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MAUD MANNONI - EL NIÑO RETARDADO Y SU MADRE

CAPÍTULO 4
LA RELACIÓN FANTASMÁTICA DEL NIÑO CON SU MADRE

El niño retardado y su madre forman en cierto momento, un solo cuerpo, confundiéndose el deseo de
uno con el del otro, ambos parecen vivir una sola y misma historia. Esta tiene por soporte, en el plano
fantasmático, un cuerpo que se diría afectado por las idénticas heridas que han revestido una señal
significante. Lo que en la madre no hay podido ser resuelto en el nivel de la prueba de la castración, será
vivido en forma de eco por el niño, que en sus síntomas hará “hablar” a la angustia materna.
Maruja tiene 8 años cuando acuden a consulta el psiquiatra nota una deficiencia mental importante (CI
54), se orienta un tratamiento de glutamina y una orientación a una escuela diferencial. La niña se hace
expulsar de la escuela diferencial, luego se continúa con una reeducación foniátrica, sin éxito.
Se propone a los padres un PSA, el cual es rechazado por la madre: “cuando Maruja está aquí, no
tengo miedo si ustedes se ocupa de Maruja, yo no puedo vivir”.
“La niñita hace cosas sucias. Se la desviste. Se la acaricia. La madre cae enferma” (esas cosas sucias,
es la forma en que la madre imagina el análisis).
En el curso de un juego, el padre le dice “¿Qué es lo que tu esperas de haber nacido?”. La pequeña no
escucha a su padre y sangra.
Maruja y su madre no podían ser jamás disociadas en el tratamiento. Una se sentirá siempre
concernida por la otra, para captar el sentido del síntoma en la niña, es preciso buscarlo ante todo en los
padres.
En la familia de la niña, el padre prefiere ser policía, la madre es la ley. Madre infantil y fóbica, ha
vivido pegada a imágenes adultas, que murieron. A los 20 años se casó para reemplazarlas, no podía vivir
sin estar adherida a una imagen adulta cuya función era la de preservarla del miedo.
En la ausencia del padre, Maruja representa para la madre ese objeto contrafóbico, si se le quitan a su
marido y a su hija, se le quitan todas sus defensas. Al tratar a la niña, se revela el misterio de la madre.
A los 5 años la niña fue atropellada por un automóvil. La irrupción en la realidad de una imagen del
cuerpo marco el inicio del desencadenamiento psicótico, desde ese día Maruja se hizo llamar Carola
(nombre de la hermanita menor). Maruja quedo con un cuerpo fantasma enfermo.
Este aplastamiento en la realidad, ha impedido a la niña afrontar no importa qué prueba, es decir, de
pasar por la castración simbólica, ésta chocaría con un cuerpo fantaseado, despedazado y pondría a Maruja
en peligro de aplastamiento o de violación.
El accidente, traumatizante, se superpuso para la madre a una historia de violación vivida por ella.
Esto fue vivido por ella el día en que, durante el análisis, se le pidió la posición acostada. La niña hizo una
crisis histérica (crisis que no era suya) “me duele la pierna, se me parte. No quiero volverme mujercita, sino
una mujer mediana, no quiero ser una mujer ridícula. Cuando se es mujer, demasiado pronto se es débil.
Hacer el amor hace volverse débil. Es ser mal educado. Es preciso ser una verdadera mujer”.
En un discurso de eco de las preocupaciones maternas, muestra su deseo de tener un Yo. La imagen
materna es experimentada como la cosa del padre, y nada más. Será preciso ubicarla a la niña de cara a la
madre en un cuerpo que le sea propio, con deseos distintos.
Maruja es, a ratos, el entretenimiento de los padres, lo cual expresa en una sesión, que hace de la mujer
la descripción:
“una mujer es una hermosa flor cortada; no se marchita nunca. Un papa le da de beber. La mujer-flor
es el entretenimiento del papa. El papa ama a esta mujer-flor incapaz. Los niños son capaces porque son
pequeños. Cuando uno crece se vuelve incapaz de hacer lo que necesite. Las mujeres son algo feo de mirar,
más vale ser una loca. Es más agradable. Es bueno ser deseable. Lo único que cuenta es divertirse” Esta
nena sabe
La madre es el deber encarnado. También es el fastidio, la respetabilidad.
Las fantasías de la madre están encerradas en torno a la violación, se presenta vestida como una joven
de 1900. . Ambas suspendidas en un tiempo que no se quiere dejar pasar. Maruja representa para su
madre, el deseo perdido.
Como eco a las dificultades de la madre, la niña en la relación transferencial, parece estar siempre en
peligro en su relación con el Otro. La niña se defiende de dos modos
1. Puede manejar en un sentido de pánico las fantasías de devoracion materna, con
aparición de ansiedad. Se halla como eco la respuesta de la madre a su propia angustia.
2. En un acceso hipomaniaco, la niña hace el payaso enfrentado al deseo del Otro a quien
ella suprime.
Para la niña, todo enfrentamiento a la ley, permanece como algo imposible, en tales momentos busca
