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SAN AGUSTÍN

Y LA

MODERNIDAD 1

P. Francisco Leocata

S
1. EL ESTUDIO FILOSÓFICO DE SAN AGUSTÍN

I SE ABREN LAS VIEJAS PÁGINAS DE LAS LECCIONES SOBRE


HISTORIA DE LA FILOSOFÍA DE HEGEL2, SE VERÁ NO SIN CIERTA
SORPRESA QUE EL PENSAMIENTO DE SAN AGUSTÍN NO ES CONSI-
DERADO EN EL DESARROLLO DE ESA HISTORIA. EN REALIDAD ELLO
NO ACONTECE SÓLO CON SAN AGUSTÍN, SINO CON TODA LA

Francisco Leocata, Salesiano de Don Bosco, es doctor en patrística, tanto grie-


Filosofía por la Universidad Católica Argentina, donde se ga como latina, lo
desempeña como titular ordinario de Filosofía Moderna. cual a su vez tiene
Ejerce su docencia también en el Centro Salesiano de Estudios. relación con el esca-
Es autor de numerosas publicaciones entre las que se destacan sísimo conocimien-
Las ideas filosóficas en Argentina. Etapas históricas (1992- to que los filósofos
1993), Persona Lenguaje Realidad (2003) y Los caminos de la “oficiales” de ese
filosofía en la Argentina (2004). Es además autor de más de tiempo tenían de
cuarenta artículos filosóficos publicados en revistas todo el período de
especializadas. Su más reciente libro publicado es la filosofía pre-
Estudios sobre fenomenología de la praxis (2007). medieval y medie-

1. Conferencia del R.P. Francisco Leocata en la Universidad Católica Argentina el 14 de agosto de 2007.
2 Ver Werke, Frankfurt, Suhrkamp, 1971, 19, pp. 493-600. La parte indicada comienza directamente con la
filosofía árabe. El pasaje dedicado a San Anselmo está en las pp. 554-559.

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Hay una estrecha conexión entre el val. Se nombra por supuesto a
San Anselmo con su “argumen-
desconocimiento de la importancia de
to ontológico” y algunos de los
San Agustín para la historia más famosos escolásticos, sin
filosófica de Occidente y la subesti- que se tome demasiado en serio
mación generalizada de la filosofía su aporte estrictamente filosófi-

HORIZONTES
medieval a la que se le negaba co. La filosofía desarrollaba su
importancia como avance en el historia (durante el siglo XVIII
ya fueron apareciendo en
terreno propiamente filosófico.
Alemania tratados de historia
de la filosofía, como la de Tennemann), desde esa óptica tan típica de
la cultura alemana después de Winckelmann, a partir de los griegos
(Hegel muestra un avanzado conocimiento de Platón y Aristóteles)
hasta llegar a la modernidad filosófica cuyo primer impulso él atri-
buye a figuras como Descartes, Bacon, o la oscura figura de Böhme,
significativa más que importante, para el mundo de habla alemana3.

Sin embargo existían ya en ese tiempo enfoques que ponderaban el


pensamiento del Obispo de Hipona como filósofo, especialmente en
los países de tradición católica, mientras que en el marco del protes-
tantismo Agustín era tenido principalmente como teólogo, inspira-
dor por lo demás de algunos temas difundidos por la Reforma.

De todos modos hay una estrecha conexión entre el desconocimien-


to de la importancia de San Agustín para la historia filosófica de
Occidente y la subestimación generalizada de la filosofía medieval a
la que se le negaba importancia como avance en el terreno propia-
mente filosófico.

Este estado de cosas cambió profundamente en los inicios del siglo


XX, justamente por la conjunción de dos factores de extrema impor-
tancia: uno fue el crecimiento extraordinario del conocimiento del
pensamiento medieval en sus fuentes, en cuyo seno se hacía bien
clara la vasta influencia de corrientes agustinistas (dentro de lo que
globalmente se denomina como Escolástica hubo entre otras cosas un

3. Ver Francisco Leocata, Esencia y destino de la Modernidad en Hegel, en Sapientia. Sin embargo algunos de
los escritos de Böhme habían sido traducidos al francés y al inglés al inicio del siglo XIX.

HORIZONTES 77
“agustinismo aviceniano”, como hace notar Gilson4; pero la influen-
cia de San Agustín cubre en cierto modo toda la Escolástica); el otro
es el estudio más detallado de las fuentes del conocimiento filosófico
moderno, empezando por los humanistas, los grandes autores del
Renacimiento, y finalmente los estudios sobre el siglo XVII, tan deci-
sivo para el despliegue del pensamiento filosófico y científico moder-
no. Podemos citar a manera de ejemplos, los trabajos de Etienne
Gilson que dedicó, entre otras cosas, una vasta monografía sobre el
pensamiento de San Agustín5, los estudios sobre los primeros huma-
nistas como Petrarca y sus seguidores por parte de Toffanin y Garin6,
y los de Henri Gouhier sobre el agustinismo en el siglo XVII7. Por otra
parte no hay que olvidar que en pleno siglo XIX existía ya la vasta y
admirablemente escrita obra de Saint-Boeuve sobre Port-Royal, y
antes aún una figura tan influyente como Victor Cousin —contempo-
ráneo y corresponsal de Hegel— había destacado la importancia de
Pascal y Malebranche. A partir de allí se multiplicaron los estudios
también sobre otras figuras que pueden a justo título considerarse
como agustinistas, como Bossuet, Arnauld, Fénelon y otros.

