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Cod.

21

Teoría y Análisis
Literario C
Fecha: 26/06/07
Teórico-Práctico № 10 Prof.: Diego Peller

*
[La revista Literal]

Buenas noches. Yo soy Diego Peller y hoy vamos a trabajar en el


teórico práctico la revista Literal. El título estaba en discusión, Jorge les dijo
que estábamos debatiendo entre dos títulos, finalmente junté los dos y
ahora se llama “La crítica argentina en los años ´70 y la operación Literal.”
La revista literal salió en los años ´70 en la Argentina, hubo cinco números
pero dos fueron dobles, así que en realidad hubo en total tres ejemplares,
el 1, el 2/3 y el 4/5. Acá traje el último para que lo vean, tenía formato de
libro, como en general eran las revistas antes.

La idea de este teórico práctico es la de trazar un panorama un poco


general de la crítica y las relaciones entre crítica y literatura en la Argentina
en los ´70 y, dentro de ese panorama, situar específicamente la
intervención de la revista Literal. Hablo de intervención porque esta revista
fue muy efímera, tres ejemplares solamente; pero el primero salió en
noviembre del ´73, el segundo en mayo del ´75 y el tercero en noviembre
del ´77; de manera en que si bien en cuanto a tiempo no son muchos años,
dados los cambios históricos que hubo en ese momento los contextos son
muy diferentes, los contextos políticos en la Argentina entre noviembre del
´73, mayo del ´75 y noviembre del ´77 son muy diferentes aunque tienen en
común la presencia central de la política en el sentido más directo del
término en las esferas de la cultura, del arte, de la literatura. Es un
momento en el cual la política domina de una manera muy directa las otras
esferas.
(T y A., 10) 2

Alumno: ¿No hablamos de Sur y Contorno como predecesoras de


Literal, porque Panesi en un artículo hace referencia también a estas
revistas?

Profesor: En realidad, como contexto de lo que estamos discutiendo y


vamos a ver hoy lo que nos interesa, ya que vos mencionás un artículo de
Panesi de su libro Críticas, es otro texto de ese libro, el titulado “La crítica
argentina y el discurso de la dependencia”, que es un artículo sobre la
crítica en los ´70 y específicamente sobre la revista Los Libros. Voy a
hablar un poco de esa revista al trazar este panorama de la crítica en los
´70, pero me voy a centrar más en Literal. Obviamente se podría establecer
una relación con Sur y Contorno, pero para lo que queremos trabajar hoy
queda un poco al margen, el recorte que vamos a hacer es más sincrónico,
el contexto de discusión en ese momento.

Pese a lo breve que fue la revista tuvo efectos muy importantes en la


crítica y la literatura de esos tiempos y posteriormente también, además,
tuvo una fuerza diferencial muy grande, se diferenció mucho de otros
discursos críticos y literarios que circulaban en ese momento. Por eso
señalaba que se la podía pensar como una intervención en el sentido
vanguardista del término, como una acción, la idea de un gesto provocativo
en relación a un contexto. En el dossier que les dejé puse el cartel que
pegaron como presentación de la revista, que ilustra esta voluntad de
provocación.

El objeto con el que vamos a trabajar en el teórico práctico es


bastante diferente de lo que vienen trabajando hasta ahora, en general han
tomado una serie de textos de un autor en particular, hoy trabajaremos con
una revista. Por eso hago algunas aclaraciones sobre esto, el objeto revista
como objeto de análisis es particularmente complejo porque es muy
heterogéneo, en la revista aparecen voces diferentes, temporalidades
diferentes, es un objeto inestable en el que se cruzan discursos diversos
que provienen de lugares disímiles, y si bien en todo texto literario ocurre
esto, en una revista se acentúa.

Al mismo tiempo, esta dificultad tiene su aspecto positivo y es que a


la hora de hacer historia de la crítica o de la teoría las revistas son
espacios donde se puede ver muy claramente la gestación y las
transformaciones que se producen en los discursos, por ejemplo, cuando
en el campo de la crítica se empieza a introducir una teoría nueva eso es
(T y A., 10) 3

mucho más palpable de ver en las revistas. En general después, una vez
que esa teoría se impone o se legitima, ahí recién aparecen los libros que
toman ese marco teórico. Es decir, si tomamos para hacer una historia de
la crítica los libros de crítica estamos un poco atrasados respecto a los
debates, mientras que en las revistas se puede ver más el germen, las
polémicas, las tensiones.

El objeto con el que vamos a trabajar entonces es una constelación


crítica, es una combinatoria de textos. En principio, son los tres números de
Literal, pero también son los libros que en esos mismos años publicaron los
miembros de esa revista, sus integrantes más destacados, y ahí se
produce algo que es muy importante en esta publicación: el cruce entre
literatura, teoría y crítica.

Quizás ustedes recuerden que en uno de los últimos teóricos Jorge


hablando de Blanchot planteó que el concepto de escritura es un modo de
pensar la superación de la distinción entre teoría y crítica, es decir,
normalmente la distinción entre ambas se sostiene en que la crítica es un
discurso parasitario, habla de la literatura; mientras que la literatura sería
un discurso primario. Pero en la medida en que las teorías textualistas
señalan que todo texto habla de otros textos se diluye el concepto de
crítica. Porque si yo defino crítica como un texto que habla de otro texto
pero en realidad la literatura es también un texto que habla de otro texto, la
crítica es tan literaria como la literatura y la literatura es tan crítica como la
crítica. Entonces el concepto de escritura es la resultante de la
deconstrucción de esta dicotomía.

