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Hay que educar también a los hombres

Cuando tenía cinco años sus padres se la llevaron a


Estados Unidos, al llegar a la adolescencia regresó a
Guatemala, justamente en los peores años de la guerra
interna, tres años después volvió a Estados Unidos, en
donde contrajo matrimonio. Ocasionalmente visitaba su
país, y cada vez se daba cuenta de la situación en que
vivían las mujeres: quienes eran torturadas, violadas y
asesinadas. Su espíritu de lideresa empezó a despertarse,
y en las comunidades chapinas del sur de California
puso en marcha algunas acciones positivas para el
bienestar de las mujeres. Al estar en estos grupos
decidió capacitarse para incluirse en la campaña de
Listón Blanco, que se inició en Canadá, a raíz del
asesinato que cometió un hombre en 1989, contra 14
mujeres adolescentes que cursaban una carrera destinada
a hombres. Esa oportunidad le valió para entender que
es importante dirigir campañas para hombres en contra
de la violencia hacia las mujeres y este enfoque es el que
el movimiento MIA, Mujeres Iniciando en las Américas,
propone. Desde hace tres años Lucía se comprometió
personalmente a emprender una misión importante en
Guatemala, replicando el mensaje de la campaña en
centros educativos, tanto del nivel primario, como
secundario y universitario.

'Asumí esta responsabilidad porque mis hijos están grandes, cada uno ha formado su vida, mi esposo
tiene la misma visión que yo. El año pasado estuve casi todo el año proponiendo el tema en diversas
organizaciones sociales y gubernamentales, pero fue difícil convencer sobre el objetivo del proyecto,
aunque hubo centros educativos y la USAC, que permitieron que impartiera la capacitación, incluso en
esta universidad se aprobó el primer diplomado con ese enfoque, y se está educando a hombres para que
se vuelvan nuestros aliados en replicar que la violencia hacia la mujer no debe existir', afirma Lucía
Muñoz, quien creyó en el proyecto, y tuvo la paciencia para obtener este gran logro: la aprobación de
una sucursal en el país de la entidad extranjera MIA, Mujeres Iniciando en Las Américas, según
Acuerdo Ministerial de Gobernación 76-2012, publicado el mes pasado en el Diario Oficial de
Centroamérica.

Guatemala tiene aliados que buscan promover una cultura de paz, con igualdad y equidad, y estas
nuevas visiones están siendo aprovechadas para atender la problemática desde su experiencia, con
resultados importantes.

Por Margarita Pacay


Fotoarte: Gerber Sarazúa
Fotos: Paul Devaux y Servicios
Eduquemos con cariño

“Educa a los niños y no será necesario castigar a los hombres”, Pitágoras. Con base en esta frase, Lucía
Muñoz, emprendedora social, comenzó hace tres años a trabajar con escuelas y la Universidad de San
Carlos para educar a niñas, niños, hombres y mujeres.

Afirma que es necesario comenzar por el amor, la educación de valores que se fundamentan en el hogar
y se fortalecen en la escuela, con el diálogo, la libertad de expresión y aprender a escuchar. Conocer la
historia junto a ellos también es importante, aclarando que existen muchos patrones y estereotipos que
son necesarios romper porque es indispensable fomentar una cultura de paz y respeto, entre ambos
géneros.

Con todas estas ideas, Lucía crea un diplomado con la campaña de listón blanco “Hombres contra el
femicidio”. De 2010 a la fecha 500 jóvenes han sido capacitados. Jorge Rolando Hernández, historiador,
fue uno de los graduados, afirma que estos temas siempre le han sensibilizado, en especial al observar el
número de femicidios que ocurren en el país, ahora lleva un año de haberse involucrado como
voluntario para seguir capacitando a más hombres y mujeres sobre el tema.

Carlos Morales López, catedrático de la Facultad de Económicas de la Usac, afirma que aprendió a
identificar los factores sociopolíticos que contribuyen con el machismo, la desigualdad en que viven las
mujeres y las formas que propician la violencia en contra de ellas. Además, a identificar el conjunto de
ideas que favorecen el establecimiento de roles fuertemente arraigados en la sociedad, y es a través de la
educación con igualdad y equidad cuando se construye una nueva cultura, y debemos empezar en
nuestros hogares.

Llegar empoderada

Wendy afirma que haber tocado puertas de


algunas organizaciones que atienden los casos de
violencia no le garantizó el apoyo que requería,
porque fue largo y sin acompañamiento. Se vio
sola en esa tarea titánica. La magistrada
Rodríguez afirma que la ley no señala plazos, lo
que sí está claro en los protocolos de los Juzgados
de Instancia y de Paz es que no deben demorar la
atención a una víctima de violencia.

Aída Saravia, coordinadora del programa de


apoyo y seguridad integral, que tiene a su cargo los cuatro Centros de Atención Integral de Mujeres
Sobrevivientes, del GGM, explica que para esta organización es indispensable el asesoramiento, pero
también el empoderamiento, al explicarles lo que conlleva la ruta de la violencia. “Muchas llegan con la
idea de que ahí se resolverá de inmediato su situación, desean ver a su agresor de inmediato en la cárcel,
pero eso no es posible, es necesario continuar todos los procesos que manda la ley y, para ello, reciben la
orientación apropiada, ya que cada caso es diferente”, comenta la experta.
La necesidad que las víctimas van requiriendo ha sido inspiración para los diferentes centros y
organismos estatales en su esfuerzo por ofrecer una atención integral, en la cual el abordaje del
acompañamiento y autoestima es fundamental, así como la explicación de lo que conlleva la ruta de la
denuncia. “Se trata de informarles de los pros y contras de cada alternativa. Hay mujeres que vienen
decididas a seguir un proceso penal o en el camino toman la decisión, hay otras que no quieren llegar a
eso, simplemente dicen ‘no quiero nada, lo único que pido es que me deje tranquila, que ya no me
moleste’, es necesario escucharlas para guiarlas y acompañarlas conforme a su decisión”, explica la
abogada Janneth Salguero, coordinadora del área legal de GGM.

“Hay una cantidad de denuncias que rebasa la capacidad institucional de quienes están atendiendo los
procesos. La debilidad más grande es que no estamos preparados todavía para atender el fenómeno de la
violencia contra las mujeres”, afirma Cynthia Fernández, coordinadora del departamento de análisis
jurídico de Asies.

Las mismas debilidades que muestra el sistema de justicia para todas las áreas o delitos que se aplican a
la población -hombres, niños, indígenas-, son las mismas que se reflejan en el tema de mujeres. En el
caso particular de la violencia hacia las féminas se manifiestan tres componentes importantes: legal,
estructural y cultural, agrega Fernández.

En el primer caso, se tiene un avance importante porque ya se cuenta con tratados, convenciones, leyes
ordinarias, reglamentos u órganos jurisdiccionales que a nivel formal han asumido competencias y
atribuciones. Desde el punto de vista estructural, las instituciones, como el Organismo Judicial (OJ),
Ministerio Público (MP), Instituto de Defensa Pública Penal (IDPP), aún requieren de mejoras, cada una
con sus propias debilidades, falta de personal, poca cobertura, incluso conciencia de la problemática
desde el punto de vista cultural.

“Muchas mujeres luego de haber denunciado ya no asisten a la ratificación de la denuncia, por


temor o ignorancia, o porque su patrón o jefe no les dio el permiso para hacerlo”, Miriam Josefina
Domínguez Sebastián, defensora de la mujer de la Procuraduría de los Derechos Humanos.

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