A mediados del siglo XX, la figura filosófica de San Agustín interesó


particularmente a un grupo de autores que provenían del neoidea-
lismo, y que encontraron en el pensamiento del Santo una ocasión
para reelaborar una filosofía de la trascendencia. Entre los más cono-
cidos entre nosotros, puede recordarse a Michele F. Sciacca8.

2. MOMENTOS DE LA NACIENTE MODERNIDAD

Mi tarea consiste ahora en resumir y dar un juicio evaluativo en


torno a estos estudios a fin de poner de relieve el lugar histórico cen-
tral de San Agustín en la primera parte del desarrollo del pensa-
miento filosófico moderno y desde luego su significado para el día

4. Ver Etienne Gilson, La philosophie au moyen âge, Paris, Vrin, 1944.


5. Ver Etienne Gilson, Introduction à l’étude de Saint Augustin, Paris, Vrin, 1929.
6. Ver Eugenio Garin, L’umanesimo italiano, Bari, Laterza, 1977, pp. 32-34.
7. Ver Henri Gouhier, Cartésianisme et augustinisme au XVII siècle, Paris 1978.
8. Ver Michele Federico Sciacca, San Agustín, Miracle, Barcelona 1955.

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de hoy. Ante todo juzgo oportuno recordar
Es posible distinguir
una distinción, que he hecho a menudo en
mis cursos, que ayuda a despejar mejor el un agustinismo filosófico.
campo para una mejor interpretación de dicha influencia de San
Agustín. Hay en primer lugar un agustinismo prevalentemente teológi-
co, que se distingue entre otras cosas —pero no únicamente— por el
tratamiento de temas como el de la caída original, la insuficiencia de
la naturaleza humana para alcanzar la salvación por sus solas fuer-
zas, y la necesidad de la gracia, así como el énfasis puesto en la debi-
lidad de la razón humana bajo la condición del pecado; temas a los
que se podrían sumar la visión de la historia en La ciudad de Dios,
obra que por otra parte es una verdadera cantera para el conoci-
miento de textos e ideas del mundo greco-romano, y que estimuló
según lo demostrado por Karl Löwith la formación de la moderna
filosofía de la historia9.

Es posible luego distinguir, aun cuando no se trate de una separación


y mucho menos de un divorcio entre ambos aspectos, un agustinismo
filosófico, cuyas fuentes principales pueden encontrarse en las prime-
ras obras del Santo, como De magistro, De quantitate animae, De libero
arbitrio, Contra académicos y otros trabajos, hasta incluir algunos
famosos pasajes de las Confesiones, especialmente los dedicados al
tiempo. Ambas caras del pensamiento de San Agustín se hallan muy
unidas pero son discernibles, y de hecho es necesario establecer esta
diferencia para apreciar mejor la contribución de Agustín a la histo-
ria filosófica. Entre los temas más sobresalientes de esta última face-
ta, podemos enumerar la teoría de la verdad como iluminación, la
correlación entre ser, conocimiento y amor, la interioridad como
impulso originario hacia Dios, y la temporalidad como participación
de lo eterno, temas que por otra parte el Santo elaboró a partir de una
influencia neoplatónica.

De hecho los estudios de Gilson, como dije, han detectado influen-


cias que han unido la teoría de la iluminación a algunos temas de
Avicena durante el Medioevo. Asimismo es fácil ahora, después de

9. Ver Karl Löwith, El sentido de la historia (Weltgeschichte und Heilgeschehen), tr. esp., Alianza, Madrid 1956.

HORIZONTES 79
tantas investigaciones sobre el tema,
distinguir figuras de grandes esco-
lásticos que han asimilado más fuer-
temente temas de San Agustín10, y
que por ese motivo se han mostrado
reticentes frente a la recepción del
pensamiento de Aristóteles.

Pero vayamos a los comienzos de la


Modernidad. Es hoy comúnmente
aceptado que sin dejar de reconocer
el carácter definitorio del pensamien-
to de Descartes para la modernidad
filosófica, no pueden desconocerse
algunos importantes anticipos de la
Modernidad en el movimiento del
Humanismo y del Renacimiento11.
San Agustín. Botticelli, 1480.
Iglesia del Ognissanti. Vamos a elegir algunos autores signi-
ficativos que muestran su cercanía a
temas agustinianos. En primer lugar tenemos ya en el siglo XIV la
figura de Francesco Petrarca: no me refiero a su aspecto de gran poeta
sino al pensador que dio un impulso inicial al movimiento humanis-
ta. El documento fundamental aquí está constituido por los Libri
familiarium rerum12, un conjunto muy vasto de cartas dirigidas a sus
discípulos y compañeros, en las que se manifiesta la oposición a las
corrientes aristotélicas, particularmente al averroísmo de Padua, y se
vuelve la atención a los clásicos latinos, entre ellos Cicerón, y en
especial a San Agustín, remarcándose el sentido de interioridad y de
la relación del hombre con el Dios trascendente. A pesar de que
Petrarca no es un filósofo en el sentido especulativo del término,
hace opción por la tradición agustinista para contrarrestar el enveje-
cimiento de la enseñanza escolástica con su acentuación “naturalis-

10. Ver por ejemplo Etienne Gilson, La philosophie de Saint Bonaventure, Vrin, Paris 1924.
11. Una de las obras más características al respecto es Eugenio Garin, La cultura filosofica del Rinascimento
Italiano. Ricerche e documenti, Sansoni, Firenze, 1979.
12. Ver Francesco Petrarca, Opere, Sansón, Firenze 1975, pp. 239-286.