Literal sostiene esa apuesta en varios puntos. Por un lado, es una


revista donde se publican textos que uno podría llamar de literatura, ficción,
y también textos críticos, pero no hay una distinción muy clara entre ellos,
sobre todo en los dos primeros números, el número 4/5 es un pequeño
retroceso en algún punto, atrasa respecto a los dos primeros. Pero en el 1
y en el 2/3 van a ver que están mezclados, sin distinción, textos literarios y
críticos.

A su vez, la mezcla se reproduce al interior de los textos, en los


textos literarios de diversas maneras lo teórico está muy presente, tanto
con referencias textuales o de manera intertextual; y los textos críticos, si
leyeron los que les dejé lo habrán visto, no son textos académicos o con
una pretensión científica, sino que son artículos con toda una dimensión
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retórica, juegos de palabras y procedimientos que tradicionalmente


ligaríamos a la literatura.

Alumna: ¿Todos los textos que están en el libro están en la


fotocopiadora?

Profesor: Ustedes en el dossier que les dejé tienen una serie de


textos, en el libro hay más o menos el doble, sólo que en la fotocopiadora
hay dos textos que en el libro no están, uno es “El resto del texto”, que no
está en la compilación; lo fotocopié de la revista original. El otro es una
reseña que publica Oscar Steimberg en el número 5 de la revista Los
Libros.

Podemos ver entonces esta combinatoria entre crítica, teoría y


literatura en la revista, porque los diversos géneros conviven; en el interior
de los textos; y también en lo que tiene que ver con las firmas, porque los
mismos autores publican al mismo tiempo textos de crítica y de ficción. Los
tres principales miembros de Literal son Germán García, que en esos
mismos años publica su novela Nanina, que es del ´68, otra que se llama
Cancha rayada en el ´70 y La vía regia, del ´75; Osvaldo Lamborghini, que
publica El Fiord en el ´69 y Sebregondi retrocede en el ´73, y Luis Gusmán,
que publica El frasquito en 1973. Los dos textos literarios más significativos
y representativos de la poética de Literal son El Fiord y El frasquito.

Nuevamente, en estos textos hay una presencia muy fuerte de lo


teórico en el interior, y al mismo tiempo los dos, tanto El frasquito como El
Fiord, en su primera edición vienen acompañados de un texto crítico, El
Fiord se publica con un epílogo de Germán García que se llama “Los
nombres de la negación” y El frasquito se publica con un prólogo de
Ricardo Piglia llamado “El relato fuera de la ley”. Después de la primera
edición nunca más se volvió a publicar ese prólogo porque Piglia no lo
autoriza, pero en la original está. Como vemos, en el propio entramado de
la edición del texto se ve esta relación entre literatura y crítica.

Uno de los rasgos distintos de la revista, entonces, es esta


conjunción entre literatura, crítica y teoría. El segundo rasgo distintivo es la
actitud prescindente que toma Literal respecto a la idea de compromiso
literario y de politización de la literatura. En esos años es muy fuerte la idea
de producir una literatura comprometida y una crítica literaria
comprometida. Frente a esto Literal asume una actitud muy particular, que
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no es de despolitización, no se presentan como una revista despolitizada,


sino que piensan la relación entre literatura y política de otra forma, desde
una distancia.

Esto se puede ver en “El matrimonio entre la utopía y el poder”, un


texto que les dejé en la selección. En el libro está en la página 65. Allí se
observa cómo están pensando la relación con la política, lo político y el
compromiso no aparecen en la revista porque lo que ellos reivindican es la
soberanía y la inutilidad de la escritura, es decir, en un contexto donde lo
que se plantea muy fuertemente es la idea de una escritura que sirva, que
sea útil, a la política y fundamentalmente a la revolución, ellos van por otro
camino. Ustedes pueden pensar por ejemplo en el caso Walsh. Un tipo de
escritura que se orienta hacia una utilidad y una función extra literaria que
es política.

Lo que dicen en Literal es que ahí Walsh lo que está haciendo es


reproducir en el terreno de la escritura la represión que denuncia en el
terreno del testimonio. O sea, Walsh denuncia una represión política pero
él en el plano de la escritura reprime, ¿qué reprime? La pluralidad de
sentidos del texto. En la medida en que para lograr su objetivo de denuncia
produce un texto unívoco con un sentido claro, comunicable, comprensible,
está reprimiendo la pluralidad de sentido del texto y se está reprimiendo a
sí mismo en la relación de la escritura con el goce, y esto en función de
una causa.

Es como si dijera que en nombre de una “causa justa” -y éste es el


título de uno de los cuentos de Osvaldo Lamborghini- vale la pena
sacrificar el goce de la escritura para producir un texto claro, para que el
mensaje sea comprendido, para que la denuncia sea efectiva. Hay un
sacrificio en nombre de una supuesta efectividad. Lo que dice Literal es
que en realidad eso es una ilusión que tiene como beneficio secundario
que el escritor así cree que sirve para algo. Si yo creo que mi escritura es
importante porque va a contribuir al bienestar social o a la mejora de la
humanidad, me sacrifico, no gozo al escribir, pero siento que soy útil,
necesario. Esa sería la ilusión de la literatura comprometida, mientras que
lo que Literal plantea es asumir la inutilidad de la escritura y asumir el
propio goce en su carácter contingente, improductivo y subversivo.

