia.
 Metafísica: cwristéa \akònhta «Quaedam vero sunt quae non dependent a materia nec secundum esse nec secundum rationem [...].
De huiusmodi est Methaphysica». Ser separado e inmóvil (divino, principio primero y supremo). Sí son separados.
Por tanto, la ciencia del primer grado de abstracción, llamada Física o ciencia de la natura en sentido amplio, es la ciencia
del ente sensible en cuanto sensible, en cuanto cognoscible y definible por orden a la sensación.
2. La confutación de los errores presocráticos, en particular eleáticos, en la Física, y la resolución de sus aporías con la doctrina de la composición
acto/potencia
Aristóteles en la Física I desarrolla el problema del devenir al cual busca dar una solución frente a las razones dadas por
sus predecesores. Se contrapone especialmente a la filosofía Eleática, cuyo mayor exponente Parménides (y su discípulo
Zenón) afirmaba que el devenir fuera sólo apariencia, ya que se consideraba imposible el paso del ser al no-ser y viceversa.
Sostenían además la inmutabilidad del ser único y en contraposición con el no-ser, pues o no existe o no puede ser pensado.
Pensar y ser son la misma cosa (principio de la inteligibilidad del ser), por lo cual el ser es y no puede no ser, mientras el no-ser
no es y no puede ser (principio de la trascendencia y univocidad del ser). Con estos postulados excluye la posibilidad de distinguir un
ente de otro o dividirlo; y la absoluta unidad, indivisibilidad e inmutabilidad del ente. Por otro lado, se encontraba también
Heráclito, cuyo pensamiento era que el devenir es la sustancia del ser, dado que todas las cosas están sujetas al tiempo y a la
transformación. A pesar de que esto parece estático a la percepción sensorial, en realidad es dinámico y en continuo cambio.
Para confrontarse con estas aporías, el Estagirita afirma que existen múltiples sentidos del ser. Comenzando de la
evidencia de que los entes sensibles están sujetos continuamente al devenir (corrupción y muerte) y al movimiento, Aristóteles
se ocupa del movimiento (entendido como el paso de un cierto tipo de ser a otro) y del tiempo y los fenómenos físicos en
general. Los tres principios claves de la Física son la forma (lo que constituye la especificidad actual de un ente), la privación
(negación relativa a la forma) y la materia (sustrato que permite el cambio). En base a esta caracterización se explica el
devenir a través de los conceptos de potencia y acto. El ente está compuesto de estos dos principios realmente distintos en
el orden del ser; no pueden existir separadas in se, como “entes” simplemente, sino son principios del ente mediante los
cuales el ente existe (entia quibus ens simpliciter est). La materia con relación a la forma que es su determinación es pura
potencialidad, mientras que la forma en oposición a la materia es lo que determina, lo que hace que el ente real sea tal ente; esto
explica también los diferentes niveles ontológicos. Este concepto no viene por la experiencia, sino que es demostrado por el
intelecto como la raíz de inteligibilidad de los datos de la experiencia sensible (demostraciones por la divisibilidad y la
multiplicidad numérica); además, rechaza la univocidad del ente con la aceptación del principio de analogía del ente mismo, lo
cual permitirá distinguir entre el ente actual y potencial (concebidos directamente en la reflexión sobre el devenir) del acto y
potencia del ente (entendidos como principios intrínsecos del ente).
3. Los debates medievales sobre el principio de individuación, sobre el hilemorfismo universal, sobre la eternidad del mundo y sobre la unidad de
la forma sustancial
Principio de individuación: Desde sus comienzos la filosofía se preguntó sobre la explicación de la pluralidad y
diferenciación de los individuos y sobre aquello que lo hace capaz. Mientras Platón da preferencia al universal, Aristóteles
pone en primer lugar las sustancias individuales. La falta de claridad en sus ideas generó un debate que se desarrolló durante
el Medioevo. El grande lógico Porfirio afirmaba que el individual consistía en la organización de determinaciones accidentales
que se ponían fuera del logos (esencia, forma). También Avicena consideraba los accidentes como causa de la individualidad,
excepto en el hombre, que es su propia esencia y recibe características individuales gracias a la unión con la materia concreta.
Posteriormente en el occidente latino se difundió la idea de que los accidentes no podían ser la causa de la individualidad,
porque son posteriores a la sustancia y no constituyen el núcleo del individuo humano, es decir, del “yo” humano. Santo
Tomás entiende por individuo aquello que es diferente de los otros entes, pero no es dividido en sí mismo (ST, I, 29, 4).
Aunque el individuo se distingue por los accidentes, estos residen en la sustancia como su fundamento. Ahora bien, las formas
universales vienen actuadas en un modo determinado individualmente gracias a la materia prima completamente
indeterminada en y de la cual nace la forma sustancial, lo cual hace posible la multiplicación de entes de la misma especie.
Cuando la materia se convierte en una sustancia concreta y determinada, el mismo individuo permanece presente sin cambiar
en sí mismo, hasta que no cese de existir. La materia prima es la causa material de la individuación, mientras que el contenido
formal (forma sustancial) es lo que hace interiormente una esencia específica este individuo.