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ta” y empirista13. Comienza así un lejano preludio de protagonismo
de la subjetividad moderna, aunque sentida primordialmente como
recinto estético-religioso.

Mucho más importante desde el punto de vista estrictamente filosó-


fico es en cambio la obra de Nicolás de Cusa. Dentro de la vastedad y
profunda originalidad de su propuesta, hay también una presencia
notable de elementos de proveniencia agustiniana. Entre los más
notables podemos citar: el sentido de la trascendencia resumido en el
ideal de la docta ignorantia; la temática de la relación dialogante entre
interioridad humana y trascendencia divina tal como es estudiado
magistralmente en De visione Dei14; y luego el tema de la participación
de una trinidad ontológica en las criaturas, tema que tendrá luego
amplios desarrollos en la filosofía cristiana hasta llegar al siglo XX.

Un tercer ejemplo en el final del Renacimiento lo tenemos en


Tommaso Campanella, el cual en su vasta y compleja Metafísica, ubica
los tres pilares del sistema en las “potentialitates”: poder, conocimien-
to y amor (potentia, sapientia et amor). Allí la trinidad creatural inicial-
mente planteada por San Agustín, es reelaborada por Campanella15,
el cual como es sabido la hace entrar en juego también en su conoci-
da Ciudad del sol. También es aceptado por los investigadores actua-
les que en Campanella se da un preludio más inmediato, abrevado
por otra parte en las fuentes agustinianas, del tema cartesiano del
cogito16. Y ya estamos a inicio del siglo decisivo de la Modernidad: el
siglo XVII.

Debemos al investigador francés Henri Gouhier y al italiano


Augusto Del Noce17 la demostración de que una parte importante
del pensamiento filosófico postcartesiano intentó una cierta síntesis
entre la nueva filosofía y el agustinismo. No fue algo fortuito. Ya

13. Ver por ejemplo la carta Familiarium rerum, II, 6, pp. 325-331.
14. Ver Nicolò Cusano, Opere filosofiche, UTET, Torino 1972, pp. 541-606.
15. Ver Tommaso Campanella, Metafisica, en edición bilingüe por Giovanni Di Napoli, Zanichelli, Bologna
1967.
16. Ver Bernardino M. Bonansea, Tommaso Campanella. Renaissance Pioneer of Modern Thouaght, The Catholic
University of America Press, Washington 1969, pp. 46-70.
17. Augusto Del Noce, Reforma cattolica e filosofia moderna. I: Cartesio, Il Mulino, Bologna 1971.

HORIZONTES 81
desde el primer humanismo había varios
frentes, desde los que se cuestionaba la hege-
monía de la influencia aristotélica y de las
diversas expresiones de la filosofía escolásti-
ca. El pensamiento del Obispo de Hipona
había sido estudiado continuamente, espe-
cialmente en sede de teología y espirituali-
dad. La crisis que afectó hacia fines del
Renacimiento la grandiosa construcción de
la segunda Escolástica, especialmente sus
limitaciones para asumir los desafíos crea-
dos por el primer surgir de las ciencias
modernas, hizo que la mirada para estable-
cer un nuevo paradigma de una visión cris-
tiana del mundo se dirigiera hacia el pensa-
miento de San Agustín. No en vano Galileo San Agustín. Francisco de Goya, 1795.
Colección particular.
en su defensa había aludido a una interpre-
tación más espiritual y religiosa de la Biblia, apoyándose en parte en
la lectura agustiniana del Génesis. Varios contemporáneos de
Descartes, por lo demás, aún reconociendo la originalidad del plan-
teamiento en torno al cogito y a la duda metódica, estaban convenci-
dos de que Descartes había leído los escritos filosóficos juveniles de
San Agustín18.

Por lo tanto, cuando empezó la difusión y amplia discusión de las


tesis cartesianas, es natural que hubiera autores y centros de estudios
que prefirieran tender un puente instalando lo que el Cardenal
Bérulle denominó el usage chrétien du cartésianisme (el uso cristiano
del cartesianismo). Augusto Del Noce, autor de un amplio estudio
sobre Descartes como autor de la Reforma Católica, ha destacado
mucho el encuentro entre el fundador del Oratorio y el gran filósofo
y el hecho de que Bérulle le diera su apoyo y le animara a seguir
publicando sus meditaciones filosóficas. También destaca este hecho
Henri De Lubac en su trabajo sobre Pico della Mirandola19.

18. Ver las objeciones a las Meditaciones, A.T., VII.


19. Ver Henri de Lubac, L’alba incompiuta del Rinascimento. Pico Della Mirandola, Jaca Book, Milano 1977,
pp. 131-145.

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El espíritu de la filosofía cartesiana tenía otros intereses que los que
animaban a los agustinistas, especialmente cuanto se refería a la cien-
cia moderna, pero es innegable que se prestaba para la renovación de
la temática de la autorreflexión (la famosa subjetividad moderna), la
superación del escepticismo y del materialismo, la presencia de la
idea del ser infinito en la mens humana. Se fue formando así un vasto
movimiento que globalmente podemos denominar como agustinismo
moderno, que entre otras muchas características, tenía la ventaja de
darle un rodeo a la concepción moderna de las ciencias (es decir, no
entrar en conflicto con ella) y de integrar de ese modo un cierto fren-
te de reforma católica. Tanto más que los fundadores del protestan-
tismo habían tenido una notoria influencia de temas agustinianos en
su teología, especialmente los referidos al pecado y a la gracia.