Es decir, hay una idea de la política, pero una política que pasa por la
práctica de la escritura, y eso se puede ver en el texto que les comentaba,
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“El matrimonio entre la utopía y el poder”, donde también se puede ver que
si bien hay toda una poética de la oscuridad, de no hacer una referencia
directa a la política, la hay, hay una intención política. La prueba es que
ese texto está fechado. Vieron que los textos no llevan firma, eso es algo
que me había olvidado de señalarles y es parte del gesto vanguardista de
Literal, sobre todo en los dos primeros números se publican los textos de
manera anónima, no todos, pero la mayoría aparecen sin firma. Esta idea,
que ya se había hecho antes, la toman de la revista francesa Scilicet, que
sería su antecedente más directo al respecto y que publicaba Lacan.
Efectivamente, para Literal, dentro de las teorías con las que trabaja resulta
muy importante el psicoanálisis lacaniano y su cruce con el post
estructuralismo, la lingüística y la literatura.

En parte la manera en que se articula este teórico práctico con lo que


vieron en clases pasadas es responder un poco de forma desviada a la
pregunta de por qué en un curso de teoría y análisis literario de la carrera
de Letras vemos Lacan, vemos Foucault, vemos Derrida. Bueno, eso tiene
que ver con cómo se construye el canon de la crítica y de la teoría, hay
autores que conforman ese canon de la crítica en la argentina en un
momento determinado, no es algo ahistórico y tampoco es algo natural, así
como no hay literaturnost, no hay ningún rasgo que indique que un texto
“pertenece” a la teoría literaria. El conjunto “teoría literaria” es un conjunto
constituido históricamente y que es polémico porque hay una decisión de
dejar afuera ciertos textos e incluir otros, entonces, ¿por qué uno cuando
da teoría literaria en la Argentina da Lacan? Este teórico práctico trata de
mostrar un poco la génesis histórica de eso, cómo en los ´60, en los ´70, se
introdujo este combinado de psicoanálisis lacaniano, post estructuralismo,
lingüística y literatura, o sea que ahí viene la conexión con el resto de los
textos que venimos viendo y también el problema de las acciones de la
crítica. Literal es muy importante en esto.

Bueno, volvemos, les decía que Literal toma esta acción de tachar los
nombres propios, y obviamente no es ajeno esto a lo que venimos viendo
respecto de la muerte del autor, la idea de que se niega la pre existencia
del sujeto al lenguaje. Esta acción política de tachar los nombres forma
parte de esta idea. “El matrimonio entre la utopía y el poder” no está
firmado, aunque sabemos por Héctor Libertella que lo escribieron Osvaldo
Lamborghini y Germán García, pero sí está fechado, en Julio del ´73. ¿Por
qué está fechado mientras el resto de los textos no? La revista sale en
noviembre del ´73, pero el texto se fecha en Julio, porque muy poco antes,
(T y A., 10) 7

el 20 de junio de 1973, había tenido lugar el enfrentamiento entre


Montoneros y la derecha sindical del peronismo en Ezeiza, el día del
retorno de Perón a la Argentina. Entonces, lo interesante es que este texto,
aún con su prosa hiperteórica y oscura, si uno lo lee, de alguna manera
está pensado la masacre de Ezeiza, y anticipando la violencia política
posterior.

El texto comienza diciendo: “Toda política de la felicidad instaura la


alienación que intenta superar”. Está queriendo decir que toda política de la
felicidad sería una política de la completitud, un político que dice que va a
resolver todos los problemas, que no va a faltar nada. Una política que
pretende taponar la falta, que, desde la perspectiva psicoanalítica, es lo
que permite el deseo, y además es imposible taponar la falta. Entonces,
toda política que postula que va a taponar toda falta, que va a producir un
mundo feliz, en realidad instaura la alienación que intenta superar, instaura
el engaño, la falsedad.

Después, al final del texto, en la página 72 del libro dice: “Si una
determinada concentración de poder está en condiciones de inscribir en el
presente una utopía cívico cuartelera meramente restitutiva de un ayer tan
imaginario como la potencia que se proyecta en el futuro, es porque los
mismos grupos que podrían oponerse al proyecto se han mutilado con el
cuento de la realidad, la eficacia y la táctica.” Esta utopía meramente
restitutiva de un ayer hace referencia a la vuelta de Perón, que se sostenía
en la idea de restitución de un pasado supuestamente feliz, cuando vuelva
Perón vamos a volver a estar bien. Hay una idea de restitución que acá,
leído bajo el tamiz de una mirada psicoanalítica, quiere decir que antes
tenía pero luego lo perdí, entonces va a volver Perón y me lo va a dar de
vuelta. Esa es la gran ilusión del sujeto. Hay dos ilusiones. La primera gran
ilusión es que alguna vez tenía, porque en realidad la castración es
constitutiva, nunca tuve, y la segunda ilusión es que voy a volver a tener en
algún momento.

Lo que dice es que toda política que postula ese supuesto ideal futuro
no puede sino terminar en violencia, y dice: “Joven o viejo, el avestruz es
un animal voraz de ceguera, curioso realismo por otra parte, el
gambeteador de la verdad, viejo o joven, siempre termina pagando caro, y
precisamente en lo real, su pasión por el desconocimiento.” Pasión por el
desconocimiento es que quieren creer, quieren no saber, quieren no ver la
verdad, que cuando vuelva Perón no va a estar todo bien. Pero el sujeto no
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quiere saber eso, no quiere saber que ese momento ideal nunca va a
existir. Esto se paga con que eso que está reprimido en lo simbólico
retorna en lo real, esa violencia que no se quiere ver en un plano
reaparece en otro. Es decir, es un texto que si efectivamente fue escrito en
Julio del ´73 tiene un carácter anticipatorio. La teoría como un modo
desviado de hablar de la política.