Hilemorfismo universal: La doctrina del hilemorfismo aristotélico, referida al ámbito de la sustancia, fue ampliada con
la teoría según la cual todas las realidades creadas están compuestas por una única forma y una única materia. El filósofo
Avicebrón establece que la materia y la forma universal, que se determinan y se particularizan en la jerarquía de los seres
creados, constituyen el único sustrato del cosmos entero (sobrelunar y sublunar). La única materia de todas las cosas que las une
y unifica es enrarecida en los seres espirituales y densa en los materiales; y a esta materia se le atribuye una sustancialidad (esencia)
como fundamento de la individuación. Esta doctrina fue posteriormente desarrollada en la línea de un agustinismo franciscano
(Alejandro de Hales, Buenaventura, Roberto Grossatesta) que afirmaba que todas las sustancias, sensibles y espirituales, están
compuestas de materia y de forma incluidos los ángeles (materia sutil o espiritual); la materia posee por sí misma en su interior
un principio de actividad; en las realidades creadas hay una sucesión y una coexistencia de formas diferentes que concurren a
su determinación. Buenaventura, con el concepto de “rationes seminales” habla de semillas puestas por Dios en la materia
de manera que gracias a su fuerza y a la acción de otros agentes naturales surjan de ellas las formas de las cosas. Santo Tomás
critica profundamente esta postura interpretando la distinción materia-forma separada de aquella de potencia-acto. De esta
forma niega la materialidad de las sustancias espirituales pero que, en cuanto creadas, poseen una dimensión de potencialidad
actualizada por el Creador. Duns Scoto retoma el concepto de “forma corporeitatis”, por la que el cuerpo humano posee
su propia forma que lo hace activo por sí, negando al alma un principio de individuación material.
Eternidad del mundo: A partir del siglo XIII, el contraste entre la doctrina de la creación cristiana del mundo y la
concepción metafísico-naturalista de carácter aristotélico y árabe, dio lugar a diversos intentos de conciliación. Dado que
Aristóteles no alude a un acto de creación u ordenación divina del mundo, sino a una concepción física y cosmológica del
mismo, a la inmutabilidad del primer motor, como primer principio o acto puro, le corresponde un mundo eterno no creado
en el tiempo. El averroísmo latino (Siger de Brabante, Boecio de Dacia), junto con las doctrinas de la unicidad del intelecto,
la negación de la Providencia y de la libertad humana, afirmaban la eternidad del mundo. Siger radicaba su posición desde la
eternidad de la especie humana; ya que quienes piensan que no exista un individuo eterno no ven la necesidad de la relación
individuo-especie humana, es decir, del hecho que los individuos se suceden uno tras otro. En este sentido no es posible con
certeza que recorriendo esta cadena en retroceso se llegue a un primer hombre. por su parte Boecio, defensor de la doctrina
de la "doble verdad", explica que fe y razón no se pueden contradecir. Las tesis aristotélicas sobre la eternidad del mundo
son verdaderas secundum quid relativas al contexto en el que fueron elaboradas (filosófico), mientras que son falsas simpliciter
en sentido absoluto. No es posible contrastar el dogma de la creación con la posición aristotélica, pues el que crea
cristianamente en la creación del mundo, como filósofo no debe afirmarla, para no caer en el error lógico de falacia secundum
quid et simpliciter. San Buenaventura criticó esta postura precisando que algunos comentadores de Aristóteles caían en el error
de aceptar el dogma de la creación como tal sólo por fe, mientras que no existen argumentos que contradigan la tesis
aristotélica de su eternidad. Explicaba que la eternidad del mundo debe ser considerada lógicamente imposible y que era tarea
de todo maestro cristiano demostrar su insostenibilidad. Por el contrario, Santo Tomás, creyendo en la creación, admite la
imposibilidad de demostrar, con la razón, el error de la tesis aristotélica. Sin embargo, precisa que el ser creatura no deriva
del haber sido puesta en el ser en un determinado momento; se es creatura en cuanto nuestro existir es tal por participación
al ser propiamente dicho, por tanto, se podría existir desde la eternidad sin que esto cambie la relación entre nosotros y el
Creador, asumiendo que la eternidad de la creatura no sería igual a la de Dios. En este sentido los argumentos aristotélicos
tendrían su validez, pero ligada al contexto físico. San Alberto Magno admite la tesis del Aquinate pero precisa que la creación
no es un acto físico y como tal no es discutible por las tesis racionalmente argumentadas de Aristóteles. El que es físico utiliza
instrumentos apropiados a su disciplina y llega a consecuencias cuya validez se encuentra en el horizonte en el que haya sido
producida. La condena del obispo Étienne Tempier en 1277 a las tesis de carácter aristotélico implicó también algunas
relacionadas con la eternidad del mundo.