Sin exagerar, es objetivo reconocer la presencia de este frente en toda


la cultura francesa del siglo XVII. Algo de espíritu agustinista encon-
tramos por ejemplo en la espiritualidad del P. Lamy, que mantuvo
una polémica con Malebranche, en la influyente figura de Bossuet,
en todo el grupo de Port-Royal, en Fénelon y desde luego en los ora-
torianos Thomassin y Malebranche, cuya vocación filosófica se des-
pertó a raíz de la lectura de De l’homme de Descartes, pero cuya onto-
logía quiere ser una profundización de la idea agustinista de razón y
verdad. Para no alargar, recordaré simplemente el libro de Bossuet
sobre El conocimiento de Dios y de sí mismo, que integra elementos car-
tesianos en un trasfondo de agustinismo.

En cuanto al grupo de Port-Royal,


mucho habría para añadir. En la El espíritu de la filosofía cartesiana
vasta historia que le ha dedicado tenía otros intereses que los que
Saint-Beuve a la historia del famo- animaban a los agustinistas.
so monasterio, aparece claramente
la influencia de la teología y de la espiritualidad de San Agustín,
puede decirse desde los inicios. Luego sobrevendría la influencia del
libro del Obispo Jansens (Jansenio) Augustinus, que le da una
impronta de ascética severa y los enfrentará al Magisterio.

Aunque los teólogos de Port-Royal se defendieron de la acusación de


jansenismo, es innegable que absorbieron una espiritualidad y una
moral rigoristas. Pero lo más importante, desde el punto de vista filo-

HORIZONTES 83
sófico es que la figura descollante de Port-Royal, Arnauld, fue prime-
ro interlocutor de Descartes —de hecho es uno de los autores de las
objeciones integradas y respondidas en la redacción final de las
Meditationes de prima philosophia— y luego fue coautor junto con Nicole
de dos textos fundamentales de la historia filosófica: la Lógica y la
Gramática de Port-Royal, donde se encuentran temas clásicos renova-
dos con las nuevas sugerencias de la obra cartesiana, y donde se
encuentran los gérmenes de lo que Chomsky llamaría más tarde “lin-
güística cartesiana”. Arnauld es también autor de una obra de contro-
versia con la teoría del conocimiento de Malebranche titulada Des vrais
et des fausses idées, en la que se encuentran ensamblados de nuevo
temas de la tradición agustiniana con otros de origen cartesiano.

Hay sin embargo, a pesar de las diferencias y discusiones entre los


representantes de este movimiento, un denominador común que es
la reelaboración de la temática de San Agustín en torno a la verdad
como iluminación y otro rasgo característico es la recepción notable
del denominado argumento ontológico, con excepción de los repre-
sentantes de Port-Royal.

En síntesis, el tema de la verdad es de una importancia protagónica, y ha


sido repensado teniendo en cuenta las nuevas instancias de la filoso-
fía cartesiana especialmente lo referido a la evidencia y a las ideas
claras y distintas.

Un lugar a parte en toda esta temática merece la figura de Pascal, el


cual había leído ya antes de su entrada en Port-Royal las principales
obras cartesianas, y es en el conjunto el que se muestra más distante
de la proyectada síntesis entre cartesianismo y agustinismo. Hay
muchos motivos en esto, uno de los cuales es sin duda el mayor
impacto que hizo en Pascal el tema del pecado original, con el debi-
litamiento de la confianza en la razón, con la consiguiente proclivi-
dad hacia el fideísmo, y en general la tendencia rigorista de la moral
y de la espiritualidad de Port-Royal. Pero hay que considerar tam-
bién su previa lectura de Montaigne20, que obró como una suerte de

20. Véase sobre todo el Entretien avec Monsieur De Saci, ver Blaise Pascal, Oeuvres complètes, Lafuma, Du
Seuil, Paris 1963, pp. 291-298. Esta edición contiene una introducción de Henri Gouhier, en la que se
expresa la relación con el agustinismo.

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prevención anticipada contra el
Hay sin embargo, a pesar de las
excesivo entusiasmo por los
alcances de la razón que caracte- diferencias y discusiones entre
rizó la era cartesiana. Hay sin los representantes de este
embargo en los Pensées la presen- movimiento, un denominador
cia siquiera velada de temas car- común que es la reelaboración de la
tesianos, como el de la centrali- temática de San Agustín en torno a
dad de la pensée, aun cuando la
la verdad como iluminación.
meditación de Pascal está decidi-
damente más involucrada en la defensa del cristianismo y en la toma
de distancia con respecto a la denominada teología natural aun en su
nivel metafísico21. En buena parte de esta posición se halla implícito,
sin negar la fuerza y la originalidad de Pascal, el impacto de temas
del que hemos denominado agustinismo teológico, asimilado en
forma fuertemente existencial, y que tienen cierto parecido —salva-
da la distancia de dos siglos— a lo que presentará más tarde en sede
protestante pietista la figura de Kierkegaard.

Un punto importante es además que el tema moderno de la subjeti-


vidad se desplaza de la primacía de la razón para buscar un centro
más profundo y más integral, mediante una categoría también de ori-
gen agustinista: le coeur (el corazón), sobre el cual tanto se ha escrito.