Por otra parte, el avestruz este, como ya sabrán, salió de Lacan, es


un avestruz francés, viene del texto de Lacan que ustedes leyeron, ahí hay
una referencia muy directa a Lacan ahí, aunque no esté entre comillas ni
con una referencia bibliográfica. Lo que quería marcar con esto es que no
se trata de oponer a la idea de una literatura subordinada a la política una
idea de desinterés, sino que se trata de pensar de otra forma la relación
entre escritura y política.

Ahora, volviendo un poco al contexto general, vamos a trazar un


plano de cómo se pensaba la crítica en los ´70, para así entender más
claramente la diferencia que Literal introduce. El contexto en general de la
crítica y de la literatura de esos años, y de las ciencias sociales, se puede
analizar a partir de una dicotomía entre dos tendencias o procesos, uno es
un proceso de modernización, de profesionalización. Desde el ´55 en
adelante en distintos campos se da un proceso de renovación teórica, de
modernización, por ejemplo, en la Sociología tenemos a Gino Germani,
que introduce la sociología moderna y funda la carrera de Sociología, en
Historia tenemos a José Luis Romero, que trae una renovación del análisis
histórico, se funda la carrera de Psicología, se introduce el psicoanálisis
con Oscar Masotta, que también fue parte de Literal, y Germán García,
entre otros; y en el campo de la crítica literaria, el estructuralismo, la
lingüística, es decir, se da un proceso de nuevos discursos, nuevos
saberes, ligados también a un proceso de profesionalización. El sociólogo
como un profesional con un discurso específico, el psicólogo lo mismo, el
crítico literario igual.

Esa es una línea, pero al mismo tiempo hay otra que empieza a
perfilarse en los ´60 fuertemente y convive en un primer momento con la
primera, aunque luego esa convivencia se empieza a volver más difícil. Es
la politización. Hasta un momento parece posible ser un escritor
comprometido. Un escritor comprometido es alguien que cumple su tarea
específica, escribir novelas por ejemplo, pero novelas que tienen un
compromiso político o social a nivel del tema o de la forma. Ahí una figura
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clara es Cortázar. Por ejemplo, Rayuela, en la medida en que rompe con


ciertos cánones del lenguaje y de la narración, es una literatura
revolucionaria, crítica, pero a medida que van avanzando los ´70 esto se
empieza a complicar porque hay reclamos a Cortázar desde la izquierda.
Le dicen, bueno, vos escribís Rayuela pero mucha gente no la entiende, es
una escritura para pocos, vos escribís Rayuela pero vivís en París y cobrás
los derechos de autor de Rayuela, ¿cuán revolucionario sos? Doy el caso
de Cortázar porque es muy conocido, pero es un caso entre muchos otros.
El propio Cortázar con El libro de Manuel realiza una politización mayor y
más directa, además saben que los derechos de autor de ese libro los
donó a una causa política. Es decir, no alcanza ya para ser un escritor
comprometido con escribir de manera comprometida, hay que hacer otro
tipo de acciones.

El otro caso es el de Walsh, en un momento para Walsh escribir


cuentos empieza a ser problemático y va más hacia los textos de denuncia,
de testimonio, y es allí donde encontramos una entrevista que le hace
Piglia en los ´70 donde Walsh dice: “Yo tenía la idea de escribir una novela,
pero ahora no”. Aparece el interrogante de quién puede permitirse escribir
una novela en ese momento, aparece como algo casi éticamente
incorrecto. Es decir, en tanto escritor comprometido llega un momento
donde lo que parecería que hay que hacer es dejar de escribir. Hay que
pasar a la acción política directa. Ya no se puede conjugar la especificidad
de la escritura con la política, o sos escritor o te comprometés.

Hay una anécdota que no sé si es apócrifa pero es muy ilustrativa, se


trata de un escritor que se entrevista con el Che Guevara en Cuba y le dice
“Yo quiero ponerme al servicio de la revolución, quiero hacer lo que haya
que hacer desde lo mío. Yo soy escritor.” Entonces el Che Guevara lo mira
y le dice: “Ah, yo era médico.” Como diciéndole, ya no soy más médico,
dejé de serlo, sacrifiqué mi profesión. Es decir, la especificidad aparece
como algo que hay que abandonar.

Esa tensión en el momento en que sale Literal es muy fuerte. Uno


puede ver esto en una revista fundamental de esos años que es Los
Libros. La revista Los Libros sale desde el ´69 hasta el ´76. Lo interesante
acá es que esta tensión se manifiesta en la misma revista, que tiene como
dos épocas. Empieza como una revista de reseñas de libros, las
novedades en literatura, crítica, ciencias sociales, lingüística. Es una
revista muy moderna, muy al día, dirigida a un público universitario y un
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poco más amplio pero con un nivel cultural muy alto. Es una revista
compleja con reseñas largas, no informativas sino de análisis crítico, y
donde la política aparece en las reseñas, en el modo de leer. Es una
revista que mantiene su especificidad y esto se manifiesta en el subtítulo
de la revista, que es: “Un mes de publicaciones en América Latina”.

