Hay brujitas y brujotas. Hay brujas malas, brujas buenas y brujas que ni fú ni fá. Hay brujas feas, brujas guapas, brujas gordas y brujas flacas. Con verrugas y con arrugas. Hay brujas con gatos y gatos con bruja. Las hay que montan en escoba y las hay que viajan en avión. Las hay antiguas, modernas y hasta posmodernas. Las hay esotéricas y las hay histéricas. Hay brujas coquetas y brujas recatadas. Brujas viejas. Brujas jóvenes. Las hay con estudios y analfabetas. Las hay altas y las hay bajas. Hay brujas pirujas y marujas. Y hay brujis que son un pelín cursis. Algunas usan varita. Algunas preparan pócimas. Otras prefieren lanzar hechizos. Y otras ponerse cosméticos. Las hay simpáticas y antipáticas. Naturales y artificiales. Hay brujas en vaqueros. Hay brujas siempre en zapatillas. Las hay con tacones y, algunas, descalzas. Las hay bromistas y las hay muy serias. Hay hechiceras, magas, nigrománticas. Hay adivinas y encantadoras. Las hay sanadoras o maldecidoras. Videntes y clarividentes. Xorguinas y meigas. Groseras o educadas. De ciudad y del campo. Nacionales y extranjeras. Hay brujas en todas las culturas y razas. Hay brujas fascinantes. Hay brujas irritantes. Hay brujas brillantes. Hay brujas, brujonas, brujillas, brujitas y brujotas. Hay brujas, muchas brujas. Lejos y cerca. Detrás y delante. Hay brujas, muchas brujas. ¿Quieres verlas? Sólo tienes que fijarte