El mal llamado ontologismo de Malebranche, por su parte, tuvo


mayor influencia de lo que hoy se cree durante los siglos XVII y
XVIII. MacIntyre22 por ejemplo constata su presencia en autores
escoceses hasta adentrado el siglo de las luces (es decir en la época
en que Hume labraba su escepticismo) y yo mismo he tenido la opor-
tunidad de estudiar la obra de Segismundo Gerdil en la segunda
mitad del mismo siglo, el cual tomó la defensa de Malebranche fren-
te a las críticas de Locke23. Pero es documentable una línea “ontolo-
gista” hasta al menos mediados del siglo XIX.

21. Con este tema se halla relacionado el famoso Memorial que toma distancias respecto del “Dios de los
sabios y de los filósofos”. Véase como consulta el libro de Lucien Goldman, El hombre y lo absoluto. El
Dios oculto, Península, Barcelona 1985, pp. 217-406.
22. Ver Alasdair MacIntyre, Justicia y racionalidad, EIUNSA, Barcelona 1994, pp. 151-166.
23. Ver Francisco Leocata, El problema moral en el siglo de las luces. El itinerario filosófico de G. S. Gerdil, EDUCA,
Buenos Aires 1995.

HORIZONTES 85
Otro ejemplo de síntesis
entre agustinismo, neoplato- Un punto importante es además que el
nismo y cartesianismo lo tema moderno de la subjetividad se
ofrece la obra del oratoriano desplaza de la primacía de la razón para
Ludovico Thomassin, autor buscar un centro más profundo y más
de un gran tratado titulado integral, mediante una categoría
De Deo Deique proprietatibus.
también de origen agustinista:
Hay también ejemplos de
autores que muestran una
le coeur (el corazón).
cierta influencia de San Agustín y de Malebranche24 (según ha mos-
trado Augusto Del Noce) siendo sin embargo fuertemente anticarte-
sianos como por ejemplo Vico, gran precursor de la moderna filoso-
fía de la historia, el cual pertenece ya al siglo XVIII, y fue redescu-
bierto sólo a mediados del siglo XIX por Herder.

Teniendo en cuenta todos estos hechos históricamente comproba-


bles, podemos decir que la modernidad filosófica, particularmente el
movimiento de ideas habido en el siglo XVII, ha heredado con el
impulso nuevo dado a la filosofía por los desafíos de la filosofía car-
tesiana, algunos temas que serían inexplicables sin el trasfondo agus-
tinista, como por ejemplo la más viva conciencia de la interioridad del
sujeto (también en un sentido moderno de autorreflexión), la puesta en pri-
mer plano del tema de la conciencia, sea a nivel gnoseológico sea moral, y
una amplia puesta en juego del tema de la verdad en su relación con la razón
y de los caminos para acceder a ella.

Más tarde en el siglo XVIII sobrevendría una suerte de pérdida de


influencia de este frente inspirado en el usage chrétien du cartésianis-
me. Veremos a continuación los motivos que colaboraron en ello.
Pero no está mal recordar hechos curiosos, como por ejemplo que
Rousseau, según relata en sus Confesiones, leyó las obras de los agus-
tinistas de Port-Royal y de Malebranche, aunque en buena medida
su obra puede considerarse una reacción contra ellos. Y reciente-
mente el propio John Rawls en sus lecciones de historia de la ética, atri-

24. Ver el capítulo II de Principi di una scienza nuova (1725), en Giambattista Vico, Opere filosofiche, Sansoni,
Firenze 1971, pp. 188-207.

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buye a la madurez de Kant el haber corregido algunas concepciones
“maniqueas” de su segunda crítica con temas agustinistas25 (tesis
que aunque respetable puede ser discutida, y que cito a modo de
ejemplo de la actualidad del tema).

Es hora de preguntarnos sobre algunos motivos por los que el movi-


miento cartesiano-agustinista no resistió al embate de la Ilustración,
que alcanzó un amplio dominio en el siglo XVIII. Con ello ganare-
mos también en la comprensión de algunos hechos más próximos a
nuestra actualidad.

3. RETROCESO DE LA INFLUENCIA AGUSTINISTA MODERNA

Creo que los motivos fundamentales por los que la vertiente agustinis-
ta empezó a perder terreno en la Europa del siglo XVIII son los
siguientes:

En primer lugar, su acentuación del


principio de la autorreflexión del sujeto y del
origen de las ideas, subestimó las instan-
cias que provenían del campo empirista,
que iban acentuando su influencia al
ritmo de los nuevos desarrollos científi-
cos, en la línea que va de Galileo a
Newton. La concepción de la verdad de
los agustinistas postcartesianos, junto
con sus innegables méritos, tuvo el
inconveniente de afianzarse en una con-
cepción de la razón (tomada también en
sentido objetivo como equivalente a
sabiduría, la sabiduría de Dios inheren-
te a la creación del mundo) que era
demasiado unívoca y se prestaba, en San Agustín. Francisco de Zurbarán, 1625.
parte, a la ruptura del realismo tal como Colección particular.

25. Ver John Rawls, Lecciones sobre la historia de la filosofía moral, Paidós, Barcelona 2007, pp. 363, 373.

HORIZONTES 87
había sido cultivado por la tradición escolástica a pesar de sus diver-
sidades. Por este motivo no estuvo en grado suficiente de dar una
completa respuesta a las exigencias de una equilibrada experiencia
que atendiera los reclamos de los sentidos.