Ahora, qué pasa a medida que van avanzando los números de la


revista, sus integrantes empiezan a sentir que hablar sólo de libros es
como no hablar de lo importante, de lo que está pasando, piensen, en el
´69 está el Cordobazo, después el asesinato de Aramburu, Montoneros,
Allende en Chile, los Tupamaros en Uruguay; hay un contexto donde la
sensación es que se está produciendo la revolución y nosotros “sólo”
estamos hablando de libros. Entonces empiezan a aparecer notas de
política en sentido directo, un dossier por ejemplo sobre la situación en
Bolivia, otro sobre la guerrilla urbana en Uruguay, otro sobre por qué el
Cordobazo fue en Córdoba y demás. Estos textos van avanzando en la
revista, si uno lo ve número a número van como tomando el espacio y las
reseñas críticas cada vez van ocupando menos lugar hasta que al final
desaparecen de la revista. El punto de quiebre se da entre el número 21 y
el 22, cuando cambia la consigna de la revista, el subtítulo pasa a ser:
“Para una crítica política de la cultura.” Todo esto está en el ensayo de
Panesi que comentaba antes. Este cambio también se puede ver en los
integrantes de la revista, hasta el N° 21 el director es Héctor Schmucler,
alguien que piensa su práctica crítica vinculada con la política pero desde
una autonomía relativa. A partir de este número se va y la dirección queda
en manos de un consejo formado por Beatriz Sarlo, Carlos Altamirano y
Ricardo Piglia. Va habiendo cambios progresivos, estos intelectuales
primero entran en la revista, empiezan a publicar y en un momento llegan a
tomar la dirección. Los tres en ese momento eran miembros del Partido
Comunista Revolucionario, un partido de orientación maoísta. Al final en la
revista se impone esta idea política y en los últimos números ya ni siquiera
hay crítica de libros.

Después tenemos otra revista muy importante en los ´70 que es


Crisis, una revista que salió entre el ´73 y el ´76. Su director editorial era
Eduardo Galeano y como secretario de redacción estuvieron Juan Gelman,
Anibal Ford, Vicente Zito Lema. Fue una revista muy importante en esos
tres años, con una tirada muy grande, con una gran recepción. Interviene
en el debate que había en ese momento entre izquierda y peronismo, la
discusión sobre si el peronismo era de izquierda o no, o si se podía ser de
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izquierda sin ser peronista. Crisis sostiene la postura de la síntesis, la idea


de que la única forma de ser de izquierda en la Argentina en ese momento
era ser peronista, que ser peronista es ser de izquierda, que Perón es el
posible líder que podría llevar a la revolución. Todo con un componente
nacionalista muy fuerte, nacionalista de izquierda, populista.

Una cosa que es importante es que esta postura de la revista no es


enunciada explícitamente, ¿por qué? porque es una revista que descree
mucho de lo que es la teoría, la discusión. La revista Crisis ve el debate
teórico como un típico producto de la izquierda intelectualoide.

Entonces, lo que hace la revista es publicar notas de investigación,


testimonios, notas sobre cómo viven los indígenas en el Chaco por
ejemplo. Ahí se puede leer la política, o publican textos perdidos, una
entrevista a John William Cooke, o un texto de Perón y en la página
siguiente un poema de Lenin. Es decir, la síntesis de Perón y Lenin no está
formulada explícitamente, pero se puede leer en el montaje, en la idea de
que en esta página publico un poema de Lenin y en esta otra un discurso
de Perón. Estoy postulando que se pueden sintetizar pero no lo enuncio.
Buscan darlo por hecho, por evidente, y no entrar en la discusión
intelectual que supuestamente no llevaría a nada.

Esto es importante porque este componente anti intelectual es uno de


los blancos contra los que va a polemizar Literal. Cuando Literal pone la
escritura ligada a la masturbación está hablando de esto, dicen que para la
izquierda es insoportable la idea del debate porque eso es “paja
intelectual”, ¿sí? Lo que dice Literal es ¿Cuál es el problema? ¿Qué da
tanto miedo en eso? El miedo es lo improductivo, el gasto, el goce, es
decir, ellos piensan que lo que dicen sirve para algo, mientras que los de
Literal reivindican la inutilidad de eso que están escribiendo, que lo que
escriben no sirve para nada.

Alumno: O sea que Literal reivindica el sinsentido, la idea de la


literatura por la literatura misma.

Alumna: No, creo que justamente hacen un juego entre el arte por el
arte y el arte porque sí, son dos cosas distintas me parece.

Profesor: Sí, habría que hacer una distinción ahí, está muy bien lo
que decís. La literatura por la literatura, el arte por el arte, entraría más en
(T y A., 10) 12

una línea de lo que sería la autonomía de la literatura. La autonomía de la


literatura supone una idea de una esfera cerrada, con sus propias reglas,
como un juego. Acá me parece que no viene tanto por el tema de la
autonomía sino por el de la soberanía, la soberanía es un concepto que
viene de Bataille y tiene que ver con pensar que hay un momento donde el
control se pierde, esa es la diferencia. Cuando yo hablo de autonomía de la
literatura, es un juego que tiene sus propias reglas donde yo, sujeto
autónomo, escribo literatura y mantengo el control, mientras que la idea de
la soberanía de la escritura tiene un momento donde yo no sé dónde va a
terminar eso que estoy escribiendo, hay una pérdida de control donde ni
siquiera diría que no es político, puede ser político también. No es tan
predecible o manejable. Por eso dicen la literatura porque sí, hay algo de
gratuidad.

Alumno: ¿Hablan de este componente hedonístico?

Profesor: Ellos no sé si lo plantearían desde el hedonismo, me


parece que tiene más que ver con el goce. En el hedonismo hay un sujeto
que controla, en el goce hay una pérdida, el sujeto mismo se juega en
aquello que está haciendo. Hay un sacrificio, el sujeto está en peligro.