Unidad de la forma sustancial: La mayor parte de los filósofos aristotélicos anteriores a Santo Tomás admitieron una
pluralidad de formas sustanciales en el cuerpo natural, sea por razones lógicas (pluralidad de conceptos genéricos y específicos)
sea por razones "físicas" (permanencia de las propiedades de los cuerpos simples en los compuestos). en esta corriente de
pensamiento se encuentran, entre otros, Avicebrón, Averroes, Avicena, Alberto Magno, Buenaventura y Santo Tomás. Este
último afirmaba que toda sustancia natural tiene un solo ser sustancial; pero la forma sustancial da el ser sustancial; por
tanto, toda sustancia natural tiene una sola forma sustancial (cf. ST, I, 76, 4). Si en la sustancia material hubiera muchas formas
sustanciales, se tendrían muchos entes en acto. Consecutivamente, las formas que se agregan a la primera forma sustancial,
serían formas accidentales, porque informarían un sujeto ya simplemente en acto, al cual no podrían dar más que un ser
segundo. Ulteriormente, admitida la pluralidad de formas, no habría verdadera generación en el paso de los elementos a los
compuestos y de la materia no viviente al viviente, sino sólo alteración. Junto con estos argumentos, el Aquinate contrapone
los razonamientos contrarios a esta doctrina: 1) la pluralidad de formas por la multiplicidad conceptual de género, diferencia y especie; no
toda diferencia conceptual significa una distinción de razón. 2) presencia de las propiedades de los elementos en los compuestos y de los
grados inferiores en la especie superior; concepto de virtualidad (formas sustanciales de elementos/inferiores no pueden estar en
acto en compuesto/superiores, pero tampoco en pura potencia, sino virtualmente en cuanto están contenidos en la única
forma). En 1277 el arzobispo de Canterbury, Robert Kilwardby, condenó la doctrina de la unidad de la forma sustancial,
junto con su sucesor Jean Peckam, anterior partidario de la tesis. Sin embargo, esta doctrina fue común entre los filósofos
escolásticos, especialmente Francisco Suárez y sus sucesores.
4. La matematización del ente físico en la ciencia y en la filosofía moderna. El mecanicismo
La revolución intelectual de la física en el siglo XVII no fue tanto un cambio en la representación del mundo, sino más
bien una nueva manera de comprender la naturaleza, nuevo tipo de inteligibilidad, aprovechando categorías y formas de
pensamiento fuera de la tradición escolástica. Galileo quiso mostrar no tanto los errores de Aristóteles sino la rutina de sus
discípulos, preocupados en repetir su enseñanza durante siglos. además, veía que los resultados de la física aristotélica estaban
llenos de antropomorfismo y de subjetivismo, resultando de una experiencia rudimentaria y de explicaciones demasiado
simplistas. Descartes, a su vez, buscó constituir verdaderamente un sistema del mundo, una filosofía y una ciencia de la
naturaleza. Frente a los datos sensoriales, más o menos teñidos de subjetividad y relatividad psicológica, los fundadores de la
ciencia moderna han buscado criterios de conocimiento más estables en cuanto a su objetividad e imparcialidad, y lo han
hecho desde la cantidad. Y el instrumento apto para dicha comprensión de la natura serán las matemáticas. Se trata de una
transferencia de objetividad; se pasa de las cualidades puramente sensibles (secundarias) a cualidades físicas (primarias), su
inteligibilidad se expresa en nuevas cualidades que ya no son sensibles sino físicas capaces de ser expresadas por relaciones
matemáticas. Consecuencias de esta matematización son: 1) El fenómeno empírico se convierte en objeto de ciencia y
permite un progreso en el sentido de una mayor abstracción y sistematización racional; sin embargo, la pérdida de interés de
la búsqueda de las esencias (fuera de la visión científica) y la reducción de la materia a "materia segunda" ocasionará el paso
del mero plano del método de conocimiento a la pretensión filosófica, que designará sólo la realidad existente (positivismo)
y conducirá finalmente a la separación entre realidad y puro fenómeno, considerados idénticos por muchos científicos. 2) El
concepto de causalidad pierde su sentido metafísico en favor de un determinismo, reducido a nivel de los cuerpos y a las
relaciones de los fenómenos. 3) El método matemático permitió una mayor comprensión de la natura (creación de
instrumentos científicos de medida) al nivel de métodos, y además la noción de natura comprende toda la realidad cognoscible,
en cuanto mensurable.
Mecanicismo: En la antigüedad, Demócrito corregía la doctrina de Parménides con la afirmación de que toda la realidad
estaba constituida por átomos y por el vacío; lo átomos se mueven en el vacío y de su movimiento incesante se reúnen y
separan, dando origen a los fenómenos observables, radicando sus afirmaciones en la negación de la mutabilidad y devenir
del ente y en la univocidad racionalista del ente. Como resultado de la visión del mundo more geometrico se tendió a considerarlo
como una máquina y por tanto explicable con modelos mecánicos. Esta visión niega la existencia de cualidades sensibles
intrínsecamente variables y reduce toda la realidad material a solo cantidad y movimiento. El mecanicismo metafísico-
radical, además de reducir toda causalidad a la influencia física en las entidades materiales, aplicaba el esquema matemático
a toda la realidad extrapolándolo al terreno espiritual, como el pensamiento humano, y reduciéndolo a características
materiales (Hobbes). Descartes admitía el mecanicismo universal pero sólo en el ámbito de la materia y de la cantidad, aplicable
a los seres vivientes y de modo especial al hombre. La realidad material es pura sustancia extensa con todas las propiedades
de la cualidad matemática. Este mecanicismo relativo rechaza toda explicación animista de la natura y elimina la noción del
alma humana; de esta forma separa las dos funciones del alma (principio de vida corporal y espiritual/pensamiento)
incluyéndola en la materia o escapando de ella. Locke en el empirismo y Kant en el criticismo afirmarán la pura subjetividad
de las cualidades sensibles, llamadas secundarias, causadas en los sentidos por las cualidades primarias, las cuales son reales
(cantidad, figura y movimiento). Con esta doctrina se instaura un dualismo en el hombre, reflejo del dualismo que separa
radicalmente el mundo de la materia y el del espíritu, sin ninguna correlación entre ambos; además, abre el camino a la
concepción unilateral de una de las dos realidades en detrimento de la otra.