Por lo general introdujo


Los agustinistas postcartesianos estaban temas interesantes en torno
más en grado de integrar las a la crítica del sensismo y
innovaciones de la ciencia matemática del escepticismo, pero no
después de Descartes, pero fueron pudo detener el avance de
menos flexibles por lo general a los las corrientes escépticas y
cambios socioculturales neoepicúreas, que se fortale-
cían con nuevos planteos
y políticos de la Modernidad.
provenientes sobre todo de
la filosofía británica, hasta culminar en Locke, Collins, y más tarde en
la forma moderna de escepticismo radical en Hume.

Otro inconveniente, al menos desde mi punto de vista, fue que la rela-


ción entre filosofía y teología —y en esto los agustinistas se apartaron de
Descartes— aparecía como un todo demasiado integral, por no decir
integrista, al menos en algunos casos. En general los agustinistas die-
ron mucha importancia a las cuestiones dogmáticas y tuvieron una
concepción de la relación entre filosofía y teología aún más rígida que
la que habían mostrado los escolásticos, tanto medievales como del
Renacimiento. El orden natural y el sobrenatural se unían en una con-
tinuidad más estrecha26, por lo cual este frente no pudo satisfacer una
necesidad de la época posterior a las guerras de religión, que reque-
ría la puesta en juego de un principio de tolerancia y de libertad reli-
giosa, tema que aunque había sido anteriormente preparado, fue defi-
nitivamente propuesto por John Locke. Además las nuevas ciencias
positivas requerían una mayor autonomía respecto de la teología y la
metafísica. Tal vez la figura de Bossuet (que ofició como de gran “cen-
sor” de la época también por su influencia en la corte) resuma todo lo
profundo de esta problemática27.

26. En toda esta temática es fundamental el libro de Henri de Lubac, Augustinisme et Théologie moderne, Paris,
reelaboración de su famosa obra Surnaturel.
27. Ver Georges Gusdorf, Dieu, la nature, l’homme au siècle des lumières, Puyot, Paris 1972, pp. 190-195.

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Dicho en otras palabras, los agustinistas postcartesianos estaban
más en grado de integrar las innovaciones de la ciencia matemática
después de Descartes (al menos hasta la época de Newton), pero fue-
ron menos flexibles por lo general a los cambios socioculturales y
políticos de la Modernidad.

Todo esto tiene a su vez una íntima relación con el devenir de la ciencia
en ese tramo histórico. Los agustinistas postcartesianos tuvieron en
un primer momento sobre la segunda escolástica, la ventaja de evi-
tar los conflictos frontales entre filosofía, teología y las nuevas cien-
cias, especialmente matemáticas. No hay que olvidar que al fin de su
vida Descartes redactó sus Principia Philosophiae con el propósito de
que sirvieran también como manual de filosofía para los seminarios
y casas eclesiásticas de estudios. Sin embargo el edificio de la física
que había construido Descartes en base a su mecanicismo (con la
colaboración de Mersenne28 entre otros), comenzó a ser desplazado
del escenario científico desde los comienzos del siglo XVIII por la
física de Newton29, que desde muchos puntos de vista continuaba
más de cerca la revolución metodológica galileana. Ya el joven Pascal
había previsto algunas debilidades de la física cartesiana en varios
puntos importantes.

Después del triunfo en Gran Bretaña, la física de Newton recibió una


amplia acogida en el continente, teniendo entre sus propagandistas a
los hombres de la Ilustración francesa. A partir de 1735 Voltaire comen-
zó una campaña muy influyente que unía la filosofía de Locke a la
nueva física newtoniana, con lo cual los agustinistas que continuaban
todavía aferrados a la física cartesiana comenzaron a perder apoyo.

Finalmente es inevitable hacer mención del delicado problema de la


filosofía moral. El frente agustinista, en un comienzo fortalecido por su
alianza siquiera parcial y condicionada con la nueva filosofía de
Descartes, se mantuvo en materia de ética en posiciones más ten-
dientes al rigorismo, exceptuadas algunas figuras influyentes, como

28. Ver Robert Lenoble, Mersenne ou la naissance du mécanisme, Vrin, Paris 1971.
29. Puede verse claramente esta dificultad en las obras que Giacinto Sigismondo Gerdil dedicó a la discu-
sión de temas físico-matemáticos, cuando ya triunfaba la física de Newton.

HORIZONTES 89
Fénelon. Ya antes desde fines del siglo XVI se había instalado la dis-
cusión en torno al probabilismo y al rigorismo30. La triste polémica
entre los de Port-Royal y los jesuitas, cuyo documento más conocido
son las Cartas provinciales de Pascal, fue hábilmente aprovechada por
los hombres de la Ilustración, a fin de mostrar los excesos de la into-
lerancia teológica, y la imposibilidad de mantener sus enseñanzas
morales con los cambios de la naciente era industrial.

El frente agustinista siguió combatiendo las nuevas corrientes ilus-


tradas, algunas de las cuales mostraban signos de materialismo y
ateísmo, en obras apologéticas de gran nivel, pero la conciencia cató-
lica necesitó entre fines del siglo XIX e inicios del siglo XX, de un
resurgir de la Escolástica estudiada con más profundos métodos his-
toriográficos y teoréticos. Y todo esto no sin polémicas entre los
diversos sectores de la teología y de la filosofía cristiana.