Bueno, vuelvo. Una tercera revista es Primera Plana, que fue un


semanario que salió en la Argentina entre el ´62 y el ´69, fue mucho más
masivo que los que mencionamos hasta ahora, no era sólo de crítica
literaria sino que era como un semanario de información general. Se
presentaba como un semanario moderno que traía las novedades del
mundo para el joven ejecutivo argentino. Era una revista Pro digamos
(risas), la idea era que el joven ejecutivo argentino tiene que estar al día, y
también eso incluye saber qué es la literatura que se lee ahora, qué es lo
nuevo en psicoanálisis, en sociología. Mostrar el costado más moderno de
estos nuevos saberes y nuevos discursos al mismo tiempo que
políticamente era una revista muy reaccionaria. Tenía este doble juego,
Oscar Terán lo llama “modernización autoritaria”, porque era como que sí,
hay que estar al día con lo que está pasando en el mundo, entonces si en
París está de moda el psicoanálisis hay que saber lo que es eso, pero a la
vez, ojo, cuidado, porque este es un saber subversivo. Todo el tiempo la
revista hace este doble juego.

Literal se presenta polémicamente respecto a estas tres revistas,


entre otras. ¿Cuáles son los blancos polémicos de Literal? Escribe contra
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el realismo, que era algo defendido por Crisis, contra el populismo, también
de Crisis, pero también contra la modernización parcial de Primera Plana,
esa idea de un poquito moderno pero no demasiado de Primera Plana. En
ese sentido Literal es una revista bien de vanguardia, retoma la consigna
de Rimbaud: no basta ser un poco moderno, “hay que ser absolutamente
moderno”. No busca adaptar su discurso para que se la pueda entender, es
una revista que busca ser oscura, de difícil lectura.

Con la que está más cerca de las tres es con Los Libros, pero
¿dónde se da el quiebre? Los Libros es una revista de izquierda y
fuertemente intelectual, pero es “seria” en el sentido de que entra en la
discusión formal, se pone a debatir con el populismo, toma los argumentos
del populismo, los responde, mientras que Literal frente a eso toma una
actitud mucho más irresponsable, en lugar de responder lo que hace es un
chiste, un juego de palabra, burlarse de sus enemigos.

Doy un ejemplo para marcar esta diferencia, Los Libros en el N° 8


publica una nota editorial que es una auto crítica. Era una revista muy
teórica donde los textos eran difíciles. Aunque no era solo académica
seguramente era difícil de comprender para alguien que no tuviera mucha
idea de lo que era el estructuralismo o el psicoanálisis por ejemplo.
Entonces recibió algunas críticas de los lectores. En el N° 8 dicen: “Los
Libros fue acusada de elitista, críptica, estructuralista y aristocratizante”. Es
gracioso lo de estructuralistas como una crítica, pero bueno, porque los
otros son claramente una crítica.

Alumna: ¿Pero Literal era de izquierda?

PROFESOR: Sí, si tengo que responder por sí o por no, sí. En


general el campo intelectual era de izquierda, por lo menos el de la teoría
crítica y lo que a nosotros nos parece más o menos interesante, era de
izquierda. Los cortes pasan quizás por otro lado, por lados que quizás hoy
a ustedes les parecen un tanto barrocos, diferencias sutiles, no sé,
maoístas o trotskistas, que en ese momento marcaban diferencias muy
fuertes.

Bueno, seguimos. Los Libros, desde esta posición responsable, seria,


responde a las críticas que recibe reconociéndoles parte de verdad. Este
gesto es impensable en Literal. Por empezar, Literal no tenía nota editorial.
La nota editorial es una parte donde una revista marca su posición, donde
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la revista se unifica, donde dice cuál es su postura. Esto es lo que Literal


no quiere tener, se presenta como un múltiple, no hay una posición. De
hecho, en un reportaje que les hace Tamara Kamenzsain ni bien sale la
revista les pregunta, está en la página 138 del libro: “¿En qué sentido
Literal rompería con la literatura, a través de una actitud?, ¿de un
determinado modo de empalmar los textos, ¿por la estructura total de al
revista?” Lo de romper con la literatura tiene que ver con esto de la
escritura que les hablaba antes, ir más allá de la distinción entre literatura y
crítica. Entonces Literal le contesta, no aclaran quién responde, es el
conjunto: “Literal no rompería con la literatura. Así como carece de fuerzas
para romper, también es faltante en cuanto a saber algo respecto de su
actitud. Actitud que es cosa de ricos. Literal es pobre. Un hambre
esquizoide situado bajo el techo de la emergencia, trabajando entre
fragmento y fragmento. Que alguna de las partes provenga de la literatura,
puede ser, ¿por qué no?”.

Es decir, tener una actitud, definir una posición, es cosa de ricos. Acá
hay una ironía, pero tener una actitud es algo de alguien que sabe lo que
tiene, eso quiere decir. Literal no sabe lo que dice, escribe desde la falta,
desde el no saber, desde el no tener, es pobre, por eso dice que puede ser
que alguna de las partes provenga de la literatura, porque si uno es pobre y
no tiene, agarra, roba, agarra un poco de literatura, un poco de crítica, un
poco de teoría y prepara una típica comida de pobre, un guiso, un guiso
textual. Esta pobreza, esta carencia, habilita a poder tomar de todo un poco
y combinar. Y esto de “trabajando entre fragmento y fragmento” tiene que
ver con que el sentido de Literal no estaría en lo que dice cada texto, sino
en el encuentro de todos los textos en el espacio común de la revista.

Esta idea de que el sentido se produce por el encuentro en un


espacio común lo podemos ligar con el surrealismo, el surrealismo plantea
esta idea de que el encuentro azaroso entre el paraguas y una máquina de
coser sobre una mesa de disección es esto, lo nuevo no está en un
elemento o en otro, sino en que esos elementos se superpongan
violentamente en un mismo espacio. Acá es lo mismo.

