Los futurólogos crecen como la hiedra, saben del futuro como frotar una lámpara
o traducir la trama traslucida de una bola de nieve. Sus contratos nunca expiran,
siempre son invitados como signos de la moda, siempre alimentados por el rumor
del presente.
¿Quiénes son? ¿De dónde provienen? ¿Qué los alimentan?. Sus cordones
umbilicales siempre tienen algo costumbre, hambre de fantasma y mucho de
sustancia bursátil. ¿Qué es el temporal intempestivo sino sus mágicos algoritmos?.
Los futurólogos miran el bastón del poderoso como un accesorio necesario y el
cinturón que aprieta la vida un axioma del tiempo.
Ellos odian ser confundido sin embargo, de cuando en cuando se les nota sus
propensiones a decir algo importante sobre la farandula o dictar una receta del
tarot.