5. La cosmología copernicana y la ley newtoniana de gravitación universal. El espacio y el tiempo absolutos
Nicolás Copérnico inició una revolución en el ámbito cosmológico frente a la concepción tolemáica. Sostenía la idea de
la inmovilidad de la esfera de las estrellas fijas, situando en su centro al Sol y explicando la rotación de la Tierra y la orbitación
variable de los planetas. Con esto sustituye la visión aristotélica de un mundo jerarquizado por la de un universo homogéneo
y no sólo cambia el sistema explicativo del mundo, sino transforma la mentalidad con la sustitución de la Tierra por el Sol al
centro. Más tarde, Kepler establecerá sus leyes sobre el movimiento de los planetas, y junto con las observaciones
astronómicas de Galileo, su método inductivo experimental y el descubrimiento del principio de inercia, no sólo confirmarán
las tesis iniciales de Copérnico, sino que preparará el terreno para posteriores progresos de la ciencia. Isaac Newton reduce la
física a unas pocas magnitudes fundamentales (espacio, tiempo y masa), que son expresables matemáticamente. Y formula la
ley de la gravitación universal: dos cuerpos cualesquiera se atraen en razón directa del producto de sus masas y en
razón inversa del cuadrado de la distancia que los separa. Con esta ley consigue explicar fenómenos aparentemente tan
dispares como las leyes de Kepler, el movimiento de todos los astros, la caída de los cuerpos sobre la superficie terrestre y las
mareas. En este sistema del mundo, Newton tuvo interés en situar esta síntesis en una perspectiva teológica, pero tuvo el
mérito de no vincular a un contexto filosófico discutible las ideas de fuerza, atracción, que entran a formar parte de la
comprensión moderna de la ciencia. Es bueno precisar que esta teoría de Newton enuncia el "cómo" de la atracción, mientras
que deja intacta la cuestión del "por qué", sin explicar el hecho de su acción mutua; si la acción a distancia tiene un sentido
matemático, no tiene, sin embargo, significado real. Sobre este punto la teoría de la relatividad dará una explicación más
satisfactoria.
Espacio-tiempo absolutos: Nos referimos a la concepción de un espacio y tiempo como realidades en sí subsistentes,
independientes y anteriores a todas las cosas y eventos particulares, y como recipiente o lugar universal en el que deben ser
colocadas todas las cosas y los eventos particulares para poder existir, de por sí absolutamente vacíos, pero capaces de ser
llenados. Contra Demócrito, con su teoría de la existencia del vacío (no-ente) no menos real del pleno (ente), Santo Tomás
ve la contradicción de la existencia de un no-ente. Suárez afirmaba que el espacio imaginario no es ente real, sino sólo "ente
de razón", aunque con un fundamento real que permite explicar la condición de existencia no sólo respecto a los cuerpos y
su lugar y movimiento materiales, sino también para explicar el lugar espiritual de los entes inmateriales y la misma inmensidad
divina. Frente a Descartes que identificaba el espacio con la extensión real de los cuerpos negando la idea del espacio vacío o
absoluto, Pierre Gassendi y los atomistas retomaban la concepción de una materia compuesta de átomos que existen y se
mueven en el espacio vacío. El espacio y tiempo son entes reales que existen en sí y por sí, increados e indestructibles; pero
no son ni sustancias ni accidentes, ni incorpóreas e inmateriales ni espirituales. Newton distingue entre movimiento aparente
y movimiento real, y que el movimiento verdadero y real no puede ser definido más que en orden a un espacio real, verdadero
y absoluto, y a un tiempo absoluto, verdadero y matemático, que en sí y por su naturaleza no dicen relación a ninguno de los
espacios y tiempo empíricos, que son objeto de nuestros sentidos. Para superar los escollos de esta postura hay que indicar la
indebida y acrítica transposición de las condiciones de nuestra imaginación al juicio del intelecto. Debemos afirmar que el
espacio real, al cual están referidas la posición y los movimientos de los cuerpos particulares, es simplemente el conjunto de
los cuerpos reales y de las correlaciones dimensionales, que sobre esa se fundan. De modo similar, el tiempo real, que mide
los eventos particulares, es constituido por el conjunto de los eventos y movimientos reales y de sus correlaciones de
anterioridad, simultaneidad y posterioridad.
6. La crítica kantiana. El espacio y el tiempo como formas a priori
El carácter de continuidad que percibimos en los datos de la extensión y duración puede suscitar duda acerca de su
objetividad: ¿no será del hombre mismo? ¿no será un indicio de que el espíritu humano estructura lo real según un esquema
continuo y a priori, bajo las formas del espacio y del tiempo? Kant, deseoso de fundar metafísicamente la adquisición científica
de Newton, supone la existencia de juicios sintéticos (no evidentes por sí mismos) y a priori (no de experiencia, sino de
carácter universal). Dichos juicios sólo son posibles si las condiciones de la experiencia (espacio-tiempo) son el puro producto
del sujeto, es decir, formas subjetivas de la intuición sensible; ya que la experiencia sólo nos entrega lo discontinuo, el
espacio y el tiempo deberá provenir de formas a priori que “espacializan” y “temporalizan” el contenido de dicha experiencia.