El otro elemento ligado a esta idea de la pobreza, de la falta, es la


actitud del chiste, el juego de palabras, la respuesta que no implica tomar
la palabra del otro y entrar en el juego de la comunicación en una
discusión. Literal escapa a eso por el lado de la broma. Esto es importante
para pensar qué estatuto tiene la teoría en Literal, o sea, cuando leen estos
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textos de la revista no los lean como cuando leen a Adorno, porque no es


Adorno. Eso es importante, pensar qué acción está llevando a cabo la
revista con este material que viene de la teoría, de pronto aparece una
referencia a la lingüística, pero no es un texto de Benveniste ese, hay un
uso de ese material para producir un texto nuevo.

Esa fue la gran acusación que se le hizo a Literal, ¿qué es este uso
de la teoría en los textos críticos o literarios? Una acusación fue la de ser
no comprometida, una revista irresponsable que no enuncia su posición
política, otra tiene que ver con el exceso de teoría, la idea de que es una
revista excesivamente teórica, compleja. Otra acusación, que no es
exactamente la misma, es que hay mucha teoría pero que en realidad es
un bluf. Hay un exceso de teoría pero en realidad no está diciendo nada,
no hay un sentido detrás, si me tomo el trabajo de leerla atentamente me
doy cuenta de que es una broma. La última acusación tiene que ver con la
mezcla de literatura y crítica, sobre todo, por introducir crítica dentro de la
literatura, contaminar la literatura con crítica o teoría. Se los acusa de que
El Fiord o El frasquito son textos literarios pero que son lacanianos, son
como meras ilustraciones literarias de teorías. Son acusaciones diferentes
que vienen de distintos lados.

Yo no creo que lo más interesante sea entrar a ver si tenían razón o


no estas acusaciones. Uno podría ver que Literal no respeta los protocolos
académicos de la discusión teórica, entonces de golpe citan mal, citan de
oídas. Por ejemplo, hay un texto donde se lee: “Como dice Wittgenstein,
hablar un lenguaje es compartir una forma de vida”. Y Wittgenstein no dice
eso, si uno va a Wittgenstein ve que dice: “Imaginar un lenguaje es
imaginar una forma de vida”. Cambia mucho el sentido incluso. Este tipo de
cosas pasan en Literal. Ahí uno no sabe si leyeron a Wittgenstein o no,
porque encima es como la frase más famosa de Wittgenstein, mucha gente
que no leyó a Wittgenstein sabe que dijo eso, como “De lo que no se puede
hablar mejor es callar”, son las dos frases más famosas de él, como si
fueran slogans casi. Uno no sabe en definitiva si lo leyó, leyó una parte, lo
miró, citó sin cotejar, le comentaron y lo puso. Eso que a la hora de hacer
una monografía ustedes sí deben tener en cuenta Literal no lo tiene en
cuenta. Es otro juego del lenguaje. En un momento por ejemplo ponen el
nombre Bachelard y lo ponen mal, lo escriben mal. En el prólogo que
escribe Oscar Masotta a un libro de Oscar Steimberg, colaborador de
Literal y de Los Libros, que se llama Cuerpo sin armazón, del año ´69,
leemos que Massota parafrasea a Derrida y pone una nota al pie donde
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menciona un libro en francés que se llamaría La voz y el Silencio, y ese


libro no existe. Existe La voz y el fenómeno. De paso, les comento que en
La historia crítica de la literatura argentina que dirige Noé Jitrik, Jitrik
comete el mismo error, menciona un supuesto libro de Derrida titulado La
voz y el Silencio. Bueno, seguramente Jitrik ahí está citando de segunda
mano a partir del prólogo de Masotta.

Ahora, me parece importante ver estas cosas pero el tema es qué


hacemos con esto, porque como anécdota puede ser divertida, pero no
sirve mucho si nos quedamos simplemente en que “no era serio”. Lo
importante es ver qué productividad tiene esta combinación entre literatura,
crítica y teoría y qué efectos tuvo sobre el campo intelectual.

Lo que me parece interesante marcar también es cómo responde


Literal a los ataques. Por empezar, Literal responde, hay una voluntad
polémica y utiliza los rasgos discursivos típicos de la polémica, esto de
tomar la palabra del otro y devolvérsela. Por ejemplo, Andrés Avellaneda
en el N° 120 de la revista Todo es Historia publica un panorama de la
narrativa actual y habla de Literal. No es muy crítico, pero sí señala esta
contaminación de la teoría. Literal le responde con “No Todo es historia”.
Ustedes lo tienen en el dossier. Dentro de la respuesta citan muy
extensamente a Avellaneda, así que aunque no tengan el texto de Todo es
Historia lo pueden seguir desde ahí. Ya en el título hay una voluntad
polémica, es un típico gesto polémico. Retoma la palabra del oponente y la
da vuelta.

O también una crítica, Nora Dottori, publica una reseña crítica de El


frasquito en la revista Siete días, es una reseña bastante negativa, el texto
de Dottori se llama “¿Quién se asusta hoy de Edipo?” Como burlándose,
como diciendo El frasquito quiere ser un texto provocativo porque habla
del deseo incestuoso y una serie de temas psicoanalíticos, y lo que dice
ella es que eso hoy no escandaliza a nadie. Dice Dottori sobre El frasquito:
“Texto elitista, pretencioso, deliberadamente críptico, en el que se filtran los
elementos más conocidos y difundidos del psicoanálisis.”