4. REFLEXIONES SOBRE LA ACTUALIDAD

¿Qué enseñanzas da este desarrollo para la mejor comprensión de


nuestra actualidad? Digamos en primer lugar que por vías directas o
indirectas, el agustinismo filosófico propició el principio de la racio-
nalidad centrada en el sujeto, que según muchos intérpretes, entre ellos
Habermas31 y Taylor32, es uno de los rasgos sobresalientes de la
modernidad filosófica. En la última parte del siglo XX esta tesis ha
sido considerablemente cuestionada, sobre todo a partir de la crítica
hecha por Heidegger a la subjetividad en el sentido cartesiano y hus-
serliano (como se sabe, Husserl mantuvo a lo largo de su obra, a
pesar de finas críticas, una suerte de sintonía con el núcleo de la filo-
sofía de Descartes). Sin entrar en la
El agustinismo filosófico propició
discusión del tema, diré sencilla-
el principio de la racionalidad mente que aun cuando haya que
centrada en el sujeto. corregir dicha “racionalidad centra-

30. Es importante al respecto la voluminosa obra del dominico Daniel Concina, Historia del probabilismo y del
rigorismo, Madrid 1772.
31. Ver Jürgen Habermas, El discurso filosófico de la Modernidad, Taurus, Madrid 1989.
32. Ver Charles Taylor, Fuentes del yo. La construcción de la identidad moderna, Paidós, Barcelona 1996.

90 PERSONAYCULTURA - Número 6, Año 6


da en el sujeto” (que llega también a Kant y a los grandes idealistas
alemanes), sobre todo por su proclividad hacia el idealismo, es nece-
sario recuperar un justo planteamiento de la interioridad y de una onto-
logía de la persona, como condición para poder defender un verdade-
ro humanismo.

Históricamente, es muy posible Es muy posible que el agustinismo


que el agustinismo postcartesiano postcartesiano haya contribuido en
haya contribuido en algunos
algunos temas al menos para la
temas al menos para la configura-
ción del idealismo, pero ello se configuración del idealismo.
debe más a la apropiación hecha por los autores racionalistas moder-
nos de algunas temáticas iniciadas por Descartes, lo cual a su vez no
obsta para que en las raíces de la gran vertiente inspirada en el pen-
samiento de San Agustín puedan encontrarse nuevos motivos inspi-
radores para el renacimiento de un nuevo humanismo.

Otro tema que es preciso recuperar y volver a plantear con una


metodología adecuada a nuestra realidad es el tema de la verdad. Es
sabido que hoy hay declaraciones explícitas por parte de algunos
autores derivados de influencias de la neoilustración, que prefieren
evitar el tema de si existe una verdad sobre la cual podemos esta-
blecer un encuentro dialogante a través del instrumento de la razón.
El tema de la verdad parecería molesto a cuantos defienden la aspi-
ración a una libertad programáticamente ampliable sin límites.
Como ya había observado Hegel a propósito de la Ilustración, «la
verdad es lo útil»33.

El interés centrado sólo en la mayor utilidad puede de hecho con-


ducir a un desinterés por la verdad de las cosas, entendida en cier-
to modo como el equivalente a una limitación de la libertad (prin-
cipalmente por sus consecuencias en el plano de la ética). Hay espí-
ritus en efecto que se refugian en el escepticismo para ampliar
dicho espacio de libertas a coactione: y eso tanto en el terreno filosó-
fico como fuera de él.

33. Georg Wilhelm Friedrich Hegel, Werke, Suhrkamp, Frankfurt 1969.

HORIZONTES 91
El pathos con que Agustín plantea el tema de la verdad y de su bús-
queda, debería ser reencontrado y vuelto a meditar. Esto abriría a su
vez el camino para renovar la metafísica de un modo que no sea tan
solo una restauración. Hay en la larga historia del agustinismo filo-
sófico un momento en el que el tema de la verdad se encuentra con
el del ser, y en particular con los planteamientos aristotélicos del
tema del ente. Creo que la profundización de este aspecto es de vital
importancia para la actualidad.

No obstante, para evitar la univocidad excesiva que caracterizó a


algunos de sus exponentes, el planteamiento del tema de la verdad
hoy debería incorporar enfoques, que sin debilitar el sentido de una
verdad inteligible, hagan justicia a las diversas situaciones y circuns-
tancias en que se debate la existencia humana, así como la diversidad
de las culturas. Por motivos que
El interés centrado sólo en la mayor serían largos de explicar, creo
utilidad puede de hecho conducir a que una de las vías posibles sería
un desinterés por la verdad de las la de elaborar una teoría herme-
cosas, entendida en cierto modo néutica dentro de un marco fenome-
como el equivalente a una nológico aplicado a la praxis sobre
todo moral. Desde la óptica de la
limitación de la libertad.
tradición escolástica y más parti-
cularmente tomista, esto tocaría una ampliación del importante tema
de la analogía entis, y al mismo tiempo una revalorización del tema
aristotélico de la prudencia.

Finalmente es preciso destacar una vez más la falta que nos hace hoy
renovar el tema de la interioridad y de la relación con Dios desde el
corazón humano. Noli foras ire, in interiore homine habitat veritas, es un
mensaje que en los tiempos actuales todo pensador filósofo y en
especial si es cristiano, debería reavivar e incorporar a lo que Jan
Patocka denominó el «cuidado del alma»34, que es un lema que
dicho autor relaciona no sólo con la filosofía platónica, sino con el
meollo del espíritu de la filosofía occidental, y que nosotros podemos
poner en relación con algunos temas del pensamiento no europeo y
también de otras culturas no occidentales.