Posteriormente, al aplicarlo a todo el conocimiento racional del mundo, concluye que la extensión y la duración, en cuanto
continuidades, no eran propiedades reales de las cosas en sí, sino que resultaban de formas subjetivas, en las cuales el sujeto moldeaba
lo real inaccesible en sí (noúmeno). Lo real conocido (fenómeno) lo era por la estructuración que le imponía el sujeto; por tanto,
la experiencia excita la función normativa, proporcionándole una especie de materia informe y oscura que tomaba una forma
que no poseía en sí misma.
7. El ente físico en las ciencias actuales. La teoría atómica y la tabla periódica de los elementos; la física de las partículas elementales; las cuatro
fuerzas fundamentales de la natura
Los cuerpos y sus propiedades se explican, en medida cada vez mayor, en función de las entidades microfísicas. Como
estas entidades no se pueden observar directamente, resulta que la ciencia moderna explica la constitución de la materia
recurriendo a "construcciones teóricas" que no pueden representarse mediante la imaginación. Hay que tener en cuenta
algunas observaciones: sus afirmaciones se basan en una evidencia indirecta sometidas a posibles revisiones, pues no
siempre son definitivas, pero con estas limitaciones proporcionan un conocimiento válido de la realidad material, aunque
sea parcial o hipotético; por último, estos progresos no invalidan los conocimientos de la experiencia ordinaria, ni los
conocimientos filosóficos basados en ella.
La así llamada teoría atómica tuvo su origen remoto en los presocráticos que propusieron diversas teorías en los que
ciertos elementos configuraban la totalidad del mundo. En 1808 John Dalton formuló su teoría según la cual los elementos
últimos de la naturaleza serían los átomos químicos indivisibles e indestructibles, que reaccionaban entre sí mediante
proporciones constantes y múltiples. Esto permitía explicar la existencia de una gran variedad de sustancias a partir de un
número reducido de elementos fundamentales. A finales del siglo XIX se descubrió también la existencia de partículas
elementales (protón, electrón, neutrón...) como componentes del átomo y posteriormente se postula la existencia de otras
sub-partículas (quarks). La tabla periódica de los elementos está ligada al descubrimiento progresivo de los elementos
químicos y al estudio de sus propiedades comunes, a la noción de masa y número atómico y a la relación existente entre las
propiedades periódicas de los elementos y su masa y número, que permitió el surgimiento de nuevos elementos. Aunque
hubo muchos intentos de estructuración de los elementos, la postulación de Mendeléyev en 1869 ha sido la más reconocida
y sobre la que se ha desarrollado el análisis de los elementos a partir de su masa y sus propiedades similares. Con el continuo
progreso de la ciencia, la física de las partículas elementales estudia los componentes elementales de la materia (Bosones
y Fermiones [quarks, leptones]) con el llamado modelo estándar que describe la materia que constituye el universo y sus
interacciones. Estas interacciones fundamentales denominan los cuatro tipos de campos cuánticos mediante los cuales
interactúan las partículas. La interacción nuclear fuerte explica las fuerzas entre partículas conocidas (unión del núcleo
atómico); la interacción nuclear débil explica la desintegración radioactiva o el decaimiento de una partícula pesada en otra
ligera; la interacción electromagnética es la que actúa en partículas con carga eléctrica; la interacción gravitatoria hace que
cualquier tipo de materia provista de energía interaccione entre sí.
8. La mecánica cuántica; el principio de indeterminación
Al descubrimiento de la imposibilidad de formular, para algunos fenómenos físicos, una ley general dentro del cuadro de
la física clásica, se inició no sólo una reacción contra el mecanicismo, sino una crisis profunda en el movimiento científico
contemporáneo, ante las dudas de un determinismo riguroso bajo las leyes de la naturaleza. Max Planck al intentar explicar el
fenómeno de la distribución de energía en la radiación postuló que la energía no se emite y absorbe de modo continuo, sino
discreto, como en “paquetes” o “cuantos” de energía, de acuerdo a una magnitud constante llamada “constante de Planck”.
Esta teoría provocó la idea de tener que formular toda una nueva física para dar cuenta de los fenómenos microfísicos. Werner
Heisenberg y su teoría de la mecánica cuántica matricial intenta dar solución al problema desde un carácter abstracto,
probabilístico y pragmático; en lugar de analizar la evolución de los sistemas físicos de principio a fin, busca obtener
información sabiendo el estado inicial y final del sistema, sin preocuparse demasiado por conocer en forma precisa lo ocurrido
en el medio. Uno de sus principios es el denominado principio de indeterminación o de incertidumbre, por el cual «es
imposible, no sólo prácticamente, sino también en línea de principio, obtener simultáneamente todas las medidas necesarias
para determinar la posición y el estado de movimiento de una partícula dentro de un margen de incertidumbre menor del
cuanto de acción de Planck». Esta teoría es un límite puesto a nuestra manera de describir el real, negando la posibilidad de
representar las partículas elementales en modo intuitivo. Si bien es contraria al determinismo físico, no lo es al principio
filosófico de causalidad ni es un indeterminismo absoluto, pues subsisten valores y leyes exactamente determinados, idénticos
y constantes. Posteriormente se ha matizado la amplitud de este principio dejando espacio a cierto determinismo físico.