en la locura un lugar al abrigo.
Se podría señalar entonces hasta qué punto el niño es tributario de la salud de sus padres, participa, sin
saberlo, de las dificultades que ellos mismos no alcanzaban a sobrepasar. El principal escollo con el que el
débil mental enfrenta es la imposibilidad de afrontar las pruebas “pruebas de castración”. Esta fijación en
determinada etapa del desarrollo a menudo ha sido ya vivida por uno de los padres en forma no exitosa. A su
manera ellos han hallado la solución imaginaria a la falta de ser en la cual han caído.
Maruja, atrapada en el mundo materno, vive por interpósita persona la inseguridad de a madre. Las
fantasías de la niña como las de la madre, son una búsqueda de simbolización. Pero la falta de significante
paterno la deja en un mundo de provisto de sentido, donde la falta de ser no llega nunca a ser completada.
En un caso de este género, se conjugan debilidad y psicosis. Por tal razón, que en el tratamiento
interesa recibir el mensaje del niño y de los padres. El clima que favorece la explosión psicótica existe aún
con la anticipación al nacimiento del niño. El sujeto juega para la madre desde la concepción, un papel en el
plano fantasmatico, su destino ya está trazado. Será ese objeto sin deseos propios, cuyo único rol consistirá
en colmar la vida materna.
Tratando de distinguir, en al tratamiento, las fantasías del niño de las maternas, lleva al sujeto a asumir
su propia historia.
Padres adoptivos patógenos, pueden del mismo modo crear una relación psicotizante en el que uno se
convertirá en débil mental y el otro en sobredotado.
Existe para la madre, real o adoptiva, un primer estado en el que ella anhela “un niño”; este niño es al
comienzo una especie de evocación alucinatoria a algo de su propia infancia. Este niño se halla en la huella
del recuerdo, un recuerdo en el que se hallan incluidas todas las heridas sufridas. Este niño, tan deseado, crea
para la madre, cuando llega, es decir cuando la demanda se concreta, la primera decepción: helo aquí, pues,
este ser de carne… pero está ahí separado de ella, siendo que, en el nivel inconsciente, era con una especie
de fusión que ella soñaba.
Intentaráreconstruir su sueño con este niño separado de ella. A este niño de carne va a superponerse
una idea fantasmatica, que tendrá por función reducir la decepción fundamental de la madre.
Se va a establecer entre ambos una relación engañosa, ese niño, es su materialidad, es siempre para la
madre la significación de otra cosa.
Ese deseo que le es develado en sus sueños, se mantiene tanto tiempo como les posible pedirlo. Será,
pues, muy pedido al propio niño, pero a medida que este responde a la demanda materna, el deseo se
evapora. La construcción del fantasma tomara al relevo, para relanzar a la madre en el camino qe le lleva a
una especie de espejismo, a la conquista del objeto perdido. El niño se convertirá sin saberlo, en soporte
esencial para la madre.
El niño, destinado a colmar la falta de ser de la madre, no tiene otra significación que la de existir para
ella y no para él, toda pretensión del niño de autonomía, corresponderá para la madre la desaparición de ese
soporte fantasmatico del que tiene necesidad.
La madre no sabe, lo que quiere exactamente de su hijo, ignora que su demanda es la cubierta que de
su deseo perdido.
El niño no sabe que está llamado a desempeñar un rol para satisfacer el voto materno Icc, sin el
saberlo, es “raptado” en del deseo de la madre.
En el caso de la debilidad mental, la inteligencia deficiente va a ocupar a la madre hasta el punto de
que, antes los demás, la carencia del niño, será siempre objetivada por aquella. Todo deseo de despertar al
niño será combatido por la madre, hasta el punto de que el niño terminara por persuadirse de “que él no
puede”, en tanto q “que él no puede” la madre se ocupa de él y lo quiere.
Tales madres están satisfechas cuando otro niño llega a representar para aquellas el papel de un niño
superdotado. Van a oponer continuamente a los dos niños y crear así la relación de hermanos enemigos.
Tales madres, pueden, por otra parte, mantener así mismo en el niño enfermedades imaginarias es
decir, objetivar en el nivel del cuerpo un defecto que halla mayor papel de eterna enferma.
Una búsqueda del sentido de la enfermedad del niño en la madre no debe conducirnos, por otra parte,
a la conclusión simplista de que es la madre a quien hay que tratar. Se trata, por el contrario, a partir de una
anamnesis, de ayudar al niño a asumir, en el tratamiento, en su nombre,su propia historia, en lugar de hacer
suyas las dificultades relaciones de la madre con su propia madre, realizado así en la neurosis el sentido
fantasmatico que ha podido constituir para su madre, al hacer.

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