34. Ver Jan Patocka, Platón y Europa, Península, Barcelona 1991, pp. 183-212.

92 PERSONAYCULTURA - Número 6, Año 6


Se podría ver en esto una contraposición con el tema que obsesionó
a Michel Foucault en sus últimos años, el del cuidado de sí (souci de
soi), que no acentúa propiamente la interioridad sino más bien la sal-
vaguarda que el individuo debe tener de su espacio de libertad den-
tro de las complejas ramificaciones y estrategias del poder.

Como dije al inicio, a mediados del siglo XX el pensamiento de San


Agustín, asociado al de Rosmini y otros autores, sirvió para sacudir
el inmanentismo idealista y abrir nuevos caminos a la trascendencia.
Hoy el camino es más difícil por la situación general que recorre la
filosofía a nivel mundial. Pero necesitamos salir de un inmanentismo
diverso, particularmente del inma-
nentismo naturalista y del inmanen- Es preciso destacar una vez más la
tismo expresado bajo la fórmula falta que nos hace hoy renovar el
del “giro lingüístico” (linguistic tema de la interioridad y de la
turn). Es decir, se trata de superar relación con Dios desde el corazón
lo que algunos fenomenólogos lla- humano.
man la “naturalización del senti-
do”, para acceder a nuevas experiencias de una trascendencia que
respondan a las inquietudes del hombre actual. San Agustín en este
sentido se perfila también como un referente de una futura posible
victoria sobre la crisis del sentido en una era postmoderna. En su pen-
samiento vivo, por lo demás, hay muchos motivos que hacen com-
prensible el paso desde una racionalidad centrada en el sujeto a una
racionalidad intersubjetiva y dialogante. Pero ésta es una vía en gran
parte por hacer, en el sentido de que hay que incorporar temas ela-
borados por las orientaciones personalistas del siglo XX, a las que la
fenomenología de Husserl ha aportado vías y recursos nuevos.
Recoger todos estos avances en unión con lo más vivo de la tradición
clásica, sería un motivo de profunda renovación para el pensamien-
to cristiano en el mundo contemporáneo.

HORIZONTES 93
REVISTA DE LA UNIVERSIDAD CATÓLICA SAN PABLO
NÚMERO 6, AÑO 6
AREQUIPA, 2008
CONSEJO EDITORIAL:
GERMÁN CHÁVEZ CONTRERAS
ALFREDO GARCÍA QUESADA
IVÁN DARÍO GARZÓN VALLEJO
FRANCISCO RIZO PATRÓN BAZO
MANUEL RODRÍGUEZ CANALES
FERNANDO VALLE RONDÓN
DIRECTOR:
ALDO GIACCHETTI PASTOR

CONSEJO INTERNACIONAL DE COLABORADORES:


JAIME ANTÚNEZ * JOSÉ AGUSTÍN DE LA PUENTE * CARLOS GÓMEZ DE LA TORRE *
FRANZ GRUPP * P. FRANCISCO LEOCATA * EUSEBIO QUIROZ * GUSTAVO SÁNCHEZ *
CARLOS CORSI * CLEBER ALVES * P. ALFONSO LÓPEZ QUINTÁS * CARLOS HOEVEL *
P. MASSIMO SERRETI * JAIME URCELAY

Portada:
Edith Stein o Santa Teresa Benedicta de la Cruz (óleo de Javier Rodríguez Canales, Arequipa 2008).
Filósofa judía, se convierte al cristianismo como resultado de su incansable búsqueda de la verdad y el tes-
timonio de vida de otros cristianos. Muere en un campo de concentración nazi. Este año se cumplen 10 años
de su canonización en Roma por el Papa Juan Pablo II.

Urb. Campiña Paisajista s/n Quinta Vivanco, Cercado, Arequipa-Perú


Telf. (51-54) 60 5600 – (51-54) 60 8020 - Fax (51 54) 28 1517
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Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú número 2003-1118.


ISSN 1997-5414

Impreso en:
Impresa – Arequipa
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Las opiniones libremente vertidas por los autores de los artículos no constituyen orientaciones oficiales
de la Universidad Católica San Pablo, sino que son enteramente responsabilidad de los mismos.
CONTENIDO
EDITORIAL
FE Y RAZÓN: DIÁLOGO INDISPENSABLE.....................................................6

PERSPECTIVA
SOBRE EL SENTIDO DE LA MELANCOLÍA...................................................14
Romano Guardini

DE LA ACEPTACIÓN DE SÍ MISMO A LA PERSONA COMO FUNDAMENTO


EN EL PENSAMIENTO DE ROMANO GUARDINI.................................................38
Aldo Giacchetti

SEMBLANZA
EDITH STEIN, SANTA PARA NUESTRO TIEMPO............................................60
Alfredo Garland

LUCES
FE Y RAZÓN.............................................................................................72

HORIZONTES
SAN AGUSTÍN Y LA MODERNIDAD............................................................76
P. Francisco Leocata

EN LA PLENITUD DE SU VOCACIÓN. ANTROPOLOGÍA DEL PRIMADO


DE LOS DEBERES SOBRE LOS DERECHOS....................................................94
Stefano Fontana
EXPRESIONES
ANGELES Y ARCÁNGELES DEL ARTE VIRREYNAL
Franz Grupp.........................................................................................114

VIDA UNIVERSITARIA.....................................................................120

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