9. La teoría de la relatividad; la cosmología científica; la búsqueda de la teoría del todo
Sin ser exhaustivos, la teoría de la relatividad elaborada por Albert Einstein amplia el ámbito del estudio de la física
contemporánea. La relatividad especial (1905) se basa en dos postulados: la velocidad de la luz en el vacío es constante con
independencia del movimiento de la fuente de luz o del observador [no hay movimiento absoluto, sino que todo movimiento es relativo
a algún sistema de referencia]; las leyes de la física deben tener la misma forma cuando se refieren a sistemas inerciales, que se
mueven uno respecto al otro con una velocidad rectilínea y uniforme [las mediciones de distancia-duración son diferentes según el sistema
de referencia en que se miden, la masa no es constante, sino que cambia con la velocidad, equivalencia entre masa y energía en las transformaciones
físicas]. La relatividad general (1915) amplió la idea de Einstein a los sistemas acelerados, proporcionando nuevos
acercamientos a la física respecto a la determinación del sistema de coordenadas utilizado como marco de referencia.
La cosmología científica es la rama de la física que estudia el origen del universo, y surge especialmente con la teoría del
Big Bang (1964) basada en la relatividad general de Einstein. Georger Lemaître formuló la primera versión del modelo del
Big Bang, suponiendo que el universo se había formado a partir de la explosión de una especie de átomo primigenio y
sosteniendo la expansión del universo (“ley de Hubble”). En cambio, Hermann Bondi y Thomas Gold formularon la teoría
del estado estacionario, según el cual el universo presenta el mismo aspecto en cualquier época y la expansión no sería más
que la creación continua de materia. En 1964 Arno Penzias y Robert Wilson descubrieron la radiación de fondo de
microondas que confirmaba la teoría del Big Bang, junto con la formulación en 1981 de la teoría del universo inflacionario
por Alan Guth.
Teoría del todo: Respecto a las teorías de las interacciones fundamentales se ha hecho el esfuerzo por integrar las diversas
teorías en una nueva teoría que los sintetice. La teoría de la gravedad de Newton y las leyes referentes a la electricidad y al
magnetismo fueron unificadas por Maxwell con la teoría del electromagnetismo. El desarrollo de las teorías sobre las
fuerzas nucleares fuerte y débil ha conducido a un intento de unificación con el electromagnetismo, con el tentativo de la
teoría electrodébil y una posible gran unificación entre esta y la fuerza nuclear fuerte. Como hipótesis final, se sitúan los
esfuerzos por unificar estas tres fuerzas con la gravedad, mediante las teorías de la gravedad cuántica, que pretenden
combinar la gravedad y la física cuántica. Estos intentos no responden sólo a un interés teórico, sino que ayudarían a conocer
mejor el desarrollo de los procesos físicos en los primeros instantes del universo, donde dichas fuerzas se encontrarían unidas.

Cuadro sistemático
1. La noción de natura como principio de movimiento proporcionado a las exigencias de las cosas

La "natura" tiene dos sentidos: sentido metafísico designa lo característico de algo, que le pertenece de tal modo que lo
distingue de los demás; no tiene connotación material y se extiende a todo ente, como esencia en cuanto principio de
operaciones (aplicable tanto a los ángeles como a la naturaleza divina). El sentido físico designa el conjunto de los seres y
procesos naturales que vienen identificados con lo corpóreo o natural; «es el primer principio intrínseco de la actividad del
ente corpóreo» (In Phys., II, 1). Los objetos artificiales no tienen un principio interno de actividad, sino sólo extrínseco. La
naturaleza es la sustancia, o la esencia corpórea en cuanto principio de operaciones y pasiones y se distingue de lo espiritual
ya que incluye materia; también se diferencia de lo artificial en cuanto no es producido ab extrinseco. La naturaleza para
Aristóteles es tanto la materia como la forma, intrínseca a los cuerpos; pero que es "más naturaleza" la forma que la materia,
porque de ella proviene la actividad específica de cada ente (cf. Fisica, II, 1).
2. La composición hilemórfica del ente físico
De acuerdo con esta teoría, el cuerpo o sustancia natural está compuesto por dos principios metafísicos realmente
distintos: la materia prima y la forma sustancial. Son conceptos correlativos (uno hace referencia al otro) como la que se
da entre potencia y acto; funcionales (no expresan cosas sino “funciones”); y contextuales (algo puede funcionar como
materia/forma en diversos contextos o niveles de análisis). El modo de ser esencial se refiere a unas determinaciones formales
[forma sustancial] que existen en condiciones materiales [materia prima], y los modos de ser accidentales se refieren a
determinaciones formales [formas accidentales] que afectan a una sustancia [materia segunda], pero la sustancia con sus
accidentes es un todo unitario.
La composición hilemórfica se conoce mediante el análisis filosófico de dos hechos: los cambios substanciales (la
materia/ppo. indeterminado permanece, la forma/ppo. de determinación cambia) y la multiplicidad de individuos en una
misma especie (la forma/ppo. de perfección específica común es limitada por la materia/ppo. de individuación y multiplicidad).