Oscar Steimberg publica desde Los Libros una respuesta que se


llama “Pretencioso como Juan Moreira”. Es una reseña muy elogiosa de
este libro donde retoma la palabra “pretencioso” del texto de Dottori. Él la
retoma como algo positivo a esa palabra, invirtiéndole el sentido que le da
Dottori.
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Vamos a ver la respuesta a la crítica de Andrés Avellaneda. Dice


Avellaneda sobre los textos literarios que escriben los integrantes de
Literal: “Fuertemente influidos por teorías lingüístico-literarias francesas,
desde el ya avejentado estructuralismo hasta los postulados del Grupo Tel
Quel, y por el psicoanálisis freudiano y lacaniano empleado como
explicación de la literatura. Es una literatura prologada.” Está diciendo que
es una literatura que usa como fundamento al psicoanálisis y es prologada
porque El Frasquito viene con un prólogo de Piglia y El Fiord viene con un
epílogo de García, es decir, es una literatura difícil pero al mismo tiempo
viene con su agregado teórico que te explica desde qué teoría hay que
leerla. Es como que necesita ser explicada, entonces no es tan loco,
porque hace lo que hace pero después me pone un cartelito que dice qué
es, me lo aclara igual. Esto es lo que está diciendo Avellaneda, que en
definitiva es una literatura programática, una literatura que tiene un
fundamento teórico previo y que se sostiene desde ahí.

Ahora, lo interesante es que acá Literal hace como un vaivén. Frente


a esto en algunos textos responde: “Sí, ¿y qué?”. Cuál es el problema de
poner teoría en la literatura. ¿La literatura es algo puro? Esa es una
respuesta, que a mí en un punto me parece la más consistente. Pero
también hay otros textos donde Literal recula, donde dice “No, no, el
psicoanálisis no funciona como fundamento teórico”. Es interesante porque
ahí se puede ver cómo aún dentro de Literal hay como una especie de
contradicción. Les doy un ejemplo de cada caso y con esto terminamos.
Hay una reseña de Steimberg sobre El Fiord que aparece en Los Libros N°
5 donde dice: “Aquí la crítica parece haberse iniciado antes de tiempo,
invadiendo la escritura literaria en su mismo dominio y llevando la reflexión
sobre los signos ya existentes, en este caso, los signos de una retórica
lunfardo-hispanizante que atraviesa toda la narración, a la temperatura, la
espontaneidad y la imprevisibilidad de un relato apocalíptico.”

Lo importante es la primera parte de la cita, ahí Steimberg dice que El


Fiord no sólo viene con un epílogo de Germán García, sino que la crítica ya
está presente dentro de la literatura, como auto reflexión, como auto
referencia textual. No es una literatura que se presente como sólo una
narración. Hay una dimensión crítica de la literatura. Josefina Ludmer, que
es una crítica que formó parte de Literal, varios años después en uno de
sus libros más conocidos, El género gauchesco, un tratado sobre la patria,
que es del ´89, en un apartado habla de El Fiord. Allí dice que una de las
matrices del relato es Tótem y Tabú de Freud. Básicamente se narra en un
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texto muy corto un nacimiento en una situación muy violenta, el que sería
el padre de la criatura le pega a la mujer con un látigo, después la viola,
después hay como una especie de orgía entre todos los que están ahí. Hay
una rebelión política finalmente y matan a este hombre que sería como el
amo, que también sería Perón de alguna manera. La mujer que está
pariendo se llama Carla Greta Terón, por un lado es Eva Perón, hay toda
una homofonía ahí, pero también es la CGT, por las siglas. El niño que
nace se llama Atilio Tancredo Vacán, las mismas iniciales de Augusto
Timoteo Vandor, el líder sindical que fue asesinado. El hombre que le pega
con el látigo se llama el Loco Rodríguez. Hay toda una alegoría muy clara
referida a la política. Después está Sebas, uno al que todos le pegan, que
sería el que sabe, Sebas-Sabe, el ideólogo, el intelectual, o también las
bases (sebas-bases) del movimiento. O sea, hay referencias muy claras a
lo político aunque en realidad no se sabe muy bien qué sentido tienen. Hay
una alegoría pero no se entiende cuál es. Es un texto que trabaja con la
alegoría pero que a su vez la desplaza, porque es muy clara pero a la vez
no es muy claro cómo habría que interpretarla.

Hay una presencia de lo político, hay una presencia de la gauchesca


muy fuerte también y hay una presencia del psicoanálisis, porque al final se
rebelan, matan al Loco Rodríguez y se lo comen, Comienzan por comerle
el pene y luego se lo comen todo. Incluso el nombre, El Fiord, dice Ludmer
que podría ser un anagrama de Freud tal como se pronuncia, por lo que
había un juego también entre oralidad y escritura.

Bueno, volvemos a Steimberg, él responde que sí, que es una


literatura teórica. Pero en el otro extremo, Germán García responde
atajándose, dice bueno, la vinculación psicoanálisis literatura es cierta,
pero no funciona como explicación, y es muy gracioso porque hay una
novela de García que se llama La vía regia, y la vía regia es una referencia
muy clara al psicoanálisis, Freud dice que los sueños son la vía regia de
acceso al inconsciente. En el contexto de esta época es una referencia
inegable y Germán García responde algo muy inconsistente, dice que vía
es también estar en la vía, que tiene una tradición en el tango, y regia en la
Argentina se usa para decir que una chica es muy buena, que es regia.
Uno podría decir, bueno, está bien, puede estar ese sentido, pero a lo
sumo están las dos, porque la referencia al psicoanálisis es muy clara. El
tema es qué sentido tiene salir a decir que no hay psicoanálisis ahí, es
como que atrasa respecto al gesto de la revista. Ahí se puede ver un
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vaivén, un recular de la revista frente a sus propias acciones. Bueno,


terminamos por hoy.

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