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Efectos de la corriente eléctrica en el cuerpo humano (II):

La edad de la gran potencia


Publicado el 25/11/2014por Laura Morrón

A partir de la segunda mitad del siglo XIX, el desarrollo de máquinas eléctricas


(dínamos y alternadores) capaces de convertir la energía mecánica en eléctrica
permitió trabajar con unos niveles de potencia muy altos, inimaginables con
anterioridad. Rápidamente, la energía eléctrica fue introduciéndose en la industria,
en las comunicaciones, en el alumbrado y en usos domésticos, lo que puso de
relieve la necesidad de estudiar los peligros que podía representar para los seres
vivos y de desarrollar prácticas y normativas que garantizasen la seguridad de los
usuarios. De estos temas trataremos en lo que sigue.

Magnitudes eléctricas
En electrotecnia se precisan varias magnitudes fundamentales para caracterizar
correctamente un circuito eléctrico y sus propiedades. Sin entrar a profundizar en
todas ellas, expondremos los aspectos principales del tema que nos ocupa en base a
las tres más conocidas por el público en general: la tensión, la intensidad y la
resistencia .

La tensión, también llamada “diferencia de potencial” y más familiarmente


“voltaje” está relacionada con la capacidad de trabajo que puede realizar una carga
eléctrica. Usando un símil hidráulico, sería la presión del agua, debida a una bomba
o a una diferencia de nivel. La unidad se denomina Voltio (V) y, para tener unas
referencias, cabe decir que una pila o batería tiene una tensión entre 1 voltio y unas
decenas de voltios, la red de alimentación doméstica opera a 230/400 V y una línea
aérea de transmisión funciona entre 11.000 y 400.000 voltios.
La intensidad es la cantidad de electricidad “carga eléctrica” que circula a
través de un conductor por unidad de tiempo. En hidráulica sería el caudal, los
m3 por segundo que pasan por una tubería. La unidad se llama Amperio (A) y, a
título de ejemplo, podemos decir que una estufa eléctrica doméstica consume unos
4 a 8 amperios. Hay que destacar la expresión que circula porque respecto a la
intensidad es frecuente cometer el error de hablar de “un enchufe, un interruptor,
etc. de 10 A”. Pues bien, la intensidad real en aplicaciones domésticas puede estar
entre 0 A -si no hay nada conectado- hasta millares de amperios si el aparato
conectado es defectuoso o presenta un cortocircuito. La cifra que se indica en el
propio dispositivo es la máxima intensidad aplicable, de modo
permanente, a efectos de calentamiento del mismo, no la intensidad real en
cualquier momento.
La resistencia es la medida del grado de dificultad que ofrece un cuerpo para que
la corriente eléctrica circule por él. En hidráulica sería equivalente a la dificultad de
paso del agua por una tubería según su diámetro y su longitud. La unidad es el
Ohmio (Ω) que se define como la resistencia que permite el paso de 1 A bajo una
diferencia de potencial de 1 V. Para hablar con propiedad, deberíamos referirnos
al concepto más general de impedancia (especialmente en corriente alterna) pero
la naturaleza esencialmente resistiva del cuerpo humano permite la
simplificación realizada.
Las tres magnitudes no son independientes entre sí. Se considera que la resistencia
no es una magnitud fundamental, sino que se calcula a partir de la tensión e
intensidad mediante la conocida Ley de Ohm:

R (Ω )= E(volt)/I(A)
Al igual que un grifo permite variar el caudal de agua que pasa por una tubería,
también es posible que la resistencia eléctrica varíe de un cuerpo humano a otro, y
dependa de las superficies de contacto, del estado de humedad de la piel y de otras
circunstancias. Esto debe tenerse muy en cuenta al considerar las posibles
consecuencias de una descarga eléctrica.

Efectos de la electricidad sobre el cuerpo humano


Cuando alguna parte o partes del cuerpo humano entran en contacto con dos
puntos u objetos entre los que existe una diferencia de potencial (voltaje), se
establece el paso de una corriente eléctrica a través del cuerpo que puede producir
efectos muy diversos, desde un leve cosquilleo hasta la muerte, pasando por
contracciones musculares, dificultades o paro respiratorio, caídas, quemaduras,
fibrilación ventricular y paro cardíaco. Esto se conoce como choque eléctrico.

El choque eléctrico puede producirse al tocar elementos sometidos a tensión, como


cables o barras metálicas desnudas (contacto directo), u objetos, normalmente
inofensivos, cuya tensión se debe a fallos y defectos de aislamiento (contacto
indirecto).
Esquema de red trifásica

Para poder comprender el proceso es necesario puntualizar que la red de


distribución en baja tensión -la que entra en nuestros domicilios, oficinas, locales
comerciales, etc.- estrifásica y el neutro está conectado a tierra.
A partir del esquema anterior puede inferirse que si una persona entra en contacto
con una de las fases L1, L2, L3 y tiene los pies apoyados en el suelo (o toca alguna
masa metálica, tubería, etc. que haga buen contacto con tierra) se cerrará el circuito
estableciéndose una corriente que atravesará su cuerpo, produciéndole el choque.
Lo mismo ocurrirá si toca la carcasa metálica de algún aparato que presente
defectos de aislamiento.

Los factores que determinan la severidad de las lesiones son:


El tipo de corriente, continua (pilas y baterías) o alterna (red
eléctrica).
En general, la corriente alterna de baja frecuencia (50 – 60 Hz) que se distribuye a
través de la red puede llegar a ser hasta 3 o 5 veces más peligrosa que la continua.
Puesto que se trata del tipo de corriente al que habitualmente estamos expuestos en
viviendas, locales, comercios, oficinas, etc., nos centraremos en los riesgos que lleva
asociados la alterna.

La intensidad y el tiempo.
En general, cuanto mayor es la intensidad y/o el tiempo en que circula corriente
por nuestro cuerpo, más graves son las consecuencias. La tabla siguiente muestra
los efectos generados en función de la intensidad y el tiempo de exposición, en un
adulto de más de 50 kg de peso, suponiendo que los puntos de contacto son dos
extremidades.

Las definiciones de los términos empleados son:


Umbral de percepción: Valor mínimo de intensidad que provoca una sensación
en una persona.
Umbral de reacción: Corriente mínima que produce una contracción muscular.
Umbral de no soltar: Valor máximo de la intensidad para el cual una persona
puede soltarse de unos electrodos que provocan el paso de la corriente. En
corriente alterna se considera que este valor es de 10 mA, para cualquier tiempo de
exposición.
Umbral de fibrilación ventricular: Valor mínimo de la intensidad que puede
originar fibrilación ventricular. Decrece sustancialmente cuando la duración del
paso de corriente se prolonga más allá de un ciclo cardíaco. Es la causa principal de
muerte por accidentes eléctricos.

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