3. Los principios y las causas del movimiento físico; tipología del movimiento
El movimiento es una de las propiedades más generales, fundamentales y simples del mundo físico. Puede hablarse de
cuatro géneros de movimiento local (tránsito de un lugar a otro), cuantitativo (aumento o disminución de cantidad),
cualitativo (alteración de perfección) y sustancial (generación-corrupción). En sentido impropio se puede referir a la creación-
aniquilación, pues no hay algo que se mueva o cambie, sino sólo dos términos (el ser y la nada). Mientras que en sentido propio
supone un sujeto que cambia de un estado o modo de ser a otro, incluyendo tres elementos: sujeto que muta y permanece
en la mutación; término a quo en el que se inicia la mutación; término ad quem al que se tiende y donde termina. Lo que
hace real el movimiento es la posible oposición entre los términos, siendo contradictoria (uno excluye el otro) o contraria
(en el mismo género), que puede ser inmediata (no admite término medio) o mediata (sí admite término medio:
grande/pequeño). El ente móvil es el que se encuentra entre el término a quo y el término ad quem: «omne quod movetur et
movebatur et movebitur». Un análisis metafísico del movimiento define el movimiento como: el acto del ente en potencia
en cuanto tal [en potencia] (cf. Fisica, III, 1). Se trata de una perfección o determinación, que forma parte de un sujeto
capaz de movimiento, el cual se encuentra imperfecto o no totalmente actuado, que está actuando en cuanto potencia.
4. Los conceptos aristotélicos de cantidad y de lugar
Cantidad: «Cantidad se dice de lo que es divisible en elementos constitutivos, de los que alguno, o todos, es uno, y tienen por naturaleza una
existencia propia». (Metafisica, V, 13). Se refiere a la magnitud de algo, y como tal es indefinible e indemostrable, pues es evidente
en sí mismo. Para Aristóteles forma parte de una de las 10 categorías (cf. Categorías, 6). Sus propiedades son divisibilidad,
aditividad, limitabilidad/figurabilidad y tridimensionalidad. Los tipos de cantidad se deducen desde dos propiedades
(cf. Fisica, V, 3) Aditividad: todo ente cuanto es consecutivo (separadas/juntas [contiguas-continuas]); y divisibilidad: continuas son
las cosas cuyos extremos son únicos; están en contacto aquellas cuyos extremos están juntos; son consecutivas las cosas
entre las cuales no hay nada de afín.
Lugar: «Lugar es la superficie inmóvil del cuerpo continente, inmediatamente contigua al cuerpo localizado». (Física, IV, 4). Se refiere a la
experiencia ordinaria de una característica real de las entidades naturales; esta consiste en un modo de ser real, accidental y
extrínseco, en relación con las dimensiones de los otros cuerpos. Además de este tipo de presencia, se pueden distinguir
otros modos: 1) la parte cuantitativa en el todo del que forma parte; 2) como un acto en su sujeto; 3) como un individuo que forma parte de un
conjunto ordenado; 4) algo puede estar presente en todo lo que cae bajo su poder; 5) presencia basada en la causalidad; 6) algo está en presencia de
alguien cuando está a su vista o conocimiento.
5. Los problemas de la natura del tiempo. ¿El tiempo está en el alma?
«Tiempo es el número del movimiento según el antes y el después». (Fisica, IV, 11). Esta noción se construye a partir de la experiencia
ordinaria, al escoger un movimiento que manifieste una regularidad uniforme desde el cual se toman unas unidades a las que
se refiera cualquier otro movimiento. Ahora bien, ¿cuál es la realidad de dicho tiempo? Tomado en general, se trata de un
concepto abstracto que engloba todas las duraciones y todas las relaciones temporales. En este sentido sólo existe realmente
el tiempo presente, el pasado ya no existe y el futuro todavía no. En nuestro pensamiento podemos considerar el pasado y
el futuro, pero fuera de él sólo existe el presente; evidentemente los sucesos pasados tienen repercusiones en el presente y
estos en el futuro, pero lo que existe ahora, independientemente de la consideración mental, es el presente, con determinadas
relaciones respecto a los sucesos pasados y futuros. En este sentido el tiempo no corresponde a una entidad real, sino
sólo la duración y las relaciones temporales, el “tiempo absoluto” no puede existir, ya que para definirlo se necesitaría un
movimiento absoluto, el cual es imposible. Además, el tiempo no es una condición de nuestro conocimiento al estilo
kantiano (el tiempo no dependería de la experiencia, sino que sería una condición de posibilidad de esa misma experiencia ), ya que no existe un
tiempo homogéneo, como receptáculo vacío donde se sitúen los acontecimientos. Por último, la duración y las relaciones
temporales poseen una realidad que no se identifica con los modelos de la física matemática, es decir, independiente
de la materia como una entidad con existencia propia que podría haber comenzado a existir cuando no hubiera nada material.
6. Las leyes y la regularidad de la natura
¿Las leyes naturales tienen una necesidad absoluta o solamente expresan regularidades genéricas; existe azar en los procesos
naturales? Mientras que las leyes físicas tienen un carácter aproximativo y perfectible, las leyes de la natura física expresan
regularidades en la actividad de los agentes naturales. Si bien hay muchas regularidades, en estos procesos intervienen
muchos factores por lo que es difícil que se repitan exactamente las mismas circunstancias en diferentes procesos. Por tanto,
en la natura propiamente hablando no existen leyes, puesto que estas son enunciados abstractos mediante los cuales
expresamos aspectos estructurales y repetibles de lo natural. Nada se repite exactamente en la natura, sino que la regularidad
es aproximada, aunque sea muy precisa. El origen de esta contingencia en la naturaleza se encuentra en la materialidad,
pues el universo en su conjunto es contingente, con cambios tanto accidentales como substanciales. De todos modos, en este
mundo material existen muchos tipos de necesidad relativa, especialmente en el ámbito de la microfísica.
7. Relación entre las ciencias de la natura y la filosofía de la natura
Las ciencias naturales tienen en común buscar el conocimiento de la natura que pueda ser sometido a control experimental.
Por tanto, la filosofía de la natura debe tomar en cuenta los conocimientos alcanzados por las diferentes ramas de dichas
ciencias. Sin embargo, la filosofía de la natura se pregunta por las causas últimas de la natura y propone explicaciones
generales que va más allá de lo que la ciencia experimental puede alcanzar (las ciencias estudian las sustancias y potencialidades naturales,
pero no se preguntan por la noción misma de sustancia o de potencia). La filosofía de la natura y las ciencias naturales corresponden a
enfoques diferentes, pero complementarios. En el siglo XIX el idealismo pretendió invadir el terreno de las ciencias, y la
reacción anti-filosófica cristalizó en el cientificismo que consideraba a la ciencia experimental como el único conocimiento
válido de la realidad. Una variante fue el positivismo que pretendía reducir la ciencia a establecer relaciones entre fenómenos
observables, evitando todo lo que traspasara ese límite. El valor de las explicaciones filosóficas depende en primer lugar del
responder a problemas auténticos, bien planteados, además de resolverlos de modo satisfactorio.
8. El puesto de la filosofía de la natura en la jerarquía tomista de las resolutiones
La filosofía de la natura, en cuanto conocimiento científico, tiene su sede en el intelecto humano: por tanto, todo lo que
penetra en nuestra inteligencia viene en un cierto sentido abstraído de la materia. 1) Las cosas que vemos alrededor de nosotros
son materiales y deben ser conocidas en cuanto tales, sólo se prescinde de aquello estrictamente individual; 2) Más allá la
inteligencia humana usa un modo de conocer en el cual viene dejada la consideración de las cualidades sensibles de las cosas
materiales para indagar y analizar la cantidad, así se forman los objetos de la matemática; 3) Por último, la inteligencia descubre
que algunas cosas pueden existir sin ninguna materia, conocida por la metafísica.
Con esta distinción, la filosofía de la natura viene considerada como la scientia perfecta entis mobilis. Una ciencia es
ante todo y sobre todo el estudio de aquello que es necesariamente: por tanto, los contenidos conceptuales generales de las
cosas materiales son inmutables, pero eso no significa que la ciencia o filosofía de la natura deban conocer exclusivamente
los seres universales; estos últimos en el conocimiento sensible permanecen unidos con determinadas cosas individuales y la
inteligencia conoce el concreto y el individual por vía de “reflexión”, es decir regresando a las representaciones donde ha
tomado el conocimiento de los contenidos conceptuales.
9. El paso de la filosofía de la natura a la metafísica
La filosofía de la natura tiene su significado y su originalidad en relación a las ciencias; no es una especie de metafísica
especial, aplicación puramente deductiva de la metafísica general, sino una reflexión sobre el ser material, que sin desatender
los recursos del saber empírico y de la ciencia, se desarrolla en el proyecto y bajo la luz propia de la metafísica, para
discernir en el ser material las estructuras más profundas y universales. La metafísica tiene un objeto material que es
absolutamente universal y comprende todos los seres. Por tanto, el paso de la filosofía de la natura a la metafísica se da
principalmente porque la inteligibilidad metafísica apunta a un horizonte de totalidad, pues, aunque tienen un punto
de partida común (experiencia sensible del mundo), la ciencia se restringe a esta presuponiendo un nivel primario y radical
propio de la metafísica; también apunta a un saber radical y primero en el sentido de que la filosofía de la natura detecta
las estructuras fundamentales de lo real físico, pero en la línea de los principios más generales de la metafísica. Hay un mundo
que desborda aquel otro al que se aplica el hombre de ciencia, mundo que se descubre en todos los contactos del hombre
con la realidad cotidiana, y que justifica un saber que lo estudia como propio, saber aspirante al título de sabiduría: la metafísica.

Lecturas
ARISTÓTELES, Physica, I, 1-3; 6-8; II, 1-3; III, 1; IV, 5, 10-14; VI, 1-9.
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AGUSTÍN DE HIPONA, Confessiones, XI.

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TOMÁS DE AQUINO, De principiis naturae; De aeternitate mundi.

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NEWTON, I., Philosophiae naturalis principia mathematica [Principios matemáticos de la filosofía natural, definiciones, escolio general].

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KANT, I., Kritik der reinen Vernunft [Crítica de la razón pura, Estética trascendental; Dialéctica trascendental, II, 2 (primer y segundo conflicto de las ideas
trascendentales)].

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EINSTEIN, A., Über die spezielle und die allgemeine Relativitätstheorie [Sobre la teoría especial y general de la relatividad].
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